El Tesoro, la nueva película de Corneliu Porumboiu. En medio de la crisis de trabajo más grande que haya vivido Europa en mucho tiempo, Coti se refugia en su casa, con su hijo, ocupándose de que el mundo exterior no entre a la vida perfecta que él tiene preparada para el niño. Pero es a través de un vecino que constantemente lo interrumpe, se lanzara en una empresa que contiene muchas promesas pero muy pocas probabilidades de éxito, la búsqueda de un viejo tesoro familiar que nadie nunca vio. El tesoro es una película como nada de los visto en mucho tiempo. Emparentada un poco con el neo realismo y otro poco con el cine francés, este film de origen Rumano se detiene en los momentos más contemplativos sin detener por un segundo el dialogo, volviéndose dinámica al mismo tiempo que pasiva. Toma Cuzin encarna a Coti, y encabeza un elenco muy divertido que guiados más por pulsiones que por objetivos, logran llevar adelante una búsqueda donde la paciencia y la constancia son claves. El guion de El tesoro por otro lado es una verdadera Joya. Los diálogos entre el vecino y el operario que los ayuda bordean el ridículo todo el tiempo, pero nunca pierden coherencia. El mismo Coti tratando de mediar entre ellos tiene líneas que son excepcionales. Con estética minimalista y una sensación de cine independiente, El tesoro es una pequeña joyita que habla de muchos temas, todos muy prolijos, pero que en ningún momento se olvida de su tema central, el hijo por el cual Coti hará lo que tenga que hacer.
Llega Mon roi, la segunda película de la actriz Maiwenn detrás de cámara. Un accidente de ski y una rodilla destrozada son el punto de partida, casi una excusa para que Tony (bautizada María Antonieta por su padre) revise su tumultuosa relación con Georgio, ex marido y padre de su hijo, un ser que se presentó ante ella como un príncipe azul pero que ocultaba una personalidad muy diferente debajo de esa aparente perfección. Pasando la obviedad de las analogías new age respecto a la rodilla, Mon roi es una película que con mucha precisión define la dinámica entre dos personas que se complementan entre sí, pero no desde un punto de vista positivo, sino más bien, desde la necesidad de manipular y ser manipulado, el roto del descocido por decirlo de alguna manera. El ya conocido por los argentinos Vincent Cassel encarna con maestría a Georgio, carismático un instante, despiadado al otro. Frio y calculador, pero también enamorado de Tony interpretada por Emmanuelle Bercot, una prácticamente desconocida para el público local, pero que logra con creces construir el complejo personaje que le toca componer. La química entre los personajes es perfecta. Funciona cuando todo está bien, funciona aún mejor cuando todo está mal. Lo que se dicen, lo que no se dicen, todo está en pantalla, de forma delicada a veces, de forma exagerada como si fuese un melodrama otras. Y una mención especial para Louis Garrel quien interpreta a Solal, el hermano de la protagonista que, como pasa tantas veces en la vida real, ve el circulo en el que Tony está inmersa, pero no puede lograr que ella lo vea. Mon roi es una película de amor que habla del otro tipo de amor, de ese que el cine raras veces se anima a retratar, pero que se parece tanto más al de la vida real. Excelentes actuaciones y un guion muy prolijo para un gran estreno del cine francés.
Llega el estreno de A War, película nomina en la ultima edición de los premios Oscars como film extranjero. Claus Pedersen es un comandante a cargo de un “escuadrón de paz” en Afganistán, que decide acompañar a sus hombres en diferentes incursiones para levantarles el ánimo luego de que uno de sus compañeros resulta mortalmente herido en una de las misiones. Mientras, su esposa en Dinamarca tiene que luchar por mantener a flote su hogar con tres niños que buscan constantemente la presencia de ese padre que no está. El conflicto belico y particularmente el conflicto en Afganistán se ha mostrado ya muchas veces en el cine, y es por eso que cuesta encontrar un producto realmente interesante para recomendar. A war: La otra guerra encuentra un punto de quiebre en el relato con un enfoque totalmente diferente y original. Pedersen es devuelto a su casa antes de tiempo por un tribunal que considera que una decisión suya causo la irresponsable muerte de varios civiles. La vuelta al hogar trae consigo la presencia constante de la guerra que se cierne sobre todos, pero de una forma mucho más sutil que en las otras películas que relatan un conflicto bélico. La familia debe esperar el proceso de un juicio largo en el cual se pondrá en juego no solo la libertad de Pedersen, sino también su autoridad moral. Pilou Asbæk encarna al Comandante Pedersen quien tiene que enfrentarse a un tribunal, a su conciencia y a su esposa que luego de haber recuperado al padre de sus hijos, se niega a permitir que un conflicto moral la deje nuevamente sola a cargo de la familia. Las actuaciones son excelentes, y no solo en la pareja protagónica, sobresalen también los compañeros de ejército que sin sobreactuar la camaradería como el espectador está acostumbrado, logran expresar el conflicto adentro de sus propias personas, sabiendo que son ellos mismos los que pueden hacer ir preso a su comandante, por el cual sienten el mayor de los respetos. Excelente trabajo del director Tobias Lindholm, responsable también del guion de A War, que logra traducir la historia en un código que bordea el documental, pero sin apelar al clásico estilo caótico de la cámara, sino más bien, haciéndola parte de la acción, volviéndola un soldado, un amigo o incluso parte de la familia. A War es una película Imperdible que ahonda no solo en la superficie del conflicto bélico y cómo afecta eso al ser humano, sino que busca en el interior de uno mismo la resolución de una trama moral en medio de una situación donde los limites no están claros en lo absoluto.
Con un elenco muy llamativo llega a la cartelera 100 años de perdón, una coproducción Argentino-Española que aspira a ser uno de los estrenos más recaudadores del año en nuestro país. Rodrigo De La Serna, Joaquin Furriel, Luciano Cáceres y el español Luis Tosar, componen el cuarteto de delincuentes que ingresan a un banco en Valencia, con la intención de robar las cajas fuertes y escapar en un tiempo récord, con un plan maestro que, como suele pasar en estos films, falla bastante rápido. Es así como los ladrones se ven forzados a transformar el atraco en un secuestro de rehenes. Y es durante esas horas que las verdaderas intenciones y personalidades de cada uno de los delincuentes se van a poner de manifiesto, y en su capacidad de acercamiento y negociación estará el éxito o fracaso de la misión. Con un timing perfecto, 100 años de perdón sigue a la perfección los códigos del género, haciendo que esta película que mezcla el thriller, algo de acción y bastante de comedia, sea muy entretenida y dinámica, atrapando al espectador y haciendo que la trama fluya rápidamente. Sin duda alguna, el encanto mayor del film reside en su elenco, todos de primera línea, que pueden construir desde la complejidad de sus personajes y no desde el cliché. Particularmente la química entre De La Serna y Furriel genera los momentos más entretenidos en pantalla. Lo único muy criticable es que el director, o tal vez el montaje final de 100 años de perdón, deja poco metraje a Luciano Cáceres, un actor con mucha personalidad que acá no tiene tanto tiempo de exposición como para poder contar por completo cuál es su personaje. Un plus para el público va a ser el de poder reconocer los lugares donde se filmó la película, ya que con la excepción de algunos planos aéreos de Valencia, el resto de la fotografía retrata (y con mucho cariño y cuidado) las calles y edificios del microcentro de Buenos Aires. 100 años de perdón es un producto entretenido que gracias a su mezcla de géneros se vuelve disfrutable para todo tipo de público, una muy buena opción para ver en cartelera.
Llega el estreno de Agenda secreta, la nueva película de Lars Kraume. Un año después del estreno de la muy comentada Laberinto de mentiras, llega un nuevo relato sobre el encubrimiento Alemán de la post guerra y la obsesión de un fiscal por desenmascarar la conspiración. En este caso, es la historia del procurador general Fritz Bauer, un judío homosexual que salvo su vida gracias a traicionar sus ideales, y que una vez vuelto a Alemania, está decidido a llevar a juicio a todos los nazis que pueda. Claro que lo que va a encontrar es a un sistema político y judicial conformado por todos ex SS que harán lo imposible para que la verdad no salga a la luz. Tal como sucedió con su antecesora, el tema que trata Agenda secreta es de tan vital importancia que su construcción y las decisiones del relato terminan siendo anecdóticas, al tiempo que la resolución del conflicto es lo que el espectador va a focalizar. Desde la apuesta del director, la reconstrucción de época es sin duda el más logrado aspecto de este film. Escenarios, vestimenta y hasta la forma de filmar, remiten a finales de la década del 50. Solamente la música, una mezcla de jazz y cabaret, queda descolocada en un relato que es por todos lados, muy prolijo. Burghart Klaussner encarna a Bauer de manera magistral, poniendo en el personaje toda la carga de la época, la determinación, pero también el pesar de una vejez prematura causada por el desasosiego y el horror vividos. Lo acompaña con una muy buena actuación Ronald Zehrfeld, a quien vimos protagonizando Barbara y Ave Fenix ambas de Christian Petzold, quien interpreta a Karl Angermann, un empleado del sistema judicial que encuentra en Bauer un guía, no solo para su carrera laboral sino también, para su complicada vida sentimental. Agenda secreta es complejo, extiende demasiado su argumento y termina complicando mucho la trama, a veces en detrimento del ritmo y la atención del espectador, pero nuevamente, es la importancia de la historia narrada lo que va a interesar al público.
Estreno de Una segunda madre, la opera prima de Anna Muylaert. Una segunda madre es la historia de Val, una mujer que debe dejar a su hija al cuidado de su abuela para poder ir a la ciudad a trabajar en una casa de familia y así, conseguir el dinero para criar a su hija. Así Val se transformara en la figura materna para el niño del acaudalado hogar mientras, su hija Jessica crece lejos de ella, distanciándose cada vez más. Hasta que un día, Jessica decide ir a estudiar a la ciudad y es así como termina viviendo con su madre en la mansión de sus jefes, donde la diferencia de clases que todos trataron de desestimar e ignorar durante todos estos años, finalmente aparecerá. Aunque por momentos un poco caricaturesca, Una segunda madre logra desarrollar de forma muy seria y más que creíble el conflicto de fondo de una sociedad que, como la mayoría de las sociedades latinoamericanas, tienen su mayor deuda en la abrumadora diferencia de estilos de vida entre la clase alta y la trabajadora. Uno de los puntos más interesantes es que la directora, que podría simplemente haber aprovechado la relación entre madre, hija y jefa, decide sin embargo desarrollar todo el espectro de situaciones en las cuales se refleja el conflicto y así cargar la atmósfera de ese hogar con una energía muy particular, como si todo el Brasil dependiese de cómo se desencadenan los hechos entre esas paredes. Las impecables actuaciones de Regina Casé y Karine Teles, empleada y jefa respectivamente, son sin dudas el plato fuerte de esta película. Lejos del ridículo y la palabra que sobra, componen desde las miradas y el cuerpo, la dinámica de ese hogar en el cual la segunda madre pasa a ser la primera y que solo ante la crisis cada una puede lograr ubicarse en el rol que le corresponde naturalmente. Una segunda madre, una película muy agradable para ver, con una mirada muy simple y muy entendible sobre un tema muy complejo que nos atraviesa a todos.
Llega el estreno de El hijo de Saul, pelicula Húngara con mayores chances de ganar en los próximos premios Oscars. Con muchas expectativas por su nominación al Oscar, y mucha buena prensa desde el exterior, llega a la Argentina El hijo de Saúl, una película que revisita los campos de concentración durante la última etapa de la II guerra mundial, pero que lo hace desde el particular y sectorizado punto de vista de Saúl, un judío que trabaja en los campos de concentración, al servicio de los Nazis. Si bien el tema del holocausto judío y las atrocidades de los campos de concentración parece a veces estar agotado para el cine mundial, este film Húngaro encuentra una forma muy novedosa y sobre todo muy controversial de mostrar, no solo los horrores del campo de concentración sino el alejamiento emocional que sufren los prisioneros que se ven sometidos cada minuto de sus vidas a una realidad tan brutal que resulta inconcebible. La puesta de cámara particular que elije el director, pone a su protagonista casi acaparando la pantalla por completo. La actuación sobresaliente de Géza Röhrig, quien tiene a su cargo componer a Saúl, queda remarcada por la extremadamente intimista puesta en escena. La estética de El hijo de Saúl es sobresaliente en tres puntos particulares, el efecto de realidad aumentada por el sonido, la utilización del fuera de foco de manera casi constante, y el muy logrado efecto de hacer parecer que la cámara es un mero participe de las escenas, cuando en realidad, la complejidad de la puesta en escena es abrumadora. El hijo de Saúl es dura, pero gracias a su particular enfoque se vuelve de visión recomendada para todos los cinéfilos.
El Rey del Once de Daniel Burman, película que abre la sección panorama en la 66 Berlinale. El rey del Once marca el regreso de Daniel Burman a la temática y el ambiente en el cual tuvo su mayor éxito: La sub-cultura judaica y el Once. En esta película, la apuesta es reencontrar a Ariel, un Argentino residente en Nueva York, con su padre que es un miembro activo (tal vez demasiado) de la comunidad Judío ortodoxa de la Argentina, con quien mantiene una relación muy distante, mayormente a causa de las ausencias como progenitor, por invertir todo su tiempo en ayudar a los miembros de la comunidad. Y será en este reencuentro donde Ariel, atravesado por la atracción que siente por Eva, una chica religiosa que hace a su vez de secretaria de Usher, quien lo guiara a través de ese mundo totalmente desconocido para él, que es la comunidad hebrea. La intención de El Rey del Once es bien clara y está bien llevada, pero en algún punto termina pareciendo una especie de catalogo apresurado de un montón de costumbres que, para los que no tenemos mucho bagaje de cultura judío ortodoxa, terminan siendo muchas veces un sinsentido. Las escenas que Ariel atraviesa son forzadas muchas veces y eso termina yendo en detrimento del film, que mas allá de eso, cuenta igual una historia de reencuentros de una forma más que particular. Alan Sabbagh compone (y muy bien) a Ariel, este conflictuado personaje que tiene que ir guiando al espectador en medio de esta maraña social que parece un desorden absoluto, pero que sin embargo, termina desentrañando una coherencia propia. Julieta Zylberberg acompaña bien en el relato, aunque su personaje no llega nunca a tener la preponderancia que uno querría. El Rey del Once apunta a un público más bien masivo pero que va a terminar gustando solamente a aquellos que puedan procesar de forma más profunda el montón de información que la película les está brindando.
Bus 657 con Robert De Niro y Jeffrey Dean Morgan, estreno de esta semana. Vaughn es empleado en el casino de The Pope (un villano mafioso encarnado por Robert De Niro) que está desesperado porque por su situación económica, su hija no podrá someterse a la intervención quirúrgica que le puede salvar la vida. Es así que decide aceptar la invitación de un empleado del casino para robar tres millones de dólares. Claro que todo sale mal y los ladrones terminan siendo fugitivos que, escapando tanto de la ley, como de la mafia que los persigue, secuestran un autobús. Y es así como este argumento dispara una especie de intento de copiar, en casi todos los aspectos a la excelente Máxima Velocidad de 1994. Los planos, la música, la estructura narrativa… todo esta aplicado como un calco, pero careciendo de los personajes carismáticos de su genial predecesora, Bus 657 queda meramente como una anécdota violenta que no termina de conquistar nunca al espectador. Aunque De Niro obviamente hace todo bien, y Jeffrey Dean Morgan en el protagónico esta correcto, los personajes secundarios, particularmente las mujeres, carecen de toda cualidad actoral, enuncian las frases una tras otra sin ningún tipo de expresión, dejando al espectador aun más alejado del drama que acontece en pantalla Los efectos especiales aunque innecesarios son correctos, y algunas sutilezas sorpresivas en el argumento funcionan muy bien, pero probablemente el mejor punto a favor que tiene la película es su corta duración, volviéndola ideal para una visión pasatista, aunque muchas veces eso redunde en saltos en el tiempo que no tienen ningún sentido y que dejan al espectador medio perdido. Bus 657, un mero entretenimiento que no está a la altura de la película que trata de homenajear o emular, pero que el público más joven puede disfrutar como una película de género sin demasiadas pretensiones artísticas.
Una familia espacial, una nueva propuesta animada que llega a los cines. Es difícil encontrar largometrajes animados que escapen a la estética y temática de los grandes estudios. De la mano del creador de la saga de Tadeo (desconocida para las salas argentinas) llega Una familia espacial, la historia de Mike, un niño que en un intento de acercar a su padre y su abuelo, termina en medio de una cruzada de los Estados Unidos por impedir que un malvado magnate reescriba la historia al mismo tiempo que monopoliza los recursos energéticos de la Luna. La película es una muy básica fábula sobre las relaciones humanas, que no genera demasiado interés para los adultos pero que tiene todos los ingredientes para entretener a los chicos. Un villano exageradamente carismático al mismo tiempo que malvado, efectos especiales y escenas de acción y emoción por doquier. Aunque palidezca ante las producciones a las que estamos acostumbrados, Una familia espacial es un producto que está por arriba de la media y que, sin generar el fanatismo que los grandes personajes de Disney o Fox pueden lograr, lograra atrapar al público infantil que se acerque a las salas. Para llevar a los más chicos en lo que queda de estas vacaciones de verano, y asegurarse que se diviertan al mismo tiempo que se emocionan con Una familia espacial.