En 1978 la Piraña producida por Roger Corman y dirigida por Joe Dante no era más que otro flagrante intento de copiar el éxito de moda Tiburón (1975), sólo que con criaturas carnívoras amazónicas mutantes. A Piraña le siguió la infaltable secuela Piraña II (1981), dirigida por James Cameron, y que todo el mundo terminó por odiar. Los amables pececillos fueron al desván de los recuerdos hasta que los resucitó Corman para una remake hecha para el cable en 1995, y desde entonces han estado dando vueltas por los estudios, esperando por una nueva remake pero con mucho mayor presupuesto. La espera ha llegado a su fin, y ahora nos llega esta versión de la mano del francés Alexandre Aja, el mismo de la remake de El Despertar del Diablo y Alta Tensión. Aja no sólo cumple con las expectativas, sino que se despacha con una auténtica opera gore, llena de tripas, tetas y chistes atroces, lo que encamina a Piraña 3D a convertirse en un auténtico objeto de culto. Lo cierto es que esto no es una remake, siquiera una secuela de los títulos de Corman, y opta por ser una historia completamente nueva que usa al depredador amazónico como la excusa de turno. Ya no está el solitario borracho, la detective privada, ni siquiera el proyecto militar experimental que daba pie a las criaturas mutantes de turno en la Piraña de 1978. Por contra, se despacha con una historia prototípica a lo Tiburón, mechada con algo de humor, hasta que termina por desatarse sobre el final. Como se trata de un chiste bien contado, el 70% inicial de Piraña 3D es bastante lineal y serio, aunque hay algún que otro guiño aquí y allá, anticipando de que las cosas van a desembocar de una manera radicalmente diferente a lo esperado. Comenzamos por el cameo de Richard Dreyfuss - que hacía de biólogo en Tiburón -, y que aquí figura como un pescador que se convierte en el desayuno de los peces prehistóricos. Después está el nieto de Steve McQueen en el protagónico, aunque en verdad el pibe es algo blando y mucho el cuero no le da para llenar la pantalla. Haciendo de su madre está Elizabeth Shue (¿qué le pasó a esta mujer, que parece una abuela y ahora protagoniza filmes como éste?), que vuelve a juntarse con Christopher "Doc Brown" Lloyd como para recordar los tiempos en que ambos correteaban en el DeLorean de Volver al Futuro. Hay un productor de programas eróticos para cable - Jerry O´Connell, más sacado que nunca - que vive corrompiendo a todas las chicas que lo rodean, y que sirve de excusa para mostrar primerísimos planos de tetas y culos en 3D (perdón el francés), con lo cual la audiencia masculina aúlla. Lo que le pasa a estos personajes es bastante predecible - sheriff que descubre la verdad, pueblo turístico en plena temporada, gente que desoye las advertencias, etc -, lo que sirve de excusa para ver cómo unas alucinantes pirañas CGI devoran todo lo que encuentran a su paso. Como todo chiste narrado con clase, Piraña 3D viene a media máquina con tal de ir preparando momentum, el cual que termina por explotar en el último acto - el remate - y de una manera gloriosamente sangrienta. Esto no es un climax dramático a lo Tiburón, sino un show de muertes groseras, sorprendentes y cómicas, filmadas en alucinante carmesí. Si uno tuviera que comparar a Piraña 3D con algún título de estilo semejante, sería con Terror a Bordo (Serpientes en el Avión), sólo que en una versión imaginaria rodada por Tarantino y Robert Rodriguez. Piraña 3D no disimula en lo más mínimo sus intenciones exploitation - hay mujeres desnudas a rabiar y, cuando tiene que mostrar carnicería, no escatima en recursos -, se regodea con ellas, y termina por cumplir con creces todas las expectativas creadas. Nada de subtexto intelectual; tetas y gente devorada viva es la agenda del filme, y la honra en toda su gloria. Piraña 3D es más que recomendable. Es cierto que durante los dos primeros tercios la película va por lo previsible y parece tomarse muy en serio a sí misma, pero en el último acto se destapa de gran forma y compensa la espera. Ya hay una secuela en carpeta, algo que desde ya me hace agua la boca en vista de la calidad de esta entrega.
Esta remake del film de 1978 producido por Roger Corman aprovecha la tecnología 3D y los efectos especiales actuales para hacer un homenaje al cine clase B de los años 70. A "Piranha" le encajan perfectamente los mismos adjetivos con los que describí el último trabajo de Robert Rodriguez, "Machete": sangrienta, exagerada, sexual, violenta, absurda y desagradable. El director Alexandre Aja ("High Tension", "The Hills have Eyes") presenta una película que se puede resumir en tres palabras: Pirañas, Sangre y Tetas. Ni siquiera se preocuparon por crear una historia original, sino que le robaron un poco a "Jaws" (lugar de descanso cargado de turistas, sheriff descubre el problema y quiere cerrar el lago, nadie presta atención a la amenaza de las pirañas) y con eso alcanza y sobra. Inclusive se homenajea a ese clásico de Spielberg desde la primer escena, con la participación de Richard Dreyfuss (quien aceptó trabajar a cambio de una donación a su fundación) interpretando a un personaje también llamado Matt (en "Jaws" era Matt Hooper, aquí Matt Boyd) que es devorado por estos peces. Igualmente, descarto que a quienes elijan "Piranha" les interese encontrar un relato profundo. Estamos hablando de una propuesta que incluye escenas como la del ballet acuático, con la hermosa Kelly Brook y la porn star Riley Steele nadando desnudas, o la del concurso de remeras mojadas, a cargo de Eli Roth (otro director amante del gore). El film dura el tiempo justo (hora y veinte) y mantiene una línea bastante correcta durante los primeros 50 minutos, para luego descarrilar en los últimos 30 minutos con un show de muertes asquerosas, cuerpos mutilados y mucha sangre. La tecnología 3D (muy criticada por James Cameron, quien se refirió a esta producción como "un ejemplo de lo que no debe hacerse en 3D") se utiliza mucho, tirando pirañas, tetas, vómitos y órganos humanos a la cara del espectador. Los efectos especiales aplicados a las pirañas son buenos, aunque en algunos momentos (como la escena inicial) se distinguen claramente. El elenco combina actores olvidados del cine (Ving Rhames, Elisabeth Shue, Christopher Lloyd), con actores de TV (Jerry O'Connell, Jessica Szohr, Steven R. McQueen, Paul Scheer) y muchas mujeres pechugonas. Nadie será reconocido por este trabajo, a pesar de la ocurrente campaña que armaron. "Piranha" es una propuesta desmesurada y grotesca... pero también divertida.
Si te gustan las películas poco serias, escasas de sentido alguno y en las que predominan toneles de sangre injustificada, sin duda alguna esta es la película que no tenés que perderte, una cinta que no es más que un festín de sexo y muerte ni bien comienza, pero hay que admitir que cinematográficamente hablando, son pocos los dotes que presenta.
Sangre y mujeres frescas para adolescentes No deberían hacerse comparaciones. No me gustaría ser uno de eso cinéfilos que solo resaltan las versiones originales de las películas (aunque la semana pasada no quedó otra que elogiar la remake de Temple de Acero sobre la original de 1969). Por lo tanto lo que va a seguir a continuación es solamente un mero recordatorio para las nuevas generaciones, que no siempre lo bizarro estuvo asociado a la mutilación gratuita, los baños de sangre y cuerpos femeninos al desnudo, como sucede en esta nueva versión de Piraña. Hubo un tiempo, en el que los jóvenes cineastas buscaban el cine independiente clase B de terror o bizarro para proliferar su mensaje político – social. Tipos pensantes, reflexivos, inteligentes, que se habían criado acaso viendo cine fantasioso y/o de ciencia ficción como Joe Dante o John Sayles necesitaban un medio de expresión que se alejara de los grandes estudios. Por lo tanto buscaban al productor más transgresor que existe en Hollywood, y al que al menos un 70% de los productores, directores y guionistas más poderosos de la “meca” del cine, le deben casi todos sus conocimientos. La escuela de Roger Corman, fue la gran formadora de cineastas que aprovechaban los (cortos) recursos económicos para realizar sus primeras obras, pero además, Corman, fomentó el cine de autor, y sobretodo, el cine revolucionario, transgresor. Y Piraña (1979) con dos jóvenes que habrían de dedicarse durante el resto de su filmografía a denunciar las tácticas militares (Dante) o los abusos sobre los inmigrantes y la contaminación ambientan en Estados Unidos (Sayles), sería uno de los ejemplos más claros, de cómo el cine de terror, puede ser un interesante vehículo para llevar un mensaje político, incluso utilizando el humor negro y toneladas de sangre. Acaso, el prometedor director de cine de “terror” francés, Alexander Ajá (Alta Tensión) le tiene miedo a la política o la denuncia social, o simplemente quiso homenajear al cine de animalitos marinos asesinos (Tiburón, Cocodrilo, Orca, Piraña), sin demasiadas pretensiones, por lo que llevó esta adaptación al extremo del producto vacuo y banal, pensado exclusivamente para adolescentes sedientos de sangre y sexo, demasiado influenciados por el cine de Rodríguez, Tarantino y Roth. Si la original ya contenía una premisa similar a Tiburón, Aja, simplemente decide tirar toda la carne al agua: no solamente la premisa es la misma, sino que también las subjetivas de los peces, algunos planos emblemáticos (como un travezoom), y hasta aparece un actor, vestido igual y cantando el mismo tema de la película original de Spielberg. El propósito del francés fue muy simple: ser descarnado hasta la médula… en el sentido más literal, y crear un baño de sangre, tripas, desmembramientos, descuartizamientos… para los estudiantes de anatomía será una experiencia placentera, sin dudas. La acción transcurre en un pequeño pueblo que vive del turismo veraniego en el lago. La cuestión es que en el medio del Festival de Tetas y Culos a orillas de la playa, suceden dos eventos paralelos. Por un lado, un director de cine porno lleva a un par de actrices, el hijo de la alguacil y la chica que le gusta a éste a un crucero para filmar escenas eróticas subacuáticas (como dijo Juan Fernando Lima, el ballet acuático al desnudo es uno de los puntos más altos). Por otro, el lago, sufre un sismo, se abre una grieta y ups, salen de su escondite miles de pirañas prehistóricas ávidas de carne humana… especialmente de chicas jóvenes con siliconas. El resto es un festín de carne, sangre y desnudos. Todo, de manera tan gratuita, absurda y exagerada, que es imposible tomársela en serio en algún momento, y se nota que Ajá nunca tuvo la intención de hacerlo… pero ¿era para tanto? O sea, me gusta el gore, me gusta el terror y admito que la tensión está bien creada, pero Ajá quiso ser mucho más gráfico que el propio Eli Roth. De hecho, en sanguinolencia lo pasa por encima (a niveles muy literales) y más allá de los estereotipos, lugares comunes, clisés, etc, hay una seria preocupación por demostrar que casi todas las mujeres que van a ese lago, parecen sacadas de video clips de principios de los 90, de “Baywatch” o de alguna porno grasosa filmada por Michael Bay. Vamos… se puede hacer una película de terror, respetando un poco más a las mujeres. Pregúntenle a Carpenter o Romero sino. Y ellos además filtran sus mensajes políticos, su ironía, su brazo izquierdo de la manera más trasgresora posible. Pero Ajá ha adolecentizado una obra que debería tener otro tipo de propósito. Como ya dije, no debería hacer comparaciones, ya que las metas de los cineastas jóvenes de los 70/80 y los de ahora son diferentes. Antes, el modelo era Corman, ahora es Jerry Bruckheimer, y así llegamos a esto. Lo admito. Piraña me divirtió, y mucho por momentos. Tiene momentos muy inspirados. Los efectos son muy buenos, la puesta de cámara y la fotografía videoclipera van acorde a toda la estética buscada. Pero detrás no hay mucho más… El efecto 3D aporta poco y nada. Algunos planos se notan que fueron hechos, simplemente, para que el espectador tenga algunos objetos justo enfrente de su vista, pero no está bien realizado ni aprovechado el “adelanto” más buscado de la nueva década. No impacta demasiado. Los cinéfilos se regocijarán con los homenajes a las películas del género y disfrutarán viendo a Elizabeth Shue junto a Christopher Lloyd dos décadas después de Volver al Futuro II, especialmente porque el personaje de Lloyd habla de forma similar al Doc Brown. Idem con Richard Dreyfuss o Jerry O’ Connell más cerca de los desatados mujeriegos que encarnaba a mitad de los ’90, que de los detectives y policías que personificó en televisión. Con más ideas audiovisuales que narrativas, Piraña 3D es un mero entretenimiento que no se puede comparar con la original, aún cuando, seguramente tendrá destino de culto. Buen provecho.
Hay dos formas de encarar una critica sobre Piraña 3D. La seria y la no tan seria. Vamos a intentar analizar parte a parte en cada estado mental. Historia: Serio - Piraña 3D cuenta el drama que vive un pequeño pueblo sobre las orillas de un gran lago, que es explotado en temporadas vacacionales, cuando un sismo libera una horda de pirañas prehistóricas asesinas del centro de la tierra y generan una catástrofe sin precedentes entre la población y turistas. No Serio - Pirañas prehistóricas asesinas matando mucha gente desnuda en 3D! Actuaciones: Serio - Contando con un reparto estelar que incluye a Richard Dreyfuss, Elizabeth Shue, Christopher Lloyd y Vingh Rames, Pïraña 3D logra aportar un manto de clase sobre una premisa un poco escasa de profundidad. Todos actúan elevándose a la calidad que la cinta les exije. Poniéndole peso a sus personajes y atenuando las características necesarias del genero de terror clase b. No Serio - Kelly Brook, una de las diosas mas voluptuosas del mundo presta todos sus dotes fisicos para la felicidad del publico masculino. Y en 3D. Jerry O'Conell y Adam Scott redondean el reparto, ambos comediantes. Uno hace de tipo duro, bastante convincente ya que estamos, y el otro de un insoportable pervertido. Convincente lo de insoportable... Horror y Sangre: Serio - Con los mayores avances de la tecnología de prosteticos, Piraña 3D nos logra demostrar los horrores mas grandes desde el comienzo. Cuerpos partidos a la mitad, desmembrados, comidos vivos, todo vale para esta superproducción que no se guarda nada. No Serio - Pechos, penes, pechos, pechos, piernas, pechos y dije un pene? cortado por la mitad? Y en 3d? Que mas se puede pedir? Direccion: Serio - Alexander Aja, que nos sorprendió con su primer film "Alta Tensión" y nos hizo querer morir en un ataque de pirañas prehistóricas asesinas con su segundo film "Espejos", realmente sabe capturar el espíritu necesario para este tipo de film. Rozando la comedia y la seriedad en cada paso y dándole al espectador de películas de terror de los '80 justamente lo que busca. No Serio - Alexander Aja, nos da justamente lo que buscamos, situaciones exageradas, historias imposibles, personajes superfluos, mucha masacre y humor. Un genio. Veredicto Final: Serio - Piraña 3D cumple las expectativas a las que apunta. Nunca se toma en serio y esa cualidad solo la hace mas fuerte. El director y los actores saben perfectamente que tipo de película están realizando y logran su cometido. Todo esta técnicamente bien. Y al mismo tiempo, técnicamente mal. Funciona, si el espectador sabe lo que va a encontrar. No Serio - Excelente para disfrutar con amigos, y si están con niveles de intoxicación un poco altos, mejor.
Sangre, sudor y vísceras El cine precisa del físico. Sin el físico no existiría John Cassavetes, ni Jean Eustache ni Jackie Chan pero tampoco H.G.Lewis, el creador del gore. El cine físico, material, pide sensaciones, pide excesos, no tolera el orden y el control sino que es siempre un torrente. En ese sentido, el efecto 3D es un ejemplo determinante en la historia de los excesos. O, inversamente, lo excesivo es determinante en la historia del cine 3D. El 3D es una tecnología que pocos saben manejar, ya no técnicamente sino expresivamente, dando al recurso una función lógica y no convirtiéndolo en un mero recurso publicitario. Es en este aspecto que el gore, como subgénero dentro del cine de terror, pedía a gritos un uso imaginativo. El 3D, hasta el momento, tenía en James Cameron a uno de los pocos directores que pensaron renovadamente el modo de construir la puesta en escena. Cameron fue director de Piraña y salido de esa fábrica de no tirar un solo centavo llamada Roger Corman. Eran las producciones baratas de esa celebridad de la clase B de los '60, '70 y '80 las que lograban encontrar un tono entretenido en el exceso (quizás no tan cerca de William Castle pero en el mismo equipo) y que supieron aprovechar directores como Joe Dante y el mismo Cameron. Pero hace más de dos décadas terminaron los '80. Y, si bien el procedimiento 3D existe, lo que se había extraviado era el tono (un tono que sólo quienes hicieron carrera como directores de segunda unidad pueden entender, como David R. Ellis, con cuyas películas dialoga Piraña 3D), eran los modos, en síntesis, una idea de hacer el cine, una idea plenamente física. Y es ahí en donde reingresa a escena el tono clase B, el cine físico, pero también el gore, la comedia negra, la exhibición de culos y tetas. Y ese exceso lo entendió perfectamente el francés Alexandre Aja, un exiliado, un ajeno que se mofa de todos y cada uno de los modelos canónicos de representar “lo americano” y mete las manos en el lodo. Entonces entrega esta maravilla materialista como pocos estrenos de 2010 (porque el año pasado fue retenida para su estreno) y juega a ser ochentosa, anacrónica. Y gana. El mundo de Piraña 3D tiene dos caras: una que mira hacia la historia y plaga a la película de cameos, guiños internos, referencias metatextuales; la otra, es puramente erótica -en su sentido más sontagiano-, es sensorial. Busca la complicidad del espectador dispuesto a sorprenderse con sus propios prejuicios (y en esto se parece a la genial Jackass 3D) y avanza rauda: dentro suyo está el cine de terror de los '70 y los desnudos obligados, está el humor negrísimo de las películas de Dante y John Landis; pero también está el gore brutal de H.G.Lewis, la sátira política de George A. Romero y la revisión del cine catástrofe de los '70. Pero el desparpajo con el que pasa revista a esos mojones históricos no busca la complicidad, sino el placer de la carne, en todo sentido. Sea por todo esto que durante, al menos, mitad de la película se sucede una fiesta interminable de alcohol, sexo y música (exageración que da un tono pesadillesco a lo que está por venir) y la otra mitad es una variación acuática de El amanecer de los muertos (la versión de Zack Snyder: ahí esá Ving Rhames para recordárnoslo, nuevamente como policía). En todo caso, no hay salvación, no hay coartada moral ni explicación para la violencia. No hay metáfora. Hay sangre, sudor y vísceras. Comprendamos que en una época en donde El juego del miedo, Hostel, Escupiré sobre tu tumba y otras barbaridades moralistas dominan el mercado del terror, bueno, que alguien se acuerde del placer catártico de la violencia y que lo haga con una crueldad estimulante, no es una simple bocanada de aire: es un tipo de cine que hay que defender, contra todos los prejuicios, contra todas las previsiones. Es una gran noticia que Piraña 3D pueda verse en una pantalla grande. Lo merece más que buena parte del caudal de estrenos basura que engrosan la oferta de los jueves.
La gran festichola (en 3D) Piraña 3D (Piranha 3D, 2010) es la última gran aventura terrorífica de uno de los últimos grandes maestros del cine de terror contemporáneo surgidos durante la última década, Alexandre Aja. Director que supo, a partir de su personal estilo, faltarle el respeto al género, pero en el buen sentido de la palabra. Piraña 3D tiene una antecesora que marcó un hito en el cine de la década del 70, cuando la moda pasaba por películas en donde los malos eran aquellos que provenían del mar, tal es el caso de Tiburón (Jaws, 1975) y todas sus secuelas, por nombrar sólo un ejemplo. En esta reversión que nos ofrece Aja la historia es casi igual. Un verano en un pueblo, chicas siliconadas y muchachos musculosos se divierten a la orilla de un lago sin saber que el peligro acecha. Pirañas asesinas extinguidas hace dos millones de años despertarán repentinamente y arrasaran con todo lo que encuentren en su camino. Incluyendo siliconas y músculos falsos. La trama que nos ofrece Alexandre Aja se articula a partir de dos elementos importantes. Contar una historia de terror pero desde lo paródico, y nutrirse de las nuevas tecnologías como el 3D para involucrar al espectador y hacerlo participe de ese juego. Por momentos da la sensación de que uno está dentro de ese lago mortal rodeado de pirañas a su alrededor y ese es uno de los aspectos más interesantes de la película. Aja se ríe de todo y de todos. Rubias estúpidas verán explotar sus cuerpos siliconados mientras una jauría de pirañas hace de las suyas. Muchachos forzudos nada podrán hacer para desprenderse de los bichos agarrados a sus genitales, aunque después los escupan. El planteo del film es reírse y eso no sólo le da un condimento extra sino que lo vuelve valioso para el género al poder desestructurarse de los cánones para no tomarse nada en serio. No es casual que todas las víctimas de estos bichos feroces sean los cuerpos artificiales y los cerebros vacíos. Esto resulta no ser un hecho menor y que adquiere un sentido en la historia si uno profundiza mucho más allá. Será que el apocalipsis llegará para aquellos que solo focalizan en lo superficial y quedarán quienes apliquen su cerebro por sobre lo corporal. ¿Es Piraña 3D un espejo de la sociedad actual? Una pregunta demasiado filosófica para el planteo del film pero que no está mal formularla. Golpes de efectos, parodiar al género, utilizar el 3D con el fin de sorprender, hacernos pensar por sobre lo superficial, reírse de lo que se ve (y de lo que no), asustar y no. Piraña 3D es cine de terror, gore, ¿drama social? y comedia de verano. Es todo eso a la vez, pero conjugado por el interesante trabajo de Alexandre Aja que nos brinda una opción veraniega fuera de lo común, aunque sea rodeado de pirañas.
Buen trabajo técnico y cierto humor negro en un guión escabroso y sorprendente Las pirañas, esos peces devoradores de carne humana que ya demostraron su temible poder en un film rodado en 1981 dirigido por James Cameron, están de vuelta en la pantalla, esta vez en 3D. La nueva historia tiene como escenario un tranquilo balneario de Arizona que se llena de turistas. Luego de un súbito temblor submarino, quedan en libertad decenas de peces prehistóricos carnívoros cuya mayor debilidad son los seres humanos, y será entonces cuando un grupo de forasteros que ni siquiera se hubieran saludado en circunstancias normales se unirán para no caer en los afilados dientes de las inesperadas criaturas. El director Alexandre Aja supo, a pesar de los convencionalismos del guión, construir una trama en la que no faltan escabrosas escenas, litros de sangre, cuerpos destrozados y continuos gritos de horror. Por momentos la historia no deja de lado cierto humor del tinte más negro, y así las aventuras de ese grupo de jóvenes que intentan salvar a sus amigos se dejan arrastrar por el nerviosismo de sus sádicas escenas y deberán enfrentar a esos peces que nunca se cansan de alimentarse con los que poco antes eran felices turistas. Casi sin olvidar sus travesuras en la saga Volver al futuro , Christopher Lloyd se pone en la piel de un extravagante estudioso de la fauna marina, al que el grupo de rescatistas expondrá esa sucesión de terribles hechos. Elisabeth Shue, Adam Scott y Jerry O'Connell, por su parte, aportaron la necesaria convicción para ilustrar esta historia con final sin duda sorprendente.
Las pirañas en el cine se convirtieron en personajes célebres dentro del género de terror gracias a los delirios bizarros de ese gran artista que es Roger Corman, quien hasta el día de hoy sigue apostando a filmes de este tipo. La primera película de 1978 con estos bichos se concibió como una parodia de Tiburón, la obra de Steven Spielberg y fue un éxito porque el concepto de que estos peces resultaran más jodidos y peligrosos que los grandes tiburones era un disparate entretenido. Con esta producción debutó en el cine el director Joe Dante, que luego se consagró en el género con Aullidos, (en mi opinión la obra maestra de los hombres lobos en el cine) y Gremlins 1 y 2. Luego vino la secuela con la que debutó en la dirección James Cameron, quien en la actualidad no quiere saber nada con esta película ya que a él le pareció horrible lo que hizo. En varias entrevistas destacó inclusive que Terminator es su verdadera ópera prima. En 1995 Corman hizo una remake olvidable de la primera entrega dirigida por Dante y después de varios años de ausencia, las pirañas regresan a la pantalla grande de la mano de Alexander Aja. Esta es una película diferente en su filmografía por la manera en que encaró esta propuesta. Aja se hizo conocido en el cine por filmes intensos y muy violentos como Alta tensión y la remake de El despertar del Diablo, de Wes Craven. En este caso desarrolló las cosas por un camino diferente. Piraña 3D es una comedia de terror muy divertida donde queda claro desde la primera a la última escena, que todo la gente que intervino en este film no se tomó en serio la historia. La película es totalmente delirante y evoca con éxitos los viejos filmes de terror que se hacían en los ´70 y ´80 dentro de este estilo. Si hay algo que nadie le va poder decir al director es que no le hizo justicia al espíritu que tienen las producciones de Corman. De hecho, el viejo Roger sigue produciendo películas de esta clase por estos días como las recientes Sharktopus y Dino Croc Vs Supergator. Piraña inclusive se divierte con el sistema 3D donde ofrece un par de secuencias de desnudos que no tiene ningún tipo de sentido, salvo robarle una sonrisa a la platea masculina con un par de escenas locas. Por supuesto no hay que olvidarse que la dirección corrió por cuenta de Aja y esto significa que las pirañas regresaron al cine más sacadas y violentas que nunca. Hay secuencias totalmente repugnantes y otras que son desopilantes por la manera en que actúan los bichos, que inclusive tienen un aspecto diabólico que los hace muy graciosos. El cameo de Richard Dreyfuss al comienzo del film como pescador (todo un símbolo la presencia del héroe de Tiburón) y la participación de Christopher Lloyd son dos regalos impagables de este estreno. Especialmente el trabajo de Lloyd que por momentos tiene reacciones que nos recuerdan al querido profesor Brown de Volver al Futuro. En pleno siglo 21 intentar hacer una película de terror seria con pirañas hubiera resultado ridículo porque el concepto del film no se puede tomar en serio y la obra original de 1978 tampoco se pensó de esa manera. Ajá manejó las cosas de la manera correcta y brindó una película muy divertida que no va a defraudar a los nostálgicos del género. Hugo Zapata EL DATO LOCO: El hijo mayor de Elizabeth Shue en la historia es interpretado por Steven R. McQueen, nieto del célebre Steve McQueen. Piraña marca el debut de Steven en el cine. Su abuelo también obtuvo su primer rol protagónico importante en un film de terror como fue The Blob, la famosa gelatina asesina, de 1958.
Y seguimos con las remakes. Por lo general, se dividen en dos clases: las que respetan el espíritu de la película original y lasque le dan una vuelta de tuerca al concepto (muchas veces, de manera llamativa). Piraña 3D pertenece a la segunda categoría, ya que del film de 1978 producido por Roger Corman, dirigido por Joe Dante y escrito por John Sayles (¡Se viene la entrevista!) sólo toma la premisa: un cardumen de horribles pirañas devora a quienes nadan en un lago norteamericano. Hay diferencias notorias entre la vieja y la nueva. antes, los bichos eran producto de un experimento científico para liberar en lagos de Vietnam durante la guerra, y ahora surgen de unas cavernas prehistóricas que se abren a causa de un sismo. Los personajes y sus historias también son distintas... Pero el cambio mayor está en el tono. En su primera gran película —y en medio de los peces voraces, sangre y humor— Dante aprovechaba para meter sus acostumbrados comentarios en contra de la milicia y el accionar de las autoridades, que no querían cerrar el lago pese a la amenaza subacuática. En Piraña 3D, el talentoso director francés Alexandre Aja optó por darle un enfoque más inusual, menos serio, repleto de mujeres semidesnudas (y desnudas del todo) y de escenas del más puro gore. El resultado: uno de los film más decididamente gratuitos, descerebrados y masturbatorios jamás financiados por un estudio de Hollywood. Y con esa actitud de “todo me importa un carajo”, la película funciona. Luego de consagrarse con Alta Tensión, Aja filmó dos remakes: El Despertar del Diablo, refrito de La Colina de los Ojos Malditos, de Wes Craven a la que supera en varios aspectos; y Espejos Siniestros, adaptación yanqui de un film coreano. En ambos casos, el enfoque era más serio, con imágenes crudas y perturbadoras. En su tercera vez reversionando films preexistentes, debió pensar “¿Qué quieren ver los freaks como yo?” y no se guardó nada. Pechos (tetas, bah), colas (es decir, culos), sexo, alcohol, escenas de lesbianismo, chistes escatológicos, cuerpos desmembrados, litros de sangre como para alimentar vampiros durante varias generaciones. Remite al espíritu de las películas de horror de la década del ’80, y bien parece transcurrir en es época de no ser por la presencia de celulares, Internet y otros elementos modernos. La elección del elenco también responde a esta idea de “gran chiste para fans”. Elisabeth Shue se recibe de MILF[1] en su papel de comisario del pueblo donde se sucede la masacre por parte de las hambrientas criaturitas acuáticas. Steven R. McQueen (nieto de Steve McQueen) interpreta al hijo, un adolescente que se mete en problemas mortales por culpa de su libido. El inoxidable Ving Rhames hace de un guardacostas que no le teme a las pirañas y hasta les da pelea. Adam Scott encarna a un científico que en determinado momento se hace el banana como héroe. Eli Roth hace una pequeña aparición como uno que alienta el descontrol juvenil[2]. Y nadie se pasa tanto de rosca como Jerry O’ Connell, que parece disfrutar su personaje de cineasta megalómano que adora filmar playmates desnudas. Pero los más destacados son lo que también menos aparecen. Por un lado, Christopher Lloyd, quien hace de un científico no muy alejado de su inmortal Doc Brown de Volver al Futuro. Por otro lado, Richard Dreyfuss, en un homenaje al clásico en el que se inspiraron Corman, Dante y Sayles para la Piraña original: Tiburón. Una de las grandes novedades es que está hecha en tercera dimensión, así que el público podrá disfrutar de pirañas deglutiendo órganos sexuales masculinos (es decir, penes), entre otras asquerosidades. Piraña 3D es un exceso a propósito. Un espectáculo trash que ganará fanáticos y detractores, incluso dentro de los incondicionales del cine de terror. Sin embargo, piensen que no siempre se estrenan películas así en los cines, mucho menos en salas 3D. Y si todavía les quedaron días de vacaciones, mejor alejarse de río y lagos y mares. Están las montañas, también. Pero tampoco le darán ganas de ir por ahí si deciden ven 127 Horas... Mejor ir al cine. Por ahora, nunca hay peligro allí, aunque...
Porno, sangre y depredadores prehistóricos Desde hace tiempo Alexandre Aja se viene consolidando como un artista de género a tener en cuenta, uno de los pocos realizadores que sabe manejar los resortes de los relatos mainstream sin descuidar el apartado visual y la coherencia interna. Su carrera hasta la fecha ha sido sumamente ecléctica, el francés abarca todas las vertientes: desde el drama de ciencia ficción de su opera prima Furia (1999), pasando por el terror psicológico de Alta Tensión (Haute Tension, 2003) y el slasher de Despertar del Diablo (The Hills Have Eyes, 2006), hasta la historia de fantasmas vengadores de Espejos Siniestros (Mirrors, 2008). No podemos obviar la circunstancia de que sus méritos se duplican debido a que hoy estamos ante su tercera remake consecutiva: la muy enajenada Piraña 3D (Piranha 3D, 2010) es una reinterpretación de aquel clásico de culto de 1978 dirigido por Joe Dante y producido por Roger Corman que a su vez funcionaba como un simpático rip-off de Tiburón (Jaws, 1975). A partir de un guión de Pete Goldfinger y Josh Stolberg, Aja construye un parque de diversiones desproporcionado en donde los elementos centrales son el sol, las mujeres ligeras de ropa y los pequeños depredadores prehistóricos del título. La película en sí es una combinación extremadamente eficaz entre comedia y horror, siempre orientada a ridiculizar de una forma bastante brutal la estupidez e ignorancia del norteamericano promedio de espíritu parrandero. También puede ser leída como una parodia/ homenaje al gore moralista de desnudos de la década del ´80, en el cual todos los personajes de vida licenciosa tenían un deceso espeluznante y sólo el protagonista virginal vivía para contar lo sucedido (por supuesto hasta el inicio de la ineludible secuela, cuando lo asesinaban para pasar la posta a un colega y recomenzar el ciclo de la cacería suprema). En el preciso instante en que un pueblito de Arizona está atiborrado de turistas por las vacaciones de primavera, un movimiento sísmico en el fondo del Lago Victoria libera a miles de pirañas que han sobrevivido a través de los siglos mediante el canibalismo. De hecho, durante la primera escena hay un cameo de Richard Dreyfuss que nos permite avizorar el resto: el tono cínico y el ritmo frenético casi nunca se han llevado tan bien en términos generales, aquí incorporando una gran utilización de las tres dimensiones con referencias onanistas al porno, el machismo, la muerte, el espectáculo y la degradación. Queda claro que la eficiencia del convite se deriva en parte de un elenco de una extraordinaria singularidad: Elisabeth Shue, Ving Rhames, Jerry O´Connell, Eli Roth y Christopher Lloyd colaboran en el “vale todo” de una propuesta exacerbada que no siente la más mínima culpa y se asume portadora de una locura tan hilarante como vital (hay desde ballets de pechos subacuáticos hasta penes regurgitados hacia cámara). Aja se confirma como un entusiasta perspicaz del despropósito y nos ofrece un festival clase B que le rinde tributo al cine trash, así el sexo y las masacres se entremezclan con la gloriosa anarquía.
Anexo de crítica: Un festival de vísceras, humor tonto y pechos frondosos para una remake a la que sólo Alexandre Aja podía sacarle el jugo. Fiel a su enfermiza mente, a su morbo protoadolescente, el realizador francés sabe mezclar homenaje, trash, gore, ironía y un cinismo feroz en un convite tóxico y contagioso para amantes de lo bizarro y del género. Entretenida y sólida narrativamente dentro de los parámetros de una historia que puede sintetizarse en un renglón, no hay nada por objetarle a estas temibles y voraces criaturas prehistóricas...
Y EL LAGO LOS DEVORÓ Piraña 3D tiene todos los ingredientes para no se tomada en serio ni ganar jamás un premio. Lo arriesga todo en pos de obtener el beneplácito de un público que prefiere los extremos a la mediocridad. El resultado es una película altamente impresionante y muy graciosa. No apto para solemnes. Si existe un punto en este planeta en donde el prestigio crece y se fortalece, Piraña 3D está ubicada en el lugar más lejano a ese sitio. Claro que en eso hay también un arte y quien mire el film como un antídoto contra el acartonamiento podrá ver que en esto radica también parte de su encanto. Piraña 3D es una película sobre pirañas prehistóricas que atacan a la gente hoy. No es Shakespeare, aun cuando en esta clase de films las conductas humanas siempre quedan bien claras. No debería olvidarse esto al momento de analizarla, pues a la hora de evaluar una película siempre es importante tener en cuenta su objetivo inicial –el que está plasmado en la pantalla y no el que dicen quienes la hicieron- y cómo lleva adelante su propuesta. ¿Cuántos films ganadores de premios en festivales vienen empujados por las explicaciones que dan sus realizadores? Acá no hay intimidación de ninguna clase, Piraña 3D es lo que anuncia y hace un trabajo muy bueno a partir de sus búsquedas. Querer hallar en esta película un clásico del cine de arte y ensayo es tan absurdo como intentar lo contrario con esa clase de cine, reclamándole la ausencia de los momentos altamente impactantes que aquí se ven. Piraña 3D es una de esas películas tal vez inaceptables para la mayoría del público, pero a la que hay que reconocerle una coherencia y una convicción inapelables. Y esta coherencia no es menor ni irrelevante, la mayoría de los films suelen buscarla y muchos fracasan en el intento. Digamos también que la misma indiferencia y el rechazo de algunos serán la pasión y el culto de otros. El elenco, interesante y divertido, incluye a Richard Dreyfuss, en un homenaje a Tiburón al comienzo del film. Siendo aquel film de Spielberg el iniciador de una moda tan absurda como efectiva. Piraña 3D parece presentarle sus papeles a Tiburón, pidiéndole permiso para ocupar sus aguas. Un trío ochentoso completa los lujos del elenco: Elizabeth Shue (Cocktail, Volver al futuro II), Christopher Lloyd (Volver al futuro) y Jerry O´Connell (Cuenta conmigo). Piraña 3D es una desatada remake del clásico de culto dirigido por Joe Dante, en 1978. La consigna acá es muy simple y el miedo que explora es tan universal que nadie puede sentirse indiferente. La vulnerabilidad de los humanos al agua es más que efectiva a la hora del terror. Con un acertado y bastante extremo sentido del humor y una creciente dosis de sangre, la película entretiene muchísimo a quienes saben disfrutar de este género y se aleja de las propuestas lavadas y de poco riesgo que muchos films comerciales buscan. A esto hay que sumarle una gran cantidad de desnudos, algo también bastante negado en el Hollywood actual. Quienes carezcan de sentido del humor o aquellos que sean impresionables, no deberían acercarse a este film, porque la apuesta es muy fuerte en ambos aspectos. Aun cuando no alcanza la clase de violencia oscura de films como El juego del miedo, Piraña 3D dejará impactados a los que siguen el género. Con maestría nada sencilla, el director logra equilibrar esto con un humor que provocará directamente carcajadas. Así que todos aquellos que quieran hacerse un festín de horror, nostalgia ochentosa y un frontal y autoconsciente sentido del humor, encontrarán en Piraña 3D un show tan fuera de moda como listo para ser disfrutado por una nueva generación de amantes de este tipo de cine. La versión de 1978 tuvo una secuela dirigida, nada menos que, por un novato James Cameron, en 1981. Aunque el director de Avatar siempre renegó de tal experiencia. ¿Algún futuro genio del cine dirigirá la secuela de esta nueva versión? No es muy probable. Pero tampoco era probable que Piraña 3D fuera una buena película y, sin embargo, acá está, lista para salir a jugar y divertirse.
Burbujas de sangre El director Alexandre Aja rinde homenaje a las películas que causaron paranoia en el agua en la década del setenta con esta remake del film que Joe Dante hizo en 1978 y que luego siguió James Cameron en 1981. Piraña 3D llega con retraso a la Argentina y ofrece sus burbujas de sangre a los espectadores que recuerden Tiburón, la película de Spielberg. La fórmula (salvando las distancias, claro) es exactamente la misma: en lugar de Roy Scheider aparece el alguacil interpretado por Elisabeth Shue y Richard Dreyfuss (a modo de tributo) en el comienzo. Con un primer tramo menos efectivo que el segundo, el relato crea diferentes focos de acción (niños desprotegidos, jóvenes haciendo surf, el hallazgo de varios cadáveres mutilados) y trata de hilvanarlos en una trama que acumula cuerpos desnudos, algo de sexo y hormonas en la playa. El resto, tiene poca importancia: sólo adolescentes que están a merced del peligro que se esconde en el lago Victoria y los adultos tratando de salvarlos. Alexandre Aja realizó mejores títulos como Alta tensión y la remake de Las colinas tienen ojos. Su fascinación por el género de terror lo hace mirar hacia atrás (el barco se llama Barracuda) y reactualizar fórmulas que dieron resultado en su momento, pero ahora potenciadas por la tecnología 3D. Con toques de humor (las pirañas peleándose por el pene de un playboy) y con las participaciones de Eli Roth (Hostel) y Christopher Lloyd como un científico que avecina más peligros para una segunda parte, Piraña 3D no hace las olas que el público merecía. Entrega mucha sangre y menos terror. ¿Volverán Orca, la ballena asesina y Tentáculos?
Existe algo en los films sobre animales acuáticos que, si no nos conmueve, al menos nos convoca y nos excita. Seguimos esperando un sacudón similar al que nos provocó (y nos sigue provocando) Tiburón, y aunque dicho nuevo sacudón jamás nos llegue por completo, seguimos manteniendo un fiel peregrinaje hacia estos exponentes de celuloide sumergido y dentado. En primer término deberíamos aclarar que este film no se trata de un remake tridimensional del clásico pergeñado por Joe Dante hace más de treinta años. Se trata de un vehículo (fuera de borda) que nos conduce a una grande atrocité de 20 minutos -quizá largos- en el que los simpáticos pecesitos hacen de las suyas en un concurso de Culos Reef amenizado por las arengas del autoproclamado “mejor amigo de Quentin Tarantino” (El inimputable Eli Roth, que muere como merece). Subyacen aquí varias tramas que fluyen concéntricamente entre sí a las cuales quizá no les prestemos demasiada atención si lo que estamos esperando es el ataque de las mojarras superdotadas: Tenemos un enorme lago que sufre un movimiento tectónico considerable dejando al descubierto una laguna subterránea oculta que está plagada de pirañas antediluvianas enormes y sedientas de sangre. Tenemos una sheriff veterana (Elisabeth Shue) intentando descular la naturaleza de tamaña novedad junto a un experto de gafas y barbita. También tenemos dos niños que se escapan del tutelaje permisivo del hermano mayor de uno de ellos y salen a navegar por el lago en cuestión. Y tenemos al hermano mayor, que está completamente en otra, buscando pinchar con la chica de sus sueños ó con alguna de las conejitas protagonistas del próximo hit de un cineasta porno tipo bangbros (Jerry O´Connel, muy pero muy lejos del muchachito rollizo que interpretó en Stand By Me). Estas subtramas aportan poco y nada a excepción de algún flash cárnico de las conejitas en cuestión y alguna participación estelar que ya conocíamos de antemano (Christopher Lloyd). Lo que todos estaremos aguardando será el ataque sobre las playas, momento en el cual la sangre fluye en forma y podremos presenciar un par (o un trío, o un cuarteto) de muertes bastante originales. Es muy probable que este segmento no decepcione a nadie e incluso es probable que la mayoría de nosotros lamentemos que no sea el clímax final del film (el auténtico clímax final resulta flojo en suspenso y bastante predecible en resultado como para superar el frenesí anterior). Alexandre Aja nos ofrece una cinta en la cual podemos echar de menos la audacia de Haute Tension y The Hills Have Eyes, en las que el realizador bretón no tenía ningún drama en cohetear niños y hacer que un demente deforme beba -con fruición y lascivia- litros de leche directamente del seno de una desesperada mamá hot. Piraña 3-D sostiene nuestra atención de modo bastante accidentado hasta el momento cumbre del ataque, y aquéllas incorrecciones previas de Aja (que su momento supimos aplaudir) aquí no van más allá de primeros planos de gente jalando cocaína directamente del depilado bajovientre de alguna mocosa y algún que otro plano largo de un órgano específico de la anatomía masculina siendo masacrado y regurgitado por los simpatiquísimos animalitos. Lo que tal vez no hable de un ablandamiento del director, si no mas bien de sus esfuerzos por adaptarse a un mercado que, a cambio de una calificación sumisa, le ofrece una tonelada de dinero en las taquillas (tal y como sucedió). El efecto tridimensional no nos sobrecoge y lo realmente bueno se limita a primeros planos de tripas (y otras achuras) flotando suspendidas en el agua, tal y como ya vimos en Jaws 3-D, pero aquí lucen mejor. Este mambo del 3-D y su utilización "gratuita" suscitó una simpática pelea entre los productores de Piraña 3-D y el William Wyler del 3-D (James Avatar Cameron), que salió a rasgarse las vestiduras proclamando que el 3-D no está para semejantes pelotudeces. Acusación brillantemente contestada por los productores de Piraña 3-D, quienes se defendieron al grito de “Calláte que vos dirigiste Piraña 2 - El Demonio Del Mar, que es malísima”. Gol. Bonus track obvio: Quienes amamos Tiburón lograremos reconocer a Richard Dreyfuss en la secuencia inicial del film, graznando la misma cantinela que supo graznar en aquél film junto a Robert Shaw y Roy Scheider. Bonus track extraño: En una feria de DVDs truchos en pleno centro de Cochabamba (Bolivia), un plasma de 42 pulgadas repite una y otra vez la secuencia del ataque de Piraña 3-D (cinerip) ante los regocijados transeúntes andinos, que no dejan de aplaudir la sangrienta suerte que corren esos gringos inadaptados.
Sangre y humor, con dientes bien afilados Filme de terror que apela al gore, la gracia, la liviandad y el homenaje. Piraña 3D sería una película completamente tonta -muchos de sus personajes lo son- si se tomara en serio. No es el caso. Tampoco el contrario. El realizador francés Alexandre Aja sabe, como ya lo demostró otras veces, trabajar en varios registros simultáneos: acá combina el terror gore , el humor que deriva del extremismo de ese terror gore -y así se diferencia de tanto filme sádico y solemne-, y el homenaje a grandes películas. ¿Uno de (los tantos) ejemplos? Piraña 3D comienza con Richard Dreyfuss pescando en medio del Lago Victoria, de Arizona, vestido igual que en Tiburón (1978), cantando la misma canción que en aquel clásico inoxidable. Pronto, un movimiento submarino lo dejará en el centro de un remolino y un cardumen de pirañas se lo comerá como aperitivo. Sin olvidar a Piraña de Joe Dante ni a la secuela de James Cameron, Aja llena a esta versión tridimensional (que podría haber dado mejores resultados en este aspecto) de chicas semidesnudas y jóvenes musculosos, de sol y jolgorio, de hectolitros de cerveza y falta de sentido común, de erotismo soft y violencia heavy . O no tanto: lo impresionante del filme no son los ataques sino sus consecuencias. A un personaje, las pirañas le devoran el pene, en una secuencia tan sangrienta como humorística, que provoca risa y espanto: exactamente lo que busca el realizador. Hay una sheriff (Elisabeth Shue) que, como suele ocurrir en este tipo de productos, lucha con el dilema de si cerrar o no playas tan pobladas. Más que a una progresión dramática, asistimos a una suerte de sucesión de viñetas, a una bacanal de carne y sangre humanas, con algunos personajes que pegan algún giro un segundo antes de la caricatura. Pirañas 3D es, además, algo así como una película clase B hecha con producción clase A y, hay que admitirlo, con buenas cuotas de un ingenio deliberamente superficial. Un producto que puede parecer fruto de la estupidez, aunque claramente lo es de la inteligencia para atraer al público juvenil, el que puebla las salas en este tipo de películas.
Mil desquiciados y filosos dientes Alexandre Aja conoce el cine de terror, sus códigos, clisés y efectismos. Solo con ver esa aplanadora llamada Alta tensión (Haute Tension, 2003) se puede apreciar su habilidad para el uso de la violencia y la revulsión, su muñeca para el suspense, y también nos damos cuenta de que mira cine de terror. Luego en su filmografía siguieron 3 remakes: una versión de El despertar del diablo (The Hills have eyes, 2006) de Wes Craven, técnicamente mejorada y absolutamente brutal; un irregular refrito de la coreana Espejos Siniestros (Mirrors, 2008) y esta desfachatada versión de la ya desfachatada película del talentoso de Joe Dante, Piraña (1978). La cosa es así: tras una serie de temblores submarinos se han liberado unos peces prehistóricos devora-hombres en el Lago Victoria, una población que en las vacaciones de primavera se llena de gente joven para divertirse. Según nos enseñaron algunas películas (y Los Simpson) las vacaciones de primavera o spring brake norteamericanas son un descontrol total, puro reviente y poca ropa, una via de escape gigantesca para la alienación rutinaria, y eso también es exactamente Piraña 3D. Un irrespetuoso recreo, basura alegre, como panchos y cerveza después de un recital de tu banda preferida. Aja utiliza el mismo mecanismo que con El despertar del diablo. Allí mantiene el espíritu del cine explotación de los setenta, pero actualiza la estética, mantiene la crudeza pero aumenta la violencia a niveles asfixiantes. La Piraña original era un intento tardío de explotar la estela de éxito de Tiburón. Era divertida, ingenua y desprejuiciada como lo es Joe Dante en varias de sus incursiones en la pantalla grande: ver sino Aullidos (1981) o Gremlins 1 (1984) y Gremlins 2 (1990), y hasta el mejor capitulo de Masters of horror, ese chiste de una hora llamado Homecoming (2005). Aja conserva ese espíritu desvergonzado, y exagera todo: la loca fiesta en el lago (hasta hay estrellas porno en el reparto); las pirañas son mas grandes, mas letales y con el CGI mas grosero de la historia; la estupidez de algunos personajes y un final al mejor estilo film clase B que quiere convertirse en saga. La principal virtud de Piraña 3d es que es honesta y autoconsciente, no hay engaño en su propuesta de “personas escapando de monstruos carnívoros” y está contada como tal, a ritmo frenético, sin detenerse en los personajes o en tal o cual situación, yendo como por un tubo hacia la inevitable orgia de sangre y gore. Y tampoco hay algo más. A la hora de los homenajes, aparece el querido Richard Dreyfuss, que ya no tendrá tanta suerte como la tuvo (al menos durante un tiempo) con el tiburón de Spielberg. También está el mejor científico loco de la historia de las historias, Christopher Lloyd, haciendo exactamente de científico fuera de sus cabales, intacto y desquiciado. Entonces Piraña 3D es una suma de partes que da un resultado mas o menos, que algunos apreciamos y otros discutirán fuertemente. Es, con todo lo que ello implica, la exaltación al cine de evasión sin la más minima vergüenza. Divertida, sangrienta, sexy, olvidable y caradura.
Todos los años, el tranquilo municipio de Lake Victoria ve alterada su calma por la fiesta de la primavera, a la que acuden miles de jóvenes de todas partes para disfrutar del sol, el agua... y el alcohol. Pero este año, habrá otro motivo de preocupación aparte de las habituales resacas y las quejas de los vecinos: el terror está a punto de apoderarse del lago. Después de que un temblor subterráneo libere a cientos de pirañas prehistóricas, un dispar grupo de desconocidos deberá unirse para evitar acabar convertidos en la merienda de los nuevos y sanguinarios habitantes del lago. Al tener como referencia esta sinopsis, podríamos decir ¡bienvenidos al paraíso! Cuando comienza “Pirana 3 D” nos presenta a chicas con muy bien de traseros y delanteras, muchachitos flacos y de calce perfecto, a lo que hay que agregarle música, tragos muy coloridos y muchas ganas de enfiestarse en un bacanal de sexo. Lo cierto es que todo esto se va a ver desdibujado y terminará en una carnicería en cuanto aparezcan las tan temidas pirañas. Al mejor estilo “Tiburón” (Steven Spielberg, 1975), o “Pirañas” (Joe Dante, producción de Roger Corman 1978) de la cual es una nueva versión corregida y aumentada en mutilaciones, sexo, humor negro y ácido al por mayor. Con sólo ver a Richard Dreyfus en un bote pescando al principio de la historia y ver como es devorado por los horribles animalitos en la misma escena, basta para darse cuenta hacia adonde apunta. Otro tanto ocurre cuando las pirañas desbordan el lago y tiñen el agua de rojo. Ver como una de ellas mutila un pene y luego lo vomita, nos hace pensar que también hay pirañas gays y heterosexuales. “Piraña 3 D” es una película de hora veinte que se deja ver a pesar de que todo lo que va a ocurrir es previsible. Con dosis de suspenso y mucha sangre transcurre este relato que no cambiará la historia del cine, pero que se inscribe dentro de la nueva moda llamada cine en 3 D. Puede estimarse que “Piraña 3 D” es la primera de una seguidilla que seguramente continuará en los próximos años. De hecho, ya las pirañas bebés empiezan a crecer. Es una producción sólo de interés para los fanáticos de este tratamiento del terror en su expresión cinematográfica.
Piraña 3D: molida nada especial Cinco minutos de Richard Dreyfuss, en una de sus más olvidables apariciones, son lo mejor de esta película que no hace demasiado esfuerzo en disimular el trazo grueso, descuidado, con el que se construyó un poco apurada y alrededor del morbo. El género impone decibeles de erotismo y pánico sin demasiados rodeos, adolescentes en la histeria eterna, una eterna previa que la trama ubica en el feriado norteamericano de primavera, en una ciudad costera llena de chicos lindos y chicas con ganas de sacarse la parte de arriba de la bikini. En eso se ocupa la mitad de la película, planos generales, medios y detallados de todas las versiones, colores y tamaños de topless, en juegos porno soft entre chicas salidas de un catálogo de conejitas Playboy y amagues de acción que siempre interrumpirán ellas, las pirañas. Elisabeth Shue es la alguacil del pueblo donde aparecen las pirañas prehistóricas que infestan el lago. Es la madre de un adolescente tentado (y cooptado) para la producción de una película porno arriba de un yate y de dos nenitos que deja al cuidado del mayor y que, por supuesto, van a quedar a la deriva a la primera de cambio. Elisabeth, desperdiciada, tiene el peor de sus momentos poco después de caer al lago infestado de pirañas, cuando descubre el cadaver mutilado de Dreyfuss y que desemboca en una escena donde, completamente seca y peinada, mira el horizonte como si se hubiera olvidado de sacar las milanesas del freezer. El resto serán avalanchas de sangre y carne picada abajo del agua, momentos de cine z y gusto bizarro que, en el intento de parecer verosímiles no fraguan en nada particular, ni siquiera en sus propios desbordes.
Un terror más divertido Piraña 3D logra sobresalir por sobre buena parte del cine de terror actual. Hay que decir en primera instancia que Piraña 3D logra sobresalir por sobre buena parte del cine de terror actual, durante gran parte del metraje, en base a una autoconciencia total, y apostando a adentrarse en el relato sin vueltas, desde el mismo comienzo, trabajando sobre los estereotipos con absoluto desparpajo, sin juzgar nunca. Por eso el filme de Alexandre Aja (quien sólo había dado un filme decente hasta ahora, El despertar del diablo, porque tanto Alta tensión como Espejos siniestros eran un desastre) es capaz de funcionar como una apología total de la joda. El filme pareciera decir permanentemente: “sí, gente, en los pueblitos con lagos en el verano, los pibes se alcoholizan, se drogan, hay mucho sexo, tetas, etcétera, así que aceptémoslo, porque al fin y al cabo, tan mal no la pasan”. Analizando su discurso desde diferentes perspectivas, se la podría calificar como conformista frente a ciertos paradigmas impuestos para la juventud, o como muy liberal para los parámetros de Hollywood. En este contexto, las apariciones de Eli Roth –que debió pasarla fenomenalmente durante el rodaje-, Richard Dreyfuss –haciéndose cargo del lugar en la historia del cine que ocupa para cierto público, por su vínculo con Tiburón-, Christopher Lloyd –en plan científico loco pero también como puente paradójicamente racional-, Elizabeth Shue –en una de sus mejores actuaciones de los últimos años, lo cual tampoco quiere decir demasiado-, Jerry O´Connell –absolutamente desatado-, Ving Rhames –confirmando su estatus de nuevo rey del directo a DVD, pero desde el cine- se encuadran en una celebración absoluta del divertimento sin culpa, en todos los niveles. Pero Piraña 3D corre también riesgos más serios. Se la juega por un humor definitivamente negro, que coquetea con el falso suspenso, lo sangriento y lo asqueroso. El problema con el humor negro es que resulta muy fácil pasarse de la raya. Y entonces todo es negro, ya no es gracioso, lo único que queda es el horror. Y eso es lo que finalmente sucede en la película de Aja, que se deja desbordar y pierde el equilibrio, en especial sobre la media hora final, donde llegan las grandes masacres, las tripas y sangre a borbotones. Ahí el realizador pierde el sentido de la distancia e involuntariamente horroriza, en vez de divertir. Da la impresión de que se quieren mostrar bichitos comilones zampándose chicas tetonas y muchachos musculosos, pero lo que se termina observando es gente muriendo de todas las formas posibles, huyendo como pueden, gritando, llorando y pidiendo ayuda. Ahí es cuando se nota que Aja no tiene el talento que han demostrado en muchas ocasiones tipos como George Romero o Wes Craven. Y sin embargo, en la secuencia final Pirañas 3D recupera la locura de sus dos primeros tercios, deja abierta la puerta para una secuela con total coherencia y se manda un gran chiste en el medio que combina los espíritus de la década del ochenta (que fue cuando se filmó la versión original) con la actual. Todo es gigante, desproporcionado, pero verosímil a partir de su inverosimilitud. No le viene mal al terror perder un poco de seriedad de vez en cuando.
Lo mejor que vi en salas de estreno esta semana es Piraña 3D, de Alexandre Aja. Y si uno ve esta película, hay que verla en cine y en 3D. Ya la Piraña de 1978 del gran Joe Dante, producida por Roger Corman y escrita por John Sayles, era buen cine de explotación hecho para pegarse al éxito de Tiburón (1975) de Spielberg, aquí citada por la presencia de Richard Dreyfuss en magistral primera secuencia. La película de Aja es cine de mega explotación, un festival de excesos gore, con una concentración de tetas y sangre realmente excepcional. Además hay desnudos frente y dorso por doquier, y hasta un pene 3D regurgitado por uno de los dientudos bichos protagonistas. Si esta descripción ya no les gusta, ni lo intenten con la película, un orgiástico festival de la exageración. Cine de género clase B hecho con fruición y fricción, cine que no le tiene miedo a divertir con un aluvión de ideas festivas. Ah, y como yapa tenemos a Elisabeth Shue (la chica de Karate Kid de los ochenta) a la que película tiene el buen tino de mostrar seductora a sus musculosos 47 años, en medio de un festival de chicas jóvenes, varias de ellas de la industria del cine porno.
Eso. Pirañas en 3D. Piraña 3D no es tanto un intento de revival del viejo cine trash (o cine basura), sino un festín de aquellas cosas que hoy se consideran clásicos del cine de bajo presupuesto. Por ejemplo, el director de Titanic y Avatar fue quien dirigió Piraña 2, y como si fuera una novia, James Cameron no la quiere recordar ni hablar de ella. Es como si lo avergonzara. Ahora bien, cuando a uno le hablan de Piraña ya sabe más o menos que va a encontrar (más allá de los pececitos del título). Ahora la pirañas atacan de nuevo, pero en 3D. La película con la que tiene más puntos en común es con Terror a bordo (Snakes on a plane) esa donde Samuel Jackson puteaba a los reptiles en un avión. La trama era simple: serpientes en un avión. No era de terror, sino de comedia. Las serpientes picaban y mordían caras, culos, tetas, de todo. En esta película intentan superarlo, con siliconas y penes, entre otras cosas. Sabrán disculpar el vocablo: pero es el que va con este tipo de películas. El problema con Piraña 3D es que es graciosa a medias. Están las pirañas CGI que no dan miedo, y hay un par de golpes de efecto que tampoco son muy efectistas. Esto nos deja con sólo dos cosas: el ingenio para resolver las situaciones. Más allá del caos en la playa (que tiene secuencias muy buenas: como cuando se hunde el escenario o la mujer queda atrapada en la lancha con sus pelos) el resto no ayuda mucho. Por la parte cómica, tiene altibajos. Los chistes buenos (las actrices porno nadando The Flower Duet de Lakmé) se estiran demasiado. Para peor, cada tanto Piraña 3D olvida que debería ser una fiesta y se va para el cine gore. Por ejemplo: una de las actrices porno hace jet-ski con sus generosos senos rozando el agua. Como las pirañas están por ahi (la cámara subjetiva, como tantas otras cosas, dejan en claro que Tiburón es una referencia) uno esperaría que cuando se levante tenga las pirañas prendidas de las tetas. Sería un buen gag. Hasta que no: la escuchamos gritar desesperada. La elevan y le faltan las dos piernas. Eso no da gracia ni da miedo. A lo sumo impresión. Fueron todos minutos de construcción cómica para nada. Eso es imperdonable.
A COMERLAAAAA Tetas y muerte. Culos y sangre. En el menú no hay mucho más y la mesa está servida para los fans del gore, que –hay que decirlo- a veces nos conformamos con poco. La muchachada está invitada a morfar y a ponerse en pedo con esta sangrienta boludez simpaticona denostada por algunos críticos de paladar refinado. El anfitrión de este festín diabólico es el director Alexandre Aja (ALTA TENSIÓN, ESPEJOS SINIESTROS), quien hizo aún más pelotuda una película de 1978 que no era ninguna obra de arte. Pero también le puso algo de picante a esta nueva versión: las pirañas (cuyo origen es distinto en este remake: ahora son criaturas prehistóricas liberadas de una caverna subterránea por un movimiento sísmico y no animales modificados genéticamente por un experimento) atacan una ciudad turística en plenas vacaciones de primavera, época en la que los universitarios yanquis la pasan bomba: alcohol, música electrónica, bikinis en primer plano. Esa es la entrada. Plato principal: pirañosaurus. Salen con fritas. Todos sabemos que un buen plato entra primero por los ojos: los chobis están hechos en la computadora y a veces se nota demasiado (¿a esta altura?), algo que no cierra si se tiene a los expertos Greg Nicotero y Howard Berger como responsables de FX y maquillaje, todo old school, sangre y tripas falsas pero que manchan de verdad. Tampoco nos pongamos quisquillosos, pero sí, la larga escena del ataque de las pirañas aguafiestas es lo mejor de la película y es lo mejor por las sangrientas muertes y los desmembramientos. Punto. El postre es algo decepcionante: (SPOILERS) una mujer sheriff se convierte en la mamá heroína, un nabo inexperto salva a la mina que le gusta (con beso incluido, escape a último momento con explosión y toda la boludez) (FIN DE SPOILERS). Por unos minutos, Aja no parece estar tomándose esto tan en joda como los desquiciados momentos anteriores (“¡Se comieron mi pene!”): es como si después de habernos servido salmón nos trajeran para el postre un poco de dulce de batata con queso cuartirolo (¿??) y nos dijeran que es lo único que quedaba. Todos los que estaban de partuza terminan mal: ¿Y que tal, señor Aja, si las pirañas devoraban a uno de los infumables pendejos? ¿Una mordidita al menos? Mmm, y eso que en la película original sí había víctimas infantiles. ¿Dónde quedó la canchereada? Por lo menos, justo antes de los créditos, hay un firulete más (que no sorprende tanto, ojo) y música al palo, para abrir la puerta a una segunda parte pero, sobre todo, para dejar en claro que nada importa demasiado. Ya en la sobremesa, medio mareaditos por la cerveza, nos aflojamos el cinturón y charlamos del uso tontolón del 3D (el único que vale la pena. Que se metan Pandora en el cul… perdón, es el alcohol hablando que nos pone barderitos) en el que todo vuela hacia el espectador. Con un palillo nos sacamos de entre los dientes el divertidísimo cameo de Eli Roth (director de HOSTEL), un eructito nos hace repetir la delirante (sobre)actuación de un inimputable Christopher Loyd y con un café bajamos el estúpidamente heroico sacrificio del personaje de Ving Rhames. El sabor en la boca es bueno, pero nada del otro mundo. De todos modos, estamos satisfechos. Comimos como animales.
Un lamentable show del mal gusto Los productores y el director de "Piraña 3D" -Alexandre Aja- se burlan de las lapidarias críticas que recibe su película y celebran el entusiasmo del público. Destaquemos entonces, para regocijo del señor Aja y compañía- que si usted es fanático de las mutilaciones en directo, los vómitos en tercera dimensión, el dolor y, por qué no agregarlo, las chicas lindas desnudas, "Piraña 3D" es el filme que estaba esperando. No es una película divertida, ni original, ni siquiera técnicamente bien hecha (elementos que podrían jugar a su favor). "Piraña 3D" no es más que la banalización de la crueldad a gran escala. Pero hay un tema infinitamente más importante que vale la pena tratar. ¿De cuántas buenas películas nos vemos privados los tucumanos al año? ¿Cuántas cinematografías nos son vedadas por falta de salas? ¿Y qué hay de la cuota de pantalla del cine nacional? Se entiende la proliferación de copias cuando de tanques de Hollywood se trata, pero ¿no hay algo mejor para programar que esta auténtica basura?
Un balneario en plena temporada es atacado por bichos que se comen a la gente y la autoridad no consigue cerrarlo hasta que... No es el guión de “Tiburón”, que allá por 1975 propuso un nuevo cine de terror, sin monstruos imaginarios ni alienígenas. Es el de un filme donde la indolencia y el exhibicionismo adolescente son las presas de estos peces voraces con 2,5 millones de años de hambre que invaden un lago sembrándolo de muerte. Una historia que de original nada tiene pero que con truculencia, mucha sangre y tecnología 3D consigue sus objetivos: asustar, asquear y homenajear. ¿Cómo? El pescador del principio y primera víctima de las pirañas es Richard Dreyfuss, el oceanógrafo del trío que va en busca del famoso escualo de Spielberg. (“Memoria”, dijo Chiche).
Piraña 3D no es sólo una película de terror, es antes que nada una parodia del género y particularmente de Tiburón, la gran obra de Steven Spielberg que supuso un quiebre en la historia del cine. No es casualidad entonces que sea Richard Dreyfuss, protagonista de la otra, quien fatalmente descubra a estos peces asesinos. La tranquila ciudad de Lago Victoria se ve convulsionada en la época del spring break (descanso de primavera) cuando la población se multiplica por 10 y se convierte en un lugar exclusivamente para jóvenes excitados y borrachos. Para el desarrollo de la trama esto ocurre por dos motivos, en primer lugar para no incluir escenas de sexo innecesarias y así mostrar algo de piel, como suele ocurrir en estas películas, porque básicamente desnudos hay por todos lados, y en segundo lugar para que la masacre de las pirañas no se limite a unos pocos y la carnicería incluya a miles. A partir de Grindhouse se ha logrado imponer esta recuperación del cine clase B con un estudio y buen presupuesto detrás, convocando a algunas estrellas que sin duda vivieron épocas mejores. Elisabeth Shue, Jerry O’Connell, Ving Rhames y Christopher Lloyd forman parte de un elenco que se embarca en un proyecto que ofrece lo que promete. Cuerpos de adolescentes calientes y mucha sangre es básicamente la propuesta de Alexandre Aja, alejándose de sus películas anteriores que buscaron mantenerse en los parámetros del género. Sin embargo esta película no es comparable con lo realizado por Tarantino o Robert Rodríguez, ya que estos partieron de un estilo en desuso para construir sus proyectos y no al revés. Gracias a que otros allanaron el camino, Piraña puede partir de un planteo simple que aprovecha que no está mal visto el uso de pobrísimos efectos especiales o de mutilaciones varias si no hay mayores pretensiones. Funciona así como entretenimiento que no se toma en serio y que exige al espectador que haga lo mismo, porque al aplicar un ojo crítico se la puede encontrar pésima. Cabe la pregunta por el uso del 3D, herramienta que tuvo su explosión en el 2010 acompañando en forma exagerada a una gran cantidad de títulos. Se dio por un lado el uso meramente comercial, con aportes absolutamente nulos, y por otro la utilización justificada del recurso como en Avatar o, más cercana a esta, Jackass 3D. A diferencia de lo ocurrido en el país de origen, en Argentina Piraña tuvo su estreno mucho tiempo después que la de los chicos de Johnny Knoxville, que fueron capaces de sacar gran provecho al 3D generando algunas secuencias geniales. Así el pene flotante que dos de los hambrientos peces se disputan o el vomito directo al espectador divierten, pero al mismo tiempo dejan la sensación de que se podría haber logrado un poco más. Fuera de esto Piraña 3D entretiene e invita al público a sumarse a la diversión, algo que se logra con anteojos puestos y prejuicios de lado.
Terror y humor de la vieja escuela Recuerdo los films setentosos sobre catástrofes en el aire (la saga Aeropuerto) y en el mar (Piraña y Tiburón) con mucho cariño. Era pequeño y veía estos films (que eran prohibidos para la edad que yo tenía) de contrabando en un cine en Lugano (que ya no existe y lo extraño tanto!) y en el que recuerdo haber visto estas joyas del suspenso, para la época. No, no eran "El origen (Inception)", ni mucho menos. Para nada. Su objetivo era asustarnos, hacernos pasar un buen momento y en ese tiempo y lugar eran films transgresores. Potentes, intensos, originales. Por ejemplo, a "Tiburón", lo hizo Spielberg, a las dos primeras "Pirañas", Joe Dante y James Cameron... Hay que medirlas en ese contexto. Hoy, su argumento quizás luzca desactualizado (Cuánto dura un tiburón una vez detectado en nuestros días?) pero su entramado era interesante y no sólo fueron éxitos de taquilla sino incluso se transformaron en films de culto. Bueno, algo del viejo estilo de esos maestros está presente en "Piraña 3D". Sólo que hay que tomar este trabajo de Alexander Aja como homenaje y no pedirle que sea más que eso. Por los viejos buenos tiempos... Si, está bien. Esta versión de "Piraña" está en 3D y eso le da un atractivo extra. Tiene una fotografía muy bien trabajada y busca explotar las posibilidades de su nuevo entorno. Es más que aceptable y se aplica a un film que necesita de toda la ayuda para ser atractivo en nuestros días... La historia es similar a la primera parte de la saga setentosa. Hay una fiesta en un lago (Victoria), donde miles de adolescentes se reunen a pasarla bien. Es verano y todo es desenfreno y diversión en la zona. La ley en el lugar está representada por la sheriff Julie (Elizabeth Shue), quien parece separada (la historia mucho no lo explica) y tiene tres hijos, uno adolescente, Jake (Steven McQueen, hijo!), inquieto y desobediente. Cierto día, llegan informes de que en el lago (en un sector más alejado), hay un pescador desaparecido (cameo de Richard Dreyfuss) y es necesario barrer la zona para dar con él. Julie y su compañero Fallon (Ving Rhames) llegan al lugar y encuentran el cuerpo... Devorado por algún tipo de animal salvaje. De allí en más, Julie tratará de descubrir lo que sucede mientras su hijo transgrede la orden materna de quedarse en su casa y parte a divertirse a bordo de un yate. Cuando la trama avance, entenderán el origen de estas pirañas que infectan el lago, la razón por la cual llegaron hasta allí y tendrán que enfrentar situaciones de gran caos para proteger a los visitantes de ataque de semejantes criaturas. En ese sentido, "Piraña 3D" se comporta como un clásico film de terror. Aunque, para agregarle color, Aja decidió poner más cuerpos femeninos en exhibición y explotar la veta del humor negro en varias secuencias con resultado dispar. Buscando generar un costado más erótico que sume al producto en la trama se mezcla un grupo de cineastas (encabezado por Jerry O'Connell) quienes aparecen en el lago Victoria buscando hacer tomas para una película porno, por lo cual se producirán algunas situaciones divertidas que funcionarán como elementos que descompriman lo sangriento de algunos tramos. Insisto, bien setentoso. El film hubiese encuadrado con la saga de Grindhouse de Tarantino y Rodríguez a la perfección... "Piraña 3D" es uno de esos films menores al que uno elige ver, porque le gusta el género y prima el deseo de entretenerse. Si partimos de esa premisa, la de entender que esto no es "The black swan", vamos bien. Hay secuencias de acción muy bien logradas, actuaciones sin relieve pero con humor, una simpática banda de sonida y una duración exacta (lejos, lo mejor del film!). Si no te gusta este tipo de películas, ni se te ocurra ir. Pero si el género es lo tuyo, quizás sea un film que no deberías dejar pasar. Correcto homenaje al espíritu que consagraba este estilo de cine, "Piraña 3D" es un sangriento viaje a un pasado donde los films eran directos y los grandes directores de nuestro tiempo hacían sus primeras armas...
En las inmediaciones del Lago Victoria, un área de excavación de restos de la era mesozoica se encuentra abandonado y fuera de la consideración de sus vecinos, hasta que un sismo libera cientos de pirañas prehistóricos famélicas de carne. Poco importa si es humana o no. Distintos grupos de personas (estudiantes celebrando el Spring break, un grupo de documentaristas, dos niños abandonados por su hermano mayor y un equipo televisivo de programas eróticos) deberán evitar ser comidos mientras la sheriff del pueblo y un neurótico científico –interpretado por Christopher Lloyd- intentan descubrir el modo de acabar con las pirañas. Dirigida por Alexander Ajá, el mismo de la muy buena pieza de terror francés “Alta tensión” y de las remakes de “Despertar del diablo” y “Espejos siniestros”, el realizador resignó creatividad y su capacidad para crear climas opresivos y tensos con tal de subirse al tren de las tres dimensiones. Homogeneidad de planos, tomas subacuáticas que no difieren mucho unas de otras, personajes cuya única habilidad es correr directo hacia el centro del peligro y pirañas mutantes computarizadas al extremo hacen de este filme una pieza fácilmente olvidable.
"Baño de sangre" Pasaron varios años del estreno de la violenta y salvaje “Alta Tensión“, film de terror francés que iniciaba una de las mejores rachas del género y le daba la bienvenida al joven realizador Alexandre Aja. En el año 2006, cuando Aja nos entregó la chocante y sangrienta remake de “Las Colinas tienen Ojos“, no fuimos los únicos que nos quedamos con la piel de gallina ya que hasta el mismísimo Wes Craven, maestro del terror contemporáneo, sintió como por su espalda corría un sudor frío que le advertía que ya nada era igual. Habíamos dejado que un verdadero monstruo caminara entre nosotros. Alan Jones (historiador del cine de género), ese mismo año, utilizó por primera vez el termino “Splat Pack” para hacer referencia al grupo de directores que cambió el modo de ver y disfrutar el cine de terror gracias a sus trabajos. Dentro de ese grupo, obviamente, Aja es una pieza clave, pese a tener a su lado nombres de la talla de Eli Roth, Neil Marshall, Rob Zombie, James Wan, Darren Lynn Boussman y Greg Mclean. “Piraña 3-D” es la hermana no reconocida del clásico de Joe Dante que se estrenó allá por 1978 y que ni por asomo aspiraba a convertirse en una peli de culto. El paso del tiempo hizo estragos con el segundo trabajo del realizador de “Gremlins” y cuesta entender si se trata de una peli de culto, o es una producción mala que trascendió gracias al éxito que tuvieron otros proyectos del director, como ser “Aullidos“. Inclinado claramente a hacer una versión plagada de humor negro, violencia extrema y sexo, Aja consiguió con “Piraña 3-D” una verdadera bomba molotov que se estrella contra la pantalla grande y no deja nada más que cenizas para la posterioridad. “Piraña 3-D” casi no presenta historia; la fiesta que junta adolescentes con ganas de sexo y alcohol en el lago victoria se desarrolla en justo en el momento en que unas pirañas pre-históricas salen a la superficie y hacen de las suyas. Por su parte, nuestro “protagonista” (Steve McQueen) se embarca a bordo de un yate como “asistente de dirección” de un realizador de cine porno. Aja no solo se dio el gusto de ridiculizar a la mayoría de los personajes humanos que aparecen en la película sino que también nos ofrece unas pirañas tan violentas como caricaturescas que amputan y devoran todo lo que se les cruza en el camino; piernas, brazos, cabezas, dedos, cuerpos casi enteros e incluso órganos sexuales. Cuando las pirañas salen a atacar todas juntas (y lo hacen solo una vez) el resultado, es un verdadero acto de violencia extrema que se nutre completamente del absurdo para sacarle muchas sonrisas al espectador. Esos 30 minutos finales de carnicería sin pelos en la lengua, además de ser los encargados de justificar el visionado de toda la película, son únicos e irrepetibles dentro del cine de los últimos años. Completamente única, tanto por los limites a los que llega, como por los objetivos que persigue, “Piraña 3-D” logra generar un extraño resultado en el espectador. Similar al de presenciar una tragedia y disfrutar de la misma.