Del director Eitan Tzur nos llega el film franco-israelí La Infiel, un drama intimo a primera vista, pero que enmascara un thriller psicológico con altas dosis de comedia negra que por momentos recuerda al cine de los hermanos Coen. Amor, culpa y algo más Ilan Ben Natan es un exitoso profesor de astrofísica de 58 años que enseña en la universidad de Universidad de Haifa y ocasionalmente aparece por televisión. Está casado con Naomi, una bella mujer varios años más joven que él. A pesar de su devoción hacia ella, Naomi lo engaña y al descubrir esta relación extramatrimonial de su esposa, comienza a maltratarla psicológicamente. Pero cuando finalmente decide confrontar al amante, en un actor de locura terminar por asesinarlo. Así, mientras intenta cubrir sus pasos, Ilan tendrá que lidiar también con las consecuencias de sus actos. Mucho más que un simple drama Una vez terminada la función me tomo un poco de tiempo procesar lo que acababa de ver. Esto no se debe La Infiel sea una película imprescindible en la vida de cualquier cinéfilo, pero si es un film digno de ser apreciado por lo que es. Podemos ver a La Infiel como una película chiquita, íntima. Un drama que, como muchos otros, reflexiona sobre el amor y la culpa. Esta lectura no sería errada y quienes vayan en busca de una película mal llamada de “cine arte”, no saldrán defraudados. Pero en mi opinión el gran acierto de La Infiel, y por consiguiente de su director Eitan Tzur, está en lo que corre más por debajo, oculto entre los tiempos muertos, los planos fijos y el poder de las miradas. Allí escondido hay un guión y personajes que haría que los hermanos Coen se babeen sobre el material original y que recuerda a films como Simplemente Sangre, uno de sus primeros trabajos. Quizás la película no posea una gran riqueza visual. Está filmada en digital y tiene un “look” un tanto casero. Pero el guión escrito por Eitan Tzur (basado en su propia novela) hace un gran trabajo trasladando una historia trillada a la pantalla. La primera media hora del film nos recuerda mucho (quizás hasta demasiado) a Infidelidad, aquella película con Richard Gere y Diane Lane que a su vez era una remake del opus francés La Mujer Infiel del gran Claude Chabrol. Pero luego de que el marido engañado mata al amante de su esposa La Infiel toma un giro algo inesperado. Si bien la trama nos termina llevando por el lugar que imaginamos, es el accionar de sus personajes lo que impone nuevos matices a la historia. Aun con sus tiempos y su sensibilidad bien diferenciada del cine hollywoodense, La Infiel se torna en un thriller psicológico con altas dosis de comedia negra que se apoya fuertemente en personajes bien escritos, grandes actuaciones y en escenas dirigidas con oficio. Conclusión La Infiel es una historia filmada hasta el hartazgo. Pero aquí funciona gracias a un guión inteligente que siempre logra escaparle a obvio, de la mano personajes brillantemente retratados y sobre todo con escenas y situaciones macabras que nos sacan una sonrisa culposa cuando menos lo esperamos. Una mezcla casi perfecta entre cine arte y cine de género.
Dolorosa belleza Los hechos tienen sus consecuencias y así seguirá siendo hasta el final de los días, por más que, a veces, el hombre lo olvide. Nuestra conciencia siempre estará bien presente para dejarnos la correspondiente factura sobre la almohada, a la hora de irnos a dormir. La infiel (Hitpartzut X, 2010), el thriller psicológico dirigido por el israelí Eitan Zur, nos muestra la pronunciada pendiente en picada que toma la vida de un hombre gracias a decisiones que no toman más que segundos en concretarse, pero que luego vivirán en él, sencillamente, hasta que él deje de hacerlo. Ilan Ben Natan (Yossi Pollack) es un reconocido profesor de astrofísica de 58 años que enseña en la universidad de Haifa. Está casado con Naomi (Melanie Peres), su joven esposa, de quien comienza a desconfiar tras las llamadas sin respuesta y su demora en las llegadas a casa. Ilan, finalmente confirma la sospecha de que le estaba siendo infiel con otro hombre y él, hundido en la angustia y la confusión, toma cartas en el asunto y deja de hacer la vista gorda. El realizador Eitan Zur incursiona, aquí, por primera vez en la pantalla grande tras haber cosechado un gran éxito en la televisión con la creación y dirección de shows y episodios de series como Be Tipul, conocida en occidente por la adaptación de HBO, la estadounidense In Treatment. La infidelidad no es un tema que se caracterice por escasear en el cine, claro está. Sin embargo, allí no hace foco La infiel. De alguna manera, le quita importancia, quizás por su obviedad, al hecho en sí de que una bella rubia de treinticortos años engañe a un docente que la dobla en edad, que vive bien, pero no parece aspirar a mucho más que eso, y hoy no es más que un hombre que se cansa al caminar y vive de su pasado. Eitan Zur nos introduce en el oscuro mundo de la propia conciencia, del instinto que lleva a una persona a realizar, por miedo a perder lo que es suyo, un acto que después lo inundará de culpa. La intriga y el suspenso respiran un poco con la sola presencia de la madre del profesor Ben Natan, interpretada por Orna Porat, a la que odia recurrir cuando más necesita de alguien. No sólo sus líneas son hilarantes, sino que éstas en combinación con su gestualidad y la negación de que su hijito ya tiene casi sesenta años, le brindan una delicada cuota tragicómica al film que funciona. La tragedia y la comedia tienen fronteras mucho menos demarcadas de lo que dejan vislumbrar a primera vista. Y de esta delgada línea divisoria, a través de pequeñas situaciones o a veces sólo comentarios, se vale el film para contar la historia de un hecho trágico. Desde el aspecto técnico, la película cumple, aunque la imagen, tanto en composición como en el montaje, podría haber logrado un mayor aporte a lo narrativo. La historia nos mantiene expectantes hasta el final y el desenlace le da una vuelta de tuerca al menos interesante a un nudo cuyo modo en que se desanudaría no quedaba del todo claro. En esta primera experiencia cinematográfica, el principal logro del debutante israelí es el vasto desarrollo introspectivo del protagonista Ilan Ben Natan, quien, con una convincente actuación, nos ofrece un genuino retrato del remordimiento humano y su consiguiente desamparo espiritual, cuando la distancia entre el amor y la locura se desvanece.
El eterno dilema de la moral Ilan (Yossi Pollak), un distinguido profesor, es extremadamente celoso de su bella y joven esposa Naomi (Melanie Peres), más aún una vez que descubre que ésta tiene un amante. Este es el núcleo del que se nutre La Infiel, del israelí Eitan Tzur. En función de esta breve introducción, se podría pensar que el film de Tzur tiene las características para -al menos- ser un thriller interesante. Pero lo que indica la realidad es que este drama no genera suspenso, lo que hace que la historia sea excesivamente lineal y predecible. La falta de sorpresa y creatividad que arrastra La Infiel también se ve reflejada en lo obtuso de sus dos protagonistas, tanto Pollak como Peres crean personajes tan poco carismáticos que hacen que la narración se pierda en una laguna actoral. Pero dentro de este mismo apartado, si hay algo que hace que la película salga de su intrascendencia es el personaje de la madre de Ilan (Orna Porat), quien a partir de sus breves apariciones mantiene vivo al relato. Su personaje se maneja en oposición a los demás y al film en sí: es quién aporta el humor negro y descontractura un poco el drama, que por momentos se torna un tanto denso...
Por ahí estoy exagerando, pero no es común que lleguen a nuestras salas films israelíes que escapen al inmenso e inabarcable tema del conflicto entre ese país y Palestina; películas que muestran a una sociedad actual y cosmopolita, como la que se ve en La Infiel, drama con toques de thriller y suspenso que sorprende por este y otros motivos. El primer dato a tener en cuenta es que su director es Eitan Tzur (también conocido internacionalmente como Eitan Zur), un realizador con basta experiencia en la creciente televisión de Israel y que hace aquí su debut cinematográfico (la película data de 2010, y hasta la fecha sigue siendo su única incursión al largo). Tzur es uno de los directores de la multipremiada Be Tipul, que primero se adaptó a los Estados Unidos como In Threatmen y luego desembarcó en otros países entre ellos Brasil y Argentina con le excelente En Terapia que aguarda su tercera temporada para el año entrante. Esto no es algo menor, si hablamos de una serie centrada en sesiones de psicología, de historias que indagan en lo que sucede internamente a los personajes, algo (mucho) de eso hay en La Infiel. No conviene que adelantemos mucho de su historia, tan sólo una introducción, Ilan (Yossi Pollack) es un casi sexagenario profesor universatario de Astrofísica, al que los años le pesan, reniega de varias cosas, en general de la vida, y está casado con Naomi (Malenie Peres) una mujer a la mitad de su edad, que destila belleza, encanto, como así también indiferencia. Si somos un poco suspicaces y sabemos leer el título local, podremos advertir que Ilan sospecha que Naomi lo engaña, no puede localizarla, rara vez sabe dónde está, y la mujer no parece prestarle demasiada atención; Ilan primero se obsesiona con saber la verdad, con descubrirla, y una vez que comprueba la infidelidad comienza su otra obsesión. La infidelidad es un tema que ya se tratado desde que el cine es cine, es más, el film de Adrian Lyne Infidelidad con Richard Gere, Diane Lane, y Olivier Martinez tiene alguna similitud con este. Pero Tzur y su guionista Edna Mazia ponen el foco en otro lado, la infidelidad pareciera ser un puente, una excusa, para tratar otro tema, la responsabilidad de nuestros actos, el obrar impulsivamente durante un segundo y la eterna culpa posterior. La banda inglesa Genesis nos hablaba en su canción Dreaming While You Sleep de una culpa mortal que seguiría hasta el momento en que nos moramos... y, aunque trate de un casi diferente, esa sería una buena banda sonora para esta película. Mazia y Tzur se meten en la psicología de Ilan, lo analizan, y de mientras hacen que el espectador reflexione sobre lo que ve y sobre sí mismo, sobre cómo actuaría. Hay muchísimos aciertos en La Infiel, Yossi Pollack nos entraga una interpretación magistral llena de matices, lo mismo sucede con la legendaria Orna Porat como Kitty, la madre de Ilan, el respaldo o comic relief del asunto, cada una de sus apariciones despertaran más de una sonrisa entre el general clima de angustia. Lamentablemente, Melanie Peres, de cierto parecido a Gwyneth Paltrow, aporta poco más que su encandilante belleza y queda algo deslucida entre dos tamaños actores. De factura técnica cuasi televisiva, no va a sorpfender estéticamente, pero tal vez tamppoco lo necesite, es La Infiel un trabajo de guión y de estructura narrativa, atrapa al espectador desde el principio y no lo suelta enmarañándolo cada vez en los retorcidos lugares de la culpa. Una película digna de ser apreciada.
El director israelí Eitan Tzur, de amplia experiencia televisiva (fue uno de los responsables de la versión original de la serie En terapia ), debutó en el cine con un thriller psicológico que aborda en primera instancia un tema bastante remanido (la infidelidad en el matrimonio), pero que pronto deriva hacia aspectos bastante más inquietantes. El film arranca con Ilan Ben Natan (Yossi Pollak), un reconocido profesor de astrofísica de 58 años, dando clase sobre las características de las estrellas en la Universidad de Haifa. El protagonista está casado con la bellísima Naomi (Melanie Peres), una ilustradora de libros tres décadas más joven que él. Cuando ella empieza a regresar cada vez más tarde al hogar, su marido empieza a sospechar. Un día, la sigue y descubre que tiene un amante, al que terminará asesinando y enterrando. Todo eso transcurre en los primeros minutos del film, ya que en verdad la película dedica casi toda su narración a indagar en los efectos de aquel crimen. Si bien siempre está latente la intriga respecto de si el protagonista será descubierto o no (su esposa, en medio de un estado depresivo, empieza a sospechar y, para colmo, su mejor amigo es policía), La infiel termina por convertirse en un implacable ensayo sobre la culpa y la mentira. Y, en este terreno, adquiere cada vez mayor incidencia el personaje (secundario pero vital) de la madre posesiva y manipuladora de Ilan (la veterana y mítica actriz de teatro Orna Porat). Así, lo que en principio parecía un mero reciclaje del típico triángulo amoroso resulta en definitiva una mirada punzante y despiadada sobre los aspectos más enfermizos y destructivos de una relación de pareja. Una más que digna ópera prima de una cinematografía poco conocida en la Argentina, como la israelí.
Un drama de celos que pierde el rumbo “Si no querías que me metiera, ¿para qué viniste?”, le dice, con toda lógica, la octogenaria larga Oded a su hijo sesentón, a quien tras cometer un acto aberrante –uno de esos que cualquiera mantendría en secreto, sobre todo de la mamá– no se le ocurrió nada mejor que venir a contárselo a quien le dio la vida. Que es, como queda dicho, una idische mame. Y de más de 80, encima. “Mamele, maté a un tipo”, podría llamarse el film israelí La infiel, si tuviera un humor que sólo la presencia de la mame le da. La infiel se llama, en hebreo, Hitpartzut X, y en algunos países se la conoció con el nombre de Naomi. La infiel es, en su primera parte, lo que los italianos llamarían un dramma di gelosia. Uno bien tipificado, como que tiene lugar entre el sesentón Ilan, profesor de Física en la universidad, y su esposa, una blonde beauty de treinta y pico. El tipo está celoso y la rubia (la Naomi del caso) le da motivos: sale seguido con “un amigo gay”, vuelve tarde, se la nota algo huidiza. Hasta que finalmente el típico viejo posesivo la sigue y la agarra, nomás, con las manos en la masa, con perdón por la expresión. Encarador, el hombre no se queda en casa lamiéndose las heridas. Muy por el contrario, si se entera de que la traidora arregló ir a cenar con el galán a un restaurante de las afueras (de Haifa, donde transcurre la acción), toma la iniciativa y la invita él a cenar... al mismo restaurante, donde el tercero en discordia observa desconcertado desde su mesa de dos. Y después va y le pide fuego. Tomá. Hay un hecho crucial totalmente fuera de contexto en La infiel. Hecho que tiene sí, una virtud: darle terreno en la trama a la señora Oded, versión idische de mamma Soprano. La mujer calcula, digita, trama, ordena, trata con cadáveres como si fueran gefilte fish. El problema es que a esa altura la cosa perdió toda credibilidad, porque el resto de la película, y sobre todo el muy grave y apesadumbrado Ilan, está en otro registro, que no le da la más mínima verosimilitud al haber llegado a ese punto. Lo que de allí en más podría ser comedia negra hitchcockiana (al estilo de El tercer tiro) tampoco lo es, porque el director no se decide a ir por ese lado. En lugar de eso da paso a un segundo volantazo caprichoso del guión, que hace que el asesino tenga un hermano... detective. Cuando la cosa ya hace rato que perdió el rumbo, aparece en escena lo único que faltaba: el hijo por nacer, cuyo padre vaya a saber quién es. Como la película, que tampoco sabe quién es o quiere ser.
Film israelí, que muestra la relación entre un brillante profesor, una esposa muy hermosa e infiel y las consecuencias de celos desesperados, y el límite que es capaz de correr una madre. Un melodrama hecho y derecho.
El adulterio, bajo una lupa irónica Se presenta como "La infiel", y en otros países como "Una joven y bella esposa", esta historia de título original más interesante, alusivo a ciertos pensamientos, sobre todo del marido, que raramente se manifiestan a la luz. El asunto es aparentemente simple y el conflicto se plantea de entrada. Un profesor de física astronómica de la Universidad de Haifa, tipo serio, casi sesentón, entra a sospechar de su esposa, treinta años menor. La sospecha es justificada. Por suerte, su madre le recomienda ignorar la aventura ("ella no dejaría a alguien como tú), pero de pronto pasa lo que pasa. Guardando las distancias, pasa algo más o menos como lo que Alvarez le contaba a Borges en sus disparatadas síntesis de películas. Uno soporta lo peor, y salta por una "pequeñez". Y ahí al espectador le cae la ficha: está viendo un drama sarcástico, el personaje sufre y la autora y el espectador se rien de él por lo bajo. La autora del guión se llama Edna Mazya, muy conocida en Israel por sus novelas y piezas de teatro. Lo que estamos viendo es, precisamente, la adaptación que ella misma hizo de su primera novela, conocida en inglés como "Love Burns", y en francés como "Radioscopie d' un adultere". Con una interesante evolución. En su origen, la asesora espiritual del cornudo era su vieja maestra del jardin de infantes. Y terminó siendo la madre, lúcida, controladora, hábilmente protectora, de una calma terrible y decisiones extremas tan admirables como inquietantes. Realmente, por ese y otros recursos doña Mazya parece la socia o la mejor discípula de la gran Patricia Highsmith, la de "Extraños en un tren", "Pequeños cuentos misóginos" y otras delicias en sordina. Al respecto, dos frases causan una gracia particular: "Después llegás a un acuerdo con tus escrúpulos" (la madre). "¿Con quién vas a hablar si no es conmigo?" (el policía). ¿Y la chica dice algo? Bueno, ella es muy discreta, observadora y cumplidora. Y hay cosas que vemos pero no se dicen. Tampoco se oye demasiada música. Hay silencios, planos algo distantes, sobreentendidos. Y buenas actuaciones. Intérpretes principales, aquí desconocidos, Yossi Pollak, Melanie Peres, rubia, suavecita, la veterana Orna Porat. Director, Eitan Tzur, debutante en cine pero de larga experiencia en series televisivas. Las empresas productoras son las de "Una misión en la vida" y "La visita de la banda", dos garantías. Y la película está dedicada a la memoria del productor Rafi Bukai, el de "¡Avanti, popolo!"
Después del adulterio Gran debut como cineasta del director de la serie “En terapia”. Tres años después de su estreno en la Quincena de los Realizadores del Festival de Venecia, llega a los cines La infiel, opera prima del israelí Eitan Tzur - showrunner de la segunda temporada de la serie BeTipul, en la que se basó In Treatment y la argentina En terapia-. El título en Argentina es equívoco: esta no es la historia de una mujer infiel sino la de un hombre cornudo; un drama liviano con toques de comedia negra y policial. Con una puesta en escena sencilla pero pensada, La infiel cuenta la historia de Ilan (Yossi Pollak), un prestigioso profesor de astrofísica en el Technion, que está casado con Naomi (Melanie Peres), una joven hermosa treinta años menor. Un día Ilan descubre que Naomi lo engaña con un hombre previsiblemente más joven y, lo que es peor, parece bastante enamorada de él. Le cuenta el descubrimiento a su madre (la genial Orna Porat), una anciana vital de 80 años que lo aconsejará más como un amigo que como una madre. Y en lugar de enfrentar a su mujer, decide llevarse por sus impulsos y enfrentar al amante. Conviene no adelantar lo que ocurre en el primer punto de giro, aunque tal vez no sea tan sorprendente. Lo que sí sorprende es lo que sigue: cómo Ilan y, sobre todo, su madre, lidian con lo ocurrido. La narración es impecable y navega alternadamente entre el drama, el policial y la comedia seca sin perder en ningún momento la tensión. Los diálogos entre Ilan y su madre, la presencia amable pero amenazante del amigo policía (Suhel Haddad), la pipa como objeto dramático, los silencios y las miradas entre Ilan y Naomi, son detalles que integran una trama casi perfecta, tan bien escrita y contada que permite adivinar siempre qué hay detrás de lo que se está diciendo. Para cuando la película llega al último acto, la trama está tan bien construida que los diálogos van por un lado -casual, cotidiano- y lo que nosotros sabemos que los personajes piensan, va por otro. Una sutileza que en este caso está totalmente despojada de complejidad: no hay cosas que no se saben, sino cosas que no hace falta decir para saber. El mérito es de los cimientos firmes erigidos en los primeros dos tercios. Con ecos del Woody Allen de Crímenes y pecados y sin dudas algo de la puesta en escena televisiva y eficaz de En terapia-y esas escenas largas entre dos o tres personajes-, La infiel es una película pequeña, atrapante y recorrida por un bienvenido tono zumbón que articula perfecto con su aparente sencillez.
Prolijo diario de una pareja Illan Ben Natan (Yossi Pollak) es un exitoso profesor de astrofísica en la Universidad de Haifa. Todo le sonrió en la vida, buenos padres, buena educación, una carrera con galardones. La única que falló en el mapa de su felicidad fue esa esposa tan querida y enferma, pero que le dejó el lugar a una alumna de la Universidad, mucho más joven que él, rubia y muy bella. Desde ese momento Illan supo que todo estaba bien, para siempre. Pero nada es para siempre, como dice la canción. Y ya van dos veces que no sabe qué hace su mujer a determinadas horas del día. Pero cuando la reencuentra, tanto amor y susurro, le hacen olvidar los huesos que ya comenzaron a dolerle y el cuerpo que no parece tan dispuesto a las continuas salidas nocturnas que exige Naomi (Melanie Peres). EL OTRO HOMBRE Nunca tendría que haberlo hecho, pero un día la siguió y supo y vio que había otro, muy joven, atractivo, Oded (Rami Heuberger) y hasta con un buen trabajo que le permite viajar y ganar dinero. Illan se desorienta, habla con su madre, más sabia por sus ochenta y cinco años y que nunca comprendió esa idea de buscar una compañera tan llamativa y joven. Y a pesar de sus consejos busca al hombre de Naomi, lo enfrenta y su mansedumbre y racionalidad estallan en pedazos. El profesor pierde la cabeza y reacciona desaforadamente. A partir de ese momento Illan Ben Natan y su esposa Naomi comienzan otra vida, se mudan y todo parece volver a la calma. El director Eitan Tzur logra un thriller psicológico trabajando los personajes con un guión minucioso y logrando sostener una narración que muestra todas sus cartas en la primera media hora de proyección. El sentimiento amoroso se desmenuza casi sin piedad, con gran austeridad de diálogos y un fatalismo interior. Amor y culpa entrelazan sus pasiones dando un sentido especial a la relación. Profunda y visceral interpretación del gran actor teatral Yossi Pollak (Illan), bien acompañado por Melanie Peres (Naomi) y un personaje que lo único negativo que presenta es su brevedad, Orna Porat, la infaltable madre judía que va a tener un desarrollo imprevisto en su personaje con un final de impacto. Quizá los últimos quince minutos no estén a la altura del relato cinematográfico disfrutado hasta ese momento, pero "La infiel", sigue siendo una película altamente recomendable.
El amor infiel Uno podría empezar diciendo que éste es un filme judío por donde se lo mire, no sólo por el cuento en sí mismo, sino a partir de los temas que aborda y desde que lugar lo hace, situación que no va en detrimento a la universalidad de sus decires. Partamos de la base que el titulo original, “Hitpartzut X”, casi no tiene traducción literal, es un término acuñado por los científicos israelíes dedicados al estudio del espacio que hace referencia y da nombre a las derivaciones que se producen cuando dos cuerpos celestes que deberían permanecer separados se acercan demasiado, colisionando o no., cuyos efectos resultan inconmensurables, incuantificables, impredecibles, imponderables, ingobernables, y menos aún saber “a priori” sus consecuencias. Todo esto pasa en esta realización. Por supuesto que el título original juega en principio con el personaje que aparece como protagonista, no por casualidad es quien es, pero este es uno de los pocos casos en que el título dado por estos lares aparece más como disparador de lecturas posibles e interrogantes que en función de obturar y dar respuestas. Desde otro lugar, ese casi neologismo acuñado por los israelíes es constructivo en la historia, muchos son los cuerpos que, a lo largo del relato, nunca deberían haberse juntado. Del mismo modo la definición de “lo infiel” que promulga el titulo aquí elegido tiene su doblez, y eso lo constituye en un filme que dice mucho más que aquello que cuenta, pues aborda temas que parecen no estar nombrados y que sólo pueden desplegarse desde el análisis del texto, una vez finalizado La historia se centra en Ilan Ben Natan, un prestigioso profesor de astrofísica de la Universidad de Haifa, tiene 58 años, y está extremadamente enamorado de su treintañera y bella esposa Naomi, una ilustradora y correctora de libros. Un día se le revela cual duda transformada en certeza, ya que finalmente pudo ver que su mayor temor era real: ella tiene una relación con otro hombre. Como dice un amigo mío, el engañado (dice otra palabra) es el primero que sabe, pero el último que se entera. Lo que parece en este punto empezar a encausarse en la tan mentada historia del triangulo amoroso, de infidelidades, incertidumbres, se transforma en otra cosa a partir de que empieza a tener más peso el personaje de la madre de Ilan. Ketty es una octogenaria con todas las luces encendidas, exacerbando los defectos que ya poseía en su juventud, calculadora, fría, distante, no por eso deja de ser una típica madre judía, más propiamente dicho idishe mame, siendo su principal característica el uso de una lengua filosa, cuyas líneas son las de mejor humor, casi negro en este caso, de todo el filme. Pero esta madre no se queda fijada en el lugar de la presentación en que aparece, es referenciada desde varios ámbitos y asimismo de varios personajes, incluidos diversos secundarios, que le dan otra profundidad, otro cariz, y aplican para el desenlace. Al mismo tiempo que el relato plantea temas como la culpa, la mentira, la moral, los celos, la envidia, el abandono, la amistad, atraviesa toda la naturaleza humana sin dejar de lado lo perverso, la maldad. Sin querer entrar en detalles que revelarían lo sustancial, es necesario decir que la construcción del relato es, hasta en los detalles mínimos, muy bien pensados, ya que mientras el guión juega con el espectador dándole información que los personajes desconocen, ellos dialogan de temas cotidianos, al mismo tiempo que la estructura del mismo, y por esa razón, permite moverse en términos de comedia, drama, tragedia y suspenso policial sin sobresaltos y sin caer en lo ininteligible. La pregunta que dispara la necesidad de repensar todo una vez concluido, es porque si la obra se centra principalmente en el personaje traicionado, ya que es él quien sin lugar a dudas lleva adelante las acciones, y promueve el buen desarrollo, se representa el interrogante de cuál es la razón de peso de centrar el título en la infidelidad. Dicho de otro modo, cuantos cuerpos no debían y finalmente se juntaron y quien es la infiel. Le doy una ayuda, hay amores que matan o destruyen. (*) Obra de Mario David, estrenada en 1974.
El silencio La infiel es una película que sorprende. Cuando creemos que la historia ya no puede tener más giros y sentimos que tenemos certeza hacia dónde irá la trama, el director Eitan Zur se corre de ese lugar esperable y nos deja desconcertados. La infiel no habla simplemente de un crímen pasional, sino que a ese tema tan abordado por el cine le agrega toques dramáticos, que si bien parecen pasar desapercibidos, es lo que realmente se destaca en la película. La historia particular de Ilan Ben Natan, un exitoso profesor de atrofísica y Naomi, su veinteañera esposa (unos cuántos años más joven que él) son una excusa para hablar de aquello que no se puede nombrar, lo que queda arraigado en el fondo de la mente y se resguarda con todas las fuerzas para que no salga a la superficie porque el dolor de enfrentarlo sería insoportable. Además hay un planteo acerca de la culpa y el castigo que nos lleva a concluir que no hay peor juez que nosotros mismos. Ilan y Natan tienen una vida apacible, conviven en armonía, se cuidan y se admiran mutuamente por diferentes motivos. La juventud y belleza de Naomi choca con la experiencia y solidéz de Ilan, y en este choque deviene la explosión. Por supuesto una tercera persona tensa esta dupla y enciende la mecha. Lo que sigue es la travesía personal de Ilan al cuál estamos invitados a participar desde cerca, un viaje con su propia verdad a la cuál le declarará la guerra hasta el final. Esta verdad que amenaza constantemente por salir pero que termina quedando enquistada y que sólo él (nosotros y su propia madre) sabemos con certeza. Por otro lado, estos personajes no tienen una sola faceta, La infiel (título tendencioso si los hay) no describe una típica mujer inescrupulosa que disfruta de su relación paralela, sino que a ella esta relación le genera conflicto, y aquel, que tanto amor siente por esta mujer, es capaz de todo para retenerla. El lado oscuro del amor y los difusos límites para mantenerlo. También hay cuestiones filiales que tienen un peso importante en la historia, una madre que marcó la existencia de Ilan y cuya figura tiene una potencia mucho más fuerte de lo que pensamos. Ilan es presentado por primera vez dando cátedra a sus alumnos y describiendo lo que sucede entre dos estrellas que se chocan en el espacio, una más joven y la otra más antigua, analogía (un tanto obvia) de lo que sucederá en su propia historia. El relato convive en armonía con la historia y describe con la cámara lo que se cuenta a nivel argumental. Vemos el encierro personal en planos donde la cámara se ubica tras las rejas, o el contraste entre esta sensación de reclusión y los planos amplios y exteriores. La película esta bien orquestada, mantiene la tensión durante los noventa y ocho minutos, no cae en lugares comunes y nos deja pensando acerca de cuestiones en las que todos nos sentimos tocados. No la recordaremos por siempre, pero valió la pena haber hecho el recorrido.
Las miserias de una relación pueden desencadenar otras y mayores miserias. Un título que lejos está del filme, un título que pone en evidencia solo un hecho dentro de una historia atrapante en tono comedia policial que se nos invita a ver y a entender en dos pasos, en dos pasos en simultaneo. Ilan es un profesor de astrofísica de unos 58 años (protagonizado por Yossi Pollak) que está casado con labella joven Noami de 28 años (Melanie Peres). Todo irá sobre ruedas en su matrimonio hasta que comienza a sospechar sobre las actitudes de ella, hasta que finalmente descubre que lo engaña con un pintor mucho más joven que él. Cuando descubre la infidelidad se lo cuenta a su madre (Orna Porat) que a sus 80 años trata de aconsejarlo en semejante situación. Un amigo policía será el cuarto protagonista que dará forma a esta película donde el engaño de la joven es solo un hecho desencadenante en todo lo que vendrá después. La Infiel es una obra de intriga que nos pone en el lugar del espectador impaciente y voyerista en busca de encontrar el momento indicado donde todo se resuelva. Dejamos de ser meros observadores, cada dialogo nos da certezas de lo que viven sus personajes y cada uno de nosotros sabe lo que está sucediendo entre ellos, aunque ninguno sepa realmente que pasa con el otro. La obra de Eitan Tzur (responsable de la versión israelí que inspiró a In treatment y a su versión Argentina En Terapia) se abre ante nosotros a partir de algunos elementos que profundizan la agonía del protagonista, nos hacen generar empatía a pesar de sus responsabilidades y su madre, quien en un giro de culpa hará de esta película una obra sobre la moral, la culpa, los celos, la responsabilidad y el amor. En este combo, el director nos trae muchas de las raras sensaciones que precipitan a una infidelidad y cómo cada uno, toma de sí y de su historia, la mejor manera de resolver ese tema. Y no sólo de los tres máximos involucrados dentro una infidelidad, sino todos aquellos externos que hacen de ese entorno un espacio hostil, enrarecido y sombrío a partir de sus acciones. Orna Porat de 89 años hace un papel extraordinario de una madre que descubre a tardía edad todo lo mal que ha hecho a su hijo y cómo puede ayudarlo frente a la situación que está pasando en su vida. Porat es lo mejor del filme, acompañada muy bien por YossiPollak. La guión genera cierto interés pero se pierde en planos lentos y repetitivos al principio, para luego subir el climax y terminar con un final más que merecido.
Un hombre razonable, demasiado enamorado de su muy bella esposa, descubre que ella tiene una relación paralela, lo que lo lleva a la tragedia. El film decide tomar como norte el drama interior de los personajes y la retórica de la culpa, lo que vuelca casi todo el peso de la puesta en escena en el trabajo de los actores. Y si bien es perfecto, eclipsa esa dimensión extra que el cine provee a lo que, de otro modo, sería correcto teatro. De todos modos, apreciable.
Publicada en la edición digital #256 de la revista.