Sensaciones encontradas Muchas veces el cine se vale de una narración consistente para forjar un film. Pero también, como arte que es, debe transmitir sensaciones a través de la pantalla. Allí radica su valor y sentido último. Agua y Sal (2010), segundo largometraje de Alejo Taube (Una de dos, 2004), se apoya en dicha experiencia para hablar de la paternidad. Rafael Spregelburd interpreta a dos personajes: Javier, un hombre de clase media alta que no puede tener hijos con su mujer, y Biguá, un marinero pescador que embaraza a su novia de 17 años. Cuando el pescador muere accidentalmente, y la otra pareja busca adopción, las historias se cruzan. Agua y Sal propone un juego de miradas y pequeños gestos, para construir las sensaciones vividas por su protagonista. Un momento sumamente sensorial como lo es la llegada de un hijo, que el director trata de materializar en imágenes y sonidos. No hay una historia lineal o argumento cerrado, la película se plantea en la búsqueda que implica la reestructuración de la identidad de un hombre a apunto de convertirse en padre. El viaje que realiza Javier a Mar del Plata grafica su conflicto interno visualizado en un recorrido nuevo y desconocido para él. Lo demás es puro misterio, magia y ensoñanación, pero no de un modo surrealista sino como forma de captar las sensaciones que promueve la responsabilidad de ser padre. El deseo, los miedos y las expectativas generadas, se conjugan y mezclan sensitivamente en la película de manera aleatoria, arbitraria y emotica. Por ello, la forma narrativa no importa tanto como la generación de climas y la formulación de un estado emocional a partir de pequeños elementos como lo son la composición del personaje y la banda sonora. Seleccionada para la Competencia Oficial Latinoamericana del 25° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Agua y Sal gana en sensaciones con un tratamiento complejo y emotivo de su temática, logrando transmitir y envolver a los espectadores en su discurso.
Chéjov para millones Intercambio de almas (Cold Souls, 2009) halla la manera justa de hacer divertido un conflicto de índole existencial. Paul Giamatti -haciendo de él mismo- se encuentra en crisis y acude a una clínica para que le extraigan su alma. Oscura, extraña y divertida, esta comedia de ciencia ficción bien podría haber sido un drama profundo. Pero no lo es. ¿Cómo hacer simple lo complejo? ¿Cómo exteriorizar un conflicto interno? Paul Giamatti trata literalmente de recuperar su alma con forma de garbanzo. Al concurrir a una clínica para dejar de sufrir da con un novedoso tratamiento que consiste en extirparles el alma a las personas y luego, ante la ausencia de sentimientos, otorgar un alma ajena. En medio de ese “intercambio” se mezclan dos países: EE.UU. y Rusia. Uno realiza el tratamiento mediante la sociedad de consumo, ofreciendo el servicio, el otro mediante el mercado negro. A su vez, mientras los norteamericanos anhelan el alma poética de los rusos, los soviéticos admiran la frivolidad del alma yankie. Nadie mejor que Paul Giamatti para personificar el conflicto. Un actor tratando de ser serio en una obra de Antón Chéjov “Tío Vanya”, pero irremediablemente cómico. Su desgracia conmueve y divierte por igual por lo ridículo de su destino. Si recordamos Entre copas (Sideways, 2004) captaremos la esencia del actor. Intercambio de almas está escrita y dirigida por Sophie Barthes, pero bien podría tratarse de un argumento de Charlie Kaufman, ya que su estilo condice con el del film: buscar en la ciencia ficción la manera de exteriorizar –y a la vez parodiar- un conflicto existencial. El resultado es un film delirante, surrealista y no menos valedero en su propuesta existencialista. Despues de todo, la búsqueda del alma es siempre un dilema de la humanidad, tenga o no forma de garbanzo.
Las razones de Iosef Iosef es uno de los tantos judíos "conversos" que explicitan en el documental Judíos por elección (2011) sus motivos para convertirse al judaísmo. No son judíos de nacimiento o tradición, sino que adoptaron las prácticas por decisión propia. La realizadora Matilde Michanie (Licencia Número Uno, 2008) trata el tema desde lo cotidiano y existencial. Una serie de personas -como cualquiera de nosotros- deambula frente a la cámara en su quehacer cotidiano. Al comenzar a desarrollar su discurso, exponen sus razones que los llevaron a “convertirse” al judaísmo. El documental desarrolla el tema a partir de los distintos testimonios de cada persona, para buscar en la cotidianeidad de las actividades diarias que realizan, la conexión espiritual. Hay un tratamiento cotidiano de lo intrínsecamente religioso. Así ocurre con la circuncisión por ejemplo. Razones para acercarse a lo espiritual desde la vida diaria. De esta forma, la película intenta romper prejuicios tanto desde los practicantes de otras religiones como desde los judíos ortodoxos. Tanto la dramatización de algunas secuencias como los separadores con textos del Toráh, impulsan esta idea. Desde este punto de vista, bien podría tratarse de otra religión u otra forma de conexión espiritual, pues si bien el film hace foco en el judaísmo, la propuesta es crítica de ambas partes. Lo importante termina siendo la posibilidad de elegir libremente y por ello el título de la película. En este último tiempo se realizaron una serie de films argentinos que abordan al judaísmo desde una óptica menos ortodoxa: Judíos en el espacio (2005), Cara de queso (2006), El abrazo partido (2003), Otro entre otros (2009), etc. Películas a las que Judíos por elección se suma a la lista.
Una cuestión de identidad Tata Cedrón, El regreso de Juancito Caminador (2011) retrata la vuelta de Juan “Tata” Cedrón a la Argentina, su tierra natal, luego de 30 años de ausencia y éxitos en el exterior con su Cuarteto Cedrón. La película pone el foco en el reencuentro del músico con su pueblo, su gente y sus recuerdos de tango. Grabaciones del pasado presentan a un joven Tata Cedrón tocando con su banda en el exterior. De gira por Europa, ya en la actualidad, el músico junto a su cuarteto viaja por distintos países (Francia, Holanda, Bélgica) presentando su música natal a los extranjeros. En entrevistas comenta las razones de su éxodo en 1974 y su afianzamiento en París, donde vivió treinta años y triunfó como músico. Pero esto es sólo el comienzo del documental que rápidamente se instala en la Argentina para seguir al Tata Cedrón por el camino de sus recuerdos. “Nóstos” es la palabra griega que define el regreso de los héroes de guerra troyanos. Palabra que le cabe al protagonista de este documental en su regreso triunfal a su anhelada tierra natal. Luego del éxito en París –recorrido gardeliano- vuelve a la Argentina. Pero no a causa de la consagración sino del contexto histórico que reconoce a sus héroes nacionales. El Tata Cedrón comenta su militancia adolecente, motivo de desarraigo y desencuentro con su gente. El contexto político histórico de la Argentina cambió y el tanguero retorna con todos los laureles. El documental intercala distintos fragmentos musicales del Cuarteto Cedrón en vivo con imágenes de calles de Buenos Aires. Ya no será como en Europa un aeropuerto o una estación de tren el motivo del viaje, sino su propia música, el tango, el que lo trasladará a su país. Los barrios donde deambulará reconstruyendo su memoria, recuperando sus recuerdos, son Boedo, Villa del Parque, Saavedra, La Boca y San Martín. En este último se lo ve almorzando en la Cooperativa de Trabajo “Los Constituyentes”, una fábrica recuperada por sus obreros que marca la ideología intacta de Cedrón. Lo demás será el camino del reconocimiento como parte de una historia, una identidad nacional. El reconocimiento de sus pares, los grandes músicos argentinos, de lo institucional, al ser nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, y finalmente del público. Tata Cedrón, El regreso de Juancito Caminador realiza en la figura de Cedrón, el trabajo de recuperación de la identidad, de la memoria de todo un pueblo, para reconstruir aquello que signifique “lo porteño”, “lo nacional”, “lo tanguero”. Partes de un sentido antropológico que consolida el ser argentino.
La excepción a la regla Fuera de la Ley comienza con la trama de “crimen y venganza” para rápidamente abandonarla por una de “falso culpable”. El protagonista, un ciudadano ejemplar, es acusado de un crimen que no cometió y deberá resolver el caso antes de que lo atrapen. Además, el film cuenta con la inseguridad como temática, la ciudad de Nueva Orleans de contexto y el director de El gran golpe (The bank jobe, 2008) detrás de cámara. Will (Nicolas Cage) es un respetado profesor de secundaria. Una noche su esposa es ferozmente atacada y violada. En el hospital, mientras espera su recuperación, recibe la visita de Simon (Guy Pearce) que ofrece justicia rápida a cambio de un pequeño favor. Will acepta y continúa felíz con su vida hasta que suena el teléfono exigiendo la devolución de dicho favor. Will quedará enredado en una peligrosa organización que mata por encargo, a la que no podrá denunciar por estar fuera de la Ley. Nicolas Cage es de esos actores que no falla o viene fallando seguido, según el tipo de espectador. Si usted gusta del cine arte, con una búsqueda formal o aplaude el riesgo narrativo, verá en el sobrino de Francis Ford Coppola una carrera en declive. En cambio, si usted busca una historia simple, bien narrada, donde se dispute el bien sobre el mal, Nicolas Cage no lo defraudará. Fuera de la Ley es un thriller “hecho y derecho”, con un alto nivel narrativo y mejor pulso para el suspenso impreso por Roger Donaldson responsable de Sin salida (No way out, 1987), aquella película con Kevin Costner, con la que Fuera de la Ley tendrá muchos puntos en común (la trama de corrupción, el inocente acusado, etc.). El director ya había logrado una interesante excepción en la carrera de Jason Statham con El gran golpe y aquí vuelve a hacerlo con Nicolas Cage. Por otra parte, está la inseguridad como tema de fondo, tan recurrente por estos días, y la ciudad de Nueva Orleans, post huracán Katrina, como contexto apocaliptico donde además de los espacios se perdieron los valores institucionales. Un tema ya transitado por Nicolas Cage de la mano de Werner Herzog en Un maldito policía en Nueva Orleans (Bad Lieutenant, 2009). Fuera de la Ley se presenta como un film efectivo entre las producciones de género proyectadas por estos días en la cartelera porteña. Una historia interesante, donde la construcción del suspenso y el dilema moral en el que se ve envuelto el protagonista, son claves para lograr un producto que satisface a quién busca algo más que el mero entretenimiento y, de igual modo, a quién espere que se cumplan a rajatabla las reglas del género.
Del dolor a la esperanza Verdades verdaderas. La vida de Estela (2011) no es exactamente una biopic de Estela de Carlotto. El film, de manera inteligente, expone los dolorosos hechos que sufrió la referente principal de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo sin golpes bajos ni maniqueísmos, para adentrarse de lleno en la lucha actual por la recuperación de los nietos. Estela (gran actuación de Susú Pecoraro) vivencia los crímenes de lesa humanidad que sufre su hija Laura (Inés Efron) en tiempos de dictadura militar. El acoso constante del régimen, la obliga a hacerse fuerte y unirse a otras madres en similar situación, para juntas buscar a sus hijos y nietos desaparecidos. Si bien el film podría optar por el camino de la construcción del símbolo en la figura de Estela, camino más cómodo y seguro, felizmente elige el costado más humano, el de la madre impulsada por el dolor de perder a su hija y nieto. No hay maniqueísmos del estilo: secuestrados-buenos y militares-malos. La película de Nicolás Gil Lavedra se centra en Estela como ser humano acorralado en una situación terrible y, desde allí, busca la identificación con el espectador y construye su grandeza. En este punto, el film hace honor a su figura pública, siempre alejada de la confrontación y el odio. Hay grandes actuaciones de Susú Pecoraro y Alejandro Awada, como su marido, y del resto del elenco. Las actuaciones transmiten el dolor y la tensión que viven los protagonistas. Gracias a ellos, la película evita mostrar los hechos, evadiendo el golpe bajo y las imágenes predecibles e innecesarias. Promediando la mitad de proyección, Verdades verdaderas. La vida de Estela da un giro satisfactorio hacia la recuperación de los nietos desaparecidos. Este giro es fundamental, pues privilegia la lucha de Estela por sobre su propia persona, algo que también rinde honor a Estela de Carlotto como persona. Una película difícil por el tema que trata pero necesaria por la lucha que representa. Dolorosa por los motivos de público conocimiento pero con una luz de esperanza sobre el final. Esa esperanza que tanto Estela como el resto de Las Abuelas de Plaza de Mayo jamás perdieron.
El Francella colombiano La coproducción colombiana-argentina El jefe (2010) construye desde el grotesco la desventurada historia del jefe de una empresa, Ricardo Osorio, harto de su vida conyugal y sus conflictos laborales, que busca la salida en un affair con la mejor amiga de su esposa. La película deambula entre la telenovela colombiana y la comedia grotesca, ambos géneros no muy transitados en la Argentina, motivo por el cual resulta “chocante” el tipo de humor empleado. Exacerbación de estereotipos en los personajes, exaltación de lo escatológico y lo sexual, un ritmo de montaje efusivo, elementos que introducen de lleno o sacan rápidamente al espectador del relato. Hace tiempo que en Argentina no se estrena una producción Colombiana (ésta es la primera del año) y el motivo por el cual es su poca aceptación por parte del público. En el caso de El jefe, su estreno está intrínsicamente ligado a la participación argentina en la producción y las actuaciones de Mirta Busnelli y Mariano Castro. Si fuera realizada en la Argentina, tal vez la película estaría protagonizada por Guillermo Francella, ya que las características del filme se corresponderían con el personaje cómico que el actor argentino supo crear. Estamos frente a un cine pasatista y con pretensiones comerciales exclusivamente locales. El jefe es una comedia con más guiños a un público colombiano que argentino, resultado de una política latinoamericanista con el fin de aunar fronteras entre países. Proceso del cual veremos sus frutos con el correr del tiempo.
Juéguele al 11 Enmarcada dentro del “terror religioso” La profecía del 11-11-11 (11-11-11, 2011) plantea un nuevo día para el Apocalipsis. En la cercanía a la fecha radica todo el atractivo de un film, donde el misterio se pasea entre susurros fantasmagóricos y monjes feos escondidos en los arbustos. Joseph Crone (Timothy Gibbs) es un escritor de best sellers peleado con Dios luego del accidente que lo hiciese perder a su mujer e hijo. Ante la noticia de que su padre está a punto de morir, viaja a Barcelona a la casa de su niñez donde se reencontrará con su hermano que predica la Biblia. La historia comienza el 7 del 11 (o sea en unos días) y culmina en la fecha que da título al film. En el medio se producen una serie de misteriosos acontecimientos relacionados con una profecía “Oceanista”. El director de El juego del miedo 2 (Saw, 2), Darren Lynn Bousman, incursiona en el género religioso estilo La profecía (The omen, 1976). El principal defecto del film es la precariedad de recursos de producción (de hecho el protagonista es parecido a Bruce Campbell habitué de la Clase B). Estamos frente a una producción de muy bajo presupuesto –La profecía también lo era- pero sin la imaginería necesaria para solventar la falta de dinero. Todo tiene cierto aspecto de berreta, desde la iluminación hasta las monstruosas caras de los monjes que acechan al protagonista. Al margen, un misterio que se dilata en explicaciones inverosímiles, y los trillados recursos del miedo: alucinaciones que terminan siendo pesadillas, voces susurrantes inconexas, estatuas de la Edad Media, y la aparición brusca de “monstruos” para impactar a la platea. Sin embargo, el director explota dos de sus recursos marca El Juego del Miedo. Uno es la cámara que se desplaza junto al personaje por los recovecos de un laberinto y de la casona en cuestión. El desplazamiento es veloz como si se tratase de un tren fantasma, terminando el movimiento en una aparición monstruosa para generar escalofrío. El otro recurso es la extensa explicación sobre el final, redundante y aclaratoria para comprender el misterio. Como un capítulo de Columbo. La profecía del 11-11-11 se estrena en EE.UU. y el resto del mundo el viernes 11 de Noviembre (mes 11). En Argentina tenemos la posibilidad de verla primero. Quizás sea el mayor atractivo de un film que no aporta demasiado.
Al servicio de Rowan Atkinson Tras su traumático paso por Mozambique, Johnny English se encuentra meditando en las montañas orientales. Hasta allí llegarán sus jefes para relanzarlo como agente secreto al Servicio de Su Majestad. Johnny English Recargado (Johnny English Reborn, 2011) es otra excusa -eso sí, más espectacular que su antecesora- para explotar el humor físico de Rowan Atkinson y combinarlo nuevamente con la trillada trama de espionaje estilo James Bond. Recluido en un templo oriental y rodeado de monjes, Johnny English es asignado nuevamente a una misión por el MI7 (de ahí el título original Johnny English Renacido). Lo que no sabe es que esa misión estará ligada al trauma que English arrastra tras su fracaso en Mozambique. El agente deberá desarticular una organización criminal llamada Vortex, integrada por agentes secretos británicos, a quienes deberá descubrir. Este mix entre Mr. Bean y James Bond llega a una secuela. Ya la anterior película era floja -por no decir mala- y sólo un par de ideas alcanzaban para conformar a la platea. Una idea es imaginar a Mr. Bean haciendo de agente secreto del servicio británico, la otra, enfrentarlo a situaciones cada vez más delirantes para ver cómo reacciona. En esta secuela, las situaciones pasan por una persecución en silla de ruedas, una serie de rituales tibetanos, una anciana nipona ultra violenta y demás protocolos oficiales, vestidos de “serios” para la cultura inglesa, que Rowan Atkinson sabe descolocar con sus muecas. Parece poco, pero quien se siente a ver Johnny English Recargado ya sabe lo que busca. Y en ese aspecto, la película no decepciona, aunque tampoco sorprende. Johnny English está de vuelta haciendo lo mismo de siempre. con eso alcanza para sonreír un par de veces.
El militar que duda A la lista de próceres llevados al cine recientemente, se suma la figura del Mayor Luis Jorge Fontana, militar naturalista clave en la determinación del territorio argentino. Fontana, la frontera interior (2009) retrata al héroe contrariado que supo ser, a través de sus escritos. La historia está articulada por los relatos que el mismo Fontana escribió. Son reflexiones sobre su quehacer cotidiano como Coronel, diarios de viaje, de los acontecimientos trascendentales de su vida. De este modo, el film se divide en cuatro capítulos o episodios: "Chubut el cielo", "Chaco la tierra", "Formosa el agua" y "San Juan el tiempo". Guillermo Pfening es el encargado de representar a Fontana, un patriota perdido en su propia tierra, dudando sobre su accionar, tratando de entender los motivos del exterminio de pueblos originarios, la fundación de la ciudad de Formosa o los límites fronterizos entre Argentina y Chile en el sur. Quizás ahí radique el mayor valor de la película, cuestionando qué significa ser patriota en 1880. Dicho valor queda patentado en el último capítulo, cuando Fontana es nombrado gobernador de Chubut, tierra ahora habitada por inmigrantes galeses, que no hablan su idioma y por ende, no tienen intenciones de interpretar la Constitución Nacional. Fontana se encuentra frente al dilema de para quién gobenar: en honor a su Argentina o para habitantes que no se sienten parte de la misma. Fontana, la frontera interior fue dirigida por el veterano Juan Bautista Stagnaro, director de Casas de fuego (1995) entre otras. Sus realizaciones pertencen a los años ochenta y noventa, estética y narrativamente. Hecho que se siente en el ritmo del relato, lento para los tiempos que corren. Quizás sea lo único que pueda criticársele a una producción que reflexiona sobre el accionar militar desde su protagonista.