En el regreso de los cines a la ciudad de Buenos Aires aparece Monster Hunter (2020) una de esas películas de gran espectáculo que suelen ser utilizadas para justificar el acto de ir a ver cine a una sala grande y abandonar el living de casa. Pero lo que vale la pena ver en cine no son las películas más grandotas, sino las mejores. Las esperanzas de disfrutar un gran espectáculo se van apagando a medida que Monster Hunter nos recuerda que una película mala es mala, en cine, en casa, en un avión o en un teléfono. La película muestra un mundo de fantasía con barcos del siglo XIX peleando contra monstruos gigantes. Luego salta a nuestro mundo en el presente y muestra a la capitana Artemis (Milla Jovovich) y un grupo de soldados de la ONU en misión son transportados de golpe al nuevo mundo de cuya existencia ninguno de los militares estaba enterado. Cuando aparece el primer monstruo descomunal no tienen tiempo para reaccionar o entender, deben huir lo más rápido posible mientras intentan detener el ataque. Un habitante misterioso de ese mundo será la única clave que tal vez les permita sobrevivir e incluso combatir al enemigo. Dos escenas espectaculares al inicio llaman la atención en esta película basada en la popular serie de videojuegos. Pero cuando uno cree que hay más, la película se estanca y no ofrece nada interesante. Intenta agregar pasos de comedia entre la capitana y el desconocido logrando solo generar más vergüenza que otra cosa y las escenas de acción no le importan a nadie. El gran creador de entretenimientos de gran escala pero dudosa calidad Paul W. S. Anderson no consigue aquí un poco de su encantadora máquina de dirigir bodrios aceptables. Atrás quedó aquella primera película de Resident Evil, donde justamente lanzó a Milla Jovovich al estrellato de cine de acción en una saga mediocre pero adictiva. Juntos hicieron una versión imposible de Los tres mosqueteros pero incluso ese film era mejor que esto. Eligieron filmar la película en África porque los paisajes les permitían darle a todo un contexto gigante, ideal para estas criaturas. Pero la película está tan pasada de rosca con las escalas que todo es demasiado grande, lejano, imposible de generar algún tipo de tensión. La curiosidad mayor es que las mejores escenas de acción están en el último tercio del film, cuando ya la irritación de esperar por un poco de entretenimiento ya se haya convertido en una siesta. Volvieron los cines, ahora faltan las películas.
“Monster Hunter” de Paul W.S. Anderson Lo último del director de Resident Evil. Francisco Mendes Moas Hace 3 días 0 17 La eterna espera terminó y de una vez por todas los cines vuelven a abrir sus puertas, ya se puede oler el pochoclo recién preparado y la boletería preguntando donde nos queremos sentar. Y como no podía ser de otra manera, una de las primeras propuestas es “Monster Hunter” de Paul W.S. Anderson, el próximo 4 de marzo. Los efectos especiales y las espectaculares escenas de acción van de la mano con una pantalla grande y un sonido envolvente. Una película donde el entretenimiento está asegurado. La teniente Artemis junto a su pelotón se encuentra en la búsqueda de unos soldados perdidos. Sorpresivamente son capturados por una misteriosa tormenta mágica que los transporta a otra dimensión. Aquí la vida es mucho más difícil ya que esta realidad está dominada por monstruos gigantes contra los que las balas no tienen nada que hacer. Si quiere sobrevivir Artemis deberá a aprender a pelear contra estas criaturas, mientras busca la forma de volver a la tierra. Las adaptaciones de videojuegos al cine suelen ser complejas, suelen dejar espectadores y jugadores decepcionados por igual. A menos que seas Paul W.S. Anderson quien supo hacerse un nombre a base de esta difícil tarea. Capcom una vez más deposita su fe en el director para llevar a la pantalla grande su franquicia de juegos Monster Hunter como ya había hecho con Resident Evil. Anderson sacrifica la fidelidad al videojuego a cambio de historias espectaculares, con escenas de acción hiperbólicas y tramas poco profundas. Conociendo el público al que estas películas van dirigidas, negocia la profundidad y el arte por una gran dosis de entretenimiento. Como casi cualquier exponente del cine blockbuster.
Monstruos eran los de antes Al principio eran Nosferatu, Frankenstein, La momia, Drácula; cuando el cine daba sus primeros pasos. Para la década del 50 llegaban Godzilla, Reptilicus, The Beast from 20,000 Fathoms y otras enormes criaturas emergentes del océano, el espacio u otras dimensiones. En los 60 el hombre mismo pasaba a convertirse metafóricamente en uno de ellos y abarcaría cinco décadas más bajo su dominio, con el slasher, los zombies y el otrora subgénero de locos, degenerados y marginados de la sociedad. Desde hace un tiempo el cine viene adoptando una identidad más pensada en el producto mecanizado, casi como un engranaje dispuesto a popularizarse más por sus presupuestos desorbitantes, parafernalias de efectos especiales y acción desbordada, inverosímil y superficial. Más teniendo en cuenta qué tipo de films son los que predominan en las taquillas o plataformas de streaming. Por otra parte existe una larga e innecesaria lista de películas inspiradas en video juegos que son, sin ir más lejos, una peor que otra. Un paupérrimo intento de capitalizar aún más lo industrializado (pensaron que no se podía, pero sí…). Ojo, antes también existieron muy malas películas con monstruos de goma, decorados de papel maché, actores de cuarta y un largo catálogo de malas decisiones “artísticas” (por llamarlas de alguna manera). Las distancias se marcan en que hablamos de películas que ya cumplen más de treinta, cuarenta, cincuenta años y por lo visto en la actualidad nada se aprendió de aquellas. Ya los monstruos de goma no se ven de goma; todo lo contrario, quienes se ven más y más artificiales son las actrices bajo un arsenal de cirugías estéticas (¿los nuevos monstruos?), pero ese es otro tema. La tecnología enmendó al menos los malos resultados técnicos. Ahora el resto, que es mucho y tal vez lo más importante, es otra cosa. Regalame un bicho de cartón y caucho, sangre, irresponsabilidad y capaz hacemos trato. Veamos qué corno hizo Paul W. S. Anderson esta vez. Podríamos decir que Monster Hunter responde a estas dos vertientes: la de la mala película inspirada en un video juego y el producto mecanizado, superficial y reiterativo de alto presupuesto. La película de monstruos exageradamente grandes, indestructibles, devastadores, y personajes que pelean cabalgando sobre ellos como si fuesen aquellos oxidados toros mecánicos de las ferias conurbanas. Acá un grupo de soldados recorriendo en vehículo los vastos desiertos es accidentalmente transportado a otra dimensión donde pululan extrañas, enormes y letales criaturas. La capitana del grupo, Natalie Artemis (Milla Jovovich), mujer de voz aguardentosa que haría sonrojar al mismísimo Batman de Christian Bale, es quien debe sobrevivir en este universo hostil cuando uno por uno sus compañeros son aniquilados. Por suerte aparece El cazador (Tony Jaa), un experimentado mata-monstruos que le enseñará los trucos y secretos para poder volverse como él. El resto del relato es Natalie intentando regresar a nuestro mundo, sin antes enfrentarse al peor de todos los monstruos para hacérsela un poco más jodida. Tal vez a Paul W.S. Anderson lo tengan por la saga de Resident Evil, la horrorosa Alien vs Depredador y Mortal Kombat, por lo que podemos deducir los resultados de esta obra. A su favor también cuenta con la correcta El último soldado y la excelente Event Horizon, su mejor película hasta la fecha. Bueno, si hacemos un balance quizás saquemos los resultados de Monster Hunter: curiosamente es entretenida de a ratos, por momentos divierte, no es pretenciosa, visualmente no está nada mal y no se alarga más de lo necesario. Aun así es terriblemente superficial, previsible (se comió todos los clichés posibles en este tipo de películas), no hay un solo personaje con el cual encariñarse y el humor, por momentos, resulta demasiado bobo e innecesario. Eventualmente hay tantas tomas en cámara lenta que, creemos, deben alargar diez minutos de película; un mal síndrome estético de nuestro tiempo, muy grasa, muy Zack Snyder. Hay algunos aciertos como el apellido de Natalie, Artemis, que representa a la diosa de la caza y el terreno virgen, hija de Zeus y Leto, sin que esto se subraye en ningún momento. O las tremendas piñas que intercambia con El cazador cuando se conocen, un verdadero enfrentamiento violento y doloroso como los de antes: acá los combates entre hombres y mujeres parecen no tener piedad alguna, lo que destituye las correcciones políticas sobre cómo mostrar la violencia ejercida sobre la mujer en una película; algo que jamás intenta reflejar la realidad. La banda sonora, digna de un film retrofuturista ochentoso con arpegios típicos de Synthwave y otras maquinitas sonoras, no está nada mal, aunque como pasa con el film en sí, por momentos no dice nada, resulta obvia y carente de personalidad. Mucho de lo que se hace en la actualidad exhibe similares carencias.
Fallida adaptación de un videojuego Una nueva (y fallida) adaptación de un videojuego llega a la gran pantalla de la mano de la pareja Paul W. S. Anderson y Milla Jovovich. El director y la actriz vuelven a unir sus talentos para traernos una historia que promete mucha acción, bichos extraños y un cúmulo de efectos especiales. Monster Hunter: La cacería comienza (Monster Hunter, 2020) combina dos factores que, a primera vista, pueden resultar atractivos: la supervivencia y la confrontación contra seres terroríficos. Lo que pretende ser una aventura cargada de emoción, pasa a convertirse en una película precipitada, sin sentido y que suda artificialidad. Las escenas de acción son el núcleo central de la obra, dejando de lado el diseño de las distintas aristas de los personajes y la profundidad de la trama. Con una primera hora para el olvido, es probable que los fans del videojuego se sientan decepcionados. Milla Jovovich (El quinto elemento) es otra vez la cara de una adaptación de un juego de consolas al cine. Tras cinco entregas de Resident Evil, Paul W. S. Anderson decide ir por más con los recursos técnicos que él conoce. El inicio de esta nueva franquicia resulta un paso atrás en la filmografía del director de Mortal Kombat (1995). Un guion repleto de cursilerías y una duración de hora y media capaz de parecer el doble son algunos de los condimentos de esta decepción cinematográfica. Tony Jaa (Ong Bank), en el papel de un superviviente que combate los monstruos, y un desdibujado Diego Boneta, el Luis Miguel de Netflix, son las caras más conocidas del resto del reparto. Algo para rescatar de la película son las escenas que protagonizan Jovovich y Jaa. Estas resultan de lo mejor (y de lo más cómico) del largometraje. Aunque sus personajes no compatibilicen desde el lenguaje, la química es evidente y conforma el rasgo más humano del film. Pese a eso, todo lo demás agobia, resulta difícil de digerir y de tomárselo en serio. Monster Hunter: la cacería comienza es un producto apático y sin alma. Es incompresible que, en el 2021, aún existan este tipo de realizaciones estandarizadas que burlan al cine y subestiman al espectador.
La historia se centra en una líder militar que se encuentra haciendo un recorrido de rutina junto con su grupo de soldados. Todo se complica cuando una extraña tormenta se presenta, transportando a todo el destacamento a otro mundo donde habitan peligrosos monstruos, incluido un titánico dragón que intenta destruir a toda persona que encuentra. Y hoy llegó el día que muchos se temían, en el que vamos a comentar como Paul W. S. Anderson, junto con su esposa Mila Jovovich, vuelven a destrozar otro videojuego de Capcom, solo porque pueden. Que empiece la masacre de Monster Hunter. Como deja ver la sinopsis, una vez mas Jovovich acapara porque sí el protagonismo, con un personaje inventado que de nuevo tiene todas las capacidades de una Mary Sue para hacer frente al desafío que debe afrontar. Atrás quedaron los protagonistas exploradores de nuevos continentes que de a poco tienen que ir colonizando un mundo que no conocen y esta llenó de peligros, algo que ya venia del videojuego y que no era muy difícil de adaptar a la gran pantalla. Y obviamente, Jovovich está el 100% del tiempo en pantalla, siempre bien maquillada y sexymente despeinada, pese a que se pasa la mayoría del metraje revolcándose en el piso luchando con monstruos de proporciones titánicas. En este sentido recuerda un poco a el super poder que tenía Wonder Woman en su ultima entrega, para nunca verse mal por más de estar recibiendo palizas tras palizas. ¿Monster Hunter tiene algo rescatable? Si, no todo es un desastre. Las peleas con los monstruos se ven bastante bien, es una pena que para los que vivimos al sur del continente, no pudiéramos ver esta película en cine solo para apreciar los efectos en la gran pantalla. La música también es bastante rescatable, con un estilo bien tecno. Aunque no pega demasiado con lo que está pasando visualmente, se sigue escuchando bien. Con poco mas para comentar, Monster Hunter termina siendo un film bastante flojo, pese a que la mayoría no esperaba nada de él. Con la pareja conformada por Jovovich y el peor Anderson de todos los que dirigen; tenemos una película que termina dando veinte pasos para atrás con respecto a lo logrado por Sonic o Detective Pikachu en lo referente a las adaptaciones de videojuegos. Todos los gammers les estamos agradecidos…
En un análisis riguroso en términos cinematográficos, Monster Hunter no obtiene ni un punto. Todo lo que hace al film como tal, está mal. Su puesta es desordenada, su ambición es nula, su guión es flojo, sus actuaciones son pobres y así hasta llegar al último detalle. Pero me surge la siguiente pregunta: ¿Qué se le puede pedir a una película que adapta a un videojuego donde la premisa es cazar monstruos gigantes? Tal vez para un público gamer más joven y poco experimentado con el cine la propuesta resulta atractiva. Yo soy publico target porque amo la ciencia ficción, pero no pude dejar pasar todo lo malo que tiene el film como para disfrutar lo estrafalario. Me da la sensación de que el director Paul WS Anderson nunca se lo tomó en serio y/o no pudo hacer magia con lo que se le entregó para trabajar. Porque te pueden gustar más o menos, pero sus recientes películas de la saga Resident Evil estaban bien hechas dentro de todo. Lo mismo sucede con Milla Jovovich. Está ahí por el cheque. Y ni hablar del totalmente descolocado Diego Boneta o lo caricaturesco de Ron Perlman. Lo actoral termina de dar ese gran sentido (o mejor dicho sinsentido) de desorden. Ojo, queda más que claro que no hay que buscar el verosímil, pero lo que sucede es que muchas veces se pasa esa instancia y llega al ridículo. No hay mucho más que decir, lo próximo sería describir escenas, pero no viene al caso. Los amantes del exitoso juego que adapta tendrán la última palabra.
Para situarnos, es bueno saber que nos encontramos ante la transposición a la pantalla grande de un exitoso videojuego de rol, Monster Hunter. Aquí, la premisa es cazar monstruos aterradores, con características similares a la de dinosaurios y dragones, que provienen de una realidad paralela. El encargado de dar forma a la historia es Paul W. S. Anderson, mientras que Milla Jovovich oficia de la heroína de armas tomar. La cinta comienza con un equipo de marines en el medio del desierto, quienes van en una misión de rescate de un grupo de colegas que desapareció de la nada. Guiados por la teniente Artemis, de repente sortearan una tormenta que los transportará a otra dimensión. Una realidad alterna, también desértica, con un pequeño detallito: ¡hay unas criaturas de temer, caníbales y violentas que los perseguirán sin tregua! En medio de una lucha por la supervivencia ante estos animales enormes y dañinos que salen de todas partes, nuestra teniente, tenaz, pertinente y resiliente, se las ingeniará para ir descubriendo sus mañas, además de conocer a un misterioso personaje que se convertirá en una especie de aliado para enfrentar a estos monstruos de los cuales no sabemos bien su origen. Con efectos especiales apabullantes y escenas de acción espectaculares (literalmente hablando), la protagonista inicia un verdadero periplo del héroe. No hay demasiada profundidad en la historia, es bien simple y física. El antropólogo y mitólogo estadounidense Joseph Campbell, definió el modelo básico del relato épico como un monomito; y nuestra chica parece que atravesará estas etapas. Del mundo ordinario pasa a uno fantástico, desconocido y extraño; la heroína debe enfrentar este nuevo mundo, además de sobrevivir claro está, y salir de este complejo entramado con un don (ser toda una cazadora de bichotes). La finalidad es mejorar lo ya establecido y defender a los demás (con las nuevas competencias adquiridas), de la amenaza emergente. La primera parte de la película, la más interesante y quizá la más lenta narrativamente hablando, se centra en la adaptación a este nuevo lugar de Artemis. Lo cual no significa que no haya tensión en el relato, ya que gradualmente ella irá averiguando que es lo que realmente allí sucede y a qué se enfrenta. Cuando las cosas se vuelven más obvias y sobreexplicadas, se pierde un poco de la magia. Hay como una especie de presentación de este team de cazadores con look retrofuturista, que abre paso a la acción pura propiamente dicha, y por supuesto deja el terreno allanado para una secuela. Hay química entre los protagonistas, las escenas de peleas están logradas, así como visual y musicalmente; una película sin matices, plana, que no pretende más que perseguir (además de monstruos) la lógica causa efectista del videojuego.
Monster Hunter: la cacería comienza, cuenta la historia de la capitana Artemis y su grupo de rescate, que en búsqueda de un comando militar perdido entran a un mundo repleto de criaturas monstruosas y salvajes, y deberán sobrevivir a ellas cueste lo que cueste. Luego de casi un año volvieron a abrir los cines y regresan las reseñas de estrenos. Hoy nos toca hablar de Monster Hunter: la cacería comienza, la última película del director Paul W. S. Anderson y protagonizada, como ya es costumbre, por su esposa Mila Jovovich, acompañan el elenco Ron Pearlman y Tony Jaa. Monster Hunter: la cacería comienza, es un film basado en una serie de videojuegos y cuando se trata de este tipo de adaptaciones, siempre esperamos que le haga honor al juego y este no es el caso. Hablaremos, primero, de los pocos puntos positivos que tiene la película, estos son: las escenas de acción, que es su mayoría están bien realizadas y el diseño de los personajes y monstruos del Nuevo Mundo, ya que son idénticos a los del videojuego, listo, eso es todo. Monster Hunter: la cacería comienza, falla en todo lo demás. El fetichismo de Paul W. S. Anderson de darle protagónicos a Mila Jovovich le sigue jugando en contra, Mila destaca en su belleza, no en su habilidad como actriz y dado que más de la mitad de la cinta son ella y Tony Jaa, el único actor que destaca en el film, se hacen notoria estas falencias interpretativas. Incluso, actores como Ron Pearlman, son completamente desaprovechados y es que, Monster Hunter: la cacería comienza, pone hincapié en personajes de nuestro mundo, más precisamente en militares norteamericanos, que en los coloridos personajes del Nuevo Mundo. En este sentido, el fanservice es casi nulo y puesto a la fuerza, para quienes jugamos a los videojuegos nos saca una sonrisa que dura tan solo unos segundos. El otro gran problema que tiene Monster Hunter: la cacería comienza, es la historia, que básicamente no existe, hay un vacío narrativo que se siente durante toda la película, el espectador nunca llega a entender lo que está ocurriendo ni por qué ocurre tal o cual cosa. Y esto se siente tanto para quienes conocen el juego como para los legos del mismo, no llega a satisfacer a ninguno de los dos tipos de espectadores. Al menos debemos agradecer que la película se pasa rápido por la abundancia de escenas de acción, sin embargo, esto no alcanza, ya que al finalizar su visionado uno se queda pensando en qué fue lo que acaba de ver. En fin, Monster Hunter: la cacería comienza, es un film que puede llegar a entretener a alguien que lo único que busca es ver escenas de acción sin contenido y buenos diseños de monstruos. Es una película completamente olvidable y con un material rico completamente desaprovechado.
Otra vez Paul N. S. Anderson, junto a su bella esposa, una heroína de acción como pocas, Mila Jovovich, se meten en la versión cinematográfica de un video game, es el rey en ese rubro, con la intención de reverdecer los mismos éxitos que le proporcionó especialmente “Residente Evil”. No hay ninguna otra inquietud que cazar monstruos durante toda la peli, de variada factura y muy poca preocupación por la historia. La combatiente Mila tiene que lidiar con un compañero que ni siquiera habla inglés, que primero la ataca y después se muestra amigable y suma compañeros de acción. Y aunque parezca mentira logran en algunos momentos una simpática conexión. Con el equipo llega el personaje biligüe de Ron Pelerman, que facilita un tanto las cosas. Es de esas películas, de placeres culposos, donde el espectador ya sabe de antemano que quiere aventura y acción. Aquí aparecen monstruos de todo tipo y tamaño; Una gran araña mezcla con cangrejo que tiene familiares de todos los tamaños y parece la peor pesadilla, lo demás tiene que ver con un “diablo” grande como un camión que se esconde en la arena, tormentas enormes y otras delicias similares que te carbonizan de un soplido . Nada nuevo, con muchos efectos especiales y solo la intensión visual con los bichos CGI y los efectos especiales.
UNA AVENTURA QUE NO ARRANCA Caso raro el Paul W.S. Anderson, que ha construido una carrera ya bastante extensa en base a dos vertientes confluyentes. Por un lado, con un foco casi obsesivo en la relectura de fórmulas probadas: adaptaciones de videojuegos (Mortal Kombat, Resident evil), crossovers (Alien vs. Depredador), remakes (Carrera mortal), reversiones (Los tres mosqueteros), secuelas encubiertas (El último soldado) y hasta reciclajes genéricos (La nave de la muerte, Pompeii: la furia del volcán). Por otro, un trabajo narrativo y de puesta en escena bastante tosco, encubierto en buena medida por presupuestos de mediano o alto calibre. En el nuevo milenio, su cine es representante de una segunda selección un poco más lustrosa, aunque rara vez con verdadera alma. Dentro de ese espectro, lo de Monster hunter: la cacería comienza es bastante representativa de los alcances y límites del estilo del realizador. Aquí tenemos otra adaptación de un videojuego con un presupuesto considerable, la voluntad desde el vamos de construir una franquicia rendidora y una confianza un poco descarada en herramientas estéticas un tanto limitadas. Hasta está de vuelta en el protagónico Milla Jovovich, a quien hay que reconocerle que, sin ser una gran actriz, es alguien que supo ir construyendo una trayectoria consistente como heroína de acción, algo que no pudieron figuras con más recursos, como Jessica Chastain. Acá interpreta a la Teniente Artemis, quien durante una misión es transportada súbitamente junto a su unidad de soldados a un mundo paralelo plagado de criaturas monstruosas, en el que la supervivencia es la labor más difícil de todas. En ese universo hostil, terminará aliada con un cazador (Tony Jaa), mientras trata de encontrar la clave para retornar a nuestra realidad. A cada minuto se pueden ver en Monster hunter las intenciones en contraposición con los resultados. Hay un intento evidente de conectar con el cine de aventuras clásicos a partir de materiales actuales, pero el relato no se acerca mucho a concretarlo apropiadamente. Por caso, si Anderson procura crear una camaradería progresiva y sincera entre los protagonistas, lo cierto es que todo luce un tanto forzado, como si el cineasta tuviera en claro los objetivos pero no los medios, con chistes remarcados y gestualidades excesivas. Del mismo modo, el misterio que se intenta delinear a medida que pasan los minutos no termina de adquirir la suficiente fluidez para generar expectativa en el público. Y si bien hay un par de secuencias de acción visualmente atractivas, hay un abuso de la cámara lenta que resta suspenso y tensión. Todos estos baches se potencian cuando en la última media hora el film da un par de vueltas de tuerca, cambiando el enfoque grupal y subiendo la apuesta en los enfrentamientos fantásticos. Si hasta ese momento había una apuesta encomiable por tomarse los minutos necesarios para plantear los conflictos, en la recta final se acumulan revelaciones, giros dramáticos, batallas y varios personajes -particularmente el interpretado por Ron Perlman- que explican muchas cosas apresuradamente, sin un verdadero sostén en la aventura. A Anderson le termina importando más dejar las puertas abiertas para futuras entregas, delatando que en muchas cosas se parece demasiado a Luc Besson, ese cineasta que un momento empezó a filmar como si fuera un empresario. Y aunque Jovovich pone el cuerpo y hace todo lo posible para salvar a su marido y pareja creativa -incluso conformando un dúo creíble con Jaa-, no alcanza para anular la sensación de que todo el esquema narrativo de Monster hunter está claramente pensado en función de juntar billetes. En el medio, la aventura no llega a arrancar con la energía requerida.
"Monster Hunter": acción y ciencia ficción sin matices Un escuadrón de elite cae por accidente en un desértico mundo paralelo lleno de monstruos gigantes y sus integrantes deben sobrevivir. Protagonizada por Milla Jovovich, la película ofrece un contenido artístico que no está a la altura de su producción ostentosa. La reapertura de los cines, tras casi un año de cierre obligado por la pandemia, resultó una buena noticia para los amantes del cine, que durante 12 meses abrazaron el placebo de ver películas en casa. Pero quienes realmente celebraron fueron las empresas exhibidoras, uno de los pocos rubros comerciales que aún no había reiniciado su actividad en el marco de la nueva normalidad. Cuando a mediados de la semana pasada se autorizó a los cines a volver a abrir sus puertas, quienes disfrutan de ver películas sentados en una sala oscura –aunque sea con barbijo—, fantasearon con que ese día sería una fiesta, como reencontrase con un amor que les hubiera sido arrancado a la fuerza. Esa ensoñación duró hasta que las cadenas de cines anunciaron los títulos que ocuparían sus pantallas a partir de este primer jueves de estrenos. La confección de esa lista, en la que se encuentra Monster Hunter: La cacería comienza, film de acción y ciencia ficción basado en un videojuego, puso en evidencia algo que resulta obvio, pero que no siempre se da por sentado: que la felicidad de los amantes del cine y la de los exhibidores pertenecen a órdenes diferentes. Que una cosa es el negocio, cuya única libido se juega en el lecho de los balances y los asientos contables, y otra el goce cinematográfico. Que tendrá límites laxos y no siempre claros, pero no tanto como para excluir sin vueltas a esta película protagonizada por Milla Jovovich, de producción ostentosa y contenido magro. Pero hay una lógica para tratar de explicar por qué una película tan pobre es una de las pocas que se vio beneficiada con el escaso espacio disponible en las salas pandémicas: Monster Hunter se identifica más, incluso desde lo estético, con los objetivos de los exhibidores que con el placer de los espectadores. Se trata de una pieza de diseño burdo, cuya historia cabe en cuatro líneas: un escuadrón de elite cae por accidente en un desértico mundo paralelo lleno de monstruos gigantes y sus integrantes deben sobrevivir. El resto es la mera puesta en acción sin matices ni variantes de esa premisa básica, usando como principal recurso expresivo el intercalado de secuencias frenéticas en la que todo resulta visualmente confuso, con otras realizadas en cámara hiperlenta. La experiencia se parece un poco a la de subirse a un auto manejado por un conductor inexperto, que avanza muy poco pero a los sacudones. Apenas hay destellos de algo más allá de ese páramo narrativo en el vínculo que la protagonista establece con un guerrero del otro mundo. ¿Se puede culpar a los exhibidores por darle espacio a un bodrio como este? La verdad, no. Sus objetivos son económicos y hasta es posible que la decisión de incluir a Monster Hunter entre los estrenos de hoy les reporte el arqueo de caja soñado. Pero a quienes esperan que volver a sentarse en una sala de cine sea esa fiesta que imaginaron, desde acá se les recomienda aguantar un poco más el síndrome de abstinencia.
Dignidad digital que no alcanza Con sólo leer las estupideces que escribe la prensa pochoclera descerebrada al momento del estreno de tanques de CGI como Monster Hunter (2020), de Paul W.S. Anderson, uno toma conciencia hasta qué punto todos esos muertos son hijos bien tarados de las campañas de marketing más burdas y el gigantismo por el gigantismo en sí de los bodrios yanquis, como si estuviésemos delante de un adicto desesperado por su droga uniforme o una puta criada en un prostíbulo, por lo que su vida no tiene más sentido que reproducir/ vender lo único que conoce, léase el canto de sirena del mainstream para colmo más soso y hueco. Dejando de lado a estos payasos, hay que reconocerle al director y guionista británico que sabe construir escenas de acción y que tiene las ideas claras en cuanto al diseño de producción en general porque a pesar de que casi todo lo que alguna vez filmó está extraído de diversas fuentes previas, por cierto mucho mejores en términos de calidad, Anderson por lo menos se mueve como un artesano de estrato medio -mediocre, para ser más precisos- de antaño con la sinceridad semi trash a flor de piel, ahora suplantando el minimalismo, los practical effects y aquella dedicación analógica de otra época por una tonelada de animación digital cortesía de esos programadores infradotados del presente y por secuencias pomposas a lo cine catástrofe de los 70 o sci-fi de los 50 que no dejan margen para reflexiones floridas. Es este talento para la pompa visual/ sonora/ sensorial inflada a lo bestia el que le permite al realizador alejarse de otros fanáticos del CGI que la van en mayor o menor medida de “autores elevados” dentro de la comarca de la mega acción industrial, pensemos en el cine hiper torpe y esquemático de Michael Bay, la obsesión con “sonar gracioso” del imbécil de James Gunn, éste un palurdo insoportable amparado en la basura de Marvel, o el fetiche serio/ apesadumbrado del siempre desparejo Zack Snyder. En esta oportunidad el inglés en esencia vuelve sobre sus pasos y así adapta otro videojuego como hiciese en la fundante Resident Evil (2002), también protagonizada por su esposa desde 2009, Milla Jovovich, hablamos del videojuego de rol de acción del mismo nombre de la compañía japonesa Capcom, concebido originalmente para la PlayStation. Esta traslación, por supuesto, es nuevamente una excusa para elaboradas secuencias de acción que en términos del séptimo arte roban el diseño de monstruos, las capacidades y hasta las formas de matarlos de films mejores como Duna (Dune, 1984), de David Lynch, Tremors (1990), de Ron Underwood, Aracnofobia (Arachnophobia, 1990), de Frank Marshall, Jurassic Park (1993), de Steven Spielberg, e Invasión (Starship Troopers, 1997), de Paul Verhoeven, entre otros pivotes creativos para nada sutiles de motivos, latiguillos y carnicerías que se suceden unas a otras. Como si se tratase de algún clásico del exploitation sin trama alguna que coloca todas sus fichas en un encadenamiento sin fin de tropelías, persecuciones, salvatajes y masacres, en línea con la paradigmática Las Noches del Terror aka Burial Ground: The Nights of Terror (Le Notti del Terrore, 1981), de Andrea Bianchi, Monster Hunter es un blockbuster de pura cepa noventosa y muchos anhelos de franquicia que no se da humos de absolutamente nada y apuesta a la supervivencia o el infaltable “regresar a casa” vía enfrentamientos entre un ignoto cazador asiático (Tony Jaa) y Artemis (Jovovich), una capitana de la milicia yanqui, por un lado, y una legión de monstruos que se mueven en un espectro variopinto desde los clásicos arácnidos y los semejantes a los dinosaurios hasta dragones enormes que escupen fuego y algún que otro híbrido entre gusano de arena, toro y rinoceronte o algo así, por el otro lado, sin que realmente importe el hecho de que la mujer termina viajando sin desearlo -a través de una tormenta repentina símil portal de civilizaciones misteriosas con ecos de Stargate (1994), de Roland Emmerich- desde nuestro mundo a ese otro de tipo desértico muy deudor de la saga creada por Frank Herbert aunque sin un ápice de su complejidad, desparpajo o frondosa imaginación y más en sintonía con una cruza de cine de aventuras, horror, epopeyas bélicas y ciencia ficción de alcance colosal y definitivamente pasatista. Pasan los años pero las mejores películas de Anderson siguen siendo las hoy cada vez más y más lejanas Shopping (1994), Event Horizon (1997) y Soldier (1998), obras ingeniosas que por cierto conviven con la otra pata de su filmografía, la industrial esperpéntica y algo demencial aunque jamás aburrida y nunca del todo mala de Mortal Kombat (1995), Alien vs. Depredador (Alien vs. Predator, 2004), Los Tres Mosqueteros (The Three Musketeers, 2011), Pompeii (2014) y sus tres secuelas de 2010, 2012 y 2016 de la redituable franquicia de Resident Evil, amén de su simpática y superficial remake del 2008 con Jason Statham de Carrera Mortal 2000 (Death Race 2000, 1975), clásico de Paul Bartel con producción de Roger Corman e intervenciones de David Carradine, Sylvester Stallone y Mary Woronov. Una vez más el británico entrega una montaña rusa visual con esplendorosas secuencias de acción, un meollo dramático inexistente, participaciones imprevistas de genios como Ron Perlman -aquí componiendo al Almirante, el líder de los cazadores de monstruos de la dimensión paralela- y una Milla Jovovich tan hermosa y eficaz como siempre en una odisea orientada a romper cabezas y nada más, aunque vale aclarar que ya se nota la edad de la ucraniana y que no debe haber sido muy placentero para ella el rodaje en materia de la reglamentaria exigencia física. Monster Hunter no puede ocultar que la dignidad digital de parque de diversiones de espíritu retro a veces no alcanza y precisamente por ello hubiera sido conveniente innovar un poco en lo que atañe al diseño o mejorar un montaje un tanto videoclipero/ publicitario trasnochado que en algunos momentos del metraje entierra la efervescencia de las matanzas de bestias infernales y soldados de mierda estadounidenses…
Vuelven los cines en Capital Federal y Provincia de Buenos Aires (también paulatinamente comienza el regreso de las salas en varios lugares del interior) y con ellos algunos estrenos que quedaron pendientes del año pasado, al igual que algunas propuestas de este mismo año. Una de las que no pudieron llegar en tiempo y forma, es el más reciente trabajo de Paul W.S Anderson (a no confundir ni con Wes ni con Paul Thomas Anderson), director de «Mortal Kombat» (1995), «Event Horizon» (1997) y varias entregas de la saga cinematográfica de «Resident Evil». «Monster Hunter: La cacería comienza», al igual que varios trabajos de Anderson, busca llevar a la pantalla grande una historia que proviene del mundo de los videojuegos. El principal problema de la película es que busca espectacularidad y una escala gigantesca a toda costa, preocupándose únicamente por eso más que por contar una buena historia, con personajes desarrollados y motivaciones claras. El espectador termina enfrentándose a un espectáculo vacío sin coherencia o cohesión con algunas secuencias de enfrentamiento que buscan sorprender desde lo técnico y lo coreográfico pero que incluso se pierden en su montaje caótico y frenético que no nos deja ver los movimientos con fluidez. Este último aspecto, es un vicio bastante recurrente en el cine comercial contemporáneo que busca la fragmentación cada vez más rápida y continua como si fuera la única finalidad de la edición/montaje. El largometraje básicamente cuenta la historia de un grupo de soldados liderado por Artemis (Milla Jovovich) que atraviesan el desierto para ver lo que ocurrió con un escuadrón que estaba más adelante en el camino y con el cual el resto del ejercito perdió comunicación. En medio de esa travesía, Artemis y sus compañeros son transportados del mundo que conocemos a otro bastante diferente gobernado por peligrosos y poderosos monstruos. El batallón parece totalmente desorientado y no sabe qué es lo que sucede, pero en medio del caos se cruzan con un hombre misterioso (Tony Jaa) que parece saber la forma de defenderse ante estas alimañas al igual que cuál sería el camino para volver a casa. El principal problema del film está en su guion, que resulta ser una excusa para mostrar escenas espectaculares y sorprendentes que no buscan tener conexión alguna o seguir una línea de una trama. E incluso más allá de sus esfuerzos por mostrar trepidantes escenas de acción, la experiencia termina siendo bastante aburrida y tediosa con personajes desdibujados, una dinámica forzada entre Jovovich y Jaa, y personajes secundarios que aparecen/desaparecen acorde a las necesidades de la trama careciendo de profundidad. En síntesis, «Monster Hunter» es un espectáculo carente de emoción, imaginación y sentido. Solo gustará a aquellos que busquen un puñado de secuencias de grandes proporciones y que se maravillen con los logros a nivel técnico que hoy en día son moneda corriente en este tipo de relatos del género fantástico. Un blockbuster sin sustento y sin razón de ser.
Poco importa si Paul W. S. Anderson quiere ser considerado un autor. Lo que sí es evidente es que Anderson es algo así como el padre indiscutible de artefactos espectaculares y estruendosos basados en videojuegos de alta tensión y exceso de adrenalina. Junto con Michael Bay y Roland Emmerich, el director británico es uno de los pocos responsables que quedan del entretenimiento a gran escala, un cine que no se olvida del espectador. Mortal Kombat (la primera), la saga Resident Evil, Alien vs. depredador, películas de ciencia ficción espacial, de acción bélica interplanetaria y de acción automovilística, como Event Horizon, Soldier y Carrera Mortal, además de un péplum aceptablemente desparejo, como Pompeii, son los títulos que llevan la firma inconfundible de Anderson. Su cine no pretende ser otra cosa, y ya no hay dudas de que un plano suyo puede distinguirse a kilómetros de distancia, algo que muchos directores sueñan con lograr. Lo que Anderson hace es mantenerse firme en una tradición de artesanos que trabajan con mucho presupuesto, con mucha gente y con muchos efectos especiales. La prioridad es el entretenimiento a secas, sin ningún mensaje político, sólo con los elementos nobles del Hollywood de grandes estudios, que cree en el cine como un trabajo colectivo antes que como un arte nacido del genio de una persona. Si a esto le sumamos algún actor o actriz fetiche, tenemos la fórmula en la que se basa Anderson para desplegar su talento, con un resultado siempre efectivo y rendidor en la taquilla. Monster Hunter (basada en el videojuego de Capcom) es otra prueba del cine que le interesa a Anderson. Otra vez repite con su actriz favorita (y esposa), Milla Jovovich, en el papel de Artemis, la ranger y capitana de un escuadrón de las Naciones Unidas que realiza operaciones de seguridad y que de pronto se ve alcanzado por una tormenta de arena que lo transporta a otro mundo, una dimensión alternativa que se conoce como "El nuevo mundo", habitado por enormes criaturas que parecen venir de la época de los dinosaurios. Cuando entran en escena los monstruos que habitan las dunas del nuevo mundo, lo que la conecta con la tradición de monstruos nipones (kaijus), es cuando Anderson se mueve como pez en el agua, ya que es ahí cuando saca a relucir su pulso para ejecutar escenas que no sueltan un instante, porque Anderson es, ante todo, un maestro de la acción con personajes gigantes creados por computadoras. En el nuevo mundo hay monstruos y cazadores, y el grupo de Artemis deberá unirse a los cazadores para combinar sus habilidades guerreras en la confrontación final, además de evitar que los colosos (desde arañas hasta dragones inmensos) viajen a la Tierra a través del portal. Anderson sabe mezclar la acción, el género fantástico y el espíritu de los videojuegos sin que los efectos computarizados saturen la pantalla, ya que los intercala adecuadamente con escenas de pelea cuerpo a cuerpo, como en el cine de acción del siglo pasado. Y siempre se guarda un par de sorpresas que dejan satisfecho al espectador, tanto a fanáticos como a neófitos que van al cine en busca de blockbusters con aroma a pochoclo caliente.
Monstruo grande y pisa fuerte. Monster hunter: la cacería comienza es una película escrita y dirigida por Paul W. S. Anderson, que mezcla ciencia ficción con fantasía para contar otra historia repleta de acción protagonizada por su actriz fetiche Mlilla Jovovich. Acompañada de Tony Jaa, Diego Boneta, T.I., Megan God y Ron Pearlman, entre otros. Basado en el videojuego de Kaname Fujioka, cuenta la historia de la Capitana Artemis (Jovovich), quien es trasladada junto con su escuadrón a un nuevo mundo, habitado por una gran diversidad de monstruos aterradores, a los que tienen que combatir para sobrevivir y encontrar la forma de volver a nuestra realidad. Y para ello son ayudados por Hunter (Jaa), un cazador experimentado en la lucha contra estas criaturas, combinando sus habilidades en una confrontación final. Lo primero que vale destacar de esta película es que tanto su argumento como su propuesta estética corresponden al cine de clase “B”. Aunque en la filmografía de su director, la artesanía de sus efectos especiales es reemplazada por el CGI, como puede verse claramente en Mortal Kombat (1995), también adaptada de un videojuego. Lo que marca una clara diferencia con los clásicos del género, al mostrar durante más tiempo y con más detalle a los monstruos aprovechando que resultan más verosímiles. Un párrafo aparte merece la banda sonora, a cargo de Paul Haslinger, quien hace una fusión entre las melodías propias de película de ciencia ficción de bajo presupuesto, que recuerda a la obra musical de John Carpenter y del género épico fantástico. Utilizando así de manera inteligente este recurso narrativo sin necesidad de apelar a explicaciones anticlimáticas. En conclusión, Monster Hunter: la cacería comienza, es una película que funciona porque el entrenamiento se impone por sobre la verosimilitud de la trama. Manteniendo su estética de cine clase “B”, y posicionando una vez más a Milla Jovovich como una de las heroínas del cine de acción más importante de su generación.
Tal vez exista en algún lugar del mundo algún grupo de fans del director Paul W. Anderson pero nunca llegué a conocerlos. Por lo general la gran mayoría de la gente detesta sus películas y no despiertan demasiada expectativa, debido a que tienden a ofrecer espectáculos mediocres. Hizo un trabajo decente con la primera Mortal Kombat y Event Horizon y el resto fue para el olvido. Junto a su esposa Milla Jovovich, con quien desarrolló el cuento de la buena pipa de Resident Evil, ahora presenta esta adaptación del video juego de Capcom. Una franquicia que se mantuvo vigente con ventas moderadas desde el 2004. Pese a que los antecedentes del cineasta no son prometedores, en Monster Hunter sorprende con un film más cuidado de lo esperado en los aspectos visuales. La verdad que todos los diseños de los bichos y su representación está muy bien trabajada y se nota que hicieron al menos un esfuerzo en el campo de los efectos visuales. Cuando los monstruos aparecen tienen una presencia destacada y muy especialmente en el primer acto las secuencias de acción quedaron bastante prolijas para tratarse de una película de Anderson. Lamentablemente no hay mucho más para destacar, ya que el director no hace nada por explorar con alguna idea creativa el mundo de fantasía que presenta. Su labor se limita a reemplazar los zombies por bichos gigantes y después es lo mismo que el cine que proponía Resident Evil. En este caso roba elementos de Tremors, Starship Troopers y Alien, mientras que Milla Jovovich interpreta a la misma heroína imbatible de siempre. Un aspecto imperdonable de esta película es el modo criminal en que el director desperdicia a Tony Jaa, uno de los mejores artistas marciales de las últimas décadas. Más allá de sus habilidades físicas, Jaa es un tipo muy creativo a la hora de crear secuencias de acción atractivas que no todos los dobles de riesgo pueden ejecutar. Da mucha tristeza verlo atado de manos por un realizador inepto que no sabe aprovechar su presencia y encima arruina los pocos momentos donde se podía haber lucido, con numerosos cortes de edición en las escenas de acción. Alguien que nunca vio una película de Tony Jaa jamás se enteraría por Monster Hunter que el tipo es una leyenda del género de artes marciales. Dentro del reparto Ron Pearlman, con una caracterización ridícula, también aparece en un rol limitado y su labor termina siendo intrascendente. La película plantea construir una nueva franquicia que difícilmente se concrete, ya que esta primera entrega no despierta ningún interes por volver a encontrar estos personajes en otra aventura. Si sirve de consuelo al menos es un poco más llevadera que Bloodshot, con Vin Diesel, que se padecía más en la butaca del cine. ver crítica resumida
Paul W.S. Anderson es el más desaforado realizador de clases B (con plata) que existe. Especialista en llevar al cine videojuegos (su serie Resident Evil) y en ponerle humor loco a todo (vean su versión de Los tres mosqueteros, una de superhéroes desquiciada), hizo de Milla Jovovich (su pareja) una estrella de acción dura y querible a la vez. Monster Hunter es eso mismo: la Milla termina no sabe cómo en un planeta extraño con sus amiguetes soldados y resulta que hay bichos gigantescos con poderes extrañísimos a los que, como corresponde, tienen que hacer boleta antes de ser boleteados por ellos. Si el léxico de esta crítica le parece demasiado coloquial, sepa el amable lector que cuaja perfectamente con la película, que se propone ni más ni menos divertir al espectador con nobleza y sin pretender ir más allá de lo que le toca. Justamente por eso, resulta que nos interesan los personajes, que los bichos nos parecen terribles y que sonreímos constantemente con las aventuras de estos tipos. El cine es eso: ver cómo hacemos con ese monstruo gigante que es la pantalla.
Dentro de los títulos que comenzaron a llegar a salas porteñas, uno de los más esperados por el público joven, es la adaptación del popular videojuego, «Monster Hunter», saga creada y desarrollada por nuestros amigos de Capcom, empresa top del rubro. Seguramente podrán vincular a la empresa rápidamente ya que son los responsables de la franquicia «Resident Evil» (prolífica en serio) y de toda su línea en cines, la mayor parte de ellas bajo la dirección de Paul W.S.Anderson (quien si mal no recuerdo condujo todas excepto las entregas 2 y 3). Nunca fueron películas que descollen, pero si han reversionado historias de dichos juegos, de tal manera que generen cierto interés cinematográficos. La suerte, dispar si me permiten decirlo, al menos en términos artísticos. Anderson trabaja en los últimos tiempos con su pareja, la prestigiosa Milla Jovovich, actriz a la que yo no alcanzo a definir con precisión. No tengo en mente muchos trabajos buenos de ella, pero por razones que escapan a mi percepción, es una estrella. Ambos son un tándem que se conoce mucho y están afilados para armar películas de acción simple en escenarios fantásticos. En esta oportunidad, conoceremos a un grupo de soldados que hacen un recorrido habitual por una zona desértica, en búsqueda de noticias de otra patrulla desaparecida hace un corto tiempo. Algo extraño en ese recorrido al corto tiempo y una especie de tormenta magnética (o vaya a saber uno qué) transporta al equipo a otra dimensión, en otro tipo de lugar. Artemis, la oficial a cargo (Jovovich), pronto descubrirá que ese desierto que parece ser el mismo, no lo es, y que peligrosas criaturas van y vienen atacando a todo ser que se mueva en la superficie. Una especie de «Tremors» pero… amplificado. Luego de atravesar la traumática fase inicial, la soldado encontrará auxilio en Hunter (ups), un aborígen que habla otro idioma y es jugado por el eficiente Tony Jaa. Juntos, tendrán la difícil tarea de sobrevivir en un universo plagado de peligros, enfrentando monstruos a diestra y siniestra, casi sin descanso. Sin anticipar más, podemos decir que la animación está bien, no hay demasiados diálogos intensos y la película es bastante estruendosa, quizás más de lo esperado. Los aspectos técnicos son ajustados y su mayor mérito es ofrecer abundante acción, con algunas escenas bastante logradas. Pero no mucho más. «Monster Hunter» es un exponente sencillo de una cinta que no sorprende y apenas cumple su cometido de entretener.
-¿Señor Paul W.S. Anderson? -Así es. -Acaban de llamar varios directores. Quieren que les devuelva sus ideas. -¿?. -Llamó Roland Emmerich y dijo que la idea de marines vs aliens en el desierto la estrenó él en Stargate. También llamó Byron Haskin, quejándose de lo parecido que es esto con Robinson Crusoe en Marte. En la misma línea están John Boorman con Infierno en el Pacífico y Wolfgang Petersen con Enemigo Mío sobre gente que no sabe comunicarse pero se amiga frente a una amenaza común. De Piratas del Caribe Will Turner le pidió que le regrese la idea de cómo abrir los goznes de un calabozo de barco pirata… ¡Ah!. Y que le regrese los barcos. Gore Verbinski se quejó y dijo que él ya hizo navegar galeones en la arena. También llamó Stephen King y protestó porque la idea de una torre lejana que controla un mundo hostil es suya. Del mismo modo Rob Bowman le pidió que le regrese los dragones (y las ideas de cómo matarlos) de El Reinado de Fuego. ¡Ah! Incluso usted se llamó a sí mismo! -¿?¿? -Sip… porque la idea del final abierto y todos luchando contra una amenaza gigantesca se la copió del final de Mortal Kombat. Odio la malaria. Odio que me retengan perlas como la última de James Bond, la despedida de Viuda Negra o siquiera la de Rápido y Furioso con el nardo de John Cena. En cambio, uno tiene que desayunarse estos bodrios, los requechos que nunca podrían haber hecho buenos números en la taquilla… con el plus – muy gracioso, por cierto – de que los zoquetes responsables de esto ni siquiera hicieron los deberes y metieron una frase ultra ofensiva super racista en el el libreto que ofendió a toda China y les cerró el mayor mercado cinematográfico del mundo, amén de ser el único en donde podían ser un fenómeno de taquilla ya que los asiáticos tienen un fetichismo incontrolable con los monstruos. Nop, señor, esta película viene mal parida y yo no soy quien para encargarme del parto. No la encuentro particularmente aburrida ni espantosa, simplemente mal ejecutada y sin energía. Digo: la idea es tan simple, estúpida y básica: ir del punto A al punto B y pelear con los monstruos que hay en el medio. ¿Qué tan horrible e inepta puede ser la ejecución?. Bue, la realidad es que los detalles te matan. La Jovovich sigue siendo bella, está mas veterana y morruda y está bien en las escenas de acción pero no se ve para nada convincente como una dura ranger en medio del desierto afgano. La escuadra que la acompaña – al igual que los piratas JoJoJo que van con Ron Perlman – parecen salidos de un catálogo de Vogue y lo que menos tienen pinta es de guerreros curtidos o de saber empuñar un arma. Pero creo que lo mas terrible son los 100 cortes por minuto que mete Anderson en lo que cree que es inyectar adrenalina en un relato mustio. La edición frenética le sirve para camuflar que su esposa no es tan hiper veloz como Tony Jaa (aunque lo parece) pero a la hora de pelear con los bichos gigantes la cosa aturde y se vuelve convulsiva… y lo dice alguien que normalmente no se queja de una edición esquizofrénica como ésta. Es como si ése fuera el único estilo de filmar de Anderson: mata todo, incluso lo que podría ser interesante. Entre la edición y el fuerte olor a pastiche los puntos bajan para Monster Hunter pero yo creo que podría haberse quedado en un solido entretenimiento serie B simplemente con otro director, sin tocar una coma del script, con otro tipo que haga ambiente misterioso y editara las escenas a un ritmo normal. Anderson se dispara en sus propios pies todo el tiempo ya que logra paisajes formidables… que solo pasan delante de tu ojo durante medio segundo porque ya cambió el plano. Ok, eso disfraza FX y escenarios digitales mediocres pero llega un momento que aturde. Del mismo modo, el filme se podría haber sostenido perfectamente con la Jovovich y Jaa en vez de meter a un gordo y sobreactuado Ron Perlman y al equipo de Fashion Police. Sip, es posible que esté muy quisquilloso últimamente pero también es cierto que mi paladar extraña cine de calidad. Gastar 90 minutos en esto y salir apenas entretenido es un desperdicio de tiempo y me deja con la panza vacía. Desde Jojo Rabbit hasta Stanley Kubrick, desde Otto Preminger hasta una de romanos con 500.000 extras en pantalla, hay toneladas de cintas de calidad que valen la pena descubrir (o redescubrir) antes que reiterar con un director mediocre. Sorry Paul – eres el nuevo Uwe Boll, ¿lo sabías? -, antes con las salas abiertas te podía dedicar un tiempo ya que la oferta de cintas de todo tipo abundaba: hoy en día preciso un bálsamo de gran cine (de ese que era totalmente original, emocionante e inolvidable!) para redescubrir por qué sigo enamorado del séptimo arte y, de paso, inyectarme un poco de energía en mis venas agotadas por la abrumadora desolación del paisaje que me rodea.
Dos guerreros de universos diferentes, un objetivo al que llegar y una variedad de monstruos en el camino En un desierto genérico que podría estar en cualquier lugar de Medio Oriente donde suelen andar exportando democracia, un equipo de Rangers estadounidenses, liderados por la teniente Artemis (Milla Jovovich), rastrea a otro equipo que lleva un tiempo desaparecido. monster hunter crítica poster monster hunterCuando el rastro desaparece en el medio de la nada, una extraña tormenta se forma repentinamente y los envuelve antes de que puedan escapar. Cuando se dispersa, se encuentran en un lugar desconocido, cerca de los restos calcinados de los soldados que buscaban y a merced de un gigantesco monstruo que los ataca sin piedad. Solo Artemis sobrevive. Con la ayuda de un guerrero local (Tony Jaa), que también se vio separado de su grupo, deberá formar una inestable alianza que le permita sobrevivir lo suficiente en este extraño mundo, para así encontrar el camino de regreso a casa. Monster Hunter, sin más vueltas No hay mucho más que merezca explicarse sobre la trama de Monster Hunter y al menos nadie pretende disimularlo. Los primeros dos tercios de la película transcurren prácticamente sin más diálogos que los elementales para trazar las líneas básicas del mundo donde va a suceder toda la acción. Los personajes no tienen ni necesitan más desarrollo que mostrarse capaces de sostener un arma y de combatir, especialmente el grupo de secundarios de los que solo se espera que cumplan con suficiente eficacia su tarea de morir de formas grotescas y pasar al olvido. monster hunter crítica monster hunter Al menos, hasta que no queda otra que poner a alguien explicando el desafío final que da forma al tercer acto. Oportunamente aparece el único personaje capaz de hablar inglés. Una vez que El Almirante (Ron Perlman) cumple su misión de darle a Artemis (y al público) los detalles de lo que necesitan hacer para completar su misión, vuelve la acción frenética a Monster Hunter, a base de monstruos tan desproporcionados como las armas que usan para combatirlos. El director Paul W.S. Anderson (Mortal Kombat, Resident Evil) ya tiene experiencia previa en este tipo de productos y lo ejecuta con bastante oficio, sembrando en el camino suficientes referencias a los juegos de la franquicia Monster Hunter como para llamar la atención de sus fanáticos, pero sin hacerlas tan relevantes como para dejar afuera a los que nunca jugaron a alguna de las varias versiones publicadas. Los personajes y criaturas remiten de forma directa a versiones de los juegos que el público veterano va a identificar, mientras que la introducción de Artemis desde el otro mundo permite darle ojos propios al público nuevo que descubre junto con ella las amenazas y maravillas de este peligrosa dimensión alterna, donde cada ser vivo parece diseñado para mutilar, aplastar o devorar seres humanos. Lo más importante de películas como esta es que la acción sea entretenida y las criaturas lo suficientemente aterradoras, dos puntos que Monster Hunter cumple bien sin hacer grandes alardes de creatividad ni correr riesgos innecesarios. Apuesta a lo seguro y se preocupa porque todo se va lo suficientemente verosímil y atractivo como para no distraer de las escenas de acción, por más que eso signifique que quede la sensación de estar viendo una película que ya vimos otras veces.
Paul W. S. Anderson insiste en querer satisfacer al público videojueguil con otro blockbuster vacío y chato. Algunas escenas entretienen pero tampoco lo salvan. Se nota que Milla Jovovich y Ron Perlman la pasan bien en este tipo de roles.
Inicialmente Monster Hunter intenta construir con cuidado su ficción, pero no termina por desarrollar del todo ni su lógica interna, ni sus monstruos ni su universo. Es demasiado seria para disfrutarla como una película Clase B y demasiado Clase B como para disfrutarla de forma seria.
Reseña emitida al aire en la radio