Un filme que recupera el deseo y muestra la realidad migrante. Crítica de Lina de Lima La exploración al placer propio y el viaje al erotismo fuera de los límites impuestos por la sociedad Florencia Fico La ópera prima de la directora chilena María Paz González expone, un drama con tintes de musical y humor. Donde la figura central Lina (Magaly Solier) compone a una mujer inmigrante que explora su sexualidad de forma libre, aunque convive con el abandono de su lugar natal, carencias económicas y el menosprecio tanto en su familia como en su trabajo. Por. Florencia Fico El argumento de la película chilena “Lina de Lima” se basa en el personaje de Lina(Magaly Solier) una mujer peruana migrante ubicada en Chile. Asiste a su familia desde lejos como niñera en Santiago. En ese tiempo esta organizando su viaje anual para Navidad, con el fin de ver a su hijo adolescente. Ella nota que él no la requiere como antes. La lleva a un bajón sentimental, e inicia un trayecto donde se reafirma. Experimenta sus deseos íntimos e identidad. La directora y guionista María Paz González irradia un drama cómico abarcando números musicales que esbozan el sentir de una mujer. Con una narrativa que manifiesta: la soledad, sus contradicciones, las exigencias por seguir los mandatos consumistas de la Navidad, una madre que a la distancia es sostén de sus parientes en Perú, pero su rol afectivo es menospreciado, la falsa hiperconectividad con los celulares, el fracaso por vincularse con su hijo, quien la ignora, las necesidades económicas insatisfechas, los esfuerzos por cumplir requerimientos ajenos y no contemplar los suyos. Además el desinterés sobre ella se transforma en una puerta de acceso al goce erótico, el juego con la adolescente que cuida es como un mimo a su niña interior. El baile la dota de una alegría hipnótica. El disfrute del sexo como renacimiento de un despertar sexual tardío. Su motor como viajera cambia y ella se redescubre como mujer fuera del estereotipo inmigrante cargada de crisis personales aunque emponderada y luminosa. El sueño funciona como disparador de cuadros con videoclips que nutren a la historia de etnia peruana,coreografías, vestuario, coros y las letras que describen como transita sus estados de ánimo. La película logra invertir la representación de la mujer sumisa, se anima a realizar sus pasiones carnales eligiendo con quien estar, cómo, dónde, cuándo y por qué. La fotografía de Benjamín Echazarreta emplea planos cenitales en la mirada de Lina, sella la pantalla con una enérgica referencia de su poder frente a cámara. Se usan grúas, montajes y travelling in-out en los videoclips. La iluminación es un pilar fundamental. Ya sea cálida en momentos emotivos o de reflexión. Cuando está en ambientes disco las luces estreboscópicas, asimismo en las partes musicales. Magaly Solier: Presentan primer tráiler de "Lina de Lima", cinta ... La música es un capítulo esencial en la película con sus letras y ritmos que retoman el folclore peruano con instrumentación a base de charango y flauta. Por un lado, la cumbia con maracas, wiro, bajo y guitarra eléctrica y por otro, baladas melódicas con violín y piano. Y como vía de la danza se hallan el malambo y reggaeton. Lina de Lima', trae de vuelta a Magaly Solier Las canciones fueron compuestas con el apoyo del compositor y músico peruano Cali Flores, el chileno José Manuel Gatica, Magaly Solier y la realizadora. En esa colectividad surgieron estribillos muy conmovedores como: “Cerraste la puerta y me dejaste, me dijiste adiós. Esperándote de niña me quedé, la distancia nuestras lagrimas secó. Y de lejos en tus fotos en tus fotos yo lloré. igualmente una mañana yo también me fui. A los ojos a mi niño yo miré, en sus lágrimas las mías reviví. De lejos en sus fotos en sus fotos yo lloré. Cada imagen que yo traje en mi maleta una a una yo cargué como puñal. El recuerdo de mi madre no se olvida mientras me desangro, me desangro sin llorar”, “Hazme lo que quieras para que se mueva. Para que se vaya este dolor que no puedo con la culpa, que me aloca el corazón. Este cuerpo que yo tengo va contra la razón, ya no tengo penas que sufrir y tampoco desdichas que llorar. Solo tenerte para así gozar así más y más” o “Me pregunto que hago yo en estas tierras. Donde siento que he olvidado la razón, mis raíces se me enrollan en el cuerpo, no se me sueltan, se me parte el corazón”. Trailer oficial Lina de Lima 19 de marzo en cines - YouTube El reparto compuesto por la actriz protagonista Magaly Solier como Lina quien tamiza con carácter una mujer migrante: fuerte, trabajada, osada y con altibajos; asimismo provoca comicidad y desviste por capas su costado sentimental. La joven artista Emilia Ossandon interpreta a Clara la chica a la que atiende Lina como nana, ella con un porte desafiante, contestatario aunque también sufrido por las demandas competitivas de sus padres. Lina de Lima" aplaza su estreno comercial por precaución frente al ... La película realizada por María Paz González crea un dramedy que combina humor con la crisis interna de un personaje focal Lina en la piel de Magaly Solier. Tras el documental “Hija”, González apuesta a un diálogo tragicómico refinado y la sumatoria del musical da sabor y sazón. Puntaje:80
“Lina de Lima” de María Paz González. Crítica. Bruno Calabrese El jueves 2 y el sábado 4 de julio en CineAr Tv a las 22 hs. y disponible en la plataforma CineAr Play entre el 3 y el 10 de julio, se estrena la coproducción peruana, chilena y argentina. Un relato elementos del drama, la comedia y el musical.. Por Bruno Calabrese. Lina es nativa de Perú y trabajadora doméstica en una casa de una familia de clase alta chilena. Como cada año, se prepara para ir a visitar a su hijo adolescente en Lima, para pasar navidad con su familia. En Chile vive sola, en una habitación de una pensión pero a veces pasa la noche en la nueva casa de su empleador que se encuentra de viaje con su esposa y que le ha dejado a su hija adolescente a su cargo, con quien Lina tiene una afectuosa y apegada relación. Las dudas de Lina comienzan cuando se da cuenta de que su hijo adolescente ha crecido y ha generado una independencia con lo cual la relación entre madre e hijo se ha vuelto un tanto distante. En esa soledad, Lina comienza a experimentar un proceso de cambio, que desembocará en la aparición de un mundo de fantasías donde ella canta canciones que combinan cumbia peruana con ritmos tradicionales de distintas regiones del país. Mientras tanto comienza a disfrutar de su sexualidad, a conocer su cuerpo y a disfrutar de la libertad de las responsabilidades en medio del dolor. “Lina de Lima” es una creativa propuesta que expone la intimidad de una mujer migrante anclada entre dos países. Los números musicales, la cuidada puesta en escena y las coreografías son una especie de canal para atenuar el contexto de drama que tiene el film, donde la protagonista también descubrirá una sexualidad que estaba dormida. Así la directora logra construir un relato físico, donde se funden edulcorados musicales con el melodrama interno de una Lina, maravillosamente interpretada por Magaly Solier. Puntaje: 80/100. Actuación Arte Fotografía Guión Música Una creativa propuesta que expone la intimidad de una mujer migrante anclada entre dos países. Los números musicales, la cuidada puesta en escena y las coreografías son una especie de canal para atenuar el contexto de drama que tiene el film, donde la protagonista descubrirá una sexualidad que estaba dormida. Así la directora logra construir un relato físico, donde se funden edulcorados musicales con el melodrama interno de una Lina, maravillosamente interpretada por Magaly Solier.
María Paz González narra en Lina de Lima la historia de una mujer (Magaly Solier) luchando por sus deseos en un lugar ajeno a su idiosincrasia. Los impedimentos económicos no detienen a esta mujer que va a por sus deseos, que sueña, que canta, que se anima a bailar en los momentos más difíciles y que nunca, pero nunca, deja de ir por sus objetivos. Una mirada lúcida sobre los movimientos migratorios, los esfuerzos tras cada envío de dinero que se hace a familiares, pero también sobre la potencia de la fuerza creadora y la posibilidad de descubrir las verdaderas necesidades de cada uno. Los números musicales increíbles.
Historia de muchos El film se presentará el jueves 2 y el sábado 4 de julio en Cine.Ar Tv a las 22 hs. y estará disponible en la plataforma CineAr Play entre el 3 y el 10 de julio. Primer largometraje de ficción de la directora chilena María Paz González, una coproducción entre Chile, Perú y Argentina que reúne en su relato elementos del drama, la comedia y el musical. Lina de Lima (2019), sigue a Lina (Magaly Solier) (La teta asustada, 2009), que como muchas otras mujeres peruanas migrantes en Chile, ayuda económicamente a los suyos trabajando para una familia de clase alta en Santiago. Este año, mientras prepara su viaje anual de Navidad para ver a su hijo adolescente, Lina se da cuenta de que él ya no la necesita como antes. Sintiéndose desplazada emocionalmente, se entrega a explorar sus deseos y a vivir nuevas aventuras, buscando redefinir su propia identidad. María Paz González directora y guionista de este film que se acerca al formato documental, no consigue un relato con sustento dramático realista y armonía entre lo que quiso contar y cómo, resultando algo desordenada y carente de fluidez. Del personaje sabemos muy poco, recurso atractivo, sin embargo, si no funciona, es solo un intento de creatividad, puesto que no logra nuestra empatía. Quitándole a un dramón, que es lo que realmente viven los migrantes, profundidad y poco conocimiento de su sufrimiento. Utiliza a modo de videos, una interpretación de sus sueños o escape de la realidad no deseada por la protagonista, pero de un modo muy ligero y se sienten acartonados. Salva la situación, la buena interpretación de Magaly Solier, aunque tampoco logra que nos identifiquemos con su personaje que carece de una buena construcción, pero este es un problema de guion. La estética de los videos es interesante, al igual que la música que representan su lugar de origen, no obstante, llama la atención el desapego que transmite y la historia no fluye. Poca información con su realidad en Perú, de lo que dejó atrás en contraste con lo que vive en Chile, nos invitaría a utilizar nuestra imaginación y emocionarnos, lo que no sucedió en mi caso, dado el sustrato superfluo de la trama dramática, resultando algo aburrida y sin dejar mensajes significativos. "Este film no funciona en mi opinión, es un caso recurrente en los directores y guionistas que tienen una buena idea pero que "tocan de reojo" el asunto. Los migrantes de países aledaños, de otros más lejanos o del mismo país a la capital u otra provincia, no son noticia. Era una oportunidad para explotar el tópico, conocer otro matiz de la realidad y no conseguir nuestra apatía y exclusión como espectadores."
Música emigrada (Parte I) Al menos dos coproducciones en esta edición del festival se enfrentan con el hecho de emigrar dentro del mismo continente. Lina en Lina de Lima y Ulises en Ya no estoy aquí están compelidos por la extranjería latinoamericana. El meollo del asunto es que ni una ni otra martirizan a sus personajes ni los empoderan con autoengaño. Para esto, ambas recurren a la potencia de la música para hacernos entrar en sintonía con sus fluctuaciones existenciales. Por un lado, Lina de Lima (2019) retrata el día a día de una mujer (Magaly Solier) que se encarga de los quehaceres de una familia adinerada. Acompaña entre complicidades a la hija de ellos y supervisa las remodelaciones en la nueva casa a la que se mudarán. A la par, atiende desde la virtualidad a su hijo en Huancayo, compra los regalos navideños para su familia y hace los trámites para el pasaje a Perú. Hasta aquí, hemos descrito paralelismos con o preocupaciones presentes también en La Nana (2009) o Que Horas Ela Volta? (2015). Esta vez han sido traspolados a una mujer extranjera dentro de su propio idioma. La película nos va tirando pistas de que ella no se encuentra en Lima, si bien gran parte de su entorno podría pasar por tal. La mayoría de los planos son cerrados. Aquí es donde María Paz aprovecha los códigos de los musicales para mostrarnos, no tanto las evasiones de Lina, sino el goce por la identificación de sí misma dentro de un entorno casi ajeno. El detalle está en que tantos primeros planos estáticos nos hacen preguntarnos ”¿Dónde está el baile?”. Y Paz nos lo responde: en el tercer número musical, el primer plano es de unos pies bailando. Pero este detalle sigue estando fijo. La cámara de Benjamín Echazarreta orquesta así una identidad firme y gozosa, a pesar de las adversidades cotidianas. Ya no estamos frente a movimientos de cámara fluidos como en Cantando bajo la lluvia (1952) o los planos medios de Cabaret (1972), ni siquiera en los primerísimos primeros planos de Moulin Rouge! (2001) donde la emoción hace que ni los rostros quepan en la imagen. Paz quiere reconocer el rostro completo de la mujer limeña sin necesidad de espejos siquiera. Paz, también guionista de la obra, lleva esto hasta el extremo cuando se van cayendo los planes para que Lina viaje. Este giro tampoco es un impedimento para los placeres cotidianos. El desparpajo con el que Lina acepta tener relaciones sexuales con un hombre de Tinder ya había sido muestra de que no hay mal gusto en la película por su manera de mostrarlo. Ahora, en una escena posterior, Lina se resiste a romper el plástico de la cama en la que están teniendo sexo y, por esto, se pone en cuatro en el piso. Más allá de que Paz opta porque solo veamos las manos y los pies de estos amantes, cama de por medio, el trasfondo nos está hablando de una sumisión que no es enfermiza. Lina busca su propio ritmo, más allá del canto. En nuestra interpretación de la película, no olvidemos la primera toma de la cabeza de Lina ladeada sobre la ventana de un colectivo. La búsqueda principal de la protagonista es deslastrarse de obligaciones que le quitan tiempo como estos viajes adormilada. Los paralelismos musicales más evidentes de Lina de Lima con Ya no estoy aquí (2019), de Fernando Frías, los tocaremos a fondo luego. Por ahora, el detenimiento que hacen ambos realizadores con los dispositivos celulares nos tendrían que recordar al rescate emprendido por Celia Rico Clavellino hace unos meses en Viaje al cuarto de una madre (2019). No pocas veces demonizamos el uso exacerbado de estas tecnologías. Y el camino que desandan estos tres realizadores apuntan a que atendamos a su cualidad primera: herramientas de (in)comunicación. Entonces, así como Paz da pie a una serie de quiebres comunicativos desde el primer número musical; Frías también asoma salvedades donde la telecomunicación tiende puentes y, a la par, rastrea los abismos familiares en el entorno de Ulises (Juan D. García Treviño) cuando emigra a la frontera con Estados Unidos. El plano general donde Lin (Xueming Angelina) y Ulises están intentando entenderse con las manos mientras el tren atraviesa el plano al fondo es de una potencia similar a cuando Lina intenta comunicarse con su hijo por Skype. La diferencia está con que él ignora a Lina, mientras que Ulises y Lin se vuelven cómplices, así sea momentáneamente.
Arriesgada, atractiva, bien lograda, esta película chileno-peruana-argentina propone al público acompañar los trabajos y las andanzas (incluso amatorias) de una mujer de carácter firme y animoso, una inmigrante que ya lleva diez años viviendo en otro país. Cuando se fue, el hijito se quedó con la abuela, y creció prácticamente sin la madre. Los lazos entre ambos se van aflojando, pero ella no va a deprimirse. Tampoco siente una nostalgia agobiante por su tierra, y eso por una sencilla razón: la lleva dentro. ¿Pero cómo representar, precisamente, lo que lleva dentro? Esa es la parte arriesgada, que se resuelve de modo singular y muy atractivo: cada tanto la acción se interrumpe para dar lugar a números musicales que comentan lo que el personaje está sintiendo. Son números lindos, coloridos, de ritmos variados y un gusto decorativo propio de la actual cultura andina. La protagonista, Magaly Solier, está en su salsa, porque es cantante regional de las buenas, difusora del quechua, y destacada actriz, a quien acá vemos justo en la primera madurez de su edad y de su oficio. Empezó jovencita en “Madeinusa”, trabaja también en el cine europeo, estremece y emociona en “Magallanes” (que no es sobre el navegante sino sobre un hombre con relativos cargos de conciencia), en suma, solo ella podía hacer esta película, y la hace. Guionista y directora, María Paz González. Documentalista, ésta es su primera ficción. Productora por la parte argentina, Gema Juárez Allen, que aportó los técnicos de sonido, efectos visuales y postproducción. Dato al margen, para amantes de la música peruana, el documental de Javier Corcuera “Sigo siendo”, que recopila desde los cantos amazónicos hasta los de Chabuca Granda y más acá.
El gesto que hace la realizadora chilena María Paz Gonzalez al pasar del documental a la ficción no es un gesto de mero cambio de registro. En aquella hermosa road movie documental que era Hija (2011) y que hace poco volvió a programar el Festival Construir Cine, encaraba la búsqueda de la familia de su madre, recorriendo en su auto un territorio a la vez geográfico y subjetivo. - Publicidad - En Lina de Lima, que se estrena hoy en la plataforma argentina Cine.ar, construye desde el universo ficcional la pintura de una mujer fantástica. Lina es peruana, trabaja como empleada domestica de una familia acomodada de Santiago de Chile. Se aproxima Navidad y prepara su viaje a Lima para ver a su hijo. Mientras, tiene la tarea de controlar la construcción de una piscina en la casa de un barrio rico de la ciudad. El primer acierto de González es haber elegido a para el protagónico a Magaly Solier, la actriz más conocida del Perú (La teta asustada) por su encanto, mezcla de picardía e ingenuidad logra dar con un personaje encantador; el segundo acierto es ponerla a cantar en situaciones que irrumpen la historia reforzando desde otro lugar sentimientos o ideas y apelando a una musicalidad propia de la canción popular peruana, boleros o cumbias especialmente compuestas para la película. Así, una primer villancico dedicado a la mujer peruana que regresan a sus tierras de lugares lejanos, otra dedicada a la separación de una madre, otra más festiva y sensual con un cuerpo de bailarines que pone también atención sobre los deseos sexuales. Desdichas amorosas que aparecen por allí en un dolor que en verdad Lina lleva consigo pero que tiene más que ver con el desarraigo, y con la desigualdad que se muestra como una regla del intercambio, presente ahí en los regalos que compra en las tiendas y simbolizada mas aún por la camiseta del Barcelona, “es la oficial? le pregunta su hijo. ¿Qué hace en esas tierras Lina cuando sus raíces se le enrollan en el cuerpo? marca . La migración peruana se encuentra con la migración africana y allí construirá una historia solidaria antes que amorosa. La estructura de Lina de Lima está, basada en situaciones que se ligan a través de marcadas elipsis, entre ellas y los momentos musicales que mencionaba la relación es generosa, festiva a la vez que crítica, melancólica y realista, hay un lugar deseado que es el que habita la familia (Lima) y el lugar donde es obligación quedarse para hacerse cargo de una falta cometida. Con esos dilemas la película gana fuerza poética y fundamentalmente funciona como un ejemplo de la desigualdad social de nuestros países. Por allí aparece Edgardo Castro en el rol de hombre furtivo que conoce en tinder, seguramente por la coproducción con Argentina a través de Gema Film. Lina de Lima es una delicada experiencia. No la dejen pasar. Jueves 2 y sábado 4 de julio en CineAr TV Del 3 al 10 de julio disponible en CINEAR PLAY
DE DESEOS Y FANTASÍAS Cuando un personaje está solo no hay mejor forma de acompañarlo que con la cámara. La directora lo sabe y por eso no suelta jamás a Lina, la protagonista de esta historia sobre una empleada doméstica que trabaja en Chile, pero que tiene a su familia en Perú. La soledad, sin estar necesariamente dramatizada de manera gratuita, se siente por partida doble. No es solo la lejanía de los seres queridos y la expectativa por saber de ellos, sino del vacío de una casa que le es ajena. El punto a favor de la película es circunscribirse a una mirada distinta de los estereotipos sobre los migrantes, huyendo en todo caso de esa agenda vampírica en la que el cine está obligado a no filtrar la miseria reinante o por lo menos a todos aquellos discursos que postulan un imperativo en torno a qué se debe mostrar y cómo. En este caso, Lina es una mujer entre dos mundos. Su familia está en Perú, pero ella trabaja en Chile. En su país de origen los problemas debe manejarlos a la distancia, mientras que en el otro, ocupa circunstancialmente un lugar que le permite cierta libertad para explorarse como mujer que desea. Paradójicamente serán los objetos y los lugares extraños los que le permitirán encontrarse con los placeres. Hay un punto interesante en esta perspectiva, es decir, la de una mujer que busca, que no espera en materia de sexo. Y el acierto es calcular la distancia justa para dar tiempo y espacio a Lina (magistral Magaly Solier) a través de encuadres que no buscan la asfixia acostumbrada en gran parte del cine contemporáneo. Otra nota distintiva es de qué modo irrumpe la fantasía con números musicales, una especie de proyección quijotesca para aliviar la rutina, la soledad, en la que Lina canta y baila como si fuera una estrella. La construcción de estos pasajes se destaca por un cuidado formal y coreográfico que combina estéticas orientales con rasgos del período clásico americano. Tal vez, si bien el musical siempre ha sido el género para salvar a la humanidad en medio del desastre, el principal problema sea el esquematismo que impera en general, no solo en la puesta en escena de los momentos de una trama que no parece avanzar, sino en la recurrencia de una fórmula atractiva al principio, pero que encuentra su límite con prontitud. Por otro lado, la paleta de colores ligada al melodrama no logra disimular una carencia de emociones más sanguíneas. No obstante, es sumamente positiva la estrategia de enriquecer la representación de lo femenino al margen de la presión mediática.
Lina es peruana y trabaja como empleada doméstica para una familia de clase alta en Santiago de Chile. Tiene su familia en Lima y particularmente a su hijo adolescente con quien tiene una relación virtual no muy fluida. En los días previos a la Navidad, Lina se prepara para viajar a Lima a pasar las fiestas con su familia mientras reparte su tiempo entre su habitación (su cama en realidad) en una pensión para inmigrantes y la casa a estrenar de sus patrones en un barrio privado. Allí vigila las obras de construcción de la nueva piscina en ausencia de los dueños. En ese periodo Lina tiene que hacer también un replanteo emocional acerca de su realidad, sus relaciones y sus deseos. El primer largometraje de ficción de María Paz González se maneja en dos registros para contar esta historia y retratar a su protagonista. Uno de tipo naturalista, de observación precisa de la cotidianeidad de Lina (González afirma que hizo una investigación para un documental antes de decidirse por la ficción) donde la seguimos en su día a día, sus tareas diarias y sus relaciones bastante poco satisfactorias que incluyen las espaciadas y frustrantes comunicaciones con su hijo, los envíos de dinero a su familia, las visitas con amigas en Chile a los bares y locales bailables de la comunidad peruana. De sus patrones sabemos poco, es con la hija adolescente de estos con quien tiene una relación más fluida y con la que comparte cierta complicidad. Por otro lado hay un tipo de registro más lúdico, que puede pensarse opuesto pero es más bien complementario, que acude al artificio más descarado de los números musicales. Estos se van insertando en medio del relato naturalista y de algún modo su irrupción implica una ruptura con el tono que se viene siguiendo pero estos momentos no desentonan y se integran de manera orgánica, sirviéndose de las canciones para contar parte de la historia y dar lugar a que Lina exprese sus sentimientos por medio de las letras. Las canciones suponen un seleccionado de géneros populares que incluyen desde un inicial villancico a varios ritmos folklóricos. Con una puesta en escena particular a cada número que abraza el musical de Hollywood pero también la estética del especial televisivo y las de la religiosidad popular propias de la estampita con una intención pop. Aun así los límites que parecen definidos no lo son tanto. El relato más realista responde a la comedia y hasta algo de la estética pop se le cuela en la presencia regular del brillo, el neón y la profusión de los rosas y turquesas. Lina está a la espera de varias cosas: en la víspera de un viaje haciendo las compras de regalos, esperando que los trabajadores terminen la piscina con su patrones ausentes en una casa sin estrenar que tiene todos sus muebles envueltos en plástico, incluso el colchón donde Lina ocasionalmente duerme y (obviamente sus patrones no lo saben) a veces tiene sexo. Una suerte de tiempo suspendido en una especie de no-lugar, como para dar cuenta también de un momento de incertidumbre para su protagonista. Lina se da cuenta que su hijo no parece necesitarla demasiado y muestra escaso interés en hablar con ella. La relación con sus patrones si bien cordial no deja de guardar las distancias de clase. Prueba de ello es la escena en que al salir del barrio privado el encargado de seguridad le revisa el bolso para ver que no se robe nada, algo que se intuye cotidiano y naturalizado. En ese periodo particular Lina está como a la búsqueda de algo que no sabe bien cómo encaminar y mientras tanto sale con amigas, va a bailar, tiene algunos affaires de ocasión (que se muestran sin ninguna moralina) y trata de arreglar sus problemas cotidianos. María Paz González aborda un tema, el de la inmigración, que ha sido recorrido generalmente desde el realismo, el documental y el drama social. Algo de eso está presente en Lina de Lima pero la realizadora prefiere encararlo desde otro lado, integrando el costumbrismo, el musical y la comedia y a través del puro artificio hacer esa historia y esos personajes creíbles y cercanos. Cuenta también para ello con Magaly Soler que interpreta a Lina con gracia y la hace muy empatizable. Así es como muestra una realidad que para su protagonista es difícil, que tiene momentos incómodos, desaires y obstáculos inesperados, pero también tiene sus alegrías y sus momentos luminosos, y lo hace de manera original y sensible. LINA DE LIMA Lina de Lima. Chile/Argentina/Perú, 2019. Dirección: María Paz González. Elenco: Magaly Solier, Emilia Ossandón, Sebastián Brahm, Javiera Contador, Herodes Joseph, Edgardo Castro, Cecilia Cartasegna. Guión: María Paz González. Fotografía: Benjamín Echazarreta. Montaje: Anita Remón. Música: Cali Flores, José Manuel Gatica Eguiguren. Dirección de Sonido: Sofía Straface. Dirección de Arte: Susana Torres. Producción: Giancarlo Nasi, Maite Alberdi. Co-producción: Gema Juárez, Brian Jacobs. Duración: 83 minutos.
Se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar PLAY Lina de Lima, el primer largometraje de ficción de María Paz González, una original mirada sobre la inmigración. La protagonista de Lina de Lima es Lina (Magaly Solier, la notable actriz de La teta asustada), una madre divorciada que trabaja para una familia aristocrática chilena. Sus tareas son cuidar de la nueva casa que ha construido el padre, así como de la hija preadolescente. Lina planea volver a su casa en Lima para Navidad y visitar a su hijo ya adolescente, pero diferentes adversidades podrían impedir ese viaje. González evade ingeniosamente los clisés y lugares comunes del drama de desarraigo. Por el contrario, expresa los sentimientos y contradicciones de la protagonista a través de excelentes números musicales que le rinden tributo a la música, cultura e iconismo peruano. Desde los colores seleccionados hasta el idioma nativo. Incluso se da el lujo de emular a Busby Berkeley. El tono del film nunca es redundante ni sentimental. Evita caer en solemnidades, con una cuota de humor orgánico y el talento, la gracia y versatilidad de Solier son un pilar esencial del relato. Además de tener un guion de hierro que nunca se vuelve redundante, el film critica las diferencias sociales en el centro de la sociedad chilena, con sutileza, sin bajar línea, si no como contexto de los conflictos que debe superar la protagonista. La maternidad y la familia sustituta son un ingenioso mecanismo para que la directora hable sobre la incomunicación y el materialismo de la actual sociedad. La relación distante y fría de la protagonista con su hijo, la ausencia de las figuras paternas y la cofradía que consigue con personajes con los que no tiene un lazo sanguíneo, dan pie a interesantes reflexiones sobre las relaciones humanas contemporáneas, donde ni siquiera hace falta hablar un mismo idioma para conectarse con el otro. Inspirada, original, visual y sonoramente estimulante, Lina de Lima, con su tono agridulce social, es una interesante propuesta.
La vida de una mujer peruana que mantiene a su familia trabajando como empleada doméstica en una casa en Santiago de Chile parece un tema típico del cine latinoamericano. Lo original de Lina de Lima es la mirada precisa y cariñosa de su directora y la forma en la que cuenta esta historia, combinando un relato realista que muestra las actividades cotidianas de la protagonista con musicales llenos de color y brillo, en los que expresa su rico mundo interior y su propia cultura. La película presenta de forma inequívoca pero sutil las desigualdades económicas y sociales que sufre Lina, quien se sacrifica estando lejos de su hijo y trabajando mucho para darle algunos gustos. Pero no pone a la protagonista en el lugar de víctima, ni de heroína. La muestra como una mujer real a cargo de sus propios deseos, con mucha personalidad y sentido del humor, que lleva lo mejor que puede la soledad y encuentra diversión en pequeñas cosas, yendo a bailes y teniendo encuentros sexuales. Para lograr este profundo retrato, María Paz González no se guió por prejuicios y modelos repetidos sino que se acercó a mujeres que tienen vidas como la de Lina para conocerlas mejor y contar una historia genuina, desde una perspectiva con pura empatía y sin lástima. Esta intención se completa con la excelente interpretación de Magaly Solier, que toca la nota justa propuesta por el film, un trabajo nada sencillo, y se luce en los números musicales.
Lina de Lima Crítica de Esteban Jourdán Esteban Jourdan En los años 90 y principios de los 00 en Santiago de Chile era común que las familias más pudientes, para mostrar su estatus tuvieran una “nana peruana” osea una empleada doméstica de nacionalidad peruana. Con el tiempo dejó de “estar de moda” pero sigue siendo una realidad para muchas inmigrantes que llegan a la capital chilena. Lina de Lima no deja de contar algo que sucede y de mostrarnos el dolor que se siente al estar lejos de tu país. “Lina de Lima” es protagonizada por Magaly Solier, una actriz peruana que interpreta a Lina, una empleada doméstica de la misma nacionalidad que vive y trabaja en Santiago de Chile. Lina está encargada de cuidar las obras en la nueva casa de su jefe mientras junta dinero para enviar a Lima y espera los días previos a la navidad para pasar las fiestas allá con su familia. A lo largo de la película podemos ver las situaciones de desarraigo y penurias que pasa Lina en su día a día. Desde el vivir en una pensión compartiendo habitación, hasta enviar dinero y regalos a su hijo por correo. La directora María Paz González pone el foco en la inmigración, no solo de Lina sino también de un joven de Haití que ella conoce y la ayuda a solucionar un problema. También se apoyan mutuamente, lejos de sus hogares, el dolor es el mismo, en Puerto Príncipe, Lima o Santiago. La película utiliza en varios momentos escenas musicales para contarnos una situación y como un excelente recurso para darle color y frescura. Muy bien logrados cada uno de los momentos musicales y las piezas elegidas también. Desde el 2 de julio pueden ver Lina de Lima en la plataforma CineAr de forma gratuita. Lina de Lima Actuación - 9 Fotografía - 8 Guión - 8 Dirección - 9 Música - 9 8.6 Retrata con una mirada diferente la vida de Lina. Sus penas, amores y esfuerzo se ven en cada momento. Muy entretenida y cruda.
Preestrenada en el festival de Toronto del año pasado y en el Festival de Cine de Mar del Plata, la historia de Lina (la estupenda Magaly Solier), una mujer peruana que lleva tiempo trabajando como empleada doméstica de una familia en Chile cuando entra en crisis personal. Como tantas migrantes trabajadoras, Lina envía regularmente dinero a su familia. Pero cuando se prepara para su viaje anual, para pasar Navidad en su país y ver a su hijo adolescente, entiende que el chico ha crecido y la necesita menos. Así se abre una nueva etapa, con más tiempo para enfrentarse a sus propios asuntos, sus deseos, sus pendientes, sus propias necesidades. Al punto que esta película de María Paz González, inspirada y fotografiada con excelencia, se encuentra lejos del grave enfoque social que cabría esperarse. Y ubica a su protagonista viviendo en una casa lujosa, la de su patrón, manteniendo intensos encuentros sexuales y haciendo "realidad" elaborados sueños musicales. Mientras el hijo, a la distancia, parece más pendiente de su celular que de su madre abnegada, ella brillará, con su sensualidad y su belleza, entre coreografías y vestuarios fastuosos.
Una mujer peruana mantiene a su familia trabajando como empleada doméstica en una casa en la ciudad de Santiago de Chile. La película se inicia como un retrato realista de la vida de esta mujer, pero lo que parece un film más sobre las problemáticas sociales del continente, sorprende de pronto al convertirse en un musical. Así, al naturalismo de muchas escenas se le contrapone números musicales donde la protagonista es la estrella. No es la primera película que utiliza este recurso. De hecho es un recurso usado muchas veces para contraponer la crudeza de la vida cotidiana con el mágico universo de la ficción, en particular el musical. Los musicales no son enormes despliegues de producción pero sí un fuerte quiebre en la narrativa. Son bellos momentos, cargados de ternura y genuina luminosidad. No hay manera de no encariñarse con la carismática protagonista y la película. Un poco de afecto en un presente cinematográfico donde la crueldad paga más que la bondad, es motivo de festejo, en particular cuando está hecho con convicción, como ocurre acá.
FUERZAS CONTRAPUESTAS Lina examina las remeras, aún en sus perchas, que la dueña de casa le dejó sobre la cama para que se lleve y, de golpe, se detiene en una foto. Allí están la mujer y la nena que cuida, un bebé en ese momento, con globos y guirnaldas de cumpleaños. Tras unos segundos, la cámara realiza un travelling horizontal sobre todos los portarretratos colgados en la pared, como si se tratara de fotogramas aislados de una película muy personal. Disparadores que activan los recuerdos más arraigados y que traen consigo nostalgia. La música empieza a adueñarse de la escena, mientras la tenue luz de la habitación se apaga y, en su lugar, resplandecen neones azules, rojos y verdes sobre un cortinado que cubre la puerta del fondo del vestidor. Tanto las demás prendas en los barrales como los estantes con accesorios y zapatos enmarcan a una Lina enfundada en un vestido color plata y producida que canta, desde la profundidad de las entrañas, como repitió la historia de su madre dejando al hijo para trabajar en otro país y como lloró, al igual que siendo niña, por esa ausencia que nunca terminó de recomponer. Cuando finaliza el tema, todo recupera su forma, como si jamás hubiese existido o, tal vez, como si nunca hubiera sido expuesto. Es que los musicales irrumpen en Lina de Lima como bocanadas de aire en medio del sofoco hasta que la acumulación de imágenes de Facebook, la momentánea pérdida de la cama en la pensión o la avería de la pileta, por ejemplo, conllevan a otro quiebre. Pero lejos de estereotipos o sentimentalismos, este recurso la muestra como una mujer poderosa, deseante y con el corazón abierto en pos de conseguir su objetivo: construir la casa propia, enviarle dinero a la familia y darles un futuro más prometedor; aún a costa de dejar de pertenecer. Porque lo que deja en evidencia María Paz González es que la protagonista, al igual que los últimos arreglos de la casa nueva de sus empleadores, está atravesada por dos fuerzas contrarias: la construcción y la demolición, ya sea por la complicidad con la niña a la que cuida o por la distancia con su familia, el hogar, las costumbres y el territorio. Ella puede adaptarse a vivir en un cuarto con otras personas, disfrutar de una tarde acostada en el pasto con la chica mientras les cae agua de la manguera o ir a bailar con la prima para alejar la soledad, pero algo le queda vedado, como si estuviera incompleta o escindida y no lograra colmar semejante falta por más que merodee en su búsqueda. Sin embargo, hay una escena donde ese desfasaje desaparece casi por completo. En una fecha especial, ella y Mauricio, el mismo inmigrante que ocupó su lugar en el cuarto por error y que habla otro idioma, cenan juntos. Esa noche es la última que comparten, luego de que él la ayudara a reparar un imprevisto importante. Aún sin comprenderse, cada uno le transmite al otro sus miedos y recuerdos. Se hermanan en un abrazo y en los gestos, en el vagabundeo por un espacio que no es el propio, alejados de lo que les da identidad. En ese momento, ambos se funden en uno. Hasta el día siguiente, donde volverán a ser dos desconocidos más dentro de la misma marea, intentando afrontar obstáculos con la ilusión de poder recuperar, de una por todas, la olvidada completitud. Por Brenda Caletti @117Brenn
¿Cómo hacer una historia que profundice en la vida de quienes migran en América Latina por necesidad de trabajo? ¿Cómo acercarse al desarraigo y la soledad? Que se haga a través de una deriva cargada de deseo y atravesada de números musicales nos da la pauta de que Lina de Lima es, seguramente, muy distinto a todo lo que puedan imaginar...
Cantar las penas Lina de Lima (2019) es una extraña, onírica y emotiva película sobre una migrante peruana en tierras chilenas que trabaja de ama de llaves. La película sigue a Lina (Magaly Solier, La teta asustada), una mujer desarraigada de su Perú natal. La navidad se acerca y planea visitar a su hijo adolescente que ahora se lleva muy bien con la nueva familia de su ex esposo. Mientras tanto, ella busca su espacio en el mundo, entre la casa “a estrenar” de la familia que la contrató y su pieza de pensión subalquilada a un haitiano. Lina de Lima tiene un registro realista, casi documental, de la vida diaria de la protagonista. La cámara la sigue de cerca con escasa información que el espectador debe dilucidar. Sin embargo, lejos del drama social la directora María Paz González añade oportunos segmentos musicales, como si se tratara de los sueños y anhelos que la protagonista no se atreve a expresar con palabras, puestos en coloridos números musicales. Este rasgo diferencia a Lina de Lima de otros tantos relatos con personajes que acarrean problemas económicos y emocionales, dándole un tinte alegre y hasta humorístico en contraste con la gris realidad. Estos sketch musicales utilizan música popular peruana de diferentes estilos cada uno (imperdible la banda sonora), y las paletas de colores, iluminación y vestimenta varía de cuadro a cuadro. Pero la película trasciende sus propias barreras, e invita reflexionar sobre el lugar de los migrantes de clases bajas, que deambulan por las ciudades de sitio en sitio, sin importar su nacionalidad como si se tratara de una única etnia. El migrante se configura como un marginal más dentro de una sociedad que expulsa al diferente y al pobre. El gran logro del film es trasmitir sus temas sociales mediante un discurso colorido y alegre -sin por eso menos reflexivo- acerca de la capacidad de buscar la felicidad de una mujer, condenada a subsistir.
Es una curiosa, distinta y fascinante película coproducida entre Chile, Argentina y Perú, dirigida y escrita por la chilena María Paz González, protagonizada por Magaly Solier (“La teta asustada”), una muy famosa peruana que vive en Chile. El film toma la historia de una migrante peruana, que trabaja en el servicio doméstico de una adinerada familia chilena, que no cumple con el estereotipo doliente y sometido de una trabajadora sin derechos como muestran muchos documentales sobre el tema. Es una mujer que tiene su vida ordenada en un ciclo con un objetivo, ser la proveedora de su familia, especialmente de su hijo que quedó al cuidado de su madre. Pero cuando comprueba que en su país de origen todos siguen su vida, bastante independientes de sus llamados y regalos, comienza a atreverse y empoderarse. Como cuida una casa a estrenar se permite aventuras sexuales, aún en la incomodidad de dejar todo impecable, se hace cargo de algunos accidentes, pero comienza a saborear la posibilidad del disfrute por su cuenta. Y en una encantadora solución con algo de mágico los musicales que encarnan sus sueños y ansias. La protagonista de un magnetismo único le otorga al film un encanto particular y un entretenimiento inteligente.