TODO PARA EL CORAZÓN DE UN BRASILERO En la noche de Río de Janeiro, confluyen las miserias de una ciudad que margina mucho más de lo imaginable. La historia de Paulo, es la de muchos, y así como él es testigo, nosotros también, en un relato sin descanso en este Espejismo, del premiado Director Eryk Rocha. Miragem(2019) Paulo (Fabricio Boliveira) pierde su trabajo estable, esta situación deriva en un divorcio, para luego ser privado de ver a su hijo Mateus (Cadu N. Jay), de 7 años, por no contar con dinero para la pensión alimentaria. En plan de conseguir dinero rápido comienza a trabajar como taxista. Con el paso de los días irá relacionándose fugazmente con sus clientes y se involucra de manera íntima con una enfermera, Karina (Barbara Colen). Su vida se verá afectada tanto por la crisis social que atraviesa el país como por los cambios de su vida cotidiana. La película tuvo su estreno mundial en octubre de 2019 durante el BFI London Film Festival. Además recibió el premio a Mejor Actor, Mejor Fotografía y Mejor Montaje en el Festival Internacional de Cine de Río de Janeiro y Mejor Dirección en el Festival Pachamama - Cinema de Fronteira. Fue distinguida con el Premio Indie Lisboa al Mejor Largometraje en el Festival Panorama Internacional Coisa de Cinema. Eryk Rocha dirige y co escribe este film que ofrece un trabajo extraordinario de fotografía, Sonido y Montaje. La música, el baile, el mar y la cultura carioca están presentes, lo cual aporta color y cotidianidad al film. Los primeros planos de las miradas, sobre todo de nuestro protagonista, son acertados, dada la excelente interpretación de Fabrizio Boliveira, una profunda y dolorosa mirada que comunica muchísimo, y acompaña a la dirección y al guion desde el comienzo. Una película contada desde su punto de vista, un narrador actual, en movimiento constante, dinámico y emergente, inmerso en el infierno de una gran ciudad latinoamericana y de un país en apuros. Contando varios universos en paralelo, la marginación, la vida nocturna, las historias personales del protagonista y de su compañera pasajera de profesión enfermera. Ambos unidos por la realidad que sufren debido a su labor, los diferentes motivos por los que trabajan de noche y la complicidad al continuar realizándose a pesar de que no los espera un futuro alentador, y sentir que no vale la pena su aporte a una sociedad corrompida, los peligros a los que se exponen por poco dinero y la urgencia que los rodea. "Un relato contado desde el punto de vista de una persona que es testigo, cuya mirada funciona como espejo de las historias que nos contaron o vemos en un noticiero, a la vez que sufre de violencia y es acompañado por la prostitución, las drogas, el alcohol, negocios de políticos, discusiones de parejas, accidentes, tiros, gente baleada, sirenas de ambulancias, de policías y todo el residuo de una sociedad que oculta esa realidad de día. Paulo vive afectado por tanta violencia, trabaja de noche corriendo los riesgos inherentes y aún así, no le alcanza el dinero para lo básico." Clasificación: 8/10
“Miragem” de Eryk Rocha. Crítica. ¿Que es lo que hace un taxista construyendo una herida? El jueves 21 se estrena en CineAr TV y a partir del viernes en la plataforma streaming Cine.Ar Play la coproducción argentina y brasilera del director de la multipremiada “Cinema Novo”. Por Bruno Calabrese. Una Río de Janeiro vibrante, volátil y cambiante está presente en el último largometraje de Eryk Rocha, “Miragem”. Un retrato conmovedor sobre los encuentros nocturnos de un taxista que recorre la ciudad carioca. Paulo (Fabricio Boliveira), recientemente divorciado, comienza a conducir un taxi nocturno para pagar la manutención de su hijo Mateus, de diez años a su ex esposa Livia. Cuando el sol comienza a ponerse sobre Río de Janeiro, Paulo se encuentra con una variedad de clientes coloridos, desde colegas y policías hasta borrachos y amantes, las historias del pasajero se entrelazan con las suyas mientras conduce por la noche de esta ciudad cada vez más frenética. Tejiendo imágenes filmadas en las calles de Río de Janeiro con escenas ficticias de la vida cotidiana de Paulo, es una crónica impresionista sobre un hombre y una ciudad cuyo destino es incierto. Haciendo uso de primeros planos extremos y desenfoques de cámara, Rocha no solo logra capturar los matices del personajes, sino que también logra darle al film un efecto alucinógeno que se condice con la vida nocturna de la ciudad. Todo el peso dramático se carga sobre la actuación de Fabricio Boliveira, interpretando a un hombre que debe sobrellevar la soledad, la fatiga y el arrepentimiento. Pero que también comienza a aprender los códigos de su nuevo trabajo, que se entrelazan con los momentos de dudas personales, todo dentro de una ciudad que se reinventa constantemente. Su vía de escape de esa triste realidad es Karina, interpretada por Bárbara Colen, la pasajera que se convierte en la amante de Paulo. Una enfermera que también encuentra consuelo en el taxista. Como no puede ser de otra manera en las películas brasileras, la música es otra de los grandes protagonistas. Sobre todo en la hermosa escena de ellos dos cantando la canción de Caetano Veloso “Pé do meu samba” interpretada por la genial voz de Mart´nália. Canciones de Letrux y de Deejay Telio le aportan una variable distinta para dar un marco distinto y reflejar la nocturnidad carioca. “Miragem” es una película que se cocina a fuego lento, donde el taxi recorriendo las calles de Río de Janeiro es la principal locación. A menudo en silencio, observando la ciudad, con una falta de diálogo que alimenta la tensión y da la sensación que el film esté conduciendo hacia ninguna parte, al igual que la vida de Paulo. El abrupto desenlace dejará un sentimiento general de muchas preguntas sin respuestas y varias cuestiones sin resolver, pero la fusión entre el arte y el realismo dejará como resultado final una conmovedora película sobre la soledad, la supervivencia y la búsqueda de la reinvención. Puntaje: 80/100
Eryk Rocha sigue con actitud reflexiva las tinieblas brasileñas y globales. Crítica de “Miragem” El director brasilero resucita en cada filme el Neorealismo ese movimiento que mira a su pueblo con una cámara sobre los conflictos de un personaje como “Paulo”(Fabricio Boliveira) quien es un ejemplo de las necesidades económicas que pasa el país. Además la marginación social a su sector social como taxista y deja entrever varios relatos que suman otras crisis. Por. Florencia Fico. Breve Miragem de Sol - YouTube El argumento de la película se basa en la figura de un hombre Paulo que empieza a trabajar de traxista para recaudar dinero para poder ver a su hijo Mateus tras 7 años de no verlo. Ya que no puede darle la pensión a su ex esposa. Con el deseo de juntar dinero ve como una salida laboral ser remisero. Con la dirección de Eryk Rocha se destapan muchas problemáticas un personaje principal como lo hizo con “Igor” en “El aula vacía” un largometraje anterior. Reversiona esa idea intimista e improvisada con Paulo que representa a una comunidad en las sombras pero existente en Brasil. Donde su guión es notoriamente dramático, pero abre espacios para indagar esa ciudadanía de forma documental. Desde lo ficcional impregna todo el potencial angustiante, melancólico, sensible, soñador, danzante, festivo, enloquecedor, nervioso y preocupado de Paulo que a su vez está en el clima actual brasilero. MIRAGEM - Dir. ERYK ROCHA - YouTube También lo dota de otras voces los pasajeros es decir establece otros ángulos dramáticos ellos asimismo comunican sus padecimientos ya sea: sus ansias de apariencia acaudalada, la juventud desbordada con soberbia y adicciones nocivas, la ambición desmedida, frente a la precariedad salarial, los ataques entre bandos para conseguir más viajes es la batalla taxi versus Uber, la desconfianza, el alarde al consumismo, las balaceras nocturnas, el trabajo en al anochecer es duro, el sueldo es malo, no alcanza para pagar servicios básicos ni el alquiler y evidencia los laburos informales gente que vende de forma ambulante, gente sin techo ni comida, la guerra entre ya sean hinchas de fútbol o la sobreinformación que aliena a la sociedad y los aumentos en la nafta o gas lo que perjudica totalmente a los taxistas; los ciberataques a países latinoamericanos. El filme con el que entrenó ésta sumatoria de testimonios fue “Transeunte” donde un personaje sin esperanzas observa otras dificultades. Breve Miragem de Sol (Burning Night), de Eryk Rocha - Teaser - YouTube En el reparto brasileño se destacan: el actor protagonista Fabricio Boliveira quien efectivamente concreta la misión de ponerse en la piel de Paulo un taxista aguerrido, papá divorciado y un luchador buscavidas. La actriz Bárbara Colen da un matiz intrigante, romántico y cercana a las dificultades de Paulo, da el elemento de inquietud y curiosidad por la condición de las personas como empleada de un instituto sanitario y pasajera frecuente de Paulo. Y el elenco Argentino estuvieron presentes: Inés Estevez y Luis Ziembrowski que interpretan a una pareja de turistas en el país vecino en plena situación de crisis económica. Estevez una esposa que harta de las fachadas de buen pasar y Ziembrowski un marido que le escapa a su incapacidad de ver la verdad de su matrimonio y sus finanzas; el empuja a un montaje de fantasía ella le pincha el globo. El director de fotografía Miguel Vassy impresiona con sus tomas en contrapicado en los pomposos rascacielos en Brasil, el picado en los ojos de Paulo en sus peores momentos y el enfoque, desenfoque en el espejo retrovisor interior donde hace hace de hilo conductor en las charlas que Paulo tiene con sus pasajeros, el plano flip over lo que intenta con éste movimiento es dar esa sensación vertiginosa e inesperada como los acontecimientos que le pasan a Paulo, esos momentos son fascinantes cuando la cámara rota 180 grados y se percibe un efecto de mareo. La iluminación saturada en blanco y las capturas oscuras cuando pasa por los accesos bajo tierra llegan a un nivel de proximidad con el personaje que se transforman en sus estados de ánimo. La música de Gustavo Montenegro y Edson Secco brilló con una canción “Pé do meu samba” del vocalista Caetano Veloso y “Pájaro negro” que en sus versos recita: “Soy un pájaro negro en la noche que alumbra tu cielo”, esa frase lo conecta a Paulo con Mateus su hijo que siempre esta presente. En fotos, recuerdos o en su imaginación y resignado comenta “Extrañar debería ser algo bueno”. El filme es una coproducción entre Argentina y Brasil ambos países se ven reflejados en sus pérdidas económicas, el fingir un estatus social que no les pertenece y una profunda herida en su desconexión entre su pueblo y los altos poderes ya sean: mediáticos, empresariales o políticos. Rocha sigue alzando la bandera “Una cámara en la mano y una idea en la cabeza”, un símbolo del “cinema novo” brasileño nacido en los años 60′. Un ferviente cineasta que reinventa una película dramática a una crítica de las estructuras hegemónicas. Puntaje:90.
La Real Academia Española le asigna dos definiciones al sustantivo Espejismo: «ilusión óptica» que «provoca la percepción de la imagen invertida de objetos lejanos», e «imagen, representación o realidad engañosa e ilusoria». Vale recordar las dos acepciones antes de mirar Miragem, coproducción argentino-brasileña, y un poquito francesa, que Eryk Rocha dirigió a partir del guion que escribió con Julia Ariani y Fabio Andrade. La película dura hora y media y, justo cuando faltan treinta minutos para que termine, una breve secuencia transcurre cabeza abajo. Este truco de montaje explicita la intención del realizador: mostrar una Río de Janeiro distinta –invertida o subvertida– respecto de la cidade maravilhosa que promocionan las agencias de turismo. Fabrício Boliveira encarna al protagonista de esta combinación de ficción, documental y ensayo que evoca el recuerdo del gran Abbas Kiarostami y su Dah, aquí conocida por su título en inglés Ten. El actor bahiense encarna a un peón de taxi que trabaja de noche (igual que Travis Bickle) y que busca ponerse al día con la manutención de su hijo de diez años para retomar el contacto paterno-filial. Como el maestro iraní con la conductora de un auto particular, Rocha convierte al tachero en piloto de un ejercicio cinematográfico de envergadura sociológica y filosófica. Aunque bastante menos que Mania con sus acompañantes ocasionales, Paulo también habla con sus pasajeros, entre ellos, una pareja de turistas argentinos compuesta por Luis Ziembrowski e Inés Estévez, y una enfermera a cargo de Bárbara Colen (la recordarán quienes vieron Bacurau). Esas interacciones ofrecen una representación de lo que existe, sucede, cambia, se desmorona fuera del vehículo donde transcurre la mayor parte de la película. A diferencia de Ten, Miragem utiliza otros recursos para visibilizar ese más allá: aquello que el protagonista observa desde la ventanilla del carromato amarillo, fotos y videos que mira en la pantalla de su celular, mensajes de audio de sus colegas, fragmentos de programas de radio y TV, interacciones telefónicas y cara a cara con otras personas además de los pasajeros. De este modo, Rocha ofrece un fresco actual, no sólo de Río de Janeiro y por carácter transitivo de Brasil (así lo sugiere la inclusión de Pé do meu samba de Cateano Veloso en la banda de sonido), sino de un presente globalizado. El –hay que decirlo– hijo de Glauber Rocha, fundador del Cinema Novo, conjuga con destreza los primerísimos primeros planos de Paulo (y de la enfermera Karina), los segundos planos acordados a los pasajeros, el registro documental de la vida nocturna en distintos barrios cariocas. En ese transcurrir entre el adentro y el afuera del taxi, el peón se reconoce como tal. Boliveira actúa con la sensibilidad y versatilidad necesarias para componer a un personaje callado que oscila entre el hartazgo, la frustración, la angustia, la resignación y acaso un destello (inicial) de insurrección. Su trabajo garantiza la calidad de una propuesta conmovedora y comprometida con nuestro tiempo. Miragem es consecuente con la doble acepción de la RAE. Mientras proyecta un reflejo invertido de la Río soleada, carnavalera, aquélla de los penthouses, del Tudo bem, del mais grande Maracaná, Rocha expone la naturaleza engañosa –y perversa– de la implacable globalización (neo)liberal.
Miragem, de Eryk Rocha, película protagonizada por Fabricio Boliveira y Barbara Colen, y con una breve participación de Inés Estévez y Luis Ziembrowski. se sumerge, sin estridencias, en la vida de Paulo, un hombre separado que debe subirse a un taxi, todos los días, para sobrevivir. En sus viajes la ciudad lo expulsa y los pasajeros lo abruman, hasta que una mujer se detiene en él, lo transforma y salva. Metáfora sobre la vida en el presente en donde el vale todo y el sálvese quien pueda dictaminan los vínculos y el contacto. La película se ve el 21 y el sábado 24 a las 20 en CINEARTV y luego gratis en CinearPlay.
Digno heredero del Cinema Novo Brasilero (su padre Glauber Rocha fue uno de sus precursores) Eryk construye desde su film Breve Miragem de Sol un tortuoso recorrido de su protagonista (Fabricio Boliveira) por la noche carioca intentando sobrevivir en una ciudad amenazante desde lo social donde las posibilidades de sobrevivir son limitadas. A través de sus viajes como chofer de taxi nocturno se van desgranando las pequeñas historias de vida que condensan un claro foco de la realidad brasilera, descarnada, violenta e individualista, desde las despreocupaciones de un par de jóvenes alcoholizados por los agobios que el sistema inyecta a sus criaturas hasta quienes se enmascaran en lo ficticio para poder sobrevivir a sus deudas y los ajetreos diarios de quienes deben lidiar con las muertes cotidianas gratuitas. Paulo, su protagonista, se ve privado de ver a su hijo por decisión materna, debiendo enfrentar una inusitada violencia que lo acorrala a tener que realizar un trabajo muy mal pago para poder sobrevivir, y con escasos puntos de goce en el cotidiano, donde todo es noche y oscuridad. No es casual que la única toma que permite un poco de aire sea la que reúne a este chofer con su eventual compañera frente al mar, serenos, dejándose abrazar por su oleaje y pudiéndose conectar a través del roce de sus cuerpos. Son notables las filmaciones de masas, donde se hace foco en enfrentamientos callejeros a la salida de una cancha de fútbol, advirtiéndose que este film mixtura la ficción con el documental. Son destacables asimismo la fotografía de Miguel Vassy, el montaje de Renato Vallone y el sonido de Federico Billordo que aciertan en la construcción del retrato de una sociedad vertiginosa, cambiante e impiadosa. POR QUE SI: » Retrato de una sociedad vertiginosa, cambiante e impiadosa «
Paulo es un taxista que recorre noche a noche las calles de Río de Janeiro a bordo de un vehículo alquilado. A lo largo de esas extenuantes jornadas laborales se cruza con varios síntomas de una violencia social creciente, desde mensajes de radio anunciando asesinatos a colegas hasta la presencia de algunos pasajeros agresivos. Es un contexto que permeará el estado de ánimo de un hombre que, además, hace un buen tiempo que no puede ver a su hijo porque su mujer lo ha denunciado por no pasarle dinero. Dirigida por Eryk Rocha (hijo de Glauber) y seleccionada para la Competencia Vanguardia y Género del BAFICI 2020 que debió cancelarse por la pandemia del Coronavirus, esta coproducción entre Brasil y la Argentina continua con la aparición de un interés romántico encarnado en la figura de una amable enfermera que Paulo levanta en la puerta de un hospital. Con ella se abrirá una subtrama con las historias íntimas de esos seres solitarios y cacheteados por distintas situaciones. Miragem ofrece, entonces, dos películas en una. Por un lado, el registro claustrofóbico de la rutina de un hombre silencioso que trabaja en modo automático, como si estuviera alienado. Aquí Rocha hace gala de un manejo extraordinario de los espacios asfixiantes del taxi, a la vez que logra puntear sin subrayados un estado social de crisis y preocupación. La otra película se vincula con la relación entre Paulo y la enfermera, una línea que avanza a través de lugares comunes y un contrapunto constante entre ambas personalidades. Esta parte es un drama romántico más bien convencional, sin demasiado vuelo ni ideas, pensado para intentar darle espesura emocional a dos protagonistas que resultan más atractivos cuando los envuelve el misterio.
Con una mirada para nada turística de Río de Janeiro, y en especial de las noches y de las madrugadas cariocas, Miragem sigue las calles y el interior del taxi que conduce Paulo. Como muchos, no la está pasando bien. No solamente porque el dinero no le alcanza. Aunque en gran parte sí, pero no para gastarlo, sino para pasar la cuota de hijo Mateus. Su ex no le deja verlo porque él, Paulo (Fabricio Boliveira), no se hace cargo como corresponde. Como una suerte de Después de hora y Taxi Driver, en cuanto a que lo que sucede de noche parece tener sus propias reglas, y por cómo Paulo traba relación con los distintos pasajeros, Miragem engloba una cosmovisión social. Están los jóvenes que lo bardean al salir de un boliche y tomar le taxi rumbo a otro. O la pareja de argentinos, que componen Luis Ziembrowski e Inés Estévez, en participaciones especiales porque ésta es una coproducción brasileño argentina, con aportes también franceses. El realizador de Miragem es Eryk Rocha. Eryk es hijo de Glauber Rocha, quien fuera fundador del Cinema novo en Brasil. Quizá sea exagerado decir que sus fotogramas estén embebidos de lo que supo modelar y expresar el creador de Tierra en trance. La película tiene entre sus productores al argentino Diego Dubcovsky y al brasileño Walter Salles, director de Diarios de motocicleta, y hasta a Carlos Diegues (realizador de Xica da Silva) como productor asociado. Así que han confiado en Rocha Jr., y el hombre no los ha defraudado.
Taxi voy. No es casualidad que el director de esta película, Eryk Rocha, sea el hijo de Glauber Rocha, referente indiscutible del cine latinoamericano y de películas donde el entramado social se palpaba en relatos que tenían también cruces transversales con tópicos universales. Universal y universo para definir un espacio de reflexión y el pretexto de un gran viaje por etapas, cuyo protagonista es Paulo (Fabricio Boliveira), taxista por necesidad y símbolo de esos antihéroes para quienes la redención es un plan de infinitas cuotas, con una tasa de interés impagable. Paulo siempre espera que la luz del semáforo vire de ese rojo, que indica detenerse, a otro color como el verde de la esperanza. Son las calles transitadas en la noche y madrugada de Sao Paulo las que dictan el destino de los pobres, como Paulo y sus colegas, quienes se informan del estado del tránsito y se cuentan en esa soledad de murmullos y cuatro ruedas pedacitos de vida y tristeza. En el espejo retrovisor hay un pasado pero siempre el taxi va “pra frente” como aquella película Pra frente Brazil que hablaba de las mismas cosas pero con un ojo menos atento. El ojo escudriñador de este chofer de taxi se complementa con su oído, transición entre la escucha y sus propios monólogos cuando cada pasajero que sube a ese viaje tuerce el rumbo y alimenta a esta película de historias de medianoche, a medias como todo lo que le ocurre a los perdedores alegres que regalan su cuerpo y alguna sonrisa brasileña ante tanto tráfico del desánimo.
Bien se podría traducir Miragem como Milagro. Algo que sucede en estas noches pegajosas y húmedas de una Río de Janeiro mirada de soslayo y a oscuras, a través de la ventanilla o el espejo retrovisor de de un auto. El equívoco de la palabra no es más que uno de esos falsos amigos que los idiomas a veces regalan. - Publicidad - Sin embargo, en español miragem significa Espejismo y es el nuevo trabajo de Eryk Rocha, conocido aquí por Cinema Novo film documental sobre aquel movimiento del cine brasileño cuyo emblema fue y es Glauber Rocha, su padre. La intención de espejismo que Rocha reaviva en el sistema visual de Miragem, filmada en coproducción entre Argentina y Brasil, cruza todo lo visto como a través de un filtro, una ilusión óptica que bien podría hacer entender la situación del Brasil actual: ese infierno al que parece hacerle falta un milagro para que termine. Paulo es taxista, el dinero que hace va en gran parte a la empresa de taxis que lo contrata. El resto, lo guarda celosamente para pagar la cuota alimentaria de su hijo, tras una separación que se menciona como traumática. El milagro es el hijo, tal vez el espejismo también. Como en las películas de taxis (Todo en una noche de Mika Kaurismäki; Taxi Blues, de Pavel Lungin o Taxi-Teheran de Jafar Panahi) en el micro espacio del coche transcurren buena parte de los momentos: unos adolescentes borrachos, una pareja de turistas argentinos (Inés Estévez y Luis Ziembrowsky) en crisis económica, un empresario misterioso, una madre y su niño o una enfermera con la que entabla una relación amorosa; la extensión de ese taxi es la empresa o el bar, y sus compañeros taxistas que con alguna que otra voz desde la radio hacen un contacto crítico con la situación económica de esa ciudad rica y pobre, con los extremos más extremos que puedan imaginar. Rocha dice que esa ciudad es también protagonista del film, no la luminosa, brillante, soleada y divertida Rio sino la nocturna, pegajosa, lluviosa y amenazante que Paulo está obligado a transitar para poder mantener algo de la dignidad de un trabajo en peligro de extinción.
Este año muchas cosas tuvieron que cambiar por la pandemia que estamos viviendo desde hace unos meses. Una de ellas fue la suspensión de festivales como el BAFICI, que iba a llevarse a cabo en abril como todos los años. Sin embargo, esto no impide que las obras que habían sido seleccionadas igualmente lleguen a nosotros pero de distinta manera. Ejemplo de ello es «Miragem», coproducción brasilera-argentina que iba a conformar la sección Vanguardia y Género del festival. La misma cuenta la historia de Paulo, un hombre que comienza a trabajar en un taxi para conseguir dinero rápido para pagarle la pensión a su ex mujer y así poder volver a ver a su hijo. La película nos cuenta por un lado la historia de Paulo, por qué hace lo que hace, quién es, cuáles son sus objetivos, como también las de los distintos pasajeros y del contexto político y social que se vive en Brasil en esos momentos. Las vidas de las distintas personas que interactúan dentro del taxi se ven condicionadas por el lugar en el que habitan. Más allá de su historia, «Miragem» sobresale principalmente por los aspectos técnicos. La mayor parte del film está filmado prácticamente en una sola locación y no solo eso, sino que el lugar es nada más y nada menos que un taxi, un espacio muy acotado para filmar. El constante movimiento del auto hace que la cinta se vuelva frenética y su ritmo no decaiga en ningún momento. Este dinamismo también se ve plasmado en el montaje. Debemos destacar también la fotografía; la película está filmada sobre todo por las noches, iluminando a los personajes con la luz de la ciudad. Y la banda sonora termina de cerrar este combo, acompañando cada una de las escenas. Si bien en la película existe mucho movimiento de personas, todo el peso dramático recae en Fabrizio Boliveira, el protagonista del film. Su personaje no recita muchos diálogos, pero logra transmitir todo con su mirada: la tristeza, la decepción, el cansancio, el deseo de una vida mejor y una segunda oportunidad. Conmueve al espectador con solo verlo. Nuevamente los aspectos técnicos se hacen presente con una cámara que lo sigue siempre, priorizando primeros planos. «Miragem» es de esas películas que parecen no ir a ningún lado pero que se viven moviendo, planteando interrogantes sobre cada una de las vidas que presenta y cómo el contexto las determina. Una historia interesante que se eleva por sus aspectos técnicos y una buena interpretación del protagonista, que con poco logra transmitir mucho.
La nueva película del cineasta brasilero Eryk Rocha (Cinema novo, Sunday Bali, Do Campo Jogo) vuelve con un crudo retrato de la realidad brasilera actual, a través de la historia de un taxista que recorre las calles de Rio de Janeiro, fusionando sus propios conflictos al caos de la ciudad, la violencia creciente y los problemas económicos de su país. Paulo (Fabricio Boliveira) queda desempleado, su muer lo deja, y comienza a trabajar de taxista para pasarle la pensión a su hijo de 10 años. Las horas que pasa en el auto lo vuelven un observador solitario, y un escucha de los pasajeros que suben. Entre ellos, conocerá a Karina (Bárbara Cohen), una enfermera con quien comienza una relación. Los viajes de Paulo por esa ciudad, tan protagonista, revelan la crisis que transforma la cotidianeidad en una tensión constante por sobrevivir. “Miragem“, comenta su realizador, “incorpora la realidad brasileña convulsionada y compleja actual, trayendo a un protagonista afectado y transformado por grandes temas universales, Soledad, miedo, supervivencia y búsqueda de reinvención. Es el narrador de nuestro tiempo, en movimiento constante y dinámico, inmerso en el caldero de una metrópolis latinoamericana y de un país en trance.” Con un registro cercano que nunca abandona a su personaje, la cámara en mano se inserta en el taxi y capta el vértigo constante de Río. Refleja la peligrosidad nocturna que enfrenta diariamente el protagonista, y la incertidumbre que atraviesa. Un hombre que resiste todo el tiempo a la explotación laboral, por amor a su hijo, al ser parte de un engranaje desigual que lo aliena y lo masifica. La mayor parte del relato transcurre en la cabina del coche, en ese espacio reducido que combina con la soledad de la noche. En esa intimidad, los primeros planos desnudan una expresión cansina, que potencia su mirada constante por el espejo. La búsqueda de un contacto visual con sus pasajeros, y las charlas compartidas. Una conexión que no esconde un estado de alerta constante, frente a una realidad que, lejos de serle ajena, no le permite bajar la guardia, ni desperdiciar esa oportunidad laboral. El destacado trabajo de fotografía de Miguel Vassy, enmarca y describe una ciudad candente, furiosa. Ilumina el rostro fragmentado de Paulo o de Karina; coloca sombras en sus cuerpos, y los contiene frente a la oscuridad del mar. Miragem es una película de alto componente social y político, donde el trabajo de Rocha, uno de los grandes autores del cine contemporáneo brasilero, recuerda el compromiso de aquel cine militante y revolucionario gestado por el Cinema Novo, en el cual postulaban “salir a la calle con una idea en la cabeza y una cámara en mano” y terminar con la “interpretación falsa de la realidad”. Como decía su padre, el cineasta Glauber Rocha y artífice del movimiento: “Nuestra originalidad es nuestra hambre y nuestra mayor miseria es que este hambre, siendo sentido, no es comprendido” . Estrenada en el BFI Flondon Films Festival; la película recibió el premio a la Mejor Fotografía, Mejor Montaje y Mejor actor en el Festival de Río de Janeiro y Mejor Dirección en el Festival Pachamama-Cinema de Fronteira. También fue distinguida con el Premio Indie Lisboa, al mejor Largometraje en el Festival Panorama Internacional Coisa de Cinema. Coproducida por Argentina y Brasil, con las participaciones de Inés Estévez y Luis Ziembrowsky, Miragem explora y visibiliza, con un rigor casi documental, los engranajes de un sistema en crisis, a través del cual, logra denunciar los síntomas que padece la gente, a quienes no les queda otra, que reinventarse y seguir. MIRAGEM Breve Miragem de Sol. Brasil/Argentina/Bélgica, 2020. Dirección: Eryck Rocha. Guion: Fabio Andrade; Julia Ariani y Eryk Rocha. Intérpretes: Fabricio Boliveira; Barbara Cohen; Cadu N. Juy y la partcipación especial de Inés Estevez y Luis Ziembrowsky. Montaje: Renato Vallone/ Director de Fotografía: Miguel Vassy. Sonido: Edson Secco. Música original: Ava Rocha, Negro léo. Duraciön: 95 minutos.
A María Karina … como si no bastasen los ojos// sin el revés de la imagen (Poemas de Egarim Mirage, Graciela Yáñez Vicentini) La repetición de lo que cada uno aprendió con la mamá y el papá es algo fallido. Tener todo programado es fallido Breve miragem de sol La mirada de Fabrício Boliveira y los múltiples sonidos fuera de campo nos interpelan en el transcurso de Breve miragem de sol (2019) de Eryk Rocha. La tristeza y el cansancio en sus ojos saltones nos inquietan hasta el final, aun si más de la mitad de los planos están grabados de noche o madrugada por las andanzas como taxista del personaje que el actor interpreta. Eryk, hijo del legendario artista Glauber Rocha (Antonio das Mortes, Deus e o Diabo na Terra do Sol), escoge los códigos ficcionales para esta obra a diferencia de sus películas anteriores. Queramos debatir o no las diferencias difusas entre este registro y el documental, el propio Eryk lo hace dentro del guion, el cual co-escribió junto a Fabio Andrade y Julia Ariani. Por ejemplo, el taxista le dice a los primeros pasajeros que se llama Juvenal. Si bien luego podemos suponer que miente por cómo se desenvuelve la dinámica entre ellos, algunas noches después le dice a Karina (Bárbara Colen), otra pasajera, que se llama Paulo. Confiamos en esta respuesta por la química entre ambos, pero la duda ya está instalada en nosotros como espectadores: quién es y quién dice ser este conductor nocturno. Esté inspirado directa o indirectamente en hechos reales, los guionistas borran los límites entre la anonimia de un taxista y un personaje ficticio con nombre claro. Pero tampoco nos confunden en el ínterin. Eso resuena desde el primer plano de la película. Gran parte consta de acercamientos subjetivos desde el punto de vista del conductor o de los pasajeros. La cámara en mano tiembla y la mirada de Boliveira nos conduce entre las sombras. Solo cuando consigue a Karina (Bárbara Colen), él articula sus penas y su cuerpo se nos vuelve más asible a nivel visual. Desde ese momento, se nos muestra con algunos planos medios el contraste entre las paredes blancas en el apartamento donde vive y su cuerpo. Como gran parte de la historia transcurre en el auto, tienta recordar a ciertos conductores del cine como el de Taxi Driver o El sabor de la cereza para los cuales el carro es un aliado taciturno y no solo una fascinación mecánica. Pero aquí hasta la violencia está adormilada a diferencia del clásico de Scorsese. Y los compañeros de viaje no son diurnos como los presentes en el de Kiarostami. En ese sentido, el diseño sonoro de Edson Secco está enfocado en las noticias de la radio, los mencionados audios y la música compuesta por el propio Edson. Como si se tratara de certezas tan apesadumbradas como la oscuridad de la noche, los sonidos acentúan la soledad del personaje de quien poco a poco nos vamos enterando de cómo vive aislado su rol paterno. Uno de los últimos audios que él le hace a su hijo es clave en ese sentido. La película halla finalmente una forma callada de complicidad con la entereza de Karina. Cuando le confiesa a Paulo que no sabe si quiere ser madre, el guion no solo considera las decisiones previas de estos personajes sino su postura frente al futuro. En medio de las sombras nocturnas, los ojos de Bárbara Colen son sinceros en su duda por el cansancio y su decepción como enfermera. Ahí la mirada ya no es la cercana ilusión de Paulo. Ahora es la certeza del otro en el espejo retrovisor. Y es también la que nos ha conducido en un entorno caleidoscópico por sus voces, sonidos y protestas cotidianas.
“El pulso frenético de una gran ciudad como Río de Janeiro es el núcleo de esta buena película de Eryk Rocha, hijo de uno de los máximos cineastas del cine latinoamericano. El inigualable Glauber Rocha usaba su mirada impresionista en clásicos como “Antonio Das Mortes” y “Cabezas cortadas”, y su hijo Eryk tampoco imprime una visión precisamente naturalista a este viaje nocturno por las calles cariocas. La ciudad es atravesada de una punta a la otra, casi siempre de noche, por un taxista que intenta recaudar lo posible para pagar la pensión familiar atrasada y reencontrarse así con su hijo de diez años. Cada uno de sus viajes es una pequeña historia en sí misma, desde unos borrachos que casi le arruinan el tapizado del auto a un argentino en bancarrota o una enfermera con la que logra sostener un romance. Pero lo narrativo no es el fuerte de esta película sino las imágenes, casi documentales, y por momentos totalmente abstractas, que convierten al viaje en taxi en una odisea cósmica con las calles en el cielo y virados a tonos azules y dorados. El clímax, una lucha entres barras bravas en las afueras del Maracaná, es solo uno de los clímax de esta película imperfecta pero recomendable.
Una Taxi Driver carioca. Esa es la promesa inicial, o tal vez ese sea el deseo del espectador anhelante ante la notable secuencia de apertura, sólidamente construida mediante el manejo cercano de la cámara mayormente en el encierro del coche. Ads by Miragem, historia de taxistas de la noche de Río de Janeiro por necesidad, de un padre que anhela reunirse con su hijo, no traiciona ese trabajo de cámara deslumbrante y persiste en una iluminación nocturna con momentos asombrosos, desarticulados con destellos más bien alucinantes en las pocas partes cegadoras con luz del sol. Sin embargo, la nueva película de Eryk Rocha no profundiza la tensión del comienzo y más bien apuesta por añadir viñetas antes que por multiplicar o potenciar sus posibilidades narrativas. Así, Miragem se vuelve quizás pariente de Una noche en la tierra de Jim Jarmusch pero sin su humor estrafalario, con una sucesión de pasajeros en el taxi de Paulo (algunos más significativos que otros) y con una realidad social que por momentos se inmiscuye de formas más planas y en otras con tremenda y lacerante fuerza documental. En unos y en otros, y en realidad en todo momento, Miragem se ve y se escucha-y está interpretada por su elenco- como pocas otras películas latinoamericanas. Y nos deja con ganas de mayores dosis de enjundia narrativa, como pasa con muchas otras películas del continente.
El espejismo Miragem, la pelicula de Eryc Rocha, es una visita libre a la vida que transcurre en los espacios diferentes, las vidas de trabajadores que se enfrentan a recursos mínimos, a situaciones conflictivas y que bordean la falta de respeto y consideración, mientras procuran sostener un deseo y una vida natural dentro de lo que un sistema opresivo y vigilante les permite. Y es que esta declaración de principios es más que un discurso vacío, y podemos verlo hoy más que nunca. Estamos expuestos y desnudos ante una realidad que nos supera, en la que el control ante el que estamos sometidos no nos permite lo mínimo y nos obliga a través del miedo. Finalmente, parece que lo han conseguido. ¿Dónde estamos parados en nuestra vida? ¿Cómo miramos el mundo y la realidad que nos rodea? Estas son las primeras preguntas que se disparan al ver esta película y que a la luz de los acontecimientos que nos ocupan cobran mayor fuerza. Y así es como vive Paulo, el protagonista que lleva el relato y quien procura llevar adelante su vida y la distancia que lo separa de su hijo. Es más que una cámara oculta, se trata de una inspección casi de mirón a la vida de un hombre forzado a (sobre) vivir mientras trata de recuperarse como persona. Y es que lo peor que puede uno perder es justamente la idea de su valor como individuo y el autorespeto, cuando desde afuera, o desde los lugares más impensados (o no tanto) lo que se baja es la denigración y la falta absoluta de consideración, como si solamente fuéramos sujetos que debemos sumar, sostener y colaborar, pero jamás reclamar ni peticionar ante quien decide y organiza. Siempre habrá alguien a quien echarle la culpa. Siempre es útil un enemigo al que responsabilizar desde la autoridad si las cosas salen mal. Miragem es un relato de la crueldad que vivimos, de la lastimosa realidad que viven los trabajadores informales y precarizados mientras se acomodan a los contextos, situaciones que los diversos estados y representantes no desconocían y ahora que salen a la luz, disimulan.
¿LLUEVE AFUERA O ADENTRO? ¿El afuera es horrible o dentro de nosotros hay algo que nos convoca a escuchar la tristeza del mundo? De pocas palabras, el film Miragem coloca a los espectadores en los ojos de un taxista que vive su trabajo, de horario nocturno, con un velo de amargura. Deambulamos junto a él apreciando esos tratos que duran unos minutos, pero que pueden generar bastante tensión, siempre con el objeto de centrar la mirada en la percepción de las diferentes situaciones. Para esto, todos los elementos parecen funcionar en pos de llegar a entender al protagonista que tan solo evoca unos trazos de su vida de forma verbal. El silencio es una de las grandes herramientas que utiliza el film para lograr que todo lo que no es palabra tome más relevancia. Se agudizan los sentidos al no tener todo dado, pero también se pierde, por momentos, la intensidad. El conflicto en cuestión es cómo ve el protagonista lo que está viviendo, cómo, de alguna manera, todo se cubre de color noche por su malestar. Se percibe el vacío del protagonista que oscila entre desgano y mal humor. Los diferentes pasajeros van generando en él incomodidad por diferentes razones, salvo una chica que logra sacarle una sonrisa. Pero no es solo lo que vive como protagonista lo que va tomando relevancia para él sino, también, aquello que pasa afuera. Las calles de Río de Janeiro muestran su mayor tristeza, la violencia, el disturbio, la pobreza. Las noticias de la radio, comentando la grave situación de parte de la población, es otro de los elementos que va agregando contenido en este combo de malos tragos. Pero, por sobre todo, está lo que le pasa al protagonista. Hay una gran tristeza que lleva consigo de la cual sabemos tan solo una parte y la otra la imaginamos por lo que mira del mundo. El hecho de manejar de noche sirve como excusa al film para darle ese toque de oscuridad que lleva el protagonista dentro de sí y que se traslada a todo. Para construir toda la otra parte que no podemos saber se utiliza como recurso el juego con las luces y los sonidos. Es el paisaje urbano otro gran escenario de respuestas ante los silencios. Por momentos, los ruidos externos parecen tan altos que se puede oír el lamento y el estado de confusión del protagonista. Miragem es un film que nos invita a utilizar otros elementos de nuestra percepción para poder entender lo que está pasando. Su objeto pareciera no pretender más que eso. Esto hace que, por momentos, se pierda un poco la gracia tras centrarse en la experimentación con los sentidos.
Paulo es un taxista que recorre noche a noche las calles de Río de Janeiro a bordo de un auto alquilado. A lo largo de esas jornadas laborales extensas y agotadoras, se cruza con la violencia social, las tensiones entre colegas y también los pasajeros agresivos. Como el protagonista de Taxi Driver absorbe esa locura, pero a diferencia de aquel, Paulo busca mantener la cordura dentro de un mundo que parece haberla perdido. No es un solitario total, tiene un hijo y una exmujer a la que le debe dinero. Paulo desea recuperar y mantener el vínculo con el pequeño mientras las tensiones con su mujer aumentan. También busca una nueva relación con una mujer y debe haber malabarismos entre todas las cosas. Una serie de situaciones que van desde lo interesante a lo trivial, con una estética que también hace ese camino. La promesa de un film arriesgado que termina por no serlo, aun cuando se adivinan destellos de lo que pudo haber sido.
En miragem destaca una búsqueda formal un sueños (¿una pesadilla?) que nos pasea por una Río de Janeiro que no es la que conocemos de las postales...
Un ciudadano entre tantos, una persona común entre millones, un ser prácticamente anónimo que hace una sola cosa: trabajar de taxista. Ese es Paulo (Fabricio Boliveira), quien recorre todas las noches Rio de Janeiro buscando pasajeros. No maneja por gusto, lo hace para juntar dinero y poder enviárselo a su hijo que vive con su ex esposa. Así son las cosas para él, que reside en un pequeño departamento frente a las vías del tren. Está atrapado entre la escasez de dinero y el conflicto familiar, no puede pensar en otra cosa y su existencia es rutinaria y monótona. A duras penas junta cada real con gran sacrificio, trabaja de noche y duerme de día y su único anhelo es poder ver a su hijo, no tiene otra ambición. Esa es la trama de esta película dirigida por Eryk Rocha, sencilla, sólida, intimista y contundente. El ritmo del relato va a la par de lo que sucede durante una ronda nocturna, es decir, tranquilo, muy de vez en cuando alterado por algún incidente con pasajeros o transeúntes. La música que suena en ocasiones proviene generalmente de la radio y son canciones brasileras. La historia es mínima, austera, filmada con mucha cámara en mano y primeros planos, para poder vivir y sentir lo mismo que el protagonista. Una noche sube como pasajera Karina (Bárbara Colen), una enfermera de hospital público desencantada con su profesión. En poco tiempo se convierten en amantes y ellos son almas en pena transitando las calurosas noches cariocas. De algún modo, y cada uno a su manera, ambos intentan resistir los embates que les provoca una sociedad hostil y tratar de salir indemnes, aunque la situación imperante les sea totalmente desfavorable
El tiempo de trabajo, que ocupa la mayor parte del tiempo de vida individual, es un tiempo doloroso, porque el trabajo enajenado es la ausencia de gratificación. Marcuse, Herbert. Eros y civilización. Barcelona, 1968. P. 54. La atención puesta en los movimientos sobre el asfalto. Los primeros planos de Paulo (Fabrício Boliveira) como conductor de un taxi nos ubican en su presente. La mirada fija, hacia delante, mantiene la seriedad aferrada a su rostro. El cansancio, retratado por una cámara en mano, habla de él y de su deseo de poder cumplir con la promesa de enviarle la cuota alimentaria a Mateus, su hijo; hecho que hasta el momento, no ha logrado.
Dirigida por Eryk Rocha y escrita junto a Fábio Andrade y Julia Ariani, llega a las pantallas de Cine.Ar TV y Play, Miragem, una coproducción entre Brasil, Francia y Argentina que sigue a un taxista durante sus noches de trabajo por las calles de Río de Janeiro. “Por las noches las calles están más vacías y frescas”, dice Paulo sobre por qué prefiere ese turno para su trabajo como taxista. Un hombre que se percibe solitario y tranquilo. A lo largo de la primera parte de la película nos sumergimos en el universo de nuestro protagonista que vive de noche en su taxi a través de las calles de Río de Janeiro. Mientras los pasajeros no tienen más que esa presencia, justamente, pasajera en sus vidas, está la radio haciéndole compañía y, también, terminando de reflejar una dura realidad. Todo se va poniendo más difícil para este hombre que trabaja por un hijo al que no puede ver, después de haberse separado, por no contar con los medios económicos necesarios. La primera parte del film se centra en el deambular entre desconocidos. Personajes que entran y salen y no se repiten, como un grupo de muchachos irrespetuosos o una pareja argentina en crisis. Con uno de esos pasajeros que parecían volátiles, una enfermera que trabaja hasta tarde, empieza una relación y esto permite ahondar un poco más en su vida. A nivel narrativo, la película se toma su tiempo para ir desarrollando a su protagonista y su historia y la primera mitad casi puede parecer hasta reiterativa. Lo más interesante, quizás, de Miragem radica en su universalidad. Las calles de Río de Janeiro, a esas horas, también podrían ser las de Buenos Aires. La rutina de una persona que ve y habla con cientos de rostros diferentes en un día y la mayoría quedarán olvidados. Miragem parece ser una película sobre la soledad. Estar rodeado de personas todo el tiempo y estar solo, volver solo a tu casa y terminar en tu cuarto mirando la foto de la persona que extrañás a través de la pantalla de un celular. El taxi casi como un segundo hogar, el lugar donde se pasa la mayor parte del día, que cada vez parece más pequeño y asfixiante. Fabricio Boliveira es el actor que da vida a Paulo y quien lleva adelante toda la película a través de su mirada y los primerísimos primeros planos. Inés Estévez y Luis Ziembrowski tendrán unos pocos minutos en pantalla dando vida a un matrimonio que se encuentra de viaje y acaba de entrar en crisis, pero la otra presencia a destacar será la de Barbara Colen (Bacurau) como la mujer que también entiende de trabajar en horarios fuera de lo normal y ver continuamente mucha gente pasar frente a ella. Eryk Rocha retrata este mundo a través de hipnóticas imágenes y los sonidos que las acompañan. El tono es más bien melancólico y casi no hay momentos en los que veamos a Paulo contento o riendo. La música también sabe jugar su rol. Miragem es el retrato de una ciudad de noche pero también de uno de sus habitantes. Porque la noche siempre pareció pertenecer a los solitarios. Una película bella, algo claustrofóbica que, cuando se aleja de la historia ficticia de Paulo y se enfoca en la urbe, se parece más a un documental.
Existen pocas cosas tan cinematográficas como la noche de una gran ciudad en movimiento. Velocidad, oscuridad y luz artificial. Elementos que arman una imagen hipnótica, propia de una experiencia, a esta altura de los tiempos, trasnacional. El sol cae, las luminarias se encienden y todas las metrópolis, en algo, se empiezan a parecer. En el nuevo largometraje de Eryk Rocha, hay un paisaje que se reconoce universal: autopistas ligeramente alumbradas, edificios que se erigen como paredones y un ronquido sostenido que se escucha desde cualquier punto del mapa. La Río de Janeiro de Breve miragem de sol nada tiene que ver con la postal balnearia y turística que todos conocemos. El registro que el realizador hace de las calles cariocas son imágenes vivas, salvajes, que buscan captarlas con todo el espíritu trepidante que llevan dentro. A esa veta documental, interesante por su sentido sociológico y por la intención de examinar una geografía en constante cambio, se le agrega una ficción minimalista pero útil para dirigir el punto de vista. La ciudad entonces la percibimos desde la mirada Paulo, un hombre recientemente divorciado que comienza a conducir un taxi para así poder pagar la manutención de su hijo al que se ve obligado a acariciar agrandando y deslizando sus fotos en la pantalla fría de su smartphone. Mientras escribía el guion de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), el concepto que movilizaba a Paul Schrader era el del automóvil como “un ataúd de metal”, “símbolo de la soledad humana”. En Paulo (Fabrício Boliveira), el vehículo se vuelve extensión más de su cuerpo. Lo usa para trabajar, para descansar y hasta para tener sexo. Pero lo que en Travis era vagabundeo motorizado, acá es una necesidad de primer orden: conseguir dinero para vivir y no perder la tenencia de Mateus. Esto lo obliga a lidiar con algunos pasajeros que pierden de vista que conducir un taxi durante la noche es un laburo como cualquier otro, por más desincronizado que esté del resto. Paulo vuelve a su departamento cuando los demás van a trabajar. Trata de dormir cuando el ruido urbano es más intenso que nunca. “Duermo y parece que no descanso” le comenta Katrina (Bárbara Colen), amante del conductor y única persona con la que se le permite al protagonista compartir los escasos momentos de felicidad que hay en toda la película. Rocha va a retratar la rutina nocturna del taxista a través de un uso cada vez más opresivo del primer plano. Se va a ir acercando al rostro de Paulo hasta terminar exprimiéndole en dos o tres ocasiones algunas lágrimas que alcanzan a transmitir todo un malestar de bronca e impotencia. El llanto es reacción a las contingencias económicas y a la distancia que lo separa de su hijo, dos caras de una misma moneda. Pero también es reacción al universo al que debe introducirse cada noche en la que agarra el volante. En este sentido, la relación que se arma entre el adentro y el afuera es permeable. A través de la radio y los mensajes de voz que recibe a su celular por parte de sus colegas, el mundo externo invade violentamente el interior del taxi con comentarios sobre el estado del tráfico, accidentes, delitos, muertes y hasta la advertencia de un huracán categoría 1. La cartografía de Río de Janeiro se amplía en una especie de espectro infinito que hiperestimula al individuo a una velocidad abismal. Los límites físicos desaparecen, los sonidos son difícilmente localizables mientras que la violencia adquiere un carácter omnipresente como algo que puede surgir en cualquier momento y lugar. Por eso, rara vez la cámara va abandonar el vehículo. Cuando Paulo obliga a que un grupo de jóvenes borrachos se bajen del auto, situación que termina con un forcejeo en la vereda, vemos todo desde la zona segura del asiento. La asfixia del encierro se convierte en cautela. Breve miragem de sol se vive como un thriller inconcluso, en completo estado de alerta. Uno cree estar ante una persecución al oír sirenas de policías aturdiendo fuera de campo y una imagen oscura, enterrada, que no consigue revelar los cuerpos en la sombra. Se respira la sensación de que algo malo está por suceder cuando es la fatiga, el insomnio y la precarización laboral que golpea al protagonista sin tocarlo, lo que ya está ocurriendo. Por Felix De Cunto @felix_decunto
Una noche en Río El cineasta brasileño Eryk Rocha (Cinema novo, 2016) explora en su nueva película Miragem (Breve Miragem de Sol, 2019) la situación social en la cosmopolita ciudad de Río de Janeiro a través de la mirada de un taxista que busca reencontrarse con Mateus, su hijo, y recomponer la relación filial. Paulo (Fabricio Boliveira) es un hombre de mediana edad, separado de su esposa, y con un hijo pequeño privado de ver porque no puede pagarle la cuota alimentaria a su ex. Consigue un trabajo de taxista y lo hace a radiar, de noche porque la ciudad -en apariencia- es más tranquila, y así conseguir el dinero adeudado para retomar la relación con Mateus de 7 años. En sus recorridos nocturnos por Río de Janeiro la situación social del país atraviesa su historia personal. Eryk Rocha construye un retrato urgente sobre la situación actual del país brasileño, en esta coproducción argentina, a través de los ojos de un taxista. Lo hace desde su mirada y con un único punto de vista. Paulo, el personaje central es el encargado de conducirnos, como si fuéramos pasajeros de ese taxi, por las diferentes zonas de la ciudad a través de un tour antiturístico, con una cámara inquieta, planos cerrados y desencuadres buscados que demarcan la tensión que se vive tanto dentro del automóvil como fuera de él y crean una sensación claustrofóbica. Miragem apela a una puesta en escena realista que cuenta una historia de ficción enmarcada en un contexto documental. Lo que vemos en el taxi es ficción pero lo que sucede en el afuera es parte de la realidad, de la situación que atraviesa una ciudad gobernada por una violencia latente, aunque muchas veces ésta aparezca fuera del campo visual del espectador. Ficción y documental se entrelazan derribando cualquier tipo de fronteras dentro de una ciudad contradictoria en la que conviven el caos y la belleza. Algo similar a lo que atraviesa Paulo, un antihéroe atípico, tan apático como querible, al que vemos en pantalla durante casi 90 minutos sin que se le asome una leve sonrisa.
Una coproducción de Brasil y nuestro país, un film dirigido por Eryk Rocha, que con el actor Fabrizio Bolivera y la inquietante ciudad de Río de Janeiro forman el triangulo de creatividad visual y gran contenido. El realizador y co- guionista junto a Fabio de Andrade y Julia Ariani, tienen a un taxita en movimiento por la gran ciudad. Sus ojos son los nuestros, y lo que ven, mostrado con nervio y pericia es una bella ciudad que refleja toda la crisis de Brasil, vendedores callejeros, policías y militares, hechos de violencia en el futbol alrededor del Maracaná, heridos, el peligro y la tensión al alcance de la mano. Pero también los conflictos de ese chofer novato, que carga con una separación y el incumplimiento de la manutención que lo privó de su hijo, pasajeros borrachos, estafadores de guante blanco y de los otros, temores, desolación. Sentimientos ajenos y propios que se funden inevitablemente. Y un amor que aparece en momentos mágicos con una canción en especial de Caetano Veloso que entona el protagonista con Barbara Colen para lograr un punto máximo de clima emotivo. El color, los movimientos de cámara, los primeros planos extremos, los colores de una gran ciudad, los momentos de las fantasías más hermosas junto a una realidad inapelable. Un film conmovedor y muy atractivo.