Cuando en el 2007 Juan Antonio Bayona arremetió con su opera prima “El Orfanato” uno ya podía anticiparse al hecho de que este joven realizador español movería los cimientos de la industria del cine hispanohablante con su futuros trabajos. Ganador del premio Goya por aquella producción, a Bayona le llovieron propuestas de la meca del cine para que se sentara en la silla de algunos importantes proyectos (sobre todo en términos económicos, como ser el caso de un capítulo de la saga “Crepúsculo”) y sin embargo tuvo la cintura suficiente como para sortear esa etapa de su carrera y esperar la llegada del momento justo para desarrollar su próxima película. Basada en la impactante historia de los cinco integrantes de la familia Belón que fueron víctimas del tsunami que azotó Tailandia y gran parte del sudeste asiático en 2004, “Lo Imposible” es una producción de proporciones técnicas inmensas (inimaginables e incomparables con cualquier otra que provenga del viejo continente) al servicio de un relato que presenta una cruda visión de la realidad que estremece hasta los huesos. Realmente “Lo imposible” ofrece una recreación impresionante e impactante de la durísima, triste y desoladora situación que vivieron todas las víctimas de este desastre natural, convirtiéndose en una de las películas más importantes dentro de la historia de este sub-genero, como así también en el único y definitivo relato sobre lo acontecido en el 2004. La escena en el que el tsunami arremete contra las costas tailandesas es uno de los espectáculos más imponentes que brindó el año en materia de realización cinematográfica, pese a que la crudeza de lo que se cuenta no lo haga para nada disfrutable. Ni siquiera el logradísimo trabajo de Clint Eastwood que retrata la misma situación en “Más allá de la vida” (nominada un Óscar por mejor efectos especiales) es comparable con el apartado técnico de la producción de Bayona que simplemente podría definirse como escalofriantemente perfecto. El único problema que le encuentro a “Lo Imposible” es que todo ese despliegue visual y sonoro (la edición de sonido y la impecable banda sonora de Fernando Velázquez incluidos) está al servicio de una historia atravesada por el drama en todas sus formas. Es decir, de aquel drama que se vuelve atrapante para el espectador y del otro que le pega constantemente donde más duele. No sería justo decir que lo hace de forma innecesaria, porque es imposible contar esta trágica historia de otra manera. Sin embargo, el hecho de reflejar un suceso tan conmovedor que habla de la fuerza del amor y la familia dentro de un contexto real y doloroso que, de forma completamente injusta y arbitraria, dejó a miles de personas y familias destruidas no deja de ser chocante. Por eso creo que cuando termines de ver “Lo Imposible” no vas a saber realmente si son los pasajes tristes u los alegres del film los que más te movilizaron y emocionaron, ya que tanto el guión de Sergio Sánchez como la dirección de Bayona no inclinan la balanza y ofrecen en definitiva un producto humanamente alentador dentro de un envase muy trágico y desolador. Las correctísimas actuaciones de Naomi Watts y Ewan McGregor son importantes para sostener las casi dos horas de duración de la película, pero la esencia, sin dudas, está concentrada en el trabajo de los jóvenes actores Tom Holland, Samuel Joslin y Oaklee Pendergast quienes toman la responsabilidad de emocionar al espectador a medida que avanza el relato. En definitiva, “Lo imposible” es una película que vale la pena recomendar, no solo para ser testigo de un drama histórico reflejado de forma perfecta en el séptimo arte, sino también para encontrarse uno mismo parado frente a un aluvión de emociones que invitan a la reflexión y el procesamiento interno de las mismas. Además es la clara muestra de que Bayona, cuando se lo proponga, pueda reclamar con total autoridad su lugar dentro de los grandes artistas que triunfaron en la meca del cine.
En el 2007 Sam Raimi puso fin de manera indirecta a una de las sagas cinematográficas más rentables de la historia del cine basada en un personaje de historietas. “Spiderman 3″ fue un quiebre en toda regla, una muestra clara y lisa de “no da más” de parte de una trilogía que, por más que nos hayan encantado sus primeras dos entregas (algunos las posicionan incluso entre las mejores películas basadas en un cómic), ofrecía un punto de punto de vista agotado y con fecha de vencimiento del popular trepamuros de Nueva York. Obviamente los responsables ocultos del film, aquellos que se llenaron los bolsillos gracias a las aventuras de Peter Parker en la pantalla grande, no podían dejar semejante personaje en el cajón de los olvidos sabiendo la jeraquia del mismo dentro del universo cultural, donde atrapa tanto a jóvenes como niños. Spiderman, creación del intachable Stan Lee y su mano derecha Steve Ditko, nació allá por 1962 con una clara intención y objetivo: romper el prejuicio de que las grandes responsabilidades que implica ser un paladín de la justicia son solo para los adultos, mientras que los jóvenes y adolescentes solo podían aspirar a ser ayudantes o meros secundarios de dichos aventureros. Peter Parker, el joven huérfano que vive con sus tíos y que accidentalmente es mordido por una araña radiactiva (lo que le otorga habilidades similares a ese antrópodo), se convertiría así en el primer superheroe que lograría una rápida aceptación e identificación entre los adolescentes de aquella época. Su éxito fue casi inmediato, y con el correr de los años y cambios en su historia, se terminó posicionando como uno de los personajes más icónicos e importantes salidos de las viñetas de los cómics, a la altura de otras grandes creaciones de Marvel o de su editorial competidora de toda la vida DC Cómics. El traspaso a otros medios era de esperarse, ya que con el éxito acumulado, difícilmente el hombre que trepaba edificios altos pudiera llegar a tener una caída estrepitosa. Así entonces llegaron las series de televisión (para mis contemporáneos la de 1994 que emitió en su momento el canal Fox Kids fue clave), las apariciones en algunos videojuegos y posteriormente su desembarco glorioso en la pantalla grande de la mano de Sam Raimi. Sin embargo, como dijimos al principio, es momento de olvidarnos de aquel punto de vista y enfocarnos de lleno en lo que tiene para ofrecer este relanzamiento absoluto por parte de un director joven y un elenco mucho más aun. Eso sí; en igual medidas ambas partes son exitosas, talentosas y seguramente con un gran futuro por delante dentro de la industria del cine. “El Sorprendente Hombre Araña” de Marc Webb remite casi instantáneamente a los orígenes del personaje, no solo por compartir nombre con la primera serie de cómics del mismo, sino por centrarse en la juventud y los primeros pasos del joven Peter Parker en la difícil tarea de ser un defensor enmascarado, tanto de sus seres queridos, como de su ciudad natal. La actualización de ciertos tópicos es accesorio indispensable en este nuevo relanzamiento y esto impone que debemos olvidarnos del Peter Parker nerd, por momentos aburrido y de pocas palabras, para darle la bienvenida a un joven tímido pero no boludo, capaz de dar a conocer su opinión (a pesar de que esto le cueste un par de golpes) o de mandarse un par de macanas con tal lograr cumplir sus pequeños objetivos (la entrada a la torre Oscorp, por ejemplo). El guión firmado por James Vanderbilt, acompañado si se quiere de cambios importantes en la cultura joven y adolescente desde hace ya unos varios años, como el establecimiento absoluto de internet en nuestras vidas y de distintos dispositivos tecnológicos, permite que este Peter, interpretado por un correctisimo Andrew Garfield, logre una identificación mucho más fuerte con el espectador desde el vamos, sin necesidad de hablar todavía de su alter ego; el famoso trepamuros. Lo mismo sucede con otros personajes importantes de la historia, como Ben y May Parker (interpretados por Martin Sheen y Sally Field respectivamente) o con la mismísima Gwen Stacy que cobra vida gracias a la hermosa Emma Stone, quien además de demostrar que es una actriz versátil, capaz de interpretar personajes de toda índole, explota otro tópico acertado y reciente de este personaje y que es precisamente no dejar relegada al amor de turno del joven protagonista a una simple accesorio. Sin dudas, una de las mayores virtudes de Webb es sacar provecho de las emociones que puede provocar gracias a las relaciones que existen entre sus distintos protagonistas, dando así al relato mayor consistencia dramática (si se quiere) y no dejar todo el peso de esta película en las escenas de acción. Siendo este el punto más fuerte del film, ya que vamos a tardar bastante en ver a nuestro querido Spidey haciendo de las suyas entre los edificios de Nueva York, es difícil dejar pasar los que son los dos protagonistas restantes de la ecuación; el Dr. Connors (villano de turno) y el capitán Stacy (cuñado del joven Parker), sobre todo por que son los de más pobre desarrollo. Lamentablemente aquí se nota la falta de trabajo fino, ya sea por el villano acartonado y liso que interpreta Rhys Ifans (quien parece encontrar en su mutación argumentos suficientes para ser malvado, lo cual es demasiado simple), como así también por el deslucido protagonismo y relevancia que se le quiere dar al padre de Gwen Stacy que alterna casi sin excusas el rol de cazador y compañero de Spidey. En lo que a mi respecta, es este el aspecto negativo que arruina un relojito que, a medida que avanza el film, va funcionando cada vez mejor. Y eso que todavía ni siquiera empezamos a mencionar lo que, a priori, uno puede entender que uno busca en esta clase de films; la espectacularidad y el impacto visual. Como ya dije más arriba, Webb se toma su tiempo para mostrarnos al spiderman que todos queremos ver y lejos de resultar tediosa, la espera se justifica por las riendas que toma la historia (la historia oculta de los padres de Peter y el trágico hecho del Tio Ben son dos de los grandes puntos de apoyo con los que cuenta) que sirven para ir moldeando el espíritu de nuestro joven superhéroe. Por eso repito que es una pena que no se hayan tomado el mismo trabajo con el villano de turno, que encuentra en su característica fantástica (es un hombre lagarto cada vez más grande y violento) su único punto fuerte para erigirse como el enemigo de Spiderman y carece de justificativos más interesantes y profundos. Ya en el tercer acto del film, sin dudas,entramos en el tramo en el que la conjugación de todo el trabajo anterior, y el soberbio trabajo técnico, aportan el broche perfecto para la historia. Los últimos 30 minutos del film (o quizás un poco más) que van desde la mejor escena de acción del relato (el combate de Spidey y el lagarto en el colegio) hasta el enfrentamiento final en las alturas de New York son simplemente magistrales, tanto en lo técnico como en lo que a termino “corazón” se trata. “El Sorprendente Hombre Araña” en su ultima parte no solo sorprende, sino que conforma tanto a grandes y chicos con acción acompañada de emoción, algo que no suele ser muy común en esta clase de producciones. Sobresalen en esta parte tanto el uso del 3-D como la por momentos demasiado grandilocuente banda sonora de James Horner, la cual si uno escucha por separado resulta siendo mucho más interesante que junto a las imágenes, pero dicho aspecto no importa demasiado. El trabajo de Webb parece mucho más que acertado en llevar la película a su propio ritmo ( el de la emoción, el dialogo y la historia) logrando un tercer acto increíble y falla lamentablemente en pulir ciertos detalles que, si bien no perjudican de forma notable el resultado final, terminan siendo molestos a la hora de sacar conclusiones. La escena después de créditos es un claro ejemplo de esto, como así también los giros emotivos que toma el film en sus minutos finales. De todas formas, “El Sorprendente Hombre Araña” es una muy buena película, que justifica absolutamente su existencia y los cambios (con respecto a la anterior saga) que la caracterizan, además de ofrecer un espectáculo combinado de emoción y acción como pocos personajes de cómics pueden hacerlo. La oscuridad, la seriedad y otros aspectos déjenlas para otros personajes. Spiderman tiene suficiente corazón y espalda para ofrecer un entretenimiento particular y distintivo que todos nosotros disfrutamos y queremos ver en una pantalla de cine.
"El Messi de la ciencia ficción" No quiero caer nuevamente en un terreno habitual para mi que es elogiar la carrera del director Ridley Scott. De forma muy resumida, eso si, quiero asentar que este es el único de mis directores favoritos que jamás me desilusionó con sus trabajos, pese a ofrecer a veces propuestas muy superiores en relación con otras de su filmografia. Mucho tiene que ver en esto, claro, el hecho de que es un director que trabajo en casi todos los géneros existentes. Dentro de ese grupo privilegiado de films están “Alien” (1979), “Blade Runner” (1982) y “La Caída del Halcón Negro” (2001), a las que considero pilares indispensables dentro de sus respectivos géneros y de más esta decir que las recomiendo fervientemente a aquellos que todavía no las hayan visto. En “Prometeo” Scott vuelve al género que él mismo redefinió con sus primeros trabajos: la ciencia ficción. Y aunque muchos piensen que ahí hay frase armada, cliché u lugar común, la realidad no hace más que golpearnos la cara y nos demuestra realmente que esto es así. “Alien” no solo es un hito en la ciencia ficción, sino que además re elaboró el concepto del terror hacia lo desconocido de forma avanzada y casi definitiva. Y no solo por ese extraño xenomorfo que acechaba a la tripulación del Nostromo, sino también por los descubrimientos que el espectador realizaba junto con los personajes del film en un infinito espacio, donde además se respiraba una atmósfera tan tensa y violenta como impredecible. Todo en ese film ya clásico nos adentraba en un futuro tan vacío y oscuro como el espacio mismo en donde transcurría la historia, integrándonos a un circulo vicioso en donde el terror tomaba cualquier forma y la sorpresa iba desde encontrarnos con inmensos cadáveres de seres extraterrestres hasta enterarnos de que uno de los tripulantes del viaje es un particular androide. Que decir de “Blade Runner”, película en la que se nos presenta un futuro apocalíptico y tenebroso, sin la necesidad de contar con monstruos babosos ni sangre ácida. Con un guión firmado por Hampton Fancher y David Peoples, basado en un cuento corto de Philip K. Dick y con la cámara de Scott que le sigue los pasos de cerca a nuestros protagonistas (un grupo de androides llamados replicantes y un policía encargado de asesinarlos) “Blade Runner” es el retrato de las consecuencias que trae la ambición humana que busca constantemente obtener respuestas a preguntas existenciales. Un clásico de clásicos (incluso para mi, más trascendente que “Alien”) que inmortalizó la escena en donde uno de nuestros protagonistas reflexiona sobre su existencia y ofrece una de las frases más memorables del cine moderno: “Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lagrimas en la lluvia”. Si hay algo en lo que “Prometeo” no decepciona es el hecho de que encaja, no solo de forma perfecta dentro del universo de “Alien” que tanto extrañamos y adoramos, sino también dentro de esa concepción, dentro de esa visión del género que tienen los grandes responsables de haberle dado la trascendencia que hoy lo caracteriza. La ciencia ficción es por lejos uno de los mejores géneros del cine por que no solo permite liberar la imaginación de todos aquellos que participan en ella (realizadores y en gran medida espectadores) sino por que además permite también reflexionar y cuestionar sobre cuestiones que se mantienen (y se presupone que se mantendrán) presentes por un largo tiempo, como ser la vida, la muerte, la creación del universo y el por qué de nuestras existencias. En este sentido, “Prometeo” puede incluso ser un arma de doble filo, por que si las expectativas pasan solo por encontrar relaciones o guiños hacia “Alien” (1979), o cualquiera de sus secuelas, el resultado no va a ser tan placentero como lo esperábamos. Si bien queda clarisimo de que estamos frente a una precuela lejana de aquel mítico film (la escena final es exclusivamente para la platea), es muy interesante el enfoque que le dieron al film los responsables, ya que este adquiere la magnitud necesaria para independizarse y desprenderse de aquella historia y ofrecer algo en pequeñas medidas original. Y digo pequeñas medidas originales no por desprestigiar al ultimo trabajo de Scott, sino que al contrario para hablar bien del mismo ya que “Prometeo” se acerca bastante a clásicos como “2001: Odisea en el Espacio” (1968), “2010: El año que hicimos contacto” (1984) y “Blade Runner” (1982). Eso en gran parte se debe a que uno de los personajes centrales del film es el androide interpretado por Michael Fassbender quien recuerda en igual medida al Hal 9000 del clásico de Kubrick y al replicante Roy Blatty interpretado por Rutger Hauer, no solo por sus planteamientos existenciales que dan pie a la reflexión sino también por una mitad siniestra que le pone pimienta a gran parte de la película. En lo personal, incluso, me parece que también es una especie de guiño a la excelente “Inteligencia Artificial” (2001) no solo por que comparte el nombre con el protagonista de aquella película dirigida por Spielberg (y soñada por Kubrick) sino también por la búsqueda que realizan ambos robots. Sin spoilear nada (de ninguno de los dos films) la búsqueda de respuestas que realizan estos personajes es casi idéntica y tiene además los mismos justificativos. “Prometeo” funciona cuando juega con temas tales como el origen de la vida en la tierra por la intervención de extraterrestres, cuando nuestros protagonistas se preguntan que hay más allá de la muerte y cuando la ambición de los mismos los lleva a realizar lo impensable. Por eso, cuando la historia le sigue los pasos a David (Fassbender) y Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) adquiere un ritmo distinto que cuando se concentra en el resto de los personajes que, además de ser secundarios, están mal desarrollados. El caso más llamativo de esto es el de Charlize Theron, cuyo personaje es casi insignificante pese a que quisieron darle peso argumentativo a través de un par de ideas carentes de sentido. Algo parecido pasa con el piloto de la nave, interpretado por el correcto Idris Elba, que termina siendo el pie cómico lo cual ya habla un poco mal del film, ya que desperdician talento de un gran actor. De todas formas, Scott suele acostumbrar a llenar sus películas de caras conocidas en pequeños papeles, por lo que tampoco estamos frente a un caso excepcional, pero si ante uno bastante llamativo. Lo mismo también tengo para decir de otra extraña característica del realizador ingles que aquí también dice presente: Scott afirmó a la prensa que cuando “Prometeo” se edite en formatos caseros se incluirán más de 20 minutos de metraje que quedaron afuera. ¿Por qué? ¿Con qué necesidad?. Desde que ofreció las impresionantes versiones caseras de “Gladiador” (2000) y “La Caída del Halcón Negro” (2001) Scott se volvió un enfermo de los director’s cut al punto tal que “Blade Runner” (1968) incluso tiene 4 versiones distintas. Una locura. Vaya a saber uno los verdaderos motivos. Lo que si es evidente, es que por momentos el film parece estar bastante recortado y eso da la sensación de que todavía queda algo por ver. En cuanto al apartado técnico, el film es impecable. Desde los primeros minutos con unos magníficos planos de unas montañas el 3-D dice presente de la mejor forma y a medida que avanza el film va tomando cada vez más protagonismo. Obviamente, cuando ya paso más de media hora del metraje uno deja de darle bola a este aspecto y se concentra en otras cosas, pero sin embargo, Scott se las ingenia para recordarnos que estamos frente a una película que utiliza el sistema tridimensional en todas sus vertientes. Sí, Scott también tira algunas cositas al espectador. Para variar. Sin dar más detalles. Los efectos especiales están a la altura de las circunstancias y combinan en medida perfecta el CGI con lo artesanal (aunque con un presupuesto como este poco tiene de lo ultimo) ofreciedo un trabajo magnifico e impactante. Los últimos 45 minutos del film son un despilfarro visual absoluto en todas sus medidas, concluyendo con una escena tan grandilocuente y explosiva como nos tienen acostumbrado otra clase de directores un poco más pochocleros que Scott. Para ir cerrando, estamos frente a una película que aprovecha el fanatismo y el universo del mundo “Alien” para crear una historia que se relaciona de forma directa con aquella película, pero que a su vez también se desprende de lo previsible para ofrecer una interesante propuesta que encaja perfecto en el género de la ciencia ficción. Como ya lo dije anteriormente, Ridley Scott llegó a un punto en su carrera en el que difícilmente le podamos pedir algo más después de todo lo que nos dio. Si tenemos que trazar un paralelismo, hoy Scott es el Messi del cine: solo le falta ganar el titulo más importante para coronarse rey del mundo. Ver “Prometeo” hoy es el equivalente de ver a la pulga jugar con la camiseta del Barcelona, en el Camp Nou. Es así. Están en su mejor momento. Muchos estarán de acuerdo, muchos no. Pero para mi, Scott es de esos directores que pagan una entrada de cine sin importar demasiado que es lo que tiene para ofrecer. En este caso, ni más ni menos, es una peli de ciencia ficción. ¿Que más podes pedir?.
"Ley Trapero" Pablo Trapero es, desde hace un tiempo, uno de los mejores directores argentinos por varios aspectos. En primer lugar las historias que retrata en el cine no son para cualquiera y ponen a prueba la capacidad de cualquier realizador. En segundo lugar el director nacido en San Justo filma como los dioses, técnicamente hablando, al punto tal de que hay que confirmar la regla que dice “a Trapero hay que verlo en el cine” por que solo así te das cuenta de lo profesional que es el tipo detrás de las cámaras. Y en tercer lugar, no por eso menos importante que lo anterior, Trapero sabe rodearse de gente que esta a la altura de las circunstancias y las exigencias de turno, ofreciendo así un trabajo que lleva su firma, pero tiene el espíritu y la garra de otros grandes. Igual, para hablar de “Elefante Blanco“, su ultimo film, hay que ir por partes. Estamos sin dudas, tal como dijeron varios colegas de distintos medios, frente a un trabajo sublime que difícilmente encuentre punto de comparación cercano en el tiempo. Técnicamente, la factura de esta nueva producción de Matanza Films deja la vara muy alta y difícil de superar por el resto de las películas de año. Los primeros minutos del film que están filmados en la ciudad amazónica de Iquitos (Perú) y que terminan en la villa ciudad de oculta en una noche a plena lluvia son magníficos y visualmente impactantes, no solo por la grandilocuencia de las imágenes (la salida desde el puerto es una imagen cautivadora) sino por que es una carta de presentación genuina y eficaz de la relación entre los personajes interpretados por Darín y Renier. Pero por si todo eso fuera poco, esos minutos de introducción están acompañados por la imponente música de Michael Nyman que, para ser exactos, solo suena tres veces en el film; en el primer acto, en la antesala del clímax y en ese final tan emblemático como justo e imprevisible. Siguiendo con el apartado técnico también hay que destacar que “Elefante Blanco” contó con una cantidad enorme de extras que están muy bien dirigidos por Trapero, al punto tal de que la película parece tomar por momentos el rol de ser el “espejo de una realidad” que todos sabemos que existe, pero muy pocos conocemos. El detalle más simple para destacar seria decir que resulta casi imposible encontrar un extra que mire a la cámara durante la película, pero lo que realmente vale la pena destacar es que el realizador bonaerense no cae en ningún tramo de su ultima trabajo en la tentación de estilizar u dramatizar más de la cuenta la vida de los habitantes de la villa. Eso no solo se logra a través de un acertado guion (firmado por Santiago Mitre, Alejandro Fadel y el mismísimo Trapero) sino a través de una idea de hacer cine que consiste no solo en utilizar el séptimo arte para entretener sino también para hacer que el publico reflexione y hable de ciertos temas. Por si alguno equivocadamente pensó que lo ultimo de Trapero intentaba asimilarse a “Ciudad de Dios“, “Slumdog Millonaire” u alguna otra película con un contexto similar, pero con distintos objetivos, no está de más aclarar que “Elefante Blanco” es un retrato realista sobre una realidad social sin ejercer en ningún momento un juicio de valor determinante u definitivo sobre las partes que la componen. Saliendo del cine, lo más cercano que yo encuentro a este retrato social es la obra de Cristian Alarcón “b>Cuando me muera quiero que me toquen cumbia“, una crónica periodística más que recomendada si es que alguno desea conocer más acerca de la vida en las villas y las relaciones entre sus habitantes. Otro de los puntos altos de la película es sin dudas su elenco y los personajes que interpretan Ricardo Darín, Jérémie Renier y Martina Gusman. Del guion ya dijimos anteriormente que es una pieza clave para lograr un relato realista, no tendencioso ni sensacionalista de una realidad social difícil de retratar, pero a eso hay que sumarle también que estamos frente a un libreto que se puede catalogar como verídico, con muy buen ritmo y con el protagonismo muy bien distribuido entre los personajes, lo que básicamente tiene que ver con un aspecto clave: el publico. “Elefante Blanco” esta pensada para el publico, para que el espectador la acompañe de principio a fin apoyándose en sus distintos y correctos personajes. Darín es clave, no solo en este film sino en cualquier otra producción que busque llegar a un publico amplio y masivo. Es un gran actor, eso no lo puede discutir nadie, pero la llegada que tiene al publico me sorprende cada vez más. Martina Gusman nuevamente vuelve a ponerse la camiseta de interpretar papeles difíciles y a estas alturas creo que es de las pocas actrices argentinas que tiene lo necesario para cargarse estos papeles al hombro y sacarlos adelante ofreciendo un gran trabajo. Ya pasaron “Leonera” (2008), “Carancho” (2010) y ahora en “Elefante Blanco” la vuelve a romper. Lo suyo es talento, apoyado en papeles que sirven para demostrarlo. Así de fácil. Y finalmente Jérémie Renier, quien es un actor semi-desconocido por nuestros aires por lo que su inclusión en este film era toda una incógnita y el resultado despertaba muchas expectativas, las cuales quedan desparramadas por el suelo luego de ver su trabajo. Por lejos es el personaje que se roba de la película, no solo por la actuación del actor nacido en Bélgica, sino también por el rol que cumple (el del extranjero dentro de la villa) y que sirve para tener tres puntos de vistas distintos, pero igual de interesantes. En definitiva, estamos frente a una película que se recomienda hasta quedarse sin voz y, si de volver a lugares comunes se trata, solo resta decir que si la regla hasta el momento era “a Trapero hay que verlo en el cine”, “Elefante Blanco” es la ley que sin dudas hay que cumplir.
La escasez de ideas que azota a Hollywood desde hace varios años no deja de sorprendernos, al punto tal que estamos por hablar de una película basada en un simple, básico y conocidisimo juego de mesa. Todo eso te puede posicionar en dos lugares distintos a la hora de encarar este film. Uno es el de la indiferencia y el otro es el de la expectativa. Muchos optan por el primero, ya que es el más fácil por consistir en largar la frase “es una película pochoclera, bélica, insulsa, nacionalista y muy yanqui”, mientras que una minoría se mantiene expectante por ver si de una vez por todas Hollywood hace las cosas bien partiendo de algo tan poco cinematográfico. Cualquiera es dueño de la esquina si le toca adaptar un libro que vende millones y millones de ejemplares en todo el mundo, eso vamos a decirlo de una vez por todas. Mis expectativas frente a “Batalla Naval” pasaban por dos aspectos centrales; uno era su director, Peter Berg, a quien conocimos por ser el ahijado artístico de Michael Mann y por sus irregulares pero personales trabajos como “Hancock”, “The Kingdom” y “Friday Night Lights”, entre otros. El segundo aspecto era, claro, ver como los productores, guionistas y el mismísimo director iban a sacar adelante una película basada en un básico y simple juego de mesa. Desde que vi el primer avance del film mis expectativas se fueron al piso, ya que ver nuevamente naves extraterrestres enfrentándose al ejercito norteamericano no me pareció nada original y al contrario, parecía la salida más simple de semejante embrollo, sobre todo sabiendo que los productores de este film eran los mismos de la millonaria saga “Transformers”. Frente a esta situación, voy a ser sincero, esperaba que este film se convirtiera en una especie de actualización de “Día de la Independencia” o en otro producto que intentara vendernos el nacionalismo norteamericano como pan caliente y el poderío armamentista del país del norte, como así también el espíritu bélico sin sentido de gran parte sus habitantes. Pero aunque cueste creerlo “Batalla Naval” es todo lo contrario, al punto tal que uno llega a preguntarse si la peli les salió bien o el tiro les salió por la culata. Voy a realizar este análisis por partes. En primer lugar creo que estamos frente a una película con tantos elementos bélicos que solo dificultan o empañan el verdadero sentido del film, que es ni más ni menos que dejar un mensaje anti-bélico como pocas veces vimos en el cine. Paso a detallar algunos de los elementos que me dejan esa sensación; la idiotez con las que caracterizaron a los militares dentro del film, la aparición de personajes lisiados por la guerra, el combate contra los extraterrestres en Pearl Harbor, la colaboración entre el ejercito norteamericano y el japones para hacerle frente a los extraterrestres y la participación de los veteranos de guerra que puede resultarnos irrisoria pero que es un claro y sentido homenaje. Para ser más detallistas; ni el mejor Michael Bay (aunque de manera voluntaria) pudo retratar del modo que lo hizo Berg la personalidad de los integrantes de las fuerzas armadas estadounidenses que llega a su punto máximo cuando nuestro protagonista interpreta para el culo “El Arte de la Guerra” de Sun Tzu en un momento clave del film. En cuanto al personaje lisiado que aparece en el film, si bien puede parecer un golpe bajo de parte de los guionistas al principio, termina por convertirse en una critica clara sobre un lado de la guerra que pocas películas muestran. O acaso me van a decir que recuerdan a otros personajes discapacitados debido a la guerra que no sea el capitan Dan de “Forrest Gump”. En tercer lugar, el hecho de que frente a la “invasión” (ya voy a detallar por que le coloco comillas a esa palabra) dos ejércitos que históricamente estuvieron enfrentados por una guerra, como lo son el japones y el norteamericano, terminen actuando codo a codo para sobrevivir es otro claro mensaje de parte de los responsables del film para los que se niegan a ofrecer disculpas por errores del pasado. Es casi patético e irrisorio pero la alegoría que utilizan para retratar esa rivalidad termina siendo un partido de soccer ya que en ningún momento del film se hace mención de forma malintencionada al ataque a Pearl Harbor, o a la segunda Guerra Mundial. De hecho, tampoco puede ser casualidad que toda la acción del film transcurra en este lugar (Pearl Harbor) y que en determinado momento, por culpa de seres humanos, haya repercusiones y destrucción en Japón. Pero si todo esto no fuera suficiente, para seguir con la segunda linea de lectura de un film que a priori puede resultar netamente pochoclero, hay que destacar el punto ambiguo con el que se retrata la supuesta invasión extraterrestre, la cual deja y mucho dudas. Sin entrar en demasiados detalles, desde el momento en que Berg nos pone en la piel de los invasores (como si se tratara de un videojuego, con la cámara en primera persona) es imposible no sospechar acerca de las intenciones de los extraterrestres. Dejando toda esta linea de lectura que resulta de un análisis connotativo del mensaje, hay que hablar de la peli en sí, de sus elementos que meramente refieren al séptimo arte. Y ahí es donde aparecen las falencias. Tenemos un elenco paupérrimo, donde parece que la única vara para la selección que utilizaron los encargados del casting fue la belleza de los actores y actrices. Brooklyn Decker y Rihanna son muy bellas sí, y seguramente Taylor Kitsh y Alexander Skarsgard tambien lo son para las mujeres, pero de ahí a que sean buenos actores y tengan lo necesario para bancarse una peli sobre sus hombres es otra cosa. Liam Nesson, bien gracias. Cuando uno trabaja 10 minutos reloj es difícil obtener otra devolución. El resto relleno, al igual que la banda sonora compuesta por Steve Jablonsky que apenas muestra sus matices creativos en la escena del guiño hacia el juego de mesa (quizás una de las mejores del film en cuanto a suspenso y tensión) pero que más allá de eso no tiene nada más para ofrecer, a diferencia de la música elegida para musicalizar algunos momentos interesantes y que va desde AC/DC, Creedence Clearwater Revival, Band Of Horses y ZZ Top. El apartado técnico sí que es para aplausos, sobre todo el campo de los efectos especiales donde el argentino Pablo Helman la rompe ofreciendo algunas de las secuencias más impresionantes del cine pochoclero de este 2012. Por su trabajo sí que vale disfrutar este film en la pantalla grande. Y la dirección de Berg es casi contradictoria, por que “Batleship” es un traje hecho a medida prestado: no le entra. Si al momento de los títulos finales hubiera aparecido el nombre de Michael Bay todo tendria más sentido, ya que esta más que claro que lo que los productores quisieron lograr con este film es un producto similar al que ofrecio el director de “Armaggedon” en la saga “Transformers”. Peter Berg entró a la categoría mercenario, si se quiere, y por ahora relegó todo su estilo visual y de otra índole para poder dirigir un blockbuster que difícilmente tenga el reconocimiento u el impacto que se le quiso dar. Una película que no es mala, por que entretiene (casi) de principio a fin pero que tampoco es lo suficientemente buena ya que carece de originalidad y relevancia. Lo que sí, estamos sin dudas frente a una interesante propuesta para poner a ejercitar nuestra capacidad de leer sobre lineas un mensaje que no todos parecen querer interpretar u entender. “Batleship” es un lobo con piel de cordero, así de simple.
Desde la aparición del primer numero de “Los Vengadores” (año 1963) en el universo del cómic de la mano de la editorial Marvel y desde su éxito con el paso de los años, podemos afirmar que siempre estuvo vigente en las cabezas de los seguidores y lectores de estas aventuras, la fantasía de poder ver a estos grandes héroes traspasar las viñetas y las páginas de una historieta para ocupar otros medios, tales como la televisión y el cine, por poner ejemplos. La primera formación de los vengadores estaba integrada por Thor, Hulk, Ant-Man, The Wasp y Iron-Man, quienes unieron fuerzas para enfrentar ni más ni menos que a Loki, hermano bastardo del dios del trueno. Sin embargo, no paso mucho tiempo para que el grupo de superhéroes más poderoso del mundo reuniera bajo su manto al Capitán América, a quien encuentran congelado en un tempano y que terminaría por convertirse en el líder del grupo, por cuestiones históricas que de más esta detallar. De hecho, dos años después de aquella primera publicación con las aventuras de estos personajes, salieron las series animadas individuales de Hulk, Capitán América, Thor, Iron Man y Namor, todas con sus respectivos éxitos pero todavía sin animarse a reunir a los vengadores dentro de la pantalla chica, algo que sucedería recién en 1994 y en el 2000, pero no de forma eficaz ya que ambas series no presentaban la formación original. Y el tiempo paso, paso y paso y el cine le fue abriendo cada vez más las puertas a los distintos personajes que venían de romperla en las páginas de sus respectivos cómics. Desde el “Superman” de Richard Donner (1978) que rompió con todos los prejuicios y miedos que tenia el cine acerca de los superheroes, pasando por el “Batman” de Tim Burton (1989), “Blade” de Stephen Norrington (1998) película más que clave para afianzar a los personajes de Marvel en el cine, “X-Men” de Bryan Synger (2000) el primer gran éxito de la mano de un grupo de superheroes en el cine, “Spiderman” de Sam Raimi (2002) el boom económico de Marvel, “Batman Begins” de Chris Nolan (2005) que fue la arremetida de DC Cómics y que daría pie a la mejor y más taquillera adaptación del hombre murciélago en el cine como lo fue “El Caballero Oscuro” (2008) también de Chris Nolan y, finalmente, hasta llegar a “Iron Man” de Jon Favreau (2008) también, una de las películas más taquilleras de la editorial creada por Stan Lee y que seria la base de todo sueño y proyecto futuro que involucraría a “Los Vengadores“. Aquel trabajo de Jon Favreau como piedra angular y sostén de distintas películas (Lease “Hulk” de Louis Leterrier, “Capitán América” de Joe Johnston, “Thor” de Kenneth Branagh y la respectiva secuela de “Iron Man“, también dirigida por Favreau) que se unían por pequeños guiños que dejaban en claro que la unión de estos superheroes estaba cada vez más cerca en el tiempo, y su respectivo éxito, repito, fueron piezas claves que no podemos dejar de mencionar a la hora de hablar de la película en cuestión. Finalmente este año, el 2012, fue el elegido de la Marvel para dar el primer gran paso de estos personajes en la pantalla grande, luego de años y años de pre-producción en los que hubo cambios verdaderamente significativos como ser el hecho de que la editorial que albergó durante años a estos superhéroes fuese comprada ni más ni menos que por el palacio del entretenimiento moderno, Disney, en la friolera suma de 4000 millones de dolares, allá por el año 2009. De esta forma, la casa de Mickey adquirió los derechos de más de 5000 personajes, incluyendo claro a los más populares, que a su vez, son los miembros claves de “Los Vengadores” y que, también a su vez, tomaron el impulso necesario para asaltar el cine. Todo este camino tuvieron que recorrer los personajes con los que nos criamos desde chicos y por los nos volvimos locos cada vez que escuchábamos de una posible nueva aventura, ya sea dentro de los cómics (su hábitat natural), la televisión y el cine. Y la espera valió la pena, ya que cuando uno ve “Los Vengadores” y el trabajo de Joss Whedon (su director) se da cuenta que la intención y el objetivo que persiguieron los responsables de este film fue ni más ni menos que retratar de forma objetiva y digna todas las sensaciones que produce leer un cómic con estos (u otros) personajes. El genero de aventuras puede ser el que mejor se adapte a los requisitos que propone la tarea de asignarle una categoría a este film, pero incluso también podemos decir que “Los Vengadores” va más allá y apunta a erigirse como la pionera de un genero propio, no incipiente, pero si original y necesaria como lo es el de los superhéroes. Por que si hay algo que define de principio a fin a esta película es esa frase, que sin ser demasiado corta ni demasiado extensa es lo suficientemente justa y acertada para describir todo lo que abarca este producto; “Los Vengadores” es una película de superhéroes, hecha para los amantes de los superhéroes y por los amantes de los superhéroes. Única por donde se la mire, pese a surgir básicamente de la unión de materiales que ya hemos visto (y disfrutado) anteriormente, la peli que reúne a los personajes más emblemáticos e importantes de la editorial Marvel tiene como responsable directo de esta situación a Joss Whedon, director de carrera casi intrascendente dentro del séptimo arte que supo adquirir su fama de geek gracias a sus creaciones televisivas que hicieron las delicias de la audiencia allá por los 90′s (“Buffy” es el caso más relevante). Whedon, a quien no sabíamos exactamente que pedirle a la hora de conocer que se haría cargo de esta película, cumple con creces la tarea más difícil que consistía básicamente en no perder la brújula y el rumbo dentro de una propuesta que cuenta con 4 personajes tan interesantes como lo son el Capitán América, Hulk, Iron Man y Thor que comparten pantalla desde principio hasta en final. Si bien el gigante verde, alter ego de Bruce Banner, interpretado por un convincente Mark Ruffalo es uno de los personajes que hace las delicias del publico a través de sus apariciones, no podemos dejar de mencionar los grandes momentos que ofrece Chris Evans y su inocente pero valiente Steve Roges, la arrogancia de Thor de la mano de un afianzado Chris Hemsworth y la siempre efectiva segunda cara de Robert Downey Jr conocida como Tony Stark, a quien disfrutamos cada vez más sin necesidad de tener el traje de Iron Man encima. A estos le sumamos los pequeños e interesantes aportes que realizan tanto Tom Hiddleston en la piel del villano Loki (altamente superior al que vimos en la peli individual de “Thor” dirigida por Branagh), Scarlett Johansson y su femme fatale vestida en traje de cuero conocida como la viuda negra, Jeremy Renner como Ojo de Halcon y Samuel L. Jackson, quien apenas se esfuerza, en el papel de Nick Fury. Todos y cada uno de ellos terminan por completar un combo perfecto, indispensable y esencial para sostener una película de este tipo. El apartado técnico, con unos efectos especiales que se imponen y deslumbran a cualquiera y una banda sonora que eriza la piel a cargo de Alan Silvestri, cierran la lista de puntos altos que se deben mencionar sí o sí a la hora de hablar de esta película. En definitiva, “Los Vengadores” es todo lo que alguna vez soñaste con estos personajes salidos de las historietas, pero multiplicado por 1000. Gracias Stan Lee. Gracias Joss Whedon. Gracias “Los Vengadores”. Gracias cine. Gracias, simplemente gracias!!!
"Dioses repetidos" En el 2010 llegaba a las salas de cine la remake de “Furia de Titanes” dirigida por el francés Louis Leterrier y basada en el film original del año 1981 realizada por Desmond Davis. El éxito de la nueva versión fue abrumador; el costo total que giraba alrededor de los 150 millones de dólares se recuperó ampliamente con unos 439 millones en todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos. Las razones de dicho suceso fueron casi todas comerciales. En primer lugar el film estaba protagonizada por Sam Worthington quien venía del éxito “Avatar“. En segundo lugar el film se presentó también en 3-D, lo que aseguraba por aquel entonces un buen puñado de publico debido al exitoso relanzamiento de este formato. Y en tercer y último lugar hacia mucho tiempo que no veíamos una épica fantasiosa donde guerreros, dioses, semi-dioses y criaturas de toda índole se cruzaran. La última en hacer ruido, si se quiere, fue “300” de Zack Snyder en el 2006. Como era de esperarse después del golazo que resultó la primera Warner decidió llevar adelante una segunda entrega de las aventuras de Perseo, Pegaso y los Dioses. Para esta ocasión, Louis Leterrier ofició de productor y el que se hizo cargo de la dirección fue Jonathan Liebesman, director que el año pasado estrenó con un éxito considerable la entretenida “Batalla Los Angeles“. ¿Qué es “Furia de Titanes 2″? Un film altamente superior a su predecesora, sin mucho que presumir claro, pero superior al fin. No hay muchas novedades en cuanto a la trama que une a los dos films; Pasaron diez años desde que Perseo (Sam Worthington) derrotó al Kraken a bordo de su pegaso negro. Ahora tiene un hijo a quien le dedica casi todo el tiempo, razón por la cual se alejó completamente de los conflictos armados. Hades (Ralph Fiennes) se encuentra exiliado en el Tartaro y el resto de los dioses, entre los que se encuentra Zeus (Liam Nesson) se debilitan debido a la falta de fe que existe en el mundo. La solución para esto, nuevamente, consiste en crear caos en la tierra para que los mortales recurran a los dioses. Dicho caos en esta entrega tiene nombre propio; Cronos y su ejercito del tartaro, junto a otras criaturas como la quimera, el minotauro y los cíclopes. Lo primero que hay que decir es que la peli repite el esquema de su antecesora, que como ya dije, parece sacado de un videojuego; Perseo contra esto, Perseo contra aquello, Perseo contra todos. A medida que el film va avanzando son cada vez más grandes los desafíos que nuestro protagonista deberá ir sorteando para llegar así a la empalagosa batalla final contra el villano de turno. En eso no hay cambios. Si se comprobó que la formula funciona ¿Para qué cambiarla?. Lo que tiene a favor esta segunda parte es que nos ahorramos preámbulos y pasamos directamente a la acción, lo cual esta perfecto ya que es lo que todos queremos. Obviamente esto también tiene sus consecuencias: personajes desdibujados que ni pinchan ni cortan (Agenor y el hijo de Perseo), falta de contexto (la guerra que lidera Andromeda), relaciones conflictivas casi injustificadas (Zeus y Ares), entre otras tantas cosas. De todas formas la primera también tenía sus errores de este tipo y dibujar todo desde el principio en esta segunda parte es un trabajo que era obvio que los guionistas no se iban a tomar. Otro gran acierto de esta segunda parte es que dentro de toda esta locura cinematográfica que tiene por objetivo entretener al espectador fueron un poco más coherentes a la hora de incorporar personajes y criaturas. Teniendo en cuenta que los dioses del olimpo y los semi-dioses son de la mitología griega esta perfecto que en esta nueva entrega se siga ahondando más sobre esta linea y no rebuscarselas para poner algo copado pero fuera de contexto y lugar. Tampoco quiero decir con esto que “Furia de Titanes 2” debe ser un fiel reflejo de dicha mitología, o servir como una clase de historia, solo que me parece mejor que al menos se respete la base desde donde parte. Es un acierto también, quizás el más grande del film, el gran diseño de producción que hubo detrás de todo esto. Las criaturas y los escenarios son impecables y realmente logran el objetivo de sorprender e impactar al espectador. La batalla con la quimera es la entrada perfecta, que cumple incluso un poco la función de plato principal, ya que el enfrentamiento con los cíclopes esta muy logrado pero no es de lo mejorcito del film. Toda la secuencia del laberinto del tártaro es magnífica, sobre todo desde lo visual. Y que decir de la batalla final con Cronos que es por lejos la frutilla del postre. Un verdadero delirio visual que te vuela la cabeza, sobre todo si disfrutas de esta peli en 3-D. Con respecto a esto último, esta segunda parte se filmó en 3-D por lo que la diferencia con la anterior es notable. Si bien se lo utilizó más para el relieve que otra cosa, no escatimaron en arrojarle objetos (lava, rocas y hasta algunas criaturas) al publico para entretenerlo de forma burda pero eficaz. El estilo visual de Liebesman es acertadisimo para esta clase de films y ahora lo confirma. La cámara en mano ofrece mucho más realismo en las distinta escenas, además de camuflar muy bien los innumerables efectos especiales utilizados. La única contra que tiene esta peli, en relación a la anterior, es la intrascendente banda sonora a cargo de Javier Navarrete. Solo hacia el final ofrece algunas pequeñas pizcas interesantes, pero ahí nomas. Una lástima para el film, como para el compositor, aunque creo que lo primero se ve más perjudicado. En definitiva “Furia de Titanes 2” es un gol en el minuto 90′: te comiste un garrón con la primera entrega, pese a que tenia sus momentos, y cuando pensabas que te ibas con las manos vacías encontras una muy buena razón para festejar gracias al trabajo de Liebesman. Vale cada centavo de la entrada no me quedan dudas, como así tampoco se puede negar que es una película hecha y derecha destinada al entretenimiento puro y casi básico. Van a tener que mejorar mucho si quieren estirar esta saga, pero ese es problema para otros. Nosotros tenemos, por ahora, que disfrutar de esta peli en el cine.
"Saltando alto" Estas son la clase de películas con las que a uno le cuesta ser objetivo. Alguien dijo alguna una vez en una critica la frase “Esta película libera el niño que todos tenemos dentro” y creo que no hay mejor ejemplo, en lo que va del año, como “John Carter” para aplicar dichas palabras. La Disney logró nuevamente ampliar su publico. Llamar la atención de niños con distintos personajes y aventuras lo hizo siempre bien. Cuando quiso apuntar un poquito más alto tuvo éxito, como es el caso de “Piratas del Caribe”, que si bien no son pelis de mi agrado, se convirtieron en una gallina que pone huevos de oro en lo que respecta a lo económico. Y cuando quiso apuntar más alto todavía ,siempre hablando, claro, de los últimos años, llegó la que para mi fue la mejor película del 2010: “Tron: El Legado“. Aquella secuela del clásico de 1982 me dejó sin palabras; una peli de ciencia ficción oscura, con una trama de la cual se pueden hacer múltiples lecturas (entre ellas políticas, religiosas, etc), unos efectos especiales soberbios y con un elenco y un director casi desconocidos (a excepción de Jeff Bridges y Michael Sheen). Un riesgo absoluto, teniendo en cuenta que el presupuesto de aquella producción fue de 300 millones de dolares, algo que ni las más grandilocuentes películas pueden igualar. El tiempo y el resultado le dieron la razón; “Tron: El Legado” fue todo un éxito en el publico, en la critica y en lo económico. Ahora solo resta esperar por una nueva entrega. Esperemos que no se retrase nuevamente 28 años. Con “John Carter” tenemos un panorama casi idéntico; actores semi-desconocidos, director que realiza su primer trabajo con actores reales, presupuesto de 250 millones de dolares, efectos especiales revolucionarios y una historia que merece ser contada en la pantalla grande. Pero aquí la historia podemos decirlo, casi sin temor a equivocarnos, lo es todo. “Una princesa de Marte” fue el primero de los nueve libros que escribió Edgar Rice Burroughs de las aventuras en “Barsoom“. El tipo habló de vida en marte, conflictos entre razas marcianas, vidas paralelas y guerras extraterrestres en 1912, algo que no solo lo convirtió en todo un fenómeno por aquel entonces, sino que ademas lo dejó como un adelantado para la época. John Carter es un capitán de Guerra que en plena huida de un ataque de indios de piel roja descubre un pasaje al mismisimo planeta rojo, conocido como Barsoom. Allí no solo tendrá que lidiar con la raza marciana de los tharks, sino que se cruzará en el camino de la princesa de ese planeta en un momento crucial. Esta aventura fue una creación gloriosa por aquel entonces. Como dije antes, incluso adelantada para su época. A tal punto que cuando Burroughs creó a Tarzán el éxito de este dejo un poco relegado al viajero espacial. Si bien ambos fueron recibidos con los brazos abiertos por el publico, con el paso de los años, una historia fue opacando de a poco a la otra. Obviamente fue aquella que resultaba, a priori, más creíble; la del hombre criado por monos en la selva. Repito, esto no quiere decir que John Carter haya sido olvidado, sino que la adaptaciones a nuevos medios (como la tv y el cine) lo dejaron relegado y esto hizo que sus aventuras se limitaran a libros y cómics. Años después, la Marvel le dedicaría una serie de cómics que alimentarían más la pasión por este personaje, tanto en adultos como en niños. Posteriormente también lo hizo la casa de “Hellboy”, Dark House Comics, convirtiéndose, obviamente, en otro éxito. En el año 2009, cuando la famosa casa del ratón Mickey compró, en lo que representó todo un suceso económico e histórico, la editorial Marvel, por la friolenta suma de 2.800 millones de dolares, adquirió los derechos de todos sus personajes tanto en los cómics como en las adaptaciones cinematográficas. La unión sin precedentes dio también resultados inigualables en materia cinematográfica; adaptaciones que jamas creímos posibles, como es el caso de “Los Vengadores” y “John Carter“, tuvieron luz verde y se desarrollaron casi sin problemas. Si bien este hecho definió el camino que iba a seguir la adaptación cinematográfica del personaje de Burroughs, es cierto también que Disney había intentado durante años llevar adelante una adaptación de John Carter a la pantalla grande pero nunca pudo lograrlo. Más que nada por impedimentos técnicos y económicos. Impedimentos legales nunca tuvo. Los derechos del personaje son de dominio publico, debido a que su autor cedió sus derechos sobre el mismo. Una locura para los tiempos que corren, pero por aquel entonces Burroughs lo que menos imaginaba era que lograría tamaño éxito, aunque también hay que decir que no lo buscaba. En el 2009 Andrew Stanton fue el elegido de Disney para llevar adelante el proyecto, detrás de cámaras y también en el guion. Y el ganador de dos premios Oscar(por mejor película animada con “Buscando a Nemo” y “Wall-E”) no defraudó en ninguna de sus dos funciones. Como director esta al frente del que es, sin dudas, el proyecto visual más grande que la Disney haya realizado. Por lejos. Jamás habíamos visto una película de esta envergadura visual que provenga de este estudio y gran parte de eso quizás se debe a que Pixar estuvo en el medio. Para los desprevenidos, “John Carter” es la primera película live-action del estudio creador de “Toy Story” . Visualmente esta producción solo se podría comparar con “Avatar” de James Cameron, lo cual ya es decir mucho. Y estoy seguro de que si “John Carter” se hubiera estrenado antes, hubiera causado la misma revolución y el mismo impacto que aquel film del 2009. “John Carter” no cae en ningún momento en el despilfarro visual sin sentido. Todo esta perfectamente justificado por su guion, pero igual ofrece un espectáculo enorme que merece ser disfrutado en una pantalla de cine, y en 3-D claro. La historia del film de por sí es interesante y no deja que el espectador le quite los ojos de encima. Eso es clave. Es lo que tiene que tener una peli de aventuras de este tipo ya que no alcanza solo con lo visual. Pero claro, como toda película que dura alrededor de dos horas, no puede ofrecer un ritmo frenético durante toda su duración. Quizás la primera parte del film, la que tiene lugar en la tierra, es el mejor ejemplo de esto. Sin ser aburrida y siendo necesaria, atrasa todo lo que verdaderamente queremos ver; nuestro protagonista haciendo de las suyas en Marte. Ahí es donde la peli realmente arranca y casi no decae nunca, ofreciendo algunos momentos memorables, muy altos en comparación al resto de la peli. La primera batalla en solitario de Carter con los habitantes de Barsoom es de las escenas que pone la piel de gallina y de las que recordaremos por un largo tiempo. Y la última hora es el mejor ejemplo de lo mucho que tiene para ofrecer esta historia, con final inesperado que coloca las fichas para lo que podría venir en las próximas películas. El elenco es correctisimo; Taylor Kitsch en el rol de Carter transmite toda la arrogancia y el espíritu aventurero del personaje. Lyn Collins como Dejah Thoris, la princesa de marte, aporta belleza y credibilidad en casi todo el relato. Quizás Mark Strong en la piel de Matai Shang este algo flojo, pero creo que se debe mas a que el personaje no tiene un rol muy clave en el film. Después tenemos personajes para tirar para arriba, pero no nos podemos olvidar de los que verdaderamente se roban la película; los marcianos barsoomianos, los Tharks. Esa raza barbarie, verdes, con cuatro brazos y un espíritu casi espartano, transpiran la camiseta durante toda la película, haciendo que realmente valga la pena disfrutar del espectáculo. Aportan sus voces a estos bichos grandes actores; Willem Dafoe, Thomas Haden Church y Samantha Morton, entre otros. La música de Michael Giachinno es soberbia. Sigue la linea de los mejores trabajos de este compositor que verdaderamente la rompe. En definitiva, “John Carter” lo tiene todo para convertirse en una peli de aventuras digna de estar al lado de los grandes clásicos del genero; “Indiana Jones”, “Star Wars”, “Volver al Futuro”, etc. Es de esas películas que vamos a ver hasta el hartazgo una y otra y otra vez en la televisión, los sábados a la tarde y que nos va a entretener igual que la primera vez. Puede caer en algunos lugares comunes, como también puede tener sus errores (no tan grandes) pero así y todo lo que para muchos podría ser solo una peli muy buena, para mi, adquiere la categoría de excelente. ¿Por qué? porque esta clase de pelis ya no se hacen y estaría muy bueno (y creo yo que hasta seria necesario) que el cine de aventuras vuelva a ser grande como lo fue en su momento. Es un riesgo que corrió la Disney/Pixar y que, a mi parecer, ofrece una de las mejores pelis de aventuras de los últimos años. Esa sensación de disfrutar como un personaje canchero, gracioso y valiente se enfrenta a retos imposibles, personajes increíbles y aventuras que parecen no tener fin, es simplemente maravillosa. La disfrutábamos de pequeños con otras pelis y ahora, cuando ya pasaron varios años y la niñez quedo atrás, “John Carter” aparece por primera vez en el cine, para sacar al niño que todos tenemos dentro. Nunca mejor dicho. Ojalá que tengamos más aventuras de Barsoom en los próximos años. Seria muy justo.
El final de una trilogía. El final de una historia. El final. “Todo lo que tiene un principio tiene un final“, decían las palabras de un personaje muy sabio que pertenece a una ya clásica trilogía de ciencia ficción. Muy acertadas sus palabras, sobre todo porque hacen alusión a que a veces ese final no es el esperado ni deseado, tanto por quienes forman parte de él como por aquellos que solo lo observan. Christopher Nolan declaró hace poco que desde un principio siempre se tomó cada uno de los capítulos de esta incursión dentro del mundo de Batman como si fuera el último. Es decir, nunca dejó nada de lo que le hubiera gustado contar fuera de su relato, sabiendo (o pensando/soñando) de que llegaría el momento en el que él no necesitara más a Batman para contar una gran historia. Con los trabajos que realizó entre medio de sus dos anteriores proyectos del encapotado demostró que había adquirido no solo la capacidad de transmitir a los espectadores su amor hacia el cine a través de otras sensaciones y otras imágenes, sino que también había mucho más ahí afuera para ofrecer que solo aquello que podía darnos a través de su visión del universo creado por Bob Kane. Quizás muchos tomen esto como el cierre de una de las mejores historias jamadas contadas con este enorme personaje (lo fue antes de Nolan, lo seguirá siendo) dentro del cine. Pero es algo más también; es la carta de despedida de un realizador que logró convertirse en uno de los más importantes que dio el cine en los últimos años gracias a su talento, pero también a que supo aprovechar una enorme responsabilidad como ésta. Repito, Batman fue, es y será uno de los iconos más importantes de la cultura moderna y popular. Hay muy pocas personas a lo largo y ancho de todo el mundo que no sepan la historia del hombre que decidió convertirse en algo más para construir un mundo mejor comenzando por su amada Ciudad Gótica. Llevarlo al cine no es para cualquiera, eso lo sabíamos, tanto fanáticos como simples espectadores, pero lamentablemente pocas veces lo defendimos y dejamos así que varios ensuciaran la capa que todos quisiéramos algún día llevar. “El Caballero de la Noche Asciende” es un doble final visto así desde mi punto de vista, ya que a partir del momento que salgamos de la sala hablaremos en pasado, tanto para referirnos a esta historia, como así también a los que estuvieron involucrados en contarla. Analizar un final, claro, conlleva a que tengamos sí o sí presente en nuestras cabezas todo lo que antecedió a este desenlace. “Batman Inicia” y “El Caballero de la Noche” no fueron más que indispensables accesorios que utilizó Nolan para llevarnos a donde quería, a donde el seguramente soñaba; la emoción y el fanatismo. Sin dudas estamos frente a la película épica más emocionante que hayamos visto, ya sea en lo que va del año o considerando lo que dejaron los anteriores (más recientes, claro). Ni hablar, pero ni siquiera pensar el hecho de que pueda haber algún otro personaje nacido en cómics, y que haya pasado por los cines, capaz de ofrecernos la emoción que traslada Batman en este ultimo capitulo. Secuencias y escenas capaces de ponernos la piel de gallina y generar algún que otro nudo en la garganta y lágrimas en los ojos solo las consigue dentro del cine este Batman. Eso ya es motivo más que suficiente e importante para ver como Nolan cierra su historia a través de esta película. Pero a la emoción que desde el arranque nomas ya parece innata, también agreguemos condimentos necesarios para provocar lo segundo; el fanatismo. ¿Qué es ser un fanático? Difícil pregunta, a la cual podemos encontrarle una respuesta muy simple pero jamás definitiva; encontrar en una figura, un equivalente o simplemente en un significado la representación de todo aquello que nos encantaría sentir, disfrutar y experimentar, pero que por razones varias quizás no lo hagamos en nuestras vidas. “El Caballero de la Noche Asciende” vuelve de lleno a la enorme y potente base moral e idílica que se construyó en “Batman Inicia” y que se puso a prueba en “El Caballero de la Noche” para justificar la existencia y cada uno de los pasos de nuestro héroe. Por esa razón es que se convierte además en la más épica de las historias contadas con este personaje de por medio. La única capaz de transmitir sensaciones tan fuertes, tan profundas y tan capaces de convertirse instantáneamente en un recuerdo marcado a fuego para siempre en nuestras memorias. Eso parece no tener discusión. Así y todo, con todo lo que hasta ahora engloba la última entrega de esta saga, no alcanzan las palabras (créanme; realmente no es fácil) para seguir hablando del espíritu del film sin hacer mención a lo tangible, a lo que podemos apreciar con algunos de nuestros sentidos y comprobar así su existencia. Las emociones y sensaciones son difíciles de describir. El trabajo que las provoca y las transmite, parece a priori, un poco más fácil. Es casi una obligación hablar de Christian Bale a la hora de mencionar los puntos altos (tangibles, repito) del film. Su interpretación de Bruce Wayne es la imagen que difícilmente nos podamos borrar de la cabeza a la hora de pensar en Batman. Bale lo llevó al máximo, a la identificación absoluta, al punto en el que no puede uno ni siquiera pensar en otra cara debajo de la máscara, o en otra voz a la hora de escuchar sus palabras y, quizás lo más importante, en otro ser, con sus problemas, debilidades, virtudes y fuerza (tanto física como mental) a la hora de pensar en Batman. En definitiva, Bale se convirtió en la imagen del Batman de nuestra generación, seguramente indiscutible, por más que los años azoten a ese merecido lugar. Tampoco podemos olvidarnos de aquellos que, en el transcurso de la historia (y sus tres capítulos que la componen) lograron lo mismo: Michael Caine como Alfred, Gary Oldman como James Gordon y Morgan Freeman como Lucius Fox. Estos además, no solo por merito de los actores que lo representaron a lo largo del relato sino también por quienes le dieron sus palabras y sus roles dentro del mismo, se convirtieron en una reivindicación absoluta de lo que las mejores páginas de los clásicos cómics del defensor de Gótica alguna vez tuvo. La nefasta representación que alguna vez se hizo de estos personajes (dentro del cine y de la televisión) fue complemente borrada y ahora solo resta celebrarla y disfrutarla. Pero si de reivindicaciones se trata, también tenemos que hablar de dos de las máximas y llamativas características que ofrecía el film; Bane y Selina Kyle/Gatubela. Sobre el primero solo pueden caer, al menos desde mi humilde lugar, aplausos. Físicamente imposible de sobrepasar, ideológicamente perverso y maquiavélicamente astuto para erigirse como el villano más peligroso al que Batman se haya enfrentado en toda su travesía. Tom Hardy, por más que haya dado toda su capacidad actoral para sobresalir, a veces resulta completamente irreconocible e injustamente “solo” será recordado el nombre de Bane. Y Anne Hathaway con Gatubela, a quien en ningún momento del film llamaremos con ese nombre sino Selina Kyle, es la imagen viva (en carne y alma) del personaje de cómic en el que está basado. El amor de Nolan hacia el universo de Batman está reflejado de forma inmensa con estas reivindicaciones, pero además con dos grandes aciertos más; los personajes interpretados por Marion Cotillard y Joseph Gordon-Levitt. Hay quienes tienen el concepto de “libertad artística” muy sobrevalorado e idealizado, cuando solo alcanza con decir que la libertad al servicio de una excelente predisposición e inteligencia para contar una historia es quizás lo más importante que tenga “El Caballero de la Noche Asciende“. Nolan nos pone piezas en el camino para hacer más grandes, valientes y épicos los pasos del personaje al que tanto amor y respeto le demuestra. Eso a estas alturas lo podían discutir muy pocos. Luego de ver lo que hizo en este film, dudo que quede alguno. Antes de cerrar, obviamente hay que hablar por última vez del increíble apartado técnico que acompañó cada una de estas “visitas” a Ciudad Gótica. La excelencia aquí está a la orden del día, ya sea por la inigualable y épica banda sonora compuesta esta vez en solitario por Hans Zimmer, como por la edición de sonido que acompaña cada erizo de piel y la fotografía artística de Wally Pfsiter. Hay puntos verdaderamente demasiados altos donde estos tres aspectos (y otros más claro) coinciden ofreciendo momentos y resultados impresionantes; la escena del avión en donde conocemos a Bane, la primera aparición de Batman desde su exilio, la sublime irrupción de su nuevo chiche (conocido como el murciélago), el enfrentamiento entre Bane y Batman y el clímax casi en su totalidad, sin contar nada más, son algunos de ellos. Repito sin contar nada más, ya que hay muchos más que son igual o más épicos que los anteriores gracias al trabajo de estos genios. Como no puede ser de otra forma, no podemos cerrar estas palabras sin dedicarles algunas palabras más a él, único responsable de dar la cara y mucho más por un personaje tan amado y querido por nosotros como lo es Batman. Chistopher Nolan sin dudas ofrece aquí un trabajo soberbio, incomparable con cualquiera de sus anteriores proyectos y eso que no estamos hablando de nada mediocre ni pequeño, sino de verdaderamente grandes y hermosas películas como son “Memento“, “Noches Blancas“, “El Gran Truco” y “El Origen“. “El Caballero de la Noche Asciende” se las lleva puestas, no por ser “simplemente” como ya dijimos anteriormente el cierre de una historia magnifica, sino por que realmente va mucho más allá de todas ellas en materia de emoción, peso dramático, suspenso y acción. Nadie puede pensar, luego de ver esta película, que Nolan se guardó algo para después. Es más, nos va a costar un montón imaginarnos con qué nos va a sorprender en sus próximos proyectos, aunque eso no viene al caso en este momento. Con esta película Nolan demuestra, con total certeza y valentía, que está dispuesto y en condiciones de asumir un papel que muy pocos alguna vez ostentaron y preciaron; ser uno de los tantos padres que tiene Batman dentro de sus tantos renacimientos artísticos. Nolan gracias a todo lo que hizo, y a la manera sublime en que lo finalizó, fue, es y será de ahora en más uno de esos artistas que demostró amor absoluto hacia un personaje que difícilmente algún día deje de significar la grandeza que representa Batman. Nolan convirtió a Batman nuevamente en la figura heroica capaz de representar, trasmitir y traspasar todas las emociones que soñamos tanto siendo grandes como chicos. Nolan convirtió a Batman en una leyenda más en la cual nos encantaría creer y soñar. Nolan no solo adaptó a Batman a la pantalla grande… Nolan adoptó a Batman para siempre. Gracias a Nolan, una frase que siempre estuvo presente en nuestras cabezas, tomó más valor que nunca; “Superman es el superheroe que todos quisiéramos ser. Batman es el héroe que todos podemos ser“. Simplemente gracias Nolan. Muchas gracias.
Son pocas las producciones que se ríen abiertamente de la imagen (muchas veces basadas en el imaginario popular) que tienen algunos artistas de Hollywood. En televisión “Saturday Night Live” es el mejor ejemplo de que las caricaturas que se pueden crear en base a la fama y personalidad de algunos de los actores de la meca del cine garpan bastante en el publico. Por eso cuando hablamos de “Este es el fin” hay que tener en cuenta que no estamos frente a una revolución del genero, ni un resurgimiento de la comedia ya que era cuestión de tiempo que alguien decidiera hacer completamente una película con ese esquema. Los aplausos y el merito de haberlo hecho de una vez por todas se los llevan los debutantes directores Seth Rogen y Evan Goldeberg, quienes en su relativamente corta carrera del mundo del entretenimiento cuentan en su haber con guiones de la talla de “Superbad”, “Pineapple Express” y “The Watch”. Rogen y Goldberg se rodearon de amigos del ambiente hollywoodense durante esas producciones y otras tantas en las que se vieron involucrados (sobre todo Rogen que es actor) y tomaron el coraje suficiente para reunirlos a todos y convencerlos de concebir una película cuyo eje principal es “Vamos a reírnos descaradamente de nosotros mismos”. Como la risa es un estimulo físico que se transmite de forma contagiosa de unos a otros cuando es genuina, “Este es el fin” se puede posicionar tranquilamente como una de las mejores comedias que se hicieron en los últimos años en Hollywood. Rogen y Goldberg decidieron hacer una sátira de sus propias vidas y de la de sus amigos para contar una historia tan absurda, ridícula, exagerada y deslumbrante que cumple su prometido de entretener a los espectadores de principio a fin. Seth invita a su mejor amigo Jay Baruchel a pasar unos días en su casa de Los Ángeles. La misma noche de su arribo, Seth le propone a Jay ir a una fiesta en la casa de James Franco donde estarán todos sus otros amigos: Michael Cera, Jonah Hill, Craig Robinson, Rihanna, Christopher Mintz-Plasse, Mindy Kailing, Danny McBride y Emma Watson entre otros. Pese a que Jay se opone a dicha propuesta en un principio (ya que no se banca a Jonah Hill, entre otros), termina aceptando el plan y lo que comienza como una noche de fiesta plagada de drogas y alcohol termina viéndose opacada por un evento que cambiará sus vidas para siempre. Por eso una vez que estés dentro de la sala vas a empezar a darte cuenta que las cosas toman una magnitud increíble y terminan pasándose completamente de rosca para estrellarse de lleno en un desenlace grotescamente divertido que en ningún momento te viste venir. Tenés que ser muy amargo para que los últimos 15 minutos de esta película no te provoquen una catarata de risas. Ahí radica otro de los grandes méritos de “Este es el fin” y es que la película va de mayor a menor a medida que avanza el relato y realmente se nota el esfuerzo que pusieron todos los que están involucrados en este proyecto para superarse a sí mismos escena tras escena. Por si fuera poco cuando parece que ya no quedan más recursos para explotar ahí aparece el presupuesto hollywoodense de esta producción y nos tira por la cabeza un apartado técnico increíble que justifica por completo que pagues una entrada de cine para ver esta película. Por gente que se anima a reírse de sí mismos como es el caso de Rogen, Baruchel, Hill, Robinson, McBride y Franco y por producciones como “Este es el fin” podemos decir que la comedia sigue estando con vida.