EL FIN ¿SOLOS? Comedia francesa de un matrimonio burgués, que intenta lidiar con la construcción de la etapa jubilatoria, con todo lo que eso implica. El deseo desesperado de partir se ve atravesado por infinidad de conflictos intrafamiliares que hacen posponer la partida. La complejidad de esta comedia reside en las preguntas que despliega este director, ¿Que será mejor en el retiro? Marilou (Michèle Laroque) y Philippe (Thierry Lhermitte) hacen lo imposible por emprender un retiro a Portugal después de la jubilación, pero los planes se complican, con las demandas familiares. Fabrice Bracq es director, guionista y editor. Con esta historia liviana y a la vez, profunda, relata los avatares de una pareja que emprende un viaje, para disfrutar de la soledad, en tierras lejanas. Pero ¿cómo hacerlo? Ese es el conflicto nuclear. Una serie de situaciones desopilantes generan dudas y temores con respecto a partir. El guion es aceptable, quizás un tanto redundante. La escenografía es precaria, porque la importancia la tienen los personajes y los diálogos. Generalmente espacios internos. La casa de los protagonistas cobra valor simbólico porque la decoración remite a los años 80 y deciden venderla para poder alejarse de Francia. El foco está puesto en la interacción de los protagonistas con sus familiares y amigos, a través de los diálogos y los malentendidos que atraviesan las relaciones humanas. El humor negro es preponderante en este film, los juegos de palabras y la ironía. Se tratan tópicos trascendentales como la vejez y la muerte desde la sátira. Abundan los primerísimos planos, detalles de la boca, los ojos y de los rostros promoviendo el efecto cómico. Los planos subjetivos acrecientan las emociones. "Recomiendo darle una posibilidad a esta comedia, no solo para divertirse, sino para cuestionarse aspectos importantes de los vínculos humanos, fundamentalmente en la vejez. ¿Es el retiro uno de los mejores momentos de la vida?" Calificación: 7/10 Dirección: Fabrice Bracq Guion: Fabrice Bracq (Guion original: Guillaume Clicquot de Mentque) Música: Adrien Bekerman Fotografía: Philippe Brelot Productora: Les Films Manuel Munz Título original: Joyeuse retraite! Duración: 97 min. Año: 2019 País: Francia Elenco: Thierry Lhermitte, Michèle Laroque.
Nada es lo que parece Muchas veces aquello que se desea no es finalmente lo que se consigue y a los protagonistas de ¡Por fin solos! (Joyeuse Retraite!, 2019), comedia francesa suceso en su país de origen, les pasa un poco eso, cuando encuentran el oro al final del arco iris, el mismo se desvanece rápidamente y su brillantez se opaca. El título original, feliz jubilación, apunta sólo a una parte del retiro que Marilou y Phillippe (Michèle Laroque y Thierry Lhermitte) se proponen a los pocos minutos de iniciada esta comedia de enredos y equívocos, la que, dirigida y guionada por Fabrice Bracq (Papa Dans Maman, Le monde du petit monde), un realizador que hace del cotidiano un universo particular para crear narraciones dinámicas y entretenidas, tiene puntos en común con varias películas que disparan sus historias a partir de la jubilación de sus protagonistas. En el comienzo Fabrice Bracq nos presenta a los dos personajes centrales, los describe detalladamente, en su mundo de clase alta, con problemas de ricos, y enfatiza en cómo este matrimonio ansía profundamente dejar todo y lanzarse a Portugal a descansar. Pero siempre que hay algo tan deseado, obviamente, esto es cine, del otro lado tiene que haber un gran obstáculo o problema, aquí encarnado por su familia, tanto por su descendencia, como también por su precedencia, que viven agobiándolos con tareas, con pedidos, con reclamos, con cosas que no desean más hacer y que atestan sus agendas. Entre mentiras y ocultamientos, el guion, hábilmente, hace cómplice al espectador, quien será el único que sabrá los pasos a seguir de la dupla complejizando cada vez más la acción a partir de la incorporación de los personajes secundarios y satélites: Un hijo conductor de televisión con algunos secretos, una hija con familia y niños pequeños que necesitan del matrimonio para seguir adelante con su vida, y la madre de Phillippe, una octogenaria en pleno uso y condición de sus facultades, pero que de buenas a primera sufre una recaída y termina por deshacer los planes del matrimonio. Todos estos personajes, cada uno con sus particularidades, deslizan ideas en ¡Por fin solos!, sin subrayados sobre la vida actual, lo efímero de los vínculos filiales y amistosos, la mentira en las redes sociales, el paro en Francia, entre otras. Si bien hay algunos conceptos lamentables, como “toda la gente que trabaja en televisión es gay”, que dice al pasar Marilou sobre su hijo, la frescura del relato, la lograda puesta en escena, la utilización del exterior como campo de batalla, potencian la esencia de la película, que necesita complicidad con los espectadores para jugar e imaginar el futuro de cada uno, ya sea en Portugal, Francia, o Buenos Aires, con o sin familia, pero con la convicción de exigir lo mejor para los últimos días.
Otra comedia de enredos menores con un matrimonio de jubilados franceses con mucha, mucha plata. El molde de ¡Por fin solos! resulta conocido porque ha sido usado varias veces antes, casi siempre mejor. Nada malo con una película limitada a replicar fórmulas gastadas. El problema es cuando esa replicación se hace a desgano y de modo automático, apelando a chistes que parecen sacados de un programa de la televisión argentina de los años ’90. Basada en un libro de Guillaume Clicquot,¡Por fin solos! tiene como protagonistas a Philippe (Thierry Lhermitte) y Marilou (Michèle Laroque) y arranca en los últimos días laborales de la mujer. Luego, piensan, vendrá la jubilación y un merecido retiro panza arriba bajo el sol de Portugal, un plan que empezará a peligrar cuando sus hijos –uno de los cuales anuncia su paternidad el mismo día que ellos pensaban anunciar su viaje– quieran usarlos para cuidar a los nietos. Pero a Philippe y Marilou el plan no les satisface demasiado y, por lo tanto, harán lo imposible para liberarse de la familia. El director Fabrice Bracq no tiene mucha imaginación para pensar de qué manera podrían hacerlo y se limita a acumular, con poca eficacia humorística, situaciones que filma con las formas más perezosas de la comedia televisiva. ¡Por fin solos!, entonces, ofrece poco más que humor gastado, de salón y reiterativo (hay cuatro chistes sobre un aparato que llama automáticamente a los médicos ante una emergencia), una casa de lujo para deleitar a la cámara y un matrimonio en lucha por lo que ellos piensan que es la libertad.
Muchos adultos esperan con ansias el momento de la jubilación. Pero para Marilou (Michèle Laroque) y Philippe (Thierry Lhermitte) la expectativa es aún mayor porque una vez retirados de sus empleos, dejarán su amada Francia para instalarse en Portugal. Sin embargo, lo que sonaba como un plan dentro de todo sencillo, se ve acomplejado por una catarata de situaciones familiares que parecen no tener fin. La separación de su hija, el cuidado de sus nietos, la reforma de la casa y una madre a la que le quedan pocos meses de vida, son algunos de los obstáculos que la pareja de flamantes jubilados deberá sortear. Bajo la dirección de Fabrice Bracq, “Por fin solos” (“Joyeuse retraite!”) se desarrolla de forma entretenida. Aunque no son tantos los momentos desopilantes, la comedia francesa mantiene el tono divertido en cada una de las escenas, logrando que inevitablemente se nos escapen algunas risas. El elenco, que se completa con Nicole Ferroni, Judith Magre, Gérémy Crédeville y Omar Mebrouk, presenta interpretaciones que resultan más que efectivas a la hora de contar la historia. No obstante, vale destacar las actuaciones de los protagonistas Michèle Laroque y Thierry Lhermitte, quienes consiguen que la trama parezca 100% real. --->https://www.youtube.com/watch?v=YBUdFSdcevo ---> TITULO ORIGINAL: Joyeuse retraite! ACTORES: Michèle Laroque, Thierry Lhermitte, Judith Magre. GENERO: Comedia . DIRECCION: Fabrice Bracq. ORIGEN: Francia. DURACION: 97 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 13 de Febrero de 2020 FORMATOS: 2D.
La edad jubilatoria ha despertado el interés temático de películas que reflexionan sobre una etapa de cambios futuros. En ésta comedia francesa, el realizador Fabrice Bracq habla sobre la oportunidad que depara ese espacio de “libertad” que se goza al dejar de trabajar, y cómo influye el entorno familiar en la decisiones que se desean tomar con respecto a los deseos individuales. Marilou (Michèle Laroque) y Philippe (Thierry Lhermitte) son un clásico matrimonio burgués, que viven en una bella casona de estilo y que están a punto de jubilarse y de realizar el sueño que comparten: irse a vivir a Portugal. Ambos sienten que deben aprovechar esa libertad al llegar a cierta edad y después de años de trabajo sostenido. Cuando en una reunión familiar, convocan a sus hijos y nietos para darles la noticia que están planeando; uno de ellos les gana de mano, confesando que espera un hijo. El nuevo plan de transformarlos en futuros “cuidadores de nietos”, los llevarán a hacer lo imposible para evitarlo. La historia, protagonizada por dos grandes actores del cine francés, se desarrolla como una típica comedia de enredos con distintas situaciones que van acumulando malos entendidos, secretos, complicidades y cierto manejo del absurdo. También tiene una alta dosis de arrogancia y cinismo de parte de Marilou y Philippe dada su condición de clase y desapego a la simbiosis familiar, más habitual en la comunidad latina. Basada en la obra de Guillaume Clicquot, Frabrice Bracq autor de películas sobre temática familiar (A Whole World For A Little World -2017; Dad in Mum -2014); vuelve a metenerse de lleno con las relaciones vinculares contrastando a las distintas generaciones que forman parte de la familia; y cómo se han modificado, o no tanto, ciertos roles y mandatos sociales: ser hija/o-profesional- esposa/o- madre/padre- abuela/o, como si ninguno de esos eslabones podría saltearse o no cumplirse como se espera. Uno de los problemas de la película, es el uso reiterado de ciertos chistes y del sarcasmo como remate (algo muy típico en las comedias francesas), cayendo en ciertos clishes a la hora de resolver las escenas cómicas. Si bien el ritmo se sostiene de forma dinámica, hay cierto descuido en las transiciones de los cortes. Por fin solos! es una propuesta entretenida, y no hay que pedirle mucho más que eso. Ofrece buenas interpretaciones, una linda ambientación, y aborda una temática de la que todos en nuestro seno familiar, de alguna u otra manera, podemos sentirnos reflejados. ¡POR FIN SOLOS! Joyeuse retraite! Francia, 2019. Dirección: Fabrice Bracq. Guion: Fabrice Bracq. Intérpretes: Thierry Lhermitte, Michèle Laroque, Judith Magre, Alain Doutey, Arielle Sémenoff, Constance Labbé, Gérémy Crédeville, Loup-Denis Elion, Nicole Ferroni, Amélie Etasse, Michel Cymès, Isaline Ponroy, Omar Mebrouk, Nicolas Martinez. Montaje: Fabrice Bracq, Sarah Perrain. Fotografía: Philippe Brelot. Música: Adrien Bekerman. Duración: 97 minutos.
La película francesa de Fabrice Bracqaborda el tema del paso del tiempo y los vínculos familiares alterados a partir de la llegada de la tan esperada jubilación de Marilou y Philippe, un matrimonio que planifica su propio sueño: vivir bajo el sol de Portugal. Sin embargo, no todo es tan perfecto como parece. Este es el punto de partida del filme que sigue los pasos de la odontóloga -Michel Laroque- que lidia con sus pacientes, y de su marido -Thierry Lhermitte-, y que juega con el tema de la edad y el escaso tiempo dedicado a los nietos. La familia tiene peso en la historia y alta demanda sobre los protagonistas en un defile de hijos, romances cruzados, una abuela a la que creen le queda poco tiempo de vida y un collar para emergencias médicas que, en alguna escenas, es lo más simpático de la propuesta. El relato está contado con solvencia pero sin gracia y avanza entre diálogos acertados y la pareja central que está en su etapa crepuscular y con ganas de iniciar una nueva vida con tiempo libre y lejos de todos. Pero no es posible, porque cada personaje acarrea sus propios conflictos. Con gags desparejos y una mirada inclusiva sobre este clan particular en el que todos necesitan de todos, la historia se acerca a varios falsos finales y se extende más de lo debido en situaciones que pierden efectividad. Tanto Laroque como Lhermitte llevan con comodidad el peso del relato que también incluye la venta de la casa para poder afrontar los gastos en el exterior, un accidente y demuestra que, a veces, un puñado de familiares resulta ser una multitud.
El cine francés popular produce estas comedias exitosas, como expertos del genero, que muchas veces se trasforman o fueron obras teatrales con igual suceso. Aquí la mirada inteligente esta en los roles que los hijos le imponen a sus progenitores, obligándolos a cuidar de sus nietos y a disponer de sus vidas a su antojo. Especialmente cuando la tercera edad encuentra a los protagonista joviales y dueños de sus sueños; vivir bajo el sol de Portugal. A partir de esa decisión y de la mirada irónica sobre los lazos familiares y los hijos que criaron se desliza agradablemente esta comedia con ritmo, sonrisas y bien logradas confusiones. Por supuesto que se cuelan también algunos comentarios patriarcales fuera de tono con respecto a la elección gay de su hijo, al que terminan aceptando. Y si bien todo el tema es tratado con sinceros conceptos luego prima la mirada de que la familia unida al fin no es tan mala. Obviedad tomada tradicional que tranquiliza conciencias. Con actores muy capaces como Thierry Lhermitte, Michèle Laroque que encabezan un elenco redondo, se llega a este entretenimiento agradable. Dirigida por Fabrice Bracq que adapto el guión original de otro experto como Guillaume de Mentque (“Bebe a cualquier precio”).
El título de “¡POR FIN, SOLOS!”, con el que se conocerá esta comedia francesa en nuestra cartelera, puede sonar engañoso porque en realidad su título original es “Joyeuse retraite” que podríamos traducir como “Feliz Jubilación!”. Por lo tanto la necesidad de estar solos de la pareja protagónica a la que refiere el título no habla de una luna de miel para unos recién casados, sino de una pareja de sesentones que quiere construir un proyecto en común frente a la jubilación, lejos de la invasiva familia. Así es como Marilou y Phillipe sueñan jubilarse lo más pronto posible, vender su casa y mudarse a Portugal para disfrutar de su nueva vida y sus nuevos proyectos, lejos de las presiones de sus hijos, el cuidado de sus nietos y la invasión familiar donde también interviene una suegra muy pegada a su hijo varón y una pareja de amigos que parece tener siempre u consejo a mano para evitar que los hijos les terminen “manejando la vida”. Obviamente que el proyecto es una idea deliciosa, pero allí estarán presentes todos los problemas y los enredos familiares para impedir que ese sueño idílico de una tercera edad cerca de la costa portuguesa sea tan fácilmente alcanzable -más allá de que a medida que transcurre la historia, iremos descubriendo que los dos miembros de la pareja, inclusive, tienen sus propias contradicciones frente a este nuevo estilo de vida-. El tono con el que el Fabrice Bracq concibe su nueva película, tiene todos los condimentos de la comedia clásica francesa y sin moverse de los esquemas y los arquetipos, nos presenta a un matrimonio de clase muy acomodada, con sus hijos y nietos, y va, poco a poco, desarrollando los vínculos entre cada uno de ellos. Aparece de esta forma la hija, que se encuentra desbordada tanto en el plano laboral como atravesando una profunda crisis de pareja y pedirá auxilio a sus padres para que los “felices” abuelos traten de cuidar y hacerse cargo de los temas de su nieto, además de tener que albergar a su propio yerno frente a las crisis y las desavenencias conyugales. Por otro lado, su hijo, una estrella de la televisión como presentador, en medio de los anuncios de los planes jubilatorios de sus padres, se precipita en medio de una reunión y anuncia que será papá y que se agrandará la familia y Marilou tendrá que lidiar con esa nuera con la que no se lleva para nada bien y con quien aparecerán rápidamente los chispazos. El tono de enredos familiares obedece más a una comedia previsible, de tintes televisivos que a un producto cinematográfico y ante estas cuestiones siempre nos preguntamos sobre el azar de la distribución en nuestro país donde esperamos meses (y muchas veces sin suerte) para que se estrenen en pantalla grande títulos que han triunfado por diversos festivales alrededor del mundo y en cambio, aparecen en cartelera este tipo de comedias que parece más un producto del streaming para ver un domingo a la tarde en casa. Sin embargo, “POR FIN, SOLOS!” se ha convertido en un verdadero éxito de taquilla en Francia y seguramente obedece a que apunta a un público que todavía suele ir al cine y muchas veces no encuentra en la pantalla grande, productos pasatistas que respondan a un temática propia de ese público que pasa holgadamente los 50. Ante la falta de ideas novedosas o de una propuesta creativa, la receta se compensa con dos comediantes de gran trayectoria que saben articular perfectamente los mecanismos de una comedia liviana. Michèle Laroque es Marilou, a quien conocemos por haber participado de filmes como “El placard” “Ma vie en Rose” pero que seguramente el público recuerda por una comedia con un tono casi calcado a este filme, “Por fin viuda!”, en donde desarrolla un personaje –salvando las circunstancias- sumamente similar. Como Philippe aparece Thierry Lhermite, el inolvidable protagonista de “La cena de los tontos” “Nuestras mujeres” “La maté porque era mía” de Patrice Laconte, pero fundamentalmente por su personaje en un super éxito del cine francés de los ’80 como fue “Los repodridos” de Claude Zidi. Aun con gags sumamente previsibles, enredos completamente increíbles y personajes estereotipados y subrayadamente sobreactuados, el charme con el que se mueven dentro de una comedia ligera hace que se les perdonen muchas de las imperfecciones que presenta un guion sin demasiado vuelo. Inclusive, dentro del tono familiar y de humor blanco que recorre casi la totalidad del filme, ensayan dos o tres gags “subidos de tono” que intentan modernizar la propuesta, pero que, por el contrario, desentonan totalmente dentro de una estructura tan tradicional como la de “POR FIN, SOLOS!”. Dentro del elenco, una gloria del cine francés como Judith Magre, sabe perfectamente como seducir a la platea en ese rol de suegra pícara, cómplice y que tiene la sabiduría de los años bien vividos, y hace aparecer una sonrisa en cada una de las escenas que aparece con una jovialidad envidiable a sus 93 primaveras. Habrá todo eso que uno espera en este tipo de productos y si bien, no decepciona, tampoco logra actualizar esos pasos de comedia que se quedaron en el tiempo y que necesitan una nueva mirada y un aggiornamento que no pasa por incluir un chiste con juguetes sexuales completamente “descolgado” en el medio de la trama. Laroque y Lhermite hacen los suyo y ni el guion ni el director les exigirán más de la cuenta sino sencillamente pasar un rato agradable, simpático y convencional, no muy alejado de cualquier comedia pasatista de las que producen actualmente a granel, las compañías de streaming para matar el tiempo. POR QUE NO: «El tono de enredos familiares obedece más a una comedia previsible, de tintes televisivos que a un producto cinematográfico»
Marilou y Philippe forman un matrimonio de mediana edad que acaba de jubilarse de sus respectivos y -según ellos- monótonos trabajos y desean poder realizar un sueño que acarician desde hace mucho tiempo: vivir el resto de sus días bajo el sol de Portugal. Esta idea va tomando día a día más cuerpo aunque una serie de alocadas circunstancias aplazan una y otra vez ese fervoroso deseo. Una hija con problemas matrimoniales, un par de pequeños y traviesos nietos, un hijo músico que llega desde el extranjero hasta la casa del matrimonio con una imprevista revelación y la anciana madre de Philippe, quien siempre amenaza con jugar con su salud, son algunos inconvenientes que los probables viajeros deberán soportar muy estoicamente. Así, entre cotidianas y divertidas desventuras, la pareja tratará de solucionar todos los inconvenientes que se les cruzan en el camino, ya que Portugal, según ellos, los espera con los brazos abiertos. El director Fabrice Bracq logró con todo este caudal de elementos realizar una comedia que, muy al estilo francés, une las desventuras de su pareja protagónica con acertados toques de humor, lo que convierten al film en una divertida serie de equívocos de los que no faltan cierta calidez y un inesperado final. Michéle Laroque y Thierry Lhermitte supieron sacar buen partido de su retrato de ese matrimonio que sueña con huir de su larga rutina.
Es la típica comedia con acento francés. Exquisita, con algunos lugares comunes, chistes de salón y otros subiditos de tono, para no pasar por mojigatos. La pareja protagonista de esta película de Fabrice Bracq no tiene problemas de dinero. Están por jubilarse, tienen un muy buen pasar y planean dejar su hogar francés para pasar el resto de sus vidas en Portugal. Pero, porque sin un pero no habría comedia, Philippe (Thierry Lhermitte) y Marilou (Michèle Laroque) no contaban con que el mismo día que planean informar la novedad a sus hijos, uno de ellos les gane de mano y les cuente que está por tener familia. Y otra hija, que ya tiene dos niños, está por separarse del padre -por una relación clandestina- y quiere que los abuelos cuiden a los pequeños. Y, para más, parece que a la madre de Philippe (Judith Magre, vista en Elle) le quedan pocas semanas de vida, por lo que la internan en un geriátrico, pero ella está mejor que toda la parentela junta. Lo dicho, ¡Por fin solos! es una comedia exquisita, porque como el matrimonio tiene una vida a todo trapo, todo lo que se ve es lindo, los problemas no pasan de ser domésticos y la idea que prima en los 97 minutos que dura la película es pasarla bien, sin preocupación alguna. Lhermitte indudablemente maneja bien la comedia, y la pasaba de 10 cuando lo dirigía Francis Veber en filmes como La cena de los tontos. En síntesis, para pasarla bien un rato, no complicarse la vida, y a otra cosa.
Texto publicado en edición impresa.
“¡Por fin solos!” de Fabrice Bracq. Crítica. Escapar de las responsabilidades. Marilou y Philippe están a punto de jubilarse y de realizar su sueño: vivir bajo el sol de Portugal. Pero su familia tiene otros planes para ellos. Por Bruno Calabrese. ¿Se acaban las responsabilidades cuando uno se jubila? ¿Es real que que al dejar de trabajar puede cumplir los deseos postergados por las obligaciones laborales y familiares? A Marilou (Michéle Laroque) y a Philipe (Thierry Lhermitte) parece que esas preguntas esas dudas se están disipar. Ambos llegan a los 62 años de edad con las energías a pleno y la jubilación les dará la chance de cumplir sus deseos de vender todo e irse a vivir a Portugal. Pero lo que parece fácil no lo es tanto y cuando el sueño se está por cumplir, distintas circunstancias familiares harán que la situación se dilate y la desesperación de la pareja vaya en aumento. La película se nutre de una familia disfuncional para darle humor: un hijo periodista deportivo que oculta su homosexualidad, sobre todo en un universo masculino como el futbolístico . Su esposa, una decoradora que lastima a Marilou con comentarios hirientes. Su otra hija, una mujer hiperquinética, cuyo marido sumiso y algo descomprometido con las responsibilidades provocará en ella replantearse esa relación. La película no es pretenciosa y cumple lo que se propone: entretener y pasar el rato. De manera fresca y con una lograda púesta en escena. Lumínica, colorida; con algunos gags graciosos y situaciones absurdas, logra generar empatía con los personajes. Transmite cercanía con algunas circunstancias de la vida común, como donde ubicar a los hijos un día de huelga escolar cuando los padres tienen que ir a trabajar. Ahí es donde sobresale el desenfado y la gestualidad de Michéle Laroque en cada escena, una abuela que trata de huir de la responsabilidad de cuidar a sus nietos y hará lo posible para que eso no ocurra.
¡Por fin solos!: ¿Feliz retiro? ¿Acaso es el retiro uno de los objetivos en la vida? Muchas veces lo que tanto se desea, al conseguirlo ya no brinda la satisfacción imaginada. La comedia francesa Joyeuse Retraite! (2019), su título original, llega a los cines argentinos, luego de haber hecho estragos en su país de origen, retratando cuestiones importantes de las relaciones humanas, sobre todo en la 3ra edad. Basado en la novela de Guillaume Clicquot, el director y guionista Fabrice Bracq vuelve a la pantalla grande con esta historia liviana en apariencia, pero con algunos temas profundos que se dedica a, por lo menos, mencionar sin ahondar demasiado, sobre las aventuras de una pareja madura y adinerada que, a partir de su jubilación, emprenden un viaje para disfrutar a solas. Contingencias de todo tipo y momentos desopilantes terminan por disparar dudas y miedos, a partir de conflictos familiares. Nada nuevo, nada brillante, chistes fáciles y trillados. Marilou (Michèle Laroque) y Philippe (Thierry Lhermitte) se jubilan y quieren emprender un viaje a Portugal alejándose de todos, pero las demandas de su familia no se lo harán tan fácil. Uno de sus hijos será padre y los quiere de niñeros. Pero ellos harán lo imposible por librarse de todos a su alrededor y poder descansar como se merecen. Bracq presenta y describe detalladamente a los protagonistas y sus ansias de retirarse y dejar Francia. Luego comienzan los inconvenientes, entre mentiras donde sólo el espectador conocerá la verdad, y todo se vuelve más complicado con la aparición de los personajes secundarios: Un hijo conductor de televisión que oculta datos de su vida, una hija con niños pequeños que está desbordada, y la madre de Phillippe, una anciana que de repente deja de ser independiente y deshace los planes del matrimonio. Con un guion sin mucho valor narrativo, el contexto y la psiquis de los personajes es lo que importa. La enorme casa de los personajes principales es un protagonista más, que quieren dejar atrás y ser ellos 2, pero sus amigos y familiares no se permiten, convirtiéndose en una comedia de enredos más del montón. Triste porque supone una anomalía dentro de lo que nos tiene acostumbrados el cine francés, esas grandes comedias que dan placer ver y disfrutar. Desafortunadamente, nada permite al espectador apegarse a los personajes. Bromas xenófobas sobre los portugueses, o sobre los nervios, comentarios ridículos de una persona que resulta ser gay, entre otros. Todos estos personajes, con sus particularidades, mencionan ideas sobre los vínculos familiares y amistosos, la política (sino no sería una comedia francesa), las redes sociales, etc., sin llegar a crear una historia creíble ni empática. Sin mucha imaginación, sólo acumula chistes y situaciones desopilantes que no llegan a ningún lado. Prepondera el humor negro, tratando temas como la muerte y la vejez desde la ironía. El efecto del chiste es acrecentado por los primerísimos primeros planos, como quien debe explicar la broma. No se esperaba una obra maestra del séptimo arte, pero ¡Por fin solos! (2019) no es divertida ni deja un mensaje profundo, no se entiende bien qué buscaba transmitir, pero no lo logra.
No es raro que una comedia taquillera francesa llegue a las salas argentinas. Hay muchísimos ejemplos, desde las buenas a las pésimas, pasando por un enorme número de películas mediocres, como el caso de la película que aquí analizamos. En su país fue furor, acá pasará sin pena ni gloria y tal vez pronto tenga una remake en Estados Unidos, o quizás en varios países, como ya ha pasado anteriormente. Marilou y Philippe son una pareja de buen pasar económico a punto de jubilarse. Tiene un gran sueño para esta nueva etapa de su vida: vivir bajo el sol de Portugal. Pero su familia, lejos de apoyarlos, se aprovecha de la jubilación para convertirlos en sus empleados, las personas siempre disponibles para cualquier tarea. Todos los gags son obvios y conocidos. La catarata de lugares comunes es tan aburrida como conocida y salvo alguna sorpresa suelta por ahí, no vale la pena perder el tiempo con esta película.
Cuando un adulto alcanza la tercera edad y, por ende, la edad del retiro, no se puede negar el potencial para hacer de ello una comedia. Claro que se debe mantener cierta vigilancia ante la temática para que sea efectiva, fresca y, desde luego, respetuosa. Ejemplos chabacanos, efectivos y no tanto, los recibimos en su mayoría de la comedia americana. El que una comedia francesa (un género y un cine que siempre tuvieron un coto asegurado en nuestro país) quiera abarcar este tema garantizaba por lo menos una mirada distinta. Por Fin Solos consigue medianamente ese objetivo. Años no tan dorados Si hay que concederle algo a la película es la manera en que sostiene el conflicto en su primera mitad, donde la meta de la pareja protagonista (evitar ser niñeros de sus nietos a cualquier precio) predomina una gran parte de la narración: argucias tales como tener grandes momentos de tensión a partir de una llamada telefónica, fingir que ayudan a los necesitados, mentir sobre una incontinencia y padecer al padre de esos nietos cuando su hija lo echa de su casa. Por otro lado tiene una sucesión de gags recurrentes tales como la edad de los personajes, el deseo de irse a Portugal, lo políglota que es su hijo y, en particular, un alarma cardíaca que recibe como regalo el personaje de Michelle Laroque que la hacer tener visitas constantes (y accidentales) de los paramédicos. Todos detalles que, si bien condimentan la primera mitad, se vuelven un reiterativo salvavidas de la segunda, cuando se le acaban las situaciones cómicas y envían a la película de manera progresiva hacia ideas desactualizadas y metidas con calzador, tales como la homosexualidad de uno de los hijos revelada como un gran escándalo. Otra consecuencia es que ingresa en una predictibilidad, motivada más por la necesidad de mostrar la imagen de la familia feliz, que por una progresión narrativa. En materia visual Por Fin Solostambién es un 50/50, porque hay cuestiones efectistas que no dicen nada; tales como el uso de lentes de gran angular en primer plano para las escenas donde se ve trabajando al personaje de Laroque, sin otra utilidad más que poder ver en profundidad la fosa bucal de su paciente. Sin embargo, hay ciertos detalles de puesta en escena hechos con inteligencia, tales como la pareja protagonista y su agente inmobiliario cuando se encuentran en busca de duchas. Se produce un plano/contraplano interesante que tiene al agente limpio de obstrucciones, mientras que a la pareja la vemos a través de un vidrio con múltiples rayas como ilustrando la idea de que se encuentran atrapados detrás de aquello que quieren evitar. En materia actoral, Thierry Lhermittey Michele Laroque (actores que más de uno recordarán por integrar el elenco de El Placard, de Francis Veber) componen una dinámica pareja de casados retirados. Igualmente, no son pocas las veces que Laroque es quien gana ventaja sobre Lhermitte, en particular por ser su personaje el más determinado a buscar la soledad de la pareja.
"¡Por fin solos!": humor conservador Si la idea fuera tomar la parte por el todo, el reflejo de Francia que entrega este retrato familiar no podría ser más desalentador. La comedia francesa en su variante más popular siempre fue, y sigue siendo, uno de los géneros favoritos del espectador argentino: lo prueba el habitual estreno de no pocos exponentes en las salas locales. Es probable que haya tenido su auge en los ’70, cuando el cine francés se puso menos “nouvelle” y mucho menos “noir” que en décadas anteriores, de la mano de comediantes notables como Pierre Richard o Gérard Depardieu, y cineastas como el gran Francis Veber. Pero pasada la época dorada y sacando a las excepciones necesarias, el humor en el cine francés empezó a ponerse menos estimulante y más obvio, menos atrevido y hasta un poco reaccionario. En esa línea se encuentra ¡Por fin solos!, de Fabrice Bracq, que narra la historia de Marilou y Philippe, una pareja que ha pasado los 60 y que al jubilarse decide que llegó la hora de cambiar de vida, de dejar de preocuparse por los hijos ya grandes y dedicarse a disfrutar del soñado dolce far niente. Deseo cuya concreción, por supuesto, la película se encargará de entorpecer. Hay que reconocerle a ¡Por fin solos! la voluntad de atreverse a intentar hacer humor con temas incómodos, como jugar con el cruce de clases sociales desde la mirada pequeño burguesa, o hacer referencia a la precarización del primer mundo europeo a partir de su vínculo con los países del este o la inmigración. Todos ellos asuntos que ameritan por lo menos la precaución de ser consciente de las implicancias que tienen en la realidad. El problema es que el guion nunca consigue romper la tensión superficial del mero chiste, que es apenas uno de los muchos recursos con los que cuentan quienes se dedican a hacer humor. Y al quedarse en la superficie, la película tampoco les permite a sus personajes ir más allá para poner en cuestión sus propias motivaciones. Marilou y Philippe empiezan el relato siendo dos personas de buen pasar, conservadores y desconectados de la realidad, y llegan hasta el final dando un giro de 360° que los deja nuevamente encerrados en la caja de cristal de su propia clase y sin conciencia de ello. Se vuelve obvio entonces que el humor de la película es conservador y poco curioso porque así son sus protagonistas, una simbiosis que quizá hubiera sido conveniente romper. Pero ¡Por fin solos! no sabe cómo. Por el contrario, el relato se concentra en los caprichos de Marilou, condenada a no verse más que a sí misma, y en el carácter casi autista de Philippe, que parece incapaz de conectar con la realidad a menos que esta lo choque de frente, algo que casi no ocurre. Si se jugara el juego de tomar la parte por el todo, el reflejo de Francia que entrega este retrato familiar no podría ser más desalentador. Pero lo más incómodo es que la acción acaba manipulando a sus protagonistas para que crean que en realidad quieren volver a encerrarse en el mundo de las obligaciones que trataron de dejar atrás durante toda la película. Demasiado triste para ser comedia.
El mundo parece más amplio cuando Philippe (Thierry Lhermitte) y Marilou piensan en un espacio ilimitado, sin obligaciones, con un destino de sol permanente. Cercanos a la jubilación decidieron elegir como lugar de residencia un Portugal soleado y dejar de estar presionados por un universo con bocas eternamente abiertas (Marilou es dentista) o una multitud de inconvenientes urbanos (él es funcionario). Pero nada va a salir como ellos quieren. Porque la hija, que ya tenía organizada su vida, se separa y los niños pequeños van a necesitar el doble de cuidado y la cosa se completa con una madre tan dispuesta hasta ese momento y que ahora parece tener problemas con su salud (Judith Magre). Y así comienza una lucha desigual entre lo que los "jóvenes jubilados" soñaron y lo que se interpone, la misma familia. COMO CARICATURAS El filme de Fabrice Bracq toma una novela exitosa de Clicquot de Mentque, pero la desarrolla dando un tono caricaturesco a los personajes, sin levantar la puntería a lo largo del relato, con abundancia de lugares comunes y reiteraciones. La película se salva, sin embargo, por las muy buenas interpretaciones de la simpática Michele Laroque, popular actriz francesa y cotizada humorista, estupendamente acompañada por Thierry Lhermitte, el recordado Simon del filme "Nuestras mujeres", que aquí se convirtiera en un éxito teatral con Guillermo Francella, Arturo Puig y Jorge Marrale. En un pequeño papel, Judith Magre, con sus gloriosos 93 años, recordando un pasado cinematográfico increíble que la vinculó a la elite del dorado cine francés de directores como Christian Jacque, Guitry, Ren� Clair o Julien Duvivier. "¡Por fin solos!" permite reírse de problemas tan cercanos a todas las familias, con cierta superficialidad, que no impide la reflexión sobre la dificultad para resolver ciertos mandatos familiares cuando el deseo y la necesidad apremian.
LIBERTAD APARENTE La piedra celeste del collar con cargador USB titila nuevamente y el matrimonio se mira con desgana. En pocos minutos y como en las últimas cuatro veces que se activó la alarma por error, la casa se llena de médicos y enfermeros que revisan con excesivo empeño a una perfecta Marilou. El repetido chiste con idéntica puesta en escena deja al descubierto la superficial construcción narrativa de Por fin ¡solos!: una sumatoria de clichés y estereotipos anticuados que caricaturizan tanto la temática como a los personajes en lugar de aprovechar la clave cómica para abordarlos en profundidad. Es que el director asocia la jubilación con la vejez, la inutilidad, lo inservible, el tiempo libre sin sentido o la debilidad. La nuera deja en claro desde el principio que después de los 60 años ya no se pueden tener proyectos o aspiraciones personales más allá de prevenir ataques de salud o cuidar a los nietos, como si la vida se acabara de golpe y solo restara esperar a la muerte. De hecho, el sexo aparece como algo extraño (“seguro que en la cama no ocurre nada”, le comenta la joven esposa del hijo), como una actividad anclada en el pasado y olvidada. Mientras que la llegada de la madre de Philippe al geriátrico busca trazar otra capa más sobre el envejecimiento, las enfermedades, la soledad y los últimos deseos pero se desdibuja al ser tratada con bastante ligereza. Tampoco ayuda que Fabrice Bracq sitúe a los protagonistas en un nivel de vida tan acomodado ya que termina por crear un mundo de algodones desconectado con la realidad que refuerza la banalidad de los personajes. Así lo reflejan, por ejemplo, la fugaz visita al espacio de beneficencia o las frases pegajosas que usa el vendedor para demostrar que consigue los mejores precios y clientes. Por último, se percibe una clara distinción de comportamiento entre las mujeres y los hombres. Las primeras quieren imponer directa o sutilmente sus ideas o emociones, son malhumoradas, egoístas y vacías, mientras que los segundos se muestran sumisos, sin pensamientos propios hasta la llegada de un momento bisagra donde cambian sin más. Estos esquemas se replican durante todo el filme volviendo un poco más previsibles y monótonos los comportamientos y acciones de los personajes. A final de cuentas, la ansiada libertad de Philippe y Marilou para cumplir con su deseo de vivir en Portugal no es más que una pantalla, un copo de algodón de ese mundo ajeno y delicado que los atrapa para siempre en un continuum de engaños, tibiezas y estereotipos para quedarse en la superficie en lugar de animarse a explorar el mundo por fuera de una caja de cristal. Por Brenda Caletti @117Brenn
EXISTO YO, LUEGO EXISTO YO Llegará una edad para descansar luego de trabajar arduamente. Esta es la gran fantasía que inunda a los protagonistas de ¡Por fin solos! Se entabla así un film que explora las complicaciones para llegar a su gran objetivo, el descanso de las obligaciones. Esta comedia, que juega con los enredos familiares mediante las mentiras piadosas, se ancla en lo hiperbólico para generar el humor, pendiendo muchas veces, por esto, de un hilo muy fino. Marilou y Philippe esperan ansiosos mudarse a Portugal para concretar su retiro laboral. Con una edad avanzada, pero aun teniendo vitalidad y con hijos ya adultos, imaginan que ahora sí podrán descansar y pensar en ellos. Sin embargo, las demandas familiares empiezan a poner obstáculos en su planificación. El deseo es el motor que lleva a los protagonistas a mentir descaradamente con tal de conseguir su objetivo. El egoísmo es tal que no pueden mirar si les hacen daño a otras personas. Pero lejos de trabajarlo de forma dramática, la película explora lo disparatado y el humor negro. Mariou y Philippe son dos personajes un tanto detestables. Gente pudiente que no oculta bajo la falta modestia su rechazo por los inmigrantes y por las personas con pocos recursos. Son personajes hiperbólicos. Su individualismo es exagerado, al punto de no ver más allá de ellos mismos. El film se atreve así a señalar la hipocresía de una gran parte de la sociedad. En su rol como abuelos y padres las conversaciones no pasan filtros. No tienen ganas ya de andar lidiando con los problemas de otros y por eso acumulan mentiras para evadirse de las responsabilidades. El poco registro de los demás los lleva hasta especular con la muerte de un familiar y al mismo tiempo ni tomar en cuenta que serán nuevamente abuelos. El film no tiene problemas para llevar adelante ciertos diálogos políticamente incorrectos. Sus personajes son aberrantes, pero sabe dejarlos expuestos. Sí le cuesta, por momentos, medir el grado de exageración de la circunstancias. En este sentido, los protagonistas rozan la sobreactuación, al igual que otros personajes, mientras que la hija o la abuela llevan adelante solas algunas escenas muy interesantes. ¡Por fin solos! es un film con pocas aristas para destacar. Su mayor logro es lograr reírse del individualismo y confrontar con las miserias comunes, que quedan bajo la alfombra.
Se estrena una de las comedias más exitosas de Francia. ¡Por fin solos!, de Fabrice Bracq, narra las peripecias de una pareja que se jubila pero sus planes de retiro se ven constantemente empujados por sus familias. Philippe y Marilou son un matrimonio que decide jubilarse y tiene unos planes muy particulares: irse a vivir a Portugal. No obstante, su familia, que no está al tanto de esta idea, hace todo lo posible para aletargar este proyecto. Que los abuelos cuando se retiran y tienen mucho tiempo libre pasan a ser los principales niñeros de sus nietos; que cada vez que alguno necesite algo, ellos deberían estar porque, total, tienen tiempo libre. A esto se le suma enterarse que la mamá de Philippe, una mujer a la que se la ve espléndida a su edad y que parece mágicamente estar siempre al tanto de todo lo que sucede a su alrededor, sólo tendría unas pocas semanas de vida. Escrita y dirigida por Fabrice Bracq (basada en una novela de Guillaume Clicquot de Mentque), ¡Por fin solos! juega con la idea de cómo es vivir cuando por fin se puede disfrutar de aquello para lo que uno trabajó toda su vida, al menos para una aburguesada familia francesa. Ese momento con el que uno sueña y fantasea. Pero también, y el humor del film apuesta principalmente a esta parte, cómo se afronta la tercera edad y cómo es vista para quien aún está lejos de ella. Porque aunque a ambos protagonistas se los vea bien, joviales (son ni más ni menos que Michèle Laroque y Thierry Lhermitte), son el centro de todos los chistes referidos a la edad y a ser viejos. Lo más interesante del film podría radicar en los insólitos planes y excusas que sus protagonistas ponen para no tener que cuidar a sus nietos. Pero como si fuera poco, luego les cae la pareja de la hija cuando ésta lo abandona, un muchacho demasiado ingenuo al que les cuesta decir que no. No obstante, la comedia demasiado simplona sólo funciona en unas pocas ocasiones, generalmente cuando el humor es más negro. Alrededor de estos dos protagonistas se mueven otras historias, algunas más desarrolladas que otras: la hija agotada con su vida de esposa y madre que, además, mantiene un amorío con un hombre un poco mayor pero no es él la razón para dejar a su marido; el hijo que se la pasa viajando, trabaja en la tele y habla todos los idiomas; la nuera que en su intento de ser copada se la pasa hablándoles como si fueran dos ancianos; el yerno inocente y de buen corazón que queda perdido después de que su mujer lo abandona; y el personaje más rico, y al que se hubiese querido ver un poco más, la mencionada madre octogenaria que parece a su edad haber entendido todo.
Una pareja se jubila y, muy alegres, van a cumplir su sueño de vivir en un bello lugar de Portugal, pero le cae toda la familia. Más allá de que esta comedia burguesa francesa es, para nosotros, lo más parecido a la ciencia ficción surrealista, el asunto es cuadrado y su realización, igualmente cuadrangular. Los actores son muy buenos (¡Qué lejos está “Lhermitte” de “Los repodridos!”) y la amabilidad hace que todo fluya. Y nada más.