Mensajeros olvidados. Crítica de “Cartero” de Emiliano Serra. Ambientada en los noventa, en pleno auge de las privatizaciones. Hernán, un joven estudiante del interior consigue empleo en el Correo Argentino. Allí aprenderá los códigos del oficio y la dura realidad que enfrentan los trabajadores del sector. Por Bruno Calabrese. El avance tecnológico en las formas de comunicarse entre los seres humanos ha hecho que algunos oficios hayan quedado degradados, el de cartero es uno de ellos. Mientras que en otros tiempos el enviarse cartas era moneda corriente, en la actualidad casi ni se usa. Internet ha globalizado las comunicaciones, con lo cual uno puede estar conectado de manera permanente con un familiar que está en otra parte del planeta. Aun así el oficio existe y sobrevive a esos avatares. En la Argentina mucha polémica ha girado alrededor de las empresas encargadas del correo. Hoy se sigue hablando de las consecuencias de la privatización del Correo Central a manos de la familia Macri. No solo por su venta, sino por las consecuencias sobre los trabajadores, muchos de los cuales han sido obligados al retiro voluntario. De ellos habla esta película. Con una excelente ambientación de época, hasta en los pequeños detalles (la referencia a José Luis Cabezas en los carteles de la facultad) la película nos sitúa a finales de los noventa, en pleno proceso de privatización del correo y el avance de nuevas tecnologías. Cuando el recurso humano comenzaba a ser dejado de lado por el “track and trace” en los servicios de correspondencia. Hernán (Tomás Raimondi) ingresa a trabajar, por lo cual es mirado con malos ojos por los antiguos empleados, que ven al joven como esa tecnología que los va a dejar sin trabajo. Inmerso en su felicidad por el trabajo nuevo, se mantiene calmo ante el permanente hostigamiento de sus compañeros. Ayudado por su jefe, Sánchez (interpretado magistralmente por Germán de Silva) aprende los códigos del oficio, pero la dura realidad a la que se enfrenta lo obligará a romperlos. La construcción del entorno laboral está muy bien desarrollada. Así como los distintos personajes de la oficina: el cartero silbador, el desconfiado; hasta los llamados “Susanos” que nos entregarán un momento maravilloso dentro del film. Una película costumbrista que nos saca una risa por momentos y por otros, nos muestra una realidad que duele, pero sirve para reivindicar a ese mensajero olvidado, el cartero. PUNTAJE: 75. *Crítica hecha para el BAFICI 2019
Con ojos de niños. Crítica de “La Vida en Común” de Ezequiel Yanco En el Pueblo Nación Ranquel, los jóvenes mueren por atrapar y matar a un puma que acecha a la comunidad. Todos menos Uriel, quien decide tomar otro camino. Por Bruno Calabrese. En el año 2009, en la provincia de San Luis finalizó la restitución de tierras a los ranqueles, pueblo indígena que habitaron la Argentina antes de la denominada Conquista del Desierto. En el Pueblo Nación Ranquel se encuentra 2 comunidades, ubicadas a 178 kms de la capital de la provincia. Ezequiel Yanco ingresa en una de las comunidades. Lo particular es que solo refleja la vida de los niños que habitan ahí. Esos niños ven como los más grandes tienen como obsesión cazar a un puma que acecha a la comunidad, que aparece por las noches a comerse las ovejas. Solo Uriel parece no estar interesado. Aunque convive con los demás niños en dicha práctica, el parece reflexionar sobre lo que debería hacer el animal. Encuentra en el puma una interesante metáfora sobre si mismo y lo que significa tener que estar escondido en tierras que le pertenecían. La película resulta también un relato coral, ya que no solo es la historia de Uriel, sino de diversos niños que tienen diferentes intereses. El director no recurre a algo artificial para reflejar la vida de estos niños. Solo los sigue con la cámara en su día a día, respetando sus rutinas. Así los vemos en la escuela, jugando en una casa abandonada y recorriendo los grandes descampados, solo con el sonido de sus voces y la naturaleza. Vemos como lo ancestral convive con lo contemporáneo, como se restituyen las costumbres antiguas de los ranqueles y el progresivo ingreso de las nuevas tecnologías en la comunidad (Escuchar música en mp3 y la utilización de la netbook en la escuela). A la vez que intenta que resurjan sus raíces perdidas. Encontrando en el relato ejemplos claros de que ellos son visto como extranjeros en sus tierras con un interesante paralelismo entre los dos idiomas que se enseñan en la escuela, el originario y el inglés. “La Vida en Común” es un producto noble y sincero, que no recurre a maniqueismos. Que cuenta, a través de ojos de niños, la historia de una población ubicada en un lugar inhóspito, lejano y desértico. Una película sobre una realidad distinta, que se encuentra escondida, como el puma se esconde en la montaña. Puntaje: 90. *Crítica hecha durante el BAFICI 2019
Estás mojada, ya no te quiero. Crítica de “Día de Lluvia en Nueva York” de Woody Allen. Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja enamorada de universitarios que se dispone a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. El lluvioso fin de semana estará plagado de encuentros, desencuentros y equívocos. Por Bruno Calabrese Con una narración en paralelo de las dos historias (Ashley y Gatsby se separan por unas horas y tiene cada uno encuentros fortuitos que ponen en riesgo su frágil relación amorosa), el cineasta refiere la rápida transformación del joven bohemio, adicto a los juegos de azar, la música y el cine de autor, en un hombre escarmentado y sentimentalmente maduro, lo cual tiene efectos sobre su atolondrada novia de ocasión. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Shreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también conocerá a una joven, Chan (Selena Gómez), que le ayudará a poner en orden sus sentimientos. Un Nueva York luminoso y azotado por la lluvia es el fondo que el veterano cinematógrafo Vittorio Storaro realza con maestría. Una obra lúdica, alejada de intensos dramas realistas como “Blue Jasmine” o “Wonder Wheel“, pero también de la liviandad de títulos como “Vicky Cristina Barcelona”. A través del personaje de Gatsby Welles, un dandy despreocupado y rico, Allen elabora su autorretrato como artista joven enamorado de Manhattan, el jazz y la comedia fílmica de los años 50, los clásicos literarios y mujeres tan cándidas y entrañables como la joven Ashley, o tan sensuales y avispadas como Chan, el personaje que interpreta Selena Gómez. Gatsby quiere mostrarle a su novia la melancólica retro Manhattan que ama. Un joven que está luchando para siempre con el cumplimiento de las expectativas familiares y que trata de eludir todo contacto con ese mundo snobista con el que su madre pretende que se relacione. Aunque en todas sus películas siempre tiene un magnetismo especial, Chalamet es el menos convincente de los personajes principales, que igualmente nos entregará el momento más destacado en ese monólogo deslumbrante de su madre, interpretada por Cherry Jones, donde descubrirá un lado oculto de ella, clave para decidir sobre su futuro. Elle Fanning es quien nos hipnotizará con su carisma especial, una mezcla entrañable de joven que quiere mostrarse como autosuficiente, pero cuyas limitaciones saltan a la vista. Un personaje estereotipado, que provocará polémicas en el contexto actual pero que funciona perfecto para el tono cómico de la película. Wooddy Allen no se caracteriza por mantenerse al día con los contextos sociales actuales o con los discursos progresistas, y es difícil que haga películas diferentes a las que él inventó. Pero aunque “Un día lluvioso en Nueva York” no es la mejor película de Allen, nos sigue regalando frases ácidas que sólo él podría escribir, y su sello inconfundible como narrador de historias todavía lo ubican un escalón arriba de los demás directores. Una comedia romántica nostálgica, agridulce y con encanto, en una ciudad pasada por agua que, como Woody, no pierde su magia ni en los días más oscuros. Puntaje: 80/100.
Western andino con códigos militares. Crítica de “Desertor” de Pablo Brusa. Rafael Márquez se está formando como médico militar en un regimiento de montaña. Carga con la deshonra de tener un padre desertor del ejército, pero logra sobrellevar su carrera dignamente. La llegada al regimiento del legendario coronel Santos, amigo de su padre, y la aparición de una misteriosa mochila, avivan los fantasmas de Rafael. Santos le confiesa que su padre nunca desertó sino que fue asesinado por un viejo ermitaño que vive en medio de la cordillera. La noticia lanzará al joven soldado a una intensa búsqueda de su verdadera historia. El paisaje mendocino de Uspallata es testigo de una historia de venganza y traiciones. La fotografía del cordón cordillerano le da un marco maravilloso, que recuerda a films neo-western como “Sin Nada que Perder” de Mackenzie Davis o “Los Tres Entierros de Melquíades Estrada” de Tommy Lee Jones. El director aprovecha el paisaje natural, con cuevas y estructuras rocosas, para construir un relato atractivo desde lo visual y potente dentro de lo narrativo. La carga dramática está a cargo del debutante Santiago Racca, mendocino e integrante del grupo teatral “Fuerza Bruta”, en el papel del cabo Marquez, quien lleva encima el estigma de su padre, declarado desertor del ejército tras desapareccer sin dejar rastro. Acostumbrado a arriesgar su cuerpo en el grupo teatral al que pertenece, acá también lo veremos en escenas de riesgo creibles. Pero sorprende en la composición de un papel lleno de matices, que va cambiando su personalidad a medida que transcurre la historia y la verdad empieza a salir a la luz. Una transformación que es funcional a un relato plagado de idas y vueltas, extraños personajes espirituales y brujerías. Aunque aparece tarde en la película, también es para destacar el papel de Fanego como Pascual Urbe, un hombre recluido en su rancho y alejado de la sociedad. Un personaje muy atractivo que guarda un enigma que de a poco se irá revelando en la película. La música es otro de los grandes protagonistas: Guitarras acústicas, violines que levantan el tono en los momentos de tensión le imprimen el coctel ideal a la travesía del Cabo Marquez a través del paisaje andino de Mendoza. “Desertor” es un novedoso film, un western moderno que combina ritos paganos, traiciones, venganza y personajes ermitaños, enfrentados a las ataduras de la sociedad y a los severos códigos militares. Un relato sobre la hombría con una sobria puesta en escena en la construcción del espacio en el que dirimirán sus diferencias, una tierra yerma atravesada por distintas tensiones históricas y étnicas. Un thriller con toques de acción y suspenso que explora a un grupo de personajes enfrentados por problemas personales pero que se hace espacio para reflexionar sobre la conflictiva historia de un lugar atravesado por la violencia y la expropiación de tierras. Puntaje: 70/100. Share this... Share on FacebookTweet about this on Twitter Uncategorized Editar"Western andino con códigos militares. Crítica de “Desertor” de Pablo Brusa." Puede que también de guste Mujer Medicina 30 octubre, 2019 Julian Esteban
Mujeres al borde de un ataque de cyborgs. Crítica de “Terminator: Destino Oculto” de Tim Allen La irrupción de “The Terminator” en 1984 marcó un hito dentro del cine de acción y ciencia-ficción. La historia sobre un ciborg asesino (el T-800) que venía del futuro para matar a una mujer, Sarah Connor, quien sería la madre de un hombre que encabezaría la rebelión de los humanos contra el dominio de las máquinas en el futuro, no solo fue un simple lleno de efectos y suspenso. También marcó la aparición de una heroina que, junto a la célebre Ripley de la saga “Alien”, quedará en la memoria del cine para siempre. El éxito de la misma hizo necesaria la aparición de una secuela, “Terminator 2: el Juicio Final”, la cual vió luz en el año 1991. Nuevamente el personaje de la heroina aparecía en acción, pero esta vez para defender la vida de su hijo John Connor, ya adolescente y volcado a la delincuencia, mientras ella se encontraba internada en un neuropsiquiátrico del que luego escapará. Esta última, a su vez, hizo escuela en el cine de acción por la espectacularidad de sus escenas y la magia de los efectos especiales. Para los que éramos adolescentes, la saga nos quedó marcada a fuego. Pero toda esa magía construida por el binomio de películas dirigidas por James Cameron quedó desdibujada por las que precedieron (“Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas”, “Terminator: La Salvación” y “Terminator. Génesis”). Estas solo eran un compendio de divagues argumentales sin sentido con buenas escenas de acción y nada más, más allá de contar con reconocidos actores como Emilia Clarke y Cristian Bale. Todas contaban con la presencia de algún personaje femenino fuerte, pero ninguna pudo reemplazar al legendario personaje interpretado por Linda Hamilton. Su composición de una mujer que deberá luchar contra un hombre violento, sin sentimientos en la primera; a quien nadie cree sobre los hechos de violencia acontecidos y es encerrada en un neuropsiquiátrico en la segunda, la convirtieron en un referente importante dentro de los personajes femeninos del cine. Por eso la vuelta de Sarah Connor era la esperanza de un resurgimiento o, en su defecto, un cierre digno para la saga “Terminator”. La historia nos sitúa apenás terminada la segunda película, Sarah Connor se encuentra descansando con su hijo John en unas paradisíacas playas del caribe. La tranquilidad que les da el saber que la rebelión de las máquinas no se podrá llevar a cabo por la destrucción de Skynet, se ve interrumpida por la aparición de un T-800 (interpretado nuevamente por Arnold Scharzenegger), que matará al joven hijo de Sarah. Esto provoca un giro de 180° grados en la historia y le abre el juego al director a desarrollar una nueva perspectiva a la saga. Luego de la muerte de John, volvemos a 2019, en una ciudad de México, donde aparecen un híbrido, mezcla de ciborg y humano llamado Grace (interpretado por la ascendente Mackenzie Davis) y un nuevo terminator líquido que vendrá a matar a una joven méxicana, Daniela Ramos (a cargo de Natalia Reyes, a quien hace poco vimos en la maravillosa “Pájaros de Verano). Poco sabemos porque ella es la perseguida, pero la acción comienza al instante con una escena de persecución que rinde homenaje a “Terminator 2”. Hasta ahí la misma temática que todas las anteriores películas de la saga, pero la pregunta es ¿Qué papel juega o jugará Sarah Connor en todo esto?. La heroina aparecerá para salvar a ambas, cuando estén al borde de la muerte a manos del ciborg líquido. Ella recibe mensajes encriptados de algún lugar que le avisan sobre la presencia de ciborgs que vienen del futuro. Ante la muerte de su hijo, su función en esta nueva vida es estar alerta a la llegada de los robots. Debido a los hechos de Terminator 2 y teniendo en cuenta que Skynet no existe más, nos queda preguntarnos ¿Porqué mandaron a alguien del futuro para matar a la joven mexicana?. Resulta que esta vez no son robots los que se revelan, es una IA (Inteligencia Artificial) que se apoderará de todos los recursos, controlará las máquinas para que persigan a los humanos pero a la vez provocará una guerra de pobres contra pobres por los pocos recursos que quedan, lo que hará imposible una rebelión de los humanos. Hasta que aparecerá Dani Ramos con un discurso de unión de fuerzas que propiciará la rebelión de los humanos. Esta vez no es un hombre quien encabezará la revolución, será una mujer y son dos mujeres quienes deberán proteger a la joven revolucionaria de las garras del ciborg líquido asesino. Con las tres mujeres como protagonistas principal, queda solo saber como será la aparición de Arnold Shwarzenegger como el T-800. La realidad es que su rol queda en un segundo plano, y su aparición se da pasada más de la mitad de la película. Será quien le envíe mensajes a Sarah, a través de una conexión que no queda muy clara. El ciborg vive en el medio del campo, con una mujer, con quien estableció un vínculo de pareja y padrastro. Ahora se dedica a colocar cortinas (muy graciosa la la escena donde explica que elegir para decorar la habitación de un hijo), adaptándose a vivir entre humanos de manera familiar. A pesar de resultar un elemento clave en la batalla final y brindar algunos momentos de humor, el protagonismo del mítico personaje de la saga queda opacado por la aparición de Sarah y de Grace. “Terminator. Destino oculto” no está a la altura de las primeras 2 (le falta más acción y la lucha final no tiene la emoción necesaria), pero es ampliamente mejor que las otras tres películas de la saga. También se disfruta por la vuelta de Linda Hamilton en un digno y merecido homenaje a una de las grandes heroínas del cine de los 80. Tiene un mensaje claro que se adapta al contexto actual: El apocalipsis no será generado por una matanza de las máquinas de la raza humana, sino que se generará por una lucha de pobres contra pobres por sobrevivir (cualquier semejanza con la actualidad es mera coincidencia). Y esta vez no será un hombre la esperanza para la humanidad; será una mujer la que encabezará la revolución y se logrará gracias a la unión de las fuerzas femeninas, que harán todo por salvarla del ataque del cyborg asesino. Puntaje: 75/100.
Madurar en el dolor. Crítica de “Amanda” de Mikhaël Hers.InicioUncategorizedMadurar en el dolor. Crítica de “Amanda” de Mikhaël Hers. 29 octubre, 2019 Bruno Calabrese Una película que comienza como una alegre comedia francesa para transformarse en un drama profundo y realista sobre el proceso de duelo en los vínculos familiares. Por Bruno Calabrese. David, interpretado perfectamente por Vicent Lacoste, es un joven agradable que regentea apartamentos y es podador voluntario de los árboles de la ciudad. Su vida sería la de un solitario sino fuera por su hermana Sandrine (Ophelia Kolb), una madre soltera con una hija de siete años, la dulce y tierna Amanda, maravillosamente interpretada por Isaure Multrier. Un día, Léna (Stacy Martin) entra en la vida de David, y comienza un coqueteo cursi entre ambos reflejado con una tonta escena donde él le presta un bolígrafo arrojándolo desde su apartamento a través de la ventana. Mientras tanto Sandrine saca entradas para él y su hermano para ver el tenis en Wimbledon en Londres. La única pista de que la vida no es fácil llega cuando se revela que su madre inglesa se ha puesto en contacto por primera vez en 20 años, y David insiste en que no quiere verla. Todo lo endulzado de ese acto de apertura, que nos deja en una zona de confort propia de las comedias románticas, se transforma en una historia triste y realista cuando un acto de terrorismo cambia la vida de los protagonistas para siempre. Sandrine no sobrevive al ataque y el tono cambia cuando vemos a David tratando de sobrellevar las secuelas. Pero el director evita el discurso victimario y estigmatizante para volcarse a los procesos por los que tienen que pasar las familias de las víctimas del terrorismo, desde las realidades burocráticas hasta el efecto psicológico que tiene en todas las partes. El enfoque de la película cambia a Amanda y su relación con David, cuyo vínculo era tierno en un principio, a pesar de sus carencias. Un vínculo establecido desde la primera escena, en la que David lucha para recoger a una paciente Amanda de la escuela. Gracias la excelente interpretación de Lacoste, el film funciona como un estudio del proceso que debe afrontar David, las responsabilidades sobre Amanda, el madurar de repente, trazando las etapas de su crecimiento acelerado junto con el curso de su dolor. La película observa mini dramas trascendentales en las partes más mundanas de la resolución de una vida perdida: cuándo sacar el cepillo de dientes del lavabo del baño, por ejemplo, o cómo dar la noticia a los conocidos cuando preguntan por los muertos. Todo la mochila emotiva que debe cargar David cae sobre él en una escena notable, cuando no puede contener el llanto en una plataforma de tren abarrotada de gente; pero las responsabilidades a partir de ahora son más fuerte y en un corte abrupto, lo veremos recuperado, continuando con sus actividades diarias. Más allá de la maravillosa interpretación de Lacoste, es Amanda la que sorprende con su madurez para comprender a su tío, conciente de que todo lo que está pasando no es fácil para David. Por eso la niña, en otro súblime momento de la película, cuando la depresión se apodera de ella, le expresa a David que no quiere quedarse en lo de su tía (el otro familiar cercano), que se quiere quedar con él. Pero entendiendo que el joven se iba a juntar con unos amigos a tomar algo, hace de tripas corazón, contiene su angustia y solo se limita a darle un abrazo y desearle que la pase bien con sus amigos. En esa sencillez de esas escenas, la película encuentra una impronta especial, donde el espectador podrá sentir cercanias con las diferentes situaciónes. Pequeños momentos de la vida de ellos cargados de significación, donde cada diálogo y cada instante tiene una razón de ser. “Amanda” es una historia emotiva sobre las traumáticas consecuencias de las víctimas del los atentados, pero que se puede aplicar a cualquier pérdida inesperada. Un film sobre vínculos familiares, sobre el peso de las responsabilidades, cuya característica más notable es que todo se da en el marco de un tono ligero y simple; evitando la postura y la intención agresiva que suele darse en las películas sobre atentados terroristas. Puntaje: 85/100.
El Exilio de los Ideales. Crítica de “Exilio en África” de Ernesto Aguilar y Marcela SuppicichI A finales de la década del ’70, en lo más álgido de la dictadura cívico-militar argentina, un grupo de más de 60 argentinos que se encontraban exiliados en diferentes países de Europa abandonaron nuevamente su lugar de residencia para partir con sus familias a instalarse en Mozambique, una ex colonia portuguesa recientemente independizada y sumida en una terrible guerra civil. Por Bruno Calabrese. El objetivo de estos ciudadanos argentinos era trabajar como cooperantes en la construcción del Estado Socialista que impulsaba el líder africano Samora Machel contra la injerencia del gobierno racista sudafricano de entonces. Todos esos sueños de transformación en Argentinaquedaron truncos por la sangrienta dictadura cívico-militar argentina, pero ellos encontraron en el Estado africano el espacio propicio para llevarlos a cabo. La escasez de recursos básicos, como el agua y alimentos, obligaron a todo el pueblo a un proceso de reorganización que le permita a Mozambique ser un estado soberano e independiente. Gracias al liderazgo de Samora y la labor de los cooperantes argentinos, dicho proceso tuvo sus frutos, aunque la guerra civil y la presión . La película se centra en los sentimientos de los exiliados que, con el dolor que genera estar fuera de su país, encontraron en Mozambique una pequeña luz de esperanza espacio para sentar las bases que sirva para redireccionar el rumbo de la política mundial neoliberalista que avanzaba a pasos agigantados. La impotencia que genera estar afuera de todo y no poder hacer nada, obligaron a muchas personas buscar otras vías para poder llevar a cabo sus sueños de transformación de la sociedad. Gracias a los testimonios de Carmen Báez, Rodolfo Báez, Rosana Colombo, Ana Gutreiman, Marta Lucas, Martin Rall, Domingo Suppa, Oscar Viñas, Miguel Yanson, entre otros, el documental es un relato que expone los deseos, muchas veces utópicos, de personas que no pudieron llevarlos en su país natal pero encontraron otro lugar de pertenencia. El documental permite interpretar la gestualidad de cada uno de los protagonistas para notar sus sensaciones. El director es inteligente al retratar esos rostros, utilizando muy bien esa modalidad, en sintonía con un montaje interesante de las imágenes de archivo con los relatos. Las expresiones al contar como fue ese proceso de organización del estado africano, reflejan sentimientos profundos. Rostros de felicidad, de esperanza cuando ellos relatan sus primeros años en Mozambique, los mismos que se ven con la vuelta de la democracia en Argentina. Muy distintos son cuando cuentan el desarraigo que sintieron al estar fuera del país, o cuando cuentan con nostalgia la situación de Mozambique, luego de la muerte de su lider en 1986. “Exilio en África” es un relato desconocido dentro de todas las historias que giran alrededor des los oscuros años de la dictadura argentina de los 70. Una historia de sueños, de desarraigo y de luchas por construir una sociedad igualitaria y con justicia social. Una muestra de un grupo de personas que no renunciaron a sus ideales, aún en la tristeza del exilio. Puntaje: 75/100.
Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis Zombie. Crítica de “Zombieland: Double Tap” de Ruben Fleischer.I El éxito de la primer “Zombieland” fue tal que muchos la han llegado a catalogar como una película de culto dentro de género comedia de zombies. Si hacer una secuela de una película exitosa ya es un riesgo bastante difícil, mucho más lo es cuando se trata de un clásico. Afortunadamente la película es tan buena como la original y, aunque la espera ha sido larga, la reunión de Columbus, Tallahassee, Wichita y Little Rock, llega en el momento adecuado y los resultados son satisfactorios. Por Bruno Calabrese. Diez años después de la primera película, “Zombieland: Double Tap” encuentra al cuarteto original viviendo en la Casa Blanca. Todos están más grandes, y las relaciones cambiaron. Columbus (Jessie Eisenberg) vive un noviazgo-matrimonio con Wichita (Emma Stone) y Tallahassee (Woody Harrelson) una especie de paternidad con la ya adolescente mayor Little Rock (Abigail Breslin), pero el cambio está a la vuelta de la esquina. Columbus y Tallahassee se encuentran abandonados cuando Wichita y Little Rock deciden repentinamente escaparse, para experimentar nuevas experiencias. Los chicos se topan con Madison, interpretada por Zoey Deutch, en un centro comercial, y la pareja rápidamente se convierte en un trío, algo de lo que Tallahassee no está exactamente encantado. No mucho tiempo después, Wichita está de vuelta. Ella les dice a los muchachos que Little Rock la ha abandonado, que ha conocido a un hippie llamado Berkeley, interpretado por Avan Jogia, y se dirigen a una nueva área, supuestamente segura y libre de zombis. También hay una nueva raza de zombies que ha evolucionado para ser más fuerte y más rápida que las originales. Entonces, los cuatro están en el camino nuevamente tratando de rescatar a la pareja. Naturalmente, las cosas no saldrán como esperaba y todo se complicará. Una vez más, el elenco original funciona a la perfección. Cada uno de ellos cumple su rol y la química entre ellos resulta sumamente entretenida, pero la novedad es la acertada incorporación de Zoey Deutch. Su actuación como Madison vale la pena el precio de la entrada por sí solo. Interpretando a un personaje que en un principio parece que va a ser increíblemente molesto y termina siendo irresistiblemente genial. Es el rendimiento de Deutch lo que despierta las mejores escenas de risa de la película. La química que logra con el elenco original es perfecta, lo que potencia el humor con respecto a la primera. También se unen al elenco Rosario Dawson, Luke Wilson y Thomas Middleditch, quienes aportan algo a la mezcla como los respectivos dobles de Wichita, Tallahassee y Columbus, incluido un agradable giro. Referencias a otras películas de zombies hay muchisimas y muy divertidas. El comic de “The Walking Dead”, con opinión de Columnus incluida, la famosa torre del clásico “Land of the Dead” de George A. Romero, con la diferencia que aquella se encontraba habitada ricos, esta es habitada por los hippies que la llaman Torre de Babylon. El fantasma de Elvis Presley vueve a estar presente en toda la película (el plano secuencia en el hotel-museo de Elvis, de Columbus y Tallahassee peleando contra dos zombies es maravilloso), así como clásicos del rockanroll como “Free bird” de Lynyrd Skynyrd. Sumado a la enérgica “Master of Puppets” de Metallica que suena en los créditos (en la original sonaba “From Whom To Bell Tolls” de la mítica banda trash metal) y algunas canciones de Bob Dylan y Bob Marley componen la banda sonora ideal. “Zombieland: Double Tap” es una secuela más que digna y pieza complementaria de la película original. Un film que nos hizo dar cuenta de lo mucho que extrañábamos a este cuarteto, cuya química está intacta; que los diez años, una carrera de éxitos (con nominaciones al Óscar incluidas) no les pesaron a la hora de dejar los egos de lado para volver a juntarse. Una película cuyo acto final ofrece, al igual que la primera, otra batalla de zombis que impresiona por su originalidad. Con una cuota de humor nueva y fresca, gracias al aporte de Zoey Deutch y su personaje, Madison. Un film que, si bien no logra el estatus clásico por derecho propio, le hace justicia a la película original. PD: Hay una genial escena post-crédito que está conectada con la película original divertidísima. Puntaje: 80/100.
La Codicia y la Necesidad. Crítica de “El Rocio” de Emiliano Grieco. Sara vive junto a su pequeña hija Olivia en una zona rural de Entre Ríos, al lado de unos campos de soja, y trabaja en una granja cercana. La niña comienza a presentar problemas de salud debido a los pesticidas usados en los campos, y el médico del pueblo le sugiere ir a Buenos Aires para que le haga unos estudios. Sara va a los campos a quejarse, pero la ignoran; intenta hacer una denuncia policial y no se la toman. Para pagarse el viaje, accede a llevar unas drogas a la ciudad. Por Bruno Calabrese. Cada año en el mundo se intoxican cerca de 3 millones de personas por el uso de agrotóxicos. Mueren más de 220 mil por año. Esto significa 660 muertes por día, 25 muertes por hora. El programa de vigilancia epidemiológica de los Ministerios de Salud y la Organización Panamericana de la Salud en 7 países de Centro América, estima que cada año, 400.000 personas se intoxican por plaguicidas. Naciones Unidas considera que la tasa de intoxicaciones en los países del Sur podría ser unas 13 veces mayor que en los países industrializados, por lo cual declaró a los plaguicidas como uno de los mayores problemas en el ámbito mundial. Para 1991 se calculaba que 25 millones de trabajadores agrícolas sufrirían un episodio de intoxicación por plaguicidas y que éstos serían responsables de 437.000 casos de cáncer y de 400.000 muertes involuntarias. La película de Emiliano Grieco pone sobre el tapete el tema, pero no se queda en los números y estadísitcas. Rocio vive en el medio del campo, sola con su hijo, en una zona de alta exposición a los agrotóxicos. La belleza del lugar contrasta con el veneno que corre en el aire y las condiciones de precariedad en la que viven ambos. El director lo retrata de manera eficiente, con tomas de cortinas que se corren con el viento y un rocio que se ve en el reflejo del sol que entra por la ventana. Luego de eso, la niña, sola en la cama, respirando el aire infectado. Preámbulo perfecto de lo que se vendrá: tos seca, zarpullido por todo el cuerpo y un doctor (Tomás Fonzi) que le recomienda a Sara que vaya a Buenos Aires a tratar a su hija porque en ese lugar no le pueden hacer los estudios correspondientes. Pero le advierte que no le puede hacer un informe sobre el cuadro para derivarla por miedo a represálias. Las condiciones económicas de Sara no le permiten costear el viaje, por lo cual deberá acudir a un extraño dealer que le pagará para traficar droga a la gran ciudad. Más allá de la denuncia por el uso de glifosato, la película plantea las maneras diferentes que pueden conducir a una persona a cometer un ilícito o traspasar el límite de la legalidad. Mientras los terratenientes rurales contaminan los campos para conseguir mayores cosechas de soja, Sara debe haccerlo por una cuestión de necesidad. Su hija requiere un tratamiento, que la precariedad del sistema de salud del lugar donde ella vive no puede brindarle. Por eso se ve obligada a meterse en el submundo del tráfico de drogas, poniendo en riesgo, no solo su vida, sino de quienes viven junto a ella. En la película la moneda corriente es el dólar (todos los negocios que lleva a cabo Sara se llevan a cabo bajo esa modalidad), de esta manera se pone en igualdad de condiciones ambos ilícitos, el de la droga y la producción de soja con productos que están prohíbidos en la mayoria de los países, pero que acá aún es utilizado pero también la peligrosidad de ambas formas de proceder. La desesperación silenciosa de Sara es interpretada por Daiana Provenzano, quien se luce como una madre arrolladora y fuerte. Quien no baja los brazos, ni se calla ante cada injusticias que sucede a su alrededor. Con sus armas, muchas veces en las sombras y sola, con su hija a cuestas casi siempre. Haciendo frente al dueño del campo que envenena a la gente del pueblo y plantándose frente al dealer. Con pocas palabras se carga con el peso dramático de la película. Tomás Fonzi es el otro protagonista que se destaca, interpretando al típico doctor de campo, atado de manos por los poderosos del pueblo, que le cierran todos los canales de denuncia, y cuando lo logra hacer es transferido. “El Rocio” es una muestra de las dos caras de la moneda. Una, la de la codicia de los empresarios agrarios, capaces de envenenar a sus tierras y sus vecinos en pos de producir más, sin escuchar las advertencias ni las denuncias. La otra, la cara de la necesidad y de la desesperación. La de una mujer que se expondrá a situaciones riesgosas, víctima de la desidia y la precariedad en la que está sumergida por culpa de otros. Puntaje: 75/100.
El Abuso de Poder y sus consecuencias. Crítica de “Los Hipócritas” de Santiago Sgarlatta y Carlos Ignacio Trioni. 16 octubre, 2019 Bruno Calabrese La película nos cuenta la historia de Nicolás (Santiago Zapata), un joven camarógrafo que trabaja filmando bodas, actividad que lo frustra profesionalmente. En medio de una importante fiesta de casamiento de la hija de un ministro, graba accidentalmente una situación comprometedora entre Martina (Camila Murias), la novia, y su hermano, Esteban (Ramiro Méndez Roy). Al descubrir lo que tiene entre manos, verá la oportunidad ideal para utilizar dicho secreto con el objetivo de chantajear a los involucrados y de esa forma finalmente librarse de ese universo laboral que lo hastía. Sin embargo, desconoce que su plan pone en peligro incluso a su propia vida. Nicolás está cansado de trabajar bajo el ala de un entusiasta jefe, que realiza su trabajo con pasión. En el medio, está un proyecto cinematográfico frustrado. Es una especie de Jack, personaje interpretado por Edward Norton, en “Fight Club”. Así como este último crea su alter ego en Tyler Durden para provocar una revolución a nivel global, Nicolás ve en esa filmación la oportunidad de que los poderosos no se salgan siempre con la suya. En paralelo con la historia de Nicolás aparece la de Esteban, a quien lo han nombrado jefe de campaña del padre. Todos en el casamiento esperan la presencia de un tal Novillo, una persona que le daría un espaldarazo importante al candidato de cara a las elecciones. Esto retroalimenta la incertidumbre del hermano de la novia. La confrontación de clases se hace presente en todo momento. En el maltrato que sufre Nicolás por parte de la madre del novio, así como en las negociaciones con el hermano de la novia. El único punto de unión entre las clases es en el momento en que aparece la marihuana como protagonista, después todo es conflicto permanente. A la hora de generar los ambientes los directores sacan provecho de las elecciones cromáticas y los encuadres, generando una dualidad interesante entre el clima de tensión con el de fiesta. La construcción de los personajes es otro de los puntos a destacar. Con simples párrafos y gestos uno puede sacar el perfil de cada uno de ellos. Es por eso que la película logra que uno de los momentos más tensos sea construido previamente con solo un par de minutos cuando aparece en escena el chófer del ministro, uno de los mejores personajes. Nicolás tendrá un encuentro clave con el sobre el final de la película, en una de las mejores escenas de la película, que derivará en un sorpresivo desenlace. “Los Hipócritas” es una experiencia gratificante para el espectador, plena de suspenso y tensión. Una historia simple que dice mucho y abarca diferentes temáticas. Marcada por un desarrollo narrativo inteligente, que combina desconfianzas y diferencias entre miembros de clases sociales diferentes. Puntaje: 90/100.