“Yo adolescente” la voz que ayudará a miles. Crítica Basada en el blog de mismo nombre, el largometraje llegará a Cine.ar el jueves 23 de julio La película, narra todos las preocupaciones en primera persona de Nicolás “Zabo” Zambrano, un chico como cualquier otro, que además de las preocupaciones cotidianas, debe lidiar con los fantasmas de Cromañón. El film dirigido por Lucas Santa Ana, busca ser el salvavidas de todos aquellos adolecentes – y no tanto – que se sientan asfixiados por todas las preocupaciones y decisiones críticas y tipicas de la edad que, por lo general, suelen estar minimizadas por el resto de la sociedad pero cuando se dan cuenta de su seriedad, suele ser demasiado tarde. La noche del 30 de diciembre del 2004, fue un punto de inflexión para la vida de Zabo Zambrano – Renato Quattordio – quien al salir de un recital de Árbol, recibe el desesperado llamado de su madre quien le avisa sobre la tragedia de Cromañón, además su amigo Pol, al día siguiente decide quitarse la vida. Zabo comienza a volcar toda sus preocupaciones y vivencias en un blog como único desahogo al no sentirse escuchado por nadie y sentir que cada día es más pesado que el anterior. Las elecciones sexuales siempre fueron un tema tabu en nuestra sociedad, resultado muy sencillo para un chico o chica de 16 años sumergirse en las más profundas incógnitas sobre como manejar estos sentimientos y lo que es mucho más delicado ¿Con quién puede hablarse? Esto es lo que le sucede a Nicolás Zambrano, quien por un lado disfruta de su desperar sexual y de sus elecciones, pero por el otro lado, lo mantiene oculto del resto de sus amigos y familia. A partir de la pérdida de su amigo, Nicolás empieza a sentirse abrumado y culpable, ya que nunca “vio venir” el triste final de Poly el no haberlo podido ayudar a encontrar una solución alternativa. Las nociones la vida y la muerte comienzan a ser recurrentes en Zabo quien continúa sintiendo soledad y vació en un año completamente atípico por todo lo ocurrido el cual no parece mejorar. “Yo adolescente” sirve como reflejo de una etapa, la cual es fundamental en la vida de toda persona, funcionando como medio para una mejor comprensión y acompañamiento, para escuchar e interpretar esos “gritos” de auxilio camuflados en enojos, silencios o distancia típicos de la edad los cuales son mucho mas complejos y profundos que “estás exagerando” Dirección Guion Fotografía Música Arte La película es de gran valor, no solo en el sentido estricto de una producción audiovisual, más bien por el legado como ayuda de vinculación entre padres e hijos o amigos para ayudar a un ser querido que no caer en la soledad y demostrarle lo importante y valioso que es para nosotros.
Originalmente, “Yo Adolescente” fue escrita hace 10 años en forma de posteos virtuales, que devino en un blog y una década más tarde fue editado por editorial Planeta en forma de novela. Se trata de una historia autobiográfica, protagonizada por un personaje fanático de la música, en particular de la escena del rock nacional del nuevo milenio. Cronológicamente, nos encontramos en la ciudad de Buenos Aires, a fines de 2004, en donde la realidad social y cultural está atravesada por la tragedia de Cromagnon. La atmosfera porteña también nos adentra en cómo afecta en el autor (y el personaje, su indudable alter ego) el suicido de un amigo, como punto de partida para tratar de explicar la angustia de vivir la adolescencia, disparador argumental para la novela luego convertida en film. El autor (Sebastián Zamorano) relata en sus propias palabras las peripecias y el dolor que implica crecer, en el caótico mundo que le tocó transitar. Dirigida por Lucas Santa Ana y protagonizada por Renato Quattordio, “Yo, Adolescente” nos va llevando por diferentes recuerdos del autor y referencias musicales, transcurre en su barrio natal de Parque Chacabuco y allí destaca su mística barrial, vertebrada en relatos episódicos. La película nos refleja el peligro de transitar un hilo delgado como metáfora a la indefensión que, muchas veces, representa el trascurrir de esta franja etaria, donde todo puede derrumbarse de un momento a otro. La historia de Zabo, se consagró internacionalmente en la Sección Oficial del Festival de Huelva de Cine Iberoamericano y la crítica fue unánime: ‘una historia de amor, traiciones, secretos y tragedias, fueron suficiente condimento para atrapar al espectador’. Lucas Santa Ana, que debutara en la gran pantalla con el premiado filme ‘Como una novia sin sexo’ (2016), cuenta con una dilatada trayectoria cinematográfica como director, productor, actor y guionista. En 2013 participó de Historias Breves 8 con el celebrado cortometraje ‘Vida Nueva’, y en 2016.
La biblia que ametralla Hay grandes temas que tienen una dificultad pasmosa para ser tratados en una película; la adolescencia es uno de ellos. Los motivos pueden ser varios, pero muchas veces se reduce a ese desenfreno por poner todos los subtemas en el mismo casillero, aunque revienten las costuras del tema principal. El recorte es lo único que no está en Yo, adolescente, esa palabra tan valiosa y que en su despliegue conceptual podría colaborar a evitar ese descontrol por ensancharse más allá de las posibilidades físicas y narrativas. Yo, adolescente cae en todas las trampas; en los clichés, en los estereotipos y hasta en la miseria del golpe bajo. El protagonista es Nicolás de 16 años, a quien le dicen Zabo. Su presentación tiene fecha: 30 de diciembre de 2004. Sí, la noche fatídica de Cromañon en la que perdieron la vida 194 personas, en su mayoría jóvenes. La familia de Zabo está preocupada (o al menos es el sentimiento que intentan demostrar los intérpretes que hacen de su madre y su padre) porque él fue a un recital esa misma noche de terror, aunque en otro lugar. Tal hecho es solo una postal o un punto en un mapa de la historia, la cual se desarrolla a continuación; su gran problema es el cómo y no tanto el qué. Durante los meses posteriores, la actividad nocturna (en especial bares, boliches y conciertos) tuvo los ojos de un control inexistente antes de la tragedia mencionada. Aquí el director Lucas Santa Ana hace una recreación de cartulinas de colores de los lugares “alternativos” a los que los adolescentes recurrieron para suplir esa ausencia. La estética planteada parece salida de los productos de Cris Morena; la composición de imagen y las situaciones narrativas responden a ese criterio. Zabo encuentra en un galpón abandonado la oportunidad para armar fiestas, las que se van agrandando en número de presentes por un ”boca en boca”. Las reuniones tienen el tratamiento de un cumpleaños infantil porque los personajes hablan de sexo y de otros problemas como si estuvieran recitando sus textos en un acto escolar; un problema casi de raíz en el cine argentino, del cual esta película no tiene la culpa. Desde el principio todo lo que no se puede contar en imágenes, Santa Ana lo rellena con una voz en off del protagonista, pobremente justificada por la existencia de un blog-diario íntimo. La historia sigue a Zabo en un derrotero por sus dudas en cuanto al amor; si le gusta una amiga muy amiga, si le gusta un amigo muy amigo (ah, por cierto, que se suicidó, nos cuenta un flashback al pasar) o si, finalmente, le gustan las chicas y los chicos por igual. La narración parece encontrar rumbo en el conflicto de la confusión amorosa o en el descubrimiento de sensaciones y demás peripecias. Se podrían resumir en: la amiga que le gustaba se va con otro pibe, una chica mayor que él de la que se enamora pero que tiene novio y, por último, una relación exclusivamente sexual con un compañero. Igual no, a Zabo no le gustan los hombres: él sólo está experimentando. Los cruces y enredos no tardan en hacer mella en su vida, como si fuera una bomba de tiempo a punto de explotar en cualquier momento. El libro del que se transpone el texto para esta película es un best seller, pero ello no resulta suficiente para que la cosa funcione. Que el tema sean los conflictos adolescentes, tampoco. ¿De qué sirven entonces los aspectos del lenguaje? ¿La fotografía está para alumbrar o para narrar con imágenes? ¿El sonido está para que se escuchen los diálogos o para intentar crear capas que cuenten a la par de lo que se ve? La crítica también es responsable: ¿Cuántas veces leemos o escuchamos de una película solo un extracto temático? Es un deber exigirle a una película que se valga de los recursos cinematográficos, de una nobleza que solo el cine puede dar. Yo, adolescente es una ametralladora sin control: sexualidad, muerte, suicidio, música, aborto, amistad y mucho más; todo en un compendio audiovisual de una hora y media. El abordaje propuesto apenas implica una lustrada a los temas, un tratamiento aleccionador de cotillón típico de una tira diaria. No es de extrañar que el libro sea presentado como un manual o una obra definitiva para escuchar a la juventud. De la misma manera que Abzurdah fue abrazada como la novela cumbre sobre las distorsiones alimenticias y el abuso sexual, aquí se pretende universalizar un gran tema. No hay nada más errado y peligroso que sugerir lo general para entender lo particular. Y Yo, adolescente, más allá de sus pobrezas cinematográficas, quiere ser la biblia de una generación, con todo lo terrible que eso conlleva.
El primer crimen es fingir que todo está bien. Crítica de “Yo adolescente”. El actor Renato Quattordio reflejó la vida agrietada y pensativa de los adolescentes El director Lucas Santa Ana trabajó sobre la identificación adolescente y plasmó la esencia juvenil con sus tensiones, sueños, desilusiones y angustias, en épocas de clausuras de boliches tras el incendio fatal en Cromañón. Por. Florencia Fico. El argumento de la película “Yo, Adolescente” se encuadra después del suicidio del mejor amigo de Zabo(Renato Quattordio) Pol. Dentro de conciertos, fiestas clandestinas en un galpón abandonado y el colegio secundario, se desarrolla un año en la vida abrumadora de Zabo que va canalizando todo lo que experimenta en su blog:”Yo, adolescente”. El filme está basado en el libro de Nicolás Zamorano (Zabo) quien relata hechos traumáticos en primera persona sobre un joven que pierde a su amigo y coincide con la tragedia en una discoteca llamada Cromañón. En la cual la “cultura del aguante”, la muerte y el rock barrial son componentes que circulan alrededor de la vida de Zabo. Nicolás estaba en un concierto de la banda Árbol en el mismo momento que se daba el recital de Callejeros; un 30 de diciembre de 2004. A la salida del evento cuenta con 72 llamadas perdidas de su madre quien se preocupó ya que no sabía a cuál de los dos había ido. Yo, adolescente”, el filme sobre la exitosa novela de Zabo llega a ... El director y guionista Lucas Santa Ana adaptó la novela con sus herramientas propias del documental y el dramatismo. Las relaciones amorosas, la amistad,la soledad, la ambientación de época y la orientación sexual son aspectos cercanos al realizador desde su ópera prima: “Como una novia sin sexo” y el registro exploratorio “El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui”. El texto del filme contó con una narrativa que se apoyó en la voz de un narrador omnisciente Zabo. Diálogos que interpelan acerca de: la adolescencia, los excesos, las mentiras, engaños, las hipocresías, la falta de comunicación familiar con los jóvenes, el aborto, el descubrimiento sexual, la música como espejo de la juventud, la depresión y los mecanismos de negación o el ocultar las emociones frente a un suicidio de un cercano y la homofobia. Yo, adolescente' y 'Souvenir', protagonistas del día en el ... El encargado de la musicalización Mariano Fernández aprovechó al elenco para que también cante e instrumente partes de la película. Asimismo generó una atmósfera con gran predominio del rock barrial, ritmos dance – electrónicos y baladas populares en los 2000. Covers de Árbol, Airbag, Pei pa koa de Boom Boom Kid y banda sonora con melodías originales como: “La noche” del cantante pop Benito Cerati. El encargado de fotografía Pablo Galarza empleó el ángulo aberrante para generar inestabilidad como lo está el protagonista principal Zabo. Las sobreimpresiones para demostrar lo que está pensando el personaje. Los planos descriptivos en detalle sobre: los gustos, pósters, frases, fotografías y recortes de revistas juveniles; lo que expone el universo de ideas que tiene en mente Zabo. También juega con la animación sobre los objetos un toque sorpresivo. LGBT+ Entertainment on Twitter: "¿Buscando representación bisexual ... El reparto está compuesto por el actor Renato Quattordio quien interpreta a Zabo con humor, ironía, reflexión además el artista Thomás Lepera como “Tomás” quien deja ver su talento vocal y tocando la guitarra. La actriz Malena Narvay como “Tina” le da un porte irreverente, osado y provocador al filme. Su colega Agustina Cabo como María sigue esa sintonía. El actor Walter Rodríguez como el ex novio de Pol suma sensibilidad y memoria emotiva a la cinta. En la piel del padre de Zabo, Hernán Morán, compone a un padre despegado de la realidad de su hijo lo mismo sucede con su madre. El actor Jerónimo Bosia como Rodrigo tiene una entrega corporal a su personaje. En flashbacks aparece Pol(Tomás Agüero) como una figura que acompaña a Zabo para completar sus pasajes introspectivos. Cine argentino: "Yo, adolescente" Estreno CINEAR jueves 22Hs con ... El filme de Lucas Santa Ana recupera la tan abandonada adolescencia y la muestra con las emociones a flor de piel. El realizador subraya el pensamiento y la crítica de los jóvenes a una sociedad adulta y mediática que los juzga con estereotipos y los obliga a verse como seres sin voz ni voto. Puntaje: 80. Dirección Guion Fotografía Música Reparto El filme de Lucas Santa Ana recupera la tan abandonada adolescencia y la muestra con las emociones a flor de piel. El realizador subraya el pensamiento y la crítica de los jóvenes a una sociedad adulta y mediática que los juzga con estereotipos y los obliga a verse como seres sin voz ni voto.
Crecer en tiempos de tragedia En su nuevo film "Yo, adolescente"(2019), Lucas Santa Ana, ha sabido capturar el espíritu de una juventud atravesada por la tragedia, al mismo tiempo que evoca tópicos que nos invitan a la reflexión, brindando cierto aire nostálgico, envolviéndonos en su historia. Film basado en la novela de Zabo, sigue a Nicolás Zamorano (Renato Quattordio), que tras el suicidio de su mejor amigo y la tragedia de Cromañón en el 2005, entre recitales, fiestas clandestinas y la escuela secundaria, plasma su atormentada vida en su blog virtual. El hablar de tragedia desde el punto de vista de un adolescente hace del film algo poderoso, el cual nos deja diálogos y reflexiones interesantes que platican sobre el dolor, el amor y la vida. Asimismo, una fotografía cuidada, una dirección correcta, interpretaciones acertadas y una banda sonora muy bien elegida, complementan de manera distinguida el film. No obstante, algunos personajes y situaciones tienden a desdibujarse entre un mar de enredos y confusiones, resultando en ciertos tramos, poco verosímiles. "Yo adolescente llegó en un momento atinado, puesto que la tragedia vuelve a azotar nuestras vidas y muchos espectadores se sentirán identificados con los conflictos y dificultades que los personajes deberán afrontar a lo largo del film, pudiendo resultar de mucha ayuda. Cómo dice el propio Zabo, “Alguien, en alguna parte, tiene que estar pasando por lo mismo”.
Soy un bicho diferente Yo, adolecente cuenta la historia de Zabo (Renato Quattordio), un joven de 16 años que decide documentar en un blog las memorias de sus 16. La historia transcurre durante el año 2005 luego de la tragedia de Cromañón y el suicidio de su amigo Pol. En sus memorias, Zabo comienza a plasmar sus aventuras y desventuras, dentro de su grupo de amigos, sus amores y desamores, su relación con los adultos y su manera particular de ver el mundo. La película refleja cómo era ser adolescente allá en el 2005, cuando recién comienzan las primeras redes sociales y la mayoría de los adolescentes no podían ir a bailar o ir a los recitales de sus bandas favoritas, justamente por ser menor de edad. Lo que los llevaba a armar fiestas clandestinas en distintos lugares. Otro de los puntos fuertes es la amistad: Yo, adolecente hace mucho hincapié en la amistad durante esos años, donde nuestros amigos se convierten en nuestra familia. La película tiene un mensaje clave y es que alguien en alguna parte tiene que estar pasando por lo mismo. El guion es una buena adaptación de la novela y si bien faltaron algunos detalles que se encuentran en el libro, la idea principal está bien representada. De las actuaciones se pueden destacar principalmente las de Renato Quattardio y Jerónimo Bosio quienes con sus representaciones, logran generar en el espectador una gran empatía, uno realmente siente cariño hacia estos personajes, logrando trasmitir el dolor, la felicidad y los distintos sentimientos que van viviendo. El film es una historia coming of age. Comparable a Las ventajas de ser invisible, Lucas Santa Ana (quien anteriormente dirigió El puto inolvidable) captó perfectamente la esencia del relato y logró plasmarlo de una gran manera en cuanto al lenguaje cinematográfico. Para ir concluyendo, Yo, adolecente es una gran película, esperemos que con el tiempo se convierta en un clásico que pueda ser visto por varias generaciones más, ya que su mensaje sigue estando presente en la actualidad y es de alguna manera atemporal a todo adolescente.
Como aquel impensado éxito comercial que fue Abzurdah, Yo, adolescente está basada en un libro escrito al calor del fuego de la juventud. El autor es el hoy periodista, conductor televisivo y músico Nicolás "Zabo" Zamorano, quien en 2005 empezó un diario personal en Fotolog cuyas entradas, años después, se compilarían en un único volumen impreso. Allí registraba con crudeza las implicancias de ser joven en Buenos Aires en un contexto atravesado por los ecos del incendio del boliche Cromañón. Zabo (Renato Quattordio) está en la etapa final del secundario, lidiando con las responsabilidades académicas pero también intentando descubrir su camino. Un camino ripioso, de muchas dudas y pocas certezas, en donde la identidad empieza a adquirir una forma definitiva. Pero lo que se propone romper los lugares comunes de la mirada adulta sobre la adolescencia termina convirtiéndose en una película llena de golpes bajos, con actuaciones desparejas y una profundidad digna de alguna tira de Cris Morena. Todos los chicos y chicas de la película de Lucas Santa Ana están preocupados por el sexo y las drogas. Y deprimidos. Zabo, por ejemplo, es perseguido por el recuerdo de un amigo que se ha suicidado recientemente, al tiempo que empieza una relación con una chica unos años mayor (Malena Narvay). Lo que hasta allí es un relato de iniciación muta por una sucesión de escenas forzadas por un guión más preocupado por generar conciencia que por lo cinematográfico. Está buenísimo hablar sobre los problemas de los adolescentes, pero una película así no parece la mejor manera.
“Lo único feo es no tener porqué vivir” Qué es un adolescente? ¿Qué lo fue por 2005, cuando la retina aún conservaba latente los eventos del 2001 y la tragedia de Cromañón? Sin lugar a dudar sucesos que atravesaron la vivencia y experiencia de toda una generación. Fósiles de los acelerados cambios en la cultura digital, los antiguos blogs y proto-redes sociales como Fotolog, conservan todavía imágenes y registros escritos que aquellas subjetividades. Olvidadas, abandonadas por sus autores, resultan una memoria colectiva a la espera de ser releída. Como tantos CD’s improvisados (o de gran valentía autogestiva) de aquellas bandas, perdedores pop, que pasan a ser la joya nostálgica de algunos. “Solo, en un mundo de grandes donde los jóvenes no tienen razón, solo, cuando el otoño entro y mis amigos comenzaron los estudios. Que solo me sentí…” Yo adolescente recrea la escena retomando los escritos del conocido (y re-publicado) Fotolog de Zabo. El grito efímero, el ritmo efímero, un aliento vertiginoso de época que canaliza en el adolescente protagonista viñetas nostálgicas sobre la represión, la falta de comunicación, la sexualidad y el suicidio. “Ay si pudiera, tal vez, encontrarte otra vez y contarte las cosas que un día calle por el bien de ambos, ¿sabes?” El dolor es un lugar que se transita, pero el abismo de la comunicación recrea una emoción que se transforma en tragedia. Las calles, las plazas, las fiestas, las remeras y el rock, dispuestas a recrear una limpia escena porteña tan cercana como remota. Antiguas nostalgias de arrabal que inundan las callejuelas de Parque Centenario. YO, ADOLESCENTE Yo, adolescente. Dirección: Lucas Santa Ana. Guion: Lucas Santa Ana, basado en la novela de Zabo. Intérpretes: Ramiro Quattordio, Malena Narvay, Thomas Lepera, Jeronimo Giocondo Bosia. Producción: Alberto Masliah, Daniel Chocrón. Dirección de Fotografía: Pablo Galarza. Duración: 97 minutos.
Renato Quattordio se carga al hombro casi todo el peso de Yo, adolescente, adaptación del libro homónimo a su vez basado en el diario íntimo que Nicolás Zamorano publicó quince años atrás en la plataforma Fotolog. El actor recordado por su Junior Guerrico en la serie Simona encarna con encomiable entrega la versión cinematográfica del joven que creó y actualizó su blog con intención catártica y solidaria («Alguien en alguna parte tiene que estar pasando por lo mismo» reza el afiche del film). Consecuente con la enunciación autobiográfica de la obra original, la película transcurre en primera persona del singular. Quattordio responde con soltura a las exigencias de un Zabo omnipresente, verborrágico, inestable, atolondrado. Por su parte, Lucas Santa Ana sabe caracterizar a un personaje singular y a la vez pasible de convertirse en prototipo de adolescente porteño –atención– no de una generación cualquiera sino de aquélla que sufrió en carne propia la tragedia de Cromañón. El guionista y director se apoya en la evocación de aquel siniestro para desarrollar la veta trágica de un largometraje que también juega con el (sin)sentido irónico de la vida. La banda sonora supervisada por Mariano Fernández, el vestuario diseñado por Ramiro Sorrequieta, los peinados de Paula Morón contribuyen a la recreación de un pasado más lejano de lo que algunos pensamos. Así lo sugieren las computadoras y los teléfonos celulares que usan Zabo y sus amigos, así como el protagonismo acordado a un blog (en 2005 faltaban tres años para el lanzamiento de Facebook en español). A pesar del desempeño de Quattordio y de sus otras virtudes Yo, adolescente pierde pie en su tramo final, cuando explicita su intención conscientizadora a partir de un cambio de narrador. Este tour de force resulta innecesario, incluso contraproducente, para quienes recordamos Kids, impresionante opera prima de Larry Clark que también retrata la faceta más cruda –a veces severamente autodestructiva– de la adolescencia, sin recurrir a reflexiones o explicaciones de y para adultos. Entre estos espectadores, hay quienes preferimos recomendar un trabajo anterior de Santa Ana: el documental El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui.
El año pasado se publicó el libro «Yo, Adolescente» de Nicolás «Zabo» Zamorano, el cual relata la vida nocturna y cultural de la Ciudad de Buenos Aires luego de la tragedia de Cromañón en 2005, donde los jóvenes dejaron de poder asistir a boliches o recitales de sus bandas favoritas. En ese contexto, y luego del suicidio de uno de sus mejores amigos, Zabo, un adolescente de 16 años, empieza a registrar todo lo que ocurre a su alrededor en un blog. Lucas Santa Ana se interesó por esta intensa historia que habla sobre lo que transitan los adolescentes para llevarla a la pantalla grande, aunque por el momento podremos verla en Cine.Ar debido a la pandemia. Una trama necesaria para ser contada, porque si bien muchas veces se habla sobre las vivencias de los jóvenes, no todas lo hacen con tanta honestidad, profundidad y sensibilidad como lo hace «Yo, Adolescente». Se nota que la historia está contada por alguien que sufrió en carne propia momentos dramáticos y que el contexto lo llevó a vivir de una manera particular el amor, las primeras experiencias sexuales, las fiestas, el alcohol y las drogas, pero también cuestiones más ocultas, que muchas veces no se suelen compartir con los demás, como el sentimiento de soledad o la depresión. La película va transitando distintos tonos de una manera amena; tan cambiante como los propios sentimientos adolescentes. Por momentos es más divertida y alegre, plasmando las fiestas clandestinas o los diferentes romances que va teniendo el protagonista; mientras que también se permite ser más seria, dramática y profunda, tocando temas que seguramente muchos se verán identificados, tanto porque los están viviendo ahora como si lo hicieron cuando eran más chicos. Muchas veces en esa etapa nos sentimos incomprendidos y es positivo ver cómo historias así pueden ayudar a otros a entender qué está pasando y cómo poder hablar con los adultos al respecto. El elenco es un acierto, con Renato Quattordio a la cabeza, quien se pone en la piel de Zabo, este joven que aparenta estar bien, pero que por dentro transita todas las emociones juntas y no termina de comprender lo que le sucede. Se lo siente cómodo en su rol y transmite mucha credibilidad y naturalidad. Está muy bien acompañado por un elenco principalmente juvenil, que representan a distintos grupos de amigos, quienes también tienen sus propias vivencias. Su estructura no es del todo lineal, a veces va y viene en el tiempo, y eso puede resultar un poco confuso para el espectador hasta que se acomoda, pero ayuda la narración en off a manos del protagonista para ubicarnos rápidamente en la historia. Gracias a la banda sonora, la ambientación y la utilización de ciertos objetos, como la computadora o los primeros celulares, la película te transporta automáticamente a los 2000. Al igual que en el libro, la música cumple un rol fundamental dentro de la historia, marcando estados de ánimo, personalidades y un contexto complejo por el que pasaban las bandas y los jóvenes en ese entonces en nuestro país. Una forma más de canalizar las distintas emociones del protagonista. En síntesis, «Yo, Adolescente» es una buena propuesta nacional, no solo para este grupo etario que se puede sentir identificado con lo que transita el protagonista, sino también para que los adultos puedan adentrarse en ese complejo mundo juvenil. Una historia intensa, tratada con profundidad y sensibilidad, que además está acompañada de un buen elenco y música que nos va a transportar hacia otra época.
METAMORFOSIS ADOLESCENTE A partir de 1956, con Rebelde sin causa, el cine encontró un público adolescente, ávido de verse a sí mismo como protagonista en la gran pantalla. Aunque hay ejemplos anteriores, como Brando en El salvaje (1953), la película de Nicholas Ray representaba las inquietudes, inseguridades y las autoridades que no comprenden a una generación que representaba un cambio. Haciendo un salto en el tiempo, el cine de John Hughes, Penelope Spheeris, series como That 70’s Show y Freaks and Geeks mostraron que los estilos pueden cambiar, pero las cuestiones adolescentes se mantienen. Siendo educado, en parte, por ese “arquetipo” juvenil, me pregunté si había películas nacionales de esa índole. En primera instancia, podemos nombrar a Juvenilia, de 1943, pero dejando de ser una persona de riesgo, vienen al recuerdo Rapado, Pizza, birra, faso, Una noche con Sabrina Love. Aunque, siendo sinceros, la adolescencia argentina fue más que nada representada en las tiras juveniles made in Cris Morena. A principios del 2000, se acentúan las producciones sobre la adolescencia: El Polaquito, Cara de queso, XXY, teniendo una fuerte presencia los estigmas que se sufren en dichos años, junto con sus alegrías, saliendo del mundo ideal representado en Telefé o El Trece. Este subgénero sigue presente en Yo, Adolescente. Nicolás Zamorano (más conocido como Zabo), 16 años, estudiante, inquieto, familia presente y ausente a la vez, rockero, ramonero. A fines del 2004, asiste a un recital de Árbol, sin saber que, no muy lejos, ocurría Cromañón. Al llegar, se entera del hecho, que podría haber sido un pibe en medio de la tragedia, sumado al suicidio de su mejor amigo. A partir de ahí, se cuestiona lo efímera que puede ser la vida para alguien que no ha vivido lo suficiente, pero piensa seguido en la muerte. Movido por necesidad, usa Fotolog como un diario, “alguien en alguna parte tiene que estar pasando por lo mismo”. La película de Lucas Santa Ana representa la búsqueda por un motivo para seguir respirando, desde las amistades y la música siempre presente en bandas como Boom Boom Kid, hasta explorar sensaciones, drogas, sexualidad. Zabo se encuentra en el limbo “mi chica ideal no puede ser un chico” -una constante dentro de la filmografía de Santa Ana (Como una novia sin sexo, El cazador-: la atracción hacia su mejor amigo, Mateo, y a la vez la relación casual que mantiene con Teena. En palabras de Luca, “no sé lo que quiero, pero lo quiero ya”. Yo, adolescente refleja a una generación marcada por Cromañón, pero además por la buena música nacional de aquel entonces. Los primeros sitios como Fotolog, los encuentros entre personas que se sentían representadas por lo mismo. Una precuela de lo que se vería más tarde con las tribus urbanas. Goza de buenas interpretaciones, una ambientación no muy lejana y una historia que te representa, porque a pesar de haber vivido o no lo que atraviesa el protagonista, todos hemos sido atravesados por las dudas, las ganas de desaparecer, de mostrarse, estando en una constante metamorfosis adolescente.
La principal virtud de un film como este, dirigido por Lucas Santa Ana sobre la novela de Zabo, es animarse a trabajar con tópicos como la salud mental en los jóvenes, la búsqueda de la identidad sexual, pero también hacerlo desde un lugar propio y no ajeno. El director, apoyándose en un gran elenco, puede traducir en imágenes la vida adolescente, conflictuada, dolorosa, de búsquedas y pérdidas, sin perder el objetivo de dirigirse directamente a sus potenciales espectadores.
La noche del 30 de diciembre de 2004 fue tan trágica como interminable. Las primeras informaciones en la televisión hablaban de heridos y fallecidos a causa de un incendio en un “boliche bailable” de Once. Pronto se dijo que era República Cromañón el nuevo local de Omar Chabán. Las cifras subían de manera continua. Mis ojos fijos en la pantalla observaban los cuerpos que se ubicaban en filas, mientras ambulancias, bomberos, quienes se acercaban a ayudar o habían logrado salir, corrían por las calles esquivando mochilas y zapatillas sin dueños.
“Yo, Adolescente” de Lucas Santa Ana. Crítica. Como espíritu adolescente. Bruno Calabrese Este jueves por Cine Ar TV y en su plataforma streaming Cine.Ar a partir del viernes se estrena la adaptación cinematográfica del libro de Zabo Zamorano. Por Bruno Calabrese. El 30 de diciembre de 2004 cerca de la medianoche me encontraba en una plaza del barrio de Tolosa, en la ciudad de La Plata. Eran vísperas de año nuevo, por lo tanto nos encontrábamos dándole los últimos detalles a una tradición platense, el muñeco de fin de año, el cual suele quemarse en las primeras horas del año nuevo. De repente nos llega la noticia de que un incendio de grandes magnitudes se llevó la vida muchos jóvenes en un recital de Callejeros que se realizaba en un boliche de Once. Con el correr de los días nos fuimos enterando de las cifras de fallecidos (194 en total) pero ese hecho marcaría un antes y un después en la vida de muchos jóvenes y de los espectáculos masivos en lugares cerrados.¿Porque cuento esto? Por qué Cromañon fue uno de esos hechos trascendentes que nunca nos vamos a olvidar el momento donde nos enteramos de la noticia. Una tragedia marcada por la desidia, la corrupción y la codicia de empresarios sin escrúpulos, pero cuyas víctimas fueron jóvenes inocentes a los que no se les advirtió de los peligros a los que se encontraban expuestos. En Yo, adolescente la tragedia es el punto de partida que marca el inicio de la historia de su protagonista, Zabo (Renato Quattordio) quien sale de un recital de Árbol esa misma noche y se entera de la noticia. Zabo es de Parque Chacabuco, o como al le gusta decirle: Parque Chacabuco City Rockers. Pasa sus días con amigos, en recitales de sus bandas preferidas. Pero ese momento cambia la vida de todo su entorno como sucedió con miles de jóvenes. No solo por la terrible pérdida de cientos de vidas, sino también por darse cuenta a los peligros a los que la juventud se encontraba expuesto.A partir de la terrible tragedia comenzaron las prohibición de recitales masivos en lugares cerrados. Pero lo único que cambió la vida de Zabo no fue ese hecho, el suicidio de un amigo íntimo unos meses antes provoca en el joven una crisis de identidad que hará que empiece a volcar todas sus experiencias en un fotolog personal. La adaptación cinematográfica del libro de Zabo Zamorano(que a la vez es una adaptación del fotolog) indaga en todas las dificultades de un joven en ese camino de autodescubrimiento y todos los conflictos internos que se suceden en el camino. Embarazos no deseados, homosexualidades reprimidas, masculinidades violentas, traiciones amorosas y palabras que no se dicen, forman un catálogo de escenarios, diálogos y, en esencia, liturgias que la experiencia y la cultura popular hacen que asociemos a la crucial entrada en la edad adulta. Con la música como eslabón fundamental para esa conexión experimental con los sucesos pero no solo por las canciones de Árbol, Dos Minutos, Boom Boom Kid, Flema y toda esa escena punk rock que forman parte de la banda de sonido; también por el espíritu de Kurt Cobain que flota permanentemente en el film, no solo en las remeras y los póster de Nirvana de Zabo, sino también en las melancólicas y depresivas palabras finales del protagonista. Yo, adolescente es un drama intenso que reúne una colección de personajes cuya revolución hormonal no les permite estar quietos, pero también porque así lo piden unos códigos sociales que invitan a salir del nido, a descubrir y a empaparse de los placeres de los procesos de aprendizaje. Lo que arroja una coming of age de naturaleza compiladora que nos alerta sobre lo vulnerable de la juventud y los peligros a los que están expuestos mientras miramos para otro lado, cómo pasó esa trágica noche en Cromañón. Puntaje: 75/100. FacebookTwitterGoogle+LinkedIn
El filme Yo, adolescente de Lucas Santa Ana, director de Como una novia sin sexo (2016) y del documental El puto inolvidable (2017), es una adaptación de la novela homónima de Zabo, que no es otro que Nicolás Zamorano, escritor, músico, y periodista, cuyos primeros escritos, a modo de diario personal, posteados en un Blog, a pocos meses de la tragedia de Cromañón, ocurrida en el año 2005, y del suicidio de su mejor amigo, fueron publicados por Planeta como novela primero, convirtiéndose en obra cinematográfica, después. Alguien, en alguna parte, tiene que estar pasando por lo mismo Según el director Santa Ana lo que pretende con su obra es contar la historia desde el punto de vista del adolescente que se cuenta a sí mismo. Santa Ana se declara a sí mismo como “terrorista de las emociones” porque me interesa que el público viva junto a los personajes los conflictos, deseos y aspiraciones y al mismo tiempo se emocione, se ría o se enoje con lo que pase; mostrar el espíritu adolescente de hace quince años, pero no desde una mirada de adulto que los juzga. Si bien no es la película de Cromañón, los personajes viven el dolor de esa época. Novela de aprendizaje Yo, adolescente pertenece al género coming of age o novela de aprendizaje. El punto de partida efectivamente está dado por la búsqueda de identidad, y de la orientación sexual, entre otras tantas cosas. El protagonista Zabo (Renato Quattordio), un adolescente de 16 años, pasará un año de su vida, entre el colegio, Parque Chabuco, el barrio en el que vive, conciertos de rock, y fiestas clandestinas organizadas en un galpón, donde corren a raudales alcohol, droga y rock, ya que a partir del incendio de Cromañón, los boliches bailables dejarían de estar habilitados para menores de edad, e incluso las restricciones para entrar a los recitales de rock irían en aumento. Con la voz de Zabo, a veces en off, a modo de monólogo interior, asistiremos a su recorrida por las situaciones por las que transitan tantos adolescentes, tales como el desengaño amoroso, la pérdida de un ser querido, el suicidio, la angustia y el dolor que traen aparejados, teniendo que afrontar esas instancias en la más absoluta soledad. Ya que la presencia de los adultos es sólo ornamental. Baste recordar a su abnegada madre como una buena ama de casa empotrada en la cocina, o a su padre momificado en un sillón frente al televisor. Mi chica ideal no puede ser un chico En la deriva existencial de Zabo, entre el colegio, su casa, el galpón donde hacen las fiestas, y su blog, donde escribe pensamientos y vivencias sobre su diario transcurrir, flota una atmósfera de tensión entre lo que desea, en términos de elecciones sexuales, y lo que se supone que debería desear. Zabo ha perdido a su mejor amigo, Pol, que se suicidó, justamente por no poder expresar su deseo, o bien por no permitirse expresarlo o ejercerlo, y que en propias palabras de Zabo, “no lo vio venir…” Zabo está enamorado de María, una chica con la que comparte gustos musicales y charlas en el parque, a la que presentará a su amigo en una fiesta organizada en el galpón. A partir del momento en que los descubre besándose, decide fingir, toma alcohol, mucho, y se pone a bailar con otro amigo frenéticamente, simulando estar pasándola muy bien, porque, según sus palabras, “fingir es lo que mejor me sale…” A partir de este momento, Zabo descubrirá que se siente atraído tanto por chicas como por chicos, y en ese devaneo, entre encuentros y desencuentros, descubrirá quién es, pero en el mismo momento del descubrimiento rechazará eso que es o desea. En este punto el filme se regodea en mostrar con bastante soltura y sin estridencias los comportamientos sexuales de los adolescentes. Ese ir y venir, aparentemente, sin prestar atención a ese código sexual prescriptivo que regula la sexualidad. Sin embargo, Zabo vivirá tironeado entre la culpa por el suicidio de su amigo Pol, un duelo al que finge sobreponerse pero del que aún no logra recuperarse. A través de sus apariciones, por medio de flashbacks, Pol (Tomás Agüero) se hará presente en las divagaciones de un Zabo nostálgico que lo rescatará del pasado para que lo acompañe en algunos tramos de su recorrido. Y finalmente, el protagonista deberá sobrellevar las repercusiones de la tragedia de Cromañón, que si bien no logran verse a simple vista, seguirán trabajando en su psique que al igual que una sustancia corrosiva irán minando poco a poco su equilibrio emocional. Lo personal es político Los planos detalle que dan cuenta de la estética del collage, a través de los recortes de revistas de rock, fotografías, posters, frases, junto a la banda musical compuesta en su totalidad por músicos de los años 2000, entre ellos, covers de Árbol, Airbag, Pei pa koa, como canciones de Benito Cerati, reproducen el mundo adolescente de los protagonistas con bastante fidelidad. En retrospectiva, Yo, adolescente, nos muestra con distinta suerte, todo lo que tuvieron que pasar aquellos adolescentes, que ahora son adultos, para encajar, para funcionar dentro de una sociedad injusta e intolerante, renuente a aceptar, entre otras muchas cosas, la diversidad en todas sus formas, o como en este caso, por ejemplo, la diversidad sexual, dada a través de un comportamiento pendular entre la atracción hacia un género y otro; pero que gracias a los quince años transcurridos, ha logrado avanzar en lo que respecta a políticas de género, porque como habría de postular aquel pensador francés, todo lo que ha sido construido históricamente puede ser destruido políticamente. Por Gabriela Mársico @GabrielaMarsico
Basada en un blog escrito hace más de 10 años, devenido luego en la novela homónima, la película Yo, adolescente narra las problemáticas típicas de esa edad, en la Buenos Aires post Cromañón. Se estrena en Cine.Ar TV y Cine.Ar Play. El film arranca con Zabo y un amigo saliendo de un boliche al cual asistieron para ver una banda en vivo, sin comprender mucho por qué el encendido de una bengala podría haber llevado a la evacuación del local. Pero la inocencia típica de los 16 años se interrumpe cuando su celular, el de su amigo y, eventualmente, el de todos los que los rodean empiezan a sonar. Son decenas de padres preocupados por sus hijos, porque en un boliche de iguales características acaba de ocurrir una de las peores tragedias que la ciudad de Buenos Aires tuvo en años, y muchos adolescentes y jóvenes perdieron su vida esa noche. A partir de ese momento, la vida de ninguno de esos adolescentes será igual, pero sobre todo la de Zabo, al enterarse de que uno de sus mejores amigos se suicidó al día siguiente de la catástrofe. La Argentina post Cromañón, que también estuvo sumergida en una gran crisis económica desde el 2001, no fue el lugar más tranquilizador para transitar la adolescencia, ese momento tan definitorio en el que todos terminamos de darle forma a nuestra personalidad mientras le decimos adiós a la niñez y nos adentramos en el terrorífico mundo de la adultez. Yo, adolescente cuenta la historia desde el punto de vista del protagonista y está narrada en primera persona, formato que es heredado de los textos escritos en blog por Nicolás Zamorano (Zabo). En sus esfuerzos por sostener el código de la primera persona, el film utiliza en demasía la voz en off, relatando textos que a veces se vuelven redundantes con las imágenes en pantalla, y en otras podrían haber sido directamente reemplazados por la puesta en escena que le permitiría al espectador adentrarse más en el personaje en lugar de mirarlo todo el tiempo desde afuera. Si bien el mensaje de la historia que se cuenta es muy importante, la película por momentos parece no tener muy en claro a quién está tratando de llegar. La estética en las primeras escenas, por ejemplo, está recargada de pequeños efectos visuales que, al principio, parecen propios del código de algunas redes sociales utilizadas por los adolescentes de hoy día, pero que terminan siendo del lenguaje publicitario que apunta a atraer a ese rango etario. Este código es sorpresivamente abandonado y no se retoma en todo el film, lo que hace reflexionar sobre cuál es el motivo real de su inclusión desde un primer momento. Un punto donde la película se planta muy bien es en su música. Las bandas que suenan, los ringtones, la música que cantan los personajes, todo da cuenta de una época y una forma de mirar al mundo inocentemente, que se contradice, como corresponde, con los estados anímicos del protagonista que se encuentra constantemente en crisis, tratando de entender lo que es el amor, el valor de la amistad y los placeres de la sexualidad. El relato tiene en sí mismo encerrada la inequidad de lo verosímil de las vivencias reales con lo forzadas de algunas cosas inventadas por el autor. Hay situaciones que tienen una construcción orgánica y con las cuales es más fácil empatizar y situaciones que, probablemente por ser parte de la ficción, simplemente pasan, sin tener ningún desarrollo en el guion y el verosímil queda muy lejos del espectador. Yo, adolescente es una película necesaria. No sólo por ser un disparador de alertas para aquellos que conviven con adolescentes a los cuales les cuesta entender (con el obvio agravante de lo que viven los jóvenes hoy día en el mundo del Covid-19), sino principalmente para trasmitirles a esos mismos adolescentes que no están solos. Aun así, el producto cinematográfico no está a la altura de lo que la historia y sobre todo su moraleja quieren contar y si bien eso no anula el mensaje, sí desperdicia la oportunidad de contar con altura esta historia trascendental.
El director y guionista Lucas Santa Ana (“El puto inolvidable – Vida de Carlos Jáuregui”), adaptó la novela, mezclando su experiencia con el documental y el drama profundo. Así, se cuenta en primera persona, la historia de un adolescente en la década del 2000. Las preocupaciones y angustias críticas de esa edad, sumadas a los fantasmas de la tragedia de Cromañón. Alcohol, fiestas, drogas, el colegio, la familia, la depresión, la negación de las emociones, el dolor por la muerte de un amigo, y la identidad sexual. Todo un año en la vida de Zabo, escrito en sus cuadernos y su blog.
Un lugar en el mundo Basada en el libro homónimo de Zabo, Yo, adolescente (2019) es una película de iniciación ubicada temporalmente en la etapa pos Cromañón, es decir hace poco más de 15 años, centrada en el personaje de Zabo (gran actuación de Renato Quattordio), un muchacho que, mientras cursa la última etapa del colegio secundario y se enfrenta al suicidio de un amigo, escribe sus vivencias en un blog. La tercera película de Lucas Santa Ana (Como una novia sin sexo, El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui ) es una típica coming-of-age en donde los personajes buscan construir su identidad. Para eso experimentan con el sexo, las drogas, el alcohol, la amistad y todo aquello que a esa edad se permite más allá de las prohibiciones. Claro que la época en que Zabo y sus amigos atraviesan ese periodo no es la mejor. Tras la tragedia de Cromañón los boliches y recitales están prohibidos y para divertirse deben ir a la provincia o ingeniárselas para organizar fiestas en un galpón abandonado. Así transcurren los días mientras la incertidumbre del futuro los acecha. Yo, adolescente es una película de autodescubrimiento, simple, melancólica, irreverente pero también clásica, atravesada por el drama y la comedia, que invita a reflexionar sobre una generación a través de la voz de un personaje representativo y desde su propio punto de vista. Que no tiene por qué ser el mismo de todos ni provocar una identificación universal. La historia sigue su derrotero en medio de una crisis existencial típica de una edad convulsiva con más contradicciones y dudas que certezas. Santa Ana apela a una estética punk rock cool con canciones de Árbol, Airbag y Adicta reversionadas por Zero Kill, Lichi, y el elenco del film, y una puesta en escena que apela a una desprolijidad adrede de encuadres estudiados y colores saturados, para interpelar al espectador en base a la pregunta de ¿qué es ser adolescente?, aunque por momentos con subrayados innecesarios que buscan resaltar un mensaje moralizador que se sobreentiende.
La base del film, un blog escrito por un adolescente, Zabo, Nicolás Zamorano, post tragedia de Cromañon y luego transformado en novela, un verdadero best seller, inspiró a su director y guionista Lucas Santa Ana. La posibilidad de acceder al mundo de un adolescente, desde su perspectiva tan alejada del mundo adulto, fue tentadora, pero de algún modo, el respeto por el texto, el abuso de la voz en off, y una estética que por momentos parece demasiado televisiva, de tira adolescente, atenta contra la progresión dramática de lo que le ocurre al protagonista. El intento es válido, Renato Quattordio aporta matices, pero ese adolescente atormentado pasa buena parte del film como en un camino demasiado leve, superficial, para un final no anunciado. Toda la parte estética buscada en esta producción tiene colores, enfoques, reacciones que remiten a lugares comunes del género. Pero también es bueno destacar que muy pocas veces uno tiene acceso directo a la mirada y la voz de alguien tan joven marcado por una tragedia social, fruto del desdén y la corrupción. Un blog para expresar lo que pasa por el alma y el cuerpo de un chico, con un amigo que se suicidó, con sus idas y venidas en experiencias sexuales, con sus deseos y ansias. Una muy buena banda sonora .
Como a miles de adolescentes en la anteúltima noche de 2004, el teléfono de Nicolás “Zabo” Zamorano (Renato Quattordio) explotaba de llamadas perdidas al salir de un recital junto a su mejor amigo. Las madres de ambos no eran las únicas desesperadas por información tranquilizadora durante esas primeras horas donde todo dato fue confuso e incompleto, antes de confirmar que casi doscientas personas habían muerto durante el incendio en República Cromañón. La tragedia ocupó la mente de todo el mundo, tanto que Zabo no se enteró del suicidio de su amigo Pol hasta varios días después. La conjunción de ambos eventos hizo que el verano en que cumplió 16 años fuera uno muy atípico para Zabo, viendo deshacerse su adolescencia al mismo tiempo que se le impedía ejercer las últimas hilachas de libertad que le quedaban, antes de ser empujado por la fuerza hacia la adultez. Sin el apoyo de su mejor amigo y confidente, cuya muerte lo afectó mucho más de lo que se permitía aceptar para el afuera, solo encontró algo de desahogo en el blog Yo, Adolescente, un espacio que le permitía vomitar todas esas cosas que no podía sacarse de adentro en el mundo físico. Incapaz de entender profundamente lo que siente o poner en palabras su soledad, su deseo y sus miedos son lo único que dan un poco de orden a los esfuerzos de Zafo por encajar en un mundo que le es un tanto ajeno; un mundo que le pide elegir etiquetas con las que no termina de cuadrar. Un cuento de soledad en manada La trama de Yo, Adolescente es adaptación de la novela que a su vez recopiló, quince años más tarde, las publicaciones del blog de Zabo, una autobiografía ficcionalizada que -como la vida real- abarca muchos temas y no siempre con la mayor de las coherencias. Con elipsis de varios meses en las que algunos personajes entran o desaparecen sin mayores detalles, la narración de Yo, Adolescente pasa por momentos de mayor solidez y claridad que otros donde se desdibuja o pierde el ritmo, desviándose en profundizar detalles que quizás no hubieran merecido tanta atención. Las palabras que escribe de Zabo en Yo, Adolescente aparecen subrayadas, remarcadas en off para que nada se pierda en el camino. Rara vez es el mejor recurso y esta no es la excepción, porque el relato literario superpuesto al visual no le hace grandes favores y más de una vez parece una solución demasiado simplista; un recurso muy directo que hubiera sido más interesante con mayor síntesis. Seguramente para el director –Lucas Santa Ana– era menos importante contar una historia en el sentido tradicional del término, prefiriendo abrirnos una ventana a la mente de su protagonista para exponer un tema del que parece estar prohibido hablar, como lo es la depresión y el suicidio adolescente. La ambientación general y el uso de la música, dos recursos que nunca se quedan en la anécdota de época sino que forman parte de lo que intenta contar Yo, Adolescente, ayudan a sostener y darle cuerpo a esa historia algo deshilachada que va perdiendo claridad a medida que se acerca al desenlace. Es interpretada por un elenco que complementa sus personajes poco definidos con una buena química interna; vuelven verosímiles a sus aportes rodeando al protagonista. Yo, Adolescente Hay historias que no son para todo el mundo, que apuntan a algunas personas en especial. Si tuviste una adolescencia de clase media en Buenos Aires a principios de siglo, ninguno de esos problemas de ritmo o narración van a importar mucho, porque Yo, Adolescente te va a estar hablando directamente. Si fuiste parte de esa generación a la que Cromañón le enseñó antes de tiempo que no éramos inmortales, si todavía te duele algún amigo que no volvió aquella noche o que nunca fue el mismo después de cargar con un cadáver de su misma edad o incluso si no te tocó tan de cerca esa historia pero tuviste la edad correcta en el momento incorrecto, es muy probable que encuentres en esta película pedacitos de tu vida reflejados en la pantalla con una nitidez incómoda y hasta quizás dolorosa. La adolescencia es una época de la vida que suele ser abordada en el cine desde una postura más adulta, detrás de un filtro de nostalgia que borra o suaviza las complejidades del autodescubrimiento, especialmente cuando la respuesta no es algo que encaje fácilmente en lo esperado. Al haber sido escrita originalmente en presente y primera persona, Yo, Adolescente ofrece una mirada cruda pero sincera de esos años, focalizándose en un personaje al que le resulta particularmente difícil congeniar lo que quiere ser y con lo que se espera que sea, sin nadie cerca para ofrecerle una mano.
Filmado en 2019 en la Provincia de Santa Cruz, en las localidades de Los Antiguos y Perito Moreno, y en el Parque Nacional Patagonia, la Meseta del Lago Buenos Aires y el Sitio Arqueológico Cueva de las Manos, Río Pinturas; éste documental retrata la situación del ‘Parque Patagonia’ proyectado por filántropos internacionales alrededor de la Meseta del Lago Buenos Aires (Provincia de Santa Cruz)– y también la situación de los productores tradicionales de la zona, que serían desplazados por la iniciativa.
Tras el suicidio de su mejor amigo y la tragedia de Cromañón, entre recitales, fiestas ilegales en un galpón abandonado y la escuela secundaria, la vida de Zabo se convierte en un remolino de emociones que irá descargando en su blog. Un grupo de jóvenes en tiempos post-Cromañón, el despertar sexual y los debates internos con respecto a las relaciones y a la vida misma nos invitan a disfrutar de esta cruda adaptación cinematográfica del libro homónimo de Zabo. Nicolás Zamorano (Renato Quattordio), Zabo para los amigos, tiene 16 años y su historia comienza en el verano del 2005, en pleno caos de la adolescencia con el suicidio de su mejor amigo y reprimiendo todo sentimiento al respecto, frente a un mundo que lo satura emocionalmente y lo acecha para etiquetar cada parte de su vida. Está enamorado de su amiga, no se puede relacionar con su familia y vive ocupado en organizar fiestas clandestinas en un refugio inhabitado. Pero todo aquello que no puede expresar en voz alta lo vuelca en palabras en su blog Yo, adolescente y, por momentos, esta desordenada narración literaria se superpone a la visual, remarcando en off también sus ideas para acentuar el ímpetu puber. Lucas Santa Ana (El cazador, Como una novia sin sexo) traspone la historia de Zabo con un estilo auténtico y deconstruye de manera natural la visión juvenil sobre la vorágine adolescente. Generalmente abordada en el cine desde un punto de vista adulto y generalizando muchos aspectos, el director aprovecha las notables actuaciones del elenco para plantearla más próxima y verdadera. Malena Narvay (El Host), Thomas Lepera (El jardín de Clarilú) y Jerónimo Bosia (Cien días para enamorarse) acompañan al protagonista y dan rienda suelta a una mezcla de tramas y conflictos comunes de la edad, consolidando así un verosímil acercamiento a la psiquis de los personajes en medio de este desconcierto de transformaciones que rechazan cualquier futuro prefabricado. Su compromiso con el film es tal que incluso algunas de las canciones son interpretadas por ellos mismos. Sin frenar el ritmo en ningún momento, la obra de Santa Ana no escatima a la hora de aludir a cuestiones sustanciales como el aborto, el suicidio, la bisexualidad y muchas más que, lejos de suavizar las complejidades del autodescubrimiento, importunan con conclusiones no esperadas. Como aprende Zabo desde el comienzo: adolescencia significa adolescer; siendo justamente estas confusiones amorosas o el descubrimiento de sensaciones nuevas donde la trama encuentra el rumbo. Enredos, amoríos no correspondidos y un joven que siente cómo la sociedad le exige pensar en el mañana cuando aún no vislumbra un atisbo de coherencia en su presente. La fatídica noche de Cromañón aparece tácita como ambientación general, al igual que bandas de punk rock como musicalización de época disponiendo un viaje congruente de 15 años al pasado, donde los jóvenes buscaban alternativas para la música y el pogo. Con un final sentido aunque un poco abrupto, este poderoso testimonio obsequia una mirada distinta a este radical proceso de desvelo que solemos llamar adolescencia. Su estreno por CineAr TV, hoy y el sábado a las 22hs, es una encarecida recomendación a tener en cuenta ya que querrán volver a verla más de una vez.