Sobre el acoso y el poder A uno le gustaría decir que determinado modelo de sociedad es el gran responsable en lo que respecta al avasallamiento de la dignidad de los sujetos en el caso de las estructuras jerárquicas, no obstante luego de siglos y siglos parece más que evidente que donde sea que haya una pequeña concentración de poder de un momento a otro se suscitará algún tipo de abuso que de seguro irá acompañado del patético corporativismo mafioso, de silencios cómplices y de intentos más o menos violentos -de violencia implícita o explícita- en pos de garantizar la impunidad. Al ser humano de por sí le encanta autojustificar sus caprichos y aprovechar el contexto para maximizarlos cuando se pueda, lo que en términos de estratos gerenciales significa bordear la psicopatía y torturar al que se tiene “por debajo” apelando al paraguas que brinda la organización de turno a la que pertenecen la víctima y su verdugo. Sin ser una maravilla del séptimo arte, El Valor de una Mujer (Nome di Donna, 2018), el último largometraje de Marco Tullio Giordana, ilustra muy bien cómo funciona la dinámica del poder más antojadizo y sádico en las sociedades modernas, ahora tomando la forma de un clásico episodio de acoso sexual en el trabajo por parte de una figura de autoridad masculina sobre una empleada: Nina Martini (Cristiana Capotondi) es una madre soltera con una hija que abandona Milán y se muda a un pueblito de Lombardía para comenzar a trabajar como asistente en Baratta, una afamada clínica/ asilo para ancianos que controlan dos hombres, el jefe de personal Roberto Ferrari (Bebo Storti), nada menos que un clérigo de la Iglesia Católica, y el director Marco Maria Torri (Valerio Binasco), un médico que se le tira encima a Martini a pura soberbia y abusando de su vulnerabilidad como subalterna. La película no llega a ser una obra feminista militante pero en cierta medida se sube a la moda mediática con respecto a denuncias semejantes, esa que muchas veces banaliza el asunto vía la estrategia comunicacional/ marketinera de enfatizar los clichés y vaciar de riqueza a cada historia en particular, transformando a las víctimas en números sin alma ni rasgos propios: de hecho, el film sistematiza cada uno de los estadios esperables en estos casos pero retratándolos desde cierto reduccionismo estandarizado que le debe mucho a la unidimensionalidad hollywoodense. Aclarado lo anterior, vale decir que la propuesta es más que digna dadas las circunstancias y que el manejo de los latiguillos está relativamente bien (cero solidaridad femenina por parte del grueso de las compañeras, denuncia policial algo tardía, aislación del denunciante y defensa del denunciado a nivel institucional, etc.). Más allá de que el guión del realizador y Cristiana Mainardi apela en el último acto a un proceso judicial muy cinematográfico que no se condice con la realidad más prosaica, con cámaras ocultas incluidas y algún que otro delirio similar, El Valor de una Mujer constituye uno de esos trabajos que son más meritorios a nivel ideológico contextual que artísticos, en especial necesarios para señalar un catálogo de injusticias laborales que sobrepasan por mucho la dimensión sexual más burda e incluyen la misma dignidad de hombres y mujeres a nivel de la convivencia diaria y las barrabasadas que los payasos gerenciales se sienten libres de cometer desde sus torres de cartón pintado. Giordana aquí está lejos de lo mejor de su carrera, léase las recordadas Los Cien Pasos (I Cento Passi, 2000), La Mejor Juventud (La Meglio Gioventù, 2003) y Piazza Fontana: The Italian Conspiracy (Romanzo di una Strage, 2012), sin embargo entrega un opus diminuto y digno que compensa con efusividad y grandes actuaciones lo que le falta en verdadera complejidad y vuelo formal furibundo…
El techo de cristal Ser oportuno no es necesariamente pecar de oportunista. Y en ese sentido es justo decir que la película de Marco Tullio Giordana data del año pasado y que por esas cosas y azares de distribuidores llega a salas de cine en momentos de plena ebullición mediática desde varios sectores que pusieron el foco en la visibilidad del acoso laboral y mucho más en la industria cinematográfica y televisiva con pie en la tierra del tío Sam. El Me Too, encuentra relfejos también en Italia y en las actrices como la protagonista de esta historia, Cristiana Capotondi. La película prácticamente es ella y su lucha nada silenciosa cuando decide romper el silencio. Tal vez transparentar ese techo de cristal de la desigualdad en el ámbito laboral es uno de los ejes invisibles que atraviesan El valor de una mujer. El otro, expresamente literal es el acoso laboral y la indefensión total de una empleada que además de cargar con ese peso de violencia debe soportar el desprecio y falta de solidaridad de otras mujeres. La sororidad que no acompaña su reclamo judicial encuentra por fortuna la voz de una abogada que decide ir hasta las últimas consecuencias y desde esa gesta en tribunales cuando la película adopta todos los andariveles de una trama judicial laboral las dotes actorales de Capotondi se comen la pantalla. Mérito de Tullio Giordana y su despojo y distancia para meter la cámara en ese proceso de transformación en el que la hipocresía de muchos y el silencio de instituciones de reputación como la Iglesia Católica encuentran su mayor revés por el círculo de silencio y protección aún vigente ante casos de abuso de poder. No obstante, el nuevo opus de Tullio Giordana se inscribe dentro de un pool de películas de empoderamiento que con el correr de los minutos de metraje se acomoda, no sorprende pero tampoco deja hilo por zurcir.
El valor de una mujer: Empoderamiento activado. “El acoso no tiene que ver con la deliciosa guerra de sexos; es toda una cuestión de poder de uno sobre otro; sabes que, si te niegas, puede costarte caro” Marco Tullio Giordana Lo nuevo de Marco Tullio Giordana cuenta con dureza la lucha y rebelión de una mujer acosada en su lugar de trabajo. Concebida hace más de 3 años, la historia se encuentra más vigente que nunca. En días de #NiUnaMenos, #MeToo y #TimesUp, desde Italia llega esta película sobre la emergente concientización del feminismo y la incansable lucha de las mujeres frente a los abusos en sus diferentes formas. No es menor que la protagonista, Cristiana Capotondi, forme parte del colectivo de actrices italianas del documento “Dissenso comune”, en el que denuncian el acoso sistemático que sufren sólo por el hecho de ser mujeres. La película marca la rebelión de una joven empleada contra su déspota y psicópata jefe, en una sádica lucha de poder. Nina Martini (Cristiana Capotondi) es una madre soltera que deja Milán y se muda a un pueblito de Lombardía para comenzar a trabajar como asistente en Baratta, un famoso asilo para ancianos, controlado por 2 hombres, el jefe de personal Roberto Ferrari (Bebo Storti), un clérigo de la Iglesia Católica, y el director Marco Maria Torri (Valerio Binasco), un médico pedante. Ambos, desde la primer entrevista, tienen comentarios desubicados para Nina, lo cual se torna terrible la noche en que Torri la llama al terminar su turno y se abalanza sobre ella. A partir de ahí la lucha de Nina por intentar tolerar estos abusos y no mostrarse vulnerable a pesar de la típica situación desfavorable de poder entre jefe y empleado. Ella busca aliados, genera confianza, crea un plan para llevar a la justicia a estos 2 monstruos, en un proceso lento y doloroso. La película da cuenta de ciertas atrocidades que todos naturalizamos desde siempre, como la falta de solidaridad entre mujeres, el silencio ante el miedo, el oportunismo de la posición imperante de poder, la valentía de una sola contra todos. Aunque en la segunda mitad ingresa el suspenso policial, a partir de abogados, testimonios, procedimientos judiciales, etc. y es aquí donde pierde un poco de fuerza la narración. El valor de una mujer es una obra que vale más por su bajada de línea ideológica, sobre todo en el momento en que vivimos, y no por su nivel artístico. Se ocupa de denunciar álgidamente las injusticias laborales que sufren las mujeres, incluyendo el abuso sexual de parte de los poderosos. Sin llegar a ser una película que milita el feminismo, llega a los cines en una época en la que este tema se encuentra en agenda mundial.
Dinámica historia sobre una problemática actual. Durante los últimos años las denuncias por acoso sexual han crecido a un nivel alarmante. La diferencia entre esta época y las anteriores es que cada vez son más las mujeres que alzan su voz para mandar al frente a empleadores que, amparados por el poder, se exceden ignorando cualquier consenso. El Valor de una Mujer es una de esas historias. De esos silencios destructivos, tanto personales como sociales, que dejan de serlo. La voz de la denuncia El Valor de una Mujer cuenta con un guion sólido, proveyendo un conflicto sostenido y contundente que refleja una dura problemática actual. El Valor de una MujerLa historia mete el dedo en la llaga en el encubrimiento de semejante atrocidad en nombre de intereses económicos y hasta incluso religiosos. La protagonista no solo encuentra obstáculos judiciales, sino que enfrenta el ostracismo de las mismas mujeres que callan, minimizan, tergiversan o insultan, por obligación a proteger un status quo nocivo pero que por desgracia les da el sustento. Creo que lo más doloroso que ofrece la película, y lo que hace que empaticemos más con la protagonista, es el hecho de que los perpetradores hagan de cuenta como que no paso nada, teniendo el descaro de hacerse los generosos cuando dicha generosidad es el preámbulo para la amenaza y el chantaje. El Valor de una Mujer, si bien claramente alude al coraje en cuestión de la protagonista, también señala el valor de muchas otras de las mujeres del entorno del antagonista, reforzando el punto de que si bien son minoría, el que tengan la valentía de denunciar, de rehusarse a apoyar a una figura despreciable, hace toda la diferencia en casos como este. Incluso en ese contexto, la película tiene coraje a la altura de sus protagonistas para sugerir que este es solo un caso. Esto sigue ocurriendo. En materia técnica goza de un trabajo de cámara tan fluido como dinámico. Esto es complementado por un montaje ágil e inteligente, que sabe cuándo intervenir, sabe cuándo un solo plano puede contar mejor la historia y cuándo conviene que lo hagan varios. A ello debemos sumarle la música de Dario Marianelli que subraya con precisa sutileza cada momento. No obstante, ambos apartados están al servicio de un trazo escénico notable. Un ejemplo claro es la escena donde el jefe de la protagonista incurre en la movida abusiva que da inicio al conflicto del filme. La tensión en dicha escena se palpa precisamente por no haber un solo corte, la marcación actoral es la que mueve todo. Uno siente la movida depredadora de ese jefe y percibe lo acorralada que se siente la protagonista. En materia actoral, Cristina Capotondi destaca como esta mujer acosada, interpretación que sostiene un primer plano, haciendo que el derrame de una lagrima se sienta verdaderamente devastador. Valerio Binasco la complementa dándole vida a su antagonista, quien como los mejores villanos no percibe que haya hecho algo malo. Sale airoso del duro desafío de interpretar a un hombre que no expresa el más mínimo remordimiento ante lo destructivo de sus acciones.
El último film de Marco Tullio Giordana, “El valor de una Mujer” (Nome di Donna, 2018), relata un tema muy en boga en éstos tiempos, el del abuso de poder de un jefe, en éste caso el director Marco Maria Torri (Valerio Binasco) al que todos llaman Dr. aunque sólo sea contador, de un prestigioso e inmenso Geriátrico/Asilo para ancianos, sobre su empleada, Nina Martini (Cristiana Capotondi), madre soltera de Caterina (Giulia Caputo), con quien se muda de Milán a Lombardía, un pequeño pueblo. Nina está de novia con Luca (Stefano Scandaletti)quien vive en la ciudad y viaja a verla periódicamente y comienza a trabajar en el Instituto Baratta como asistente. Tiene buen trato con los pacientes y se lleva bien con sus compañeras. Quien la contrata es el Jefe de Personal, Roberto Ferrari (Bebo Storti), un sacerdote, que conoce la interna de lo que sucede e increíblemente elige avalar, y callar. Con guión del propio realizador y Cristiana Mainardi la historia cursa todos los carriles atentos a éste tipo de casos, cuando Marco la cita después de su horario de trabajo, el NO de la víctima, la negativa y amenazas por parte de las personas que están arriba en jerarquía, la denuncia, las distintas reacciones de sus colegas, la mayoría negativas, quienes estaban al tanto del continuo accionar de Torri, y ninguna se atrevía a decir una palabra, y menos aún a denunciarlo. Por último, el proceso judicial junto a su abogada Tina Della Rovere (Michela Cescon ). Nina afronta con vergüenza y dolor lo que le toca atravesar, logrando una actuación muy convincente, al igual que el resto del elenco. Un film que sin ser completamente feminista, defiende nuestro derecho a decir NO. Mi Opinión: Buena. ---> https://www.youtube.com/watch?v=PTqCIgZegXc TITULO ORIGINAL: Nome di donna DIRECCIÓN: Marco Tullio Giordana. ACTORES: Cristiana Capotondi, Valerio Binasco. GUION: Marco Tullio Giordana. FOTOGRAFIA: Vincenzo Carpineta. MÚSICA: Dario Marianelli. GENERO: Drama . ORIGEN: Italia. DURACION: 91 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas DISTRIBUIDORA: Ifa Cinema FORMATOS: 2D. ESTRENO: 14 de Noviembre de 2019
"El valor de una mujer": la lucha por los derechos La película de Marco Tulio Giordana pone en escena el drama de una mujer acosada y expuesta a distintos niveles de abuso. En pleno auge de movimientos feministas por la reivindicación de los derechos de la mujer y de repudio a las agresiones de género, el italiano Marco Tulio Giordana dirigió El valor de una mujer, film sobre el acoso sexual laboral. Sí, se trata otra vez de un hombre narrando la lucha de una mujer por sus derechos. El caso puede servir para volver a destacar el espacio desigual que las mujeres ocupan en el cine. Y para reavivar una discusión que tuvo lugar cuando el argentino Juan Solanas estrenó Que sea ley, su documental sobre los movimientos a favor de la legalización del aborto: ¿es que no hay mujeres en el cine que puedan contar estas historias, tan vinculadas a la forma en que ellas mismas han decidido pararse en el mundo actual? Porque si se atiende a la importancia del punto de vista, asunto primordial cuando se habla de cine más allá de la ansiada igualdad de derechos, está claro que las cosas pueden verse distintas si el que las mira es un hombre o si lo hace una mujer. Sobre todo en asuntos como estos. No es que haya nada malo en el enfoque que Giordana le da al tema en El valor de una mujer. Porque tampoco se trata negarle a nadie la posibilidad de contar lo que quiera contar, sino de subrayar este tipo de situaciones que tienen una fuerte carga simbólica a la hora de presentar un mapa de la situación. Nina es madre soltera y aunque está en pareja prefiere arreglárselas sola en lo que tiene que ver con la crianza de su hija. Es una mujer joven y consigue un buen trabajo como mucama en una residencia para ancianos ricos. Se trata de una institución que pertenece a la Iglesia, pero que tiene un directorio laico donde todos los cargos son ocupados por hombres. A las mujeres les toca el trabajo de campo. Ya desde su coda inicial la película subraya la forma en que el jefe máximo mira a la empleada nueva desde la ventana de su oficina. Hasta que un día la manda a llamar después del horario laboral y ahí ocurre el hecho que dará pie al drama que justifica a la película. Giordana retrata de forma extraordinaria todas las instancias de acoso y los distintos niveles de abuso, transmitiendo la angustia y el desamparo que atraviesa Nina, quien luego de rechazar los avances de su jefe acaba en una situación de extrema vulnerabilidad. La labor de Valerio Binasco en el rol de acosador y el de Bebo Storti como cura cómplice merecen ser destacados por su capacidad para hacerse odiar con ganas. Más allá de eso El valor de una mujer consigue poner en escena su drama con oficio, aunque por lo general transite sobre el carril de las convenciones. Eso es lo que ocurre con la elección de una institución religiosa como escenario, ya que si bien resulta convincente (la conducta reprobable de tantos miembros de la Iglesia Católica hace que todo se vuelva verosímil), también representa el camino fácil. Y es que al mismo tiempo evita instalar el tema en otros espacios. Porque está claro que las situaciones de acoso son masivas y generalizadas, pero es más cómodo dejar que la máscara del monstruo la siga cargando uno solo.
“El valor de una mujer”, de Marco Tullio Giordana Por Ricardo Ottone Nina (Cristiana Capotondi) se muda junto a su hija a un pequeño pueblo de Italia para trabajar en una prestigiosa y lujosa clínica para ancianos. La institución está regida en parte por la iglesia y el sacerdote que le toma la entrevista de admisión no ve con buenos ojos el estatus de madre soltera de Nina y hasta le recomienda/ordena que no se pinte las uñas. De todos modos la contratan para tareas de limpieza y atención a los internos. El empleo es bien pago y le da a Nina una vivienda, estabilidad económica y la posibilidad de mantener a su hija con cierta tranquilidad. Pero los buenos tiempos duran poco y una noche es citada a su despacho por el director de la Clínica, quien intenta forzarla a tener sexo. Nina logra escapar y al tiempo descubre que su caso no es el único en la prestigiosa institución. Al principio duda pero finalmente decide denunciar el incidente asesorada legalmente por el sindicato. Este camino no va a ser fácil y le va traer una gran cantidad de problemas y hostigamiento tanto de la institución como por parte de algunas de sus compañeras. Pero Nina está resuelta a llevar su decisión hasta el final y, aun con unos cuantos factores en contra, llevar al abusador a juicio. Con una evidente pretensión de alegato, bastante solemnidad y una puesta formal clásica. El film de Marco Tullio Giordana elige para validarse un tema trascendente y de actualidad, en este caso el del acoso sexual en el trabajo. El film, que arranca como drama de denuncia, deriva en thriller judicial, con abogados, expedientes, búsqueda de pruebas y testigos, alegatos, interrogatorios y la tensión propia del recinto forense. Cuando se maneja en los parámetros de este género es donde el film más hace agua, con agujeros de guión, elementos que se plantean y luego no se desarrollan y otros que aparecen sin anunciarse o se resuelven sin mayores explicaciones. Lo más rescatable es la actuación de su protagonista, Cristiana Capotondi, que se escapa de la linealidad en la que caen los otros personajes. Y también la posibilidad de incluir, en un relato que en sí es bastante simplista y superficial, algunos elementos que lo complejizan: La falta de solidaridad y, más aún, de sororidad por parte de sus compañeras, varias de las cuales también fueron víctimas; la hipocresía de una institución montada en la defensa de una supuesta moralidad pero que sostiene y apaña a un abusador sistemático en un pacto de silencio, el hostigamiento cotidiano sobre aquellas que se atreven a denunciar, y el tema que está en la base de problema que son las relaciones de poder y el abuso establecido y naturalizado por parte de quienes están encima en la pirámide. Como film de denuncia no le escapa al trazo grueso y el didactismo que se expresa sobre todo en los diálogos explicativos y/o declamativos. A veces poco verosímil, a veces previsible, se presiente en el mismo una vocación de manifiesto, de pensarse como parte de una corriente, en este caso el movimiento #MeToo, de la que toma prestada cierta legitimidad y una relevancia que de otro modo no tendría. El planteo del tema en sí puede ser valioso para tomar conciencia de una situación, y a algunos quizás eso les baste, convencidos de que el tema ya justifica la obra y la disculpa de cualquier torpeza, cualquier subrayado. EL VALOR DE UNA MUJER Nome di donna. Italia, 2018. Dirección: Marco Tullio Giordana. Reparto: Cristiana Capotondi, Valerio Binasco,Stefano Scandaletti, Michela Cescon, Bebo Storti, Adriana Asti, Michele Riondino,Laura Marinoni. Guión: Marco Tullio Giordana, Cristiana Mainardi. Fotografía: Vincenzo Carpineta. Música: Hani Adel. Montaje: Claudio Misantoni. Producción: Lionello Cerri, Hengameh Panahi. Distribuye: Ifa Cinema. Duración: 90 minutos.
Nina (Cristiana Capotondi) es una madre que deja Milán para mudarse junto a su hija a un pequeño pueblo de Lombardía, donde, gracias a la recomendación de un cura, ingresará como enfermera a una prestigiosa clínica para ancianos. Pero allí las cosas no serán fáciles para esa mujer. Apenas unos días después de haber empezado en su nuevo puesto, un llamado del director del hospital para que vaya a su oficina durante la noche marcará el comienzo de una nueva etapa en su vida. El valor de una mujer aborda un tema de enorme actualidad como los acosos y abusos sexuales en los ámbitos laborales. Un ámbito donde, en el caso de la película de Mateo Tullio Giordana, las propias mujeres operan como encubridoras de su jefe, ya sea a través de la naturalización de esos hechos o los silencios cómplices y las agresiones a Nina. Ni siquiera la falta de sororidad en ese lugar hará que ella detenga la lucha por hacer valer sus derechos y proteger su integridad. Pero en esta película, a excepción de Nina, el resto de los personajes carecen de espesor dramático (el novio de ella, las compañeras que operan como coro antes que como mujeres autónomas) o una carnadura que los haga salir del trazo grueso. Con un guión algo torpe para llegar al hueso del relato lo más rápido que se pueda, El valor de una mujer es una propuesta más interesante en los papeles que en su desarrollo, la crónica de la guerra de una sola mujer contra un sistema dominado por hombres.
El acoso sexual está mal, el chantaje laboral está mal, el abuso de poder está mal, el encubrimiento corporativista y machismo mafioso están mal, la cobardía violenta está mal, la falta de empatía convertida en egoísmo agresivo está mal, callarse ante la injusticia está mal y combatir la injusticia está bien. Para decirnos todo eso, Marco Tullio Giordana hace una película no mucho mejor elaborada que las afirmaciones de la oración precedente. En una sucesión de momentos que de tan previsibles y ramplones parecen escritos por un robot empachado de libros de autoayuda, El valor de una mujer desvaloriza a las mujeres, a los hombres y también al cine (y encima osa mentar a grandes directores y poner sus retratos). Con su carencia de inventiva, además, esta película desvaloriza en particular al cine italiano y a sus mejores tradiciones. La protagonista es una empleada de una clínica y asilo para mayores que es acosada por el director del lugar (la escena crucial es torpe, obvia, actuada con hiperconciencia del significado de cada gesto), y que luego lucha para lograr justicia y también para protegerse de las represalias que se derivan de no dejarse avasallar. El valor de una mujer es un ejemplar más del relato aleccionador "de buenas intenciones", del cine superficial de denuncia cargado de énfasis desde el primer momento, de trazos gruesos y de torpezas. El director es el mismo de las recomendables Cien pasos y La mejor juventud, pero aquí ni se notan esas virtudes del pasado.
Las traducciones de los títulos, o mejor dicho, los títulos con que se estrenan las películas en nuestro país, no siempre respetan el sentido del original, o pueden leérselos con otro entendimiento. En El valor de una mujer (Nome di donna en Italia), el sentido de valor pasa por el del coraje. Aunque algunos personajes crean que Nina pueda tener un valor monetario. Es que la base del filme del director de La mejor juventud es un acoso sexual en un medio laboral. Nina, madre soltera, deja Milán para instalarse en un pueblito en Lombardía, donde trabaja en un asilo, una clínica que atiende ancianos. El director es médico (Valerio Binasco) e intenta propasarse con ella. Pero Nina tiene ese valor del que hablábamos, y cuando se entere de que el director ya ha hecho lo mismo, y otras mujeres no pudieron escapar del abuso, se desencadena una historia que va más allá de las injusticias laborales. Es cierto que el director de Los cien pasos le va sumando, agregando clisés a la historia -que el jefe de personal del lugar sea un cura; que se utilicen cámaras ocultas; que el proceso judicial con testimonios varios sea extenso-, pero el filme reviste su esencia en mantener la historia de Nina, para que su caso no sea uno más y no se banalice, ni se vacíe, ni se pierda la propia historia de la acosada entre las denuncias. Cristiana Capotondi lleva la película adelante, y el realizador la encuadra para mostrar desde su vulnerabilidad hasta su valentía y bravura.
El tema es el acoso laboral, el argumento del film, con guión del director Marco Tulio Giordana y Cristiana Mainardi, se centra en un caso particular de una mujer joven, madre soltera, que decide frenar a su jefe y denunciarlo, aún con la reprobación de sus compañeras que naturalizaron esa situación, con orígenes en tiempos remotos del sistema patriarcal campesino. La joven actriz Cristiana Capotondi, militante también de poner freno al abuso en el ámbito del cine, es una protagonista sensible. La primera parte del film muestra con varios ejemplos como el patriarcado se manifiesta siempre. En el pasado eligiendo los mejores lugares y la continuidad de trabajo para las cosechas estacionales, las mujeres de la familia instruían a sus hijas a aceptar el abuso, para sobrevivir. Y en este caso en un sanatorio para ancianos, regenteado por la Iglesia Católica Apostólica Romana, todo el personal de atención medica, limpieza, acompañamiento de pacientes son puestos reservados a las mujeres. Y un jefe de personal perverso se regodea con elegir a quien le plazca. La que no se somete al abuso pierde su trabajo o sufre consecuencias peores. Por eso cuando una mujer dice basta, las compañeras la rechazan, demasiado tiempo de sometimiento. La segunda parte de la película se centra en el juicio con algunas vueltas de tuerca fantasiosas, y sesgos más televisivos que reales. Sin ser un gran film tiene el valor de mostrar una situación humillante para la mujer, con el poder político y religioso amparando a los abusadores.
La lucha continúa ¿Qué es más terrible que perder la dignidad humana frente a una persona que debido a su poder, cree que puede usar su fuerza dada la necesidad de la persona a la que convertirá eventualmente en víctima? De eso trata El valor de una mujer, una película con guion de Marco Tullio Giordana, Cristiana Mainardi y dirección del primero. Relata la negación de la violencia sexual, en este caso con conspiración de la iglesia, conspiración que se extiende hasta que la cuerda ya no da más. ¿Por qué es necesario ocultar esa violencia? Es una de las que preguntan que nacen. De verdad al ver la película me surgieron miles de inquietudes. No todas fueron respondidas. Por fuera de las simplificaciones ideológicas, que tristemente atraviesan todos los campos sociales, políticos, institucionales, entre otros, poco hay aquí de moda de denuncia. Existen realidades intolerables respecto del maltrato que no pueden de ninguna manera albergar justificación. Tal vez porque (supongo que muchos de nosotros podemos decir lo mismo) hemos sabido de situaciones similares en diferentes contextos. ¿Y qué es lo que pasa con las personas responsables de estos comportamientos? Lo peor de todo es una sociedad cuyas piezas deciden hacer la “vista gorda” ante situaciones para cubrir a una “celebridad”, a una figura “contestaria” o un “fuerza política”. Nada de ello debería suceder ni permitirse. Es allí donde creo que la cultura de la dominación cultural masculina se le suma la decisión individual. Se puede elegir señalar situaciones de este tipo. No importa de quién se trate. Es sobre el delito, pero también se trata de propia responsabilidad al respecto, a la hora de ver si se conocen los hechos y la posibilidad de denunciarlos. La verdad es que la historia conmociona, y es triste; es fuerte porque logró, mientras veía las imágenes, que piense en mujeres necesitadas de trabajo obligadas a someterse a alguien que utiliza su poder para doblegar la voluntad por la desesperación de sobrevivir. Un poco más de empatía, gente. De eso se trata. No hay bien común ni idolatría que valga a la hora de cubrir la responsabilidad de una persona que merece no solamente denuncia, también hacer conocer, al menos en teórica mirada educativa-social, hacerle entender a quien apañe que es, de alguna manera, cómplice de ese accionar. El valor de una mujer es una película real y cruda en su muestra sobre una realidad brutal e injustificable.
Claramente impresiona "Nome di Donna" por su actualidad. Y eso que es justo reconocer que este film comenzó su producción tres años atrás (en octubre de 2017 comenzó el #MeToo contra Harvey Weinstein), así que tiene un mérito mayor, haber enfocado en esta historia, tiempo antes de que el tema cobrara actualidad mundial. Bien por el prestigioso Marco Tullio Giordana ("I Cento Passi", "La Meglio Gioventù", autor de más de once largos -sin contar telefilmes-, con premios en Cannes, Locarno, Venecia, etc...) quien junto a Cristiana Mainardi, escriben una película dinámica, comprometida y fuerte, acorde a la temática que presenta. Esta el recorrido de Nina (Cristiana Capotondi), una joven madre soltera que en la zona de Lombardía, logra conseguir un trabajo en un asilo de ancianos. Ella sospecha que algo no funciona bien ahí, a pesar de que le gusta la tarea y tiene una rápida adapación al espacio y a la tarea. Algo se siente en el ambiente, pero como todo... hasta que no sucede, nadie puede afirmar algo que no es definido. Su superior la llama una noche a su oficina y la acosa con todas las letras. Nina es una mujer fuerte y una vez que el intento tuvo lugar, ella manifiesta sus intenciones de denunciar la situación. Pero... como sucedía antes (creemos que en este presente esto ya no es tan así, al menos en nuestro país), nadie quiere declarar. Hay una trama de intereses que impide que la denuncia haga eco, lo cual lleva a la protagonista a debatirse el valor de su lucha. Nadie censura a los abusadores, por miedo o prejuicio, y Nina no logra el apoyo ni de su novio para llevar a su acosador a juicio. Sin embargo, su convicción la hará continuar el reclamo hasta las últimas consecuencias. Luego de toda esta parte de traiciones, silencios y veladas amenazas, vendrá el juicio. Porque Nina no dejará que esto siga así. Y se las jugará, con las cartas que posee. "El valor de una mujer" es una película necesaria, intensa y que transita por situaciones que afortunadamente van cambiando con este nuevo signo de los tiempos. Tullio Giordana muestra su oficio para enmarcar un relato claro sobre una situación clásica de abuso en el trabajo y su posterior paso a la justicia. Una cinta que en la actualidad argentina, debería ser convocante del gran colectivo femenino.
Posiblemente lo mejor de esta producción se encuentre en la escena que clausura el mismo, para saber deberá verla, esto no es una incitación a hacerlo. Pero…. El filme en su conjunto apenas supera la mediocridad generalizada de tantas otras realizaciones que se promulgan en un tema por demás arduo, el acoso sexual, Instalado en este caso en la lucha de una mujer contra un sistema dominado por los hombres. En este caso dentro del ámbito laboral. En realidad el acoso de cualquier tipo tiene que ver con el poder y no con el género únicamente. Pero en este tema el director Mateo Tullio Giordana, el mismo de “La mejor juventud” (2003), se adentra al contenido transitando por otra variable, la de la sumisión instalada en las mismas mujeres, si bien la narración circula por el recorrido que realiza Nina (Cristiana Capotondi), no deja de lado el hecho que a fuerza de ejercicio en el tiempo la situación está “naturalizada”. A punto tal que eran las mismas madres que educaban a sus hijas a ocupar el “lugar” que les corresponderá en la vida. El filme consta de dos partes muy diferenciadas, la primera. en que se expone la historia en sí misma, dando los elementos necesarios al público sobre todos los acontecimientos, para luego, en la segunda, instalar el discurso a través del juicio. La primera parte tiene una concepción más cinematográfica que la ulterior, hay más acción, hasta el manejo de la luz, el montaje. y la dirección de arte se adecuan al texto. En cambio, luego ya en las escenas del juicio, el director opera más dentro de la estructura y estética televisiva, es en este punto en que algo se empieza a sentir como tedioso. Si bien hasta ese momento no fue una maravilla de realización se puede presentir como lo importante es no sólo el relato, sino el clima de denuncia hacia una sociedad patriarcal protegida por la Iglesia Católica , sea por apoyo directo o por el pecado de omisión, aunque esto se sienta como bastante superfluo. Nina, una madre soltera, abandona la ciudad de Milán para mudarse a un pequeño pueblo de Lombardía, en donde su profesión de enfermera es requerida. y por la recomendación de un cura ingresa en una famosa clínica para ancianos. El secreto a voces del lugar no tarda en hacerse presente, a los pocos días de comenzar a trabajar, ya siendo juzgada por ser madre sola, sin marido, novio con el que convive, que no es el padre de hija, Es llamada por el contador del lugar Marco Maria Torri (Valerio Binasco), que también cumple con la función de administrador del sanatorio, quien se hace llamar doctor sin serlo, sólo para infundir más temor que respeto, que intentara violar a Nina. La lucha de ella por llevar adelante la denuncia contra éste sujeto, y todos aquellos que lo apoyan, para denostándola, es el motor de esta producción. El problema del filme reside en lo superficial de todo, hasta el poco desarrollo de los personajes laterales, secundarios, va en desmedro del texto, y todo terminan apoyándose en la actuación de la joven y promisoria Cristiana Capotondi, muy bien acompañada por Valerio Binasco, esto va a redundar en la capacidad en la dirección de actores, ambos no muy conocidos para el gran público argentino. De estructura clásica, lineal en su mayor parte, sin intenciones de innovar nada desde lo estético, sólo esas alteraciones descriptas, al filme se lo presentía de mayor cuantía desde la presentación. Reitero, sólo la última escena es muy buena, como tal, casi necesaria, diría
Nina deja Milán para mudarse a un pequeño pueblo de Lombardía. Allí encuentra trabajo en una prestigiosa clínica para ancianos donde trabajan muchas otras mujeres, pero que esconde un oscuro secreto. Drama de denuncia que por momentos se vuelve didáctico y por momentos consigue la potencia dramática necesaria para conmover al espectador. Uno de los elementos más interesantes es como la trama va descubriendo la falta de solidaridad de otras mujeres para con la protagonista y su denuncia. A pesar de que la película pueda estar justo con los tiempos que corren, igualmente consigue su objetivo y no deja indiferente.
Film italiano que se centra en el acoso sexual dentro del ámbito laboral y la consecuente odisea de la mujer por hacer valer su voz pero que finalizará como un cuento de hadas. Nina, encarnada por Cristiana Capotondi, deja Milán para mudarse a un pequeño pueblo de Lombardía con su hija. Allí encuentra trabajo en una prestigiosa clínica para ancianos donde trabajan muchas otras mujeres. Pero el lugar parece esconder un oscuro secreto. Al descubrirlo, se verá obligada a enfrentarse a los directivos y a sus propias colegas para poder hacer valer sus derechos y proteger su dignidad. El plano de apertura se centra en un casi imperceptible travelling lateral en el que vemos una grandilocuente residencia en el medio de un impoluto monte, rodeada de una armoniosa arboleda y acompañada por el sonido de una naturaleza amable y diáfana. Todo tan renacentista que agobia, pero es una elección de tono con una justificación clara en la mirada del film. Luego conoceremos a Nina, quien se encuentra en el interior de la residencia, sentada junto a su hija, en situación de espera. La secuencia que se plantea a continuación se debe a la presentación del personaje de Nina dentro de un contexto de entrevista laboral; lo interesante de ello, es que si bien el director decide presentarla a través de respuestas, lo que en herramientas de cine quizás sea algo cuestionable, quien formula dichas preguntas es un religioso con poder de mando, consiguiendo así que les espectadores comiencen a habitar el espacio, pequeño e incómodo, que esta mujer ocupará en la historia que se avecina y que habitualmente venimos ocupando las mujeres en la sociedad laboral patriarcal. Si bien el film erige un manifiesto de revuelta, incluso desde la elección de su actriz protagónica, la cual es firmante del documento «Dissenso comune», en el que se denuncia el acoso sistemático laboral que sufren las actrices italianas; puede que la resolución elegida para la historia roce más con el mundo ideal que con el real, pues todes conocemos víctimas de acoso y abuso sexual laboral, pero me atrevería a decir que nadie conoce a un condenado y mucho menos a dos en función de ese delito. Dicho esto, el desarrollo de la trama y sus puntos de giros durante el proceso de denuncia han sido tan certeros en “lo real” de la problemática de género que la convierte en una película necesaria para la visibilidad de los tiempos que nos transcurren y escurren. Para finalizar, quisiera compartir lo que la prensa del film difunde en sus gacetillas (no suelo hacer este tipo de análisis pero mi condición de mujer en lucha no me permite silenciar este párrafo): “El valor de una mujer da cuenta del desencuentro entre psicologías personales y diferentes umbrales de tolerancia del abuso, la falta de solidaridad entre mujeres, su propio silencio reinante, el oportunismo de la connivencia y la prevalencia de la resignación.” Yo me pregunto, entre tantas palabras, ¿leyeron al menos entre líneas que la película da cuenta de la no equidad laboral debido a que la mujer es observada como objeto de un sujeto? ¿y que la desigualdad de género es la causa principal del abuso de poder dentro de un sistema patriarcal? O algune me podrá explicar ¿qué significa desencuentro de psicologías personales? O mejor aún, hablemos de los márgenes de tolerancia en el abuso. ¿Realmente les creadores de este film creen que une puede ser tolerante ante un abuso? De verdad me lo pregunto. Pasemos al otro ítem, la falta de solidaridad en LAS MUJERES, o sea que debido a que no somos sororas es que las denuncias no llegan a los juzgados y también por culpa de nuestro propio silencio reinante es que se protege al abusador… pues claro, “elegimos” no hablar porque lo que nos frena no es el TERROR sistemático y su falta de contención, sino nuestro propio silencio. (¿) Realmente puedo seguir pero creo que se entiende el punto, que es el siguiente: un director cis hetero haciendo uso de su lugar de privilegio social cuenta una historia donde las mujeres sufren abuso y desigualdad. Parafraseando a J. L. Godard “así como no hay que hablar en lugar del otro, no hay que ponerse nunca en donde no se está”. El valor de una mujer es una película que visibiliza el acoso y abuso sexual que sufrimos las mujeres dentro del ámbito laboral aunque se encuentra atravesada por una mirada ilusoria.
Estrenada recientemente en las salas argentinas, El valor de una mujer es la nueva película del director de cine y guionista italiano Marco Tullio Giordana, recordado por dirigir previamente filmes como Los cien pasos, Las vidas privadas o la miniserie de televisión La mejor juventud. También vale destacar la participación en el rol principal de la actriz Cristiana Capotondi. El valor de una mujer trata sobre la historia de Nina Martini, una joven mujer que deja Milán para irse a trabajar a un pueblo cercano de mucama en una prestigiosa clínica para ancianos llamada Baratta. Nina a la vez tiene una hija de quien es la única responsable, tras el distanciamiento de su padre; actualmente cuenta con una pareja quien le ofrece la posibilidad de no trabajar y encargarse de la pequeña, propuesta a la que Nina desiste. Una vez en la clínica, será acosada por el director del establecimiento. Tras el hecho en cuestión, decide acudir y reclamar a una de sus compañeras por no advertirle de la posible situación, por lo que no obtendrá la mejor de las respuestas. Una serie de sucesos póstumos dejarán en claro a Nina que algo siniestro se esconde de fondo, por lo cual comenzará a investigar e iniciará una demanda contra el director, lo que incluso pondrá en contra a sus mismas compañeras de trabajo y llevará a una suspensión temporal en su trabajo. Ante un panorama poco favorable, la joven busca nuevas opciones para salir a flote y llevar adelante su causa. En El valor de una mujer, Giordana logra demostrar ciertos acontecimientos que no son ajenos a ninguna realidad mundial, como es el acoso laboral, y la diversas formas de encubrimiento, tanto de las mismas instituciones y sus principales directivos, como de las víctimas, que en no pocas ocasiones optan por el silencio ante el miedo que genera las posibles repercusiones negativas de una revelación o demanda. La gran actuación de Cristiana Capotondi es un sostén elemental para el desarrollo de la trama, dando todo lo que el largometraje le pide, cumpliendo con absoluta solvencia. Quizás podemos acusar de no ser del todo original en sus formas, cayendo por momentos en algunos lugares comunes, así como por tener un cierre no del todo convincente, incluyendo detalles del juicio final, pero la cinta cumple en líneas generales, mantiene un ritmo acertado durante sus 90 minutos de duración y sirve de ejemplo para traslucir como se ejerce y en que manera se tejen ciertos mecanismos que permiten que este tipo de injusticias y aberraciones se siguen dando aún en nuestros días.
Cine-modelo Cristiana Capotondi, quien interpreta a Nina, la protagonista de esta película, fue una de las firmantes, junto a otro centenar de actrices, de un documento llamado “Dissenso comune” en el que fue denunciado el acoso sexual como un fenómeno transversal, sistemático y enquistado en el mundo del espectáculo italiano. En el texto apuntaron sus baterías a una cultura que utiliza a las actrices para el deseo masculino, sexualizándolas constantemente. Coherentemente con esta acción, la protagonista supone un ejemplo a seguir respecto a ciertas realidades de acoso sexual laboral. Se trata de una mujer que comienza a trabajar como empleada doméstica en el Instituto Baratta, una residencia de ancianos ubicada en los vistosos campos de Lombardía, y administrada en parte por la iglesia católica. Parece un trabajo tranquilo y especialmente conveniente por los beneficios sociales que facilita, incluyendo alojamiento y educación para su hija. Pero la limosna es grande y Nina hace bien en desconfiar desde el primer momento.