El género de ciencia ficción (así como Los Simpsons) siempre fue considerado “de anticipación”. Por sus elementos intrínsecos podía adelantarnos lo que ocurriría muchos años después. Miren sino El Planeta de los Simios. Siguiendo esta línea, se estrena online este jueves 23 de Abril en Cine.Ar TV y en la plataforma Cine.Ar PLAY la película argentina Tóxico, dirigida por Ariel Martínez Herrera. En este caso, la producción se adelantó bastante al evento de la crisis actual del Coronavirus, y eso que comenzó su andar cuatro años atrás. Aunque su director alega que la idea comenzó a gestarse durante la locura de la gripe A, en 2008. En medio de una pandemia que cobra lentamente dimensiones catastróficas, Laura y Augusto huyen de la ciudad en su motorhome para alejarse del caos. A medida que avanzan por la ruta, el mundo se vuelve un lugar cada vez más extraño y peligroso. Pero antes somos testigos del desabastecimiento, la gente rompiendo las reglas, la policía reprimiendo, el sistema de salud desbordado, el agotamiento por el uso de barbijos… cómo si fuera un mal chiste, Tóxico reunió todas las fobias que viviríamos ante una pandemia global… una que nunca creímos llegar a vivir. La película es una suerte de road movie (género que acompaña a personajes en un viaje) pero con un ritmo más propio de UN3TV, este canal nacido de la Universidad Tres de Febrero que albergó a diferentes figuras del under argentino que luego se fueron haciendo masivas. Incluso, su director, hizo carrera produciendo desde GRANDES EXITOS (junto a Martín Garabal), web series como “Famoso” (TURNER) y “Periodismo Total” (UN3) además de ser creador de “El show de Cúmulo & Nimbo” y “Aventuras de Corazón Roto” (UN3). La presencia de Martín Garabal (hoy una figura en ascenso por el programa multimedial de Vorterix “Últimos Cartuchos“) oficia no sólo de productor, sino tambíen de actor y director de casting. Y sospechamos que fue quien sumó a Lucas Fridman (productor y alma mater de “Últimos Cartuchos”) para que compusiera la música original, que tiene un sello propio y una personalidad que casi compite con la visual. La dinámica y demencia de algunos personajes secundarios recuerda a “Tarde Baby“, otra de las producciones de UN3TV con muchos puntos en común con Tóxico, pero llevando el foco a la discusión al aborto legal, seguro y gratuito. Sin embargo, la película de Ariel Martínez Herrera intenta tener un sello propio, con algunas composiciones de plano muy estéticas, un uso fuerte del fuera de campo y planos gran angulares gigantescos (aprovechando “el campo” como un personaje más de la historia), más algunas demencias propias de Monty Python. Lo más criticable es la poca cantidad de planos, haciendo que algunas escenas sean muy teatrales. En el plano actoral, Jazmín Stuart tiene ángel (aunque algunas veces sobreactúa un poco) y Agustín Rittano lleva a cabo un complejo personaje con varias capas y momentos interpretados muy sólidamente. Tres highlights: el momento tensionante con los policías, el drogón con la tortuga y el gran personaje que cierra la película que nunca puede cumplir su objetivo. Claro que, además de las noticias del fin del mundo, ésta es una historia de un re-descubrimiento de una pareja algo distante, ante una noticia que puede cambiarlo todo, una extraña historia de amor real… muy real. Tóxico termina siendo una producción adelantada a su tiempo. Quienes no conozcan las complejidades y el tiempo para estrenar una película en nuestro país pensarán que fue hecha a propósito para aprovechar el momentum, pero lo cierto es que su director logró acumular las filias y fobias que tenemos ante el terror de una pandemia y de esa manera exteriorizar y poner de manifiesto una sensación que sin saberlo, teníamos todos y todas. Y de paso, hacer un gran homenaje a Wos y sus videoclips del disco Caravana con el motorhome y unas reposeras ante un campo que se va oscureciendo en el atardecer. El estreno será digital, el jueves 23 de Abril en Cine.Ar TV y en la plataforma Cine.Ar PLAY a las 22 hs, repitiendo el Sábado 25 de Abril a las 22 hs.
Profecía autocumplida. Nunca mejor empleado el término “cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia”, slogan que nos cansábamos de ver cada vez que tomábamos contacto con alguna película, pero las paradojas a veces no tienen explicación y el hecho concreto de que una película argentina se haya anticipado literalmente a la realidad mundial, sin dejar de observar la propia idiosincrasia de este lado del mundo, es realmente un mérito doble. La premisa de Tóxico nos sumerge por un lado en una distopía vernácula donde el protagonismo recae en una pareja, Laura (39) y Augusto (42), en plan fuga con su motorhome. Las rutas desoladas que ellos recorren -en el mejor registro posible de roadmovie- los confronta con una serie de personajes secundarios, quienes aportan su nivel de extrañeza a los efectos de dosificar parte de humor con componentes clásicos del género, mientras la amenaza latente de un contagio y la paranoia focalizada en Augusto (Agustín Ritanno), en contraste con la poca preocupación de Laura (Jazmín Stuart), completan el cuadro. Dos maneras o formas de entender esta película de autoprofecía cumplida nos remontan por un lado a los efectos que dejó en su realizador Ariel Martínez Herrera la gripe H1N1 y el uso de barbijos, y por otro el sentido de aguda observación de los comportamientos humanos en momentos de crisis existencial en que la lucha por sobrevivir prevalece en cualquier escenario planteado y mucho más la futilidad de la razón ante las dictaduras del corazón. En ese sentido el visionado de Tóxico (gratuita en la plataforma Cine.ar play desde el 24 de abril y a estrenarse en el canal Cine.ar Tv el jueves 23 y el sábado 25 a las 22 horas) es sumamente recomendable para pasar la cuarentena bajo una mirada menos solemne y con la dosis y los anticuerpos de humor para momentos en que reírse aumenta considerablemente las tácticas hogareñas contra el tedio. Algo que si se contagia no mata a nadie.
Parece mentira. O no. Un proyecto imaginado hace años plantea, entre otras cosas, una pandemia que afecta a la humanidad. En el medio de ella una pareja (Jazmín Stuart, Agustín Rittano) salen a pelear por su vida en una casa rodante, mientras se esconden algunas cosas, las que, impulsan el conflicto del relato. El humor está presente, pero también un sudor frío al ver en imágenes parte de lo que se está viviendo en cuarentena. Con rubros técnicos cuidados y una fotografía bellísima que en exteriores las escenas se componen como cuadros, esta es sin dudas la película más acertada para ver en cuarentena.
La realidad nos supera Cuando creemos que exageramos y dejamos volar nuestra imaginación, pero resulta que no estamos tan lejos de la verdad. Esto le ha sucedido a Ariel Martínez Herrera con su retrato inesperado de la sociedad actual que brinda un momento de catarsis a la histeria colectiva y prevención ante la paranoia. Tóxico,(2020) la peli de ARIEL MARTÍNEZ HERRERA y FABIO JUNCO, sigue a una pareja Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Ritanno) que huye hacia el campo en su motorhome, asolados por una pandemia de insomnio que cobra lentamente dimensiones apocalípticas. Una propuesta interesante de guion, sobre todo en la actualidad. Perturbadora premonición sobre el fin del mundo en el que la humanidad realmente pierde el control y forma parte activa del caos, sin embargo, los diálogos son flojos y cae en lugares comunes. Por otra parte, la dirección y propuesta visual presentan altibajos a lo largo de la película. Por momentos tenemos imágenes poderosas y metafóricas sobre el desastre y miseria humana, pero de contraste marcado con un diseño de producción para nada realista al estilo “sitcom”. La pandemia, la razón y lógica de las acciones y decisiones de los personajes no es lo aportan credibilidad, sin establecer así, reglas de su universo. Por lo que el humor y el drama no logran equilibrarse y se quedan en un punto medio sin emoción ni fuerza. "El film posee buenos momentos de humor negro. Pero confunde a la hora de brindar un mensaje completo y justificar las relaciones de los personajes ante el contexto que los rodea." Calificación: 6/10.
En medio de una pandemia de insomnio que cobra lentamente dimensiones catastróficas, Laura y Augusto huyen de la ciudad en su casa rodante para alejarse del caos. A medida que avanzan por la ruta, el mundo se vuelve un lugar cada vez más extraño y peligroso en esta road movie que se filmó justo antes de que el mundo real sufriera la pandemia que nos puso en la situación que vivimos actualmente. La película, justamente por esto último, no se estrena en cines, sino que va directo al sistema de streaming. Con elementos de ciencia ficción ambientada en un mundo distópico, con elementos mínimos y un presupuesto igualmente sencillo, la película tiene algunos aciertos parciales que lo emparentan con los exponentes más sobrios del género. Aun así, y por más que tenga algunas ideas sueltas, la ejecución de un guión interesante queda lejos de encontrar el rumbo. Demasiado artesanal y básica, nunca entretenida y con actores que no dan nunca en el tono para generar algo vida a la película. Su languidez y falta de drama le juega completamente en contra.
Home, sweet motorhome La historia de Tóxico se centra en un futuro distópico en el cual existe una enfermedad que se transmite con rapidez, exactamente igual que nuestro presente, pero en este caso se trata del insomnio. Esta situación se vuelve poco a poco catastrófica y genera paranoia en la sociedad. En el medio del caos, una pareja decide huir de la ciudad en su motorhome pero su aventura se vuelve cada vez mas extraña. Si bien esta película buscó ser una comedia apocalíptica similar a This is the end o Zombieland, nos sorprende lo parecido que es a lo que vivimos hoy en día: barbijos, alcohol en gel, desabastecimiento y mucho miedo. Sin embargo, logra sacarnos unas risas y ver que nuestra situación realmente podría ser peor. Nos saca a pasear con un road trip en el cual los protagonistas deben enfrentarse a distintos obstáculos. Además de sobrevivir la pandemia y lograr llegar a su destino, Laura, (Jazmín Stuart) recibe una noticia que cambia la mirada de ambos personajes sobre la vida. Eso genera más expectativa e incertidumbre sobre futuro tanto del mundo como de la pareja en particular. La relación entre los dos personajes principales es central en la historia y sus discusiones hacen avanzar la trama hacia un final poco definido que no termina de cerrar conflictos que atraviesan la trama. Tóxico es muy parecida a nuestra actualidad, pero con un toque de fantasía y situaciones exageradas que nos causan gracia y al mismo tiempo nos preocupan. Los que ya vieron todas las películas apocalípticas, ahora tienen una opción nacional, con su buena cuota de componentes bizarros, cómicos y caóticos. Es sorprendente que el guion de esta película haya sido escrito hace años, pero existan tantas coincidencias con el presente.
Ariel Martínez Herrera estrena Tóxico, una tragicomedia con estructura de road movie y aires de thriller, que sorprende con un relato de temática ¿oportuna? para reflexionar en el marco de la emergencia sanitaria y psicosis social que nos genera el brote del COVID-19. La trama es simple: Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) son pareja, y toman la precipitada decisión de huir de una incipiente epidemia insomne que azota a Buenos Aires, y por eso parten con rumbo incierto en su motorhome por la ruta. Las imágenes impactan, es inevitable. Augusto es farmacéutico y su negocio ha sido saqueado, por lo cual la desesperación lo lleva a tomar esta drástica decisión, ante la inseguridad de Laura, quien no parece tomarse las cosas de la misma manera. La paranoia desmedida del personaje de Rittano y sus vanas intenciones de anticiparse a cualquier inconveniente y tener todo controlado, generan la duda constante en Laura. Y esto abre paso a un conflicto latente, por momentos desopilante, mientras viajan inmersos en un entorno que se vuelve cada vez más hostil, desatado por el peculiar trastorno viral. Se trata de una comedia absurda que adquiere un tono paródico (personajes embarbijados en ambientes desolados y arrasados, atrapados en situaciones aparentemente insólitas), y que se introduce en el ámbito de lo satírico debido a la crudeza de sus imágenes, en su ineludible conexión con el contexto que nos atraviesa actualmente. “Si está todo bien… estamos sólo en unas vacaciones”, comenta Augusto en una de las primeras escenas de la película, procurando calma y raciocinio, previo al desborde total de una crisis que se venía gestando pero que costaba creer. Es una cita que se puede transponer a nuestra reacción como espectadores ante este relato audiovisual, desde nuestra realidad alterada: “Si está todo bien… es sólo una comedia paródica acerca del instinto salvaje y connatural de los seres humanos cuando se encuentran en estado de descontrol, a raíz de una serie de condicionamientos en un contexto de emergencia que los excede, y que disloca sus cotidianos modos de vida”. Pero no: Tóxico logra llegar más allá, genera un trasfondo significativo y un nivel de profundidad insospechada, gracias a la realidad que impone el coronavirus en el 2020. No puede ser “una comedia más”. Surgen, por lo tanto, diversos interrogantes: ¿acaso el contexto de emergencia sanitaria nos desnuda, en cierta medida, en cuerpo y alma? ¿Acaso nos expone ante el mundo tal cual somos realmente? ¿acaso nos quita la coraza, la barrera ideológica, la censura implícita con la que cargamos día a día cuando caminamos despreocupadamente, deambulando por las calles de esta burbuja mundana que es nuestra ciudad? Todo esto se puede subsumir en una conclusión y finalidad concreta: mostrar el costado más extremo de la locura. A los personajes del film de Martínez Herrera les sucede precisamente esto, y por eso la reflexión (si se quiere) existencialista, vale la pena. Claro que la película también se encarga de narrar y plasmar otras cosas, deteniéndose no sólo en exponer un estado de exasperación constante por el contexto: la trama principal es el resquebrajamiento y la falta de humanidad en el vínculo afectivo de la pareja protagonista. De ahí proviene explícitamente lo “tóxico” del título: de esa referencia al carácter infeccioso de la peste, en una alegoría que se traslada a la inevitabilidad del desgaste y el distanciamiento emocional de la relación entre Laura y Augusto. A medida que el brote del virus insomne va infectando a la población, el clima apocalíptico aumenta y los personajes se van destrabando y aceptándose a sí mismos, asumiéndose como seres problemáticos y conflictuados. Personajes que, al fin y al cabo, se encuentran tensionados por conflictos previos a cualquier brote infeccioso, que trascienden la realidad urgente y distópica que se vive en ese supuesto presente. Se resignan, se permiten repensarse a sí mismos; y esta es tal vez la reflexión que nos interpela desde la pantalla, la reflexión que nos resta enfrentar, como público, en nuestras casas. La película, tal vez accidentalmente, invita también a eso. “Somos animalitos perdidos y paranoicos tratando de encontrar en este cosmos algo de sentido”, reflexiona Augusto, en su obstinación por encontrar el sentido racional de las cosas, siempre extremista y desconfiado. “Esterilizás todo lo que toco”, le contesta Laura en otra ocasión, frustrada, desorientada en ese vínculo que es casi más fluctuante que el contexto que les toca vivir. El film opta por exacerbar, jugando con la ironía; tanto es así que por momentos los personajes y las escenas adquieren un tono casi caricaturesco (las apariciones de los suicidas, ciertos encuadres y movimientos de cámara, las explosiones, etc). Todos estos recursos encuentran su justificación narrativa en poder ver y conocer a esos personajes completamente desprovistos de sus corazas emocionales, y así sentirnos identificados. Cuando esa pantalla no existe, se vuelven reales e ingenuos. Tóxico se cuestiona, entonces: ¿de qué sirve pensar en términos de una meticulosa frialdad calculadora en medio de una crisis sanitaria de tales magnitudes? Desnudémonos, entreguémonos a esa forma de la locura, a esa animalidad humana, al delirio final, que es lo más real que tenemos, en nuestra eterna lucha por la supervivencia. Al menos eso es lo que Laura le reclama a Augusto en su relación. La película de Martínez Herrera decae en su final un tanto abrupto, pero entretiene, y efectiviza una inesperada pero bienvenida reflexión consciente para estos tiempos de resguardo hogareño. Tóxico estrena en Cine.ar.tv (el jueves 23 a las 22 o el sábado 24 a la misma hora) y en Cine.ar Play de manera gratuita la primera semana, y luego con un costo de $30.
Se estrena comercialmente en Cine.Ar TV (jueves 23 y sábado 25 de abril a las 20) y en la plataforma Cine.Ar Una pandemia declarada a nivel global, gente con barbijo en supermercados desesperada por abastecerse, paranoia por el contagio, televisores con noticias de alarma, saqueos y represión, refuerzo de controles, teorías conspirativas, desconfianza, caos, negación o sobreactuación, el sálvese quien pueda y la sensación de fin de los tiempos. Todo esto que ya aparece desde las primeras escenas de Tóxico, segundo largometraje de Ariel Martínez Herrera, no forma parte de un documental o una ficcionalización de la situación actual, aunque se le parezca mucho. Por el contrario el proyecto, según palabras del realizador, data de 2008 y, con el correr de las reescrituras de guión, la catástrofe que le sirve de contexto fue inspirada en realidad por la Gripe A de 2009/2010, aquella pandemia que hoy parece vieja y humilde, apenas la precuela a menor escala de la presente, pero que lanzó al estrellato al alcohol en gel y el aislamiento social que hoy son protagonistas. Se trata entonces de una comedia negra en clave de road movie y con una premisa de… ¿ciencia ficción? Quizás aquí es donde encajaría mejor su término gemelo: ficción de anticipación. Si se hubiera estrenado hace un año, entraba de lleno en el terreno del cine fantástico. Hoy podría competir en la categoría de costumbrismo. La pareja protagónica está compuesta por Augusto (Agustín Rittano), un farmacéutico a quien una turba le acaba de saquear la farmacia, y su esposa Laura (Jazmín Stuart). Ambos tienen posiciones muy diferentes con respecto a lo que pasa y cómo tomárselo. Augusto es partidario de extremar las medidas, acudir en todo momento al barbijo, los guantes, el alcohol en gel y el distanciamiento, así como abandonar la ciudad huyendo del caos y del contacto social. Laura por el contrario se niega a cualquier medida a la que considera exagerada e inútil, pretende vivir como hasta ahora, como si nada pasara, y no quiere irse al campo a menos que pueda prepararse mentalmente para tomárselo como unas vacaciones. Finalmente triunfa la posición de Agustín a la cual Laura cede por cansancio y la pareja se embarca en un viaje en motorhome cuyo destino es una lejana casa de campo donde refugiarse y pasar la cuarentena aislados y alertas. En el camino se van a encontrar con diversos personajes y situaciones extrañas, y también con los conflictos y algunas revelaciones que irán surgiendo entre ellos. Todas estas coincidencias entre la propuesta argumental y la situación actual del mundo, si bien sorprendentes, no serían más que anecdóticas si el film no se sostuviera por sí mismo. Pero el caso es que Tóxico resulta además una comedia efectiva y entretenida con un humor a veces absurdo, a veces seco, a veces negro. La estructura es episódica, como suele ocurrir en las road movies, y así en su periplo la pareja protagónica va encontrando con lugares y personajes que están lidiando a su particular manera con la circunstancia, algunos amables y amistosos, otros no tanto. Ahí es donde se juegan momentos más típicos del género postapocalíptico como el desafortunado encuentro en la ruta con una patrulla policial. Una escena potente, cargada de incomodidad y tensión, que a la vez conserva el sustrato de comedia negra. De hecho, es palpable la influencia de clásicos del cine fantástico de los 70, a la vez con su cuota satírica, como The Crazies (1973) de George Romero, cuyos agentes en traje blanco y máscara anti-infección aparecen citados directamente. Otro fuerte del film son los diálogos filosos cargados de sarcasmo, como también personajes interesantes y hasta queribles, aunque generalmente no muestran su mejor faceta, y las efectivas interpretaciones de Rittano y Stuart y algunos secundarios como Marcelo D’Andrea que compone un policía a la vez patético y siniestro. Podría hacer un buen doble programa con Fase 7 (2010) de Nicolás Goldbart (también en Cine.Ar), otra interesante película más o menos reciente sobre pandemias con su cuota también de anticipación, con la cual Tóxico podría ser algo así como la versión en movimiento, y con la que comparte propuesta temática, un cierto tono y hasta actriz protagónica (Jazmín Stuart). Uno de los síntomas principales de la pandemia aquí es el insomnio, lo cual contribuye a la manera en que la atmósfera se va encareciendo y juega también como metáfora de la vida moderna. Una vida en crisis que sin embargo se resiste a morir, aún cuando el mundo (por lo menos en la película) se termina, de manera dramática aunque nada épica. Según Augusto, de manera “más digna” que en una guerra nuclear. Citando a T. S. Elliot: “no con un estallido, sino con un lamento”. O, en este caso, con un ataque de tos. TÓXICO Tóxico. Argentina. 2020 Dirección: Ariel Martínez Herrera. Intérpretes: Jazmín Stuart, Agustín Rittano, Alejandro Jovic, Martín Garabal, Lucila Mangone, Marcelo D’Andrea, Jorge Roberto Prado, Marcelo Mininno. Guión: Ariel Martínez Herrera, Luz orlando Brennan, Lautaro Nuñez de Arco, Santiago la Rosa, Santiago Podestá. Fotografía: Eric Elizondo. Música: Lucas Fridman. Montaje: Emiliano Serra. Dirección de Arte: Augusto Latorraca. Producción: Ariel Martínez Herrera, Fabio Junco. Producción Ejecutiva. Mario Podestá, Mario “Tito” Vitali. Jefa de Producción: Paula Alejandra Sinjovich. Duración: 80 minutos.
ALGUNAS IDEAS EN MEDIO DEL APOCALIPSIS Los primeros minutos de Tóxico, la película de Ariel Martínez Herrera, alcanzan una relación bastante singular con lo real. Una pandemia de insomnio acecha a la humanidad y la gente apuesta por el encierro, por la falta de contacto físico, por el uso de barbijos y por métodos de higiene para no ser infectada. La película, que se filmó antes de que el planeta entero cayera preso de la paranoia ante la pandemia del lamentablemente famoso Covid-19, logra por azar algo que no puede alcanzar por medio del cine: conectar con el espectador. Es decir, el asombro que generan los primeros minutos, con planos de gente con barbijo y miedo ante lo que sucede, moviliza una expectativa que la película se encarga progresivamente de ir desarticulando. La ilusión, por lo tanto, dura un instante y luego nos entregamos a un relato que avanza de manera aletargada, pero sin hacer de esa ralentización una apuesta formal interesante. Tóxico es una suerte de film apocalíptico, con elementos de humor absurdo, pero fundamentalmente el drama de una pareja que viaja para escapar de la pandemia y, tal vez, de su propia disolución. Ella (Jazmín Stuart) parece más relajada ante la situación general, aunque recibió la noticia de que está embarazada y no sabe cómo contárselo a su pareja; él (Agustín Ritanno) es el dueño de una farmacia que ha sido saqueada y que se nota mucho más tenso y obsesivo ante la posible enfermedad. Obviamente, el viaje convierte también a Tóxico en una road-movie, con los protagonistas cruzándose con personajes de lo más extravagantes. Martínez Herrera, con experiencia en muy buenas webseries de humor como Famoso o Periodismo Total, lamentablemente no encuentra nunca el tono de su película. Tóxico cuenta por momentos con algunos encuadres e imágenes potentes (la pareja disfrutando de una puesta de sol, una tortuga cruzando la ruta, un suicida interrumpido por explosiones, unos muchachos con trajes de fumigador tocando rock, un tipo que llora y se termina tirando por la ventana de un consultorio) que dan la impresión de un director con un mundo rico en ideas y conceptos visuales, con una fuerte conexión con el absurdo, pero que no puede hacer de eso algo más que una apostilla, una señal de humo que destaca el cine que ha visto y del que ha aprendido. Esos momentos de lucidez audiovisual, que pertenecen mayormente a escenas de transición y no a las que movilizan la narración, son situaciones aisladas de un relato mínimo que se extiende demasiado, a pesar de durar apenas 80 minutos. Las presencias de Stuart y Ritanno en plan bucólico (¿será por el insomnio?) tampoco ayudan para que conectemos con la experiencia que propone Tóxico.
Se habla mucho de la capacidad predictiva del cine. Muchas de las que son planteadas como distopías en la ficción terminan transformándose en realidad en la vida cotidiana. Es lo que de algún modo ocurre con esta película argentina en la que abundan barbijos, alcohol en gel y gente al borde de un ataque de nervios por una inesperada pandemia de insomnio. No hay sospecha de oportunismo: el guión empezó a escribirse en 2008 y quedó terminado en 2016. Los protagonistas de esta historia exótica y contada con un tono que combina intermitente ironía y gravedad son Augusto (Agustín Rittano) y Laura (Jazmín Stuart), una pareja que decide escapar del caos urbano en un motorhome bien equipado pero en el que, por razones de espacio, es casi imposible evitar la sensación de encierro. A medida que avanza la trama, los efectos de la crisis exterior (entre ellos un fuerte clima represivo de las fuerzas de seguridad estatales) van cediendo lugar al drama íntimo: las dificultades de una relación tumultuosa cuya tensión aumenta por la presión de un entorno tan desordenado. Rittano y Stuart lucen eficaces en situaciones bien distintas, actúan con soltura en los momentos más dramáticos y también en los que están cerca de la comedia. Son un buen soporte para una narración zigzagueante cuyo espíritu remite al de las tragicomedias surrealistas del sueco Roy Andersson.
Las góndolas de un supermercado semivacío con faltantes de productos. Clientes con barbijos y miradas llenas de miedo y ansiedad ante lo desconocido. Pedidos de distancia y noticieros anunciando más víctimas. La escena podría transcurrir en este mismo momento en prácticamente cualquier ciudad del mundo. Pero no se trata de uno de los tantos documentales sobre el Coronavirus que proliferaron en las últimas semanas, sino del inicio de Tóxico, una ficción nacional que transcurre en medio de una…pandemia. La coyuntura le dio una pátina de indudable actualidad a este film dirigido por Ariel Martínez Herrera, ideado allá por fines de la década pasada, con los ecos de la gripe porcina todavía resonando el inconsciente social y que puede verse de manera gratuita durante esta semana en la plataforma Cine.Ar Play. Pero el film, sin embargo, es mucho más que una predicción involuntaria de la Argentina modelo 2020. Tóxico es una road movie distópica que transcurre casi en su totalidad dentro de la casa rodante que comparten Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano). El viaje tiene como finalidad alejarse de la ciudad en medio del caos generado por un virus cuyo principal síntoma es el insomnio. Pero, a medida que avancen en su camino, el encierro se convierte en el disparador de una incipiente crisis de pareja y el mundo exterior, en un lugar extraño y peligroso. La película apuesta al minimalismo a la hora de mostrar cómo la pareja enfrenta las distintas situaciones. La pandemia es un extenso fuera de campo que no se ve pero se siente tanto en sus actitudes como en la de quienes se les cruzan, empezando por ese grupo de policías dispuesto a sacar una ventaja entre tanta desgracia. Pero Tóxico alcanza los mejores en su segunda mitad gracias a la aparición de un playero cuya aparente bonhomía lo vuelve por momentos luminoso y por otros inquietante. La película, entonces, adquiere un tono de comedia deadpan difícil de clasificar, concluyendo con un final esperanzador que, ojalá, se replique en la vida real.
Distopía aceitadísima, concebida con sentido del humor y una capacidad anticipatoria sorprendente. Ésta es una definición válida para Tóxico, opera prima de Ariel Martínez Herrera que transcurre en una Argentina diezmada por una enfermedad nueva y letal a escala mundial. El largometraje se estrena hoy jueves en CINE.AR, pero –atención– fue filmada en 2017, cuando nadie podía pronosticar la crisis sanitaria que la Humanidad enfrenta en la actualidad. «La primera película sobre la pandemia» promete la promoción de esta producción nacional, acaso la única favorecida por un contexto que perjudica notablemente a nuestro cine. En este punto importa poco si Laura y Augusto abandonan su hogar en la Ciudad de Buenos Aires para escapar de una peste sin relación con el coronavirus; en cambio sí impresiona la recreación de una debacle social parecida a aquélla provocada por la propagación internacional del COVID-19: comercios desabastecidos, rutas valladas, población embarbijada (con perdón del neologismo). A medida que avanza, Tóxico destruye las suspicacias que levanta al comienzo: ¿estamos ante un trabajo express, filmado semanas atrás por encargo de algún productor oportunista? El hecho de que gran parte de la película transcurra en una motorhome alimenta la fantasía en torno a un rodaje clandestino… hasta que la casa rodante se revela como escenario insuperable para una fábula inteligente sobre los límites difusos entre el afuera hostil y el adentro protector, el otro enfermo y el yo/nosotros sano/s, el contacto objetivo y aquél subjetivo con una realidad indigesta, la supervivencia y la (auto)destrucción. A cargo de los roles protagónicos, Jazmín Stuart y Agustín Ritanno le sacan lustre a la combinación exacta de dramatismo y humor que Martínez Herrera conjugó con los co-guionistas Luz Orlando Brennan, Lautaro Núñez de Arco, Santiago La Rosa y Santiago Podestá. Los acompañan con la misma solvencia los actores secundarios cuyos personajes se cruzan con el matrimonio fugitivo, por ejemplo Marcelo D’Andrea (el policía) y Alejando Jovic (el playero). Esta road movie singular incluye un pequeño relato secundario, que gira alrededor de un sonámbulo ¿o enfermo psiquiátrico? vestido con pijama a rayas y aferrado a una almohada. El personaje acordado a Gabriel Horacio Pallero transita su propio calvario con estoicismo ¿o la más absoluta inconsciencia? y sin esbozar una sola palabra, como los (anti)héroes mudos inmortalizados por Charles Chaplin y Buster Keaton. En este punto sí importa que la pandemia en cuestión no sea de coronavirus, sino de un insomnio despiadado, sin antecedentes en los anales de la medicina clínica y psicoanalítica. La pérdida progresiva e irreversible del sueño atenta contra la salud física y mental; los infectados adquieren conductas parecidas a los zombies; los sanos temen menos por sus cuerpos que por sus cabezas. A los ocho minutos de iniciado el film, Laura deja los resultados de unos análisis de sangre sobre el piso del living de su casa a medio desmontar. La cámara aprovecha el gesto para mostrar unos libros apilados en ese mismo parquet: la tapa de Informe sobre ciegos asoma con mayor nitidez. La referencia al libro de Ernesto Sábato parece advertir que Tóxico es algo más que «la primera película (argentina) sobre la pandemia». Como Fernando Vidal Olmos, Laura –y sobre todo Augusto– se sienten a merced de una comunidad tan peligrosa como la secta de invidentes, los insomnes patológicos. Desde esta perspectiva, Tóxico nos sumerge en aquel infierno que según Jean-Paul Sartre son los demás, pero que cada uno fogonea con sus propias taras. Por suerte Martínez Herrera apuesta al humor para atenuar la gravedad de esta otra aproximación al peor mal que aqueja a la Humanidad: el odio.
Ariel Martínez Herrera, director de “TOXICO”, cuenta que comenzó a escribir su segunda película allá por 2008, un tiempo después de la gripe “A”, momento en el cual los barbijos habían cobrado una particular notoriedad y fue por ese entonces que comenzó a aparecer la idea de trabajar una historia con la epidemia en el centro de la escena. Enmarcada puramente dentro del género fantástico, con un pie en ciertos elementos de aquella realidad pero también fundamentalmente de un cierta distopía futurista, el estreno programado para este jueves 23/04 en la plataforma cine.ar/play, permite establecer una lectura completamente diferente de este filme, que tiene la particularidad de hablar de una epidemia en medio de esta pandemia que estamos viviendo y que tiene efectos arrasadores a nivel mundial. “TOXICO” cuenta la historia de una pareja. Laura y Augusto, que se encuentra en plena huida con su motorhome atravesando el campo –lo que permite al filme moverse con un cierto halo de road movie con la tensión de una huida en medio del caos, en la búsqueda de un refugio frente a la total desolación-. Y es justamente la conjunción de ciertos elementos que se encuentran fuertemente vinculados con la actualidad, lo que hace que cobre, hoy por hoy, un sentido totalmente diferente al que tenía Martínez Herrera en su cabeza al momento de construir su guion y dotar a sus historia de elementos concretos pero de, lo que para aquel momento, parecía una fantasía. Barbijos, supermercados y negocios semivacíos, personajes cargados de agresividad, lugares que han quedado abandonados con esa sensación de territorio fantasma, el riesgo y el peligro que pueden palparse acechando permanentemente y sobre todo, la desconfianza en el otro, son claramente los disparadores que la emparentan unívocamente con lo que estamos atravesando. Este estrecho lazo con el tema del coronavirus y esta pandemia a nivel mundial que ha trastocado todo lo conocido, ¿beneficia o perjudica a “TOXICO”? Por un lado, estamos en el momento ideal para reflexionar sobre el cambio profundo que se ha producido y seguramente se seguirá produciendo sobre los vínculos sociales –en la película hay una escena con una pareja amiga al inicio que es (casi) el único vestigio de confiabilidad-, como de los cambios en los lazos familiares y de pareja, la construcción de una nueva mirada ética y la moral a la hora de la supervivencia y poner en juego nuestra escala de valores frente a la posibilidad de ser solidarios o de despuntar el famoso “sálvese quien pueda”. En ese caso, la paranoia, la desconfianza, la vulnerabilidad y la fragilidad de todo lo que le ocurre a los protagonistas, generan una interpretación que se potencia en un momento como el que estamos atravesando actualmente, e inclusive pareciera que ficcionaliza, en la pantalla, exactamente lo que vamos sintiendo con el correr de los días. El guion se estructura a través de las dos miradas completamente opuestas de los protagonistas, dos maneras diferentes de enfrentar a esta epidemia de insomnio que está arrasando con la sociedad. Es así como nos permite reflexionar sobre este tiempo tan irregular que estamos atravesando y que no tiene correlato con nada de lo que hayamos vivido. Sin embargo, justamente todos estos múltiples puntos de contacto que tan bien describen nuestra actualidad, juegan, en algún punto, en contra de ese efecto “sorpresa” que “TOXICO” pretendía mostrar en la construcción de una visión apocalíptica y de un mundo completamente hundido en esta distopía que ya hoy no se ve ni tan lejana ni tan perteneciente a un universo de pura ficción. Algo así como que a una idea que podría haber sido original, la realidad la pasó por encima como con una aplanadora. Es por esto que una lectura en este contexto, hace que algunas de las escenas pierdan la fuerza que hubiesen tenido en otro momento y una vez pasado el impacto visual inicial –la película cuenta con un muy buen diseño de arte que nos pone permanentemente en situación y logrados efectos especiales con una fotografía con tonos que subrayan la idea de “fin del mundo”- el ritmo comienza a ponerse moroso, la historia focaliza mucho más en los conflictos de la pareja, alejándose de la propuesta inicial y perdiendo el hilo narrativo y la fuerza de la historia. Hay momentos de tensión bien desarrollados, sobre todo gracias a la entrega de sus dos protagonista con muy buenos trabajos –tanto Jazmín Stuart como Agustín Rittano logran dos criaturas muy bien estructuradas- mezclados con otros de tono más surrealista, en donde la historia propone un vuelo más poético y absurdo al mismo tiempo pero no aporta demasiadas novedades dentro de un esquema medianamente previsible. “TOXICO” ha quedado involuntariamente atrapada en una realidad que ha sobrepasado con creces su visión apocalíptica y futurista de un mundo colapsado ante la falta de sueño, y aun así puede sobreponerse y salir airosa con un producto muy bien realizado. POR QUE SI: «TOXICO nos permite reflexionar sobre este tiempo tan irregular que estamos atravesando y que no tiene correlato con nada de lo que hayamos vivido»
Muchas veces se dice que la realidad supera a la ficción y en este caso nos encontramos con un ejemplo perfecto que sostiene esta frase. En medio de una de las peores pandemias que azotan a la humanidad se estrena una película que hace referencia a esta situación desde un costado ficcional y distópico. Sin embargo, las coincidencias entre ambas son demasiado palpables. Si uno se pone a repasar sobre qué trata «Tóxico», película de Ariel Martínez Herrera, tranquilamente podríamos decir que es la primera ficción sobre el coronavirus. Sin embargo, no solo no se centra en esta pandemia en particular, sino que el film fue escrito hace muchísimo tiempo atrás, enmarcado dentro de una distopía. Solo que ahora lo que parecía ser una imaginación del director, se volvió una realidad mundial. «Tóxico» cuenta la historia de Laura y Augusto, una pareja que ante un brote pandémico, que provoca el insomnio en los seres humanos, decide escapar de la ciudad en su motorhome y embarcarse hacia un viaje por el campo. A medida que pasan los días y se sumergen en la ruta rodeada de pastizales, los límites entre la imaginación y la realidad van desapareciendo. Más allá de la actualidad del tema, «Tóxico» nos hace reflexionar sobre los vínculos sociales y familiares, los actos de solidaridad y egoísmo humano que salen a relucir en estos instantes, el rol del hombre como destructor de la naturaleza, la esperanza y la paranoia, entre otras cuestiones, y nos muestra las distintas reacciones que pueden tener las personas frente a una problemática de esta magnitud. Esto se realiza gracias a la interpretación de sus protagonistas, Jazmín Stuart y Agustín Rittiano, quienes mantienen diálogos interesantes y naturales a lo largo de la travesía. Son estos momentos los que nos hacen pensar sobre cuestiones existencialistas y de supervivencia, y ambos actores lo logran con gran soltura. Además, Stuart muestra una fortaleza y hasta descreimiento frente a la situación, mientras que Rittiano tiene una personalidad más paranoica y desesperante; las dos caras de la misma moneda. Uno pensaría, igual, que algunas enseñanzas serían utilizadas para el futuro, pero esa oportunidad nunca llega. El ritmo que presenta es algo lento, pero a lo largo del viaje nos vamos encontrando con algunos momentos de tensión, provocados por la cercanía con otros personajes, que no sabemos su grado de sanidad, como también con instantes más surrealistas y absurdos propios del insomnio. Por otro lado, debemos destacar la ambientación del film, con una fotografía solemne que recorre la ruta desértica y aquellos lugares que fueron destruidos por la sociedad. La banda sonora acompaña los momentos más tensos y aquellos más relajados para otorgarle este tire y afloje a la pareja protagonista. En síntesis, «Tóxico» es una película atinada para los tiempos que corren pero no por la casualidad de estrenarse en medio de una pandemia, sino por reflexionar acerca de temas existenciales que en estos momentos nos identifican. Además, lo hace a través de diálogos interesantes y un elenco que sabe manejarse de forma natural dentro de esta situación. Sobre todo ideal para aquellos que disfrutan del género, por tener algunos momentos más absurdos y surrealistas.
“Tóxico”, la increíble película que se adelantó a la realidad de la pandemia en la que vivimos actualmente, se estrenó ayer en el marco de los Estrenos de Emergencia del INCAA por Cine.Ar TV. Es la ópera prima de Ariel Martínez Herrera, protagonizada por Jazmín Stuart y Agustín Rittano. La película se volverá a ver mañana, sábado 25/04, a las 22:00hs por. También, desde hoy, el film se puede ver por la plataforma Cine.Ar Play, gratis, por una semana. En medio del aislamiento que se vive en nuestro país, llega una película rodada durante 2017, como un presagio de la actualidad. Una distopía que se volvió “real” por el presente que nos toca vivir. En el film, la historia se desarrolla en el contexto de una pandemia de insomnio que cobra dimensiones catastróficas. Se trata de una “road movie” postapocalíptica en la que se debaten teorías conspirativas sobre el origen del virus y el terror al contacto humano. Parece mentira. Increíble. Descabellado. O no. Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) huyen de la ciudad en su motorhome para alejarse del caos que se avecina. A medida que recorren la ruta, el mundo se vuelve más inhóspito y peligroso. Todo parece desconocido. Todo lo que creímos que nunca nos iba a suceder, a nosotros, los humanos super poderosos. Pero aparece la miseria, la necesidad del uso de barbijo, la represión de la policía, la gente agolpándose en los hospitales y mercados. Augusto sufre de ansiedad y este nuevo mundo no lo ayuda a calmarse, sino que lo vuelve cada vez más paranoico. Además de los ansiolíticos, la marihuana lo calma, y de paso hace reír a su mujer, a la que ya ni besa. En el camino, se suceden charlas intensas o triviales entre ellos, se enfrentan con policías, y hacen un nuevo amigo en una estación de servicio. El miedo se confunde con el humor y todo resulta más raro en esa transición de la normalidad al apocalipsis. La pareja protagonista hace un trabajo que es fundamental para conectar desde el primer minuto con la película. La química entre Stuart y Rittano es natural y eso hace que no se pierda el interés en la historia. Ambos se lucen con sólidas interpretaciones. Acompañan correctamente Alejandro Jovic, Martín Garabal, Lucila Mangone, Marcelo D’Andrea, Jorge Roberto Prado, Marcelo Minnino, Sebastián Carbone, Gabriel Horacio Pallero, Jesú Claudio Molvino y Lucila Garay. La fotografía es bellísima. Los exteriores parecen postales, como telones pintados de los de antaño. Son pocos planos haciendo que parezca teatral. Los enormes gran angulares en el medio del campo dan la sensación de la calma que anticipa la tormenta o, peor aún, de cuando ya está todo muerto. “Tóxico” es una película que, ya por premonitoria, vale la pena ver. A eso se le suma, una interesante narración, buenas actuaciones y excelente música y fotografía. En estos tiempos, es recomendable ver esta producción nacional que te deja con la boca abierta. Pero con barbijo.
Otra de las películas que se estrenan en este contexto de pandemia a través de Cine.Ar es Tóxico, una curiosa ópera prima que no se vería del mismo modo en ningún otro contexto que no sea este. Mientras estamos encerrados en nuestras casas, y si salimos no podemos hacerlo sin barbijos y el uso del alcohol en gel ya lo incorporamos como un producto imprescindible más, llega a las pantallas de Cine.Ar la película Tóxico dirigida por Ariel Martínez Herrera. Una película que, en otras circunstancias, nos podría haber resultado curiosa, más o menos original, pero que se hubiese visto con una distancia que hoy no existe. En esta ópera prima, la ciudad parece haber sucumbido ante una extraña enfermedad cuyo síntoma más visible es el insomnio. Locales saqueados, personas con barbijos para no contagiarse (aunque acá la información es tan poca que nadie sabe bien de qué ni cómo se protege), con alcohol en gel, temiendo compartir un mate ya sea con un amigo o con tu propia pareja. En medio de todo eso, una pareja decide subirse en su motorhome y trasladarse a una casa de campo donde creen que podrán estar a salvo, mientras la gente parece volverse loca y aumentan los suicidios. Así, gran parte de Tóxico es una road movie en la que los dos protagonistas (Jazmín Stuart y Agustín Rittano) se van cruzando con diferentes personas y peripecias a lo largo de este viaje. No es un dato menor que el mayor síntoma sea el insomnio, películas como El club de la pelea y El maquinista nos han enseñado que pasar mucho tiempo (mucho tiempo de verdad, no un par de noches en vela o muchas horas dando vueltas en la cama) sin dormir puede causar un desconcierto ante la realidad, confundirla. En Tóxico las cosas se van tornando cada vez más raras, más absurdas y, por lo tanto, difíciles de asimilar y comprender. Los personajes terminan bordeando o cruzando la frontera entre cordura y locura. Lo más rico de la historia radica en esas dos personalidades tan distintas que son la pareja protagónica. Él quiere tenerlo todo planeado y en su imposibilidad es quien propone, cuando parece algo apresurado y exagerado todavía, irse, alejarse y, aunque tome ansiolíticos, no consigue relajarse y, de a poco, la paranoia lo va tomando cada vez más. Ella es un poco más relajada, al principio lo toma como una especie de vacación, pero también sabe que es una bomba de tiempo, guarda un secreto que podría cambiar, otra vez, todos los planes. De a poco, la distancia entre ellos se va acrecentando, dejan de tocarse, de besarse y hasta usan barbijos los dos solos, encerrados en su motorhome, como dos cuerpos conocidos que ahora pueden resultar una amenaza. El film opta por un tono tragicómico y no consigue ser nunca ni tan gracioso ni tan dramático. Las primeras escenas parecen una parodia de lo que se ve actualmente en las calles, como la de la cola en el supermercado: cada uno con su barbijo, esta se ve trabada porque alguien no tiene efectivo (ya que los cajeros tampoco), pero el local no puede aceptar tarjetas porque no funcionan bien las líneas y, mientras tanto, un tipo ya cansado, y quizás resignado, se prende un cigarrillo. Esa especie de situación graciosa por lo absurdo pronto va mutando, a medida que la película avanza lo absurdo ya no será gracioso sino cada vez más inquietante, como la escena en que los detiene la policía en medio de la ruta. El guion está firmado por cinco nombres: Ariel Martínez Herrera (el director), Luz Orlando Brennan, Lautaro Nuñez de Arco, Santiago La Rosa y Santiago Podestá. Esto puede verse reflejado en un cierto caos narrativo, que presenta varias aristas interesantes pero una resolución que parece apresurada y brusca. En cuanto a lo técnico, la fotografía es un punto muy a favor. Tóxico ofrece planos muy cuidados y bien construidos, ya sea en lugares cerrados (esa pequeña locación que es el motorhome), como en los abiertos. En otras circunstancias, probablemente, esta película, de carácter intimista e independiente, que, de todos modos, utiliza muy bien su presupuesto, hubiese pasado más desapercibida. Hoy llega como una extraña jugada del destino en un momento donde es difícil mirarla sin mirarnos. Más allá de eso nos encontramos con una película bien dirigida y con interpretaciones a tono en medio de una historia a la que le falta un poco de chispa y no termina de convencer en su abrupta resolución. Sin embargo, de todos modos, resulta lo suficientemente entretenida y curiosa por sí sola. Y permite, más que nunca, reflexionar sobre los modos del ser humano por intentar sobrevivir ante circunstancias que no puede controlar.
El futuro que viene Seguramente cuando Ariel Martínez Herrera (Alas, 2010) tuvo la idea para filmar Tóxico (2020) no se le cruzó por la cabeza que la distopía que quería contar estaría muy cercana a la realidad. Tampoco que por esas razones de la distribución y exhibición cinematográfica la película se iba a estrenar en medio de una pandemia con muchas similitudes a las que retrata en su segunda obra. La historia presenta a dos personajes centrales, Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano), que viven en una Buenos Aires actual azotada por una pandemia de insomnio mientras ellos atraviesan una crisis de pareja. La ciudad sumergida en medio del caos se torna peligrosa y ambos (aunque más él que ella) deciden escapar en un motorhome hacia una casa en medio de la nada. En ese viaje iniciático (y a la vez traumático) deben enfrentarse no solo a una nueva forma de vida con otra rutina, usos y costumbres, sino también a la incertidumbre del futuro que viene. A la vez que tienen la dificil tarea de reconstruir la relación. Martínez Herrera estructura la historia como una road movie tragicómica sobre la vida de una pareja en crisis. Lo hace a través de un humor negro elegante y corrosivo pero con una historia de fondo que en estos tiempos adquiere una resignificación y se vuelve protagonista. Tóxico se plantea como una comedia pero hoy puede ser leída como un drama. Nada de lo que se muestra está alejado de la realidad aunque unos meses atrás no hubiera sido más que ejercicio fantasioso con ribetes más filosóficos que realistas. Un estilo que ya trabajó en Alas, su ópera prima estrenada en 2013. Más allá de algunas situaciones que pueden parecer grotescas, Tóxico presenta (muchas) similitudes con la actualidad (no solo argentina sino mundial) en la que se está inmerso. Lo que antes era gracioso hoy puede verse en cualquiera de las señales de noticias que transmiten las 24 horas del día imágenes, en algunos casos, mucho más estremecedoras de las que muestra Tóxico, que al fin y al cabo solo es una ficción que fue superada por la realidad.
Pantalla del mundo nuevo Una pandemia dentro de otra. Así podría definirse el estreno de Tóxico, la road movie de un mundo acechado por un virus. Disponible en la plataforma Cine.ar. De haberse estrenado apenas tres meses antes, Tóxico hubiera sido una película posapocalíptica, otra del montón, como La carretera, como Cargo o Bird Box, un género que, décadas después de George Romero, volvió a salir de las tumbas con el éxito de The Walking Dead. Eso, hace tres meses. Hoy, es de una actualidad estremecedora. Según su director y coguionista Ariel Martínez Herrera, en una entrevista de Candela Gomes Diez publicada anteayer por Página 12, el film se había rodado hace tres años y ni en sueños se le ocurrió que el estreno iba a tener lugar durante una pandemia. Pero así son los hechos. Y ahora es difícil ver Tóxico libremente, como lo que es (un film posapocalíptico matizado por dosis de humor), sin atar cabos entre las imágenes y escamoteados diálogos con lo que por estos días embarga a la sociedad, sin hacer un paralelismo permanente entre realidad y ficción, sin ausentarse de la pantalla intermitentemente para perderse en rumiaciones mentales. ¿Martínez Herrera oculta que filmó a las apuradas –lo que a todas luces es un film de bajo presupuesto– en, a más tardar, enero último? ¿O es un visionario? Pero no, habrá que creerle. Tuvo el beneficio de una voluntad ajena, el preciado good timing. Antes de que el escozor se vaya liberando como un fluido a lo largo de la narración, al principio se percibe que algo rara le pasa a esa parejita de treintañeros, pero nada demasiado escalofriante. Augusto (Agustín Rittano) y Laura (Jazmín Stuart) viven en Buenos Aires y tienen decidido ir a instalarse en el interior del país. Los amigos tratan de persuadirlos para que se queden, pero no hay caso. La decisión está tomada. Después se sabe que el disparador fue el destino de la farmacia de Agustín, vaciada por un saqueo. Y en una escena posterior se enciende la alarma: Agustín con barbijo haciendo cola en un drugstore junto a un puñado de personas también con barbijos, todos crispados, peleando por la pronta atención. ¿Familiar? En este caso, el virus de Tóxico se transmite por el agua y provoca insomnio. El resultado de la pandemia se muestra en decenas de personas perdidas por la calle, perseguidas con una brutal represión. Este es el punto más flojo del film: apenas se explica lo que verdaderamente pasa; las escenas de desesperación resultan más bien paródicas y nos quedamos con el nudo de la cuestión, el miedo. “¿Pensás que voy a contagiarte?”, dice ofuscado Augusto a Laura, al rechazar el ofrecimiento de un mate. “¿Querés que me ponga el barbijo?”. Lo que en definitiva se resalta es el esqueleto, el temor al contagio. Y el despojamiento de los condicionantes de la pandemia –el agua, el insomnio, lo que fuera– vuelve al film, tal vez de manera inconsciente, más susceptible de ser identificado con una pandemia real. Pero existe una diferencia sustancial entre el virus de Martínez Herrera y el que escapó de una sopa de murciélago en Wuhan. En vez de decretarse una cuarentena, acá Laura y Augusto pueden libremente subirse a su motorhome y escapar de la pesadilla. O eso es lo que creen. Algo interesante de Tóxico es que vuelca el horror en una road movie, y eso –como ocurre en la fantástica Race With The Devil, un film clase b de 1975 protagonizado por Peter Fonda y Warren Oates– da lugar a que aparezcan otros peligros en el camino. El peligro acá son los propios controles policiales. La motorhome es detenida por dos agentes que, sin demasiada explicación, entran al vehículo, se sientan en un sillón y aguardan que la pareja les cebe mate. Los dos agentes son oscuros pero simpáticos, como corresponde, y le harán pasar a Laura y Augusto un muy mal rato. La aparición de estos tipos periféricos, grotescos –medio lyncheanos, en el acechante contraste con la apacible pareja–, traza un paralelismo con otros parientes de baja calaña como los personajes secundarios de El bonaerense y Buena vida delivery, y hace pensar si el nuevo cine argentino no dio lo mejor de sí hace casi veinte años, cuando puso el radar en el a menudo sorprendente y descuidado Conurbano. Pero Tóxico, más allá de la coincidencia que dará que hablar (“la naturaleza se cansó de avisarnos”, dice un personaje menor más adelante), no es tan interesante. La narración cada tanto se intercala con la aparición de un hombre mal trajeado, parado cerca de la ruta, siempre dispuesto a pegarse un tiro, siempre interrumpido por una explosión que ennegrece el horizonte –una especie de viñeta que recuerda a Monty Python y al humor negro, similarmente estático, en los films de Roy Andersson–. Estos segmentos resultan inexplicables: la película no da la impresión de ser una parodia, ni tampoco un drama en medio del apocalipsis, ni tampoco –para decir la verdad– un film posapocalíptico. Parece más bien un work in progress, con múltiples cabos sueltos y personajes de escaso o nulo desarrollo. Casi casi, terminada a los ponchazos. Eso sí, con un timing perfecto.
Por la asombrosa vigencia de sus imágenes, Tóxico asusta. Parece filmada hace dos semanas: los personajes usan barbijos como un accesorio indispensable; el mate es un arma casi mortal y el lavado de manos, indispensable; se discuten distintas teorías conspirativas sobre un virus; hay gente con máscaras entre ridículas y siniestras; se ven paisajes vacíos de toda presencia humana. La paranoia está a la orden del día en esta película que ya estaba lista hace más de un año y se estrena cuando la realidad superó a la ficción. Lejos del oportunismo, Ariel Martínez Herrera empezó a escribir su segundo largometraje más de una década atrás, con la traumática experiencia de la Gripe A en mente. Pero la historia se repitió más rápido de lo acostumbrado y le dio una actualidad increíble a esta road movie apocalíptica sobre una pandemia que asola a la humanidad. Como ahora, el virus es un enemigo invisible y no está del todo clara la forma en que se contagia, pero no afecta las vías respiratorias sino que produce insomnio. Insomnes asaltando farmacias en busca de la pastilla mágica que los haga dormir. La policía, empoderada, reprime a gente vestida con pijamas y armada con almohadas. A lo Sueño de Arizona, una tortuga suelta por ahí grafica la sensación del tiempo transcurriendo en cámara lenta. En este contexto caótico, una pareja elige huir de la gran ciudad y refugiarse en el campo. Hacen una suerte de cuarentena móvil, a bordo de una casa rodante cascoteada por fuera y lujosa por dentro. Tal como está sucediendo ahora, cuando la reclusión forzosa por el coronavirus afecta las relaciones familiares y de pareja, en la ficción hay una doble tensión: las dificultades del contexto general se trasladan a la intimidad. Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) no pueden eludir sus diferencias a la par que deben lidiar con la adversidad de la situación. Pero la gracia de Tóxico está en comprobar las coincidencias entre este cuento premonitorio y lo que está ocurriendo cotidianamente. También, en cómo la producción se las ingenió para usar el bajo presupuesto a favor del carácter onírico de la película. Entre algunos pasos de comedia efectivos y otros descolgados, la historia se atomiza, pierde el rumbo y cae en pozos de tedio. Baches que, aun cuando perjudican notoriamente el resultado final, no dejan de parecerse al aburrimiento real de este insólito momento que estamos viviendo.
En el contexto de una pandemia que azota a la humanidad, Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano), una pareja de treintañeros, inician un viaje en motorhome. La decisión de partir fue tomada unos días atrás, dejándole su casa a una pareja de amigos (Lucila Mangone y Martín Garabal), único vínculo con el exterior. Laura quiere quedarse en la ciudad pensando que es lo más seguro mientras que Augusto demanda emprender la retirada a una casa (de la que no se sabe nada, apenas se menciona). Ambos tienen sus motivos que se irán develando a lo largo del trayecto. Tóxico es una road movie apocalíptica con elementos de humor negro, dirigida por Ariel Martínez Herrera. En este paisaje veremos filas para hacer compras donde todos usan barbijo y médicos forenses que levantan cuerpos de casas cuyas fachadas han sido marcadas. En una caricaturesca escena, la consulta médica a la que acude Laura está repleta de pacientes que reclaman tratamiento; una notoria crítica acerca del deficiente sistema de salud que no está preparado para una epidemia. El panorama es incierto: el aislamiento ha llevado al pánico, a la desobediencia civil mediante saqueos, a la represión policial, a la desidia. Incluso al asesinato de familiares, además de suicidios. Augusto es un ser metódico y ansioso mientras que Laura sabe atemperar sus preocupaciones. Se discute acerca de la convivencia en el motorhome: el uso de barbijos, compartir el mate, tener relaciones sexuales, adaptarse a la nueva realidad hasta llegar a destino. La amenaza exterior no tarda en llegar: las fuerzas de seguridad intervienen, abusan de su poder y se van. El escepticismo y la depredación oportunista se ven exacerbados por la paranoia de Augusto, que cree ver espías en todos lados, extremando las medidas de higiene y aislamiento del mundo exterior. Ante el agotamiento de recursos, se toman medidas desesperadas. Hay explosiones de puentes y violentos enfrentamientos entre vecinos, con la desconfianza como enemigo principal. El clima de tensión se sostiene mediante la utilización de planos cerrados que generan opresión, música coral, voces en off e imágenes distorsionadas. También sobresalen tintes irónicos en los diálogos, que buscan la complicidad del espectador. El encuentro en un pueblo abandonado con un pintoresco empleado de la estación de servicio (Alejandro Jovic) modifica la dinámica de la pareja por su particular filosofía de vida. Este les genera interrogantes, busca métodos para evadirlos del tiempo, los hace reflexionar sobre la naturaleza con sustancias psicotrópicas. Augusto lleva mucho tiempo sin dormir. El acostumbramiento a la nueva realidad provocará desconcierto y conductas insospechadas. Las noticias de la ciudad no son alentadoras. El futuro es un concepto difuso y abstracto, las teorías conspirativas se multiplican. El destino final parece cada vez más lejano. La película, que contiene guiños a 1984 de Orwell, deja postales desoladoras aunque bellas. Se aborda el tema de la incomunicación (humana y tecnológica) y el de los absurdos rituales cotidianos que llevamos a cabo en el conjunto de la sociedad. La crítica a las instituciones, a los oscuros mecanismos de control, a cómo reaccionamos ante situaciones límite para protegernos y a la vez cuidar del otro, se hace quizá demasiado presente. Martínez Herrera concibió la idea de la película mucho tiempo antes del contexto actual, es por eso que resulta por lo menos interesante. Decir que la realidad supera a la ficción, en este caso, parece más que pertinente.
Tóxico, ¿la película argentina que predijo la pandemia? Un ensayo sobre las relaciones y el apocalipsis.
“Tóxico” de Ariel Martínez Herrera. Crítica. Vamos al campo a descansar. La película argentina que se adelantó a la realidad, se estrena el día jueves 23 de abril a las 22 en CineAR TV y estará disponible de manera gratuita en la plataforma streaming Cine.Ar. Play. Por Bruno Calabrese. En medio del aislamiento social y preventivo que se cumple en Argentina, como si fuese hecho adrede, aparece “Tóxico”, la ópera prima de Ariel Martínez Herrera. Increíblemente, la película fue rodada durante 2017, como un presagio de la actualidad. Ambientado en medio de una pandemia de insomnio que cobra lentamente dimensiones catastróficas, Augusto (Agustín Rittano) y Laura (Jazmín Stuart) deciden huir en su motorhome para alejarse del caos. Atrás dejan su departamento, una ciudad donde los insumos escasean, llena de violencia y suicidios masivos, en busca de la paz del campo. Luego de un saqueo a su farmacia , ambos deciden darse a la fuga de la ciudad. En un principio, ella duda pero igual se une a él. Augusto consume ansiolíticos que solo le sirven para calmarse pero no lo relajan totalmente, el mundo se está volviendo cada vez más peligroso y su paranoia aumenta al punto de no llegar a tocar a su mujer. Los diálogos entre ambos resultan de una notable espontaneidad y actualidad; charlas sobre el uso de barbijos, como tratan la enfermedad en otros países y muchos reclamos sobre como manejarse en medio de la catástrofe. Pero entre tantas discusiones aparece lo natural para relajar, en este caso la marihuana, como vía de escape a tanta paranoia. Un encuentro en medio de la ruta con dos policías y un médico que intenta sobrepasarse de ella, le dan a la película el momento más tenso del film, pero a la vez el más divertido. Charlas banales le dan el marco justo a una escena manejada con absoluta inteligencia donde lo humorístico se mezcla con el miedo. Desperfectos mecánicos obligan a tener que hacer una parada en una estación de servicio, donde conocerán a un playero. Un solitario personaje, acompañado de su tortuga Bobby, productor de medicinas naturales, una especie de chaman fumón quien se comporta de manera solidaria con ellos. Alguien que parece tener la cura para la paranoia de Augusto, la cual día a día va creciendo y no lo deja dormir. En paralelo, a modo de transición vemos a un personaje que camina con su almohada en medio de una violenta represión, casi sin inmutarse de lo que sucede alrededor, buscando la paz necesaria para descansar. La química entre la pareja protagonista es fundamental para que la película nos mantenga conectado de manera permanente. La naturalidad de sus charlas, junto con las diferentes posturas que ambos tienen hacen que cada diálogo no pierda interés. Jazmín Stuart se vuelve a mostrar sólida y espontánea en su papel, al igual que Agustín Rittiano en su creciente paranoia. Otro punto alto del film son los planos y la fotografía (el plano de ellos en la silla reposera con el atardecer de fondo es bellísimo). En sintonia con la música de ópera y reforzado con la aparición de particulares personajes afectados por el clima apocalíptico que se vive dentro del film. Teorías sobre el origen del virus y el temor al contacto humano, así como la pérdida de pequeños y simples momentos que están al alcance de las manos, simbolizado en ese medio alfajor que ella vuelve a consumir, hacen de “Tóxico” una sorpresiva ópera prima en formato “road movie” que calza justo con el contexto actual. Pero principalmente es una reflexión sobre las pandemias urbanas: el insomnio, el consumo de drogas sintéticas contra las naturales y la constante necesidad del ser humano de fugarse de la toxicidad humana. Puntaje: 80/100.
La película de Ariel Herrera, encuentra el momento de estreno perfecto, justo cuando la humanidad se enfrenta a una pandemia repleta de puntos de contacto con el mundo cuasi apocalíptico de “Tóxico”. Las imágenes nos interpelan. Los personajes se lavan continuamente las manos, usan barbijos, se ponen alcohol en gel, exigen distancia entre sí, temen cuando tose otro, y las fronteras del país se cierran. En este momento de confinamiento uno piensa: ¿Cuántas historias sobre la pandemia se están escribiendo? ¿Cuántos films de encierro habrá? La realidad perfora la escritura de los autores, en mayor o menor medida, pero lo de “Tóxico” es, como en “Contagio”, de Soderbergh, una suerte de anticipación a este momento histórico, con menor precisión clínica, claro, pero finalmente un preciso reflejo de lo que estamos viviendo. Se podrá decir que hay un bastión de films sobre pandemias, pero el cine argentino ha apostado más bien poco a ese telón del fantástico. Y si bien “Tóxico” no va con demasiada convicción al género puro y duro, lo utiliza como núcleo para narrar la crisis de una relación amorosa (encarnada por Jazmín Stuart y Agustín Rittano). La fotografía de Eric Elizondo desborda una belleza absoluta en cada uno de sus encuadres. Por momentos, parecen propios de una película de Wes Anderson, con una lógica de planos simétricos que perdura durante buena parte del relato. Todo lo que sabemos del virus lo sabemos por una información que se nos va dando a cuentagotas, ya sea mediante breves diálogos, alguna imagen de la televisión o lo que se escucha por la radio. Sin mayores preámbulos Herrera lanza a sus dos protagonistas a la ruta, y allí la película relega en un segundo plano lo que ocurre en la ciudad, para centrarse en la frágil relación de sus protagonistas. Los caminos que va tomando la cinta se tornan un tanto lánguidos, pero la clave está en su duración: 75 minutos que logran sostener la estructura del film. Hay un par de situaciones puntuales de tensión, otros momentos en los que parece querer encaminarse hacia una extraña comedia, pero “Tóxico” se consolida como una road movie sin demasiadas novedades en su interior. Más allá de su indudable contacto con la actualidad, “Tóxico” es interesante por sí misma. Siempre se agradece estas aproximaciones a un terreno que el cine nacional ha explorado poco y nada.
En medio de una pandemia de insomnio, que cobra lentamente dimensiones catastróficas, Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) huyen de la ciudad en su motorhome para alejarse del caos. A medida que avanzan por la ruta, el mundo se vuelve un lugar cada vez más extraño y peligroso. A medida que se alejan, el camino se va despoblando, el silencio crece, cada vez resulta más difícil diferenciar la realidad del ensueño. Un escenario caótico puebla las calles de gente usando máscaras y barbijos. La realidad, una vez más, supera a esta ficción inspirada en el brote de gripe A de 2008. Profético, su visionado puede resultar una bienvenida catarsis y toma de conciencia para el público, también una notable dosis de impacto al contemplar una película que transcurre en una situación similar a la que nos encontramos actualmente. Extrañezas del desitno que prefiguran este abordaje del cine argentino al género de ciencia ficción, vertiente que resulta poco habitual. Podemos mencionar reciente exponentes como "La parte Ausente" (con Alberto Ajaka y Celeste Cid) y “Fase 7” (también protagonizada por Stuart junto a Daniel Hendle). "Tóxico", de Ariel Martínez Herrera, se anticipó a los tiempos de pandemia que hoy tristemente atravesamos. Este relato fantástico en clave de road movie nos transmite la atmósfera asfixiante dentro del motorhome -filmado con la técnica backproyecting, todo lo que se proyecta fuera da sensación de movimiento-, explorando los vínculos de pareja igualmente contaminados. Los protagonistas atraviesan un proceso interior que narrativamente se resuelve de forma interesante: espejado en el exterior que parece desmoronarse, un progresivo resquebrajamiento se torna en un simbolismo más que adecuado. Un mal contagioso aqueja a la humanidad, distópica ecuación que excede los límites de nuestra pantalla.
Barbijos, góndolas vacías, filas en farmacias, paranoia, hipocondría, ansiolíticos para calmar el sistema nervioso. ¿Suena familiar? Tóxico del director Ariel Martínez Herrera podría pecar de oportunista si no fuese porque el guion comenzó a escribirse en 2008, inspirada más en la coyuntura de la gripe A que en una búsqueda premonitoria. Por suerte, el universo planteado está bastante más alejado que nuestra circunstancia actual y cercana a un contexto apocalíptico, irreversible, donde la única solución es escapar hacia algún lado, no importa dónde. El germen acá es una epidemia de insomnio. Se contagia como la gripe y convierte a las personas en una especie de zombies ojerosos que más que mantenerse en estado modo avión, viven en un completo ataque de nervios. Un futuro distópico al que se le suman el descontrol social, una escalada fogoneada por las fuerzas de seguridad y una tasa de suicidios en constante aumento. La atención entonces recae en la fuga de Augusto (Agustín Rittano) y Laura (Jazmín Stuart). Una pareja que partirá a bordo de un motorhome a una casa en el medio del campo donde, se supone, se encontrarán a salvo. Tóxico responde a la lógica de la road movie donde van apareciendo personajes secundarios con comportamientos tan inusuales y extraños como la sensación que ronda en el aire. Sin embargo, a diferencia de como suele ocurrir en el género automotriz, el exterior no se vuelve nunca una zona segura y liberada de las tensiones urbanas. El afuera es tierra de nadie, es peligroso y va encorsetando cada vez más la narración hasta reducirla a un drama conyugal en el interior de la casa rodante. De este modo, la epidemia no es más que un reflector caliente que funciona para iluminar las fisuras de esa relación amorosa. Más allá de lo anecdótico y profético que pueda llegar a ser el estreno de esta película, la elección del absurdo en lugar de lo que podría ser un thriller de catástrofe con efectos especiales y emociones de alto voltaje es una apuesta más que interesante. Más aún, la adecuación a la comedia tipo deadpan, donde el humor aparece desde la sequedad, sin énfasis ni expresión. Martínez Herrera busca la risa a partir del desfasaje que resulta al ver personajes inexpresivos y sobrepasados por la situación que los rodea. No sorprende entonces ver como la sombra del realizador sueco Roy Andersson se filtra en algunos planos abiertos, de gran profundidad y brillantemente encuadrados. Por Felix De Cunto @felix_decunto
Film anticipatorio, el impacto del presente torna más extraterrestre el humor que recorre esta película de pandemia
Antes de analizar esta película habría que hacerse una pregunta_ ¿Los guionistas son futurólogos o visionarios? Porque fue escrita y filmada mucho tiempo antes que los sucesos actuales y son idénticos. Ficción y realidad se dan la mano, es lo mismo, no se pueden distinguir las diferencias entre una y otra. El director Ariel Martínez Herrera narra una historia que parece ser extraída de algunos de los tantos noticieros o programas especiales dedicados al tema más candente del momento: una epidemia azota al país, no se la conoce y no hay cura. Los muertos pululan por las calles, los medicamentos escasean. al igual que los alimentos, no funcionan los servicios de comunicaciones, todos le temen al contagio y el alcohol en gel junto a los barbijos son las estrellas codiciadas por todos. Dentro de esa realidad caótica, descontrolada, paranoica, desolada y llena de dudas y miedo, hay una pareja de treintañeros que pretenden huir de la gran ciudad hacia una casita ubicada en un campo, en el medio de la nada, rodeada por pasto, yuyos y unos pocos árboles. Escapar es la única solución posible, Laura (Jazmín Stuart) y Augusto (Agustín Rittano) protagonizan una road movie, cuyo medio de transporte es un motorhome, que les permite parar donde quieran, comer y descansar un poco. En el trayecto, como corresponde a este tipo de relato, encontrarán inconvenientes y deberán resolverlos para llegar a destino. El film se centra en ellos dos y en cómo hacen para sobrevivir, la producción es modesta y se nota al encarar una historia de estas características, donde está sostenida principalmente por las actuaciones y una adecuada melodía incidental. El problema principal que tiene la película, y por el cual no termina de convencer, es el tono que adoptó el director para contar el cuento porque es un híbrido, no se definió hacia qué lado acentuar la trama, el ritmo es lento y carente de tensión y es por ese motivo que no es un drama, una comedia o un thriller, a lo quje hay que sumarle el hecho de que no fue filmada dentro del vehículo, sino que crearon un decorado tratando de imitar lo que es un motorhome de verdad, pero está mucho más cerca de ser un monoambiente que una vivienda móvil, pues el verosímil no fue logrado. Seguramente el encierro y la proximidad de cada mueble o artefacto que tienen en la realidad estos vehículos hubieran enriquecido la narración provocado una atmósfera de agobio y desesperación que la situación ameritaba y no fue aprovechada. Pese a las buenas intenciones y el esfuerzo de todos, queda como resultado una sensación de agónica intrascendencia.
Tóxico: Barbijos en pareja. En medio del parate cultural por el Coronavirus, el cine argentino encuentra su lugar con estrenos online. Este jueves llega a Cine.Ar TV y Cine.Ar Play Tóxico (2020), la primera película nacional en anticipar la pandemia. En estas épocas de cuarentena, siempre decimos que lo mejor es estar conectados, acompañados (en la medida que se pueda) y que -para muchos- representa una etapa de introspección y reflexión. Al ver una película como Tóxico, del debutante Ariel Martínez Herrera (mentor de productos desopilantes para UN3TV, como «Famoso» y «Periodismo Total») nos remite inmediatamente a nuestra actualidad. Es que, sin querer y hace tres años, el director se adelantó a nuestro tiempo con este drama que tiene tintes de comedia y, además, coquetea un poco con el género fantástico. Laura y Augusto se animan a la ruta en su motorhome para escapar hacia un lugar más seguro, lejos de la gran ciudad que acoge una pandemia, cuyo síntoma principal es el insomnio. En el camino se encuentran con policías amenazantes, un chico con sustancias raras en su poder y personas actuando de forma extraña. Pero ellos, en medio de todo, tienen su propia cotidianidad: desayunan, discuten, se ríen y deciden. Sus diálogos no tienen desperdicio. Jazmín Stuart y Agustín Rittano conforman aquí una dupla efectiva. Lo más divertido: una charla sobre si usar o no barbijo cuando están juntos, que remite con ironía a cuidarse o no con preservativo. En una realidad como la nuestra, en la que los memes constituyen casi un aliciente para reírnos de lo trágico, en la que le encontramos gracia al uso de barbijos y en la que tratamos de encontrarle el lado «amable» a no tener casi contacto con otros humanos, Tóxico representa un espejo de todo eso; sobre todo cuando el centro de la película es una pareja joven que afronta los hechos lo mejor que puede. La banda sonora de Lucas Fridman nos va marcando el tono de la película: una tragicomedia con algunas puestas teatrales extensas y algún que otro bache narrativo, pero que no pierde la frescura en ningún momento. Por otro lado, hay una marcada representación del afuera y el adentro, dos elementos que van a la par en el film; cuando afuera el mundo está roto, adentro puede haber una gran oportunidad para reconstruirlo o afianzarlo todo. Para los que miramos mucho cine post-apocalíptico, este tipo de películas siempre nos remite a las crisis internas. A cómo reaccionamos frente a un mundo devastado (cuando estamos también rotos por dentro nosotros). ¿Cómo nos cambian estas situaciones con nosotros mismos y para con los demás?. Así, estos films, claramente, se vuelven de carácter social. En definitiva, Tóxico es una road movie en la que sus personajes no saben absolutamente nada sobre el virus y cómo defenderse de él. No saben hacia dónde van ni cómo terminará todo. Algunos ya la catalogan como un «documental involuntario» por sus imágenes de supermercados desabastecidos y de incertidumbre asfixiante, muy parecido a lo que estamos viviendo por estos días. Lo cierto es que esta película de Martínez Herrera parece más liviana; no es más que una colorida y minimalista ficción sobre las relaciones humanas y sus avatares.
Ariel González Herrera es el realizador de un film independiente soñado hace años, realizado hace tres pero que hoy posee una “realidad” impresionante. Es que en el film imaginado por el Herrera, asesorado por un biólogo, con un equipo de guionista que unen al director con Luz Orlando Brennan, Lautaro Nuñez de Arco, Santiago La Rosa y Santiago Podestá se habla de una pandemia, se usan barbijos, se trata de una pareja que huye, que ven escenas y tienen diálogos que nosotros transitamos hoy y que se leen a mares en las redes sociales. Saqueos, locura, el fin del mundo, falta de alimentos, y una enfermedad silenciosa que no es el coronaviurus, pero que si produce insomnio, “la peor pesadilla” para un humano. Con humor y pulso preciso, la historia avanza con ese matrimonio que convive en una casa rodante y que cruzan con unas pocas personas. Con situaciones delirantes y pánicos varios, con escenas muy bien resueltas y un humor negrísimo que lo atraviesa todo. Una ópera prima de ficción que hoy resulta particularmente curiosa porque pasó de plantear una distopía a una “casi” pintura de la realidad. Los peores temores y las mayores torpezas, en un camino hacia una salvación individual poco probable. En el elenco Jazmín Stuart, siempre en el tono exacto, profunda y fresca, junto a un buen elenco Agustin Ritano, Alejandro Jovic y muchos más. Una grata sorpresa.
Sin saber bien de dónde vino ni cómo se propaga, una extraña pandemia está haciendo estragos a nivel global y amenaza con empujar a la humanidad hasta su autodestrucción. Este es el mundo que propone Ariel Martínez Herrera en Tóxico. Por un tiempo la gente intenta hacer su vida normal, pero cuando en la ciudad el aire tóxico comienza a provocar saqueos y violencia, Laura (Jazmín Stuart) y Agustín (Agustín Rittano) se suben a su motorhome y se lanzan a la ruta, planeando refugiarse en una casa de campo hasta que todo se calme. No tienen ninguna certeza de que la casa siga en pie, que la epidemia no haya llegado hasta allí o que ellos mismos no se encuentren contagiados aunque todavía no muestren los síntomas, solo avanzan por la ruta. A la vez que intentan descifrar y resolver algunos de sus problemas como pareja, en el camino se irán encontrando con distintas personas que reaccionan ante la catástrofe de diferentes formas, desde quienes se burlan con humor negro a quienes se vuelcan al naturismo o dan rienda suelta a sus instintos abusivos y violentos. Ni el aire ni el agua son lo tóxico Después de años de desarrollo y de espera para poder ver la luz, Tóxico encontró su momento para el estreno en plena pandemia de COVID-19, con las salas de cine cerradas pero con todo el mundo haciendo un cosplay involuntario de sus personajes. La trama es bastante sencilla y no va mucho más allá de lo mencionado, sin grandes giros ni conflictos globales que resolver. Laura y Agustín no van a salvar el mundo ni encontrar la cura para la pandemia, a duras penas saben qué hacer con sus propias vidas. Ya estaban atrapados en una inercia que les empujaba para adelante antes de que el aire se volviera tóxico, impidiéndoles dormir. Los mejores momentos de esta película vienen principalmente de la mano de sus extraños personajes secundarios, quienes además de completar la historia con la información que no tienen los protagonistas, le inyectan tensión y algo de suspenso a sus encuentros. Tóxico, crítica de la película argentina estrenada en Cine.Ar Ese puñado de ideas atractivas guionan varias escenas interesantes. No logran la misma solidez como conjunto, pero son bien interpretadas por un elenco que se mantiene dentro de la corrección incluso cuando tiene todo para volverse inverosímil. La mayor crítica que puede recibir Tóxico recae sobre la propuesta visual, porque si bien hay algunos aciertos en fotografía y vestuario, cada parte parece estar trabajando independientemente, sin un concepto. Esto se nota mucho más cuando construye el principal espacio donde suceden muchas de las acciones importantes: ese motorhome con texturas que parecen de cartón, con una paleta que se quiebra sin lógica aparente y cuyas proporciones internas apenas pueden justificarse si hubiera sido fabricado en Gallifrey. Ello podría ser un acierto si se decidiera a abrazar el absurdo con más convicción y fuera autoconsciente de la situación, pero por más que amenace un par de veces nunca se atreve a cruzar esa línea del todo. Es así como Tóxico, desde su intento de crítica social al desarrollo de personajes y trama, se mantiene correcta pero sintiéndose un poco decepcionante, con gusto a promesa cumplida a medias.
Una pareja viaja en su motorhome mientras se encuentran con diferentes personas en medio de una peligrosa pandemia global. Hace semanas que, por la cuarentena, Cine.ar comparte los estrenos de la industria nacional a través de su plataforma. Para su lanzamiento más reciente, llaman de forma casi irresistible la atención con una película situada en una pandemia que, disfrazada con barbijos y paranoia, hace pensar en una «predicción del coronavirus». Pero más allá de las semejanzas y el impacto que genera escuchar «ponete alcohol en gel» todo el tiempo, Tóxico no tiene mucho más para ofrecer. El contexto del filme sitúa a Laura y Augusto en medio de un virus del que solo se sabe que imposibilita dormir a sus afectados. La pareja decide huir de Capital y en su motorhome -con un living de dimensiones mucho más grandes que el resto de las habitaciones- se embarcan en un viaje en el que se irán encontrando con personajes de comportamientos extraños. La vestimenta que la hace atractiva a un «che a ver qué onda», es la innegable similitud con nuestra realidad. Barbijos, rutas desérticas y distanciamiento social, aunque claro que también se le suman otros elementos mucho más exagerados. El director Ariel Martínez Herrera fue armando la idea a partir del virus H1N1 hace diez años, y la filmación se llevó a cabo en enero de 2017. Estos aspectos que la hacen parecer una «predicción», son resultado del apreciable asesoramiento de Emiliano Aguerreberry, un biólogo que acercó estas respuestas realistas ante la crisis epidemiológica. Tóxico, Agustín Rittano, Jazmín Stuart Lamentablemente, si separamos Tóxico del contexto actual queda un rejunte de ideas que se estancan a medio camino. La película sirve como una road movie conducida por una mezcla de drama con comedia negra, pero no destaca ni resalta en ninguno de los géneros. Se sienten como conceptos medianamente interesantes dentro de este contexto pero que fallan en conectarse. Los personajes -tanto los principales como los secundarios- tienen su aspecto atractivo, pero por darle espacio a todos ninguno recibe el desarrollo adecuado. Los protagonistas, interpretados por Jazmín Stuart y Agustín Rittano, sufren un deterioro gigante en su relación, pero nunca llega a espacios íntimos para que transmita esa frustración y decadencia. Los secundarios que se encuentran y significan un cambio en su viaje son -a simple vista- más interesantes de seguir. Una policía que abusa de su poder; un playero de estación de servicio naturista y servicial; una madre y sus dos hijas que visten máscaras de la peste negra y mantienen un objetivo explosivo; un hombre dado por muerto que despierta en medio de la nada y otro vestido en traje que intenta sin éxito pegarse un tiro. Si bien solo los primeros dos mencionados interfieren en el camino, todos representan historias prometedoras, fuertes y absurdas, y al no tener más profundidad funcionan como una excusa para mover la trama o sirven como una decoración casi humorística. Este rejunte mal conectado de ideas queda expuesto con lo aburrida y densa que se hace, a pesar de solo durar una hora y 20 minutos. Es una road movie pesada, en la que el movimiento ni se siente y los encuentros no te atrapan. Más allá de que nunca quede claro cuál es el destino de la pareja principal, lo más importante siempre es el viaje. Y acá, ninguno vale la pena. Martínez Herrera hace lo posible para llevar realismo a una situación mundial que hace años se creía fantástica. Tóxico tiene mucho de esa exageración de fin del mundo, pero no va a ningún lado. Yendo más allá de la semejanza con el contexto real, no queda mucho por rescatar. La historia aburre y a los personajes les faltan profundidad y desarrollo, así como muchos secundarios se sienten desaprovechados o como una decoración. Un rejunte de ideas que de por sí solas impactan o incluso hacen reír, pero que juntas no pueden funcionar. Si están con ganas de hacer comparaciones, tienen hasta el jueves 30 para encontrarla en Cine.ar. Sino, pueden elegir cualquier otra película o serie de su catálogo nacional.