NUNCA TE PIERDAS EN UN BOSQUE... La cuota de terror semanal. Ese excelente negocio que es el género apura estrenos periódicos de todo tipo. Aquí con un esquema ya tan repetido: pareja que sale de paseo al campo y se pierde en un bosque lúgubre. Solo una casa lejana parece el refugio seguro o la ayuda deseada. Claro que un espíritu maligno tiene otros planes y otros apetitos. Luchemos en la oscuridad mientras nos asechan los malignos y esperamos el amanecer. En fin.
Modesto cuento de terror irlandés Noche diabólica es una película de producción y ambiciones modestas. No hay nada original en su trama: una pareja joven queda varada con su auto en medio de los verdes campos irlandeses y algo extraño, que se revelará luego como una especie de vampiro, empieza a perseguirlos. Al principio el director y guionista Conor McMahon apuesta por un ritmo lento y reserva la acción para la segunda mitad. El problema es que no logra construir un clima amenazante que vaya envolviendo al espectador y, en vez de crear tensión, aburre. Lo mejor arranca cuando la protagonista debe hacerse cargo sola de la situación, valiéndose de su ingenio y valor.
LA OSCURIDAD, EL NUEVO INFIERNO Que a la mayoría de los hombres no le gusta pedir indicaciones es un hecho, pero de cuando en cuando no vendría mal hacerle caso al GPS, por lo menos. Cuando Sarah (Niamh Algar) y Mark (Stephen Cromwell) decidieron tomarse unas mini vacaciones, no pensaron mucho a la hora de elegir su destino. El condado Offaly en Irlanda parece ser la excepción a la regla de un país reconocido por sus bosques encantados, mitos y leyendas. Una joven pareja y una desolada campiña irlandesa combinan a la perfección, más aún tratándose de una película de terror. Todo comenzó como una simple escapada romántica. El viaje venía según lo planeado hasta que, por supuesto, la pareja se pierde y estanca el auto en medio de la nada. Tampoco les llega señal al teléfono por si algo faltaba. En lugar de ir en busca de ayuda, se meterán directamente en la boca del lobo: una pequeña granja abandonada, donde se toparán con una horrible criatura que los acechará durante toda la noche. Al buen estilo Rambo, Sarah intentará defenderse a sí misma y a su improductivo novio. Conor McMahon, director y guionista independiente irlandés, ya tiene varios años en el rubro de terror -y bastante bien le va-. Siguiendo una misma línea que sus cortometrajes, series y Carne muerta (2004), se fanatizó con los seres oscuros y de aspecto poco agradable. No obstante, hay que admitir que a David Sandberg no le pagó los derechos de autor de Cuando las luces se apagan: otra vez, una amenaza infernal que vive en la oscuridad y es alérgica a la luz. Claramente, Noche diabólica no le llega ni a los talones a su clásico del payaso maldito, Stitches (2012). Según Paulo Coelho, la vida es muy rápida; hace que la gente pase del Cielo al Infierno en cuestión de segundos. Sin embargo, para Sarah y Mark fue una agobiante y eterna noche. Aunque nada tiene que ver con la Noche diabólica de 2005, cada vez resulta más denso y difícil correrse de los estereotipos. En fin, bien podría pasar como película de acción, pero si vamos a darle lugar al terror, es bueno saber que, para recorrer Irlanda, contratar un buen agente de viajes sería una gran opción. NOCHE DIABÓLICA From the dark. Irlanda, 2016. Dirección: Conor McMahon. Guión: Conor McMahon. Fotografía: Michael Lavelle. Música: Ray Harman. Montaje: Tony Cranstoun. Intérpretes: Niamh Algar, Stephen Cromwell, Ged Murray, Gerry O`Brien. Duración: 90 minutos.
Sólo para valorar mejor lo que indica el GPS Dado que los vampiros surgieron de la literatura irlandesa, gentileza de Sheridan Le Fanu y su obra maestra "Carmilla", se podría pensar que el incipiente cine de terror irlandés estaría a la altura de las circunstancias al tratar el género. Pero esta modestísima película de terror de bajo presupuesto no da en el blanco al contar las desventuras de una pareja que tendría que haber mirado con más cuidado su GPS. Es que lo que comienza como un amable paseo en auto por hermosos paisajes de la campiña irlandesa se va transformando en una pesadilla cuando el dúo de amantes -de los que sabemos poco y nada, salvo que él no piensa casarse- se va perdiendo en una zona pantanosa en medio de la nada, hasta que finalmente se les queda el vehículo en un camino lleno de barro. Con la menor originalidad posible, el director hace que las víctimas de lo que está por venir busquen alguna casa donde refugiarse, la que obviamente será bastante siniestra, y en este caso con intermitentes cortes de luz. Algo especialmente problemático dado que a la especie de Nosferatu suelto por ahí no le gusta que le apunten con luz en su feísimo rostro. La película tiene una linda fotografía nocturna, sobre todo en exteriores, y tiene un par de momentos de terror sobrenatural que lamentablemente son muy pocos como para justificar un resultado bastante flojo.
Una nueva entrega de terror para los fans del género, y una nueva cinta de discretos valores, hecha con espíritu clase B, aunque con cierto estilo para interesar a los grandes estudios a curiosear en la propuesta. "From the dark" es un nuevo trabajo de un muchacho intenso (hay que reconocerle que "Stiches" está bastante bien, su gran hit anterior), Conor McMahon, que buscar dar el golpe para jugar en primera. En el entretanto, produce, edita y dirige films cuyos valores artísticos están subordinados a guiones previsibles y directos. No es McMahon un cineasta que se luzca con ideas originales, pero sí le reconozco que rueda prolijo, es capaz de crear cierto suspenso y maneja a su fotógrafo, bastante bien. Es decir que "From the dark" te va a parecer bien filmada, dentro de lo corto de su presupuesto. La historia es súper sencilla. Una pareja en una ruta / camino, extravío y... búsqueda de ayuda. Para ello llegan a un caserón hermoso que guarda ciertas sorpresas para los visitantes. Puede que no te gusten pero... Por lo pronto, te vendría bien llevar un linterna y estar atento. Las sorpresas no tardan en llegar. Aquí hay tres personajes principales, siendo Sarah (Miamh Algar) y Mark (Stephen Cromwell) la pareja perdida y por supuesto, la criatura, (jugada por Ged Murray), que se leyó todo el manual de movimientos clásicos de este tipo de antagonistas... Lo cierto es que rápidamente los tortolitos llegan a la casa perdida y en cuanto creen que pueden relajarse, comienza una pesadilla, dolorosa y poco sutil, que provocará cierto movimiento en la platea a la hora de cada enfrentamiento con ese ser, dispuesto a todo para terminar con sus primarios instintos. Tenemos un director con cierto oficio, un espacio físico pequeño, un par de actores que aportan energía y no mucho más. Eso es todo. Aunque quizás no se necesite mucho más. "From the dark" es una cinta prolija aunque sin demasiadas ideas nuevas. Es una más entre una pila de estrenos que van llegando a sala para aprovechar el fervor de los fans del género. Sólo aprobada si lo tuyo es dejarte llevar por las persecusiones en espacios cerrados y las intrigas demoníacas. Ponele.
Es segunda película dirigida por el irlandés Connor McMahon. Entretiene los primeros minutos, luego su desarrollo resulta algo reiterativo, sin sorpresa, monótona y lenta. Un film de escaso presupuesto, le falta susto y una atmósfera amenazadora, solo toques de oscuridad. Esta película tiene toques similares a “Evil Dead”.
Una apenas correcta producción de terror llegada desde Irlanda. Nada nuevo bajo el sol podría titularse esta crítica sobre la enésima película de terror estrenada en lo que va de 2016. Producción irlandesa, Noche diabólica relata las vivencias de una joven pareja que quiere pasar un fin de semana en el campo, pero termina siendo víctimas de una cacería humana. El menú es el de siempre: una casa abandonada, eventos sobrenaturales y una misteriosa entidad que persigue a la pobre parejita. Lo módicamente distinto es que nunca termina de quedar muy claro qué es lo que los acecha ni mucho menos por qué motivo. A partir de esa premisa, Noche diabólica entregará un film de manual, actuado y filmado a reglamento, sin demasiadas sorpresas, pero que sostiene su interés en base algunos logrados climas, un par de sustos bien construidos y un falta de apuro general a la hora de rematar las escenas. No es mucho, pero a estas alturas del año, con una veintena de títulos del género a cuestas, puede ser suficiente.
Noche Diabólica: homenaje irlandés a San Raimi Una nueva producción irlandesa de terror mantiene la buena cadencia de susto- calidad y homenajea a uno de los mejores directores del género Al ver Noche Diabólica se nota que el guionista y director Connor McMahon es un fanático de Sam Raimi, ese director que antes de Oz, el Poderoso (2013) y la trilogía de Spider-Man (2002- 2007) supo crearse su propia reputación como director de cine de terror. Se ve también que la persona encargada de colocarle los títulos a los estrenos locales percibió lo mismo ya que el nombre utilizado para el estreno ya no hay rastros del original (From the Dark) y entre éste y el póster promocional hay no pocos elementos que recuerdan a esos filmes clásicos de Raimi Noche Alucinante y Diabólico. Pero, yendo a lo que corresponde, Noche Diabólica cuenta la historia de una pareja que, en plan de vacaciones románticas, viaja hasta que su auto se queda atascado en el barro de un camino rural. Decidido a pedir ayuda, Mark (Stephen Cromwell) llega hasta una casa cercana en donde descubre que su dueño ha sido víctima de una entidad que acecha el lugar tras ser liberado de su prisión bajo tierra. Ya junto a su novia Sarah (Niamh Algar), Mark deberá buscar la manera de sobrevivir a la noche utilizando todas las fuentes de luz a su alcance, ya que la vista de la criatura no soporta los destellos. El filme está "cortado con la misma tijera" que las producciones clásicas, de esas que se ven entre dos y tres veces por mes, pero su propuesta no sólo es interesante sino que desde lo visual, McMahon se las arregla para que el espectador no se aburra mientras se despacha con algún que otro homenaje a las películas antes mencionadas. Filmada con buenos planos, logrados climas y, por sobre todo, un cuidado especial por no revelar cuál es al mal que acecha en las sombras, Noche Diabólica es ideal para pasar una noche divertida en una sala cinematográfica.
La sed verdadera Dentro de la colección de anomalías que caracterizan al horror como género, quizás la más distintiva de los días que corren se ubica a nivel cualitativo, ya que o nos topamos con películas muy malas o propuestas que levantan la vara -una vez más- de manera más que considerable. Si bien en muchas ocasiones solemos remarcar que el terror no necesita de presupuestos gigantescos o estrellas de renombre porque la ejecución en manos del realizador de turno lo es todo, Noche Diabólica (From the Dark, 2014) trae a colación una suerte de mediocridad que constituyó el paradigma de base de otras épocas: durante nuestra contemporaneidad sólo el horror suele pasearse errático entre los dos extremos señalados anteriormente, mientras que el resto del espectro cinematográfico sigue respetando esa medianía desesperante propia del séptimo arte en general y del mismo género en el pasado. Paradojas mediante, la obra que nos ocupa funciona como una excepción debido a que se debate continuamente entre las bondades de su estructura y los problemas actorales, sumando por un lado tantos puntos a favor como en contra y por el otro quebrando la lógica pendular del presente. El opus del director y guionista Conor McMahon nos regala una cronología que comienza con el viaje en auto de Mark (Stephen Cromwell) y Sarah (Niamh Algar) por el interior de Irlanda, continúa con el típico desperfecto vehicular de siempre y desemboca rápidamente en la aparición de una criatura (interpretada por Ged Murray) que los acecha con perseverancia y una buena dosis de angustia. Ya en el prólogo se nos aclara que estamos ante un “adversario” a mitad de camino entre Nosferatu (1922) y El Descenso (The Descent, 2005), cuando el susodicho le hinca las dientes a un lugareño desprevenido. Adoptando los engranajes principales de los relatos de entorno cerrado y sus subproductos, McMahon de hecho centra el desarrollo narrativo en la casa de la víctima del inicio, dentro de la cual la pareja decide esconderse y confrontar con el vampiro y su flamante discípulo. El cineasta se ampara en un minimalismo sutil y utiliza relativamente bien las tomas subjetivas, la cámara en mano, el fuera de foco y las sorpresas que depara la oscuridad, sin volcarse del todo a lo que sería un falso documental y siempre manteniendo la tercera persona durante la faena. La construcción animalizada y seca del chupasangre también es un elemento interesante, ya que le otorga al acoso que sufren los protagonistas un tamiz de urgencia y exasperación a través de la artimaña de poner en primer plano las debilidades del ser nocturno, como por ejemplo su lentitud y esa clásica fobia/ aversión hacia las luces. Sin duda el mayor inconveniente del film lo hallamos a nivel del desempeño de Cromwell y Algar, dos intérpretes un tanto rústicos que no consiguen transmitir en un cien por ciento la premura que reclamaba el contexto. Asimismo, la responsabilidad de ello también cae en el guión de McMahon porque abusa de la estupidez y torpeza de los protagonistas: así las cosas, a lo largo de la historia ambos se la pasan cayéndose, resbalándose, tropezando, gritando cuando deberían callar, caminando cuando deberían correr, etc. A pesar de que por momentos todo el asunto le da una pátina de realismo decadente a la película, a decir verdad el ardid cansa un poco y le juega en contra a la experiencia en general porque los personajes terminan resultando algo molestos y triviales. Lo mejor de Noche Diabólica es la sed del cazador y su porfiar en pos de alimentarse de un par de burgueses aburridos…
Noche diabólica es una producción independiente de Irlanda que ofrece una historia de terror sin terror. Algo que se volvió cotidiano en este género últimamente. Por esos los buenos filmes son difíciles de encontrar. Conor McMahon, quien en el 2012 presentó Stitches, un relato de payasos asesinos, en este caso volvió al cine con un proyecto que tuvo un presupuesto extremadamente limitado. Con cuatro actores y una cabaña intentó desarrollar una historia supuestamente aterradora con un monstruo que es una mezcla entre Nosferatu y Jeeper Creepers. Probablemente la criatura más estúpida que apareció en el género en los últimos. En más de una escena, al monstruo se le escapa su víctima principal de la manera más tonta posible. Nunca se explica su origen o sus motivaciones, simplemente anda matando gente por la noches en las cercanías de una cabaña. La historia, por llamarlo de alguna manera, es bastante mala y los protagonistas principales toman reiteradas acciones sin sentido, para darle algo que hacer al monstruo que los persigue. Lo mejor de Noche diabólica pasa por la fotografía y la sensación de claustrofobia que logra construir el director McMahon con su narración. Ese aspecto del film está muy bien logrado y resulta efectivo. Con un argumento más decente tal vez esta producción podría haber sido más interesante. En Estados Unidos se estrenó directamente en video y por esos milagros de la distribución acá llega a los cines.
Una entretenida película de vampiros en tierra irlandesa La película de Conor McMahon hace honor al más puro cine de terror, con monstruos y escenas viscerales en estado puro. En algún lugar de Irlanda, un señor cava un pozo y encuentra una estaca. El objeto le llama la atención y sigue cavado hasta que ve una mano con largas uñas. Como ya está oscureciendo, se va a buscar una linterna. Cuando regresa, una criatura emerge y le clava los colmillos en la yugular. Esta introducción sirve para ubicarnos en un lugar y para decirnos de qué va el asunto. Se ve parte del monstruo, nos introduce en un universo particular, nos marca el tono y nos adelanta lo que vendrá. Sí, la película irlandesa Noche diabólica se trata de una de vampiros. La trama sigue con la estructura típica. Ese mismo día, pero más temprano, Sarah y Mark, una joven pareja, se dirigen en auto a pasar unos días en el campo. Por supuesto, lugar común del género mediante, el auto se les estanca en un camino con barro, cerca del lugar donde ocurre el hecho que vemos en el inicio. Mark se baja para pedir auxilio. Llega a una casa en la que aparentemente no hay nadie. De pronto aparece un señor moribundo. Mark sale corriendo a pedir ayuda y vuelve al auto donde lo espera su novia. Cuando regresan a la casa, la noche ya está encima. Empieza la pesadilla. Si bien hay indicadores que permiten pensarla como una comedia, la primera pregunta que surge mientras dura Noche diabólica es si está hecha en broma o en serio. Como está dirigida por Conor McMahon, la respuesta comprende las dos alternativas, ya que el director nos tiene acostumbrados a la mezcla de comedia con horror, y al repaso de los grandes subgéneros del terror (debutó con una de zombis llamada Dead Meat en 2004 y luego hizo una de un payaso asesino llamada Stitches en 2012). Noche Diabólica transcurre en una noche y ama profundamente las películas de monstruos clase B al estilo de la Hammer (el famoso estudio dedicado al género a mediados del siglo pasado), donde al monstruo se lo mostraba sin artilugios, y donde el gore y las malas actuaciones eran las reglas sagradas. El director juega con la profundidad de campo y el fuera de foco (a cada rato se ve cómo la criatura aparece desenfocada desde atrás). También hay una subjetiva del monstruo que remite al universo cinematográfico al que pertenece la película. Y eso es todo. Noche diabólica se ríe de sí misma y cumple con su objetivo pasatista de entretener por un rato. Es una película para disfrutar con un balde de pochoclos y para ver desde el desprejuicio, o desde el más puro goce cinéfago.
LARGA NOCHE DE PESADILLA Otra vez sopa. Otra vez una película de terror desde Irlanda pero con producción yanqui, que se estrena dos años después de pasar por festivales o conseguirse en Internet en la cartelera nacional, como lo fue la semana pasada la coterránea El canal del demonio, de Iván Kavanagh. Esta vez llega Noche diabólica, de Conor MacMahon, un director mucho más especializado en el género que Kavanagh, y que normalmente sabe aprovechar la cuestión nacionalista de las tierras irlandesas para mezclarlo con el miedo. MacMahon, ya con cuatro films en su haber, propone en cada puesta que realiza diferentes subgéneros del horror. Así ha pasado por la amateur Carne muerta (2004), uno de sus películas más logradas dentro de su filmografía, con zombies y vacas infectadas en el medio de la campiña irlandesa; por The disturbed (2009), con lo que perfilaba un rape&revange, algo así como violencia y venganza, en la que una jovencita era raptada por un grupo de hombres sádicos para abusar de ella y en un giro extraño terminan siendo perseguidos por un ser maligno; o la más “popular” en el mercado estadounidense y con buen humor negro Stitches (2012), donde un payaso toma venganza y vuelve a la vida para asesinar a un par de tipos que le gastaron semejante broma mortal tiempo atrás. Esta vez con Noche diabólica, una pareja queda varada con su auto a la noche y en el medio del campo –otra vez es elegida este tipo de locaciones, como en Carne muerta-. Pidiendo ayuda en una granja destartalada y solitaria se encuentran con un chupa sangre que es una mezcla de Nosferatus y del bicho de la gran El descenso. La trama, que es simple y poco original, logra en sus primeros treinta minutos un muy buen clima de suspenso y misterio acompañado cada tanto de un repentino susto. La cámara en mano genera excelente vigor e incluye al espectador en esa experiencia de temor a la oscuridad junto a los protagonistas. Pero el problema es cuando se revela el monstruo y empieza el típico juego del gato y el ratón. Algo que aburre volviéndose monótono. Sin embargo Noche diabólica tiene algunas cartas guardadas bajo la manga, como revelar el arma que puede perjudicar a este siniestro vampiro, así como también la infección que este personaje propaga en sus víctimas. Pero no alcanza y eso es porque no llega en el momento necesario. Decíamos que la película se vuelve demasiado extensa y aburrida. Hay veces que nos sentimos ofuscados con las decisiones estúpidas de la protagonista que va creciendo en su rol de heroína, algo que es típico en este tipo de cintas. Otra contra es la abusiva banda de sonido orquestal, que llega en forma ascendente cuando la protagonista emerge como “mujer guerrera”. Música demasiado melodramática que resta puntos a la película y se aúna a algún momento de cursilería que atraviesa la pareja en los peores momentos. Es una arista que sí es excelentemente llevada en la formidable Eden Lake, aquel film inglés del 2008 donde un desconocido Michael Fassbender junto a su novia de ficción se volvían víctimas de una pandilla de pibes problemáticos. A un realizador especializado como MacMahon, que pertenece a la nueva ola del cine independiente de terror for export irlandés desde ya hace más de unos 10 años, no puede perdonársele estos traspiés. Y más cuando Noche diabólica posee un prometedor inicio pero termina repitiendo algunas formulas sabidas que los espectadores del género aborrecemos.
La cuota de horror semanal en la cartelera viene nuevamente de tierras irlandesas con el estreno de From the Dark, de Conor McMahon. El director, quien ya había entrado en tema con la comedia de terror Stitches, se vuelca completamente al terreno de criaturas en la oscuridad con una historia tan vieja como el tiempo mismo, pero no por ello dejar de ser medianamente disfrutable. Sarah y Mark han emprendido un viaje hacia el lado campestre de Irlanda y lo usual pasa: se descompone su auto en medio de la nada y pronto se ven acechados por una criatura con pocas pulgas, sed de sangre y una acuciante fobia por la luz. Es tarea de la joven pareja escapar de este horror, o al menos sobrevivir hasta que la luz del día los salve. No hay lugar común que McMahon deje intacto. Todos y cada uno de los momentos que deben estar en una película del género son seguidos como si fuese un manual por el director, que narrativamente nunca apunta a innovar, sino a insistir en lo habitual. Hay, sin embargo, ciertos detalles que hacen que el trayecto valga la pena. Tanto Niamh Algar como Stephen Cromwell se prestan de lleno a la historia, aunque tengan cero química. La sorpresa es ella, que en la posición de la final girl de turno se torna astuta y con un ahínco por sobrevivir tremendo. No es nada del otro mundo, pero se carga la película al hombro hasta la mismísima conclusión y eso ayuda mucho a hacer la vista gorda a los clichés. El diseño de la criatura no está sorprendentemente logrado, pero tiene un aire muy fuerte a Nosferatu que puede calificarse más como homenaje que copia. Eso y que se la pasa escondido en las sombras, ayudando a que el valor de producción diminuto no se note tanto. Repito: From the Dark no es una locura de película, pero se deja disfrutar. Es muy posible que se olviden de ella muy rápido, pero tiene condimentos de sobra para funcionar como aperitivo de horror mientras esperamos se estrene algo del género con más peso y sustancia. Es correcta y no más.
Nada nuevo bajo el sol, o mejor dicho, bajo la luna. Porque este film transcurre en su mayor parte durante la noche, sólo una noche, en una zona de campiñas en Irlanda, cuando llega a este lugar una pareja de novios que tenían que seguir de largo en su auto, pero quedaron atascados en un camino embarrado. A veces no guiarse por un mapa y sí por la intuición nos lleva por el camino equivocado. Todo comienza cuando un granjero (Gerry O´Brien), que está haciendo unos pozos en la tierra con una pala, se topa con una antigua tumba y su curiosidad va a ser su perdición. Por otra parte, cuando Mark (Stephen Cromwell) maneja el auto, acompañado por su novia Sarah (Niamh Algar), y no le hace caso a las instrucciones del GPS, también va a ser la perdición de ambos. El director Conor McMahon utiliza el viejo truco de tener una casa dominada, en este caso por un zombie, que sin motivo alguno se dedica a atacar a la gente y la contagia con su mal. Con una austera puesta en escena, donde se vale como escenografía de una antigua granja y del terreno circundante, ayudada por la oscuridad absoluta de una noche cerrada, que es la aliada fundamental de esta historia, donde los vecinos huelgan por su ausencia. El director pone en marcha la maquinaria que tiene como un engranaje principal al monstruo y los engranajes secundarios a la parejita de víctimas de turno, que no pueden huir y se les complica y arruina la vida. Donde se erige como heroína el personaje de Sarah, que lleva adelante el peso de mantener en vilo el suspenso y la tensión, que están bien logrados, con el escaso terror de esta película. Porque ella logra transmitir el dolor y el sufrimiento, a la vez que nunca se desespera, siempre sabe ante cada inconveniente cómo resolverlo. El gran problema que radica en esta producción es que no asusta, porque el desarrollo de los acontecimientos están bien narrados, tiene todos los ingredientes necesarios, pero se sabe con anticipación qué es lo que va a suceder y eso le quita la sorpresa necesaria para atemorizar al espectador, y si no provoca miedo toda la realización, por mejor contada que esté, se desvanece provocando una gran desazón y decepción en quien la mire.