“Cuando alguien se acerca para convertirse (al judaísmo) le pregunto ¿no tiene ya suficientes problemas?”, comienza diciendo con cierta ironía el rabino Sholem Aleijem. De esta forma inicia este documental dirigido por Matilde Michanie, guionista, realizadora y productora de documentales, egresada en Alemania donde residió y ejerció durante varios años...
Las razones de Iosef Iosef es uno de los tantos judíos "conversos" que explicitan en el documental Judíos por elección (2011) sus motivos para convertirse al judaísmo. No son judíos de nacimiento o tradición, sino que adoptaron las prácticas por decisión propia. La realizadora Matilde Michanie (Licencia Número Uno, 2008) trata el tema desde lo cotidiano y existencial. Una serie de personas -como cualquiera de nosotros- deambula frente a la cámara en su quehacer cotidiano. Al comenzar a desarrollar su discurso, exponen sus razones que los llevaron a “convertirse” al judaísmo. El documental desarrolla el tema a partir de los distintos testimonios de cada persona, para buscar en la cotidianeidad de las actividades diarias que realizan, la conexión espiritual. Hay un tratamiento cotidiano de lo intrínsecamente religioso. Así ocurre con la circuncisión por ejemplo. Razones para acercarse a lo espiritual desde la vida diaria. De esta forma, la película intenta romper prejuicios tanto desde los practicantes de otras religiones como desde los judíos ortodoxos. Tanto la dramatización de algunas secuencias como los separadores con textos del Toráh, impulsan esta idea. Desde este punto de vista, bien podría tratarse de otra religión u otra forma de conexión espiritual, pues si bien el film hace foco en el judaísmo, la propuesta es crítica de ambas partes. Lo importante termina siendo la posibilidad de elegir libremente y por ello el título de la película. En este último tiempo se realizaron una serie de films argentinos que abordan al judaísmo desde una óptica menos ortodoxa: Judíos en el espacio (2005), Cara de queso (2006), El abrazo partido (2003), Otro entre otros (2009), etc. Películas a las que Judíos por elección se suma a la lista.
Historias de aquellos que deciden abrazar una nueva religión La novel directora Matilde Michanie transita con este documental por una serie de hombres y mujeres que se disponen a elegir al pueblo judío como propio, cada uno con una razón y un fundamento que conviven con contradicciones reales o aparentes. Film coral, quienes deciden abrazar el judaísmo como una nueva forma de vida explican sus propósitos de integrarse a una comunidad muchas veces perseguida. Saben que el judaísmo no es proselitista, no busca adeptos, es un desafío, una prueba de enorme resistencia y recuerdan al escritor Sholem Aleijem cuando afirmó lo difícil que era ser judío. Cada uno de esos hombres y mujeres posee sólidos argumentos y los relata frente a una cámara que por momentos recorre con indudable pericia y colorido calles porteñas y lugares sagrados contando cómo adoptaron otras costumbres, otros modos de comportamiento, otras formas de exponerse frente a quienes no comprenden del todo esa decisión. El documental puede abrir alguna puerta a la polémica, pero quienes aquí aparecen poseen sus razones para que el ser judíos se transforme en una nueva forma de expresión, de pensamiento y de igualdad de derechos y obligaciones. La realizadora logró con este documental insertarse en los pensamientos de esos personajes aparentemente tan disímiles entre sí que finalmente se verán unidos por iguales pensamientos. Judíos por elección, pues, queda como el relato de ese grupo de buscadores empeñados en vivir la dificultad de su elección y de tratar de trascenderla.
La fe de los conversos El film de Michanie echa luz sobre un asunto infrecuente, desconocido para muchos, y expone una rica polifonía, que no requiere estar de acuerdo con todo lo que se dice. En un episodio de Seinfeld había un dentista, cuya razón para haberse convertido al judaísmo era poder hacer chistes de judíos sin ser acusado de antisemita. Nadie de quienes desfilan por Judíos por elección lo hizo por ese motivo o alguno parecido. Sin embargo, más de uno no tiene muy claras las razones que lo llevaron a hacerlo. Lo que sí está bien claro es la férrea voluntad de ser judío que muestran todos ellos. Tan férrea como para afrontar las duras pruebas de iniciación, que van desde la circuncisión y cambio de identidad hasta, en ocasiones, el cumplimiento de las obligaciones que atañen al judío observante. Incluidas las 613 leyes sagradas y las 39 proscripciones del shabat. Todo eso, previa comparencia ante el Tribunal Rabínico que evaluará sinceridad, condiciones y aptitud del postulante. Siempre y cuando éste no se emperre en hacerlo de acuerdo con el ritual ortodoxo: en Argentina, la conversión está oficialmente prohibida desde hace casi un siglo y “por toda la eternidad”. Aunque logren pasar aquí todas las pruebas, en Israel los conversos difícilmente sean aceptados como “socios plenos” de ese club. Aún así, los obstinados existen. Judíos por elección presenta a cerca de una decena de ellos, la enorme mayoría de ellos argentinos. Está el estudiante de derecho, amante de los idiomas, que le entró al judaísmo a partir de su fascinación por la tipografía hebrea. El que abandonó todo –país, profesión, familia– para terminar construyendo un techo santificado, de acuerdo con el ritual prescripto por la Torá. Los que se convirtieron, en cambio, junto con toda la familia: allí está el ex carnicero del Gran Buenos Aires, escuchando de boca del médico, junto al hijo mayor, cómo es eso del corte de prepucio. La chica que tuvo que mentirle al padre, diciendo que se iba a estudiar Ciencias de la Comunicación a Haifa, y allí se convirtió y se casó. El señor peruano que quiso hacerlo en tiempos de Sendero Luminoso, cuando los templos estaban cerrados en Lima. El que, no pudiendo convertirse de acuerdo con el rito ortodoxo, lo hizo a través de una corriente algo más liberal (paradójicamente llamada “conservadora”), para adoptar luego, por cuenta propia, el dogma jasídico. El que, siendo católico, cada vez que pasaba frente al templo de Córdoba y Libertad sentía “una vibración en todo el cuerpo”. La que nunca supo bien por qué, pero siempre se sintió atraída por todo lo que fuera judío. El que, habiendo conocido a un hombre que lo ayudó y resultó ser judío, se propuso serlo él también. Algo limitado quizá por su predominancia de “cabezas parlantes”, el primer mérito del documental de Matilde Michanie –filmado en Argentina e Israel– es el de echar luz sobre un asunto infrecuente, desconocido para muchos. Asunto que requiere además protagonistas interesantes, por sus inusuales dosis de determinación, fe (no sólo en sentido religioso), perseverancia y convicción. Si, tal como alguna vez observó el escritor humorístico Sholem Aleijem, ser judío no es cosa fácil, el documental de Michanie (realizadora de Licencia número uno, sobre la Tigresa Acuña) demuestra que volverse judío es aun más difícil. Algún rabino ortodoxo explica por qué el judaísmo no es para cualquiera, algún otro algo menos ortodoxo informa bajo qué condiciones eso es posible y está el rabino progre, que cuestiona y rebate la prohibición de conversión que rige en el país, instituida en los años ’20 del siglo pasado para evitar “infiltraciones”. El segundo mérito de Michanie es el de dejar hablar sin meterse o intervenir desde el off. De resultas de ello, Judíos por elección expone una polifonía que no requiere estar de acuerdo con todo lo que se dice, como cuando uno de los rabinos ortodoxos afirma que, de acuerdo con el mito, sólo el pueblo judío respondió al llamado de Dios. Tampoco hace falta estar de acuerdo con todo lo que se ve: la voz cantante tienden a llevarla aquí los hombres, con las mujeres escuchando casi siempre en silencio o sin salir de la cocina. Ahí puede pensarse, perfectamente, qué sentido tiene abrazar una religión que reserva ese lugar para la mujer. Judíos por elección permite hacerlo: no es una película que ejerza ningún proselitismo (como afirma un cartel inicial, en referencia al propio judaísmo), exponiendo, en lugar de ello, un mundo que está dentro de éste y se conoce poco y mal.
La búsqueda de la espiritualidad El documental tiene muchas funciones. El documental es cine, pero es un cine que construye su relato con imágenes de la realidad. El documental enseña, es un medio para acceder a un conocimiento concreto. Por eso la elección de un tema en un documental es el acceder a un espacio de conocimiento sobre un tópico en particular. Judíos por elección cuenta historias de personas que decidieron convertirse al judaísmo. La directora Matilde Michanié, la misma que años atrás estrenó Licencia número uno, un trabajo sobre la Tigresa Acuña, tiene la característica fundamental de un documentalista: la sed de conocimiento. Y sin inocencia, la directora hace de un tema muy concreto, algo más grande. Lo que se podría resumir en algo tan simple como “historias de quienes deciden abrazar la religión judía” es en realidad un universo complejo, lleno de contradicciones, complejidades y objetivos y universos muy personales. Como todo documental que cumple su objetivo, Judíos por elección ilumina al espectador y le hace comprender una realidad que posiblemente ignoraba. Tampoco la película se queda en espacios cómodos o complacientes, sino que explora las contradicciones dentro de la religión judía y los temas más ríspidos alrededor de la conversión. “La historia del judaísmo es la historia de los cruces, la historia de las mezclas.” El documental de Matilde Michanié es también una historia de cruces, una historia de mezclas. Y en esos cruces está la riqueza tanto de la película como de la vida. Con un toque de humor arranca la película y con emoción termina. Y una frase resume el espíritu del documental: “No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti. Esta es toda la Torá, el resto son comentarios; ve y estúdialos.”
Ser o no ser Un documental sencillo e intimista que sólo cumple con su objetivo especifico. JUDIOS POR ELECCIÓN no sólo da titulo al film, sino que sintetiza a modo de conclusión el objetivo central de éste documental. A través de una serie de entrevistas a distintos hombres y mujeres conversos que residen en Argentina e Israel, como así también a rabinos pertenecientes a las distintas corrientes judías, el documental intenta esclarecer una serie de interrogantes que surgen en todas aquellas personas que deciden adoptar no sólo una religión sino un modo de vida. La realizadora abordó con una mirada mas intimista y sin muchas entrevistas los diferentes “caminos o formas” de lograr esa conversión. Una cámara testigo que ve, escucha y acompaña la cotidianeidad de los entrevistados, indagando sobre las diferentes razones que llevan a estas personas al cambio y los obstáculos que encuentran en una religión cuya corriente ortodoxa prohíbe la conversión en nuestro país desde 1920. Aunque las razones y fundamentos que motivan dicha búsqueda son todas genuinas, incluso con sus contradicciones reales o aparentes, por momentos se vuelven reiterativas y muchas veces los entrevistados no encuentran las palabras exactas y racionales para responder al interrogante del cambio. No se profundiza mucho sobre los orígenes de los entrevistados y su contexto de vida previo a la conversión, tornándose un documental cuya mirada apunta más a sensibilizarse con los protagonistas e intentar comprender su decisión que por cifras duras y datos contundentes que den certeza al tema. La redundancia de las razones, y tal vez, la falta de mayores testimonios sumado a un ritmo pausado del relato donde los espacios y paisajes se convierten en algo anecdótico, hacen que por momentos cueste adentrarse del todo en las historias. JUDIOS POR ELECCIÓN es un documental sencillo y clásico en su forma, cuya función no es entretener, pero su temática ayuda bastante a esclarecer a aquellos que eligen pertenecer a una religión que como dicen los testimonios “no es proselitista. No busca adeptos” pero da la bienvenida a todos aquellos que la elijen como modo de vida.
Una decisión difícil Un documental informativo. En el documental de Matilde Michanié, Judíos por elección , se cuentan diversas historias de personas que decidieron tomar la religión judía y convertirse. Por distintos motivos, esta serie de personas -la mayoría argentinos y un peruano, muchos viviendo acá y algunos en Israel- optaron por distintas “ramas” de la religión: están los que quisieron seguir la línea ortodoxa, otros la conservadora y algunos el ala reformista, con las notables diferencias que tienen. Lo que hace el filme de Michanié es mostrar a los personajes contando sus deseos y planes de convertirse al judaísmo, las dificultades que tuvieron la mayoría de ellos para hacerlo (hay una ley en la Argentina que impide la conversión y que los ortodoxos siguen al pie de la letra) y cómo viven hoy, como judíos, su nueva situación dentro y fuera de la colectividad. El filme combina sus testimonios con explicaciones o historias contadas por rabinos (también, de estas tres ramas) acerca de las dificultades de ese proceso, de las complicaciones que pueden tener y de cómo no siempre la relación con la comunidad judía es tan buena como esperaban. Por otra parte, algunos “convertidos” se quejan de lo poco que los judíos siguen la mayor parte de los “mitzvot” (mandamientos) de la religión. Judíos por elección es limitada y despareja desde lo cinematográfico, tiene algunos momentos y anécdotas más interesantes que otras y avanza el interés en función de la riqueza (o no) de ese frondoso anecdotario de idas y venidas. Es un filme que deja la sensación de que el asunto de la conversión resulta tan complicado que más vale tener muchos deseos para tomar la decisión de hacerlo. Y esa necesidad no está del todo bien explicada en una película que nunca termina de lograr salir del formato de reporte informativo, casi de especial para televisión.
Construir una nueva identidad A los testimonios se suman fotografías de la época, fragmentos de la Torah entre historia e historia y una triste música plena de añoranza que, con discreción, interviene cautamente en los relatos. Al comienzo de este documental, su directora Matilde Michanie dice: "El judaísmo no es proselitista, no busca adeptos". Visualizar este largo camino a través de una serie de testimonios, conocer paulatinamente las historias individuales, que están detrás de estos buscadores de identidad, es una aventura digna de ser conocida. Serán diferentes las experiencias y las motivaciones. Serán hombres, mujeres, jóvenes de distinta edad y condición social que continúan caminos de espiritualidad en compañía, en soledad, en diferentes países, pero siempre con la misma intensidad. Silvia vivirá su descubrimiento en profundidad, adentrándose en lo más profundo de la ortodoxia judía, la de los treinta y nueve trabajos que deben ser respetados. Adar, sin ninguna ascendencia judía, hablará en Israel de sus ya once años en proceso de conversión. También estarán las parejas como Josef y Batia en Israel, o Marcelo y Lorena en Buenos Aires, que basarán en valores bíblicos sus búsquedas espirituales. Habrá descreídos iniciales, ex seminaristas salesianos y también representantes de movimientos ortodoxos, Masori o reformistas que se referirán a sus definiciones al considerar judío sólo al hijo de madre judía. UN UNICO DIOS Pasando por una breve alusión a la inmigración judía en nuestro país entre 1880 y 1930, al crecimiento de los matrimonios mixtos, se hace alusión a la prohibición, en l920, de la conversión al judaísmo ""hasta la eternidad"", prohibición que algunos ortodoxos consideran válidas hasta el día de hoy. A los testimonios se suman fotografías de la época, fragmentos de la Torah entre historia e historia y una triste música plena de añoranza que, con discreción, interviene cautamente en los relatos. Estilos de vida, modos de espiritualidad, ratificaciones por tribunales religiosos, circuncisiones, bautismos. Todas los detalles se engloban en el filme de la directora de "Licencia Número Uno", de cuidada investigación, para concluir en la aceptación de un Unico Dios, en los nuevos nombres de su lograda identidad, en las seiscientas trece leyes, en aceptar que el judaísmo es un estilo de vida y la Torah, como simplifica uno de los entrevistados, "algo que engloba el concepto de que, lo que no se quiera para uno, no lo hagas a tu prójimo". Impecables los rubros técnicos, bella y austera la música.
Buen documental para el pueblo cinéfilo Si en la comedia mexicana «Cinco días sin Nora» causaba gracia ver a un joven indígena convertido en rabino celoso de las tradiciones judías, en este documental filmado en hogares, calles y sinagogas de Argentina e Israel ya los conversos de distintas razas, incluso las llamadas originarias, no causan gracia, sino admiración y perplejidad. ¿Por qué alguien quiere entrar a donde nadie lo llama y pocos lo aceptan? ¿Por qué alejarse de los suyos, y arriesgarse a la burla y el desprecio? ¿Por qué empeñarse en aprender un idioma trabajoso, cambiar radicalmente la forma de vida, memorizar los 613 preceptos de la Torah (si ni siquiera recordamos las Veinte Verdades Peronistas), y cumplir fielmente diversos rituales cotidianos, tratando de hacer santas las cosas comunes? ¿Por qué además soportar, si es varón, cierta exigencia ineludible, por más que le digan que no duele? Simplemente, porque quien hace todo esto siente que encontró su paz espiritual y su fe definitiva. Si busca, quizá también pueda hallarlas en otra religión, pero, bueno, le atrajo ésta, le fascinó, quiso merecerla, y aquí vemos su empeño y su alegría. Matilde Michanié, buena documentalista, se dirige a dos públicos: el goim que ignora estos asuntos y sigue cada escena con creciente intriga, y el judío nato que desconoce la sincera devoción de esa gente, desconfía de ella, y a veces la desprecia. Al respecto, no está mal recordar, y la película lo hace, que en Argentina los matrimonios mixtos sufrieron la terminante prohibición rabínica desde 1920 hasta que el memorable Marshall Meyer impuso algo de sentido común en los 60 (y no estaría mal hacer, alguna vez, un documental sobre Meyer acá y en los EE.UU.). Por eso la película expone el sentimiento de varias personas, y también el pensamiento de rabinos ortodoxos, conservadores, y reformistas, que casi nunca estarán de acuerdo. «Nunca entendí esto de dos judíos, tres ideas», comenta con optimismo de recién converso un beatífico rabino que empezó siendo hermano salesiano, luego se hizo cura benedictino en Entre Ríos, y allí, en vez de fabricar licores o jalea real como los demás benedictinos de la Abadía de Victoria, se metió en la biblioteca, se puso a leer, y se fue hasta Jerusalen a seguir leyendo. Para mayor claridad, la exposición está organizada en capítulos temáticos, cada uno con un epígrafe del Viejo Testamento. Y para mayor facilidad, los 613 mitzvot son reducidos a uno por un buen reformista que delante de la cámara dice, simplemente, «Lo que no quieras para ti, no se lo hagas a otro. Esa es toda la Torah. El resto son comentarios». Hace añares, otro de Galilea redujo a dos los Diez Mandamientos: «Amarás al Señor tu Dios por sobre todas las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo». Facilísimo. Pero tampoco le hicieron demasiado caso.
Casi no he comentado dentro de los estrenos, documentales en este último tiempo. No es que no los vea por alguna razón en particular, de hecho, los disfruto mucho. Pero me gusta verlos en pantalla grande y cuesta encontrarlos en cartelera, verlos en 35mm...Me resisto un poco a acceder a ellos en forma doméstica. No se muy bien aún el porqué. Lo que sí, estoy abierto como espectador a que me sorprendan (eso lo saben de sobra, se los digo hasta el hartazgo), y pasé por el Gaumont a ver "Judíos por elección" con mucha curiosidad sobre lo que iba a encontrar. Por suerte, la película respondió a mis espectativas. El tema, me interesa. Siempre quise saber qué pasaba con aquellos que habiendo nacido bajo otra religión, decidían abrazar el judaísmo. En general, y perdonen la sinceridad, es un tema que en el cine muchas veces estuvo asociado con el amor. Uno de los miembros de la pareja es judío, el otro no...Y bueno, uno de ellos termina abrazando la fe del otro para concretar la anhelada unión. Eso es lo más común desde lo cinematográfico. Ya se, hay miles de combinaciones posibles de sujetos reales que no dan tela desde la ficción pero que merecen ser contadas. Siento eso con este documental. "Judíos por elección" muestra casos muy interesantes y diversos (geográfica y familiarmente) que se van presentando en forma de mosaico, alternado momentos de distinta intensidad. Las experiencias de varias personas y parejas van desfilando en pantalla, enmarcados bajo fragmentos que están agrupados por frases de la Torá. En cada uno de ellos, aparecen los núcleos temáticos que responden a las fantasías que la gente tiene con el tema. La película muestra distintos casos de personas que abrazan una fe que no llevan en la sangre. Vemos alguien que vive en Perú, otros casos en Argentina y muchos más en Israel. Cada cual tiene una historia personal rica y colorida que vierte observaciones agudas sobre el proceso de todo lo que significa volverse israelí. Desfilan las aspiraciones, los miedos, las regulaciones formales, y el valor de la fe como motor de esa elección. La directora y guionista Matilde Michanié elige perfiles únicos, pero a la vez que engloban características comunes que conectan rápidamente al espectador con la imagen. Como público, la transparencia de cada testimonio atrae y las contradicciones que se despliegan en el relato (y que aparecen en la vida de esas personas) son concretas y sostienen el relato de principio a fin. Es un muy buen documental, si el tema está dentro de sus intereses, es de visión obligada. Aprovechen que hay muchos horarios para verla, no pasa frecuentemente.
Busco mi (otro) destino La directora de Licencia Número Uno aborda un tema interesante y poco conocido (doble mérito): el de aquellos que, no habiendo nacido judíos, eligen -por causas de lo más diversas- esa religión/cultura. Michanié construye un documental coral, con múltiples voces que exponen -aquí y en Israel- sus experiencias y sus motivaciones para "convertirse". No es una decisión fácil ni un camino sencillo, como bien explican desde los protagonistas hasta un rabino. Si bien la diversidad de testimonios le da al film una mirada panorámica y abarcativa (de alcance sociológico) también implica una menor profundización en cada una de las historias de vida, dominadas en muchos casos por el amor o por las búsquedas espirituales. De todas maneras, se trata de un film muy cuidado desde lo formal, sorprendente desde su propuesta temática y apasionante por las anécdotas que propone. Muy recomendable.
“Judíos por elección” nos permite volver a encontrarnos con una directora de mirada aguda, capaz de variar sus modos de registro. Judíos por elección es, a primera vista, un documental que presenta de un modo sencillo una realidad poco conocida: los caminos de quienes se convierten al judaísmo. Desde el origen simbólico y personal, pasando por el largo y trabajoso proceso de aprendizaje, hasta llegar al ritual de incorporación a una vida plena de obligaciones, Michanié acompaña a un grupo de personas de diversos orígenes religiosos, sociales y culturales en su encuentro con su nueva religión. Aun si la película fuera simplemente el relato de cada una de estas historias, enfocadas en la centralidad que adquiere el universo religioso para cada uno de los protagonistas, el resultado sería interesante. Sin embargo, esta función informativa, esta apertura de puertas y ventanas que permiten develar una realidad compleja y plagada de sensaciones intransferibles, es solo una de las facetas de esta nueva película de Matilde Michanié. En la elección de la realizadora hay una decisión clave, sin dudas central dar lugar a otra faceta de la película. Michanié decide mantenerse al margen, evita toda “visibilización” de la cámara o del artefacto que construye el film. Esta decisión permite que por momentos el diálogo entre el entrevistado y el espectador sea fluido, intenso. Así se produce lo que parece más interesante en la película: la permanente interpelación al espectador. La película se convierte en muchos momentos en provocadora. Por momentos diría, perturbadora. Pues en la dialéctica que se establece entre el protagonista, “mirado” desde una realidad ajena por el espectador y este, interpelado por el converso, aparecen nuevos significados que parecen ajenos al discurso denotado. Michanié maneja con inteligencia la otredad en su película. Todos los que están allí presentados son “otros” en relación con el espectador. Desde aquel que viste a la usanza ortodoxa en un lugar donde esto no es común – por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires – como aquella familia sencilla del conurbano bonaerense que redefine su modo de vida para convertirse colectivamente, sin que ello implique una distancia definitiva del resto de sus relaciones. De este modo ese “otro” presentado en la pantalla, con su discurso donde aparecen el misterio de la fe, el valor positivo del sacrificio y lo hermoso que la elección tomada, implica a los muchos “otros”, que son los espectadores. Tanto aquellos en la pantalla, como aquellos en las butacas, son otros. Y esa sensación de enfrentarse con otros, siempre provoca conflicto. De este modo la película provoca dialécticamente a quien carece de un sentimiento religioso e imagina que esos sujetos carecen de conciencia crítica, sin dejar de valorar por ello el sentido ético, el valor de su decisión que es difícil; motiva al que teniendo una fe religiosa, sea o no de origen judío, se enfrenta a un espejo que devuelve las obligaciones olvidadas en medio de una resignificación cosmopolita de las prácticas religiosas y finalmente, sin dudas que habla con el propio judío de las complejas determinaciones de tal identidad. Michanié no deja además de poner en cuestión, con este modo distante de contar, las propias prácticas de los protagonistas, que revelan modos particulares de socialización que, más allá de la conciencia que tienen de sus decisiones, los implican tanto a ellos como a sus familias y afectos. También, con su “ecuanimidad” al presentar los discursos de los líderes de las tres principales corrientes dentro del judaísmo, pone en conflicto también la lógica interna de la burocracia religiosa. “Judíos por elección” nos permite por segunda vez, su anterior película fue “Licencia número 1”, encontrarnos con una realizadora de una mirada muy aguda, capaz de variar sus modos de registro, lo que utiliza como herramienta para abrir el espacio de la mirada del modo más apropiado para su propuesta.
Si hubo un punto a favor para el cine argentino este año, de esos que suman, sin dudas es gracias al género documental. En términos generales las propuestas fueron variadas, interesantes y bien realizadas, como es el caso de “Judíos por elección” de Matilde Michanie. La realizadora encaró su propia investigación partiendo de una pregunta básica: ¿Cómo es ser judío en la Argentina? La respuesta no es lo que se ve en el documental; pero se percibe como el colchón fundamental en el cual descansa el interrogante mayor ¿Qué pasa si alguien quiere convertirse al judaísmo? Desde el momento en el que los entrevistados comienzan a prestar su testimonio, vamos conociendo las inquietudes que el film plantea con mucha sencillez. Tanto argentinos como un matrimonio peruano relatan el momento de sus vidas que los llevó a replantearse la necesidad de encontrar otro tipo de respuestas espirituales, hasta tomar conocimiento de la religión en cuestión. Todos son movilizados por distintas razones, si bien la decisión está tomada desde un lugar muy profundo, para convertirse y ser aceptado como judío el proceso no es tan sencillo como una podría suponer. El documental de Michanié aporta las palabras calificadas que pondrán echar luz sobre algo tan complejo. El costado ortodoxo del judaísmo no acepta las conversiones que no se hayan realizado en Israel, en cambio el costado que podríamos definir como “reformista”, sí acepta estas conversiones. Uno podría decir entonces la cosa tiene solución, pero la inteligente compaginación de las entrevistas logran poner al espectador en un brete, ninguno de los entrevistados deja de observar: “si voy a Israel... para ellos no seré judío” A los cuarenta minutos de proyección surge un punto clave, planteado justo antes que los encuadres de los entrevistados se tornen monótonos, Se trata de la referencia histórica que recuerda que en 1920 fue aprobada una iniciativa de los rabinos Dabah y Colman que prohibía en la Argentina la conversión al judaísmo “por toda la eternidad”, cuyo objetivo era evitar la "mezcla" entre judíos y no judíos, como forma de solucionar el problema que se estaba pergeñando en ese tiempo entre gente judía y no judía. También es el momento para comprender hacia donde nos va a llevar la realizadora con su idea, y la buena mano que se puede tener para manejar un puñado de entrevistas, divididas por citas bíblicas, lo que permite sostener el interés constantemente. Es verdad que “Judíos por elección” también tiene momentos en los que es muy fina la línea entre el planteo original y un folleto, pero justamente el ir a fondo con la propuesta es lo que coloca esta obra dentro del grupo de buenos documentales nacionales del año.
Matilde Michanie es una especialista en documentales que, hace un par de años, retrató con ajustada precisión a la Tigresa Acuña en Licencia número uno. En Judíos... muestra la historia de personas que deciden convertirse al judaísmo, una religión que -a diferencia de las otras grandes religiones reveladas- no busca convertir a nadie. El mosaico resulta mucho más complejo que los simples motivos de conversión de cualquiera: hay se adivina la pregunta sobre por qué elegir una religión, por qué buscar cierta trascendencia. El resultado es de enorme interés, aunque las respuestas no sean categóricas.
En varias secuencias la cámara es el único testigo y con diferentes planos los entrevistados nos van relatando que es ser judío y porque lo eligieron; muchos son los casos: Silvia se caso con un hombre de origen judío y tuvieron una hija judío cristiana; Uriel nació en Argentina, su familia se mudo a los Estados Unidos, estuvo casado, tiene 2 hijos y 7 nietos, siempre trabajó pero necesitaba algo mas, buscó por diferentes religiones hasta que conoció el judaísmo y le agradó; otro de los relatos es el de una joven que quiere cortar con sus raíces, ella debe hacerle entender a su padre porque eligió el judaísmo; y continúan de esta forma varios relatos. Estos distintos personajes que vamos viendo residen en Argentina e Israel, el relato intenta aclarar una serie de interrogantes que van surgiendo de los amigos, de los familiares y de ellos mismo que decidieron adoptar esta religión y también como forma de vida. A través de los distintos relatos se va reflexionando sobre las diferentes razones que llevan a estas personas al cambio y los obstáculos que encuentran en una religión cuya corriente ortodoxa prohíbe la conversión en nuestro país desde 1920. Su relato quizás intente introducir una polémica, pero se vuelve reiterativa, le falta profundizar sobre el tema, muchos diálogos no son entendibles para aquellas personas que no tienen conocimientos sobre el tema, nos es muy didáctica, le falta ritmo, emoción y humor.