l huérfano, el tío y el caserón encantado. Probablemente la pregunta que más fuerte retumba en la cabeza de todos a propósito de La casa con un reloj en sus paredes (The House with a Clock in its Walls, 2018) no tenga nada que ver con su reparto, la novela original o la destreza de sus efectos especiales, sino con su director… ¿Eli Roth dirigiendo una película infantil apuntada a la familia? Así las cosas, el director mejor conocido por contar exclusivamente, hasta el momento, con películas clasificadas para mayores de 18 años (Knock Knock, Hostel, Fiebre en la cabaña, etc), se acomoda detrás de cámara para llevar a la pantalla grande una historia basada en la novela de John Bellairs. Lo que acontece se sitúa en la década del 50 y gira en torno a Lewis Barnavelt (Owen Vaccaro), quien es envíado a vivir con su tío Jonathan (Jack Black) tras perder a sus padres en un accidente y quedar huérfano. El tío es un hechicero algo mediocre que vive en una casa repleta de objetos curiosos, la cual habita desde hace poco tiempo a raíz de la muerte del propietario anterior, un poderoso hechicero llamado Isaac Izard (Kyle Maclachan), quien dejó escondido en las paredes de la casa un reloj cuyo tic-tac constante obsesiona a Jonathan, aunque este ignora que se trata de un complejo dispositivo creado por Izard para abrir un portal que pondría en peligro a nuestro mundo. Lewis tiene la difícil tarea de acostumbrarse rápido a su nuevo hogar, su nuevo tío, su nuevo colegio y sus nuevos compañeros, mientras intenta aprender algo de magia. Roth encuentra con facilidad el tono que un relato de este tipo necesita, dotando de profundidad a los personajes y creando para ellos un universo que calza de manera casi perfecta como telón de fondo, lleno de detalles y referencias. Todo exhibe un aire a los años 50 muy bien logrado, pero al mismo tiempo deja espacio para pequeñas peculiaridades que refuerzan el espíritu fantástico de la historia y expanden su área de acción. Cate Blanchett interpreta a la Sra. Zimmerman, vecina y mejor amiga de Jonathan que se vuelve una suerte de figura materna para Lewis. Tanto Black como Blanchett manejan con ductilidad sus roles; sin bien no podemos considerarlos papeles paradigmáticos dentro de sus extensas carreras, la veteranía de ambos les permite transitar este tipo de propuestas casi sin despeinarse. Vaccaro probablemente sea quien menos se luce, su physique du rol se encarga de dar vida a un niño encantadoramente particular, pero en aquellas escenas donde se ve obligado a desplegar un rango más diverso de emociones no termina de convencer; de hecho debe ser el actor infantil que pone las caras más extrañas al momento de llorar en cámara. Promediando el film, la estructura narrativa parece empantanarse un poco, enamorándose demasiado de las excentricidades de Jonathan y Lewis, de la casa y sus secretos, sin avanzar en el momento oportuno a lo siguiente. Por este motivo, el verdadero conflicto de la película arranca un poco tarde y todo se vuelve una carrera a contrarreloj (que ironía) cuyo apuro no otorga al final del segundo acto y el inicio del tercero el tiempo suficiente para explayarse de la mejor forma. Si bien la historia cuenta con el atractivo suficiente para captar la atención de los más chicos y el poder de su diseño de arte se adueña de cada fotograma, la falta de múltiples capas de lectura y algún que otro guiño al público más grande dejan como resultado una obra que descansa en la comodidad de cumplir con lo esperado. Justamente Escalofríos (Goosebumps, 2015) otro film con Jack Black a la cabeza, consigue combinar de forma más efectiva todos esos detalles previamente mencionados, elevando un peldaño más arriba una película que podríamos considerar tan pasatista como La casa con un reloj en sus paredes, solo que esta última elige jugar a lo seguro y bajo ninguna circunstancia se atreve a romper paradigmas ni transgredir el canon del género.
Eli Roth, conocido por su filmografía de terror, destacándose “Hostel”, se embarca por primera vez en la realización de una película infantil, basada en la novela homónima de John Bellairs (1973). “La Casa con un Reloj en sus Paredes” cuenta la historia de Lewis, un niño que acabó de perder a sus padres en un accidente y que debe mudarse con su tío Jonathan a una casa bastante particular. Al poco tiempo descubrirá allí un mundo oculto de magia y hechicería, donde la bondad y la maldad se pondrán en juego. Como dijimos anteriormente, Eli Roth está acostumbrado a realizar historias de terror con violencia explícita y, si bien ésta es una cinta infantil, no quedará ajena a los sustos y a un clima lúgubre y escalofriante, algo que puede llegar a aterrar a los niños. Nos recuerda un poco a la película “Un Monstruo Viene a Verme”, donde el director español J.A. Bayona, que también proviene del terror (“El Orfanato”), nos ofrece un drama de fantasía. Igualmente, en este caso es un film más naif que aquél ejemplo que profundiza una trama más compleja y oscura. De todas maneras, este tinte terrorífico se mezcla con el humor y la fantasía, generando un equilibrio entre cada uno de estos estilos. El humor viene sobre todo a partir del personaje del tío Jonathan, interpretado por Jack Black, quien trae consigo una vasta experiencia en este ámbito. Es el comic relief necesario para contrarrestar la tensión provocada por la historia. También esta comicidad la podemos observar en la relación de amistad que mantiene con el rol de Cate Blanchett, una gran bruja, con la que se llevan como perro y gato, aunque en el fondo sean unidos. El trío protagónico lo completa Lewis, encarnado por Owen Vaccaro, quien compone a un niño con mucha luz y valentía, que aunque lleve a cabo acciones negativas con objetivos individualistas, hará lo posible por remediar la situación. Uno de los puntos altos es sin duda la utilización de los efectos especiales, ya que es el recurso que permite que la historia se pueda llevar a cabo y crear el mundo mágico propuesto. Entre los aspectos técnicos también se destacan la fotografía y una banda sonora que acompaña correctamente. En síntesis, “La Casa con un Reloj en sus Paredes” es un buen ingreso de Eli Roth al género infantil, aunque probablemente no sea para todos los chicos, ya que además de la fantasía y el humor existen varios pasajes con sustos y sobresaltos. Con un buen elenco a la cabeza y destacables efectos especiales, será una buena aventura para ver en los cines.
La nueva película de Eli Roth (Hostel), basada en la novela de John Bellairs, relata la historia del pequeño Lewis Bernavelt (Owen Vaccaro), que tras haber perdido a sus padres en un accidente, debe irse a vivir con su solitario y extravagante tío Jonathan (Jack Black). Sorprendido por el estilo de vida que lleva su tío, Lewis descubrirá un universo totalmente nuevo para él: relojes por doquier, una nueva escuela y compañeros, y la formación de un vinculo muy particular con su tío, y su inseparable amiga Florence (Cate Blanchett). El nudo y desenlace de la película se encuentran ligados al descubrimiento de un secreto que se mantenía oculto, y con la vuelta a la vida de Isaac Izard (Kyle McLachlan), quien está dispuesto a todo para poner en funcionamiento el reloj que tiene la fuerza de terminar el mundo. El personaje de Lewis aporta ternura, y la dupla Black – Blanchett funciona muy bien, con escenas y diálogos divertidos, sin embargo, si bien la película cuenta con elementos técnicos de gran calidad, sobre todo aquellos ligados a los efectos especiales y el diseño de arte, la historia no logra conmover ni atrapar durante su desarrollo, que por momentos se vuelve demasiado extenso. Eli Roth, conocido por ser un director de películas de terror como Hostel y Cabin Fever, entre otras, quiso indagar en el género fantástico, y su labor resultó demasiado pretenciosa: la fusión de lo fantástico, con escenas cómicas, y un trasfondo de “terror” que incluye a un malvado en busca de venganza, termina siendo confusa y forzada. Si bien por momentos entretiene, no alcanza el resultado que se hubiera esperado de la producción y el elenco con los que cuenta “La casa con un reloj en sus paredes“.
Algún desprevenido podría creer que La casa con un reloj en sus paredes es una emulación tardía de Harry Potter, pero lo cierto es que se basa en una novela juvenil de John Bellairs -ilustrada nada menos que por Edward Gorey- publicada en 1973, un cuarto de siglo antes que la primera de la saga de J.K. Rowling. El punto de partida es parecido: el protagonista es Lewis Barnavelt, un niño que luego de quedar huérfano debe irse a vivir con un tío, que habita una mansión encantada y resulta ser un hechicero que lo inicia en los secretos de la magia. El chico no usa anteojos, pero sí unas antiparras antiguas. Aquí no hay otros docentes mágicos: para Lewis, la única referente en la materia, además del hermano de su madre, es la bondadosa vecina, Florence Zimmerman, una bruja caída en desgracia. Y hasta aquí llegan las comparaciones. La casa con un reloj en sus paredes tiene por lo menos dos fortalezas. Por un lado, el elenco: difícil encontrar mejores intérpretes que Jack Black y Cate Blanchett para esa pareja dispareja de magos. El pequeño Owen Vaccaro está a la altura, y siempre es una alegría ver vigente a Kyle MacLachlan, el actor fetiche de David Lynch. Por otro, la imaginería visual: ambientada en los años '50, desde la caracterización de los personajes hasta la gótica casona encantada, con todos sus objetos animados, son deslumbrantes. Quizá la historia, que por momentos se hace demasiado hablada y reiterativa, no esté a la misma altura. Hacía falta un poco más de fluidez narrativa para conectar lo que le sucede a Lewis en el ámbito escolar -bullying- con sus aventuras puertas adentro de la casa y la batalla contra el malvado de la historia. Una historia que, de todos modos, es atractiva.
Basada en la novela de John Bellairs, "La casa con un reloj en sus paredes", es un antecedente tardío de las adaptaciones de novelas fantásticas infantiles sin mucho nuevo que aportar, tampoco mucho que reprochar. Año 2001, el boom literario del momento escrito por J. K. Rowling, finamente estrenaba su primera película "Harry Potter y la piedra filosofal". El éxito de la novela, y de la posterior película nos traería una nueva moda. Incontable cantidad de libros con niños protagonistas descubriendo mundos fantásticos; incontable cantidad de adaptaciones cinematográficas de estas historias, de antes y de después. Hasta una productora, Walden Media, que pareció especializarse en eso. Digamos, hasta la llegada del nuevo boom, el salto de edad, las adaptaciones de novelas fantástico-románticas adolescentes a partir de "Crepúsculo". A diecisiete años de aquel boom hollywoodense, aparece en cartelera "La casa con un reloj en sus paredes", clara deudora de ese cine. Basada en la novela homónima que John Bellairs escribiera en 1973, y que dio inicio a una serie literaria protagonizada por el personaje principal de esta película, más uno que aquí sólo se presenta, su amiga Rose Pottinger. ¿Qué puede distinguir a "La casa con un reloj" en sus paredes del resto de películas de aquella moda? Los más cinéfilos podrán hablar del sello de calidad que le otorga la productora de Steve Spielberg, Amblin; pero principalmente los comentarios apuntan a su director, el hasta ahora sólo conocido por cine de género ligado al gore (tiene films de acción y suspenso, siempre muy sangrientos y de calificación original R) Eli Roth. ¿Cómo abordaría un director de cine de terror una película de tono infantil? ¿Es esto una novedad? Para quienes se pregunten lo segundo, les recomiendo correr ya a ver algo de Joe Dante o John Landis, y son los primeros dos célebres apellidos que vinieron a mi cabeza. Lo cierto es que a Roth, famoso por el hito de la porno tortura "Hostel", últimamente la fortuna no le estaba sonriendo, "Knock Knock" es de esas películas que en el cable recortan un poquito y se eternizan en la programación de la tarde, y "The Green Inferno", levantó más polvareda antes de su estreno que luego de su presentación oficial festivalera. Su versión de "El vengador anónimo" estrenada este año, algunos la catalogan como lo peor de 2018: el público casi no la vió. Entonces, a probar suerte en otras aguas! Son los años ’50, Lewis Barnavelt (Owen Vaccaro) se dirige a casa de su tío luego de sufrir la muerte de sus padres en un accidente. Jonathan (Jack Black) es el tío en cuestión. Un hombre excéntrico, histriónico (sino no sería Jack Black), dueño de una mansión gótica tan peculiar como su dueño. A su lado vive la Señorita Zimmerman (Cate Blanchett), que mantiene una cosquillosa rencilla con Jonathan. Se insultan inocentemente, pero a la vez se admiran y hacen compañía. Como se pueden imaginar, Lewis es el típico outsider. Nunca queda demasiado en claro que sea un ratón de librería, sí se lo nota (no exageradamente) retraído. Lo cierto es que en el colegio lo rechazan, y sólo se hará con la amistad de Woody (Braxton Bjerken) un chico que aspira a ser el presidente de la clase. De inmediato, Lewis nota cosas extrañas en la casa, además de mucho secreteo entre Jonathan y Zimmerman. La verdad no tardará en llegar. Jonathan y Zimmerman son magos, los objetos de la casa tienen vida, y la misma casa está hechizada. Un tercer mago ex compañero, Isaac Izard (Kyle McLachlan) sufrió una conversión a la magia negra, por lo que debió ser derrotado luego de realizar un terrible hechizo. Antes de morir hechizó el lugar y escondió todo el poder para torturar la tranquilidad de Jonathan en un reloj (¿Peter Pan estás ahí?) del que nadie sabe su ubicación dentro de la mansión. Jonathan le irá enseñando a Lewis (que ni siquiera se sorprende mucho ante la existencia de lo paranormal) los primeros trucos para convertirlo en el legado de la magia. Toda esta larga explicación, prácticamente el espectador la sabe a los diez minutos de iniciado el film, lo que queda es ver cómo sucede, y el camino de Lewis. De hecho, el guion escrito por el televisivo Eric Kripke ("Supernatural", "Timeless") parece más el piloto de una serie de Tv al estilo "Sabrina", o "Charmed" – para niños – . En efecto, La casa con un reloj en sus paredes no desborda en originalidad, tampoco es que hace demasiado esfuerzo por lograrlo. Todos los elementos del post Harry Potter están ahí. Jack Black, y en especial Cate Blanchett serán lo mejor de la propuesta, a puro talento y carisma. Black ya se probó en este tipo de películas (como la más lograda "Escalofríos") y aquí repite sus típico personaje con buenos resultados. Por la ambientación de no podemos verlo tocando la batería ni la guitarra eléctrica, pero tiene un saxo. Blanchett es tan talentosa que hasta con un doblaje al castellano se nota que actúa de maravillas. El jueguito entre ambos es lo que distinguirá a esta propuesta. Kyle MacLachlan tarda en aparecer, pero cuando aparece están querible como siempre. Otro buen aporte. Los niños están bien, tienen carisma; al igual que la gran mayoría de los niños de estas películas. Cumplen. Finalmente, el toque Roth quedará apenas para algunas secuencias sobre el final de la película, algo de terror pasteurizado, y poco más. En realidad, lo suyo es más piloto automático que otra cosa. La nombrada "Escalofríos" (que el mes que viene estrena secuela) tuvo mejores resultados en esto de meter terror para chicos; y ni que hablar de los "Gremlins" revulsivos de Dante. Lo que distingue a un maestro como el director de "Pequeños Guerreros" de alguien tan promedio como Roth. Sólo el éxito dirá si "La casa con un reloj en sus paredes" fue el inicio de una nueva franquicia, o es otro intento infructuoso (que los hubo más que aciertos). Con la muestra de este primer film, no es mucho lo que hay para que quede en la memoria popular, ni siquiera para odiarla. Se deja ver, los chicos la pasan bien, los adultos más o menos también; no mucho más.
Desde que las historias empezaron a contarse, sea en el formato que sea, las aventuras siempre tuvieron un lugar predilecto. Relatos de héroes inesperados, luchas contra el mal y viajes sorprendentes. Hay ejemplos que se remontan a miles de años. El cine supo capturar esa esencia y entregar producciones inolvidables. En este aspecto, quizás las más entrañables sean las dirigidas a un público pequeño que todavía no se complica la vida innecesariamente y cada tanto prueba si tiene poderes para mover las cosas. En estos años no salieron tantas que encajen en esta descripción, por eso The House with a Clock in Its Walls es una linda sorpresa que merece ser disfrutada por grandes y chicos.
Esta adaptación de la novela de terror infantil homónima escrita en los años setenta por John Bellairs, cuenta el mágico y escalofriante relato de un niño de 10 años que queda huérfano y debe mudarse a la misteriosa casa de su tío, donde no sólo aprenderá que su excéntrico familiar en realidad es un hechicero, sino que aprenderá el oficio y salvara al mundo de un malvado hechicero. Pero el dato interesante de este film producido por Amblin, la productora fundada en los años ochenta que ha llevado a la gran pantalla películas como Volver al Futuro , Cartas Desde Iwo Jima y Super 8 entre otras, es su director Eli Roth, especialista del suspenso y terror para adultos como sus films Hostel, Knock Knock y Cabin Fever, que se acomoda al género de terror para toda la familia con el atractivo visual suficiente y suspenso justo para captar la atención de los más chicos y grandes con una recreación de época y una mansión espeluznante que ofrece sorpresas en cada esquina. Con las eficaces interpretaciones de Cate Blanchett y Jack Blackadaptándose a la perfección al genero y Owen Vaccaro, dando vida a un niño encantadoramente particular, La Casa con un Reloj en sus Paredes entretiene manteniendo el tono de terror con detalles y referencias de aquellos films ochentosos y al mismo tiempo deja espacio para pequeñas peculiaridades que refuerzan el espíritu fantástico de ese hogar encantado. Ideal para incursionar a los niños -de 11 en adelante- en un relato de terror cuyos personajes gozan de la profundidad justa, excentricidades, secretos, dosis de humor y suspenso.Y de ser posible verla en su versión original con subtitulos, no la versión doblada en castellano.
Lewis es un niño huérfano que se muda a la casa de su tío. Pese a que todo parece normal, ese hogar, su tío y su vecina esconden muchos secretos. El extraño tic-tac de un reloj resonando por las paredes de la casa inquieta al pequeño, lo que lo lleva a intentar descubrir los misterios ocultos. La casa con un reloj en sus paredes (The House with a Clock in Its Walls, 2018) es una película de comedia/ fantasía y un poco de terror, escrita por Erik Kripke y dirigida por Eli Roth (Hostal). Basada en la novela bajo el mismo nombre escrita por John Bellairs. Cate Blanchett y Jack Black junto al novato Owen Vaccaro Con dos grandes nombres en los papeles principales, como lo son Cate Blanchett y Jack Black, es la primera vez que el director decide embarcarse en una cinta “infantil” ya que es conocido por su trabajo en películas de terror o muy violentas. Pero es notable que le cuesta despegarse del género ya que algunas escenas producen algún escalofrío desde los más grandes y especialmente en los más chicos. La historia se centra en el pequeño Lewis (Owen Vaccaro) que luego de quedar huérfano al morir sus padres en un accidente, deberá irse a vivir con su tío Jonathan (Jack Black) a una casa donde la magia y la hechicería son moneda corriente en la rutina diaria. Junto a su vecina la señora Zimmerman,una bruja muy poderosa ,(Cate Blanchett) esconden un gran secreto que no tardará en revelarse. Magia por todos lados Como mencioné anteriormente no es una película del todo infantil ya que existen distintos momentos en donde hasta los adultos nos asustamos, pero mezcla de muy buena manera la comedia con el clima terrorífico. Gracias a la química entre Black y Blanchett y su relación de amor-odio, se hace bastante llevadera. Los efectos especiales son una mina de oro para los más pequeños y no hacen abuso de ellos para la vista de los adultos, la banda sonora acompaña muy bien y nos pone a tono con principalmente en las escenas de tensión. Aunque no sea una opción muy factible para los más pequeños debido a los sobresaltos, es una buena opción para reír y pasar un buen rato.
A muchos cinéfilos les llamará la atención que esta película de aventuras para la familia sea dirigida por Eli Roth ( “Bastardos sin gloria”, “Hostel”) que se mete por primera vea en este desafío y se adapta rápidamente a las exigencias del guión de Erik Kripke basado en la novela de John Bellairs. Una trama fantástica, con una casa encantada a la que llega un huérfano para vivir con su ocupante, un mago obsesionado con el tema del título. En realidad, un truco peligroso de su ex socio muerto que, se sabrá después, pone en peligro a toda la humanidad. Pero mientras tanto, entre la diversión y la aventura muchos trucos, y la adaptación de un chico a su familia ensamblada, a sus compañeros de colegio y a su destino de nerd, que elude con ayuda de ilusionismos aprendidos y prestados Por algo el tío en cuestión es un brujo no tan poderoso como quisiera y su compañera una hechicera en desgracia. La casa y los efectos especiales son vistosos y divertidos, la dirección de arte, con ambientación de los años cincuenta es una gloria de maderas, dorados barrocos con juguetes, muebles y objetos curiosos. El tono esta en la aventura, el peligro no asusta y siempre está a mano el humor, aún en los momentos más tensos. Dos actores como Jack Black y Cate Blanchet aportan su talento al servicio de este film que cumple con el entretenimiento y promete, seguramente, el comienzo de una saga.
Eli Roth prueba con el cine infantil en la adaptación del best seller del mismo nombre construyendo una lavada versión que sólo se rescata por la interpretación de los protagonistas. Hay un universo potente y una narración que maneja un tono entre el humor y el drama que termina debilitando las premisas con las que arrancaba.
Terror para primerizos Nuevo exponente del negocio de hacer películas basadas en novelas infantiles que abrevan en el imaginario de la literatura y el cine de terror gótico, pero pasteurizadas por el filtro de la comedia, La casa con un reloj en sus paredes es además el primer trabajo apto para todo público de Eli Roth, conocido por una filmografía construida entre el terror, el gore y el humor negro. La apuesta de ponerlo a dirigir una película para chicos era fuerte y a priori la volvía un objeto digno de curiosidad. ¿Hasta dónde se permitiría llegar Roth, amante de poner en escena descuartizamientos y torturas con detallismo explícito, a la hora de contar un cuento de terror infantil? O más aún, ¿hasta dónde lo dejarían ir? Lo cierto es que llega lo suficientemente lejos como para que Una casa con un reloj en sus paredes pueda representar para muchos chicos algo así como “mi primera película de terror”. Los recursos a los que se les echa una mano en este caso no difieren demasiado de los que se usan en general para contarles cuentos de miedo a los chicos. Para generar empatía en estos casos se coloca a un nene como protagonista, si es huérfano mucho mejor. Y si este tiene que mudarse a lo de un tío al que casi no conoce y que vive en un viejo caserón gótico, entonces cartón lleno. Que esta vez el tío esté interpretado por Jack Black (quien ya conoce el género por haber sido protagonista de Escalofríos, película con demasiados puntos de contacto con esta), garantiza que la cuota de payasadas estará cubierta. La casa por supuesto está encantada, pero en principio resulta amistosa con su nuevo y pequeño morador. Algo cambiará. Roth aprovecha bien estos elementos para jugar con el gran miedo de cualquier chico: perder a mamá y papá. La sensación de desamparo al llegar a la vieja casa representa el primer momento tenebroso. Pero el director también hace un buen uso de Black, cuyo personaje evitará que la cosa termine de ponerse sombría, al menos al principio. Por supuesto no se trata de una película novedosa, sino de una que justamente aprovecha ciertos códigos clásicos para definir las fronteras del territorio en el que se desarrollará su historia. Será en la búsqueda del pequeño protagonista por sobreponerse a su repentina soledad que deberá enfrentarse a los fantasmas que él mismo acabará liberando. Es ese segmento de la película el que tal vez represente para los pequeños espectadores el desafío de sus primeros sobresaltos en la oscuridad del cine. Eli Roth sabe cómo provocar miedo y acá parece disfrutar de andar asustando niños. Por supuesto, no se trata de nada que vaya a dejar traumado a nadie: la película, se dijo, es ATP y siempre se mantiene dentro de ese límite. No hay nada en La casa con un reloj en sus paredes que la mayor parte de los chicos del siglo XXI no hayan visto ya en otra parte. Ahí se encuentra también su mayor debilidad.
Cuando uno imagina al director ideal para la adaptación de la novela fantástica de John Bellairs -sobre un niño huérfano que debe vivir en una tenebrosa mansión con su extravagante tío-, la imagen de Eli Roth ( La cabaña del miedo, Hostel) difícilmente sea la primera que aparezca. Su cercanía a un terror concreto, visceral, que se sumerge en el gore y en la angustia, lo convierte en una elección atípica y arriesgada. Hay que decir que sale bastante airoso: construye un relato lleno de ingenio y simpatía, en el que conviven calabazas de sonrisa diabólica, relojes de permanente tic-tac y villanos de mascarada escalofriante con las aventuras de un chico que descubre una familia improvisada y se sumerge en los miedos y los desafíos del final de la infancia. Roth condensa las claves del horror gótico en los colores heredados de la casa Hammer, con sus cortinados y candelabros, con puertas que se abren con chirrido, con vientos sorpresivos y pasadizos secretos. Jack Black explota su energía desbordante, que casi lo convierte en un personaje de animación, y Cate Blanchett, vestida de púrpura, se desliza por la escena como siempre, como si todas las películas fueran hechas para ella. Si soltar del todo ese aire de teatro de lo macabro, entre el humor que exige conquistar un público infantil y alguna parodia autoconsciente para los adultos, la película logra un equilibrio disfrutable.
Detrás de las paredes Lewis (Owen Vaccaro) es un niño huérfano que tras la muerte de sus padres se muda a la casa de su tío Jonathan (Jack Black). Pese a que todo parece normal, ese hogar, su tío y su vecina, la señora Zimmerman (Cate Blanchett) esconden un secreto: son magos. Cuando Lewis se entera hará todo lo posible para adentrarse al mundo de la magia, pero no todo es alegría en ese extraño hogar. Un desesperante tic-tac de un reloj resuena por las paredes de la casa que inquieta al pequeño y a su tío, lo que lo lleva a intentar descubrir los misterios ocultos que estarán involucrado con el fallecido mago Isaac Izard (Kyle MacLachlan), antiguo compañero de Jonathan. Sus descubrimientos desembocan en un reloj oculto que puede provocar la destrucción del mundo si no logra detenerlo a tiempo. La casa con un reloj en sus paredes logra destacarse en tres aspectos. El primero y más obvio es el nivel actoral de Jack Black y Cate Blanchett que logran generar una gran química con dos personajes con personalidades tan opuestas. La segunda es en lo visual. Por un lado, la ambientación de los años 50s y por el otro los efectos especiales tan bien logrados. Por último se destaca la fantasía, el terror juvenil y toques de humor presentes que forman un equilibrio entre estos estilos. El punto flojo se encuentra en la tardía llegada al punto de conflicto, estirando bastante todo lo previo, incluyendo algunas escenas repetitivas que no aportan a la trama y otras habladas por demás. Es inevitable, a pesar de varias diferencias, asociar la historia de La casa con un reloj en sus paredes con la saga de Harry Potter, sobre todo por las características del protagonista, un niño huérfano, que intenta convertirse en mago. Sin embargo, hay que rescatar que esta película esta basado en una novela homónima publicada por el autor John Bellairs en 1973 (2 décadas y medias antes de la saga de J.K. Rowling) como el comienzo de una saga de libros que la lleva mas de 12 volúmenes. Quien se encuentra detrás de cámara es el director Eli Roth que, con más o menos éxito, quiere demostrar que puede encargarse de un amplio abanico de géneros al tener en su haber películas de terror como Hostel (2005), de acción como Deseo de matar (Death Wish, 2018) y ahora de una fantasía dirigida a espectadores infantiles. La casa con un reloj en sus paredes es una película ideal para que los más chicos comiencen a adentrase al mundo del genero de terror en un marco fantasioso y con el humor acorde para llamar su atención.
El director de cine, actor, productor y escritor estadounidense Eli Roth es conocido por incursionar en el género del terror y la violencia explícita (“El payaso del mal”, “Hostel 1 y 2”), en esta oportunidad ingresa en el mundo de la fantasía, con un corte para toda la familia, pero aquí algunas escenas son gore, tiene momentos siniestros, espeluznantes y referencias a la guerra mundial, quizás a los más pequeños los puede impresionar y sobresaltar, con ciertos toques de Tim Burton y del film “Escalofríos”. También le podemos encontrar una pequeña similitud a Lewis con los comienzos del joven Harry Potter, porque Lewis intentará aprender la magia que utiliza su tío. Los protagonistas se divierten y son estupendos, con grandes actores como Jack Black (Jumanji: Bienvenidos a la jungla”), Cate Blanchett (Ocean’s 8: Las estafadoras”) son sobresalientes y el joven actor Owen Vaccaro (“Guerra de papás 1 y 2”) quien se encuentra bien resguardado por esta dupla, nos encontramos con buenos trucos visuales, un sillón con movimientos, figuras que se mueven solas, reflejos y objetos especiales, una buena dirección de arte y ambientación. Un humor agradable, tiene fantasía, pura diversión y se puede transformar en una saga.
Extraña propuesta ¿para chicos? a cargo del director de Hostel y Knock knock, Eli Roth, que deja el festival de crueldades para mayores por una apuesta en la que la magia -negra- se cruza en la vida del niño protagonista. Huérfano, solitario y nerd, el pequeño Lewis, aficionado a los diccionarios y las palabras difíciles, tiene que ir a vivir con su tío, el excéntrico Jonathan (Jack Black, robándose el show as usual), ocupante de la casa encantada del pueblo, que comparte con su amiga y socia, Florence Zimermann (la extraordinaria Cate Blanchett). La casa no sólo está encantada sino que guarda secretos oscuros, como irá averiguando Lewis, mientras supera el terror inicial y comienza a desarrollar un vínculo con su nueva y extraña familia. Los hechizos, además, tienen origen en el dueño anterior de la mansión, un mago tan famoso como siniestro (el lyncheano Kyle MacLachlan, todos de pie). Es en esos vínculos, y en la relación entre Black y Blanchett, están algunos de los mejores momentos de esta mezcla de comedia negra familiar y pequeño film de terror para chicos. A ver: no muy chicos, porque se van asustar en serio, con algunas secuencias que incluso parecen algo pasadas de rosca en el nivel de truculencia, teniendo en cuenta el target. La casa con el reloj en las paredes no ofrece grandes novedades, y aunque es visualmente atractiva, con efectos impecables, parece deudora de un puñado de referencias que vienen inmediatamente a la cabeza, y a las que en muchos casos guiña directamente, de Harry Potter a Miss Peregrine. De todas formas, la gracia de su elenco y la humanidad que transmite esta curiosa especie de familia Adams llevan el relato a buen puerto, con buen humor y terror.
Una película que pretende combinar cosas y que termina estrellándose con sus ganas de mezclar géneros. No se termina de decidir su camino a tomar. En 1973, el autor estadounidense John Bellairs publicó una novela juvenil con tono gótico con el nombre de “La Casa Con Un Reloj en sus Paredes” (The House with a Clock in Its Walls). Esta novela, es la primera de una trilogía que cuenta las aventuras extrañas de Lewis Barnavelt, un niño que quedó huérfano cuando sus padres murieron en un accidente de auto. Tras el trágico suceso, Lewis tuvo que irse a vivir con un tío que nunca había visto y que en la reputación familiar nunca estuvo bien considerado, sobretodo por su particular gusto por la magia. Bajo esta premisa y con la dirección de Eli Roth, llega esta transposición en la que veremos los inicios de la historia y la primera aventura de Lewis (Owen Baccaro) cuando se encuentra con su tío Jonathan Barnavelt (Jack Black) y su vecina, sumamente peculiar la Señorita Zimmerman (Cate Blanchet), en la maravillosa y tenebrosa mansión en la que él habita. Lewis, descubrirá que su tío y su vecina son magos y ambos están tras los pasos de una antigua maldición que el dueño anterior de la casa, el poderoso hechicero Isaac Izard (Kyle MacLachlan), hizo para poder dominar al mundo. Así Lewis deberá lidiar con los problemas básicos de un chico de 10 años en la escuela y los problemas domésticos, como hablar con sillones, prevenir el Apocalipsis tener de mascota a un Grifo hecho de hojas. Así de disparatado como suena, resulta ser el producto final. La película en sí pretende combinar géneros tan diferentes como fantasía, terror, comedía, y ninguna termina predominando y deja una sensación de que el eje estuvo mal fijado. El guión es de lo más normal, una típica historia que sirve como plataforma inicial para luego formar una saga de películas, así como en sus propios libros. Lo que si es extraño, es que teniendo a Jack Black, en ningún momento la película sea graciosa, si bien lo intenta en reiteradas oportunidades y es más, casi constantemente en el que el actor aparece en pantalla, no logra hacer reír casi nunca. El tono de la película es mucho más oscuro de lo que se estima, pero la estética tiene algo muy parecido a Escalofríos (Goosebumps, 2015) película que también protagonizó Black y que terminó dejando muchísimas dudas. La peli tiene aspectos visuales bastantes interesantes, pero transita permanentemente por una delgada linea, en la que a veces cae en pasarse con efectos de CGI. No es necesario que para hacer trucos de magia “simples” se hagan por computadora o ilusiones menores, que ya de por si no abundan, quizás con un poco más de efectos prácticos, le hubiese dado a la peli un salto de calidad. Las actuaciones no pueden evitar la carencia de alma que tiene la película. En el caso de Cate Blanchet, el film no explota todo lo bueno que puede dar la actriz. Teniendo un rol totalmente secundario, en los momentos que ella participa decididamente se nota una pequeña mejoría en el andar de la peli. ¿Por qué usarla tan poco si da un toque distintivo tan notorio? Podrían haber explotado todo su talento de mejor modo. En cuanto al joven Owen, da una interpretación fiel de su papel, pero hasta ahí nomas. Su mejor parte se puede ver cuando le toca interactuar con los aspectos de fantasía, porque su personaje en cuanto a los aspectos más “normales” como ir a la escuela, no generan empatía o gracia ni ningún tipo de sentimiento. Otro que puede estar en el grupo de los destacados, es Kyle MacLachlan, el Agente especial Dale Cooper de Twin Peaks (1990-2017), cumple con su trabajo de muy buena manera y la única parte que parecería ser para asustarse, viene gracias a él y gracias a un buen acierto del director a la hora del look de su personaje. En una película que pretende combinar cosas de Harry Potter, Los Locos Addams y Escalofríos que termina estrellándose con sus ganas de mezclar géneros y no se termina de decidir su camino a tomar. Aún así, para pasar el rato y olvidarse de los problemas, está bien. Eli Roth, quien supo ser un gran actor, recordado entre otras por su participación en Inglorious Bastards (2009), deberá tener en claro que para una adaptación de un libro, se deben tener más cosas en cuenta que seguir al pie de la letra las paginas del material original, hay que tener un sello propio y un toque de originalidad. ¿Habrá secuela? Solo queda esperar a los números que a Hollywood mas le importan, la taquilla.
Curioso y más curioso, como diría Alicia: otra película que toma tópicos más o menos terroríficos y los retrata desde un punto de vista infantil. Aquí en realidad el material de base es una novela juvenil, y el ambiente recuerda films como las primeras Harry Potter o Escalofríos (con la que comparte además la presencia de Jack Black). Hay un par de magos, una casa embrujada con cierta peculiaridad, hechizos y una invasión de muertos vivos. Pero hay, sobre todo, un chico que trata de reencontrar a un amigo de infancia, y que atraviesa el mundo de la maravilla para aprender cómo. Aunque parece extraño que el realizador sea Eli Roth -especialista en terror sangriento y ultraviolencia-, es necesario aclarar que esas películas como Hostel o Cabin Fever -o sus colaboraciones con Tarantino- son parte de un juego con la fantasía que aquí solo cambia de tono o nivel, pero que abrevan en el mismo humor sobrenatural y un poco sardónico. No falta ternura y la dupla Black-Blanchett realmente entiende lo que está haciendo y lo disfruta.
Aunque esté basada en una novela de 1973, ninguna ingenuidad hay al momento de elegir una trama que combine a un niño huérfano con magos que lo inician y un villano inmaterializado. El link a Harry Potter es obsceno, un maleficio que le impide a La casa con un reloj en sus paredes emanciparse e imponerse como una propuesta seductora. Su director, Eli Roth, tampoco se esfuerza por marcar la diferencia. Ya la elección es curiosa: Roth se destapó con Hostel (2005) y desde entonces se movió por terrenos truculentos aunque sin demasiada rabia (Infierno verde es Holocausto caníbal para escolares y Toc toc es Funny Games para puritanos). En este filme el registro oscila entre lo cómico y lo fantástico, con algunas pinceladas tétricas trazadas con culpa y disueltas con aguarrás para lograr una calificación ATP. Más allá de una trama gastada por otras sagas de magos, el mayor problema de Roth es incursionar en la fantasía sin poder filmarla con la audacia correspondiente. El personaje de Jack Black en un momento dice “aquí no hay reglas”, y quien menos lo escucha es el director, estructurando la narrativa bajo un esquema despersonalizado. ¿Fue un trabajo por encargo? Entonces el desafío hubiese sido darle una impronta del mismo modo que supo hacerlo Alfonso Cuarón con la tercera entrega de Harry Potter. Existen, también, ondulaciones de géneros y esto es clarísimo en la tríada protagónica: por un lado tenemos a Jack Black abusando del slapstick y la morisqueta; será el encargado del humor. Luego está Cate Blanchett destilando dinastía en piloto automático (jamás le hará falta a Cate Blachett actuar glamour); sobre ella recae la fantasía. Finalmente tenemos al pequeño Owen Vaccaro, el huérfano que deberá lidiar con el dramatismo de la historia. ¿Qué sucede con el elenco? Jamás actúan en la misma película y por contraste sus habilidades se anulan. Eli Roth no sólo se revela como un alquimista torpe en la dirección de actores, su manera de filmar la magia es triste y conservadora, una puesta en escena prácticamente hecha para comodidad del área de efectos especiales.
Con el estreno de “La casa con un reloj en sus paredes”, basada en la novela homónima “The House with a Clock in Its Walls” (1973) de John Bellairs, Eli Roth (“Hostel”, 2005, “Cabin Fever”, 2012), que además produjo varias series, películas entre terror y thriller psicológico, incursiona por primera vez en un filme fantástico y de terror para preadolescente, en el cual se reserva un personaje para él: Conrade Ivan. Eli Roth desde sus comienzos está habituado a dirigir y producir historias de terror violentas, gore y de humor negro, y, si bien ésta es una película familiar, y carece de esos elementos, no quedará ajena a la truculencia, los sustos y a un clima escalofriante, que puede llegar a asustar a los más pequeños. El filme recuerda un poco a “Un monstruo viene a verme”, (J.A. Bayona – 2016, (“El orfanato”, 2007), una fantasía que también proviene del terror. “La casa con un reloj en sus paredes” es un filme basado en un cuento sobrenatural ambientado en 1955 en New Zebedee, Michigan (una ciudad con su propia mansión embrujada). Su protagonista es un huérfano Lewis (Owen Vaccaro) que es adoptado por su divertido tío Jonathan (Jack Blak), un brujo que ocupa esa mansión gótica, mezcla de castillo y casa destartalada, quje cuando no está tratando de encontrar la fuente del amenazante tic-tac que emana de las paredes, está intercambiando insultos agradables con la bruja de al lado, Florence Zimmerman (Kate Blanchett, “Cenicienta”, 2015). Todo gira en torno a una extraña historia que involucraba a los anteriores residentes de la mansión, un malvado mago llamado Isaac Izard (Kyle MacLachlan) y su esposa Selena (Renée Elise Goldsberry) que murieron, o desaparecieron, hacía un año, al intentar crear un mecanismo que de alguna manera podría causar estragos en las fuerzas del tiempo. La pareja maléfica desapareció, pero el traicionero reloj quedó, escondido en algún lugar dentro de la casa, y aunque Jonathan trató de taparlo con docenas de otros relojes no lo logró y, a altas horas de la noche, Lewis puede oír el inconfundible sonido del fin del mundo acercándose. Por otra parte Lewis trata de investigar las bases de la hechicería y descubre que no se requiere de ningún talento especial, sólo la voluntad de estudiar, lo que produce montones de hechizos que se resuelven entre el éxito y el fracaso que tienen poco que ver con la dirección final de la trama. “La casa con un reloj en sus paredes” entra en el mundo del cuento de horror y misterio, en el que se abordan temas a través de los cuales un chico puede canalizar sus conflictos existenciales. Mediante este tipo de cuentos se le ofrece al niño una nueva gama de dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo. Así mismo, se les permite (a los niños) estructurar sus propios ensueños y canalizar mejor su vida a través de las imágenes que se transmiten a través de un mensaje, y es que la lucha contra las serias dificultades de la vida son inevitables, a la vez que lo enfrenta con los conflictos humanos básicos, como son la muerte, la separación, el envejecimiento, entre otros. También los obliga a encarar caracteres totalmente opuestos (bueno- malo, feo- bonito….) con la idea de que pueda comprender más fácilmente la diferencia entre ambos. Esto le va proporcionar finalmente una decisión básica sobre la que se construirá todo el desarrollo posterior de la personalidad que este tipo de cuentos sugiere. El género tiene orígenes antiguos, que fueron reformuladas en el siglo XVIII como Gótica de terror, con la publicación de la “Castillo de Otranto” (1764) por Horace Walpole. El género de horror sobrenatural tiene sus raíces en folclore y las tradiciones religiosas en la muerte, la vida futura, el mal, lo demoníaco y el principio del mal encarnado en el Diablo. Estos se manifestaron en las historias de las brujas, vampiros, hombres lobo, fantasmas, y los pactos demoníacos como el de Fausto. Todos estos elementos son posibles de encontrar en “La casa con un reloj en sus paredes”, que más allá de ser un filme que se sostiene más por los efectos especiales y su atmósfera estrambótica que por la propia historia, no deja de ser interesante para iniciar a los niños en la catarsis que representa el mundo onírico, con todo lo sobrenatural y siniestro que posee.
Una experiencia interesante que solo puede suceder cuando se junta a Jack Black con Eli Roth y Eric Kripke.
Critica emitida por radio