Levántate y anda… ¡Cuántas alegrías nos han brindado en el pasado los films centrados en los viejos y queridos zombies! A pesar de lo que se ha dicho en innumerables ocasiones en lo que respecta al ascenso del subgénero desde el underground y la independencia hacia el mainstream, gracias al éxito de The Walking Dead, lo cierto es que el espectro en cuestión abarca una multiplicidad de vertientes que van más allá de la trabajada en televisión: entre otras, tenemos la mitología vudú de Victor Halperin o Wes Craven, la perspectiva política de George A. Romero, el desparpajo gore de Lucio Fulci, las ironías autorreferenciales de Dan O’Bannon, Stuart Gordon o Edgar Wright, y el ritmo frenético del inefable Danny Boyle. Por supuesto que Resucitados (The Lazarus Effect, 2015) funciona como una suerte de rip-off de la maravillosa serie de AMC, la que a su vez se subió a la ola de exploitations que desencadenó Exterminio (28 Days Later, 2002), de cuyo lote no podemos rescatar casi nada. Tanto el título original del convite como el que le tocó en gracia en el mercado argentino, dejan en claro el tópico principal pero no así la tonalidad elegida, hoy por hoy vinculada a una combinación de metafísica, designios de ultratumba y un popurrí de citas que van desde Frankenstein (1931) y Re-Animator (1985) hasta Cementerio de Animales (Pet Sematary, 1989), Línea Mortal (Flatliners, 1990) y la olvidada Event Horizon (1997). Sinceramente el debut en el largometraje de ficción de David Gelb no puede superar la mediocridad estándar de la industria y cae con rapidez en todos los clichés de nuestros días, como por ejemplo la presencia de personajes unidimensionales, diálogos de manual y la polución narrativa del bus effect y los jump scares subsiguientes. Ahora bien, otro problema involuntario de la propuesta es que pretende pasar por “novedosa” en lo referido a la introducción de detalles relacionados con el control mental y la telequinesis, en sintonía con Carrie (1976), desconociendo que ya le ganó de mano la mucho más interesante Wyrmwood (2014), una película australiana que retoma el sadismo de la clase B de antaño. Aquí el periplo comienza con un grupo de investigadores médicos, liderados por la pareja conformada por Frank (Mark Duplass) y Zoe (Olivia Wilde), descubriendo un suero que devuelve la vida a los difuntos. Cuando una compañía farmacéutica compra la empresa que estaba financiando la faena para hacerse con el hallazgo, el equipo decide volver al laboratorio y realizar un último experimento, lo que deriva en la muerte accidental de Zoe y su regreso -vía la solución acuosa- a expensas de su cordura. Los únicos puntos a favor de la obra se aglutinan en torno al suspenso, las buenas actuaciones del elenco y los lapsus oníricos símil Pesadilla en lo Profundo de la Noche (A Nightmare on Elm Street, 1984)…
Una cinta de horror que, aunque transita caminos conocidos, se las ingenia para divertir. Un grupo de cuatro estudiantes de medicina, liderado por Frank y su novia Zoe, descubren un suero capaz de volver a la vida a los recién fallecidos. Trabajando en forma clandestina lo prueban con éxito en animales, hasta que la decano de la universidad que financia el proyecto los descubre y termina por apartarlos de su creación. Pero con la intención de reclamar lo que les pertenece, los cuatro científicos y una joven documentalista irrumpen en el laboratorio por la noche para duplicar el experimento. En medio de esta prueba algo saldrá mal y Zoe muere en un confuso accidente. Consumido por la ira y el dolor, Frank obliga a su equipo a probar el suero en Zoe. El experimento será un exito, pero rápidamente desubrirán que la Zoe que volvió no es la misma persona que murió pocas horas atrás. Levántate y anda Desde su génesis, Resucitados es una cinta que despierta curiosidad. Para empezar, la película está dirigida por David Gelb, un hombre cuyo único crédito como director hasta el momento es Jiro Dreams of Sushi, un documental (excelente, debo agregar) sobre uno de los mejores y más longevos sushimen del mundo. Otra de las cosas que llama nuestra atención es su elenco, conformado por Mark Duplass (uno de los reyes del cine indie norteamericano y creador de la nueva dramedia de HBO Togetherness), la bella Olivia Wilde (quien hoy tambien pasa sus días trabajando en pequeñas producciones independientes), Donald Glover (ex Community hoy dedicado a la música) y Evan Peters (Quick Silver de X-Men: Días del Futuro Pasado y parte del elenco de American Horror Story). Son quizás estos diferentes trasfondos que presentan el realizador y sus interpretes lo que termina por volver a Resucitados en una cinta que, si bien no es la más original ni va a reinventar el género, logra presentar las cosas de tal manera que nos asusta y divierte por igual, manteniendo nuestra atención durante sus 90 minutos. Tal como acabo de decirles, Resucitados no se caracteriza por su originalidad, es más bien un rejunte de unas cuantas películas de terror que los fanáticos del género podrán descubrir a simple vista. Hay elementos de cintas como Linea Mortal, Re-Animator, Carrie, Frankenstein y hasta -acá cambiamos de género- la reciente Lucy. La película inicia como muchas otras con los científicos jugando a ser Dios. De casualidad estos descubren un suero que puede traer a la gente de la muerte. Luego de probarlo con éxito en animales, un accidente en el laboratorio hace que se presente la oportunidad de probarlo en un ser humano: Zoe, el personaje de Wilde. Acá llega el primer punto de giro y es el momento clave donde la predisposición del espectador para con el film es puesta a prueba. Aclaro esto porque, para decirlo lisa y llanamente, la película se va al carajo. Por un lado la historia comienza a tornarse cada vez más extraña y, si entraste medio desprevenido, te puede sacar de la trama que te enganchó inicialmente. Pero por otro lado, esto termina por volver a la película en algo impredecible. Hay muertos en el medio y muy probablemente puedas adivinar quien se va a ir primero y de que forma, pero cuesta mantenerse al frente de la película y mucho menos saber para que lado va a terminar agarrando la historia. Conclusión Resucitados es una película que funciona en sus propios término. No es ni la más original ni la más inteligente, pero sabe disimularlo. Al mismo tiempo la cinta se hace preguntas difíciles de responder y, aunque sea a su manera, nos dará las respuestas, algo que no siempre podemos decir con el cine de terror. Las interpretaciones son creíbles y están por encima de lo que suele ofrecer el género, mientras que el director David Gelb se despacha con un puñado de interesantes propuestas desde lo visual, cosas que terminar por transformar a este pequeño film de pocos actores y pocas locaciones en un divertido exponente en la linea de las clásicas cintas de horror clase B que colmaron los videoclubes durante la década del 80. Algo que los fanáticos del género sabrán apreciar mejor.
Levántate y anda Nada más interesante que ver cómo, de la clásica frase bíblica "levántate y anda", los ejecutivos de Hollywood idean una película que todo el tiempo juega con la vida y la muerte de sus protagonistas. Resucitados (The Lazarus Effect, 2015), que dirige David Gelb, cuenta la historia de un grupo de investigadores de Berkley, encabezados por Frank (Mark Duplass) y Zoe (Olivia Wilde), que intentan despertar animales muertos a través de un suero llamado Lázaro, y un largo proceso de descargas eléctricas. Después de varios intentos infructuosos logran volver a la vida a un perro llamado Rocky, y mientras festejan el logro y el avance (con el que creen se podrá dar una segunda oportunidad a aquellos que ya han pasado a mejor vida), no detectan que el can ha vuelto sin las características propias de un animal, como por ejemplo comer. Pero Frank y Zoe no se darán por vencidos, y sabiendo que aun cuentan con unas horas para que se desmantele su laboratorio, deciden traer a otro animal a la vida y rearmar la investigación. Pero en el último y desesperado intento por recuperar el trabajo y esfuerzo de años no todo sale como ellos esperaban y deberán tomar una decisión que cambiara radicalmente su manera de ver la creación, la vida y claro está, la muerte. David Gelb delimita los personajes con solvencia, dedicando gran parte de los primeros minutos del metraje para enumerar características y debilidades de cada uno de ellos. Si Frank es el hombre que lidera y solo tiene tiempo para el trabajo, Zoe es la responsable investigadora que no quiere seguir postergando su boda con Frank. Nikko (Donald Glover) será el cerebro informático del equipo y enamorado en silencio de Zoe, mientras que Clay (Evan Peters) dotará de rebeldía y desorganización al grupo. A ellos se sumará Eva (Sarah Bolger), una camarógrafa que vera como su trabajo eventual terminara por involucrarla en algo mucho más grande y trascendental. Resucitados busca cargar de verosímil a la narración, enunciando procesos científicos que avalen el disparador del film. Si bien tiene momentos predecibles y hasta obvios, las interpretaciones de Duplass, Wilde y Peters suavizan aquello que podría pensarse ridículo. Además hábilmente el guion otorga de un trasfondo a la historia basado en el pasado de Zoe, en sus eternas pesadillas que la acosan cada vez que cierra sus ojos, punto a favor para ir urdiendo una trama que tiene muchos puntos en común con Línea mortal (Flatliners, 1990) principalmente, por el intentar dar explicaciones sobre un fenómeno aun sin mucho conocimiento como lo es la muerte. Los efectos especiales, visuales y de sonido, completan una propuesta que intenta, más allá del cine de género, desarrollar un discurso con algunas respuestas sobre la existencia del hombre, el sentido de la vida y la superación de la muerte.
Cómo levantar un muerto y perder en el intento Resucitados, de David Gelp, película a la que le calza mucho mejor el título original, “El efecto Lázaro”, es una de esas historias de terror que, sin salirse ni un poco de la fórmula, sin embargo consigue entretener a partir de un par de relecturas más o menos logradas de sus precursores, para redondear un producto recubierto con una pátina delgada de originalidad. Si bien no se aparta para nada del ciclo de sobresaltos y efectismo generados sobre todo por golpes sonoros, montaje, juegos de luces y las decisiones a veces inexplicables de sus personajes, Gelp logra completar la carrera de obstáculos de lugares comunes que suele ser el cine de terror clase B con bastante dignidad. Claro que no debe entenderse con esto que estamos ante un nuevo clásico del género; ni siquiera frente a un exponente de los más logrados: Resucitados simplemente tiene el mérito de haber conseguido que el paseo por un camino bien conocido resulte al menos entretenido, sin pretensiones grandilocuentes.Un buen punto a favor son las numerosas referencias que el fanático del género podrá encontrar en el relato, si bien ninguna demasiado sutil, al menos sí mínimamente ingeniosas u oportunas. Se trata de un tópico demasiado clásico, fundacional del género del terror: un grupo de científicos encerrados en un laboratorio encuentra una fórmula capaz de resucitar a los muertos. Si bien en esta categoría tanto se puede incluir a Frankenstein o el moderno Prometeo, novela fundamental del gótico inglés escrita por Mary Shelley, como a Re-animator, clásico del gore modelo 1985 dirigido por Stuart Gordon, Resucitados, sin embargo, tiene más en común con Línea mortal, aquella película de Joel Schumacher estrenada en 1990 con un reparto cargado de estrellitas en ascenso, entre ellos Julia Roberts, Kiefer Sutherland y Kevin Bacon. Sólo que, a diferencia de los casos mencionados, el equipo de investigadores de la película de Gelp se encuentra con el asunto de la resurrección un poco de manera inesperada, como efecto no deseado de una fórmula pensada para otra cosa.Tras revivir a un perro, el grupo encabezado por el doctor Frank (la referencia es bastante obvia pero el chiste no deja de ser simpático) es separado de la investigación. Pero el equipo intentará recuperar el control, entrando de manera ilegal al laboratorio para repetir el experimento, registrarlo con una cámara y así poder asegurarse los derechos de autoría. Pero algo sale mal: uno de ellos muere electrocutado durante el intento y el resto decide cambiar al sujeto experimental, intentando revivir a la compañera en lugar de un perro. A partir de ahí la película se vuelve más sobrenatural, efectista y menos interesante, jugando con los alcances religiosos, psicológicos y parapsicológicos del asunto. Pero logra mantenerse de este lado, sin atravesar la línea de la vergüenza. 6-RESUCITADOS The Lazarus Effect,EE.UU., 2015.Dirección: David Gelp.Guión: Luke Dawson y Jeremy Slater.Duración: 83 minutos.Intérpretes: Olivia Wilde, Mark Duplass, Evan Peter.
"Levántate y anda" Algunas veces, el público y la taquilla han demostrado que una película con un guión medio pelo puede salvarse del bochorno si cuenta con buenas actuaciones. Pero ¿existe un guión tan débil que ni la mejor interpretación pudiera levantarlo? No busquen más, existe y es el guión de esta película que pretende ser de terror. Todo comienza con un equipo de científicos que desarrollan el “suero Lázaro”, para revertir la muerte cerebral y traer a las personas de vuelta a la vida. Pero algo sale terriblemente mal y acaban creando fuerzas destructivas que no comprenden. No, no tiene nada que ver con “Resident Evil”. Olivia Wilde es Zoe, la jefa del equipo de científicos, que incluye a su esposo Frank (Mark Duplass) y a dos jóvenes y prometedoras mentes científicas: Clay (Evan “Quicksilver” Peters) y Niko (Donald Glover, de “Community”). Su trabajo es documentado por la joven periodista, Eva (Sarah Bolger, “Once Upon a Time”). Así que para empezar, el equipo hace pruebas en perros hasta que tiene éxito (¿ya les dije que no es “Resident Evil”?). Anonadados por el éxito, comienzan a investigar los efectos que volver de la muerte pudo haber tenido en el perro, pero una compañía farmacéutica que los espiaba ilegalmente aprovecha para comprar a los inversores y dejar en la calle a nuestro equipo. Para demostrarle al mundo que el descubrimiento -y las ganancias- son suyas, los muchachos deciden duplicar el experimento. En esa apresurada carrera legal, Zoe es accidentalmente electrocutada, y su esposo decide usar el suero para traerla de vuelta. Pero los efectos secundarios incluyen un aumento de la actividad neuronal que le da a Zoe poderes telequinéticos idénticos a los de “Carrie” (1976, remake en 2013), además de verse exactamente igual a Jean Grey en “X-Men: La Batalla Final” (2006). Por alguna extraña razón jamás explicada en el guión, Zoe decide utilizar esos poderes para el mal y asesinar a sus creadores, que igual no hicieron otra cosa que salvarle la vida. Por otro lado, un trauma de la niñez de la protagonista (de pequeña vivió el incendio de su edificio) adquiere importancia como una imagen aterradora que puede proyectar en las mentes de sus víctimas. Aunque el elenco no es malo, el guión tiene agujeros por todos lados. No sólo los personajes de Clay y Niko no tienen ningún arco y están ahí para dejarse ver las caras; sino que hay mucho que carece de sentido. Por ejemplo, se abandona el arco del primer experimento con el perro, y aunque parece agresivo finalmente no sabemos si es diabólico… o qué pasó con él, sencillamente desaparece (habrá vuelto al set de “Cujo”, de 1983). Tampoco conocemos las motivaciones de Zoe para volverse contra su equipo (tal vez se inspiró leyendo Frankenstein), o cómo diantres siguieron entrando al laboratorio todas las noches como si nada cuando los habían despedido. Además, el pasado tormentoso de Zoe no parece tener relación alguna con la actualidad. ¿Se las agarra con ellos para vengar su trauma de la infancia? ¿Quiere que los demás sientan su miedo? ¿Se convirtió en un demonio? Aunque se toca apenas en los diálogos el tema de la ciencia contra la religión, no se desarrolla así que no lo sabemos. No sólo los personajes son chatos, sino que las situaciones son estereotipadas y predecibles; no sólo desde lo narrativo sino también desde lo visual. Arranca relativamente interesante, alrededor de la mitad de la película la calidad baja en forma abismal. Los giros de la trama quedan o bien incompletos o bien siendo el colmo de lo trillado. Dice ser una película de terror, pero de miedo no tiene nada, sino que provoca más bien bostezos e indignación. Definitivamente “Resucitados” no vale ni cinco minutos de tu tiempo. Agustina Tajtelbaum
Imprecisos golpes de efecto. El problema no pasa por la falta de ideas, el problema, en el cine, consiste en qué se hace con esas ideas una vez puestas como centro para una película. Ese es sin duda el caso de Resucitados (cuyo título original, The Lazarus Effect, es mucho más bello y efectivo). Un grupo de estudiantes de medicina descubre la manera de dar vida a seres que han muerto. El proyecto iniciado por ellos crea polémica y es cancelado, pero la verdadera película empieza cuando a pesar de todo esto, se toma una decisión límite: traer a la vida a un ser humano que ha muerto. No son pocos los ecos de Línea mortal (1990), aquel clásico juvenil con Julia Roberts y Kiefer Shuterland. Tampoco hay manera de olvidarse de Cementerio de animales (1989) el clásico de terror basado en Stephen King. La idea es atrapante y desde mucho antes de los tiempos de Frankenstein de Mary Shelley que la cultura ha reflejado esta inquietud. La idea es una cosa, la ejecución es algo muy distinto. Acá en Resucitados la narración no brilla por su calidad y la película avanza a golpes de efecto pero sin demasiada precisión o rigor. No es menor el carisma de Olivia Wilde (Cowboys & Aliens, Rush), quien logra que algo de interés se mantenga a lo largo de los minutos. No hay que subestimar ese poder que tienen las verdaderas estrellas. Pero tampoco hay que creer que idea y estrella harán todo. Los espectadores más solidarios pasarán por alto los baches en el guión y perdonarán las obviedades con las cuales esta película toca temas tan interesantes. Combinación de ciencia ficción, terror y policial, Resucitados no alcanza tampoco a ser un entretenimiento liviano y pasajero.
Experimentos desaconsejables. Los integrantes del equipo científico protagonista de Resucitados deberían ser los primeros en saber -como Hollywood les ha venido demostrando en centenares de películas- que los experimentos como éste, en el que ellos ya llevan invertidos varios años, siempre, siempre, terminan mal. Se trata, otra vez, de devolver la vida a seres que ya la han perdido, aunque en este caso no es por el capricho de jugar a ser Dios, sino con el noble propósito de auxiliar a la medicina. Con el empleo de la electricidad y del suero que ellos han elaborado y bautizado Lazarus y planean aplicar a seres recién fallecidos, pretenden extender ese tiempo extra que la naturaleza a veces concede a fuerza de laboriosos métodos de reanimación para darles a los médicos más posibilidades de recuperar a sus pacientes. El grupo lo encabeza un científico llamado Frank, quizás en homenaje al famoso moderno Prometeo con el que, según algunos, Mary Shelley inauguró la ciencia ficción, y lo integran su colega y novia, la bella Zoe, tan comprometida con la investigación que no ha tenido tiempo para convertir el romance en matrimonio; un experto en informática, otro asistente no tan esmerado y una joven encargada de registrar con su cámara el desarrollo de la investigación. La primera experiencia es con un perro, y hasta ahí todo parece marchar bien, pero cualquiera sabe que el éxito no se prolongará demasiado para que empiecen los sustos. Esa prometedora primera parte, que cierra con la imagen del pichicho mirando a Zoe dormir y la primera de muchas pausas con la pantalla a oscuras, les da a los científicos la primera señal de que el estudio tiene sus efectos no deseados y al espectador, la primera sospecha de que a la película tampoco le irá del todo bien. En realidad, pronto empezarán los sobresaltos, fruto de efectos cada vez más remanidos y baratos, y con el avance de la acción se comprobará que todo no pasa de un gran pastiche resultado de la mezcla no muy habilidosa de muchos productos del género y que puede ir empeorando en términos de cine de presunto horror sobrenatural y suspenso hasta llegar a un final tan confuso como frustrante. No es culpa de los actores, que hacen lo que pueden hasta donde pueden, que no es mucho con una producción casi tan limitada como la imaginación de los libretistas.
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¿Se muere el terror? Buen ejemplo de un cine de terror que apuesta cada vez más a sobresaltar sin cuidar sus historias. Evolución versus creación, ciencia versus religión y en el medio, Resucitados, un thriller que da miedo, ya diremos por qué. En sintonía con la decadencia argumental del cine de terror, la película de David Gelb, cuyo título original The Lazarus Effect plantea un enredo con el personaje bíblico y una historia híper transitada. Un equipo de investigadores jóvenes idea un suero para resucitar a los muertos mediante la estimulación neuronal. Prueban con un perro, y funciona, pero con efectos secundarios violentos e impredecibles. Inicialmente, el grupo liderado por la bellísima Zoe (Olivia Wilde) y su pareja Frank (Mark Duplass) tiene buenas intenciones. Es decir, no juegan a ser dios, sino que intentan prolongar los procedimientos de salvataje, de reanimación. Pero cruzan la raya, y mientras debaten cómo seguir sus experimentos, aflora una disputa banal sobre el origen de la vida. Un debate tocado de manera superflua que desvía la atención y el suspenso. Todo avanzará rápidamente cuando la universidad para la que trabajan clausure y confisque sus hallazgos. Tendrán que volver al laboratorio de manera clandestina para recrear el experimento y así demostrar que fueron ellos y no otros los que encontraron la fórmula de la resurrección. Trabajan y se filman de noche cuando Zoe muere electrocutada. Lo demás es previsible. Frank la va a resucitar, pero la Zoe que vuelve a la vida parece otra, acosada por su pasado, y por una ebullición neuronal que le da superpoderes. Entonces comienza una cacería entre luces que se apagan y puertas que se clausuran de manera forzada. Sí, hay momentos de suspenso, y los actores están a la altura, pero su psicología es absurda, indescifrable. Encima hay que aguantar la transformación de la bella Zoe. Sacrilegio. Y la pretensión de la trama, el debate ético y hasta una satanización de los laboratorios. Y un final acelerado innecesariamente para resolver un planteo débil. Demasiados enredos sobre una irónica obviedad. ¿El cine de terror se muere? Se necesita más que un suero neuronal para revivirlo.
Una resucitada de mal carácter que no asusta demasiado Resucitar a los muertos es una obsesion que desde los lejanos tiempos de Frankenstein nunca dejó de inspirar a los productores hollywoodenses. Pero lo cierto es que esta nueva "Resucitados" tiene más que ver con el excelente pero no muy recordado film de ciencia ficción de Joel Schumacher "Línea mortal", donde los experimentos estaban a cargo de intérpretes del nivel de Julia Roberts y Kiefer Sutherland. Y por presupuesto y resultados problemáticos de la resucitación también se podría citar a "Reanimator", de Stuart Gordon, aunque la verdad es que cualquier film sobre el tema que venga a la memoria trae mejores recuerdos que esta película de bajo costo y no demasiada imaginación. Olivia Wilde y Mark Duplass interpretan a una pareja de estudiantes que cuentan con el apoyo de una universidad para experimentar con posibilidades de aumentar la ventana del tiempo límite de resucitación cuando un paciente ya no tiene más signos vitales. Sus primeros intentos los hacen con un perro, con bastante éxito, pero dado que sus verdaderos objetivos están modificándose en forma radical, pronto pierden el apoyo de la universidad y cuando deciden seguir igual con el asunto empiezan los problemas. Es que cuando el personaje de Olivia Wilde sufre un accidente mortal, deciden aprovechar la ocasión y aplicar su fórmula a un ser humano. El experimento es un éxito en cuanto a la resucitación, pero un peligro debido a los terribles efectos secundarios: la chica ahora es un freak monstruoso de muy mar carácter que, para colmo, posee poderes paranormales al mejor estilo "Carrie". El hecho de que la acción transcurra casi totalmente en el interior de un laboratorio no ayuda mucho a darle matices a esta historia bastante remanida tanto argumentalmente como en sus típicos efectos de sonido para generar terror. Se deja ver, pero en la pantalla chica sin duda funcionará mejor.
Una película de terror que no tenía nada que ver con documentales falsos, fantasmas y posesiones satánicas. Si a esto le agregamos que contaba además con un reparto de buenos actores, como Olivia Wilde, Evan Peter (Quicksilver en X-Men: Días del futuro pasado), Sarah Bolger (de la serie Once Upon a Time), Donald Glover (Community) y Ray Wise (el recordado Leland Palmer de Twin Peaks), la propuesta merecía una oportunidad. Lamentablemente resultó otro fiasco del cine norteamericano que no para de ofrecer propuestas mediocres en este género. La trama es una mezcla entre Línea mortal, el clásico de Joel Schumacher con Julia Roberts, y Cementerio de animales, de Stephen King. Las referencias son más que obvias en este film que tiene un comienzo prometedor, cuando se presenta a los personajes principales y el conflicto. La idea no está mal si bien ya fue trabajada en otras películas y los protagonistas tienen algunas discusiones interesantes en la primera parte de la trama. Resucitados decae por completo a la hora de explotar el conflicto y convertir el concepto del film en una propuesta de terror. Una tarea que estuvo a cargo del director David Gelb, un cineasta que cuenta con experiencia en el género documental, pero demostró una incompetencia absoluta a la hora de crear situaciones de suspenso y tensión en la ficción. Gelber,quien hasta hace poco venía trabajando en otro tipo de cine, acá desaprovechó un buen reparto de actores y una historia que podría haber brindado mejores resultados en manos de un realizador que entendiera mejor este género. Resucitados ni siquiera tiene momentos de terror y se limita a ofrecer una serie de situaciones trilladas en materia de violencia que terminaron por convertir a este film en una propuesta extremadamente predecible y aburrida. Un fiasco más que pone en evidencia el estado de agonía en que se encuentra actualmente el cine de terror en Hollywood.
Ciencia ficción que abreva en otras notorias que innovaron en el género. La peli toma cosas de “Carrie”, “Línea mortal”, ” The Think, enigma de otro mundo”. Científicos que están probando volver de la muerte con animalitos hasta que por una circunstancia prueban con la linda de Olivia Wilede, que se vuelve de temer. Entretiene con sustos varios.
La muerte limpia. Ya lo decía uno de los verborrágicos personajes de ese sueño copadísimo de Wiley Wiggins en Waking Life de Linklater: tal vez al momento de morir tengamos una alucinación tan poderosa producida por los químicos que libera el cerebro en esa circunstancia que el viaje a la muerte sea nuestro último suspiro psicotrópico; una sobredosis de DMT que nos lleve al cielo o al infierno por una eternidad, aunque en realidad el viaje transcurra en un solo minuto del tiempo humano en la tierra. Esto mismo plantea Frank (Mark Duplass) en una linda escena de Resucitados en la que la vulgarización del conocimiento baja hacia nosotros por ese dulce tobogán en el que hacemos fila todos. Y tal vez en esos pequeños fragmentos de filosofía barata y vuelo metafísico de delantal, resida la parte lúdica más interesante de la película, porque todo lo demás está medio en piloto automático. Estamos frente a una pseudoremake de Re-Animator pero sin el grotesco fabuloso, como si a esa genialidad de 1985 en lugar de Stuart Gordon la hubiera dirigido Bergoglio. Las partes más ridículas de Re-Animator son más adultas y tienen más verdad que Resucitados, donde desgraciadamente todo está filmado sin la suciedad de la muerte: laboratorio inmaculado en plano limpito; sin el caos de La Cosa, el gore de Gordon o la roña de O’Bannon, por mencionar algunos ejemplos de hermosa mugre. Los planos están en sintonía con muchas producciones actuales de horror que se preocupan más por sacarle brillo al cuadro que por su (des)composición. Y la muerte es sucia, como el buen horror. Este horror aséptico de la era digital se contradice con el espíritu del género. Hasta en Cementerio de Animales podíamos sentir el olor de la muerte obviando incluso las escenas más gore. La muerte no es prólija y el género lo sabe, una película que la tenga como tema central no puede ser tan limpita. En Resucitados, al igual que en la industria farmacéutica y que, de nuevo, Re-Animator, todo comienza con la utilización de una mascota para luego pasar al experimento humano. Y ahí se pudre, porque ya sabemos desde que resucitan al pobre bicho que los que vuelven de la muerte no vuelven igual. La dinámica del grupo de científicos protagonista funciona, sobre todo, gracias al personaje fumón interpretado por Evan Peters, el pothead hedonista subestimado que la tiene más clara que el resto, un Salieri del fumanchero de esa obra maestra que acá se llamó La Cabaña del Terror. En el relato no hay apuro por llegar al clímax y esto le da aire a la buena construcción de la primera hora. El problema es el afán de pastiche, el querer meter todo lo que se pueda; pasamos de Cujo a Línea Mortal, sin dejar de lado un poquito de cámara en mano y algunas de seguridad, para desembocar en el horror satánico y la telequinesis. Como si un productor se hubiese preguntado “¿qué garpa hoy?” y a los subgéneros dominantes le sumara esa estética sin vida tan de moda, además de la premisa de la película favorita de su infancia. Sin embargo, el collage final no está del todo mal; la culpa católica se transforma en pasajes oníricos infernales y el efectismo cumple su cometido sin la densidad de la repitición sin sentido. Un debut de David Gelb con poca personalidad pero que deja un halo de misterio sobre su futuro cercano, solo esperemos que en sus próximos trabajos se ensucie con algo de verdad.
Apenas algunos nombres En lo que se refiere a la composición de su elenco de protagonistas, Resucitados parece exhibir un cierto cuidado por lo que quiere contar y las formas para hacerlo: Olivia Wilde, Mark Duplass, Evan Peters y Donald Glover son todos actores acostumbrados a trabajar en distintos géneros y formatos sin ponerse en estrellitas, con presencias amables y relajadas, siendo plenamente funcionales a lo que se está narrando. Pero la pulcritud y atención se quedan ahí y no se extienden todo lo necesario a otros aspectos necesarios para el film. La película de David Gelb posee unos cuantos elementos ya harto conocidos y utilizados en argumentos similares donde un experimento sale demasiado mal, convirtiéndose en un boomerang para los protagonistas. En este caso, lo que tenemos es un equipo de científicos encabezado por Zoe (Wilde) y Frank (Duplass) que, a través de diversas pruebas, terminan llegando casi por casualidad a descubrir cómo traer a los muertos de nuevo a la vida. Cuando las autoridades de la universidad donde trabajan se enteran de sus acciones, ordenan clausurar el experimento inmediatamente, confiscando todos los materiales y entregándoselos a una corporación. Es entonces que el equipo decide jugarse la última carta, replicando el ensayo anterior. Sin embargo, todo sale mal y Zoe muere, con lo que Frank, en un intento totalmente desesperado, decide aplicar con ella los conocimientos adquiridos. Pero claro, la Zoe que volverá de la muerte no será la misma, sino un ser directamente ligado a lo demoníaco. La primera mitad funciona relativamente bien, básicamente porque trabaja a partir de la construcción del suspenso, delineando una serie de personajes muy elementales y arquetípicos, pero capaces de generar empatía en el espectador. Allí imperan los climas inquietantes y una tensión que crece pausadamente, aprovechando las posibilidades que da ese escenario casi único que es el laboratorio, sin dejar de lado momentos de humor amables que fluyen con naturalidad. El problema surge cuando todas las tensiones acumuladas deben resolverse para llegar a un final determinado: la película no termina de decidirse por un tono determinado, alternando entre el drama de pareja, la discursividad sobre la ética y la moral científica, los traumas infantiles y el terror sin vueltas, con lo que se convierte en un batido sumamente indigesto. Lo llamativo es que a pesar de sus ambiciones temáticas, Resucitados exhibe pocas herramientas formales para llevarlas a cabo. Hasta pareciera que la mayor cuota de miedo la tiene Gelb y los guionistas Luke Dawson y Jeremy Slater, quienes parecen asustados por las ideas que tienen entre manos y no son capaces de llevarlas a fondo, con el atrevimiento y la inventiva necesarios, confiando apenas en lo que puedan dar los actores desde sus performances. De ahí que el film quede condenado a la medianía e incluso intrascendencia, como gran parte de la producción actual de terror estadounidense. Resucitados es, en suma, un producto que calificaría mejor para el mercado doméstico, pero que se queda muy lejos del universo cinematográfico.
Para morirse de nuevo: pulgares abajo para "Resucitados" La película Resucitados comienza como un prolijo ensayo de ficción científica pero descarrila cuando abandona la sutileza para entregarse al sobresalto. No faltan ejemplos de buenas historias que se malogran precisamente en ese punto de la narración en que el suspenso debe dar paso al terror. Pero pese a la abundancia de antecedentes, el caso de Resucitados no deja de ser curioso. Es que el contraste entre el planteo y la resolución es tan brutal que parecen dos partes de distintas películas encajadas a la fuerza en una sola. En la primera mitad, se trata de un prolijo ensayo de ficción científica. Un grupo de investigadores, que trabaja en una universidad y es financiado por un laboratorio privado, está experimentando con la posibilidad de devolverles la vida a animales muertos. Una pareja de científicos conduce la investigación: Zoe (encarnada por Olivia Wilde, en cuya cara ya se ven los rasgos de las brujas que interpretará en el futuro) y Frank (compuesto por el siempre creíble Mark Duplass). Se aman, pero también son conscientes de que el ambicioso proyecto se interpuso entre ellos y su destino conyugal. Los acompañan un experto en informática, enamorado de Zoe, otro científico más joven y una estudiante encargada de grabar en video las sesiones. Si bien son personajes apenas esbozados, todos resultan necesarios y contribuyen a la atmósfera de aventura en los límites del saber y del poder que anima al experimento. En esa más de media hora inicial, Resucitados es un ejemplo de narración tensa y sutil. Los problemas teóricos y técnicos relativos a la investigación se funden perfectamente con cuestiones psicológicas, metafísicas y religiosas, que son formuladas con la máxima delicadeza que puede concederse el cine industrial. Las preguntas que se imponen son: ¿es ético devolverle la vida a un animal? ¿Es el mismo cerdo o el mismo perro el que resucita? ¿Hay algo más allá de la vida? ¿Se atraviesa un umbral en el momento de la muerte? ¿Existe el alma o son sólo impulsos eléctricos? La respuesta vendrá en la segunda parte, cuando los extraños síntomas del perro resucitado se conviertan en el preludio de una resurrección mucho más significativa. Ahí, justo ahí, Resucitados renuncia a su coherencia interna y recurre a la lógica más bastardeada del terror. Pasa de la sutileza al sobresalto sin solución de continuidad. Pero con el susto forzado sucede lo mismo que con el chiste forzado. No existe la dosis apropiada. Y menos cuando esa dosis está compuesta por elementos tan obvios que un espectador más o menos adicto al género (y estas películas está hechas para esa clase de espectadores) puede adivinar todo lo que va a suceder sin un mínimo esfuerzo mental.
Alguna vez habrá que decirles a los cineastas de terror que este tipo de tramas podría ser más exitosa si se desbarranca en el disparate cómico. Un experimento de neurociencias sale mal, alguien se muere pero logra ser reanimado y no, en realidad es que entró una entidad malísima. Algunos efectos de susto funcionan bien y la trama no carece de originalidad, pero es el tono demasiado solemne (creen que la risa no asusta) hacen que pierda efectividad. Podría haber sido.
Un film que entretiene, con algunos sobresaltos y recursos típicos del género. Narra los momentos que vive una pareja de científicos, Frank (Mark Duplass) y Zoe (Olivia Wilde) quienes se encuentran trabajando en un proyecto que puede ser revolucionario creando un suero al que le dan el nombre de "Lázaro" relacionado con el título original del film ("The Lazarus Effect"), inyectando esta droga a un ser que haya fallecido recientemente lo pueden traer nuevamente a la vida. En una palabra, intentan ser Dios. Trabajan intensamente con un grupo de científicos: Frank (Mark Duplass), Clay (Evan Peters) y Niko (Donald Glover) para que esta labor quede bien documentada y contratan a la joven Eva (Sarah Bolger) quien es la encargada de filmar todo lo que sucede con su cámara en mano. Practican primero con un perro introduciendo la droga en su cerebro y logran revivirlo, este comienza a tener ciertas actitudes bastantes desconcertantes. Cuando las autoridades del laboratorio se enteran de lo que están haciendo les prohíben que sigan con esta práctica. Ellos son científicos y se encuentran frente a un experimento extraordinario y no quieren dejarlo. En varias ocasiones discuten, debaten sobre la vida y la muerte, entra en juego los temas religiosos y la eutanasia. Dado que se encuentran prohibidos de continuar con dicho experimento, se ven obligados a regresar al laboratorio a escondidas, evadiendo los guardias y todos los controles, pero esa noche algo falla y sucede lo peor, Zoe muere electrocutada. De ahí en más todo lo que va sucediendo es totalmente previsible. Este es todo un tema dado que casi todos los humanos tenemos serios problemas con todo lo que se encuentre relacionado con la muerte de un ser querido, es un momento que muy pocos pueden superarlo y Frank no es la excepción siendo totalmente egoísta y sin importarle absolutamente nada revive a Zoe. Pero ella ya no será la misma sus comportamiento son extraños por momentos es un ángel inocente y tierno y en otros un verdadero demonio, con el correr de los días va adquiriendo poderes, puede leer los pensamientos de cada uno de ellos, mover objetos de cualquier tipo y se irá transformando en una asesina serial y sus comportamientos es el típico de los zombis. El film va creando varios climas, tensión, suspenso, varios sobresaltos, lugares poco iluminados y por momentos en los ambientes y pasillos se ve la luz de una linterna y nos ofrece un festín de efectos relacionados con el género. A lo largo de su desarrollo sabemos que la protagonista esconde un pasado oscuro que se muestra a través del flashback. Dentro de su narración se dice que usamos tan solo el 10% de nuestro cerebro, tema similar al film “Lucy”, se habla del perro resucitado como el “Cujo” de Stephen King, referencia a otras películas “La Invasión De Los Ladrones De Cuerpos”, “Línea mortal”, entre otras. Uno de los problemas que tiene radica en que toca muchos temas y no termina de desarrollarlos, se queda sin tiempo, el final resulta un poco apresurado y queda abierta para una segunda parte.
Cuando no se tiene ni remota idea de qué se trata el terror Voy a dejar en claro en una oración el problema que tiene Resucitados (The Lazarus Effect, de David Gelb) para el lector perezoso a la hora de leer justificaciones: Su guión es completamente incoherente. En los primeros minutos tenemos un film que no se preocupa demasiado en ocultar que encuentra su principal referencia en Línea Mortal (Flatliners, de Joel Schumacher) y que incluso pudo haber sido una adaptación libre de aquella. Sus diferencias son principalmente de perspectiva. En la cinta de 1990 el eje central tanto del argumento como de la investigación de los protagonistas era la duda respecto a lo que sucede una vez que morimos. En Resucitados la búsqueda del equipo científico se centra en dar una “segunda oportunidad” al ser humano. Para compensar esa diferencia la película plantea un enfrentamiento de manual de quinto grado entre las teorías sobre la famosa “luz al final del túnel” en boca de sus protagonistas para luego dar una teoría propia y bastante mediocre (de la obra no de sus personajes) sobre el cielo y el infierno. Al director le cuesta salir de la estructura televisiva que plantea al comienzo y le cuesta aún más hacer funcionar un género al que se nota, no conoce. Luego de esta primer parte la película intenta virar hacia el terror. David Gelb y guionistas pierden completamente la brújula, la posición de cámara adelanta los “sobresaltos” y el ritmo acelera las escenas eliminando los ambientes que pueden generar suspenso demostrando un total desconocimiento sobre el género. A David Gelb le cuesta hacer funcionar un género al que se nota, no conoce. En las películas de esta temática los personajes que retornan a la vida lo hacen algo trastornados. Pero esta vez, no sólo sucede esto, sino que además regresa con poderes que cambian dependiendo de las necesidades argumentales. Al principio sus realizadores intentan experimentar con Carrie (Brian De Palma, 1976) como referencia, pero los poderes telequinéticos sólo duran unos minutos. Luego su nueva habilidad es escuchar los pensamientos de los demás, pero esto le da demasiado poder sobre el resto, entonces simplemente deja de hacerlo. El próximo eslabón en la cadena de superpoderes que adquiere el zombi del film es más que interesante. Repentinamente puede generar una pesadilla colectiva y además, las heridas sufridas durante el sueño aparecen al despertarse. Si, literalmente igual que en A Nightmare on Elm Street (pero sin onda o justificación alguna). Resucitados no logra en ningún momento organizar todo este quilombo en una trama sólida. Pero lo peor es que tampoco logra los suficientes ambientes o acciones para que esas grandes fallas argumentales no importen. El terror es inexistente y la forma en que se desenvuelve el suspenso recuerda a los peores episodios de Cuentos de la Cripta. Resucitados se toma tan en serio a sí misma a pesar de sus fallas, que resulta una de las peores propuestas de terror de lo que va del año (y espero sinceramente no sea superada en lo que queda). La única decisión correcta tomada por los realizadores es dejarla en una duración final de sólo 83 minutos. Esto no le da coherencia al guión, ni lo hace mejor, pero asegura que el suplicio del espectador dure poco.
Resucitados, primer largometraje de ficción del director y productor David Gelb es una película de terror y ciencia ficción protagonizada por Mark Duplass y Olivia Wilde. Frank y Zoe son una pareja de científicos y médicos dedicados absolutamente a su trabajo, a tal punto de posponer indefinidamente momentos que serían importantes en la vida de muchas personas, como lo puede ser su casamiento. Con diferentes personalidad e ideologías, un ateo y una científica católica, ambos se entienden en su lugar de trabajo y hoy por hoy se encuentran con un descubrimiento que podría cambiarlo todo: un suero capaz de revivir, de dar otra oportunidad, a un ser vivo. La película se sucede casi en su totalidad dentro de ese laboratorio, donde además de ellos dos cuentan con un par de ayudantes y una chica nueva encargada de documentar todo. Pero luego de probar con éxito el suero con un perro, empiezan a suceder cosas extrañas, y todo se va tornando predecible. Porque la prueba con animales no es más que uno de los primeros pasos y pronto, tras un accidente, deciden intentarlo, a lo Frankenstein, con uno de ellos. Resucitados no tiene ni mucha originalidad ni muchos sustos, pero no se puede negar que cada uno de los actores (un Mark Duplass al que solemos ver en otro género totalmente distinto, y una Olivia Wilde que demuestra una vez más no ser sólo una cara bonita) se entregan por completo al proyecto y hacen lo que pueden para mantener una película que no sorprende ni genera terror. Los temas que amaga con tratar, como bien puede ser el de la religión y la ciencia, no terminan de generar siquiera un debate interesante y se termina apostando a una resolución cada vez más ridícula, que se nutre de muchas otras películas (llegando a rememorar hasta Lucy, la última de LucBesson). Ni siquiera las relaciones entre estas personas, esa pareja en la cual parece que ya no queda nada de pasión más que por el trabajo, o el joven ayudante que no puede evitar sentir algo por ella, o incluso el otro joven que coquetea de manera poco sutil con la nueva integrante del equipo, son todas cosas que se plantean y después quedan relegadas. Con su poca original pero siempre interesante premisa, Resucitados no logra ser más que un film olvidable, incapaz de generar al menos unas buenas escenas de terror. La salvan las actuaciones y los buenos efectos especiales, pero la hunden un guión lleno de clichés y desprovisto de sorpresas.
¿Qué es el terror? Para mí, éste género debe mínimo mantenernos despiertos una noche, hacer que miremos hacia atrás cuando caminamos por la calle a la noche, debe hacer que no queramos ver un espejo durante días por miedo a que aparezca algo. El nuevo “terror” quiere contar una historia de miedo, con gente que vuelve entre los muertos para asustar y matar con mucho suspenso. “Resucitados”, la película dirigida por David Gelb empieza tarde y termina muy rápido, está bien actuada pero no logra lo que quiere que es asustar. Obvio que algún saltito vas a pegar, pero hasta con Harry Potter pegamos alguno. El film tiene muchas agujas y explicaciones científicas que ponen en la mesa discusiones viejas: ¿Qué pasa cuando morimos? ¿Qué es la luz blanca al final del túnel? ¿Existe el cielo o el infierno? En el film, te contestan todo, obviamente hay una respuesta científica y una cristiana para cada una de ellas. Un grupo de científicos liderado por Frank (Mark Duplass) y Zoe (Olivia Wilde), con ayuda de Clay (Evan Peters), Niko (Donald Glover) tratan de hacer que una dosis que crearon Zoe y Frank funcione, todo esto está filmado por Eva (Sarah Bolger) – Sí, Eva – para dejar asentado que ellos hicieron historia. ¿Qué hace la dosis? Ellos quieren que gracias a ésta droga se les pueda dar más tiempo a los doctores en una cirugía, es decir, que si un paciente muere en operación, con la droga lo reviven, dándole una segunda oportunidad. El grupo luego de muchos experimentos logra revivir a un perro, que se despierta con un desorden neuronal y con mucha actividad en su cerebro que lo hace violentarse en varias ocasiones. Las autoridades del lugar en el cual estaban trabajando se dan cuenta de lo que están haciendo en ese laboratorio y le sacan todo lo que tenían, expulsándolos y dejando al grupo sin recursos porque “está mal que jueguen a ser Dios”. Luego de discutir un rato deciden volver y hacer una réplica del suero, pero tienen un accidente y una persona del equipo muere. A pesar de no estar todos completamente de acuerdo la reviven y funciona pero volvió con poderes y enojada. Resulta que al revivir a una persona, como con el perro, tiene una gran actividad en su cerebro, haciendo que use el cien por ciento del mismo, como en “Lucy” pero poseída por el demonio y su pasado.
Éste filme se puede entender como una moderna consideración de la mitológica historia sobre la improbable (por ahora) lucha del ser humano por superar la muerte, o poder volver de la muerte. Houdini prometió y no lo logro, Victor Sueiro no lo pudo lograr por segunda vez… Fusionando cuestiones de reflexión filosófica sobre la moralidad de los actos y planteando los límites del ser humano es que se hace más interesante el titulo original, “The Lazarus Effect”. Digo, el nombre de Lázaro ¿hará referencia al personaje bíblico al que Jesús le devolvió la vida? Casi todo la narración está desarrollado en interiores, a partir de una casi lograda ornamentación (la palabra estética le puede quedar grande), oscura y siniestra para crear ambiente y clima referencial al género al que el producto intenta adscribirse. Dirigida por el debutante en ficción David Gelb, con guiión del también principiante Jeremy Slater, junto al reincidente Luke Dawson en el género del terror (“Imágenes del más allá”, 2008), sólo demuestran que conocen muy bien los clisés del género y los ponen todos, mire usted. Frank (Mark Duplass) es el director de un experimento científico, el equipo de investigadores está conformado por su esposa Zoe (Olivia Wilde) y dos estudiantes, Clay (Evan Peters) y Niko (Donald Glover). Con ellos, y con el sólo fin de registrarlo todo, se suma la joven periodista Eva (Sarah Bolger). Ellos realizan pruebas en perros El éxito los vuelve peligrosos para la institución, por lo que les suspenden el proyecto sin mediar razón alguna. El punto era una cuestión económica, pero una compañía farmacéutica comprara no sólo el proyecto y la investigación a los inversores, sino todos los equipos que se utilizaban para realizarlo, computadoras inclusive. A pesar de todo continúan con la investigación y un accidente en el que muere Zoe, será el punto de quiebre narrativo para entrar de lleno en la historia que quieren contar. Hasta aquí, la buena construcción, las disyuntivas morales y éticas del equipo con sus promotores, el ritmo establecido y alguna buena actuación, sobre todo Olivia Wilde, sostenían el relato. Pero a partir de éste momento se transforma en una versión lavada de “Línea mortal” (1990), aquella con Kiefer Sutherland y Julia Roberts, (nada genial que deba ser copiado), ambas con muchas reminiscencias del texto publicado en 1818 de Mary Shelley “Frankenstein”, Digamos, casi 200 años. Todo está en función de la previsibilidad del relato, por lo que el juego seria adivinar cuál sería la secuencia de muertes a las que les aplicara el revivido, algo así como apostar quienes irán siendo asesinados y en que orden. Nada esta justificado, algunas líneas del relato que desarrolladas podrían aclarar o impulsar el buen desarrollo son abandonadas. En el hipódromo uno puede apostar a una cuadrifecta, que es señalar el orden en que llegaran los primeros cuatro caballos de una carrera, le digo, no sólo es mucho más corta, sino que además tiene más suspenso. Dicen que dijo Jesus “levantate y anda” (no es exactamente así, pero me sirve), acá seria sólo: “Andate”.
Experiencias en la cornisa El Dr. Frankenstein fue uno de los pioneros en indagar sobre el tema y también en convertirse en víctima de su excesiva curiosidad. ¿Es lícito para los seres humanos experimentar sobre los límites que imponen la vida y la muerte? Los cuatro científicos y la documentalista que integran el grupo de investigadores en “Resucitados”, de David Gelb, apenas se detienen sobre estos dilemas éticos. Lograron desarrollar un suero capaz de reanimar los tejidos muertos y están entusiasmados. Solamente Zoe (Olivia Wilde) se interpela sobre el modo en que estas acciones conviven con su arraigada religiosidad. Su pareja y colega, Frank (Mark Duplass), defensor acérrimo de la ciencia, la tranquiliza y le asegura que la enormidad de sus contribuciones mitigará cualquier otra posible derivación. Pero algo sale mal y se ven obligados a llevar sus experiencias más allá de lo que preveían, con resultados desastrosos. Resultados La película es ambiciosa en demasía: pretende cumplir con la generación de sobresaltos que el espectador fue a buscar, reflexionar sobre una problemática tan espinosa como la creación de vida a través de métodos artificiales, rendir homenaje a las películas que marcaron hitos en el género, mostrar muerte y sangre de modo que impacte visualmente y ofrecer giros narrativos efectistas, como el de la secuencia final, a tono con las producciones de este tipo de los últimos años. Mucho para sus escasos 83 minutos. El resultado es que se abren demasiadas líneas argumentales, no se opta con claridad por ninguna de ellas, y se intenta cerrarlas a través de brochazos gruesos que perjudican el resultado final. Más allá de sus evidentes limitaciones, justo es decir que “Resucitados” posee ciertas cualidades. Hay momentos de tensión que están bien logrados, sobre todo en la primera parte que se introduce en los detalles de la experimentación de los jóvenes científicos. Y la actriz Olivia Wilde -conocida por su trabajo en la serie “House”, más allá de que intervino en recientes filmes como “Her” y “Rush”- realiza una buena labor dentro de los estrechos márgenes que le permite su personaje, burdamente trazado, con una esquemática mirada sobre su confianza en la religión y sus traumas infantiles. Guiños Resonancias de obras de culto de los géneros de terror y ciencia ficción aparecen a lo largo del metraje de “Resucitados”, resueltos con creatividad dispar. Hay ecos de “Re-Animator” y “Línea mortal” en la medida en que los científicos intentan convertirse en una suerte de modernos creadores de vida a partir de complejos fluidos. También de “El hombre sin sombra”, desde que quedan atrapados a merced de su propia y monstruosa creación, que deben destruir antes de que ponga en riesgo al resto de la humanidad, igual que en “Resident Evil”. Aparecen también citas a “Carrie” y “La zona muerta”, por los poderes telepáticos que surgen en la protagonista tras su “resurrección inducida”. Y referencias a películas basadas también en obras de Stephen King: “Cujo” -cuando los jóvenes experimentan con un perro que se vuelve inesperadamente feroz- y “El resplandor”, en las pesadillas de la protagonista, ambientadas en los pasillos siniestros de un edificio en llamas. Son demasiados guiños, algunos ciertamente forzados, que no agregan mucho a una obra menor, para un público específico y de modestas pretensiones.
Posesiones con vuelta de tuerca Poco y nada esperaba sobre este film de terror, pero la verdad es que me sorprendió de buena manera. Luego me enteré que los productores fueron los mismos que en "The Purge" e " Insidious" y entendí un poco más porque no fue un desastre como todas las últimas películas sobre posesiones. No es que estos productores sean una capos totales, pero sí tienen claro que es lo que la gente necesita ver para sentirse atraída en una película de terror. "The Lazarus Effect" tiene una fórmula estética que está a la altura e introduce una variante interesante a la temática de la posesión, la resurrección. La historia es simple. Un grupo de científicos está trabajando sobre un suero que podría hacer volver de la muerte a una persona que haya fallecido en el corto plazo. Primero estaban probando con animales y no lograban dar con las proporciones adecuadas hasta que un día logran resucitar a un perro que llevaba horas muerto. Luego del festejo y alegría inicial, al percatarse de que la fórmula funciona, comienzan a notar un extraño comportamiento en el perro. Acto seguido, luego de un fatal accidente con uno de los miembros del equipo, en un acto de desesperación deciden probar el suero en esta persona fallecida. Los resultados no son los esperados y todo se comienza a irse por el inodoro. La dinámica del film me recordó bastante a lo que fue "Hollowman" con Kevin Bacon, en la cual el equipo luego de descubrir la fórmula de la invisibilidad, va siendo diezmado uno a uno por uno de sus miembros que se vuelve loco. En "Resucitados" se da un desenlace bastante parecido, pero con algunas vueltas de tuerca que la vuelven un poco más respetable que el groso de exponentes del género terror en el último tiempo. Atrae la presencia de la hermosísima Olivia Wilde ("Rush", "Tron") y hay un buen trabajo de su coprotagonista Mark Duplass ("The one I love"). El resto del elenco no está mal pero quedan un tanto relegados en la trama. Se hace muy obvio su rol de "personajes para matar". Una propuesta que sin ser demasiado buena logra mantener entretenido al espectador y le produce alguna que otra contractura. No es lo mejor que vas a ver del género, pero definitivamente tampoco es de lo peor.