"Prestame un sentimiento" Después de varios años de exilio y un fallido intento por producir una ceremonia de los premios Oscar (junto a su amigo Eddie Murphy), el realizador Brett Ratner regresó a la pantalla grande con un plato recargado y ambicioso que deja sabor a poco. Basada muy libremente en el cómic “Hercules: The Thracian Wars” escrito por Steve Moore y Cris Bolsin, esta nueva superproducción ofrece apenas un giro interesante y realista sobre la construcción del mito del hijo de Zeus y algunas pequeñas pizcas del buen cine épico. Sin embargo, como si se tratara del lado oscuro del destino del que nuestro personaje no puede escapar, “Hércules” tiene todos los condimentos necesarios para convertirse en una película olvidable, aunque este lejos de ser aburrida. El problema más grande que acarrea esta propuesta es la falta total de espíritu para contar la historia. Es realmente decepcionante ver como semejante despropósito, que cuenta con una producción digna del mejor cine pochoclero, no logra transmitir emoción en un relato que debería estar marcado a fuego por ella. Pese a que desfilan por la pantalla personajes de todo estilo (y para todo clase de público), la desilusión más grande viene de aquel al que todos queremos ver. La esencia de la historia de Hércules, la cual puede considerarse no solo como la primera historia bastarda de todos los tiempos, sino también uno de los mitos más emblemáticos y fantásticos de la mitología griega, aquí brilla por su ausencia. ¿Qué tan difícil puede ser respetar la base de todo lo que representa este enorme personaje? Queda claro que para los guionistas Ryan Condal y Evan Spiliotopoulos fue una tarea imposible, ya que ni siquiera supieron aprovechar los mejores tópicos de la versión del héroe griego que ofreció Moore en sus cómics, y terminaron por construir una película insulsa protagonizada por el ya olvidado alter ego de Dwayne Johnson: “The Rock“. Dejando bien en claro que lo más importante es tener todos los músculos bien marcados, Johnson aquí no hace otra cosa que darle vida a un personaje similar al que hace unos años interpretó en el fallido spin off de “El Rey Escorpión”. De hecho, los productores de “Hércules“, tranquilamente se podrían haber ahorrado el dinero que utilizaron a la hora de obtener los derechos de la obra de Moore (que dicho sea de paso, pisotearon sin ninguna clase de remordimiento) y estrenar esta película con cualquier otro titulo sin ningun tipo de problemas. La búsqueda de originalidad que tiene esta propuesta se lleva por delante gran parte de la riqueza de semejante personaje, aunque el verdadero tiro de gracia a “Hércules” se lo da su ambicioso deseo de ser un film que busque reinventar los orígenes de este personaje de forma ridícula y cargada de elementos innecesarios. ¿Un grupo de mercenarios que presenta más similitudes con “Los Vengadores” que con un libro de mitología?, ¿Cuotas de humor en medio de los “discursos épicos” que anteceden a la batalla?, ¿Personajes humanos que se hacen pasar por criaturas fantásticas para intimidar al enemigo?, ¿Transformar los “Doce trabajos” en una puesta en escena para crear fama de guerrero?. Si se tratara de Batman, quizás lo aceptaríamos. Pero en “Hércules“, semejantes decisiones no tienen gracia. Cuando uno ve el trailer de la película se ilusiona con la idea de volver a disfrutar de toda la grandeza del famoso hijo de Zeus en la pantalla grande. Lamentablemente, en esos escasos minutos, van a encontrar lo mejor que puede ofrecer este paupérrimo proyecto.
"Al caer la noche" Acorde al muy buen momento profesional que está atravesando, el realizador Scott Derrickson ofrece en su último trabajo un oscuro, realista y sobre todo dinámico thriller con acertadas dosis de terror y suspenso. Inspirada en la historia real de Ralph Searchie (un ex oficial de la policía de New York que terminó convirtiéndose en un experto en demonología luego de una serie de extraños sucesos), “Líbranos del mal” es una propuesta que se destaca principalmente por combinar de forma perfecta dos géneros que parecen incompatibles: el policial y el terror. No existen muchos antecedentes de películas que confronten, a través de sus protagonistas, realidades tan opuestas como las que le tocan vivir a los policías y a los sacerdotes. Pese a que cualquiera de nosotros podría trazar la delgada línea gris que separa el accionar frío que deben llevar adelante los primeros y la estricta moral que define por completo el oficio de los segundos, dentro del cine esto es algo que no supo explotarse hasta el momento. Derrickson, a quien todos los fanáticos del género conocen por “El exorcismo de Emily Rose” y “Siniester”, logró aprovechar al máximo ese contraste y construyó una muy buena película apoyándose sobre todo en el gran trabajo de los actores Eric Bana y Édgar Ramírez. Con una marcada fascinación por los personajes obsesivos, turbios y de dudoso accionar (están presentes en todas sus películas, incluso en la remake de “El día que la tierra se detuvo”), Derrickson no escapa al desafío de superarse y nos regala a través de “Líbranos del mal” uno de las mejores duplas de antihéroes de este 2014. Desde sus primeras apariciones ambos personajes logran traspasar la pantalla y ahí radica el buen sabor de boca que deja el film a medida que avanza el metraje ya que, cuando finamente nuestros protagonistas decidan unificar sus caminos, el espectador se ve atrapado en el medio de dos perspectivas tan antagónicas como atractivas. El único aspecto negativo que puede adjudicársele a “Líbranos del mal” parece inherente a otra combinación que tampoco es muy común en la industria cinematográfica de estos días : grandes producciones al servicio de géneros que, como el terror, juegan siempre con los límites y por este motivo en algún momento tienen la obligación de caer en ciertos lugares comunes o clichés. Si bien este aspecto está presente en varios momentos de la película, recién hacia el final se vuelve realmente obstructivo y perjudica en menor medida el andar de un relato que sin pelos en la lengua nos regala algunas secuencias impactantes (la primera aparición de Searchie y el video del zoológico) y diálogos que tranquilamente pueden aumentar las páginas de un libro dedicado exclusivamente al humor negro (la escena del bar protagonizada por Searchie y Mendoza). Pese a esto, “Líbranos del mal” es una propuesta que si se consume de forma correcta tranquilamente puede ubicarse entre lo mejor que pasó este año por las carteleras en materia de terror y suspenso. Lo cual, obviamente, se agradece.
"Es mágico" Contra todos los pronósticos, el debut cinematográfico de José María Listorti y Pedro Alfonso es una digna propuesta que sin grandes pretensiones logra cumplir su único objetivo: entretener a sus seguidores, sean grandes o chicos. Nacidos en dos etapas distintas del programa televisivo más exitoso de la Argentina, Listorti y Alfonso acumularon un buen caudal de público pertenecientes a diferentes generaciones gracias a pequeños sketches de humor que con el correr de los años quedaron relegados a YouTube debido a la orientación “musical” que tomó el show conducido por Marcelo Tinelli. Si bien en un principio la idea de juntar a ambas figuras para concebir una película de corte humorístico parecía una movida con fines más comerciales que artísticos, a medida que fuimos conociendo más detalles sobre esta producción empezamos a darnos cuenta que la cosa iba en “serio”. El mayor riesgo seguía siendo contar con tan solo dos actores (sin experiencia en la pantalla grande) al frente de casi toda una película. Como apuesta fue realmente arriesgada, aunque en el resultado final queda claro que la dupla de protagonistas se la bancó de gran forma para sostener los 82 minutos que dura la propuesta. Por eso, que este proyecto cayera en manos de dos de los directores con más talento y futuro dentro del cine de género nacional como lo son Fabián Forte y Nicanor Loreti, habla a las claras de los responsables de “Socios por accidente” buscaron apoyarse en algo más que solo en el humor que desprende esta producción. ¿Lo logran? Sí, porque “Socios por accidente” además de ser una comedia eficaz con un humor apto para todo público tiene una puesta en escena muy cuidada que vale la pena destacar ya que no es algo habitual en esta clase de producciones nacionales. Cuando reducís al mínimo el margen de error, tenés muchas menos posibilidades de cometer equivocaciones groseras. “Socios por accidente” nunca intenta volar demasiado alto y por esa razón no debería tener problemas para salir con vida de todos los ataques desmedidos basados en el estúpido prejuicio (que va más allá de la prensa) de que el cine nacional no está capacitado para entretener. El cine argentino, que se encuentra en uno de sus mejores momentos de los últimos años, debe entender de una vez por todas que esta clase de películas son necesarias para satisfacer las necesidades de esa gran parte del público que no busca que le abran la cabeza dentro de una sala de cine, sino simplemente pasar un buen rato frente a la pantalla grande comiendo pochoclos y tomando gaseosa. “Socios por accidente” logra ese objetivo, y si bien no te vas a desarmar de la risa, alguna que otra carcajada vas a largar si en su momento disfrutaste de cosas como estas o estas.
"Así se conquista el mundo" Después del exitoso relanzamiento que tuvo hace un par de años, una de las sagas más icónicas e importantes del séptimo arte vuelve a la pantalla grande para ofrecernos un verdadero espectáculo cinematográfico. Respetando la base argumental establecida por la correctísima “El planeta de los simios: Revolución”, esta nueva entrega de la franquicia de películas basada en la novela del escritor francés Pierre Boulle es una impecable superproducción que se ubica cómodamente entre lo mejor del año en materia de entretenimiento. Luego de que el director Rupert Wyatt decidiera dar un paso al costado de este proyecto, fue el realizador Matt Reeves quien, ni más ni menos, agarró la cinta de capitán y se cargó el equipo al hombro para concebir una superproducción que combina de forma perfecta una muy buena historia y efectos especiales de altísimo vuelo técnico. Con grandes antecedentes dentro del cine apocalíptico y del drama fantástico (la genial “Cloverfield” y la cautivadora remake “Let Me In” respectivamente), Reeves se perfilaba como un gran candidato para hacerse cargo de la dirección de esta secuela. Sin embargo, estábamos muy lejos de esperar semejante resultado que termino siendo no solo superior a su antecesora sino también uno de los mejores blockbusters de los últimos años. En primer lugar, técnicamente, “El planeta de los simios: Confrontación” es un producto soberbio donde además de los excelsos efectos especiales a cargo de la gente de Weta Digital (responsables del sistema de captura de movimiento que capitalizó por primera vez “Avatar” de James Cameron) sobresalen también la fotografía de Michael Seresin (habitual colaborador del gran Alan Parker) y la soberbia banda sonora del ganador del Oscar Michael Giacchino. Solo por este aspecto ya vale la pena disfrutar esta propuesta dentro de una sala de cine, que además también aprovecha muy bien el formato 3-D para regalarnos unas magnificas secuencias de acción donde, por lejos, se destaca una tremenda batalla nocturna con munición pesada entre humanos y simios en plena ciudad de San Francisco. No obstante, lo que consolida a “El planeta de los simios: Confrontación” como un verdadero film de jerarquía es su dinámico, oscuro y emotivo guión que lleva la firma de Marck Bomback (“Duro de Matar 4.0”), Rick Jaffa y su esposa Amanda Silver. Acompañado con correctas actuaciones de un elenco “humano” muy pequeño conformado por Jason Clarke, Keri Russell y Gary Oldman, la trama de “Confrontación” ofrece muchísimos matices y alegorías sobre la evolución humana y también una simple pero eficaz crítica sobre la falta de respeto ejercida por el hombre sobre la naturaleza y el medio ambiente que está lejísimos de resultar un panfleto aburrido y difícil de digerir. La sutileza con la que se entremezclan las diferentes realidades de nuestros protagonistas (humanos y simios) es digna de aplausos y realmente logra que el espectador se compenetre con lo que se cuenta a medida que avanza el relato gracias a una certera cuota de verosimilitud. Para lograr eso nuevamente fue clave el trabajo del grupo de actores encabezado por Andy Serkis, Toby Kebbell y Judy Greer, quienes esta vez interpretaron a los simios del film dotándolos de una humanidad tan realista que emocionan hasta a la mismísima Jane Goodall. Ahí radica la magia de “El planeta de los simios: Confrontación”, ya que no se trata solo de una película donde los simios hablan y lideran batallas contra la humanidad, sino también de un relato que traspasa la pantalla para cautivar y sensibilizar a todos los espectadores por igual con el accionar de los “malos” de esta historia. Sin lugar a dudas estamos frente a una de las mejores películas del año que reivindica por completo, y de gran forma, el cine de aventuras fantásticas de excelente calidad dentro de la pantalla grande.
"Necesitamos un nuevo líder" Después de regalarnos el trabajo más serio de su exitosa carrera Michael Bay regresó a la saga que lo consolidó como uno de los reyes indiscutibles de Hollywood para ofrecernos un producto que deja sabor a poco. Luego de la impecable “Pain & Gain”, Bay solo tenía que demostrarnos una cosa a todos aquellos que defendemos su talento detrás de las cámaras: confirmar que lo conseguido en aquella producción no había sido una mera casualidad. Sin embargo, después de ver “La era de la extinción”, no solo nos quedamos con las cenizas de aquella esperanzadora teoría sino que también nos encontramos con un triste panorama que habla a las claras de que Michael Bay ya no tiene las energías suficientes para conducir el destino de estos personajes en la pantalla grande. Resulta doloroso ver con nuestros propios ojos cómo se puede arruinar de forma estúpida e innecesaria una producción de excelsa jerarquía técnica al servicio de una historia que resume el “sueño del pibe” en su premisa: gigantes robots extraterrestres que luchan una guerra en el planeta tierra. Alejándome del punto de vista más objetivo que puedo tener sobre una película, y hablando como un fanático de estos personajes, esta clase de producciones y este gran director, quiero decirles que “Transformers: La era de la extinción” me desilusionó al punto tal de preocuparme. Nuevamente Bay, trabajando con un guión del impresentable Ehren Kruger, mordió la banquina al cargar la película de elementos boludos e insignificantes que no solo alargan la duración del film (llevándola casi a las 3 horas) sino que retrasan lo único que vale la pena destacar de estas producciones: la acción. La última hora de esta nueva producción de Bay, donde disfrutamos de una extensa batalla que transcurre en Hong Kong y Beijing protagonizada por Optimus, los autobots y los Dinobots luchando en primer lugar contra Galvatron, sus secuaces y luego con Lockdown y su ejército, es descomunal y pelea codo a codo con lo mejor que supo ofrecer “Titanes del Pacífico” el año pasado. Obviamente todos sabemos que el problema no radica ahí, sino en lo que antecede a ese épico cierre y que no es otra cosa que un combo fatal compuesto por personajes imbéciles e intrascendentes, pasajes de humor completamente forzados y un drama familiar que no emociona ni a un hiperestésico. Mark Wahlberg y Stanley Tucci, las dos piezas de jerarquía dentro del elenco, están expuestos al ridículo en más de una ocasión de forma completamente innecesaria. El primero, por ejemplo, tiene toda una secuencia dentro de una nave espacial en la que da vergüenza ajena, mientras que el segundo da lástima en una escena que tiene lugar en un ascensor y que cualquier otro director con dos dedos de frente hubiera filmado solo para los poner en los extras de un dvd. Ni hablar del resto: Nicola Peltz (no hace falta ser un genio para saber cuál es su aporte al film), Jack Reynor y el infumable de T.J. Miller son completamente inútiles para la trama al punto tal de que si se mueren en medio de la película (gracias a dios uno de ellos corre esa suerte) nadie los extraña. Para aquellos que tanto se quejaban de Shia LaBeouf, Megan Fox y John Turturro aquí tienen un grupo de protagonistas que toma carrera y se esfuerza constantemente por caerles peor. Lo meritorio es que lo logran en tan solo una película. Hay algo que no se puede negar de esta saga: a medida que fue avanzando, las dosis de acción fueron aumentando al punto tal de llegar a ser completamente abrumadoras y capaces de dejarte perplejo, como lo hacen más de una vez en esta oportunidad. El problema fue que, en todos estos años, nunca se esforzaron demasiado por tratar de ofrecer un guión al menos decente (nadie necesita que sea perfecto) que acompañe las espectaculares batallas de los transformers que Bay filma de modo magistral. Como nerd y fanático disfruté un montón al ver nuevamente a Optimus Prime y sus Autobots luchando frente a los Decepticons dentro de una película de carne y hueso (algo impensado hasta hace unos años atrás). De eso no queda ninguna discusión y aclaro que “Transformers: La era de la extinción” nuevamente cumple con creces a la hora de ofrecer espectaculares escenas de acción de incomparable magnitud. Incluso llegue a disfrutar este nuevo cambio de paradigma donde los transformers pasan a ser enemigos de la humanidad y Optimus debe tomar nuevamente las riendas de un liderazgo perdido sobre los suyos. Pero por primera vez todo lo demás me exacerbó demasiado y terminó por arruinarme la experiencia. Algo que no me había pasado ni siquiera con la mediocre “Transformers: La venganza de los caídos”. Ahora bien, si de verdad los productores quieren seguir explotando de forma correcta estos maravillosos personajes dentro de la pantalla grande, llegó la hora de hacer un cambio radical. Y he aquí el primer paso: Gracias por todo Michael Bay, sin tu enorme capacidad los transformers jamás hubieran logrado traspasar las líneas de los dibujos animados. Te agradecemos profundamente todo lo que hiciste, pero llegó la hora de dar un paso al costado.
"Secretos tras la puerta" Sin contar con la ayuda de un gran presupuesto y actores reconocidos, Nicholas Mc Carthy ofrece en su primer largometraje una interesante y entretenida propuesta de suspenso con elementos sobrenaturales. El mayor problema que deben atravesar producciones de este estilo es que, tratando de favorecer su distribución comercial, se las trate de vender como películas de un determinado género cuando, en realidad, distan demasiado de esa aspiración. Por eso aclaro antes de continuar que “El Pacto” no es un film de terror, aunque nos quieran convencer de lo contrario. Mc Carthy expandió en su opera prima la idea del cortometraje homónimo que filmó hace unos años para contarnos una historia de desapariciones y misterios sobrenaturales dentro de una casa. Con tan solo eso, y un pequeño grupo de protagonistas, el director logra construir un thriller que por momentos es bastante atrapante y eficaz. La bella actriz Caity Lotz es quien se carga sin demasiados inconvenientes toda la película en sus hombros, aportando a su personaje un factor clave para el correcto funcionamiento del relato: el escepticismo. Alejándose completamente de uno de los clichés más estúpidos del cine, como ser el de la rapidez con la que los protagonistas se adaptan a una amenaza escalofriante y sobrenatural, nuestro personaje principal genera empatía con el espectador por ser, sobre todo, realista. Por ese motivo veremos a nuestra protagonista huir a los gritos en más de una ocasión del lugar de los hechos y renegar hasta el hartazgo de los detalles sobrenaturales de las acciones en las que se ve involucrada, convirtiéndose así en una heroína bastante atípica para lo que es el cine de los últimos años. No obstante, cuando Mc Carthy parece habernos sumergido totalmente en una historia de fantasmas de la que sus mismos personajes son escépticos, la película realiza un acertadísimo giro de 180° para no caer en los fatídicos lugares comunes y, arriesgándose demasiado, ingresa en un terreno más verosímil. No por eso menos espeluznante y tenebroso. Razón por la que, los minutos que anteceden al clímax, no solo se convierten en lo mejor de la película sino también uno de los mejores momentos de suspenso que ofreció hasta aquí el año cinematográfico. Lo cual, obviamente, se agradece. Imposible no recordar, gracias a toda esa secuencia, el desenlace de ese clásico del suspenso dirigido por Jonathan Demme llamado “El silencio de los inocentes”. Claramente la intención de Mc Carthy (quien también firma el guión) fue homenajear esa clase de producciones que, desde hace mucho tiempo, escasean en la cartelera local. Y si bien lo logra con un producto que no es para alquilar balcones, el buen sabor de boca que deja “El Pacto” no merece discusión.
"Valentía en cuatro patas" Siguiendo con la temática de las aventuras en plena naturaleza, el estudio sudafricano Triggerfish Animation regresa a la pantalla grande con otra muy buena producción animada para grandes y chicos. Luego de la divertida “Zambezia”, donde seguíamos los pasos de un pequeño halcón que debía ayudar a migrar a su comunidad, llegó el turno de “<bKhumba”, la historia de la valiente cebra responsable del título y el espíritu de esta película. Con un altísimo nivel de animación que no deja de sorprendernos y un elenco de lujo para las voces originales que va desde Steve Buscemi, Laurence Fishburne, Liam Neeson y la bella Anna Sophia Robb, “Khumba” es una muy entretenida propuesta que se disfruta de principio a fin por varios motivos. En primer lugar la extensa galería de personajes divertidos que se sacaron de la galera los guionistas Raffaella Delle Donne y Anthony Silverston, ayudados en esta ocasión por Jonathan Roberts (uno de los tantísimos artistas que metió mano en el guión del “El Rey León”), es un verdadero lujo. Apoyándose en las diferentes personalidades presentes en la manada de las cebras (que dicho sea de paso, juegan futbol!), la graciosísima familia de suricatas acostumbrada a las cámaras de los turistas, las estúpidas gacelas saltarinas (que, obviamente, juegan al rugby) y el bizarro grupo de damanes roqueros, “Khumba” ofrece un variado repertorio de humor para toda clase de público. Párrafo aparte para el conejo ribereño, el avestruz, el antílope africano y la disparata cabra que con sus locuras, si bien no llegan a opacar a nuestro protagonista, también son puntos altos de esta gran producción. También hay que destacar el hecho de que Triggerfish Animation siga apostando a ambientar estas aventuras en algunos de los impresionantes paisajes naturales que tiene Sudáfrica. En esta ocasión, la enorme meseta semidesértica de Gran Karoo, podría considerarse como un protagonista más de esta película debido a la trascendencia que tiene en el relato. Otro de los grandes aciertos es la increíble banda sonora compuesta por Bruce Retief que acompaña no solo de forma perfecta las hermosas y logradísimas secuencias de la película sino también unas bellas imágenes que son para colgar de un cuadrito. Finalmente, una de las razones más importantes por las que “Khumba” se convierte en uno de los grandes estrenos de la semana es debido a que su espíritu honesto rescata la esencia de viejas producciones animadas donde lo que se cuenta es más importante que la forma en la que se lo hace. Si hay algo que le sobra a la opera prima de Anthony Silverston es ese espíritu que recuerda, sin exagerar ni un poco, a la historia de animales de la selva más importante de nuestra infancia.
"La pelota no se mancha" A diez años del estreno del polémico y exitoso film original, Hollywood se animó a concebir su propia versión de una de las mejores historias de venganza que existen dentro del séptimo arte. Dirigida por Chan-wook Park, “Oldboy” se convirtió en un verdadero suceso cinematográfico en todo el mundo luego de ganar en el 2004 el gran premio del jurado en el festival de Cannes, presidido en aquella edición por Quentin Tarantino. Ridículo por donde se lo mire, en el 2007 el film de Park fue posicionado injustamente en el ojo de la tormenta luego de que se descubriera que el autor de la masacre de Virgina Tech (una de las matanzas más grandes en la historia de los Estados Unidos) se había tomado, antes de concretar el ataque, unas fotografías emulando al protagonista principal de aquella historia. Si bien no había grandes motivos para llevar adelante dicha remake hay que destacar que, a diferencia de otras producciones recientes que se encargaron de manchar clásicos (como ser “Carrie” de Kimberly Peirce), “Oldboy” de Spike Lee es una producción con más aciertos que errores y no arruina la esencia de la obra original. Lo cual no es poca cosa. Lee construye una película que va de menor a mayor en todo sentido. Ya sea por ir desenmascarando el lado perverso de su trama, o por ir ofreciendo dosis más fuertes de acción, “Oldboy” siempre se mantiene en movimiento y logra mantener en vilo al espectador hasta su retorcido e impactante final. Apoyándose en las correctas actuaciones de Josh Brolin, Elizabeth Olsen y Sharlto Copley, como así también en un dinámico y eficaz apartado técnico donde se destacan la fotografía, la edición y sobre todo la música del compositor español Roque Baños, el nuevo trabajo del director de “Malcom X” y “La Hora 25” es una interesante propuesta de suspenso que no desentona con los niveles de calidad que encontramos dentro de su filmografía. Teniendo en cuenta los impresentables antecedentes de Hollywood a la hora de adaptar historias extranjeras, lo de “Oldboy: días de venganza” no es pura casualidad. Ahí es donde creo que Spike Lee tuvo mucho que ver ya que siempre se mantuvo al mando del proyecto, pese a las muchísimas idas y vueltas que tuvo la producción del mismo. Basado en el manga escrito por Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi, la historia de “Oldboy” se caracteriza hasta la fecha por ser una propuesta fuerte y no apta para espectadores sensibles ni escandalosos. Gracias al cielo esta producción hollywoodense no logró arruinar esa fama ni tampoco manchar nuestro cariño pervertido hacia esta excelente historia. Ya sea porque decidas seguir disfrutando únicamente de la obra original de Chan-Wook Park (que es imposible de superar), o porque te animes a ver esta más que decente nueva adaptación, la única verdad que vale la pena remarcar a la hora de hablar del regreso de “Oldboy” a la pantalla grande es que vas a poder dormir tranquilo esta noche. El cine es una de las artes más lindas y más sanas del mundo. Porque se equivoque uno, no tienen que pagarla todos. Gracias por ser un distinto Spike Lee.
"La dura realidad" Mike Flanagan vuelve a la pantalla grande con otra interesante propuesta de terror que, lejos de ser perfecta, deja entrever las intenciones del realizador por incursionar de forma original en viejos terrenos. Luego de su celebrada “Ausencia” (estrenada en nuestro país en muy pocas salas el año pasado gracias al esfuerzo de una distribuidora independiente) Flanagan logró llamar la atención de algunos productores con experiencia dentro del género quienes, atraídos por la frescura del joven realizador, le dieron luz verde para un nuevo largometraje. Ante esta oportunidad, Flanagan no tuvo la menor duda y decidió trasladar a la pantalla grande nuevamente la temática con la que trabajó en su interesante cortometraje titulado “Oculus: Chapter 3 – The Man with the Plan” donde todo giraba en torno a un supuesto espejo maldito. Con la certeza de que “mejor viejo conocido, que nuevo por conocer” y la ayuda de un presupuesto que le dio más libertades que restricciones, el director logró que “Oculus” acertara nuevamente en un aspecto clave y elemental del género de terror: atrapar al espectador con lo que se cuenta. Tal como dije al principio, si bien está lejos de ser perfecta, el gran acierto de esta producción es que logra enganchar al público de forma rápida y sin demasiadas vueltas gracias a la rapidez con la que el relato empieza a develar hechos y situaciones importantes. “Oculus” no tarda demasiado en presentarnos a los dos hermanos huérfanos (interpretados por Karen Gilliam y Brenton Thwaites) que se reúnen después de muchos años para hacerle frente a un antiguo espejo, el cual estuvo presente durante la tragedia que marcó para siempre sus vidas. Aunque, a priori, esta premisa parece sencilla y “mágica” para lo que se aspira contar en una propuesta de terror, el film logra introducirnos de a poco en una verdadera pesadilla. Desglosando el tiempo del relato en hechos del pasado, presente y una realidad distorsionada, Flanagan logra que como espectadores nos mantengamos siempre atentos a este juego de rompecabezas que nos propone sin la necesidad de recurrir al uso desmedido de escenas violentas ni sustos de mala calidad. Por eso estamos frente a un estreno que, para ser sinceros, les resultará mucho más llamativa a aquellos que disfrutan de propuestas del género similares a “Poltergeist” y “La dimensión desconocida” (por nombrar algunas) y no será del agrado de los que se asustan con la pobre sugestión que ofrecen películas como “Actividad Paranormal” ni de aquellos que se regocijan con los litros de sangre que desprenden producciones como las de la saga “El juego del miedo”. No obstante, si bien “Oculus” cuenta con muchísimos aciertos que la convierten en la película de terror más lograda de lo que va del año, hay que remarcar también que le falta la chispa necesaria para convertirse en un film capaz de sobrevivir por muchos años en el recuerdo de los fanáticos. Quizás la falta de ambición a la hora de cerrar el último tramo del relato deja en evidencia, no solo la posibilidad de que “Oculus” dentro de unos años se expanda en otras entregas, sino también la falta de valentía por parte de los responsables para concebir una obra cuyo objetivo sea dejar a todos satisfechos durante el primer consumo. Hay veces que tenés que demostrar un poco más y tirar un lujo dentro del área chica. Me parece que el único error de Flanagan fue jugarla de humilde en su primera gran producción, razón por la cual “Oculus” en definitiva no es una película para alquilar balcones pese a que contaba con lo necesarios para serlo.
"Nunca es tarde para volver a triunfar" Clint Eastwood vuelve a demostrarnos en su último trabajo que su inoxidable talento todavía sigue intacto. A los 84 años, el realizador de “Los imperdonables” y “Río Místico”, encaró la producción de una comedia musical basada en hechos reales y el resultado es una propuesta magnifica que se disfruta de principio a fin exigiendo los aplausos del espectador en más de una ocasión. Si hace un tiempo atrás alguien nos decía que Eastwood iba a dirigir un gran musical, seguramente nos hubiéramos desplomado de la risa. No obstante, luego de las galardonadas “Million Dollar Baby”, “La conquista del honor”, “Letras de Iwo Jima”, “El sustituto”, “Gran Torino”, “Invictus” “Más allá de la vida” y “J.Edgar”, el tío Clint se metió no solo en un género siempre complicado sino también con aquel en el que no había trabajado demasiado. El resultado de dicha incursión es tan impresionante como inesperado y, en “Jersey Boys”, Eastwood deja bien claro que como le sobra talento puede seguir encarando nuevos desafíos en esta etapa de su carrera. Basada en el musical teatral homónimo escrito por Marshall Brickman y Rick Elice, la historia de la nueva película de Eastwood recorre todo el camino al éxito de una de las bandas de rock más importantes de la década del 60: “The Four Seasons”. Liderados por Frankie Valli, esta banda fue una de las primeras en despertar el fanatismo de toda una generación por las formaciones musicales. Y si bien con el desembarco de The Beatles en los Estados Unidos perdieron un poco de notoriedad, no existen demasiadas razones para quitarles méritos a estos muchachos. Tan malacostumbrados estamos a realizadores que se mueven en espacios de confort que la llegada de esta película nos demuestra que hoy solo los grandes se animan a seguir escribiendo historia dentro del cine. Con una gran puesta en escena, muy buenos trabajos por parte de un grupo de actores sin experiencia dentro de la pantalla grande (solo un grande reposa una película de casi 2 horas de duración en los hombros de desconocidos) y un guion que se vuelve cada vez más dinámico a medida que avanza la trama (la música y los monólogos son la clave), “Jersey Boys” es uno de los mejores trabajos que brindó este género en los últimos años. John Lloyd Young, Vincent Piazza, Michael Lomenda y Erich Bergen son las piezas con las que Clint Eastwood realiza una radiografía de cuerpo entero sobre los vaivenes que atraviesan las bandas musicales a lo largo de su carrera, ofreciendo un panorama clarísimo y eficaz de lo que se repitió mil veces a lo largo de la historia dentro del mundo de la música. Llámense Kiss, Guns N’ Roses, Metallica o cualquier otra banda que se les venga a la cabeza, las diferencias dentro de un grupo siempre se debieron a lo mismo: relaciones que trascienden la amistad y se vuelven un vínculo profesional, problemas económicos, descontrol y mujeres. Todos esos elementos, sumados a una relación con la mafia, terminan por convertir a “Jersey Boys” en la “Buenos Muchachos” del género musical. Y eso se agradece con creces. Sin lugar a dudas estamos frente a uno de los mejores estrenos de este 2014 y el hecho de que la sorpresa venga de la mano de Clint Eastwood se festeja mucho más.