Paseando por las montañas Robert De Niro y John Travolta cargan sobre sus espaldas el protagónico de este thriller de acción que, con una historia sencilla y escudándose en las dos figuras, se torna interesante al comienzo pero promediando la mitad y hasta el final solo logra no aburrir. En una cabaña alejada de todo urbanismo, en una inhóspita región de los montes Apalaches, reside un ex veterano de guerra americano que se cruzará con un ex soldado de origen serbio que busca venganza. Ambos emprenderán una casería muy particular, como el juego del gato y el ratón, donde De Niro y Travolta se persiguen y torturan, pero nunca se ejecutan, colocando a los personajes al borde del ridículo una y otra vez, con situaciones completamente inverosímiles y algunas otras casi risibles, como aquella del final con redención incluida. Las formas de zafarse son tan absurdas que anulan aquella tensión y suspenso lograda en el comienzo. El film desaprovecha las posibilidades dramáticas de un terreno hostil y la tensión por sobrevivir a una lucha en dicho escenario. Algo que desarrolla muy bien el film polaco protagonizado por Vincent Gallo Essential Killing, filmado en un registro muy realista y casi sin diálogos que procura mostrar visual y visceralmente lo que un prófugo debe padecer para sobrevivir en los bosques nevados y perseguido por sus captores. Un De Niro en piloto automático y un Travolta que no genera empatía hacen que la excelente fotografía y los escenarios naturales terminen cobrando más relevancia que los protagonistas. Solo el buen ritmo y su corta duración (menos de hora y media) evitan que nos aburramos en un film que hasta intenta inútilmente reflexionar sobre la naturaleza de un conflicto bélico.
Robos a los famosos Esta nueva película de la directora que, de alguna manera, supo sobreponer en poco tiempo sus aptitudes a su apellido, no parece estar a la altura de sus anteriores producciones. Con una propuesta temática interesante, centrada en un grupo de adolescentes de Los Ángeles que fascinados por las celebridades y el universo de las marcas dedican su tiempo a robar las residencias de famosos en Hollywood, como Paris Hilton, Orlando Bloom y Lindsay Lohan entre otros, y un comienzo atractivo desde lo visual, el relato sigue a los jóvenes que saquean las casas de sus ídolos alternando los robos con fiestas y entrevistas, que a manera de flashfowards explican sus auténticas motivaciones tras ser juzgados. A pesar de la atractiva estética donde cada robo conlleva un trabajo visual distinto, combinando cámara al hombro, montaje entrecortado, tomas fijas y cámara lenta con una musicalización que acentúa los pocos momentos de acción pero dilata aun más las situaciones intrascendentes, el relato se vuelve monótono, presentando las mismas situaciones una y otra vez, donde los personajes se dedican a robar, probarse ropa y sacarse fotos con el celular mientras se drogan o se relajan en la playa. Los diálogos demasiado sucintos (salvo las entrevistas) tampoco ayudan a desarrollar los personajes y hacer avanzar una historia que, de no estar basada en hechos y personajes reales (su titulo original The Bling Ring es el nombre de un grupo de adolescentes obsesionados con la fama que durante casi un año se dedicaron a robar las mansiones de ricos y famosos en Los Ángeles) seria inverosímil hasta casi el final. Cualquiera da por sentado que las "celebrities" tienen al menos una mísera alarma y seguridad privada en sus mansiones, y en ultima instancia, cuanto tardaría en hacerse vox populi en el pueblo, el alarde de de un grupo de adolescentes. Coppola se limita a observar a un grupo de jóvenes obsesionados con el dinero y la moda sin juzgarlos. Si bien retrata una juventud inconsciente e irresponsable, cegada por los medios de comunicación y las redes sociales que ya no respetan la privacidad de nadie y donde la indiferencia de los padres y falta de límites son la constante de nuestra época, el film no profundiza en dichos aspectos y termina siendo una anécdota frívola y reiterativa que incluso sirve de promoción a las afamadas marcas de moda. Coppola reincide en sus temáticas habituales respecto a las relaciones humanas pero se distancia de sus personajes, y descansa en su habilidad para dirigir a jóvenes intérpretes y un elenco con algunas figuras de renombre para asegurarse un film bien narrado pero aburrido e intrascendente, cuyo nombre tal véz recordemos debatiendo sobre el tema en una charla de café.
Con una trama muy parecida a Pitch Black, aquella película de ciencia ficción de bajo presupuesto que dio origen a la saga en el 2000 y se convirtió en film de culto desplegándose desde videojuegos hasta un documental, Riddick nos trae nuevamente a Vin Diesel en el papel del Furyano, que en esta oportunidad es dado por muerto y abandonado en un devastado planeta donde parece ser el único habitante y en el que luchara por sobrevivir enfrentándose a extrañas criaturas y un grupo de cazadores de recompensas. Esta nueva entrega nos conecta con la primera y devuelve a su protagonista de ojos plateados capaz de ver en la oscuridad su faceta más salvaje, el letal asesino experto en cuchillos y capaz de sobrevivir a cualquier situación. Tras un comienzo sin diálogos, sin duda lo mas interesante del film, donde Riddick pugna por la supervivencia y se entrena para volver a ser sí mismo enfrentando a bestias y criaturas, comenzamos a recibir en forma de flashbacks la única información que nos remitirá a La batalla de Riddick. Luego Diesel casi desaparece de la pantalla para dar lugar a los personajes secundarios, que de la mano del español Jordi Mollà en el rol de villano patético junto a otros tanto caricaturescos (incluida la poco femenina Katee Sackhoff), que dan curso a diálogos intrascendentes y acciones que preparan el terreno para la ultima media hora de acción con la masacre de los protagonistas. Con un relato simple, personajes intrascendentes y sin historia que contar pero sustentándose en el carisma de Diesel y la atractiva estética ya característica de la saga, con escenarios y efectos especiales de película clase B que nos remite a al western pero mezclado con ciencia ficción y un poco de terror al estilo Alien, esta entrega de Riddik pareciera ser un capítulo de transición para una futura entrega.
El actor Martín Piroyansky, cuya trayectoria suma varios films conocidos como Sofacama, XXY, Mi primera boda, La araña vampiro y Ni un hombre más, entre otros, hace su debut como guionista y director con esta comedia romántica que se centra en una joven pareja de argentinos recién instalados en Manhattan, donde ella es una aspirante a actriz que solventa los gastos trabajando como recepcionista en un bar y él un músico bohemio que intenta ganarse la vida tocando la guitarra. Con la ciudad de Nueva York como un personaje más y los cliché típicos de las comedias románticas americanas (aunque aquí las situaciones de humor son casi imperceptibles), el relato sigue los vaivenes de esta pareja donde el amor idílico va perdiendo fuerza ante la realidad, pero sin profundizar en sus personajes y simplificando cuestiones temáticas interesantes (como la soledad y la vida cotidiana en una cultura ajena) para priorizar el típico happy end. Piroyansky explota al máximo el feeling entre los protagonistas (quizá porque Carla Quevedo y Abril Sosa fueron pareja en la vida real) y logra transmitir la espontaneidad y frescura que experimentan sus personajes. A pesar del estilo amateur, por momentos desprolijo técnicamente, con una cámara en mano que en ciertos momentos funciona y en otros se vuelve en contra, Abril en Nueva York mantiene el interés narrativo fundamentalmente por el trabajo actoral de Carla Quevedo, quien logra transmitir muy bien los conflictos del personaje.
Este nuevo film del director Sean Barker, cuya temática y estética lo ubican en ese cine independiente americano que deja algo más luego de verlo, centra la historia en la relación de amistad que una joven establece con una mujer casi sesenta años mayor que ella. En una venta de garaje, una joven compra un termo y descubre en su interior una importante suma de dinero, pero no logra decirle la verdad a la dueña y siente la necesidad de acercarse a ella entablando una relación que comienza con desconfianza pero que poco a poco va floreciendo y ocupando el lugar de lazos familiares perdidos por ambas mujeres. Con un buen manejo del tiempo narrativo, Baker nos introduce en el mundo de unos post-adolescentes, que no se sabe muy bien de qué viven y pasan la mayor parte de su tiempo drogados frente a una consola de videojuegos, para luego centrarse en la relación de la joven con la anciana, donde todo sigue el camino de lo sutil, de lo oculto pero buscando la intimidad de ambas protagonistas. El relato recién comienza a desplegar explicaciones pasadas la mitad de la película, donde una escena servirá para comprender ciertos rasgos de la personalidad de la joven protagonista y develar las peculiaridades de un negocio muy particular. Dree Hemingway (la modelo publicitaria biznieta del escritor que hace su debut cinematográfico) logra componer con total naturalidad a esa hermosa joven frívola, que rara vez abandona ese limbo de superficialidad publicitaria que recubre su andar, pero también dulce y carismática que dejara ver sus carencias afectivas. Mientras que Besedka Johnson, quien también debuta en la actuación, compone a esta anciana de mal carácter y antisocial que con las mismas carencias de la joven logra la identificación del público. Más allá del disparador inicial del vínculo (tarda en volverse verosímil hasta que la para la policía), las actuaciones creíbles y la frescura de los diálogos hacen de Starlet” un film interesante, que repara en la soledad, la necesidad de afecto, las ambiciones (o carencia de ellas), amistades y egoísmos que van más allá de las diferencias generacionales. Con una mirada que no juzga nunca a sus personajes, pero que retrata una post adolescencia americana, banal, carente de objetivos y preocupada por los cinco minutos de fama y dinero logradas con el menor esfuerzo, cualidad genérica expandida en general por el exitismo del Realty show en todo el mundo actual.
Resulta interesante el caso de esta nueva producción de Michael Bay y los responsables de Actividad Paranormal, que consiguió colocarse 1ª en la taquilla estadounidense y recaudar 63 millones de dólares considerando que su producción solo costo 3. Es sabido que el éxito en la taquilla esta ligado al universo que la precede y al contexto en que se da, más allá de su producción. Y es en la propuesta inicial desde lo argumental junto a la combinación de géneros que propone, por lo menos al comienzo, que ayudaría a comprender por qué ha sido esta la seleccionada por el espectador estadounidense. Escudándose en la ciencia ficción, genero cuyas reglas permiten verosímiles muy diversos, La noche de la expiación plantea un futuro diatópico no muy lejano en Estados Unidos, donde la desocupación y la criminalidad casi no existen gracias a una ley que permite una vez al año, durante 12 horas, que todo crimen sea cometido con plena impunidad y donde se suspenden la asistencia social, los servicios de emergencia y el accionar del aparato de represión estatal para que la ciudadanía se autorregule por sí misma sin pensar en el castigo ni en las consecuencias. Logrando con esta “purga” (The Purge es su nombre original) descomprimir la violencia inherente a todo ser humano y garantizando la idílica vida en armonía durante el resto del año. Ideas parecidas ya hemos visto en la magistral 1984 de George Orwell o incluso la reciente Los Juegos del Hambre, donde el estado toma una medida excepcional para detener la creciente delincuencia, aunque utilizando para ello acciones moralmente inaceptables. Pero la propuesta futurista es solo argumental y pasados los minutos introductorios se convierte en un thriller de terror, al mejor estilo Funny Games (1997) mezclada con de Terror en Amityville, La masacre de Texas, Viernes 13 o Pesadilla en lo profundo de la noche y El coleccionista entre otras, que sigue a un familia en el transcurso de la noche de purga, durante la cual se verá puesta a prueba para ver hasta dónde son capaces de llegar para protegerse cuando las viciadas nuevas reglas del mundo exterior amenacen su casa. Esta interesantísima idea, donde la violencia es admitida y controlada por el gobierno de una manera curiosa para lograr su utopía, bajo la que se esconde una fuerte y contundente crítica social y política y que podría dar lugar incluso a apasionantes lecturas, no tarda en desvanecerse y dejar paso a una catarata de clichés donde la violencia es la verdadera protagonista, con llamativa ausencia de escenas de sexo y situaciones de manual sumamente predecibles, con diálogos forzados y personajes de un simplismo atroz que inexplicablemente se esfuerzan en parecer zombis. La siniestra expresividad facial del poco conocido Rhys Wakefield, que tiene la misma cara con la máscara que sin ella, suma un punto a favor dentro de una galería de personajes donde un niño de rasgos latinos que parece adoptado y una hija adolescente que inexplicablemente se esconde de sus padres, no resultan creíbles ni contribuyen a ponernos en la piel de los protagonistas. Una casa gigante para esconderse (con mas habitaciones que la casa blanca), psicópatas con uniforme de colegio privado usando mascaras sin sentido (ese noche el delito es legal) y otras situaciones como estas son las que van desmereciendo el film durante su relato. Pero hay que reconocer el mayor logro del film, y es que a pesar de no desarrollar su única y ambiciosa buena idea, a través de la puesta en escena que combina distintos formatos como el de los informativos del principio, movimientos exagerados de la cámara en mano y una banda de sonido que acentúa constantemente las acciones, consigue captar la atención desde el minuto uno y sabe cómo mantener el interés y la tensión para entretener durante la hora y media que dura la película. Queda la sensación de que podría haber sido uno de esas películas que quedan en nuestras retinas, pero solo consigue un predecible y efectivo entretenimiento pasajero. La anécdota, tal vez esté dada por las imágenes del comienzo, no tan alejadas de la realidad especialmente en esta parte del continente, y por la época en que se sitúa podríamos estar ante un verdadero documental autóctono.
Ilusión familiar Esta nueva comedia americana, o mejor dicho, bien norteamericana viene a confirmar una vez mas la desacertada carrera cinematográfica de Jennifer Aniston post Friends. Basta una breve recorrida por sus últimos trabajos para arriesgar la hipótesis de que todos sus papeles conformaron, de alguna manera, una especie de "spin off" de aquella Rachels que se hiciera famosa internacionalmente con la popular sitcom. Digamos que nunca pudimos dejar de ver en sus últimas películas, y ésta no es la excepción, diferentes personalidades de Rachel. Esta vez, una Jennifer Aniston que se atreve a mostrar un poco más el cuerpo interpretando a una stripper insolente, nos evocará a una Rachel mas osada. La trama se centra en insignificante traficante de marihuana, interpretado por Jason Sudeikis (Proyecto 43), que tras endeudarse con su proveedor no tiene otra salida que traer un cargamento desde México. Para ello decide inventar una típica familia americana que sale de vacaciones en su caravana, pero sólo consigue una stripper malhablada como esposa, un adolescente virgen (encarnado por Will Poulter, de Las Crónicas de Narnia) y una joven rebelde y homeless por elección (interpretada por Emma Roberts, de American Horror Story) como sus dos hijos. Así comienza esta especie de road movie mezcla con sitcom subida de tono, con personajes totalmente estereotipados y caricaturescos, bromas y situaciones obvias y sin gracia, algún pasaje bizarro interesante pero mal resuelto, y ese empeño americano en resumir a Mexico en un conjunto de personas que andan en burro, juegan al futbol y trafican drogas. A pesar del cinismo y burla inicial sobre la familia americana, las resoluciones infantiles y políticamente correctas de los gags sumadas al moralizante y típico final feliz empalagoso, hacen que debamos esperar a los créditos finales para poder sonreír, al menos, con los bloopers de rodaje. Por si no se acordaban de Rachel.
Sombras con apertura Siguiendo la línea de films adaptados de libros para adolescentes y basados en toda clase de criaturas sobrenaturales y del submundo con cierto aire romanticón y shakesperiano al estilo Crepúsculo, Hermosas Criaturas o La Huésped, estas dos últimas de bajo rendimiento en taquilla, Cazadores de Sombras viene a sumar uno más, con algún que otro aporte que quedará para la anécdota. Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso es una adaptación de una serie de libros de Cassandra Clare, que ya cuenta con cinco entregas publicadas y una más confirmada para 2014, centrados en Clary Fray, en apariencia una adolescente normal que vive con su madre en la Nueva York contemporánea y que acaba descubriendo que es la descendiente de una línea de Cazadores de Sombras. Tras la desaparición de su madre, Clary debe unir fuerzas con este grupo secreto de jóvenes guerreros envueltos en una vieja batalla para proteger nuestro mundo de los demonios, quienes la introducen en una Nueva York alternativa y peligrosa conocida como Submundo, repleta de demonios, brujos vampiros, hombres lobo y otras criaturas mortales. Con una ambientación y personajes que remiten bastante a la serie televisiva Buffy, la Cazavampiros, donde el rol protagónico también recae en una adolecente que descubre sus poderes sobrenaturales para perseguir vampiros mientras busca respuestas a sus dudas existenciales, Cazadores de Sombras logra mezclar los elementos sobrenaturales con los mundanos para volver verosímil (en gran parte) un relato del mundo fantástico. Tal vez ayude, el hecho de introducir al espectador al Universo de los Cazadores de Sombras, demonios y criaturas sobrenaturales al mismo tiempo que lo hace su protagonista. Si bien al momento de las luchas comienza a perderse el verosímil, las convenciones del género y acertados puntos de giro en la historia permiten mantener el entretenimiento. En el triángulo amoroso, visto últimamente en la catarata de sagas al estilo Crepúsculo, radica la anécdota de este film. La posibilidad que uno de los personajes del triángulo tenga una orientación sexual distinta, proponiendo un nuevo giro en el tema romantico (aunque se diluya rapidamente) presenta una innovación y una apertura con respecto a las otras sagas. A pesar de ser un poco más accesible al público masculino, por contener menos romanticismo azucarado, Cazadores de Sombras no deja de ser un film para adolescentes (con sus debilidades e inconsistencias), con un triángulo amoroso más que termina en el clásico "hapy end" políticamente correcto.
Sustos garantizados James Wan, responsable de El juego del miedo (Saw, 2004) y La noche del demonio (film de terror al más puro estilo ochentoso y repleto de referencias a la mítica Poltergeist que fue todo un éxito), dirige esta nueva película que tuvo su génesis 20 años atrás, cuando Ed Warren mostró una de las grabaciones del caso Perron al productor Tony DeRosa-Grund, quien dedicó 15 años para encontrar el estudio que estuviera dispuesto a llevar a pantalla la historia. La película está basada en la historia real de la familia Perron, que en la década de los 70, afirmaron haber presenciado encuentros sobrenaturales en su domicilio del estado de Rhode Island. Tras lo cual acudieron entonces a Ed y Lorraine Warren, un matrimonio de parapsicólogos e investigadores de renombre en el mundo de los fenómenos paranormales y expertos en solucionar casos reales de posesiones tanto de personas como de objetos, que se encontraron frente al caso más terrorífico de sus vidas. Este nuevo trabajo del director vuelve a retomar la estética de consagrados films de terror de los 70’ y 80’ como El Exorcista, al que también hace alusión temáticamente y en su iconografía religiosa, y recoge múltiples referencias de películas como Actividad Paranormal (2007), Chucky, el muñeco diabólico (1988), Poltergeist (1982), y cita incluida a Los pájaros (1963) de A. Hitchcok. A pesar de contar con los clichés característicos del género, y a diferencia de las ultimas producciones estrenadas, Wang opta por una concepción visual y una puesta clasicista (signada por prolijos encuadres, travellings y planos secuencias compuestos por una fotografía que juega entre las sombras y la oscuridad), que prioriza la creación de climas y elementos simples y efectivos para hacer saltar al espectador en la butaca. Casi sin efectos especiales, y apostando al fuera de campo y los encuadres sumado a una precisa y contundente edición de sonido que permite climas muy bien logrados - al estilo de Los Otros (2001) o El orfanato (2008) - Wan va dosificando la tensión del relato para atrapar al espectador hasta el final. Un inocente juego infantil, una cajita de música antigua o una muñeca que parece de verdad, se convierten en fuentes de tensión que sumadas a un manejo de la oscuridad muy particular, bastan para producir escalofríos. Tal vez, su punto más flojo radique en plantear en el comienzo varias tramas, la vida de los Warren por un lado, la de los Perron y la muñeca (una de las mas interesantes), pero avanzada la trama y descubierta la fuente del mal, las abandona argumentalmente y solo sirven como electos de tensión. Con una historia típica y conocida, pero muy bien contada, una excelente reconstrucción de época y apostando a los climas y el impacto sonoro, El Conjuro logra su cometido. Contribuyen en ello, el estar inspirado en hechos reales y el acertado casting y muy buenas actuaciones de Lili Taylor y Vera Farmiga.
Un caso más Su título en castellano y los primeros quince minutos del film, bastan para conocer la trama y dar el impacto inicial de este relato que comienza como un thriller y va tomando forma de drama con algunos ribetes de acción. Un padre recibe un duro golpe cuando su hijo adolescente va preso por involucrarse inocentemente en un negocio de contrabando de droga. Para poder reducir su condena, tendrá que infiltrarse dentro de una peligrosa red de narcotráfico, poniendo en peligro su vida y la de todos los que lo rodean. El hecho de estar inspirada en un hecho real y centrarse en la presión que el personaje principal tiene por salvar a su hijo, permite al espectador interesarse por cómo un novato podrá lidiar con gente que se mueve en el mundo de las drogas y cómo terminará la historia. Tras la acción del comienzo con una serie de situaciones verosímiles, y hasta cierto punto angustiosas, van delineando más un drama con cierto discurso político acerca de la perversión del sistema judicial y penal americano sobre el consumo y tráfico de drogas, que un thriller de acción. Dwayne Johnson, asociado a habitualmente a roles de acción como en G.I.JOE o la saga Rápido y Furioso 6, intenta cambiar de registro encarnando a este padre desesperado. Pero el fisic tu rol del protagonista (más luchador que actor) que promete grandes enfrentamientos y situaciones de acción que no se cumplen, asociado a ciertos estereotipos en los personajes y algunas inconsistencias en la trama que diluyen el discurso político, hacen que el film termine convertido en un llevadero drama, con esparcidos picos de adrenalina en las breves peleas y persecuciones que consigue. Si bien El infiltrado logra captar la atención del público hasta el final, la falta de emoción en las situaciones e interpretaciones, exceptuando la siempre correcta Susan Sarandon, hacen que uno termine recordando más a los actores y a los personajes que los grandes momentos de "acción"