Un juego conocido Como en esos juegos de suspenso, donde cada carta que se saca es una pista que dilucida nuestras dudas y nos permite resolver el caso, Desconocido dosifica muy bien el suspenso y la acción construyendo un relato que entretiene y sostiene la intriga casi hasta el final, cuando recordamos que con esas cartas ya jugamos. Liam Nelson, de excelente interpretación, es un científico que llega a Berlín con su esposa para una conferencia, pero su realidad cambiara abruptamente cuando se de cuenta que olvidó su maletín en el aeropuerto y regrese a buscarlo.Foto1 Tal vez esta breve sinopsis esta orientada a destacar lo que considero el elemento mas atractivo del film, que el espectador sabe lo mismo que el personaje y solo el suceder de los hechos develara el misterio. La perdida de la memoria y la identidad son meros disparadores en un relato que privilegia la acción, con persecuciones de autos, accidentes y explosiones, sosteniendo el suspenso con giros y vueltas de tuerca que cumplen con los cánones estándares de este genero, pero que sus personajes explican demasiado alterando por momentos la atención del espectador. “No arrojar al espectador información constantemente” Algo que en los manuales de guión no se recomienda y viene destacado en negrita, ya que el cerebro actúa por ciclos y no puede al mismo tiempo recibir la información, procesarla y pretender seguir con fluidez el hilo de la historia. A no ser que se valga de ingeniosos recursos expresivos como lo hiciera P. Greengrass en Identidad desconocida (2002), donde la cámara en mano y el re-encuadre dentro de los mismos planos potenciaban el relato. Foto2Pero lejos está este film de innovar expresivamente, aunque es de destacar la muy buena fotografía, en una fría Berlín que tiene su homenaje en el detective privado y ex agente de la Stasi (Bruno Ganz), orgulloso de sus recuerdos y tan eficiente como antes. Así es como la paranoia y conspiración solo son motivos temáticos desaprovechados en este film que lo alejan del thriller psicológico para reconocer cada vez más sobre el final la contundente influencia de Identidad desconocida, que renovaba en cierto sentido el cine de espías.
Secretos de familia Ganadora del premio más importante en Festival de Sundance y con cuatro nominaciones al Oscar, entre ellas a mejor película, Lazos de sangre se interna en los frías montañas de Ozark, Missouri para proponer una mirada independiente y realista del viejo lema “Lo que pasa en las Vegas queda en las Vegas. La historia trascurre en Missouri, en un pueblo pobre del interior de Estados Unidos donde casi todos sus habitantes tienen algún tipo de parentesco y se centra en Ree Dolly (Jennifer Lawrence), una joven de diecisiete años que se ve obligada a cuidar de su madre enferma y sus dos hermanos pequeños tras la ausencia de su padre. Tras recibir la noticia que la casa en la que viven es garantía de la fianza de su padre y que puede perderla al no presentarse éste al juicio, Ree comienza la búsqueda de su padre desafiando todos los códigos de silencio que la rodean y enfrentando los riesgos que ello supone. Jennifer LawrenceUna historia sencilla muy bien contada, en la que poco se dicen y mucho se sabe, donde la excelente interpretación de Jennifer Lawrence (nominada al Oscar como Mejor Actriz Protagónica) será el centro de un relato que cautiva al espectador sumergiéndolo poco a poco en un viaje donde nadie sabe nada y si menos preguntas Dios perdona. Con una protagonista que se ve forzada a madurar, buscando la verdad rodeada de personajes sórdidos y hostiles, ambientes amenazantes y costumbres de una comunidad cerrada donde el miedo, la desolación y la miseria absoluta retratan una realidad que habita en el interior Norteamérica. Un pueblo donde el sheriff les teme a sus propios habitantes que viven bajo sus propias leyes. MissouriPero los principales méritos del film residen en la atmósfera y clímax que su directora Granik logra componer al lo largo del relato, con una excelente fotografía y un pausado pero cautivador desarrollo de la historia merced a las buenas actuaciones. Acompañada por una muy buena banda sonora (cualquiera arriesgaría que G. Santaolalla tuvo algo ver aunque es de Dickon Hinchliffe) que por momentos nos traslada a Secreto en la montaña.
Tal vez no Lejos de Manhatan y mas cerca de Barcelona, Woody Allen vuelve a filmar en Inglaterra. Una comedia dramática que dista mucho de aquellos films que consagraron su carrera para semejarse más a las últimas producciones, donde no falta su cínica mirada sobre el absurdo cotidiano y la condición humana, pero mucho más superficial y liviana. Retomando aquella reflexión que indagara en Match Point sobre el destino y la suerteJosh Brolin que rige la existencia humana, Conocerás al Hombre de tus Sueños nos presenta un relato a medio andar entre el drama y la comedia que nos sumerge en las historias de dos parejas insatisfechas que en busca de sus pasiones, ambiciones y obsesiones descubren también su egoísmo y frustración. Alfie (Anthony Hopkins) un viejo que se niega a envejecer y sale en busca de la juventud perdida, deja a su esposa Helena (Gemma Jones) que, desconsolada y angustiada, caerá en los extravagantes consejos de una adivina que le dice lo que quiere oír. Su hija Rally (Naomi Watts), infeliz en su matrimonio que se va enamorando de Greg (Antonio Banderas), el atractivo galerista para quien trabaja, mientras que Roy (Josh Brolin) su marido y frustrado escritor se fascina espiando a Día (Freida Pinto), la vecina de enfrente. Gemma JonesToda una galería de excelentes actores componiendo interesantes personajes en los que Allen no ahonda demasiado y los deja fluir para traer nuevamente a escena su desconcertante y cínica visión sobre los anhelos, miedos, miserias, engaños y grandezas de la condición humana, donde sólo cuenta el azar, y la solución a sus frustraciones son tan escasas como efímeras. Pero mas allá de su repetido discurso, pareciera que esta ves este extraordinario narrador de historias se conformó con una simple y superficial. Tal vez la clave de este film esté en la cita del comienzo “Todo es estruendo y furia y, al final, no significa nada" Macbeth, que resume los valores de una sociedad actual que vive la vida con igual superficialidad y donde la inmadurez, mediocridad e irresponsabilidad son moneda corriente. Será por ello que las tragicómicas reacciones de los personajes ante el desconcierto nos resulten tan verosímiles. Aunque en ocasiones se tornan excesivamente reiterativas. Anthony HopkinsCabe destacar, aun siendo predecible y estereotipado, el estupendo trabajo de Anthony Hopkins, ridículo y entrañable junto a Lucy Punch en el papel de Charmaine, la amante que llena su vacío de juventud dejando al descubierto lo terrible de envejecer solo, el miedo al fracaso y la auto justificación como respuesta al destino. A Gemma Jones en un papel que se ilusiona y deprime con tal facilidad que conmueve y desquicia al mismo tiempo. Y la escena donde Roy (Josh Brolin) cierra la ventana cambiando con inteligencia la perspectiva de la mirada como lo hiciera en Macht point con la pelotita en el final. Lejos de New York quedaron los chistes de judíos, pero fiel a su estilo y genialidad, no faltan los diálogos que se hilvanan a ritmo de jazz y la música clásica que en esta oportunidad abunda en la banda sonora. Algunos films serán mejor que otros, gustaran más o menos, pero nadie puede dudar del talento de Woody Allen. Esta vez creo bastó con entretener y mostrar, porque no, una realidad mas actual.
El niño que jugaba con la suerte Una encantadora comedia dramática del joven y talentoso director polaco, Andrzej Jakimovski, que combina la realidad del mundo adulto con la mirada inocente y mágica de la infancia. Galardonado con más de 30 premios internacionales y fiel exponente del cine de autor, Un cuento de verano narra con una mirada contemplativa, ingenua y enternecedora, una historia sencilla y realista sobre la relación entre un niño, su hermana y su padre ausente. En un pequeño y rutinario pueblo del interior de Polonia, donde nunca pasa nada, un niño de seis años que pasa sus horas vagando y jugando en la estación de ferrocarril descubrirá a un hombre que podría ser su padre. Mientras su hermana intenta conseguir desesperadamente un trabajo y su madre atiende el negocio, Stefek (Damian Ul) desafía la suerte e intenta alterar el destino de ese hombre, para que vuelva con su madre. Su hermana mayor Elka (Ewelina Walendziak), le enseñara trucos cotidianos para sobornar a la suerte y manipular el destino, que mas tarde también usará para controlar la vida amorosa de la misma. Embebida de un realismo, personajes costumbristas y la presencia de los vínculos familiares propios del Cinema Verite y el Neorrealismo italiano, Andrzej Jakimowski, nos aporta un cine polaco con estilo propio mixturando lo poético con lo cotidiano y contrastando la ingenuidad de la infancia con una realidad familiar y social de una Polonia en crisis. La belleza y excelente interpretación de estos actores no profesionales (Damian Ul ganó el premio al Mejor Actor en el Festival de Tokio 2007 y fue candidato al Polish Eagles 2008), dotan a los personajes de un naturalismo y espontaneidad que sumados a la muy buena fotografía y la banda sonora que discurre entre el jazz y divertidas tarantelas, logran transportar al espectador al pueblo mismo. Ante el vertiginoso ritmo de los films de acción, el abuso de la cámara en mano y montaje de atracciones que actualmente invade la pantalla, Un cuento de verano es la oportunidad de disfrutar de un cine de autor que resalta lo bello de lo cotidiano.
Vivir soñando o soñando vivir Esta superproducción que recaudó más de sesenta y dos millones de dólares en su estreno en Estados Unidos, reúne a una excelente historia, sorprendentes efectos visuales y convincentes actuaciones, pero sobre todo, consagra a Christopher Nolan como uno de los directores mas creativos e interesantes, capaz de combinar en un thriller la dosis justa de acción, suspenso, drama, romance, ciencia ficción y espionaje para incursionar en las más oscuras obsesiones, preocupaciones y secretos de la mente humana. Al igual que en todas sus producciones anteriores, Christopher Nolan vuelve a demostrar su fascinación por la psique humana y un obsesivo desarrollo de la psicología de sus personajes, que en esta oportunidad nos invita a conocer a través de los sueños. Desde Following, su primera película, pasando por Memento, Noches Blancas, El gran truco hasta Batman Inicia (2005) y Batman: el caballero de la noche (2008), Nolan viene exponiendo una original tesis sobre la mente humana, donde la obsesión y paranoia en la primera; la memoria, el inconciente y la culpa en la segunda; la insomnia en la tercera; el engaño en la cuarta y los miedos y la conciencia moral en las dos ultimas, conforman un abanico temático que se hace presente en El origen, su proyecto más personal cuyo guión desarrolló por casi diez años. Si Memento nos sorprendió con una compleja narrativa no lineal donde los saltos en el tiempo y los flashbacks son una constante, El origen nos propone, como en un juego de cajas chinas, sumergirnos en el mundo de los sueños y contarnos una historia donde el robo de la propiedad intelectual se hace posible a través de los sueños. Dom Cobb ((Leonardo Di Caprio), es el mejor espía corporativo cuya virtud reside en apropiarse de los secretos del subconsciente mientras sus victimas sueñan. Fugitivo internacional y anhelando volver a su antigua vida, tiene la oportunidad justa cuando un magnate japonés Saito (Ken Watanabe) lo contrata para una misión que lo lleva a un nuevo desafío, la Incepción, que consiste en implantar una idea en el subconsciente en lugar de sustraerla. Pero todo se complica cuando Cobb enfrente sus secretos y el fantasma de Mal (Marion Cotillard), sensual y sospechosamente angelical que cual femme fatal en el film noir, conducen al héroe a su perdición. El excelente guión se ve plasmado en una compleja estructura narrativa, que cual pieza de relojería, desarrolla en forma lineal y fluidamente cuatro hilos narrativos paralelos (un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño), dosificando inteligentemente la información y jugando con la mente del espectador pero sin que este pierda la trama. Durante la primera hora se establecen las reglas del juego, se definen los roles y se exponen algunos secretos y se detalla la misión para luego dar rienda suelta a la acción y el suspenso. Al igual que Memento, el film requiere el cien por cien de atención. ya que los continuos cambios de ritmo y los giros inesperados pueden hacernos perder el camino. Las casi dos horas y media que dura el film puede volverse en contra y provocar en el espectador cierta fatiga en su atención que por momentos lo haga dudar cuantos sueños vemos realmente, o en que nivel estábamos (pregunta que en cierto momento de la trama lanza, a manera de gags, la arquitecta (Ellen Page) al grupo y que pareciera estar preguntándonos a nosotros espectadores si estamos entendiendo). A la hora de los efectos visuales El origen corre con ventaja si consideramos que en el mundo de los sueños todo es posible, sin embargo, las espectaculares secuencias con imágenes surrealistas como la de un viejo tren yendo a gran velocidad por el carril central de una avenida, personajes peleando en gravedad cero cual efecto Matrix, o armar y desarmar cual Rasti (o Lego para los mas jóvenes) la ciudad de París, nunca pasan a primer plano ni distraen el desarrollo de la historia. La estilizada y fría fotografía y arte logran desarrollar una atmósfera onírica y tecnológica al mismo tiempo que se complementan con la excelente banda sonora de Hans Zimmer que regula a la perfección los diferentes momentos de acción, suspenso y drama. La sólida actuación de Di Caprio, cuyo personaje tiene varias similitudes con el que interpreto en La isla siniestra, es acompañada por las buenas actuaciones de Ellen Page (la nueva arquitecta de los sueños), Joseph Gordon-Levitt, Tom Hardy, Dileep Rao y la breve y poco significativa aparición de Murphy, Pete Postlewhite, Tom Berenger y Michael Caine cuyos personajes no tienen un desarrollo interesante y slo sirven a la sucesión y transformación de los acontecimientos que componen la trama. Es indudable la multiplicidad de referencias que El origen toma o sugiere vaya a saber si a modo de homenaje o simple inspiración; De Matrix (los mundos paralelos, la arquitecta, el súper slow motion), Sueños de un Asesino, La Isla Siniestra, la psicología Freudiana, los film de James Bond (de los que Nolan es fanático), Misión: imposible (un grupo de especialistas embaucados en una misión casi irrealizable), Minority Report y, por qué no, de Las ruinas circulares o El jardín de senderos que se bifurcan (1944) de Jorge Luis Borges, del cual C. Nolan se declarara en alguna oportunidad ferviente admirador. Lo cierto es que Nolan nos propone un thriller original, con rasgos de varios géneros y con una buena historia de espionaje que bien podría ambientarse en la guerra fría o en los experimentos hitlerianos de la segunda guerra, pero que en el fondo del subconsciente de su director, mas allá de plantear el implante de ideas a través de los sueños, esta el poder de los vínculos afectivos y el amor. Tal vez la complejidad de la trama, las demasiadas explicaciones acerca del funcionamiento del sueño, la exhausta y agotadora tarea de prestar atención durante todo el film y el rápido desenlace (en comparación al tiempo demandado para el desarrollo de la trama hasta aquí) generan algunas dudas que conspiran contra el espectador y lo llevan a demandar, como lo hiciera Memento, a futuras revisiones.
El mundial que ya vimos Ambientado en la convulsionada Argentina de 1978, el film narra la historia de un corresponsal Italiano que llega para cubrir el mundial y su trágica estadía tras enamorarse de una joven activista. Con una recreación de la época bien lograda y buenas actuaciones, este primer largometraje resultante del convenio entre (INCAA) y la Direccione Nacionale de Cinematografía Italiana, pareciera haber llegado tarde al estreno. Estructurada en un relato clásico, cargada de clichés, golpes bajos y con algunas situaciones inverosímiles que por momentos dotan de humor (no buscado) a ciertas situaciones de la trama (basta con ver aquel gendarme en el aeropuerto reproduciendo una situación impensada por aquellos días, o aquella huida de Florencia Raggi por los bosques a lo Lara Croft en Tom Raider), el film no logra prender al espectador en la historia de amor y funciona más como revisión histórica en clave de ficción. Algo que nunca esta demás recordar pero que en los 80, con el surgimiento de la democracia, se encargaron la catarata de películas sobre la crueldad del terrorismo de Estado, de buena factura técnica y cuyos guiones, de una manera u otra, intentaban hacernos tomar conciencia de la reciente historia argentina. Una época donde aquellos films eran necesarios aunque no proponían nada nuevo en materia de relato o puesta en escena salvo películas como Juan, como si nada hubiera sucedido (1987) de Carlos Echeverría o Un muro de silencio (1993) de Lita Stantic, una película diferente acerca de la dictadura, sin concesiones y sin golpes bajos. Tal vez en aquel entonces este film hubiera llegado a pisar la alfombra roja americana, pero hoy en día el espectador Argentino, que ya tiene un ojo entrenado en esta temática, espera algo diferente, una relectura que aporte un nuevo dato o una nueva visión de los hechos hasta ahora desconocida. Cómplices del silencio no propone nada de ello y sólo se queda en la historia que predecimos con cada plano que se sucede y que sabemos terminará con la copa y el monumento.
Intrigas en el papel Uno de los directores más importantes de la cinematografía mundial, tanto por su obra como por su cuestionada vida personal, vuelve con un thriler político cargado de suspenso que combina a la perfección todas las cualidades de un género con el sello característico de un consagrado realizador. Basada en la novela EL PODER EN LA SOMBRA (THE GHOST) del autor Robert Harris, el film narra la historia de un Escritor profesional, encarnado por Ewan McGregor, que es contratado para escribir anónimamente la autobiografía de un ex primer ministro ingles interpretado por Pierce Brosnan. Pero la sospechosa muerte de quien comenzara a escribir las memorias y fuera por muchos años ayudante del ex funcionario, mas la repentina acusación del mismo ante la justicia por crímenes de guerra, serán determinantes para componer un relato donde la intriga y el suspenso ganan la escena. Con un guión cuidadosamente elaborado, diálogos precisos y un relato sencillo -a la manera del genial Hitchcock- el film va acaparando desde el comienzo la atención del espectador y dosificando hábilmente cada cuota de suspenso, ubicándonos en la posición de un personaje que ira mutando de escritor free lance a investigador y pieza esencial de una conspiración en la que nada es lo que parece y la sospecha sella cada momento del relato. El director de grades films como El bebé de Rosemary (1968) o Barrio Chino (1974), vuelve en El Escritor Oculto a demostrar sus grandes dotes de cineasta, retomando aquellos films marcados por la Guerra Fría que signaron todo un género y una época como La ley del silencio (1954), El Espía que surgió del frío (1965) o Intriga internacional (1959), pero adaptándolos a un nuevo escenario político con temas de la más absoluta actualidad, e introduciendo a la ves nuevos verosímiles desde la puesta en escena vinculados a una nueva realidad tecnológica y cultural –Vasta con ver la escena donde el GPS de la camioneta se convierte en un nuevo elemento narrativo que contribuye a la intriga y mantener el suspenso a la vez que permite el desarrollo de la historia.- Roman Polanski se vale de estos elementos para construir un relato sólido, y lleno de suspenso donde cada uno de sus personajes, sea por su aspecto, diálogos o gestos, esconden cierto halo de misterio y sospecha que contribuyen a crear un mundo de mentiras y verdades ocultas que solo develaremos al final. Vale destacar las actuaciones de Ewan Mc Gregor, en la figura de un escritor que por reglas del mercado debe ocultar su nombre y se vera en el centro de la historia cuando decida tratar de resolver un acertijo que lo pondrá entre la vida y la muerte; y un aceptable Pierce Brosnan en el papel del ex ministro atrapado por su propio ego y manipulado por Olivia Williams (en el papel de su esposa) que logra, cual espía profesional, conmover y ocultar al mismo tiempo su telaraña. La fotografía y puesta en escena cuidada hasta el mínimo detalle que logra transmitir la frialdad que suscriben las relaciones de sus personajes, y una excelente banda de sonido que se vuelve pieza fundamental del film y un personaje mas que por momentos nos transporta a aquellos films de los 50 - mas precisamente aquella música de crímenes que supo imponer el compositor Bernard Herrmann, colaborador inseparable de A. Hitchcock - y en otros toma las riendas del relato distrayendo nuestras sospechas o preparando el terreno para una nueva mentira o descubrimiento, consuman un film que explota todo el potencial de un genero donde la mentira, el poder, la ambición, el engaño y la traición condicen de maravilla con la historia política que cuenta.
Acción x Acción Titulo en castellano que resume a la perfección un film que retoma los rasgos fundamentales de un género que signó la producción Hollywoodense de finales de los 80 a mediados de los 90 siendo su mas fiel exponente la exitosa Arma Mortal (1987) y su dupla explosiva Riggs y Murtaugh. Sangre y amor en Paris reutiliza casi todos los elementos de un cine que lleva la acción al límite invitando al puro y exclusivo entretenimiento, donde prima la espectacularidad de las imágenes y la puesta en escena con grandes persecuciones, accidentes espectaculares, luchas cuerpo a cuerpo, tiroteos y explosiones por doquier; donde la trama es anecdótica y se destacan un conjunto reducido de clichés entre los que suele estar la infaltable dupla de policías compuesta por un experto/novato y el políticamente correcto y su contrapuesto. El director Pierre Morel (Venganza, 2008) y Luc Besson, aquí como productor, quien sabe dotar a sus historias de la irreverencia y el estallido necesarios para ser efectivo e inteligente con relativamente poco en términos narrativos, se valen de todos estos elementos y cierta dosis de sátira para construir un film en el que dos agentes secretos americanos totalmente opuestos se ven envueltos en una misión para salvar a Paris de un atentado terrorista. A juzgar por su secuencia de créditos inicial en la que una música anempatica anticipa al espectador que algo que no esperamos ocurrirá en la calmada y glamorosa Paris, Sangre y amor en Paris podría ser una gran película de acción. Pero lejos esta de aquellas producciones de Besson como Niñita (1990), El profesional (1994) también conocida como El Perfecto Asesino con Jean Reno, Gary Oldman y Natalie Portman en su primer papel cinematográfico, en la que la acción complementaba perfectamente el argumento como al fondo psicológico que presentan sus personajes; y por que no la costosa producción de ciencia ficción El quinto elemento (1997), con Bruce Willis y Milla Jovovich. John Travolta no tiene ni el peso ni la presencia de aquel actor fetiche de Besson y emblema del cine francés, que es Jean Reno, y las pocas escenas de persecución por las calles y túneles de París (raro para ser un film de Luc Besson) no son suficientes para explotar dicho recurso como lo hiciera la excepcional Ronin (1998), dirigida por John Frankenheimer, escrita por David Mamet y protagonizada por Robert De Niro y Jean Reno. Sangre y amor en Paris solo nos pasea por una sucesión de predecibles pero entretenidas secuencias de acción que tiene a John Travolta como protagonista principal matando todo lo que se interpone en su camino y Jonathan Rhys Meyers en el papel de su compañero políticamente correcto, dos actores que parecieran haberse divertido mas que trabajado. Los acompañan un reparto adicional que solo aparece dosificado con suma precisión para dar continuidad al relato, malvados estereotipados de nuestros días y algunas escenas absurdas e inverosímiles que por su duración no alcanzan a sacar al espectador de la trama y sirven a la sátira (véase la escena de Travolta y Meyers cargando con un espectacular jarrón de porcelana china lleno de cocaína en un ascensor rodeados de turistas y dándose ocasionales saques -según la jerga- de dicha sustancia), para burlarse no solo de ciertas convenciones sino del género mismo. Basta referenciar al titulo original From Paris With Love, para encontrar una cita más que evidente al film Desde Rusia con Amor (From Russia with Love, 1963), de James Bond. La incorrección política con que actúan estos personajes americanos en suelo Francés y el sentido del humor utilizado en ciertas escenas podrían vislumbrar cierta visión de sus creadores que marcarían una diferencia entre este film y aquellos que signaron el cine de acción de los 90. Pero el argumento no entrega más que ello. Su trama sencilla y las viejas ideas que se repiten solo conforman un relato previsible, conciso y entretenido que funciona como eficaz pasatiempo.
Una historia que centra su potencial en los temas que aborda y las buenas actuaciones. El relato plantea dicotomías propias de la religión y la razón, puestas en jaque cuando el amor y el despertar sexual aparecen en una cultura donde las privaciones rigen el curso de sus vidas. Sarcelles, un suburbio parisino habitado por inmigrantes judíos ortodoxos, será donde dos hermanas confronten sus ideales ante una realidad que las toma por sorpresa y que las lleva a replantear su existencia. Laura (Fanny Valette), una escéptica estudiante de filosofía y esclava de su educación religiosa, deberá afrontar una lucha entre el deseo y sus convicciones cuando conoce a Djamel (Hedi Tillette de Clermont-Tonerre), un algeriano musulmán que la confunde y perturba. Mientras su hermana Matilde (Elsa Zylberstein), devota esposa judía y fiel a las creencias, debe afrontar problemas de pareja que la llevan a replantearse el deseo y el placer sexual dentro de las leyes de una religión que (con cierta ironía en los diálogos) no establece claramente los limites entre fidelidad a Dios y a su marido. La Pequeña Jerusalén es un film intimista, donde la filosofía, la religión, la fe y el deseo atraviesan los replanteos existenciales de estas dos hermanas en el descubrir de su cuerpo, pero que también nos permite asistir a una realidad cultural y social a la que hoy en dia asiste gran parte de europa. Karin Albou nos propone un estilo narrativo que cuida mucho la luz y la fotografía, se mete en la psique de los personajes y trabaja cuidadosamente los diálogos (que por momentos se tornan interesantes y en otros vuelven al film sumamente pretencioso), pero la historia progresa en forma irregular, dotando al relato de momentos muy interesantes y otros donde el tiempo de proyección se hace presente en la sala. Vale destacar, las muy buenas actuaciones de Valette, Zylbertein y Sonia Tahar en un film que invita a la reflexión.
La pintura en movimiento Varias son las películas que abordaron la vida de pintores famosos, pero pocas supieron recrear o transmitir de manera interesante dichas historias, tal es el caso de Muerte en Venecia (1971), adaptación que hizo Luchino Visconti de la novela de Thomas Mann, Pollock (2000) con Ed Harris que narra la vida de este genial pintor, precursor del expresionismo abstracto y la adaptación biográfica más explícita que fue Frida (2002), de Julie Taymor, sobre la vida de la mexicana Frida Kahlo. Esta nueva producción, basada en la biografía de una pintora naïf conocida como Seraphine de Senlis, narra la historia de una sirvienta de pocos modales y pasado incierto que comenzó a pintar de grande y cuya obra trascendiera en el periodo de entreguerras, volviéndose una de las representantes de la pintura Naif. Una historia sencilla, estructurada en tres partes, que sirve de disparador para la excelente actuación de Yolande Moreau y una sorprendente puesta en escena. La actriz y directora belga, recientemente premiada con un Cesar a la mejor actriz por su papel en este film, logra componer de forma extraordinaria un personaje que manifiesta en la pintura su carencia afectiva y locura inminente. Basta una mirada, en algunas tomas, para transmitirnos cierto alo de locura e impotencia en su personaje, que en varias oportunidades recurre a un sutil humor para afrontar sus tragedias. Un personaje incomprendido por la sociedad, con la particularidad de aquel grupo de artistas denominados naifs que concebían el arte como reflejo de la tranquilidad y despreocupación interior, donde el hombre era representado en sus tareas normales y el tema de la fatiga se convertía en motivo de inspiración, hecho que sale a relucir en varios fragmentos del film. Un relato cuya puesta en escena pareciera ser una sucesión de cuadros que recrean Con asombrosa fidelidad, temáticas propias del naturalismo con la simetría y perfección de las reglas impresionistas. El manejo de la luz, la proporción y ubicación de los objetos dentro del cuadro, y los movimientos de cámara logran construir en cada plano verdaderos cuadros pictóricos. Cierta prolongación innecesaria del relato, sobre lo que fueron los últimos días de la artista en el manicomio, hace decaer un poco sobre el final un film que centra sus atributos en la estética, la interpretación de su personaje principal y el interesante uso de los, silencios y la música.