El amor revelado. A pesar de que las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Nicholas Sparks jamás fueron precisamente un baluarte de la excelencia, está más que claro que a esta altura del partido constituyen una categoría con entidad propia y por lo general superan en términos cualitativos al convite estándar de Hollywood en el apartado de las comedias románticas, un campo hermanado que responde a otro tipo de entonación. El norteamericano es un diletante de los melodramas rosas más clasicistas y ampulosos, circunstancia que termina empardando su producción a la dialéctica comercial del terror, ya que en esencia hablamos de obras muy redituables, de bajos costos y que no dependen de las estrellas o su talante. Uno no puede más que sentir simpatía ante un film que arranca con una de las explosiones más ridículas de las que se tenga memoria: vía combustión espontánea, Dawson (James Marsden) vuela cientos de metros en el aire, cae al agua desde una plataforma petrolífera, tiene una revelación acerca de un amor de juventud y sobrevive luego de cuatro horas a la deriva. A partir de allí la historia se mete en el devenir del corazón cuando el protagonista recibe una llamada telefónica instándolo a comparecer a una repartija de bienes con motivo de la muerte de Tuck (Gerald McRaney), una especie de padre sustituto que desde la ultratumba planeó un reencuentro con la señorita de turno, Amanda (Michelle Monaghan). Combinando los lemas “20 años no es nada” y “donde hubo fuego, cenizas quedan”, Lo Mejor de Mí (The Best of Me, 2014) nos presenta en flashbacks los pormenores iniciales de la relación a la par de este segundo capítulo, con ambos bordeando los 40 y cargando sus respectivas mochilas. Sparks, aquí también productor, respeta al pie de la letra sus principales rasgos de estilo: tenemos mucha ética cristiana, un final feliz transversal y ese cúmulo de tragedias marca registrada de la casa (podríamos decir que en esta oportunidad se le va un poco la mano porque la lista incluye la susodicha explosión, un caso de leucemia infantil, un asesinato, un accidente automovilístico, un trasplante y otro crimen). El opus de Michael Hoffman es prolijo y posee momentos -bastante bien trabajados- de una sensibilidad sutil relacionada con la desaparición de las promesas del paraíso adolescente, pero arrastra demasiados estereotipos y no puede escapar a un esquema narrativo simplón basado en diálogos rudimentarios y ese fetiche por el calvario emocional. Para colmo Luke Bracey y Liana Liberato, como la versión juvenil de Dawson y Amanda, opacan a sus compañeros adultos en función de la premisa “burguesita se enamora de un representante de la white trash”. Las buenas intenciones están a flor de piel no obstante los detalles fantásticos vinculados a las premoniciones y un destino ideal no terminan de convencer…
Si sos un gran romántico dale una oportunidad a Lo mejor de mi para sacar tus propias conclusiones. El guión tiene buen ritmo y es muy romántico, tirando a meloso, pero el giro en el desenlace cumple un papel fundamental para que termines amándola u odiándola. La pareja protagonista tiene buena...
Amor altruista Las adaptaciones cinematográficas del estadounidense Nicholas Sparks –productor en este caso- siempre gozan de buena salud y con garantía asegurada del público, habitué de los melodramas rosas con altos componentes trágicos y una historia de amor superadora, ligada a la contraposición de caracteres o como es el ejemplo de Lo mejor de mí: la diferencia social. El director Michael Hoffman se apoya en primer lugar en dos parejas que representan a los protagonistas en el pasado adolescente donde nace el amor y luego de distintas desavenencias y jugarretas del destino se instala en el presente en el que ambos se reencuentran, algo cambiados; en el que han dilapidado sus sueños y debieron conformarse con lo que hay. El pretexto del encuentro lo constituye un deseo post mortem del anciano Tuck (Gerald McRaney), quien en el pasado dio refugio y protección de un padre abusivo a Dawson (James Marsden), quien que por distintas razones que no revelaremos aquí huyó del pueblo y del amor hacia Amanda (Michelle Monaghan). Ella representaba a la burguesita que para los ojos de papá merecía algo mejor que Dawson, prototipo del White trash, aunque decidido desde el comienzo a pelear por su enamorada. Cabe destacar que en este segmento del relato realmente se lucen los actores Luke Bracey y Liana Liberato en comparación a la poca química entre Marsden y Monaghan, en quienes la desconexión es notoria y sobre todo promediando la segunda mitad. Más allá de los estereotipos y los diálogos altisonantes, Lo mejor de mí cuenta con una buena dirección que sabe dosificar la ruptura temporal a modo de flashbacks sin perder coherencia interna en el relato, que puede resumirse como un compendio de minis tragedias que se acrecientan al paso del romance como un obstáculo del que sólo puede salirse con un sacrificio altruista. El conservadurismo de la historia y su coqueteo constante con lo religioso marca un derrotero en el que los pecadores tendrán su merecido y los sacrificados su recompensa, a pesar del calvario personal tanto para la protagonista como para su amado, sobreviviente a un accidente en una petrolera, al maltrato de su padre y hermanos entre otras contrariedades. Para ella, se reserva el dolor de pérdidas y la constancia de aceptar las enseñanzas de las cosas malas. A grandes rasgos, de eso se trata este nuevo producto marca Nicholas Sparks que vende en dosis aceptables y no empalagosas las bondades del amor altruista.
Lo peor de ellos Las películas basadas en libros de Nicholas Sparks marchan inexorablemente a integrar un subgénero propio. Redituables desde lo económico por su bajo costo de producción, todas ellas son historias de amor con un grado de lágrimas y tragedias que más pronto que tarde las llevarán a rotar en continuado por la pantalla vespertina de Telefé. En esa línea, Lo mejor de mí no es la excepción a la regla. El comienzo es tan absurdo y arbitrario como todo lo que vendrá. Allí está Dawson (James Marsden con su mejor estampa de modelo) trabajando en una plataforma de petróleo en alta mar cuando, de repente, y vaya uno a saber por qué, explota todo, eyectándolo a cientos de metros (literalmente: trescientos y pico, dirán por ahí) y dejándolo a la deriva durante cuatro horas. Pero el tipo sobrevive y sin rasguño alguno. No bien sale del hospital, recibe la noticia de la muerte de un padre adoptivo que supo cuidarlo a él y a su joven novia de ese momento en el pueblo natal durante gran parte la adolescencia. La muerte, entonces, será la excusa para que ambos se reencuentren y rememoren aquellos años de felicidad extrema prohijados por la inocencia de la juventud. Michael Hoffman (el mismo de la burbujeante y juguetona Gambit) dirige a puro reglamento un melodrama rosa que alternará entre el presente de ambos protagonistas (él, solitario y trabajador; ella, interpretada por una Michelle Monaghan tan bella como inexpresiva, casada e infeliz) y la reconstrucción del pasado. Todo atravesado por sentimientos contrariados, escenas luminosas, romanticismo meloso y estilizado y varios pases de facturas, hasta llegar a una última parte con un papá biológico white trash, un par de secuaces más idiotas que los amigos de Jesse Pinkman en Breaking Bad, accidentes de tránsito y muertes, dando como resultado uno de los finales más ridículos que se recuerden.
“Hazte la fama...” Gran refrán que se aplica a la perfección a Nicholas Sparks, autor de bests sellers a quien mi amigo y colega Hugo Zapata ha bautizado como pirata del asfalto literario. Resulta que las primeras adaptaciones cinematográficas de sus libros no solo fueron un éxito sino que también resultaron ser muy buenos films románticos. Por supuesto que estoy hablando de A walk to remember (2002) y la aclamadísima The notebook (2004). Lo que le trajo al autor un gran prestigio y visto bueno por los grandes estudios no solo para comprar el resto de sus obras sino también para encargarle otras a futuro con sumas millonarias para la versión cinematográfica. Luego fue todo cuesta abajo y cada vez peor por repetición de fórmula y estructura: un amor imposible en un pueblo chico que triunfa para luego ser separados y al tiempo juntarse otra vez, y cuando eso sucede muere uno de los dos en el final ya sea por un accidente o una enfermedad terminal. Novelas exitosas y adaptaciones paupérrimas. Así fueron las últimas incursiones de la obra del autor al cine con distintos directores y estrellas de Hollywood. Lo mejor de mi vuelve a repetir la citada fórmula y todos los clichés de manual que uno se puede imaginar. Al estar la historia dividida en dos líneas de tiempo tenemos cast por partida doble para la pareja protagónica. En el presente vamos a ver muy buena química entre James Marsden y la reciente ganadora del Globo de Oro Michelle Monaghan. Ambos hacen un papel correcto pero no llegan a transmitir la explosión de amor pretendida. Y por el lado de sus parteneres en el pasado, Luke Bracey y Liana Libeato cuya química falla por culpa del actor. No solo porque es medio de madera sino porque no te creés ni de casualidad la relación así como tampoco que ese sujeto crezca para convertiré en James Marsden. La única explicación para que eso ocurra sería una mutación y aunque haya un actor de la saga esto no es X-Men. Lo único positivo que tiene la película es la realización por parte de Michael Hoffman porque teniendo en cuenta que nos encontramos ante un drama romántico el director podría haber hecho un laburo mediocre a la altura del guión y la verdad es que la parte técnica está bien, incluso con una intro con efectos especiales. El resto es basura pura que ya vimos en las últimas cinco películas basadas en las novelas de Sparks. Así que si quieren ver algo de este autor ahórrense el dinero y denle play otra vez a The notebook, y si ya la vieron muchas veces y siguen con ganas de algo romántico busquen otras opciones porque incluso la novela de las tres de la tarde es mejor que este estreno.
Sólo quiero decirte que te amo "Lo mejor de mí" es otra novela de Nicholas Sparks llevada al cine y resulta ideal para los amantes de las lágrimas con su historia de violencia familar, lucha de clases y un amor que perdura en el tiempo. Un relato del autor Nicholas Sparks -Diario de una pasión- es trasladado a la pantalla grande y su realizador, Michael Hoffman, no le teme a los conflictos del corazón salidos de un manual o una telenovela y se permite jugar hasta el límite con el amor que perdura en el tiempo. Amanda Collier -Michelle Monaghan- y Dawson Cole -James Mardsen- se conocen desde que eran estudiantes y se enamoraron perdidamente pero sus caminos tomaron rumbos diferentes por diversos motivos. Veinticinco años más tarde, Amanda viene de una terrible pérdida familiar y Dawson se está recuperado de una caída que podría haberle costado la vida. Ellos se reencuentran para cumplir con el testamento del viejo Tuck -Gerald McRaney-, un anciano parco de enorme corazón que tuvo mucho que ver con sus años de juventud. Lo mejor de mí tiene buenos intérpretes que juegan su historia de amor desde el tiempo de juventud -Liana Liberato y Luke Bracey dando vida a los mismos personajes vienticinco años atrás- alternando pasado y un presente repleto de obstáculos. Ella ya tiene una famiia armada, pero una relación inexistente con su actual marido mientras que Dawson arrastra el enfrentamiento con un padre violento que lo maltrataba. Si a todo esto se le suma el tema de la lucha de clases de la pareja que vivía idílicamente en Carolina, la contemplación de las estrellas desde lo alto de un tanque de agua, los baños en el lago y las caminatas con fondos desdibujados, nos encontramos ante un típico producto romántico que juega con la confusión en el tramo final para despistar al espectador y tampoco se ahorra lágrimas en todo su desarrollo. Entre la ayuda que ambos reciben desde "el más allá" y el camino violento encendido por la familia de Dawson, la pareja aún tiene posibilidades ciertas de replantearse la posibilidad de reanudar una historia de amor iniciada tanto tiempo atrás. Los seguidores del autor seguramente se conmoverán al máximo.
Folletín romántico sin una pizca de picardía. El melodrama más ñoño imaginable aún sigue vivo, gracias a los best sellers románticos de Nicholas Sparks (autor de muestras del género como "Diario de una pasión") y del esfuerzo del director Michael Hoffman para que ni una chispa de picardía pueda empañar o mejor dicho, desempañar- una historia en la que en la puerta de los cines, por una vez, no entregan anteojos 3D, pero deberían ofrecer pañuelos. James Mardsen abre la película con una heroica performance durante una catástrofe en una plataforma petrolera. Su heroísmo debería haberlo llevado a una muerte segura, pero sobrevive gracias a un especie de milagro, acompañado por una visión paradisíaca de una bella mujer en un jardín. Esa noche, la madre de familia Michelle Monaghan tiene un extraño presentimiento mientras observa un cielo estrellado. Los dos reciben un llamado poco tiempo después, alguien muy querido los menciona en su testamento y los reúne en su pueblo natal: ambos eran novios de la adolescencia, separados por situaciones terriblmente dramáticas y aún no resueltas del todo. La historia está contada con flashbacks que van describiendo la relación original de esta pareja que por momentos recorre todos los pormenores conocidos surgidos de la trama amorosa que se puede sintetizar con la frase "lo nuestro es imposible, somos de mundos diferentes". Es que ella es de una familia rica y él de un impresentable clan criminal, pero su amor es tan fuerte que se podría decir revive gracias a circunstancias casi sobrenaturales. La fotografía de Oliver Stapleton tiene muy buenos momentos, y en el reparto hay buenos actores, con un par de escenas en las que se luce el personaje empecinado en reunir a los protagonistas, interpretado por Gerald McRaney (que tambien hace un buen trabajo en otro estreno de hoy, "Focus"). Como folletín "Lo mejor de mi" no deja de tener sus momentos entretenidos, aunque la duración de casi dos horas no ayuda mucho, y la música ultramelosa casi lo arruina todo. Para ver en la pantalla chica, el resultado no está del todo mal.
La cuota romántica de la semana, con dos parejas, la de Michelle Monaghan y James Marsden, con Liana Liberato y Luke Bracey, los mismos personajes pero más jóvenes. Porque la historia comienza en la secundaria, la parejita se separa y ya adultos se reencuentran.
Si te he visto, sí me acuerdo Romanticismo algo rancio es el que ofrece esta adaptación de un novelista ya de culto en el género. ¿Qué tienen en común Noches de tormenta, Diario de una pasión, Un amor para recordar, Querido John, Un lugar donde refugiarse, Cuando te encuentre, Mensaje de amor? No sólo toneladas de almíbar en sus títulos, sino a Nicholas Sparks como autor de las novelas en las que se basaron esas películas, casi todas cortadas por el mismo cuchillo: historias de amor no correspondidos, sea por lo que sea, a veces en circunstancias inauditas, y otras más o menos creíbles. A la lista hay que agregar la que se estrenó ayer, Lo mejor de mí -y en breve un par más de adaptaciones-, que sigue al pie de la letra los lineamientos de Sparks. Que es un novelista exitoso, y las películas también lo son, hay que reconocerlo. Dirigida por Michael Hoffman -el realizador de Restauración, por la que el cordobés Eugenio Zanetti ganó su Oscar como director de arte-, Amanda y Dawson pertenecían a dos mundos diferentes ya en su adolescencia, pero lo suyo es conocerse y amarse. Por un motivo que no vamos a revelar, se separan, pero muchos años más tarde la herencia por la muerte del padre adoptivo de él vuelve a reunir a la pareja, que no habían vuelto a verse, ni escribirse. El es un solitario, ella, una mujer infelizmente casada. Al margen de las inverosimilitudes que irá planteando la trama -que sí nos besamos, que mejor no, que por qué te alejaste, etc., etc., etc.- hay un problema en el casting. Y no porque James Marsden (Encantada) y Michelle Monaghan (8 minutos antes de morir) no puedan recitar diálogos increíbles, sino porque quienes los interpretan en su juventud (Luke Bracey y Liana Liberato) no se parecen para nada, pero para nada a ellos. A quienes vayan a ver Lo mejor de mí sólo como excusa para estar más atentos a la pareja que los acompaña y no a lo que sucede en la pantalla, les sirve. Es larga: 118 minutos si resisten hasta los créditos finales.
Un romance para deplorar. De las varias películas románticas basadas en novelas de Nicholas Sparks hay bastante consenso en que la mejor -o la más aceptable- es Diario de una pasión, de 2004, protagonizada por Ryan Gosling y Rachel McAdams. Allí un joven pobre y una chica rica se enamoraban y las diferencias sociales los separaban. La película se contaba en dos tiempos y había un beso bajo la lluvia. En Lo mejor de mí, un joven pobre y una chica rica se enamoran, y las diferencias sociales los separan. La película se cuenta en dos tiempos y hay un beso bajo la lluvia. Pero la repetición de historias y fórmulas no debería cegarnos. El problema -la tragedia para el cine- que representa Lo mejor de mí no es que repita, es que es una abominación en toda regla: cursilería sin imaginación alguna, ridiculez para mostrar apasionamiento (ese pantalón puesto en la escena de cama), malos que fueron rechazados en los cómics por ser demasiado caricaturescos, actores que no pueden disimular líneas de diálogos imposibles en el siglo XXI, capas y capas -y más capas- de situaciones trágicas de un nivel de arbitrariedad y absurdo que hablar de golpes bajos es ser injusto con otros golpes bajos. El abuso de movimientos de cámara irrelevantes, los encuadres melifluos y el hecho de que los actores que interpretan a los personajes de James Marsden y Michelle Monaghan cuando eran jóvenes no se les parezcan se convierten en detalles involuntariamente cómicos.
Alta dosis de melodrama. No caben dudas de que el novelista estadounidense Nicholas Sparks se ha convertido en una máquina de delivery de material para películas románticas. Lo mejor de mí (The Best of Me), la más reciente en arribar a las salas, es su novena producción para el cine, tarea que no decrece desde los éxitos de Diario de una pasión y Mensaje de amor hace más de una década. Naturalmente, esta nueva historia tiene su sello por todas partes. Como buen alquimista de las emociones, Sparks toma algunos de sus ingredientes favoritos de la repisa creativa (en este caso amor eterno, diferencias sociales, predestinación, paso del tiempo, renuncia, inevitabilidad) y los combina para entregar un aceptable melodrama, que abunda en componentes que derivan en lo lacrimógeno. La trama gira alrededor del reencuentro de Amanda Collier (Michelle Monaghan) y Dawson Cole (James Marsden), quienes se enamoraron en la escuela secundaria, pero por razones que desconocemos están separados en tiempo actual, 20 años más tarde. La hábil mano del director Michael Hoffman hará que las transiciones entre pasado y presente se vuelvan ágiles y calculadas logrando el efecto deseado: en la medida en que se desentrañan los nudos argumentales se tensa el nudo en la garganta del espectador. La mayor frescura, mientras, está en las interpretaciones de Luke Bracey y Liana Liberato (Dawson y Amanda adolescentes) a cargo de la versión lejana. Si bien en un principio cuesta identificarlos (el parecido de los actores no fue tenido en cuenta), como en un yin yang del amor, ellos manifiestan la claridad, la naturalidad de los sentimientos y la ilusión de la juventud, frente a la oscura resignación de la adultez que encaran Monaghan y Marsden. No recomendable para cínicos, Lo mejor de mí no pasará a la historia, irónicamente, como la mejor historia de Sparks, pero es una buena cita para los amantes del romance.
Si esto es lo mejor que tienen… Las películas basadas en libros de Nicholas Sparks parecen hechas para dos públicos bien enfrentados, unos las amarán y otros las odiarán sin remedio. Los primeros dirán que se trata de historias románticas a más no poder, de esas para llorar a moco tendido. Los segundos, apelarán a todo su cinismo para reírse de cada momento edulcorado y ramplón, de cada luz exagerada que ilumine a los protagonistas como en una postal diáfana. A esta altura, Sparks parece buscar más la irritación que otra cosa (es como un Arjona del cine), potenciando varios de los aspectos de sus películas: los amores serán más amores que nunca, lo ridículo será ridiculísimo, el pasado se convertirá en el extremo de lo idílico y sus habituales giros serán la hipérbole del melodrama. Lo mejor de mí, último opus hasta el momento de su inagotable cantera, es esa cumbre esperpéntica que abusa de todos los recursos habidos y por haber, hasta un hartazgo que ni su inverosímil media hora final aligera. De todo esto se podría deducir que uno, cuando se enfrenta a una película de Sparks, tiene prejuicios formados. Un poco es así, pero también que otros prejuicios pueden actuar en contradicción. Por ejemplo, la presencia de Michael Hoffman en la dirección y James Marsden y Michelle Monaghan en los protagónicos, nos permiten pensar en algún tipo de redención. El director tiene un pasado bastante interesante, y si bien hace rato que no acierta mucho su reciente remake de Gambit muestra algunas de sus virtudes, que tienen que ver con la velocidad en los diálogos y la chispa de las secuencias de humor. Y los dos protagonistas tienen cierto carisma y sensibilidad, como para humanizar un poco el panorama de romanticismo híper-producido. Pero nada de eso ocurre y todos parecen andar por ahí a reglamento, a sabiendas de que hay un público cautivo y poco exigente. Como es habitual en las historias del escritor, se cruzan los sentimientos amorosos con la sangre y la muerte (y aquí hay demasiado de la segunda), hay un relato contado en dos tiempos, y un espacio que suele ser el de los pueblos norteamericanos, con su casa de campo y su granero y sus autos, sus malvados de telenovela de las cinco, sus viejos sabios, y sus hombres de bien patriotas y creyentes. Y sus besos bajo la lluvia, y sus chicos en musculosa, y sus campos florecientes, y sus lagos donde amarse al desnudo una noche de luna llena. Pero todo tan desapasionado, tan para la generación Crepúsculo, que abruma de tedio. Es todo tan cliché y ridículo, pero sin una distancia irónica que permita un juego con esos elementos trillados y demodé, que el asunto se hace bastante intragable. Y para colmo de males, Sparks insiste con sus giros inverosímiles, como para terminar de arruinar lo poquísimo bueno que pudiera haber. En películas como esta es todo tan luminosamente artificial y falso, que es imposible creérselo. Ahí, en su incredibilidad, es donde pierden totalmente el rumbo. Y, además y mucho peor, es tanta la maldad destinada hacia uno de los personajes que uno no puede entender cómo mucha gente confunde este miserabilismo con romanticismo. Pero suele pasar en un mundo donde Birdman gana premios.
En LO MEJOR DE MI Dawson y Amanda, dos antiguos novios del instituto que tuvieron que separarse por presión del padre de ella, se reencuentran tras 20 años, cuando ambos vuelven a visitar su pueblo natal. Nueva adaptación al cine de una novela de NICHOLAS SPARKS, especialista en novelas romántica edulcoradas. En esta oportunidad volvemos a enfrentarnos a un melodrama digno del culebron de la tarde. Plagada de escenas artificiales, secuencias tan rebuscadas como poco creíbles, y una trama lineal y explícita, la cinta puede generar risas en donde se pretende lograr lágrimas. Como sí de una parodia se tratara, la película se toma en serio su corte dramático regalando un compendio de tragedias que incluyen: explosiones, asesinatos y enfermedades terminales. Barata, plagada de flash backs explicativos, las casi dos horas de duración están destinadas sin dudas a los espectadores fanáticos del autor, de las novelas rosas o de lágrima fácil.
Crítica emitida por radio.
Sufriendo al cuadrado Basada en otra novela del afamado escritor Nicholas Sparks (Querido John, La última canción), Lo mejor de mi (The Best of Me, 2014) saca lo peor del amor, y de cada uno de nosotros. Eran los noventa, y la historia es la de siempre: chico conoce chica, chico se enamora de chica (y viceversa); son de mundos diferentes, familias complicadas y futuros inciertos, pero se aman a primera vista. Con el tiempo, el tórrido romance se ve alterado por varios infortunios, y los amantes se ven forzados a separarse. 25 años después, Dawson Cole (James Marsden) y Amanda Collier (Michelle Monaghan) llevan vidas complicadas: uno acaba de sobrevivir un accidente casi fatal, y otra sufre un matrimonio infeliz con un marido alcohólico. Un día, ambos son contactados por un abogado, y se ven forzados a retornar a su pueblito natal en Carolina del Norte. El reencuentro los enoja y los conmueve, pero al verse enfrentados a sus recuerdos del pasado, su romance volverá a despertar inevitablemente. Dirigida a la gran base de fans con la que ya cuentan las obras de Sparks, esta película no hace sino dejar a más de una telenovela latinoamericana en pañales; hay una sobredosis de pasión, engaños, accidentes, criminales, sobornos, malentendidos y promesas de amor bajo la lluvia. Y todo es forzado, desde el desarrollo narrativo con flashbacks caprichosos hasta el diseño de producción y vestuario que parece situarnos en una fantasía de 1955 a pesar de que es ¡1992!. Ni hablar del casting, punto flojo de la película por donde se mire, que no respeta ni relaciones de edades ni parecidos físicos (aunque sí vale mencionar que el papel protagónico iba a ser de Paul Walker, actor que falleció antes de comenzar el rodaje). No es que a priori se espere mucho de un drama como los de Sparks - ya se sabe cuáles son sus tramas recurrentes - pero la adaptación tampoco aporta ningún punto a favor. Michael Hoffman no sabe reconocer sus recursos - que los tiene - desperdiciando por ejemplo talentos como los de Gerald McRaney y Sebastian Arcelus, ambos actores que se destacan en la impecable serie House of Cards. El esfuerzo de Michelle Monaghan y James Marsden por intentar infundir honestidad a los diálogos es loable, y de hecho logran los momentos más auténticos del film, pero no alcanza. El resultado es un dramón por demás predecible, que no conmueve en absoluto, cualidad que por lo menos sí tuvo Diario de una Pasión (The Notebook, 2004), una de las primeras piezas de esta innecesaria saga de adaptaciones.
UNA EX TOCARÁ TU PUERTA Dicen que el primer amor nunca se olvida y que el amor verdadero solo se conoce una vez. ¿Mentira? ¿Verdad? ¡Qué importa! De todas maneras, estos seguirán siendo clichés que perdurarán en la mente popular por varias décadas y siglos. En fin, ¿vos cómo reaccionarías si tu primer ex te tocara la puerta? ¿le invitarías unos mates o la mandarías a quién sabe dónde? “Lo mejor de mí”, vaya título egocentrista, es uno de los estrenos románticos más esperados por toda la generación de chicas criadas por el mundo Disney. No es casualidad que la novela en la que está basada la película esté escrita por Nicholas Sparks, nada más y nada menos que el autor de “The Notebook” (1996), la gomosa historia adaptada exitosamente al cine en 2004. La película está contada en dos tiempos entrelazados, al mejor estilo “Blue Valentine” (título que I-Sat se cansó de repetir en su señal). En el primero de ellos, vemos como una niña de porcelana (Liana Liberato), se engancha con él (Luke Bracey), un príncipe azul. Son dos maniquís: ella es linda y tiene plata, él es un pobre que arregla autos. Ya de grandes, veintiún años después de que se separan por cuestiones ajenas, el destino los reúne por primera vez. Ahí encontramos el segundo tiempo, ahora interpretado por Michelle Monaghan (“Gone Baby Gone”) y James Marsden (Cíclope en las “X-Men” de Bryan Singer). Ahora ella tiene una vida que odia y él es un obrero forzudo, aunque trabaja en una petrolera. Sin embargo, no todo es color de rosas. Surge un pequeño ruido cuando es hora de conectar ambas historias: los actores no se parecen físicamente entre sí. De todas formas, uno termina acostumbrándose y encariñándose con esta pareja ficticia, que incluso se somete a algunas escenas de acción y de tragedia que harán que los espectadores se muerdan las uñas. Después de haber visto hace poco tiempo cosas como “Boyhood”, no quedan dudas de que para hacer una película contada en varios tiempos hay que hacer un esfuerzo. O al menos podrían hacerlo en el casting. Después todo lo otro es bastante correcto, incluso la música elegida. En este caso, no quedarán más que besos, lluvias y rosas que decorarán la pantalla por dos maravillosas horas. Todo es tan perfecto y acartonado que da gracia y es agradable, así que a uno no le queda otra que terminar apasionándose con los dos protagonistas y enganchándose con la historia. Es un hitazo. En fin, tenemos la excusa perfecta para invitar a una ex al cine y revivir momentos de oro, o para llevar a un actual novio para mostrarle lo que es un verdadero hombre. La historia claro que es cursi, pero es divertida y dramática. Si sos fanática de este tipo de películas, no te la podés perder. Si sos fanático de esta clase de producciones (lo dudo), no te quiero ver secándote ninguna lágrima.
Podría decir, sin temor a equivocarme ni estar exagerando demasiado, que “Lo mejor de mí”es de lo peor que he visto en cine en los últimos años, 56 exactamente, que son los que denuncia mi partida de nacimiento. Todo es del orden de lo paupérrimo, y en esto preservo algunos rubros técnicos, el clasicismo a ultranza del diseño de montaje en la estructura narrativa, para contar una historia que alterna en dos dimensiones temporales y un par de actuaciones. El resto es material descartable, pero a punto tal que es alarmante el menoscabo para con el espectador, en relación a elementos tan pueriles como la selección de actores para interpretar mismos personajes con diferencia de 20 años. Sabemos que 20 años no es nada, en éste film es mucho, tanto que una rubia de verdad, con ojos celestes, como Liana Liberato a los 17 años se transforma en Michelle Monaghan morocha de ojos verdes a los 37, ambas personificando a nuestra heroína Amanda. Peor el caso de los actores que personifican al héroe, Dawson, que a los 17 años interpretado por Luke Bracey, también rubio y de ojos verdes no sólo se transforma en James Mardsen, castaño de ojos celestes, sino que se achica corporalmente. Digo, es tan malo el casting, que la sola transformación mueve a risa, y estamos en presencia de un filme que intenta encuadrarse dentro del género del drama romántico. Siguiendo con esto de lo no creíble, la construcción y desarrollo del personaje masculino raya en lo inverosímil a ultranza: Dawson es la versión masculina de la Madre Teresa de Calcuta, o la traslación humana de Lassie. Dawson es el hijo menor de una familia a la que la madre ha abandonado, su padre y sus hermanos son la reencarnación viva de Lucifer, y si, como se dice, la fruta no cae lejos del árbol, entonces Dawson fue intercambiado en la nursery, o bien es adoptado. Y ya entramos en otra de las vertientes inverosímiles del texto. Dawson y Amanda se conocen, las distancias sociales los separan, pero el amor es más fuerte, como tampoco es creíble el proceso de enamoramiento, digamos que seria más certero hablar de calentura adolescente. En ese devenir del tiempo aparece un personaje Tuck (Gerald McRaney), viudo que lo adoptara al joven, ¿sería la segunda adopción? (recordemos que ya tiene 17 años) y Tuck se enfrentara a la banda de malvados con consecuencias no sólo previsibles sino dichas por el propio personaje, ergo, menos suspenso que observar una ameba. Todo estará en contra de que la pareja se constituya como tal, familias y hechos fortuitos harán su trabajo, 20 años después de ese fracaso, la muerte de Luck volverá a reunir a la pareja, ella infelizmente casada y madre. Él soltero y amargado, o no. No sabe, no contesta. Michelle Monaghan hace lo que puede con su personaje, ella sale airosa o yo le perdono cualquier cosa, el otro punto a favor está en la actuación de Gerald McRaney. Nada más. Narrada en tiempos paralelos, el relato cuando no raya lo ridículo es un catalogo de lugares comunes, a esta altura no se sabe a quien echarle la culpa si a la novela de Nicholas Parks (otra más llevada al cine) o la traslación al cine de la misma o ambas cosas. Si por si todo esto fuera poco, el final es para regalar balcones por lo tosco e idiota, si llega a cobrar alquiler, puede ser denunciado por estafa.
Será por ti, será por mí lo mejor de miNicholas Sparks, aquel escritor que supo robar los corazones de miles de mujeres después del exitazo que fue Diario de una Pasión, vuelve al ruedo con una nueva película adaptada de otra novela suya. El problema con Lo Mejor de Mí, es que el amigo Nicolás Chispas repite la misma fórmula que tanto redito le dio. Como si de un patrón a seguir se tratase, las historias del autor romántico siempre tienen los mismos elementos y sus desenlaces terminan (casi) siempre de igual manera: un amor imposible, una historia en retrospectiva, los protagonistas viven en un pueblo perdido de Estados Unidos, se produce un reencuentro después de mucho tiempo, y por supuesto el toque Sparkiano: la protagonista de familia rica, y él de familia pobre. La cinta abre el juego con una gran secuencia inicial en una estación petrolera, y es que si algo le juega muy a favor a la película es su gran fotografía: con buenas locaciones, paisajes dignos de postales, y tanto la línea narrativa actual como la que se cuenta en flashabacks están sutilmente diferenciadas gracias a que cada una cuenta con un diferente matiz. La música también destaca de buena manera, lo que ayuda en momentos claves de la cinta. Como ya dijimos antes, las historias de Nicholas Sparks, siempre siguen un patrón y obviamente Lo Mejor de Mí no escapa a ese axioma propio del buen Nico y el beso apasionado bajo la lluvia no falta. Pero el problema principal de la propuesta no radica en esos patrones, sino que la historia está tan plagada de clichés que parece un requeche de historias de amor pasadas por la licuadora. Tanto James Marsden como Michelle Monaghan están muy bien en sus papeles, y hay mucha química entre ambos en pantalla. Pero sus versiones juveniles no juegan en la misma liga: Luke Bracey y Liana Liberato no tienen ni un átomo de parecidos a sus versiones mayores, y la total falta de química entre ambos queda remarcada en los momentos pasionales cuando se notan totalmente forzadas las escenas, con el aliciente de que el Dawson joven es totalmente de madera. Párrafo aparte para el final, el cual –sin entrar en spoilers- puede dejar un sabor raro, ya que por un lado se torna previsible, pero no de la forma en que uno esperaba. Conclusión Lo Mejor de Mí es de esas películas que no destacan casi en nada, salvo por un par de cuestiones como la fotografía, la música o la pareja protagonista mayor. Pero en sí misma, la historia es una más del montón, quizás si no fuera de “El autor de Diario de una Pasión” fuera otro el cantar y no hubiera tenido tanta repercusión. Recomendable para verla un domingo lluvioso.