Apología de la inmadurez. Algunos sectores de la industria cinematográfica contemporánea no dejan de sorprendernos con la magnitud de las malas decisiones que toman, pensemos por ejemplo en el caso en cuestión: estamos frente a una remake de un opus de por sí mediocre y anodino, ¿y cuál es el resultado? Otro producto que no sólo no cumple con lo que promete sino que además es un duplicado escena por escena del original. Ya Cabin Fever (2002), del ingenuo Eli Roth, había generado una secuela y una precuela, Cabin Fever 2: Spring Fever (2009) y Cabin Fever 3: Patient Zero (2014), la primera dirigida por el genial Ti West y destruida por los productores, quienes refilmaron secuencias y reeditaron la película hasta convertirla en un bodrio similar al de Roth. En algún punto de la preproducción de la que sería la cuarta parte a alguien se le ocurrió transformar el proyecto en una “reinterpretación” del guión del 2002. Como si se tratase de la contracara del viejo refrán “si no está roto, no lo arregles”, aquí sí el material de base pedía a gritos una reescritura que incluya un gramo de originalidad y permita ir más allá de la colección de citas de turno, vinculadas a lugares comunes como Deliverance (1972), Mother’s Day (1980) y Diabólico (The Evil Dead, 1981). Una vez más sabe a rancia la anécdota del grupito de jóvenes descerebrados que se trasladan a una cabaña y que terminan siendo devorados por un virus carnívoro y perseguidos por los locales, un esquema que pretende combinar la comedia negra y el gore pero que se hunde a causa de una paupérrima estructuración narrativa (en el fondo estamos ante una apología de la actual generación de burgueses treintañeros que viven en una especie de limbo de la inmadurez: fanáticos de los videojuegos, sin ideales y obsesionados con las redes sociales). En otras realizaciones similares la falta de personajes interesantes o con profundidad suele ir de la mano de un planteo retórico sarcástico que habla -de manera tangencial- de la cultura de la sandez y la incomunicación de nuestros días, no obstante La Cabaña del Miedo (Cabin Fever, 2016) apenas si funciona como otro exponente del cinismo más insulso, ese que no sólo se lava las manos en lo que atañe al entramado ideológico sino que para colmo ni siquiera dignifica al formato entregando un producto compacto y entretenido, más bien todo lo contrario. En este sentido, resulta increíble que el propio Roth (hoy productor además de guionista) y el director Travis Zariwny (con un generoso historial como diseñador de producción) no hayan corregido la interminable catarata de “nada” que acontece a lo largo de los primeros 60 minutos de metraje, una oda a los clichés más burdos y a la trivialidad de los diálogos. Considerando que la capacidad de Roth para asustar al espectador es casi nula, lo mismo que su habilidad para manejar algún tipo de sutileza narrativa, nuevamente nos vemos obligados a recordar que lo único bueno de su carrera se resume en Hostel (2005) y su continuación del 2007, en las que sí pudo sacar partido de su sensibilidad exploitation y hasta logró lucirse gracias a las truculencias y algunos destellos de una sátira inteligente en torno a la naturaleza paradójica del turismo (extranjeros -entregados a un consumismo homologado al disfrute- que se autoasignan la tarea de descubrir la esencia de una cultura extraña). La propuesta que nos ocupa no tiene razón de ser porque no supera a la original en ningún aspecto, lo que a su vez pone de relieve la desesperación de un Hollywood que recurre a obras decadentes a la hora de reversionar y/ o “compensar” su falta de ideas…
En La cabaña del miedo un grupo de cinco amigos alquilan una cabaña en el bosque para pasar un fin de semana; sin embargo, su diversión pronto se convertirá en una pesadilla cuando se ven infectados por un virus que desatará un verdadero infierno. Es esta una remake de una película relativamente nueva. La original no era ninguna maravilla y esta nueva versión la supera en mal gusto y mediocridad. Casi calcada a su inspiradora, salvo en el desenlace, ligeramente diferente, no se entiende cuál fue la motivación para filmar esta clase B sin sentido. Hay momentos de humor fallido, escenas sexuales poco motivadoras y actuaciones tan malas que parecen encarnadas por amateurs. Los rubros técnicos son correctos, buena fotografía, aceptable diseño de sonido aunque el maquillaje y los efectos especiales resultan rudimentarios (otro punto bajo de una película para ver solo si no hay otra opción).
Terror de usar y tirar. Para todos aquellos que no estén familiarizados con las películas de cabañas de miedo, vamos a hacer un rápido repaso para ponerlos al día: Fiebre en la cabaña (2002): estrenada directamente en video. Una película extraña bastante sangrienta y con un tipo de humor negro no apto para todos los paladares, que dirigió el ahora mucho más conocido Eli Roth y que pasó a ser considerada cinta de culto por directores del prestigio de Peter Jackson (suponemos que le recordaría a sus terroríficos inicios con Mal gusto (Bad Taste, 1987) y Muertos de miedo (Braindead: Tu madre se comió a mi perro, 1992).
La peste bizarra Basta entrar a una página de visualización, al cable o ver la variedad de oferta del mantero del barrio, para deducir que sólo un tercio de los films expuestos se estrenan en cine. No es el caso del género de terror, cuyo amplio espectro de exponentes en inglés llegan a las salas en un 90%. La distribuidora SBP, surgida del “directo al dvd” se ha subido en tiempos de dcp (formato digital de exhibición) a la extensa grilla de estrenos comerciales del género. En esta oportunidad llega La cabaña del miedo (Cabin Fever, 2015), remake de la dirigida por Eli Roth en 2002 (que además participa del guión y la producción) perteneciente al terror de explotación, cualidad otorgada a aquellas películas que brillan por sus excesos. La historia nos trae nuevamente a un grupo de amigos que van a pasar un fin de semana a una cabaña junto al lago. En la oscuridad de la noche, con la cercanía del bosque, otra vez algo pasa y empiezan a morir uno a uno. La maldición está asociada aquí a una extraña enfermedad parecida a la lepra que pudre de a poco los cuerpos –y el alma- de los habitantes del lugar. ¿Aparece la solidaridad entre ellos? Nada más lejos, el miedo a contagiarse los convierte en egoístas absolutos -¿o ya lo eran?- de las circunstancias. Pero vamos a lo morboso ¿cuáles son los excesos? La peste es una excusa genial para desparramar cuerpos mutilados, quemados, desmembrados por doquier. Escupitajos de sangre y varias escenas que rozan lo ridículo: los amigos que al saber que van a morir deciden tener sexo (¿?), el gordo que disfruta extasiado ir a cazar “enfermos”, o el chico que parte la guitarra en la cabeza de su compañera por error; son algunas de las exuberancias de este tipo de películas que devienen en involuntarios momentos de humor. Es indudable el conocimiento del género del productor de El payaso del mal (Clown, 2014) y Piraña 3D (2010) al unísono por explorar los efectismos que superan límites en un tipo de terror condenadamente bizarro. A eso hay que atenerse al entrar a ver La cabaña del miedo, sin pretender ver una historia realista sino más bien una bien sensacionalista. ¿Es entonces un buen producto del género? No, porque el director Travis Z no siempre acierta en el tono de esta remake (algunas veces demasiado serio, otras provocando sonrisas involuntarias), siendo despareja en el resultado final. Una pena, porque el desparpajo presentado en escena queda grabado en la retina del espectador.
7 meses después de su estreno en Estados Unidos, llega a la Argentina La cabaña del miedo con guión de Eli Roth. El genero de terror hoy en día atraviesa tiempos complicados. Así como con el estreno de algunas película la esperanza por grandes producciones bien hechas aumenta, son mas los desastres que llegan a la pantalla grande haciendo que la ilusión sea corta. La cabaña del miedo es otra gran desilusión. Eli Roth quedo anclado en la idea de sangre y gore para escribir terror, pero sin una trama interesante ni actuaciones solidas. Solo gore, sangre y gritos. En La cabaña del miedo tenemos un grupo de adolescentes que se van a pasar unos días a una cabaña alejada de la ciudad, como siempre en este sub-genero con drogas, sexo y alcohol. Un hombre empieza a acecharlos y una rara enfermedad contagiosa a propagarse en los alrededores. Con esa peste que empieza a aparecer el director se permite mostrar cuerpos desmembrados, litros de sangre y mutilaciones, todo en un sin sentido. Vale la pena recordar que La cabaña del miedo es una remake. Hace poco en este sitio se hizo un listado de las peores y esta versión sin dudas se queda con el primer puesto, sin que su original sea una obra de arte.
LA CUARTA ES LA VENCIDA Como si no sobraran los remakes innecesarias, Eli Roth nos trae nuevamente La cabaña del miedo -su película debut-, en su versión empeorada. Y si bien no fue una obra maestra la original de 2002, consideró una buena idea convocar a Travis Zariwny para dirigir una cuarta para los fanáticos del gore. La trama es clásica: cinco creídos y fiesteros estudiantes llegan a una cabaña aislada en medio del bosque para pasar un fin de semana de sexo, marihuana y alcohol. Sin embargo, su plan se verá afectado con la amenaza de un virus que se alimenta de la carne de quién lo porte. Uno por uno, los adolescentes contraerán la mortal enfermedad y harán lo que sea para sobrevivir por su cuenta. Bien merecido tienen ser castigados por sus propias transgresiones: ignorar las advertencias de los pueblerinos. Pronto, la cabaña se convertirá en un baño de sangre. Muchos pensarán que esta nueva versión es una de las más innecesarias desde la Psicosis de 1998, pero la realidad es que ni siquiera merece tal comparación, porque al menos Gus Van Sant se esforzó para llevar adelante una producción más mimética. En cambio, si La cabaña del miedo original tenía algo de memorable fue el humor el humor negro y sádico, mientras que ahora… Zariwny fue por lo seguro e hizo pie en el gore. Se tomó mucho tiempo para construir a los personajes y menos en demostrar como el virus consume su piel hasta dejarlos desangrados. Eso sí, hay que reconocer que los FX son más sofisticados, 14 años no son poco. La historia, influenciada por Posesión infernal de Sam Raimi, se alimenta de los golpes de efecto esporádicos que, de tanto perderse a lo largo de un relato tan denso, se vuelven poco efectivos y bastante predecibles. A diferencia de sus secuelas y otras derivaciones como La última casa a la izquierda, aquí se apela a gore más salvaje, en un relato desflecado con una trama replicada escena a escena que la hacen menos excitante y definitivamente más bizarra. Si bien hubo otras dos películas de las cuales Roth no participó, no se encuentra explicación alguna para esta versión, aunque sirvió para dar cuenta de que existía algo peor que la original de 2002. A la hora del balance y después del desfile de cabañas, Zariwny concluye, qué novedad, que el bosque no es un buen lugar para vacacionar. LA CABAÑA DEL MIEDO Cabin Fever. Estados Unidos, 2016. Dirección: Travis Zariwny. Guión: Eli Roth y Randy Pearlstein. Producción Eli Roth y Cassian Elwes. Interpretes: Gage Golightly, Matthew Daddario, Samuel Davis, Nadine Crocker, Dustin Ingram, Randy Schulman. Música Kevin Riep. Montaje Kyle Tekiela. Duración: 99 minutos.
VIRUS MORTAL Y CONTAGIOS VARIOS La cuota de terror de la semana, prácticamente infaltable. Eli Roth hizo este film hace 20 años, y ahora esta encantado con esta remake, de la que es el productor. Además remarca entusiasta que el nuevo director Travis Zariwny solo cambio las muertes y no el guión. ¿Importa? Muy poco. La historia ya la vimos mucho, gente joven que decide pasar una finde en una cabaña del bosque. Típico. Acá no hay monstruos, solo los amenazantes vecinos y chicos con mascaras atemorizantes. Es que en la zona están nerviosos. Un virus ataca a los humanos y los trasforma en masas sanguinolentas antes de consumirlos. Y después el azar para ver a quien le toca el contagio y como reacciona. Claro que la cura son un par de tiros…. Amantes del género disfrutaran…
CUANDO NO IMPORTA NADA Antes de escribir sobre La cabaña del miedo leo una noticia acerca del pleno desarrollo de la quinta parte de Transformers, y se me ocurre que debe ser la peor saga de la historia, y que salvo algún momento de la primera película, Michael Bay parece incapaz de meter un plano más o menos interesante en lo que concierne a los robots gigantes. Sin embargo, estoy a punto de escribir sobre esta remake, que originalmente iba a ser una secuela más de una saga que no solamente es floja -salvo algún momento de la primera película (como pasa con Transformers)-, sino que además es increíblemente intrascendente. La cabaña del miedo es casi una copia plano por plano de Fiebre en la cabaña (Cabin Fever), película de 2002 que aquí salió directamente a video, dirigida por el niño mimado de Quentin Tarantino: Eli Roth. Todos hemos tenido la esperanza de que Roth, finalmente, hiciera una gran película de terror en algún momento de su carrera, pero su cinismo a prueba de balas y nuestras infundadas expectativas han hecho que ese momento no se produzca nunca. Aunque vamos a mencionar la existencia de su defendible The green inferno (2013) que nunca llegó a estrenarse ni a editarse en Argentina. Y de repente, el bueno de Eli escribe un guión para esta remake, aunque en realidad, se ve como si el director Travis Zariwny hubiera filmado de nuevo el mismo guión que el de la versión de 2002, una especie de operación a lo Psicosis, de Gus Van Sant, pero mal, bastante mal. Sí, parece mentira que estemos hablando de dos versiones de esta película, pero no deja de ser interesante cómo la remake repite las mismas fallas que la original. Principalmente hablamos del tono canchero autoconsciente que atraviesa todo el metraje, que todo el tiempo se burla de la historia y de los personajes y no nos deja sentir empatía o interés por ninguna de las dos cosas. Además, mientras la película se regodea en el gore, el asco, la perversión y la violencia, se olvida de contar algo, cualquier cosa, por lo que todo se reduce a escena tras escena de muertes horribles de personajes que no nos interesan. No hay otro resultado posible que nuestra apatía y aburrimiento. No vamos a meternos con sobre-lecturas morales innecesarias para analizar una película como esta, pero digamos que el espíritu de Eli Roth, y su tesis de que toda la humanidad es mala y estúpida, se encuentra fuertemente presente en La cabaña del miedo, lo cual sólo refuerza nuestros sentimientos negativos por esos personajes de cartón, y deviene en más tedio. En resumen: La cabaña del miedo es sobre unos adolescentes con ganas de sexo y drogas que van a pasar un fin de semana en una cabaña cercana a un lago, y situada en un pueblo olvidado de alguna zona rural olvidada en la Norteamérica profunda. Lamentablemente se contagian una infección bastante violenta que los va matando uno a uno, dosificando cada muerte de acuerdo a como lo requiera el guión. Algo así como un slasher donde el asesino viene a ser la enfermedad. Todos se mueren, pero está bien porque todos eran malos. Además está filmada como si a nadie le importada nada, así que deberíamos olvidarla lo más pronto posible.
LA POCO ORIGINAL "LA CABAÑA DEL MIEDO" Cómo derramar sangre en vano Si la idea de unos jóvenes no muy brillantes metidos en una cabaña en medio de un bosque para enfrentarse a algún tipo de amenaza no parece muy original, es que de hecho no lo es. Y para colmo esta "Cabaña del miedo empieza con la camioneta de los protagonistas vista desde una toma aérea con la misma música que usó Stanley Kubrick para "El resplandor", sólo que en una versión con arreglos más elementales de los de Wendy Carlos. En todo caso, poco antes de llegar a la cabaña, uno de los jóvenes es mordido por un niño en una estación de servicio, mal presagio como pocos, que deberían haberles hecho cambiar de ruta y vacacionar en algún otro lado. Luego las cosas se ponen peores, cuando una misteriosa enfermedad de la piel los va contagiando uno por uno, provocando que le salgan chorros de sangre de distintas partes del cuerpo y sacando lo peor y menos solidario de cada uno de ellos. Para colmo, por el lugar pululan montañeses infectados y hasta un perro enorme y malísimo que los quiere atacar. "La cabaña del miedo" es floja con ganas a todo nivel -empezando por las pésimas actuaciones de los protagonistas- pero al menos es muy generosa en gore y violencia gratuita. Algo es algo.
La cabaña del miedo no es más que una pobre remake Catorce años después de la Cabin Fever original, aquí lanzada directo en video, llega la remake de la historia de cinco jóvenes que alquilan una cabaña en un lago y se ven enfrentados a una enfermedad espantosa y sangrienta que convierte la piel en jirones. Más allá del éxito y de la aparición de Eli Roth como director -aunque luego su carrera no estuvo a la altura de las exageradas expectativas-, tampoco la película de 2002 fue especialmente memorable. Sí había pericia artesanal para narrar, citas más o menos bien dispuestas, cierta cinefilia procesada con decoro. Las arbitrariedades de las decisiones de los personajes, sobre todo en la segunda parte, se disimulaban un poco por algunas dosis de humor zumbón. Esta nueva versión mantiene los nombres del guión original, y casi todo el guión original. Más allá de los cambios más salientes -la reducción del humor, la eliminación de imágenes que ilustren relatos orales o imaginaciones, la conversión de la música y los golpes de efecto en recursos arteros-, los detalles modificados sólo podrán ser detectados por quienes sean fans de la primera o quienes la vean justo antes de ver la nueva. La necesidad de hacer esta remake no parece provenir de ningún otro ángulo que no sea el comercial, con el propio Roth como productor ejecutivo. Aparentemente, tampoco ese perfil fue muy logrado, a juzgar por la escasa repercusión de la película en su estreno en Estados Unidos. El director Travis Z es mucho más redundante que Roth en la disposición de la información -un personaje dice "Deliverance" por si la cita no era clara-, hace planos más faroleros y que aportan menos fluidez a la narración, disuelve la referencia a The Thing y no apuesta por la pátina levemente tarantiniana de la original. Y es más convencional a la hora de mostrar sexo y reduce la fotogenia de las protagonistas femeninas. Hay, quizás, un poco más de sangre (en los cuerpos y también vomitada), más intensidad en los gritos y más brillo en la imagen, pero eso no nos hace salir de la pobreza.
Esta es la remake de “Fiebre en la cabaña”, 2002 dirigida por Eli Roth. En esta versión resulta correcta la fotografía y algunos rubros técnicos. Las actuaciones y guión son muy flojos, sangrienta, violenta, superficial, el maquillaje y efectos especiales no resultan. Si te gusta el género y no viste la anterior quizás la disfrutes.
Remake “de terror” El director Travis Zariwny se embarca en una aventura que desde el vamos está destinada a la nada misma: resucitar un film de una década y media atrás que poco tenía para ofrecer. Hasta hace unos años, las "remakes" de películas se hacía sobre films de culto o de gran éxito que habían sido ofrecidos al público varias décadas arás. E la actualidad, la falta de ideas de Hollywood ha llevado a sus productores a encarar nuevas versiones de películas que no cuentan o con la recaudación calidad suficiente como para cumplir esos requisitos. Como claros ejemplos podemos citar Old Boy (adaptación de una película coreana de 2003), Posesión satánica (o Evil Dead, que su propio productor Sam Raimi bautizó así para recaudar con una típica película de posesiones diabólicas que el mismo dirigió en 1987 y con la que no tiene nada que ver) y Pesadilla en lo Profundo de la Noche (la del 2010 que sin Robert Englund como Freddy Krueger pasó sin pena ni gloria por cines y TV). Sin ir más lejos, hace poco tiempo incluso criticamos en esta sección a Martirio Satánico, que es una remake del film francés Martyrs que de no sólo era inferior en calidad sino que demoró casi una década en llevarse a cabo con lo cual las "innovaciones" del original quedaron muy "demodé". Pero al productor (y guionista y director) de la película original, Eli Roth –un lindo caso de estudio para cualquier psicólogo especializado dado sus antecedentes cinematográficos como las dos entregas de Hostel - eso no le importó en absoluto y le encargó a Travis Zariwny, que hasta ese momento contaba únicamente con la curiosa Scavengers como antecedente. El argumento: Cinco amigos –dos parejitas y un solitario adicto a los videojuegos- viajan a un pueblito a pasar unos días de vacaciones en una cabaña en el bosque. Lo cierto es que en el lugar funciona una instituto de investigaciones desde donde se cuela un virus en el agua que carcome a sus portadores de adentro hacia afuera y ellos serán los primeros en sufrir sus efectos. Lo cierto es que la única novedad que aporta este filme sobre el original es la cruenta y agónica muerte que afrontan sus protagonistas, aún más sangrienta si cabe, y que de seguro esta vez satisfizo a Roth, un amante de lo que la anatomía humana tiene para ofrecer en lo que respecta a entrañas y sangre. Para darse una idea, una de las jóvenes infectada, accede a mantener relaciones sexuales con uno de los amigos de su novio antes de morir, en una suerte de "A c$%& que se acaba el mundo". Lo curioso es que su partenaire no está contagiado con el virus... En definitiva, La Cabaña del Miedo (Cabin Fever) aporta poco y nada al género al que pretende homenajear y no representa un título a tener en cuenta esta semana.
La primera era de oro del cine de terror en Hollywood (de la mano de la Universal) tenía como una de sus características el filmar sus películas (la Dracula con Bela Lugosi, por ejemplo) con réplicas exactas hechas en simultáneo pero con actores latinos. Las copias eran insólitas por la falta de interés, al margen de un exceso de actuaciones horribles. De aquello podemos linkear de forma directa con la nueva versión de Cabin Fever únicamente por lo último. Porque el film de terror original acertaba en planteo y resolución, lejos de los clásicos pero cerca del buen cine de género, en torno a un grupo de jóvenes que pasan unos días en una casa en lo profundo del bosque y son sorprendidos por una infección que los elimina de a poco. La misma trama es la que cuenta esta remake de lógica inexplicable, primo del Dracula mexicano que intentó emular al de Tod Browning y que hoy se ve más irrisorio que terrorífico. Y es que este replay nos muestra a otros tantos bobalicones símil Martes 13, Halloween, Masacre en Texas y demás títulos de referencia, pero montados sobre una estructura de guión que no olvida ninguno de los clisés que hace 40 años construyeron un estilo pero hoy lucen apolillados y faltos de toda gracia visual y narrativa. Está la joven que se desangra luego de que casi es penetrada por su chico (pecadores, tengan su escarmiento); el hombre misterioso que sale de la nada; el niño misterioso con máscara en una estación de servicio perdida; el loco que grita; la rubia tonta; el rubio tonto; el galán egoísta. Todo eso y más, pero peor que en la original (que metía un gol olímpico gracias a sus buenas armas en la progresión dramática). Hay, sin embargo, un momento logrado, breve, mínimo, en el que un perro contagiado por el mal que asecha en la zona se enfrenta cara a cara con su inminente víctima. Pero no alcanza para combatir la desazón que provocan los 90 minutos sin ideas de lo más innecesario que dio la industria de las remakes en los últimos años. Párrafo aparte para Eli Roth, que se embarcó en este despropósito, hecho apenas justificable si la razón oculta era darle relieve a lo que filmó hace doce años.
En el 2002 el director Eli Roth debutó en el cine con su ópera prima Cabin Fever. Una película que no era una obra espectacular pero genero simpatía por la manera en que Roth le rindió homenaje a clásicos del género como Evil Dead, The Last House on the Left y La masacre de Texas. En el momento en que surgió este film la cartelera de cine estaba invadida por propuestas asiáticas de fantasmas o remakes de esos filmes y Cabin Fever presentó un espectáculo retro diferente. Con el paso de los años el trabajo de Roth se convirtió en una de las primeras películas de culto surgidas a comienzos del siglo 21. Esta remake que llega a los cines es un bochorno cinematográfico que copia literalmente el film original sin ofrecer nada nuevo. Básicamente en la versión clase Z de lo que fue un film independiente decente. Si viste la original en este caso te vas a encontrar con la misma historia con un reparto diferente, con la particularidad que lo actores de esta versión son horribles. El cambio más notable es que el rol del sheriff ahora es interpretado por una mujer, pero eso no le aportó ningún valor notable a este refrito sin sentido. Los efectos especiales al menos estuvieron bien realizados pero al copiar la misma historia sin ofrecer un enfoque diferente, la visión de este film perdió su gracia por completo. Si nunca viste Cabin Fever no pierdas tiempo con este fiasco y conseguí la original que al menos tiene actores más decentes.
Apresurada remake del film que hizo famoso en 2002 a Eli Roth. Buéh, pibes, cabaña, un virus que se come a la gente y homicidios. No, no es La cabaña del terror (obra maestra de 2013), es otra más que repite ad náuseam elementos tratando de aportar el guiño irónico y sin lograrlo. O que, cuando lo logra, no alcanza para la satisfacción mínima del espectador no hiperfanático. Eso nomás, que le sea leve.
Terror que parece broma La película de Travis Z relata con dudosa efectividad las terroríficas desventuras de un grupo de amigos que se van unos días al campo. La cabaña del miedo es interesante por lo confusa que resulta la intención de su director Travis Z. Con cierta licencia, se podría afirmar que hay películas malas que son buenas; es decir, películas que parecen estar mal hechas a propósito, y esa autoconciencia las dota de alegría y de una ligera genialidad. Pero en este caso, todo parece una broma en clave de película de terror. La cabaña del miedo es una remake de Cabin Fever, la película de 2002 escrita y dirigida por Eli Roth. La original es digna pero irrelevante, es más seria y dramática. En cambio esta remake deja la impresión de que se está riendo de sí misma. Y si efectivamente todo está hecho a propósito como parece, entonces estamos ante una película pícara, irónica, que engaña al público, que va a buscar una película de terror, pero termina divirtiéndose. La historia gira en torno a un grupo de amigos que se va unos días a una cabaña en el bosque. Y desde que llegan al lugar comienzan a notar signos de rareza: un niño con careta de conejo, un tipo con la cara toda ensangrentada, una policía sexy con un ojo cocido, un perro como si estuviera rabioso que quiere atacarlos, entre otras cosas. Algo les contagia una enfermedad que los hace escupir sangre hasta morir. Mientras los personajes pierden sangre, el director pierde el rumbo de lo que venía proponiendo. Sin embargo, es este desborde lo que la hace interesante, ya que da toda la impresión de que Travis Z también se está riendo junto con los espectadores, y que permite que todo se vaya a la banquina porque la remake de una película gore de segunda, que se ganó una cierta fama de película de culto, no puede pretender otra cosa más que la risa y algún que otro momento reflexivo.
Encerrados afuera. El primer pensamiento que se me vino a la cabeza una vez concluida La Cabaña del Miedo es: ¿por qué?. ¿Por qué hacer una remake de una película que apenas tiene 14 años? ¿Por qué hacer una remake de una película que, incluso con sus aciertos, apenas podemos catalogar como de culto? ¿Por qué hacer una remake manteniendo el mismo guión que se usó hace tan sólo una década? ¿Por qué hacer una remake, con todo el trabajo que implica filmar una película, si ni siquiera se intenta elevar el material por sobre original?. ¿Por qué?. Una y otra vez ¿por qué?. La Cabaña del MiedoLa historia detrás de La Cabaña del Miedo es muy simple: unos jóvenes universitarios llegan hasta un remoto aposento en el bosque para divertirse teniendo sexo y bebiendo alcohol sin supervisión alguna de los mayores. Mientras, entre los habitantes de la zona, comienza a expandirse el brote de un letal virus que se alimenta de la carne humana y literalmente te come vivo. El aislamiento, lo desconocido y la paranoia de quién está contagiado y quién no, hace que el grupo se vuelva entre sí, mientras se meten en problemas con la policía y unos rednecks locales. Cuando Gus Van Sant filmó su infame remake de Psicosis allá por el año 1998, lo hizo principalmente como un experimento. Universal no pensaba frenar sus planes de filmar una nueva versión con o sin Van Sant, y es entonces cuando el director vio allí la oportunidad de hacer algo que nunca nadie había hecho hasta entonces: filmar exactamente la misma película, cuadro por cuadro, usando el mismo guión, la misma música, pero con un elenco diferente, demostrando así que no existe una formula mágica a la hora de filmar y el resultado será diferente, de acuerdo la impronta, sensibilidad y talento de cada director. Uno podría pensar que La Cabaña del Miedo es un experimento similar. Pero en lugar de estar a cargo del prestigioso Gus Van Sant, nos llega de la mano de un tal Travis Z, un hombre que evidentemente ni siquiera quiere asociar su apellido a esta monstruosidad, o es demasiado cool para tener uno. La cuestión es que si Travis Z quería hacer su propio experimento, llegó 18 años tarde. Sería ilógico culpar al guión de la película por todos sus problemas, ya que Eli Roth utilizó exactamente el mismo libreto para su versión de Cabin Fever en el 2002 (aquí no pasó por los cines y se la conoció como Fiebre en la Cabaña) y el resultado fue bastante diferente. La de Roth no será una obra maestra, pero contaba su historia de forma ágil, divertida, con altas dosis de hemoglobina y con un gran trabajo de efectos prácticos de maquillaje. Aparte, llegó en un momento donde el cine de terror venía perdiendo el envión que logró con Scream en 1996, con la mayoría de los estrenos de las grandes productoras intentando copiar al clásico de Wes Craven. Así, financiada con apenas un millón de dolares y de forma independiente, Cabin Fever logró hacer treinta veces su presupuesto en la taquilla mundial. Puso a Eli Roth en el mapa y abrió las puertas de Hollywood a otras producciones de horror de bajos recursos, que comenzaron a ser adquiridas y estrenadas por las grandes compañías. A pesar de usar el mismo guión original que Roth, y de que en lineas generales es exactamente la misma película -por momentos hasta plano por plano- Z decide no incluir muchos de los elementos cómicos de la cinta original. Sin embargo a lo largo del metraje continúan apareciendo personajes que funcionaban como comic relief (el stoner o el policía), pero esta vez despojados de cualquier tipo de comedia e interpretados por gente que se siente fuera de lugar, por lo que se terminan quedando en la mitad entre innecesarios e insoportables. Pero si de insoportables hablamos nada se compara con el quinteto de protagonistas. Todos jóvenes desechables sin ningún rasgo distintivo o alguna cualidad que los vuelva mínimamente interesante. Hasta podríamos cambiar a los actores de personaje y daría lo mismo. Es tanto el desagrado que llegamos a sentir por ellos, que ni siquiera nos interesa si viven o mueren. De hecho, quien prefería contagiarse del virus come carne para terminar con este suplicio es el propio espectador. !Lo que sea con tal de dejar de ver esta pobre excusa de película! Lo mejor que tiene para ofrecer La Cabaña del Miedo es todo lo relacionado al gore, sangre y efectos de maquillaje. Nada revolucionario ni muy diferente a lo visto en la película original, pero junto con la partitura musical a cargo de Kevin Riepl (quien aparentemente estuvo viendo demasiado El Resplandor) son de las pocas cosas que funcionan. Conclusión: La Cabaña del Miedo es innecesaria. Es también una total y completa perdida de tiempo. Nos violenta a tal punto que nos gustaría poder meternos en la película para matar con nuestras propias manos a los protagonistas y así poder seguir con nuestras vidas. No sólo creo que estamos frente a la peor película del año, tampoco dudo que estamos frente a la peor remake de la historia del cine.
Travis Z realiza un remake fastidioso y sin personalidad y esta es nuestra dura crítica a la película. Que no haya demasiado presupuesto, o querer homenajear al género clase B, no equivale a no tener buenas ideas o un argumento sólido. Travis Z se atreve al remake de una película, homónima, dirigida por Eli Roth en el 2002 (entre nosotros un film que pasó bastante desapercibido) y realiza una especie de copy paste mal hecho. En este universo tan visitado del grupo de amigos que va a vacacionar a una cabaña, al realizador no se le ocurre ni una idea nueva. No solo no hay un aporte novedoso, sino que además las actuaciones no convencen y los efectos especiales, a pesar de que estamos en 2016, son demasiado inverosímiles. Sangre y vísceras plásticas que no sugestionan a nadie. Por ahí si la apuesta en la narración era insinuar algo de humor negro, esta artificialidad habría estado justificada, pero la película se toma demasiado en serio. Se nota que la intención final es impresionar y asustar, cosa que no sucede, entonces queda en el limbo de la indiferencia, porque ni siquiera causa gracia en despropósito. Yendo al argumento, como se anticipó en el primer párrafo, es la típica historia de universitarios que se van una semana al bosque en busca de diversión y sexo. Allí, un extraño virus que se transmite a través del agua empieza a quemarlos a piel viva uno a uno. Están los típicos clichés de todo film de horror: los personajes foráneos que ocultan algo, un niño con la extraña conducta de morder y su rostro oculto tras una máscara de conejo, una sheriff trastornada y sexópata…en fin, una galería variopinta de personajes freaks. Pero en este desfile de personas e historias nada se conecta. Pareciera que son elementos aislados sacados del manual del terror y tirados allí sin ningún tipo de relación o cohesión narrativa. Y así quedamos apáticos, tanto en la empatía con los protagonistas, como con el argumento en sí. Lo más rescatable, y que realmente causa tensión, es la banda sonora compuesta por el experimentado Kevin Rielp, lo demás... puro fastidio.
El misterio Eli Roth En 2002 se estrenaba Cabin Fever, opera prima de Eli Roth que tuvo un reconocimiento que para mí aún resulta misterioso, elevando el film rápidamente a la categoría “de culto”. A raiz de su relación con Tarantino haría Hostel tres años después iniciando el corto reinado del torture-porn. ¿Que le vieron a Eli Roth? ¿Por que sigue dirigiendo películas como The Green Inferno o El Lado Peligroso del Deseo o produciendo cosas como El Último Exorcismo: Parte II? Hay enigmas que quizás es mejor no resolver. Lo importante es que Cabin Fever era una película pésima, con una dirección bastante pobre y un desarrollo narrativo irregular. Dirigido por un tal Travis Z y apadrinada por el propio Roth llega la remake de aquel film. De manera impensada, la nueva Cabin Fever (que se estrena como La Cabaña del Miedo) logra ser aún peor que la original. Se necesita cierto coraje o inconsciencia para realizar una película asi después de Tucker and Dale vs Evil (2010) o The Cabin in the Woods (2012), no sólo porque les hayan impugnado todos los chistes sino además porque ambas proponen una consciencia y amor tal por el género que reducen a esta a un ensayo exploratorio realizado por niños de diez años sobre una temática de la que no se tiene ningún tipo de conocimiento. No hay nada rescatable en La Cabaña del Miedo, no hay un sólo motivo para ir a verla al cine. La película se queda, al igual que la original, a mitad del terror y la parodia. Los personajes tienen una paquetería alarmante que sólo es superada por lo inconsistente del desarrollo de su accionar a lo largo del film. Si a esto le sumamos algunas de las actuaciones menos expresivas de la historia del género el combo es completo. He visto cosas peores cuyo objetivo era salir directo a vhs en los 80´s. El puntapié inicial podría haberla emparentado con The Crazies (1973) de George Romero o The Bay (2012) de Barry Levinson pero ambos directores decidieron no tomarse en serio lo que contaban reduciéndolo a un sinsentido cuyo único objetivo es lograr un par de escenas gore que por su tibieza tampoco van a entusiasmar a los amantes de ese subgénero. En fin, no hay nada rescatable en La Cabaña del Miedo, no hay un sólo motivo para ir a verla al cine y eso la hace perfecta para usarla de excusa para ir acompañado y estar 100 minutos a oscuras haciendo cosas más estimulantes. Viéndolo en retrospectiva, quizás ese sea el fin último de todas las películas de Eli Roth.