Cronenberg domina todos los aspectos de la puesta en escena para construir un filme opresivo y ominoso sobre la decadencia de un hombre y el capitalismo. Cada semana llegan a nuestras pantallas estrenos por montones, algunos valiosos, otros que buscan como único propósito brindar un entretenimiento pasatista a la vez que facturan fortunas y los locales que buscan su espacio de difusión. En ese contexto, autores como David Cronenberg quedan muy pocos y no todos llegan a nuestras pantallas. Por eso es preciso hablar de Cosmópolis, el filme con el que este año el realizador canadiense ha competido en Cannes. En alguna medida podríamos definir a Cosmópolis como una anti Road Movie ya que si bien el relato tiene lugar casi todo en tiempo en un vehículo en movimiento la puesta en escena transmite una sensación de asfixia y encierro que no es común ni siquiera en algunas road movies de terror. Eric Packer es un joven multimillonario en plena crisis personal. Él decide atravesar la ciudad de Nueva York, en su limusina, para cortarse el cabello. El tráfico está particularmente pesado debido a que el presidente de los Estados Unidos se encuentra en la ciudad y abundan las manifestaciones antisistema. Cosmópolis relata ese recorrido en el cual Eric irá recogiendo y dejando eventuales interlocutores con los que hablará de cuestiones económicas, bursátiles, personales e incluso se hará un chequeo de rutina y tendrá sexo. Si bien para los que lo conocen Eric Packer parece ser una persona segura que tiene todo bajo su control el notable trabajo de Cronenberg nos pone de manifiesto en cada dialogo y en cada mirada del personaje encarnado por Robert Pattinson su angustia y su fragilidad. Es por ello que no entiendo las exageradas críticas que sufrió el protagonista del filme, aunque es incuestionable que cuando este interactúa con actores de la categoría de Juliette Binoche o Paul Giamatti el filme crece. Como era de prever David Cronenberg domina todos los aspectos de la puesta en escena para construir un filme opresivo y ominoso sobre la decadencia del capitalismo y la timba financiera encarnadas en un hombre que deambula casi sin rumbo sobre su limosina blindada pero con el secreto deseo de correr algún riesgo más físico, doloroso y vital.
Ni un hombre más es la tardía ópera prima de Martín Salinas, un cineasta argentino formado en México y que a lo largo de más de 20 años construyó su carrera como guionista. Entre sus créditos se destacan Gaby, una historia verdadera (la película del mexicano Luis Mandoki por la que en 1988 Norma Aleandro obtuvo una nominación a los premios Oscar), Hasta la victoria siempre, Un embrujo, El mar de Lucas y la serie televisiva Tiempo final. Con esos antecedentes no sorprende que Ni un hombre más se sostenga en un guión estructurado de forma inteligente que le brinda al relato un ritmo constante y le permite el lucimiento a cada uno de los actores que llevan adelante esta oscura comedia coral. En un elenco de actuaciones homogéneas se destacan especialmente Valeria Bertuccelli y Luis Ziembrowski, dos probados comediantes y Martín Piroyansky, el joven actor que desde hace algunos años sobresale como uno de los mejores de su generación. El filme transcurre en una localidad misionera, en una tranquila hostería en temporada baja. Allí trabaja Charly (Piroyansky) y la paz del lugar se verá alterada cuando haga su entrada una pareja que sufrió un accidente en la ruta mientras transportaba a un secuestrado -que se les murió- y 100 mil dólares. Con el correr del metraje habrá más muerte y negociaciones para quedarse con una parte del botín y se irán sumando a la trama los más diversos personajes y el relato gana en hilaridad. Ni un hombre más no es una obra maestra, pero es una gran comedia, de las que no abundan en el cine argentino, y una película que, mientras nos hace reír, retrata despiadadamente la ambición desdemedida de muchos mortales.
Promisoria primera ficción para los hermanos Levy que tienen talento para narrar y capacidad de observación. Masterplan es el primer largometraje de ficción de los hermanos Diego y Pablo Levy que sorprendieran el año pasado con el documental Novias-Madrinas-15 años que cosechara muy buenas críticas y premios en el BAFICI 2011. Masterplan cuenta además con la producción del binomio Burman / Dubcovsky lo cual asegura una realización de calidad en los aspectos técnicos. Mariano esta por casarse y empezar a convivir con su novia cuando su futuro cuñado imagina una estafa: comprar electrodomésticos con la tarjeta de Mariano para que este después denuncie el robo del plástico. Pero algo sale mal y es posible que un testigo pueda identificar el antiguo Siam Di Tella en el que ambos se movilizan por la ciudad. Enfrentado a la encrucijada de asumir las deudas contraídas o seguir con el plan, Mariano denuncia el robo de la tarjeta y el auto. En definitiva Masterplan es la historia de amor obsesiva e irrefrenable del protagonista por su cuidado, antiguo y hermoso auto. Sin su Siam Mariano entrará en un espiral decadente en el que su ingenua novia, el inspector de la compañía defraudada -impecable labor de Campi- y el linyera que ahora vive en el que fue su automóvil no harán más que profundizar. Masterplan cuenta con una estupenda dirección de actores y un marcado cuidado en los aspectos formales, pero le faltó mayor elaboración sobre el guión para conseguir convertirse en la divertida comedia que pretende ser (y que pudo haber sido). De todas maneras, esta no deja de ser una promisoria primera ficción para los hermanos Levy que tienen talento para narrar, capacidad de observación y podrán seguir creciendo en la medida en la que puedan seguir produciendo.
Argo es una de esas películas que quedan para siempre en la memoria. Increíblemente, Argo, el nuevo filme de Ben Affleck, está basado en un hecho real, notablemente adornado en función del relato cinematográfico. A fin del año 1979 una gran cantidad de manifestantes tomaron la embajada estadounidense en Teherán reclamando el regreso al país el antiguo jefe de estado Sha Reza Pahlevi para que sea juzgado por sus crímenes. En el momento en que ocurre la toma seis diplomáticos logran escapar y se refugian en la residencia del embajador canadiense en Irán. Argo cuenta el sorprendente plan que lleva adelante la CIA para extraer a esas seis personas de Irán y regresarlos a su país natal: hacen pasar al rescatista y a los refugiados por un equipo cinematográfico canadiense que viaja a Teherán en busca de locaciones para rodar un film de ciencia ficción. El filme despertó polémicas en Canadá ya que algunos estiman que se minimiza la participación de este país en el hecho. Pero eso es un detalle porque la cinta es honesta en los temas de fondo: por ejemplo, queda claro que Pahlevi fue un dictador impuesto y protegido por los Estados Unidos en un momento en el que una salida política laica prometía proteger los recursos naturales de Irán de la explotación extranjera. Desde el punto de vista cinematográfico, lo que realmente importa de Argo, es sorprendente el talento de Affleck para generar suspenso y llevar adelante un relato de tono clasicista que se disfruta con su mezcla justa de tensión y placer. El filme no tiene fisuras y así Affleck realiza una obra que está a la altura de los grandes maestros del cine. También es válido destacar que en Argo hay una notable dirección de actores donde lucen algunos secundarios de lujo (por ejemplo John Goodman) y, fundamentalmente, el trabajo actoral del propio Ben Affleck que es de los mejores de su desigual trayectoria. Argo es una de esas películas que quedan para siempre en la memoria y que, dentro de unos años reconoceremos al ver cualquier plano. Eso que ocurre con los clásicos y las grandes películas.
El objetivo de los trailers cinematofráficos es predisponer bien con el filme a sus potenciales espectadores. Con el avance de Cambio de planes ocurre el efecto contrario, seguramente serán pocos los amantes del cine a los que le quedará alguna voluntad de acercarse a las salas luego de verlo. El trailer habla de una película con un humor opaco construido a partir de chistes remanidos, de una historia que a partir de la lucha y la aceptación se torna esperanzadora a la fuerza, de las que vimos centenares. El planteo inicial del filme muestra a Manolo, un hombre en plena crisis personal al que una serie de situaciones lo cruzarán con Antonio, un adolescente que sufre un avanzado cáncer pese a lo cual no pierde el desenfado. Si bien hay una correcta dirección de actores es el personaje de Antonio el que sostiene el relato, el filme gana con su personalidad y espontaneidad. Definitivamente Cambio de planes no es un filme tan pobre como nos hacía sospechar su trailer pero el realizador debutante Paco Arango abusa de las casualidades y el azar, así como de la música incidental utilizada con el único fin de enfatizar los climas. Esos son apenas algunos de los errores que llevan a que este relato vaya perdiendo fuerza e interés con el correr del metraje.
En el film existe la voluntad de contar lo vivido con veracidad pero sin una mirada nostálgica. Desde que Luís Puenzo dirigiera La historia oficial, los años de plomo de la dictadura han sido revisitados constantemente con mayor o menor fortuna en centenares de filmes nacionales y extranjeros. Pero “Infancia clandestina” tiene algunas particularidades que la hacen especialmente diferente. Infancia clandestina cuenta la historia de Juan un niño de 12 años que, al regreso del exilio en Cuba, crece en el seno de una familia montonera en Buenos Aires. Juan, ahora se llama Ernesto, va a la escuela primaria, interactúa con otros chicos de su edad y las autoridades del colegio, celebra su cumpleaños, se enamora, escucha las discusiones políticas y observa las actividades de Montoneros. Para Juan no hay otra vida y es feliz aun con las claudicaciones personales que ello conlleva o con una visión mucho más madura para su edad. En su primer largo de ficción Benjamín Ávila habla de un universo que conoció. A partir de sus experiencias familiares y personales construye un relato sólido y sentido donde el punto de vista es el de un niño que vive y asume esa clandestinidad cotidiana con naturalidad En el film existe la voluntad de contar lo vivido con veracidad pero sin nostalgia ni pena. Es en última instancia un testimonio de vida, de vidas al límite que no se permiten perder capacidad lúdica ni alegría por pesada que sea la experiencia, por cercanos que sean los compañeros caídos en esa sencilla consigna, “Perón o muerte”. El relato también se sostiene en las actuaciones, fundamentalmente en esa familia creíble y querible encarnada por Natalia Oreiro, y su espontaneidad infinita, el inefable tío Beto construido por alguien que vivió el exilio en la niñez como Ernesto Alterio y el sólido trabajo de César Troncoso. Tengo que decir que no me pareció demasiado afortunada la utilización de la animación para retratar dos momentos particularmente traumáticos en la vida de Juan ubicados a cada extremo del metraje. Mostrados de esta manera solo sirven para menguar lo doloroso de esos instantes puntuales y el recurso no parece integrado al resto del relato. Pero en cualquier caso Infancia clandestina es una gran película y una muy promisoria primera experiencia de Benjamín Ávila en la ficción. Una obra accesible y valiosa para todos los espectadores.
UNA VIDA AJENA Lo mejor de Mientras duermes es la capacidad para generar una constante tensión en el espectador que Balagueró fue perfeccionando en todos estos años. Jaume Balagueró lleva varios años dando muestras de su talento como director de cine de género. Luego de su ópera prima (Los sin nombre) logró insertarse en el mercado internacional con dos filmes en ingles y con actores destacados (Anna Paquin, Lena Olin, Giancarlo Giannini y Calista Flockhart). Pero la consagración lo alcanzó en su regreso a España cuando estrenó ese asfixiante relato en tiempo real y cámara en mano titulado Rec. Lo mejor de Mientras duermes es la capacidad para generar una constante tensión en el espectador que el director fue perfeccionando en todos estos años. Con su cámara acompaña a Cesar (Luís Tosar) en su pretensión de vivir una vida distinta, ajena a sus posibilidades (no solo económicas sino también en cuanto a su imposibilidad de relacionarse afectivamente). Posiblemente en su mayor virtud Mientras duermes encuentre también su principal defecto. Si bien narra con precisión manteniéndonos al borde de la butaca a lo largo de los más de 90 minutos de metraje, la descripción del personaje de Cesar es insuficiente y complica la posibilidad de generar algún tipo de identificación. No obstante los amantes del cine de género podrán disfrutar de las desventuras de este monstruo desalmado en su intento de borrar la alegría de una mujer feliz.
EL NEGATIVO DE JESÚS Dumont ofrece una mirada sobre el bien y el mal, no como estados absolutos sino desde su complejidad, como estos confluyen en sus personajes. Bruno Dumont sitúa la acción de la historia en un espació bucólico, en uno de esos pueblos donde las personas se conocen y nadie es anónimo, donde el aburrimiento y la naturaleza lo dominan todo… hasta que repentinamente irrumpe la violencia. Dos personajes sin nombre movilizan la acción, un hombre y una mujer que caminan por el pueblo dialogaran (poco) y se prodigarán favores mutuamente de forma vital. Personalmente disfruto mucho de la obra del director, especialmente de películas como esta que se desarrollan en una constante tensión gracias a los climas que el realizador francés construye a partir de la puesta y el sonido. Una vez más ofrece una mirada sobre el bien y el mal, no como estados absolutos sino desde su complejidad, como estos confluyen en sus personajes. En Hors Satan quien brinda el sustento puede asfixiar con sus acciones y quien mata puede dar vida. Desde su profundo ateísmo, Dumont trabaja frecuentemente con elementos vinculados a la religión, hay un momento fantástico que cualquier buen cristiano tendrá que reconocer como un milagro. Dumont es un personaje aparte, un director que se creyó lo del enfant terrible del cine francés y este legado lo llevó al paroxismo. Fuera de Satán es una historia cuya cadencia persistente dota al relato de una notable fluidez, sumado esto a su exquisita complejidad hace que se trate de uno de sus mejores filmes.
Yo te quiero libre Por momentos Gabi on the Roof in July brilla con la luz de su protagonista y luce libre, desprejuiciada e impúdica. En la década del 90, avalado por el Festival de Sundance, cobró particular empuje la marca cine indie estadounidense. Sin que este rótulo defina una forma de ver el mundo, pensarlo o de hacer cine alejado de los cánones tradicionales. De hecho la mayoría de las películas indie que conocemos son réplicas del mainstream hollywodense con menos presupuesto. De ese pseudo movimiento surgieron nombres que alimentan la gigantesca maquinaria audiovisual estadounidense (Soderbergh, Coen y Tarantino) pero resulta más difícil encontrar herederos dignos de los autores más personales y outsiders. Con la democratización del audiovisual, la baja de costos, la mayor cantidad de escuelas de cine y la proliferación de festivales indie también en EE. UU. se multiplicó la cantidad de pequeñas películas que se realizan cada año (e incluso se generaron nuevas corrientes como el mumblecore). Gabi on the Roof in July, como Bummer summer es una de esas pequeñas películas personales hechas a pulmón, más preocupadas por retratar un espacio, un momento y un lugar que de pegar el anhelado salto a las grandes ligas del cine industrial. Gabi llega a N.Y. a pasar el verano con su hermano Sam. Ambos tienen aspiraciones artísticas y miradas antagónicas sobre lo que debería ser el arte. Gabi es muy joven, vital y desinhibida, para ella el arte, que puede ser su propio cuerpo, debe interrelacionarse con la gente y no debería descansar en museos para el placer de una burguesía acomodada. Sam, en cambio, ya es un artista profesional y su concepción del arte está integrada a la lógica de circulación y comunicación de estos tiempos. Por momentos Gabi on the Roof in July brilla con la luz de su protagonista (a la vez montajista y productora) y luce libre, desprejuiciada e impúdica. La mayor parte del relato se construye desde esa impudicia que se torna potencia creativa y le da un aire refrescante a la narración. Pero como dice Sam (que no es tan libre y se opaca en conflictos y dilemas comerciales/amorosos) "Nadie puede vivir en New York sin trabajar" y sobre el final su mirada empieza a imponerse. El filme es muy valioso y sin dudas deberemos agendar los nombres de Sophia Takal y Lawrence Michael Levine para seguirles los pasos futuros.
Comedia menor con algunos apuntes brillantes. El Dictador, la tercera película del binomio creativo Larry Charles (director) / Sacha Baron Cohen (guionista y protagonista) después de Borat y Brüno, se trata de una comedia menor que apela casi constantemente al trazo grueso, tanto desde la construcción de los personajes como en la búsqueda de lo risible. Pero entre chistes fáciles burdos y apuntes despectivos sobre medio oriente, aparecen ciento cincuenta segundos excelentes. En esos minutos el dictador Aladeen ante el conjunto de naciones libres pone en cuestión la noción de democracia de los Estados Unidos y gran parte de occidente. Creyendo que habla de su amada dictadura Aladeen habla de las compañías petroleras, la injusta distribución de la riqueza, la reducción de impuesto para las clases altas, la falta de cobertura social para los pobres y los medios de comunicación en pocas manos, entre otros temas. Excepto por ese monólogo agudo y extraordinario, brillantemente escrito, esta película no es mejor ni más filosa que un sketch de "El dictador de Costa Pobre" en los que Olmedo-Sofovich tiranizaban a Fidel (con un personaje mucho más simpático y querible que Aladeen) a la vez que problematizaban el bloqueo.