Con una fotografía sublime en blanco y negro -digna de ver en pantalla grande- Alfonso Cuarón nos regala una historia que es el reflejo de nuestro pasado, aquel que nos recuerda a nuestras niñeras de la infancia y lo que surge del más profundo amor. La mía y de mis hermanos –de nombre Lili- habría tenido la misma edad que la Cleo de Cuarón, aquí interpretada de manera extraordinaria por Yalitza Aparicio, quien surgió de un exhaustivo casting y que expresa más allá de las palabras. Aquellos momentos, los recuerdo tanto como este relato sincero e íntimo que construyó con paciencia este ganador del Oscar -quien rodó su anterior película hace ya 5 años, “Gravedad”- y que aborda unos de los temas más transversales del ser humano. Con diálogos precisos, ROMA (nombre de la colonia que dispara varias interpretaciones) contiene una de las frases más representativas de nuestro tiempo. “No importa lo que te digan, (las mujeres) siempre estamos solas”; y en ése devenir, una de las imágenes más significativas cuando un integrante de la familia se lleva las bibliotecas dejando una enorme cantidad de libros en el suelo, como si la sabiduría de los integrantes de esta familia, fueran ahora sostenidas por la fuerza de las mujeres. Eso es ROMA, posiblemente la próxima ganadora al Oscar por película extranjera. (Calificación: 9/10)
Los hermanos Foenkinos se unen en la dirección para adentrarse en el mundo femenino -como uno de ellos ya lo demostró y con creces en “La delicadeza”- del cual tienen un avezado conocimiento. Su interés radica en las oportunidades que le ofrece una mujer que ronda los cincuenta y que lidia con la inevitable transformación que sucede cuando se adentra en la menopausia. El título es una ironía, porque para ella éste momento se manifiesta así, pero tiene que ver en cómo una persona se acepta así misma y más en estos tiempos donde hasta las actrices de cincuenta años parecen olvidadas. Para ello, los guionistas, eligen a una profesora de literatura, para dotarla de un lenguaje inteligente y en primera instancia la enfrentan a su hija de dieciocho años que además es bailarina de ballet. Con la soberbia interpretación de Karin Viard (La familia Bélier, Delicatesen), el relato se arma con minuciosidad para no caer en el cliché misógino que juzga sin piedad a la mujer como una neurótica y amargada; y convierte las conductas tóxicas en graciosas. Es una estrategia arriesgada para que el público caiga en la trampa de juzgar al personaje al límite de rechazarlo, pero comprenda en carne propia, la lucha de una mujer en esta situación.
Del mismo director “De tal padre, tal hijo” llega de manera tardía “Nuestra hermana menor”, una película que es su segunda adaptación de un manga japonés galardonado en 2013 (lo había hecho antes con Air Doll) y que en esta ocasión mereció el Premio del Público del Festival de San Sebastián en 2015 y fue seleccionada para competir por la Palma de Oro en el Festival de Cannes ése mismo año. La película cuenta la historia de tres hermanas que tras la muerte de su padre, conocen a una media hermana de catorce años, y juntas aprenden el reto que merece vivir en un hogar con padres ausentes, pero no carente de luz y respeto, algo que la cultura japonesa tiene arraigado en su cultura. Las actuaciones de las cuatro actrices que retrataron a las hermanas asombran por su realismo y la complicidad que logran entre ellas, a tal punto que fueron premiadas o nominadas en los premios de la Academia Japonesa. Además de las cuidadas composiciones, el color, y los árboles de cerezos, que invitan a una experiencia visual, la película nos habla de la importancia de la aceptación y el perdón, y colocan a este director asiático como imprescindible. Este año fue el primer director asiático en ganar la Palma de Oro en Cannes con “Un asunto de familia”.
Dos generaciones de familias unidas por la tragedia, y cómo más allá del entendimiento de ésa fragilidad, la búsqueda del ser humano sigue siendo el amor que puede coincidir en la existencia de nuestros progenitores. Un relato un tanto antojadizo –a menos que se piense en que la autenticidad del pasado no pueda sino llevarnos de nuevo al germen de ese sentimiento tan puro. En el comienzo cuenta con actuaciones de medio pelo de Oscar Issac, Olivia Wilde o Annette Bening que desarrollan unos de los cinco capítulos que arman la película, pero que más tiene que ver en una fallida estructura de los primeros diálogos donde se abusa de la información, como también del ritmo o los pulsos dramáticos (beats) que retrasan lo importante. Sin embargo, a partir de la segunda historia todo mejora considerablemente. El guión se arma de una manera coherente y juega con diferentes enfoques del relato, como los que alguna vez nos regaló la maravillosa película de Tim Burton “El gran pez”, algo así como que la vida es como la contamos, importa poco cómo sucedió. Los diálogos parecen escritos por otra persona y aunque algunos pueden parecer un poco golpe bajo, están sustentados por enormes actuaciones, como un desafiante monólogo de Antonio Banderas quien demuestra que los años en esta profesión no son en vano; y que se complementa con la talentosa actriz –también española- Laia Costa, la de la famosa película alemana “Victoria”. La película tiene una intervención de Samuel L Jackson. Si te interesa este tipo de estructura en las películas, te recomiendo CRASH del años 2005 que dirigió Paul Haggis y que fuera ganadora del Óscar a mejor película y que trata de las tensiones raciales que involucran a varios residentes de Los Ángeles. Otra es Magnolia de Paul Thomas Anderson, quien ganó el Oso de Oro en Berlín en el año 2000. La última y menos conocida es “Short Cuts” de 1993 de Robert Altman. (Calificación 7/10)
Desde un primer momento la película nos presenta a un hombre que -en soledad- debe tomar decisiones en las peores circunstancias -en específico- encerrado en una máquina de prueba con grandes probabilidades de perder la vida. La película en sí habla de todos los riesgos que un ser humano toma para llegar a algo que es superior a uno, desde la cantidad de muertes en pruebas que suceden alrededor de éste sueño, como un discurso de Kennedy del 25 de mayo de 1961 sobre el porqué ir a la luna. En ése instante, reafirma algo que es muy importante para su sociedad y que -desde mi punto de vista- tiene que ver con pensar en grande, de alguna manera rechaza los pensamientos mediocres, en contracara a un país que elevaba los impuestos. “Nosotros elegimos ir a la luna, no porque sea fácil, sino porque es difícil, porque ésta meta, servirá para organizar y probar lo mejor de nuestras energías y habilidades (…) lo haremos primero, antes que termine esta década y porque debemos ser audaces.”* No tiene nada que ver a un país como el nuestro que aunque tuvimos un presidente que nos habló de la estratósfera, lo hizo con menos elegancia y confundiendo los actos heroicos. Ésta es una película que habla sobre ésos actos heroicos porque el conflicto no es en específico con una persona, es con una sociedad y con nosotros mismos; justamente para que el cambio de paradigma se produzca. Por eso es tan importante ganar un mundial de fútbol en nuestro país, o tener un Maradona, porque de alguna manera nos hace creer en nosotros, y lo capaces que podemos ser como nación. Aún así, sigue siendo un misterio si realmente se fue a la luna o Stanley Kubrick nos hizo una extraordinaria pantomima que varios se llevaron a la tumba porque entienden que podrían aniquilar lo más importante en una nación, que sería el pensamiento sobre sí mismos. Si no, analicen. Aunque la misión Apolo 11 es la más conocida y recordada, después del 20 de julio de 1969, el hombre ha pisado la luna sólo en cinco ocasiones más; y la última hace 46 años. Éstas son: Apolo 12 (1969), 14 (1971), 15 (1971), 16 (1972) y 17 (1972). Como dato adicional, han sido 18 los afortunados astronautas que han llegado a la órbita lunar en éstas seis misiones. Sin embargo, de todos ellos, solo 12 consiguieron pisar la Luna, pues siempre debía haber un astronauta orbitando alrededor de la Luna en la nave de regreso. El otro conflicto, tiene que ver en cómo recuperarse de la muerte de un ser querido (no contaré más para NO SPOILEAR, aunque sucede en los primeros 10 minutos) y cómo cada uno se transita el duelo. Otro revés dentro del relato es la incógnita, no sólo de saber si van a poder llegar a la luna, sino si iban a poder regresar; y la manera de resolverlo en familia se produce con una pregunta de uno de sus hijos, algo que me pareció forzado. Investigando encontré una entrevista de sus hijos –a quienes los consultaron por dos años para la escritura del guión- donde confirman que eso no fue así porque tenían alrededor de 5 y 12 años respectivamente, y lo veían con cierta ingenuidad. Sin embargo, pese a los tics constantes que le encuentro a Ryan Gosling, sus hijos reconocieron estar satisfechos con la representación de su padre. Ésta es una adaptación de Nicole Perlman y Josh Singer, basado en el libro First Man: The Life of Neil A. Armstrong de James R. Hansen que trata sobre la preparación de la misión espacial a la Luna Apolo 11 que se produjo en el año 1969 y que desde mi punto de vista, es un relato psicológico que logra un eficaz equilibrio entre algo de la vida personal del astronauta que pisó la luna y la difícil misión. Puedes ver una crítica de video en el canal de YouTube de la Butaca Web o Instagram. *(Discurso Kennedy 25/05/1961: https://www.youtube.com/watch?v=po7scJhJMfs) (Calificación: 8/10)
Cuando hay problemas en el guión es muy difícil remontar con la fotografía, es más, se vuelve errática, intentando buscar algo que no hay. Si no queda claro de qué la va, de pronto se te ocurre hacer una que otra buena imagen fuera de la trama que el espectador con cierta esperanza cree que dice algo más, pero no, sólo es eso. No hay siquiera un poco de respeto por el espectador cuando se pretende remontar un relato con esas pequeñas luces. La protagonista no cae bien porque no hay nada siquiera valioso en lo que dice. No tiene ninguna luz. Nada es una fábula como parece pretender el título, no enmascara nada al espectador que sólo ve una pintura natural de poco color, no realista, incoherente. No existe intención alguna. Su depresión la ciega en continuar algo y llega tarde siempre, además se arrepiente. No tiene fuerza en sus piernas, como no tiene convicción en sus palabras, nada le crees a este personaje lavado, sin construcción, sólo una descripción pequeña de un media carilla donde se lee: su marido falleció en un accidente de coche, pero no me prestaba atención. ¿Cómo es posible que una protagonista no encuentre iniciativa o le dure tan poco el impulso? Es por eso que se le escapan las cosas, es una espectadora más. Sus conflictos lo único que le hacen es remarcar sus limitaciones y ni siquiera atina a enfrentarlas, abre el capó y que salga el humo, deja que la hoja se la lleve el río como si ello quisiera decir que se le va el ego, es muy enclenque. No hay admiración acá. Sólo un “cholulismo” mediocre de los personajes que la rodean. Ninguna acción es sostenida. Es desilusionante que nadie de quienes estuvieron involucrados en este relato tenga dos dedos de frente para leer el guión ni siquiera en montaje. Como si justamente eso no fuera lo más importante. Así estamos, todo el mundo que escribe algo, cree que tiene un guión, cero respeto por el arte del guionista. De pronto el cine argentino demuestra algo con coraje, otras veces no; después nos quejamos. Que quede claro, dejemos de improvisar, para eso existen otros lugares.
Acá hay un retroceso en cuanto a una figura de la protagonista, quien tintinea entre características muy marcadas de personaje. La primera: el típico justiciero de un comic; la segunda: en una James Bond femenina que tiene una misión para salvar al mundo y que se acuesta sin ataduras; y la tercera en un personaje más oscuro como a mi modo de ver, debería ser. Claramente, la cobardía de los libretistas en NO elegir una de estas opciones -con el objetivo de abarcar a mayor público- tiran por tierra cualquier idea que le haga justicia al carácter formado en los renombrados libros del sueco Stieg Larsson. El uruguayo Fede Álvarez supo engañar a los estudios para salirse de la métrica película de terror –que asombraba con gusto- y se adentra en un terreno donde no le saca provecho a la actriz de “The Crow” -de sobradas condiciones- para iluminarla en demasía, a tal punto de quitarle cualquier facción de rencor o resentimiento, el que –de por sí- podrían haber liberado al personaje como un torbellino. Nikita –de Luc Besson- sigue siendo mi preferida, sino vean la primera entrega que hicieron los suecos.
Se podría decir que sólo dos personajes masculinos se libran de ser unos malditos canallas, y justo esos dos -queda claro desde el principio si eres un atento espectador- no tendrán un buen destino. Importa poco quienes son porque todo el foco recaerá en las viudas y el legado criminal que les han dejado, por lo consecuente, cargado de deudas millonarias, y favores varios. El relato es una adaptación de una serie británica de televisión de 1983 (que a su vez estaba basada en una novela), que tomó la escritora Gillian Flyn (Gone Girl, Dark Places, Sharp Objects) y el propio director Steve McQueen (su mejor película Hunger y ganador del Óscar® por “12 años de esclavitud”). Juntos logran una contundente paleta de personajes femeninos llenos de aristas en la que se destaca una de las mejores actrices contemporáneas, Viola Davis. Desde ese lugar, la historia camina lento, sin apuros porque lo que importa son los personajes y su evolución. Desde mi punto de vista, una lección para quienes desean escribir cine y la contracara a muchas películas que sólo enmascaran la historia con efectos especiales y se olvidan lo que el espectador puede llevarse a su casa. EXTRA: Protagonizada por la ganadora del Óscar® Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo) También con Liam Neeson, Colin Farrell, Robert Duvall, Daniel Kaluuya y Brian Tyree Henry.
Cassel retrata a un detective agresivo, alcohólico, desagradable, a quien hasta sus colegas detestan. Trata a las mujeres como objeto, es divorciado. Sin embargo, por algún motivo desconocido, le cae del cielo un caso para buscar a un estudiante desaparecido. Casualmente él también tiene un hijo de la misma edad, pero quien ha sido detenido por la policía por tráfico de drogas en el mismo momento en que la madre del adolescente desaparecido le pide ayuda. –Mañana vemos, le dice, y sale hacia la comisaría adonde tienen a su propio hijo, Y a quien maltrata físicamente para que entregue los nombres de los proveedores de estupefacientes. Está todo dicho, el protagonista no nos caerá nada bien. Intenta repuntar más adelante, justificando de alguna manera el porqué de la situación de su protagonista, pero lo único que hace es empeorar. Descubrimos a un tipo obsesivo que no tiene nada que enseñar y a quien no le interesa aprender nada en este mundo. En una trama que emula el cine negro en su atmósfera y por la forzada femme fatale indexada a la madre del adolescente desaparecido, se trata de una adaptación de la novela policiaca israelí, The Missing File, y que forma parte de una trilogía. Mal comienzo. Por consiguiente, la trama principal del protagonista se desdibuja y si no es por el tutor del adolescente desparecido, un novelista, también obsesivo, sentís que el adolescente jamás será encontrado. A pesar de ello, la trama da una vuelta de tuerca olvidándose de varios personajes y con un final truculento, sacado de una galera que te harán recordar a la fantástica resolución de Chinatown. (6/10)
Matar o morir (Peppermint) de Pierre Morel con Jennifer Garner. // Por CJ. Colantonio. Para quien le gusta la violencia y en este caso femenina, está invitado a ver algo que en muchas ocasiones te hará reír de lo absurdo, y no me refiero a que las mujeres no sean rudas (no entremos en campo minado), pero de aquí a cargarse a la policía, al FBI, a los narcotraficantes… hay una gran diferencia. Y no es spoiler, desde el principio sabes que todo esto que va a pasar porque además empieza en un pequeño raconto. Acá la idea es el “cómo”, aunque cuando llega el momento, no te sorprende en absoluto, lento y sin sonido. A mi modo de ver, tendría que haber sido todo lo contrario. Rápido, como en un abrir y cerrar de ojos (así se te va la vida); pero no, la combinación de lo peor del cine yanqui (efectista) y lo franchute (extremadamente discursivo); es como ir al McDonald's y que te den un BigMac pero en una baguete, con las hamburguesas de lado. Claro, el guionista no era Luc Besson, quien le escribió Taken. Con decirte que para graficar que una mujer está acostumbrada al dolor, a perder sangre, la protagonista se pone una toallita femenina… un gag de medio pelo que hubiera sido más efectivo usado por un hombre. Aún no entiendo quien lee estos guiones porque allá en yanquilandia los revisan una y otra vez. Capaz se les cayó una taza de café y quedó aprobado. Con decirte que el título original corresponde al helado que le gustaba a su hija, de menta… Entiendo que para un director como Pierre Morel, le puede resultar difícil darse cuenta que la protagonista no es Liam Nesson (un ex agente de la CIA y de las Fuerzas Especiales, experto en seguridad y en combate cuerpo a cuerpo), quien derriba todas las paredes, o personas que hagan falta para rescatar a su hija contratiempo y antes que la vendan, pero lo hace para desenmascarar una red de prostitución comandado por Albaneses. Acá, ella lo hace por venganza, que no es poco y no desenmascara nada, sino que todos sabían, pero policías, jueces, varios estaban comprados y los demás una sarta de inútiles. AH, los narcotraficantes son latinos, aprobados por Trump. ¿Ya lo viste? Yo también. Igual sé que irás, Jennifer sigue buena (me refiero al lomo, pero le falta chimichurri para actuar).