Una animación dedicada a los más chiquitos que la pasaran bien con lo que se denomina “chistes de baño”, con un inodoro gigante incluido. Acción bien dosificada y una anécdota donde un perro pequeño se presenta como samurái para defender un pueblo de gatos en peligro. Nadie lo quiere ni siquiera un retirado samurái, con peso de más y resignación al que se presenta para pedir entrenamiento. En realidad se trata de una versión libre de la comedia de Mel Brooks “Blazing Saddles” (Locuras en el Oeste). Para el público infantil el recuerdo será para Kung Fu Panda, un sector del público donde la familiaridad seguro resulta a favor y aquí tienen la diversión garantizada. Para los adultos no faltaran las bromas en torno a “Amor sin barreras”, “Mamma Mia” y “Cats”, y a los lugares comunes en este tipo de films. Sin las voces famosas esta entrega es una buena salida para la familia donde nadie se aburrirá, y los gatos y perros aprenderán que es mejor vivir pacíficamente, luego de romper todo lo que estaba a su paso.
Adrian Suar debuta como director en una comedia que protagoniza, muy bien acompañado por actrices excepcionales y con un tema conmovedor. La inserción en la sociedad de alguien que paso años en una internación psiquiátrica no es un tema fácil de encarar desde el humor o los mecanismos que exige la comedia, pero en el libro de Javier Gross (el mismo nombre de un personaje de Pablo Solarz en “Juntos para siempre”, pseudónimo del guionista y director) se evaden los escollos. Con mucha eficacia aparecen las inseguridades, la ternura, la conciencia de lo que debe evitar la protagonista femenina, y el humor fluye sin equivocar nunca el camino. Junto a ella los roles fundamentales que juegan su ex marido y su hija. Pilar Gamboa es una actriz que maneja como nadie la intensidad, la ferocidad y la gracia para un protagónico difícil de imaginar con otra intérprete. La dirección de Suar acierta con la contención de cada personaje, Gamboa como Pichu Straneo están en la medida justo del humor, hermanados con la gracia, la vulnerabilidad, lejos del ridículo y la conmiseración. Lo mismo ocurre con la relación de la hija, muy bien jugado el rol por Rocío Hernández. La mirada justa hacia los que suponemos que somos “normales” porque nuestra locura no salió del carril. Como actor Adrian sabe exactamente que cuerda tocar y el timming que exige el género. No es un film para reírse a carcajadas, pero si para entretenerse con una sonrisa constante. En los papeles secundarios se lucen Elisa Carricajo, Jorge Suarez y Campi.
El tema de la ceguera considerada como falta de entendimiento, como indiferencia, como impedimento. Para Graciela de Luca es mostrar una historia de esfuerzos, trabajos, tesón pero por sobre todo una relación de amor que convoca sin prejuicios a la ternura de dos seres que soñaron un futuro mejor que no pudo ser. Para Natalia y Daniel las confesiones fueron fáciles, el origen de sus problemas con la vista, como lo afrontaron con la ayuda de sus familias, las prácticas del deporte, la inserción en la sociedad, la indiferencia de muchos, los logros, el arte. Ese encuentro que fue seguido de convivencia y de planes para formar una familia. A través de sus testimonios vemos como son las clases para no videntes, las prácticas de deportes y artísticas, los procesos de aprendizaje. Una manera de abrir cabezas sobre temas tabú, que preferimos ignorar. Un trabajo conmovedor.
Con el subtítulo “voces del exilio”, la directora Silvia Florio aborda los testimonios de los que tuvieron que emigrar, fundamentalmente instalados en Madrid. Algunos tuvieron que huir con lo puesto, perseguidos por una militancia o por sus ideas condenadas en los años de plomo. Cada uno, de manera tan sincera como conmovedora cuenta porque se quedaron, si intentaron volver y luego regresaron, y también están los hijos, los que se criaron sin familia, con mucho silencio por años de parte de sus padres. Cada destino es singular, interesante y enternecedor. Pero además en ese libro que escribió Andres Habegger y la directora se instala la poesía, un poema que recita Hector Alterio en su último espectáculo, que se llama “Qué lástima” y pertenece a León Felipe. Esa inspiración de otro desarraigo que define este, con la fuerza intacta del dolor.
Cristian Pauls realiza un documental curioso y fascinante. Reconstruye, sigue el rastro de un trabajo realizado por Gustav Emil Haegel en l920 por el Chaco Formoseño y su población originaria, los Pilagá. Cien años después contrata a una antropóloga, Anne Gustavsson que lo acompaña en esta travesía, le consigue el diario de Haegel que es leído en sueco, y transita, quizás con el mismo extrañamiento, ese recorrido. Y aunque el mismo reflexiona que es tan lejano ese territorio para su experiencia, como fue para los suecos, las intenciones son otras. Primero el rescata de la lengua de los pilagá y luego encontrar a los descendientes que fueron filmados, para dar lugar a los recuerdos, con una mirada actual. Pero también se evidencia esa atracción del viaje, de la exploración y el descubrimiento, de interés a lo desconocido que tiene el mismo impulso ayer y hoy. Pero por sobre todo evidenciar que ya cien años atrás existía el germen del maltrato y el desalojo para ese castigado pueblo originario que vivía en comunión con la naturaleza y era generoso con los extraños.
Esa una mirada crítica y delirante de nuestro mundo globalizado. Un posteo del presidente de EEUU suspendiendo toda relación comercial con China y poniendo al país y sus habitantes como objeto del mayor odio, puede tener consecuencias catastróficas y otras secundarias, dolorosamente cómicas o absolutamente frenéticas y descontroladas. Los resultados económicos y la caída de los valores desencadenan que un especialista entrevistado en la tele sea amenazado en vivo por un familiar transformado en un hombre-bomba o que un psiquiatra más preocupado por su dinero que los pericias que le pide un juzgado, enrede a un paciente peligroso con un cineasta en busca de una locación. En este film escrito y dirigido por Luis Salinas, con un elenco de lujo y una coproducción uruguaya, argentina y mexicana, los equívocos se multiplican a escalas impensadas y el ritmo humorístico se mantiene constante y gracioso. Tiene a actores tan famosos como Daniel Hendler, Luis Ziembroski, Rafael Spregelburd, Marcelo Subiotto , Verónica LLinas, Marina Bellatti, por solo nombrar a los más conocidos en nuestro medio, que respetan el registro dramático al servicio de un guión que se retuerce en lo imaginativo y rimbombante.
Es una alocada comedia de acción, con un elenco de estrellas encabezado por Brad Pitt que brinda entretenimiento de acción frenética y banal con humor sangriento. La historia basada en la novela de Kotaro Isaka que hizo el guión con Zak Olkewicz transcurre a bordo del tren bala que va de Tokio a Kioto. Si bien en el enunciado se trata de una historia familiar, de destino y de buena o mala suerte, esos elementos con personajes que tocan una sola cuerda, solo sirven de soporte para los enredos constantes y la coreografía precisa de la acción, con efectos especiales que se salen de toda lógica sin molestar. Básicamente son asesinos a sueldo que coinciden en ese viaje, una banda que lidera Pitt para su lucimiento, no en vano el director es David Leitch (Deadpool 2) que solía ser el doble de riesgo del actor. Aquí con inspiración evidente en directores como Tarantino y Ritchie, se juntan dos hermanos temibles, una princesa con aspecto de colegiala, una experta en venenos, un temible exterminador mexicano, y la mafia china a pleno comandada por “la muerte Blanca”. Brad Pitt dirigido por su jefa combate su mala suerte y las enseñanzas new age que poco tienen que ver con su profesión, esta apodado como “Lady Bug”, para nosotros una vaquita de San Antonio. Un hombre que quiere sembrar la paz y riega todo con golpes, cadáveres y amenazas. Con muy buena factura técnica, famosos haciendo cameos, el elenco brilla con Joe King, Aaron Taylor Johnson, Michael Shannon, Hiroyuki Sanada y Sandra Bullock. Cine pochoclero para pasar un buen rato.
La protagonista de esta encantadora película es una viuda, desde hace dos años, jubilada como profesora, que se juramento no mentir y se propone conocer y sentir un orgasmo. Se arma de valentía y contrata a un trabajador sexual para encontrar el placer sexual que su marido, único hombre en su vida hasta ese momento, nunca le dio y al que ella gratificaba fingiendo satisfacción. Con este planteo tan delicado y tan tentador como para caer en cualquier exceso, la comediante Katy Brand escribió el guion especialmente, y dirigió Sophie Hyde, en una comedia dramática íntima y simpática. Entre esa mujer que se permite explorar y ese hombre profesional surgirá una comunicación vulnerable y profunda, una conexión y una complicidad. Emma Thompson es una actriz que posee todos los matices que van de la rigidez al descubrimiento, al empoderamiento, a la aceptación de su cuerpo sin retoques que finalmente muestra. Dary McCormack (Peaky Blinders) está perfecto en el dominio de la profesión del personaje, en la calidez de alguna confesión. Esos actores con una química tan especial hacen que la historia funcione sin caer en lugares comunes o melodramas. Filmada en Inglaterra, tiene en lo impersonal de una habitación de hotel la reafirmación de no necesitar una referencia histórica o de lugar precisa. Posee una estructura casi teatral y posiblemente se transforma en una obra futura.
Mas que horror es un film sobre fantasmas vengativos y cuestionamientos obvios en la relación de padres e hijos. Un film que marca el debut del director coreano Kim Kwang-Bin, que centra la fuente del miedo en un placard, la puerta de entrada a la desaparición de niños, el lugar donde entrar a un inframundo. El film se inspira abiertamente en muchas películas del género y no aporta mayores originalidades, es más, para explicar algunos argumentos, como las cuerdas espacio-temporales, uno de los personajes dice “como en el film Interestelar”. La historia muestra a un ejecutivo atribulado, reciente viudo, que se muda a una casa enorme y vieja junto a su hijita. La nena desconsolada con su pérdida, visitada por espíritus, primero cambiará su carácter y después pide irse con los fantasmas y ellos la toman. El padre desesperado hará todo por recuperarla, contratar a un joven exorcista con sus propios sangrientos recuerdos, pasearse por el infierno, y enfrentar todo tipo de apariciones. Con una gran producción, con buena fotografía, el nivel técnico es excelente, la duración un poco extensa y el entretenimiento, para los amantes del género, módico.
Es de esas producciones gratas de ver, con un conflicto previsible y una trama que tiene puntos de contacto con lo que sufrieron en la realidad los dos protagonistas: Liam Neeson y Micheál Richardson, padre e hijo en la ficción y en la vida. Pero en este film escrito y dirigido por James D´Arcy , también encontramos la inteligencia de correrse del melodrama, la inclusión de no poco humor, y esa sabiduría para la comedia dramática que Neeson maneja con maestría y muy medida gestualidad, tan lejos de sus producciones de acción. Un pintor famoso, que hace mucho que no presenta su producción, muy desconectado de la vida de su hijo, que necesita ejecutar una herencia que comparten. El hijo se acaba de separar y su ex amenaza con vender la galería que administra, que es su vida y desea adquirir. Con esa excusa de dinero urgente padre e hijo se dirigen a la Toscana para vender una villa cuasi abandonada. La circunstancia perfecta para convocar recuerdos de la madre muerta en un accidente, los secretos no revelados, la falta de contención y las facturas que acumula el tiempo. Mas un poco de romance. Un elenco bien elegido, no pocas escenas muy bien resueltas y otras obvias.