No podía haber términos medios. “Chicas armadas y peligrosas” debía ser buena o mala y, así, catapultar o enterrar a sus dos actrices. Pero, ¿acaso alguien dudaba de la capacidad en comedia de Sandra Bullock y Melissa McCarthy? Claro que no, esta dupla no defrauda y convierte al filme en una buena “Buddy movie” policial. Sandra Bullock es Sarah Ashburn, una solitaria agente del FBI tan obsesiva y eficaz como arrogante e insufrible al punto de ser odiada por todos sus colegas. Su jefe, el mexicano Demian Bichir, la envía a Boston para una misión que podría darle su anhelado ascenso: desbaratar una organización de narcotraficantes. El mismo caso está siendo investigado por Shannon Mullins (interpretado por la sorprendente Melissa McCarthy), una ruda policía de la ciudad con métodos bastante brutales. El resto es pura comedia, algo a lo que nos tenía acostumbrados Sandra Bullock en Miss Simpatía y que retoma en este filme con grandes momentos. En cuanto a la historia, es bastante simple y por momentos se vuelve algo pesada, pero logran remontar eso con gags y accidentes graciosos (punto fuerte de Melissa McCarthy). Así, el director Paul Feig, se anota un punto más en las comedias para darnos un buen rato de risas y diversión en el cine.
Una película con muchos destaques, varias negativas y dos ambientes bastante distintos. “El Gran Gatsby” es, definitivamente, una película que tendrá amores y odios, así como detractores y fanáticos. Gatsby (DiCaprio), un joven millonario con un pasado dudoso que no tiene enlaces con la sociedad que le rodea y nadie sabe cómo consiguió su fortuna (algunos creen que lo ganó vendiendo alcohol ilegalmente, o como asesino a sueldo). De todas formas y a pesar de las grandiosas fiestas que organiza, donde tolera a numerosos intrusos, Gatsby es un hombre solitario. Todo lo que quiere realmente es revivir el pasado para reunirse con el amor de su vida, Daisy (Carey Mulligan), una mujer casada con un respetable millonario, con quien tiene una hija. Como decía anteriormente, “El Gran Gatsby” es una película que tiene dos climas muy marcados. Durante la primera parte nos metemos en el mundo ostentoso del Sr Gatsby, junto a sus grandilocuentes fiestas y despliegues en su magnífico palacio. Tengamos en cuenta que está ambientada en los años 20, época del lujo decadente, y que el director Baz Luhrmann tiene experiencia en ambientar y “refrescar” otras épocas. Así podemos recordar “Romeo+Julieta” con un joven Leonardo DiCaprio o la exitosa “Moulin Rouge”. En este caso, el director cuenta con un solo problema: la transición de la fiesta al drama. Es que, ese segundo clima (el drama) no termina de encajar en todo lo que veníamos viviendo… o quizás sea que no hay una correcta transición para pasar de aquella majestuosa fiesta de los años felices al drama romántico propuesto por Fitzgerald. He leído en varias críticas un especial hincapié sobre la música y la estética de videoclip que utiliza el director para este filme. Realmente no hay nada de que sorprenderse, sabemos que a Luhrmann le encanta jugar con esas mezclas y ese “aggiornamiento” musical y estético en sus filmes. De hecho, “El Gran Gatsby” cuenta con la banda de sonido a cargo del músico Jay Z, quien logra una conjunción idónea entre sonidos del pasado y actuales. A traves de un anacronismo entre pasado y presente, el charleston se mezcla con el rap, y el brillo y la arquitectura de los años ’20. A mi entender, un gran logro del director. Sin embargo, el director nunca deja de distraernos con los efectos de postproducción y nos perdemos en consolidar la verdadera trama de la película. Es como si para Luhrmann fuera más importante la increíble escenografía, todo el lujo del vestuario y la postproducción del 3D, que el tema central desarrollado por Fitzgerald. A pesar de esto, las actuaciones forman parte de la mejor selección de este director. Tobey Maguire es Nick Carraway, el narrador que nos cuenta sus años al lado de “Jay”. Con su carita de nabo y esa inocencia que lo caracteriza nos permite dudar junto a él sobre el verdadero origen de Gatsby. ¿Qué decir de DiCaprio en el rol de Gatsby? Un actor que ya no sorprende, un actor que se mete en la piel de los personajes y los encarna como si hubiesen sido escritos para él. Por otra parte, Carey Mulligan en el rol de Daisy no termina de convencer. Esa joven inocente que vivió siempre rodeada de dinero y ahora, tras la reaparición de su viejo amor, ve su mundo trastocado. Estos personajes se ven bien acompañados por el férreo Tom Buchanan de Joel Edgerton. Al fin y al cabo, “El Gran Gatsby” no llegará a convertirse en un nuevo clásico del cine contemporáneo. Sin embargo, tiene atractivos dignos de ver en pantalla grande y analizar una vez terminada la función. Es un filme con una gran dirección, excelente postproducción y actuaciones maravillosas, el único error es la transición hacia el drama.
Luces y sombras, espejos y reflejos, cine… “cine por todos lados”. Así definió, y retrató, Néstor Frenkel el ambiente que rodea al protagonista de su último documental: René Lavand, “El Gran Simulador”. Si hay algo que Frenkel supo hacer bien (entre las más destacadas) en “El gran simulador” es meternos en ese mundo intrigante y misterioso en el que le gusta vivir a René Lavand. Con un humor infaltable, inteligente y serio, característico del personaje que estamos conociendo, este ilusionista nos cuenta sobre su vida, su arte y esas mañas que trae la edad. La atmósfera que es capaz de mostrar y de generar con la música y las imágenes es sumamente exquisita, logrando el clima de estar viviendo los lugares y llegan a generar un gran cariño con el personaje. Las luces y las sombras dibujan otro panorama y le aplican una nota de nostalgia al relato de este prestidigitador. René es él, con ese halo de misterio y esa voz que cuenta una historia cada vez que sale de su boca. La capacidad narrativa no sólo se aferra a las imágenes y el sonido, sino que el personaje por sí sólo es capaz de narrarnos la historia… y venderla. Un documental que nos demuestra que los años pasan y que todavía hay lugar en el cine para los grandes artistas argentinos. “Gracias de parte de toda la comunidad de la magia argentina”, así agradecieron a Néstor Frenkel aquellos que ingresaron a ese mundo de la mano de René Lavand. Un homenaje, en vida, a un gran ilusionista.
Una tonta película adolescente, ese es el mejor calificativo. Aunque, claro está, “La saga crepúsculo” también lo fue, y el resultado fue muy bueno (económicamente hablando). Parece que Stephenie Meyer no quiso cortar su racha y optó por vender los derechos de otra novela para adaptarla a la pantalla grande. En este caso: "The Host". Otra historia adolescente que lo único que aporta es: nada, definitivamente nada. Algo que agradezco es haber comenzado a mirar esta película sin ningún tipo de expectativas, de esta forma no pudo decepcionarme (del todo). En este caso, en vez de hablar de vampiros y hombres lobos, se trata de una invasión extraterrestre que ha aducido el 99% de la población humana e infiltrado a través de “almas”. De esta forma, los seres humanos pasan a formar parte de esta nueva raza extraterrestre. Sin embargo, y como todo buen ser humano, existe un grupo de rebeldes que lucha para mantener viva la especie humana. Eso es todo, una chica que es aducida y lucha (internamente) para que no descubran donde se encuentra el grupo de rebeldes entre los cuales se encuentra su hermano y el amor de su vida. La verdad que al ver que duraba poco más de dos horas esperaba más. Cuando la mala, no tan mala, Diane Krueger decide buscar a la fugitiva (Saoirse Ronan) en el desierto, apela a una vulgar cuadrilla de rastreadores que se comunican con celulares. ¿Y la tecnología? ¿Y los GPS? Una película que abunda en romanticismo y conflictos adolescentes más que en una buena trama de ciencia ficción. Una lástima sabiendo que el guionista y director es Andrew Niccol, aquel que dirigió “Gattaca” en 1997 y fue el guionista de la increíble “The Truman Show” (1998).
Sólo eso, un mínimo detalle. Con un poquito de rock hubiese sido perfecta. Es que a la nueva Iron Man, al contrario de su predecesora, no se le puede criticar muchas cosas. Tiene la dosis perfecta de acción, efectos especiales, ironía y conexión con las otras entregas y un villano que garpa desde el principio al final. Ni hablar de Robert Downey Jr… Pero, sí, le faltó ROCK. En Iron Man 2, ni siquiera Robert Downey Jr., pudo salvarse de las críticas. Sin embargo todos recordamos y estallamos cuando escuchamos AC/DC acompañando esa entrada estelar de Tony Stark en el traje de Iron Man. ¿Cómo no? Si de eso se trata, un rock star en traje blindado que se dedica a gastar en tecnología, autos, buena vida y mujeres (bueno, ahora no tanto… el amor lo cambió… y la Srta. Peppers vale el sacrificio). “Cada uno crea sus propios demonios” es la frase que estructura todo el relato de la película, que nos invita a conocer el pasado de Tony Stark y aventurar el futuro del superhéroe. En esta nueva entrega vemos a un Tony Stark un poco más alterado de lo normal, con ataques de ansiedad (o pánico) y totalmente obsesionado en estar preparado para el próximo ataque. Con muchas referencias a “Los Vengadores”, Iron Man 3 nos muestra un costado extraño de Stark, enamorado y frágil ante la nueva amenaza: “El Mandarín”. No se puede decir mucho más de Robert Downey Jr., un actor al que le cabe a la perfección el rol de Tony Stark, tanto que hasta parecer haber sido creado para él. Pero lo mejor de esta película es la acentuación de su lado infantil, punto fuerte cuando pelea con su nuevo amigo: un niño de 13 años. Por otro lado, aquella damisela que solía interpretar Gwyneth Paltrow desaparece. No es literal, pero el cambio es tan grande en el personaje y le aporta tanto a la película que termina siendo un cambio radical. El rol de Peppers es fundamental en el desarrollo de la trama y el desenlace. Un gran acierto. El villano para esta película está perfectamente planteado. Sorprendente, inteligente y desconcertante. No voy a decir mucho más, para no hacer spoilers de la película, pero cabe destacar que en esta entrega veremos más pelea y trajes que en las anteriores. Ah, otro detalle, no sean ansiosos y esperen hasta el final de los créditos… siempre guarda una sorpresa. Como dije antes, todo esto se conjuga para darnos una de las mejores entregas de Iron Man. Pero le falta esa dosis que salvó a la segunda película: AC/DC.
Retomando algunas clases universitarias y analizando el filme, recuerdo las palabras de un gran profesor: “El protagonista no siempre es el primer actor”. Pero aquí no importa solamente eso. La película respeta los tiempos de Hollywood, introduce respuestas a preguntas básicas (y reveladoras), y tiene un punto de quiebre minuciosamente marcado. Todo esto convierte a “Luces Rojas” en un gran thriller. Luces rojas cuenta cómo dos científicos investigadores de fraudes paranormales, la veterana doctora Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y su joven ayudante Tom Buckley (Cillian Murphy), estudian los más diversos fenómenos metapsíquicos con la intención de demostrar su origen fraudulento. Simon Silver (Robert De Niro), legendario psíquico, tal vez el dotado más célebre de todos los tiempos, reaparece después de treinta años de enigmática ausencia para convertirse en el mayor desafío mundial para la Ciencia ortodoxa y los escépticos profesionales. ¿Cómo retomar un tema tan trillado como “lo paranormal”? ¿Cómo darle una vuelta de rosca sin caer en los típicos finales? Una vez más el director español Rodrigo Cortés demuestra su capacidad de entrometerse en Hollywood y satisfacer. Es que después del éxito de “Enterrado” en 2010 no podía ser menos y decidió apostar a lo grande. Cortés convocó un gran reparto de actores, de la talla de Robert De Niro, Sigourney Weaver, Cillian Murphy, Toby Jones y Leonardo Sbaraglia (si, Leo Sbaraglia el argentino) que brillan durante todo el filme. Enfrentó una temática más que usada en estos días y le introdujo giros narrativos, vertiginosidad, bastante suspenso y un giro final que nos hace repensar toda la película. Esta bien, no todo es color de rosa. Hay que prestarle bastante atención al filme. Si bien tiene un buen ritmo, tiene gran cantidad de diálogo y la trama se enreda a medida que pasan los minutos. Es por eso que digo que dan ganas de verla nuevamente, al estilo “Sexto Sentido”, para prestar atención a otros detalles. No es malo recordar que el director sabe muy bien como marcar los climas, como generar los suspensos y la iluminación de la película ayuda mucho a crear ambientes. En todo esto, la edición final aporta gran fluidez a un filme que no se hace monótono ni aburrido y que tiene dos momentos bien marcados en la narración. Sin dudas, una nueva y buena película del director español que los mantendrá atentos de principio a fin en las butacas del cine. Y recuerden: “El protagonista no siempre es el primer actor”.
Mezclar animación con personajes de carne y hueso no es algo nuevo en el cine de Hollywood, tampoco es novedoso en términos de un filme para adolescentes y adultos (convengamos que Ted no es precisamente un osito cariñoso). Lo novedoso de TED es el humor y la idea de convertir a un oso de peluche (con toda la ternura que eso evoca) en un personaje fiestero, drogón y putañero. John Bennett (Mark Wahlberg) siempre soñó con tener un mejor amigo. Cuando era chico sus compañeros lo despreciaban y siempre estaba solo. Todo cambia cuando en una navidad recibe un oso de peluche y él, prometiendo que van a ser inseparables, pide que cobre vida. Su deseo se hace realidad y con el pasar de los años ellos conformarán una dupla fiel a su amistad. Ya pasados los 30, John conoce a una hermosa mujer, con quien quiere pasar el resto de su vida. Debe tomar una decisión difícil: continuar con su vida de locura y despreocupación junto a Ted, o asumir la responsabilidad de construir una familia. En esta primera película de Seth MacFarlane, la historia no se enreda demasiado. El guion es simple y la propuesta también: la elección entre un amigo o el amor de su vida, la fiesta y vida loca o la responsabilidad de formar una familia. Si bien es entretenida, muchas veces se torna repetitiva y, hasta extensa. Sin embargo sirve para pasar un buen rato y distenderse admirando lo bien lograda que está la interacción entre los personajes y lo bizarro que representa este osito. Los chistes irónicos, xenófobos, sexistas y contemporáneos son de esperar, viniendo del creador de “Padre de Familia”. Sin embargo, este recurso funciona mucho mejor en TV y no en una película que morirá en el tiempo. Lo más destacable de la película es la propuesta de un Mark Wahlberg distinto al que estamos acostumbrados a ver. En este filme nos encontramos con un personaje bastante inocente, con tintes de estupidez, e inmaduro. Los diálogos con TED y con su novia, y la reconstrucción de algunos recuerdos y fantasías lo pintan a la claridad. Un gran acierto de la producción. A su vez, la escena de pelea entre TED y Mark es imperdible, excelentemente lograda. Por otra parte, la compañera de Mark, Mila Kunis, no se destaca, salvo por su belleza y la voz de TED rompe, armoniosamente, con la esperada. La elección de Seth MacFarlane, como la voz del oso, le aporta la personalidad final y ayuda a la construcción de la imagen pervertida de TED. Como decíamos, estos chistes que llevan la marca de MacFarlane tienen fecha de caducidad y restan en magnitud popular. Esto condena al filme a una simple sucesión de buenos momentos, con escenas muy graciosas y otras muy TEDiosas.
Una obra de arte se aprecia por sí misma. No podes esperar que alguien te la explique, o te la cuente. Y si te la cuentan, quizás no tenga la misma contundencia… Eso tiene “Infancia Clandestina”: Contundencia. Desde el principio, al final. Y no vale que te la cuenten. Un niño puede imaginar muchas cosas. Una torta de cumpleaños con un fusil adentro. Viajes a lugares exóticos con misiones supersecretas. Una familia falsa donde siempre, pero siempre todos mueren porque sí. Un héroe que nunca vence a los malos. Un niño igual a él pero con otro nombre. Una niña que siempre se enamora del niño equivocado. Un niño puede imaginar esto y mucho más. Pero qué puede imaginar Juan, un niño para el que todo esto es su realidad. Infancia clandestina (o qué imagina un niño en la clandestinidad de una Argentina en guerra.) Si alguien se emocionó con la inocencia de “El niño pijama a rayas”, comprenderá de inmediato el relato de “Infancia Clandestina”. Con una gran diferencia, este nos pega cerca, quizás por el efecto de cercanía y por la temática tan dolorosa para nuestra Argentina. En este primer filme de Benjamín Ávila como director hay muchas cosas destacables. Y eso la hace buena. Desde las actuaciones, el relato, la fotografía, el recurso de la animación y la música. Todo se conjuga para contarnos una historia “de terror” desde la inocencia de un niño. No hay mucho que agregar cuando decimos que se trata de una historia “de terror”, y es este director quien se encarga de enmarcar los momentos más fuertes de la película en animaciones. Animaciones que impactan en la pantalla grande remarcando los momentos de tensión, y poniendo la mirada subjetiva de un nene. Un nene que tiene miedos, que está entrando en su adolescencia, que vive una vida de adulto pero que se enamora inocentemente de su primera novia. Un nene que debe entender y crecer. Pero que no deja de ser un nene. Las actuaciones son brillantes, y es otro gran acierto del director. Pero no nos olvidemos que cuenta con la producción de Luis Puenzo, ganador del Óscar por “La Historia Oficial” (1985). Así que podemos dar por descontado que algo del tema sabe. Como decíamos, Teo Gutiérrez Romero en el papel de Juan (Alias Ernesto, en homenaje al Che) es impecable. La película no le queda grande en ningún momento y todos los primeros planos transmiten inocencia. Por otra parte, otra de las grandes destacadas es Natalia Oreiro. Hermosa, como siempre, a cara lavada demuestra superación en cada nuevo filme. Una madre convencida, con ideales, con miedos y con amor. Mucho amor, y se le ve en la mirada. Sorprendente. Una mirada dramática e inocente sobre una temática dura. Una obra de arte del cine argentino que lleva el sello (y apego biográfico) de Benjamín Ávila. Al terminar la película vamos a entender que Juan sabe quien es, y de eso se trata… de la identidad. Una lucha de años, una búsqueda incesante y una película que nos hará acongojar.
Si tenes ganas de esperar 75 minutos para que tu entrada valga la pena, entonces Actividad Paranormal 4 lo vale. La cuarta entrega se ubica en eventos posteriores a las dos primeras pelis (después de que Katie y Kristi fueran perseguidas por un malévolo espíritu). En esta ocasión la protagonista es una adolescente llamada Alice, cuya familia comienza a experimentar acontecimientos extraños en coincidencia con la llegada de nuevos vecinos, entre los que se encuentra un misterioso niño. Es una franquicia que ha generado más ingresos que gastos en producción. La idea original fue un golazo de la industria, que con poco presupuesto logró el efecto que necesitaba: hacer saltar a la audiencia de sus butacas de cine. En esta nueva entrega, la cuarta de la saga, lo lograrán… casi con los mismos efectos usados y con un final que te deja boquiabierto. No hay mucho para decir, ya que es muy conocido lo que ocurrirá. Golpes de sonido, objetos que se mueven, personas que levitan, aparatos que se encienden solos. Todo grabado por cámaras de celulares, o notebooks que están instaladas por la casa. Nada nuevo, nada sorprendente, buenos sustos y un desenlace que termina de pagar la entrada. Un dato para los ansiosos que se levantan de las butacas ni bien comienzan los créditos, se perderán un gancho final que indica que la empresa quiere seguir facturando. ¿Actividad Paranormal 5?
Debo confesar haber seguido todas las entregas, y haber leído los libros para poder encontrar esa adaptación en la pantalla grande. Si bien los libros tienen buenos matices, y en algunos logré compenetrarme mejor que en otros, en la película nunca me pasó eso. El film comienza donde lo dejó la anterior entrega de la saga. Bella ha dado a luz a su hija Renesmee, y ha concluido su transformación en vampira. Ahora deberá aprender sobre su nueva naturaleza, ¿tendrá algún poder como el resto de los vampiros? ¿siendo una neófita podrá controlar su sed de sangre ante su propia hija medio-humana? Los acontecimientos se precipitan y un grave peligro se cierne sobre la familia Cullen al completo cuando la existencia de una niña vampira llegue a oídos de los Vulturi. Existe una ley para los vampiros que prohibe a todos los clanes convertir a niños, ya que éstos son difíciles de controlar y han generado auténticas masacres a lo largo de la historia poniendo en peligro a su vez la secreta existencia de los chupa sangre. Desde la primera, hasta la anteúltima nunca me había emocionado o entretenido con escenas puntuales. Y si bien cabe remarcar que algunas fueron muy bien adaptadas, esta supermaquinaria comercial de “Crepúsculo” estaba muy bien dirigida a su público (adolescentes en plena efervescencia hormonal que se descubren como los personajes de la película). En este caso, “Amanecer – Parte 2” comienza bastante floja. Con una introducción muy diferente a las otras películas y bastante larga para mi gusto, y una narración bastante densa y sin muchos altibajos. Por otra parte, la esperada Renesmee (la bebé de Bella y Edward) termina de frustar esa esperanza. La animación que utilizaron para los gestos y el rostro de la bebé es patética. Si, como leyeron, PATÉTICA. Estamos ante una película con un gran presupuesto y buenas escenas de animación, y no tuvieron el detalle de jugarse y cuidar ese aspecto. Por otra parte, el relato lineal y la falta de conflictos y personajes fuertes nos llevan a esperar una película bastante pesada. Sin embargo, luego de conocer a todos los vampiros que serán testigos para enfrentar a los Volturis, la película da un giro interesante y nos muestra una pelea final con todas las de la ley. Es que la saga se merecía un final así. Después de 5 películas esperando un buen enfrentamiento, debemos reconocer que los minutos que dura esta pelea nos tienen en vilo a todos. La tensión, las cabezas que ruedan y algunas muertes tristes surten efecto para darle el cierre que se merecía. De las actuaciones mucho no podemos decir. Una pareja que tiene mucha química (Stewart y Pattinson) y el destacado es, sin duda, Michael Sheen en el papel de Argo, un vampiro detestable. La media hora final le da el cierre que todos esperaban a esta saga, que en términos económicos aportó más que en términos cinematográficos.