Limpieza ética policial En Espiral (Spiral: From the Book of Saw, 2021) conviven dos tendencias un tanto mucho antagónicas que no terminan de desarrollarse de manera separada ni mucho menos en conjunto: por un lado está la idea de ser fiel a la saga que comenzó con la cada día más lejana El Juego del Miedo (Saw, 2004), de James Wan, aunque no específicamente fiel a aquel eslabón primerizo, consagrado a una colección de muertes brutales y justicieras, el suspenso de entorno cerrado y esa estructura dramática de Eran Diez Indiecitos (Ten Little Indians, 1939), de Agatha Christie, sino a la querencia de las secuelas de ir dejando cada vez más espacio dentro del relato a la investigación policial estándar alrededor de la captura del psicópata, Jigsaw (Tobin Bell), y su socio circunstancial según el eslabón considerado, y por el otro lado tenemos la intención de renovar el asunto mediante una temática nueva de por sí muy interesante e inusual dentro del mainstream proinstitucional y conservador del presente, léase la corrupción policial enquistada en las grandes metrópolis, y a través de la insólita presencia de un actor cómico de larga data como Chris Rock en el rol protagónico, incluso gozando de un crédito como productor ejecutivo y habiendo supervisado el guión. Hay que sincerarse en lo que respecta a la franquicia y decir que la única gran película del lote es aquella primera de Wan ya que del pelotón de continuaciones sólo valen la pena en serio las segunda y tercera partes, ambas dirigidas por Darren Lynn Bousman, señor que también se encargó del cuarto film, en términos prácticos el primero que entró en piloto automático y generó una andanada de trabajos más o menos dignos pero olvidables, casi todos escritos para el fandom por Patrick Melton y Marcus Dunstan, gran dupla creativa también responsable de las prodigiosas The Collector (2009), The Collection (2012) y The Neighbor (2016). El Juego del Miedo 3D (Saw 3D, 2010), de Kevin Greutert, fue un cierre potable para la saga y la tardía Jigsaw (2017), de Michael y Peter Spierig, un intento ameno de reavivar el fuego, lo que nos deja con Espiral, un noveno eslabón que no se decide entre secuela o spin-off debido a que se hace referencia a las andanzas del vengador pero se opta por el ardid narrativo del imitador, algo con lo que se había coqueteado largo y tendido en capítulos previos vía la figura de los discípulos del personaje de Bell, en suma cómplices que seguían los mandatos del justiciero hasta el absurdo porque falleció en la tercera parte. Zeke Banks (Rock) es un detective al que sus compañeros detestan gracias a que denunció el asesinato de un testigo de las muchas tropelías de la fuerza cometido por su compañero, Peter Dunleavy (Patrick McManus), colegas que lo dejaron solo en una peligrosa misión en la que recibió un balazo a pesar de ser el hijo del otrora jefe de policía, Marcus (Samuel L. Jackson). Por supuesto que aquí le asignan a un novato como cofrade, William Schenk (Max Minghella), y se transforma en el eje de la obsesión de un homicida que ajusticia a uniformados corruptos y le envía partes de los cuerpos de las víctimas como ejemplos de lo que le sucederá a los ladrones, verdugos y extorsionadores dentro de la fuerza, permitiendo así nuevas secuencias truculentas y eficaces de lenguas y dedos arrancados, piel extraída con meticulosidad, quemaduras, vidrio símil misiles y hasta extracción paulatina de sangre hasta el debilitamiento extremo. El guión de Josh Stolberg y Pete Goldfinger, los mismos de Jigsaw, respeta todos los clichés del policial negro en materia del retrato de los oficiales: Banks es divorciado, casi ni ve a su hijo, tiene una relación distante con su padre jubilado a pesar de ser colegas y se involucra personalmente en el caso no sólo porque el homicida lo presiona sino porque reventó a su mejor amigo y colega, Marv Bozwick (Dan Petronijevic). Rock no puede con su genio e incluye unos chistes fuera de lugar en el principio del relato antes de volcar el asunto hacia esa entonación amarga dominante en la franquicia y sin ser maravillosa su actuación, hay que reconocer que el intérprete no pasa vergüenza aunque tampoco logra una metamorfosis profesional semejante a la de su evidente modelo, el Eddie Murphy de los 80 cuyo talento le permitía saltar de la comedia al drama y viceversa. Sin embargo el verdadero problema del film, el que genera su quid mediocre y anodino, es la incapacidad de Bousman a la hora de inyectable garra al convite o disimular el hecho de que la infaltable “vuelta de tuerca” se ve venir a kilómetros a la distancia en lo que atañe a la identidad del asesino en serie, director que por cierto no consigue redondear una película realmente atractiva desde -precisamente- sus intervenciones de antaño en la saga de El Juego del Miedo y aquella remake del 2010 de El Día de la Madre (Mother’s Day, 1980), de Charles Kaufman, honestamente su única obra potable por fuera de la serie de films que nos ocupa: pensemos que tanto 11-11-11 (2011) y The Barrens (2012) como Abattoir (2016), St. Agatha (2018) y Death of Me (2020) resultaron en verdad desastrosas, amén de sus simpáticas -aunque no mucho más- colaboraciones con el guionista Terrance Zdunich en una trilogía de musicales freaks de horror, Repo! The Genetic Opera (2008), The Devil’s Carnival (2012) y Alleluia! The Devil’s Carnival (2016). Más allá de la corrección política de incluir a una mujer joven y encima latina como improbable jefa de la fuerza, la Capitana Angie Garza (Marisol Nichols), lo que después se explica por la corrupción institucional, como decíamos antes Espiral falla en su pretensión de ser fiel al formato porque exacerba aún más el camino que nos aleja del encierro del pasado y que vincula a la faena con el film noir versión hollywoodense contemporánea y con el cine de acción de la década del 80, ya sin ideas novedosas y reciclando latiguillos de antaño que no reciben adaptación alguna a nuestra época, y asimismo fracasa en lo referido a construirle un adversario real al adalid de las tribulaciones macabras de los juegos porque Rock todavía no está lo suficientemente maduro como “actor serio” como para sostener sobre sus hombros la película o el supuesto relanzamiento de una franquicia a la que -se nota- debe estimar mucho, sumándose además la deslucida labor de un Bousman que apresura la resolución, abusa de los flashbacks hiper compactados y lamentablemente le da muy poco tiempo de pantalla a lo que en otra etapa fuera el núcleo mismo de la propuesta retórica, ese suspenso morboso de las carnicerías que abrió la puerta a un porno de torturas hoy devenido en limpieza ética dentro de la policía…
Desde la legendaria Saw (2004), estrenada en Argentina como El juego del miedo, pasaron muchos años y con este nuevo estreno se suman ocho películas. La primera es parte de la historia del cine de terror, las demás son variaciones más o menos logradas de esa idea inicial, pero ninguna a la altura de la premisa y la sorpresa que consiguió el film de James Wan. La idea, para los que no conocen esta franquicia, es que el villano pone a sus víctimas en una situación en la que solo podrán escapar de la muerte sin son capaces de automutilarse. Deben ceder para ganar, deber perder mucho para mantenerse con vida. Hay variaciones de esta premisa, pero ese es el centro. Esta ramificación de aquel film, con el villano ya muerto, es más bien un policial de asesino serial donde los espectadores somos testigos de los horribles crímenes aun cuando la narración sigue a un detective que no es testigo de estos, sino que los investiga. Una licencia de punto de vista para servir a dos amos, a la franquicia y a la trama del policía, interpretado por Chris Rock, mucha estrella tal vez para esta clase de films. Rock, declarado fan de las películas, es también uno de los productores. Rock interpreta a Zeze Banks, un detective de estilo muy particular con algunas cuentas pendientes con el departamento de policía. Empieza a trabajar con un nuevo compañero, William Schenk (Max Minghella) y ambos deberán investigar el crimen de quien resulta ser un policía. Ese crimen es la escena inicial de la película, una formula que ya vimos en otros films de Saw. A su vez, el padre de Zeze es el policía retirado Marcus Banks (Samuel L. Jackson), quien le recuerda el pasado complicado con el resto de la jefatura. Hay muchos cabos sueltos y los asesinatos tal vez no sean como los que llevaba adelante el Jigsaw original. A los usos de la película son igual de sangrientos y truculentos, pero montados, pero sin exceso, al menos no para los seguidores de estos films. Lo que no vieron nada de esto, el consejo sano es huir. Chris Rock funciona en las escenas iniciales donde tiene un poco de espacio para desplegar un humor cínico de detective desencantado, pero cuando la pesadilla se desata su rostro y su forma de actuar no llegan ni lejos de lo necesario que requiere el personaje. Pone caras de espanto y la película utiliza recursos muy tontos para subrayar su alienación, pero nada de eso sirve. Habiendo heredado una franquicia, Espiral: El juego del miedo continúa se desmarca del bloque general del género porque es fácil de identificar. Pero más allá del formato de los crímenes no tiene ningún aporte nuevo al género, porque la trama central es un policial salpicado, en todo sentido, por el cine de terror. Muy mal casting y una trama con un remate muy insatisfactoria y previsible, esto último muy malo porque la película jugaba al misterio. A diferencia del film del 2004, no hay sorpresa posible en los últimos minutos.
En 2004, el ahora reconocido James Wan (creador de «El Conjuro» e «Insidious») adaptó un cortometraje que había coescrito junto a Leigh Whannel («Upgrade», «The Invisible Man») a la pantalla grande. Ambos realizadores comenzarían un ascenso meteórico con esta pequeña película titulada «Saw» que marcaría el comienzo de una longeva y exitosa saga. Aquel film inicial presentaba una atrapante premisa donde dos personas eran sometidas a juegos macabros por medio de un despiadado asesino serial y la investigación policial que se desprende de la búsqueda de dicho homicida. La película recordaba un poco a «Cube» (1997) pero más tirando a un thriller policial, lo cual le daba un toque más atractivo e intrigante a la trama. «Saw» comprendía una obra pequeña que tuvo un costo cercano a los 1.2 millones de dólares y llegó a recaudar 103.9 millones. Obviamente, el éxito fue tan gigante que las secuelas fueron encargadas prácticamente de inmediato. La saga fue exprimida hasta tal punto que desde el 2004 hasta el 2010 hubo una película por año para el mes de octubre durante la época de Halloween. Luego hubo en 2017 intentaron revivir la saga con una entrega más, la cual sufría de los mismos problemas que tenían el resto de las continuaciones, que solo buscaban explotar el costado gore y más grafico del asunto, con tramas y actuaciones pobres que eran una mera excusa para ver formas elaboradas y creativas de torturar a los personajes. Cuando años más tarde se conoció que se estaba trabajando en un reboot de la franquicia producido y protagonizado por Chris Rock, parecía algo extraño, pero ligeramente atractivo como para ver si se rompía el molde. Luego apareció el primer trailer donde también se lo podía ver a Samuel L. Jackson («Pulp Fiction») haciendo de las suyas, y un look aggiornado seguido de lo que se podía ver como un presupuesto mucho más alto al que estaba acostumbrada la franquicia, con lo que hubo un mínimo interés en ver qué pretendía Lionsgate para resucitar a uno de sus productos más exitosos. Sin embargo, viendo el resultado, si bien «Spiral: From the Book of Saw» puede ser más interesante que varias de las secuelas de la saga, no ofrece nada nuevo y termina siendo más de lo mismo. En esta oportunidad, el largometraje se centra en el detective Ezekiel «Zeke» Banks (Chris Rock), quien vive a la sombra de su padre, el cual fue una figura importante dentro de la fuerza policial. Eso sumado al hecho de que Zeke denunció a su excompañero por corrupción, hace que nadie quiera trabajar con él. Un oficial novato (Max Minghella) entra al departamento de policía y es asignado como el nuevo compañero de Zeke, justo cuando comienza una investigación relacionada con una serie de asesinatos que albergan ciertos paralelismos con los de Jigsaw. Todo parece indicar que apareció un imitador o incluso un seguidor del viejo asesino serial, y a medida que van apareciendo los cadáveres, Zeke descubre que las nuevas víctimas son oficiales de policía corruptos, tales como el compañero que denunció. De esta forma se convierte en el epicentro del juego macabro del inteligente homicida. Probablemente podamos advertir y justificar el resultado en el hecho de que el encargado de llevar a «Saw» hacia nuevos horizontes no es otro más que Darren Lynn Bousman, director de «Saw» 2, 3 y 4 y otras tantas películas de terror menores que pasaron sin pena ni gloria. Acá podemos encontrar el primer error ya que traen a un viejo conocido para tratar de brindar algo «nuevo». Otro de los problemas del film recae en las paupérrimas interpretaciones que nos trae su elenco, principalmente Chris Rock que parece estar en un tono y registro distinto. Igualmente, «Saw» nunca se caracterizó por presentar grandes actuaciones, pero aquí esto es llevado al extremo, como también sus escasos recursos narrativos, entre los que se encuentran una enorme cantidad de flashbacks (algo habitual en la saga), para tratar de encontrarle algo de coherencia y cohesión al asunto, al mismo tiempo que busca intentar generar giros sorprendentes, pero pobremente motivados. No obstante, ¿Quién pretende algo nuevo de «Saw 9»? Hay que ser realistas y no pedirle más a una franquicia que parece haber desbarrancado hace rato y cuyos creadores han desaparecido tras la primera entrega y solamente han oficiado de productores. Si dejamos de lado las pretensiones y somos justos con el producto que se nos ofrece probablemente podamos disfrutar de algunos pasajes de esta película. En definitiva, es entretenida y no pretende ser más de lo que termina siendo. A esta altura el film no conseguirá nuevos seguidores ni tampoco nuevos detractores, es un film que se queda en el molde y no representa nada nuevo. Tal como sucede en el film, está entrega parece sufrir del efecto copycat del original tratado de emular la formula exitosa, pero sin llegar a convencer.
Picado grueso En El juego del miedo (2004), dos disímiles líneas argumentales corrían paralelas con la promesa de un eventual encuentro en el último acto. La primera involucraba a dos extraños que, atrapados en una habitación, eran observados y torturados por un mal que permanecía fuera de campo. La segunda, por su lado, se inscribía en el género policial y giraba en torno al dúo de detectives que intentaba descifrar la identidad del antagonista. A pesar de su apariencia prescindible, esta subtrama era funcional a la progresión dramática de la película, puesto que le ofrecía un punto de apoyo que le permitía abandonar momentáneamente su claustrofóbica locación principal, descomprimir la tensión y hacer avanzar el relato. Con el tiempo y demasiadas secuelas de por medio, una de esas líneas argumentales se volvería la base insoslayable de la saga que dio a luz al subgénero del torture porn y que cosechó millones y millones de dólares, mientras que la otra quedaría relegada al olvido colectivo. En un claro intento por “volver a las bases” e inyectarle un poco de vida a la ahora agotada franquicia, Espiral: El juego del miedo continúa recupera aquella subtrama policial y la ubica nada menos que el centro de su narración; dejando así al relato de supervivencia, ese que para muchos constituye la esencia de El juego del miedo, en un segundo plano. De este modo, invirtiendo la lógica de su progenitora, la película protagonizada por Chris Rock adopta la estructura de un policial de investigación convencional (a tal punto que por momentos parece un episodio de C.S.I. con más presupuesto que el habitual) y la atraviesa con la cantidad mínima requerida de escenas de tortura, en pos de justificar su pertenencia a la saga. Cabe destacar que el comediante además oficia como productor ejecutivo de Espiral. Lejos de tratarse de un mero dato de color, esta información resulta fundamental para entender, entre otras cosas, el cuestionable casting del film. En constante pose, incómodo en su propio vestuario y con menos control sobre sus expresiones faciales que un títere de ventrílocuo, Chris Rock hace todo lo posible —dentro de su limitado registro actoral— por expresar el mundo interior del personaje. Sin embargo, ajenas al concepto de sutileza, sus morisquetas pocas veces logran despertar algún tipo de empatía en el espectador y, lo que es peor, atentan contra la suspensión de su incredulidad. En este sentido, Rock logra algo extraordinario: que el aspecto más inverosímil de una película de El juego del miedo no sean las trampas mortales ridículamente elaboradas del villano, sino su interpretación de un policía torturado. Por otro lado, la caracterización de dicho personaje también resulta sumamente problemática. Todos los conflictos que conforman su impostada tridimensionalidad (las decisiones de su pasado, la desconfianza hacia sus colegas, la sombra de su padre, su frustrada vida amorosa, su hartazgo general con la Fuerza, etcétera) no son manifiestos, evidenciados en acciones —mucho menos en el acting de Rock—, sino única y exclusivamente mediante diálogos. De hecho, llamarlos “expositivos” sería un gesto de cortesía hacia el guion. Más bien podríamos decir que, a través de sus perezosas líneas llenas de bilis, los personajes de Espiral no hacen otra cosa que vomitar la información que el director Darren Lynn Bousman no se molestó en exponer de otra manera. Para colmo, la película nunca deja de poner en duda las capacidades cognitivas de su público y lo obliga a escuchar los mismos diálogos una y otra y otra vez, gracias a los incontables flashbacks que despliega a lo largo del relato y que bien justificarían el cambio de su título por el de Flashback: La película. Dejando de lado su arbitraria puesta de cámara, con su abuso de los dutch angles y escaso criterio a la hora de narrar visualmente, esta incomprensible insistencia en el uso de flashbacks —tanto sonoros como visuales— es, sin dudas, el aspecto más irritante de Espiral. Tarde o temprano, prácticamente todas sus escenas acaban volviéndose un recuerdo, un pensamiento o una epifanía del protagonista, por lo que uno, como espectador, se ve obligado a padecerlas no una, sino dos o más veces, siendo así sometido a una tortura tanto o más insufrible que la que Jigsaw impone sobre sus víctimas. Dicho sea de paso, ni siquiera tales secuencias son lo suficientemente tensionantes, sangrientas o memorables como para justificar este tedioso y condescendiente thriller. Habiendo ya dirigido otros tres films de la franquicia, Bousman parece estar tan cansado de filmar escenas de tortura que ya ni se molesta en desarrollarlas. Contrariamente, lo único que hace es retratar el mismo escenario sin salida una y otra vez, anulando así cualquier posibilidad de generar suspenso: si se nos muestra reiteradas veces que no existe escapatoria posible para los torturados, que el destino fatal es ineludible, entonces la cuenta regresiva que acelera sus pulsaciones pierde todo tipo de sentido y el escaso interés que depositamos en su supervivencia se desvanece por completo. Sin ánimos de extender esta perorata por mucho más, simplemente quiero agregar que, en una escena inicial que parece sacada de un stand-up que Chris Rock no se animó a hacer, su personaje habla despectivamente de Forrest Gump (parece que pegarle a Zemeckis está de moda, ¿no, Charlie Kaufman?), y sostiene que hoy en día esa película ya no podría filmarse por retratar el “abuso de personas con necesidades especiales”. Qué ironía que justamente él, la principal fuerza (no tan) creativa detrás de una película que abusa de la confianza de sus espectadores, los trata de imbéciles y les inflige una tortura de una hora y media, sea quien emita una opinión acerca de qué películas deberían o no ser filmadas.
LAS AVENTURAS DE CHRIS ROCK, DETECTIVE Desde el lanzamiento de la primera parte en el 2004 y durante buena parte de la primera década del nuevo milenio, El juego del miedo fue una de las sagas de referencia dentro del género de terror, para bien y para mal. Principalmente para mal, porque, a pesar de sus méritos (no dejaba de ser un thriller con buenas dosis de suspenso y una vuelta de tuerca manejada con astucia), no solo sentó las bases para la porno-tortura, sino que, secuela tras secuela, fue enredándose sobre sí misma, perdiendo toda verosimilitud y capacidad de generar miedo, hasta llegar incluso al ridículo. El intento de revivir la franquicia en el 2017 con Jigsaw se reveló como totalmente fallido y ahora, con Espiral: el juego del miedo continúa, aparece Chris Rock buscando darle nuevos aires, aunque habría que preguntarse si en verdad no termina enterrándola aún más. La propia presencia de Rock en el protagónico llamaba a la duda, ya que su figura se asocia principalmente con la comedia y está muy lejana al terror o el thriller. Y lo cierto es que se puede apreciar una consciencia de eso en el actor, a partir de cómo aborda su personaje, un detective que, a pesar de ser hijo del antiguo jefe del Departamento de Policía (Samuel L. Jackson), se ha convertido en un paria, luego de haber delatado a un colega que cometió un crimen. Su Zeke, particularmente en los primeros minutos, es un ácido comentarista de una realidad que solo parece inspirarle cinismo: transitando un divorcio, se desempeña en solitario en su profesión y solo por la orden de su capitana (Marisol Nichols) es que acepta trabajar con un novato (Max Minghella). Ambos deberán investigar el brutal homicidio de un compañero, que solo será el punto de partida: pronto se empezarán a acumular los cadáveres, todos de policías, mientras un asesino envía crípticos mensajes que lo vinculan con la serie de crímenes perpetrados por Jigsaw. Pero si el humor negro funcionaba al comienzo de la película para disimular sus dificultades para sostener su trama policial, a medida que avanza el relato todo se va poniendo más serio, con comentarios sobre la corrupción policial incluidos. Así, Espiral: el juego del miedo continúa va perdiendo agilidad, pero también rigor, ya que se empiezan a notar todos los defectos: desde los cabos sueltos en el argumento hasta las sobreactuaciones -no solo de Rock, sino también de Jackson y los demás integrantes del elenco-, pasando por la violencia gratuita y algunas situaciones francamente inverosímiles. Las subtramas (que incluyen un tenso vínculo paterno-filial) se pisan entre sí, como si la película quisiera contar muchas cosas en algo más de una hora y media pero no supiera cómo, más allá de la intención de mostrar ambiciones narrativas. Y todos los personajes dicen sus líneas un tono por encima de la media, pero eso no alcanza para ocultar que cada diálogo fue dicho una multitud de veces en otros thrillers o policiales. Cuando llegan los últimos minutos, Espiral: el juego del miedo continúa procura sorprender, pero arriba a esa instancia sin energía y se le notan los hilos sin mucho esfuerzo por parte del espectador. Además, se ve en la necesidad de remarcar varias veces las razones que impulsan al villano, lo cual, en vez de sumar, resta capacidad de conexión con el espectador. Para colmo, la vuelta de tuerca final es difícil de justificar y solo parece en función de reconstruir la franquicia. Eso no deja de ser un enigma a futuro, aunque lo cierto es que este spinoff no pasa de ser apenas un showcito de Rock pretendiendo ser un duro, pero poco creíble detective.
Nada es lo que parece. Esta idea siempre estuvo muy presente dentro de la saga de películas de ‘Saw‘. La franquicia tuvo inicio en el año 2004, con el estreno de un largometraje que se basó en un corto, bajo la dirección de James Wan. El talentoso cineasta malasio le dio el comienzo a la saga bajo un guion que escribió con Leigh Whannell. No pasaría mucho tiempo hasta que empiece el fenómeno de ‘El Juego del Miedo’, cuya franquicia cuenta con un total de nueve filmes. El último estrenado es ‘Spiral: From the Book of Saw’.Este largometraje se presenta como una historia fresca y nueva, independiente de la saga original pero centrada en el mismo universo. Los hechos de la película toman lugar en un futuro no tan lejano, donde el asesino conocido como Jigsaw ya se había convertido en un mito. Es decir, no es una remake, ni una continuación directa, ni un spin-off. Este problema de identidad es muy grande para esta cinta, ya que, literalmente, no se sabe qué es ni qué función cumple. ‘Spiral: From the Book of Saw’ cuenta la historia del detective Zeke Banks (Rock), un hombre al que le gusta trabajar solo y que le es asignado como compañero el novato detective Schenk (Minghella). Además de eso, el detective Banks no tiene una muy buena relación con su padre (Jackson), el anterior jefe del departamento de policía de la ciudad. La carrera y la vida de Banks está marcada por un caso singular: en una ocasión, mandó al frente a su anterior compañero y lo acusó de corrupción. En el cuartel de policías es muy poco respetado y desconfía de casi todos sus colegas, esa es la razón por la que prefiere pelear al crimen en la soledad. Sin embargo, el detective Banks encuentra en su nuevo compañero cierta lealtad, que es una palabra muy frecuente en la película, y muy puesta en duda. El personaje de Chris Rock es un hombre muy conflictivo. En la mayor parte de la cinta, da la sensación que Rock está llevando a cabo un sketch de comedia, donde actúa de detective. La interpretación resulta muy poco creíble y exagerada. Por el otro lado, las actuaciones de Minghella y Jackson sí resultan más llevaderas y entendibles, más naturales. De todas formas, hay un claro descuido hacia el desarrollo de los personajes. Es absolutamente imposible empatizar con alguno de ellos. Por momentos se puede interpretar que, en realidad, los personajes no importan. Se pierde el interés hacia ellos mediante la muestra de una historia que, algunas veces, parece mal contada. Una dirección incorrecta ‘Spiral‘ no parece una película. La dirección que ofrece Bousman resulta que este largometraje tenga muchas más similitudes con un episodio de una serie de televisión que con un filme para proyectar. Es hasta decepcionante, considerando el trabajo que el director le entregó a esta saga previamente. Recordemos que el cineasta estuvo detrás de las cámaras en cuatro de las cintas que confirman la exitosa franquicia. Se expone una dirección que intenta ser dinámica, y que termina siendo por demás de abrumadora. Por momentos, se puede llegar a decir que parece que la película está hecha a las apuradas. Es muy difícil decirlo, pero parece como si estuviese (contundente) mal realizada. El guion es, lisa y llanamente, desastroso. Ayuda a la sensación de estar viendo una serie. Por (muchos) momentos, el guion carece de sentido y está sobrecargado con frases y acciones muy cliché. La puesta en escena en general, sin embargo, está muy bien lograda. Por el otro lado, la dirección de fotografía toma un papel clave en el desarrollo de la película. Hay una clara diferenciación en la paleta de colores que ayuda fuertemente en los momentos debidos. Esto ayuda a la transmisión de los diferentes climas (ya sea cálido o frío) para con el espectador. ¿Quién mueve los hilos? Una y otra vez se mantiene la idea general: nada es lo que parece. ‘Spiral‘ muestra una historia que se centra demasiado en el conflicto y el suspenso que hasta se olvida de sus personajes. El guion y la dirección mediocres ayudan a que los diferentes cambios de momentos o de climas sean inentendibles, de no saber cómo fue que pasó de tal situación a la otra. Se podría decir, sin embargo, que el climax y el final salvan, de alguna manera, al producto final. La película esconde detrás una historia muy rica, pero que se contó con un largometraje regular. Como la franquicia de ‘Saw‘ tiene acostumbrados a todo el mundo, al final todo está unido, y toda la información sobre el desenlace estuvo oculta bajo pequeños guiños de guion o de acciones de los personajes. Al final, todo conecta. Se unen todos los hilos (literalmente) y se expone la historia detrás de la desastrosa cinta. ‘Spiral’ tiene un excelente climax, un muy buen plot-twist (que funciona) y su debido y merecido final, pero nada es excusa para el desarrollo de un filme mediocre. Nos encontramos ante un caso donde el fin no justifica los medios. Un guion que no funciona, una dirección de serie de televisión, personajes horribles y trampas muy estúpidas. Un filme donde en realidad nada importa, tiene como resultado una película que se podría haber evitado.
¿Reboot? ¿Secuela? Cada vez cuesta más trabajo encasillar a algunas producciones cuyo único objetivo es engrosar cierto universo narrativo a costas de perder toda calidad cinematográfica. Que lejos ha quedado aquella "Saw" del 2004 que tanto fanatismo había generado en sus espectadores y que tanta frescura había aportado al género del terror. Ya sin Tobin Bell y su inmenso carisma interpretativo, esta novena entrega queda más huérfana que nunca, demostrando que en el cine no hay fórmulas que duren para siempre. • Chris Rock (Zeke Banks) es quien oficia como protagonista de esta edición, escapando de su ya conocido rol de comediante para interpretar a un policía que buscará atrapar a una especie de imitador de Jigsaw que asesina uniformados corruptos. Como si se tratara de un thriller policial a la vieja usanza, Zeke intentará develar quien está detrás de todos estos juegos macabros mientras recibe la ayuda de un joven agente interpretado por Max Minghella. Más allá de la insólita simpleza de su argumento y de la aberrante actuación de su protagonista, "Spiral" no puede siquiera hacernos revivir ni un poco de la atmósfera propia de las otras películas de la franquicia. Como si se tratara de un mal capítulo de CSI, todo es tan acartonado que cuesta creer si se trata de una parodia o de una película que apunta a tomarse en serio. Cada intervención estereotipada, cada resolución predecible y cada uno de los diálogos no hacen mas que dar cuenta del nivel bajísimo de la cinta dirigida por Darren Lynn Bousman. • La elección de Chris Rock para el papel principal no ha sido mala, ha sido directamente terrible. Pero en esta saga tampoco han actuado Pacino y Meryl Streep. El problema de "Spiral" es que es una película mal ejecutada, que ni siquiera se ha dignado a reproducir con inteligencia las trampas terroríficas y los giros de guión característicos de las ediciones anteriores. La verdadera trampa, entonces, quizás solo sea tener que ver la película.
El Juego del Miedo Continúa y se niega ferozmente a morir La franquicia de horror no quiere saber nada con terminar y vuelve a apostar por su continuación. SAW o, mayormente conocida cómo, El Juego del Miedo (2004) es una de esas películas del siglo XXI que logró convertirse rápidamente en un film de culto a tal punto que amantes u odiadores del género se juntaron, y siguen juntándose, a verla para disfrutar uno de los más recientes clásicos del género. Tal fue su furor que velozmente se convirtió en franquicia y, con sus altibajos mediante, año a año, fue entregando secuelas y secuelas en donde la historia sencilla se transformó en una gran trama de enredos y sorpresas para todos los espectadores. Luego de que la línea temporal principal finalizó en 2010, la saga tuvo un reinicio en 2017 con Jigsaw intentando comenzar nuevamente con la saga pero su nivel fue de medio para bajo y ahí quedaron las ganas de expansión. Pero, cómo en la trama de la franquicia, nunca hay que bajar los brazos, la franquicia vuelve a intentar re-despegar con Spiral: From the Book of Saw, dirigida por Darren Lynn Bousman, viejo conocido de la franquicia, y guionada por Josh Stolberg y Pete Goldfinger. En esta oportunidad la trama nos lleva a conocer a Zeke (Chris Rock) un detective que está mal visto por sus colegas por haber delatado en el pasado a un compañero corrupto y ahora debe lidiar con el mal humor constante en el precinto. De repente asesinatos del estilo del difunto Jigsaw comienzan a perseguir a diferentes miembros de la fuerza policial y entonces el clima, si ya era pesado, se volverá peor aún para Zeke y su nuevo compañero William (Max Minghella) mientras intentan develar quién es el nuevo asesino y por qué se las tiene jurada a los policías. Si algo caracterizó a fuego a la franquicia de Saw eran las muertes shockeantes, las perturbadoras trampas, el pintoresco villano y la trama, sencilla al principio y compleja al final, que mejor o peor contada era entretenida y llevadera. La diferencia principal radica principalmente en esa arista, la trama es muy aburrida y está mal contada, con un montaje frenético pero que marea y recursos narrativos que ningún tipo de sorpresa aporta. En las actuaciones no hay nadie que se destaque, salvo por algunos momentos de Chris Rock y en general la película es un gran ¿por qué? Ahora todo ese panorama que se establece durante, aproximadamente, una hora entera de los 90 minutos que dura el film cambia radicalmente en el final llevando la esencia clásica del juego del miedo a su máxima potencia con una última gran muerte, planteando las bases para una continuación y con un ritmo de suspenso muy interesante logrado por juego de cámaras y música que lleva las pulsaciones al máximo. El único propósito de la película, aparentemente, sería el de volver a establecer las bases del universo para una continuación masiva. Si el futuro traerá más entregas de Saw es una incógnita pero si lo hacen con la calidad de la última media hora será muy bien venidas. QUE COMIENZE EL JUEGO de las secuelas.
Meritoria continuación. "Terror que no supera las primeras películas, sin embargo sobrepone las últimas." Spiral, 2019. Un cruel y sádico genio desata una retorcida forma de justicia en ESPIRAL, el nuevo y aterrador capítulo en el Universo de El Juego del Miedo. A la sombra de un respetado veterano de la policía (Samuel L. Jackson), el atrevido detective Ezequiel “Zeke” Banks (Chris Rock) y su compañero novato (Max Minghella) se encargan de la rebuscada investigación sobre unos asesinatos que despiertan un recuerdo inquietante del terrible pasado vivido en la ciudad: ¿Habrá regresado? ¿Será posible? Con cada movida, Zeke se acerca más al centro de un misterio y a los macabros juegos de un asesino. ESPIRAL está protagonizada por Chris Rock, Max Minghella, Marisol Nichols y Samuel L. Jackson, y está producida por el equipo original de SAW de Mark Burg y Oren Koules. La película está dirigida por Darren Lynn Bousman y escrita por Josh Stolberg y Pete Goldfinger. Filme correcto, cuenta con un guion predecible, entretenido y limitado. Actuaciones innovadoras y una puesta en escena no arriesgada. Planteando el terror visceral de la forma más simple posible, y perdiendo tensión en las escenas. De manera sorprendente y a pesar de un guion que pierde fuerza a medida que avanza la película, depende de escenas sangrientas. Consiguiendo así, que la película no fluya con la armonía necesaria para crear una atmósfera propicia en la cual se genera la empatía del espectador. "Aunque SPIRAL no logra estar a la altura de las primeras películas, es un paso correcto para una franquicia que hoy en día no es más que Gore y guiones rebuscados. Para los amantes de la saga puede ser una redención o un clavo más en el ataúd, ya que luego de 17 años, cualquier saga necesita reinventarse." Calificación: 7/10
Llegó una nueva película perteneciente a “El Juego del Miedo”. Es la primera vez que vemos un film de la saga sin el actor Tobin Bell interpretando a Jigsaw. En esta oportunidad la protagonizan: Chris Rock, Samuel Jackson y Max Minghella. El detective Zeke Banks (Chris Rock) y su nuevo compañero (Minghella) siguen los pasos de un asesino en serie que tiene como objetivo torturar cruelmente y desenmascarar a todo el cuartel policial corrupto de Nueva York. En principio debo decir que el intento desesperado de renovar esta saga hace que se trabaje sobre algo ya visto queriendo imponer algo novedoso. El foco de atención está puesto en el protagonista, quien debe encontrar a un asesino despiadado que utiliza los métodos clásicos de tortura que ya vimos en otras oportunidades dentro de esta misma saga. Creo que se quiere lograr algo fresco, pero se queda a medio camino entregándonos un híbrido entre lo nuevo (con sabor a poco) y lo viejo (repetitivo). La producción está bien. No debe ser fácil recurrir tanto a escenas de tortura tan escabrosas. Los impactos de cada una de las secuencias de asesinato son sumamente crudos y llegan al tope de lo gore. Esto no cambia con respecto a lo que este tipo de películas nos tiene acostumbrados. Las actuaciones están bien, aunque se me hace sumamente raro ver a Chris Rock en un papel que no sea humorístico. El mismo actor tomó este desafío para alejarse de las típicas películas estadounidenses donde el humor absurdo desborda la pantalla. Samuel Jackson consigue una actuación correcta sin sobresalir y Minghella con su papel cliché de “compañero nuevo de trabajo” hace una interpretación correcta sin salirse de los estereotipos. Lo más interesante es el enfoque policial oscuro que se le da a esta nueva entrega. Sin destacarse demasiado la historia me atrapó por momentos y me dejó expectante de lo que podría suceder en el desenlace. Es una película hecha exclusivamente para los fanáticos de “El juego del Miedo”, quienes encontrarán lo que siempre se busca ver en estos films: crudeza, gore, morbo y muertes extremadamente tortuosas. Definitivamente NO ES APTA PARA IMPRESIONABLES. Por Leandro Gioia
Otro intento en vano por relanzar una franquicia insufrible. Ya ni se esfuerzan en ponerle un poco de entusiasmo a la construcción del relato o preservar la identidad del villano. Chris Rock queriendo reinventarse empeora más las cosas.
Invirtieron tanto dinero en los contratos de quienes encabezan el elenco de Espiral: El juego del miedo continúa (Chris Rock, de Fargo; Samuel L. Jackson, Max Minghella), que a lo mejor les daba como para pagar los derechos de King of Pain (Rey del dolor), el tema de The Police. Pero no, se ve que prefirieron gastarlo en tripas, dedos y lenguas cortados. Después de 8 películas con "juegos" de violencia mecánica, que cortan extremidades, infligen dolor o lo que sea, terminando con la muerte de quienes participan, no por gusto propio y muy a su pesar, llega esta película en la que evidentemente el perverso ha de ser un imitador de Jigsaw, ¿no? Pregunto a los que vieron las películas. Bueno, sí, tenemos un nuevo depravado, en principio sin rostro, pero con una máscara de cerdo. La película se titula Espiral porque el desquiciado maníaco de la tortura hace ese dibujo con aerosol rojo, que se veía en las mejillas de la marioneta de Jigsaw. Algo de las películas originales de la saga me quedó. La cosa es más o menos la misma. Cuando el asesino, porque de alguna manera hay de definirlo, les dice a sus presuntas víctimas aquello de “Vivir o morir, usted decide”, los incautos suelen tener que elegir entre un dolor o desmembramiento, o la muerte. El primero es un hombre que está colgando de su lengua en las vías del subte. Así que si no quiere que el mismo lo atropelle, tiene que saltar y arrancarse la lengua (no como si fuera Federico Luppi en Tiempo de revancha). A ver si lo entendemos Cuando Zeke Banks (Chris Rock, que actúa como desquiciado, blasfema todo el tiempo y se olvida que fue comediante), el oficial de policía que llega al lugar, comienza a entenderlo todo. Ese hombre era un compañero suyo, que solía mentir en los juicios contra criminales. De ahí lo de la lengua. Pero Zeke es una mosca blanca en su departamento de policía. Hijo de quien regenteaba antes el lugar (Samuel L. Jackson), con quien no se habla, Zeke es insobornable. Tanto es así que delató a un compañero, hace unos años, cuando éste asesinó a sangre fría a un testigo que iba a deschavar a un policía corrupto. ¿No era ésta una película de Saw, o El juego de la muerte? Sí, pero es una cruza con el thriller policíaco contra la corrupción. Así que Zeke irá tras las horripilantes pistas que recibe en distintas cajas, cajitas y cajotas que recibe, muy bien presentadas, eso sí, enviadas por el demente. ¿Hay algo personal con él? Porque las víctimas siguen siendo policías. Y ahí va él, junto al novato que interpreta Max Minghella (hijo del director de El paciente inglés), que es Nick en The Handmaid’s Tale, por si el rostro les resulta familiar. Espiral es tan horripilante como las anteriores de El juego del miedo. La idea, se ve, es seguir exprimiendo lo que ya no tenía más jugo. El jugo del juego, sí. Continuará.
Texto publicado en edición impresa.
Volvió Jigsaw, el asesino serial que se dedica a masacrar gente de maneras imaginativas y truculentas. Cómo que volvió si estaba muerto, puede preguntar el espectador desprevenido. Pero en el mundo del cine todo puede pasar, así que El juego del miedo se reinicia por otros medios. En el comienzo un policía de civil persigue a un ratero que roba una cartera a una mujer en un parque de diversiones. El hombre termina en unos túneles inmundos del subterráneo y una grabación le dice que por ser un policía corrupto, debe pagar y le explica cómo escapar del sofisticado sistema con la condición de que debe arrancarse la lengua. Un comienzo poderoso que nos pone de nuevo dentro del clima de una franquicia que impuso el terror pornográfico que se especializa en mostrar humanos despedazados. Pero en esta edición el protagonista es Zeke Bancks (Chris Rock), un policía mal llevado que es odiado por sus compañeros porque “entregó” a un policía corrupto. Bancks es hijo de un ex jefe de la fuerza llamado Marckus (Samuel L Jackson) que al revés de su hijo, es venerado por los miembros de la fuerza, ya que bajo su mando la policía de la ciudad recuperó el prestigio y aunque ahora está retirado, sigue manteniendo sus contactos. El asesinato con el que empieza la historia termina en manos de Zecke y la investigación rápidamente les va a traer a la memoria a Jigsaw. ¿Volvió el mismísimo asesino serial o es un imitador? El lugar del crimen está lleno de pistas que empiezan a multiplicarse y rápidamente nos enteramos de que se trata todo: las víctimas son esta vez policías corruptos. Se empiezan a suceder los crímenes truculentos, Chris Rock está toda la película como enloquecido, su personaje se está divorciando, la mujer no le deja ver al hijo y ni su propio padre le habla desde hace más de un año. Ahora encima está metido en una investigación con un compañero novato y que claramente lo tiene como blanco, porque los mensajes grabados del nuevo Jigsaw van dirigidos directamente a Zecke. Una hora y media de vértigo y crímenes sangrientos, actuaciones crispadas, algunos efectos chapuceros como un flashback en el que Chris Rock debe parecer más joven y lo hacen poniéndole una gorra de béisbol al revés. Alguien podrá decir que no tiene mucho sentido y quizás tenga razón, pero la cuestión se pasa rápido aunque algunas cosas sean un poco molestas. Veremos qué pasa con este reboot de una franquicia que nos regaló algunas buenas películas. En cuanto a Chris Rock, esperemos que vuelva al stand up que es sin dudas el lugar donde sabe moverse con mayor comodidad. ESPIRAL Spiral: From the Book of Saw. Estados Unidos / Canadá, 2021. Dirección: Darren Lynn Bousman. Guión: Josh Stolberg y Pete Goldfinger. Intérpretes: Chris Rock, Max Minghella, Samuel L. Jackson, Marisol Nichols, Dan Petronijevic, Patrick McManus, Richard Zeppieri, Ali Johnson, Zoie Palmer, Dylan Roberts. Producción: Mark Burg y Oren Koules. Duración: 93 minutos.
Chris Rock es un humorista ambicioso. Su segunda película como guionista y realizador, Creo que amo a mi mujer (2007) está inspirada de El amor a la hora de la siesta (1972) de Eric Rohmer, y la siguiente, Top Five (2014), incursiona en el universo de Woody Allen de modo más competente que la última decena de films del propio Allen. En su protagónico de la cuarta temporada de Fargo, se corrió de su zona de confort y demostró que tiene rango para el drama. Es lícito preguntarse, entonces, ¿qué hace al frente de la novena película de la franquicia de El juego del miedo? La respuesta es: “No mucho”. En un muy tardío intento de reinvención, Espiral invoca una poco convincente referencia a Black Lives Matter al hacer de la violencia policial la excusa para su intrincada y metódica tortura de personajes moralmente cuestionables, el gancho de la serie. Acaso este insospechado interés por la justicia social del sociópata asesino que protagoniza la franquicia haya atraído a Rock, junto a la oportunidad de demostrar la versatilidad de una auténtica estrella. Esto último, sin embargo, no aparece. Si bien Rock puede hacer funcionar semidormido el único momento ingenioso del film (el monólogo sobre si Forrest Gump murió de sida o no), cuando debe enunciar seriamente líneas de calidad deficiente, su interpretación es muy fallida. La trama policial es todo esquemática y trillada que puede ser porque solo funciona como el sistema de soporte de las escenas de tortura que, tras ocho títulos similares, no traen sorpresa alguna.
La saga SAW había llegado a su conclusión en el 2017 con la última entrega, Jigsaw, dirigida por los hermanos Spierig y la productora Twisted Pictures no tenía planeado desarrollar más entregas. Un día Cris Rock se encontró con uno de los directivos del estudio Lionsgate en un casamiento en Brasil y le comentó su deseo de incursionar en el género de terror. El actor era fan de la franquicia originada por James Wan y tenía una idea para relanzar la historia con una perspectiva diferente. Probablemente por tratarse de una figura conocida en Twisted le dieron luz verde al proyecto y Rock consiguió convencer a Darren Lynn Bousman para que se hiciera cargo de la realización. El director había desarrollado los episodios de la época de gloria de Jigsaw que comprenden las entregas 2, 3 y 4. En la campaña vende humo de promoción, los productores llegaron a declarar que la visión de Rock "reinventaba Saw de un modo similar a lo que Eddie Murphy había hecho con las buddy movies en 48 horas" El trailer promocional la verdad que no era malo y generaba intriga por conocer esta historia que establecía un relanzamiento de la saga. Lamentablemente Spiral resultó un desastre y quedará en el recuerdo entre las peores películas relacionadas con esta franquicia. El film falla miserablemente como propuesta de terror y thriller policial y el espectáculo que ofrece es tediosamente aburrido. La verdad que no puedo encontrar ninguna cualidad redimible para destacar de esta producción. En principio la trama no tiene nada que ver con Jigsaw sino que se centra en un imitador que masacra policías en un trillado plan de venganza. No debe pasar más de media hora del inicio del film que enseguida podés descubrir con facilidad la identidad del villano, debido a que el conflicto central es penosamente predecible. El reboot concebido por Rock se siente desapasionado y berreta. Ya de entrada la voz distorsionada del asesino suena terriblemente estúpida y la nueva marioneta que reemplaza a Billy no podría haber sido más pobre. Dos aspectos donde se pierde muchísimo el factor de terror en una película, que encima está más interesada en evocar una propuesta policial al estilo Pecado capitales. Darren Lynn Bousman, quien brindó las mejores continuaciones del film original y construyó su carrera exclusivamente en el género de horror en Spiral ofrece probablemente su peor obra. Más allá que el guión no es bueno, su narración nunca consigue construir esos momentos de tensión y suspenso que asociamos con SAW. Inclusive las secuencias con las trampas carecen del ingenio y creatividad que supieron tener en el pasado. El conjuro 3 estuvo lejos de ser una buena película pero al menos era un producto cuidado desde su puesta en escena y contaba con un buen reparto que levantaba las debilidades argumentales. En Spiral las interpretaciones dejan bastante que desear, muy especialmente la actuación de Cris Rock que se siente extraña. Al margen que su personaje no genera ninguna empatía, el actor te descoloca desde las primeras escenas con una especie de monólogo de stand up donde intenta ser gracioso. Luego su perfomance dramática resulta sobreactuada y hasta incómoda de ver. Ni siquiera un Samuel Jackson anestesiado en piloto automático consigue levantar la calidad de las actuaciones que en general son bastantes pobres. No obstante, la mayor falencia de esta película es que no propone nada interesante a la hora de reinventar una saga que ya que de por sí no necesitaba un capítulo adicional. Tampoco terminé de entender la musicalización centrada en el hip hop y el rhythm and blues que no podía ser menos compatible con el argumento. En resumen, falla como propuesta de terror y thriller policial, el guión es malo, las actuaciones olvidables y nunca consigue despertar interés por ver al falso jigsaw en futuras entregas. Un espectáculo decepcionante que no puedo recomendar.
Chris Rock perdido entre la violencia y la venganza La saga SAW busca despegarse de sus predecesoras con una propuesta mucho más cercana al thriller que al terror y pierde verosímil por la fallida interpretación del comediante Chris Rock. Pese a contar con grandes figuras en su elenco, Espiral: El juego del miedo continúa (Spiral: From the book of saw, 2021) no logra, durante todo su metraje, capturar la atención del espectador. Un espectador desorientado por la particular interpretación del cómico Chris Rock, que verá cómo aquel juego mortal iniciado hace años con la primera entrega de la saga, eclosiona en un híbrido que coquetea con varios géneros y hace agua por todos lados al querer sorprender con imágenes impactantes pero sin ningún sustento real para lo que relata y desarrolla. Problema de premisas, quizás. Pero no es que esta nueva entrega no proponga una “refrescadita” a este relato que tiene en Jigsaw a uno de los íconos del miedo de los últimos años. Pero con el afán de innovar, e incorporar a Rock como el personaje protagónico -fuera de tono y ritmo- se construye un pastiche en donde las múltiples referencias a relatos como Pecados capitales (Seven, 1995) y series procedimentales longevas como La ley y el orden, disparan vectores sin profundizar en la verdadera esencia de sus personajes e intrigas. Con recursos mucho más holgados que los utilizados en la primera película, ni siquiera la presentación de los escabrosos juegos propuestos por el asesino (con algunas imágenes que obligan a los más sensibles a mirar hacia otro lugar), permite generar el vínculo necesario para asimilar la estructura episódica escogida por el guion, más cerca de una serie policial que de una película de género. Para reforzar algunas ideas presentadas, hay una desafortunada construcción estereotipada de los personajes: Rock es el policía misógino, egocéntrico, exaltado, que debe cuidar el buen nombre de su padre. Su padre (Samuel Jackson), de ser el oficial ejemplar pasó a ser uno cuestionado por su dudosa honestidad. Max Minghella es un novato que debe lidiar con los humores de Rock y algunos equívocos laborales, y Marisol Nichols la jefa del departamento estricta. Personajes trillados, plagados de lugares comunes, que transforman a Espiral: El juego del miedo continúa en una secuela menor e imposible de ser tomada en serio como un reinicio de la historia.
Este segundo intento de reiniciar la saga Saw falla igual (o peor) que el de 2017. Ezekiel “Zeke” Banks (Chris Rock) es un policía trabajando a la sombra de su old man (Samuel L. Jackson haciendo de él mismo). Cuando Zeke descubre que se ha convertido en el epicentro del macabro juego del asesino, comienza a buscar respuestas con la ayuda de su novato compañero (Max Minghella). Spiral (no confundir con la muy buena propuesta de terror canadiense de 2019 o la extrañísima japonesa del 2000) es, a falta de una palabra mejor, terrible. El actor Chris Rock convenció a los productores con esta idea y estuvo a cargo de la realización general, pero el resultado final es una imitación apenas superficial que no cumple con las expectativas más básicas. El camino hasta Spiral A esta altura, uno se mete a ver una película de la franquicia Saw (El juego del miedo) sabiendo exactamente con qué se va a encontrar. Yo amé las primeras seis películas que me parecen un ingenioso y macabro entramado que elevó el terror hacia otros lugares (popularizó el llamado “porno de tortura”, aunque fue un poco más que eso también). La saga debió haber terminado con la sexta entrega. Saw VII: The Final Chapter (2010) no estuvo tan mal, si bien terminó siendo poco memorable. 7 años más tarde llegó Jigsaw (2017), que utilizó la misma fórmula que había popularizado a la franquicia: un juego mortal como trama A y la investigación policial en paralelo, funcionando como trama B. En este aspecto, todo fue más de lo mismo, confirmando que la originalidad se había perdido hace mucho. El hecho de que Lionsgate haya decidido volver a “cacharnos” con el universo de Jigsaw una vez más no es una sorpresa. En esta época de pandemia, revivir franquicias queridas por los fans es una forma sencilla de reavivar la llama por el género. Sin ir más lejos, el próximo año tendremos más de Halloween, Candyman y Scream. El giro de esta vuelta (y prepárense para escuchar la Hello Zepp Theme en su cabeza) es que ahora es Chris Rock quien manejó los hilos, y no el siniestro personaje de Tobin Bell. El actor y comediante es un súper fanático de Saw… tanto que asumió el papel de estrella principal, productor y “pulidor de guiones” (no acreditado). Spiral estaba originalmente programada para estrenarse en mayo 2020, pero se retrasó debido a la pandemia COVID-19. Su estreno llegó, recién, un año después. De todas formas, es la primera de la franquicia que llega fuera de la época de Halloween. Cop Tropes: The Movie! Spiral combina la brutalidad de Saw IV (del mismo director, Darren Lynn Bousman) con los dispositivos argumentales de Seven y Training Day. Tenemos al policía experimentado y malhumorado llevando por las calles al novato, enseñándole cómo son las cosas en el barrio. El argumento quiere hacernos creer que es un buen policía, incluso el mejor policía, tan bueno de hecho que no hace nada según las reglas. Esto incluye tocar la evidencia con las manos desnudas, no reconocer el anillo de bodas, el reloj, la ropa de sus mejores amigos, abrir paquetes aleatorios entregados a la estación de policía, conectar unidades USB al azar en las computadoras de la policía, no descubrir ninguna pista y nunca salvar a nadie. En Spiral nos encontramos también con los clichés de la típica película policial, hasta el punto de la vergüenza. Zeke tiene un compañero nuevo, entregó a un oficial sucio, es odiado por sus colegas y tiene un padre que era el jefe de policía. Eso es, directamente, escritura perezosa. Lamentablemente, no se queda allí. Las trampas no tienen sentido, no hay marioneta que dé miedo ni voz espeluznante. El nuevo “Jigsaw” (si podemos llamarlo de esa forma) no convence ni asusta. Lo que es peor: cualquier persona con tres dedos de frente puede descubrir la identidad del asesino a los 30 minutos de desarrollo. La ridícula incompetencia de la policía. La experiencia resulta muy frustrante porque tanto la estética como los perezosos clichés destruyen la esperanza de un reboot fresco. Todo es tan berreta y mal interpretado que ni Samuel Jackson logra salvarlo. Sus fallas son todavía más repudiables porque los productores parecen creer que están concibiendo algo mucho más refinado que otra película de Saw. La brutalidad policial, como dilema social, es el tema principal en Spiral. Toda la motivación del asesino imitador es evitar que esto suceda, ya que sus víctimas son policías corruptos que abusan de su poder para su propio beneficio personal. El problema es que todo está diagramado sin una pizca de especificidad o incluso un vago conocimiento de cómo trabajan realmente los detectives, más allá de lo que se puede aprender de la televisión. Los mismos malos hábitos Se plantean ideas interesantes pero quedan inexploradas, e incluso las trampas carecen de inspiración esta vuelta. Al mismo John Kramer probablemente le gustaría meter a los realizadores en uno de sus juegos mortales, porque pese a haber escrito algunas de las partes de la franquicia, nunca entendieron realmente de qué va. Por cierto, si bien Spiral se ubica en en el universo de Jigsaw, las conexiones son muy vagas. Apenas se hacen referencias al pasar sobre los eventos de las películas anteriores y no esperen saber nada nuevo sobre el destino de Gordon, Hoffman y de ciertos aprendices secretos. El desenlace es otro problema grande en Spiral. Lionsgate insistió a la crítica especializada en que “no revelara el final” (como si estuviéramos ante la nueva Psicosis) y la verdad que no tiene de dónde agarrarse. Todo se siente muy apresurado y, por mucho que estuviera rezando para que el twist-ending me engañara, fue tan fácil de predecir que me dejó sabor a poco.
Para los fanáticos de la sangrienta saga, la cuota de horror y sofisticación de torturas está. Pueden considerar a esta película como una continuación. Para eso la dirige Darren Lynn Bousman que ya ha hecho tres de la saga ( la segunda, la tercera y la cuarta). Pero tanto él como el productor y protagonista Chris Rock soñaron con un nuevo comienzo de la franquicia y lo lograron en parte. Esta producción muestra la misma crueldad y terror que la hicieron famosa a la saga, pero en este caso con un propósito, la de castigar a policías corruptos, que le cambia el sentido a la crueldad extrema.. A cargo de lo ocurre esta el personaje de Rock, un policía despreciado por sus compañeros por ser demasiado decente, envuelto en una trama oscura, de sofisticada perversión, pero con un lenguaje visual enérgico. Los guionistas Josh Tolberg y Pete Goldfinger mantienen con pericia la historia y sus vueltas de tuercas. Los trabajos de Rock, Samuel L Jackson y Max Minghela (Los cuentos de la criada) se ajustan a la perfección a los personajes. Acción y ferocidad. Un plato fuerte que conforma un entretenimiento logrado.
Police torture. Una nueva entrega de esta saga torture, hablamos de Saw, ya se encuentra disponible en las salas de cine de nuestro país. Con un Chris Rock asumiendo el rol protagónico, además coescribir el guion y declararse fan de la franquicia gore, que tuvo sus inicios en el 2004, en ese momento dirigida por James Wan. Aquí Darren Lynn Bousman, se pone tras la cámara para ofrecer un nuevo punto de vista de esta historia, legado del temerario Jisaw. Nos encontramos con el detective Zeke Marcus, hijo de una legendaria figura en el ámbito policial (Samuel L. Jackson); que a su vez debe lidiar con el repudio de sus pares por un conflicto interno ocurrido años atrás. Con un compañero novato a su cargo, Zeke deberá comenzar a desentrañar una ola de asesinatos que involucra solo a policías. Crímenes atroces y virulentos con el sello del señor de los espirales rojos, al que le gusta jugar fuerte. ¿Hay acaso un nuevo admirador de Jisaw? ¿Por qué los crímenes ocurren tan cerca de Zeke? ¿El asesino juega con él? Estas son algunas de las preguntas que surgen por parte del protagonista, y del espectador, que se irán develando de a poco a través de un relato, que si bien ostenta los típicos juegos de porno torture a los que nos tiene acostumbrados la saga, cuesta creer las motivaciones y dramas de los personajes; el conflicto argumental. Pequeños detalles (que no son tan pequeños), que restan verosimilitud a la historia, como por ejemplo la voz grabada del asesino que no causa ningún tipo de temor. Más difícil aún es tener empatía con Chris Rock, entre morisquetas y una actuación poco natural, con la falta de la cadencia dramática que necesita el género. Sumados unos giros narrativos donde sobreabunda el lugar común y no hay chance para el factor sorpresa. A Rock lo tenemos asociado con la comedia. Aquí tiene una oportunidad de demostrar su versatilidad al encarnar a un detective duro, que carga drama a sus espaldas, pero lamentablemente resulta fallido. No lo acompaña tampoco el guion ni el tempo narrativo. Llega un momento que la historia pierde interés, ya no nos importa saber quién es el responsable de la sangría, ni tampoco la sofisticada y brutal mecánica de los asesinatos. Más que terrorífico, triste y agotador.
Reseña emitida al aire
Siempre sostuve álgidas discusiones con los detractores de la saga «Saw». He pasado una enorme cantidad de horas defendiendo los primeros episodios de la saga (del 1 al 3 me parecen realmente excelentes) de sus detractores, quienes en mi criterio se quedaban en el análisis superficial del planteo «gore» de la propuesta sin valorar el ingenioso circuito de intriga que ofrece. «Spiral» vendría a ser la novena entrega de la historia, que obviamente ya no puede girar sobre nada que refiera en forma directa al personaje central que consagrara a Tobin Bell. Ha corrido mucha agua bajo el puente y lo único que queda en pie es lo básico de cualquier trama en estos casi veinte años de recorrido (la primera es de 2004): el escenario macabro, las mutilaciones, los secuestros seguidos de dispositivos mecánicos ingeniosos, etc… El encanto y la magia que ponía Bell, ya no está y se extraña. La pregunta frente a esta entrega era ¿tiene sentido que un comediante como Chris Rock protagonice este capítulo de la franquicia? Respuesta contundente: no. Y extraña que quien dirigiera alguna de las mejores «Saw» (Darren Lynn Bousman) no pudiera ver que la idea no tenía sustento. Claro, lo deben haber convencido sumandole a Samuel L.Jackson al reparto. Pero lo cierto es que este último tiene un rol casi secundario, apagado (a reglamento) y Rock es talentoso, pero no en este género. La trama lo presenta como un detective neoyorkino que trabaja codo a codo con un colega (jugado por Max Minghella) para detener a una maniático que está intentando destruir a toda su brigada, atacando uno a uno con la idea de desenmascarar una operación policial pasada. Desde ya, se imaginarán que ninguno está libre de pecado y la investigación llegará sistemáticamente tarde para que los sobrevivientes sean… pocos. O menos que pocos. ¿Ya les dije que extraño a Tobin Bell? El guión de la dupla Josh Stolberg – Peter Goldfinger es poco imaginativo y plano y sorprende el poco trabajo que tiene. Los personajes principales deambulan por escenas sangrientas sin empatía ni emoción. Pareciera ser que la idea era revivir la franquicia a cualquier precio y a juzgar por los números obtenidos en USA, el resultado estuvo lejos de lo proyectado. No descarto que haya más entregas de «Saw» pero si continuar será pensar siempre en criminales que hacen «copycat» (es decir, imitan a un famoso en cada detalle), estamos mal. Ojalá que este paso en falso, permita algún tipo de reflexión crítica sobre el destino de esta saga.
Mucho gore y pocas ideas Una oportunidad perdida de llevar una de las franquicias más exitosas del horror a un nivel superior. Las ames u odies las películas de Saw (El juego del miedo) ocupan un lugar de referencia para muchos dentro del cine de horror, gore y torturas. Lo que iniciaron James Wan y Leigh Whannell en 2004 –con un brillante thriller que es, fue y será la mejor de las historias de la franquicia por su ingenioso argumento- se degeneró en secuelas innecesarias y con un mayor énfasis en idear trampas sangrientas que en contar una historia convincente. Espiral: El juego del miedo continua tenía la chance de revertir ese desbarranco y a pesar de venderse como un ‘refresh’ de la saga, no es más que una reproducción genérica de lo que alguna vez funcionó pero ya quedó viejo. La trama sigue al detective Ezekiel "Zeke" Banks (Chris Rock), quien trabaja junto a un policía veterano (Samuel Jackson) y junto a un novato (Max Minghella) para investigar los asesinatos que recuerdan el oscuro y espantoso pasado de su ciudad. Involuntariamente atrapado en un misterio cada vez más profundo, Zeke se encuentra en el centro del morboso juego del asesino. Más allá de las decentes actuaciones de Chris Rock y Samuel Jackson (actores versátiles en personajes que transpiran superficialidad), Espiral: El juego del miedo continúa no tiene grandes sorpresas para ofrecer ni cambia el enfoque típico que los fanáticos conocen hasta el cansancio: un puñado secuencias desagradables que satisface a pocos. Las trampas no son tan ingeniosas como en otros episodios pero provocan el mismo asco y repulsión en los espectadores. Brota la sangre y entran en juego los efectos especiales y de maquillaje, lo único a destacar en Espiral. Apenas un par de guiños a la primera Saw en las escenas finales logran un suspiro nostálgico que recuerda la oportunidad echada a perder en esta nueva instancia de estreno. Es difícil entender como hay un público con hambre de más de lo mismo, pero el director Darren Lynn Bousman (quien realizó la parte II, III y IV) apunta directamente hacía ellos sin la mínima curiosidad de llevar la franquicia a un nivel superior, por arriba de la mediocridad.
🎬Película: Espiral, el juego del miedo continúa.⠀ .⠀ .⠀ ⠀ 🤩Llega a los cines una nueva película de la saga #Saw el cual vendria siendo in "reinicio", a decir verdad la saga original prácticamente murio y es un hecho, porque la trama no daba para mucho mas; sin embargo Chris Rock decide apostar por darle una nueva oportunidad y un aire diferente.⠀ ⠀ 👉De que trata esta nueva entrega: Trabajando a la sombra de un policía veterano (Samuel L. Jackson), el intrépido detective Ezekiel “Zeke” Banks (Chris Rock) y su compañero novato (Max Minghella) toman las riendas de una investigación relacionada con una serie de asesinatos que albergan ciertos paralelismos con el sangriento pasado de la ciudad.⠀ ⠀ Todo gira en torno a la corrupción policial, con guiños a la denuncia de la brutalidad hacia los afroamericanos, tema que viene muy fuerte en las producciones actuales.⠀ ⠀ 👍LO BUENO: ⠀ La película no se toma en serio a si misma y eso es un gran punto a favor, porque vemos a un Rock simpático con una amenaza y unas trampas más sencillas y mucho más efectivas que otras exageraciones pasadas.⠀ ⠀ La trama no busca dar una expectativa grande, simplemente se va desarrollando básicamente, donde te vas dando cuenta de quien es el personaje que esta detras de todo muy fácilmente.⠀ ⠀ 👎LO MALO: ⠀ Las actuaciones dejan mucho que desear, sobre todo la de Chris Rock que no logras empatizar y no sabes si esta haciendo comedia o tratando de hacer algo serio.⠀ ⠀ Samuel Jackson esta desaprovechado totalmente y es una lastima porque es un gran actor.⠀ ⠀ La película dura una hora y media aproximadamente y es notable los cortes que se hacen entre escenas, hace que pierdas un poco el hilo.⠀ ⠀ 🤓Conclusión: sos fanático de Saw, anda a verla y saca tus propias conclusiones.⠀ ⠀
“Espiral: el juego del miedo continúa” de Darren Lynn Bousman. Crítica Una venganza que se cobró varias vidas. La saga del juego del miedo abre un nuevo capítulo de estas películas de terror contemporáneo. En este caso, aparece un asesino cruel y sádico que busca ajusticiar a un departamento policial por una muerte del pasado. Siguiendo las pistas de un espiral, “Zeque” Banks (Chris Rock), un detective arriesgado y polémico, se pone al mando de la investigación junto a su compañero William (Max Minghella). Detrás de su accionar, se encuentran los consejos de su padre (Samuel L. Jackson), un policía retirado que supo manejar esa oficina departamental. El misterio y los hallazgos macabros, guían la suerte de estos investigadores. La ciudad está envuelta por un manto extremadamente sangriento. El tiempo corre y las muertes se producen constantemente. Zeque se encuentra inmerso en el juego de este homicida que se obsesionó con los policías. Le tocó despedir a colegas, amigos y mucha gente inocente. Nadie está a salvo y en cada día que pasa crece la escalada de violencia. ¿De dónde proviene este enemigo que desparrama tanta sangre? La agencia que comanda la capitana Angie Garza (Marisol Nichols) especula con que esta secuencia terrorífica esté relacionada con una persona allegada a “Jigsaw”, antiguo ejecutor de este modus operandi (Los juegos del miedo). ¿Hasta donde llegará esta mente retorcida? ¿Tendrá algún tipo de límites? Las fotografías transitan los colores de la zona céntrica de esta urbe que dibuja embotellamientos, comercios, cuadras pobladas de gente y la actividad típica de la hora pico. La contracara de las imágenes apuntan hacia los suburbios, encerrados entre callejones, donde se observan fábricas abandonadas. Tensión, suspenso y terror durante noventa minutos. Una propuesta interesante para los amantes de este género. Crecen los interrogantes durante todo el film, donde Zeque hace de todo por quedar frente a frente con este inescrupuloso sicario. Tráiler oficial: Estreno en salas de cine: Jueves 2 de septiembre. Calificación Dirección - 85%
Spin-off reinventado de modo excesivo e innecesario, se trata del noveno capítulo de la franquicia que llegara por primera vez a los cines en 2004, de la mano del malayo James Wan. Darren Lynn Bousman se coloca tras la silla de director, luego de hacer lo propio para las mejor logradas “Saw II” y “Saw III”. Un par de decisiones estéticas grotescas zanjan todo tipo de dudas respecto a que producto se no está ofreciendo. Una cabeza de cerdo que luce absurda y cierta pereza en la puesta en escena llaman poderosamente nuestra atención. El gore y el misterio se confunden en esta nueva entrega, protagonizada por un Chris Rock que luce extrañado en un producto que se aleja de su rol de habitual comediante. Esta nueva versión de “El Juego del Miedo” acopia clichés de películas noventeras clase B. Un copycat killer anda suelto, dispuesto a someternos a la impotente contemplación de su más truculenta cámara de torturas. Somos voyeurs en primera fila. El anzuelo de métodos para infligir dolor que nunca falla. Se nos convidan pistas a modo de rompecabezas que deberemos resolver. Las intenciones de congeniar una decente película detectivesca no pasan más allá del planteamiento. Las emociones se verán eclipsadas por una tensión fugaz. El uso del flashback de modo irrisorio acaba por sepultar nuestras esperanzas. Ni nueve vidas felinas ni novena sinfonía, esta enésima resurrección de la saga no amerita mayor trascendencia. Un vertiginoso descenso de calidad no anuncia mejores tiempos por venir. De todas formas, el siempre cool Sam Jackson aporta un rol de reparto decorativo que acaba por pagar la entrada.