Lo bueno tarda, pero vale la pena esperar Un chico de 10 años bastante mala onda es la esperanza de la humanidad para defenderse de una invasión alienígena. La película se basa en la novela "Ender's Game" escrita en 1985 por Orson Scott Card en 1985, pero en un punto se parece un poco a "Starship Troopers" ("Invasion" de Paul Verhoeven, según la novela de Robert Heinlen), pero sin insectos gigantes del espacio exterior decididos a bombardear Buenos Aires. Lo que es peor, también se parecería mucho a "El último guerrero espacial" ("The last Starfigher" de Nick Castle), pero sin sentido del humor ni gráficas primitivas de computadoras, pero con un muy poco respetable Harrison Ford reemplazando al más querible Robert Preston de aquella película pionera de los efectos de computadora con un chico elegido para salvar al universo. A esto hay que sumar a un Ben Kingsley terriblemente serio y bien caracterizado. Igual, sin bichos gigantes ni guerreros especiales de computadoras precarias pero queribles, en un punto todo el asunto de este juego tiene que ver con el universo homofóbico, pero por otro lado lleno de tensión homoerótica característica del universo de Orson Scott Card, aunque hay que destacar que en la adaptación de Gavin Hood hay más tensión homoerótica que otra cosa, apenas acentuando un poco más esos detalles tíícos de todo film sobre academias militares, en especial, futuristas con discípulos de Harrison Ford. Lo cierto es que la película tarda bastante en despegar, pero cuando explota, quema todos los cartuchos y se redime por todas su fallas previas. El último acto de "El juego de Ender" es algo que ningún fan de la ciencia ficción querría perderse. Eso entendiendo que todos los actos previos son más o menos visibles, o perdibles, según como se lo quiera ver.
Brilla De Niro en una despareja comedia negra El prólogo ultraviolento es impactante. Y en el medio hay una escena formidable con la hija adolescente de esta familia mafiosa moliéndole la cara con una raqueta a un compañero de colegio demasiado avispado. Luego, la historia de una familia que debe cambiar de lugar, tanto como para caer en el más deprimente pueblito francés, empieza bien, pero no se sostiene igual durante todo el metraje. Las ambiciones autobiográficas del padre (obviamente De Niro) son muy divertidas, no sólo por los flashbacks mafiosos sino por las reacciones que provocan en su esposa (Pfeiffer, que no logra lucir muy italoamericana, por más que lo intenta a tope). Pero la trama y el estilo de Luc Besson se pierden al enfocar escenas buenísimas que no encajan del todo con el conjunto. Por eso "Una familia peligrosa" luce como una película demasiado fragmentada, en la que el argumento divierte a medida que avanza, pero que no termina de convencer del todo cuando la sucesión de gags da lugar a una historia mucho más políticamente correcta de lo que propone la premisa. De Niro, últimamente obligado a encarnar personajes que en un punto son un estereotipo de sus mejores roles, aquí logra hacer algo distinto y su actuación es uno de los puntos fuertes que sostienen esta comedia negra, en la que Luc Besson no deja de referirse a "Buenos Muchachos", algo comprensible dado que el productor ejecutivo es el mismísimo Martin Scorsese. En medio del cambio de estilo que fluctúa de escena a escena, los que se lucen son los hijos de esta familia: Dianna Agron vendría a ser el personaje más alocado de la película, algo así como la versión femenina del Joe Pesci de "Buenos Muchachos", mientras que su hermano más intelectual y moderado, John D'Leo, se roba casi cada escena en la que aparece. La película es despareja, pero aun con sus altibajos ofrece gags contundentes y los más oscuros climas de comedia negra gangsteril, más un De Niro formidable.
Scarlett Johansson y muy poco más El sexo y el amor en el siglo XXI están minados por los estímulos que surgen de Internet. Al menos éste es el planteo de la opera prima como realizador del actor Joseph Gordon-Levitt, también a cargo del personaje protagónico, un estudiante adicto a la pornografía, que a pesar de conseguir conquistar a una belleza del calibre de Scarlett Johansson, no puede dejar de masturbarse varias veces al día mirando películas porno en la web. El film empieza como una comedia más sexual que romántica, con apuntes divertidos sobre la adicción a los placeres solitarios del protagonista y sus redenciones semanales visitando el confesionario de la Iglesia del barrio, ya que el foco está en la etnia italoamericana del personaje y su familia (lo que permite el lucimiento del talentoso Tony Danza como el padre pésimamente mal hablado). En la primera mitad del film el argumento se concentra sobre todo en narrar la relación entre Gordon-Levitt y su novia, una chica demasiado formal que lo hace esperar semanas antes de tener sexo, se la pasa organizando su futuro laboral y familiar y hasta la limpieza de su casa, y que por supuesto le prohíbe terminantemente mirar pornografía en su PC. Luego la trama se va desdibujando cuando aparece la improbable compañera de clases Julianne Moore. Esta gran actriz siempre aporta algo a toda película en la que participa, y aquí da vida a una extraña mujer que, como era obvio, le dará un par de lecciones de sexo y romance al inexperto galán. Joseph Gordon-Levitt tenía entre sus manos algo que podría haber sido bastante más interesante, pero dadas las repeticiones del guión, los baches narrativos y su obsesión por estar prácticamente en cada escena del film, su primera película como director se queda a mitad de camino, sobre todo por la típica estrategia de empezar una historia de la manera más guarra e irónica posible para ir llevándola a un territorio bastante más light. En términos de cine, no hay nada demasiado malo, ni tampoco muy notable. Hay algunos momentos divertidos, aunque no muchos gags realmente reideros. Con todo, ver a Scarlett Johansson nunca hace mal.
Films de samurais eran los de antes Probablemente no haya una saga clásica de samurais más filmada que la leyenda de los 47 Ronin. Algunas de las versiones más famosas estuvieron a cargo de directores prestigiosos del cine japonés, incluyendo a Kenji Mizoguchi Kon Ichikawa e Hiroshi Inagaki, en films que solían durar más de 3 horas y en algunos casos eran superproducciones con imágenes increíbles en colores y formato Scope. A veces incluían superastros del género samurai como Shintaro Katso, luego más famoso por películas de culto que siguen inspirando al cine occidental. La historia suele ser conocida también bajo el título "Chushingura". Pero a diferencia de clásicos de Kurosawa, de espíritu mucho más moderno, empezando por "Los Siete Samurais" y "Yojimbo" que generaron adaptaciones al western como"Siete hombres y un destino" de John Sturges y "Por un puñado de dólares" de Sergio Leone, la historia de los 47 samurais descastados (es decir, convertidos en "ronin") decididos a vengar a su maestro, quizá por ser uno de los relatos más tradicionales del folklore nipón, siempre fue un fenómeno más localista. Lo que no quiere decir que los fans del cine japonés en general y del género samurai en particular no reconozcan la importancia fundamental de la distintas reelaboraciones, considerando en especial la de Inagaki de 1962 como una de las versiones definitivas. Que por cierto, no incluía cacerías de monstruos gigantes ni dragones infernales, sino era más bien un film épico con una gran puesta de época, apuntes históricos y una habilidad sin igual para hace crecer la terrible tensión dramática del sacrificio de los 47 Ronin durante 3 horas. En esta híbrida versión hollywoodense escrita por Chris Morgan, guionista de "Rápido y furioso", estos samurais lucen más descastados que nunca. La película comienza con una escena impactante a toda superacción y efectos especiales describiendo el ataque de una especie de búfalo gigante Entendiendo que esta escena impone un carácter fantástico poco serio, justamente entonces la gracia hubiera estado en seguir con el delirio sin pretender darle ninguna seriedad de adaptación rigurosa del asunto. Lamentablemente, a lo largo de las dos horas de proyección, los chispazos de imaginación son escasos, y las escenas de diálogos estáticos e intrigas melodramáticas muy poco atractivas se suceden una tras otra. Hay acción samurai por supuesto, pero sin mucho que ofrecer ni en el plano de aporte moderno al género, ni tampoco como delirio que un Tarantino hubiera aprovechado mejor. Los actores japoneses hablan en inglés, pero con tantos nombres propios nipones en cada diálogo que todo luce ridículo. Y Keanu Reeves, que por sus características étnicas múltiples (nació en Medio Oriente, pero de familia hawaiana) podría ser un ronin convincente, salvo que nunca puede dejar de ser Keanu Reeves. A la película le falta garra, y sobre todo sangre, teniendo en cuenta que sólo en una escena hay una ceremonia de docenas de harakiris simultáneos. Por los menos la dirección de arte, los efectos especiales y el 3D, son de primer nivel. Y con un poco de suerte esta revisión occidental de una historia clásica genere la reedición en DVD de algunas de las versiones clásicas de los gloriosos 47 Ronin.
Cada vez menos sustos y muchos más mareos Parecería que no hay género del cine de terror moderno más redituable que el de los documentales apócrifos de supuestos asuntos paranormales filmados con cámaras dse seguridad o por documentalistas amateurs. De ahí lo prolífico de este tipo de películas, que ya se parecen demasiado unas a otras (de hecho, la que comenzó el fenómeno hace mas de una década, "El proyecto de la bruja de Blair" casi parece filmada con gran elegancia al lado de casi todas las demás sagas posteriores). Todo lo malo de este subgénero se aplica perfectamente a esta quinta entrega de "Actividad paranormal". Pero al menos en esta historia de posesión satánica, junto con los presumibles elementos religiosos hay algunos detalles mínimamente más originales: la acción no queda confinada a un solo edificio como en la mayoría de los films previos, sino que la cámara en mano sale a las calles del barrio, la trama se centra en los elementos étnicos de los personajes hispanos, y hay cierta dosis mayor de sentido del humor (hay una abuela sabia que sirve como vehículo para algunos chistes que no están del todo mal). Peo el lado malo de la acción en las calles es la intensificación de la típica cámara que se mueve como si en vez de un trípode estuviera sostenida por una licuadora. En ese sentido, esta entrega es igualmente, o más, insoportable que las otras. Y si bien hay algunos momentos terrroríficos atendibles, la verdad es que los guardan casi todos para el final, cuando al espectador ya le da más o menos lo mismo cualquier cosa que pueda suceder. Lo que queda claro es que dado lo redituable de estas producciones, y lo fácil que resulta filmarlas, hay que estar preparado para más y mas películas de la saga en el futuro mediato.
Sólida recreación de un clásico infantil Aunque cualquier cosa que tenga que ver con nieve hielo y frío será especialmente bienvenido este caliente fin de año argentino, una superproducción de los estudios Disney deformando libremente el clásico de Hans Cristian Andersen "La Reina del Hielo" es algo muy interesante. La historia original es extraña y fascinante, incluso más allá del famoso autor de "cuentos para niños". La lucha entre hadas y todo tipo de seres maravillosos para descongelar un invierno eterno derivó en varias adaptaciones al cine, empezando por lo más parecido a Disney que haya surgido de la ex Unión Soviética: "La Reina de la Nieve" (1957) de Lev Atamanov hacía maravillas con el extraño melodrama nevado, con un estilo de animación muy similar al de los hermanos Fleischer. El film ruso inspiró a genios como Hayao Miyazaki (el de "el viaje de Chihiro"), y la cautivante y compleja historia de Andersen también fue convertida en serie de TV y hasta en una "Sailor Moon" nevada. Independientemente de este detalle, la idea de traer a la "Reina de las nieves" a los estudios Disney daba vuelta hace tiempo. Esta versión se anima a dejarse llevar por los conflictos más extraños de Andersen, mezclados con muchos aportes minimalistas y detalles picarescos (todo generalmente relacionado con el muñeco de nieve Olaf, y a las muy estilizadas protagonistas, una responsable de eternizar el invierno, la otra decidida a romper el hechizo). A esto se suma una sobredosis de canciones que pueden llegar a resultar insoportables (es que es una especie de retorno a los films hipercantados de la era prePixar, como "Aladino" o "El rey Leon"). Esto a pesar que el productor ejecutivo es John Lasseter, justamente el fundador de Pixar. Algunas canciones son buenas incluso dobladas al castellano- pero cuando se juntan varias, pueden ser una pesadilla. El score de Cristophe Beck es excelente y equilibra los demás exabruptos musicales. No será un hito como el clásico ruso del 57, pero es una sólida película animada para chicos, que por momentos, los grandes también podrán disfrutar. En todo caso, muchas de las formidables imágenes de "Frozen" redimen cualquiera de estos detalles. Sobre todo los planos generales de paisajes, y los diseños de decorados "góticos-maravillosos" recreando a todo lujo la estética de la fuente literaria.
Martin Scorsese satiriza con malicia el sueño americano Como en "Buenos muchachos", los protagonistas de "El lobo de Wall Street" son capaces de las peores canalladas, pero concentrándose en pasarla bomba durante el proceso. En "Buenos Muchachos" los placeres y picardías de la vida del gangster de a poco iban generando las esperables consecuencias, hasta que todo estaba realmente mal. La diferencia es que "El lobo de Wall Street" y su banda de rufianes llegan a sufrir un auténtico castigo por sus fechorías, lo que convierte a esta singular comedia negra de Martin Scorsese en una maliciosa sátira del American way of life. Tan ácida y pasada de rosca que en un punto casi podría parecerse a una apología de estos malvados. Sobre todo porque las antológicas actuaciones de DiCaprio como "el lobo" y del aún más brillante Jonah Hill como, digamos, su cachorro, muestran dinámica y alegremente ese aspecto inevitable de la naturaleza humana, lo que consigue que uno no pueda no festejar sus peores tropelías. Se podría entender este chispeante opus de Scorsese como todo un ejemplo de fábula picaresca tipo Bocaccio, pero aplicada a desfalcos verídicos de fines del siglo pasado. Por momentos recuerda algunas de la mejores películas de Robert Altman, que en su época de mayor gloria, los años 70, solía encarar sátiras al sueño americano bastante corrosivas y de duración similar al de esta exagerada oda al latrocinio de niveles épicos. Basada en la autobiografía de un tristemente célebre estafador de los 90, que luego de robar millones, sólo pasó 20 meses en la cárcel, esta delirante visión de los peores crápulas del mundo de los negocios se concentra, por un lado, en las múltiples bajezas de estos tipos, y al mismo tiempo se dedica a enfocar su admirable consagración a festejar sus millones mal habidos en juergas interminables con todas las variantes posibles de sexo y drogas, a un punto que por momentos casi el mismísimo Al Pacino de "Scarface" podría parecer un tipo moderado. Dura tres horas, lo que es tan excesivo como los personajes que describe. Aquí hay de todo, incluyendo docenas de diálogos y situaciones que se pasan de la raya a niveles asombrosos. A los 71 años, Scorsese sigue siendo todo un adolescente genial decidido a mojarle la oreja a todo el establishment hollywoodense. Y retoma su lado más cómico, con mas bríos que en "After hours" y "El rey de la comedia". En esto ayudan mucho Rob Reiner y Matthew McConaughey, que son los que mejor se lucen cuando el tono va directo a la comedia. En este sentido no se puede dejar de insistir en lo genial que está Jonah Hill, un actor de comedias políticamente incorrectas como "Superbad" o la más reciente "Este es el fin", que dirigido por Scorsese, se convierte en una mezcla de Joe Pesci y Alberto Sordi. Entre las muchas cosas imperdibles que tiene esta película, ésta sería la más notable. Más allá de que en lo formal no es la película más rigurosa en la carrera del director, en las tres horas de "El lobo de Wall Street" hay más cine que en casi todo lo que hayamos visto el año pasado. Eso sí, si alguien no tiene ganas de ver escenas de sexo, drogas y juergas de todo tipo y calibre, directamente ni debería acercase al multiplex. Quien quiera ver tres horas de tarambanas de la peor calaña divirtiéndose de maneras totalmente reprobables, todo al ritmo del mejor rock y soul clásico ya deberá dejar de leer esto y salir corriendo al cine. Ah, y mejor ni hablar de las beldades ligerísimas de ropas, porque nos llevaría varias páginas más.
De Hungría, con sorpresa Cuando uno podía pensar que ya todo estaba inventado, aparece un húngaro diseñador de videogames y saca de la galera una de las mejores y mas extrañas películas estrenadas este año. "El ciclo infinito" es, en parte, un homenaje barato a "2001 odisea del espacio" de Stanley Kubrick, y también una pesadilla metafísica que tiene mucho que ver con la tradición de ciencia ficción de Europa oriental, empezando por la literatura de Stanislav Lem. La película es realmente ingeniosa, hábil para armar un concepto ciento por ciento original contando con un presupuesto casi nulo. Un astronauta sufre el aviso de que algo muy raro está pasando, "hay lecturas extrañas" le dicen desde la base, señalando que también hay "una niebla nociva". La voz de la base repite que todo es "muy raro" y el astronauta aparece en una especie de techo, donde le habla un sujeto enmascarado, lo invitan a una fiesta tecno y luego nota que hay pobladores de un pueblo cercano que quieren matar a todo el mundo. La situación es incomprensible, tanto para el astronauta como para el espectador, pero entonces todo vuelve a cero, el protagonista vuelve a aparecer en el techo, le hablan los enmascarados aunque ahora le dicen otras cosas tan absurdas como las de antes, pero distintas. Y el ciclo se repite a lo largo de los vertiginosos 78 minutos de proyección con sutilezas cada vez más raras. Por ejemplo, en un momento alguien le dice a otro que la niebla los rodea y la gente está saliendo a matar, pero su interlocutor sólo desea que le conviden una cerveza. Las imágenes oscuras, bien kafkianas, se mezclan con multicolores tomas psicodélicas remedando el largo final de "2001", solo que con la mas alucinante música tecno del músico húngaro Kinga Szasbo el soundtrack es todo un descubrimiento, y justifica por si solo el precio de la entrada al cine. Las imágenes son bellas, y las ideas formales que desarrolla el director debutante Zoltan Sostai son únicas y dignas de ver más de una vez. Destinado a film de culto, ojalá sea el comienzo de una carrera cinematográfica con más delirios maravillososos como este "ciclo infinito".
Un ritual sangriento y demasiado pretencioso Esta remake de un film mexicano ("Somos lo que hay", de Jorge Michel Grau, 2010, que aquí no vimos en los cines y ni siquiera en DVD) está realmente bien filmada, y extremadamente bien actuada. El único problema con "Ritual sangriento" es que se toma demasiado en serio, casi como si el director no fuera conciente de la naturaleza y el género de su película, y en cambio estuviera convencido de estar dedicando una tragedia shakesperiana, pero con detalles más gastronómicos. Además de resultar un poco pesado y fuera de lugar, el tono pretencioso y el montaje más denso que tenso son los principales problemas de este interesante "Ritual sangriento". Más allá de que hay buenas ideas, finalmente esto no es más que una imaginativa derivación de "La masacre de Texas" y todas las variantes de películas sobre familias extremadamente disfuncionales. Y por otro lado, es sólo otra remake estadounidense de una película mexicana. El argumento merecía ser contado con más atención a los resortes propios del género. Así y todo, la verdad es que esta historia sobre una familia que no piensa abandonar las extrañas tradiciones impuestas por sus ancestros es una pesadilla realmente interesante. Lo mejor del guión es hacer que una temporada de lluvias catastróficas amenace con poner en evidencia las aberrantes costumbres del clan. Hay momentos realmente fuertes a todo nivel a veces se hacen esperar demasiado-; la música es notable y, entre las muchas excelentes actuaciones, hay que destacar a Michael Parks el actor de culto encarna a un torturado personaje escrito a su medida-. En el elenco sorprende la resurreción de Kelly McGillis, la beldad ochentista de "Testigo en peligro" y "Top Gun", que obviamente aquí cuesta reconocer, no sólo por el paso del tiempo sino por las características de su personaje. Pero la gran actuación de "Ritual sangriento" es la de Bill Sage como el psicópata dedicado a mantener las tradiciones familiares aunque llueva y truene. "Ritual Sangriento" es la remake estadounidense de un film mexicano del 2010.
Un “Qué pasó ayer” de la tercera edad Sin duda esta versión de la tercera edad de "Qué paso ayer" hace reir. Hay gags buenos y contundentes, interpretados por un elenco difícil de reunir: De Niro, Michael Douglas, Kevin Kline y Morgan Freeman por algún motivo, nunca habían compartido una película-. Sin embargo, entre chiste y chiste "Last Vegas" también resulta bastante deprimente. Esta contradicción casi podría ser explicada por algunos de los mejores diálogos del film. "Esto tal vez le pueda hacer bien a mi rodilla, pero le está haciendo muy mal a mi espíritu", asegura Kevin Kline en medio de una sesión de gimnasia geriátrica. Más adelante, ya en medio de la juerga propia del título de la película, Morgan Freeman, gran bebedor y mayúsculo tarambana, experimenta una nueva sensación: "vodka mezclado con bebida energizante". "Esto es como estar borracho y electrocutado al mismo tiempo." Semejante reunión de pesos pesados hollywoodenses merecía un guion mejor. Michael Douglas es un exitoso hombre maduro decidido a casarse con una mujer mucho más joven. Esto implica invitar a sus mejores amigos del barrio, la pandilla inseparable formada 58 años atrás. De Niro es el amigo gruñón ofendido con justa razón por conflictos previos realmente no muy interesantes-, y Kevin Kline y Morgan Freeman son los que en verdad se hacen cargo de casi todo lo divertido del film aunque cuando la cosa podria arder en serio, el guionista se las arregla para arruinarlo todo. Y lo cierto es que la que se roba la película es la asombrosa beldad madura Mary Steenburgen, que en su papel de cantante del bar de un casino le pasa por arriba a todos sus colegas talentosa, y ahora, más linda que nunca-. En cambio De Niro y Douglas están muy desaprovechados. Incluso cada vez que tiene la oportunidad de rematar bien una escena, el director Jon Turteltaub se las arregla para que una comedia sobre adultos mayores pasándose de la raya en Las Vegas casi no tenga una sola escena que no sea apta para todo público.