Más de 200 millones de dólares y dos horas y media de extensión distinguen a Transformers: El último caballero, el 5 capitulo de esta saga en la que Michael Bay parece haberse empeñado en privilegiar la pura acción, por momentos, agotadora. Con una historia a la que echaron mano tres guionistas y cuyo resultado es una trama que comienza en el medioevo -la mitología de los Transformers y los Caballeros dedicados a guardar sus secretos, tal vez la parte mas interesante- y cambia de tiempo y escenarios pasando por el drama, lo épico, una invasión alienígena, atisbos de romance y cierto humor que ironiza incluso con personajes de Star Wars, Transformers: El último caballero es una mezcla extraña signada por la acción y sobrecargados FX SGI que desafían la coherencia. La humanidad versus robots alienígenas, un secreto mitológico, un legado, el héroe transformado en villano y viceversa y todo en manos de Cade Yeager -Mark Wahlberg-; Bumblebee; un Lord Inglés -Anthony Hopkins-; y una profesora de la Universidad de Oxford -Laura Haddock- para salvar a nuestro mundo, son los elementos de esta marea de imágenes y acción desenfrenada que por momentos entretienen y por otros confunde. Es indudable que Michael Bay sabe rodar la acción, pero con personajes en exceso, sin interés alguno de desarrollar a ninguno, un Anthony Hopkins que parece no tomarse muy en serio el film, y una trama que sobre el final casi que olvidamos el comienzo, Transformers: El último caballero termina por olvidarse al encenderse las luces de la sala.
Ariel Winograd, director de "Sin Hijos" y "Permitidos", regresa con otra de sus típicas comedias familiares simples y efectivas, que se ríen de los problemas cotidianos y que focalizan en la paternidad, las relaciones de pareja y los vínculos familiares su principal temática. Ariel Winograd, director de Sin Hijos y Permitidos, regresa con otra de sus típicas comedias familiares simples y efectivas, que se ríen de los problemas cotidianos y que focalizan en la paternidad, las relaciones de pareja y los vínculos familiares su principal temática. Diego Peretti interpreta a un gerente de recursos humanos, padre de cuatro niños y casado hace 20 años con Vera -Carla Peterson-, una abogada que abandono su profesión para dedicarse a sus hijos. Pero la frase, casi emanada a la manera de pregunta retórica, lamentablemente tendrá respuesta y su mujer, agotada de la rutina decide irse de vacaciones y dejarlo a cargo de los chicos y el hogar.Un padre que desconoce de las tareas del hogar y no entiende a sus hijos -malcriados y prácticamente sin límites- desatara el caos. Confeso fan de Los Simpson y la nueva comedia americana, Winograd reúne nuevamente a sus actores fetiches -Diego Peretti, Martín Piroyansky y Guillermo Arengo- para dar rienda suelta a una historia del universo cinematográfico Hollywoodense, y sin los cliché del costumbrismo local, en el que la verosimilitud se corre de lado para dar lugar a los enredos y situaciones delirantes. Mamá se fue de viaje vuelve sobre la paternidad, la inmadurez y las relaciones de pareja, sin la perspicacia de Sin hijos y con una historia básica y previsible con personajes secundarios esquemáticos, pero que permite lucirse a Winograd como realizador y sobre todo a los actores pequeños. Con mayor importancia de los papeles femeninos y el estereotipo de hombre que desmerece al ama de casa, pone en evidencia cierta idiosincrasia machista e hipócrita, centrando los gags en este padre que no solo deberá aprender a lavar la ropa si no a conocer verdaderamente a sus hijos. A pesar de abordar todo muy superficialmente, las actuaciones de los niños y la impecable puesta en escena y ágil dirección, hacen que Mamá se fue de viaje cumpla eficazmente con en su objetivo de entretenimiento y diversión efímera.
Con sencillez, ironía y el fuerte tono de denuncia social característico del autor, "Yo, Daniel Blake" retrata la realidad del sistema de seguridad social británico, de empleo público y la precariedad laboral, inmerso en una burocracia llena de contradicciones. Siguiendo el tradicional espíritu de denuncia social que ha sido eje fundamental en la filmografía del director británico Ken Loach, Yo, Daniel Blake retrata con sencillez y un suave tono de tragicomedia la realidad del sistema de seguridad social británico, de empleo público y la precariedad laboral, inmerso en una burocracia llena de contradicciones que parece existir sólo para poner trabas en un sistema frío, irracional e implacable tan actual y universal. Daniel Blake -Dave Johns- es un carpintero de Newcastle cercano a los 60 años a quien después de un infarto los médicos le prohíben trabajar. Un ciudadano ejemplar que siempre ha pagado sus impuestos, nunca ha tenido problemas con la justicia, humilde, trabajador y buena persona que imposibilitado de ejercer solicita una pensión por discapacidad a la seguridad social. Así comienza una odisea por el sistema burocrático del Reino Unido en el que paradójicamente solo tendrá derecho a prestación social si busca trabajos que no podrá aceptar.En la carrera por no perder sus derechos y la dignidad se encontrará con Katie -Hayley Squires-, una madre soltera con dos niños de padre diferente, que tras residir dos años en un albergue, debe mudarse a las afueras de Londres para ocupar el piso que al fin le han otorgado y encontrar un trabajo mínimamente decente. Ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes 2016, Yo, Daniel Blake desarrolla su relato sobre dos ejes: por un lado la determinación de un hombre cercano los 60 que no quiere jubilarse enfrentando una adversa e indiferente realidad social, y por otro la abrumadora critica social a un sistema cuya siniestra burocracia deja hombres, mujeres y niños abandonados en parte a la caridad del prójimo. Dave Johns, un actor popular de la televisión inglesa que hace su debut cinematográfico, interpreta con naturalidad y frescura, imprimiéndole una particular fragilidad, a este personaje que intenta mantener intacta su dignidad mientras se enfrenta al infierno burocrático de las llamadas en espera y un mundo informatizado que le resulta tan extraño y amenazador.Elaborando el duelo de su recientemente fallecida esposa, quien otorgaba sentido a su existencia, y reponiéndose de un ataque al corazón Daniel también deberá luchar para salir del laberinto de la ineficacia de los servicios sociales que no conciben algo tan elemental como lo escrito con espray en una pared: “Me llamo Daniel Blake y soy un ser humano”. Con una estética neorrealista, diálogos precisos y una banda sonora austera, casi imperceptible, Loach se empeña por subrayar la incómoda verdad de un sistema injusto y realidad social de un país, con personajes que siempre dejan huella y momentos que buscan sin engaños emocionar al espectador. Sin romances, realismo, sutileza e ironía Yo, Daniel Blake busca, y encuentra, la complicidad y empatía de un espectador que padece las injusticias a la par de sus protagonistas.
Quinta entrega de una saga que se inició en el año 2003 con el Capitán Sparrow a la cabeza y cuya recaudación hasta la fecha es de 3.800 millones de dólares en la taquilla mundial, pero que con el correr los años fue perdiendo cierta frescura y atracción. Piratas del Caribe: la venganza de Salazar marca un regreso al espíritu de aquel primer film y pone el acento nuevamente en los mitos de los mares, sin profundizar claro y como simples disparadores para la aventura. Esta nueva entrega encuentra a un desafortunado y decadente Jack Sparrow, incluso abandonado por su tripulación, que es empujado hacia una nueva aventura cuando los piratas fantasmas liderados por su viejo enemigo, el Capitán Salazar -j. Bardem-, escapan del Triángulo del Diablo decididos a matar a todo pirata en el mar, él incluido, siendo la única esperanza de supervivencia el legendario Tridente de Poseidón. Recuperando su tripulación y aliado a una brillante y hermosa astrónoma acusada de brujería -Kaya Scodelario-,empeñada en descifrar un mapa que le dejó en herencia su padre al que nunca conoció, y Henry -Brenton Thwaites-, hijo de Will Turner que busca también ayuda para deshacer la maldición que mantiene a su padre a bordo del Holandés Errante, Jack Sparrow volverá a embarcarse y buscará no solo revertir su reciente racha de mala suerte, sino también salvar su vida no sólo de Salazar y su flamante aliado Héctor Barbossa -Geoffrey Rush-. Sin la chispa ni la novedad disparatada de los personajes de aquella primera entrega, y con un cansino Johnny Depp, cuyas morisquetas ya no surgen el mismo efecto, Piratas del Caribe: la venganza de Salazar trae a escena viejos personajes y suma nuevos pero es definitivamente la presencia de Javier Bardem, interpretando al fantasmagórico capitán español cazador de piratas que persigue y martiriza a Sparrow, quien fortalece esta nueva entrega que visualmente no defrauda y se las ingenia para entretener con su aventura.
Secuela de "Prometeo" y precuela de la mítica "Alien, el octavo pasajero" -que permanecerá siempre en la memoria como una de las fusiones mas sorprendentes del género de terror y la ciencia ficción-, esta nueva aventura a bordo de la nave Covenant recupera en parte el terror del despiadado y sanguinario monstruo y rebaja el tono científico y metafísico de "Prometeo", con mas acción pero sin el suspenso ni la tensión que hicieron de la original un film de culto. Diez años después de la desaparición sin dejar rastro de la doctora Elisabeth Shaw -Noomi Rapace- buscando "los ingenieros" creadores de la vida en la Tierra en Prometeo, una nueva expedición en búsqueda de la tierra prometida tiene a la nave Covenant atravesando el Universo en dirección al planeta Origae-6, con más de 2.000 colonos hibernados para crear una nueva comunidad humana. Pero un acontecimiento hace desviar a la Covenant de su rumbo y explorar un planeta desconocido que cambiara su destino. Alien Covenant es la primera entrega de una trilogía que conecta a Prometeo, la nave de exploración capitaneada por la arqueóloga Elizabeth Shaw -Noomi Rapace- que cuestionaba la relación entre ciencia y religión, la búsqueda de los orígenes y los peligros a los que se enfrenta una humanidad con ínfulas divinas, dejando como legado un androide -David- magistralmente interpretado por Michael Fassbender, con los eventos de la legendaria nave espacial Nostromo, en la que Ellen Ripley -Sigourney Weaver- enfrentó al despiadado, sanguinario y aterrador alienígena. Sin evitar las convenciones del género, tales como una avería inesperada, una señal de origen desconocido y un planeta extraño, así como sus temáticas -integrantes de una expedición espacial atacados por criaturas feroces, la rebelión de las maquinas contra sus propios creadores y un leitmotiv recurrente de los últimos film del género -Life- como viajes espaciales buscando nuevos hábitat para los humanos ante una Tierra que no da mas-, Alien Covenant combina el trasfondo filosófico sobre la existencia y la creación de Prometeo con la atmósfera tenebrosa e inquietante, la violencia y acción de Alien, el octavo pasajero, para explicar de dónde salieron esas aterradoras criaturas y reciclar algunas de las escenas más memorables de la saga así como gran parte de su iconografía, Visualmente magnífica esta entrega imprime en su primera parte más acción y traslada -como en la anterior- gran parte de la historia fuera de la nave, aunque con situaciones previsibles y resueltas casi de manera mecánica donde terminan sobresaliendo el encuentro entre androides de épocas distintas planteando algunas cuestiones filosóficas, a cargo de un Michael Fassbender cada vez más parecido a los replicantes de Blade Runner y que no tiene a nadie con quien medirse, convirtiéndose en el eslabón que une el pasado y futuro argumental de la saga. Con un reparto mermado de estrellas, encabezado por una apática Katherine Waterston por la que nadie sufrirá y tan alejada de aquella angustia, miedo y desesperación que transmitía la teniente Ripley -Sigourney Weaver-, un paso fugaz de James Franco y personajes un tanto vacíos que no logran conectar con la audiencia, Alien Covenant recupera aquellas persecuciones por los claustrofóbicos pasillos de una nave donde salir de ella vivo era el único objetivo de tripulantes y espectadores. Los inquietantes Aliens han vuelto y ya no son monstruos, sino una malformación genética que dan más asco que miedo y paradójicamente cada vez más despiadados sanguinarios y aterradores pero ninguno tan terrorífico y brutal como el octavo pasajero. Alien Covenant deja una sensación de deja vu que recupera parte del terror propio de los comienzos pero que difícilmente genere en el espectador una sorpresa similar a la del film original, con un final sin signos de admiración para una saga cuya criatura ya no asusta y le quedan dos capítulos para llegar a que si lo hizo.
Desafiando las cansinas y repetitivas superproducciones de Hollywood sobre el género llega "Huye", un interesante y entretenido Thriller que flirteando con los tópicos del terror y pinceladas de humor negro explora el racismo en la sociedad norteamericana post Obama, poniendo de manifiesto que con poco presupuesto, sin estrellas y con una historia bien contada también se llega al éxito. Huye marca el debut en la dirección de Jordan Peele -actor, guionista y humorista conocido sobre todo por sus colaboraciones con Keegan-Michael Key-, con Jason Blum como productor -todo un experto en películas baratas y rentables como Fragmentado, de M. Night Shyamalan-, arrasando la taquilla norteamericana al lograr el Nº1 del box office USA tras recaudar 33,37 millones de dólares, cifra magnífica considerando que apenas costo 4,5 millones. Un singular thriller que parte de una historia sencilla -cita o inspiración de Sabes quien viene a cenar?, la comedia norteamericana de 1967 dirigida por Stanley Kramer y protagonizada por Spencer Tracy, Katharine Hepburn, Sidney Poitier y Katharine Houghton, donde la discriminación racial era el eje central del relato cuando la hija de un matrimonio liberal anunciaba su casamiento con un médico afroamericano-, que se nutre de los tópicos del terror en un relato que va atrapando al espectador no en base al susto ni efectos especiales, sino a los inquietantes personajes cuyas apariencias, miradas y sonrisas ocultan algo que no termina de encajar y que intrigan tanto a su protagonista como al espectador, que disfrutará mas del film cuanto menos sepa sobre su argumento. Así es como Chris, un joven afroamericano, viaja junto a su novia Rose un fin de semana a la casa de campo de los padres de ella para conocerlos. Pero allí descubrirá los verdaderos motivos de la invitación. A pesar de la previsibilidad de la historia y algunos clichés del genero, Jordan Peele sabe mezclar y dosificar bien los tópicos del thriller y el terror con pinceladas de humor negro, lo onírico y hasta toques gore sobre el final, manteniendo el ritmo y la tensión en todo momento. No falta el homenaje a las películas americanas de terror ambientadas en los idílicos suburbios estadounidenses como Halloween, de Carpenter, con un principio que también recuerda al osado film Te sigue -2015-, con ese personaje perdido caminando por un típico barrio residencial americano donde todo parece amenazante, al igual que cada unos de los personajes que aparecerán. Con una fotografía y banda sonora que acompañan la generación de climas inquietantes y sin estrellas como protagonistas, Huye pone la mirada afroamericana sobre esa sociedad blanca que respira racismo, por lo bajo o por lo alto y que sigue ocultando la esencia del racismo en una sociedad como la norteamericana en la era post Obama. Daniel Kaluuya -Black Mirror- dando vida a Chris, que transmite desconfianza y confianza con una facilidad asombrosa; junto al paseo por la casa -especie de museo al racismo- donde la burla no tiene límites con el padre de la novia, Dean -Bradley Whitford-, adulando a Barack Obama y preocupándose que tener un ayudante y una ama de llaves afroamericanos refleja mal en él como un autoproclamado liberal; su madre Missy -Catherine Keener- especialista en hipnosis para dejar el hábito de fumar y una cucharilla perpetuamente arrastrada en su taza de té, son escenas para destacar. Huye es un thriller que flirtea con el terror durante todo el relato, aunque nunca termina de dar el salto a algo más perturbador, y con algunas pequeñas incoherencias sobre el final que pueden cuestionarse pero que no alcanzan para desmerecer este singular y entretenido film.
Retomando la estética ochentosa y banda sonora con clásicos musicales de los 70 y 80" de la primera entrega, "Guardianes de la Galaxia Vol.2" eleva el número de divertidos e inesperados gags de humor, acción y un mayor protagonismo de Baby Groot, imponiéndose al parecer como la saga de Marvel con mayor humor para toda la familia de la marca. Han pasado tres años desde Guardianes de la Galaxia Vol.1, la película de superhéroes que propuso un soplo de aire fresco para el universo Marvel que con un diseño de aliento retro y nostálgico supo integrar de gran forma personajes carismáticos, con una banda sonora de grandes éxitos musicales de los 70 y 80, un estilo visual pop y mucha acción con grandes dosis de humor, sarcasmo y auto parodia que catapultó al estrellato a este grupo de inadaptados galácticos conflictivos que a pesar de sus diferencias funcionan mejor en equipo. Al igual que en la primera, Guardianes de la Galaxia Vol.2 mantiene los ingredientes principales sin perder un ápice de su personalidad, pero en esta oportunidad su misión y nuevos villanos serán apenas un disparador del verdadero foco de esta entrega, puesto en las relaciones afectivas de sus personajes, el desarrollo de cada uno de sus dilemas y la idea de familia. Los Guardianes deben luchar para mantenerse unidos mientras intentan resolver el misterio de los orígenes de Star Lord que conocerá a Ego, quien se presenta como el padre ausente que quiere recuperar el tiempo perdido, a la vez que las hermanas Gamora y Nébula seguirán enfrentadas por hechos del pasado que hicieron que su relación se quiebre, Drax y Mantis se acercarán sin poder decir lo que sienten y nuevos aliados que antes eran rivales se unirán para luchar contra Ayesha la líder de los Sovereign, nuevos y viejos miembros de los Ravagers, hasta un villano inesperado que quiere imponer su poder amenazante con un alias que provoca al menos risa. Esta familia disfuncional que solo se tranquiliza escuchando casetes con hits de los 70 y 80 ira explorando el vínculo emocional que los une en un relato que toma sus inseguridades y traumas con sarcasmo e ironía, imprimiéndole acción, buen ritmo, una banda sonora memorable mucho más integrado a la trama y un destacado apartado visual con extraordinarios escenarios psicodélicos y efectos especiales siempre al servicio de la historia. Pero quienes cobran mas protagonismo en esta entrega son sin duda Rocket Raccoon -voz de Bradley Cooper- con sus burlas tan irreverentes y mas acción, Baby Groot -voz de Vin Diesel- con sus ojos grandes e irresistible ternura cuyo vocabulario e inteligencia resultan un problema para el resto de los Guardianes, y Ego, el carismático villano interpretado por Kurt Russell que junto a Chris Pratt entregan varias escenas que se burlan incluso de sí mismos. Ya sin el factor sorpresa del primer filme, con una tercera parte anunciada y aunque solo en bromas puntuales llega al nivel de la primera -algo inevitable-, Guardianes de la Galaxia Vol.2 mantiene el carácter icónico de todo el imaginario pop, con su continuo homenaje al walkman, referencias a las series Cheers o El auto fantástico -Knight Rider-, la aparición de Sylvester Stallone y los guiños auto paródicos de Kurt Russell, siendo una aventura entretenida, visualmente atrapante y que trae hasta un nuevo cameo de Stan Lee y cinco escenas pos créditos.
La actriz norteamericana Kristen Stewart incursiona en el cine europeo con "Personal Shopper", su segunda colaboración con el director francés Olivier Assayas, en un thriller donde el misterio y suspenso ceden terreno al drama existencial de su protagonista. Personal Shooper es el nuevo film del notable director francés Olivier Assayas, que tiene a la actriz norteamericana Kristen Stewart como protagonista y que se plantea como un extraña mezcla entre el thriller y terror, donde el horror nunca se materializa y el misterio se entrecorta con el drama existencial de su protagonista, pieza fundamental y verdadero eje del relato. Maureen -Kristen Stewart- es una joven con poderes de médium, que trabaja como asistente personal de compras de una celebridad en París y que llego a la ciudad esperando una manifestación del espíritu de su hermano gemelo fallecido recientemente por una deformación cardiaca que ella comparte y que, en su calidad de médium, no le abandona. Al tiempo que un desconocido inicia con ella una intrigante conversación a través de su teléfono móvil. Assayas construye un relato en el que el clima fantasmal, con la estética, iluminación, el uso de los silencios y en especial esa extraña y misteriosa conversación por mensajes de texto, sirven de pretexto para exponer el verdadero eje de la trama, una Kristen Stewart -que casi nunca vemos fuera de pantalla, más natural y en su habitual registro acongojado- vulnerable deambulando como una presencia fantasmal por las calles y tiendas de París buscando su identidad en la dicotomía entre el mundo material y espiritual. Personal Shopper habla del vacío, de la ausencia y la soledad y de paso expone sobre la alienación, la pérdida, insatisfacción, desolación y el aislamiento en una sociedad hiperconectada, pero la historia en si resulta insípida, despojada de un miedo visible y con un desenlace que replantea el resto de la trama. Assayas, apuesta prácticamente todo a la presencia y carisma de Stewart, apelando a la conexión emocional del espectador con su personaje perdido y solitario y convirtiéndola por momentos en puro objeto de contemplación, pero el misterio y la tensión solo tiene aciertos parciales y los clímax junto a cierto vigor narrativo del género no terminan de imponerse, haciendo de Personal Shopper un film que a pesar de sus aciertos no termina de convencer.
La gran dirección de Miguel Ángel Rocca y brillante actuación de Jorge Marrale cimentan este relato que circula entre el drama familiar y el thriller, para exponer las heridas de un matrimonio que deberá elaborar tanto la culpa como la venganza. Maracaibo centra la historia en una familia, aparentemente, bien consolidada en todos sus aspectos hasta que una tragedia pone en evidencia todo lo que no había podido ser en el vínculo padre-hijo, y desarma las apariencias en ese matrimonio. Un drama en el que sentimientos de venganza, culpa, impotencia y dolor abren un relato que inteligentemente se desplaza entre el drama intimo y el thriller, con clímax muy bien logrados y donde la gran dirección de Miguel Ángel Rocca, que acertadamente se concentra en las miradas, gestos y lo no dicho, se ve reflejada en la sublime interpretación de Jorge Marrale y convincentes Mercedes Morán, Matías Mayer, Nicolás Francella y Alejandro Paker. Un relato que confiere los tiempos exactos a sus personajes y acciones para dar verosimilitud y subyugar al espectador con esta familia estructurada casi con precisión quirúrgica, donde la madre oftalmóloga -Mercedes Morán-, el padre medico cirujano -Jorge Marrale- y el hijo universitario -Matías Mayer- mantienen una muy buena relación afectiva, pero donde el vinculo padre-hijo revela cierta falla de comunicación, que tragedia mediante llevará a este padre a replantearse internamente su vida. Rocca juega sutilmente con dichas profesiones, así como con el corto animado que sobre el final se vuelve protagonista, como metáforas que describen el funcionamiento de esta familia aparentemente estructurada que se desvanece de la noche a la mañana, dejando expuesto cómo uno cree conocerse hasta que un hecho trágico demuestra lo contrario. La excelente fotografía y buena banda sonora complementan este drama familiar cuyos personajes logran la empatía de un espectador que navegará entre la culpa y la venganza a lo largo de la narración.
Entrecruzando sutilmente la delgada línea que separa la sátira mordaz de la propaganda, "Hambre de poder" revela el secreto de un tenaz y ambicioso vendedor que cumplió su sueño volviéndose millonario. Basado en la verdadera historia de Ray Kroc -Michael Keaton-, el hombre que en 1950 conoció a los hermanos Mac y Dick McDonald y visualizó un negocio que lo llevaría a crear el conocido y multimillonario imperio de comida rápida, Hambre de poder resulta un interesante biopic que ilustra el secreto del éxito a la vez que desliza una mordaz critica sobre el capitalismo salvaje de posguerra y las sombras que rodean el sueño americano. Con una brillante interpretación de Michael Keaton encarnando a este tenaz vendedor, de una vulgaridad lacerante, que es rechazado una y otra vez buscando su gran oportunidad hasta que da con los hermanos McDonald -interpretados por unos convincentes Nick Offerman y John Carroll Lynch en la piel de estos humildes empresarios que anteponían la calidad a los beneficios-, emergiendo entonces su verdadera naturaleza: un hombre ambicioso, despiadado y sin escrúpulos que no parará jamás en su empeño empresarial, aunque ello implique la traición y le cueste su matrimonio o amistades. Un eficaz relato que más allá de describir con precisión quirúrgica como se creó el imperio de la famosa cadena de comida rápida -un éxito que se cimentó en la adquisición de bienes inmuebles y no en la venta de hamburguesas-, intenta plasmar de forma liviana una critica sobre una sociedad que ha hecho de la basura, en su más amplio sentido, su razón de ser, pero que hecha demasiadas luces y muy pocas sombras de su protagonista. Hambre de poder evita centrarse en los tramos más oscuros de la vida del obstinado empresario que sostiene que la perseverancia es la mayor de las virtudes, muy superior al talento o a cualquier otra, y se focaliza en el depredador que "robó una idea y el mundo se la comió", como dice una frase de promoción.