Una mujer comienza a destruír la vida de la nueva esposa de su ex marido en este thriller protagonizado por Katherine Heigl y Rosario Dawson. Con ecos de "Atracción fatal" pero sin la intensidad ni el suspenso que la historia prometían. El tema de los celos y las obsesiones devenidas en locura han sido bien plasmados por exponentes como Atracción Fatal o La mano que mece la cuna, que acá alcanza una suerte de reformulación de la mano de la directora Denise Di Novi, quien acredita una larga carrera como productora de las películas de Tim Burton y que ahora debuta en este thriller sobre rivalidad femenina. En mío o de nadie, Tessa -Katherine Heigl, de la serie Grey´s Anatomy - es la madre perfecta, segura de sí misma y de su imagen impactante, pero cuya vida tambalea cuando su ex marido David -Geoff Stults- forma pareja con Julia -Rosario Dawson-. Tessa comienza a perder terreno y cuando se entera que ellos se casarán y se harán cargo de la custodia de su pequeña hija dos días a la semana, todo explota. Este es el comienzo de un thriller que expone una guerra entre mujeres que defienden lo suyo y con una obsesión por la perfección que también encamina a Tess hacia la locura. El film tiene momentos de tensión aunque resultan previsibles, utiliza el facebook como arma para que Tess comience a manipular la vida de su nueva rival -que además arrastra un pasado de violencia familiar-, pero se sostiene por la presencia de Katherine Heigl y Rosario Dawson, ambas actrices correctas en sus respectivos papeles. El relato ofrece una serie de situaciones vistas anteriormente que no tienen ni la intensidad ni el suspenso que prometían. Al elenco se suma Cheryl Ladd -recordada por Los Angeles de Charlie- como la madre obsesiva de Tessa. De tal palo, tal astilla y Tessa, que va de la perfección al derrumbe personal y familiar. Para no estar fuera de tono con la época, el final resulta casi hilarante sin proponérselo y entrega violencia, entre tomas subjetivas y con una forzada vuelta de tuerca.
Julia parece estar rearmando su vida. Luego de padecer violencia de género con su ex, ahora está a punto de casarse con un galán, con una hija con quien de a poco se irán haciendo amigas y en una hermosa y enorme casa. Pero este sueño empieza a ser una pesadilla cuando Julia conoce a Tessa, la perfeccionista y fría ex de su actual pareja. De a poco la relación entre ambas mujeres se irá poniendo cada vez más tirante, mientras Tessa muestra su peor cara. Siempre son interesantes lo films que tratan sobre como el/la actual pareja de alguien, tiene que lidiar con el/la ex de dicha persona, ya que es un problema que no es ajeno a nadie y le podría pasar a cualquiera. Por eso Mío o de Nadie se presentaba como una película que al menos nos iba a entretener. Y si hablamos en potencial es porque al final, nada de esto pasó. Lo primero que falla de Mío o de Nadie es el casting. Todos sabemos que Katherine Heigl es habitué a las comedias románticas que pasan sin pena ni gloria primero en el cine y luego en la televisión. Y si bien físicamente queda bien en el rol de ex mujer gélida y fría, no así se corresponde su actuación; ya que todo el metraje sentimos que es un personaje que le queda incómodo y que no es para ella. Por suerte Rosario Dawson sí está bien en su interpretación, y aunque nunca fue una actriz que destaque demasiado por su talento, sabe cargarse la cinta a sus espaldas y darle algo de seriedad y credibilidad a un guión que no la ayuda (ni a ella ni a nadie) en lo mas mínimo. Porque si algo tiene de malo Mío o de Nadie, y podríamos decir que incluso hasta de ridículo, es el guión. No citaremos situaciones sin el mayor sentido para no spoilear a nadie que quiera ver esta película en cine; pero sí diremos que más de una vez este redactor y toda la sala se rieron, cuando en el film no hay momentos de comedia. Poco hay para destacar de Mío o de Nadie. Ya nombramos la acertada actuación de Rosario Dawson, y podríamos decir que la dirección de Denise Di Novi, quien debuta con esta película y que pese a que el guión escrito por Christina Hodson y David Leslie Johnson no la ayuda demasiado, sale airosa en esta primera experiencia en la silla de directora. Mío o de Nadie es una mala película, eso no hay que dudarlo. Pero algunos errores en su trama hacen que al menos uno se entretenga con una historia que por momentos no tiene ni pies ni cabeza. Es una lástima que no sea una comedia.
Con este titulo más que explícito, en inglés traducido es “inolvidable, muy pocas sorpresas quedan para el espectador. La trama del hombre que se casa por segunda vez y que tiene una esposa enajenada que no puede resignarse no hace más que utilizar el prototipo hollywoodense de la “loca” puede ser una amante, una niñera, una actriz. Siempre será linda, perfecta y cruel hasta la medula. Por su parte las victimas son ingenuas hasta la exasperación. Aquí, la ex esposa despechada le roba el teléfono a su rival, lo hackea, y descubre un secreto jugoso. Esa mujer tuvo un novio violento al que mando a la cárcel y ahora esta vivo. La mala se hace pasar por la buena para atraer al violento y provocar todos los desbarajustes. Lo demás no deja de ser previsible. Y hacia el final ciertamente ridículo. Katherine Heighl no se mueve ni un minuto de una actitud gélida con mirada asesina. Y Rosario Dawson con un personaje que peca de naif hasta el límite. Entretenida de a ratos, plaga de lugares comunes, previsible.
Una película con buen potencial, que se sostiene por sus actuaciones pero sufre sus errores de dirección. “Mío o de nadie” (Unforgettable, 2017) es un película cuyo argumento principal sienta muy bien. La historia es así: Julia (Rosario Dawson) una editora que vive en la ciudad de San Francisco con un pasado muy traumático y perturbador, se enamora de David (Cheryl Ladd) un ex empresario y ahora dueño de una cervecería hogareña, en un pueblo de California. Cuando Julia acepta irse a vivir con su nuevo amor y su pequeña hija Lilly, todos imaginaban que sería la típica historia del príncipe azul, pero no. Todo cuento de hadas tiene una bruja malvada y ésta no es la excepción. Aquí es cuando la película presenta a Tessa (Katherine Heigl) la ex mujer de David y madre de su hija, una mujer que marca su presencia instantáneamente, rubia, con el cabello hasta la cintura y con unos ojos penetrantes le hará saber a la nueva pareja de su ex que mucho no la quiere. Luego de un careo muy incómodo entre ambas, donde fingen estar felices por la situación y donde ambas intentan plantar postura de que es buena idea de que se conozcan, empiezan los problemas. Haciendo honor al nombre del film, para Tessa no puede existir la posibilidad de que en la vida de David y Lilly haya otra mujer que no sea ella. Obsesiva-compulsiva, posesiva y con una buena cantidad de locura in extremis, Tessa demuestra todos sus sentimientos hacia Julia y no la dejará vivir nada tranquila, es más, Tessa traerá al presente los oscuros secretos y fantasmas del pasado de Julia, para incomodar y embarrar su estado actual con su nueva familia y hacer que tenga un futuro no muy próspero. En cuanto a la descripción técnica, esta primera producción y dirección conjunta de la americana De Novi, deja muchas cosas que desear. Por ejemplo, el guion. Hay ciertos momentos donde la trama de la película se vuelve irrisoria y sin sentido. Algunas escenas se vuelven totalmente predecibles y otras, para mal, total y absurdamente inesperadas. Uno de los buenos elementos del metraje es la actuación de Heigl y Dawson. La rubia interpreta su papel de tal manera que hasta puede hacer creer que en realidad sufre de trastornos mentales y demencia. Si bien llega a un punto, un tanto exagerado, donde se manda un sinsentido tras otro, a nivel general esta muy bien. Por otro lado, la morocha tiene una historia muy fuerte en sus espaldas que no termina de desarrollarse por la trama principal, pero al ser tan compleja hubiese sido interesante indagar un poco más. Rosario cumple con su actuación, sin ser la mas destacada de la película, tiene una interpretación sólida pero lamentablemente los errores técnicos de guion y dirección hicieron que decaiga un poco en ese rubro. Si bien es una película que podría haber dado más, es recién la primer experiencia de la directora y si lograse escapar de momentos básicos y poco coyunturales, a lo que respecta el resto de la película, no caben dudas de que podrá mejorar en sus próximos trabajos detrás de las cámaras.
La locura tiene cara de mujer Mío o de nadie (Unforgettable, 2017) trabaja con las familias ensambladas y mujeres que comienzan una nueva vida acompañando a sus hombres y sus descendencias como temas, en el debut tras las cámaras de la productora Denise Di Novi, quien intenta poner al día los thrillers en los que la obsesión de una mujer por la felicidad de su expareja, termina convirtiéndose en una sangrienta venganza. Mío o de nadie (Unforgettable, 2017) trabaja con las familias ensambladas y mujeres que comienzan una nueva vida acompañando a sus hombres y sus descendencias como temas, en el debut tras las cámaras de la productora Denise Di Novi, quien intenta poner al día los thrillers en los que la obsesión de una mujer por la felicidad de su expareja, termina convirtiéndose en una sangrienta venganza.
Mío o de nadie, es la obsesión de una mujer por su ex marido y la actual de su ex marido. Tessa (Katherine Heigl), está celosa porque su ex marido comenzó una relación con una exitosa periodista que llega a California para vivir con él. Su marido (Geoff Stults) tiene varios días a la semana la custodia de su hija Lily y Tessa está muerta de celos por eso, también. La historia, supone ser un thriller en el que la obsesión de esta mujer hará imposible la vida de la pareja. Cosas raras comienzan a pasar, pero que no tienen sentido. El guión hace agua por todos lados, siendo por momentos ideal para una comedia. Sin spoilear, suceden cosas básicas, trilladas y tienen una resolución mágica que no son del género. Se puede rescatar la actuación de Rosario Dawson, a quien conocemos por ser la actriz que aparece en todas las series de los personajes de Marvel (Luke Cage, Jessica Jones, Iron Fist y Daredevil) como Claire Temple; cuyo labor es aceptable, poniéndole el toque de seriedad que el guión no consigue.
Mío o de nadie: peligroso juego de opuestos Por una vez, el título local se impone aquí al de su origen. Mío o de nadie define muy bien hasta dónde pueden llegar los personajes de una historia que llega a disfrutarse (y hasta a estremecer con algunos giros) si se ve sin culpa. En su ópera prima como directora, la experimentada productora Denise Di Novi recupera un arquetipo tan habitual en la época triunfal de los estudios de Hollywood, versión clase B: la mujer de precoz belleza y gélida perfección, rubia y peinada con cola de caballo bien tirante (por si faltaba algo) y preparada desde la niñez para convertirse en esposa y madre de excelencia. La amenaza para el cumplimiento de ese plan es una sufrida y bella morocha que conquistó el corazón de su ahora ex marido y puede hacer lo mismo con la hija de ambos. Los contrastes entre ambas mujeres son tan visibles como el enfrentamiento que se avecina entre ellas, junto a la reaparición de un pasado que la morocha cree haber enterrado. Planteado así, el conflicto se mueve hasta el borde mismo de la caricatura, pero en medio de una tensión que nos lleva a tomar muy en serio todo lo que pasa. Hay algunas observaciones muy certeras sobre psicologías femeninas opuestas, una pintura deliberadamente frívola de los personajes masculinos y un juego de venganzas, miedos y locura que, aunque resulte paradójico, crece en potencia cuando más se acentúa su artificialidad. Heigl y Dawson están espléndidas.
El clásico rubia vs. morocha La bella Rosario Dawson es atormentada por una psicópata de telenovela que quiere recuperar a su ex. La primera gran pregunta es: ¿vale la pena tolerar esta película por esa preciosura llamada Rosario Dawson? La respuesta es no. La otra gran pregunta es: ¿cómo llega a los cines argentinos una película así, tan claramente destinada a la TV, el viejo dvd o la pantalla de un micro de larga distancia? La respuesta está soplando en el viento del colonialismo cultural. El viejo clásico rubias vs. morochas, al mejor estilo Linda Evans vs. Joan Collins, se reedita en esta trillada historia, el debut como directora de la productora Denise Di Novi (que trabajó junto a Tim Burton en los años 90, pero no se contagió nada de su talento). Sólo que aquí la villana es la rubia, una malvada de telenovela que trata de hacerle la vida imposible a la Dawson al enterarse de que la bomba latina se va a casar con su ex marido. Y para conseguirlo apela al mejor repertorio de un psicópata que se precie de tal, desde llenarle la cabeza de culpa y dudas hasta hacerla pasar por loca. Y mucho más: sus crueldades irán in crescendo. Entrelíneas, se dejan entrever algunas reflexiones de psicología barata sobre la influencia de los padres en la crianza de los hijos y las marcas que dejan esos traumas infantiles. Un intento de darle un justificativo a un filme que no lo tiene.
Julia (Rosario Dawson, algo así como una Venus Williams de las tablas) está en una seccional policial con la cara rasguñada. El oficial la acusa de haber encontrado su cuerpo junto al de su ex novio, muerto. Ella no recuerda nada, y de golpe un flashback nos pone al día con la historia. Seis meses atrás, Julia, una exitosa escritora de narrativa para medios online, consigue que su compañía le dé vía libre para escribir desde su casa; sus compañeras la despiden con una fiesta y ella viaja en auto a establecerse en el pequeño pueblo donde vive su novio David (Geoff Stults). Julia ya puede olvidarse de Michael Vargas, su ex golpeador. Con David hacen una hermosa pareja, pero el muchacho, que fabrica una cerveza artesanal local, carga con una historia previa, y a poco de instalarse Julia conoce a Tessa (Katherine Heigl), la ex de David, quien viene a traerle a Lily (Isabella Rice), la hija de ambos. Pese a que lo oculte con todo su cuerpo, los celos de Tessa transpiran la tela de los vestidos elegantes que siempre usa. Y las expresiones de Tessa lo dicen todo: el precio que deberá pagar Julia por quedarse con David es alto. El debut de la directora Denise Di Novi tiene todos los sesgos del culebrón, pero la fuerza interpretativa de Rosario Dawson saca adelante al film en los peores momentos. Eso y la reflexión de que un ex con hijos suele traer problemas son las únicas salvedades de este pobre thriller debut.
Dos mujeres que se pelean por un hombre. Parece un conflicto de telenovela noventosa pero no, es el resumen, a grandes rasgos, de Unforgettable -aquí traducida a “Mio o de nadie”– en donde el Test de Bechdel que evalúa la brecha de género evidencia el machismo impregnado en la cultura cinematográfica norteamericana.
Malvadas al estilo años 80 Después de décadas de producir películas de Tim Burton como "Beetlejuice", "Batman" y "El extraño mundo de Jack", o series de TV tan populares como "Los '70", Denise Di Novi dirigió una película y su elección recayó en un guión que lleva a fines de la década de 1980. "Mío o de nadie" pertenece a ese ya casi olvidado género de psychothriller doméstico que surgió del éxito de "Atracción fatal" y ya hasta bien entrada la década de 1990, que con menos repercusión se enfocó en niñeras, compañeras de habitación o noviecitos del infierno en títulos como "Mujer soltera busca" y "La mano que mece la cuna". En "Mío o de nadie" la que viene del infierno es Katherine Heigi, una rubia malísima, ex del guapo y rico Geogg Stults, que ahora está con la heroína, Rosario Dawson. La ex quiere separar a la nueva pareja y no repara en métodos, adoptando tácticas ya vistas en todas las películas de este subgénero, pero que de todas formas siguen resultando entretenidas. Di Novi juega su historia como una telenovela más que como una película de terror, y en ambos sentidos el film tiene sus discretos buenos momentos. La dirección de fotografía del maestro Caleb Deschanel tiene gran nivel.
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No es amor, lo que tu sientes se llama obsesión. Julia Banks (Rosario Dawson) se muda y comienza a sentirse cómoda en su nuevo papel de esposa y madrastra. Cree por fin haber encontrado al hombre de sus sueños, David (Geoff Stukts), con quien podrá dejar atrás su problemático y oscuro pasado. En su nuevo hogar le espera Lily (Isabella Rice), la hija de su prometido, pero también Tessa Connover (Katherine Heigl), la madre de la niña y ex esposa de David. Julia es morocha de cabellos revueltos, con una belleza innata. Tessa es rubia, de cabellos lacios, siempre exagerada, vestida por demás de arreglada, buscando la perfección mientras hace equitación. La presentación de estas mujeres, enfrentadas hasta por su color de pelo, puede parece algo desmesurada y hasta trillada, pero no se asusten, no es sólo esta presentación, todo es exagerado y trillado en Mio o de nadie. Los posters promocionales de este supuesto thriller erótico vendían la película con la frase: “Cuando el amor se termina, empieza la locura”. A medida que comienza a desarrollarse la trama, vamos viendo como Tessa ingresa en ese circulo de locura, celos y posesión, en el cual su única meta es arruinarle la existencia a Julia y quizás así recuperar la vida perfecta que alguna vez creyó tener. Personajes secundarios apodan a Tessa como Cruella Chanel o Barbie Psicótica, graficando a la perfección el estado mental de este personaje. El problema surge con los perversos planes de la rubia para arruinar la vida de la morocha. Todo es inverosímil, poco creíble y se empieza a tornar predecible a medida que avanza la acción (¿es tan fácil adivinar una clave de celular? ¿guardás copias de todos tus documentos importantes en tu teléfono?). Dejando de lado toda esta situación, hay otros problemas mayores en Mío o de nadie. No queda muy claro que es lo que querían contarnos los guionistas Christina Hodson y David Leslie Johnson, quienes buscan abarcar demasiado y terminan fallando allí donde se proponen cautivarnos. La ópera prima de Denise Di Novi quiere tratar un tema complejo y muy en boga en estos días: la violencia de género y relaciones abusivas. Sin embargo, el tratamiento es tan vago y superficial que quedan en evidencia su uso como mera excusa. Pareciera que a la hora de plantear la historia no se consultaron a profesionales en el tema, ya que mientras ves la película es imposible no sentir que todo el conflicto se podría resolver hablando. Hay algo que queda claro, la premisa de la que partieron era contar una historia en la que se entrecrucen temas actuales, además de la violencia de género, el uso de las redes sociales y los microemprendimientos de cerveza artesanal (si, aunque no lo crea). A todo esto súmenle un intento de subirse al tren de 50 Sombras de Grey, incorporando escenas eróticas que poco aportan o transgredan, incluyendo autosatisfacción frente a la pantalla de una computadora. Las dos mujeres protagonistas están bastante bien en los papeles de Tessa y Julia, aunque a Heigl cuesta verla en este tipo de interpretaciones más comprometidas. Ellas cumplen y la parte técnica del film también, a excepción de la música, usada como golpe de efecto para remarcar y acentuar los momentos en los cuales deberías asustarte, perdiendo todo tipo de seriedad. Y ese es el problema con este thriller, ya que está repleto de momentos en que te encontrás riendo por lo ridículo de ciertas situaciones, que sólo irán in crescendo a medida que avanzan los minutos. Conclusión: Mío o de nadie, cuya traducción literal del ingles sería Inolvidable, es un thriller erótico que se desluce a medida que avanzan los minutos y se vuelve, ciertamente, olvidable.
Mío o de nadie es el debut en la dirección de la legendaria productora Denise Di Novi, quien es responsable de films tales como Edward Scissorhands (1990), Ed Wood (1994), Practical Magic (1998), Crazy, stupid, Love (2014), entre muchas otras. Se sentó en la gran silla de forma fortuita cuando a último momento renunció quien iba a dirigir este proyecto. Y no es que esta película necesitara un sello distintivo pero la dirección y casi todo lo demás es digno de telefilm. Y un telefilm no es insulto solo una forma de referirse a un cine sin alto vuelo artístico en puesta de escena y narrativa. Porque este estreno es una composición de planos y contraplanos medios y cortos mechados con alguna panorámica. La historia está bien pero ya la hemos visto muchas veces tanto en cine como en televisión: mujer celosa/obsesiva, violencia, mentiras y desenlace policial. Las dos actrices principales hacen un buen laburo si es que tenemos en cuenta el guión cargado de situaciones histéricas y diálogos muy quemados. Rosario Dawson está mejor que Katherine Heigl, quien abusa de miradas intensas mostradas en primeros planos. En definitiva, nos encontramos con un film correcto y que será disfrutado por quienes consumen novelas de televisión de todo tipo. A eso apunta y allí está su público.
Escasa realidad. Thriller a contramano de la realidad, Mío o de nadie, de Denise Di Novi, propone una fantasía en la que una mujer celosa y psicópata le hace la vida imposible a la nueva pareja de su exmarido, llevando la decisión hasta las últimas consecuencias. Es decir: deshacerse a como dé lugar de aquella a quien considera una intrusa que arruinó su familia. A contramano, no porque casos como el que propone el argumento no existan en la realidad, sino porque el tipo de violencia que surge en algunas parejas a partir de los celos (o cualquier otro disparador) suele recorrer el sentido inverso, es decir del hombre hacia la mujer, variante que constituye uno de los temas más preocupantes de la sociedad actual. Claro que el cine no tiene por qué postularse como una representación fiel de la realidad ni convertir cada película en instrumento de denuncia. El mazo de sus posibilidades narrativas es inabarcable y el éxito o el fracaso dependen de la pericia de cada director para sacarle provecho a las cartas elegidas. El espectador tiene la opción de entrar en la película no por el portón obvio de un aparente realismo, sino de dejarse caer a través de la puerta-trampa de la farsa. Desde el realismo Mío o de nadie se convierte en una obra fallida, que trabaja a partir de estereotipos forzados y mezcla peras con calefones. En cambio, si se escoge filtrar todo el relato por el tamiz de la farsa, la película puede volverse un entretenimiento válido. El film no tarda en morder la banquina, haciendo que la malvada protagonista urda un plan inverosímil en el que le saca provecho a la violencia de género para ponerla a favor de su causa. El relato comienza a generar un ruido que se convertirá en batifondo, ofreciendo un desenlace hilarante. Pero la duda de si se trata o no de una película seria convertida en comedia involuntaria nunca se devela y la decisión de mirarla de un modo u otro recae en el espectador, revelando una generosidad que la mayoría de las películas malas nunca tienen.
COMEDIA INVOLUNTARIA A esta altura del partido, estoy bastante convencido que desde hace décadas hay un único guión que circula de estudio en estudio, de productor en productor, que sirve como molde elemental para esos relatos pedorros sobre gente progresivamente obsesiva con alguien (un amigo/a, novio/a, amante, etcétera), hasta entrar en una espiral de locura y muerte bastante impresentable. Lo que se hace es cambiar nombres, lugares, algunas situaciones particulares, parentescos, pero no mucho más: lo que tenemos es la misma idiotez con distinto título. Quizás ese guión era el de Atracción fatal, aunque hay que reconocer que ese film, con todo el sexismo, machismo y misoginia que tenía a cuestas, no dejaba de tener un vigor ciertamente atractivo. Las réplicas que vinieron a continuación fueron productos en piloto automático, tan carentes de sentido, tan repetitivos, tan inverosímiles, que no terminan generando ninguna clase de suspenso. De hecho, da para preguntarse cómo terminan ocupando salas en vez de ir directo a los formatos hogareños. Mío o de nadie es un nuevo ejemplo de esta perpetua producción en cadena hollywoodense, centrándose en una mujer (Rosario Dawson) que inicia lo que parece ser una idílica vida con su nueva pareja, pero que deberá lidiar con la ex esposa (Katherine Heigl), quien no está tan dispuesta a aceptar que el que fue su hombre esté con otra persona. La película de la debutante Denise Di Novi (quien tiene una larga trayectoria como productora) no consigue eludir todos los lugares comunes esperables: las sonrisas iniciales que derivan luego en muecas malignas; pasados oscuros que no se revelan básicamente porque la trama lo necesita; una villana de cartón corrugado y que es mala porque sí; psicopateadas infantiles pero pretendidamente serias; el marido que es medio tonto y se da cuenta de todo demasiado tarde; situaciones donde la protagonista queda mal parada porque es un poco ingenua y porque los demás son todos malpensados; escenas de sexo publicitarias al extremo; giros que se ven venir a mil kilómetros de distancia; y un largo etcétera. Y ni siquiera tiene autoconciencia de todos sus estereotipos, con lo cual se pone pretenciosa pero termina causando gracia de forma casi involuntaria, a tal punto que la última media hora es definitivamente una comedia, porque es imposible tomarse en serio lo que está pasando. Mío o de nadie posee una narración y una mirada sobre el mundo que atrasa (mínimo) treinta años y lo único que se puede reconocer es que tanto Dawson como Heigl (con su carrera en caída libre) le ponen garra al asunto, aunque estén lejos de tener buenas actuaciones. Es un thriller sin tensión alguna, totalmente irrelevante y que por suerte será rápidamente olvidado.
La ópera prima de Denise Di Novi aborda sin sorpresa ni ingenio una trillada historia de despecho. Hasta no hace tanto, el cine norteamericano era grandioso hasta en sus peores películas. Era tan bueno que los filmes de segunda línea eran disfrutables y entretenidos, y tenían la dosis de libertad que el cine mainstream no se podía permitir. La denominada clase B constituía un género en sí mismo y fortalecía toda una tradición que hoy está completamente bastardeada. Pero la genialidad que nos asaltaba en la oscuridad solitaria de una sala quedó en el camino cuando el registro telenovelesco empezó a inmiscuirse, ayudado por best sellers de dudosa calidad o novelas rosas y básicas. Mío o de nadie, ópera prima de Denise Di Novi, es otra prueba más de la debacle en la que se encuentra el cine norteamericano de bajo presupuesto. No importa que la película cuente una vez más la gastada historia de la mujer adinerada que queda despechada y cargada de odio después de que su marido la deja por otra que, encima, está a punto de ganarse la confianza de la hija que tienen con el exmarido amado. Lo que vale en el cine es cómo se cuenta esa historia trillada, y si se nota la mano de un cineasta a través de la puesta en escena, mucho mejor. Está demás decir que en esta película arquetípica lo segundo brilla por su ausencia. Sin embrago y pese a todo esto, el filme tiene algo para destacar. Lo positivo de Mío o de nadie es que vemos en pantalla a la resucitada Rosario Dawson (Kids, 1995), que despliega todo su talento en el papel de Julia Banks, una víctima de la violencia de género. Julia pudo salir de una relación infernal con un exnovio abusador y empezar una nueva vida con David Connover (Geoff Stults), una especie de muñequito Ken de carne y hueso, y la hija de éste con su anterior matrimonio. Pero Julia salió de una pesadilla y se metió en otra, ya que tiene que enfrentarse con los celos enfermizos de Tessa (Katherine Heigl), una suerte de Barbie psicótica (muy de telenovela de Thalia) dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de recuperar a David. Ya se pueden imaginar cómo termina, ya que en Mío o de nadie no hay nada que no hayamos visto millones de veces. Es una historia repetida, con la desventaja de que acá, en vez de disfrutar del buen pulso de un cineasta, tenemos un producto fabricado para un público ávido de historias con conflictos entre mujeres que se disputan el cariño de un hombre.
Crímenes en la intimidad En el panorama cinematográfico de nuestros días los thrillers de “pareja psicótica” -esos que tantas alegrías nos dieron en el pasado- quedaron muy relegados frente a otras vertientes del suspenso que apuestan más al impacto (como por ejemplo la invasión de hogar, los relatos de entorno cerrado, el acoso con condimentos sobrenaturales, etc.) y frente a convites que directamente pretenden reflotar viejos engranajes del film noir más tradicional (en este caso suele predominar una serie de pesquisas y vueltas de tuerca marcadas por la previsibilidad y un desarrollo naif, si las comparamos con sus homólogas de otras épocas). Así las cosas, salvo que hablemos del campo del terror mainstream y su obsesión con vincular al núcleo familiar con los fantasmas vengadores de antaño a la J-Horror, los sobresaltos centrados en el ámbito privado casi desaparecieron por completo. A priori Mío o de Nadie (Unforgettable, 2017) acumulaba unas mínimas expectativas por dos factores: la premisa de base prometía retrotraernos a aquellos hostigamientos amorosos de tiempos pasados y la propuesta -de hecho- es el debut en la dirección de Denise Di Novi, conocida en esencia por haber sido la productora del mejor período de las carreras de Tim Burton y Henry Selick, esa etapa que abarca El Joven Manos de Tijera (Edward Scissorhands, 1990), Batman Vuelve (Batman Returns, 1992), El Extraño Mundo de Jack (The Nightmare Before Christmas, 1993), Ed Wood (1994) y Jim y el Durazno Gigante (James and the Giant Peach, 1996). Lamentablemente el resultado no logra inyectarle al subgénero un poco de aire fresco pero por lo menos alcanza una simpática medianía que nos aleja de los desniveles a los que nos tiene acostumbrados el Hollywood contemporáneo. La prolijidad y las buenas intenciones de Di Novi consiguen que este mashup light entre Atracción Fatal (Fatal Attraction, 1987) y Durmiendo con el Enemigo (Sleeping with the Enemy, 1991), los dos pivotes modernos del esquema, entretenga rutinariamente, nos regale actuaciones impecables y no mucho más. La historia está centrada en Julia Banks (Rosario Dawson), una mujer que huye de un ex violento, Michael Vargas (Simon Kassianides), y decide mudarse junto a su nuevo amor, el empresario cervecero David Connover (Geoff Stults). Los crímenes en la intimidad comienzan cuando Tessa (Katherine Heigl), la ex esposa de David, supone que Julia no sólo quiere reemplazarla en la cama matrimonial sino también como madre de la pequeña Lily (Isabella Kai Rice), circunstancia que la motiva a contactar a Vargas haciéndose pasar por Julia y a construir situaciones para desacreditarla. Considerando que el guión de Christina Hodson y David Leslie Johnson respeta a rajatabla el devenir promedio del subgénero, en verdad son las actuaciones de Dawson y Heigl los ejes principales de la faena: aquí la primera por fin encuentra un vehículo para lucirse vía un protagónico que le demanda todo un espectro de emociones (el júbilo del inicio se va transformando en un calvario a medida que la manipulación se hace más y más agresiva) y Heigl -por su parte- consigue salir del rango cómico en el que estaba encasillada con un desempeño tan sexy como eficaz (su Tessa no es simplemente una arpía desalmada que se aprovecha de la pobre Julia, sino una mujer enferma y triste que ejerce su sadismo por despecho y por esa autoexigencia desmedida cortesía de su madre, interpretada a su vez por una perfecta Cheryl Ladd). El ambiente de cartón pintado de la alta burguesía y la falta de una carga erótica un poco más jugada a nivel general atentan contra la intensidad de una experiencia que cae en un terreno inofensivo y bastante higiénico, cuando el sustrato de fondo reclamaba enfatizar el melodrama con el objetivo de exacerbar el vigor homicida…
La suma de todos los arquetipos La suma de todas los estereotipos se dan en “Mío o de nadie”, un título muy entrador y certero para esta película sobre una mujer despechada tras su divorcio y su locura posterior. La historia tiene antecedentes célebres, como “Atracción fatal”, y la interpretación de Katherine Heigl, una de las protagonistas -su personaje es Tessa, rubia, platinada, de modales perfectos- acentúa los rasgos de la mala de la película hasta llevarlos hasta el límite de la caricatura. Su ex marido David -alto, rubio, atlético, exitoso, “el príncipe azul” lo llaman en el filme, interpretado por Geoff Stults- se enamora y compromete con Julia, la heroína, a cargo de Rosario Dawson -morocha, impulsiva y con una pasado de violencia de género-. En el medio queda la hija del exmatrimonio a la que Tessa somete a tortura sicológica tal como se verá, lo padeció ella por parte de su madre, interpretada por Cheryl Ladd, ex “Los ángeles de Charlie”. Cuando Tessa se entera de los proyectos de boda entre David y Julia, y luego comprueba que su hija se está encariñando con la nueva novia, pierde los modales y deja salir el monstruo que siempre llevó adentro.
Denise Di Novi ha sido la productora de gran parte de la obra de Tim Burton, y su papel no era conseguir dinero sino aportar creativamente. Así que era interesante ver qué hacía como directora. Esta es una película en realidad “chica”, de esas que no serían demasiado conocidas a no ser por un elenco de famosos. Un hombre deja a su mujer, forma pareja con otra y, en el medio, está la hija de la primera. La ex es ultracelosa y no puede aceptar la situación. El resultado es una escalada que lleva a la violencia casi fantástica. Sí, algo como “Atracción Fatal” en tiempos de corrección política. Y aquí no es ni el elenco (que está bien, especialmente Dawson), ni la historia (con sus lugares comunes y todo) sino que el suspenso no funciona. Simple y claro: no termina de importarnos ni la ex, ni la actual, ni la hija ni el marido, cuyo temple nos recuerda el sabor del nabo. Oportunidad perdida.