Durmiendo con el enemigo Basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro (Las viudas de los jueves), Tuya (2015) es una película argentina que atrapa con una historia que se presenta simple, pero posee interesantes aristas que se despliegan con el correr de los minutos. Andrea Pietra y Jorge Marrale protagonizan este thriller en tono de “comedia negra”, dirigido y adaptado por Edgardo González Amer (Familia para armar). Inés (Andrea Pietra) tiene una vida perfecta, y un poco monótona, hasta que descubre una carta dirigida a su marido Ernesto (Jorge Marrale) en la que una mujer, que firma “Tuya”, le expresa su amor. A partir de ese dato, la ama de casa tranquila y apacible se ubica en el rol de investigadora para lograr conocer quién es la “otra”. Y no lo hace tan mal a pesar de su inexperiencia: una noche intercepta una llamada de la amante a su esposo, lo sigue, y se convierte en la única testigo de la muerte de la mujer. Lejos de enojarse y condenarlo, Inés decide encubrir el hecho para salvar a su familia. Sin embargo, es ajena por completo a una situación particular por la que está atravesando su hija Lali (Malena Sanchez), una adolescente que se comunica poco con sus padres y prefiere buscar ayuda en sus amistades. Tuya es una película dinámica que atrapa al espectador desde el comienzo. Porque cuando parece que todo está resuelto surgen situaciones que ponen en jaque las suposiciones posibles. Además, presenta algunos toques de comedia que la convierten en un thriller llevadero (la mayoría de las veces protagonizados por Inés y su intención de convertirse en una Sherlock Holmes). Las actuaciones de Pietra y Marrale se destacan, especialmente cuando mantienen diálogos característicos de cualquier matrimonio. Y tampoco desentona el resto del elenco, que se completa con Ana Celentano y Juana Viale. La película de Edgardo González Amer es una “comedia negra” efectiva, que pone de manifiesto lo peor de la condición humana; siempre soslayada en una historia bien contada que invita a generar hipótesis sobre lo que va transcurriendo. Pero también a reflexionar en relación a lo que realmente es importante y, quizás, pasa inadvertido.
Hace exactamente un año escribía que Betibú era uno de los mejores policiales nacionales de todos los tiempos por su intriga y suspenso y porque transmitía nervios y humor con giros y contragiros. Doy ahora este ejemplo porque Tuya se basa en una novela de la misma autora (Claudia Piñeiro), solo que en esta oportunidad no ocurre algo parecido sino casi todo lo contrario. Nos encontramos ante un film totalmente previsible y poco verosímil donde el misterio casi no importa y lo policial se encuentra pintado e incluso ridículo a tal punto que lo más interesante de la historia es el subplot de la hija adolescente de los protagonistas. El elenco está bien pero tampoco hay algo que sobresalga para destacar. Ni Andrea Pietra ni Jorge Marrale transmiten lo que supuestamente tendrían, pero no por su culpa sino por lo forzado del guión. El director Edgardo González Amer (Familia para armar, 2011) logra una buena puesta en escena pero le pifia con el tono en general. Las escenas en código comedia desentonan bastante con el resto de la cinta y eso le resta. Al espectador se le va a hacer muy difícil empatizar con los personajes y con lo que atraviesan. En definitiva, si van a buscar una buena historia de la misma autora de la ya mencionada Betibú y Las viudas de los jueves (2009) saldrán defraudados
Un ama de casa dispuesta a todo Basada en la novela de Claudia Piñeyro, la película ofrece intriga, suspenso y secretos con Andrea Pietra en el papel de un ama de casa que comienza a investigar a su marido. El tema de la mujer común y de vida ordinaria devenida en una investigadora dispara esta historia, basada en la novela de Claudia Piñeyro, que lleva la firma de Edgardo González Amer, realizador que acredita El infinito sin estrellas y Familia para armar. Manteniendo el tono policial de las novelas de la autora de La viuda de los jueves y Betibú, el director adapta y plasma un relato que nunca pierde el ritmo ni el suspenso a pesar de deslizar algunos diálogos forzados en donde quizás el silencio hubiese tenido más peso dramático. La narración está marcada por la "voz en off" de la protagonista, que también expone un pasado doloroso. Inés -Andrea Pietra-, una esposa de buena posición, ve tambalear su seguridad cuando descubre una carta de amor y una infidelidad de su marido Ernesto -Jorge Marrale-. Sin embargo, las cosas empeoran cuando se convierte en testigo de un asesinato: su esposo mata a su amante -Ana Celentano-. En Tuya, el convulsionado mundo de los adultos también deja de lado los conflictos de la hija adolescente -Malena Sánchez- que arrastra su propio drama en soledad y el eje de las sospechas se va corriendo con el correr de los minutos. La aparición de la sobrina de la víctima -Juana Viale- suma dudas en un policial donde se borran rastros, se buscan pistas y todos se mantienen alerta. En el personaje de Pietra -un merecido protagónico- descansa todo el clima tramposo y de misterio que propone el relato: la mujer que niega la realidad y está dispuesta a todo para salvar a su familia en medio de una trama que presenta giros y vueltas de tuerca sobre el desenlace. El juego de la investigación está servido.
Un ama de casa en plan de venganza La adaptación de la novela de Claudia Piñeiro es una suerte de híbrido entre un drama de alcoba clasista y el policial más clásico y plenamente consciente de su contexto. Pero el final simplista, apresurado y obvio tira por la borda lo construido en la hora y media anterior. La primera escena de Las viudas de los jueves mostraba tres cuerpos flotando en la pileta de una mansión dentro de un country. Betibú abría fuego con un largo plano secuencia, otra vez en un barrio cerrado, que culminaba con el hallazgo de un cadáver en una de sus unidades funcionales. Tuya arranca con una mujer estacionando el auto en la puerta de su casa –doble piso, lujosa pero no ostentosa– y una policía saliéndole al cruce, signo inequívoco de una anomalía puertas adentro. El trío de películas basadas en libros de Claudia Piñeiro muestra similitudes temáticas y narrativas, develando así una suerte de obsesión de la escritora por aquella nueva clase alta prohijada por el modelo neoliberal y las reacciones ante una implosión interna inminente. Claro que si el film de Marcelo Piñeyro estaba centrado en radiografiar a sus personajes y el de Miguel Cohan en develar los nombres detrás de la muerte, la tercera adaptación a la pantalla grande, en este caso en manos de Edgardo González Amer (El infinito sin estrellas, Familia para armar), amalgama ambas vertientes adosándole una bienvenida pátina de humor negro, erigiéndose así como un híbrido entre un drama de alcoba clasista, con todas las miserias relacionales empujadas al placard, y el policial más clásico y plenamente consciente de su contexto.Las cosas marchan muy bien en la vida de Inés (Andrea Pietra). O al menos eso cree ella: basta ver la relación casi unilateral con Ernesto (Jorge Marrale) o la nula comunicación con la hija de ambos (Malena López), que por si fuera poco oculta un incipiente embarazo accidental, para entrever que la imagen de su mundo externo está bastante alejada de lo que verdaderamente es. Hasta que, tal como ocurría con los amigotes de Las viudas..., la protagonista se estrola contra la realidad, materializada en este caso en una carta dirigida a su marido. ¿Qué tiene escrito? Un corazón en rouge y una firmante anónima que se hace llamar “tuya”. Inés no interpela; al contrario, se apropia del estilo gélido del hogar y actúa como si nada hubiera pasado, iniciando en paralelo una investigación personal para descubrir la identidad de la amante. El film tiene el tino de no explicitar los motivos de su elección, pero la ubicación de la pareja en una franja económica de media tirando a alta y la evidente comodidad de ella con sus lujos y beneficios adquiridos invitan a pensar en el qué dirán y el temor a la pérdida material como dos variables insoslayables.Hasta aquí, entonces, Inés luce como un ama de casa simple, superflua y sin intereses definidos, una de esas mujeres con mucho tiempo libre que ni siquiera ella sabe dónde invertir. Es, en fin, casi una “boluda total”, tal como la definió Piñeiro en la entrevista del suplemento Radar publicada el último domingo. Todo cambia cuando una llamada y la posterior huida de Ernesto, excusa previa mediante, llevan a Inés a seguirle los pasos, observando un asesinato que ella ayudará a encubrir, desplazándose así del rol de víctima al de victimario y adquiriendo un matiz de complejidad y oscuridad del que carecía hasta ese momento. Puntazo a favor de Andrea Pietra, que no actúa su personaje, sino que lo habita con convicción y seguridad. Sin embargo, Tuya tira por la borda gran parte del trabajo constructivo previo con un desenlace no fallido o ilógico, pero sí simplista, apresurado y demasiado obvio para la comedia negra que había sido durante la hora y pico anterior. 6-TUYA Argentina, 2015Dirección: Edgardo González AmerGuión: Edgardo González Amer, sobre el libro homónimo de Claudia Piñeiro.Duración: 90 minutos.Intérpretes: Andrea Pietra, Jorge Marrale, Juana Viale, Ana Celentano y Malena Sánchez.
Secretos y mentiras de una pareja imperfecta. Tras Las viudas de los jueves (2009), de Marcelo Piñeyro; y Betibú (2014), de Miguel Cohan, llega al cine la transposición de otra novela de Claudia Piñeiro, autora que se ha convertido en un subgénero en sí mismo a partir de su impiadosa mirada a las miserias de la clase media alta argentina. En Tuya ya no es un country el ambiente elegido, sino el departamento de una familia integrada por Ernesto (Jorge Marrale), un exitoso empresario; su esposa, Inés (Andrea Pietra), y Lali (Malena Sánchez), la hija adolescente que está a punto de realizar su viaje de egresados. Como en todos los libros de Piñeiro, cada uno de los personajes acumula importantes secretos y mentiras que terminan desvelándose de la forma más insólita y con las consecuencias más inesperadas. En este caso, es una carta de amor para el protagonista de la que parece ser su amante la que desata la reacción (mezcla de indignación, fascinación y obsesión) de Inés por desentrañar la verdad. Esta ama de casa desesperada se convertirá así en una suerte de improvisada detective y, a partir de entonces, cual efecto bola de nieve, se sucederán todo tipo de vueltas de tuerca con asesinatos y engaños cruzados. No puede decirse que a Tuya le falten elementos de interés: hay sorpresas e ingenio a la hora de describir la intimidad de un matrimonio ya bastante desgastado, las tentaciones del marido, los miedos de la esposa ante la posibilidad de perderlo todo, la soledad y descontención de una joven como Lali, y esa mezcla de hipocresía y cinismo de la burguesía que tan bien han descripto en cine directores como Claude Chabrol. El problema principal de Tuya pasa por una puesta en escena poco fluida, por momentos incluso esquemática y forzada, por parte del guionista y director Edgardo González Amer, quien -a pesar de citas explícitas a brillantes exponentes del género como Alfred Hitchcock, Quentin Tarantino o los hermanos Coen- construye un relato bastante desdibujado, con situaciones y elementos demasiado obvios, recursos (como la voz en off de Pietra) que aparecen y desaparecen de forma caprichosa, y algunas actuaciones no del todo convincentes. Habrá que ver si, a pesar de sus evidentes desniveles artísticos, Tuya logra repetir el éxito de sus dos predecesoras. El público argentino, se sabe, está ávido de buenas propuestas ligadas a los géneros y este thriller psicológico, como los films previos basados en relatos de Piñeiro, tiene elementos tan provocativos como intrigantes. Lástima que el resultado final esta vez no esté a la altura de las expectativas.
Ama de casa desesperada El retrato de la hipocresía en la clase media alta y la imprevisibilidad de su protagonista la hacen una película para ver. Las viudas de los jueves, Betibú y ahora Tuya: las tres novelas de Claudia Piñeiro llevadas al cine tienen en común el retrato de un sector social, la clase media alta, que trata de mantener las apariencias y su estilo de vida más allá de cualquier obstáculo. Aunque ese obstáculo sea un asesinato, o varios. A diferencia de las dos primeras, Tuya no transcurre en un country, sino en un barrio acomodado de los suburbios, pero el espíritu de los personajes es el mismo y el acento vuelve a estar puesto en la veta policial de la historia. Que empieza cuando Inés (Andrea Pietra), ama de una casa acomodada, descubre que su marido, un exitoso empresario (Jorge Marrale), le es infiel. Si toda adaptación de una obra literaria al cine implica cierta dificultad, el grado aumenta cuando la novela está narrada en primera persona. ¿Cómo reemplazar ese punto de vista? Es muy difícil no caer en la voz en off, un recurso generalmente molesto. Tuya no es la excepción, aunque el efecto negativo de esa voz está atenuado por el mordaz contenido de algunas de las reflexiones de Inés sobre la fidelidad y el matrimonio. Lo interesante de la trama es que, ante el descubrimiento de que es engañada, ella no tiene ninguna de las reacciones previsibles. Nunca sabemos hacia dónde irá este ama de casa desesperada. Lo mejor de la película está ahí, en la descripción, liviana y ligeramente humorística, de ese micromundo, de los comportamientos de esa mujer despechada, de la dinámica interna de esa pareja gastada por el uso y su vínculo, casi nulo, con su hija adolescente, que protagoniza una inquietante subtrama. El asunto se torna más tosco cuando se pone serio y entra en juego el aspecto policial, porque muchos de los recursos son trillados y varias de las situaciones están resueltas de forma poco creíble. Es en esos momentos cuando más se nota el acotado presupuesto de producción; unos cuantos detalles poco logrados le dan una pátina de vieja ficción televisiva al conjunto y le restan verosimilitud.
"La venganza femenina" Basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro (“Las Viudas de los Jueves”, “Betibú”), “Tuya” se centra en la vida de una cómoda ama de casa de un estatus social alto, Inés, quien se encuentra convulsionada luego de descubrir que su marido Ernesto la engaña. Una carta con un corazón dibujado con un rouge rojo, un “te quiero” y la firma “tuya” cambiarán la vida de esta familia. Lo que más se destaca en esta historia es la construcción de los personajes, tarea que Claudia Piñeiro sabe hacer a la perfección, y que el director Edgardo González Amer consiguió traspasar, muy correctamente, al lenguaje cinematográfico. Principalmente Inés es un personaje muy complejo que, por un lado busca constantemente mantener a su familia unida y cuidar las apariencias frente al resto de la sociedad pero que, por el otro, no deja de ser una mujer traicionada que intentará que alguien pague por esta acción. Andrea Pietra encarna de una muy buena manera al personaje de Inés, junto a otro gran actor como lo es Jorge Marrale, quien hace de su marido Ernesto, un hombre culpable pero desentendido de toda situación. Los momentos en los cuales se encuentran juntos, se presentan diálogos intensos y cómicos, haciéndole honor a la comedia negra. Pero también cuando Pietra está sola en la pantalla se genera un clima interesante; una retrospectiva y reflexión de los sucesos ocurridos, tarea que es más difícil de sobrellevar, pero que ella resuelve muy bien. Malena Sánchez termina de constituir la tercera pata de esta familia, mostrando el desinterés de la pareja para con su hija, quien también presenta una lucha interna, de la cual los padres no están enterados. El resto del elenco está compuesto por Juana Viale y Ana Celentano, quienes acompañan de una forma muy correcta a los protagonistas. La historia que presenta “Tuya” es atrapante y mantendrá al espectador atento a cada detalle que descubra Inés, volviéndose parte de la investigación. La trama se va complejizando a medida que el film avanza, aunque algunos de los giros que nos propongan sean un poco evidentes. De todos modos, la película será de un gran entretenimiento para todo público, con momentos intensos, de suspenso e incluso cómicos o ridículos/bizarros, lo que produce que podamos aflojarnos y no estar tensos en todo momento o quedarnos con un gusto amargo luego de que termine el film.
En Argentina no abundan los autores de best sellers (expresión que de por sí suele ser peyorativa, ya que cae sobre autores que venden mucho, aún cuando sus textos son de gran nivel y no recurren a fórmulas). Una de las escritoras más representativas de los últimos años es Claudia Piñeiro. Desde su novela Las Viudas de los Jueves, no deja de cautivar a un gran número de lectores. En sus historias, Piñeiro presenta el costado más putrefacto de las clases más acomodadas (sobre todo, las que habitan en countries), siempre en el marco de tramas policiales. El cine no ignoró demasiado tiempo la repercusión de su trabajo, y ya hubo dos adaptaciones: la película de Las Viudas de los Jueves, dirigida por Marcelo Piñeyro, y Betibú, con Mercedes Morán y Daniel Fanego. Ahora es el turno de Tuya. Inés (Andrea Pietra) descubre que Ernesto (Jorge Marrale), su marido, le es infiel. La prueba, una carta de amor donde sobresale la palabra “Tuya”. Dispuesta a descubrir la verdad, decide seguirlo una noche hasta un parque. Enseguida lo espía discutiendo con Alicia (Ana Celentano), la secretaria. Discusión en la que, accidentalmente, Ernesto provoca la muerte de su amante. Al principio, Inés simula no haber estado nunca allí, pero pronto le revelará a su esposo que sabe lo ocurrido. Sin embargo, lejos de denunciarlo, se dedicará a encubrir mejor el crimen y mantener el status de familia modelo y respetada… que de por sí no lo es tanto, ya que Lali (Malena Sánchez), la hija adolescente del matrimonio, quedó embarazada y no se atreve a contarle la verdad a sus padres. Una maraña de mentiras y ocultamientos bien cuidados, hasta la aparición de Charo (Juana Viale), hermana de Alicia. Aunque en un comienzo parece un drama policial sin demasiados matices, de a poco se revela como una comedia negra y una crítica social marca registrada de Piñeiro, donde preservar la imagen y esconder los problemas parecen ser la norma. Conserva el lenguaje de thriller, pero, al igual que en Las Viudas de los Jueves, nunca se pone en el punto de vista de policías o periodistas sino que se centra en las acciones de esta familia no demasiado ejemplar. El director Edgardo González Amer le imprime ritmo a la historia, pero no logra disimular situaciones forzadas o fuera de tono. Para empezar, la manera en que Lali -el personaje más humano- se las arregla para que no noten su creciente panza resulta poco creíble. Por otra parte, el híbrido noir-sátira queda desprolijo, como si hubiera una indecisión constante entre ambos elementos. Andrea Pietra es quien carga con el mayor peso de la película y apenas sale airosa. Sus frases son de lo mejor del film y parte fundamental de lo que debió haber sido la esencia definitiva del largometraje. Jorge Marrale adiciona a su carrera otro personaje atormentado, con oscuros secretos, lo que siempre suma en el producto donde participe. La ascendente Malena Sánchez podría haber estado mejor aprovechada, lo mismo que Ana Celentano. Juana Viale, sin ser una gran actriz, aporta una presencia intrigante, adecuada para su rol. Con un estilo que pretende acercarse al de los hermanos Coen, Tuya es la menos lograda de las versiones cinematográficas de la obra de Claudia Piñeiro. Así y todo, es indispensable para los fanáticos más acérrimos. Queda esperar que los próximos films sobre material de la autora sean del nivel de Betibú, incluso mejores.
“Tuya” tiene el nervio y también la potencia de la novela de Piñeiro Tiene suerte, Claudia Piñeiro: luego de "Las viudas de los jueves" y "Betibú, la tercera versión cinematográfica de una novela suya también es buena, y bastante fiel. Hay cambios, lógicamente, pero son prácticos, naturales y adecuados. Hay recortes, pero no muchos. Y como la novela no llega a 160 páginas (Ed. Colihue, 2005), la película tampoco llega a 90 minutos. Así conserva la potencia y el nervio de la obra original. Le faltaría un poquito más de ese humor irónico que tiene la escritura de Piñeiro, pero igual se aprecia. Como se aprecia el salto que dio Eduardo González Amer con esta película. Mayor producción, mejor nivel técnico, precisión narrativa, interés mantenido y elenco atractivo, encabezado por Andrea Pietra como la esposa que quiere ocultar las macanas del marido, y Jorge Marrale como el peor es nada enredado con mujeres problemáticas o muy vistosas. Se comprende, por ahí rondan Ana Celentano y Juana Viale. A más de adulterios, el relato incluye uno o dos crímenes, asociación lícita (es conyugal) pero delictiva, y otras varias y variadas transgresiones para experimentar en pareja o en modo individual y vengativo, según se vayan dando las situaciones, ya que estos asuntos conllevan unas cuantas vueltas de tuerca. Lo gracioso es que casi todo está contado por la esposa, una eficiente ama de casa, víctima, cómplice, detective y Maquiavelo, todo en nombre de la estabilidad familiar y de los principios inculcados por su madre. Dichos principios requieren casa y marido propios, escoba y alfombra, vista gorda, y, llegado el caso, frialdad, refinamiento y alta precisión. Amén de peluca y guantes (de goma, porque su reino es la cocina, no la cama). Sintetizada de esta forma, "Tuya" parece una historia de Patricia Highsmith. Pero es de Piñeiro, porque junto a esa historia transcurre otra, a cargo de la hija adolescente, antipática, insoportable, sufriente y muerta de miedo que compone Malena Sánchez. Algo le pasa a esa criatura, pobrecita, y la obsesiva de la madre no lo registra. Ahí está la gracia, bien original, que denuncia tres formas de negación, y que González Amer expone con plena coincidencia. El hizo dos historias de crisis parentales, "El cielo sin estrellas" y "Familia para armar". Y ésta es la tercera, solo que viene envuelta en una trama policial bien armada. Vale la pena.
Una simple ama de casa... Inés (Andrea Pietra) es una ama de casa, con una vida confortable y apacible. Casada con un arquitecto (Jorge Marrale), tiene una hija adolescente (Malena Sánchez) y vive en una hermosa casa, en un barrio precioso. Hasta que un día encuentra una nota dirigida a su marido, con un beso de rouge, firmada "tuya". Es entonces cuando la adorable señora se convierte en un fría investigadora, que luego de lavar los platos es capaz de invadir en casas ajenas, revisar cajones, perseguir sospechosas, y rastrear a su marido por toda la ciudad con tal de descubrir quién es la otra, que está poniendo en jaque su hermosa vida. Una noche en que su marido sale de la casa con una excusa poco creíble, lo sigue y presencia un crimen que hunde a la pareja en una trama de encubrimientos y mentiras, que requieren de toda su atención. Obsesionada por cubrir y conservar a su infiel marido, no se entera de la situación complicada que atraviesa su hija. Andrea Pietra hace una muy buena interpretación de una contenida señora, que será capaz de hacer cualquier cosa y sorprender al espectador con tal de conservar su vida y castigar a un marido infiel. Igualmente destacable es la labor de Jorge Marrale, quien interpreta a un señor muy seguro de decir las mentiras más increíbles sin inmutarse, y luego comer el postre con su familia. Lo que comienza como un posible drama familiar se convierte en una historia de suspenso que nos asombra con las vueltas que dan sus personajes, y diálogos y situaciones de comedia, que aportan humor, pero también nos dan la sensación que por momentos la historia no encuentra el tono, y se pierde en un limbo entre el suspenso y la parodia. Andrea Pietra sostiene una buena historia, que engancha al espectador, y que nos demuestra que el trabajo de ama de casa no es tan simple como parece.
La primera novela de Claudia Piñeyro que además hace un pequeño cameo. La historia de una mujer engañada, como todas, asegura la autora, que primero ayuda a su marido a cubrir un crimen pero luego se vengará de él. El film, que mantiene la tensión, con algunos errores de producción, permite el enorme lucimiento de Andrea Pietra, que por fin tiene un protagónico excluyente.
Tarde o temprano, a todas las mujeres en algún momento nos meten los cuernos. Eso es lo que piensa Inés (Andrea Pietra), la protagonista de la película basada en la novela homónima de Claudia Piñeiro (de quien ya se adaptaron “La viuda de los jueves” y ”Betibú”). Es que cuando su perfecta aunque monótona vida se ve dada vueltas tras el descubrimiento de una carta de una amante de su marido (Jorge Marrale), ella se encuentra con una parte de sí misma que hasta el momento nunca había sido capaz de salir. Este thriller con muchos tintes de humor negro muestra cómo esta mujer es capaz de hacer cualquier cosa con tal de tener a su marido para ella sola. Será de ella o no será de nadie. En el medio, una hija adolescente no encuentra su lugar y se aísla cada vez más a causa de una realidad que no le escapa a las clases sociales: un embarazo no deseado, que mantiene a escondidas de una madre que está muy ocupada vigilando a su marido y éste dando rienda suelta a sus pasiones. Porque lo que hace Piñeiro en su novela, y Edgardo González Amer en esta adaptación cinematográfica, es retratar a una familia de buen pasar económico que tiene una vida aparentemente perfecta pero con quiebres que amenazan con fracturarla. De una simple historia, la reacción imprevisible (porque nadie sabe cómo reaccionar hasta que le sucede) ante el descubrimiento del engaño, surge una historia con diferentes capas, que hablan sobre el amor, la posesión, el matrimonio como institución, el deseo de lo prohibido, la familia como entidad. De a poco se van desplegando las diferentes aristas. Inés se convierte de repente en una talentosa detective que va tras las huellas de su marido borrando rastros que lo perjudiquen (porque si se perjudica él, se perjudica su matrimonio) y pasa a ser la mujer que todo marido quisiera tener… en su casa. Aquella que lo apoya incondicionalmente aún en el peor de los casos, y también quien le cocina, le lava la ropa y le hace casi de sirvienta. Pero a ella no le importa, siempre y cuando no haya otra, esa tal “Tuya” que le firma cartas con lápiz labial. Es cierto que algunos detalles de guión se pueden cuestionar (lo poco discreto que es el marido infiel, o la repetición de alguna escena temprana en el último tercio de la película para refrescar algo que seguramente no necesitábamos que nos recuerden) pero “Tuya” es una película más que correcta y muy entretenida, con una Andrea Pietra brillante que se carga la película a cuestas (porque todo sucede desde su punto de vista) y que demuestra que es capaz de ser una talentosa actriz tanto de comedia como de drama. Lo acompaña un Jorge Marrale destacable y hasta Juana Viale está muy bien, aunque también es cierto que su personaje no tiene muchas exigencias, ya que en general se la ve siempre de lejos, por algo es un personaje al que nunca se termina de conocer. Divertida y atrapante, con varias vueltas, algunas más previsibles que otras pero sin sentirse forzadas, “Tuya” es un retrato cínico sobre la familia y el matrimonio, basados en lo que aparentan ser pero que en la realidad sólo son personas no terminan nunca de conocerse aunque vivan desde hace años bajo el mismo techo.
Juntos sin importar cómo. El nuevo thriller procedente de la pluma de Claudia Piñeiro, en este caso con cierta inclinación a la parodia, se aleja por un rato de la habitual geografía country para ubicarse en un barrio clase alta-media (en ese orden) y así construir una nueva versión sobre infidelidades, vinculaciones extramatrimoniales y un par de cadáveres exquisitos que sirven como ejes conductores de la trama. La receta funciona de a ratos y más que nada se sostiene por el protagónico de peso de Andrea Pietra y debido a las charlas que su personaje tiene con Ernesto, el desconcertado esposo, primero feliz y luego víctima de las artimañas planificadas por su mujer. La cuestión es que si hay basura que esta no se note demasiado en la pareja que se habla poco y nada y que tiene una hija adolescente (Sánchez), quien tampoco los pondrá al tanto de su embarazo. Pero el "tuya" y el "te quiero" descubiertos por Inés (Pietra) permiten algo más que una sospecha: la "otra" podría ser la secretaria de su esposo (Celentano), alguna desconocida o hasta una joven fotógrafa de revistas de moda (Viale), de relación filial con la primera. A Ernesto (Marrale), en tanto, se lo ve feliz y nunca dubitativo por su inminente viaje de negocios a Brasil. El packaging visual de Tuya se transmite al detalle en sus implicancias formales y temáticas. Llueve en más de una escena (como sugiere la rutina policial) y los momentos acordes al género que transcurren en morgues o a través de sospechas, persecuciones, señuelos, pistas y confirmaciones tampoco faltan a la cita. Tuya confía en su perfil bajo y en jugarse por aquellos aspectos básicos del género, como si su historia fuera un capítulo más largo (y sólo pasable) de la tira Mujeres asesinas. Superior al desastre de Las viudas de los jueves pero a escalones debajo de Betibú (que tampoco trascendía demasiado a las reglas del género), esta nueva adaptación sobre la obra de Claudia Piñeiro es un cuentito menor donde su argumento no pretende ir más allá de aquello que muestra, eso sí rescatable, debido a la energía actoral de Andrea Pietra aun con peluca rubia al estilo film de Hitchcock o De Palma (la cita verbal a Psicosis suena forzada). Ah, a Juana Viale, como siempre sucede, se la ve muy bella.
Si tantas veces cuesta calcular el valor de las cosas, la tarea de valorar personas y vínculos es mucho más complicada y riesgosa. La inteligencia práctica de Inés pone en marcha la maquinaria de preservación de su matrimonio herido de muerte el día que encuentra un papel destinado a su marido, con la palabra ‘tuya’ en rojo labial intenso. Andrea Pietra interpreta el rol de la mujer engañada que sigue adelante contra todo. La actriz se mete en los movimientos y gestualidad de un ama de casa con la suficiente codicia como para no entregar el patrimonio por el detalle de un desliz comprobado en silencio. La dignidad no es un asunto a considerar para la señora de Ernesto (Jorge Marrale). Con él y su hija adolescente, Laly (Malena Sánchez), comparten una vida tranquila a fuerza de silencios y complicidades. Tuya, la película de Edgardo González Amer, basada en la novela de Claudia Piñeiro, es un thriller doméstico, por momentos gracioso, que entretiene y deja varias preguntas flotando. Los temas son convencionales y hay varios clichés pero el resultado mantiene al espectador intrigado, detrás de los movimientos de la incansable Inés. Andrea Pietra lleva en su nombre, ropa cara (apenas un indicio sobre la posición económica a juego con la casa y los autos), la cara sin maquillaje, la expresión perdida y alerta a la vez. La cámara se ocupa de ella con la misma obsesión que transmite el personaje cada vez que aparece un nuevo indicio de la doble vida de su marido adorado. Para Inés, la infidelidad de Ernesto es el motor que la mantiene en forma, despabilada y activa. El trabajo actoral de Pietra se complementa con la ductilidad de Marrale para crear a Ernesto. El hombre mide a su esposa en cada palabra, manipulador y muy creativo dentro del planteo ingenuo del guion. Inés, que todo lo controla, no descubre el elefante en la sala. Enriquece el cuadro sociológico y la pintura del matrimonio que ha quedado en la fachada, la hija de la pareja. Malena Sánchez los acompaña con los elementos mínimos pero rotundos de una adolescente invisible para sus padres. Ellos nunca verán qué ocurre con Laly porque viven en otra frecuencia. Juana Viale como Charo, pasea su belleza agregando suspenso al cuadro general de hipocresía. Tuya plantea el costo de las relaciones, la mezcla insoportable de patrimonio y sentimientos genuinos. La película abre el debate sobre el género puesto bajo la lupa, cuando la mujer que nunca se rinde, a pesar de las evidencias, se dice a sí misma: “No vamos a arruinar nuestra familia por una calentura”.
Simplemente tuya Nuevamente el universo de la escritora Claudia Piñeiro llega al cine, y todavía no existe esa película que logre darle un vuelo cinematográfico adecuado. Aunque hay que decir que Tuya, de Edgardo González Amer, dentro de su medianía evidencia algunos rasgos positivos al convertir este relato de adulterio y venganza dentro de la clase media-alta en un thriller repleto de giros y situaciones un poco ridículas, pero no exentas de diversión. Si Las viudas de los jueves y Betibú eran transposiciones poco libres del papel a la imagen, que además no podían dejar de centralizar la bajada de línea que la autora ha venido construyendo con su mirada (una que potencia una cosmovisión un tanto trillada sobre las clases altas y repleta de clichés sórdidos, como de un Haneke light), Tuya gana porque lo que vemos en primera instancia es el thriller y por debajo, subterráneamente, pasa ese comentario constante sobre la perversión del poderoso. Pero como decíamos, antes que nada está el thriller, y González Amer trabaja ese territorio con citas explícitas a Brian De Palma (hay una muerte filmada a la manera de Blow out), Quentin Tarantino o Alfred Hitchcock, y con un humor bastante negro que pone patas para arriba la construcción que tenemos sobre víctimas y victimarios, y con situaciones que no dejan de tener un anclaje en el absurdo: la mujer, ama de casa, que realiza su investigación muñida de unos guantes de goma para lavar los platos. Entonces por suerte, en Tuya, el dispositivo genérico se pone por delante de la discursividad del texto de Piñeiro, haciendo que el relato fluya a partir de sus constantes vueltas de tuerca, puestas en escena con fluidez y -a veces- con una torpeza que no deja de tener su encanto, cuando la película no exige un verosímil a partir del rigor. Lo que no funciona en el film, entonces, tiene que ver con las herramientas que dialogan con lo genérico: hay una voz en off inconstante y de una expresividad nula, hay una subtrama sólo justificada en su analogía confusa con la trama principal y una presencia, la de Andrea Pietra, que carece del peso suficiente para construir las diversos niveles de emociones que invaden al personaje: no es necesariamente una mala actuación, pero sí una de recursos un tanto resumidos y de una fisicidad un tanto escueta. Pero tal vez el mayor inconveniente del film y el que le resta trascendencia es que no logra clarificar las motivaciones de sus personajes, especialmente las de Inés. Uno intuye que esa mujer toma las decisiones que toma porque no quiere perder su mundo de confort y materialidad, pero es más una suposición que una realidad que surja del relato: no hay líneas, no hay una vinculación entre el personaje y el espacio que nos lleve a entender a Inés. En la lectura que hace González Amer es más una mina desesperada y un poco boluda (citando una entrevista publicada en Radar días atrás), que se mete en algo que la supera. Pero si pensamos que lo hace para sostener su micromundo es más por relacionar Tuya con otros relatos similares donde este conflicto está resuelto con mayor precisión. La ausencia de un soporte reflexivo, deja al desnudo a Tuya como un film que tiene que funcionar necesariamente como relato de género. Y ahí la película alterna buenas y malas. Más allá de que resulta dinámico en sus constantes idas y vueltas, queda por momentos un poco chico, apenas una anécdota más o menos bien contada.
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Otra buena adaptación de una novela de Claudia Piñeyro Tuya es ya la tercera adaptación al cine de una novela de Claudia Piñeiro y aunque quizás no sea la mejor, la trama está tan bien construida que por momentos merece que uno haga la vista gorda con algunas de sus falencias. Puede decirse que Tuya es una película de suspenso o bien una comedia negra o ambas cosas. El ambiente, como suele ocurrir con las historias de Piñeiro, es el de la clase media alta porteña y el punto de vista es el de una mujer. Todo observado con una mirada filosa e irónica. La protagonista es Inés (Andrea Pietra), que apenas empieza la película descubre un poco por accidente que su marido la engaña. En lugar de confrontarlo, porque sabe que una confrontación equivale a una pelea y ella lo único que quiere es mantener al menos ese simulacro de matrimonio, lo vigila y lo sigue hasta que es testigo de una situación violenta entre su marido y su supuesta amante que termina en la muerte de ella. Inés, entonces, más aliviada por la desaparición de la rival que preocupada por el asesinato que cometió su marido, lo ayudará a ocultar el crimen. Ese es el puntapié inicial de una historia que tiene algunas vueltas de tuerca y que avanza firme. Siempre queremos saber qué va a pasar después, el tono de Pietra y de Jorge Marrale –que interpreta muy bien a su marido, aunque quizás no dé con el physique du rol– es de lo mejor y entre los dos logran tres o cuatro escenas que condensan un humor negro que habría sido bienvenido en más momentos. A la par de la historia de ocultamientos y crímenes de Inés y su marido, está la historia de su hija adolescente. Laly (Malena Sánchez) tiene 17 años y a pocos días de irse de viaje de egresados se entera de que está embarazada. El padre de su hijo no quiere saber nada y ella no se anima a contárselo a sus padres, entonces lleva adelante el embarazo, ocultándolo con una faja. El planteo es ácido y redondo. Cada jugador cumple su rol muy bien. El único problema está en un par de escenas, que para colmo son escenas clave en la trama, que no terminan de resultar del todo verosímiles. Y también en el personaje de Inés que no termina de estar pintado de forma tal de que uno entienda o acepte ciertas actitudes o decisiones. Tuya está un escalón por debajo de Las viudas de los jueves y Betibú (creo que las tres películas son más parecidas entre sí que entre las otras películas de sus respectivos directores), pero igual funciona bien casi siempre.
Y… ¿cómo es ella? Tuya, película dirigida por Edgardo González Amer está basada en la novela homónima escrita por Claudia Piñeiro (Las viudas de los jueves, Betibú) y al igual que las adaptaciones cinematográficas que la precedieron, la nueva producción cuenta con un tinte de suspenso/thriller en su desarrollo. El film nos presenta a Inés (Andrea Pietra), que está casada hace casi dos décadas con Ernesto (Jorge Marrale), un prestigioso médico que se ausenta bastante de su hogar mediante la invención de congresos y/o jornadas laborales, que utiliza como excusa para verse con otras mujeres. Un día la cómoda y rutinaria vida de Inés se ve alterada cuando por casualidad encuentra una carta de amor en el saco de su esposo. ¿Qué dice tal carta anónima? No demasiado, sólo hay un corazón dibujado con labial rojo, con la inscripción “te quiero” y una firma: “tuya”. La incertidumbre de esta ama de casa crece cada vez más, sin embargo, mientras intenta descubrir quien es Tuya, se empeña por mantener su matrimonio a cualquier costo, incluso si ello implica ser cómplice de su marido en el homicidio que termina con la vida de la secretaria (Ana Celentano) y tercera en cuestión en la vida de Ernesto. Cuando todo pareciera acomodarse en la rutina conyugal de esta pareja, ella se entera de una nueva traición por parte del hombre, y desde ese momento, nada vuelve a ser como antes. Ensimismados en sus propios conflictos y secretos, la dupla adulta ignora totalmente a Lali (Malena Sánchez), su hija adolescente que también atraviesa un gran cambio, y termina por enfrentarlo en soledad y absoluto silencio. Plagada de lugares comunes desde el minuto uno, y clichés en torno a la figura femenina en general, y de esposa en particular, Tuya resulta un relato predecible que a pesar de tener un final inesperado; no logra transmitir en ningún momento la supuesta tensión que los personajes y las situaciones sugieren. Sí hay algo que sostiene este film durante los 90 minutos, es la excelente actuación de Pietra como despechada que funciona muy bien en la dupla con Marrale como villano hipócrita.
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Una mujer que para defender el buen nombre y el honor de la familia es capaz de ocultar cualquier hecho. Cabe destacar que la autora (Claudia Piñeiro), es la misma de: “Betibu” y “La viuda de los jueves”. Hace un tiempo estos libros fueron llevados al cine y ahora en “Tuya” tiene algunas situaciones diferentes a las mencionadas, lo que mantiene es lo policial. Se encuentra dirigida y adaptada por Edgardo González Amer (“Familia para armar”, 2010). Esta es una comedia negra y parte de la historia se encuentra relatada en off por Inés (Andrea Pietra), acá se utiliza para darle mayor énfasis, justificar y reflexionar algunas situaciones. Ella es una ama de casa, casada, madre de una hija adolescente, de clase media alta y su marido Ernesto (Jorge Marrale), un empresario exitoso. Ellos viven inmersos en la rutina y un día Inés encuentra varios objetos que le demuestran que su amado Ernesto le es infiel. Entre sus cosas hay notas sin remitente, un corazón dibujado con rouge rojo cruzado por un "te quiero" y firmado: "tuya". Lo persigue, presta mayor atención a sus movimientos en todo momento, se va transformando lentamente en un detective, todo el tiempo se lo dedica a conocer más a su rival o rivales y va escondiendo evidencias. No le presta atención a su hija adolescente Lali (Malena Sanchez, “Arrebato”) quien se encuentra atravesando un conflicto bastante importante, pero ellos ni se dan por enterados dado que cada uno vive su vida, mantienen las apariencias y su estilo de vida. Inés prefiere ser engañada pero estar cómoda y no tener relaciones con su marido por varios meses, antes de ser abandona. Hasta ser cómplice y esconder cualquier situación turbia. La película cuenta con un buen elenco, no transcurre en un country como las anteriores novelas de la autora sino en una casa del conurbano pero se relaciona con: policial, engaños, egoísmo, traiciones, mentiras, hipocresía y miserias humanas. Dentro de las secuencias finales se encuentra bien utilizado el tema musical “corazón mentiroso” cantado por Karina Jésica “La Princesita” Tejeda. Una de las subtramas que tiene se relaciona con su hija adolescente pero no se aprovecha como se podría haber hecho. Resulta bastante previsible y se utilizan recursos trillados, poco creíbles, roza el absurdo, la comedia negra y el thriller pero no termina conformando. Un film fallido que termina hundiéndose como el Titanic.
Quizás parezca ocioso decirlo, pero no está de más: el policial en el cine argentino es más una regla que una excepción. Esta adaptación de la novela de Claudia Piñeiro –que ya vio en la pantalla “Las viudas de los jueves” y “Betibú”– que narra lo que hay detrás de un adulterio y un crimen, desde el punto de vista de una mujer engañada es una muestra correcta y tensa, sostenida en actuaciones especialmente intensas.
Buenas actuaciones en una mala película Muchas veces las buenas actuaciones pueden salvar una película, otras veces ni siquiera esa ventaja lo puede lograr. Es el caso de Tuya. En el cine nacional pareciera que cualquier libro de Claudia Piñeiro puede ser adaptado y llevado a la pantalla. Incluso hay libros que parecen escritos para ser adaptados. Con “Tuya” parece que la adaptación ha fallado. Inés es una esposa y madre feliz, que un día encuentra una nota romántica dirigida a su marido y que alguien firma como "tuya". En su reacción, comienza una especie de comedia negra, un policial bastante previsible, con algunos errores de continuidad y fallas en los detalles técnicos que hasta el menos avezado de los espectadores puede notar. Y sin embargo, cuenta con actuaciones soberbias. Andrea Pietra como Inés se pone el film al hombro con un trabajo formidable. Lo mismo que las actuaciones de los mas que talentosos Jorge Marrale y Ana Celentano, pero esto no es un descubrimiento, como si lo es el gran trabajo de la joven Malena Sánchez en el papel de Lali, la hija del matrimonio protagonistas. Es una lástima que actuaciones realmente sobresalientes no fueran aprovechadas en un film previsible y al que le falta el ritmo propio del género.
La Tradición policial es tuya Salvedades del caso Hacer una crítica a favor de la película argentina Tuya es una tarea ardua porque, hay que reconocer, se trata de una pieza cinematográfica con muchos problemas. Entre paréntesis, qué difícil es definir la naturaleza de los problemas de una película, dado que muchas veces esos problemas parecen de un orden extra-cinematográfico, disfuncionalidades del organismo fílmico en su conjunto, y no de un único aspecto técnico. Lo primero que salta a la vista como problema en Tuya es una voz en off con la que abre el relato, que no solo está para presentar algunos aspectos contextuales de la historia sino también para exponer los pensamientos morbosos interiores de la protagonista, en la piel de Andrea Pietra. Sin embargo, hay algo forzado en esa voz. Al ser la adaptación de una novela de Claudia Piñeiro (la tercera novela policial adaptada de la misma escritora luego de Las viudas de los jueves y Betibú), la voz en off parece cumplir la finalidad de brindar cierta información que originalmente estaba en formato de narración escrita. Y es ahí, precisamente, donde puede residir el problema: al ser lenguajes distintos (la literatura y el cine) muchas veces se producen excesos en la aplicación de fórmulas de un lenguaje en el otro. La voz se oye excesiva, invasiva del terreno propiamente audiovisual. Volviendo al tema de las voces en off en el género policial, tan utilizadas en el cine negro norteamericano, Betibú, que es una película muy bien terminada, resuelve la cuestión introduciendo en off pasajes de lo que la escritora de policiales, corresponsal en el caso que se investiga, escribe en sus crónicas. El uso claro del recurso hace que los elementos del relato cinematográfico funcionen de manera más cohesionada. Podríamos señalar unos cuántos elementos disonantes en la película, como el personaje de la hija de la pareja protagónica. Hay directamente cabos sueltos en la línea narrativa que rodea dicho personaje, como por ejemplo que la joven descubra ciertos indicios del móvil homicida, generando suspenso al agregar a la trama un nuevo testigo, y luego no se vuelva a hablar del tema, cometiendo así una falta grave del género. De la imaginación literaria a las pantallas Para defender esta película hay que pensarla desde una perspectiva más amplia, salida incluso de la película misma. Se trata, como dije, de la tercera adaptación de las novelas policiales de Claudia Piñeiro, una autora que al parecer escribe con proyección cinematográfica. Piensa novelas que sean buenas para llevar a la pantalla. Y Tuya, efectivamente, está poblada de escenas cinematográficas: la escena del crimen, observada por la protagonista escondida atrás de unos arbustos, y la idea equivocada que se forma a partir de lo que ve, o la serie de escenas en que persigue en auto a su marido tratando de descubrir si está siéndole infiel y con quién. Es saludable y necesario que las historias policiales locales, con tramas nacidas de nuestra imaginación detectivesca, sean llevadas a las pantallas de cine. Sería deseable que todas sean adaptaciones felices y bien logradas, como el caso de Betibú, pero eso es imposible que ocurra, dado que el cine es una constante práctica de la prueba y el error. Lo importante es que apostemos a crear una identidad narrativa plasmando en el cine nuestros relatos detectivescos provenientes de la literatura. El desarrollo en los últimos años del cine policial en Argentina habla de un crecimiento exponencial de nuestro cine nacional. Se trata de un tipo de estructura narrativa más compleja y orientada a entretener con productos de calidad. Luego del neo-realismo argentino de los noventa, llegaría la expansión del cine de género, que en el ámbito del policial se expresó en los cines de Bielinsky y Szifrón, y más recientemente con películas como Tesis de un homicidio, Muerte en Buenos Aires, o la menos lograda Todos tenemos un plan, entre otras. El trabajo de adaptación, por parte de diversos directores, como Marcelo Piñeyro, Miguel Cohan y ahora Eduardo González Amer, de las novelas de una escritora con un estilo para crear historias policiales locales, es un síntoma de la consolidación del cine de género, y del cine argentino en general. Los nórdicos, los franceses, los italianos, son solo algunos ejemplos de países que han desarrollado un cine que exprese su narrativa policial, incluso con personajes detectivescos nacidos en la literatura e instalados luego en las pantallas audiovisuales. El género policial abre las puertas de un cine más sofisticado porque obliga a contar historias enmarcadas en una serie de reglas precisas y ordenadoras. Implica un doble esfuerzo creativo: habla del mundo y la realidad que nos rodea, pero además cuenta una historia pensada para entretener. En Las viudas de los jueves, buen ejemplo para graficar esto, se produce la misteriosa muerte de un grupo de amigos, electrocutados en la pileta de una casa del country en el que viven. Todo esto en el contexto de la crisis económica del 2001 y el clima de desesperación que trajo aparejada la pérdida de estatus de muchos empresarios que hicieron su fortuna sobre la base de una burbuja financiera que tarde o temprano iba a explotar. La historia se cierra precisamente el día de los saqueos. Si bien es una película muy bien contada, a cargo de Marcelo Piñeyro, le falta salirse del modelo de cine dramático e introducirse más en la atmósfera de un policial. Tuya, con todas sus imperfecciones técnicas, logra introducirnos en una atmósfera de misterio y, lo que no es menor tampoco, entretiene. Por último, me gustaría hacer una defensa del policial pasatista o de entretenimiento. Por supuesto que deben rescatarse los grandes policiales, que además de entretener son joyas desde el punto de vista estético. Pero el género policial es un tipo de cine que se produce a gran escala porque busca brindar ficciones que ayuden al grueso del público consumidor a adentrarse en universos alejados de su existencia cotidiana. Esa producción a gran escala del policial, a su vez pensada para escalas de público también mayores, hace que naturalmente no todos sus exponentes sean obras maestras. Por otra parte, cuando el cine policial logra entretener, no es necesario que alcance la perfección estética. El declarado objetivo de entretenimiento hace que sea un género menos pretencioso y lo salva de taxativas condenas ulteriores.
Basada en la novela de Claudia Piñeiro (Betibú), Tuya promete un thriller con toques de humor para entretener y gustar. ¿Logra su cometido la cinta dirigida por Edgardo Gonzalez Amer? Como agua Si bien la premisa de la película ya la vimos mil veces, no por eso dejamos de darle una oportunidad. Andrea Pietra compone a Alicia Soria, una esposa devota de su matrimonio, pero no tanto de su familia ya que descuida y desoye a su hija. Este nivel casi obsesivo de adoración por con su esposo Ernesto, interpretado por Jorge Marrale, la lleva a descubrir cartas de amor dirigidas a él, firmadas tan solo con lápiz labial y la palabra tuya. Una vez descubierto esto, Alicia seguirá a su marido hasta un encuentro en el medio de la nada con una secretaria, quién en medio de un forcejeo caerá muerta por accidente. Frente a esta situación Alicia no solo no dirá nada, sino que sin que su marido lo sepa intentará cubrir huellas del crimen, para que su él siga impune y recomponer su matrimonio. Pero lo que ella no sabe es que tuya puede no ser la secretaria muerta, y es allí donde entra en escena Charo, el personaje que encarna Juana Viale. (escuché decir por ahí que es su mejor papel hasta el momento, ya que no dice una sola palabra en todo el metraje). Con pinzas Por momentos la historia fluye y parece que lleva buen destino, pero pronto comienzan a aparecer desprolijidades que nos sacan poco de contexto, y sobre todo de clima. Hay un momento determinado donde la tibia tensión creada es descomprimida por pasajes graciosos. Los cuales no solo descomprimen la situación, sino que se pasan y van mas allá, cambiando el tono completo a la película, y haciendo que partes relativamente serias, sigan en tono comedia. Como por ejemplo que una madre y un padre no se den cuenta que su hija esta embarazada de 8 meses, en sus propias narices. No tuve el gusto de leer la novela, por lo que no se si la sub-trama del embarazo tenía más fuerza o no en el libro, pero aquí en el film es sencillamente redundante, carente de sentido y sobre todo, aburrida. Al rescate Sin embargo, no todas son pálidas en Tuya, ya las participaciones de Marrale y Pietra son mas que respetables, sobre todo Pietra llevando adelante una trama que por momentos flaquea y hace agua por todos lados. El resto del reparto parece por momentos netamente decorativo y logra que la empatia con ellos sea nula. No nos importa esa adolescente embarazada, no nos importa el personaje de Viale o la secretaria muerta, ni nada. Solo queremos que el estúpido de Ernesto se lleve su merecido, y rápido. Así nos podemos ir a casa. Conclusión Si bien Tuya no es una película que sobresalga, tampoco es un desastre, ni mucho menos. Cumple con el cometido de al menos engancharnos y llevar una trama los suficientemente entretenida como para que queramos saber como termina. Pero ahí hasta ahí llega su encanto. Por otro lado, es medio aparatoso el lugar que tiene el personaje de Pietra, ya que pasa de mujer que tolera todo a asesina vengativa sin pestañear un instante. Y con quien es imposible empatizar, más allá de su pobre matrimonio, y su posterior dulce venganza, ya que su peor pecado es no atender ni entender una hija a quien dejó sola toda su vida. Están avisado, como diría mi madre, Tuya es ni linda que encanta, ni fea que espanta.
Infidelidad y encubrimiento Edgardo González Amer es el encargado de valerse de la novela de Claudia Piñeiro para adaptarla al cine en Tuya, un thriller que por momentos cambia riesgosamente de tono, virando entre la intriga y el humor (éste en contadas ocasiones). La buena puesta en escena permite que el film se perciba más interesante, y su duración (aproximadamente hora y media) le juega a favor de modo que el asunto no termine enredándose más de la cuenta ni tornándose pesado. Inés (Andrea Pietra) vive cómodamente creyendo que todo en su entorno marcha bien. Su rutina da un giro abrupto cuando descubre una carta de amor a Ernesto, su marido, sin remitente, con un corazón dibujado con rouge cruzado por un “te quiero”. A partir de allí, Inés comienza a indagar para tratar de descubrir con qué mujer la ha engañado su esposo.. Tuya entretiene pero no logra atrapar de forma regular. Existen cuestiones que desfavorecen la forma en que el público pueda tomar la historia. Una de ellas está dada en la utilización (en determinadas secuencias) de la voz en off del personaje de Inés; es probable que la implementación de este recurso haga las cosas más predecibles y menos ingeniosas de lo que podría haber sido si tan sólo se nos mostraran los hechos prescindiendo de estos comentarios o breves relatos. Edgardo González Amer demuestra que posee una apreciable capacidad técnica para manejar la cámara y para desplegar una serie de planos que elevan el nivel de producción de la película. La proyección gana puntos en lo que concierne a la filmación pero pierde en cuanto a la solidez y al pulso narrativo que requieren los acontecimientos que se exhiben. El enigma se vuelca a la pantalla con intermitencias, y se ve afectado por algunas pequeñas dosis de humor que en oportunidades descolocan, produciendo una desconexión y una ligera pérdida de enfoque central de cara a lo meramente policial. Andrea Pietra realiza una gran labor interpretativa, siendo la integrante del reparto que más se luce. Jorge Marrale cumple sobriamente. Ambos conforman una pareja desgastada, en la que solo uno de ellos está dispuesto a reanimarla, a revivirla. La obra de González Amer aborda también la subtrama de la hija del matrimonio, quien está por realizar su viaje de egresados. Una cinta en donde los personajes conservan grandes secretos y donde el rol de la familia se observa dañado. No todo termina de convencer en Tuya, incluido el desenlace y alguna circunstancia cercana a este, de cuestionable resolución. LO MEJOR: la actuación de Pietra. Apartado técnico. Algunos momentos de intriga. LO PEOR: los arriesgados cambios de tono hacia el humor. La manera en que se presenta el final. Intermitente. PUNTAJE: 5
Después de la gran “Betibú”, se decidió llevar a la pantalla grande otra novela de Claudia Piñeiro. “Tuya“, es un policial, del guionista y director Edgardo González Amer que quiere ser algo serio pero no llega, que quiere ser gracioso y se transforma en algo que por momentos es muy bizarro. La autora nos tiene acostumbrados a tratar con gente de la clase media/alta y en este caso nos trae a Inés (Andrea Pietra) una ama de casa, que debido al éxito de su marido no necesita otro empleo para ayudar a la familia desde lo económico. También tenemos Ernesto (Jorge Marrale), un empresario exitoso y a Lali (Malena Sánchez) una hija adolescente, que no soporta a su madre y aguanta a su padre, que se está por ir a Bariloche de viaje de egresados y esconde un secreto que no se lo puede contar a sus padres. Inés gracias a una carta se da cuenta que su marido la engaña con su secretaria. Así que por momentos piensa en encararlo y decirle todo pero no puede porque ante todo, matrimonio, familia y seguridad económica, Todo esto cambia cuando por medio de un forcejeo con Ernesto, la amante de él cae y muere. Inés ve todo y decide ayudarlo a encubrir el asesinato. La película tiene una premisa más que interesante, aparte después de “Betibú” o “Las Viudas de los Jueves” uno cree que va a ver algo bueno, pero no es así, por momentos maneja bien la música, el ritmo y el suspenso, pero gracias al guión forzado y obvio, a las actuaciones muy exageradas, a recursos como la voz en off que aparece cuando el guionista la necesita o algunas situaciones que ella imagina, la película no llega a ningún lado. No llega a ningún lado porque si fuese un thriller psicológico hubiese funcionado, pero se quieren hacer los graciosos y como mucho te reís en una escena. Además, aunque entre Andrea Pietra y Jorge Marrale haya buena química no terminas de querer a ninguno de los dos, porque hay una mala decisión en cuanto al tono de la película. Una lástima, porque pudiese haber estado buena.
Ama de casa y detective A “Tuya” no le faltan elementos de interés. Es entretenida, tiene ritmo atrapante y una prometedora base de sustentación en la novela policial, irónica y sociológicamente radiográfica, de Claudia Piñeiro y su impiadosa mirada a las miserias de la clase media-alta argentina. Es una película llena de sorpresas que derivan en un thriller desde la intimidad doméstica de un matrimonio aparentemente perfecto, donde Inés (Andrea Pietra) es una atractiva ama de casa con una hija adolescente a la que presta poca atención. Pero el confortable entorno mantenido por el trabajo de su marido (Jorge Marrale), un profesional exitoso, y el permanente control del orden exterior, que ella misma se encarga de supervisar, un día empieza inesperadamente a nublarse, cuando la mujer descubre una carta amorosa dirigida a su marido, con el sello inconfundible de una infidelidad. Ante la certeza de que está siendo engañada, la protagonista no tiene ninguna de las reacciones previsibles y oculta su hallazgo. Entonces, su obsesión se direcciona al encuentro de esa mujer desconocida que firma sus cartas como “Tuya”. Cuando cree que ha logrado su objetivo, aparece una vuelta de tuerca inesperada: ella ha descubierto personajes y lugares, pero se ha equivocado en la forma de interpretar los nuevos vínculos descubiertos y sus respectivas claves. Y aquí aparece lo más interesante de la trama, cuando la improvisada ama de casa devenida en detective, pasa de espectadora a protagonista de la historia. Versión light “Tuya” es la primera y más breve novela de las tres de Claudia Piñeiro llevadas al cine (“Las viudas de los jueves” y “Betibú” fueron las otras). Todas tienen en común el retrato de un sector social que trata de mantener las apariencias y su estilo de vida más allá de cualquier obstáculo. El espíritu de los personajes es el mismo y el acento vuelve a estar puesto en la veta policial de la historia. El punto de vista de la protagonista se complementa con su propia voz en off y sus reflexiones acerca de la fidelidad y el matrimonio. Cada uno de los personajes acumula importantes secretos y mentiras que terminan revelándose de la forma más insólita y con las consecuencias más inesperadas. Pero a diferencia de la tragedia que se imponía en las otras, aquí todo es más light. Hay un registro ligeramente humorístico en las reacciones de esa mujer despechada y en el funcionamiento interno de la pareja, donde el marido siempre le pregunta por aspectos domésticos, como si mandó el traje a la tintorería o dónde puso la pomada para lustrar zapatos. Por otra parte, Lali, la hija adolescente interpretada por Malena Sánchez, prefiere buscar ayuda en amistades de su edad, desconfiando del mundo adulto. Su personaje es muy similar a la teenager de “El hombre de al lado”, una presencia irrefutable de que algo anda “familiarmente” muy mal. Cuando la trama se pone más densa y se empiezan a suceder situaciones de riesgo, las escenas se resuelven de forma poco creíble. Estos momentos, con un acotado presupuesto de producción y unos cuantos detalles poco logrados, se asemejan más a una ficción televisiva que cinematográfica. Claroscuros El problema principal de “Tuya” pasa por una puesta en escena poco fluida, por momentos incluso forzada, por parte del guionista y director Edgardo González Amer, quien construye un relato que sale a flote gracias a las actuaciones y las sorpresas del guión. Lo que más se destaca en esta historia es la construcción de los personajes: como en la novela, se refleja bien la complejidad del carácter de Inés, quien por un lado, busca constantemente mantener a su familia unida y cuidar las apariencias frente al resto de la sociedad pero, por el otro, no deja de ser una clásica mujer traicionada que intentará vengarse de su humillación. Andrea Pietra encarna esa dualidad de Inés, representada también en la convivencia de un sofisticado vestuario con sus guantes de lavar. Jorge Marrale es convincente en el rol del marido, al que la banda sonora dedica el conocido tema “Corazón mentiroso”. La joven Malena Sánchez termina de constituir la tercera pieza de esta familia disfuncional, mostrando el desinterés de la pareja para con su hija, protagonista de una lucha interna de la cual los padres no están enterados. El resto del elenco, Juana Viale y Ana Celentano, cumplen breves pero certeros roles que aportan matices al inagotable prototipo femenino.