Deseo hecho realidad Jefa por accidente (Second Act, 2018) es una comedia dirigida por Peter Segal (Como si fuera la primera vez) y escrita por Justin Zackham y Elaine Goldsmith-Thomas. Protagonizada por Jennifer Lopez, el reparto se completa con Vanessa Hudgens (High School Musical, Beastly), Treat Williams, Leah Remini, Dalton Harrod, Alan Aisenberg, Charlyne Yi, Annaleigh Ashford, Dave Foley y Milo Ventimiglia (Gilmore Girls). Luego de 15 años trabajando en la sección ventas del supermercado Value Shop, Maya Vargas (Lopez) tiene grandes esperanzas de que el ascenso se lo den a ella. Sin embargo esto no sucede, lo que hace que Maya se sienta insatisfecha en la fiesta sorpresa de cumpleaños que le preparó su pareja Trey (Ventimiglia). Terminada la celebración de sus 43 años, y mientras limpia los residuos que quedaron en el hogar, Dilly (Harrod), el hijo de su mejor amiga Joan (Leah Remini), aparece en la cocina con un pequeño pastel y una última vela por soplar, no sin antes pedir un deseo. Con el ferviente anhelo de que la tomen más en cuenta en el ámbito laboral, Maya expresa que le gustaría que importen más los años experiencia que la cantidad de títulos universitarios. Sin haber mandado su currículum a ningún lado, al día siguiente contactan a Vargas para una entrevista en la reconocida empresa Franklin & Clarke. Allí la mujer deberá competir contra Zoe (Hudgens), hija del CEO Anderson Clarke (Williams) y vicepresidenta de la compañía. Mientras que Zoe y su equipo tienen tres meses para crear una crema más orgánica a partir de la ya existente, Vargas contará con el mismo tiempo para elaborar un producto 100% ecológico. Como se puede notar, la película tiene un muy buen comienzo en donde se plantean temáticas interesantes tales como la diferenciación que existe en el ámbito laboral, donde valen más los títulos que los años que uno le dedicó a determinado empleo; los comentarios que no aportan nada positivo de parte de los propios compañeros (“Con esa edad otro trabajo no vas a conseguir”) y que la mujer no quiera tener hijos a pesar de la insistencia de su pareja. No obstante todas estas ideas que fueron bien ejecutadas en el principio pasan a estar completamente mal desarrolladas gracias a un guión con giros muy forzados, algún que otro golpe bajo, un cambio de mensaje rotundo en cuanto al tema de la maternidad y una inverosimilitud que se acrecienta a medida que pasan los minutos. Si el film tuviera algún elemento fantástico no se podría hacerle objeciones, pero este no es el caso. Resulta casi imposible hacernos creer que la protagonista sabía tanto sobre cremas o que el CEO nunca se puso a corroborar que la información del CV sea verdadera. Con una subtrama amorosa entre dos personas que conforman el grupo de Maya, la cual no llega a aportar nada significativo a la historia, la película además trata el tema de la adopción de una forma tan aleccionadora como superficial. Jefa por accidente (pésimo título que se decidió darle en nuestro país) consigue sacar algunas risas y se deja ver a pesar de sus múltiples errores. No obstante la sensación que prevalece luego de su visionado es la de que este tipo de films está más acorde a la década del 90 que a la actualidad.
El amigo que necesitaba “Bumblebee” (2018) es una película de ciencia ficción que funciona como spin-off de las cinco producciones anteriores de Transformers. En esta oportunidad Michael Bay deja de lado la dirección, la cual pasa a estar a cargo de Travis Knight (Kubo y La Búsqueda del Samurái). Con un guión escrito por Christina Hodson (Shut In, Unforgettable), la voz del autobot es puesta por Dylan O’Brien. Protagonizada por Hailee Steinfeld (True Grit, The Edge of Seventeen), el reparto se completa con John Cena, Pamela Adlon, Jorge Lendeborg Jr. (Love, Simon), Jason Drucker, Stephen Schneider y John Ortiz (El Lado Luminoso de la Vida). Durante una guerra civil en Cybertron, el líder Optimus Prime (Peter Cullen), viendo que su grupo de autobots está perdiendo contra los Decepticons, decide enviar a B-127 a la Tierra para que encuentre un lugar donde establecerse y luego los demás puedan seguirlo. El robot de ojos azules cae en nuestro planeta en 1987, justo en un bosque donde se encuentra una agencia de gobierno secreta encargada de detectar actividad extraterrestre. Comandados por Jack Burns (John Cena), los soldados creen que el autobot es peligroso para la humanidad por lo que no dudarán en perseguirlo. Mientras corre por su vida, el robot amarillo se topará con el Decepticon Blitzwing (David Sobolov), un enemigo que le dañará su sistema de memoria y lo dejará mudo. Convertido en un Volkswagen Beetle, la joven cumpleañera Charlie (Hailee Steinfeld) lo hallará en el depósito de chatarra de su tío Hank (Len Cariou), el cual la hará la más feliz del mundo al regalárselo. Este será el comienzo de una amistad sin igual entre la adolescente y Bumblebee. Sin embargo, el peligro está a la vuelta de la esquina ya que los Decepticons Shatter (Angela Bassett) y Dropkick (Justin Theroux) no se darán por vencidos hasta capturar a B-127. Ambientada en 1987, la precuela de Transformers fácilmente logra convertirse en una de las mejores películas de la saga. Esto sucede gracias a que la guionista no se limitó a mostrarnos reiteradas secuencias de acción, sino que aquí el foco está puesto en la relación que van forjando la protagonista y el autobot. Charlie tiene un gran peso en la trama y como espectador nos es muy fácil empatizar con ella: con 18 años recién cumplidos, la chica no encaja en su familia, más teniendo en cuenta que aún le cuesta asimilar la pérdida de su padre debido a un ataque al corazón. Mientras su madre parece haber superado esa muerte ya que está feliz con su nueva pareja, Charlie se encuentra sola. No obstante desde que se queda con el Volkswagen no solo tendrá un coche nuevo, sino que Bumblebee será su mejor amigo. Con un diseño cuidado en gran detalle, los movimientos y acciones del robot ayudan a que nosotros también lo consideremos como una persona más. Como Bumblebee no puede emitir palabra, la manera que encuentra para comunicarse con Charlie se vuelve muy entrañable, así como sus ojos también expresan bastante cariño. Por otro lado, la subtrama entre la protagonista y su vecino Memo (Jorge Lendeborg Jr), que está enamorado de ella, funciona gracias al realismo con el que está tratada. Teniendo en cuenta la música, pósters y objetos ochentosos junto a la espléndida actuación de Hailee Steinfeld, “Bumblebee” tiene todo el entretenimiento que se necesita para pasar un buen momento familiar en el cine.
Perdonarse a sí mismo No te preocupes, no irá lejos (Don’t Worry, He Won’t Get Far On Foot, 2018) es una película biográfica dramática con toques de comedia dirigida, escrita y editada por Gus Van Sant (Milk, Good Will Hunting, Elephant). Basada en la autobiografía “Will The Real John Callahan Please Stand Up?”, el reparto está compuesto por Joaquin Phoenix, Jonah Hill (Superbad, Maniac), Jack Black, Rooney Mara, Beth Ditto, Tony Greenhand, Ronnie Adrian, Kim Gordon, Carrie Brownstein, Mark Webber, Mireille Enos (Guerra Mundial Z, Si Decido Quedarme), entre otros. La película tuvo su presentación mundial en el Festival de Cine de Sundance. La historia gira en torno a John Callahan (Joaquin Phoenix), un hombre oriundo de Portland, Oregón que desde los 13 años comenzó a beber y no paró. Una noche John va a una fiesta y conoce a Dexter (Jack Black). Él le propone ir a otro evento más divertido, no obstante antes de irse los repentinos amigos toman demás y, como consecuencia, se produce un accidente automovilístico que deja a John cuadripléjico. Con la creencia de que ya no tiene futuro, John decide ir a las reuniones de alcohólicos anónimos organizadas por Donny Green (Jonah Hill), un homosexual que heredó una gran fortuna de sus abuelos. Con el paso del tiempo, Callahan se convertirá en un humorista gráfico que, a través de sus caricaturas llenas de humor negro, hará reír a los lectores del periódico La Vanguardia así como otros tantos considerarán ofensivo su labor. El reconocido Gus Van Sant esta vez se puso manos a la obra para llevar la vida de John Callahan (1951-2010) a la pantalla grande, con el objetivo central de dejarnos varios mensajes sobre la importancia del perdón, el conocerse a uno mismo y el alivio que produce expresar en voz alta los miedos, problemas y emociones que antes eran disimulados con el alcohol. Joaquin Phoenix brinda una gran interpretación a pesar de que en el principio puede costar empatizar con su personaje; sin embargo a medida que pasan los minutos vamos dándonos cuenta por qué John era así: el abandono por parte de su madre, a la que nunca llegó a conocer, sumado a que se crió en un ambiente donde fue considerado la “oveja negra”, hizo que la soledad sea algo común en su día a día. Con un ritmo que en diversas ocasiones no logra mantenerse, la película se toma su tiempo para llegar a la especie de epifanía que tiene el protagonista, la cual hace que John cambie su actitud y comience a dibujar. Desde que las ingeniosas caricaturas comienzan a estar más presentes, el relato vuelve a ser atractivo. En pocas palabras, la primera hora del filme, al estar colmada de las desgracias de Callahan, no contiene la fluidez necesaria que quizás sí hubiera tenido al contar con un mayor desarrollo en la relación entre la masajista Annu (Rooney Mara) y el caricaturista. Por otro lado, Jonah Hill resulta el perfecto líder de las charlas entre los alcohólicos, que no solo se dan en el establecimiento sino también en su propio hogar (éste último es un ambiente más íntimo e interesante). El actor cuenta con una de las mejores escenas del filme junto a Phoenix, la cual se basa en una serie de preguntas y respuestas que ahondan más y más en la noche que se produjo el accidente de auto. No te preocupes, no irá lejos, excelente título que logra transmitir el humor con el que se manejaba el dibujante, consigue ser un correcto film para conocer al artista de las caricaturas que fueron publicadas en un principio en La Vanguardia para luego pasar al Willamette Week. Las buenas actuaciones, las divertidísimas viñetas y las temáticas que toca el guión de Van Sant se conjugan en este relato que deja en claro que se puede salir adelante a pesar de que los problemas no desaparezcan.
Devuélveme al amado “La Sirena: La Leyenda Jamás Contada” (Rusalka: Ozero myortvykh) es una película de terror rusa dirigida por Svyatoslav Podgaevskiy (La Novia), que también se encargó del guión junto a Natalya Dubovaya e Ivan Kapitonov. Protagonizada por Viktoriya Agalakova y Efim Petrunin, el reparto se completa con Nikita Elenev, Sesil Plezhe, Sofía Shidlovskaya e Igor Khripunov. La historia gira en torno a Marina (Viktoriya Agalakova) y Roma Kitaev (Efim Petrunin), una joven pareja comprometida a la que le falta poco para ir al altar. Antes de dar ese gran paso, Ilya (Nikita Elenev), mejor amigo de Roma, convence a Kit de hacer una despedida de soltero en la casa de verano abandonada del padre de éste último. Roma va pero, como no se está divirtiendo mucho, decide alejarse y pasar tiempo en el lago cercano. Allí tiene un encuentro con una mujer misteriosa, que lo besa y le deja su peine. Desde ese momento, Roma se sentirá extraño en su propia piel y, junto a Marina, deberá resolver qué es lo que debe hacer para que el espectro los deje en paz. Victoriya Agalakova vuelve a trabajar para Svyatoslav Podgaevskiy en esta nueva cinta de horror en la que otra vez el director decide ponerla en el rol de una chica que está próxima a casarse. Con el agregado de un ser maligno en el agua, la cinta se conforma por un sinfín de momentos que, más que dar miedo, producen risa en el espectador. Y es que el abuso extremo de jump scares, donde se pretende generar miedo haciendo que una persona aparezca bruscamente en pantalla o que los personajes tarden tiempo en abrir una puerta, lo que menos hace es transmitirnos temor, en especial porque ya nos damos una idea de lo que ocurrirá. Grifos que no funcionan, un sótano inundado, duchas que tiran agua a su antojo, bastantes pesadillas, un ritual que se debe hacer dentro de un baño y casualmente una joven que no sabe nadar constituyen un film que se hace eterno a pesar de sus 90 minutos. Por otro lado, el guión es tan pobre que utiliza el típico cliché de un hombre raro que se la pasa dibujando figuras oscuras; obviamente éste es el padre de Roma y vivió una experiencia trágica en su pasado, la cual está relacionada con lo que le sucede ahora a su hijo. No obstante el peor error de la cinta consiste en su título ya que es completamente engañoso: durante toda la trama esperamos ver a la vengativa sirena sin embargo no hay rastro en ninguna parte del ser mitológico. Así es como Lisa Grigorieva (Sofia Shidlovskaya), la mujer que habita en el lago, no es más que una humana que a veces adquiere aspecto “tenebroso” (los efectos no están bien logrados). “La Sirena: La Leyenda Jamás Contada” se suma a la lista de películas de terror ultra olvidables que pasará sin pena ni gloria por los cines. Con una repetición tediosa de frases tales como “¿Me amas?” y “Toma lo que es tuyo y devuélveme al amado”, el nuevo filme ruso llega a ser incluso peor que “La Novia”, otra de las producciones del director.
Entre la tierra y el océano “Aquaman” (2018) es una película de superhéroes que constituye la sexta producción cinematográfica dentro del Universo Extendido de DC (DCEU). Dirigida por James Wan (El Conjuro 1 y 2), el guión estuvo a cargo de David Leslie Johnson-McGoldrick y Will Beall. Protagonizada por Jason Momoa (Khal Drogo en Juego de Tronos), el reparto se completa con Amber Heard, Patrick Wilson (Insidious), Willem Dafoe, Nicole Kidman, Temuera Morrison, Graham McTavish (Outlander), Yahya Abdul- Mateen II, Michael Beach, Dolph Lundgren, Ludi Lin, entre otros. Escapando de un matrimonio arreglado, Atlanna (Nicole Kidman), reina de Atlantis, logra llegar a la superficie y es rescatada por Tom Curry (Temuera Morrison), dueño del faro. Con el paso del tiempo los dos se enamoran y tienen un hijo, al que nombran Arthur debido a una tormenta marina de la actualidad. No obstante Atlanna debe regresar a las profundidades del mar para proteger a su niño. Así es como Arthur crecerá sintiéndose culpable y odiando a la nación submarina ya que ésta consideró a su madre como una traidora y decidió ejecutarla. Ya mayor, y con su medio hermano Orm (Patrick Wilson) en el poder, Aquaman (Jason Momoa) tendrá que hacerle frente y reclamar el lugar que le pertenece por derecho. Con la ayuda de la princesa Mera (Amber Heard), Arthur seguirá los consejos de Vulko (Willem Dafoe), mentor en su adolescencia, para dar con el tridente de Atlan (Graham McTavish) y vencer a Orm, el cual está próximo a destruir la superficie terrestre. Luego de la “Liga de la Justicia” (Justice League, 2017), Jason Momoa vuelve a ponerse en la piel de Aquaman pero esta vez para contar su historia de origen, gran desafío teniendo en cuenta que la mayoría de escenas debían ser concebidas bajo el agua. Por suerte, la mayoría de los efectos especiales no decepcionan, haciendo que el mundo acuático tenga un diseño espectacular que, como espectador, da ganas de explorar más y más. Aunque muchas escenas de acción luzcan más como un videojuego que como personas reales luchando, la cinta mantiene su épica y estilo aventurero en todo momento, logrando que el entretenimiento no decaiga a excepción del final, donde sí se siente un poco alargado innecesariamente. Otro punto a favor del film consiste en sus dos villanos, que no son malos porque sí. Mientras que el pirata Manta (Yahya Abdul-Mateen II) quiere venganza porque Arthur decidió dejar morir a su padre en un submarino, los motivos de Orm contra la tierra tienen muchísimo sentido, dejándonos un mensaje ecologista súper importante. En cuanto a nuestro protagonista, los guionistas decidieron darle un toque cómico sin dejar de lado sus inseguridades y miedos: a Aquaman no le interesa convertirse en un rey ni quiere saber nada con Atlantis en un principio, pero cuando ve que el mundo donde vive su padre está en riesgo la única alternativa que le queda es enfrentar a su hermanastro. Haciendo bastante hincapié en el hijo puro versus el bastardo, la cinta inevitablemente recuerda a Thor y Loki e incluso a Harry Potter con la diferenciación que se le hacía a Hermione llamándola “sangre sucia”. Con paisajes del desierto del Sahara y la isla de Sicilia, Italia, “Aquaman” llega a las pantallas para seguir demostrando que, como con “Mujer Maravilla” (Wonder Woman, 2017), DC es capaz de hacer buenas películas de sus superhéroes.
Intolerancia a la felicidad ajena “Algo Celosa” (Jalouse, 2017) es una comedia francesa con tintes de drama dirigida y escrita por los hermanos David y Stéphane Foenkinos (La Delicadeza). Protagonizada por Karin Viard, el reparto incluye a Dara Tombroff, Thibault de Montalembert, Marie- Julie Baup, Anne Dorval, Corentin Fila, Bruno Todeschini, Anaïs Demoustier, entre otros. Viard estuvo nominada en la categoría de Mejor Actriz en los Premios César, Lumières y Globo de Cristal (ganando en este último). Nathalie Pécheux (Karin Viard), profesora de literatura, está en un punto de su vida en el que no se siente bien consigo misma, por lo que ver a las personas que la rodean atravesando buenos momentos consigue fastidiarla con demasiada facilidad. Divorciada de Jean-Pierre (Thibault de Montalembert), Nathalie no puede evitar sentir envidia al ver a su ex en la fiesta de 18 de Mathilde (Dara Tromboff), hija que comparten. Éste asistió a la celebración con Isabelle (Marie Julie Baup), su nueva pareja con la que ya planeó vacaciones en un hermoso lugar. Con la aparición de una suplente mucho más joven en su trabajo y el gran progreso que está teniendo su hija tanto en la danza como con su novio Félix (Corentin Fila), los celos de Nathalie llegarán a afectar la relación que comenzaba a surgir con Sébastien (Bruno Todeschini), pretendiente recomendado por su mejor amiga Sophie (Anne Dorval). Estamos ante un filme donde se necesitaba de una protagonista que entregue todo de sí para el complejo rol. Al tener a la versátil Karin Viard, la película no falla. Aunque la actriz tenga que encarnar a una persona negativa, insoportable y malhumorada, aún así logra que en cierto punto conectemos con ella. Esto sucede gracias a que el guión nos brinda situaciones muy graciosas donde nunca se pierde la frescura y naturalidad. Pero, en especial, la empatía con Nathalie se da debido a que los celos en cada ser humano, por más mínimos que sean, son inevitables. Generalmente ese sentimiento de envidia no es exteriorizado, sin embargo aquí la mujer saca para afuera todo el veneno que tenía guardado. Con comentarios tajantes y filosos, lo que en un principio se tornaba divertido ya avanzada la trama llega a un punto límite en una escena tremenda entre madre e hija. Desde ahí la cinta pretende pasar al lado dramático, sin embargo no lo consigue tan exitosamente como su primera mitad. Por más que la protagonista llega a darse cuenta que tiene un problema psicológico, el cambio no está bien representado. Por otro lado, no se puede dejar pasar la interpretación de la novata Dara Tombroff como la hija de Nathalie. Las peleas entre la joven y su madre, que se cree con derecho a hacerle la vida imposible, son de lo mejor del filme. Además, Tombroff es todo un deleite visual al realizar el ballet del Cascanueces. A pesar de que “Algo Celosa” no tenga un último tramo con el potencial que venía manteniendo, el personaje de Nathalie por sí solo hace que la película sea una buena opción para ver y luego analizar.
Review por Alina Spicoli Una conversación especial “Una Entrevista con Dios” (An Interview With God, 2018) es una película dramática dirigida por Perry Lang y escrita por Ken Aguado. Protagonizada por Brenton Thwaites (El Dador de Recuerdos, Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar) y David Strathairn (Crimen Perfecto, American Pastoral), el reparto se completa con Yael Grobglas, Charlbi Dean Kriek y Hill Harper. La historia se centra en Paul Asher, periodista que ha vuelto a su hogar luego de cubrir la guerra en Afganistán para el periódico El Heraldo. Encargado de la sección de teología, Paul se dirige al parque ya que debe entrevistar a una persona. Para sorpresa de él, una vez que enciende el grabador y le pide al señor que diga su nombre éste responde que es Dios. En medio de una crisis de fe y al no estar pasando por un buen momento con su esposa Sarah (Yael Grobglas), Asher irá descubriendo cada vez más detalles de la deidad a medida que pasan los tres días en los que la reunión fue pactada. Sin tener ningún tipo de originalidad en cuanto a los planos y encuadres con los que se decidió contar el relato, la película sabe a qué público apunta por lo que es sabido que será aceptada en la comunidad cristiana. Ideas sobre la existencia de un único Dios verdadero, el poder de la oración, el amor que hay que tener hacia el prójimo, la salvación, los mandamientos y la afirmación de que “las cosas malas también le pasan a gente buena” abundan en un filme que luego de sus primeros minutos termina aburriendo demasiado. Esto se debe a que las conversaciones entre Dios y el periodista, sentados frente a frente, conforman casi todo el metraje. El problema no es que la cinta sea muy hablada, sino que el diálogo en muchísimos momentos pareciera no conducir hacia ninguna parte. Que Paul se enoje en repetidas ocasiones porque Dios cambia la dirección de la entrevista para hablar sobre los problemas de la vida privada del joven solo genera unas repetidas y extensas discusiones a los gritos que acrecientan la monotonía del filme. Aunque se expongan temáticas interesantes tales como que el ser humano tiende a esconder las cosas malas que le suceden, qué será del futuro y cómo es imposible que seamos perfectos, el guión no profundiza demasiado en nada. Por otro lado, hay diversas escenas de relleno, en especial del protagonista andando en su bicicleta y poniéndole el seguro para que no se la roben. Teniendo en cuenta que el jefe del periódico ni siquiera se sorprende cuando Paul le comunica a quién está entrevistando o que Asher por mero presentimiento sabe en qué ámbito será cada encuentro con Dios, la mínima verosimilitud se termina perdiendo. No obstante, las actuaciones tanto de Brenton Thwaites como de David Strathairn consiguen ser correctas. “Una Entrevista con Dios” podría haber funcionado si estuviera mejor estructurada, si los tópicos contaran con un mayor análisis y si no se hubiese tomado la decisión de meter a un personaje “relevante” que ni siquiera aparece en pantalla (Matt, amigo de Asher que sufre de estrés post traumático). A pesar de ello la película puede llegar a funcionar en los que busquen una trama sobre la pérdida y recuperación de la fe.
Las vueltas del destino “La Vida Misma” (Life Itself, 2018) es una película dramática dirigida y escrita por Dan Fogelman, creador de la serie “This Is Us”. El reparto incluye a Oscar Isaac, Olivia Wilde (El Precio del Mañana, Rush), Olivia Cooke (Bates Motel, Ready Player One), Antonio Banderas, Laia Costa (Nieve Negra), Sergio Peris-Mencheta, Álex Monner, Annette Bening, Isabel Durant, Lorenza Izzo, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF). La historia gira alrededor de variados personajes tales como Will (Oscar Isaac), su pareja embarazada Abby (Olivia Wilde), su psicóloga (Annette Bening), la joven Dylan (Olivia Cooke), un niño que presenció un accidente terrible, su padre Javier (Sergio Peris-Mencheta) y el jefe de éste. A medida que avance el relato, las conexiones entre cada uno se irán revelando. Difícil hablar de un filme donde cualquier pequeño detalle puede ser considerado un spoiler. Ya por el tráiler, donde veíamos a distintas caras conocidas, no se podía distinguir de qué iba la trama. Dividida en capítulos de cada integrante de esta historia (el primero narrado por Samuel L. Jackson, que también hace un cameo innecesario), se puede decir que la cinta tiene uno de los comienzos más extraños ya que tardamos en dilucidar a qué apunta lo que se nos está mostrando. Una vez que el foco pasa a estar puesto en Will y la relación con su mujer Abby, el interés se acrecienta debido a que, como espectador, queremos saber qué es lo que sucedió para que ya no estén más juntos. No obstante, cuando Antonio Banderas entra en escena la película pierde todo el atractivo y conexión que venía manteniendo. Aparte de que desde ese momento el filme pasa a ser en español, el extenso monólogo de Saccione (Banderas) no puede importarnos menos ya que no aporta absolutamente nada relevante al relato. A medida que pasan los minutos, las sospechas se convierten en realidad: el largometraje no es más que un rejunte de golpe bajo tras golpe bajo que pretende a toda costa emocionarnos pero no lo consigue de ninguna manera, en especial por lo forzado y aleccionador que es. Enfermedades, accidentes, abusos, problemas con el alcohol, traumas, suicidio y hasta la muerte de una mascota se hacen presentes en una película mal guionada y estructurada. Con un recalcado mensaje sobre la importancia del amor y de seguir adelante a pesar de los obstáculos, “La Vida Misma” tiene uno de los desenlaces más inverosímiles y ridículos en donde se descubre quién era la voz en off de casi toda la trama. Una lástima que tantos buenos actores hayan sido desperdiciados para tan pesado empalague.
Adelantada a la época “Colette: Liberación y Deseo” (Colette, 2018) es un drama biográfico dirigido por Wash Westmoreland (Still Alice), el cual también escribió el guión junto a Richard Glatzer y Rebecca Lenkiewicz. Coproducido entre Reino Unido, Estados Unidos y Hungría, el reparto está compuesto por Keira Knightley, Dominic West (Mona Lisa Smile, Tomb Raider), Denise Gough, Aiysha Hart, Fiona Shaw, Eleanor Tomlinson (Isabelle en “Jack el Cazagigantes”), Shannon Tarbet, Ray Panthaki, entre otros. Borgoña, 1892. Sidonie-Gabrielle Colette (Keira Knightley) es una chica de campo que mantiene una relación a escondidas con Willy (Dominic West), empresario literario mucho mayor que ella. Al año siguiente, Willy presenta en la sociedad de París a Gabrielle, que ya es su esposa. Por más que lo ama, Colette se da cuenta de las reiteradas mentiras de su marido así como de los exuberantes gastos en las fiestas, alcohol o apuestas. Al estar en una complicada situación económica, a Willy se le ocurre una idea: que Colette escriba para él novelas de Claudine, personaje que la joven utilizó para narrar su vida cuando iba a la escuela. Los libros se convierten en un éxito repentino y todo el crédito se lo lleva Willy, que al estar tan fascinado por la fama obligará a Colette a escribir más historias de Claudine cueste lo que cueste. Por su trama puede parecer que este relato ya lo vimos en otras producciones como “Ojos Grandes” (Big Eyes, 2014), “Mary Shelley” (2017) o “La Esposa” (The Wife, 2017), que en nuestro país se estrenó hace unas semanas. Aunque “Colette: Liberación y Deseo” parece ir hacia ese mismo camino en donde el hombre toma autoría de obras que no le corresponden, el filme va mucho más allá, logrando distinguirse por sobre las demás películas de época. Y si pensamos en este estilo de filmes, qué mejor que tener a Keira Knightley como protagonista. Después de verla en “Orgullo y Prejuicio” (Pride & Prejudice, 2005), “Expiación, Deseo y Pecado” (Atonement, 2007), “Anna Karenina” (2012), entre otras, aquí se pone en la piel de la reconocida novelista y artista francesa. Su trabajo resulta notable gracias a la evolución que tiene a medida que pasan los minutos. Colette desarrolla un carácter y manera de pensar que en ese tiempo era inimaginable. No se queda de brazos cruzados ante los variados engaños de su esposo, sino que lo confronta cada vez que puede, otorgando peleas que constituyen algunas de las mejores escenas de la película. Dominic West también se destaca al encarnar a un hombre que más que el amor le interesaba el negocio y usaba a la mujer para su conveniencia. Da bronca ver cómo Willy desprestigiaba a su mujer, haciéndola sentir que sus textos no valían nada por tener muchos adjetivos o ser muy femeninos, a la vez que justificaba sus affaires expresando que los impulsos están en la naturaleza del hombre y no pueden frenarse. Por otro lado, la cinta toca temas como la bisexualidad y la posibilidad de que una mujer pueda ser independiente al trabajar y ganarse su propio dinero, hecho que para la época era extraño así como que el sexo femenino se vista de traje y no siempre utilice vestidos o tenga el pelo largo. Con un buen ritmo, música acorde y hermosa fotografía, “Colette: Liberación y Deseo” le hace justicia a la maravillosa vida de Gabrielle, una persona llena de valentía, audacia e inteligencia.
La muerta que se movía “Cadáver” (The Possession of Hannah Grace, 2018) es una película de terror dirigida por Diederik Van Rooijen y escrita por Brian Sieve. Protagonizada por Shay Mitchell, actriz reconocida por la serie adolescente “Pretty Little Liars” (2010-2017), el reparto se completa con Kirby Johnson, Grey Damon, Maximillian McNamara, Louis Herthum (Westworld), Nick Thune y Stana Katic. Durante un exorcismo a la poseída Hannah Grace (Kirby Johnson), la fuerza de la joven es tal que todo termina saliéndose de control por lo que su padre Grainger (Louis Herthum) toma la decisión de asfixiarla con la almohada. Tres meses después, la ex policía Megan Reed (Shay Mitchell) comienza a trabajar en el horario nocturno de una morgue en Boston gracias al contacto de su amiga Lisa (Stana Katic). Su labor consiste en recibir las entregas de los cadáveres y sacar las respectivas fotografías de las heridas así como tomar las huellas dactilares. Cuando Randy (Nick Thune) llega con el cuerpo de Hannah, lo que menos se imagina Megan es que vivirá la noche más terrorífica de su vida. Llega a la cartelera otra historia de terror ambientada en la morgue, la cual inevitablemente recuerda a “La Autopsia de Jane Doe” (The Autopsy of Jane Doe, 2016). En esta ocasión tenemos un precario guión, cero ideas nuevas y efectos que dejan mucho que desear, sin embargo la película no logra ser extremadamente mala gracias a su corta duración (86 minutos) y la correcta labor protagónica. Luces que se prenden y apagan, objetos que se caen al piso, puertas que se abren solas, máquinas que no funcionan y sombras en las cámaras de seguridad son todos elementos que ya conocemos y están presentes aquí sin llegar a fastidiarnos: la cinta es una más del montón. Sin conseguir asustar en ningún momento debido al aumento abrupto del sonido al que ya estamos acostumbrados, lo que destaca de “Cadáver” es justamente la actriz que encarna a Hannah Grace. Kirby Johnson es gimnasta y contorsionista, por lo que para la mayoría de sus escenas no se necesitó utilizar efectos especiales. Sus movimientos corporales junto al sonar de sus huesos ayudan a crear una atmósfera enrarecida que contrasta con el ultra silencio de la morgue. Con el agregado de un trasfondo traumático en la vida de la protagonista y personajes que van muriendo a medida que pasan los minutos, el desenlace de “Cadáver” se vuelve bastante patético al querer demostrar el crecimiento de Megan ante una situación límite. Sin pretender quedar en el recuerdo de nadie, la película se deja ver y puede llegar a disfrutarse si no se va a la sala de cine con grandes expectativas.