“¿Hasta qué punto toda película no es algo que se organiza desde la falta? Falta de tiempo, falta de plata, falta de luz”. Sergio Wolf Ada Falcón, otra vez. Sergio Wolf vuelve sobre el enigma que motivó Yo no sé que me han hecho tus ojos, el ensayo documental que realizó junto a Lorena Muñoz, estrenado en 2003 en el Bafici. Viviré con tu recuerdo fue calificada como una “coda” o una “secuela” de aquel emblemático film, aunque lo más simple es leer la nueva película como una excusa para prolongar el goce de una obsesión que ya lleva casi veinte años. Pero prefiero pensar que aquí se juega algo más que un capricho personal. El autor parecería estar inmerso en ese estado de fusión existencial en el que ya no puede desprenderse de la obra, una obra que ahora lo reclama desde una ausencia. Remendar esa falta implica seguir creyendo en la posibilidad de una reconstrucción, aunque todo permanezca en un terreno especulativo. Por eso no se trata tan sólo de una obsesión, sino de algo más radical, esa compulsión que lleva al artista a querer dar una respuesta al vacío, quizás lo único que pueda definirlo como sujeto. ¿Qué somos, al fin de cuentas? ¿Lo que hacemos o lo que dejamos de hacer? ¿O debemos resignarnos a ser aquello nunca vamos a encontrar? Más de una película en este festival me llevó a esbozar estas preguntas, sobre las que espero regresar. Wolf y Muñoz grabaron una primera entrevista con Ada Falcón que nunca se pudo utilizar porque se perdió el registro sonoro de ese rollo. Viviré con tu recuerdo se ocupa de narrar las peripecias que envolvieron el rodaje a fines de los ‘90, pero lo importante ahora es que el director quiere recuperar la voz de Ada en esas escenas olvidadas, quiere descifrar lo que ella dijo poco tiempo antes de morir. Reconozco que transité la primera mitad del film con cierta resistencia, porque no terminaba de entender por qué Wolf quería empastar ese hechizo inesperado que a todos nos había provocado la última parte del film original, cuando descubríamos que la cantante estaba viva. Tal vez ni el propio director sabía exactamente qué buscaba cuando se embarcó en este (¿eterno?) retorno. En una escena Wolf le dice a Edgardo Cozarinsky que necesita encontrar la forma de devolverle la voz a su personaje, pero al mismo tiempo le pregunta si vale la pena obstinarse en esa verdad, porque tampoco quiere perturbar “el mito de Ada”. Y Cozarinsky responde, tajante: “Nunca vamos a saber la verdad de nadie”. Pero Wolf insiste. Junto a su editor Hernán Rosselli, Wolf proyecta la imagen de Ada una y otra vez, avanza, pone pausa, vuelve hacia atrás y exprime y exprime los labios de Ada hasta dejarlos exhaustos. En esta extrema cercanía llegamos incluso a ver claramente la venda en el ojo derecho de la mujer, justamente aquello que ella quería ocultar. Su propio cuerpo comienza a perder materialidad y uno siente que Ada se disipa, transformada apenas en una textura granulosa, fría y sumisa. “La calidad del fílmico aguantó en la caja casi veinte años”, celebra Wolf en la mesa de montaje. La que ya no aguanta más es Ada. Tiene que descansar. No es posible llenar el hueco. Nada alcanza. Ni los consejos de Cozarinsky, ni las teorías subrayadas en los libros de Michel Chion y Junichiro Tanizaki, ni siquiera ayuda el opaco recuerdo auditivo de lo que Ada pudo haber dicho en aquel encuentro cara a cara, surrealista pero real. El director decide entonces contactar a alguien que pueda hacer lectura de labios. La cámara se detiene ahora en una chica sorda que observa una pantalla con la tarea de inferir las palabras pronunciadas por Ada. Y aquí es cuando la película se abre a otra dimensión, instantes fascinantes gobernados por el silencio y las luces tenues que titilan sobre el rostro de esta joven de ojos grandes, atentos y anhelantes. Ella reconoce algunas palabras sueltas, desencadenadas, como si fueran los primeros balbuceos de un niño que quiere atrapar todo lo que en el mundo se le escapa, como si de repente todos volviéramos al origen para hacernos una pregunta esencial: ¿cómo es que logramos comunicarnos? Y allí sentimos que Ada se retira, de a poquito, hacia el fuera de campo, porque finalmente comprendemos que hay algo del misterio que debe irse con ella para siempre. Ada Falcón se despide. Otra mujer viene a refundar el encanto de la imagen y el sonido, portando su propia poesía. “Nada es más interesante para mí que un rostro en el cine”, asegura el gran Peter Bogdanovich. No hay una verdad a revelar. No hay forma de salvar la falta. Pero el cine sí permite la búsqueda permanente. Y el cine también es, a veces, el hallazgo de un relevo feliz.
Después del estreno en 2003 de Yo no sé qué me han hecho tus ojos (co-dirigida junto a Lorena Muñoz), Sergio Wolf vuelve con un nuevo documental sobre Ada Falcón que, si bien no hace de continuación, sirve como su paralelo. Luego de la primera entrevista con la cantante, un accidente de autos (la maldición de Ada podrán decir algunos), hizo que la palabra de la mujer se pierda y queden sólo las cintas con el fílmico. Leer más... Un segundo encuentro con ella daría el material suficiente como para hacer el largometraje del 2003, pero cuando éste se pudo realizar, los años habían pasado para la artista y los huecos en su memoria se volvieron profundos, haciendo que parte de su discurso varíe y quede relativizado. Cuando una caja con las imágenes de la primera entrevista aparece, el director comienza una búsqueda exhaustiva por recuperar el registro sonoro que las acompañaba.
El jueves 13 de octubre se estrena en sala y en el sistema de streaming Qubit tv en Argentina y Latinoamérica Vivirè con tu recuerdo, de Sergio Wolf En tiempos de explicitez, HD y 3D, éste es otro tipo de experiencia. Se trata de algo parecido a llamar por teléfono o enviarle un mensaje a un viejo amor con el que se ha roto. Por qué, nos preguntamos, pero lo hacemos igual. Esto es en base Viviré con tu recuerdo, vuelta de tuerca, secuela o bonus track de Yo no sé que me han hecho tus ojos, el valorado documental que Sergio Wolf y Lorena Muñoz presentaran hace varios años. Ada Falcón, vamp de cara regordeta que supo arrasar corazones, cantar como los ángeles, manejar autos veloces, volver loco a Francisco Canaro, espíritu indomable si los hubo en el espectáculo nacional, y también ser obsesión del director y la directora de aquel largo que contribuyó a rescatarla del olvido. Recluida en la provincia de Córdoba por promesa propia para expiar sus pecados de los años locos, los documentalistas fueron a su encuentro. Lo que encontraron molestó a algunos. Vieja decrépita, con más de pájaro caído que ser humano, algunos críticos censuraron esa curiosidad de entomólogos que vieron impiadosa. Otros, supieron ver el homenaje y el cariño que podía subyacer por esa figura mítica, uno de los grandes misterios del tango. Se ve que los ojos verdes y el trinar de ave del paraíso de Ada –que cantaba por cantar, sin saber lo que cantaba, como dice en un momento y nos revela la calidad de dotada increíble para hacer natural lo difícil- dejaron una huella en uno de sus directores. El resultado, potenciado por el hallazgo de un rollo en 16mm que creían perdido y que registraba una primera y fallida entrevista a la Falcón por parte de Wolf y Muñoz, es este documental curioso y personal. Si alguien quiere conocer cómo son determinados procesos de un documentalista, esta película es para él. Al perderse el DAT con el sonido de aquella entrevista primera (1998), Wolf nos muestra paso a paso cómo intenta descifrar qué decía la anciana, muy deteriorada en esa primera entrevista. Un poco impresiona cuando en las sucesivas repeticiones del material digitalizado la vemos gesticular, con su cara pintada con exceso de colorete, casi calva y sin ningún rasto de lo había sabido ser (y se dice que estaba mejor que cuando la volvieron a filmar para Yo no sé…, momento en el que no recordaba para nada la visita anterior). La cámara se hace subjetiva en muchos momentos. Leemos los libros que lee el director. Revisamos los recortes de su archivo. Hablamos por teléfono con él. Silbamos los tangos que él silba y vemos los monitores que él chequea. Interesante. Es ésta una película sobre las palabras y su búsqueda. ¿Qué dijo Ada ese momento? El prueba y error y la obsesión están presentes y somos partícipes de la búsqueda. Esto es atractivo, aunque en el juego de lo explícito, a veces se hace moroso ese ser testigos en tiempo real. Entre los encuentros con distintos testigos, se destaca el encuentro amistoso con Edgardo Cozarinsky, con mucho de preparación jocosa pero que toca un punto clave al hablar de espiritismo, algo que éste había escrito en el diario cuando el estreno del documental madre. Es que hay mucho de místico en esa hora y algo más de metraje. El mismo saco que el director utilizó en aquellas entrevistas nos habla de lo importante que fue el encuentro con esa mujer, que entre muchas cosas, trajo satisfacciones para sus realizadores. Ese espíritu que se evoca en fotos blanco y negro de labios pintados con forma de corazón, y esa belleza que a los cánones de hoy se nos hace esquiva. En un momento esperado por todos, una lectora de labios algo descifra. Como muchos documentales, queda inconclusa la búsqueda, dejando cierta incógnita, estupor o desconcierto en el público. La pregunta cuando se encienden las luces es para qué la búsqueda. Si la respuesta era hacer una película y un cierre de una historia que dejó su marca, ya está respondida. Si la respuesta es otra, no la sabemos. Tal vez sea solamente las ganas de llamar a un ser que alguna vez amamos mucho, para hacerlo una vez más nuestro, aunque sea fugazmente, para entonces recién ahí dejarlo ir después de haber cortado irremediablemente la relación. “Viviré con tu recuerdo” tiene la particularidad de ser el primer documental que se estrenará simultáneamente en sala y en el sistema de streaming Qubit tv en Argentina y Latinoamérica. Esta nota se publicó originalmente durante el BAFICI 2016
Yo no sé que nos hace tu silencio La búsqueda fue el disparador de Yo no sé que me han hecho tus ojos (2003), documental de Sergio Wolf y Lorena Muñóz en el que el mito de Ada Falcón, la cantante de tango portadora de una voz única y además dueña de muchos romances que se le atribuían, incluido uno con Francisco Canaro, aparecía expuesta al público como parte de una investigación en el que el propio Sergio Wolf reconstruía las huellas de su pasado de gloria para llegar a develar el misterio de una fuga.
Más de una década después de haber filmado Yo no sé qué me han hecho tus ojos, el director vuelve sobre la figura de Ada Falcón a partir de la pérdida del sonido de la primera entrevista que le hizo a la mítica y elusiva cantante. Esta película -que participó en la Competencia Internacional del BAFICI- se estrena en simultáneo en dos salas porteñas y en la plataforma de VoD Qubit. No sólo los tanques de Hollywood tienen secuelas. Sergio Wolf también la concretó en Viviré con tu recuerdo, película cuyo disparador es una escena que debió ser descartada en su ópera prima Yo no sé qué me han hecho tus ojos. En efecto, Wolf y la codirectora de aquel film, Lorena Muñoz (Gilda: no me arrepiento de este amor), entrevistaron por primera vez a Ada Falcón, la extraordinaria cantante de tangos que se había retirado de la vida artística varias décadas antes para recluirse entre monjas, pero de ese encuentro sólo quedaron imágenes: todo el sonido se perdió en uno de los tantos misterios y maleficios ligados a la figura de Falcón. Ambos volvieron dos años más tarde, pero la nonagenaria cantora ya estaba bastante desmejorada, aunque esos fueron los fragmentos que finalmente quedaron en la película que se estrenó en el BAFICI 2003. En esta coda, película compañera o complementaria (y si quieren secuela o spinoff), Wolf retoma ese espíritu detectivesco que expuso también en la reciente El color que cayó del cielo para recuperar los rollos de 16mm que contenían ese material que parecía perdido y luego intentar descifrar todo aquello que Ada contó en la entrevista original (es divertida su búsqueda de alguien capaz de leer los labios). Además, descubre que no está solo en su devoción por la cantante, ya que en la casa que Falcón tuvo en Córdoba sus dueños armaron una suerte de museo/santuario. Austera en su producción, impecable en su factura (contó con Fernando Lockett en la fotografía, Hernán Rosselli en la edición y Gabriel Chwojnik en la música), modesta en su duración (una hora), lírica y melancólica en su tono, Viviré con tu recuerdo (también titulada en sintonía con otro de los grandes éxitos que interpretó Falcón) surge además como una reflexión -con la voz del propio Wolf como narrador y teórico y la ayuda del gran Edgardo Cozarinsky- sobre las relaciones entre imagen y (la falta de) sonido en el cine, y -en un sentido más amplio- sobre la ausencia y cómo encontrar ciertos atajos para recuperar recuerdos perdidos. La obsesión y la obstinación del realizador por la figura de Falcón hacen de Viviré con tu recuerdo una inteligente, entrañable y por momentos fascinante continuación (que resulta algo menor en la comparación) de la excelente Yo no sé qué me han hecho tus ojos.
El tema de Yo no sé qué me han hecho tus ojos era el pasado y su (posible) pervivencia en el presente. La película procedía obsesivamente: una pesquisa de aires noir conducía finalmente hasta el refugio de Ada Falcón, la popular cantante de tango que se retira en la cumbre de su carrera. Viviré con tu recuerdo, quince años después, pone en obra un dispositivo similar. Sergio Wolf encuentra la primera entrevista realizada por su equipo a Falcón, pero falta el sonido. ¿Cómo saber qué se decía en esas imágenes ahora mudas? Una vez más, la figura de Ada propone un enigma tal vez irresoluble. La investigación convoca el cine: Wolf consulta libros (de Pascal Bonitzer, el clásico sobre sonido de Michel Chion); habla con Edgardo Cozarinsky, que lo asesora en asuntos de espiritismo fílmico; le pide ayuda a Ada Frontini, directora de Escuela de sordos. En su afán exhumatorio, la película prueba soluciones como la lectura de labios o el sincronizado con otros audios de Falcón, la cantante despojada de voz por una falla técnica. Ningún método puede descartarse cuando se trata de hacer hablar a los muertos. El cine, que ya era fantasma, ahora se vuelve también médium.
La imagen sin voz Hay algo que se llama intuición y que nada ni nadie puede transmitir al otro, a menos que esa misma capacidad sea compartida, en parte, por aquellos que deciden dilucidar algún misterio. Sergio Wolf junto a Lorena Muñoz en Yo no sé qué me han hecho tus ojos (2003), tuvieron la intuición y lograron la hazaña de encontrar a Ada Falcón, la enigmática cantante de tango de los años 30 del siglo pasado, recluida en un convento de un pequeño pueblo del Valle de Punilla, y pudieron, pese a la edad y a los débiles recuerdos, lograr una entrevista para el film. En esa película, la pesquisa sobre el paradero de Falcón, fueron el vector de una historia que desnudaba una pasión, la de la cantante con Francisco Canaro, una traición y luego la decisión de nunca más aparecer en público pese al éxito que Ada Falcón tenía en ese entonces. La obsesión detrás del vals, permitió que los directores, pudieran, además trabajar sobre la idea del mito detrás de la mujer y del cuerpo negado como impedimento para que la memoria pueda ejercer su poder totalizador en un presente que se diluye. A partir del hallazgo, casi 20 años después, de un rollo con una filmación de la primera entrevista que Muñoz y Wolf hicieron para ese film, ahora en solitario Sergio Wolf presenta en Viviré con tu recuerdo (2016) otra búsqueda, aunque diferente. En él se obsesiona por conseguir la voz de Ada Falcón a partir de la pérdida del audio que complementaba las imágenes encontradas de una entrevista de la cantante y de la que él tampoco recuerda sobre qué se habló. El racconto necesario sobre Yo no sé qué me han hecho tus ojos ocupa una primera parte del film, para luego devenir en la obsesiva y minuciosa tarea que emprende Wolf hacia el encuentro de la voz de Falcón que se ha perdido en el mismo largo proceso de desarrollo. La nostalgia sobre aquello perdido, el aura y atmósfera de policial que se le impregna a Viviré con tu recuerdo como así también la decisión de mostrarse Wolf como un persuasivo y sagaz investigador, no le quitan espacio a la idea principal del film y la profunda reflexión sobre la voz y la imagen que se intercala en él. Si la disociación, eterna y a la vez originaria del cine, entre el cuerpo y la voz es el disparador de su trabajo, la difícil tarea de encarar nuevamente una búsqueda, será el motor de un film que dinamiza cualquier lugar común que se podría pensar a partir de la incorporación del director como eje de la investigación, acompañado por un puñado de personas. El mito de Falcón comienza a fagocitarlo, y si el asincronismo y el juego con la distancia pueden llegar a ser una solución para recuperar la voz de la cantante, en las constantes pruebas, la evidencia dice todo lo contrario. Hay un instante, en el que el Wolf actual, convertido en un sabueso (no aquel que seguimos viendo en las imágenes de Yo no sé qué me han hecho tus ojos y que son como loops del pasado que agobian a su yo presente), revisa materiales y reposa su mirada en un texto que justamente habla de “el cuerpo sin voz y la voz sin cuerpo” termina por cerrar toda la idea del film, y luego en una escena posterior en la que una “interprete labial” lo ayuda a dilucidar parte del enigma, reafirma la imposibilidad de ver qué pasó con ese DAT perdido que nunca más pudo encontrar. Viviré con tu recuerdo habla sobre la memoria y sobre el recuerdo que en una evocación, y aun habiendo sido registrado por un dispositivo, no puede lograr sentido a pesar de los esfuerzos denodados para hacerlo por parte del director, porque justamente ese momento que se capturó es tan inasible y lábil como la memoria de la mujer que lo protagoniza, la que en un momento decidió recluirse para nunca más volver y aún hoy, años después de su muerte, sigue perdida.
LA OBSESIÓN Y LA PÉRDIDA Cuando Sergio Wolf y Lorena Muñoz hicieron ese excepcional documental “Yo no se que me han hecho tus ojos”, tuvieron que repetir una entrevista con Ada Falcón, porque la primera se perdió en un accidente. Años después y de manera casual encontraron ese material pero sin audio y sobre ese hallazgo y la obsesión por utilizarlo, Wolf esta vez solo, armó este nuevo film. Un tesoro, una obsesión, una búsqueda que lo lleva hasta una experta en lectura de labios, los concejos de amigos y técnicos. Un camino de suspenso y deseos, una interesante manera de mostrarlo.
Viviré con tu recuerdo, tercer largometraje de Sergio Wolf. Más de 10 años pasaron desde que se estrenó en los cines Yo no sé qué me han hecho tus ojos y Sergio Wolf revisita su relación con ese magnífico documental, en la película Viviré con tu recuerdo, en donde el realizador deja de lado a Ada Falcón e intenta mirarse a sí mismo. El rodaje de Yo no sé… ya termino, la película ya se estrenó, y muchos años después, el recuerdo del film reaparece en Sergio Wolf, uno de los codirectores del exitoso documental. Y ese recuerdo viene a través de una cinta de audio que se perdió, y que imposibilito que la primera entrevista que le realizaron a Ada Falcón pueda ser incluida en la película. Así, desde la ausencia del sonido, el director emprende un camino para intentar reconstruir aquello que se perdió, aquella primera y más espontanea entrevista que el público nunca pudo ver, y de la cual el no guarda tantos recuerdos como querría. Aunque al principio la propuesta del film resulta poco atrayente comparada con la de su predecesora, Wolf logra muy rápido que Viviré con tu recuerdo tome vuelo propio. El vacío generado por el silencio se vuelve estructural para él, para el espectador y de a poco cada vez más lejano, para el fragmento de fílmico en el cual el rostro de la cantante evoca sus recuerdos y los calla al mismo tiempo. Sobre la mitad de la película, la obsesión del director por llenar el vacío se vuelve finalmente, en el protagonista principal. Él habla sobre la imagen de Ada, intenta descubrir lo que dice, y cuanto más cerca está de su objetivo, más lejano lo siente. Con maestría, la cámara se detiene sobre cada uno de los momentos en los cuales los personajes intentan dilucidar los diálogos, a veces con el film de fondo, a veces sin siquiera mostrar los rostros y otras (las mejores) sin siquiera enfocar la película, logrando llenar el vacío privando al espectador de toda posible relación directa con el film. Con la misma aparente casualidad con la que el vacío se hace un lugar en el corazón de la trama, Viviré con tu recuerdo encuentra su propio camino alejado por un lado de Yo no sé qué me han hecho tus ojos, pero sin nunca perder de vista que la ausencia es el motor que dispara ambos relatos. Más interesante como ensayo filosófico que como documental de investigación, Viviré con tu recuerdo es casi exquisita, definitivamente imperdible para todo aquel que pretenda del cine más que un mero entretenimiento.
La voz de la memoria Más de una década después de la excelente Yo no sé qué me han hecho tus ojos (2003), Sergio Wolf indaga nuevamente sobre la cantante argentina de tango Ada Falcón. En esta oportunidad el viaje lo lleva al director a reconstruir el sonido faltante en una escena que debió ser descartada finalmente en su ópera prima. El mismo se perdió en el viaje de regreso, como una especie de misterio más de los que rodean a la figura de Ada. Junto a su codirectora Lorena Muñoz, Wolf regresó dos años después pero ya la cantante se encontraba muy desmejorada. Esa pérdida del sonido de la primera entrevista que le hicieron a la nonagenaria, es el impulso para Viviré en tu recuerdo. A modo de secuela, y esta vez sin Muñoz, el director comienza una obsesiva búsqueda de los rollos de 16mm que contenían el material supuestamente perdido y comienza (con lectura de labios incluida) a descifrar lo que Ada le contó hace una década. Sin una gran producción detrás, el trabajo de Hernán Rosselli en la edición es impecable. Fernando Lockett en la fotografía y Gabriel Chwojnik musicalizando llevaron adelante un trabajo que le otorgan a la película el tono adecuado de melancolía, sin apartarse de resaltar la figura de Falcón y momentos fascinantes dentro de la investigación. La voz en off de Wolf, la cámara subjetiva por momentos, los libros que lee el realizador, los recortes de diarios, la insistente búsqueda de la perfección, hacen de este documental un minucioso trabajo de campo, donde una película sobre las palabras se transforma en una labor acerca de la memoria. Viviré con tu recuerdo participó en la Competencia Internacional del BAFICI y tiene la particularidad de ser la primera película argentina en estrenar en simultáneo en cines y en la plataforma de Qubit.TV
El maldito objeto del deseo. Como un Philip Marlowe que recupera la senda de un caso del pasado, Sergio Wolf pretende darle voz a un pedazo de filmación que no la tiene, en una película sobre una mujer que no debería estar ahí: la ex estrella del tango Ada Falcón. Duplicación de una obsesión. Casi sesenta años después del retiro de la mítica cantante de tangos Ada Falcón, a fines de los años ‘90 el realizador Sergio Wolf –ex director del Bafici– logró dar con ella en un asilo de ancianos próximo a la localidad de Cosquín. En ese momento, ni los propios ases investigadores del tango sabían siquiera que la nonagenaria intérprete de “Yo no sé qué me han hecho tus ojos” estaba viva. El empecinamiento fue lo que llevó a Wolf, junto a la correalizadora Lorena Muñoz (hoy en día directora de Gilda, no me arrepiento de este amor) a recorrer las polvorientas rutas del valle de Punilla, tras trajinar archivos bibliográficos, fílmicos, sonoros y radiales igual de polvorientos, hasta dar con una beata anciana en silla de ruedas, de memoria discontinua, que no sólo resultó ser la legendaria exestrella del 2x4 sino que aceptó dialogar con la pareja de porteños sub-40. Algo que en el instante del retiro había jurado no hacer nunca más. Esa hazaña parece no haberle bastado a Wolf. Ahora, tres lustros después de la película que testimonió ese hallazgo quimérico (Yo no sé qué me han hecho tus ojos, 2002), el realizador vuelve sobre ella, ya a solas, para intentar, como un aprendiz de brujo, el imposible dentro del imposible: darle voz a un fragmento que no la tiene, en la película sobre una mujer que no debería estar ahí. ¿Por qué se obsesiona Wolf? Daría la impresión de que por lo mismo que mueve a la mayoría de los obsesivos: la dificultad, la contrariedad, la maldición incluso del objeto del deseo. Es el propio Wolf el que habla de maldición, y también Lorena Muñoz, cuando al volver de entrevistar a Falcón, en aquel momento de fines de los ‘90, chocan en la ruta cordobesa. El auto gira sobre sí mismo, está a punto de dar unos trompos. En el accidente se pierde el “DAT” con la pista de sonido de una escena de diálogo entre Wolf y Falcón, filmada desde una posición de cámara semejante a una que sí quedó en el corte final de Yo no sé... ¿De qué se habló en esa escena? Wolf no lo recuerda. Para empujar un poco más el mito del malditismo, la lata con la escena (eran épocas de celuloide, y YNSQMHHTO se filmó en 16 mm) tampoco aparece. Ya aparecerá, en medio de una pila de cosas, cuando el realizador se vea obligado a retirar unas pertenencias que darán pasto a la obsesión. ¿Qué hacer con ese celuloide que no habla? El autor de El color que cayó del cielo baraja la posibilidad de montar esa escena con sonido de otra (¿pero para qué, cuál es el interés de la escena en sí misma?), contrata a una persona muda para leer los labios (¡!) y, llevando la obsesión casi hasta el terreno del milagro, aprende a leer los labios él mismo. “Yo con vos no grabo más”, vocaliza Ada Falcón según descubre Wolf. “Ah, ¿no grabás más?”, representa ella misma al temible Francisco Canaro. Principal motivo, según se cuenta, de su reclusión. Es el regreso del detective Wolf, ahora en la línea del protagonista de la serie Lie To Me. Recuérdese que en YNSQMHHTO el realizador se representaba a sí mismo como un private eye de novela negra, ataviado con pilotito estilo Sam Spade o Philip Marlowe. ¿Existe acaso un sujeto de ficción más obsesivo que el detective? Como en El color que cayó del cielo, Wolf hace lugar a líneas de relato colaterales. Una es la consulta al colega y amigo Edgardo Cozarinsky, algo así como el sabio de la tribu, que le desaconseja rotundamente, por ramplona, la idea de la lectura de labios (que a pesar de eso Wolf desatienda su consejo es casi un gag). Otra es la visita a un museo Ada Falcón, montado en la que supo ser su casa, en la localidad cordobesa de Salsipuedes, previa a su reclusión en el asilo. Con ese nombre, era demasiado tentador incluirla.
Ada Falcón, el enigma de las palabras perdidas En Viviré en tu recuerdo Sergio Wolf se embarca en una especie de viaje en el tiempo cinematográfico. El director vuelve a pensar sobre el material de Yo no sé que me han hecho tus ojos, documental que codirigió con Lorena Muñoz, en el que se contaba la historia de Ada Falcón, famosa cantante y actriz que en 1942 se retiró a un convento de Córdoba y no apareció más en público. Este repaso de su propia película, estrenada en 2003, se desarrolla frente a las cámaras y está motivado por un enigma: saber qué fue lo que le dijo Ada Falcón en una escena, de la que se perdió la grabación de audio y que por eso no pudo ser incluida en la película. Pero la intriga va mucho más allá de las palabras pronunciadas por la cantante. Lo que el director parece querer descubrir es algo sobre sí mismo; algo que quedó en el pasado, en ese proceso de investigación y realización de Yo no sé que me han hecho tus ojos. Aunque el enigma de las palabras de Ada Falcón no se haya resuelto, el viaje al pasado de Wolf le permite unir sus inquietudes de teórico del cine con sus búsquedas estéticas de realizador, en una pequeña película que tiene tanto encanto como ambiciones intelectuales. La nostalgia está en el espíritu de este documental, en las imágenes filmadas hace más de 13 años, pero también en una serie de objetos cuya materialidad remite a otra época: un disco, una cinta de película Súper 16, una moviola, recortes de revistas viejas. Hay una sensibilidad potente en Viviré en tu recuerdo, pero también una reflexión sobre el cine y la construcción de la realidad a través de imágenes y sonidos, marcada por la presencia de libros de autores especializados como Michel Chion y Pascal Bonitzer, y las conversaciones del director con Edgardo Cozarinsky.
Yo no sé que me han dicho tus labios Este documental es un largo bonus track de “Yo no sé qué me han hecho tus ojos”, sin el mismo encanto ni interés. En 2003, Sergio Wolf y Lorena Muñoz rescataron del olvido la historia de Ada Falcón, la cancionista que en los años ‘40, en pleno apogeo, se retiró de la vida pública: en la bella Yo no sé qué me han hecho tus ojos contaban la vida de la artista, su tormentoso romance con Francisco Canaro y, con el pulso de un policial negro, la rastreaban hasta encontrarla con vida en un hogar de ancianos en Córdoba. Todas las películas tienen escenas descartadas; en este caso, Wolf intenta recuperar su primera charla con Falcón, que se quedó sin sonido y, por lo tanto, no pudo ser incluida en aquel documental. Muchas de las grandes películas nacen de alguna idea obsesiva de su director, algo que es aun más frecuente en los documentales, donde se necesitan enormes cuotas de pasión y esfuerzo para perseguir, a veces durante años, temas y personajes a menudo esquivos. El desencuentro se produce cuando el realizador no consigue contagiar su entusiasmo personal al público. Es lo que sucede con esta suerte de largo bonus track de Yo no sé… que es Viviré con tu recuerdo. Siempre en primera persona, Wolf cuenta circunstancias que rodearon aquella filmación -incluso íntimas, como que entonces estaba en pareja con Muñoz- y se detiene en la que llama “escena primaria, como para los psicoanalistas, o escena del crimen, como para los detectives”: la del día en que por fin, después de una larga búsqueda, conoció y entrevistó a la cancionista. Esa escena quedó muda y obligó a repetir la entrevista dos años después. Pero a Wolf lo desvela la sensación de que el primer encuentro había sido mucho más jugoso que el segundo. Entonces, durante gran parte de este nuevo documental lo vemos tratando de descifrar -solo o con la ayuda de una lectora de labios- el contenido de esa conversación silente. La escena se repite una y otra vez: como en Yo no sé..., se trata de una pesquisa detectivesca, pero sin el mismo encanto ni interés. Wolf la aprovecha para reflexionar sobre temas como el cine, el arte de narrar o el paso del tiempo, pero al cabo lo más jugoso vuelven a ser las palabras que Falcón ya había dicho en Yo no sé... trece años atrás.
Crítica emitida por radio.
Quince años después, el cineasta argentino Sergio Wolf retoma el tema de su película Yo no sé qué me han hecho tus ojos, codirigida con Lorena Muñoz (Gilda). Y el tema es la misteriosa cantante de tangos Ada Falcón, que se retiró en pleno éxito para meterse a monja franciscana y no dejarse ver, ni fotografiar, ni volver a cantar. Ahora, Wolf encuentra material fílmico que había formado parte de aquella investigación y nadie recordaba dónde estaba. Ahí está la imagen de su primer encuentro con Falcón, pero no tiene audio, es una escena muda. Esa búsqueda de la voz perdida de la cantante legendaria dispara este nuevo documental, en el que el realizador parece transformarse en una especie de arqueólogo empeñado en reconstruir algo que se escapa en la mitología. En el cine todo es falta, dice Wolf en off. Falta plata, falta luz, y falta el sonido de la voz de esa mujer a la que tenía que hablarle al oído. El viaje que propone esta película es también, entonces, una reflexión sobre el cine. Los intercambios, las notas, las inspiraciones e intuiciones que hacen al camino de una película. Una poética y personal hoja de ruta, con ecos universales, sobre una figura doble: la de la cantante que sigue fascinando y la del cineasta atrapado por su historia.
La cinta perdida Tras la investigación y la entrevista a la popular actriz y cantante de tango Ada Falcón para el documental Yo no Sé que me han Hecho tus Ojos (2003) -título de la película y de una de las canciones más notorias de la cantante-, en su vejez durante el 2002, Sergio Wolf, uno de los directores, recupera una cinta de 16 milímetros que creía perdida con una de las primeras entrevistas. Pero no logra encontrar la cinta de sonido. La enigmática figura de la cantante desaparecida de la escena pública en 1942 luego varios extraordinarios éxitos internacionales en su carrera junto al violinista y director de orquesta de tango, Francisco Canaro, dispara el interés del realizador, que se mezcla con la transición de una tecnología analógica a la digital que domina la producción cinematográfica de la actualidad. La pérdida de la cinta de audio sume a Wolf en reflexiones cinematográficas realmente interesantes. Entre otros, le pide consejo a su amigo y colega Edgardo Cozarinsky, que aporta ideas extraordinarias para convertir el problema en una posibilidad de experimentación sobre la relación entre imagen y sonido. Viviré con tu Recuerdo -otro título de una inolvidable canción de Falcón– se sumerge cada vez más en la obsesión de recuperar las palabras perdidas de Falcón en lugar de concentrarse en la construcción de un documental que complemente la historia de la cantante. De esta manera, los logros estéticos de la fotografía de Fernando Lockett y la música de Gabriel Chwojnik se pierden en escenas anodinas sobre búsqueda de textos y de expertos en lectura de labios para perder el camino de forma definitiva y dejar una obra en la que abundan los claroscuros con escenas geniales y anodinas que deja un sabor amargo a oportunidad perdida.
RETORNO AL PASADO (RECIENTE) Segunda parte, film complementario y opuesto, materiales reconstruidos para la ocasión, puesta al día de un documental anterior, nueva visita al pasado de un director observando aquello que concibió tiempo atrás. Cualquier definición es válida para Viviré con tu recuerdo, incursión documental de Sergio Wolf (aquí la entrevista con el director durante la última edición del Bafici) en esas imágenes de comienzo de siglo al momento de encontrarse con la cantante Ada Falcón en el convento de Salsipuedes, Córdoba. En efecto, aquello expresado en el excelente documental Yo no sé que me han hecho tus ojos (2003), de Lorena Muñoz y Wolf, adquiere una continuidad necesaria y casual/causal en Viviré en tu recuerdo. Imágenes sin sonidos de aquello que fue y que necesita materializarse a través de la búsqueda y de los enigmas que Wolf (se) plantea como director y también (se) interroga desde su corporización de detective privado que retorna a esa zona de fantasmas, antes encarnados por el paisaje del convento y de su habitante principal, ahora por el silencio que no transmiten esas imágenes registradas década y media atrás. Wolf consulta, pregunta, escarba, analiza la posibilidad de darle voz a esas imágenes mudas. El (supuesto) silencio del cine mudo parece establecerse desde una nueva mirada (¿porqué no sugerir que en algunos momentos se está ante una nueva visión de un serial silente, tal como hiciera Olivier Assayas en la extraordinaria Irma Vep?), invasora desde la óptica de Wolf hacia su objeto de 2003, profundizando aquello que quedó pendiente, sumándole más que una coda, construyendo su nueva película hacia un propósito que se escape del mero epígrafe ombliguista. Viviré en tu recuerdo, su título, alude a otro tango cantado por la gran Ada, como ocurriera con el emotivo Yo no sé qué me han hecho tus ojos. Pero el recuerdo ahora se le transmite al director, que vuelve a ese ámbito fantasmal, a plantarse frente a su obra del pasado, a escarbar en aquello que parecía una historia cerrada. Cine en primera persona, conflicto personal de un realizador frente a su obra anterior, investigación que vuelve a hacer eco en el pasado para constituir un presente que parece eterno. Pero la película, por suerte, no se mira a sí misma sino que ofrece su cálida y misteriosa mirada al espectador, a aquel interesado en este tipo de relatos en donde el policial se cruza con las historias de fantasmas y el documental se fusiona a una relato de amor no correspondido conformado desde una ficción única e irrepetible. VIVIRÉ CON TU RECUERDO Viviré en tu recuerdo. Argentina, 2016. Dirección y guión: Sergio Wolf. Fotografía: Fernando Lockett. Música: Gabriel Chwojnik. Edición: Hernán Rosselli. Sonido: Emilio Iglesias, Adriano Mantova y Emilio Iglesias. Duración: 63 minutos.
A lo largo del documental se van viendo todas las dificultades que debieron atravesar para terminar este documental, como así tambiéncuando en uno de sus diálogos , perteneciente a la entrevista, se queda sin sonido y todas las peripecias para poder descifrar que decía en ese momento Ada Falcón.La película, sobre todo al final, se torna monótona y repetitiva.
Moving sequel to documentary on 1930s diva immerses viewers in a ghost-like story “We thought this story was closed. But stories don’t end when we decide, they have a life of their own. And something about them refuses to end. Telling a story always means choosing a path, but that one choice doesn’t bury the rest. A part of those stories stays with us,” says the voice-over of Argentine filmmaker and film critic Sergio Wolf halfway into his new documentary Viviré con tu recuerdo (“I Will Go On Remembering You”), now commercially released and previously featured in the International Competition of the BAFICI festival. Viviré con tu recuerdo is an inventive, personal follow-up to Wolf’s 2003 debut film, co-directed with Lorena Muñoz Yo no sé qué me han hecho tus ojos — a brilliant and touching documentary about late tango singer Ada Falcón (one of the great Argentine divas of the 1920s and 1930s) and her turbulent romance with the renowned orchestra director Francisco Canaro. Above all, it’s the story of a myth that fell into oblivion. Should you remember Wolf’s and Muñoz’s feature film, you know it starts as a noir thriller. Wolf, a modern Philip Marlowe right down to his raincoat, walks the grayish, not-so-mean streets of Buenos Aires in search of information on the so-called “empress of tango,” attempting to solve a puzzle with more than its share of missing pieces. Then, in the second half, upon finding Falcón secluded in a convent, the thriller gives way to an intimate and fascinating character study by filmmakers who are nostalgic tango fans, admirers of a past golden era revisited in the present. Now, 13 years later, comes its moving sequel. It turns out that not long ago, Wolf found a silent scene that had been lost while making the first documentary and therefore had never been included. Falcón died at the time Yo no sé qué me han hecho tus ojos was being edited, hence the recently found silent scene with her missing words is a mystery to be explored. Could she have said something that added to the already depicted panorama? And if so, how? Was there another secret to be revealed, perhaps? Questions such as these are all the filmmaker needs to effortlessly immerse himself and his viewers into a new blast from the past. And it’s the exploration, rather than the result of it, that becomes the film’s subject matter. Because as filming started for Viviré con tus recuerdo, instead of conclusive answers, further questions arose. What if her voice from a different scene is asynchronously overlapped with the images of the found footage? Would it make you feel that Ada’s spirit is speaking from the remote land of the dead since the movement of her lips in the living image doesn’t match the words? — as filmmaker Edgardo Cozarinsky tells Wolf in the film, and as Marguerite Duras did in her famed India Song. If what this cinematic maneuver makes you feel is subjective, I’d say that there’s an eerie and slightly disturbing quality to it, as though you were in fact watching a ghost film. But aren’t all films territories inhabited by ghosts anyway? With an enveloping atmosphere partly due to the always moody cinematography of Fernando Lockett — arguably Argentina’s best cinematographer — and in part rooted in Wolf’s hidden nostalgia through his reflexive tone of voice (the voice-over here, as it did in the first film, is far from merely informative) — Viviré con tu recuerdo confidently plays with the elements of the language of cinema and in so doing, it turns into a quest to decipher the impossible and a mostly brilliant act of resistance against amnesia. Wolf goes after filming things gone-by, and he’s found a remarkable way to not let go of the myth by resignifying the past into the ever-changing nature of storytelling. When telling stories, opening a door leads to other doors beyond which there are stories that, more often than not, don’t want to end. Production notes Viviré con tu recuerdo (Argentina, 2016). Written and directed by Sergio Wolf. With Ada Falcón, Miguel Zavala, Edgardo Cozarinsky, Fernando Vega. Cinematography by Fernando Lockett. Running time: 80 minutes. @pablsuarez
TANGO, SILENCIO Y PALABRAS Sergio Wolf es una figura importante dentro de la cinematografía argentina actual. En sus roles de guionista, productor y director ha logrado imprimir una estampa particular en los documentales que ha dirigido. En su última producción, Viviré con tu recuerdo, realiza un diálogo con su primer documental, Yo no sé qué me han hecho tus ojos (2003). En ambos films el director evoca la figura de la gran Ada Falcón, célebre cantante de tango, que se ha hecho famosa no sólo por sus interpretaciones sino también por su melodramática (y poéticamente tanguera) historia de vida, la misma que se intenta construir a lo largo de las dos obras de Wolf. En Viviré con tu recuerdo, el director, desde una enunciación en primera persona, no sólo ofrece la reconstrucción de parte de la historia de Falcón, sino que también realiza un ejercicio meta-cinematográfico, reflexionando y evidenciando el proceso mismo de creación de un documental, con sus avatares y complicaciones. En particular, y es sumamente interesante, el film aborda una problemática específica: cómo recuperar lo perdido, en este caso no sólo la historia de quien ya no está, sino también de un elemento esencial de una película: una secuencia. La obsesión del director por recuperar el sonido de una escena que ha perdido “la voz” ocupa gran parte del documental, mostrando los diferentes artilugios de los que se valió Wolf para poder ponerle palabras a aquello que pareciera haber querido quedarse en silencio. Del mismo modo, el film expone, de manera tangencial, sugestivas discusiones intelectuales de Wolf junto con otros cineastas, donde los distintos puntos de vista y las diferentes estéticas quedan expuestos, enriqueciendo el juego de la creación de un nuevo elemento artístico. Es interesante cómo el documental, además de evocar una estética tanguera de la época de oro de este estilo, en fotogramas y a través de la banda sonora donde predomina el tema Yo no sé qué me han hecho tus ojos, también se permite inmiscuir dentro de esta estética de principio de Siglo XX elementos de la cinematografía más moderna, como tomas desencajadas, planos continuados de nucas, movimientos de cámara inesperados, generando así una rica combinación de lo clásico y moderno, en pos de una obra que no sólo permite abordar una parte importante de la cultura argentina, como es el tango, sino también reflexionar sobre el propio proceso de creación de un film.
Solo de ella, y al mismo tiempo de nadie Viviré con tu recuerdo es la historia de una obsesión que va hacia la búsqueda de una voz- perdida. La que intenta una y otra vez distinguir …entre la luz y la sombra, entre el recuerdo y el olvido, entre lo mío y lo que es de nadie, como la voz de Ada solo de ella, y al mismo tiempo de nadie”. Y es por esto mismo una evocación que hace el narrador sobre su propia vida – que es el cine – la imagen, la palabra… el gesto. Mientras el ritmo avanza lento… tanto que por momentos hace falta reponerse de la aparente inacción… y repetición. Claro, que sin poder dejar de participar de esa repetición, porque esta actúa como una promesa de llenar ese vacío. Esa voz, esos significantes… que se perdieron vaya a saber donde. Posiblemente en ese viaje de regreso a Buenos Aires, luego de entrevistar a Ada, cuando estaban filmando con Lorena Muñoz Yo no sé que han hecho tus ojos. Por lo que su director insiste en traducir un momento en la vida de Ada, pero también en la suya. Porque esa voz en off, y ese monólogo interior es en cierto sentido una prolongación de su memoria. Una memoria que analiza y compara. Y que desde su inicio nos involucra en esa pasión por querer descifrar y entender la palabra. Lo que contribuye en hacernos creer que estamos frente a un documental autobiográfico. Es que el tema de la autoreferencialidad muchas veces es peligroso, suele confundir y puede aburrir. Y este documental se mueve en esa delgada línea. Ada cantaba, sentía las letras como si esas historias hubiesen sido parte de su vida, esa particularidad le dio el sentido al título del primer documental. Nombre del único vals que compuso Francisco Canaro, el hombre que desencadenó el retiro de Ada, el que supuestamente fue el responsable de su decepción amorosa, y la condujo a su posterior vocación religiosa. Del mismo modo, Viviré con tu recuerdo remite no sólo a esa imposibilidad de traducir todo lo dicho, con el peligro de traicionarlo. Sino que Ada dice:- No recuerdo. Cuando se le pregunta quien fue su gran amor. Y eso lo dice trece años atrás. Y Wolf vuelve una y otra vez a las mismas escenas con la intención de resolver un enigma, como si fuese un policial, mientras a solas o acompañado habla algunos de los temas que hace años le interesan que son el cine, la literatura y sus mutuas influencias. No obstante a pesar de un exceso de oscuridad en las imágenes, y de todo lo dicho, a pesar de que percibimos que la ilusión de llenar ese vacío, es sólo eso, una ilusión, no podemos dejar de percibir también todo lo que tiene de poético, a lo que contribuye, sin lugar a dudas, la magia de una de las voces más bellas de la historia del tango.
Retrato de una obsesión En 2003 se estrenó el documental Yo no sé que me han hecho tus ojos. En él se indagaba sobre la vida de la cantante de tango Ada Falcón y su retiro aun siendo muy joven de la escena musical. Sus directores Sergio Wolf y Lorena Muñoz lograron una entrevista con la figura que aún estaba recluida pero un accidente de auto hizo que se pierda el sonido de esa entrevista, la única escena que quedó sin audio y aunque años después pudieron repetir la entrevista con la mujer que se encontraba desmejorada, les quedó "la espina" con esas imágenes. Sergio Wolf vuelve a encontrar las latas donde estaba filmada la entrevista y realiza un trabajo casi detectivesco para por lo menos entender lo que dice Ada Falcón. Un documental muy entretenido que muestra un trabajo muy minucioso, al punto de la obsesión, donde Wolf (también como narrador de la película) investiga sobre lectura de labios y dicción, busca métodos de montaje y hasta contrata a una chica sorda para que lea los labios. Todo acompañado unas excelentes música y fotografía. Viviré con tu recuerdo se estrena simultáneamente en salas y en la plataforma Qubit.TV donde se encuentra para ser visualizada por streaming. Sin dudas una película que hay que ver.
Hace años, Wolf hizo Yo no sé qué me han hecho tus ojos, el documental donde hallaba a la mítica Ada Falcón. Ada murió: queda una escena de ese film pero su sonido se ha perdido. El cineasta obsesionado por lo que dice aquella mujer definitivamente perdida intenta recuperar esas palabras dichas a gatas, en susurro. Si el cine es la busca del tiempo perdido, esta película lo demuestra. Una joya breve que vibra en la memoria más allá de su visión.
El nuevo documental del director de “Yo no sé que me han hechos tus ojos” retoma una escena no utilizada de aquella película –una entrevista a Ada Falcón– y trata de reconstruir su sonido perdido en una investigación fílmica que pone en discusión algunos procedimientos esenciales del discurso cinematográfico. Una suerte de bonus track extendido para los fans de YO NO SE QUE ME HAN HECHO TUS OJOS, la nueva película de Sergio Wolf, VIVIRE CON TU RECUERDO, vuelve a ser otra investigación -–en este caso, fundamentalmente auditiva–- en la que el realizador encuentra y retoma un rollo perdido de su película sobre Ada Falcón en el que él le había hecho una entrevista a la cantante de tangos para aquel filme de 2002, pero que nunca pudo usar porque no quedó registrado el sonido por un problema técnico. El material visual rescatado está sano y visible. Allí se la puede ver a Ada, dos años antes de la entrevista que sí se usó en aquel filme de 2003 (que co-dirigió con Lorena Muñoz, hoy realizadora de la película biográfica sobre Gilda), hablando con el director de una manera evidentemente más locuaz y en apariencia fresca de lo que iba a a poder hacerlo, por cuestiones de salud, años más tarde. Pero no se la escucha y Wolf no consigue recordar lo que le dijo entonces, más de una década atrás. Allí comienza un proceso de reconstrucción y deconstrucción en el que Wolf va tratando de averiguar cómo reconstruir ese audio y, a la vez, discute con colegas (entre los que se cuentan los cineastas Edgardo Cozarinsky y Hernán Rosselli, entre otros) acerca de qué conviene hacer con el material. La decisión a la que llega es lógica e inteligente y abre la puerta para la aparición del mejor personaje de la película, del que no vamos a adelantar nada pero que se roba el corazón de la historia y hasta parece abrir la puerta para un futuro documental sobre ella. VIVIRE CON TU RECUERDO es, en cierto modo, dependiente del otro filme y esa falta de “individualidad” le quita algo de peso propio, al punto que por momentos da la impresión que bien podría ser un mediometraje que funcione como material extra de una edición en DVD de aquella película, hoy considerada clásica. Pero esa última parte y ese nuevo personaje habilitan una lectura superadora y le dan esa elusiva entidad propia al filme, que deja de ser sobre “¿qué dijo Ada?” y pasa a ser sobre otra cosa, otra persona, a la que tal vez no conozcamos lo suficiente pero que, revelada por Wolf y la cámara de Fernando Lockett en largos y sostenidos planos, hacen que la película gire sobre sí misma y pareciera volver a empezar sobre el final.
Al realizar una película de ficción se sigue un guión previo, el que durante el rodaje puede, o no, irse modificando parcialmente en ciertos diálogos o puestas en escena, porque es realmente en el set de filmación sonde se realizan los ajustes funcionales al tema, historia, concepto y estética previsto en el proyecto original. Muy distinto es el proceso que se sigue en la planificación y desarrollo de una obra documental. Comienza con un escorzo global de los aspectos generales del entramado debidamente tratado, para luego encarar la investigación pertinente a fin de reunir el material preexistente necesario (cuando corresponda), y cumplir un plan de rodaje del material original imprescindible, elaborando entonces el guión que tendrá su ajuste definitivo en el proceso de compaginación. En muchas ocasiones, en esa sala se dejan elementos sin resolver, cosas que quedan en el tintero, merodeando en la cabeza del director el cómo o el por qué no se pudo solucionar ese inconveniente. Éste nuevo documental de Sergio Wolf, trece años después del estreno de “Yo no sé que me han hecho tus ojos” (2003), codirigida junto a Lorena Muñoz, retoma la historia de quién se convirtió en una leyenda de la música argentina, la cantante de tangos Ada Falcón, quien en 1942, luego de grabar el tango que le da el título a éste documental, abandona su exitosa carrera y se va a vivir con su madre a Salsipuedes, provincia de Córdoba, a un Convento de monjas, donde ella se consagra a Dios y jura no volver a hablar más. El disparador que motiva a Wolf a darle una vuelta de tuerca a la misma historia es la pérdida del registro sonoro de la primera entrevista, pues no obstante contar con las imágenes carece de las voces, por lo que esa escena que era muy importante no pudo ser incluida en el film del 2003, a lo que se sumaba el hecho de que el realizador no se acordaba lo que le había narrado la cantante. Ello lo impulsa a toma la decisión de ponerse en movimiento para tratar de dilucidar, desentrañar, lo que le había contado Ada Falcón. Sergio Wolf desempolva la vieja lata con el fílmico, pide ayuda a técnicos, vuelve a Salsipuedes a desandar el camino hecho 18 años antes, le consulta a Edgardo Cozarinsky cómo solucionar el problema, incluso contrata a una lectora de labios para poder rearmar esa escena. En el recorrido todo el esfuerzo lo hace para cerrar definitivamente la historia, completar lo que falta, volver a hacerla hablar a Ada Falcón. Porque el mérito que tuvieron en su momento Lorena Muñoz y Sergio Wolf fue lograr convencer a la cantante para que rompa su promesa del silencio eterno, poder filmarla y entrevistarla sin condicionamientos. Ada Falcón a través de los años construyó un mito porque siempre hubo preguntas sin respuestas, si en pleno estrellato abandonó todo por culpa del desengaño amoroso que tuvo con Francisco Canaro, si se cansó del éxito y el glamour, o de la farándula de la época, y tomó esa drástica y definitiva decisión en su vida, tal vez las respuestas estaban en esa cinta de sonido perdido. Pero quizás el aura de misterio que siempre rodeó su vida impida que su voz salga del convento.