Llega a carteleras Operación México, basada en la novela de Rafael Bielsa. La ópera prima de Leonardo Bechini cuenta la historia de Edgar Tulio “Tucho” Valenzuelo y su mujer Raquel Negro, dos montoneros que son traicionados y capturados bajo las órdenes del alto mando militar. Valenzuela (Luciano Cáceres), un Mayor de la organización Montoneros, y su mujer Raquel Negro (Ximena Fassi) se encuentran exiliados en Brasil tras el Golpe de Estado de 1976. Tienen un pequeño hijo y además ella lleva adelante un embarazo ya muy avanzado, y se aman por sobre todas las cosas. Pero pronto es engañado y traicionado por un colega suyo, Velazco (Ludovico Di Santo), y así regresa al país donde es de inmediato secuestrado junto a su mujer y su hijo, aunque a éste lo llevan lejos. Ya en un centro en las afueras de Rosario, en una especie de quinta, se encuentran con diferentes colegas que no encontraron otra salida que proveer información a los militares. Pero lo que realmente quieren de Valenzuela es que haga un trabajo para ellos: se infiltre en Mexico para asesinar al líder máximo de su organización. Entre sus ideales y el amor que siente por su mujer y la familia que está formando con ella, deciden llevar a cabo un pacto que no los traicione. Más allá de lo político de la historia a contar, la película de Bechini se centra principalmente en la historia de amor de estos dos militantes que nunca van a ser doblegados. Huele mucho a telenovela, y no es algo que sorprende teniendo en cuenta que Bechini proviene de la tv. El problema es que tanta melosidad sumado a una construcción de personajes secundarios de un modo más bien superficial, le restan cierta seriedad. Las actuaciones exageradas terminan de imprimirle ese aire a telenovela que hace que el film, de no ser por la fuerte historia que tiene para contar, se torne olvidable. La historia de Valenzuela, en Operación México, es una historia más que interesante y cinematográfica, y necesaria, pero acá no se termina de aprovechar. Es un cine de género, con ritmo vertiginoso que recuerda a algunas películas de espionaje norteamericanas por su estructura. Pero en un momento lo quiere abarcar todo y pierde su eje.
Entre las historias y personajes de la última dictadura militar en Argentina, lo vivido por Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela no fue menor. Como uno de los oficiales de la organización guerrillera Montoneros, él y su familia fueron puestos a una dura prueba que los dejó en una posición extraña incluso para sus aliados. El episodio originó la novela Tucho, de Rafael Bielsa, que Leonardo Bechini adaptó al cine como Operación México: Un pacto de Amor (2016). En 1978, Tucho (Luciano Cáceres), su mujer (Ximena Fassi) y el hijo de ella son secuestrados por un grupo paramilitar y apresados en Quinta de Funes, centro de detención ubicado en Santa Fe, donde conviven con militares y rebeldes reconvertidos. A cambio de que liberen al chico y protejan a su mujer, embarazada, Tucho acepta viajar a México y participar en una misión de contraespinaje, con el propósito de asesinar a los altos mandos de Montoneros. Una misión riesgosa, en la que están en juego cuestiones políticas, ideológicas y, sobre todo, familiares. La película funciona como un thriller policial con demasiado traso grueso si se tiene en cuenta que está plasmando un hecho histórico. Si bien se nota el intento de Bechini por mostrar que fue una época donde los conceptos de héroes y de villanos no podían distinguirse con facilidad, los militares por momentos aparecen retratados cual demonios, al borde de la caricatura, como el por entonces comandante del cuerpo de Ingenieros del Ejército, Leopoldo Fortunato Galtieri (Héctor Calori). La ambientación de época es correcta y los exteriores en Cuba están bien aprovechados, aunque se nota el uso de croma durante las escenas que suceden en Brasil. Luciano Cáceres hace una gran labor como Tucho Valenzuela, con una estupenda caracterización física y una entrega total. Se carga la película al hombro, pero no alcanza para levantar el nivel de una producción que podría haber apostado menos a una fórmula convencional.
Con una narración que va y viene en el tiempo, con varios escenarios que se extienden desde Argentina a Cuba, este thriller político impone un clima de traiciones, desesperación y violencia que se respira en toda la historia. La ópera prima de Leonardo Bechini, Operación México, un pacto de amor, que protagonizan Luciano Cáceres y Ximena Fassi, trae nuevamente el pasado nefasto de la Argentina y con formato de thriller político. Con una narración que va y viene en el tiempo, con varios escenarios que se extienden desde Argentina a Cuba, la película impone un clima de traiciones, desesperación y violencia que se respira en cada fotograma. El auspicioso debut de Bechini, quien viene de una extensa carrera televisiva, está basado en una novela del ex canciller y ex diputado Rafael Bielsa, y narra la odisea del militante guerrillero Edgar Tulio Valenzuela -Tucho- -Cáceres- que es"chupado" en el centro clandestino de detención Quinta de Funes, en Santa Fe, y obligado a pactar con el entonces comandante del cuerpo de Ingenieros del ejército y futuro presidente de facto, Leopoldo Galtieri -Héctor Calori- una operación para eliminar a la cúpula del grupo exiliado en México. Junto a él, también es secuestrada su mujer María Negro -Fassi-, madre de un pequeño de dos años y embarazada de mellizos. Operación México, un pacto de amores otro de los tantos títulos nacionales que abordan un tema conocido y oscuro, pero lo hace desde una perspectiva diferente, con equilibradas dosis de suspenso e intriga como si fuera una película de espionaje, y con un desenlace que vuelca la trama hacia lo dramático. La recreación de época está cuidada en todos sus detalles y se potencia con planos largos que hacen aún más creíble el trabajo de dirección de arte. El film es una historia de amor y de supervivencia en la que se conjugan los ideales políticos, las presiones de la época, la ola de traiciones y un reguero de sangre. Una suerte de "paraíso" con pileta y centro recreativo es el escenario en el que se mantienen cautivos los personajes y donde se tejen maniobras y planes. Al convincente look y transformación de Cáceres, se suma la lograda composición de Ximena Fassi,acompañados por un sólido elenco integrado por Patricio Contreras, Ludovico Di Santo, Luis Ziembrowski y Paloma Contreras.
Los dinosaurios. operación méxicoTranscurría 1978 y Edgar Tulio Valenzuela (Luciano Cáceres), alias Tucho, se encuentra exiliado en Río de Janeiro junto a su mujer embarazada Raquel Negro (Ximena Fassi), alias María, y su pequeño hijo. Ellos pertenecen a la organización guerrillera Montoneros y debido al golpe militar ocurrido en marzo del ´76 tuvieron que irse de Argentina para evitar ser atrapados por los militares. Un camarada de armas, Velazco (Ludovico Di Santo), llega a Río de Janeiro y le pide a Tucho que vuelva para retomar la lucha contra el gobierno ya que se habían llevado a varios compañeros. Él accede al pedido y retorna al país, sin sospechar que le habían tendido una trampa, por lo que es secuestrado junto a su familia y son todos llevados a un centro clandestino de detención ubicado en las afueras de Rosario. Allí se encuentra con varios de sus colegas que ahora son detenidos y proveedores de información de los militares. Lo que no se imagina es que a él le harán una propuesta en la cual deberá elegir entre traicionar sus ideales y emboscar a la cúpula de Montoneros o la vida de su mujer y sus hijos. Un telefilme : Leonardo Bechini plasma en Operación México, Un Pacto de Amor una historia real que contiene todos los elementos necesarios para realizar una tragedia, y en parte lo logra. Si bien hay que destacar que se cuenta con un guión bien estructurado y personajes sustraídos de la más cruda realidad de nuestro país, hay tratamientos con hombres nefastos de nuestra historia como el Tte. Gral. Leopoldo F. Galtieri que se muestran en un rol un tanto exacerbado de villano aunque, en este caso, le quita veracidad a los hechos. De lo que no queda dudas es que el trabajo actoral de Luciano Cáceres es de lo mejor que he visto en su carrera, sin desmerecer al resto del elenco que se encuentra a la altura de las circunstancias y acompañan muy bien al protagonista. Pero quien se carga la película al hombro es él. Respecto a la estética, y de ahí el subtítulo de esta parte del artículo, es quizás más la de un telefilme que de una película pensada para cine. No menosprecio el trabajo de arte y fotografía porque son realmente excelentes, pero sí movimientos de cámara y transiciones innecesarias quizás más propias de la pantalla chica. Conclusión: Operación México, Un Pacto de Amor es una película que toca un tema sumamente sensible para el pueblo argentino y que con las buenas interpretaciones del elenco logra conmocionar. Sin embargo, por cuestiones de guión y estéticas, creo que se lava esta trágica historia y no transmite esa oscuridad propia de aquellos años de la Argentina. Pese a estas apreciaciones personales, creo que cada uno debe ir al cine y sacar sus conclusiones porque de una forma u otra esta película ayuda al tan necesario ejercicio de la memoria.
Traicioneros y traicionados El detrás de escena de la operación que iba a terminar con el asesinato de quienes lideraban la organización peronista Montoneros es el tema central de Operación México - Un pacto de amor (2015), película en la que Leonardo Bechini aborda una historia compleja transitando el cine de género Basada en el libro de Rafael Bielsa Tucho – La “Operación México” o la irrevocable pasión”, la historia se centra en Edgar Tulio Valenzuela, alias Tucho (Luciano Cáceres), un alto miembro de Montoneros y su mujer María Negro (toda una revelación Ximena Fassi). Ambos son secuestrados por el Ejército Argentino y trasladados a una quinta en Rosario a cargo de quien sería el próximo presidente argentino, Leopoldo Fortunato Galtieri. Tucho, bajo la amenaza de que matarían a su mujer embarazada de mellizos y al hijo de ésta, es obligado a participar de un plan para capturar a los cabecillas de Montoneros exiliados en México. Pero con la ayuda de su esposa traza un plan paralelo donde para salvar la causa deberá traicionar a quienes lo traicionaron primero. Aunque esa no será la única traición a la que deberá enfrentarse. Bechini construye el relato como si se tratáse de una película de espionaje donde el vertiginoso ritmo será fundamental. Durante los primeros minutos presentará los personajes y el contexto histórico mediante la utilización de tres elipsis que abarcarán un poco más de dos años. Hecha la presentación pondrá a la pareja en la ciudad de Mar del Plata donde son captados por la célula militar y trasladados a una quinta en Rosario. De ahí en más la historia girará entre México y Argentina para luego trasladarse a Cuba y volver a Argentina. Este abordaje, típico en películas de espionaje donde los agentes se trasladan por diferentes países, le da a la trama una estructura que la aleja de la forma estereotipada en que la mayoría de las veces el cine argentino se encargó de retratar el accionar de la dictadura, además la saca del país y muestra como ésta también funcionaba en otros lugares del continente. Otro elemento que marca la diferencia con otras obras sobre esta temática es la utilización del espacio donde se encuentran los prisioneros. Al ser cabecillas de la organización no estarán en un espacio cerrado, lúgubre, en condiciones infrahumanas, sino que son alojados en una especie de quinta. Espacios en los que el ejército instalaba a “prisioneros de alto rango recuperados” que colaboraban con la Junta Militar, marcando una diferenciación con la Armada. Conflicto que también es tratado a través de la lucha de poderes y traiciones entre las tres fuerzas militares. La traición de un bando y del otro será el pilar de una película que se corre del clisé y reconstruye una de las peores épocas de la historia argentina apostando a un thriller político, que por los antecedentes televisivos del director podría haberse convertido en un telefilm lleno de lugares comunes a los que afortunadamente pudo escaparle.
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Amor, lealtad y militancia Es una historia sobre la muerte, la pasión y el dolor", resumió Rafael Bielsa cuando en 2010 presentó Tucho. La Operación México, o lo irrevocable de la pasión, la novela en la que resumía la historia de amor de los líderes montoneros Edgar Tulio "Tucho" Valenzuela y Raquel Negro "María" y en especial de la operación planeada por la dictadura militar para eliminar a altos mandos de la organización -por entonces residentes en México, en 1978- y con la que Tucho (como su mujer embarazada y a punto de dar a luz y su hijito de dos años, todos ya internados en un centro clandestino de detención) se vio obligado a colaborar para salvar la vida de los suyos. En esa historia, de trágico final y bien conocida por los militantes, se basa el film, pero ni el ex canciller Bielsa ni Bechini, director con abundante experiencia en televisión, se proponían echar nueva luz sino volver a observar páginas sombrías de una historia que sigue dando motivos para una revisión, así como de temas vinculados con ella: la fidelidad al compromiso que se ha asumido tanto en el amor como en la causa política (más allá de que pueda coincidirse con ella o no); el amor y la militancia, el coraje, la lealtad, la traición o la convicción, sostenida en medio del naufragio; todos temas que podrán generar polémica. Muchas menos promoverán con seguridad los convincentes trabajos del elenco, especialmente los muy destacados de los protagonistas, Luciano Cáceres, Ximena Fassi y Luis Ziembroswki.
La ópera prima de Leonardo Bechini toma la novela de Rafael Bielsa sobre la historia de Tucho, dirigente montonero de rango alto que, chupado por los milicos es obligado a infiltrarse en México para entregarles a Firmenich. En el prólogo, la lograda y tensa secuencia inicial, Tucho (Luciano Cáceres con ojos oscuros) se pasea con el pequeño hijo de su pareja, embarazada de mellizos, en una falsa imagen de armonía y paz familiar: él va armado y atento a cualquier señal de peligro. Estas imágenes apunte sobre los integrantes de "la orga" que combinaban la lucha armada con la formación de una familia, convencidos sin duda de un futuro posible -de una victoria-, no requiere de mayor empuje para instalar todo su potencial dramático. El cine argentino último, con películas como Infancia Clandestina o el documental La Guardería ha puesto en foco algunas de esas historias, con resultado siempre conmovedor. Operación México, que no es una excepción, también encuentra puntos fuertes en la descripción de la forzosa convivencia entre militares y militantes secuestrados (¿traidores?) en una estancia santafesina, donde la pareja de protagonistas deberá decidir qué hacer: la vida o la muerte. Patria o muerte. El guión tiende al exceso de explicaciones, en diálogos a veces declamatorios que cuentan lo que estamos viendo y le restan así fuerza a la historia. Una historia que se vale por sí sola y que quizá con una puesta menos recargada, una narración más seca, podría haber brillado más. El tono grave, solemne de lo que se dice, por otro lado, suena preciso en términos históricos. Como drama político, y con sus debilidades, Operación México es la película de un director capaz, y se ve con interés.
Inusual visión de una página negra del país Diciembre 3 de 1975, afueras de Villa Urquiza, Entre Ríos. El general retirado Jorge Esteban Cáceres Monié y su esposa, Beatriz Sasiain, son asesinados por montoneros durante el cruce de un arroyo en una balsa a cadena. Con la recreación de este episodio comienza la película, Diciembre de 1977, Mar del Plata. Tulio Valenzuela, su esposa embarazada y el hijito de ella son secuestrados en la vía pública por militares vestidos de civil. Él tendrá que contar los detalles del doble crimen que comandó en Entre Ríos. Ahora, para salvar a su familia, los militares quieren que los lleve hasta los principales jefes de "la Orga" y se los entregue en bandeja. Ella y el chico quedan de rehenes. ¿Descabezar el Movimiento? Si no obedece, rodarán otras cabezas. ¿A quién salvar? ¿A quiénes traicionar? ¿A qué precio? ¿Cuánto tiempo más puede durar esa guerra? ¿Qué límites puede tener una promesa? Y algo más: ¿cuál es el agradecimiento que se recibe? Elogio del amor de pareja y del idealismo del militante común por sobre la mezquina moral de sus líderes, esta película de Leonardo Bechini, veterano narrador, hecha con nervio, emoción y recursos cinematográficos de buen cuño (por ejemplo, las dos escenas de un mismo hecho), se basa en el libro de Rafael Bielsa "Tucho, la Operación México, o lo irrelevante de la pasión", y en los testimonios de Jaime Dri, sobreviviente de aquellas épocas, que tuvo la fortuna de ser trasladado a tiempo a otro destino, del que pudo escapar. Para varios espectadores será curioso saber que había algo así como cárceles VIP exclusivas para "montos quebrados", y más incómodo ver cómo funcionaba internamente la "justicia revolucionaria". Por el momento, sólo "Pasaje de vida" y "Operación México" han abierto esa página negra del fanatismo y la paranoia. También a destacar, la cuidadosa ambientación de época, la edición, y el elenco: junto a Luciano Cáceres brillan Ximena Fassi, Héctor Calori (compone un Galtieri alcohólico pero no borracho, todavía sin la soberbia de sus discursos cuarteleros en el balcón), Guillermo Marcos (un suboficial tan campechano como poco confiable), Patricio Contreras, Paloma Contreras, Ludovico Di Santo, Luis Ziembrowski, en fin. Duele, pero vale la pena.
Leonardo Bechini posee una gran trayectoria generando algunos de los programas más emblemáticos de la televisión argentina, dotándolos de un gran dinamismo respetando la estructura narrativa más clásica. De puestas limpias, planos cercanos (como siempre la TV preponderando eso) y una lograda solidez visual, esos envíos le han dado una formación incalculable, la que ahora se puede ver en la pantalla grande con su película “Operación México: Un pacto de Amor” (Argentina, 2016), adaptación del libro de Rafael Bielsa “Tucho: La Operación México o la irrevocable pasión”. En el filme, protagonizado por Luciano Cáceres, Ximena Fassi y Ludovico Di Santo, los hechos que rodearon el secuestro de Edgar Tulio Valenzuela y su mujer María Negro, y su traslado a una quinta de Rosario para convencerlo de llevar adelante un plan para traer de México a los líderes exiliados allá. Bechini comienza el filme con una imagen familiar, en la que Negro y Valenzuela comparten una cena en la que son advertidos de la posibilidad de su próximo secuestro, luego asistimos a una visita a una juguetería en la que un temerario es el objeto de interés por parte del hijo pequeño de ambos, casi una advertencia sobre el carácter aguerrido de ambos, quienes deberán sortear obstáculos para poder reencontrarse. La puesta una vez más correcta, y el clasicismo narrativo, suman al filme una impronta prolija y única que no hacen otra cosa que reforzar los hechos que se cuentan sin ningún tipo de panfleto, al contrario, asumiendo una posición pero no enfatizándola, sino tratando de mostrarse lo más directo posible para avanzar en la posibilidad del plan. Pero tanto Valenzuela como su mujer tienen otros planes, y mientras aceptan en apariencia la idea para la cual fueron apartados de los suyos, otra gesta épica, comienza a ser parte de sus días dentro de esa reclusión armada. Así, el guión va formando una estructura en la que la tensión generada a partir de la separación de la pareja, el embarazo de Negro, y la situación por la que están atravesando supera, en parte, a los hechos históricos que se cuentan. Detrás de Tulio está Cáceres, un actor que viene interpretando sus papeles con convicción pero que tal vez aún le falta encontrar el punto necesario para correrse del lugar común en el que muchas veces caen sus actuaciones. Tras Negro está Fassi, quien una vez más demuestra la calidad de su trabajo, desgarrándose en cuerpo y alma para esta jugada interpretación. El resto del elenco secundario acompaña, y en el reconocimiento de muchas caras visibles e históricas de la escena argentina, además de la lograda reconstrucción de época, “Operación México: Un pacto de Amor” va configurando su verosímil, tan necesario para poder seguir asistiendo a esta historia de amor, convicción y pasión política.
LA DECISIÓN DE TUCHO (Y RAQUEL) Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela era el jefe de la Columna Rosario de Montoneros y cuando se produjo el golpe de 1976, se exilió brevemente. En 1977 regresó al país y fue chupado junto a su esposa Raquel Negro (que estaba embarazada de mellizos) y su pequeño hijo en Mar del Plata por una patota de militares vestidos de civil que los trasladó cerca de Rosario, a la Quinta de Funes, en donde estaban detenidos un puñado de militantes quebrados que las fuerzas armadas utilizaban para recabar información de las organizaciones guerrilleras. Allí el mayor montonero escucha la propuesta del general Leopoldo Fortunato Galtieri: si quiere mantener a salvo a su familia, deberá entregar a la cúpula de la organización que reside en el exilio mexicano. Tucho viaja con un grupo de tareas y un quebrado al DF, pero una vez allí, les advierte a los jefes montoneros que está en marcha un plan para asesinarlos y denuncia el complot ante la prensa internacional, con lo que sella la suerte de su familia que estaba rehén de los militares. Esta historia fue rescatada primero en la extraordinaria novela Recuerdos de la muerte de Miguel Bonasso (centrada en la figura de Jaime Dri, que logró fugarse de la ESMA) y luego, en Tucho – La “Operación México” o lo irrevocable de la pasión, de Rafael Bielsa, el libro en que está basado el film de Leonardo Bechini. Con el timing de un thriller e incluso dialogando con las películas de espías, el relato se asienta en el contexto político de la época -por ejemplo en el film no elude el juicio de la cúpula montonera a Valenzuela, acusado de “traición”- pero su esencia está dada por la historia de amor entre Tucho y Raquel (extraordinarios Luciano Cáceres y Ximena Fassi), en sus debates teñidos por el miedo en la quinta donde incluso, son presionados por sus propios compañeros y finalmente en la tremenda decisión de la pareja, que no dudó en sacrificarse por sus ideales. Leonardo Bechini tiene una larga carrera como realizador televisivo (Verdad consecuencia, Poliladron) y hay que decir que en principio demuestra un coraje inusual abordando una historia tan dolorosa e incluso incómoda de la historia reciente Argentina. En ese sentido, muestra un verdadero compromiso con el proyecto aunque también se advierten algunos atajos desacertados cuando la puesta recurre a recursos propios de la tv como la búsqueda y la acentuación de las situaciones dramáticas a través de la música o el trazo grueso a la hora de delinear a los militares, aunque hay que destacar la acertada composición que hace Luis Ziembrowski de Jaime Dri. Si la historia real remite al coraje, la traición, los ideales y el compromiso frente aún frente a la certeza de la muerte, más allá de algunos cuestionamientos, la película es un intento noble de dar cuenta de aquel horror particular como parte de un plan mayor que marca hasta el presente la historia de la Argentina. OPERACIÓN MÉXICO, UN PACTO DE AMOR Operación México. Argentina, 2016. Dirección: Leonardo Bechini. Guión: Leonardo Bechini, basado en la novela Tucho. La “Operación México” o lo irrevocable de la pasión, de Rafael Bielsa. Intérpretes: Luciano Cáceres, Ximena Fassi, Ludovico Di Santo, Patricio Contreras, Luis Ziembrowski, Guillermo Marcos, Claudio Rissi, Héctor Calori, Sergio Surraco, Sergio Boris. Producción: Fernando Sokolowicz, Claudio Corbelli, Lisandro Brebbia, María Victoria Momeño.
Un thriller político distinto y atrapante Luciano Cáceres es “Tucho”, líder de Montoneros en este filme que cuenta manejos de militares y de revolucionarios. Operación México, un pacto de amor está enmarcada en el thriller político. Es el formato en el que Leonardo Bechini, reconocido como guionista de televisión (Poliladron, Verdad consecuencia) decidió debutar en cine como realizador. Y tomó la novela de Rafael Bielsa, Tucho. La Operación México, o lo irrevocable de la pasión, con Edgar Tulio Valenzuela (alias Tucho) como personaje central, uno de los cabecillas de Montoneros que vivió una odisea luego de ser apresado por los militares en 1976. De esa época convulsionada Bechini decide abrevar pero no abreviar en las traiciones dentro del grupo Montoneros. Tucho fue chupado y estuvo en el centro clandestino de detención Quinta de Funes, en Santa Fe, junto con su esposa, embarazada (Ximena Fassi). El por entonces Comandante del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Leopoldo Galtieri (buena composición de Héctor Calori, con o sin vaso de whisky) le ofrece algo así como un viaducto. Viajar a México para entablar contacto con la cúpula montonera y así los militares poder eliminarla. Si no colaboraba, la suerte de su mujer, su hijo de dos años y los mellizos que esperaba su esposa... Ya se sabe. Los que conocen la historia de Tucho pueden seguir la película sin preocupaciones: es fidedigna, hasta el desenlace -aunque las versiones sobre precisamente la suerte de Tucho son varias-. Y quienes lleguen a ver Operación México sin saber nada, podrán sorprenderse. Primero, por la manera en la que Bechini aborda los tejes y manejes, tanto de los represores como de los Montoneros. Segundo, la pintura de la vida en el “aguantadero” como una suerte de quinta con pileta en la que los detenidos deambulan por el jardín se aleja de otros filmes sobre el tópico víctima victimario. A todo ello se suman las actuaciones, casi excluyente la de Luciano Cáceres, medida la de Ximena Fassi como su esposa, sorpresiva la de Ludovico Di Santo, y Luis Ziembrowski compone a un “compañero” con repliegues, que hace pensar si es leal, traicionero o juega a dos bandas.
Una pasión sin escalas La película basada en la novela de Rafael Bielsa repasa los últimos meses de vida del líder montonero "Tucho" Valenzuela, con una notable actuación de Luciano Castro. El relato sobre los últimos meses de vida del líder montonero Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela pone al director Leonardo Bechini en la difícil tarea de reproducir un episodio cuyos detalles escapa al público masivo. El gran relato de los años ‘70, en boca de vencedores o vencidos, hace de la película Operación México un campo minado. Basada en la novela de Rafael Bielsa, la película presenta la negociación forzada del Comandante Tucho con Leopoldo Fortunato Galtieri en enero de 1978. Valenzuela es secuestrado y llevado a una quinta en Funes, Rosario, junto a su compañera Raquel “María” Negro, embarazada casi a término. Un grupo de militantes montoneros esperan allí el plan canje de Galtieri. Valenzuela debe infiltrarse en la comandancia montonera en México y entregar la cúpula. Del éxito de la operación depende la vida de su familia la propia y la de sus compañeros. Operación México (el título remite a la masacre que Rodolfo Walsh contó en otro escenario atravesado por el mismo odio) cuenta con el protagónico de Luciano Cáceres, acompañado por Ximena Fassi en el rol de María. La pareja transmite las convicciones inquebrantables y el amor que mueve la decisión frente al ofrecimiento de Galtieri. Muy buen trabajo de Cáceres que mantiene la tensión durante toda la película, un thriller político en el que lo siniestro no se ve pero se intuye. Héctor Calori en el rol de Galtieri logra un buen retrato del jerarca agazapado para tomar el poder. El tono reflexivo del personaje, los modales educados y la sobriedad lo dejan bien parado, hablando de ‘guerra’ y de 20 mil bajas enemigas. Como ocurre con los temas que implican necesariamente interpretaciones políticas y posiciones ideológicas, depende del espectador el fallo final. La película, de todas maneras, se enfoca en la encrucijada de un hombre al que le cargan la mochila insoportable de la vida de sus seres amados. Con ese conflicto en primer plano, la violencia genocida y el terrorismo de estado son apenas parte de un contexto general. El director expone los hechos y al último ofrece datos fidedignos, poniendo el énfasis en el robo de bebés como una práctica sistemática de la dictadura. La dirección de arte, la presencia de Luis Ziembrowski como el prisionero no montonero, el contraste entre la apacible quinta litoraleña en verano y la ansiedad de María, hacen de Operación México una película muy interesante, que vuelve sobre la consigna “Patria o Muerte” desde el costado más vulnerable de cualquier persona. La tragedia de la historia real argentina pone a salvo el planteo de la tentación simplista y de toda banalización.
El filme basado en la novela de Rafael Bielsa podría decirse que, y solo a partir del tema que trata, es una necesidad que no se agotara nunca (espero), pero ello no implica que sea una buena realización. La novela, “Tucho: La operación México o lo irrevocable de la pasión” (Edhasa, 2014), asimismo “dícese”. estar basada en hechos reales, algo en común con la película, se centrada principalmente en la vida del militante montonero Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela, y en la relación de pareja que sostuvo con Raquel Negro. Plena época de la última dictadura militar, Tucho (Luciano Caceres) se encuentra exiliado en Rio de Janeiro junto a Raquel Negro, (Ximena Fassi), su mujer embarazada, y el hijo de ella. Un compañero, Velazco (Ludovico Di Santo), los contacta para que vuelvan a la Argentina aprovechando la posible distracción por la inminencia del mundial de fútbol. Es el año 1978. En ese regreso es que ambos son secuestrados por las fuerzas armadas, a plena luz del día, sin que ninguno de los testigos, gente común, se inmutara. Son trasladados a la quinta de Funes, en las proximidades de Rosario. Alli se reencontrara con sus antiguos compañeros de lucha y con el general del ejercito Leopoldo Fortunato Galtieri quien, además del trato cordial que le dispensa ¿?, le hará saber que si sus compañeros parecen estar viviendo en una especie de colonia de vacaciones es porque todos son colaboradores; ergo, pibe, has sido traicionado. Sin demasiados tramites le hace una propuesta similar, traicionar a sus jefes que se encuentran en México como manera de salvar su vida y la de su familia, traicionándose a si mismo, sus ideales, y a sus compañeros, toda la cúpula de montoneros, entre ellos Firmenich, nombrado varias veces. La disyuntiva está planteada; la tragedia a la vista. Los elementos están dispuestos, la realidad de la existencia de los personajes, el cariño de la pareja, el compromiso de militancia, la Quinta de Funes, las delaciones, la traición, México. El hecho en concreto también. El problema mayor está en los diálogos que hay que descifrar, con otros no demasiado veraces, y personajes en otros tonos. Respecto a la estructura de guión, intenta circular por un suspenso que no existe ya desde la chispa originaria del relato. y menos aun desde el titulo. También, en tanto estructura narrativa, el montaje y sus correlativos movimientos de cámara, la puesta en escena, el sonido, con la ausencia de planos sonoros, algunas elipsis y saltos temporales como espaciales, todos son más bien del orden televisivo, lo que le quita sustancia. Dentro del plano estético la dirección de fotografía y el diseño de vestuario son de lo mejor, con una muy buena, por lo cuidada, recreación de época. Respecto de las actuaciones, la presencia de Luis Ziembrowsky es una garantía, también está a la altura de las circunstancias Ximena Farsi, y en menor medida, por presencia en pantalla, Patricio Contreras. En tanto Luciano Cáceres, quien debería sostener todo el relato, va circulando entre dos facetas muy claras: la del amoroso, tierno hombre de familia, leal a sus ideales, y en posición de violento y malo, en la que nunca es creíble. Por último, opinión personal, si se me permite, hay algo del orden del filme, en tanto discurso, que aparece molestando: la instalación del concepto de guerra y la teoría de los dos demonios, en algo que en realidad fue una dictadura militar, esto termina por degradar un poco más el producto en su conjunto.
La historia (real) de Tucho Valenzuela, militante secuestrado y extorsionado por la dictadura que termina traicionando a sus captores (pagando con la vida de su mujer, militante, su hija pequeña y el embarazo en camino) es de los episodios más tremendos de aquellos años. Pero aquí, cero ambigüedad: héroe impoluto e idealista, glorificación de la muerte sacrificial e imágenes de póster. El problema no es la ideología sino la falta de cine.
LA REVOLUCION DEL AMOR No importa cuán basado en hechos reales o documentados estén los episodios que una película narra, si la forma de contar no es la adecuada, si todo queda relegado a un tono que no es el ideal y quiebra el verosímil y el rigor que una película exige siempre. Eso es lo que sucede en Operación México: un pacto de amor, producción dirigida por Leonardo Bechini. La película, escrita por el propio director, está basada en una novela del ex canciller Rafael Bielsa y sigue casi minuciosamente el derrotero de Edgar Tulio Valenzuela -“Tucho”- , alto mando de Montoneros que al ser “chupado” por los militarías en el verano de 1978 es obligado a traicionar a los propios y participar de una operación -la del título- para terminar con los líderes de esa agrupación guerrillera. El conflicto central está dado en que “Tucho” tiene a su mujer y compañera de militancia, además embarazada, tomada de rehén por los militares, y la traición a uno (los militares) o los otros (los montoneros) significará la pérdida de una parte importante de su vida: el amor y la familia o los ideales políticos. Así como se la cuenta, la historia de Operación México contiene esos elementos que habilitan la grieta entre la actividad pública (ser guerrillero y tener ideales políticos) y la privada (el amor y la construcción de una familia), y si uno no está al tanto de los detalles el suspenso sobre qué decisión tomará Valenzuela (un Luciano Cáceres intenso) sostiene buena parte de la escasa tensión del relato. El problema es precisamente que Bechini, con una herencia excesivamente televisiva, trabaja la puesta en escena de una manera absolutamente rutinaria, perdiendo en el camino el potencial thriller que tenía entre manos si lo que quería era contar un “entretenimiento” sobre el horror real. Y además, la subtrama romántica está trabajada con tal nivel de simplificación que recuerda más a una tira diaria de Pol-ka que a una historia donde se cocine el drama interno de dos personajes cuyas decisiones tienen implicancias políticas e históricas. Operación México: un pacto de amor, en su título, parece albergar esa dicotomía entre el thriller político sobre la dictadura y el drama romántico manipulador que no termina de resolver a su favor. Y no lo hace, porque más allá de las buenas intenciones de darle a una película con aires de masividad un subtexto tan fuerte, demuestra que el emprendimiento es demasiado complejo y que su director no está a la altura. Esos momentos de intimidad entre los amantes, plagados de diálogos ridículos y cursilerías varias, son el lastre final de una película que ya estaba atornillada al suelo por la pobreza de sus imágenes y la imposibilidad de generar algún tipo de tensión a pesar del material sumamente potente con el que se contaba.
El problema de las moralejas Las vidas de Tucho Valenzuela y Raquel Negro son víctimas de una puesta redundante que evita asumir lo que sus personajes reclaman. Entre lealtades y traiciones, Operación México, un acto de amor hace de la relación entre Tulio (Tucho) Valenzuela y Raquel Negro el nudo del conflicto y su síntesis dramática. Militantes montoneros, su relación esencial alude al porvenir: padres de tres hijos, dos de ellos mellizos nacidos en cautiverio, de los cuales falta aún uno por encontrar (tarea de amor que Sabrina Gullino Valenzuela Negro lleva adelante con sus dos hermanos, desde el recupero de su identidad en 2008). Raquel Negro desapareció tras dar a luz a los mellizos, en marzo de 1978; Tucho fue asesinado en Paso de los Libres en julio de ese año, luego de viajar a México y hacerle creer al grupo de tareas de Leopoldo Galtieri que entregaría a la cúpula de Montoneros. Por otro lado, tras un juicio revolucionario en Cuba, Valenzuela fue degradado de su rango. Esta escalada compleja, que la película retrata de manera didáctica, tiene en el vínculo entre Raquel y Tucho ‑como se decía‑ el plot que articula y organiza la historia, con gradación de la información e ingrediente final que revele el panorama completo, resuelva el suspense, y deje ‑ay‑ una enseñanza. El resultado formal, justamente, está más cercano a la resolución televisiva ‑tal vez influya la procedencia profesional de Bechini, de trayecto en ese medio‑ que a la yuxtaposición de imágenes. Vale decir, lo que se privilegia en Operación México es el golpe de efecto; en primer término, a partir de las caracterizaciones, tendientes a la casi caricatura, muy contorneadas. Al respecto, Héctor Calori como Galtieri y Patricio Contreras como el general Luciano Jáuregui, bastan como botón de muestra: rígidos, de acentos castrenses, con decires que subrayan las intenciones y vuelven evidentes ciertos rasgos: Galtieri sabía mucho de la Segunda Guerra, ¿hace falta señalarlo?, ¿no sería mejor que surja de la acción? Desde una apreciación general, los diálogos parecen deudores de la letra literaria ‑que emana del libro de Rafael Bielsa‑, evidentemente escritos y recitados. Tales cuestiones se anudan con otras: los planos / contraplanos son sumamente correctos, con detalles que buscan evidencia obvia (el arma dentro del bolso de Raquel, el corte por acercamiento a quienes toman sol en la quinta de Funes, el whisky de Galtieri que se repite...¡dos veces!). No hay momentos vacíos, ambiguos, que permitan al espectador participar de otras maneras, donde sean protagonistas los matices. De igual modo, la música acentúa las acciones y cumple una función retórica: al momento del secuestro de Tucho y María se escucha una melodía que bien podría servir a un film de acción; durante los encuentros íntimos de Raquel y Tucho, un piano dramático y reiterativo los surca melosamente. Así también con los flashbacks, dedicados a rellenar los huecos informativos, como es el caso del asesinato de Cáceres Monié y su esposa, en 1975, en donde estuvo implicado Tucho. Es decir, Operación México es una película de construcción lineal, previsible, fácilmente legible. El suspense que pretende, por otra parte, no es tal. Dada la construcción formal propuesta, no hay preguntas que permanezcan rebotando, que hagan al espectador detenerse para interrogarse. Hay aspectos que la relacionan demasiado con una película de acción, con momentos de espionaje y sorpresas sobreactuadas. Además, hay resoluciones que no debieran figurar: una de ellas es la del sueño repentino ‑por ser actuado de esta manera literal‑ que ataca a los detenidos en la quinta de Funes, tras la cerveza adulterada (luego del correspondiente plano con su diálogo de alerta). Otro es el detalle de los cuerpos reventados por balas: la cabeza agujereada por un disparo se asemeja a un tipo de registro que dialoga con otro verosímil, ajeno al de la temática que se aborda. En cuanto a las caracterizaciones de Luciano Cáceres y Ximena Fassi (Tucho y Raquel), quien destaca es ella, capaz de sensibilizar, de ser fuerte y templada. Su interpretación puede ir de la desesperación a la decisión, y en el mismo plano. Si bien para concluir con una frase que, está claro, ya no es de su responsabilidad, sino del montaje: un cierre argumental con moraleja, que reduce cualquier potencia conflictiva y transgresora.
Leonardo Bechini dirige este proyecto construyendo la adaptación cinematográfica de la novela de Rafael Bielsa “Tucho. Operación México”, con papel protagónico interpretado por Luciano Cáceres, estrenada en Pantalla Pinamar 2016. La historia remite a un episodio real en la historia de la persecución, secuestro, tortura y muerte de los miles de militantes políticos, ocurrido durante uno de los capítulos más siniestros de la historia argentina, cuyo inicio oficial, conmemora 40 años el próximo 24 de marzo. En efecto, Tulio Edgar Valenzuela, uno de los seis mayores de la organización Montoneros, fue secuestrado en Mar del Plata, junto a su compañera Raquel Negro y el hijo de esta, que además estaba embarazada de mellizos, uno de los cuales aún permanece con otra identidad. Desde allí serán trasladados a una quinta en las afueras de Rosario, con buena parte de sus compañeros de ámbito, en un operativo regenteado por Leopoldo Fortunato Galtieri, bajo la dictadura del general Jorge Rafael Videla. El único sobreviviente de aquella época es Jaime Dri, quien vuelve a reconstruir la historia, luego de ser trasladado y lograr fugarse en julio de 1978 de sus captores en la frontera con Paraguay. Valenzuela fue incluido en el plan de los militares de quebrar militantes políticos, convenciéndolos de lo inútil de su resistencia, para que acepten su derrota y trabajen para la dictadura a cambio de salvar su vida y la de su familia. Así, se le encarga viajar a México, donde residía entonces la conducción de Montoneros, en el exilio, y asesinar a su máximo dirigente, Mario Eduardo Firmenich. Valenzuela acepta, deja en manos de sus captores a su esposa como rehén y cuando llega a la casa montonera en el DF convoca a una conferencia de prensa y cuenta toda la verdad, el 18 de enero de 1978. Al día siguiente los detenidos desaparecidos son trasladados a la escuela Magnasco, y muchos, su mujer entre ellos, son asesinados. La historia que cuenta la película, forma parte del círculo más profundo e inimaginable del horror contemporáneo. Muestra a un Galtieri negociador, que copia el modelo de la ESMA implementado por Eduardo Massera. Ni monstruoso alcoholizado ni enloquecido, aún, dos cualidades que sin dudas le caben ampliamente, jugando el papel de cabeza, racional en la Quinta de Funes, quebrando presos. Con un ritmo y un manejo del tiempo-espacio típico de las películas de acción, Operación México se presenta también con elementos del cine de espionaje, y a la vez logrando recuperar la historia de amor de esta pareja que no claudicó sus ideales. Desde una narración tradicional con todos los tips de cine de industria, humaniza la militancia de los 70´s en un universo donde todo parece implacable y frío, máquinas de guerra, tanto los militares como la cúpula de la organización. Degradado por todos, excepto por su mujer y por compañeros como Jaime Dri, Tucho Valenzuela es recuperado en toda su nobleza desde lo colectivo también. Una película que tiene por sobre todo un valor fundamental: sostener en estas épocas tan particulares donde se cuestiona el tema de los DDHH y el símbolo #30mil, la memoria de nuestros luchadores sociales, sus sueños y temores, su pulso histórico y microafectivo, para aportar a una historia que todavía debemos seguir escribiendo.