Buscando a papá ¿Quién @#*%$ es papá? (Father Figures, 2017) es una aburrida comedia que carga en sus actores principales la responsabilidad de sostener un argumento vacío de 113 minutos. Los gemelos Peter y Kyle Reynolds (Ed Helms y Owen Wilson) creían que su padre había muerto cuando ellos eran apenas niños. Ya adultos, cuando su madre Helen (Glenn Close) confiesa que esto es mentira, ambos hermanos comienzan un viaje en busca de este enigmático hombre. El chiste ya tan gastado de los hermanos exageradamente opuestos que resultan ser gemelos, es el débil esqueleto de la película entera. El hermano marcado por el fracaso y el resentimiento es el que mueve los hilos de esta historia y será acompañado por el hermano descontracturado y millonario. No mucho más. Una serie de personajes y conflictos se cruzarán en su camino. Algunos tienen cierta simpatía, pero en el resultado final, significaron una seguidilla de apariciones azarosas y carentes de naturaleza cómica, que además no suman demasiado a la evolución de la historia de fondo. Con el disparador planteado, la película va boyando sin llegar nunca a buen puerto. Como si la única motivación de crear este producto haya sido atraer el grupo objetivo seguidor de las dos reconocidas figuras principales. Sin carcajada, sin momento emotivo, ni reflexión aparente.
¿A quién carajos se le ocurre hacer esta película? ¿Quién @#*%$ es papá? (Father Figures) supone el debut de Lawrence Sher, director de fotografìa de la trilogía The Hangover, War Dogs y The Dictator, entre otras. Si bien la película falla en casi todos sus aspectos y no podemos adosarle el cien por ciento de la responsabilidad, más sabiendo que el director pocas veces tiene control sobre el producto final, sobre todo siendo un debutante, no parece ser una carrera que querramos seguir de cerca. Claro que nos gustaría equivocarnos. Kyle (Owen Wilson) y Peter (Ed Helms) son dos hermanos que se enteran, en el casamiento de su madre Helen Baxter (Glenn Close), que su padre no está muerto como ella les había dicho y deciden emprender un viaje para conocer a Terry Bradshaw, el ex jugador de fútbol americano que se interpreta a si mismo, primer “sospechoso” de Helen de haberla embarazado. La promiscuidad y las múltiples parejas de la mujer en los años 70 hacen que no esté segura sobre quién es realmente el padre de sus gemelos, y esta duda es lo que, a duras penas, lleva adelante la trama. Tras descubrir que no son hijos de Bradshaw atraviesan los Estados Unidos para conocer, y descartar, a varios candidatos, entre ellos Ronald Hunt (J.K. Simmons) y Kevin O’ Callaghan (Jack McGee), hasta dar con su identidad, mucho más cerca de lo que creían. Partiendo de la base que es una comedia de entretenimiento a la que no se le debe pedir mucho, ya falla en dos cuestiones básicas: no hace reír ni entretiene. Repite casi de manera lineal la fórmula de “fulano puede ser nuestro padre, vamos a buscarlo, no era pero tenemos otro candidato” que aburre. Nunca suma dificultades, obstáculos, problemas a resolver. Solo surgen algunos malos entendidos que son tan arbitrarios que no funcionan ni siquiera como gags. Si bien tiene un elenco de primera línea y Wilson por lo general no falla, están todos desperdiciados. Ni siquiera Christopher Walken, que tiene una pequeña participación, se ve cómodo. Da la sensación que no sabían cómo eran sus personajes, que no sabían qué tenían que hacer, que no entendían qué escena estaban grabando. Y, encima de todo esto, Ed Helms. ¿A quién se le ocurrió instalarlo como actor de comedia? A duras penas no desentona en The Hangover, es aburrido como documental de lombrices en Vacation ¿Por qué siguen insistiendo en darle papeles principales? Renuncie, montonero Helms. Nada es rescatable en ¿Quién @#*%$ es papá? Nada. Ni siquiera es tan mala como para consumirla irónicamente. Si no nos creen, miren el poster.
Llegó ¿Quién @#*%$ es papá? (Father Figures, 2018), la ópera prima del director Lawrence Sher protagonizada por Owen Wilson y Ed Helms. En esta oportunidad, Sher deja de lado su rol de Director de fotografía -¡Sin perder su estilo!- e incursiona como realizador. Sigue el parámetro de Campbell: aborda el camino del héroe y replica las mismas técnicas de trabajos anteriores generando así el clima de El Dictador (The Dictator, 2012) y la desfachatez de la trilogía ¿Qué pasó ayer? donde había trabajado con Helms en la versión Resacón en Las Vegas (The hangover, 2009). La fórmula funciona, los elementos ensamblan y le dan vida a una comedia ligera cuyos múltiples personajes, como vaticina el Stanley, se lanzan a una aventura de identificación y reconocimiento para responder la incógnita ¿Quién es papá? La trama apunta de lleno al epicentro de una familia disfuncional: Owen Wilson (Kyle) y Edward Helms (Peter) interpretan a los hermanos gemelos Reynolds que en plena adultez descubren, accidentalmente, que su padre no había muerto como les dijo su madre Helen (Glenn Close) desde pequeños. En consecuencia, se unen para dar con el paradero y emprenden un viaje ¿(in)olvidable? sin norte fijo más que hacia donde depare el destino. Este anclaje al género road movie redirecciona el guión hacia la comedia cuando la cámara avanza al ritmo que los personajes recorren locaciones inhóspitas y (re)conocen figuras paternas por vagos recuerdos que creen tener. Entretanto, planos de ruta mediante, bajo la premisa conocer la verdad la metáfora rutera funciona y como todo camino sinuoso –siguiendo la semiosis- el camino a la verdad presenta baches, conlleva, a veces, a situaciones innecesarias porque como bien se sabe las mentiras tienen patas cortas. Tales como por ejemplo, secretos de su madre ¿Poligamia? Tal vez. Claro que en tono de comedia todo funciona de maravillas. Así, ¿Quién @#*%$ es papá?, tiene entre candidatos a posibles padres de estas criaturas a los actores J.K Simmons (Whiplash), Christopher Walken (El Francotirador) y el comediante Katt Williams… ¡Nada mal! ¿Quién @#*%$ es papá? Funciona. Pese al trillado arco de hermanos con carácter opuesto que pasan del amor al odio y nuevamente al amor; la dupla Wilson-Helms cautiva al espectador con sus matices tal como Simon Pegg y Nick Frost en la simpática road movie del alienígena Paul (Paul, 2013), donde Sher se desempeñó como DF. Indudablemente, su nuevo camino cuenta con el apoyo de un elenco de lujo que acompaña y responde. Entre ellos se destaca la participación de la actriz Glenn Close que, a veinte años de su aparición en la remake de la novela homónima de Disney “Los 101 Dálmatas” como Cruella de Vil, ratifica su talento. Si bien aquí su personaje es más excéntrico que Cruella -con que se convirtió en una consagrada villana y formó parte de la lista “Los 50 peores villanos de la historia” realizada por la institución American Film Institute (AFI)- los flashbacks entre la actualidad y los años 70 junto al dúo le permiten moverse cómodamente por el arco de Campbell ¡Buen inicio de Lawrence Sher!
Una comedia alocada que reúne a los mellizos más impensados, interpretados por un especialista en próstatas (Ed Helmes) con su millonario (por un tonto chiste del destino) Owen Wilson. Cuando su madre (Glenn Close) decide casarse, el día de la boda, se enteran que su padre fallecido en realidad esta vivo y se ponen en marcha para encontrarlo. El dato es que su mamá en los alocados sesenta tenía una vida sexual muy activa, y los hermanos van de sorpresa en sorpresa en el objetivo de encontrar a su progenitor. En el camino encontraran a millonarios, excéntricos, delirantes, y vivirán situaciones de humor vulgar, chistes groseros, un amor que puede ser incestuoso y otras “locuras” hasta llegar a la verdad y de paso fortalecer el vinculo que en realidad era inexistente. Con un elenco que excede el ingenio del autor Justin Malen, del director Lawrence Sher, y que convoca además de los nombrados a Christopher Walken, el verdadero Terry Bradshaw, Ving Rhames, J:K: Simmons, y muchos mas nombres. En resumen una comedia livianita, que en los momentos emotivos pretende buscar la lágrima y en los festivos se detiene en chistes de trazo grueso y obvio. Moderado entretenimiento.
Qué pasaría si a “Mamma Mia” le sacaramos los números musicales, el humor casi barroco y los paisajes de Grecia, tendríamos ¿Quién @#*%$ es papá? una comedia que apela al carisma de sus protagonistas sin nada más que ofrecer. En la búsqueda de la identidad de los hermanos que se desayunan con la novedad de saber que su padre está vivo, no hay nada que destaque de un relato básico ni mucho menos de una puesta convencional.
Como director de fotografía, Lawrence Sher trabajó varias veces al lado de directores especializados en comedia: sobre todo, junto a Todd Phillips, con quien compartió cinco películas, entre ellas las tres ¿Qué pasó ayer? Pero para su opera prima, eligió una historia menos alocada y más emotiva -al menos en teoría-, con un planteo con reminiscencias temáticas de Flores rotas y Mamma mia!: dos hermanos mellizos (Owen Wilson y Ed Helms) se enteran de que su madre (Glenn Close) les mintió con respecto a la identidad de su padre, y deciden salir de viaje por Estados Unidos a la búsqueda del verdadero. Wilson y Helms cumplen con la premisa de la típica pareja dispareja: el primero es mujeriego, tiro al aire, irresponsable, alegre; el segundo es amargo, aguafiestas, perdedor con las mujeres, sensato. Hay algunos -pocos- pasos de comedia naif que funcionan en los sucesivos encuentros que van teniendo con sus presuntos padres (el ex jugador de fútbol americano Terry Bradshaw, J.K. Simmons, Christopher Walken). Pero como toda road movie que se precie de tal, a medida que suman kilómetros, los protagonistas van acumulando enseñanzas. Y si el humor no era tan eficaz, el aspecto dramático del asunto, con el fortalecimiento del vínculo entre los hermanos como eje, es pobre y previsible. La frase del final (“La vida no es una carrera, lo que importa es el viaje”) dice mucho sobre la calidad del conjunto .
La misma basura de siempre. Ante la incompetencia de gestar comedias creativas con contenidos interesantes, esta película es otra propuesta idiota sin inspiración que se limita a explotar el estilo de comedia que brindó la trilogía ¿Qué pasó ayer? Lawrence Sher, quien fue el director de fotografía de esos filmes, es el responsable de esta producción mediocre que tomo como recursos la escatología y las referencias sexuales para hacer reír al público. Owen Wilson y Ed Helms interpretan roles similares que ya encarnaron en el pasado y el realizador desperdicia grandes artistas como Glen Close, Christopher Walken y J.K.Simmons en personajes olvidables. Las situaciones cómicas se ven completamente forzadas y no terminan de funcionar, en parte porque hace rato que Hollywood viene refritando este estilo estúpido de comedia, donde no falta el clásico chiste homofóbico que atrasa 40 años. Lo que genera irritación de esta producción es que te das cuenta al verla que tampoco se esforzaron en hacer algo diferente dentro de esa comedia zarpada que la trama intenta trabajar. El director Sher ofrece un film aburrido, donde todos los chistes hacen agua y la duración de la historia se hace eterna. Quienes quieran desperdiciar una entrada de cine en este fiasco adelante, pero traten de evitar los avances porque todas las supuestas escenas “graciosas” ya las queman en el tráiler.
FLOJA DE PAPELES Hay en la infancia una idea de que todo lo que nos gusta puede ser combinado y dar buenos resultados. Pero quien lo compruebe se dará cuenta que no es garantía de nada. Ya lo dijo Sabina: “pero dos no es igual que uno más uno”. Esto es lo que ocurre en ¿Quién @#*%$ es papá? Nos encontramos con la presencia de actores que han llamado la atención en reiteradas oportunidades, pero que esta vez, todos juntos, no logran brillar. Ed Helms (¿Qué pasó ayer?) y Owen Wilson (Zoolander) son dos hermanos que van en busca de su padre, una persona que nunca conocieron. Durante el camino, se irán encontrando con diferentes personajes que formaron parte de la vida de la madre. Junto con esto, aparecerán anécdotas de la vida sexual de su progenitora, un poco incómodas para los hermanos. En estas historias se pretende una comicidad por el pudor que les genera a sus hijos conocer estas intimidades, pero el humor es bastante insípido. Asimismo, como otras tantas películas de búsqueda, en ese trayecto que comparten los hermanos fortalecen su vínculo. La introspección del viaje los hace poder hablar de sus rencores más ocultos y sus desaciertos con la familia. Esta trama no llega a ser emotiva porque la película no pretende ese enfoque y, muy por el contrario, se burla de esto. ¿Quién @#*%$ es papá? no sólo está llena de clichés, sino que además lo hace muy mal. Es probable que sea intencional, pero no se logra armar un texto nuevo en base a esto. Los diferentes remates de las escenas muestran cómo existe una conciencia de la repetición de lugares comunes. Sin embargo, no existe una fortaleza tal que permita apreciar como eje la reflexión paródica de otras películas. Simplemente se observa la autoconciencia de un guión flojo. Todo queda en medias tintas. Las actuaciones son poco comprometidas. Los personajes están acartonados, se los ve poco motivados. Todo aquello que puede parecer un guiño, o a propósito, pierde su encanto al no ser trabajado de forma profunda. Con el personaje de Wilson hay una especie de crítica a aquellas personas que tienen una “conexión espiritual” distinta a los demás, que presumen apreciar la vida de otra manera. Literalmente le habla por teléfono el Universo personificado en una persona, quizás uno de los mejores momentos. Desde ya la vara es muy baja, con lo cual los pequeños aciertos son un gran triunfo. Hay en el aire una especie de creencia de que los buenos actores podrán salvarla, pero no sucede. Incluso se llega al humor, en pequeñas oportunidades -de una manera intencional o no- por el exceso de desinterés. Wilson, en este sentido, ejecuta su versión de mirada mágnum, ante lo que parece una versión libre de guión.
Históricamente se ha visto a la comedia como un género menor, cosa con la que estoy en absoluto desacuerdo. Año a año queda demostrado que es más difícil generar risas, algo que se puede comprobar fácilmente cuando la cantidad de buenas películas humorísticas se cuentan con los dedos de una mano. Ni hablar de querer mantenerse en línea con los tiempos políticamente correctos que corren, donde el cómico transita sobre hielo fino a riesgo de caer en las garras de los guardianes de la moral, preparados para dar el zarpazo al incauto. La comedia no es fácil. No es tarea sencilla mantener una premisa a lo largo de una hora y media o más, que haya ritmo, chistes originales y con algo de seso, que no dependa exclusivamente de lo ofensivo o lo escatológico. Ni hablar de que el humor evoluciona a gran velocidad y lo que es gracioso hoy puede que en poco tiempo reciba una mirada indiferente. Por eso es que todos los años llegan películas como Father Figures…
Ver el afiche realmente me entusiasmó. Siento que en la actualidad, hay pocas comedias en los lanzamientos de cada viernes. Y la gente, convengamos, necesita reirse cada tanto. "Father figures" podría ser entonces, material combustible en este escenario flaco de buenas pelis de género. Pero no. A pesar de contar con un cast muy interesante, "¿Quién @#*%$ es papá?" transita por carriles poco iluminados, repitiendo esquemas fallidos y desaprovechando personajes que podrían ofrecer mejores contrapuntos. Creo que en parte esto sucede, por la falta de experiencia de su director, Lawrence Sher, quien a lo largo de su carrera se ha dedicado a la fotografía cinematográfica. Algo sucede con la conducción de los actores, puede suponerse. De por sí, el guión de Justin Malen no se si es el problema (el hombre escribió " Office Christmas Party" que me encantó) sino el hecho de confiar tanto en que Owen Wilson y Ed Helms resuelvan sus personajes siempre, desde sus referencias por defecto. Eso, sumado a que ha contado con grandes secundarios, y al no haber encontrado el camino para trabajarlos desde el humor, han terminado caicaturizados de una manera que el espectador, no disfruta. La historia es la de una mamá (Helen, aka Glenn Close) que en el día de su boda, le cuenta a sus gemelos Peter y Kyle (Helms + Wilson) que, a decir verdad, no está segura quien era en realidad su padre porque... en los 70', esa no era una preocupación importante. Los hermanos reaccionan de manera distinta, pero coinciden en hacer un camino de búsqueda de la verdad, visitando a los hombres que podrían ser su papá. La cuestión es que ahí arranca una especie de road-movie poco convencional, aderezada con algo de drama, humor escatológico e incorrecto y discretas actuaciones. A mi Wilson me cae bien, pero creo que si no está muy marcado por su director, tiende a volver siempre a su versión liviana donde hace bromas gestuales y abre mucho los ojos y... creo que él puede ofrecer otra cosa. Helms está lejos de sus mejores papeles y aporta su delirio natural para tratar de compensar la falta de humor de la pareja central. "¿Quién @#*%$ es papá?" intenta explorar el universo de la comedia americana de búsqueda y transgresión, en un registro que intenta lejanamente, acercarse a "The Hangover" o productos similares. Tiene aceptables rubros técnicos pero no termina por convertirse en el gran film que podría haber sido. Tengo la impresión que un aporte distinto de los protagonistas hubiese llevado el film a otro nivel. El resultado final está lejos de lo esperado y sólo cumple, como comedia de ocasión para quienes no conozcen demasiado de Wilson y Helms en este último tiempo.
La historia de la comedia cinematográfica está llena de películas en las que la búsqueda de un padre, madre o hijos perdidos o desconocidos aportó diversión, emoción y hasta momentos de poesía. Ninguno de esos elementos aparece en este film que oscila entre la comedia zarpada, los chistes de inodoro al estilo de los hermanos Farrelly -pero sin su desenfado- y un empalagoso sentimentalismo. Owen Wilson y Ed Helms interpretan a hermanos mellizos que al descubrir que el padre que creían muerto en realidad vive y no es quien su madre (Glenn Close), les había contado, salen en su búsqueda. Una aventura que pretende divertir, pero aburre.
Esta comedia sobre dos hermanos tratando de encontrar a su verdadero padre empieza bastante bien, pero poco a poco se va derrumbando hasta que apenas pasada la mitad de la proyección empieza a volverse repetitiva y aburrida. Owen Wilson y Ed Helms son dos hermanos mellizos absolutamente opuestos, ya que uno es un millonario neohippie de personalidad abrumadora, mientras que el otro es un proctólogo absolutamente formal y amargo. Su madre, Glenn Close, se vuelve a casar y en medio de la emoción del reencuentro familiar les revela que en realidad no está segura de quién fue su padre, ya que en los '70 solía concurrir al Studio 54 y en medio del jolgorio de aquellos tiempos nunca supo bien de cuál de sus amantes quedó embarazada. Así que el dúo emprende un viaje por Estados Unidos para conocer a los posibles candidatos paternos, que incluyen un superastro deportivo, un genio de Wall Street y un mítico policía. La estructura de road movie funciona bien durante un rato cuando los hermanos conocen a los dos primeros candidatos (uno es JK Simmons, lejos lo mejor del film) pero a medida que la trama se va enredando torpemente y los chistes decaen, el asunto redunda en un desperdicio de talento.
Dos hermanos muy distintos descubren, durante el casamiento de su madre, que son hijos de Terry Bradshaw, su ídolo. Y hacia allá van, a conocer a papá. Pero el pasado, y la memoria de su madre, no son exactamente precisos. Una comedia con el lápiz no demasiado afilado para el humor, aliado del disparate, que se salva por el carisma de sus actores, en especial el trabajo del atribulado Ed Helms.
Una comedia sin demasiadas risas ¿Qué tienen en común una comedia sin humor, un thriller sin suspenso o una película de terror sin sobresaltos? Carecen de esencia. Por más que reúnan un gran presupuesto, destacados actores o un hábil director, si el núcleo identitario del film está ausente, lo que se muestra en pantalla difícilmente pueda colmar las expectativas. En ¿Quién @#*%$ es mi papá? pasa un poco de todo eso. Ni todo el presupuesto invertido, ni la desteñida dupla protagónica (¡basta de Ed Helms!), ni la presencia de grandes actores secundarios como Glenn Close, Christopher Walken o J. K. Simmons; ni siquiera el debutante director Lawrence Sher (director de fotografía de la trilogía Hangover, War Dogs y The Dictator), logran camuflar las falencias de una historia que olvida un aspecto fundamental: para que una comedia funcione tenés que empezar por entretener y hacer reír a tu público. Si fallás en eso, estás en problemas. En ese pantanoso terreno se desarrolla esta especie de road movie inconducente que sigue a dos mellizos –Kyle y Peter (Owen Wilson y Ed Helms, respectivamente)- en un viaje por Estados Unidos para encontrar a su verdadero padre, luego de enterarse de que éste no estaba muerto, tal y como les había dicho su madre, Helen Baxter (Glenn Close). El problema es que los candidatos paternos son muchos, porque parece que Helen había “vivido la vida loca” en los ’70 y no se acordaba quién podría haber sido el padre de los mellizos. Así conocen primero a Terry Bradshaw, el primer candidato, y luego a Ving Rhames, J.K. Simmons y Christopher Walken, en un desfile previsible en el que rápidamente se adivina que ninguno es su real progenitor. Como en toda road movie, el designio que motivó el viaje se develará al final, dejando una enseñanza y una reconciliación entre los personajes. El detalle es que después de 110 minutos de aburrimiento, ambos tienen gusto a poco. Durante la mayor parte del film los chistes pretendidamente graciosos tienen que ver con hombres reunidos en ronda riéndose de la promiscuidad de la madre de los mellizos. Para ser más gráficos, este es uno de los gags que vemos en pantalla al menos 2 o 3 veces: –Personaje 1: Che loco, ¿te acordás de Helen Baxter? –Personaje 2: Uhhh si, ¡esa sí que era la reina de las fellatio, eh! Jo, jo, jo. – Personaje 1: Bueno, es la madre de estos dos pibes que ves acá. – … (Silencio incómodo)… Otro de las secuencias cómicas tiene que ver con un recepcionista random de un hotel que habla en voz muy baja. ¿Por qué? No se sabe, pero por algún motivo eso tiene que motivar la risa del público. A este repertorio de humor básico y chabacano se suma una dupla protagónica a la que le cuesta hacer pie sistemáticamente. Ciertamente, parte de la responsabilidad es de los actores: Owen Wilson ya viene derrapando “out of the banquina” desde hace algunos años (véase Zoolander 2 y No Escape) y Ed Helms… bueno, ¿Alguien sabe qué tiene de cómico Ed Helms? Pero para ser justos, el guión de Justin Malen tampoco los ayuda demasiado. Se supone que Kyle es un mujeriego, open minded, irresponsable y descontracturado, y Peter un rígido profesional solitario, estructurado y amargado. Sin embargo, ese antagonismo es sólo verbal, porque en los hechos ninguno justifica tal caracterización. El guión de ¿Quién @#*%$ es mi papá? es chato, falto de humor y bastante perezoso. En definitiva, los elementos anteriormente mencionados conspiran contra una historia a la que le falta chispa y frescura, y en la que claramente se nota que todo fue hecho a las apuradas. Digresión: así como la película de la Mujer Maravilla terminaba con la reveladora frase “solo el amor puede salvar al mundo”, “¿Quién @#*%$ es papá?” culmina con la no menos trascendente “La vida no es una carrera, lo que importa es el viaje”. Pensamientos profundos para reflexionar lo que hemos aprendido en estos más de 4.000 años de evolución humana (4.000.000 si contamos desde el paleolítico). We are in the oven (¡Estamos al horno!).
Tras el tardío casamiento de su madre y a propósito de una revelación filial, dos hermanos mellizos (que no podrían ser más distintos) deciden ir en busca de su padre, a quien no conocen. La búsqueda tiene sorpresas, y como el título original en inglés lo sugiere, Father Figures (Imágenes paternas), el progenitor puede ser muchos hombres. ¿Cómo es posible? La madre interpretada por Glenn Close es una criatura de la década de 1970, una época cultural en la que acostarse con alguien un día y en menos de 24 horas hacerlo con otro constituía una experiencia generacional. ¿Quién pudo haber sido entonces el padre? En esta anodina y simpática comedia dirigida por Lawrence Sher, un director de fotografía devenido en cineasta, el erotismo enviste enteramente todos los vínculos. Cualquier diálogo introduce un chiste sexual, cualquier situación tiene de fondo un signo que remite al apetito sexual. Hasta el universo como fuerza abstracta y guía de la vida tiene algo de entidad lasciva. ¿Por qué esta fijación? El gag inicial que atañe a la práctica diaria de cualquier proctólogo evidencia un principio general de la naturaleza humorística del filme: la desinhibición. Todo lo que se dice y se hace responde a un debilitamiento de los característicos inhibidores de la cultura y sus reglas implícitas de lo que puede o no decirse en materia sexual. La incorrección, de todos modos, es bastante moderada, casi como si se tratara de una comedia sexual para toda la familia. Para cualquier comedia, el desafío es el mismo: la dosificación de las escenas cómicas y la regulación de las transiciones narrativas que van de un episodio hilarante a otro. Un maestro de este género exigente es aquel que sabe unir rítmicamente los pasajes narrativos con las situaciones cómicas. ¿Quién @#*%$ es papá? tiene sus lagunas, y en ocasiones luce escrita a las apuradas, aunque protegida por un elenco que puede dignificar cualquier ocurrencia. Basta sostener el plano unos pocos segundos para que el rostro de Owen Wilson resulte gracioso; su gestualidad contiene siempre una mueca que convoca una insensatez. Por su parte, Ed Helms explota muy bien su semblante circunspecto o ese perfil de hombre común que tarde o temprano necesita liberarse un poco. Las apariciones de J. K. Simmons y Christopher Walken son tan breves como eficaces y felices. La ligereza de ¿Quién @#*%$ es papá? es tanto una falsa virtud como un límite. Sher prefiere la comodidad metafísica al potencial crítico de toda comedia. La vindicación discreta acerca del universo como una difusa inteligencia que ordena los actos de todo individuo viene acompañada de otros lugares comunes de la llamada espiritualidad (“lo que importa es el viaje, no la carrera”), postulados endebles y propios de la Nueva Era, compatibles con el llamado hedonista a disfrutar la sexualidad a todo momento.
En este olvidable largometraje el gran culpable es el guión, seguido por la dirección de Lawrence Sher y las limitadas actuaciones. La ópera prima de Lawrence Sher (conocido por sus trabajos como director de fotografía en films como “¿Qué pasó ayer?”) es un constante intento fallido de comedia. Cuenta la vida de los mellizos Kyle y Peter Raynolds (Owen Wilson y Ed Helms). Ellos descubren que la madre (Glenn Close) les mintió con respecto a la identidad de su padre y salen en búsqueda de la verdad. Es una road movie donde recorrerán diferentes ciudades de Estados Unidos incansablemente para lograr el objetivo. El largometraje falla desde el minuto uno, con un humor poco inteligente y giros narrativos que nada le aportan a la causa. La premisa es ilógica, una madre que le miente a sus hijos hasta que en la adultez Peter descubre -mirando una película- que quien pensaba que era su padre en realidad era un actor. Los hermanos ante semejante imprevisto piden explicaciones y los mandan a buscar a su supuesto padre. El problema de encontrar a su progenitor no es más que una excusa para el reencuentro de hermanos separados por diferentes decisiones de vida. Mientras Kyle es una persona espiritual y sexualmente libre, Peter es un reprimido en todos los aspectos de la vida, por intentar actuar responsablemente responde según lo que el mandato social le indica. Ambos personajes están sumamente interesados en sus situaciones económicas pero sin ningún sentido, ya que ambos son adinerados. Kyle recibe constantes regalías por aparecer -como modelo- en una botella, y Peter es médico. De una forma muy extraña, el mensaje termina siendo cuán importante es el éxito profesional o económico, algo que no tuvo ninguna importancia a lo largo de la película. Está totalmente desaprovechada esta dupla actoral. Tanto Owen Wilson (Zoolander) como Ed Helms (The Office) han demostrado ser grandes comediantes; pero una mala dirección con un pésimo guión los deja en constante ridículo. Actuaciones acartonadas sin frescura ni gracia. También es fallido el intento emotivo de la narración. El guión no logra una empatía real con los protagonistas, lo cual no importa demasiado qué le pasa a ellos, ya sea bueno o malo. No hay un entrelazamiento espectador-personajes. En este olvidable largometraje el gran culpable es el guión, seguido por la dirección de Lawrence Sher y las limitadas actuaciones.
Una comedia que no está tan mal, pero tiene el problema de no coincidir entre lo que vende y lo que realmente es. El poster es engañoso ya que muestra a cinco hombres, lo que hace suponer inmediatamente que hay cinco posibles padres, pero resulta que...