La nueva entrega de la franquicia de culto, a 23 años del estreno de la primera, asusta por todas las razones equivocadas. Actuaciones forzadas, un monstruo ridículo y efectos pobres destruyen un clásico del cine de terror.¿El resultado? una mixtura difícil para el espectador, la cual se asemeja más a una película de televisión de pobre producción de los 80 que a una realizada con un presupuesto millonario. Si bien mantiene muchos elementos básicos de sus antecesoras y funciona como presentación de una nueva era, el monstruo de esta edición es bastante absurdo.
En un año particularmente brillante para el cine de terror, con películas como El teléfono negro, Bárbaro, Sonríe y Terrifier 2, entre otras, la aparición en cines de un producto como Jeepers Creepers: La reencarnación del diablo parece un chiste malo. Aunque está claro que llega a las salas por ser parte de una franquicia exitosa, su calidad está tan por debajo de la calidad aceptable que más que un chiste es un insulto a los espectadores. No es cuestión de gustos, la película es realmente infame. Lo único razonable de los escasos noventa minutos de película es el prólogo. Allí aparece una pareja mayor en un auto clásico. Dee Wallace y Gary Graham interpretan a estos dos personajes que serán los únicos actores conocidos de la película. Por un instante el espectador se ilusiona con la posibilidad de repetir aquel comienzo memorable de Jeepers Creepers (2001) una verdadera sorpresa en aquel momento. Pero el prólogo, que tiene varios detalles que delatan la berretada, remata de forma insatisfactoria. Abandonar toda esperanza luego del comienzo. Chase es un fanático de las historias de terror y viaja al lugar donde The Creeper es un enorme mito urbano. Lo acompaña su novia Laine, que no cree en nada de eso pero poco a poco parece tener una conexión con eventos que pronto ocurrirán allí. El evento al que viajan es un festival y feria alrededor de la figura del supuesto monstruo que vuelve cada veintitrés años. El guión pasea por escenas absurdas e incompletas que fuerzan la trama sin sentido hacia las supuestas grandes escenas que nunca llegan. Tiene que quedar en claro que no es una secuela inferior, sino algo que ni se parece a las películas anteriores. El director de los primeros tres films, Victor Salva, no está involucrado en esta nueva entrega en ninguna forma. Ningún actor de los films anteriores aceptaron participar tampoco. Tampoco el actor que hacía de The Creeper en las otras películas está en esta. Para peor, ni la canción que da origen al título aparece en su versión original, porque no tienen los derechos. El colmo es que la famosa bocina del famoso camión que maneja el villano tampoco la consiguieron. Como mayormente está filmada en Gran Bretaña, tampoco el camión original, sino que tuvieron que armar otro, porque era más barato que transportarlo. Las películas tenían como gracia, hasta ahora, tener muchos exteriores, mientras que acá la mayor parte es en interiores. Los pocos exteriores se hicieron con una pantalla verde de baja calidad, por lo que todo parece un film clase Z, falso y difícil de ver. Es muy lamentablemente en los efectos visuales y también pobre en los especiales. Una vez más, con las grandes películas de terror de este año no hay motivo para tener que ver películas malas. Jeepers Creepers: la reencarnación del diablo no califica ni siquiera como mala, está fuera de rango.
El director finlandés Timo Vuorensola desmitifica lo que hizo popular al monstruo original: una figura esquiva, indefinible, en estado de sugerencia y misterio permanente. En cambio, intenta materializar lo abstracto, el arquetipo del Mal idealizado, y darle un origen y una presencia corporal a Creep.
De esas películas que uno puede ver comiendo pochoclo y mirando el celular, dos de las actividades más detestadas por nosotros los críticos, porque excepto la escena inicial de la que participan Dee Wallace y Gary Graham, no vale la pena ir a la sala.
Simplemente irremontable. El reboot de Jeepers Creepers es tan malo que consigue dejar bien parado al fallido relanzamiento de SAW (producido por Chris Rock) y la decepcionante Halloween Ends. Esta franquicia fue creada por Victor Salva, un realizador pedófilo condenado por la violación de un chico de 12 años, durante el rodaje de su película Clownhouse (1989). Francis Ford Coppola le dio una oportunidad a comienzos del siglo 21 y produjo la primera Jeepers Creepers que se convirtió en su único éxito comercial. En ese momento las propuestas de terror estaban dominadas por los clones de Scream y el film sin ser una joya del género proponía algo diferente con un relato que trabajaba el folclore de las leyendas urbanas. Luego vinieron dos continuaciones horrendas dirigidas por Salva que no consiguieron consolidar la saga y este año llegó a los cines este reboot clandestino que se hizo sin autorización de la companía Myrad Pictures, dueña de los derechos de la franquicia. Motivo por el cual los productores recibieron una demanda por plagio. Cuesta bastante encontrar algún elemento redimible en esta obra mediocre del director finlandés Timo Vuorensola que falla miserablemente a la hora de construir situaciones de terror y suspenso. Salvo por una participación decente de Dee Wallace (Cujo) y Gary Graham (recordado protagonista de la serie Alien Nation) en los primeros minutos de la trama, la película luego entra en el terreno del tedio absoluto, debido a su alto contenido de estupidez. Los personajes principales compiten constantemente por generar rechazo en el público y no ayuda para nada que el Creeper ahora tenga la apariencia de un proxeneta salido de algún Blaxploitation de los años ´70. Los efectos especiales en sus intervenciones son horrendos y en más de una ocasión se puede notar claramente que los actores se encuentran frente a una pantalla de croma. La desidia creativa y la falta de interés por elaborar un espectáculo decente prima en la artificial puesta en escena, afectada además por un guión aburrido. Los productores tenían la intención de relanzar la saga con una trilogía que difícilmente se concretará luego de este desastre que califica entre los peores estrenos del año. Jeepers Creepers está acabada como franquicia y salva que tengan ganas de desperdiciar el valor de una entrada la mejor recomendación que se puede hacer con este estreno es que lo eviten en una sala de cine.
Voy a decirlo desde un principio, lo único que da miedo real, autentico en este filme es que termina con detalles y señales que podrían anticipar una continuación. Dicho esto vayamos a desgranar este muy pobre ejemplo del cine de terror. Con dirección del finlandes Timo Vuorensola y guión del yankee Sean-Michael Argo, “Jeepers Creepers: Reborn”, en el original, (Renacido sería una buena traducción), nombrados para aclarar que ambos tienen en su haber tres experiencias anteriores en sus rubros. Situación que no significa nada de origen pero que terminarían justificando los resultados. El filme comienza con una recreación de la secuencia inicial de la película original. El encuentro con The Creeper en el camino, la visión de él tirando un cuerpo por una tubería. La diferencia es que esta vez los personajes que se han cruzado
En 2001 se estrenaba Jeepers Creepers, película que actualizaba la fórmula del asesino serial de origen sobrenatural, con pocas ideas pero bastante frescura. Luego de dos secuelas -una peor que la otra- cuando parecía que el psicópata había quedado envuelto en un justiciero manto de olvido, a alguien se le ocurrió revivirlo. Y de eso se trata Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio. Los primeros minutos de la película dirigida por Timo Vuorensola parecen ser un reboot de aquella, con dos ancianos atravesando los mismos avatares que la pareja de la original. Sin embargo, enseguida se devela que estas imágenes son parte de un documental que miran los verdaderos protagonistas: Laine (Sydney Craven) y Chase (Imran Adams). El recurso de la película dentro de la película -que ya estaba agotado incluso antes del estreno de la primera entrega- desemboca en una historia sin pies ni cabeza que incluye cultos satánicos, secundarios que mueren antes de que el espectador aprenda sus nombres, y una casa que funciona a modo de cuarto de escape. El espacio reducido hace que los personajes se la pasen subiendo y bajando escaleras, o entrando y saliendo de habitaciones que parecen ser siempre la misma. El “Creeper”, por su parte, despliega sus poderes caprichosamente, mostrándose por momentos invencible, y en otros como una copia de sí mismo a lo Scary Movie. Algo parecido pasa con los efectos digitales. Todo vale y da más o menos lo mismo.
Hay historias que mejor dejarlas como son, o como eran cuando se estrenaron. Esta nueva Jeepers Creepers no tiene nada de nuevo. Aunque pensándolo mejor, sí, algo sí: el enojo que va a despertar en los fanáticos de la Criatura, porque el filme que se estrena hoy no parte como un homenaje y parece más una oportunidad para seguir exprimiendo al Creeper del título. Esta es la cuarta película sobre él, un monstruo solitario que, cada 23 años, religiosamente, reaparece, y durante 23 días realiza una masacre. Mito urbano o leyenda, hacia el festival Horror Hound en Luisiana van el fanático Chase y su novia Laine en su auto. Ella no está convencida, pero bueno, el amor es así, y uno por amor hace cosas que tal vez nunca hubiera imaginado. Paran en la ruta para orientarse. Entran a una casa de vudú (!) donde una señora les vende un mapa por 50 dólares para llegar a su destino final. Allí ya Laine presiente algo. Bah, lo vemos en imágenes: tiene premoniciones no precisamente agradables. Laine ya frenó el auto en el camino para bajarse a vomitar. Sí, parece que estaría embarazada. Y si la película en el original se titula Reborn (Renacido), bueno, no hay que ser muy suspicaz para entender por dónde va a venir el asunto. El que no es perspicaz ni sutil ni ingenioso es el director Timo Vuorensola, del que no me atrevo a decir nada más en su contra porque mide 1,98 m. Por qué es mala La película, digámoslo, es mala porque los baches que tiene son infranqueables. Hay escenas que se alargan sin sentido, ni siquiera porque se espera que el suspenso se imponga. Algunas muertes mueven más a la sonrisa que al asombro, los efectos son chatos, la historia no se sostiene Las actuaciones son básicas. Sydney Craven, que no tiene ningún parentesco con Wes Craven, el director de Pesadilla en lo profundo de la noche, en un momento debe gritar de dolor, pero por su aullido parece que vio una rata o algún capítulo del guion. Y aparece al comienzo Dee Wallace, sí, la actriz que rea la mamá de Elliott en E.T. El extraterrestre. Digo, para que si van al cine codeen a su acompañante y le tiren el dato de color. No esperen escenas poscréditos, y si el final augura una secuela, la ha ido tan mal a Jeepers Creepers: La reencarnación del demonio, con los fans y con el público en general, que ni se acercó a verla en los cines, que probablemente quede en la nada. O no.
La nueva Jeepers Creepers no era necesaria. Dirigida por Timo Vuorensola, el film es un divague de principio a fin. De qué se trata? 👉 La película comienza con el viaje de una pareja mayor (Dee Wallace y Gary Graham) quienes son perseguidos por un camión en la ruta y luego desaparecen. De ahí corte a la pareja de jóvenes Chase (Imran Adams) y su novia Laine (Sydney Craven) quienes se dirigen a Lousiana adonde se presenta por primera vez el Festival Horror Hound adonde concurren cientos de fanáticos disfrazados . Laine no está muy segura con la decisión pero decide acompañarlo de todos modos. Mientras viajan, Laine experimenta premoniciones y visiones horrorosas que no comprende, pero sigue adelante. Cuando llegan al Festival empiezan a suceder cosas extrañas. Se anotan en un concurso que “ganan” para ir a una casa abandonada, donde, por supuesto aparece el “Creeper” (Jarreau Benjamin) que despierta cada 23 años y los empieza a perseguir uno a uno. Todo el film resulta imposible de creer, sostenido por la presencia del Creeper, figura lastimosa y con los peores efectos visuales que puedan verse en la pantalla grande. Es una película que no presenta interés y tampoco asusta en ningún momento. Sin dudas, una intención que no llegó a buen puerto y que deja al público de la saga insatisfecho. Conclusión: El guion de Sean-Michael Argo es malo, las actuaciones aún peores.
Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio es la cuarta de esta franquicia encabezada por el personaje del título, un monstruo que asesina gente cada veintitrés años durante veintitrés días. Está dirigida por Timo Vuorensola y protagonizada por Sydney Craven, Imran Adams, Peter Brooke, Ocean Navarro y Jarreau Benjamin, entre otros. La historia se centra en Laine (Craven), una joven que viaja con su novio a un festival de fanáticos del cine de terror en Louisiana. A la que también asiste este asesino serial monstruoso, que al haberse convertido en leyenda urbana pasa desapercibido entre los participantes disfrazados de otros personajes. Pero lo que podría haber funcionado, con una idea efectiva demostrada en Hell Fest: juegos diabólicos, pega una vuelta de tuerca innecesaria con sus protagonistas, asistiendo junto a otros personajes a una mansión abandonada donde se convierten en presas aún más fáciles de capturar. El principal problema de esta película se encuentra en que no respeta la regla que hace funcionar el género, que consiste en mostrar lo justo y necesario al monstruo. Porque no solo resta el misterio, sino que el espectador puede ver en todo momento a Jarreau Benjamin, actor detrás de la máscara, desaprovechando así el muy buen trabajo de efectos visuales en la construcción de un personaje inverosímil. A lo que se suma la falta de química entre su pareja protagónica, formada por este joven fanático del terror, que recuerda a los espectadores las reglas de su universo diegético, y esta mujer que lo refuta constantemente, a pesar de sus extrañas visiones. Así como tampoco resultan interesantes los personajes secundarios, que se limitan únicamente a cumplir su función de víctimas por su escaso desarrollo. En conclusión, Jeepers Creepers es una película que no funciona, debido a una serie de malas decisiones de puesta en escena. Desaprovechando así una idea efectiva, que deja una gran cantidad de cabos sueltos que no invitan a ser atados por el espectador.
En esta nueva entrega de la vuelta de esta criatura devoradora que regresa cada 23 años del lodo de Luisiana y se alimenta durante exactos días, lo único que parece interesarle tanto al director Timo Vuorensola y a su guionista Sean-Michel Argo, es mostrar como degusta a sus víctimas que en vano intentan defenderse. Ubicada a años luz del debut de la fantasía terrorífica del 2001, producida por Francis Ford Coppola, que causo sensación en su momento. Muchas secuelas después, esta nueva versión da por descontado que se conoce tanto la historia, que luego de una muestra del pasado, un fanático del terror lleva a la chica de sus sueños a una fiesta en Horror Hounds, donde la verdad se confunde al principio con los efectos de maquillaje, peinado y actuación. Poco y nada se sabe de los personajes como para entablar un mínimo de empatía con sus destinos, son solo alimento fresco para el creeper insaciable. Mucha acción, una vuelta de tuerca rara y poco mas.
La víctima es el buen cine. Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio (2022) es una película de terror, dirigida por el realizador finlandés Timo Vuorensola y protagonizada por Peter Brooke, Sydney Craven, Ocean Navarro, Dee Wallace y elenco. La trama da cuenta de una joven pareja, compuesta por Chase (Imran Adams) y su novia Laine (Sydney Craven), ambos fanáticos a todo lo referido al cine de terror y que arribarán a una particular convención para admiradores de este tipo de cine. Laine, quien está embarazada aunque su pareja aún no lo sepa, comenzará a tener unos extraños sueños dónde The Creeper, un monstruo/demonio sobrenatural y que sale a matar/comer a sus víctimas cada 23 años, la acecha y donde su futuro bebé esta siendo adorado por un culto de índole satanista. Confundida, trata de convencer a su novio Chase para irse del lugar, pero él, demasiado maravillado por todo el ambiente de festejos, cosplay y homenajes a su amado género del terror, ni lo piensa, negándose a la idea. Es entonces cuando el Creeper se vuelve realidad, matando salvajemente a sus víctimas y buscando a su directo sucesor, el bebé que Laine lleva en su vientre. Jeepers Creepers: Reborn, tal su nombre original, es un muy fallido intento para renovar la franquicia que comenzó en el año 2001 el director Víctor Salva, lanzando con algo de inventiva una nueva figura terrorífica, The Creeper, una especie de hombre de la bolsa, que contaba con alas de murciélago y subía a micros escolares para despedazar y comerse a incautos adolescentes cada 23 años. Esta primera película tuvo el apoyo y la producción ejecutiva del director Francis Ford Coppola (nada menos), ganándose un cierto aprecio por parte de los seguidores de este tipo de cine. Hay que aceptar que la historia tenía originalidad, buen ritmo y estaba muy bien fotografiada. La acusación y sentencia por cargos de pedofilia a su director Víctor Salva, un delito nefasto, tiznó de cierto tono maldito al filme, aunque de todas formas el producto gozó de un inusitado éxito a nivel mundial. El comienzo de Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio parece ser lo único decente que se va a poder apreciar a lo largo de su desafortunado metraje. Una pareja de ancianos (allí se dará la corta pero precisa participación de la actriz Dee Wallace, todo un ícono del cine de género de los años 80’s, gracias a sus interpretaciones en películas de culto como Aullidos, E.T, el extraterrestre y Cujo), sufrirá de los ataques del asesino serial sobrenatural The Creeper en una desolada carretera, convirtiendo a esta secuencia en una especie de reboot de la película original. Luego la posterior escena nos mostrará que estas primeras imágenes forman en realidad parte de un documental que Chase y Laine están mirando y es entonces cuando el recurso del cine dentro del cine es aplicado por su director Vuorensola, un especialista en el cine de clase B y cuyas producciones viran mucho más al ridículo que a la calidad cinematografica. El resto de la película es mejor olvidarla. Pobres (en el más literal sentido de la palabra) efectos especiales, muertes copiadas de otras películas del género y vistas mil veces, un desacertado uso del espacio físico (una cabina de escape) y lo peor de todo unas líneas de diálogos sin sentido y llenas de obviedad. El resultado no es para nada recomendable: la película está más cercana a la saga cómica Scary Movie o un capítulo del dibujo animado Scooby Doo. Si bien trata de demostrar lo contrario, aburre y no entretiene. Quizás sea hora de preguntarse para qué continuar exprimiendo una idea que no da para más. Más allá de su rentabilidad económica, creo que el fan del cine de terror, así como lo son los protagonistas Chase y Laine, merecen un poco más de respeto y estima a su inteligencia y pasión por el horror.
Equívoco conceptual o negligencia en la distribución, o una mezcla de ambas quizás sea lo que llevó a los responsables de las salas comerciales a estrenar Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio, secuela innecesaria de la película de terror de 2001 producida por Francis Ford Coppola que se sumó, en aquel entonces, al auge del subgénero de leyendas urbanas, entregando un villano prometedor: The Creeper. Dirigida por Timo Vuorensola, esta cuarta entrega del monstruo con alas que se viste como espantapájaros y que vuelve cada 23 primaveras para matar durante 23 días y luego desaparecer con su camión oxidado es, a las claras, una película de terror de bajo presupuesto que pertenece al tipo de películas que van directo al video, ya que están hechas para ser vistas por adolescentes en un pijama party o para ser reproducidas de fondo en una fiesta cosplay. Y el destino de esta nueva Jeepers Creepers es el video porque es de esas películas con las que el espectador se ríe por lo berretas que son los efectos especiales, lo malas que son las actuaciones y por la poca importancia que se le da al guion, que, de vez en cuando, tiene la decencia de hacer algún guiño a películas icónicas del género y de incorporar alguna que otra idea más o menos aceptable. El prólogo de Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio es un risueño homenaje a Duelo a muerte (1971), la película del camión de Steven Spielberg. Los primeros minutos tienen un suspenso ligeramente logrado y están protagonizados nada menos que por Dee Wallace, la actriz de grandes películas del género como Aullidos (1981), Cujo (1983) y Critters (1986), entre otras. La película de Vuorensola tiene la virtud de cumplir con los principales requisitos de las malas películas de terror, desde la incoherencia lógica de la trama hasta la inverosimilitud de las actuaciones, pasando por los deficientes efectos especiales y las poco ingeniosas vueltas de tuerca. Laine (Sydney Craven) viaja con su novio Chase (Imran Adams) a un lugar sorpresa al que él la lleva para pedirle matrimonio. Chase es fanático del Creeper (Jarreau Benjamin), esa monstruosa leyenda urbana de la zona. Ya sea mito o verdad escondida, Laine no cree nada de lo que Chase le cuenta acerca del Creeper, hasta que llegan al hotel del lugar y él la invita a una fiesta. Mientras tanto, Laine empieza a tener premoniciones de un ritual satánico que la tiene como víctima. Ella está embarazada y aún no se lo dijo a Chase. Aparentemente, el Creeper quiere a su hijo para prolongar su vida, o algo así. El hecho de que no se entienda el motivo del monstruo es parte del sinsentido de este tipo de películas. Sin embargo, lo verdaderamente malo de esta Jeepers Creepers es que fomenta el entusiasmo por la fiesta temática antes que por el cine. El director cree que saber apreciar el terror es llevar puesta la mejor remera del género, la que tenga estampada un personaje de culto o la película más rara, sin darse cuenta de que con eso no hacemos nada.
A comienzos de los 2000, un nuevo emblema del cine de terror nacía, apadrinado por el todopoderoso Francis Ford Coppola. Protagonizada por un novel elenco, una sombra de polémica se cernía sobre aspectos extra cinematográficos: su director, Victor Salva, se convertía en el foco de la controversia al ser condenado por delitos sexuales. Dos décadas después, este producto redituable en taquilla, pero absoluta decepción para los más fieles fans del género confirma el mal más temido: los guiños baratos suelen tropezar con la misma piedra; a la hora de revivir antiguos mitos, siempre se puede hacerlo peor. El resbalón es caída y el film luce obsoleto y trillado a más no poder. Estereotipos por doquier desperdician todo tipo de buenas intenciones. “Jeepers Creepers: Reborn” puede entenderse como un perfecto manual para aniquilar una franquicia. A cada instante, la historia que a nuestros ojos se desarrolla se vuelve una mera burla. Artificiosa y carente de todo tipo de cuidados en labores de producción, este slasher estandarizado y realizado con un mínimo de presupuesto ya quisiera tocarle los talones a reboots de la talla de “Scream” y “Candyman”, emergentes títulos del último año. Nimios intereses artísticos vertebran este mayúsculo insulto al cine de terror. Derruidas nuestras expectativas, incluso de disfrutar de una propuesta afín al estilo serie B, nos preguntamos quién diablos financia esta clase de descalabros. Prescindible, hace lucir a la última entrega de “Halloween” como una modesta obra de arte. Si cada veintitrés años, el monstruo se alimentará durante veintitrés días…es válido pensar que la condena perdurará en cada incauto espectador. Observamos la decadencia de uno de los monstruos más temibles del cine de terror del nuevo milenio. Huecos argumentales jamás subsanados, ridículos artilugios visuales, inexistentes indicios de verosimilitud y una fijación por borrar con el codo lo escrito con la mano por las tres anteriores entregan constituyen un auténtico atentado al buen gusto. Aberrante, no hay forma de detener este sangrado.
Crítica publicada en Youtube.
Jeepers Creepers Reborn es un filme sin alma, sin sustos, sin terror y completamente genérico; debo escribir rápido a esta crítica, porque ya me lo estoy olvidando. En el link la crítica escrita completa y la crítica radial, más informal, en versión de audio o de video. Jeepers Creepers es otra película genérica más de terror, que no solo aporta nada la historia del cine, sino que tampoco le aporta nada a la historia del terror, y ni siquiera le aporta algo a la saga de Jeepers Creepers. Esta secuela/reboot es una película más, dentro de las cuales hay un grupo de gente joven, hay un villano de alguna clase, no nos importa ninguno de esos personajes, y los va matando uno por uno, excepto la pareja protagónica, a la cual le tenemos cierto cariño; que es un joven negro que se le está por declarar a su novia blanca en el marco de un festival de terror, en el medio del campo, excepto estos dos personajes, los otros son simplemente blancos para ir matando, sin que nos cause emoción, terror, sorpresa o impacto. La película no genera terror, no genera miedo residual, y tampoco funciona bien en general, donde tampoco genera algunos sustos y sobresaltos al espectador; que si bien es cierto hay algunas escenas donde se aparece algo repentinamente frente a cámara y sube la música, o hay algún acordé o ruido en particular, para que eso funcione y asuste, tiene que haber cierto clima; sino es simplemente un ruido en la película, y no genera miedo. Por lo tanto, es una película que funciona muy poco, con un argumento irrelevante, con una semiótica nula, y sin ningún mensaje. Tampoco siquiera produce un efecto de nostalgia, o un efecto de meternos en la mitología de este personaje. El filme empieza con un prólogo dónde hay dos adultos mayores que van en un auto, se cruzan con el asesino, tienen unos encontronazos en la ruta, donde casi se despistan y en un momento lo ven tirar un cuerpo como por un hueco, en una casa que parece abandonada. Luego que el asesino los persigue y que se escapan, tienen la forzada e inverosímil idea de ir a entrar en esa casa y ver si realmente era un cadáver eso que vieron; el cierre de esa secuencia se desinfla totalmente y no funciona en lo más mínimo. De ahí pasamos a la historia de los dos jóvenes que van al festival en donde se mezcla por momentos lo que son escenas de terror generadas para ese festival, con escenas terror de la vida real, y finalmente terminan en una casa donde el Creeper los empieza a matar uno tras otro de manera genérica y con la narrativa en piloto automático. La película no tiene mucho para ofrecer al público, y ciertamente es una buena opción no gastar dinero en ir a verla al cine, no hay mucho más para decir la verdad. Cristian Olcina
FRANQUICIA ENTERRADA Sin deslumbrar y con sus altibajos, la saga de Jeepers Creepers fue de lo más interesante que dio el cine de terror norteamericano en las últimas décadas: un anclaje sobrenatural potente, un villano con rasgos mitológicos sumamente inquietante y un trabajo con las atmósferas donde la incertidumbre era el rasgo dominante. Especialmente en las dos primeras entregas -la tercera era bastante fallida, hay que admitirlo-, se notaba que Victor Salva era un realizador con un conocimiento consumado del género, que sabía narrar con solvencia y crear personajes atractivos que impulsaban la trama. A pesar de todo lo anteriormente mencionado, los datos previos de Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio no eran precisamente alentadores. Además de la ausencia total de los responsables de la trilogía original -no solo Salva, sino también el elenco y el equipo técnico-, la noción de que todo parecía indicar que era una especie de explotation más que una reimaginación o continuación de la franquicia. Pero como bien decía el cartel de un manifestante anti-Trump, “our expectations were low, but holy fuck!” (que podría traducirse como “nuestras expectativas eran bajas, ¡pero la mierda!”). Lo del film de Timo Vuorensola (responsable de la mediocre Iron Sky) es realmente horrible y su tono amateur es notorio incluso desde la primera secuencia, que no deja de ser una mediocre imitación del planteo inicial del primer film. La idea central de Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio parece ser jugar con la autoconsciencia, enfocándose en una pareja de jóvenes que viaja a una celebración temática de horror que incluye al mito del Creeper y sus films. Claro que ella empezará a tener raras visiones vinculadas a rituales perpetrados por una secta diabólica, mientras empiezan a haber indicios de que no todo va a ser un viaje tranquilo y divertido. En ese marco es que reaparecerá el Creeper, convertido más en un típico asesino slasher clase B que en ese cazador metódico y perverso que podía esperarse teniendo en cuenta las entregas previas. A partir de ahí, los cadáveres se irán acumulando, al igual que las huidas y vueltas de tuerca. Si ya las fallas y limitaciones técnicas de la película -que resuelve muchas secuencias con fondos digitales bastante horribles e inverosímiles- condicionan su impacto, Vuorensola no sabe aprovechar la economía de recursos a su favor. Todo está mal en Jeepers Creepers: la reencarnación del demonio: desde una trama a la que le cuesta arrancar y que luego resuelve todo a las apuradas; pasando por personajes que son un despliegue constante de estereotipos gastados; hasta actuaciones pésimas, que rozan lo amateur en el peor sentido del término. Para colmo, este nuevo Creeper tiene nula personalidad y solo se dedica a hacer gestos grandilocuentes, hasta aburrir por completo y generar cualquier cosa menos miedo. Es cierto que muchas sagas de horror han tenido entregas indefendibles –Halloween: resurrección o El exorcista: el comienzo, por citar un par de ejemplos- y que se han recuperado de diversas formas. También que otras, como La masacre de Texas, han entrado en una espiral descendente de la cual no han podido recuperarse. Ojalá que Jeepers Creepers no entre en el segundo camino. Mientras tanto, esperemos que la promesa de una secuela que deja este bodoque no se cumpla. Es que, más que una reencarnación, lo que vemos aquí es un entierro.
Abarataron tanto los costos de producción que la saga ya no puede caer más bajo que esto. El diseño del Creeper es bochornoso y ni hablar de lo mal que la filmaron. Muy lejos de alcanzar el mínimo de calidad de las primeras entregas.