Uno de los hermanos Farelly, los recordarán por “Loco por Mary”, “Tonto y retonto”, y una veintena de películas de comedia donde los personajes solían caminar por la cornisa, es el director de esta película y co-guionista, lo que supone un antes un después en su carrera como realizador. Con un Viggo Mortensen que por fin le ha llegado un papel para lucirse -desde su transformación física, como de su acento al hablar- y con Mahershala Ali, quien el año pasado fuese ganador del Oscar por Moonligth y quien ya se ha hecho -por este papel- de un globo de Oro, su tercer premio del “Sindicato de actores” (SAG) y está nominado a los Oscar de manera consecutiva, crean un dupla con un aire a “Conduciendo a Miss Daisy” que te convencerá desde donde lo mires. Green Book -o Libro Verde del automovilista negro- era una guía escrita por un cartero -Victor Hugo Green- que tuvo su primera versión en el año 1936 y era una recopilación de todos los restaurantes, hoteles o estaciones de servicio -en todo Estados Unidos- en donde aceptaban clientes afroamericanos, con la idea de hacerles los viajes más fáciles y cómodos. En esta película, basada en hechos reales y co-escrita por uno de los hijos del protagonista –que además aparece en el film- es acerca de la amistad que nace en ocho semanas de viaje en auto entre el virtuoso pianista afro-estadounidense Don Shirley y un patovica italo-americano Tony Vallelonga (alguien que con el tiempo participó en películas de Coppola, Scorsesse y reconocido por su papel como el jefe mafioso Carmine Lupertazzi en la serie televisiva “Los Soprano”; y que como maître del Club Copacabana y supervisor, se codeó con gente famosa de la talla de Frank Sinatra, Tony Bennett, Dean Martin, entre otros). Tony es contratado como chofer y guardaespaldas durante una gira por el sur de los Estados Unidos en 1962, en una época dominada por el racismo. Calificación: 9/10.
La propuesta de esta película es mantenerte sin aliento durante todo el metraje, sin siquiera darte la posibilidad de respirar tranquilo, porque las situaciones de tensión no tienen pausa. Hasta ahí todo bien, si vas con una caja de pochoclos a pasar el rato, pero es sin duda, una propuesta floja en cuanto a la trama, pese a que los artilugios de las habitaciones (en donde los personajes deben escapar) sea donde los creativos se han roto la cabeza. En mi caso, donde considero que los personajes son lo más importante para que una historia simple se convierta en un camino extraordinario, en este caso de redención, están ausentes, y las actuaciones… obvias maquetas que no ayudan a ninguna identificación posible con el público. Aquí, 6 personas con un pasado de supervivencia son invitadas a ganar una obscena suma de dinero si logran escapar de una serie de habitaciones que esconden acertijos relacionados con su vida. No es otra cosa que otra versión que la saga de “El juego del miedo”, pero menos sangrienta, el elemento morboso fundamental y retorcido que la hicieron exitosa.
Deborah Davis y Tony McNamara supieron dotar de ironía una versión libre de hechos históricos a un relato que no creo que ningún otro director podría haber llevado a cabo sin la mirada de Yorgos Lanthimos –realizado griego, interesado en la psicología humana- y quien hace rato hace migas con actores de Hollywood. La película se centra en la disputa de dos primas por ser “la favorita” de Ana de Gran Bretaña, la última soberana de la Casa de los Estuardo, y durante su reinado con treinta y siete (37) años, y entre 1707-1714. Un duelo interpretativo de tres generaciones diferentes, y retrato realista de la relación de dependencia emocional que la Reina padecía y cómo esa fragilidad mental ponían en peligro decisiones manipuladas por estas, sobre cuestiones como la guerra contra Francia o la subida de impuestos a los terratenientes; y con el consecuente enfado de la Corte y los políticos. A saber. La reina, estuvo embarazada en 18 ocasiones, pero ninguno de sus hijos vivió más de 11 años. Sufrió varios abortos, algunos de sus bebés nacieron ya muertos. Esta tragedia difícilmente soportable para ningún ser humano alteró su salud mental, con problemas de bulimia, anorexia, sobrepeso y algunas crónicas de la época señalan que gota, debido a una dieta descontrolada con la que intentaba aplacar su desgarro interior. En su necesidad de amor, atención y compañía, la Reina, que subió al trono con 37 años, estableció una relación obsesiva con Sarah Churchill (Duquesa de Marlborough). La naturaleza real de la relación entre Sarah y la reina Ana no está documentada históricamente -no se sabe con exactitud si llegó alguna vez al plano sexual- pero marcó sus vidas para siempre. Un detalle histórico. La célebre canción “Mambrú se fue a la guerra” se refiere al esposo de la Duquesa de Marlborough, en una deformación de su apellido, el general que lideró la guerra contra los franceses.
Esta es una película dura, pero extraordinaria, sobre la lucha de un padre que intenta ayudar a su hijo a salir de la adicción a las drogas, en específico a la poderosa anfetamina. Protagonizada por Steve Carrel y un sorprendente Timothée Chalamet -el mismo de CALL ME BY YOUR NAME- quien logra una comprensión acabada de todo lo que sucede a su alrededor tanto interior como exteriormente, sus acciones se convierten en una indecisión que se tornan impredecibles. Basada en un el best seller escrito por el mismo padre y el hijo, el guionista Luke Davis -el mismo de CANDY y quien obtuvo su primera nominación a los Premios de la Academia con LION- supo encaminar un relato que pudo haber caído en una monotonía, pero que sale airoso dentro del caos mental por donde los personajes deambulan. Detrás de cámara, su director, el belga quien supo llenarse de premios con THE BROKEN CIRCLE BREAKDOWN era el indicado también para encarar este proyecto que asentó sus bases en lo actoral. Quien vaya a verla, recomiendo se quede hasta el final, puesto que después de la primera música de los créditos, se puede escuchar un recitado escrito por este hijo que -siendo adolescente- supo demostrar el talento para la escritura que poseía
Creed II no es como la anterior la que reflotó con creces algunos altibajos como lo fueron Rocky V. En tal caso, ésta sería la número ocho. El asunto radica en que los guionistas y el director no son los mismos –éste último estaba haciendo “Pantera negra”- y descuidan al Rocky, quien se había convertido en un hombre sabio en las dos anteriores. Aquí la película intenta tener una estructura a la Rocky IV en cuanto a la trama del enfrentamiento de Rusia con Estados Unidos, pero no le llega ni a los talones. Por otro lado, el personaje de Jordan parece un niño de diez años que no sabe siquiera cómo pedirle matrimonio a su mujer en una escena romántica que no se sostiene y donde queda en evidencia la mala dirección, los malos textos y una partenaire que jamás va a lograr ser la Adrianna de Rocky por tampoco tener la calidad actoral de Talia Shire. En tal caso, existe algo que la Rocky original posee, capaz por estar co-escrita con Stallone, y tiene que ver la temática profunda que plantea la lucha equívoca del ser humano en ser un ejemplo para los demás para no sentirse un perdedor; o sea, la autocompasión versus la autoestima, algo que es tan hablado hoy en el Mindfulness y que son la piedra fundamental de un personaje tal elogiado como Rocky Balboa
Han pasado 18 años del estreno de “El protegido”, aquella película donde el personaje de Bruce Willis –David Dunn- se enteraba que era un hombre de acero gracias a Elijah Price -interpretado por Samuel L. Jackson- quien hacía de un hombre que sufría una enfermedad desde niño; ésta provocaba que sus huesos se quebraran como un cristal con apenas un golpe. Fanático de cómics, tenía la teoría que éstos podrían contener una verdad sobre la existencia en el mundo real de una legión de súper-humanos que ignoraban sus habilidades. Su teoría se basaba en que si había un hombre tan frágil como él, debería haber un hombre exactamente opuesto. La anterior a esta trilogía, nos presentó a Kevin Wendell Crumb, quien es un hombre que padece de trastorno de identidad disociativo, el cual se le manifiesta en 23 personalidades. En esta, con grandes monólogos que prometen una escena de acción espectacular… se disuelve con algo que sigue sin ser novedoso, pues la idea es la misma. Glass –o el hombre de cristal- quiere que el mundo se entere de su teoría. ¿No es lo que se planteó en la primera? James MÁcAvoy sigue demostrando lo que hizo en la segunda entrega a tal punto que cansa, pues es un protagónico de nuevo- y quien hace de psiquiatra no puede ofrecer la oscuridad que a mi modo de ver debería poseer este personaje.
En el fascinante thriller policíaco de Karym Kusama (The Invitation, Girlfigth)), la veterana detective de la policía de Los Ángeles Erin Bell (Nicole Kidman), recibe un billete marcado, cuestión que la impulsa a emprender una peligrosa odisea para encontrar al asesino y líder de la pandilla: Silas (Tobby Kebbell) y tal vez finalmente hacer las paces con su tortuoso pasado. Para el próximo 17 de enero de este nuevo año (2019) se espera el estreno en Argentina, de este filme que trae consigo la catapulta de Nicole Kidman como actriz. Desde mi punto de vista, Kidman está genial (Desgarradora, oscura, brillante, transformadora), una composición poli de adjetivos positivos para su acertada carrera como actriz. Demuestra su casta y asombra a sus seguidores con una interpretación compleja y transgresora, al punto que vemos en pantalla a otra Nicole que jamás habíamos visto. La mejor interpretación en toda su carrera artística y por las características del personaje de Erin Bell, Nicole Kidman será la reina ganadora de la temporada de premios que está por comenzar, de hecho ya está nominada por este personaje a los Globos de Oro en su categoría como “Mejor Actriz Drama” y seguramente será nominada junto a Lady Gaga (Nace una Estrella) a los Oscar de la academia. La brillante performance de esta actriz hace que “Destroyer o Destrucción” sea una tarea pendiente a ver para los cinéfilos mundiales. En otros aspectos la dirección de Kusama se destaca, pero queda eclipsada por la participación de Kidman. Un ritmo un poco lento, pero este thriller oscuro te irá atrapando hasta asfixiarte en el bajo mundo de los personajes. Es un filme que manifiesta el cómo un ser se puede juzgar moralmente y “destruir” su vida, obligándose a enmendar errores sin importar las consecuencias. No puedes dejar de verla.
El valor que tiene esta película es su arte, sus efectos visuales que son una maravilla; ciudades enteras montadas en unas plataformas tipo automóviles gigantescos que pisan la tierra como topadoras o tanques de combate. MAQUINAS MORTALES está dirigida por Christian Rivers, quien fuese ganador del Oscar® con King Kong (de Peter Jackson) por mejores efectos visuales, pero no le llega ni a los talones a “El castillo ambulante” de Hayao Miyazaki; y no sólo por su arte e interés de aquel virtuoso artefacto mecánico que parecía tener vida propia, sino por su trama. Quienes se unieron al director en la escritura de esta vergonzosa adaptación fueron el propio Peter Jackson, Fran Wash y Philippa Boyens, los tres ganadores del Oscar® por El Hobbit y la triología de El Señor de los Anillos y aunque esté basada en los reconocidos libros de Philip Reeve -un escritor de sagas de niños- carecen de valores que pudieran demostrar algún interés por los más pequeños. La dificultad está en la estructura. Personajes que parecen importantes, no lo son tantos y desaparecen, fueron simples marionetas para una situación en particular. Diálogos y reacciones tipo caricaturas combinadas con flashback emocionales filmados tipo publicidad que sólo frenan la acción, la cual además está repleta de persecuciones; Chistes tipo gags vergonzosos y planteos de las tramas a partir de escuchas detrás de la puerta tipo telenovela, sumado a actuaciones deplorables con una estética steampunk fashion fuera de lugar. Una demostración más que sin un buen guión, toda la parafernalia, pronto será olvidada
Con un guión escrito por el mismo de Torino, esta película está basada en un artículo de la revista The New York Times sobre la historia real de Leo Sharp, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que a sus ochenta años se convirtió en traficante de drogas del Cártel de Sinaloa. Sin embargo, no le llega ni a los talones a aquella maravillosa película y para quienes conocemos la filmografía de Eastwood, bien podría pasar desapercibida. Pese a todo, existe cierto dejo autorreferencial en cuanto a la profundidad de la temática, la que tiene que ver con el paso del tiempo y cómo -al llegar a la vejez (Clint ya tiene 90 años)- emerge la irremediable autocrítica sobre la importancia -en tiempo- que le dimos a nuestras carreras por sobre nuestra familia. Con la cantidad de películas que Clint nos ha regalado, sin duda, tuvo que dejar de lado muchos compromisos personales y aquí se da la oportunidad de pedir perdón. Su presencia en la pantalla es cautivadora siempre, pero no es una de sus mejores actuaciones, más que nada porque el papel no llega a lograr una transición en una estructura tan lineal que la vuelven fofa. (Calificación: 6/10)
Con extraordinarios efectos visuales, The Quake (título original: Skjelvet) -aká “Terremoto”- es la segunda parte de la famosa película de origen noruego que se conoció en latinoamerica como “La última ola”. En aquel entonces sucede todo en un lugar de montaña cerca de Oslo, donde ahora, el protagonista, quien es considerado un héroe, vive alejado de su familia, la que se encuentra en la ciudad. No hace falta ver la primera parte para entender el tormento psicológico en el que se encuentra nuestro protagonista, quien sostiene éste estado hasta la mitad de película donde aparece realmente la acción. Sin embargo, me interesaba la propuesta de tomarse el tiempo para el desarrollo del personaje y su desesperanzado intento por recuperarse, pero con actuaciones trabadas, y escenas sólo de presentación constante, es inesperado que los personajes logren una transformación creíble. Así es como, la película sólo crece en los momentos donde se produce el esperado terremoto, justamente donde este director novel puede mostrar su verdadero arte; antes fue director de fotografía. Con escenas que te harán recordar a Jurasic Park, ésta no es otra cosa que una película pochoclera más que intenta parecerse a las producciones de Hollywood, con la marcada intención de abrirse camino internacional. (Calificación: 6/10)