Virus:32 – Una de zombies, en serio De Uruguay y Argentina para el mundo: la reinvindicación de un género que se niega a morir. ¿Qué harías si de repente todo a tu alrededor se derrumba y las personas empiezan a asesinar a mansalva? ¿Y si tu hija está en peligro? Gustavo Hernández sorprendió en 2010 con la película independiente uruguaya La Casa Muda, y ahora volvió a reclamar su título de Master of Horror rioplatense… esto es Virus:32. ¿De qué va? Un virus se propaga por las calles de Montevideo, desatando una masacre escalofriante. Los enfermos se convierten en rabiosos cazadores que únicamente calman su fiebre matando a los que aún no han sido infectados. Desconociendo la situación, Iris y su hija pasan el día en el club de deportes donde Iris trabaja como guardia de seguridad. Esa noche, comenzará una salvaje lucha de supervivencia. La esperanza por fin aparece cuando descubren que luego de cada ataque, los infectados tienen 32 segundos de calma antes de volver a atacar. Desde los años 70s, el género puramente cinematográfico creado por George Romero (con varias proto-instancias antes) no dejó de estar presente en la cultura. Mezclándose con la comedia, el fantástico, el terror más puro… siempre fue un tipo de relato que se niega a perecer. Pero ¿hay más que contar? Es un día común y corriente en Uruguay, Iris (Paula Silva) acepta a regañadientes cuidar durante la jornada laboral a su hija Tata (Pilar García), es cuidadora de un club abandonado en aras de que nadie lo ocupe. De repente, afuera el mundo se empieza a caer a pedazos. El director dio muestras de saber usar la cámara. Su película La Casa Muda (ya nombrada) tenía la particularidad de ser todo un gran plano secuencia (herramienta del lenguaje audiovisual que consta en nunca cortar la cámara, obviamente se miente para dar esa sensación), y en Virus:32 sube la apuesta. Todo se inicia con un preciso y precioso plano secuencia en donde comenzamos a percibir que las cosas no están del todo bien aunque su protagonista no se percate. A partir de ahí, más y más planos bellamente compuestos e iluminados. Virus:32 no es una experiencia para estómagos débiles. Es dura, fuerte, incorrecta, un tour de force para quienes no consumen el género. Los y las amantes de los come-cerebros entenderán la búsqueda por estirar una y otra vez los márgenes, conociendo los elementos base de su concepción. Además de la factoría técnica que nombré más arriba, tiene un preciso trabajo de realización, de ritmo y tiempos, logrando un in crescendo constante, que ayuda hacia el final a una sensación que todo se fue al demonio y que es gigantesco. De haber arrancado muy arriba, no existiría tal crecimiento… conociendo el género y los propios límites, todo se puede explotar mucho más y mejor. Las actuaciones son muy acertadas, y ayudan al desarrollo de la empatía para con estos personajes que serán carne de cañón como en todas las películas de este tipo. Paula Silva (una mezcla entre la argentina Clara Kovacic y Sansa Stark) logra atravesar varios estados diferentes, respondiendo a una historia de vida que la convirtió y la hizo interpretar un papel como método de defensa. Lo de Daniel Hendler es para aplaudir de pie, logrando un sobreviviente de esos que llegan al extremo con tal de sobrevivir y proteger a los suyos. Su parquedad y crudeza maridan muy bien con la protagonista, haciendo que sus escenas juntos sean igualmente incómodas y sorpresivas. ¿Tiene arbitrariedades? ¡Obvio! Todas las películas explotation las tienen. Siempre le perdonamos esas cosas a los relatos foráneos, porque no hacerlo con los propios. Cada uno de los elementos y sorpresas se van explicando a medida que avanza la historia, da pena que justo antes del final exista una ruptura del verosímil y sus propias reglas, restándole excelencia. Virus:32 entra en el Top3 de películas argentinas de zombies sin lugar a dudas… si no existiese Plaga Zombie y su importancia histórica, hasta podría ser la número uno. Visualmente arrolladora, incómodamente cruda en lo que sucede (¡ay esas secuencias violentas!) y con actuaciones precisas que tridimensionalizan a los personajes permitiéndonos sufrir cuando algo les sucede, es sin duda una obra para mirar el fin de semana con amigos y amigas, una cerveza y ganas de pasarla bien/mal.
Animales Fantásticos – Los secretos de Dumbledore: El final de un nuevo comienzo El mundo mágico está de parabienes y un enamorado Dumbledore lo sabe Finalmente se estrena (¡y en salas!) la tercera parte de la nueva saga desprendida del Wizarding World de J. K. Rowling, otrora creadora de Harry Potter. Lo que arrancó como la adaptación de un libro sobre criaturas mágicas se volvió una precuela al estilo Star Wars… ¡sean bienvenidos y bienvenidas a Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore! ¿De qué va? El profesor Albus Dumbledore (Jude Law) sabe que el poderoso mago oscuro Gellert Grindelwald (Mads Mikkelsen) entró en acción para apoderarse del mundo mágico. Dado que no puede detenerlo solo, le pide al magizoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) que lidere un grupo intrépido de magos, brujas y un valiente panadero muggle hacia una peligrosa misión, en la que encontrarán animales nuevos y conocidos y se enfrentarán a la creciente legión de simpatizantes de Grindelwald. Pero si hay tanto en juego, ¿cuánto tiempo podrá mantenerse al margen Dumbledore? Durante siete extensos libros (sobre todo los últimos), el universo del mago más famoso abrió líneas que mostraban que había MUCHO MÁS allá del enfrentamiento con Voldemort. Sobre todo en el pasado. ¿Y qué mejor que sacar más dinero yendo allí? Como en el anterior episodio, el protagonismo se reparte entre Newt Scamander (Eddie Redmayne) y Albus Dumbledore (Jude Law), con el agregado de una suerte de “Fuerza de choque mágica” entre los variopintos personajes que fueron ganando su espacio como secundarios de valor en la saga. Todo se desprende de lo sucedido en la anterior película cuando Gellert Grindelwald (ahora interpretado por Mads Mikkelsen) le declara la guerra al mundo muggle y mágico por igual. Claro que, como toda facción déspota de derecha, va a tener ayuda en ciertos lugares de poder político que harán resquebrajar los cimientos en toda la comunidad mágica. Las otras dos líneas argumentales que involucran a Dumbledore son: su historia de amor con Grindelwald y el origen de Credence Barebone (el hoy polémico Ezra Miller). La primera está muy bien trabajada, no es burda ni remarcada y permite darle un backend interesante a los personajes. Hubo países orientales que censuraron segundos de una de esas escenas donde vemos la relación tortuosa y pasional de ambos. ¿La segunda? Bueno, hay una explicación y podemos decir que es satisfactoria… pero al ser explicada tan inicialmente hace perder fuerza al personaje de Credence, que desaparece bastante durante el relato. No tanto como otros… Los animales fantásticos tienen menos participación (fueron reduciéndose desde la anterior), pero son importantes para el desarrollo y sobre todo el clímax de la historia. Aunque, los y las amantes de la saga van a querer haber visto más de los que acompañan a Newt, ya cada vez que aparecen llenan la pantalla de ternura. ¿Y Tina Goldstein (Katherine Waterston)? Aquella que una vez fuera protagonista de la primera película junto a Newt, y que luego bajó su participación en la segunda, desaparece de un plumazo en esta tercera parte. Consecuencia -seguramente- de haberse proclamado en contra de los comentarios de odio trans que profirió J. K. Rowling y que demuestran el poder de ésta en el monopolio de Warner. Quien escribe esto jura y perjura que la única escena en donde aparece e interactúa (al final) es CGI completo. Les invito a que la vean y saquen sus conclusiones. Luego de una segunda parte muy floja, Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore se configura como una película mejor contada y entretenida que su antecesora. Es una suerte de heist movie (el sub-género de robos producidos por un grupo de gente con diferentes talentos) que aprovecha las reglas del mundo mágico para tirar sobre el lienzo de la pantalla luces de colores y sorpresas al por mayor. También ofrece easter eggs para los amantes de la saga original del mago que sobrevivió y SOBRE TODO lo tiene a Jude Law, uno de los mejores actores actuales, al que se le cree todo.
Morbius: hincarle los dientes al cringe Jared Leto y su mala elección de personajes basados en comics La caterva de héroes y heroínas del mundo de los comics es mínima al lado de sus enemigos, enemigas y sus puntos intermedios. En tiempos donde todo se adapta se empieza a escarbar en los pasajes más oscuros y desde allí aparece Morbius, el vampiro. ¿De qué va? Uno de los personajes más convincentes y conflictivos de Marvel llega a la pantalla grande, el ganador del Oscar® Jared Leto se transforma en el enigmático antihéroe Michael Morbius. Peligrosamente enfermo con un trastorno sanguíneo raro, y decidido a salvar a otros que sufren su mismo destino, el Dr. Morbius intenta una apuesta desesperada. Lo que al principio parece ser un éxito radical pronto se revela como un remedio potencialmente peor que la enfermedad. Daniel Espinosa es un director sueco sin muchas películas en su haber. En 2012 dirigió Safe House, esa con Ryan Reynolds y Denzel Washington que tenía algunas escenas de acción copadas y cero historia. Bueno, volvió fiel a su estilo pero sin las escenas de acción copadas. Morbius es un personaje reconocible de la factoría de Marvel, precisamente del universo de Spider-Man. Los y las fanáticas lo pueden tener de la serie animada del arácnido (esa de los 90s) o de algunas sagas comiqueras. El personaje es una mezcla de Drácula y Lizard: un doctor con una enfermedad sanguínea hace un experimento con murciélagos para curar su condición y se termina transformando en una suerte de vampiro. Dentro del canon actual del MCU es un personaje que queda un poco fuera de tono. Sobre todo teniendo en cuenta que no se presentó a Blade aún. PEEEEEEEEERO ¿dónde está la trampa?, esta película está en el mismo universo de Venom, diferente al del Spidey de Tom Holland. Eso permite más libertad, y estrellarla toda… como le gusta hacer a Sony. Jared Leto es el protagonista, le gusta estar sin remera para mostrar como trabajó su cuerpo como cada película que hace. Si alguien tiene que decir QUIEN es el personaje sólo diría: es inteligente. Pero no tanto como para cubrir sus huellas. Matt Smith (Doctor Who) es Milo, el antagonista. Hace poco dijo en un medio de USA: “La verdad es que no conocía la gran historia del personaje en muchos aspectos. Porque el guion que me presentaron no profundiza en su pasado, ni tampoco en su futuro. ¿Y no es otra persona la que lo interpreta? Todo es un poco confuso para mí, para ser sincero. Tomé como Biblia solamente el guion en sí, es la verdad. Y todo era un poco confuso sobre si era Loxias [Crown] o no. Todavía no estoy muy seguro, para ser honesto” Y esa confusión rodea todo el relato. Morbius también es una historia de amor, pero ese arco es RARÍSIMO y su final no tiene mucho sentido. Igual Adria Arjona (que interpreta a Martine Bancroft) le intenta poner algo de carisma a un personaje chato. Uno puede disfrutar de una buena película no-brainer, el cine nació como un artificio de feria, y es tanto arte como entretenimiento. Podemos ir a ver Transformers y maravillarnos con los efectos visuales mientras masticamos pochoclo (no sean malxs y mastiquen bajito), el problema es cuando nada funciona. El guion no tiene sorpresas y todo es bastante arbitrario, los diálogos parecen sacados de una serie de Adrián Suar, y las peleas NO SE ENTIENDEN NADA. Cuando los poderes del protagonista se activan, dejan una suerte de estela al utilizarlos, esa estela ensucia el plano y lo hace ilegible. Imaginen que sucede si tenemos a dos personajes con esos poderes… Jared Leto viene de capa caída en su decisión de personajes: entre lo que fue su versión del Joker y la sobreactuación en House of Gucci (que le valió un premio Razzie por su mal desempeño), parece no estar en buena racha. ¿Hay conexiones con el MCU? Les diría que esperen al final y vean VARIAS escenas que nada tienen que ver con el desarrollo de la película, pero buscan indagar un poco más en este sonyverse.
La llamada final: como las pesadillas, por lo soporífera Dos clásicos del terror moderno… enlazados Lin Shaye (Insidious) y Tobin Bell (Saw – El juego del miedo-) son una pareja de ancianos a la que el pueblo le tiene mala espina por un rumor. En tiempos aciagos, toman una decisión que pondrá en marcha un juego macabro y algo inentendible en La llamada final. ¿De qué va? En el otoño de 1987, un grupo de amigos de una pequeña localidad tiene que sobrevivir a una noche en casa de una longeva pareja (Tobin Bell y Lin Shaye) tras una serie de eventos que les conduce a sus puertas. La misteriosa pareja les mostrará lo que es convertir su vida en un infierno. Inentendible (repito) es el concepto que rodea a esta película que fue estrenada el mismo año a una película oriental con el mismo nombre en inglés (The Call) y el elemento teléfono de línea como principio movilizador del relato. Una pareja de ancianos (a los que vemos juntos una sola vez… anda a saber como empatizar con ese amor) sufre el ataque durante años en un pueblo ya que Edith (Shaye) fue acusada de asesinar a una niña. Una noche, un grupo de 4 jóvenes (uno de ellos recién llegado al pueblo y que los conoció en ese momento) va a tirar piedras a la casa de la pareja, la señora sale a enfrentarlos y luego de un ataque verbal, ella fallece de un paro al corazón. ¿Se viene la venganza del marido? ¿Se hace la denuncia a la policía porque este grupo arrojó piedras a la casa e hizo que se muriera del miedo su dueña? ¿Los chicos y la chica del grupo hacen un pacto de silencio y eso se empieza a quebrar? No, nada de eso que podría pasar… Edward (Bell) invita amablemente a los asesinos indirectos de su mujer a la casa y les entrega cuatro sobre. “Quiero jugar un juego” les dice. Pero esto no es Saw. Tienen que aguantar un minuto al teléfono de una llamada que van a recibir específicamente para ellos. Si pasan ese tiempo, ganan 100 mil dólares. Cómo si Agatha Christie se juntara con Scooby Doo. Nada tiene sentido: las relaciones entre los personajes nunca se desarrollan, por lo tanto no nos interesa lo que suceda con ellos. Las sorpresas que descubren en las llamadas vienen de la nada y no encuentran correlato con algún indicio que se haya construido. La actitud de los personajes es arbitraria e increíble. ¿Hay fantasmas? Algo así… parece existir una explicación, pero queda dispersa en un mar exasperante de “no-se-que-estoy-mirando” que se condimenta con una iluminación oscurísima que busca esconder y alivianar los severos problemas de realización con saltos de eje, problemas de racconto y planos mal equilibrados. La llamada final termina siendo como una suerte de largometraje realizado a partir de cortometrajes sobre los errores pasados de los cuatro “protagonistas”, contado a tijeretazos y con un aura pesadillesca que intenta emular lo circense, pero se queda en lo anecdótico e intrascendente. Había mucho material como para hacer algo interesante, sobre todo viendo las pesadillas que atraviesan los cuatro al levantar el tubo del teléfono… pero en lugar de darnos terror, este circo nos hace reír.
Uncharted – Fuera del mapa: Indy Jones versión PS Aventura, piratas y Spider-Man No fue hace mucho tiempo que nos quejábamos de las paupérrimas adaptaciones de videojuegos a la pantalla grande. Hoy los estudios de videojuegos, también son estudios de cine y la cosa se está revirtiendo… Uncharted: Fuera del mapa es otro ladrillo para llegar al lugar feliz donde todos y todas nos olvidemos de Super Mario Bros de 1993. ¿De qué va? Uncharted está basada en una de las series de videojuegos más vendidas y aclamadas por la crítica de todos los tiempos. Cuenta la historia de Nathan Drake y su primera aventura con su rival convertido en socio: Victor “Sully” Sullivan. Protagonizada por Tom Holland en el papel de Nathan Drake y Mark Wahlberg en el de Sully, un personaje muy ingenioso, Uncharted mostrará al público cómo Nathan Drake se convierte en el cazador de tesoros mientras resuelve uno de los mayores misterios y tesoros de la historia, en una aventura épica de acción que se extiende por todo el mundo. Tom Holland está de parabienes, su papel de Spider-Man (estrenada hace pocas semanas) lo llevó a lo más alto de la taquilla. Ahora se pone en la piel de Nathan Drake, un personaje reconocido por los y las fans de los fichines. ¿Estará a la altura? La saga de Uncharted ya tiene en su haber varios videojuegos, incluso uno de ellos es un spin-off con los personajes femeninos. En ellos se mezcla la aventura, la relación entre personajes y una pizca de fantasía a medida que avanzan las historias. Desde el museo más escondido, hasta la selva más profunda… el mundo es el patio de juegos en donde se divierte esta franquicia. Si hubiese que explicarla sería: Indiana Jones meets Dan Brown meets héroes de acción de los 80s. Y sin dudas estas fórmulas han funcionado en la pantalla grande. La primera historia de esta franquicia (obvio que está pensada para sendas secuelas, con dos escenas post-créditos incluidas) se mete de lleno en Magallanes, los barcos que recorrieron el mundo por primera vez en su historia y el oro. En el medio, Drake y Sullivan (Mark Wahlberg) se conocen e inician una relación que sin dudas va a crecer de acá en adelante. También hay un villa pomposo, en la piel de Antonio Banderas (no se ustedes, pero yo no puedo dejar de ver al Gato con Botas cada vez que lo escucho) y dos mujeres con claroscuros muy marcados que irán desarrollando el punto sobre el que gira todo: no confíes en nadie. Cosas a favor: el sentido de aventura, la actuación fresca de Holland, los efectos visuales. Cosas en contra: no podemos dejar de ver y pensar en Spider-Man, el verosímil -sobre todo hacia el final- se pervierte un poco, Wahlberg podría ponerle más onda. Esto puede explicarse un poco por su director: Ruben Fleischer, el mismo de la irregular Venom y las dos de Zombieland. La acción se traslada en varios países con una gran estadía en Barcelona, en donde vamos a disfrutar a varios personajes hablando en español, además de imágenes espectaculares que harían las maravillas de una agencia de viajes. Uncharted: Fuera del mapa es el primer escalafón de una épica que en los videojuegos tocó El Dorado, o a los Yetis. Se apalanca en sus protagonistas y el carisma, jugando con el sentimiento de buddy-movie entre Drake y Sully. Los personajes femeninos son potentes y se destacan, aunque hacia el final se dispersan un poco porque así lo pide la trama. De esas películas que se disfrutan en pantalla grande con un graaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan balde de pochoclos, para luego volver a casa y mirar la trilogía (sic) de Indiana Jones.
Muerte en el Nilo: Star System en Croma Poirot lo hizo de nuevo Kenneth Branagh vuelve a duplicarse como director y protagonista, en otra historia basada en los escritos de Agatha Christie. Con un conjunto de estrellas (Tom Bateman, Annette Bening, Russell Brand, Ali Fazal, Dawn French, Gal Gadot, Armie Hammer, Rose Leslie, Emma Mackey, Sophie Okonedo, Jennifer Saunders y Letitia Wright) y un misterio sin resolver, esto es Muerte en el Nilo. ¿De qué va? Las vacaciones del detective belga Hércules Poirot a bordo de un glamoroso barco de vapor en Egipto se convierten en una aterradora búsqueda de un asesino, mientras que la luna de miel idílica de una pareja perfecta se ve trágicamente interrumpida. Ambientada en un paisaje épico de amplias vistas del desierto y las majestuosas pirámides de Giza, esta historia de pasión desenfrenada y celos presenta un grupo cosmopolita de viajeros impecablemente vestidos, y los suficientes giros inesperados como para dejar al público inquieto y desconcertado hasta el impactante desenlace. Un barco, un asesinato, muchas dudas y algunos Deus Ex Machina son las características de este estreno que se mece en la gran cantidad de estrellas que lo habitan. El poder corrompe, lo saben Saruman, Anakin Skywalker y Cruella… cuanto más dinero se tenga, más poder se ostenta, y cuándo eso sucede uno tiene que vivir mirando sobre sus hombros por miedo a la traición. Algo así le sucede a Linnet Ridgeway (Gadot), que tiene una actitud muy poco sorora y se termina quedando con el futuro marido de una amiga. Organiza la boda, mientras la despechada Jacqueline de Bellefort (Mackey) los persigue en cada ciudad donde van. En el medio de todo eso aparece Hercule Poirot (Branagh) que mueve su mostacho mágico cuando siente que algo no está bien. Y vaya que no lo está. Como todas las obras de este tipo, el protagonismo es más coral. Con personajes con características marcadas y exageradas, para no perder tanto tiempo con sus backstories y que todo se pueda concentrar en el misterio en sí. El tema en este caso es que el primer acto se estira muchísimo, y la muerte en el Nilo se da pasando la mitad del metraje… lo que hace que nos preguntemos para que sirvió tanto de lo que se contó antes. Porque el guion tiene un gran problema: los pocos indicios que se dejan para adivinar el final son muy obvios, están contados de tal manera que uno no puede no verlos, y luego la explicación de Poirot al resolver el entuerto casi ni los utiliza. Toda la resolución se dio en su cabeza, a través de situaciones que ni él ni nosotros observamos. La premisa es simple y concisa (como en la mayoría de textos de Agatha Christie): todos y todas pueden ser culpables. En este caso eso está medio diluido entre problemas del corazón, recelos, dinero, e investigaciones secundarias sorpresivas. No termina de cerrar nadie como responsable a simple vista, pero tampoco sentimos que importe quien fue. La estética parece querer llamar al cine primigenio, con una historia que se desarrolla en los primeros años de la década del 30. Algunas imágenes son espectaculares, aunque (como siempre) se abusa del uso de CGI y pantalla verde para los fondos. No obstante, el trabajo de arte, vestuario y peinado es maravilloso. Muerte en el Nilo es un whodunit de manual, que aprovecha al máximo el Star System, con actores y actrices consagrados y consagradas haciendo papeles más pequeños. Nos invita a descubrir en conjunto quien es el responsable, pero olvida que para eso es necesario un guion sutil que pueda dejarnos pensando al final y con ganas de volver a ver la película para decir “estuvo ahí todo el tiempo, ¿cómo no lo vi?”. No es este el caso.
Moonfall: la hipérbole lunar Fly me to the moon… Volvió el cine pochoclero no-brainer a las salas, de la mano de Roland Emmerich un conocido de la ciencia ficción que nos ofreció piezas como Independence Day, 2012 y The Day After Tomorrow. La luna está cayendo en picada a la Tierra y nada podrá detenerla… ¿o sí? ¿De qué va? Moonfall sigue la historia sobre una fuerza misteriosa que impulsa a la Luna fuera de su órbita y la envía directamente contra la Tierra a toda velocidad. Unas semanas antes del impacto, y con el mundo al borde de la aniquilación, una ejecutiva de la NASA y antigua astronauta Jo Fowler (la ganadora del Óscar Halle Berry) tiene una idea para salvar nuestro planeta. Pero sólo el astronauta Brian Harper (Patrick Wilson, de Midway) y el encantador conspiracionista KC Houseman (John Bradley, de Game of Thrones) creen en ella. Estos héroes emprenden una insólita misión espacial, en la que dejan atrás a todos sus seres queridos, tal vez para siempre, y descubren un misterio de proporciones cósmicas acerca del único satélite “natural” de la Tierra. ¿Estás buscando una excusa para ir a la sala? Si saliste emocionado o emocionada del discurso del presidente al mundo en Día de la Independencia… puede que esta sea una opción. Ahora, si te gusta pensar el cine, puede que te indignes un poco. Esto es Moonfall. La estructura que se nos presenta es similar a todo lo que ofrece este director: personas comunes que tuvieron una recaída en el pasado y llevan una vida en los márgenes (hablando de los estándares yanquis, obviamente) frustrados con todo lo que les rodea, una catástrofe de proporciones bíblicas -y que nadie vio con anterioridad, salvo un NN- explota y mientras el resto del planeta se zambulle en la desesperación estos “raritos” van a cambiar la marea con un plan alocado. Si sos seguidor/a de Roland, sabes que vas a encontrar: buenos efectos visuales, música ominosa, un sacrificio del tipo familiar y muestras gratis de lo poco empática que es la sociedad cuando hay una catástrofe. Pero también: malas actuaciones, arbitrariedades de guion y Deus Ex Machinas tan grandes que parecen reírse en tu cara. El protagónico se reparte entre tres: Brian Harper es el héroe de capa caída, Jo Fowler la mujer de armas y decisiones tomar, y KC Houseman el alivio cómico. Mientras que Patrick Wilson y Halle Berry están en piloto automático, se agradece la predisposición de John Bradley para darle vida y frescura a su personaje… a pesar de que es un peligroso conspiranoico y que en otras situaciones seguramente sea antivacunas. La vida de estos personajes mucho no importa, simplemente navegan aquí y allá a medida que se va descubriendo la verdad: el mundo se está por acabar y todo es irremediable. Mientras sus familiares buscan refugio en Tierra de Nadie, estos tres protagonistas van a arriesgar su vida para ir más allá. Lo extraño de está película es que el tercer acto es completamente diferente al resto del relato: mientras claramente los dos primeros apuntan al género desastre épico, la última parte abre una puerta de sci-fi new age con regusto a épica fantástica / comiquera que se siente algo así como 2001 en versión pochoclo. Cuando todo parece terminar se siente que comienza toda una nueva película, haciendo que nuestras caras de WTF contengan el aliento en un fruncimiento de ceño eterno hasta el final. Moonfall es lo que se promete: un entretenimiento basado en efectos visuales gigantescos y un sinsentido argumental propio de los lápices de un escolar de 5 años que junta los elementos más divertidos y los mezcla sin ningún tipo de justificación. Conociendo la carrera del director, las expectativas pueden ayudar a dar de baja el cerebro por dos horas y sólo pensar en consumir pochoclo y festejar porque Estados Unidos vuelve a salvar el mundo.
Boda Negra: Agua de tanga rusa Cuando la brujería y el abuso no son buen maridaje Esta semana se estrena una nueva película de género rusa, siempre una buena oportunidad para ser testigos de cómo se tratan ciertas temáticas con otros tonos. En esta oportunidad algo que se vende de terror pero es más complejo y real: Boda Negra. ¿De qué va? Zhenya ha sido abandonada por Cyril, su novio. Desesperada, acude a un hechizo llamado “Boda Negra” que promete volver a unirlos. Cyril regresa, pero su amor se vuelve obsesivo y amenaza a quien se interponga entre ellos, incluida la pequeña hija de ambos. El hechizo no se detendrá al morir él en un accidente, pues nada puede separar a dos amantes unidos por el demonio. Svyatoslav Podgaevskiy es un cineasta reconocido en Occidente, se ha especializado en llevar a la pantalla grande una serie de relatos provenientes de mitos y supersticiones del folclore europeo, combinándolos con las fórmulas clásicas del cine hollywoodense de horror. ¿Ejemplos? La Novia (2017), La Sirena (2018) y, la última, Baba Yaga (2020). En esta oportunidad busca hablar sobre el abuso desde un lugar diferente. Decir que Boda Negra es una película de terror es algo reduccionista. Sí: hay una bruja, fantasmas y jumpscares, pero lo que más terror da es la relación tóxica y violenta entre la protagonista y su pareja. Ella es la típica niña buena y santa que quedó embarazada del espíritu libre y artista que es su pareja. Pero cuando ella lo descubre engañándola, él la abandona porque se “siente atrapado”. La violencia que genera esa victimización y falta de cuidado emocional de Cyril nos mete de lleno en la motivación de Zhenya: aunque esté mal, queremos que lleve a cabo el gualicho porque empatizamos con ella y lo queremos ver a él en la lona. Pero para poder re-enamorar (obligadamente) a su pareja ella deberá llevar a cabo un ritual desagradable en una boda, haciendo que esa pareja no tenga el “y comieron perdices” soñado que siempre se prometen en los relatos. El gualicho hace efecto, pero Cyril se vuelve obsesivo y (más) violento. Se mete con los familiares de Zhenya, con sus amigos, conocidos… incluso con la hija de ambos. Él sólo quiere estar con ella, que ella no haga nada más, que no esté con nadie más, que sea su musa. ¿Y cuántos casos conocemos de este tipo -sin gualicho- en nuestras amistades más cercanas? Boda Negra usa el terror para hablar sobre las peores pulsiones humanas en una relación, aquellas que nos hacen querer a la otra persona como una posesión, una recompensa, una cosa. Y si es suficientemente incómodo ver a una mujer atrapada en un círculo de violencia con un hombre, la suma del factor “beba” termina de crear una desesperación que nos hace preocuparnos a cada momento. La película no ofrece mucho más, hacia el final todo vuelve al plano de lo místico, ficcional y metafísico, con las fórmulas de siempre para generar terror… pero nada termina siendo más incómodo y desesperante que la realidad.
Matrix Resurrecciones: Deja Vú eterno Volver a entrar en la madriguera del conejo Lo dijo Joaquín Sabina “al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. Thomas Anderson desoye esto y vuelve a tomar la pastilla roja en la cuarta parte de Matrix. ¿De qué va? En Matrix Resurrecciones, regresa a un mundo de dos realidades: una, la vida cotidiana; la otra, lo que hay detrás. Para descubrir si su realidad es una construcción física o mental, para conocerse verdaderamente a sí mismo, el Sr. Anderson tendrá que elegir por seguir al conejo blanco una vez más. Y si Thomas… Neo… ha aprendido algo, es que la elección, aunque es una ilusión, sigue siendo la única forma de salir o entrar en la Matrix. Por supuesto, Neo ya sabe lo que tiene que hacer. Pero lo que aún no sabe es que la Matrix es más fuerte, más segura y más peligrosa que nunca. Déjà Vu. Luego de más de veinte años, volvemos a la Matrix. A ese lugar que modificó para siempre el cine de entretenimiento occidental, la película que durante años vivió en el futuro. Y con una de sus directoras originales (Lana Wachowski) en la silla principal, es momento de comprobar si está o no a la altura. La segunda y tercera parte buscaban meterse más y más en los conceptos del lado de la programación. Y así arranca esta segunda parte, con un modal (una instancia que no se encuentra “productiva / a la vista de todo el mundo” en un servidor) desde donde nace una nueva instancia de Morpheus, interpretado ahora por Yahya Abdul-Mateen II. ¿La verdad que descubrimos? Neo sigue vivo. Volvió a la fuente. Retornó a un mundo agridulce y repetitivo. Pero la Matrix no es igual a la que conocemos, es una nueva iteración más triste y melancólica. Y allí vive Thomas Anderson (Keanu Reeves) que ahora es un desarrollador de videojuegos con un gran éxito hace años: la trilogía de The Matrix. El primer acto (algo extenso) repite los tropos de la primera parte de la trilogía original, pero haciéndolo de manera consciente. TODO EL PRIMER ACTO ES UNA GRAN PARODIA: se hacen chistes constantes que rompen la cuarta pared, se habla de Warner intentando hacer una cuarta parte del juego aunque sus creadores originales quieran o no, se oficializa la mercadotecnia alrededor del MKT de la marca de Matrix… es sin dudas la parte más divertida en donde no sabemos si Thomas está demente o no. Luego, esa autoconsciencia se pone algo burda (mostrando fragmentos de la trilogía original en las paredes) y todo se va perdiendo mientras entendemos de qué va esto: es una historia de amor. No es nada más y nada menos que ello: la búsqueda de Neo por Trinity (Carrie-Anne Moss). Ellos se viven encontrando en esta nueva Matrix (dato de color: quien hace de marido de ella es el director de John Wick) y luego de ser despertado, Romeo quiere salvar a su Julieta. Entre el segundo y tercer acto (claramente inferiores al primero) se cae en una suerte de confusión general basada en ciertas arbitrariedades del guion. Personajes que regresan pero en otra carne, otros que sufrieron el paso del tiempo, nuevas reglas en la guerra entre máquinas y humanos… ¿pero donde está el gran problema? Matrix Resurrecciones no innova en nada. Ni gráficamente, ni a nivel de ideas de guion, esta nueva entrega se traiciona a sí misma al no hacerse cargo de su legado: Matrix es algo que sorprende siempre. Neal Patrick Harris y Jonathan Groff están muy correctos en sus papeles a pesar de estar algo atados a lo que pida la historia. Volver siempre es complicado, más luego de tantos años. Pero desmotiva no ver a Neo peleando (luego de verlo brillar como Wick), tan poca participación de Trinity, tan repetitivo y arbitrario todo a nivel relato… capaz todo es una suerte de profecía autocumplida en donde si Lana no la dirigía alguien más lo iba a ser, le guste o no.
Spider-Man: Sin Camino a Casa – Algo nuevo, algo azul y algo usado Witzy witzy araña subió su telaraña, vino el fandom y se la llevó El 16 de Diciembre se desprende el velo dónde todas y todos podrán saber si el hype y las teorías eran reales o no… se estrena la tercera parte en solitario de Spidey, y nada será lo mismo. ¿De qué va? Tras descubrirse la identidad secreta de Peter Parker como Spider-Man, la vida del joven se vuelve una locura. Peter decide pedirle ayuda a Doctor Strange para recuperar su vida. Pero algo sale mal y provoca una fractura en el multiverso. Algo importantes antes de arrancar: esto no tiene spoilers. El cierre de la trilogía en solitario de Spider-Man (Tom Holland) viene a establecer las bases de un nuevo Peter Parker luego de varias pérdidas que tuvo: primero perdió a su mentor Iron Man, y ahora su identidad secreta luego que Mysterio la revele al mundo en el final de la segunda película. John Watts repite la dirección, en una cinta abundante en su metraje y que mecha con personajes y villanos de las anteriores representaciones del arácnido. Porque como vimos en los trailers antes del estreno regresan Norman Osborn (William Dafoe), el Dock Ock (Alfred Molina), y Sandman (Thomas Haden Church) de la trilogía de películas dirigidas por Sam Raimi (que pronto estrenará su puesto como director en el MCU con la segunda parte de Doctor Strange) y en donde Tobey Maguire ejerció de Spider-Man. Por parte de la segunda representación del Amistoso Vecino, dirigidas por Marc Webb y protagonizadas por Andrew Garfield vuelven: el Doctor Connors (Rhys Ifans) y Electro (Jamie Foxx). Así que nuestro protagonista tendrá que enfrentarse a villanos que desconoce, mientras intenta entender el concepto del multiverso que se abrió producto de un fallido conjuro realizado por Strange para que la gente olvide la identidad de Peter Parker / Spider-Man. La película es más un evento que una película en sí misma. Y debe ser analizada como tal. Luego de los eventos de Avengers: Endgame, es la primera película del MCU que está hecha para vitorear a la tribuna. La cantidad de easter-eggs, cameos, situaciones épicas y momentos fundacionales es inmensa y parece haber sido medida milimétricamente. Estamos frente a uno de los productos Marvel más ambiciosos y de relojería suiza que vamos a encontrar por estos tiempos. ¿Pero cómo se estructuran esos villanos de otros tonos con este MCU? Ahí está el gancho: todo busca hacer confluir en una situación que apele a la nostalgia, pero a la vez ayude a hacer crecer al personaje de Peter. Y vaya si lo logra… Porque no olvidemos que todo esto gira alrededor al Spider-Man de Holland. Ese mismo que vimos siempre estar amparado bajo la tutela de Tony Stark, aquel sobre cual desconocemos a su tío Ben, que tuvo que aprender a vivir en un mundo donde perdió 5 años de su vida… Su tia May, Happy, Ned y MJ… su mundo se ve inmiscuido en este desbarajuste multiversal que va a tener grandes consecuencias para el futuro. Benedict Cumberbatch con su Doctor actúa como el nexo entre lo que ocurre internamente con el personaje de Peter al descubrirse su identidad y el universo gigante de posibilidades frente a él una vez que se mete de lleno en la aventura. El enfrentamiento que tendrán ambos, será usado por las profesoras de matemáticas para justificar que es importante aprenderlas. Spider-Man: Sin Camino a Casa es una película para ver en el cine, discutir y encontrarle mil elementos comiqueros. Además, es difícil de contar sin spoilear. Así que si llegaron hasta el final de este texto indemnes: corran al cine y emociónense como este servidor.