Dos tipos audaces Robin Williams y John Travolta, en esta comedia de Disney. Si usted tiene niños a su alrededor, propios o cercanos, seguro que le pidieron ir a ver Papás a la fuerza. Es una película de Disney, publicitada en sus canales de cable, con John Travolta y Robin Williams, y un orangután que abraza a Seth Green, la escena que los chicos esperan. Vaya, entonces preparado. Por si precisa más datos: Robin Williams es Dan, y Travolta, Charlie, amigos desde hace años y socios de una empresa deportiva a punto de cerrar un acuerdo millonario con una compañía japonesa. Y cuando todo parecía resultar -con Charlie bromeando con los japoneses que se ríen de cualquier cosa, y Dan siendo el cerebro de la operación-, Dan se entera de que el affaire de una noche para olvidar su divorcio, terminó con dos pequeños gemelos de ahora 7 años. La madre de los niños (Kelly Preston, esposa en la vida real de Travolta) va a pasar dos semanas en prisión -no por criminal, sino por activista política- y, adivinó: ellos deben hacerse cargo de los chicos (Emily es Ella Bleu Travolta: todo queda en familia, prestada). Al haber una sola copia subtitulada -en Unicenter; las restantes 59 que se estrenan son dobladas- hay que adecuarse a escuchar al dúo protagónico en castellano neutro, y seguro el que más pierde es Williams. Hay chistes que usted ya escuchó, y situaciones relacionadas a cómo adaptarse a los niños cuando no se está con ellos, que también le sonarán conocidas. Pero como dice la Sra Legrand, el público se renueva, los chicos más pequeños no los conocen. Y si ellos se divierten, no se sienta un papá a la fuerza.
Una historia tan vieja como el cine mismo El cine se copia a sí mismo cuando se queda sin ideas y trae nuevos films que recuerdan a otros del mismo nombre ¿Qué se puede decir de esas comedias de paternidad forzada y de hijos por encargo o no que llegan de pronto para alterar la vida de personas que jamás imaginaron estar listas para ser padres? Muchos títulos desfilaron por la pantalla con esa temática, y ahora se agrega Papás a la fuerza, que centra su eje en dos amigos entrañables y socios en un importante emporio comercial, quienes disfrutan de la vida al borde de los cincuenta años. Charlie es un empedernido conquistador y Dean alguien con menos suerte pero igual entusiasmo. Ambos están a punto de cerrar un excelente negocio cuando la ex mujer de Dean vuelve para dejarle, por razones de trabajo, a los mellizos de seis años que hasta entonces no sabía que han tenido juntos. De aquí en más él y su mejor amigo y colega de trabajo deberán lidiar no sólo con los niños sino también con un simpático perro. Sobre la base de gags tan antiguos como el cine mismo, de diálogos con escasa gracia y de escenas repetidas el film no escapa a lo que la pantalla grande dio en ese terreno, a lo largo de los años. El director Walt Becker se puso a disposición de un guión carente de ingenio y muy poco pudo hacer para elevar esta historieta que, por supuesto, contendrá la moraleja feliz de todas estas tramas. Tanto Robin Williams como John Travolta intentan hacer graciosos a sus personajes, pero caen en la caricatura total.
Una película para menores Hay films que son tan menores que el crítico casi se queda sin algo que decir. Papás a la fuerza es la historia de un señor (Robin Williams) que se tiene que hacer cargo de dos críos a los cincuenta años, con la ayuda de su amigo (Travolta). El chiste es “somos viejos pero lo primero es la familia”. Y se repite hasta lo exasperante. Falso: hay otros chistes –o más bien astracanadas– que suenan tan viejos y remanidos como un hombre con disfraz de animal feroz y otro hombre asustándose risueñamente del asunto. Obviamente, gana la familia al final. En cierto sentido, se trata de un film extraño. No se separa demasiado de las malas películas argentinas “de vacaciones”, hechas a las apuradas y sin respeto por los espectadores. O mejor dicho: se diferencia justamente en respetar a sus espectadores al menos en la factura técnica y en el hecho de que los actores realmente tratan de hacer creíbles a sus personajes. En ese sentido, el mayor enemigo del film es el siempre demasiado grande histrionismo de Williams y cierta sobreactuación cómica de Travolta, aunque ambos tratan, además, de reírse de sí mismos. Quizás el asunto complicado sea que se considere éste como un film “infantil”, categoría inexistente que los cineastas confunden con “pueril”. De allí estas películas tan menores.
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Del ridículo no se vuelve Es costumbre en Hollywood de recurrir a una regla de mercado para atraer al publico publicitando al film con la frase “de los productores de…”. Andrew Panay es el productor de la exitosa y muy bien lograda Los Rompebodas (Wedding Crashers, 2005) y gran responsable también de reunir para este film un autentico elenco de superestrellas que cualquier director envidiaría. ¿Qué falló entonces para este estrepitoso fiasco? Las respuestas pueden encontrarse a lo largo de casi 90 minutos de metraje. En la Papás a la Fuerza, dos buenos amigos no pueden ser más opuestos. Uno, es un soltero y empedernido ganador con las mujeres; el otro, un divorciado cuyos éxitos pasan por el terreno profesional. Un evento inesperado cambiará la vida de ambos y estos cincuentones se verán al cuidado de dos niños, un hecho que les alterara su existencia. Walt Becker, quien ya había trabajado con Travolta en la también patética Rebeldes con Causa (Wild Hogs, 2007) es el encargado de dirigir a dos actores top y a varios secundarios entre los que se cuentan el notable Matt Dillon y el desaparecido Bernie Mac. En el film prima un humor torpe, aburrido e irritante que se adueña del relato de principio a fin. Por momentos incoherente y sin el mas mínimo atisbo de hilar dos secuencias mas o menos pasables, el film parece un experimento de ignotos novatos y no una reunión de varios consagrados. Robin Williams y John Travolta son, cada uno en lo suyo, dos interpretes consumados. ¿Tendrá sentido a la altura de sus carreras exponerse a semejante papelón?. La carrera de ambos (sobre todo la de Travolta) ha rozado lugares bajos en alguna oportunidad, pero este tropezón será uno difícil de olvidar. En tiempos donde rejuntes de gags de viejas comedias (los conocidos enredos, los mismos disparates, moralejas que dan vergüenza ajena) se convierten en éxitos apabullantes, no seria extraño pensar que Papas a la Fuerza –un film que cumple con esas características- se situara al frente de la taquilla por algunas semanas. Lo que habla de un nivel de recepción preocupante, puesto que una comedia tan prescindible, que roza lo incomprensible, muy probablemente le quite lugar en la cartelera a algún estreno de cine independiente o incluso nacional, no tan marketinero, pero si bastante mas decente. El titulo del film original es Old Dogs, literalmente traducido perros viejos. Así parecen Williams y Travolta, como esos perros viejos que ya están maltrechos y mas allá de todo agarran cualquier hueso que uno les tire... estas dos estrellas veteranas hacen lo mismo con cualquier guión que se precie de ser tal. Dice la historia que el hombre es un ser capaz de perder su dignidad por dinero. Y a costa de un buen cachet ser parte del elenco de esta película. O pagando una entrada para verla en el cine engrosando los bolsillos de un par de productores que ya deben pensar -¿por qué no?- en una secuela. Si puede, usted espectador, evítelo.
Entré a la sala pensando que iba a ver una película "para chicos", pero a los pocos minutos me llevé una grata sorpresa al ver que es una película que pueden disfrutar tanto chicos como grandes! "Papás a la fuerza" tiene como protagonistas a John Travolta y Robin Williams, dos actores con varias películas en su haber (incluídas comedias), lo cual le aporta muchisímo a la película, ya que se nota que son actores con experiencia, y por esta razón realizan un muy buen trabajo, que se ve reflejado en el producto final ("Papás a la fuerza"). La historia transcurre en Nueva York (una de mis ciudades favoritas), es ultra conocídisima y fue usada miles de veces en Hollywood, pero aún así, es sumamente entretenida, principalmente porque tiene muy buenos gágs o chistes, que harán tentar a más de uno! En cuanto a la música, a lo largo de la película podemos escuchar temas como "All right now" o "Come fly with me", que son sumamente conocidos, aunque este último no está cantado por el gran Frank Sinatra. "Papás a la fuerza" es un película llena de gágs, y que sin dudas los hará reir muchísimo! Una excelente opción para disfrutar en familia o con amigos ;)
Disney de vez en cuando produce estas comedias para pasar el verano o la temporada que sea en los Estados Unidos. A veces con mejor suerte que otras. Y una película bien planteada no queda supeditaba a la suerte por lo general. Si el producto es bueno, a la película le va a ir bien. Pero cuando la historia es muy refritada y solo se apoya en el carisma de dos actores, entran otras variables. Pude ver esta película en la avant de la web, y el hecho de que la sala estuviera llena y que existan personas de risa fácil, provoca que la película sea más llevadera. Ahora si uno está solo en una sala de cine, posiblemente se pregunte en que momento se tiene que reir. Posiblemente los chicos la pasen muy bien en muchos momentos de la película y eso es elogiable porque es lo que un padre busca. Pero también tiene unos toquecitos dramáticos que uno se pregunta para que los ponen. Los dos protagonistas, la habrán pasado muy bien cuando la hicieron y seguramente se retiraron contentos con sus cheques con varios ceros, sin importarles mucho lo que habían hecho Papás a la fuerza es una comedia pasatista, para ir a ver sin muchas pretensiones y con chicos poco exigentes
Cuando la risa deviene en llanto... Con tamaña carrera a sus espaldas causa un poco de extrañeza que los caminos de dos estrellas como Robin Williams y John Travolta se hayan cruzado recién ahora. Hombres maduros ambos, con la mayor parte de su filmografía ya desarrollada y consolidada en Hollywood, no han tenido mejor idea que coprotagonizar una comedia familiar producida por la factoría Disney que acaba de conocerse en la Argentina con el adocenado título de Papás a la fuerza. Esta segunda colaboración de Travolta con el director Walt Becker, tras la mucho más lograda Rebeldes con causa (Wild Hogs, 2007), es evidentemente una muestra de film “fatto in casa”: la mujer del actor de Fiebre de sábado por la noche, Kelly Preston, forma parte del elenco como así también su pequeña hija Ella Bleu. No obstante, aparece un tercer miembro del clan en los créditos: la obra está dedicada a la memoria de Jett, el hijo mayor de esta popular pareja del jet set hollywoodense que falleció en enero de 2009 cuando sólo contaba con dieciséis años de edad. Otro episodio luctuoso resultó la desaparición física del comediante de color Bernie Mac que apenas si participa en un par de secuencias de este paupérrimo simulacro de comedia sobre dos amigos cincuentones –y solterones- obligados a cuidar de un par de críos sin tener la menor pista de cómo hacerlo... La premisa de la historia es pura fórmula y de a ratos recuerda a esas obras que pergeñara el francés Francis Veber en la década del ’80 con Los compadres (el mismo Williams fue uno de los intérpretes de Un papá de sobra, la remake estadounidense) y Los fugitivos a la cabeza. La diferencia básica entre ellas está claramente vinculada con la inspiración y el ingenio. Estas cualidades solían desbordarse de las películas de Veber fortalecidas, además, por la superlativa tarea de la pareja despareja que conformaban Pierre Richard y Gérard Depardieu. Papás a la fuerza fracasa en todo sentido por varios motivos. En primer lugar, los únicos gags realmente graciosos son los que aparecen en el trailer. Quien lo haya visto vaya sabiendo que la diversión se termina ahí. En segundo lugar, el director confunde timing y ritmo narrativo con una aceleración tan artificial como irritante: las situaciones se encadenan sin ningún sentido a la velocidad de la luz. Tal vez para que nadie se percate del patetismo que nutre a cada escena... Por último, aún cuando se trata de actores calificados, tanto Williams como Travolta se pasan de rosca en su intento por transmitir simpatía y buena onda. Particularmente éste último no puede impedir caer en una molesta sobreactuación sólo superada por el imbancable de Seth Green (a quien, nobleza obliga decirlo, se le debe la mayor risotada del filme por la escena en el zoológico... incluida, desde luego, en el trailer). El guión de David Diamond y David Weissman es de una precariedad absoluta y mezcla las torpes payasadas slapstick (el humor físico) de estos compañeros de toda la vida –en lo personal y en lo laboral dado que son los responsables de una empresa de marketing deportivo- con los típicos toques sentimentaloides que son parte vital del estilo de los estudios Disney. Apresurada, burda y con el deficitario doblaje al español de siempre a estos Papás a la fuerza más vale perderlos que encontrarlos. Y sí, esta comedia es una lágrima... Dato de color: Kelly Preston y Lori Loughlin, interés romántico de Travolta en el film, fueron las protagonistas de Admiradora secreta (Secret Admirer, 1985), una grandiosa comedia adolescente dirigida por David Greenwalt con guión del injustamente subvalorado Jim Kouf (Río de locura, Dos policías al acecho, Hidden, lo oculto; etc.).
¡John Travolta, yo te banco! El tipo tiene la extraña capacidad de bucear en las profundidades de personajes recios, malvados y de armas tomar, o de apenas chapotear en la liviandad más absoluta de las comedias vetustas y simplonas que llegan con una precisión de relojería cada verano a la cartelera porteña, y siempre caer de pie, sobre todo con éstos últimos personajes bonachones y carismáticos que a John le salen prácticamente “de taquito” y los dota de una magnética verosimilitud. Es difícil creernos al lisérgico Ryder de esa sabrosa grasada que es Rescate en el metro 123, un tipo siempre al palo –no sexual sino emocional -, motoramente sobrerevolucionado y gesticulante al por mayor. Sí le creemos, en cambio, al ganador, chamullero, simpático, comprador y seductor que es el Charlie de Papás a la fuerza, quizás hermano menor del Jack de Alec Baldwin en Enamorándome de mi ex. Ambos personajes enseñan sonrisas blancas de publicidad de dentífrico y no sólo cargan con soltura y orgullo sus panzas sino que la utilizan como principal arma de seducción. Véanlo a Alec Baldwin y la sonoridad perfecta de su pequeño fitito recubierto de piel, semicírculo perfecto de grasa acumulada, oda a los excesos etílicos y gastronómicos, cuando se desnuda frente a su ex mujer. Véanlo a Travolta y su barriga menos producto de la cerveza y la comida que del inexorable paso de los años, coqueteando con cualquier exponente del sexo opuesto que aluda soltería. Pero es una lástima que a estos bonachones los una la desdicha de estar embarcados en un crucero que difícilmente se mantenga a flote: Charlie y Jack merecen ser salvados antes de que sendas películas se hundan en las letales profundidades de la chatura narrativa, la previsibilidad tanto argumental como constructiva, la mirada descalificadora a quien no encaja en el canon perfeccionista norteamericano –en este caso burlándose de las costumbres orientales- y la ramplonería moral más conservadora del cine yanqui. Ah, también está Robin Williams, más molesto e intolerable que siempre.
El cine se recicla todo el tiempo y no siempre las reescrituras de sus historias son felices. "Papás a la fuerza" es uno de esos casos. La película de Walt Becker vuelve sobre una cuestión que Hollywood ha abordado hasta el hartazgo: la paternidad a la fuerza. Narra la historia de un ejecutivo que cuando menos lo espera se entera de que tiene dos hijos y, lo más difícil, que se tiene que hacer cargo de ellos. Su mejor amigo, también soltero y cincuentón como él, se suma a la empresa. El conflicto está planteado, no la solución que, en la historia, se debate entre gags obvios y actuaciones apenas correctas. Ni siquiera se da la esperada química entre Robin Williams y John Travolta, por lo que todo queda librado al talento del director para que la empresa no naufrague. No lo logra, pese a su profesionalismo. La comedia no explota nunca; apenas, alguna vez, despierta una sonrisa piadosa.
Comediantes de oficio: Robin Williams, Travolta, y la productora Disney en su rubro "comedia para que la familia vaya al cine en patota y la pase bien", pergeñaron junto al director Walt Becker, el mismo de la insípida "Wild hogs", llamada aquí "Rebeldes sin causa" del 2007, otra comedia anodina y vacua como esta, repleta de chistes fáciles, torpezas fílmicas y nada más que eso. La distribuidora argentina encima la proveyó a las salas en absurdo doblaje -la mayor torpeza de la peli-, por todo lo cual resulta incierto desmenuzar tal propuesta que sin dudas a gente de carcajada fácil divertirá algo, no mucho precisamente. Williams juega otra vez al "papá" de dos niños, volcando su dotes de clown con los de actor de hondo contenido emocional, o sea más de los mismo, desde sus tiempos de "Mrs. Doubtfire"(1993, Chris Columbus), en tanto Travolta hace ese amigo, compañero de trabajo de Robin, chantún, mujeriego, soltero, que se las cree saber todas. Cosa que ambos hacen muy bien pero que no alcanza. Todo el panorama de la comedia resulta de una chatura absoluta, y en su suma total no agrega ni quita nada. O sea superflua por donde se la mire.
Una dupla exitosa y muy poca gracia Dan (Robin Williams) es un hombre divorciado y con mala suerte en el amor, y Charlie (John Travolta), es un soltero empedernido. Ambos son amigos y sus vidas se salen de los carriles habituales cuando sorpresivamente tienen que hacerse cargo de una revoltosa pareja de gemelos de siete años (la niña es Beau Travolta, hija del actor). Los nuevos húespedes llegan en el peor momento: ellos están por cerrar un interesante negocio con empresarios orientales. Niños, perro, golpes, caídas, relaciones a distancia y un campamento de fin de semana, son algunas de las constantes que desfilan por la pantalla y dejan un final aleccionador destinado a la familia. Pocos elementos en juego y menos gracia para una receta explotada al máximo. Robin Williams está más preparado para la comedia que Travolta. Y se nota. Su gracia pasa por los gags físicos y las morisquetas (como su bronceado exagerado de cama solar), mientras que Travolta lo acompaña con oficio y varios kilos de más. El toque lacrimógerno viene del lado animal y, no es de extrañar viniendo de Disney, aunque la escena final en el zoológico (en la jaula del gorila), quizás sea lo más divertido de la película. Los roles secundarios de Kelly Preston y Matt Dillon, como un boy scout, son poco felices, aunque se destaca Seth Green como el amigo de la pareja protagónica. En síntesis, una más de padres a la fuerza, hombres comunes que hacen lo que pueden y que nunca serán superhéroes... El director Walt Becker ya había trabajado con Travolta en Cerdos Salvajes...
Voy a criticar Papás a la fuerza desde dos puntos de vista: Para los adultos: Todos los gags archiconocidos y con risa garantizada, están en esta película. Da la sensación que juntaron todos los chistes y luego armaron...
Papás a la Fuerza de Walt Becker y traída de la mano de Disney cuenta la historia de dos ejecutivos amigos de toda la vida, Charlie (John Travolta), un solterón empedernido, y Dan (Robin Williams) un hombre mucho más tranquilo, pero que carga con los recuerdos de una noche de fiesta, la cual Charlie siempre recuerda para romper el hielo en las charlas de negocios. Un día, Dan descubre que como consecuencia de esa noche de fiesta tiene dos hijos, y debe hacerse cargo de ellos por dos semanas, mientras trata de cerrar el negocio más importante de su carrera. Si bien la historia no es para nada original, de hecho, ya vimos a Williams en cintas que hablan acerca de la paternidad (Papa Por Siempre, Hook, entre otras) la pareja con Travolta y la promesa de Disney de acercarse al viejo cine que nos tenía acostumbrado (recordemos la muy reciente vuelta a la animación 2-D de la mano de La Princesa y el Sapo) eran tentadores. El resultado, una gran decepción. Si bien uno tiende a ser menos riguroso a la hora de analizar un film infantil porque esta pensando para una lectura sencilla, es inevitable no ver severos errores en el film y escenas que tal vez no sean el mejor ejemplo para los más chicos. Ciertos detalles como la descripción de los asiaticos y latinos en la película pueden, incluso, resultar agresivos e indignantes. Pero la mayor falla no es sino, la más elemental para un film de este estilo, aburre. Los gags son pocos, muy pobres y todos ya vistos en numerosas oportunidades, y pese a los nombres del reparto, ni siquiera están bien ejecutados. Si bien el tema de la paternidad es lo central, los chicos aparecen poco y nada, no logran captar la atención del espectador y uno no se encariña con ellos. El tiempo que pasan Travolta y Williams en pantalla no atrapa ni hace reír lo suficiente, están claramente desperdiciados ambos. El personaje del difunto Bernie Mac pasa sin pena ni gloria, Matt Dillon y Justin Long son increíblemente desaprovechados, al punto de que sus escenas podrían no estar y el resultado del film hubiera sido el mismo y Seth Green esta claramente de más, aunque logre robar una sonrisa cerca de final del film. A la hora de resaltar los puntos positivos, Travolta se muestra fresco. Eso es todo. Un traspié que esperemos olvidar pronto en la carrera de John, de Robin, dos “viejos” talentosos que nos han sabido emocionar y hacer reír numerosas veces a lo largo de su carrera.
DOS ACTORES… MEDIO PERSONAJE ¿Qué sucede cuando se mezcla sobreactuación, poca originalidad, un humor tonto, un guión regular y mucha previsibilidad? El resultado… una película sin sorpresas, tonta, pasajera y sin la chispa necesaria como para intentar volver a verla. Dos amigos inseparables están por cumplir su cometido de tantos años de trabajo. Pero sin previo aviso una mujer aparece y les da la noticia de que uno de ellos es padre de mellizos de 7 años. Ellos van a tener que lidiar con los niños y con el tratar de poder llevar a cabo la transacción laboral que tanto esperaron cumplir. El film se introduce con una seguidilla de flashbacks que son uno de los fuertes que minutos después sustentarán el humor del guión (tatuaje). Es allí, desde un principio, donde la situación empieza a esclarecerse y donde los problemas comienzan a aparecer. Robin Williams y John Travolta están bien, pero sus diálogos poseen tan poca expresión y fluidez que ellos hacen un gran esfuerzo por hacer de sus personajes algo más creativos de lo que el guión expresa, lamentablemente no lo logran. El único personaje que domina una labor diferente y destacable es Seth Green, quien con sus gritos y momentos de locura logra sacar unas pocas sonrisas justificadas. La historia es sencilla, poco original y previsible y más allá de eso, el guión se condimenta de un humor tonto, basado en los golpes, caídas y repeticiones, que aburren y expresan la poca originalidad de los guionistas y las ganas de seguir estancados en la gran laguna de la vergüenza ajena. Por el lado técnico el film comienza regularmente, la edición es simple, el montaje muy dudoso y los efectos especiales correctos pero para nada llamativos. Pero, como en un gran porcentaje de las cintas cinematográficas, esta posee algunos momentos divertidos, ya sean los del zoológico o los malentendidos con la edad de los protagonistas, que, aunque se hayan visto en los trailers promocionales, son de los mejor de la película y las únicas escenas diferentes. “Old Dogs” es un film previsible, mal guionado, regularmente dirigido y con actuaciones que no logran destacarse pese a que sean de gran talento. Una cinta con un humor tonto, básico, poco inteligente y con un mensaje muy superficial. Una película divertida pero de las peores de Travolta y Williams. LO BUENO: unas pocas escenas de humor LO MALO: actuaciones, guión, dirección, humor, música, historia, previsibilidad, final, mensajes UNA ESCENA A DESTACAR: zoo