Y donde está la comedia? Inofensiva y con un humor de bajo vuelo, Y dónde están los Morgans? (Did you hear about the Morgans?, 2009) intenta ser original al contrastar la rutina urbana de un matrimonio con el ámbito campestre en el que se ven inmersos, como si de eso se tratara ser novedoso en un genero de comedia al que ya no le queda nada por inventar. La pareja protagonista de la historia está compuesta por dos millonarios cuya relación esta a punto de derrumbarse. Como si no bastara, ambos son testigos de un asesinato y asignados al programa de protección de testigos hasta que se lleve a cabo el juicio. Exiliados en un pueblo rural de Wyoming y lejos de Nueva Cork, se verán insertos en un ecosistema que les es ajeno. Lejos de la tecnología y la vorágine de la gran ciudad, deberán adaptarse a costumbres que desconocen e ir resolviendo sus cuestiones matrimoniales. Hugh Grant colabora por tercera vez con Marc Lawrence, y repitiendo la constante con films enmarcados en la comedia romántica. Las anteriores Amor a Primera Vista (Two Weeks Notice, 2002) y Música y Letra (Music and Lyrics, 2007) no son un buen presagio para que uno mire a este film con buenos ojos. La quintaesencia de la comedia romántica de Hollywood, por estos tiempos, parece ser una argumento repleto de lugares comunes, un desenlace ya visto miles de veces y una pareja protagónica que tiene de todo menos química en pantalla. A veces, encontrar una pareja antagónica puede llegar a resultar un gancho argumental, pero las fallas de este film van mucho mas allá que la elección de sus protagonistas. La falta de originalidad se ha transformado en una constante y, peor aún, en un insulto al espectador que realmente disfruta del género y no va sólo al cine a pasar un buen rato. Pese a este papelón no se debe ser injusto con sus protagonistas. Hugh Grant ha sido un estandarte del género de la comedia en los años ’90, basta mencionar Cuatro Bodas y un Funeral (Four Weddings and a Funeral, 1994) para entender que conoce por demás el terreno en el que se mueve a pesar de que sus últimas elecciones no lo demuestren. Por su parte, Sarah Jessica Parker ha sido una referente del genero en la TV gracias a Sex & the City y su transición a la gran pantalla le ha deparado más de un buen papel. Pero hay situaciones que son insalvables y por más pergaminos que cuenten estos dos, el film es demasiado torpe y limitado como para que estos grandes interpretes no se incendien con el. Mientras Grant despliega un recurrente repertorio de gestos y muecas, Parker luce a destiempo y falta de gracia. Gran parte de la frialidad que los intérpretes transmiten en pantalla se la deben, sin dudas, a Marc Lawrence; gran responsable de este producto mediocre cuyo mensaje –como corolario a este bodrio- parece ser querer transmitir la pureza y sabiduría que propicia la vida rural para las relaciones humanas. El film puede catalogarse dentro del subgénero de la comedia romántica como lo es la screwball comedy. Que despropósito sería compararlo con aquellas joyas de Howard Hawks, un verdadero pionero en la materia. Películas repletas de gags físicos, diálogos filosos, sátiras sociales, burlas a la vida matrimonial, batalla de sexos y enredos por doquier. Todo lo que allí abundaba en calidad; aquí, más que característica, es carencia. Para añorar a los grandes clásicos y una invitación a volver a verlos en casa.
Si bien algunos personajes a Hugh Grant lo hacen ver como un actor un tanto denso o "de madera", este de los Morgan le queda bárbaro ya que Paul en sí es molesto y denso. La química entre Sarah Jessica Parker y Grant no es de lo mejor, pero ...
Una comedia que intenta hacer reir El director Marc Lawrence, quien tiene en su haber algunos títulos bastante conocidos, como Amor a Segunda Vista (Two Weeks Notice) y Letra y Música (Music and Lyrics), ambos también encabezados por Hugh Grant -uno junto a Sandra Bullock y el otro con Drew Barrymore-. En este caso, comparte cartel con Sarah Jessica Parker, Sam Elliott y Mary Steenburgen. La historia parte desde una pareja de clase alta de Nueva York, sumamente exitosos ambos, pero a punto de separarse y que en forma accidental son testigos de un asesinato. La policía una vez conocido el hecho, intenta protegerlos de este peligroso asesino y deciden ponerlos en un programa de protección de testigos, típico de películas americanas. Esta vez la idea es llevarlos de la Gran Manzana, a un pequeño pueblo en las afueras del estado de Wyoming. Con muchos temas que hablar y otros tantos que solucionar, Meryl (Sarah Jessica Parker) y Paul (Hugh Grant) Morgan, ahora con nombres nuevos y vidas flamantes comenzarán a reconstruir una relación que hasta ahora venía cuesta abajo. Son pocos los momentos de verdadero humor y muy pocos los enredos, que hacen que la comedia pase de largo y se vaya transformando en un drama light. Sin duda el director no supo aprovechar a dos buenos actores y los recursos del lugar (como geografía, costumbres de pueblo, accidentes, etc). Más teniendo en cuenta que son una buena pareja para la comedia romántica y suman espectadores solo con poner sus rostros en la cartelera. Elisabeth Moss, Michael Kelly, Wilford Brimley, Seth Gilliam, Kim Shaw, David Call, Chad Brummett, Henry Herman y Beth Fowler, son algunos de los actores secundarios, que junto a los protagonistas componen este film, que sin lugar a dudas será uno más, pero poco recordado en sus carreras.
Si uno se topa con ¿...Y dónde están los Morgan? en un micro de larga distancia o en un avión, le parecerá un buen programa. La voz de Hugh Grant dejando un patético mensaje telefónico en la casa de su mujer, de la que se acaba de separar, refiere a tantas comedias románticas que el inglés ha hecho y que han perdurado en el tiempo. Y cuando vemos que ella es Sarah Jessica Parker, una famosa vendedora de mansiones que no le perdona una infidelidad, estamos preparados para las idas y vueltas, peleas y reconciliaciones, terceros en discordia y así. Pero a los diez minutos, la película pega un vuelco y el interés no sólo se le agota a los espectadores sino, parece, a los actores también. ¿Que sucede? Una de esas ideas que raramente funcionan: ambos están caminando por Nueva York y son testigos de un asesinato mafioso. El criminal los ve y a ellos les aconsejan meterse en el Programa de Protección de Testigos, pese a su negativa a dejar la ciudad. Juntos, a la fuerza, van a parar a Ray, Wyoming, un pueblito tan exagerado que, salvo los supermercados, nada parece haber cambiado desde los '50. Todos usan armas, los osos andan sueltos, los hombres trabajan y las mujeres cocinan, los Demócratas son como alienígenas (lo mismo que los vegetarianos) y allí las cosas no se resuelven... de otra manera. Ambos mundos chocan y tras los previsibles fastidios y errores, los Morgan verán que, tal vez, tienen una nueva posibilidad. Este nuevo subgénero neoconservador, de moda en los últimos años (La propuesta, Nueva en la ciudad y Hannah Montana, entre otras) puede tener mejor o peor factura, más o menos gracia, más allá de su previsibilidad. Esta no tiene ninguna. A Grant se lo nota incómodo y no sólo porque el personaje debe estarlo: cuando dice algo supuestamente gracioso parece mirar a cámara como diciendo "¿qué quieren? No fue idea mía". Y a Parker tampoco parece agradarle mucho la situación, ni se siente química alguna con Grant. Se los nota como fastidiados: con el guión, con el otro, con el director. Y como la película arranca con ellos separados, tampoco es fácil imaginarlos como pareja. Viniendo de un director que hizo con Grant una muy simpática comedia llamada Letra y música, Los Morgan es una decepción absoluta. Recuerden, si uno se la topa en un micro o en un avión, tal vez termine apagando o agarrando un libro a la media hora.
Una comedia romántica más allá del final feliz Una historia previsible que consigue divertir Es prácticamente una regla de género para la comedia romántica que la historia se termine cuando la pareja protagónica se junte. Usualmente, luego del "fueron felices y comieron perdices", los títulos empiezan a pasar por la pantalla. ¿...Y dónde están los Morgan? es una excepción. Porque el relato escrito y dirigido por Marc Lawrence ( Letra y música ) comienza más o menos por la mitad del matrimonio de Meryl y Paul Morgan, interpretados por Sarah Jessica Parker y Hugh Grant. Lamentablemente, hasta allí llega su intento de originalidad. Casi desde los primeros minutos del cuento, situado entre las calles de Nueva York y las praderas de Wyoming, es posible ver cómo se desarrollará la película casi escena por escena. Claro que, a diferencia de otras películas de su tipo, en este caso la previsibilidad no empaña lo entretenido de los diálogos. Bien escritos y bien actuados, especialmente por Grant, que hace años -desde El diario de Bridget Jones- que está perfeccionando diferentes versiones de este mismo personaje. Un hombre sofisticado, gracioso e irónico que esconde una gran vulnerabilidad. Por el lado de Parker, a la que le toca interpretar a Meryl, una mujer fuerte pero herida por la infidelidad de su marido, el síndrome Sex and The City hace las cosas un poco más complicadas de creer. Su personaje aquí es una versión desglamourizada de Carrie Bradshaw, y sin embargo está lo suficientemente cerca de ella para que el espectador no pueda distinguirlas demasiado. Es cierto que, lejos del desenfado de la serie televisiva y luego la película, la esposa engañada de ¿...Y dónde están los Morgan? tiene más nervios que zapatos, pero ese detalle no la hace más querible. Del amor al crimen Cuando la pareja sea testigo de un asesinato y deba refugiarse con nuevas identidades en un pueblito de Wyoming, la cercanía y el aislamiento ayudarán al romance, y el absurdo de poner a dos bichos de ciudad en el campo aportará algunas risas, más a expensas de ellos que de los pintorescos lugareños. Sin caer en ridículos, pero utilizando estereotipos bastante marcados, la película podría haber derrapado si no fuera por Sam Elliott y Mary Steenburgen, la pareja de alguaciles que refugiará a los Morgan y de paso funcionarán como improvisados consejeros matrimoniales. El interpreta, como ya lo hizo antes, al cowboy americano por excelencia, estoico y tan imponente como las armas que maneja el personaje de Steenburgen, una actriz versátil y bellísima en su madurez. Con un desenlace más de fórmula que atrapante, ¿...Y dónde están los Morgan? consigue sin embargo entretener contando una historia del amor después del amor.
¿Y dónde estaba la gracia? ¿Se acuerdan del reality show The Simple Life, en que Paris Hilton y su amiga Nicole Richie sufrían una temporada en el campo, pisando estiércol con sus stilettos de Jimmy Choo? Un experimento similar, pero en pareja, propone esta película sobre matrimonio recién separado que atestigua un crimen y debe entrar en el programa de protección estatal, reubicados, bajo identidad falsa, en un pueblo de la América profunda. Los Morgan –Hugh Grant en piloto automático y Sarah Sex&theCity Jessica Parker, sin ningún tipo de química entre ellos– son dos urbanistas vegetarianos, exitosos, que no pueden respirar sin sus Blackberrys, sus cenas en restós exclusivos, sus asistentes que les llevan la agenda y su jogging matinal. Súmense a este combo dos o tres bromas sobre el acento british de Grant y cocínese todo al fuego –lento– de SJP haciendo lo que se sabe, es decir, de Carrie Bradshaw, la neoyorquina exitosa, romántica pero independiente... Blackberry, restós, un paquete (extra large) de mohínes, y ya tenemos una comedia. Así habrán pensado los responsables del film. Pero hasta los fans lo tendrán duro para divertirse en esta serie de escenas hilvanadas con un mismo chiste: el choque entre la sofisticación ciudadana y la vida simple del campo, con su alegre portación de rifles y sus trofeos de caza. Ni las vistas del Central Park podrán neutralizar semejante ejemplo de vacío ideológico.
El director y, sobre todo, guionista de comedias románticas Marc Lawrence (Miss Simpatía, Amor a Segunda Vista) nos trae otra comedia con Hugh Grant, aquí hace pareja con Sarah Jessica Parker donde ambos interpretan a una pareja de trabajadores exitosos de Nueva Cork que al presenciar un crimen deben irse a un pueblito para mantenerse en el programa de protección de testigos. La última colaboración que habían tenido juntos el director y el protagonista era Letra y Música, una simpática comedia romántica con algunos momentos originales. Lamentablemente Y… Donde Están los Morgan? No tiene ninguna de esas características. El primer y mayor problema que tiene la película es que no hay química entre los protagonistas, si bien Hugh Grant y Sarah Jessica Parker han tenido actuaciones memorables cada uno en lo suyo, juntos no logran sacar adelante la película, sus estilos de comedia difieren mucho, sus gestualidades también y no logran ensamblarse como una pareja. En algunos casos esto podría llegar a ser un detalle menor o incluso pasar desapercibido, pero para el tono en el que trabaja la película donde de ellos y sus reacciones dependen los chistes y gags del film, el resultado es desastrosamente evidente. Si bien se cumplen las reglas básicas del género (tanto el romántico como las comedias sobre el programa de protección de testigos), no se ven ningún chiste que no se haya visto antes cientos de veces, el dúo protagónico aporta su dosis de gestos propios, también vistos cientos de veces, pero entre tanta repetición la película no encuentra su identidad, no hay algo que uno vea como propio del film, no se genera ninguna sonrisa nueva, nada fresco, ni simpático. El espectador a la hora de sentarse a ver uno de película de este estilo sabe que va a ver, pero hay distintas formas en las cuales se le puede presentar el producto, y este no es el mejor ejemplo. Esperemos que Hugh y Sarah Jessica Parker vuelvan a lo que mejor saben hacer, y esperemos que Marc Lawrence vuelva a encontrarse con aquello que le permitió escribir las películas que le han gustado al público como las antes mencionadas.
“Sex and the City” va al oeste Muchas veces se ha explotado el recurso de exiliar a los protagonistas de una película a un paisaje por completo opuesto y hostil, para entretener al espectador con los sucesivos incidentes que derivan del inevitable choque. El truquito ha rendido sus frutos en infinidad de películas de género diverso. En ¿Y... dónde están los Morgan? la cosa viene por ahí y a priori tiene su atractivo: ¿alguien se preguntó alguna vez qué pasaría si a ese paradigma de la burguesía norteamericana que es Carrie Bradshaw, protagonista de la exitosa serie de televisión Sex and the City, interpretada por la huesuda Sarah Jessica Parker, la privaran de aquello que adora: la ciudad de Nueva York? Al director y guionista Marc Lawrence algo de esto debe haberle pasado por la cabeza y lo mejor de esta película radica en esa conexión. Tan newyorker como Bradshaw, Meryl Morgan (la propia Parker) es una mujer exitosa en la ciudad, el nombre de moda en el negocio inmobiliario. Su marido Paul (Hugh Grant) también es un hombre de éxito como abogado. Pero, afortunados en sus carreras, los Morgan están separados hace tres meses y en vías de divorcio, aunque él ya ha comenzado a arrepentirse. Por eso convence a Meryl de reconsiderar la situación con una cena, y el asunto se complica cuando, durante la caminata posterior, ambos son testigos de un asesinato relacionado con la mafia. Como a la policía se le vuelve demasiado complicado velar por sus vidas, los Morgan son obligados a incorporarse al programa de protección de testigos, que incluye su reubicación anónima en un pueblito perdido en el salvaje oeste. Una vez ahí se harán pasar por parientes del sheriff local, interpretado por el siempre impresionante Sam Elliot. La película no tiene demasiados niveles que analizar y está claro que la profundidad no ha sido su pretensión. Sin embargo, entre la sucesión de chistes de manual y situaciones que, de Chaplin, Keaton y Lloyd para acá, han tenido versiones mucho más logradas, ¿Y... dónde están los Morgan? alcanza a reunir un puñado de gags, sobre todo verbales, que pueden considerarse afortunados. La clave para ello está en ese intento de ligar en la mente del espectador a los dos personajes de Sarah Jessica Parker: de algún modo, el film juega a ser una suerte de Sex and the City va al oeste usando el recurso mencionado al comienzo. Cuando los Morgan llegan al pueblo de Wyoming encuentran la peor de sus pesadillas: sin teléfonos ni televisión por cable, sin shoppings ni menú vegetariano, ¡y con la ropa vendiéndose en supermercados a precios de 2x1! Casi el infierno para una neoyorquina con las urgencias de consumo de Meryl/Carrie. Rodeados de republicanos amantes de las armas, John Wayne y Clint Eastwood, Meryl y Paul aceptarán por las malas lo liberador de la experiencia, aunque no por ello se volverán vaqueros ni amantes de la naturaleza. ¿Y... dónde están los Morgan? es la tercera película de Marc Lawrence y la tercera protagonizada por Hugh Grant (las otras fueron Amor a segunda vista, de 2003, y Letra y música, de 2007). Y como las anteriores, no consigue ir más allá de la media del género, a pesar de sus humildes logros. Aun así, las fanáticas de Sarah Jessica se divertirán con las desventuras de Meryl, imaginándola Carrie, tanto como sus detractores rezarán para que el oeste resulte para ella un improbable viaje de ida.
Expedición a Wyoming Estamos ante una de las comedias románticas más insulsas y bobaliconas de lo que va del año, curiosamente realizada por un equipo que cuenta con una amplia experiencia en el subgénero: aquí se repite la dupla conformada por el guionista/director Marc Lawrence y el inefable Hugh Grant, responsables de Letra y música (Music and Lyrics, 2007) y Amor a segunda vista (Two Weeks Notice, 2002). A este simpático par debemos sumar la presencia de Sarah Jessica Parker, refritando su caracterización de la serie televisiva Sex and the City. ¿...Y dónde están los Morgan? (Did You Hear About the Morgans?, 2009) es una película fallida que utiliza como excusa al “programa de protección de testigos” para retratar el proceso de reconciliación de una pareja en crisis, anonimato y convivencia forzada de por medio. Sucede que durante una caminata nocturna por New York ambos se transforman en testigos de un asesinato, por lo que sus vidas comienzan a correr peligro. Así tendrán que suspender la separación, dejar su amada ciudad y mudarse a un pueblito de Wyoming. Que el producto sea previsible vaya y pase, pero el problema principal es que a lo largo del metraje no se decide entre el dramatismo light y el humor simplón: en lo que respecta al primero hace abuso de las coyunturas más estereotipadas y en lo referido al segundo casi todos los latiguillos cómicos giran alrededor de la desgastada oposición campo/metrópoli. La morosidad narrativa, los diálogos paupérrimos, las situaciones carentes de imaginación, el ritmo soporífero y la falta de ideas destruyen con rapidez la paciencia del espectador. Para tomar real dimensión de lo que se habla sólo basta recordar que Hugh Grant no ofrece un trabajo interesante desde la lejana Ladrones de medio pelo (Small Time Crooks, 2000) del gran Woody Allen. Lo mismo podría decirse de Sarah Jessica Parker, en este caso remontándonos hasta Cuéntame tu historia (State and Main, 2000) de David Mamet. Parece que les sienta mejor elegir roles secundarios que protagonizar sus propios proyectos: buenas intenciones mediante, aquí por lo menos cumplen dentro de sus posibilidades. Lamentablemente el film en conjunto es un barco a la deriva. Por momentos la química dice presente pero Lawrence la desaprovecha en pos de un relato monocorde que pide a gritos alguna sorpresa: si no fuera por la participación de Sam Elliott y Mary Steenburgen la propuesta tocaría fondo. La trama es demasiado esquemática y el final constituye el epítome de la torpeza, aún para los niveles habituales de Hollywood. Sin la soltura necesaria, ¿...Y dónde están los Morgan? retrasa varias décadas a puro cliché pasatista.
Una comedia romántica que resume lo insípido que está Hollywood al encarar este tipo de proyectos. Y lo que es más grave aún, la arremetida de la corrección política disfrazada de buenas intenciones. Chistes viejos, un argumento poco verosímil, tanto como la química entre la pareja protagónica: Hugh Grant haciendo de sí mismo (como siempre) y Sarah Jessica Parker parece nunca haber abandonado a su personaje de Sex and the City...
Pocas veces o ninguna se lo vio a Hugh Grant tan incómodo en un papel: exagerado, forzando los chistes, apenas una triste caricatura de sí mismo. No le creemos su amor por Meryl, su arrepentimiento, sus intentos de conquistarla nuevamente, ni siquiera la infidelidad que ella tanto le reprocha. Impresiona ver la tensión que acumulan los músculos de su cara, por momentos pareciera que le cuesta mantener levantadas las cejas, o que le va a dar un calambre en los pómulos de tan rígida que tiene la sonrisa. Como ese rostro laboriosamente fingido, también el guión trata con empeño de sostener un tempo de comedia que a los pocos minutos se revela imposible: los gags son cada vez peores, los remates no funcionan nunca, y la escena supuestamente más jugosa de la película (esa que nos prometía el trailer), con el oso que amenaza a Paul, dura poco y apenas si alcanzamos a reírnos de los excesos faciales de Grant (que esa única vez, por el peligro al que se enfrenta el personaje, sí se justifican). Sarah Jessica Parker está bonita, pero se la pasa quejándose del engaño de su marido la mitad de la película y termina aburriendo, y la confesión que hace sobre el final resulta inverosímil y no se condice para nada con lo que conocíamos del personaje. Para colmo la pareja tiene cero química, y tanto su romance como las peleas en las que se engarzan se notan demasiado falsas. Se sabe: para hacer una buena película romántica (o del subgénero de rematrimonio, como en este caso) no alcanza con tener a dos intérpretes atractivos y con chispa, hace falta un guión detrás, con personajes más o menos elaborados y que el dúo en cuestión funcione como una unidad, más allá de las capacidades individuales de cada uno. Marc Lawrence, responsable de la excelente Letra y música, en ¿… Y dónde están los Morgan? parece haberse olvidado todo lo bueno que supo hacer en aquella.
Muchas Preguntas, pocas respuestas En su nuevo trabajo llamado Y… donde están los Morgan?, Marc Lawrence (Amor a segunda vista, Letra y música) vuelve a confiar por tercera vez en Hugh Grant como protagonista masculino, esta vez acompañado por Sarah Jessica Parker. El film narra la vida de los Morgan, Meryl (Parker) y Paul (Grant), una exitosa pareja de Manhattan cuyas “casi” perfectas vidas tienen sólo un gran defecto: su matrimonio está a punto de derrumbarse definitivamente. Pero la locura de su vida romántica no puede ser comparada con lo que van a vivir cuando son testigos de un asesinato y se convierten en objetivo de un asesino a sueldo. El programa de protección de testigos del FBI los traslada desde su amada New York a un minúsculo pueblo de Wyoming, donde no tendrán más remedio que convivir. Desde su inicio, el film pretende hablar sobre la vida en pareja, sus momentos alegres y sus dificultades, pero siempre de una manera muy pasatista, sin ahondar profundamente sobre este tipo de conflictos. Esta característica resiente la historia ya que en muchos momentos los protagonistas buscan “hablar seriamente”, pero esos instantes quedan en meras frases sin contenido, por la poca intensidad con la cual se expresan. A su vez, la porción de comedia nunca termina de explotar, tan sólo algunos parlamentos de Grant hacen sacar alguna sonrisa, más por su capacidad para realizarlos, que por la inteligencia de las palabras. Más allá de estas fallas, la principal falencia que contiene el film es la falta de conexión, de química, que tiene Parker y Grant. Se nota claramente que nunca terminan de encajar como pareja, haciendo que todo se vuelva muy artificial y poco creíble. Si se hace una comparación, el gran éxito de Letra y música fue en gran parte por una excelente historia que mezclaba perfectamente el romance con lo musical, pero también por la excelente química que tenían Drew Barrymore y Hugh Grant, haciendo que la historia de amor fuera verosímil. Existen momentos donde pareciera que Parker y Grant sobreactúan la situación como para darle cierto matiz romántico a una trama que en gran parte transmite poco romanticismo. En determinados instantes, la pareja formada por Mary Steenburgen y Sam Elliott brinda más ternura y simpatía que el dueto protagónico. Si se observa de determinada manera, se le podría haber “sacado más jugo” a esta trama que resultaba interesante, ya que los componentes que contiene eran atractivos. Sin embargo, Y… donde están los Morgan? en ningún momento llega a ser fascinante, no posee situaciones contundentes que puedan hacer movilizar al espectador y hasta en algunos tramos, aburre y molesta. Representa cierta decepción que Lawrence hiciera una película con tan poco carácter y simpatía, después de su gran labor en Letra y música. Quizás sea sólo un tropezón en la carrera de este director que parece ser un especialista en comedias románticas, un género devaluado injustamente. Se espera un pronto regreso estelar de Lawrence para poder volver a disfrutar de estas geniales historias de amor y humor.
Clase turista Uno de esos viajes que no llevan a ningún lado. Paul, un importante abogado, está arrepentido de haber perdido a su esposa por una infidelidad. Meryl, una exitosa vendedora de inmuebles, -tapa de revistas incluida-, sigue dolida y enamorada, pero no puede volver a confiar en él, por eso están separados. Al final de una cena son testigos del asesinato de un hombre. La policía los necesita como testigos pero como los criminales son muy peligrosos deben embarcarlos en el programa de protección de testigos y con identidad cambiada trasladados, por su seguridad, hasta el juicio, de Nueva York al medio oeste americano, más específicamente Wyoming. Juntos. La oportunidad está servida para reconciliarse o terminar definitivamente pero no son tan libres, fuera de casa y con un sicario pisándoles los talones. Película de re-matrimonio y viaje al interior del país (últimamente se ha puesto de moda este choque cultural y sus consecuencias graciosas: La propuesta, Nueva en la ciudad) se funden en esta comedia que con un comienzo un poco gastado y un final esperable apuesta en su desarrollo a construir personajes maduros con conflictos propios de una pareja madura en su intento por recuperar el amor. Eso, algunos gags efectivos, el profesionalismo del elenco y poco más es lo que aporta un film que muestra a un Grant algo cansado de ser galán y a una Sarah Jessica Parker que lleva un pijama masculino de algodón como si luciera el mejor Donna Karan. Pero que como pareja asoman un tanto desangelados. La histeria y el workaholismo propios de las grandes ciudades que construyen seres modernos y desolados se ven cuestionados de algún modo en la simpleza y la parquedad de los habitantes de los pequeños pueblos perdidos pero cuando todo esté llegando a su fin la vuelta a la normalidad y lo políticamente correcto demostrarán ser más fuertes que cualquier cambio posible. Y uno vuelve a confirmar que hay viajes que sólo nos suman millas.
Esta es la tercer comedia del director Marc Lawrence, todas con Hugh Grant como protagonista y cada una peor que la anterior. "Two Weeks Notice" fue la primera, no era una gran comedia pero tenia en Sandra Bullock y Hugh Grant una pareja con buena química y entretenida. "Music and Lyrics" fue su segundo intento repitiendo al actor inglés pero junto a Drew Barrymore con un resultado regular. Esta nueva es la peor de las tres, nuevamente con Hugh Grant y Sarah Jessica Parker formando un dúo con cero química. La historia es previsible y repetida, donde una pareja de newyorkinos es enviada al oeste de los Estados Unidos para escapar de un asesino que busca eliminarlos. Allí se alojan en la casa de un típico matrimonio de la zona, sirviendo de excusa para mostrar las clásicas diferencias que existen entre ambas parejas y lo difícil que le resulta a esta gente de ciudad adaptarse a una vida rodeada de naturaleza. Muchas situaciones resultan estereotipadas y ya vistas en muchas otras películas. Otras son simplemente lamentables, como cuando ambos se disfrazan de toro. Hay muy pocos momentos divertidos y estos son gracias a los clásicos gestos de Hugh Grant. H. Grant parece estar cómodo repitiendo este personaje en sus films, aunque se luce mas en las comedias inglesas ("Love Actually", "About a Boy", "Bridget Jones´s Diary", "Notting Hill", "Four Weddings and a Funeral") que en las norteamericanas. A Sarah Jessica Parker le cuesta encontrar un lugar fuera de la exitosa "Sex and the City" y aquí no es la pareja ideal para acompañarlo. A pesar de ser un ferviente seguidor de Hugh Grant, ni siquiera él puede hacer nada para salvar este bodrio.
Vaqueros de Nueva York Si la clave de la permanencia de los comediantes frente a la pantalla es reinventarse a sí mismos, ¿Y dónde están los Morgan?, la película de Marc Lawrence (Letra y música, Amor a segunda vista), pone a Hugh Grant y Jessica Parker en un sendero estrecho y sin salida. Cada uno acredita logros conocidos por el gran público, pero nada del glamour, en el caso de la actriz de Sex and the City, ni los recursos actorales del carilindo Grant alcanzan para levantar la puntería de la historia donde interpretan un matrimonio en crisis. Los Morgan están separados. Son ricos, exitosos, tienen agenda y asistentes. Caminan por Nueva York como si no existiera otro lugar en el mundo, hasta que, testigos involuntarios de un asesinato, deben cambiar de identidad y lugar de residencia. La idea es buena, pero deriva en un bodrio musicalizado. Los Morgan entran en el Programa de Protección de Testigos y son mudados a Wyoming, zona de vaqueros donde el diablo perdió el poncho. Sin celulares ni ocupación, estos adictos al trabajo deben volver a mirarse. El resultado es una comedia de redescubrimiento, sin novedades en cuanto a gags y situaciones. Algunos diálogos ingeniosos hacen recordar al Hugh Grant de la réplica británica, conciso y encantador. La actriz, en tanto, saca a relucir un par de mohínes ya vistos. La cámara quieta y la broma dedicada a los neoyorquinos que jamás pisaron un supermercado (ni qué hablar de las ofertas) agotan el tema antes de la hora. Sam Elliott, como el comisario Clay Wheeler, y Mary Steenburgen, su esposa Emma Wheeler, ponen algo de pimienta al guión. Pero la película nunca abandona el cliché y confía demasiado en el feeling de la pareja de actores que no parece haberse involucrado con los insípidos Morgan.
Meryl y Paul Morgan son una pareja de la alta sociedad de New York que están atravesando una crisis matrimonial. Un incidente los lleva a mudarse a Wyoming, el poblado con menos habitantes de Estados Unidos. Allí, Meryl y Paul irán limando asperezas e intentarán reconstruir el amor dañado, en medio de bucólicos paisajes, con vaqueros, caballos y muy lejos del aire contaminado de la gran ciudad. Pero de tan obvia la historia se cae a pedazos con el correr de los minutos. Como si fuera poco, las actuaciones de los protagonistas son de una pobreza alarmante, parece que estuvieran trabajando a reglamento en toda la película y no trasmiten nada. El director Marc Lawrence insinuó algunos toques de humor, pero son tan escasos que se pierden a lo largo de un filme que es demasiado extenso para contar tan poco. Para ver, a lo sumo, un domingo de lluvia por cable.
Se dice que no hay sentimiento más puro que el amor y es este el que ha sido utilizado como principal fuente para el desarrollo de los guiones de películas románticas, de suspenso, de terror y de todos los géneros cinematográficos. Pero, este también fue, es y será el protagonista de filmes que no logran expresar la calidez que la palabra denota ni mucho menos una historia que se sostenga durante su duración. Este es el caso de "Y... Donde están los Morgan?".