Luego de probar con un cortometraje y un film de antología que contaba varias historias donde aparecía el payaso homicida, Damien Leone pudo llevar finalmente a Art the Clown, a tener su largometraje en 2016. Si bien «Terrifier» tenía algunos problemas de puesta en escena, de guion y demás, contaba con algunas buenas ideas y un uso del gore bastante solvente más allá de su acotado presupuesto. Sin embargo, la más destacable era que conseguía algo que muchos realizadores de género no pueden conseguir quizás a lo largo de su carrera (ni hablar de en un primer film), que es crear un personaje bastante icónico que trascienda más allá del film en sí. Es por ello que era de esperar que surja una secuela de aquella primera entrega y es así como el año pasado se estrenó «Terrifier 2» y ahora llega a nuestras salas. Esta secuela que resultó ser un éxito rotundo en EEUU, trata de corregir algunas de las falencias del primer film, intentando sostenerse más en los personajes principales y sus conflictos. Es mucho más grande y ambiciosa, aunque sigue teniendo algunos problemas relacionados con la narrativa y las interpretaciones de los involucrados. El film comienza conectándose con la primera parte, donde Art the Clown (David Howard Thornton) es resucitado en la morgue y termina escapando del lugar luego de matar al forense. En esta oportunidad, el payaso irá detrás de una familia, compuesta por Barbara (Sarah Voigt) y sus hijos Jonathan (Elliott Fullam) y Sienna (Lauren LaVera). Como bien dijimos, Leone intenta darle un poco más de importancia a sus personajes principales, y que no sea solamente un payaso cazando desconocidos en la noche de Halloween. No obstante, en el medio parece intentar colar varias cuestiones desconcertantes argumentalmente, que no suman y solo añaden tiempo en pantalla en la que ya es de por sí un extenso metraje (la película dura 140 minutos). Cuando el relato se vuelve más místico o fantástico es donde pierde el rumbo, y cuando retoma por el camino del gore y el slasher es donde más cómodo se siente Leone. El grado de violencia de esta secuela eleva la vara de su antecesora y no es de extrañar que se hayan generado varios rumores de desmayos, vómitos y otros hechos similares en las salas de cine (aunque siempre suelen ser movidas de marketing para fomentar la venta de entradas). Aun así su presupuesto de 250 mil dólares, y su recaudación de más de 12 millones, demuestran que Art the Clown probablemente vuelva a la gran pantalla en un futuro cercano, quizás incluso de una forma más masiva que en esta oportunidad. Hay cosas que siguen funcionando como que el payaso sea una mezcla con mimo y no emita palabra alguna, haciendo que todo sea más macabro y espeluznante, así como también lo «artesanal» de sus efectos prácticos y algunos ligeros toques de humor que vuelven todo aún más grotesco y espantoso. En lo que falla nuevamente Leone es en tratar de darle coherencia (incluso por medios más fantasiosos que humanos) a todo el derrotero sanguinolento del payaso. En ese afán de explicar algunas cosas y meterse más en lo sobrenatural, se cae en un terreno pantanoso aun cuando la película mejoró bastante en lo narrativo respecto a su primera entrega. «Terrifier 2» con sus aciertos y sus fallas es una sorpresa dentro de la oferta cinematográfica de la cartelera. Su espectáculo visceral, su personaje tremendamente escalofriante y efectivo, se va convirtiendo en un elemento icónico del cine de terror, trascendiendo su terreno de culto para abrirse camino dentro de la masividad.
En asuntos de terror más o menos independiente las ideas no abundan, así que la fórmula es siempre la misma: crear un personaje implacable y siniestro que homenajee — o aunque sea honre — a los grandes monstruos del slasher ochentoso. El problema viene después, cuando no se sabe qué hacer con él. Esta fue la premisa que inició la saga Terrifier en 2016, con un payaso capaz de aterrorizar al más valiente; de pasado misterioso, presente truculento e inmortalidad asegurada por cualidades sobrenaturales que el guion nunca se molestó en justificar. Así, con más pena que gloria pasó una película menor que, sin embargo, tuvo una entusiasta y bien plantada masa crítica que llevó a sus responsables a realizar esta secuela. En los seis años que pasaron entre una película y la otra parece que su director y guionista, Damien Leone, aprendió lo suficiente como para darle un poco más de personalidad a su protagonista, y de paso trabajar mejor el guion y la puesta en escena. No vale la pena detenerse mucho en la trama: el payaso (que se llama Art) continúa deambulando por la noche de Halloween, asesinando brutalmente a personajes sin nombre que no se lo toman en serio. Y aunque lo anterior no suene auspicioso, vale decir que Terrifier 2 ha sumado humor negro, algo de ironía, unas pinceladas de delirios oníricos y un tono menos solemne, que al final le han jugado a favor. Aunque esta película está muy lejos de la edad de oro de los Freddy, Jason o Michael Myers; si no los dignifica, por lo menos cumple. Lo que, en el desalentador panorama que ofrece hoy el género, ya es bastante.
Un poco de contexto: En el 2016 apareció una pequeña película de terror que apostaba por completo al subgénero splatter o gore. La trama era muy pequeña: un par de amigas quedaban varadas en la noche de Halloween cuando se cruzan a un extraño tipo disfrazado de payaso que nunca dice ni una palabra. Lo que parece un rarito más pronto se revela como un psicópata asesino y sanguinario, aunque el final sugiere un componente sobrenatural. El personaje en cuestión en realidad ya había aparecido en un cortometraje anterior del director Damien Leone. Unos años después llega su secuela y desde el vamos todo se ve mucho más grande y excesivo. Por un lado, la película dura más de dos horas, algo poco usual para el género. Se incorpora un nuevo personaje, el de una niña aterradora que viste y se maquilla de manera parecida al del famoso Art the Clown. Como protagonista tenemos a una adolescente y a su hermanito, que eventualmente deberán enfrentarse a esta especie de mal encarnado. En cuanto al gore, si bien la película cobró mucha popularidad por el rumor sobre lo fuerte e impresionable que era, lo cierto es que ya se jugaba con lo puramente sangriento aunque acá se presenta de una manera más elaborada y llamativa. Si están acostumbrados al cine de terror y al gore, no, Terrifier 2 no los va a hacer vomitar; si son fácilmente impresionables puede que sí pero lo veo difícil, porque si bien los efectos prácticos están muy logrados el tono exagerado y de diversión aliviana mucho la cuestión. En resumen: la película es una fiesta, está hecha desde un lado juguetón como el propio Art the Clown, cortesía de David Howard Thornton que acá permanece igual de mudo pero ya no tan serio y sí muy gestual. Lauren LaVera es la joven actriz revelación que se pone en el papel de protagonista como una adolescente a quien su padre fallecido, y con una historia traumática de la que apenas se habla, le deja unos cuadernos y le lega el amor por unos personajes de fantasía creados por él. Para la noche de Halloween creó a mano el disfraz de la protagonista de estas historias pero de a poco las cosas se van enrareciendo. Gran parte de la película sigue dos líneas: el de esta adolescente que intenta ser una chica normal y el de la resurrección de Art the Clown que además de ir sembrando ampulosas muertes consigue una pequeña compañera de juegos. El villano ya supo convertirse en un ícono y tiene potencial de permanecer a lo largo de muchos años (ya hay una tercera entrega confirmada incluso). A medida que la historia avanza, se torna más fantástica y sí, algo ridícula. Es como un todo vale con tal de que no se pierda nunca el entretenimiento y la sorpresa. Damien Leone no teme tirar toda la carne al asador y, si bien por momentos la trama se multiplica y deja agujeros por llenar, nunca pierde el atractivo. Desde lo visual, hay un avance enorme entre su antecesora y esta. La anterior se veía más sucia y desprolija, cosa que de todos modos no le sentaba del todo mal al espíritu del film, y acá hay un cuidado por los planos y el arte que resultan notables. Hay muchas ideas visuales, sí, entre los asesinatos brutales y elaborados, las escenas oníricas y el necesario enfrentamiento final entre el bien y el mal que se da en un pintoresco escenario. Es también una historia de crecimiento para su protagonista. Terrifier 2 llega a carteleras quizás gracias a la popularidad que esta secuela generó en redes sobre su violencia y se contagió en las salas de Estados Unidos pero también por la nueva distribuidora especializada, Terrorifico Films. Una película que está hecha por y para gente que ama y disfruta del género y el horror en su estado más puro y sin obviar el sadismo. Es todo lo sangrienta y violenta que esperamos en este culto.
Una estricta paleta de colores se complementa con una música ochentera para darle al film una atmósfera clásica del género que, sumado a las incoherencias y lo absurdo del relato hacen de Terrifier 2 un nostálgico exponente del cine clase B que complementa bien el humor con la violencia explícita.
Fue uno de esos fenómenos no detectado por el radar de los principales medios estadounidenses dedicados al show business: Terrifier costó 35.000 dólares, la mayoría recaudados a través del sitio web de crowdfunding Indiegogo, y con el tiempo se convirtió en un boom imparable allí donde se diera. Pero el punto cero de esta película –cuya secuela llega a las salas argentinas a través de la flamante distribuidora Terrorífico– data de 2008, cuando el director y guionista Damien Leone concibió el cortometraje The 9th Circle. Allí aparecía un personaje que no decía palabra, solo gesticulaba pero maltrataba y destripaba a sus víctimas con un goce perturbador, enfermizo, que volvería a entrar en acción en el corto Terrifier (2011) y en la antología All Hallows' Eve (2013). El payaso se llama Art y es la estrella alrededor de la que gira este universo hecho de sangre y vísceras. Vestido y pintado de blanco y negro, su violencia no es fruto de algún trauma infantil, sino de la idea de ejercer el Mal como fuente de placer. Pocas cosas más atractivas que un villano sin motivación psicológica. Más aún si ese villano es capaz de atemorizar con su sola presencia. Así ocurre, sobre todo, en la primera entrega, que comienza con el testimonio en un noticiero de la única sobreviviente de la llamada “Masacre del Condado Miles” ocurrida un año atrás, cuando el bueno de Art (David Howard Thornton aquí, Mike Giannelli en los cortos) se cargó a no menos de diez personas durante la noche de Halloween y dejó a la chica con el rostro deforme al punto de volverlo irreconocible. Aquella noche tuvo lugar una de las carnicerías más brutales que haya dado el cine en mucho tiempo, una faena no apta para ojos sensibles que tiñe la pantalla de rojo e incluye desde mutilaciones hasta golpes y cortes con cualquier objeto contundente, pasando por varios atracones de carne humana por parte de un Art que no tiene límites a la hora de imaginar torturas y formas de asesinar a sus víctimas. Las protagonistas de Terrifier son dos jovencitas que, volviendo de una fiesta, coinciden en un bar con Art. Desde ya, piensan que se trata de algún loquito disfrazado dispuesto a sostener su personaje hasta las últimas consecuencias. El dueño lo echa y las chicas se van, pero él vuelve dispuesto a despachurrarlo, en lo que es el puntapié para un raid que lo llevará hasta el taller mecánico que funciona en el garaje de una casa donde ellas esperan que las venga a buscar una hermana. No hay que ser un genio para imaginar quién llega primero y con qué objetivo. Dueña de una estética que recuerda a las películas del género de los primeros años ’90, aquéllas que llegaban mayormente a través de ediciones en VHS, Terrifier hace de la concisión y el efectismo estilizado sus pilares fundamentales. Lo primero se debe a que el relato va directo al grano; esto es, a la crueldad alocada de Art: ya se dijo que no hay justificación para su monstruosidad. Lo segundo, a que el director y guionista Damien Leone no concibe la idea del fuera de campo y muestra en primer plano cómo los cuerpos de desarman como si fueran de papel. ¿Tienen sentido esas escenas? Tratándose de una slasher movie, claro que sí. Sobre todo si están construidas bajo parámetros dignos de otra época: las consecuencias de la violencia de Terrifier están creadas con maquillaje, sin efectos digitales, con tripas y cerebros artificiales. Es una experiencia analógica y demodé de una truculencia por momentos insoportable. Ver si no la lentitud con que parte al medio a una de chicas, como si director y protagonista gozaran viendo la sierra atravesando el cuerpo desde la entrepierna hasta la punta de la cabeza. La segunda película llegó 6 años después, que podrían haber sido cuatro de no haber ocurrido la pandemia. Desde su estreno comercial en los Estados Unidos, el último octubre, se habla de espectadores que huyen despavoridos de las salas, desmayos, descompensaciones y vómitos ante un espectáculo dantesco que Leone eleva hasta niveles imposibles. Cuesta saber si todo lo anterior es cierto, pero no hay dudas que cayó como anillo al dedo para el marketing: lleva recaudados 12 millones de dólares solo en taquilla, 50 veces más que los 250.000 que costó. Con una duración un tanto extensa de 138 minutos (más de 50 minutos más que la anterior), Terrifier 2: el payaso siniestro comienza en el mismo momento que la primera. Otra vez la sobreviviente hablando en el primer aniversario y afirmando que el payaso está muerto. Una escena que Art mira en un televisor que rompe apenas termina. Es hora, entonces, de una nueva cacería. Leone es plenamente consciente del éxito previo y quiere redoblar la apuesta. Pero no todos los aspectos funcionan, como la inclusión del espíritu de una “payasa” que oficia como asistente, el intento de dotar de un gramaje psicológico a las principales víctimas -la familia integrada por mamá Barbara (Sarah Voigt) y sus hijos Jonathan (Elliott Fullam) y Sienna (Lauren LaVera)- o ciertos toques sobrenaturales que esfuman la impronta terrenal de su predecesora. El desarrollo narrativo no es muy distinto a la anterior, aunque por momentos se cuela un humor macabro hasta ahora ausente. Una a una irán cayendo las víctimas, algunas de una manera que recuerda a las de aquellas películas de porno tortura que fueron furor a principios del milenio, como El juego del miedo o Hostel. En especial, aquella que generó los supuestos vómitos y demás: Art agarra una chica, le arranca el cuero cabelludo con una pequeña tijera, le rompe varios huesos y la apuñala hasta el agotamiento. Más allá de sus desniveles, ambas Terrifier se presentan como renovaciones de un subgénero –las slasher movies– que suele pecar de solemne tomándose demasiado en serio todo lo que muestra. Poco importan aquí si sobreviven o no los protagonistas. El núcleo está en imaginar las maneras más sádicas de torturar y asesinar. Michael Myers, Jason Voorhees y Freddy Krueger son personajes de Disney al lado de Art The Clown.
En la recaudación del año figuran entre las más taquilleras El teléfono negro (The Black Phone, 2021), Bárbaro (Barbarian, 2022), Smile (2022) y Terrifier 2 (2022), esta última de bajo presupuesto -costó 250.000 dólares- y recaudó 12 millones. Un negocio redondo para sus productores. La película arranca con un plano de la basura en un callejón, toda una síntesis de lo que estamos por ver, cine basura en estado puro. Pero Damien Leone, director y guionista, hace un sentido homenaje a ese cine bizarro en auge en los ochenta con sus lógicas narrativas, como si estuviéramos reviviendo producciones editadas directamente en VHS en aquellos años de cine de explotación. Terrifier 2: El payaso siniestro es ese tipo de film, gore hasta el ridículo, donde la historia que se cuenta importa menos que las impactantes escenas de desmembramiento humano de cada asesinato. La imaginación está puesta ahí, en las cabezas extirpadas de los cuerpos, tripas colgando, laceraciones de piel y chorros de gelatinosa sangre. Quien se impresione con estas películas no diga que no le avisamos. En esta oportunidad el payaso asesino del Condado de Miles resucita en la morgue y acosa en la noche de Halloween a Sienna (Lauren LaVera), una adolescente perturbada, y a su pequeño hermano Jonathan (Elliot Fulhan), mientras ambos sufren alucinaciones producto de unos siniestros dibujos que heredaron de su difunto padre. La gran invención de Leone es su monstruoso criminal. Art the clown aparece en los cortometrajes The 9th Circle (2008) y Terrifier (2011), cortometrajes incorporados a la película antológica All Hallows' Eve (2013) y luego en la película Terrifier (2016) donde el payaso es interpretado por David Howard Thornton. El serial killer no es un tipo con trastornos psicológicos, es una entidad demoníaca invencible como Jason Voorhees, Michael Myers o Freddy Krueger. Tampoco tiene motivos para su alocada matanza, es la representación del mal en todo su esplendor. Otro detalle es que el tipo no habla, sólo hace unos amistosos movimientos infantiles contrapuestos a sus irracionales arranques de violencia. Damien Leone sabe crear imágenes terroríficas. Hay un gran trabajo de diseño de escenografías, propias de un tren fantasma, y una música ochentosa propia de los films rememorados. El componente fantástico hace posible una trama alejada del realismo con el fin de generar un clima de pesadilla. O mejor dicho, una atmósfera surgida de la pesadilla de una mente enferma (Nightmares in a Damaged Brain, 1981). Al film le juega en contra su extensa duración, 138 interminables minutos para una historia que debía durar 85 minutos, como otras producciones del género. Es lo único que no coincide con los prototipos de un tipo de cine que -guste o no- tiene sus fanáticos por todo el mundo.
Llega una nueva aventura del payaso Art Escrita y dirigida por Damien Leone, quien también desempeñó un rol ocupándose de los efectos prácticos, Terrifier 2 (2022) se sitúa inmediatamente después de los eventos de Terrifier (2016), película clase B sobre un payaso psicópata que debió su éxito más al consumo irónico que a sus aportes a la industria del terror. Ahora, luego de ser resucitado por una entidad siniestra, Art el payaso regresa al distrito de Miles durante la noche del siguiente Halloween, donde intentará cazar y destruir a una adolescente y su hermano menor, cuyo difunto padre les legó un libro con bocetos premonitorios sobre el perverso homicida. Todos los elementos que convirtieron al primer largometraje en una inesperada película de culto están presentes. La diferencia, es que Terrifier 2 se dota de varias tramas y subtramas, un desarrollo que en la básica entrega anterior brillaba por su ausencia. Pareciera que Leone comprendió que su obra tenía mucho por corregir y es allí en donde esta secuela presenta grandes cambios respecto a su antecesora. Desde el inicio, se puede notar un enorme salto de calidad y, por sobre todas las cosas, aquí se hacen presentes un hilo conductor, personajes con carne, un conflicto narrativo y tres actos bien marcados. En una producción que registra 140 minutos de duración, extensión algo inusual en propuestas de este calibre, el slasher reafirma sus bases ya establecidas, redoblando la apuesta en los momentos donde el gore y el histrionismo toman la pantalla. Aquí no hay censura que valga y eso lo demuestra la seguridad con la que Leone dirige las prolongadas escenas en donde los trozos de cuerpos y la sangre se apropian del escenario. Sin ahondar demasiado en detalles, Terrifier 2 regocija a los espectadores con una interminable, pero astuta sucesión de imágenes pesadillescas que nos transportan a lugares insospechados, de esos que un verdadero conocedor del horror sueña por ver plasmado en el séptimo arte en algún momento de su vida. Difícilmente borraremos de nuestras mentes la secuencia The Clown Cafe. El elenco de Terrifier 2 cumple, cosa que no ocurría en la película de 2016, saliendo airoso de sus propias limitaciones. De entre el extenso reparto destaca Lauren LaVera, contrafigura de Art sobre quien recae casi todo el peso de la propuesta. Sienna, la muchacha con armadura metálica y alas de ángel, un vestuario que homenajea a los clásicos de los años 80 y está listo para convertirse en un nuevo ícono, tiene todos los ingredientes necesarios para cargar el título de final girl. Por otra parte, David Howard Thornton conoce los encantos del payaso que interpreta y es casi imposible pensar al personaje en la piel de un actor diferente. Como si se tratase del psycho killer de un slasher de renombre, pese a su corta pero imponente trayectoria, Art el payaso logra acaparar la atención de todos los seguidores del género Terrifier 2 resulta una secuela sumamente sádica, mucho más grande en todo sentido y con una mitología que recién comienza a expandirse. Festejamos que así sea.
Esta secuela, nunca mejor en este caso que recurrir a la definición original del termino: “Consecuencia o resultado, generalmente de carácter negativo, que sobreviene de un hecho determinado”. Es exactamente eso, comienza en el mismo lugar que termina la primera, con la resurrección inexplicable del personaje, asesinando al forense que estaba a punto de diseccionarlo. Luego los títulos y la presentación de los personajes principales, aquí se termina cualquier tipo de intriga sobre la narración. Siena Shaw (Lauren LaVera) es una adolescente normal,
En 2016 salió Terrifier de Damien Leone, película de terror chiquita, sencilla, sanguinaria, con algún acercamiento al cine de explotación y en apariencias sin pretenciones más altas que las de entretener. Un slasher sobre un payaso llamado Art que en una noche acosa, tortura y asesina a un par de mujeres en un edificio semi abandonado, dando rienda a sus más sádicas y retorcidas formas de matar el tiempo. Pese a la violencia extrema, se trataba de una obra inofensiva en sus intenciones, lo que la volvían simpática y pasatista, divertida a pesar de lo monstruoso y extremo de sus imágenes. La película se transformó de la noche a la mañana en objeto de culto y el resto es historia. Años después Leone da a luz Terrifier 2, su esperada secuela. Leone parece querer corregir lo que en la primera eran meras excusas para mostrar a un tipo sádico en su máxima expresión: personajes más elaborados, un arco dramático considerable en ellos, construir una mitología para el personaje de Art y hasta permitirse algún que otro subtexto psicológico respecto de su protagonista femenino. Acá los protagonistas son dos hermanos, Sienna y Jonnathan, los que deben de hacer frente al temible payaso resucitado luego del mórbido final de su predecesora. Además de los dramas familiares que sortean junto a su madre viuda, que hace lo que puede por mantener a los suyos unidos. Una vez que Art el payaso se escapa de la morgue que lo había transportado y arribando un nuevo Halloween, desatará una matanza tan violenta y sanguinaria como pocas veces se vio en cines. Al menos en los últimos años. Pareciera que Terrifier 2 es esa gran secuela, esa versión mejorada de una simple película slasher, esa obra que viene a definir un nuevo paradigma y alcanzar el status de nuevo exponente dentro del género. Pero no. No nos engañemos. Es fácil atraer a un público determinado con violencia extrema, sadismo, un personaje femenino que dé batalla y algún que otro atributo estético pero que no agregue nada a sus cualidades artísticas. Porque a Terrifier 2 lo que le falta es organización dentro de su (aparentemente) descontrolada y caótica forma de ver el cine (esto, es su supuesta irresponsabilidad). Le falta organización porque esta secuela pretende jugar a la profundidad dramática, a la psicología (barata) y a la épica del splatter (dura más de dos horas). Cuando uno se pone ambicioso, y créanme que Leone se lo propuso, se necesita una organización: las ideas a las que alude, la construcción total, debe de ser coherente. Sino para eso seguimos haciendo películas más chicas, menos pretenciosas y más directas: es decir, lo que otorgaba la primera parte. Bueno, Terrifier 2 es un manojo de idioteces sin coherencia, por lo que se contradice y sepulta a sí misma. Juega a la simpleza del slasher, a la explotación hiper violenta y al trash salvaje pero quiere desesperadamente oler a algo más. Como si no se bancara el hedor del regadero de cadáveres que va dejando, limpia la escena con ideas “profundas” (o lo que Leone cree) para darle un status más alto, más elevado se podría decir (no hablo del terror elevado de hoy en día, algo aborrecible también, sino de querer cagar más alto de lo que puede). La arbitraria resurrección del payaso, vaya y pase. Hasta ahí la cosa se puede bancar porque sabemos que la clase B y algunas corrientes que ya casi no existen como el Trash, se permiten algunas libertades argumentales ya que su naturaleza se liga a lo sobrenatural, lo oculto, lo desconocido y en consecuencia, metafísico; más si quien está expuesto a ello es el Mal. Ya cuando Leone juega el jueguito (vergonzoso) del papá muerto de los pibes con visiones, que su hija es “especial”, que el enfrentamiento con Art estaba destinado, que la espada es una especie de atrezzo mágico, podemos hablar de puras inconsistencias bobas y que saturan por ser tan caprichosas. Un todo vale, diríamos. Leone además es tan incompetente para contar una historia (¡Un slasher de más de dos horas! ¡Vamos hombre!) que ni sabe de construir, por ejemplo, una simple simetría: algo sencillo pero que si se utiliza bien, puede hacer maravillas con su proceder narrativo. Por el contrario, pongamos un ejemplo: hace tanto énfasis en las alitas de ángel, en la espadita mágica, etcétera, que se pierden los valores que pueden alcanzar los elementos materiales para devenir en una suerte de símbolo. Leone subraya hasta que el espectador a la media hora tiene servida y masticada toda posibilidad argumental próxima. Algo que cualquier buen narrador sabe es jugar a lo sutil con elementos de la puesta en escena: la misma es parte del lenguaje del cine y sin eso, no nos queda nada. Otro mal proceder es que Art sigue tan sobreexpuesto ante la cámara, como sucedía en la primera parte, que Leone parece (y se nota) que lo único que quiere es un personaje como excusa para mostrar violencia y expresar cuánto sabe de ello (él hace los efectos de maquillaje). Este dilema viene quizás desde épocas que vieron nacer el slasher, en obras como Martes 13, que fueron mermando en calidad con el paso del tiempo y en cada secuela. Leone cae, además y peor aún, en la tentación alegórica. De esas que tanto infectan el lenguaje del cine cuando un director pretende erróneamente darle un giro más complejo a algo súbitamente sencillo. Eso es negar la naturaleza de la clase B, es caer bajo en pos de la pedantería de una búsqueda estética mayor a la que se pretende jugar (la de explotación, lo trash, aun cuando en estas formas de hacer cine hay cientos de malos exponentes que caen en esta trampa). La alegoría es todo lo contrario al símbolo pues desune, separa, es caprichosa y meramente contenidista. No cuaja con lo que se viene mostrando en la obra. Terrifier 2, más allá del talento de Leone para los efectos de maquillaje o alguna escena impactante, es un mero ejercicio masturbatorio sobre sadismo vacío, que busca una mirada trascendente sobre un subgénero (el slasher) que viene agonizando desde hace años y que cada tanto saca alguna buena película en el medio. Si no se juega a la autoconciencia (esto ya lo hablamos en el análisis de Fear Street) como lo hizo Scream en los 90, difícilmente se pueda hallar en ese tipo de cine una razón de ser, un lugar en el mundo. Incluso cuando nos quieran vender que el producto es un mero slasher simpático y que solo pretende entretener. Patrañas.
Una verdadera fiesta de horror y humor en la que el amor que el director tiene por el género se disfruta en cada una de las escenas. La vuelta de ART un siniestro payaso asesino será solo el inicio de una lucha entre fuerzas en la que Sienna (Lauren LaVera) verá desmantelar su círculo íntimo de vínculos y deberá asumir la tarea de aniquilar al siniestro clown. Slasher que arranca con una verdadera fiesta de sangre, pero, prolijo, ART decide lavar su traje antes de asesinar a medio mundo.
Art estuvo aquí Los aficionados al horror de alto voltaje -timoratos y quejumbrosos crónicos, abstenerse- estamos de parabienes porque regresó el payaso más hijo de puta del cine contemporáneo, Art, the Clown, la entrañable creación del norteamericano Damien Leone, una verdadera máquina de matar de las maneras más espantosas y ridículas posibles que honestamente pone en vergüenza a otros colegas de cara emblanquecida como los de Killer Klowns from Outer Space (1988), de Stephen Chiodo, Clownhouse (1989), de Victor Salva, It (1990), de Tommy Lee Wallace, House of 1000 Corpses (2003), de Rob Zombie, Balada Triste de Trompeta (2010), de Álex de la Iglesia, y Clown (2014), de Jon Watts, entre muchos otros. Para los que no lo tengan presente, vale aclarar que nuestro psicópata sobrenatural con aires de mimo caníbal del averno nació como una criatura secundaria en el cortometraje The 9th Circle (2008), a posteriori trepó al rol protagónico en otro corto, Terrifier (2011), hasta por fin eventualmente llegar al largometraje de la mano de All Hallows’ Eve (2013), ésta ya una típica antología de Halloween que incluía el metraje de los dos primeros cortos de Leone más una historia englobadora y un tercer segmento centrado en la tenebrosa aparición de un alienígena. Entre All Hallows’ Eve y Terrifier (2016), el salto de Art a un formato narrativo tradicional que abandonaba las viñetas de antaño, el realizador y guionista nos regaló la mega trasheada Frankenstein vs. The Mummy (2015), trabajo muy olvidable y poco exitoso que lo llevó de inmediato a centrar su carrera -como buen artesano que privilegia la comida diaria por sobre los caprichos artísticos o “elevados”- en el clown amigo de las masacres indignas del gore, precisamente por ello Terrifier 2 (2022) continúa el camino de ambición creciente de cada nuevo eslabón de la saga y ahora nos topamos con una insólita duración de 138 minutos que se explayan en algo que Leone no le había prestado demasiada atención hasta ahora, el desarrollo de personajes, logrando un trabajo muy interesante y entretenido. Mientras que la primera Terrifier ponía el acento casi exclusivamente en Art, the Clown porque gustaba de burlarse del artificio retórico paradigmático de la scream queen que llega con vida a la última escena, en pantalla una serie de potenciales protagonistas que morían horriblemente y así negaban la fórmula del slasher clásico de los 70 y 80, esta segunda parte que nos ocupa prefiere, en cambio, respetar el esquema señalado, uno que por cierto responde mucho más a Mario Bava que a Alfred Hitchcock. Aquí Art (nuevamente David Howard Thornton, que heredó el papel del ya retirado Mike Giannelli) resucita una vez más, sigue el derrotero anterior y por ello asesina a martillazos al forense de turno antes de ir a una lavandería para recuperar su blancura y encontrarse con una simpática compinche, una nena terrorífica similar a él aunque espectral (Amelie McLain y Georgia MacPhail). Luego de clavarle el palo de un trapeador en el cráneo a un sujeto que esperaba en el local, el chiflado un año después se mete en los sueños de una bella adolescente, Sienna Shaw (Lauren LaVera), cual visión de una matanza con una ametralladora en una “cafetería de los payasos”, episodio que deriva en un incendio en su cuarto que quema las alas para su disfraz de Halloween, ese de una princesa guerrera que fue diseñado por su padre antes de fallecer por un tumor cerebral. El hermano menor de la chica, Jonathan (Elliott Fullam), también se cruza con Art y la niña clown mientras juegan con el cadáver de una zarigüeya en el colegio, lo que provoca su suspensión y un ataque de nervios de la matriarca, Bárbara (Sarah Voigt), a quien el payaso le vuela la cabeza con una escopeta recortada en una noche de Halloween en la que también se carga a las dos mejores amigas de Sienna, Allie (Casey Hartnett) y Brooke (Kailey Hyman), la primera toda cortada y desmembrada mediante un bisturí y la segunda sufriendo ácido en el rostro y golpes de un garrote aterrador, y al novio de esta última, Jeff (Charlie McElveen), a quien acuchilla en la ingle y le arranca el pene. Terrifier 2 se diferencia del patético terror indie de nuestros días, tanto el norteamericano y el europeo como el latinoamericano y sobre todo el argentino, porque construye una trama coherente, nos ofrece una protagonista sensata, no sobredimensiona el peso de secundarios bobos, mitologiza con paciencia al homicida, apuesta a víctimas burguesas bien elegidas, no se muestra mojigata en cuanto al sadismo y sobre todo se hace un festín con los practical effects de vieja escuela sin recurrir a la mierda CGI de ese bastión digital omnipresente del Siglo XXI, todo asimismo vinculado al muy buen trabajo de LaVera, un “corchito erótico” con talento actoral, y de un Thornton que vuelve a descollar bajo el atuendo y el maquillaje hiper profuso de Art, a su vez un villano de antología ya que unifica el humor negro símil slapstick circense de unas sonrisas silentes permanentes y el sustrato sanguinario frenético de la carnicería non stop, binomio orientado a dejar en el espectador las reacciones de su preferencia -carcajadas o angustia o quizás desconcierto- en lugar de imponer una lectura por sobre la otra como suele hacer el mainstream actual pero también esa comarca indie a la que nos referíamos con anterioridad, una que en la nueva centuria resulta intercambiable con respecto a la pompa industrial de grandes presupuestos en función de su mediocridad, inoperancia narrativa y eterna repetición de latiguillos aunque sin la frescura y la potencia del séptimo arte de otras décadas. Leone, paradoja de por medio, sí recupera ingredientes del mainstream profesionalizado como actores muchísimo mejores que aquellos de All Hallows’ Eve y la primera Terrifier y el hecho de ahora ponderar a nuestra ninfa guerrera en vez de tratarla como a otra víctima más destinada a donar su anatomía y carne mancillada para toda la platea, sin embargo el director en el trajín no descuida su vehemencia marca registrada para contentar al público menudo descerebrado promedio ni deja en un segundo plano a Art, en pantalla empardado a su linda némesis entre látigos y una espada mágica. Si bien la propuesta incluye citas a films como Plan 9 from Outer Space (1957), opus de Ed Wood, y Night of the Living Dead (1968), de George A. Romero, en realidad su linaje es más vasto porque nos remite al horror y el suspenso de festividades símil Black Christmas (1974), de Bob Clark, y Halloween (1978), de John Carpenter, la comedia negra demente a lo Evil Dead II (1987), de Sam Raimi, y Braindead (1992), de Peter Jackson, y ese splatter que nace con el Herschell Gordon Lewis de Blood Feast (1963), Two Thousand Maniacs! (1964) y Color Me Blood Red (1965), se expande con Bloodsucking Freaks (1976), de Joel M. Reed, Maniac (1980), de William Lustig, Antropophagus (1980), de Joe D’Amato, y Mil Gritos Tiene la Noche (1982), de Juan Piquer Simón, y llega al “porno de torturas” de Saw (2004), de James Wan, Hostel (2005), de Eli Roth, y Wolf Creek (2005), de Greg McLean, y el extremismo europeo de Haute Tension (2003), de Alexandre Aja, Ils (2006), de David Moreau y Xavier Palud, Frontière(s) (2007), de Xavier Gens, À l’intérieur (2007), odisea de Alexandre Bustillo y Julien Maury, Martyrs (2008), de Pascal Laugier, y Eden Lake (2008), de James Watkins, amén del grotesco payasesco de las citadas Killer Klowns from Outer Space y House of 1000 Corpses y aquel trasfondo metafísico/ onírico/ surrealista de joyas del slasher sobrenatural como Phantasm (1979), de Don Coscarelli, y A Nightmare on Elm Street (1984), de Wes Craven, cuyos Tall Man de Angus Scrimm y Freddy Krueger de Robert Englund constituyen también influencias cruciales en Art al igual que el Pennywise de Tim Curry de It y el Guasón de Jack Nicholson de Batman (1989), de Tim Burton, y ese otro de Heath Ledger de The Dark Knight (2008), de Christopher Nolan. Leone, encargado además -y como siempre- de la producción, el montaje y los efectos especiales, edifica un trabajo meticuloso que lleva el sello de los mejores productos Clase B del exploitation del Siglo XX, una proeza enorme encarada desde la eficacia truculenta y la soledad creativa…
El neoyorquino Damien Leone viene practicando las artes del terror extremo desde hace años, siempre en los márgenes de la industria y, con una única excepción, dedicando sus esfuerzos a los despanzurramientos pergeñados por Art, un payaso con aires de mimo y una bolsa de basura llena de elementos cortantes, entre otras armas de destrucción corporal. Comenzando con un par de cortometrajes y el largo Terrifier (2016), que por estos pagos puede verse en Prime Video, el personaje interpretado bajo gruesas capas de maquillaje por David Howard Thornton pegó el batacazo en su país de origen hace algunos meses. Producida con un presupuesto que haría sonreír de ternura a cualquier director de cine con ambiciones hollywoodenses, Terrifier 2 –que aquí se lanza con el subtítulo El payaso siniestro– se convirtió en un enorme éxito de público, recaudando una millonada y provocando (al menos según la campaña publicitaria) desmayos y vómitos en las salas. Si hasta el mismísimo Stephen King tuiteó un elogio señalando sus “asquerosidades de la vieja escuela”. Es que Leone, fanático del subgénero slasher (las películas de locos sueltos que cometen crímenes a rolete, territorio favorito de los Freddies y Jasons de este mundo) y especialista en efectos especiales, descree de la digitalización de la sangre y apoya los FX de látex, bombas de vacío y glóbulos rojos vegetales que poblaron el horror cinematográfico durante las décadas del 70, 80 y 90. Poco puede decirse de la trama, excepto que Art, que parecía haber muerto hacia el final de la primera entrega, reaparece en esta secuela con bombos, platillos, trompetita de juguete y una amiga que quizá sea imaginaria. ¿Para qué? Bueno, para seguir matando gente a diestra y siniestra, como lo demuestra la primera escena, en la cual un pobre médico termina con uno de sus ojos extirpado a dedo limpio y sus sesos desparramados por el piso de la salita. La protagonista es Sienna, una estudiante con alma de artista que se encuentra preparando un sofisticado disfraz para la noche de Halloween, siguiendo un diseño de su difunto padre, tal vez como homenaje filial. La estructura de Terrifier 2, autoconsciente en todo momento de los mecanismos narrativos y referencias al pasado del género que la sostienen, es deudora de clásicos como Noche de brujas y las sagas Pesadilla y Scream, entre muchos otros títulos, aunque el nivel de gore (sangre, mutilación, tripas y cosha golda) se acerca a una cruza entre las ambiciones realistas de Lucio Fulci con el exceso irónico del primer Peter Jackson, todos ellos descendientes indirectos del pionero Herschell Gordon Lewis. En otras palabas, la violencia en pantalla puede parecer por momentos cercana al torture porn, pero los límites están tan corridos que el disparate gran-guiñolesco termina haciendo triunfal aparición. Parte de la gracia está dada por la fisonomía y las actitudes del asesino: sin pronunciar palabra ni sonido alguno, sonriente y dispuesto a los mohínes, como si fuera un primo lejano y desagradable de Marcel Marceau, el cuchillo siempre se clava con cierta distancia irónica (ni qué decir cuando una cabeza, cercenada por abajo y por arriba, hace las veces de tétrico reservorio para los clásicos caramelos de Halloween). El otro exceso evidente, tal vez mayor que el de las amputaciones explícitas, es la duración, que se acerca a los 140 minutos, casi una excepción en la historia del terror de bajo presupuesto y sin pretensiones de “elevarse” artísticamente. Hay cal y hay arena en Terrifier 2, pero en su desembozada apuesta a la diversión pura y dura (aunque muchos espectadores no compartirán el concepto y se verán asqueados o aburridos), su afición al mal gusto entendido como una de las bellas artes (John Waters dixit) y la creación de un par de reinas del grito modernas Damien Leone logra entregar con creces lo que se propuso. Habrá que ver si la ya anunciada tercera parte, probablemente coproducida por alguna compañía de mayor envergadura, termina sosteniendo la antorcha de la independencia creativa o cae en las garras de otra clase de cortes: los de la autocensura ante la posibilidad de una distribución masiva.
Buenas, buenas, 2023. Veamos qué nos trae esta segunda entrega de Art, El Payaso Siniestro, y empecemos, como se debe, por el principio. Esta película viene de dos previas: La víspera de Halloween (2013) y Terrifier (2016), ambas catalogadas dentro del género de terror gore, ambientadas en la noche de Halloween y dirigidas por Damien Leone. Antes de estas películas el director ya incluía en un corto, El Noveno Círculo (2008), a su payaso fetiche, con la misma vibra de toda la saga. Que el terror tiene cara de payaso ya lo sabemos, pero ¿sabemos que el terror nos puede hacer reír? Bueno, eso es lo que plantea el cine splatter. Un término que al parecer introdujo George A. Romero para catalogar a su película: El amanecer de los muertos (1978). Pues el gore, que en inglés significa sangre, y splatter, que significa salpicar, componen un género que abunda en violencia gráfica: escenas de desmembramiento, tortura y, por lo tanto, exceso (de todo). En su máxima expresión funciona como ¿comedia? Pues sí. Voy a decir que tanto el corto como estas dos primeras películas de Leone no me parecieron graciosas, son feas, como debe ser el gore, y además son misóginas, porque al parecer solo se puede recrear violencia extrema en escenas con mujeres que, si son tontas, mejor. En Terrifier 2, en cambio, se da un poco más esta relación con lo exagerado, lo grotesco y lo ridículo, que puede llevar a la risa al mismo tiempo que al vómito. La primera Terrifier nos deja en el inicio de la segunda. Un año después de la matanza de Halloween donde Art acribilló a Dawn (la rubia tonta), a Tara, la menor de las hermanas Heyes, y desfiguró a Victoria, la mayor y sobreviviente, para luego ser asesinado de un tiro en la frente y revivido por alguna entidad maligna. ¡Un montón! Y en solo una hora y veinte minutos. En fin, Art sale de la morgue vivito y coleando. Esta historia, aunque no lo puedan creer, tiene un contexto y es el mismo que retoma Terrifier 2, es decir que son simultáneas, la primera hace un flashback y esta nueva entrega se centra en ese segundo Halloween del terror, días después de que Victoria, la sobreviviente de Terrifier, es entrevistada por una periodista a raíz de los sucesos vividos el año anterior y su inesperada recuperación. Tras bambalinas la periodista se mofa del aspecto monstruoso de la víctima y termina masacrada por ella que, al parecer, ha sido captada por la malignidad. En Terrifier 2 vuelven a aparecer los espectros que estaban más presentes en La víspera de Halloween y que en Terrifier se habían diluido. El payaso siniestro ahora está acompañado por una nena fantasmagórica, que se viste y se pinta como él, y por Victoria, que está encerrada en un manicomio, pero le hace la segunda y un poco de enamorada. Esta vez serán los hermanos Shaw el objeto de persecución de Art. Sienna, la hermana mayor, tiene la estética de sus anteriores víctimas. También cuenta con dos amigas, una rubia medio tontina (obvio) y otra un poco más centrada pero altanera y, como sabemos, al payaso eso no le gusta. En cuanto a los aspectos políticos del film, hay un corrimiento mínimo hacia las nuevas líneas feministas presentes en el cine mainstream contemporáneo; en este plan, la protagonista, Lauren LaVera (actriz, artista marcial y doble de riesgo), es propuesta como una luchadora, hija de un visionario, que va a convocar fuerzas del bien para poder confrontar al payaso del mal y salvar a su hermano menor, Jonathan. Además, los desmembramientos no serán solo femeninos y, en esos otros casos, aunque tibios, darán en el clavo. Lo que queda de esta película no es argumento sino muerte, destrucción, sangre y salpicaduras. No van a faltar escenas ridículas, con ojos, con piernas. Tampoco faltarán las referencias al cine de George A. Romero y guiños hacia otros programas emblemáticos de terror y comedia. Queda claro que está película va al hueso del género y lo estalla. Lo que no entiendo es ¿por qué no se estrenó en Halloween?… Le hubiese dado otro vuelo. Si te gusta el gore, no te pierdas Terrifier 2, dura dos horas y monedas (para más placer), y va a ser tu película del año. El resto de los mortales seguiremos viendo otras cosas.
Si sos fanático del “slasher movie” esta es tu opción 138 minutos de duración donde las muertes, los desmembramientos, la lentitud para destruir literalmente a sus víctimas es solo para fanáticos no impresionables. El mérito de Damien Leone, es haber creado a este personaje, a un clown, Art, con el típico maquillaje blanco ( mucho no le dura inevitablemente lo salpica la sangre) que no necesita hablar, solo sonreír, comunicarse con señas y ejecutar. No tiene motivaciones psicológicas para su furia asesina, de la familia de Freddy Kruger, Michael Myers y Jason Voorhees, está habitado por un ente maligno, asi solo sabe hacer una cosa serruchar, arrancar, hundir, deleitarse con reducir a deformes trozos a sus víctimas. Por algo resucito en la morgue y no tiene tiempo que perder, justo es Halloween y nadie le llama la atención su disfraz. Esta segunda película se hizo con un pequeño presupuesto, 250.000 dólares y recaudó millones. Como la primera se transformó en un fenómeno, que rinde homenaje al género de o los 80. Y como mejor publicidad tuvo el lanzamientos de rumores de espectadores que vomitaron de impresión en las salas y huyeron por no poder soportar tanta carnicería.
Damien Leone es el creador total de Terrifier 2, la película de terror del momento. Un verdadero fenómeno que no para de crecer. Esta secuela de Terrifier (2016) es mucho más ambiciosa que su antecesora y a los espectadores no les importa en lo más mínimo que sea una secuela, ya que la conexión es directa con este nuevo título. Los 250.000 dólares que costó han sido recuperados porque en Estados Unidos ya lleva recaudado más de diez millones y sigue sumando. Antes de llegar al streaming en su país, los seguidores del género ya habían empezado a correr la voz y la película es descargada como sea en todo el mundo. También se supo que hubo espectadores que se desmayaron en el cine o que vomitaron por lo que veían. Ambulancias fueron llamadas para atenderlos en algunos casos. Aunque estos rumores suelen ser puro marketing, acá se han confirmado como reales. No es insólita una reacción así cuando una película del más puro gore se vuelve más masiva de lo que naturalmente hubiera sido. Todavía le queda mucho por recorrer y este éxito tendrá consecuencias, desde una tercera parte hasta un salto al mundo del cine mainstream. Eso es todo lo que circula hoy sobre Terrifier 2, pero pasamos a la película dirigida, producida y editada por Damien Leone. La escena inicial es nocturna. Art the Clown camina con una bolsa de residuos sobre su hombro e inmediatamente un flashback establece que ha asesinado al médico forense en la morgue. Una conexión directa con el film anterior. Este crimen inicial presenta el tono de la película para aquellos que no conocían al personaje previamente. Quién no cierre los ojos aunque sea por un segundo frente a la violencia de este arranque, ya se ha recibido de espectador de gore de élite. Pero en cualquier caso, la película es clara en su estilo y forma. Esos primeros diez minutos obviamente son solo el anuncio, el comienzo, una prueba de fuego. En los films de terror la violencia y la sangre van en aumento. Es cuestión de sacar cuentas y calcular lo que vendrá. Terrifier 2 es una película independiente cuya estética combina elementos de la década del setenta y ochenta. La forma en la cual está filmada es mucho más cuidada y compleja que el promedio de esta clase de films, pero no tiene un solo momento pretencioso o autoconsciente. La película tiene identidad propia y si la asociamos a grandes cineastas es para dar una guía, no para decir que le debe nada a nadie. La forma en la cual Leone construye el comienzo del film nos hace pensar en grandes directores del género, como John Carpenter o Joe Dante, maestros del cine de género de aquellos años. También pensamos en Tobe Hopper, George A. Romero y Wes Craven. Para simplificar la idea, el comienzo parece más un film de estos directores que uno de los cineasta actuales. Fotografía, montaje, música, el cine de los ochenta para construir una historia que asusta desde los créditos. Leone juega con la memoria del amante del género, además de ofrecer su propia obra. Hay varias escenas francamente brillantes, otras más estándar y la película no siempre está sorprendiendo. Pero que una película gore independiente dure dos horas y dieciocho minutos habla de unas ganas de contar la historia que va en dirección contraria al adocenamiento siglo XXI de las películas de terror breves pero eternas. Terrifier 2 se toma el tiempo para construir los climas, las escenas previas al impacto y las escenas más violentas, donde evita, cuando puede, los cortes excesivamente rápidos. Se queda en los crímenes, a veces hasta lo insoportable. Tiene menos violencia sexual que la primera, pero es mucho más sangrienta. Y por supuesto el gran hallazgo es Art The Clown. Este personaje, creado hace más de una década por Damien Leone e interpretado por David Howard Thornton, realiza aquí una nueva aparición estelar, tan fuerte para los que lo conocen como para aquellos que lo ven por primera vez. Arranca bien arriba y ya no vuelve a bajar. La construcción del monstruo es excelente. Vestido como payaso, con ropa, zapatos y sombrero blanco y negro, incluida la máscara que simula el maquillaje de mimo, Art emula al generoso y bondadoso Marcel Marceau. Su imagen es perturbadora aunque en muchos momentos sonría con la simpatía y la inocencia de aquellos que lo inspiraron. Jamás dice una palabra y, salvo alguna escena casi imperceptible, no emite ningún sonido tampoco. No es el villano frío y sin expresión, sino todo lo contrario, es terriblemente expresivo. No sólo se parece al mimo Marceau, también evoca a Charles Chaplin. Simplemente imaginen eso: Chaplin convertido en el peor asesino de todos los tiempos. Algunos gestos son tan parecidos que perturban. El actor David Howard Thornton también es mimo, lo que explica la facilidad para darse a entender sin ni siquiera emitir un sonido. Que no hable pero sea tan histriónico vuelve todo más escalofriante. También tiene la particularidad de que puede usar cualquier método o herramienta para matar, no tiene lógica alguna, su bolsa está cargada de cosas que puede llegar a utilizar. Como todo film gore, la violencia está sobrepasada, fuera de control, gran guiñolesca. Aunque su brutalidad la vuelva abrumadora, no deja de ser un tanto humorístico ese horror descomunal. Es tan excesiva que es paródica, aunque lo único que queramos sea cerrar los ojos. Hay un cierto humor en la película, pero no tiene la simpatía de muchos films gore, como los de Sam Raimi o Peter Jackson. La maestría de las escenas más sangrientas está entre lo mejor del género de todos los tiempos. Aunque en el film anterior había momentos terribles, acá se nota un dominio más sofisticado para los efectos especiales. Solo algún detalle es efecto visual, es decir de post producción, pero vaya uno a descubrirlo, solo se sabe por las declaraciones del director. No ha sido para nada un mal año para el cine de terror, ejemplos muy comerciales han logrado funcionar en taquilla. Pero que esta locura haya logrado estar algún fin de semana en el top ten es casi un milagro. No hay ni que aclarar que no es para todos los públicos, la experiencia es solo para verdaderos conocedores del tema. La historia del cine nos acostumbró al corte cuando viene el plano más terrible, pero Terrifier 2 nos enseña ahora lo contrario. Hay mucho cine olvidable, pero esta película no se le borrará de la mente a nadie que la haya visto. Y no es solo por lo sangrienta, sino por la forma en la cual está filmada. Para peor, es muy probable que se nos pegue una canción muy inquietante que aparece en dos momentos de la película. Terrifier 2 vino a sacudirnos un poco de la rutina. Es diferente de la primera, pero definitivamente es mejor.
Terror al límite y de la vieja escuela. Art the Clown es un payaso mudo asesino. Despiadado, su accionar de tortura, crueldad y muerte parece no tener condicionamientos, ni mucho menos final. Art parece no ser humano, sino la encarnación del Mal y en su vertiente más brutal y física. Art the Clown es el protagonista absoluto y el principal atractivo en la serie de películas Terrifier, creadas y dirigidas por el realizador Damien Leone, un artista que entiende y comprende al género del terror cinematográfico, a la representación del impacto y mucho más al fanático que disfruta viendo este tipo de cine. Art the Clown es el carismático intérprete de esta historia de horror, sangre y vísceras en primer plano. Increíblemente la segunda parte de la saga, Terrifier 2, llega en este caluroso enero a las salas de los cines de nuestro país. Y digo increíblemente porque una producción de esta categoría (100% gore, ultraviolenta y donde los cuerpos son mutilados y destrozados sin miramientos) no es apta para cualquier espectador y por lo general pocas veces puede llegar a la instancia de tener un estreno en salas comerciales. Quizás la principal razón se deba a su abrumador éxito de taquilla en Estados Unidos, dónde costó u$s 250.000 y recaudó u$s 10.000.000, y al boca a boca que la película y el personaje del payaso fue generando en las redes sociales. Terrifier 2: El payaso siniestro comienza con la “resurrección” de Art the Clown, interpretado por el actor y mimo David Howard Thornton, en una morgue. De allí saldrá este maníaco para emprender nuevamente un camino de explícitos y aterradores crímenes. Las próximas víctimas parecen ser Sienna (Lauren LaVera), una joven con futuro de artista, su hermano adolescente y su madre. Pero Sienna no es una más. El traje de heroína dorado que tiene preparado para la noche de Halloween parece darle poderes o simplemente la fuerza necesaria para enfrentar a un adversario del nivel de Art the Clown. Sienna quizás sea la única capaz de enfrentar al mismísimo mal, en esta oportunidad en versión de payaso siniestro. Antes de ser un realizador, Damien Leone fue un especialista en efectos especiales, pero los de la vieja escuela, como aquellos logrados a base de sangre falsa, FX de látex, muñecos huecos y otros. Es entendible entonces que su anterior oficio sea una parte vital para darle a sus películas una estética y contundencia que fue muy importante en el cine del terror de la década de los 70’ y 80’, principalmente poniendo el foco en Italia con realizadores como Lucio Fulci, apodado no por nada El carnicero, debido a poner en primerísimos planos ojos, extremidades y demás partes del cuerpo humano que eran destrozados sin piedad. La influencia en Leone de Fulci es entonces inevitable y también del teatro francés de comienzos del siglo XX, El Grand- Guignol. Este particular tipo de representación teatral, donde 250 personas eran testigos de brutales masacres ficticias (ojos eran arrancados de sus órbitas, cabezas cortadas, despellejamientos varios), sirvió como semilla para el posterior cine de terror moderno y más específicamente del subgénero slasher. Volviendo a la actualidad, lo que logra Damien Leone es reformular el slasher, de cierta forma actualizarlo y para nuevas generaciones, que se espantarán como ya lo hicieron otros anteriormente en el pasado. El círculo siempre sigue su curso y nunca parece cerrarse. La osadía de Leone también pasa por la duración del metraje: casi 140 minutos, donde la violencia va creciendo en intensidad y explicitud hasta llegar a límites insospechados. Terrifier 2: El payaso siniestro es un entretenimiento duro, muy duro. Uno donde los excesos físicos y lo amoral son su piedra fundamental. Pienso que Leone cumple con lo que promete, aunque pueda agradar o no. Hay sangre a rolete, humor negro, ironía, espeluznantes secuencias oníricas y hasta un poco de autoconciencia. Su Art the Clown volvió con todo su horror físico para destrozar cuerpos y la pantalla de cine; de paso despertar el terror más puro en los espectadores. Su payaso siniestro es el nuevo astro en el cine de terror actual y eso no es poco.
Terrifier 2: El payaso siniestro es la mímica punk salpicando mierda al ritmo del synthwave más pegadizo, es un escupitajo gore a la cara del buen gusto burgués, es una apuesta por la crueldad como motor de cambio, es dadaísmo y anarquismo concentrados en una figura siniestra, tan aterradora como graciosa. El payaso Art ya es un ícono del terror, una bomba molotov que mata con sadismo, que come vísceras de mujeres y niños porque cree en la violencia extrema, en la saña más radical. Es la vuelta a las bases de las grandes vanguardias del siglo 20, es la maldad escondida detrás del maquillaje circense, el cuchillo afilado que se hace pasar por entretenimiento de clase B. La distribuidora Terrorífico, especializada en el género, puso en los cines la película de culto de Damien Leone, guionista y director que creó al payaso de traje blanco y negro que siempre anda con una bolsa de residuos en el hombro y que decora su cara con un sombrero en miniatura, un puntito negro en la nariz y una sonrisa de grandes dientes manchados con sangre ajena. Art está protagonizado por David Howard Thornton y es uno de esos personajes que crean adicción y legiones de fanáticos que piden más películas que lo tengan como protagonista de matanzas llenas de mutilaciones increíbles. Terrifier 2 continúa desde donde termina la anterior, cuando Art sobrevive en la morgue y escapa en busca de sus nuevas víctimas: la adolescente Sienna (Lauren LaVera) y su hermano menor Jonathan (Elliott Fullam), quienes viven con su madre viuda (Sarah Voigt). Es la noche de Halloween y Art es un personaje que retoma la figura del clown silente para aterrorizar a los jóvenes que piden dulce o truco. Sienna pasó meses diseñando su traje con alas de ángel para esa noche especial, un traje que la convierte en una heroína sobrenatural, con rayos pintados en un ojo, a lo David Bowie en su etapa glam. La primera Terrifier (2016) fue la presentación oficial del personaje. Pero antes, Leone hizo All Hallows’ Eve (2013), en la que ya salía Art haciendo de las suyas. Sin embargo, es en Terrifier 2 (2022) en la que termina de perfeccionar al payaso, haciéndolo más pervertido, sangriento y escatológico. Las mímicas de Art lucen tan temibles como siempre, en parte porque existe un miedo atávico relacionado con los payasos, y en parte porque recuerda el accionar antisistema de ciertas vanguardias de comienzos del siglo pasado. Una de las características de Art es que tiene diarrea y no para de manchar las paredes de los baños con abundante excremento, que lucen como cuadros incendiarios en el museo de la gente fina. Art escupe y disfruta descuartizando a sus víctimas, a las que exhibe con orgullosa sonrisa diabólica. Terrifier 2 funciona no solo como la inverosímil película de terror de bajo presupuesto, sino también como un manifiesto punk con influencia de los slashers que tanto nos gustaban alquilar en los videoclubes. Es la vuelta festiva al VHS en pantalla grande. El feísmo como estética y la crueldad como impulso desestabilizador de Terrifier 2 constituyen la perfecta contrapartida de un cine de terror basado en la solemnidad y en el clasicismo bien fotografiado. Leone busca imágenes para provocar un desorden en el cine de terror mainstream.
UN NUEVO ÍCONO SE LEVANTA El fenómeno indie Terrifier 2, que desembarcó en las salas argentinas, es una grata sorpresa global para los fanáticos del terror y nostálgicos amantes del slasher de los 80. Hacía tiempo que no existía una figura potente, desde Jason Vorthees o Michael Myers. Esta vez encarnado en un payaso diabólico mezcla de mimo, tan histriónico como It pero más gestual, sádico e impulsivo. Y es que Art, el payaso, como se llama este antagónico personaje, ya venía pisando fuerte entre el género más gore y clase B desde su primera aparición en All Hallows’Eve, una década atrás, en una suerte de antología de miedo durante esa época festiva. En ella, una niñera comparte una película en VHS para que los niños vayan a dormir pronto. Un producto muy liviano y sin demasiado impacto, que sin embargo haría que su director, Damien Leone, comience a elaborar un interesante personaje de perfil psicópata no parlante. Y a destacar aquí en adelante a la actriz -en diferentes papeles- Katie Maguire, una suerte de scream queen en todas sus entregas. Es así que por el 2016 surgió el spin off Terrifier, que cuenta las siniestras andanzas de este sujeto, desarrollado desde ese año por el talentoso y desconocido David Howard Thornton, bajo la dirección de Leone, con quien se afianzaría una sólida alianza audiovisual. Un film de culto, siniestro, brutal, para el deleite de un puñado de fanáticos que se volverían una horda. Quienes reclamaban más aventura, sangre y tripas ante el vacío de figuras de fantasía en el terror slasher de este último tiempo. Y quienes a la vez supieron deleitarse con la excelente manipulación de efectos de la vieja escuela sin tanto manoseo del famoso CGI. Solo así puede entenderse esta locura indie de Terrifier 2, que es una película de un fanático del terror nostálgico en un claro homenaje para otros admiradores de un estilo de films casi extinto. Una propuesta muy esperada desde su anuncio, hace más de un año y medio, que disparó cantidades de adeptos por las redes sociales y sitios del género, como en este caso la productora de Bloody disgusting, principal responsable de esta entrega. Productora que ya recaudó fácilmente los 250.000 dólares invertidos. Con respecto a esta segunda propuesta, observamos una trama más tradicional y sólida con una protagonista joven y empoderada -una suerte de princesa Xena- que hará lo posible para salvar a su familia de las garras de este obsesionado Art. Este payaso que resucita por una malvada entidad y regresa con sed de más asesinatos por el simple gusto de no aburrirse. Terrifier 2 mantiene ese clima lúgubre, inserta humor negro y sube un peldaño más en las escenas de asesinatos ultra sádicos inspirados, según Leone, en el mismísimo Jack, el destripador. Siempre con ese modus operandi tan amado por este mimo teatral, entusiasta en desfigurar rostros humanos. En contra apuntaremos su desmedida extensión con 138 minutos que a veces flojea y se limita a un capricho insostenible, con poca profundización en algunos personajes y antagónicos que aparecen con poco desarrollo, como también el desconocimiento del origen del mismísimo Art. Pero a no desesperar, que seguro en puertas podrá venirse una próxima entrega donde puedan atarse estos cabos sueltos y necesarios que exigen los fans. Por ello, estos puntos negativos son perdonados por el carisma de este engendro maligno que supo ocupar una parte en el corazón de los espectadores de películas diabólicas. Y me despediré con esta frase que describe acertadamente la génesis de Terrifier 2 en cuestión, por el colega Chris Evangelista de Slash Film: “Ver esto le da a uno la sensación de que está viendo algo nuevo, y ese es un sentimiento que simplemente no se puede vencer”. Hay Art para rato, ¡salú!
Todos sabemos que los payasos dan miedo. Nadie se olvida del payasito de Poltergeist. Tampoco de Billy, de El juego del miedo. Otros nos inquietan, pero nos divierten: los payasos del clásico de culto Killers Clowns from Outer Space; y Captain Spaulding, de La casa de los 1000 cuerpos y Los rechazados del diablo. Javier, de Balada triste de trompeta, y Joker, son muy distintos. Son payasos trágicos y tristes. Sufren el drama que les toca vivir, no son asesinos por naturaleza. Son más humanos – hasta cierto punto. Claro que el payaso más famoso, el que nos da mucho miedo es, sin ninguna duda, Pennywise. Sobre todo, el que interpreta Tim Curry en la versión original de It. Nos daba miedo de chicos y nos pone nerviosos hoy. Es insuperable. Y en Terrifier aparece Art the Clown. Desquiciado y sádico, este payaso no tiene límites de ningún tipo. No solamente por toda la gente que mata, sino particularmente por cómo la mata. Si fuera humano, sería más peligroso que Dahmer o Bundy. Aunque, en realidad, toda su perversidad recién se hace carne en Terrifier 2, una de esas raras secuelas que superan, y por mucho, a la primera película. Es que Terrifier 1 no asusta, no impresiona, no entretiene. Es curioso ya que ambas fueron escritas y dirigidas por Damien Leone. Hasta parece que Terrifier 2 fue hecha por otro director. Sea como fuere, los que amamos el cine de terror ahora sí podemos celebrar. Estamos en Halloween y Art the Clown (David Howard Thornton) regresa al Condado de Miles, luego de haber resucitado porque sí (no podía ser de otra manera) y ahora persigue a Sienna (Lauren LaVera), una joven adolescente, y a su hermano menor para hacerles de todo hasta matarlos. De paso, va a matar a muchos otros y otras. Esta vez no viene solo: lo acompaña una niña, una especie de ¿fantasma? que puede llegar a ser más perturbadora que el propio Art. Muerte más, muerte menos, esa es la trama – si es que se puede llamar trama. No nos importa que sea solamente eso porque lo que nos divierte (un poco) y nos impresiona (mucho) es el épico festival de gore con todas sus muertes en una fotografía de colores vivos, saturados y muy contrastados, con un vibrante rojo sangre como gran protagonista. Sumemos una dosis generosa de un humor muy negro, hasta enfermizo, desde la primera escena hasta la última, sin respiro. Art the Clown tiene su propio arsenal, con cuchillas y cuchillos oxidados, sierras, martillos, tenazas, una ametralladora y hasta un lanzallamas. Todo preparado para descuartizar, desmembrar, decapitar, disparar a quemarropa y quemar gente (viva). Sus matanzas son puro espectáculo, la violencia no podría ser más gráfica y los impresionantes efectos especiales – realizados de manera artesanal, con muy poco CGI- conforman una estética retro al estilo de clásicos como Evil Dead y Bad Taste. Mucho más cerca del formalismo que del realismo, Terrifier 2 hace del gore extremo un modo de expresión, sin avergonzarse de nada. Y le sale muy bien. Es admirable como Leone revisita y enlaza géneros y clichés típicos del terror. Claro que Terrifier 2 es una película con un payaso asesino, pero también es un mega slasher furioso con torture porn que ocurre en Halloween, con fiesta incluida, en los no tan apacibles suburbios que John Carpenter y Wes Craven exploraron en sus slashers de culto. Es explotation a la enésima potencia, su herencia está presente en cada una de las masacres. Nos hace acordar a películas de la nueva extrema francesa, pero sin el realismo tan verosímil de À l’intérieur o Martyrs. Sobre el final, tenemos una suerte de surrealismo en un parque de diversiones, con casa embrujada y todo. También un neuropsiquiátrico, el broche de oro ideal para tanta insania. Hay una masacre que es memorable. Ocurre en un set televisivo lleno de niños y algunos adultos. Tantas muertes, de todas formas, en tan poco tiempo. Lo mejor es ver a Art the Clown riéndose en silencio mientras se deleita con la agonía de sus víctimas. Todo mezclando el terror con la parodia. Más políticamente incorrecto, imposible. Art the Clown no será Pennywise, pero sigue sus pasos. En otro registro y con otro tono, ya se ha convertido en todo un fenómeno. Pennywise mata selectivamente, Art mata indiscriminadamente. De una u otra manera, ambos nos producen un placer culpable. Y, digamos la verdad, nos divierten mucho. ¿Por qué sino veríamos películas tan violentas?
Terrifier representa uno de los fenómenos de culto recientes que surgieron dentro del cine de terror independiente. En el 2016 se conoció la primera entrega del director Damien Leone, quien con un presupuesto limitado de 35 mil dólares (financiado con aportes privados en una campaña de Indiegogo), elaboró un simpático homenaje al slasher vintage de los años ´80. El film tuvo una repercusión positiva en los aficionados del género y eso alentó a que se pudiera concretar la continuación producida de la misma manera. La segunda entrega hizo ruido por el hecho que en Estados Unidos hubo personas que se desmayaron y vomitaron debido al contenido del film, un tema que le aportó una mayor promoción, De hecho, gracias a esa repercusión probablemente consiguió distribución en Argentina. La nueva obra de Leone, al igual que su producción anterior, evoca el tipo de slasher que fue muy popular en la época dorada del video club. Desde los clásicos europeos de lucio Fulci (Zombi 2) y Lameberto Bava (Demons) a la primera etapa de Wes Craven. Terrifier amparada en su gesta independiente consigue desarrollar un espectáculo de tortura porno donde no están ausentes los contenidos misóginos y el sadismo que caracterizaron los filmes de ese período. El director lleva el espectáculo gore a un extremo que sería complicado de trabajar en una propuesta desarrollada por los grandes estudios. Quienes disfruten con los baños de sangre zarpados o extrañaba la violencia gráfica de la Nueva Ola de terror francesa que cobró notoriedad a comienzos del siglo 21 este estreno probablemente lo vivirán como una fiesta. En lo personal me aburrió bastante por un motivo que en breve explicaré. No obstante, antes quiero resaltar dos virtudes del film que no puedo ignorar aunque no sea fan de la propuesta. En primer lugar la apuesta de Leone por los efectos prácticos que están impecablemente trabajados y hoy no abundan en el género en tiempos donde suele primar el uso del CGI. Las escenas intensas y los efectos de maquillaje son efectivos y demuestran lo que se puede hacer con poco presupuesto cuando hay talento en esos campos. Por otra parte, creo que el payaso Art es el candidato más sólido que surgió en mucho tiempo a la hora de buscar un nuevo personaje icónico dentro del cine de horror. De todos los intentos que hubo en los últimos años por hacer algo parecido este villano presenta las mejores condiciones para aspirar algún día (lo determinará el tiempo y futuras continuaciones) a obtener un lugar en el salón de la fama entre los grandes monstruos y psicópatas. Desde un punto de vista conceptual es muy interesante, y se vio favorecido por una estupenda interpretación de David Howard Thornton. Sienna Shaw también ofrece una muy buena labor en el rol de la final girl dentro de un reparto decente. Mi gran problema con esta película pasa por su duración de dos hora y 18 minutos que no tiene justificación para una propuesta slasher. Salvo que cuentes con un guión soberbio que permita mantener la intriga a través de la tensión y el suspenso, la extensión del metraje a este nivel termina siendo contraproducente. A Terrifier 2 le sobran fácil 40 minutos, cuya edición hubiera impedido que el film no se estancara en la redundancia. Muy especialmente en el acto final que resulta interminable. Si no conectas con el gore extremo la duración de este film puede ser un problema. Para quienes opten por verla en el cine recuerden que hay una escena adicional en la mitad de los créditos.
Terrifier 2 es lo que ya vimos demasiadas veces en los 80’s… pero más enfermo, perverso, repulsivo y sobre todo, mucho más divertido. La película funciona porque asume su condición de fantasía homicida y corre los límites del gore desde el absurdo y su propia incoherencia. Podría interpretarse como una parodia del género si no fuera porque lo hace desde la más absoluta seriedad de su puesta en escena del horror, una estética del exceso realista y vintage para una película alegremente sádica.
Película promocionada como “la gente se enferma en la sala”, es en realidad una humorada desaforada y sangrienta con no pocos momentos surreales donde un payaso grotesco asesina gente de las maneras más espantosas (y literales) posibles. Hay algo sobrenatural, y queda por saber si la habilidad para combinar el grotesco que asusta con el que da risa es un accidente o hay en Damian Leone un autor aprendiendo (a lo bestia) los rudimentos del cine.