"Explosiones y no pretensiones" El joven realizador sudafricano Jonathan Liebesman regresó a la pantalla grande con “Batalla: Los Ángeles“, un film bélico con tintes de ciencia ficción que no pasará a los cánones del cine, pero que entretiene y de gran forma en sus casi dos horas de duración. Pese a contar con algunos clichés básicos del genero bélico, como ser las enemistades entre los miembros del grupo, un capitán inseguro liderando soldados demasiados jóvenes para la batalla y muchísimos sacrificios heroicos, la película es brutalmente honesta desde el arranque: hagan lo que hagan, estos soldados no van a salvar a todo el mundo de semejante invasión extraterrestre. A medida que avanza el film la cámara se vuelve únicamente testigo del accionar de un pelotón de soldados, dejando fuera de nuestro alcance muchos detalles de la invasión. Y en ese plano reducido de acción en el que se desenvuelven nuestros protagonistas, donde reinan la incertidumbre y la desolación, es donde reside lo mejor que tiene para ofrecer esta propuesta. Minimizar el marco sobre el que se centra la cámara le da a muchísimo respaldo a esta producción que aspira todo el tiempo a contar una historia chica dentro de un contexto demasiado grande con un presupuesto inferior a los 90 millones de dolares (cifra relativamente baja para el género). Filmada al mejor estilo cinema vérité, con cámara al hombro y siguiendo a unos pocos personajes, “Invasión del mundo: Batalla Los Ángeles” ofrece escenas de acción cargadas de vertiginosidad que mantienen al espectador atornillado a la butaca. En el plano visual, el trabajo es impecable. Lo mismo se puede decir de lo realizado con el sonido y la edición del mismo (más una banda sonora de proporciones épicas como la compuesta por Brian Tyler), ya que son aspectos claves para películas bélicas como esta. La experiencia de este film en el cine es, fue y será soberbia desde el punto de vista técnico. “Batalla: Los Ángeles” es de las películas que, sin dudas, merecen ser disfrutadas dentro de una sala de cine gracias a escenas como la del aterrizaje de la flota de helicópteros en la ciudad. Quizás el punto más flojo del film radica en un trabajo de elenco bastante pobre, que salvo por Aaron Eckhart, tiene poco para ofrecer. Pero vamos a ser sinceros; ¿Qué es lo que buscamos en películas de este tipo? “Batalla: Los Ángeles” es una gran apuesta, que sin dudas podría haber dado para muchísimo más, pero al fin de cuentas ofrece un producto redondo, bastante honesto con sus pretensiones y lejisimos de ser aburrido. Para aquellos que disfrutan del cine bélico, aquí hay una muy buena opción que no deberían dejar pasar.
"Baño de sangre" Pasaron varios años del estreno de la violenta y salvaje “Alta Tensión“, film de terror francés que iniciaba una de las mejores rachas del género y le daba la bienvenida al joven realizador Alexandre Aja. En el año 2006, cuando Aja nos entregó la chocante y sangrienta remake de “Las Colinas tienen Ojos“, no fuimos los únicos que nos quedamos con la piel de gallina ya que hasta el mismísimo Wes Craven, maestro del terror contemporáneo, sintió como por su espalda corría un sudor frío que le advertía que ya nada era igual. Habíamos dejado que un verdadero monstruo caminara entre nosotros. Alan Jones (historiador del cine de género), ese mismo año, utilizó por primera vez el termino “Splat Pack” para hacer referencia al grupo de directores que cambió el modo de ver y disfrutar el cine de terror gracias a sus trabajos. Dentro de ese grupo, obviamente, Aja es una pieza clave, pese a tener a su lado nombres de la talla de Eli Roth, Neil Marshall, Rob Zombie, James Wan, Darren Lynn Boussman y Greg Mclean. “Piraña 3-D” es la hermana no reconocida del clásico de Joe Dante que se estrenó allá por 1978 y que ni por asomo aspiraba a convertirse en una peli de culto. El paso del tiempo hizo estragos con el segundo trabajo del realizador de “Gremlins” y cuesta entender si se trata de una peli de culto, o es una producción mala que trascendió gracias al éxito que tuvieron otros proyectos del director, como ser “Aullidos“. Inclinado claramente a hacer una versión plagada de humor negro, violencia extrema y sexo, Aja consiguió con “Piraña 3-D” una verdadera bomba molotov que se estrella contra la pantalla grande y no deja nada más que cenizas para la posterioridad. “Piraña 3-D” casi no presenta historia; la fiesta que junta adolescentes con ganas de sexo y alcohol en el lago victoria se desarrolla en justo en el momento en que unas pirañas pre-históricas salen a la superficie y hacen de las suyas. Por su parte, nuestro “protagonista” (Steve McQueen) se embarca a bordo de un yate como “asistente de dirección” de un realizador de cine porno. Aja no solo se dio el gusto de ridiculizar a la mayoría de los personajes humanos que aparecen en la película sino que también nos ofrece unas pirañas tan violentas como caricaturescas que amputan y devoran todo lo que se les cruza en el camino; piernas, brazos, cabezas, dedos, cuerpos casi enteros e incluso órganos sexuales. Cuando las pirañas salen a atacar todas juntas (y lo hacen solo una vez) el resultado, es un verdadero acto de violencia extrema que se nutre completamente del absurdo para sacarle muchas sonrisas al espectador. Esos 30 minutos finales de carnicería sin pelos en la lengua, además de ser los encargados de justificar el visionado de toda la película, son únicos e irrepetibles dentro del cine de los últimos años. Completamente única, tanto por los limites a los que llega, como por los objetivos que persigue, “Piraña 3-D” logra generar un extraño resultado en el espectador. Similar al de presenciar una tragedia y disfrutar de la misma.
"Ideas superiores" En el año 1982 Disney le dio luz verde al desconocido director Steven Lisberger para que llevara adelante un ambicioso proyecto que revolucionaría la industria del cine muchisimos años después de su estreno. “Tron” contaba la historia de Kevin Flynn (Jeff Bridges), un programador y dueño de un salón de fichines que lograba ingresar a un mundo virtual llamado “la red”, en donde un autoritario software pirata conocido como Master Control Plan hacia de las suyas y hostigaba a programas más débiles. Junto a su único aliado dentro de ese universo, un programa llamado TRON (Bruce Boxleitner), Flynn lucha para destronar a MCP a través de unos juegos mortales en una especie de coliseo romano virtual, siendo esta la única solución posible para salir de ese mundo. La película, en aquel entonces, no fue bien recibida ni por el publico ni por la prensa y años después pasaría a conocerse como la “oveja negra” de Disney debido a su estrepitoso fracaso. Lo que si consiguió esta producción fue dar un paso agigantado en lo que respecta a los efectos especiales ya que fue una de las primeras en construir secuencias enteras con CGI (imagen generada por computadora) algo que con el paso del tiempo se volvería moneda frecuente en todas las producciones cinematográficas, incluso en las de Disney. Por este motivo la academia de cine de los Estados Unidos tuvo que replantearse que es lo que abarcaban los efectos especiales, ya que hasta ese momento solo el maquillaje estaba incluido en esa categoría. Y si bien “Tron” marcó el camino para producciones futuras en el plano visual, en aquel entonces, solo estuvo nominada a “Mejor Sonido” y “Mejor Vestuario” sin ganar ninguna de los dos estatuillas. Con el paso de los años la película de Lisberger empezó a adquirir cierto carácter de “culto” debido a que fue una de las pioneras en hablar de realidades virtuales y darle protagonismo a los juegos arcade y al mundo de las computadoras, dos industrias que empezaban a crecer de forma agigantada por aquel entonces. “Tron: El Legado” tiene la difícil tarea de ser una secuela que funcione también como primera parte, ya que después de la suerte que corrió ésta era arriesgado tomar la historia desde el punto donde nos habíamos quedado 28 años atrás. La historia esta vez se enfoca en el hijo de Flynn, Sam (Garret Hedlund) quien pasa sus días esquivando su destino como heredero de la compañía ENCOM, hasta que una noche un viejo amigo de su padre le entrega pistas que podrían dar con su paradero. Si bien el prologo de “Tron: El legado” es bastante eficaz e interesante, claramente no es lo que el debutante realizador Joseph Kosinski nos quiere mostrar, ya que el plato fuerte de esta propuesta son las aventuras de nuestros personajes dentro de la “La Red”. Una vez dentro de ese lugar, la estructura del relato cambia por completo y el peso de la historia se divide entre los correctos trabajos de su acotado elenco y el excelente apartado técnico que presenta el film. Garreth Hedlund y Jeff Bridges, con pequeños aportes de Olivia Wilde y los insuperables minutos de Michael Sheen en la pantalla llevan el ritmo de toda la película, y están completamente inmersos en un producto único e inigualable dentro del género de la ciencia ficción. Visualmente cautivadora, musicalmente armoniosa y con guión que presume una de las historias más adultas del universo que lleva el sello Disney, “Tron: El legado” arrasa con todos los prejuicios y demuestra que calidad y profundidad pueden ir tranquilamente de la mano. A nivel de efectos especiales no tiene comparación. Sin entrar en muchos detalles, uno de los personajes que mayor peso tiene dentro de la trama está íntegramente realizado por computadora y no solo eso: físicamente luce 20 años menor a Jeff Bridges. Sucede también con el aspecto visual que le dieron a “La Red”, el cual es imponente desde todo sentido. La paleta de colores que utilizo el director de fotografía Claudio Miranda, donde predominan el azul y el blanco, ofrece como resultado una serie de imágenes impresionantes, difíciles de comparar y encontrar en otras producciones de este estilo. Párrafo aparte para el excelente labor del dúo de música electrónica francés Daft Punk, quienes trabajaron en conjunto con Hans Zimmer, creando así una banda sonora que mezcla instrumental y electrónica de forma maravillosa. De todas formas, lo más destacado de “Tron: Legacy” es que se trata de una producción que ofrece mucho entretenimiento, pero también miles de aristas interesantes en un guión plagado de analogías sobre la revolución, el sentido de la creación, la búsqueda de la perfección, el sometimiento de una dictadura y la razón de la existencia. El arribo del hijo del creador, el discípulo rebelde y anarquista que pretende organizar el universo a su manera y el creador que duda constantemente de los limites de su obra, son tan solo algunos de los matices más trabajados que tiene este film, único en su especie. Así como en el final de la historia dos de sus protagonistas terminan discutiendo sobre el verdadero sentido de la perfección y la existencia, seguramente habrá gente que tomará posturas muy diversas e inamovibles con respecto a esta película. Yo me posicionó aquí: “Tron: El legado” es una de las mejores producciones que ofreció el género de ciencia ficción en toda su historia.
"Mundo Nolan" Ya sea por su manera de filmar que excede el perfeccionismo, o por las historias maduras que trata sobre envases que pueden considerarse superficiales, Christopher Nolan es uno de los directores más talentosos y discutidos dentro del mundo del cine moderno. Mientras que para algunos sus trabajos están muy sobrevalorados, para otros se trata de un director al cual todavía no se le reconocen sus grandes aportes a la devastada industria del cine norteamericano de los últimos años. El principal estigma de Nolan es haber presentado hasta el momento sus mejores trabajos de la mano de Batman, un personaje salido del mundo de los cómics. Algo que el cine agradece por los enormes resultados y beneficios económicos, pero no reconoce ni celebra por el prejuicio siempre vigente hacia los consumidores de esta clase de contenidos. Según propias palabras del realizador, concebir “El Origen” le tomó 10 años de trabajo en el guion, que sumados a las idas y vueltas que tuvo la producción del film, podrían haberse extendido muchísimo más. Lejos de ese destino, esta arriesgada propuesta llegó en el momento justo, precisamente después de un abrumador éxito de taquilla y crítica como lo fue “El caballero de la noche“, y lo que tiene para ofrecer tira abajo todas las dudas acerca de la capacidad de un verdadero constructor del cine. Gracias a un delicado guión que ofrece certeras dosis de ciencia ficción, acción y suspenso, Nolan sobrevuela por encima de un eficaz thriller para demostrar su enorme talento como guionista y director. Y es tal la autoridad que tiene sobre su universo y las ideas que lo componen, que a lo largo de la película el espectador es testigo de pasos agigantados que exigen compenetración al máximo con el relato. Desglosar una historia en tanto niveles como los que nuestros protagonistas pueden descender en un sueño es un trabajo arduo que solo puede realizar aquella persona que tiene bien claro hacia donde quiere llegar. Y el director de esta película es uno de ellos. El crimen organizado de ideas, respetando ciertas y estrictas reglas que alteran el diseño del escenario del crimen, en pleno momento del sueño, es algo que solo se le puede ocurrir a aquellos iluminados que buscan brindar aire fresco al genero y cuentan además con la capacidad para hacerlo. Una película extremadamente original a la cual, seguramente, el paso del tiempo le dará el lugar que se merece dentro de la historia del cine, también debe destacarse por otros aspectos además de su ambición y complejidad. Por ese motivo Nolan decidió trabajar con los mejores delante (en este caso DiCaprio, Gordon-Levitt, Page y Hardy ofrecen un trabajo excelente) y detrás de cámaras (como director de fotografía el oscarizado Wally Pfister, como compositor el maravilloso Hans Zimmer y Chris Courbould como responsable de efectos especiales), apoyándose en un guion que lleva su propia firma y como así también la de su hermano. De ahora en más, cuando hablemos de “El Origen“, tendremos que referirnos a ella como una pieza clave dentro de la filmografía de uno de los realizadores más ambiciosos y grandilocuentes del séptimo arte. Realizador que ya logró dar el primer gran paso fuera del universo del caballero de la noche y al que todavía le faltan muchos más para escapar de tamaña sombra. Esto es David contra Goliat.
"Dioses y adrenalina" “Furia de Titanes” es quizás el mejor ejemplo de la falta de ideas que acarrea Hollywood en los últimos años ya que esta basada en una película que se estrenó sin pena ni gloria en 1981. Lo más trascendente de aquel film original fue que se trató del último trabajo en efectos especiales realizado por Ray Harryhausen, toda una leyenda del rubro por aquel entonces. Con tan solo maquetas y la técnica del stop-motion (movimiento cuadro a cuadro) este realizador le dio vida a mundos fantásticos que quedaron en la historia del cine. Algunos de ellos fueron “El Gran Gorila” (con el que ganó un oscar), “Sinbad y la princesa“, “Los viajes de Gulliver” y “Jason y los argonautas“, entre otras. En casi todas ellas (incluyendo “Furia de Titanes”) Harryhausen ofició también de productor, lo que deja en claro que él era mucho más que un técnico de efectos especiales ya que esos mundos, sin su enorme visión, no hubieran sido posibles. Casi 30 años después, copiando de forma casi idéntica al film original, llegó la versión de Louis Leterrier acerca de las aventuras de Perseo y su enfrentamiento con los Dioses y algunas de sus criaturas fantásticas, entre las que se incluyen la medusa y el kraken. Esta remake, es idéntica a la original, a excepción de algunos pequeños detalles que no marcan demasiada diferencia. La oferta sigue siendo la misma; Perseo contra esto, Perseo contra aquello, Perseo contra todos y Perseo contra el kraken. Con una estructura similar a la de los videojuegos modernos, en donde cada nivel es más complicado con el anterior, “Furia de Titanes” ofrece entretenidas secuencias de acción, apenas encadenadas por sus personajes protagonistas, que a medida que avanzan son más grandilocuentes. No hay mucho más. La pregunta sería ¿Esta bien o esta mal? y la respuesta va a depender, claro, del punto de vista del espectador. Si uno busca un entretenimiento pasajero, pochoclero y no mucho más, “Furia de Titanes” ofrece eso y un poquito más. Claro, existe una larga lista de películas que hacen lo mismo y son mejores, pero eso es otra cuestión. Ahora, si lo que uno busca va más allá de lo mencionado anteriormente, se va a topar con un producto vacío de contenido, que se agota con el primer consumo, dejando un buen gusto, pero nada más. Ni hablar si uno busca exactitud histórica en los personajes, las locaciones, etc. “Furia de Titanes” entra en la categoría de pelis profanas, pero, también hay que admitirlo, sinceras. El mejor ejemplo de esto es lo siguiente; el kraken, que es una criatura de la mitología escandinava, es una de las cartas que utiliza Hades, Dios de la mitología griega, para hacerle frente a Perseo, hijo de Zeus. La dirección de Leterrier sigue la linea de sus anteriores trabajos (“El Transportador 2“, “El Increíble Hulk“, etc) que consiste en un manejo de cámaras correcto para mostrar interesantes secuencias de acción, plagadas de efectos especiales, pero que en ningún momento pierden el objetivo central que es llamar la atención del espectador haciéndolo participe de esto. Sam Worthington en el rol de Perseo (con una rapada imposible para aquel entonces) esta bastante bien. Eso si; en ningún momento se desprende el rol de “héroe de acción”, por lo que las frases heroicas y movimientos pochocleros están a la orden del día. El resto del elenco se reparte la pantalla sin demasiado protagonismo. Están las mujeres bellas (Gemma Arterton y Alexa Davalos), los Dioses (Liam Nesson, Ralph Fiennes, Luke Evans y Danny Huston) y los soldados que acompañan a Perseo en su aventura(Mads Mikkelsen y Nicholas Hoult). Todos ellos correctos, pero opacados por el protagonista y su presencia en pantalla. La música es también otro punto alto. Ramin Djawadi, quien entró a la producción en remplazo de Craig Armstrong, salvó las papas de forma correcta con un interesante repertorio épico que recuerda (y mucho) al mejor Hans Zimmer. En definitiva, “Furia de Titanes” es una película a la que la palabra remake le queda demasiado grande ya que es simplemente una actualización técnica de lo ofrece su versión original.
"Humor para pocos" No conforme con su enorme terreno conquistado dentro del mundo de la comedia, el creador de “Padre de Familia” desembarca por segunda vez en la pantalla grande con una propuesta indispensable para los amantes del género. Después de “Ted” (2012) Seth Mac Farlane demostró que, en el cine, también había un público dispuesto a consumir ese humor absurdo, escatológico e irreverente que tan bien sabe combinar en sus producciones televisivas. Humor que, claramente, no tiene límites ni restricciones y que tampoco es para cualquiera. Los hechos fueron contundentes: su opera prima costó alrededor de $50 millones de dólares (presupuesto poco habitual y bastante alto dentro de las comedias) pero terminó recaudando más de $200 millones solo en los Estados Unidos, lo cual le dio a Mac Farlane el derecho a seguir probando suerte tras las cámaras como guionista y realizador. Y si bien lo más factible era una secuela de aquella producción protagonizada por Mark Wahlberg y Mila Kunis, su nuevo trabajo apuesta por homenajear, a través de la comedia, al casi extinguido género western. Si el año pasado Tarantino se dio el gusto de hacer “Django Unchained”, ¿Por qué no iba a aparecer alguien más dispuesto a aprovechar este contexto actual que intenta revitalizar la temática de los westerns? El principal acierto de “A Million Ways to Die in The West” es que se trata de un film donde hay cuatro vertientes del humor fácilmente reconocibles que rara vez logran funcionar muy bien juntas: el absurdo, el escatológico, el inteligente y el lisa y llanamente infantil. Por ese motivo, desde el arranque y hasta final de esta propuesta te vas a encontrar con varios monólogos avanzados para el 1800, algunos penes de ovejas haciendo de las suyas, excelentes cameos y guiños a películas que marcaron a toda una generación y muchísimos golpes y muertes estúpidas. Sin embargo, ya sea por el gran absurdo de su trama que sigue los pasos de un aburrido pastor de ovejas en el violento y lejano oeste, o por los miles de chistes de toda índole que Mac Farlane despliega a lo largo y ancho de toda su película, “A Million…” siempre logra su principal objetivo: generar risas en el espectador. Ahora bien, pese a cumplir con creces esa misión, Mac Farlane (guionista, director y protagonista de esta propuesta) también apunta más alto en términos de realización ya que en esta oportunidad no solo contó con un elenco de mayor vuelo humorístico sino también con una producción de gran nivel técnico. Ver a Sarah Silverman, Neil Patrick Harris y Giovanni Ribisi haciendo de las suyas dentro de una comedia adquiere un valor agregado cuando encontras a su lado a actores de la talla de Charlize Theron y Liam Nesson en personajes poco habituales dentro de su carrera. Hasta Mac Farlane logra generar cierta empata con la audiencia gracias a ese humilde pero patético personaje, autodenominado en un momento del film como un “cowboy nerd”. En definitiva, “A Million Ways to Die in The West” es una oferta más que eficaz para matar el aburrimiento, donde los guiños exclusivos a los consumidores de una cultura moderna son más que eficaces y se capitalizan con uno de los mejores cameos que presentó el cine en los últimos años, aunque esto difícilmente alcance para posicionarla entre lo mejor del 2014.
"Una vez más" A los 51 años Tom Cruise logró consolidar su propio subgénero cinematográfico donde lo único que está garantizado es el entretenimiento. Basada en la novela “All you need is kill” de Hiroshi Sakurazaka, “Al filo del mañana” es una eficaz mezcla de los mejores elementos que supieron ofrecer hace ya unos años films muy distintos entre sí como ser “Starship Troopers”, “El día de la marmota” y “Rescatando al Soldado Ryan”. Pese a todos los pronósticos, el resultado de tamaña combinación, es una producción compacta que ofrece muy buenos momentos de humor, dentro de una película de ciencia ficción con aires del mejor cine bélico. En “Al filo del mañana” no existe la profundidad argumental que presumía “Minority Report” ni tampoco el costado dramático que presente en “La guerra de los mundos” (ambas dirigidas por Steven Spielberg). Sin embargo la nueva incursión de Cruise en la ciencia ficción quedará en el recuerdo por ser una de los trabajos más logrados, entretenidos y espectaculares dentro de su larga y exitosa carrera. Lejísimos queda la correcta, pero lenta y más humana, “Oblivion: el tiempo del olvido” de Joseph Kosinski, estrenada el año pasada en nuestro país con la presencia del mismísimo actor en un evento sin antecedentes. Doug Liman (director de notable talento, pero con una filmografía bastante irregular) en esta oportunidad concibió una de las películas más entretenidas, dinámicas y explosivas del año apoyándose, no solo en el carisma de sus dos actores principales, sino también en un excelente apartado técnico que obliga al espectador a disfrutar de esta película dentro de una sala de cine. Las logradísimas escenas de acción (donde por lejos se destaca el primer y espectacular desembarco militar en costas europeas) combinan un excelente trabajo de edición, fotografía y musicalización realizado por James Herbert, Dion Beebe y Christophe Beck respectivamente. También vale la pena resaltar el enorme diseño de producción y vestuario, ya que todo el trabajo que hicieron con las naves, los aliens y los trajes militares es impecable. Ver a Emily Blunt, dentro de un exoesqueleto, matando extraterrestres con una espada, además de ser algo único e irrepetible, es por lejos una de las mejores combinaciones que ofreció el año en materia de acción. En definitiva, “Al filo del mañana” es una propuesta netamente pochoclera, sin grandes pretensiones y cumple un objetivo tan claro como sencillo: entretener de forma genuina a un público bastante amplio. Lo que se dice, una película 100% Tom Cruise
"Acto de justicia" Trasladar a la pantalla grande uno de los videojuegos más exitosos de todos los tiempos no era, a priori, una tarea para nada sencilla. Sobre todo si tenemos en cuenta que desde hace varios años existe una saga cinematográfica que explota una temática muy similar (por no decir idéntica) a la que todos nosotros disfrutamos en las consolas. Frases hechas si las hay: “Las comparaciones son odiosas”. Sin embargo, en este caso es más que necesario recurrir a dichas palabras para establecer una clara diferencia y dejar bien en claro una cosa: Sin el juego “Need for Speed” no habría existido jamás “Rápido y Furioso” y el éxito de aquella copia de “Point Break” (el clásico film de acción protagonizado por Keanu Reeves y Patrick Swayze) jamás hubiera sido tan grande. Por eso, el desembarco a la pantalla grande de “Need for Speed” es un tardío acto de justicia que encuentra su mayor virtud precisamente en haber dejado correr suficiente agua bajo el río y así aprovechar el cansancio del espectador habitué de esta clase de producciones para ofrecerle algo que está lejos de ser original pero se destaca por ser distinto. No tardaremos mucho tiempo en darnos cuenta que la película de Scott Waugh (cuyo único antecedente es el film bélico “Act of valor”, el cual resultó ser todo un éxito en los Estados Unidos) transita un camino completamente opuesto al que en su momento propuso Rob Cohen en la primera entrega de “Rápido y Furioso”. Si en el film protagonizado por Paul Walker y Vin Diesel, además de autos impresionantes, había grises entre los buenos y los malos y las relaciones entre sus personajes eran un poco más complejas, en “Need for Speed” la premisa es básica, sencilla e infantil. Tobey Marshall (un más que agradable y simpático Aaron Paul) es un joven corredor de carreras clandestinas (muy organizadas, por cierto, ya que tienen como propósito de no causar accidentes) y administra un taller de autos que heredó de su padre junto a un grupo de amigos. Cuando su lugar de trabajo está al borde de la quiebra, decide aceptar un trabajo por encargo de un viejo rival llamado Dino Brewster (Dominic Cooper) que consiste básicamente en armar un Mustang Shelby GT 500 para posteriormente venderlo. Obviamente, como aquí está bien claro quiénes son los buenos y los malos, la traición está a la vuelta de la esquina y el destino de Tobey se reescribirá con un solo objetivo: vencer a su rival únicamente dentro del mundo de las carreras. Waugh construye sin demasiados inconvenientes un sólido film de aventuras filmado a la vieja escuela, ofreciendo impactantes y coordinadas secuencias de acción a bordo de autos que a toda velocidad deleitaran al espectador. Con evidentes guiños a clásicos del cine de tuercas como “Bullit” de Peter Yates y “Vanishing Point” de Richard C. Sarafian, el punto más alto son las impecables persecuciones que aprovechan al máximo el apartado técnico (la edición de sonido y la musicalización sobresalen del resto) para transmitir esa adrenalina que producen la velocidad y el peligro tras el volante. Apoyándose también en un par de personajes cómicos y una historia romántica entre los personajes de Aaron Paul y la bella Imogen Poots, “Need for Speed” no deja de ser una vertiginosa y entretenida road movie con los autos más veloces que el cine haya visto.
"Crónicas de un perdedor" El de los hermanos Coen es un sello cinematográfico tan exitoso como reconocido en el mundo entero. La formula sigue siendo la misma de “Barton Fink”, “El Gran Lebowski”, “Un hombre serio” y sus otras grandes producciones: humor negro, drama y un desfile de personajes que podríamos catalogar como los antagonistas más disfrutables y tiernos que cobran vida dentro de una sala de cine. “Inside Llewyn Davies” está lejos de ser una película perfecta, de esas que quedaran marcadas a fuego en nuestras retinas como las anteriormente mencionadas, pero sin embargo se trata de un más que armonioso y divertido paseo por la vida trágica de un personaje que nunca existió dentro de los años 60, en pleno inicio del auge por la música folk. Basada muy ligeramente en la obra “The Mayor of MacDougal Street” escrita por el músico Dave Van Ronk (uno de los pioneros del renacimiento folk), la última película de los Coen presenta una visión distorsionada de ese pasado, transformando esos tiempos de euforia y oportunidades para los artistas musicales de este género en un frio embudo donde el talento sobra pero el éxito y el dinero están al alcance de solo unos pocos afortunados. Ahí aparece nuestro protagonista, el tipo con menos suerte del mundo, un músico llamado Llewyn Davies (interpretado de gran forma por Oscar Isaac, quien además de su cara desganada le pone una voz perfecta a este solista), quién luego de la muerte de su amigo y compañero de dúo artístico queda cernido en la pobreza y solo acumula fracasos y golpes cada vez más duros y ridículos que solo se ven justificados por su patética y llamativa capacidad de arruinar todo aquello que lo rodea. Desde lo más simple (como perder el gato de su verdadera y única familia) hasta lo más complejo (renunciar a las regalías de un exitoso single por unos miserables dólares, o dejar pasar la oportunidad de acercarse a un joven y aún desconocido Bob Dylan), Llewyn Davies hace todo mal impulsado por un visión muy idealista sobre la industria musical a la cual no le aporta nada su exacerbado egocentrismo. Tocar con su vieja guitarra algunas de las mejores canciones folk originales que sonaron en la pantalla grande por mucho tiempo, es la única excepción. Precisamente ese es uno de los principales aciertos de “Inside Llewyn Davies”: acompañar con muy buena música una serie de eventos desafortunados (y lejanos del cliché) que también están relacionados con el lado oscuro, que a veces todos olvidamos, de esta hermosa expresión artística. Los Coen lo dejan bien claro: serán pocos los que lleguen a lo más alto, para hacer las delicias del público arriba de un escenario. Sin embargo, en el camino quedan por el piso los sueños, ambiciones y objetivos de aquellos que, simplemente, no están tocados por la varita mágica. Junto a Isaac hay un elenco de lujo compuesto por Carey Mulligan, Adam Driver, John Goodman, Justin Timberlake y Ethan Phillips, quienes terminan de aportar todo lo que necesario para que el film llegue a un amargo, pero entretenido, buen puerto, que al igual que el resto de la filmografía de los Coen deja conformes a todos. Será por esa sencilla y certera alegoría que tiene como protagonista al gato que acompaña a Llewyn durante casi todo el relato, o quizás por ese acertado truco en la estructura narrativa que antecede un cameo muy especial sobre el final. Lo último de los Coen se adjudica sin problemas un lugar dentro del buen cine que pasó por las carteleras en lo que va del año.
"Una nueva esperanza" Luego de varias idas y vueltas finalmente el padre del cine moderno de superhéroes volvió a la pantalla grande con una de las mejores producciones del género que él mismo redefinió hace unos años. Bryan Singer es sin dudas el realizador más importante de las últimas décadas en lo que se refiere al cine basado en héroes nacidos en cómics. Sus excelentes “X-Men” (2000), “X-Men 2” (2003) y “Superman Regresa” (2006) así lo confirman, aunque con la llegada de directores de la talla de Christopher Nolan (responsable de la última saga de Batman) y Zack Snyder (director de “Watchmen” y “Man of Steel”) el público parece haberse olvidado un poco el orden de las cosas. Hay que dejar en claro que sin los primeros dos trabajos de Singer dentro del universo de los mutantes de Marvel difícilmente hubiéramos podido disfrutar de esta etapa dorada que viven hoy los superhéroes en la pantalla grande. Con el regreso de Singer al sobrecargado campo de batalla de franquicias basadas en cómics, Marvel encontró al oponente más poderoso a vencer de acá a un par de años y lo paradójico es que se trata de un rival que lleva el sello de su propia casa (recordemos que Fox tiene los derechos de estos personajes junto con los de “Los 4 Fantásticos”). La exitosa y a su vez pisoteada y desorganizada saga de los X-Men vuelve a consolidarse a partir de “Días del futuro pasado” como una de las más importantes del cine de acción y ciencia ficción de los últimos años y eso se debe, principalmente, al espectacular trabajo que realizaron en esta nueva oportunidad Singer, el guionista Simon Kinberg y el productor Matthew Vaughn. El principal acierto de esta séptima producción que tiene como protagonistas a los X-Men es que vuelve a las bases argumentales que tan bien funcionaron en las películas del 2000, 2003 y, en menor medida, también en la del 2006. Es decir, nuevamente los responsables del film lograron combinar de forma perfecta grandes dosis de suspenso y drama con increíbles escenas de acción. Si bien en “X-Men: Primera generación” (2011) Vaughn había logrado algo similar, con el arribo de esta nueva producción de Singer queda claro que el arco argumental dramático, humano y serio de estos personajes todavía puede expandirse muchísimo más. Y ese pulso, hasta ahora intacto, parece tenerlo únicamente Singer. “Días del futuro pasado” es por lejos la más imponente, compleja y profunda de toda la saga. Eso no es poca cosa. Junto con “Watchmen” de Snyder, “X-Men: días del futuro pasado” se consolida como una de las películas, basadas en cómics, más adultas y espectaculares de los últimos años. Y repito; es por lejos, la pieza más valiosa y brillante de una saga que lleva 14 años vigente en la pantalla grande. No sería justo olvidarse de los grandes trabajos que ofrecen los viejos actores de jerarquía que forman parte de esta saga, donde sobresalen Hugh Jackman y Patrick Stewart. Tampoco podemos dejar pasar lo fundamental que son los cada vez más asentados actores James McAvoy, Michael Fassbender, Nicholas Hoult y Jennifer Lawrence dentro de este consolidado nuevo comienzo de los “X-Men” que comenzó en el 2011. Párrafo aparte para la gran labor de Peter Dinklage como Bolivar Trask y el joven Evan Peters como Quicksilver. El primero no solo compone un poderoso y paranoico villano de escritorio para demostrar que el poder de la inteligencia es completamente superior al de la fuerza, sino que también demuestra de una vez por todas que esta clase de enemigos funcionan de maravilla dentro de este tipo de films. Por su parte, el segundo, se roba la película por completo con su aparición ofreciendo una escena de antología que quedará por mucho tiempo en el recuerdo de los fanáticos, junto con el increíble arranque de “X-Men 2”. Resulta imposible, como amante de estos personajes y de esta clase de películas, no emocionarse ante el glorioso regreso de los mutantes más famosos del mundo del entretenimiento. Y por ese mismo motivo, no existen excusas para dejar pasar la oportunidad de ver el mayor esplendor de la patrulla X en la pantalla grande. Volvió Singer. La casa está en orden.