El clasicismo de Disney con la maestría de Pixar Valiente es una gran aventura, perfectamente animada, que atrapa al espectador desde el primer fotograma. Valiente, el opus 13 de la compañía que revolucionó el arte de la animación, es la película de la factoría Pixar más cercana al universo clásico de Disney. El filme describe las aventuras de Mérida, una princesa adolescente obstinada y fenomenal arquera. Ella, furiosa por el mandato de contraer nupcias con el descendiente un Lord, se escapa hacia el bosque buscando torcer su destino. En esa exploración Mérida encontrará a una bruja que conjura un hechizo que la ayudará pero no de la forma en la que ella hubiera imaginado. La princesa, inconformista incansable, nunca se da por vencida y hará todo lo posible por deshacer este conjuro y a la vez vivir su vida como ella elija. Lo que subyace a la aventura es la historia de una madre y una hija que aprenderán a conocerse más profundamente y aceptarse mutuamente. Se trata del filme más cercano al universo de Disney de su compañía subsidiaria porque la historia está anclada en la tradición del relato infantil de reyes, palacios y princesas, y fundamentalmente de padres e hijos. Esto se debe en parte a que este proyecto estuvo encabezado por Brenda Chapman (directora y responsable de la historia) quien trabajó en el departamento de escritura de largos como El rey león y La bella y la bestia. Este universo lleno de bosques y muchísimos humanos supuso un nuevo desafío para la compañía de John Lasseter quien destacó la complejidad diseñar y animar con realismo “animación humana con cabello y vestuario; animación de animales, incluyendo osos y caballos; credibilidad de entornos orgánicos y naturales tanto como del ambiente histórico.” Valiente no alcanza el vuelo poético de Wall-E, los momentos magistrales de Up o la genuina emoción de Toy Story 3 pero se trata de una gran aventura, perfectamente animada, que atrapa al espectador desde el primer fotograma y no lo abandona nunca más.
Este es un filme menor dentro de la sólida filmografía de Allen. A lo largo de 46 años de carrera Woody Allen construyó una filmografía sólida que cuenta con más de 40 largometrajes, algunos de ellos notables. El último de los grandes filmes de Allen fue Medianoche en París, su anteúltimo título hasta la fecha. El nivel y la vigencia demostrada por Woody en aquella película nos brindaba expectativas ante la llegada de su nueva película. A Roma con amor es un filme menor que tranquilamente se puede ubicar entre lo peor de la carrera del autor neoyorkino. En este nuevo largo cuenta cuatro historias independientes que solo comparten el espacio físico: la de un renombrado arquitecto americano que está rememorando su juventud en Roma (impagable Alec Baldwin) y se relaciona con un estudiante de arquitectura que está a punto de experimentar una crisis romántica. La peor de estas crónicas la de un típico romano de clase media que, de repente, se transforma en la mayor celebridad del país, un Roberto Begnini más infumable que nunca, y donde más claramente se percibe el pobre trabajo de guión. Otro de los relatos es el de una pareja de provincianos que llega a la ciudad por una importante ofrecimiento laboral, y finalmente la anécdota protagonizada por el propio cineasta que interpreta a un fracasado director de ópera jubilado que intenta llevar al dueño de una funeraria al escenario. Si algo tienen en común todas estas historias, además de que transcurren en la ciudad de Rómulo y Remo, es que el desarrollo del libro cinematográfico resulta vergonzoso. Por momentos Allen muestra un trazo sumamente grueso indigno de su trayectoria. Hay películas de Woody a las que la salvan un puñado de buenos chistes, la brevedad o la excelente música que suele amenizar el metraje. Ninguno de estos es el caso de A Roma con amor, filme que los amantes de Allen deberán olvidar rápidamente.
LA HUMANIDAD Sin perder belleza ni amabilidad el filme habla del flagelo de tener que migrar, abandonando el terruño y hasta la propia identidad en busca de un futuro. El puerto (Le Havre, 2011), la nueva película de Aki Kaurismaki es, antes que nada, un cuento audiovisual sobre el amor a la vida y al prójimo, el altruismo, el poder del colectivo organizado y la esperanza. Ambientada en Le Havre, una pequeña ciudad de Normandía que cuenta con el segundo puerto de Francia, el filme cuenta la historia de Marcel Marx, un personaje bohemio devenido en lustrabotas. Una sutil mezcla de burocracia y azar harán que Marcel conozca a Idrissa, un niño africano que viajaba dentro de un contenedor rumbo a Londres pero quedó varado en la ciudad. El niño intentará escapar a la policía migratoria para llegar finalmente a la capital inglesa y en ese arduo transitar Marcel será su principal aliado. Paralelamente Marcel y su esposa Arletty viven su propio drama, ella está enferma de gravedad pero esconde su verdadero estado de salud procurando un milagro para evitar que su marido se desmorone. Sin perder su amabilidad ni su belleza El puerto habla, entre otros temas, del flagelo que representa tener que migrar, abandonar el terruño y hasta la propia identidad procurando un futuro mejor. Curiosamente el mejor ejemplo de esta tragedia no es Idrissa sino Chang, un asiático amigo del protagonista que después de años de lidiar con migración y mediante un oneroso pago debió renunciar a su propia identidad para pasar a “ser” la persona que dice su nuevo documento. Kaurismaki tiene la inteligencia y la sensibilidad para vincular estas historias con las de migrantes que no tuvieron tanta suerte, como los compañeros de fuga de Idrissa que terminaron en un campo de refugiados. Pese a que, como corresponde para un mejor fluir del relato existe un antagonista empeñado en denunciar al joven africano ante migraciones, los personajes más y mejor desarrollados por el realizador finés son esencialmente bondadosos. Incluso van más allá de sus posibilidades materiales en el empeño por que Idrissa pueda llegar a Londres y reencontrarse con su madre. Le Havre es una de esas películas que no necesitan esconder las miserias del mundo para hacernos creer que ser generoso y altruista, hacer el bien sin mirar a quien, puede tener recompensas inesperadas que nos ayudan a creer que el mundo puede ser un lugar mejor… al fin y al cabo solo se trata de un cuento, y creer nunca está de más.
Brandon está construido sobre sus reacciones ante cada situación inesperada pero también sobre sus silencios, sobre lo no dicho, lo que apenas se sugiere. Los primeros minutos de Shame, en los que de manera cadenciosa y paralela Steve McQueen muestra tres momentos en la vida cotidiana de Brandon (otro impagable trabajo de Michael Fassbender), hablan de un realizador que domina el ritmo y la puesta en escena. Este segmento termina cuando el protagonista, convertido en un auténtico cazador del sexo persigue a su posible presa por las entrañas del metro neoyorkino en una secuencia exquisita. Shame es la historia de Brandon, un hombre treintañero y exitoso que vive solo en la gran manzana, consume pornografía constantemente y tiene problemas para relacionarse con las mujeres a un nivel distinto al meramente sexual. Pero más que eso parece querer protegerse de tener o expresar sentimientos. La intromisión de su hermana Sissy en su departamento, y consecuentemente en su vida, pondrá en crisis en estilo de vida de Brandon. El director es muy preciso a la hora de describir a su protagonista, Brandon está construido sobre sus reacciones ante cada situación inesperada pero también sobre sus silencios, sobre lo no dicho, lo que se sugiere. Todo lo que se ve en la pantalla de alguna manera habla del pasado de Brandon y Sissy, pero a la vez de eso no se habla y por ello nunca aparece subrayado. En su personalidad y en su físico Sissy también tiene huellas de ese pasado. Lo más sintomático de Brandon son sus relaciones con las mujeres, al comienzo se lo ve seguro, asertivo, pero el forzado reencuentro con su hermana y un posterior flirteo con una compañera de trabajo, Marianne lo mostrarán vulnerable. Una desgarradora y magistral versión de “New York, New York” interpretada por Sissy perforará la coraza sentimental de Brandon y, en otro momento del filme, su incapacidad de comprometerse le impedirá llegar más allá con Marianne, una persona que tiene una naturaleza diametralmente opuesta a la suya. En este aspecto resulta notable la secuencia de la cena entre ellos, tanto por lo que expresan como por la incomodidad que sienten y transmiten. Shame es el segundo largometraje de un director que narra con la solvencia de los consagrados que apelan a tomas breves y a largos planos secuencias, a “nucas parlantes” y a planos más convencionales según lo pida el relato. De más está decir que cabe esperar mucho de lo que haga en el futuro Steve McQueen.
Filme animado de gran primer nivel que ofrece un saludable mensaje ecologista. Cuando en 1995 Pixar irrumpió en la escena del cine animado con Toy Story, su primer largometraje, puso la vara del cine digitalmente animado tan alta que recién en los últimos años empezamos a ver productos similares en calidad tanto en cuanto a la animación propiamente dicha como al universo que crean para desarrollar sus historias. Esta es una de esas películas del género que no necesitan pertenecer a Pixar para brillar. Hay un motivo para que el universo de The lorax sea homogéneo ya que el filme está basado en un cuento de Dr. Seuss, escritor responsable también de libros que dieron origen a filmes con diversos resultados artísticos como El Grinch, Horton y el Mundo de los Quien y El gato. El Lorax: En busca de la trúfula perdida es un filme profundamente ecologista que habla del aire que respiramos, de la importancia de proteger el medio ambiente y las consecuencias de la tala indiscriminada de árboles. Y lo hace desde la sencillez de la historia de Ted, un adolescente, que en un futuro sombrío, rompe las reglas para intentar conseguir aquello que más desea la chica de la cual está enamorado. La ambición más profunda de Audrey, la chica en cuestión, es ver un árbol natural, algo a lo cual, en el universo en el que se desarrolla el relato es imposible acceder. La artificial ciudad de Thneed-Ville en la que viven Ted y Audrey carece de árboles y el aire puro es controlado por un magnate. El Lorax del título es el guardián de un bosque contiguo a Thneed-Ville que, antes de que un hombre llegara y talara el bosque en busca de beneficios económicos, supo albergar una frondosa y colorida arboleda y animales de muy diversas especies. Personalmente me sorprende que este filme no haya ofendido a los conservadores de Fox News que alzaron sus voces contra The Muppets por considerarla comunista ya que en The Lorax resulta más explícito como la ambición por el dinero es capaz de destruirlo todo. Además seguramente esta película llegará a un número mayor de niños que aquella basada en los muñecos creados por el gran Jim Henson. La correcta utilización del 3D colabora con la fluidez del relato y, por ello a que El Lorax: En busca de la trúfula perdida sea un filme más disfrutable y accesible a todos los públicos. Y, como lo habíamos anticipado al comienzo de la crítica, el nivel de la animación no tiene nada que envidiarle a los productos Pixar.
Puro teatro Extrañando al peor Polanski. Salvo en algunos casos la relación entre el teatro moderno y contemporáneo y el cine no es la mejor. Tal vez una de las mayores excepciones a esta regla no escrita haya sido La Soga en la que el maestro Alfred Hitchcock aprovechó el escenario único y la teatralidad para experimentar con las posibilidades del plano secuencia. En Un dios salvaje hay un texto inteligente y filoso escrito por la dramaturga parisina Yasmina Reza (autora de la conocida pieza Art), una correcta dirección de actores (especialmente notables los trabajos de Kate Winslet y John C. Reilly) y tanta teatralidad que asfixia. En Un dios salvaje no está Polanski, no está el Polanski de sus mejores años y películas (Repulsión, El inquilino) ni el de sus últimas producciones que, aunque discutidas por la crítica, dejaban vislumbrar destellos de ese autor que produjo filmes notables. Un dios salvaje no es ni más ni menos que teatro filmado sin otro valor agregado que nombres famosos (Yazmina Reza, Roman Polanski, Kate Winslet, Jodie Foster), la ya mencionada dirección de actores y nada más. Personalmente esta película me hizo extrañar incluso al peor Polanski.
El tono ligero del relato ayuda a que el resultado final sea agradable, pero el filme tiene un problema fundamental: el guión no dosifica adecuadamente la información y tiende a la sobre explicación. A los actores les cuesta mucho trabajo, y años, enterrar a los personajes que alguna vez fueron más famosos que ellos mismos y poder edificar una carrera. Y Daniel Radcliffe empieza la era post Harry Potter con este filme, La dama de negro, segunda adaptación audiovisual de la novela de Susan Hill. La mujer de negro es una película de fantasmas, ambientada a comienzos del siglo XX en una pequeña comunidad rural británica. Hasta allí llega Arthur Kipps, un joven abogado viudo quien se encuentra trabajando para poder vender los bienes de un cliente recientemente fallecido. La más notable de estas posesiones es un antiguo castillo abandonado al que solo se puede acceder cuando hay bajamar. Este es el segundo trabajo del realizador James Watkins, responsable de otro filme de terror, Eden Lake. En La dama de negro Watkins demuestra un profundo conocimiento del género creando atmósferas opresivas, casi irrespirables. Incluso, por momentos, causa espanto sin recurrir en demasía a los golpes de efecto. El resultado general es agradable, el tono ligero del relato ayuda a que esto ocurra, el nivel de las actuaciones es atendible y parejo. En este sentido es necesario comentar que Daniel Radcliffe se presenta como un actor dúctil, capaz de llevar una carrera más allá de Potter. Pero el filme tiene un problema fundamental: el guión de Jane Goldman no dosifica adecuadamente la información y tiende a sobre explicar cosas que a esta altura de la historia del cine todos comprendemos. Seguramente casi todo el público entendió antes que el protagonista cual es la relación que existe entre la mujer de negro y las muertes de los niños en el pueblo lo cual, además, resta suspenso. Sobre el desenlace del relato (los que no quieran recibir indicios sobre el final, dejen de leer a partir de ahora) en un intento desesperado, cuando Arthur Kipps pretende solucionar el problema que aqueja a todo el pueblo, se produce algo que podría entenderse como una poética devolución de favores. Y esa es una lectura que hace mejor y más interesante a La mujer de negro.
Deseo y decepción Peter Capusotto, con sus 3 dimensiones a cuestas, va camino a transformarse en una de las grandes decepciones de 2012. En los últimos lustros las constantes colaboraciones entre Diego Capusotto y el guionista Pedro Saborido han dado como resultado algunos de los programas humorísticos de televisión (Todo por dos pesos y Peter Capusotto y sus videos) y radio (Lucy en el cielo con Capusottos) más originales y renovadores. Pero, a pesar de los antecedentes Peter Capusotto y sus tres dimensiones es una película fallida. La versión cinematográfica de Peter Capusotto es menos que cualquiera de los programas de televisión. El 3D parece obedecer a un capricho absurdo (o al afán de vender entradas más caras), porque no ofrece ningún aporte relevante, más allá de uno o dos chistes efectivos que se realizan a costa del formato. En la película algunos de los sketches son un poco más largos que en la TV pero en general esto no da otro resultado que el aburrimiento y la previsibilidad (en los casos de Miki Vainilla y Jesús de Laferrere esto se nota especialmente) vale hacer una excepción con Bombita Rodriguez que habitualmente tiene una extensión superior a otros segmentos y en el filme es el que mejor funciona. Quien vaya a ver Peter Capusotto y sus 3 dimensiones seguramente se reirá a carcajadas unas cuantas veces, y posiblemente se aburra en muchos otros momentos. El filme está pensado para un público adicto al programa capaz de celebrar la mera aparición de cada uno de los personajes que ya conoce y no espere más que esos momentos plenamente risibles que no faltan. Entre chistes existe un intento por generar una reflexión sobre el entretenimiento, pero resulta muy tenue y no alcanza para darle sentido al filme. Creo que de Saborido y Capusotto se podía esperar más. Para empezar mejores nexos entre sketches y un aprovechamiento mayor de la pantalla de cine, por no hablar de darle alguna utilidad física o humorística al 3D. Pero nada de eso ocurre y Peter Capusotto, con sus 3 dimensiones a cuestas, va camino a transformarse en una de las grandes decepciones de 2012.
Algunos momentos destacables de la sinergia entre Stiller / Murphy y algunos pocos logros más. Robo en las alturas cuenta la historia de Josh Kovaks (Ben Stiller), el encargado de “The Tower”, uno de los edificios más lujosos y vigilados de Nueva York. Él es detallista y meticuloso, nada de lo que ocurre en el edificio se escapa de su mirada. Pero existe otro personaje, un magnate de Wall Street, Arthur Shaw (Alan Alda) quien está acusado de robar a dos mil millones de dólares a sus inversores, incluidos los fondos de pensión de los empleados del edificio. Estos sucesos acabarán con la vida a la que Kovaks estaba acostumbrado. Él perderá su empleo y empezará a planear un robo en el edificio que permita a los empleados recuperar sus jubilaciones. Robo en las alturas es una comedia de acción y por ello cuenta con la dirección de Brett Ratner, responsable de la trilogía Una Pareja Explosiva, y la dupla actoral Ben Stiller / Eddie Murphy, quien interpreta a un ladrón de muy poca monta en el que piensa Kovaks a la hora de planificar el robo. Pese al esfuerzo por tener nombres probados en la comedia el filme no resulta especialmente risible, ni tiene mayores logros para destacar. A tal punto que, personalmente creo que lo mejor de Robo en las alturas está en su primera media hora en la que Ratner describe la cotidianeidad de Kovacs al frente del edificio y su relación tanto con los habitantes como con el resto de los empleados, a la vez que presenta al resto de los personajes que serán importantes para la evolución de la trama. Luego de ello, algunos momentos destacables de la sinergia entre Stiller / Murphy, la interesante participación de Tea Leoni, el eterno robo imposible llevado a cabo por novatos y la simple y previsible fábula a lo Robín Hood. Nada innovador ni sorprendente, solo un digno entretenimiento que funciona pero que no recordaremos especialmente.
Apuntes de la vida norteamericana y occidental y el talento y el humor de siempre en este regreso con gloria. A poco más de 20 años de la muerte del genial Jim Henson, su mayor creación televisiva regresa a la pantalla grande con el espíritu intacto y su eterna apuesta por la música y el talento, y claro, también están los irreverentes viejitos que se quejan de los Muppets. Digo que The Muppets, que tuvo su show televisivo entre 1976 y 1981, es la mayor creación de Henson en ese ámbito porque se trata de un show que no deja afuera a los grandes ni a los pequeños, cuando Plaza Sésano está decididamente más enfocado en el público infantil. Pero en el ámbito cinematográfico Henson también creó dos obras extraordinarias: El cristal encantado y Laberinto. En Los Muppets Gary y Mary una joven pareja viaja de vacaciones desde el imaginario pueblo de Smalltown hacia Hollywood. Con ellos va Walter, el hermano de Gary, que es el mayor fan del mundo de los Muppets, y a su vez es un Muppet. Una vez en California se enteran de que los Muppets están muy dispersos y que el teatro de ellos está a punto de ser vendido a un texano que descubrió que en ese lugar hay petróleo. Si bien en la trama no hay nada ríspido políticamente hablando, eso de intentar coartar la posibilidad de comprar el lugar al texano rico que quiere seguir acaparando riquezas, fue suficiente para asustar a algunos periodistas de Fox News (más precisamente de su canal de economía y finanzas) que señalaron que se trata de una película comunista ¿Puede considerarse un axioma que diga “toda película que asuste a la Fox es una buena película”? Al menos con The Muppets funciona. The Muppets está llena de pequeños grandes momentos, la despedida musical de Gary, Mary y Walter de Smalltown y el inmediato alivio de los bailarines tras la partida, la relación de Kermit (antes conocida como René) y Miss Piggy, e infinidad de apuntes en los que también aparece la actualidad (la crisis económica, el estado de la TV actual, etc). Con sutileza, inteligencia y mucho humor James Bobin construye un filme notable que está a la altura del original de Jim Henson porque el Teletón con el que, en la segunda mitad del filme, intentarán recaudar los diez millones que les permita conservar el teatro, le dará la posibilidad a estas marionetas de explotar todo su talento para la música y la comedia en un formato muy similar al original.