El tiempo desaparece La cuarta entrega de la saga de espionaje familiar lleva otra vez el sello de su creador, Robert Rodriguez, un realizador que apuesta al cine de género y al gran despliegue de efectos digitales. Mini espías 4 y los ladrones del tiempo da protagonismo a Marissa Cortez Wilson (Jessica Alba), agente secreta retirada que está a punto de dar a luz y debe lidiar con su marido periodista y sus dos hijastros (Rowan Blancahrd y Mason Cook). Pero esto no es todo, también deberá hacer frente, junto a su familia, al temible villano Timekeeper (Jeremy Piven) que amenaza con robarse el tiempo y así apoderarse del planeta. En este cuarto eslabón reaparecen los chicos (ya crecidos) de las tres entregas anteriores (Alexa Vega y Daryl Sabara), el cameo de un segundo de Danny Trejo (actor fetiche del director y protagonista de Machete) y Ricky Gervais (The Office) quien presta su voz al perro-robot Argonauta. Con este esquema que se mueve entre la acción y la maquinaria más disparatada, Rodríguez entrega la más floja película de la saga, con personajes que parecen salidos de una historieta (el malvado de turno) y preocupado más por los efectos que por la intriga de una trama que sólo acumula artilugios visuales. La película puede ser disfrutada por chicos de más de 6 años aunque el público adulto extrañará la efectividad que tuvo el film original. ¿Y Antonio Banderas donde está?....
El cine dentro del cine El nuevo film de Martin Scorsese, nominado a 11 premios Oscar de la Academia de Hollywood, entre ellos el de "mejor película" y "mejor director", no es otra cosa que el eterno juego del "cine dentro del cine". Al igual que en Cinema Paradiso, Hugo es un aceitado mecanismo de relojería filmado en 3D donde los recursos del formato están aprovechados al máximo. Sólo basta con sumergirse en la secuencia inicial que comienza con la vista panorámica de la París de los años 30 y termina en los ojos del protagonista, Hugo, encarnado con emoción por el niño Asa Butterfield (el mismo de El niño de piyama a rayas). Hugo es un huérfano, ladrón, que hace de la estación su bunker y se ocupa de los relojes del lugar. Nadie tiene acceso a los laberínticos pasadizos que se encuentran detrás de las paredes: ni el torpe inspector (Sacha Baron Cohen) escoltado por su doberman, ni tampoco está a salvo el juguetero que aguarda ser asaltado por el intrépido personaje. Pero las cosas cambian cuando Hugo es descubierto por una excéntrica chica (Chloe Moretz, la revelación de Kick-Ass) junto a quien vivirá una increíble aventura. La película hace gala de sus excelentes rubros técnicos (la dirección de producción de Dante Ferretti, la fotografía rica en claroscuros de Robert Richardson o la impactante música con aires parisinos de Howard Shore) para contar una historia que fusiona la aventura, el drama y la magia que surge al relatar a través de imágenes. Ese es el punto fuerte de Hugo y Scorsese se lanza sin red en un relato que atrapa, seduce y emociona a través de la situaciones que presenta. El homenaje al séptimo arte dice presente con el personaje de George Meliés (Ben Kingsley), el realizador de Viaje a la Luna y sus inacabables trucos de magia aplicados al cine; la sorpresa de los espectadores ante La llegada del tren, de los hermanos Lumiére, o la comicidad de Buster Keaton, colgando de un gran reloj, e incluso una referencia a Vértigo, de Alfred Hitchcock. Basada en la novela infantil de Brian Selznick, la película recurre a imágenes de archivo, en blanco y negro y también coloreadas, a la sucesión de figuras fijas que dan la idea de "movimiento" y permite el lucimiento de grandes actores en roles secundarios: Christopher Lee y Richard Griffiths, quienes pasean sus contrastantes figuras por la estación de tren y...un cameo del mismísimo Scorsese como un fotógrafo. Todo está colocado al servicio de la evocación y de la nostalgia en esta trama cuyas piezas se irán uniendo con el correr de los minutos. Entre mecanismos de relojería, un robot y una llave que abre secretos, Scorsese también tiene acceso al corazón del público.
Oscuros clientes Película nacional de suspenso concebida por Ramiro y Adrián García Bogliano, los realizadores de la ciudad de La Plata que triunfan en el exterior con sus films de género. Luego del estreno comercial de Sudor Frío el año pasado, arremeten con Penumbra, un relato claustrofóbico que evidencia una narración depurada y un clima de agobio que se respira hasta los últimos minutos. Penumbra cuenta la historia de Marga (Cristina Brondo, quien antes trabajó bajo las órdenes de Darío Argento), una española que muestra su departamento en Buenos Aires a posibles inquilinos. Pero se da cuenta (un poco tarde) de que se trata de "clientes" peligrosos. El espectador ya intuye de antemano que algo va a salir mal, pero lo interesante es que no sabe de qué manera. El relato crea tensión y no deja de lado el humor a través de personajes que parecen salidos de una secta. El film de los Bogliano se convierte entonces en un envolvente e inquietante juego que echa mano a recursos vistos en títulos como La comunidad e incluso El bebé de Rosemary. El resultado es altamente favorable, está alimentado por presencias sospechosas y el costado fantástico dice poresente sobre el desenlace. Los cameos de Arnaldo André y Gustavo Garzón se suman al elenco integrado por Sebastián "Berta" Muñiz, Camila Bordonaba, Mirella Pascual y Victoria Witemburg. No es éste un film de terror en estado puro, ya que la balanza se inclina más hacia la creación de clmas y la locura que impulsa a los personajes. Por las dudas, si tocan timbre, pregunte antes de abrir.
Aventura que apunta a los clásicos Una aventura espectacular promete esta secuela ambientada en una isla que tiene extrañas formas de vida, montañas de oro, mortíferos volcanes y más de un secreto. Sin Brendan Fraser en el papel del tío que jugo cuatro años atrás en Viaje al centro de la Tierra, llega esta secuela de aventuras ahora protagonizada por el gigantesco Dwayne Johnson, más conocido como La Roca. Viaje 2: La isla misteriosa propone una mirada a los relatos del género (se viene Viaje a la luna) a partir de tres libros clásicos de Jonathan Swift, Stevenson y Verne que hacen referencia a una isla, que en la ficción, está en algún lugar del Pacífico. Contrastando el mundo moderno con la precariedad de la isla que da título al film, la historia no es otra cosa que una variante sobre la reconstrucción de una familia: un padrastro (Johnson) que intenta acercarse al hijo adolescente (Josh Hutcherson) y un abuelo (Michael Caine) que envía mensajes codificados desde algún lugar remoto. Esa isla que conocerán gracias a un piloto inexperto (Luis Guzmán, quien ofrece los toques de humor) y su hija adolescente (Vanessa Hudgens, la de High School Musical) que también harán lo imposible por permanecer juntos. El film hace gala del 3D, de los buenos efectos visuales y de los escenarios recreados digitalmente (el volcán en erupción y la ciudad de la Atlántida) cuando los protagonistas qudan varados en la isla y se ven diminutos ante lagartos, abejas y pájaros. Al igual que en Querida encogí a los niños, la película juega con las escalas y hasta se permite la búsqueda del Nautilus, la nave que el Capitán Nemo ha dejado abandonada en algún rincón del peligroso lugar. Con buenos momentos (aunque la primera es superior) el realizador Brad Peyton (Como perros y gatos 2) pone el acento en los escapes, travesías por cuevas y en algunos sobresaltos para los más pequeños. El segundo eslabón de la saga apuesta al universo de Julio Verne y combina acertadamente varios elementos, a manera de un tornado, para conquistar al público infantil.
Padre en emergencia Nominado a cinco premios Oscar de la Academia de Hollywood, entre ellos, en el rubro de "mejor película", el nuevo trabajo de Alexander Payne construye una historia de recomposición familliar y de secretos que salen a la luz en los peores momentos. Los descendientes se establece en el drama y hasta se permite momentos de humor que siguen el estilo del realizador de Entre copas y Las confesiones del Sr Schmidt. George Clooney (nominado al Oscar) logra un trabajo conmovedor en el papel de Matt King, un padre de familia que debe hacerse cargo de sus hijas mientras su mujer permanece en estado de coma por un accidente ocurrido en el mar. Su rol le permite desarrollar dolor, sorpresa y torpeza. Sin problemas económicos y dueño de unas tierras heredadas en Hawaii, Matt intenta atar los cabos de un pasado que golpea en el momento menos indicado y lidiar con la crianza de Scottie (Amara Miller), su hija de diez años, y la adolescente Alexandra (Shailene Woodley) de quien estuvo distanciado. Un viaje junto a ellas (y con el amigo impertinente de la más grande) lo encaminará hacia la verdad, la toma de decisiones y el reencuentro familiar. La galería de personajes incluye a primos interesados que reaparecen por cuestiones económicas cuando se ponen en venta las tierras de los antepasados del clan; un agente de bienes raíces que dispara la trama hacia terrenos más comprometidos; amigos que saben más de lo que hablan y un suegro duro que le recrimina por el actual estado de la esposa de Matt. El relato, ambientado en escenografías naturales de impresionante belleza, está atravesado por una banda de sonido hawaiana que transmite los ecos de una tragedia y de una herencia familiar incalculable. Los descendientes hacen lo imposible por sobrevivir en un mar de conflictos y si salen airosos es por la solvencia del elenco juvenil y la presencia de Beau Bridges.
Gran lucimiento de Streep "Puedes rebobinar el pasado, pero no puedes cambiarlo" le dice Denis (un siempre destacado Jim Broadbent) a su mujer, Margaret Thatcher (Meryl Streep) en esta biopic que gira en torno a la vida de la ex-Primer Ministro Británica. Si algo queda claro desde el comienzo en La dama de Hierro es la carga emocional que Streep le imprime a su personaje, bajo la dirección de Phyllida Lloyd, con quien antes había trabajo en el musical Mamma Mía. El relato acierta en la forma de acercarse a esta dura mujer, amada y odiada, que trabajó en un almacén junto a sus padres cuando era niña y que ya se perfilaba como una líder con deseos de plasmar cambios. La película va y viene constantemente en el tiempo para mostrar además la faceta intima del personaje: la relación con su marido y con su hija. El caos social y político en el que se vio inmersa (atentados y olas de violencia) es reflejado en la mirada y las decisiones de una mujer que no dudó en llegar tampoco al conflicto bélico con Argentina por las Malvinas. En ese sentido, el film aborda este tema con imparcialidad y no se muestra ni piadoso ni aplaude la decisión de Thatcher (se destaca la escena en la que escribe cartas a los familiares de las víctimas inglesas) mientras alterna imágenes de archivo (nunca se ve a la verdadera Thatcher) con la dramatización que impulsa el relato. Streep encarna a la ex Primer Ministro Británica en un trabajo sublime: su mirada, su manera de caminar encorvada y su acento. El maquillaje resulta también impresionante y potencia su actuación (nominada en el rubro "mejor actriz" para la próxima edición del Oscar). No se trata de una biopic del estilo hollywoodense y, por momentos, puede resultar fría o idílica (el esposo muerto que se encamina hacia la luz) en exceso, pero una mujer delante y otra detrás de cámara le colocan la dosis justa de sensibilidad que la historia necesita.
El lado secreto del FBI El director Clint Eastwood aborda la vida pública y privada de uno de los directores más polémicos del FBI. J. Edgar, que se mantuvo a lo largo de ocho presidencias luego de fundar el organismo en 1924. El film va y viene en el tiempo (el segundo tramo resulta más interesante que el comienzo) y Eastwood echa mano a investigaciones, extorsiones y chantajes para situar la actividad del personaje principal, mientras propone un recorrido por gran parte de la historia norteamericana. Lo más interesante de J. Edgar reposa en la relación que el personaje mantuvo con su asistente Clyde (Armie Hammes), subdirector del FBI, compañero, confidente y algo más; la convivencia con su madre (Judi Dench) y la confianza depositada en su secretaria (Naomi Watts). El cineasta recurre a detalles y frases que pintan el universo íntimo del conflictivo líder del FBI. Y también hace referencia a un caso legal que termina con la pena de muerte (el secuestro de un bebé) y al pedido de más recursos y herramientras para poder manejar el organismo. Eastwood no desaprovecha la oportunidad que le da el guión de Dustin Lance Black (Milk) para meterse en el mundo del cine, donde desfilan fragmentos de films de James Cagney y hasta la recreación de la niña prodigio, Shirley Temple. En medio de un mundo que se muve por decisiones políticas, chantajes e información reservada, también el espectador accede el micromundo de un hombre (o dos) para espiar el peso de una educación materna severa que culmina en sentimientos reprimidos. Si bien no es la mejor película de Eastwood, queda claro que es un excelente director de actores: Leonardo Di Caprio (olvidado injustamente en las nominaciones para el Oscar) deja asomar la emoción a través de espesas capas de maquillaje y Armie Hammer lo acompaña con solvencia, silencio y convicción.
En busca del arco perdido Relato de aventuras que sorprende desde lo visual (son los mismos productores de 300) y juega con la mitología griega a través de luchas sangrientas y de alto impacto. Inmortales asegura que los Dioses del Olimpo no deben influenciar ni entrometerse en las luchas de los hombres. Pero aquí ocurre lo contrario. Teseo (Henry Cavill, quien será el nuevo Superman) es un esclavo (y la promesa de los Dioses para guiar a su pueblo) que jura vengar el aesesinato de su madre en manos del perverso Rey Hyperión (Mickey Rourke), quien junto a su ejército siembra el horror y el caos en su conquista por el mundo y se lanza detrás del arco mágico de Epiro. El relato se mueve entre las visiones de una pitonisa (Freida Pinto, de El planeta de lo simios) que involucran al protagonista y escenarios creados digitalmente que se ven potenciados por el uso del 3D. Inmortales es contundente desde lo visual (el uso de la cámara lenta, la sangre en primer plano, la impresionante dirección de arte) y también presenta una galería de personajes funcionales a la trama. Superando a su rival Furia de Titanes, y con la dirección del hindú Tarsem Singh (La celda), la película construye un mundo milenario y le agrega el toque fantástico para impulsar su imaginería visual: el cielo habitado por Dioses estilizados y con vestuario propio de un megashow en contraste con una tierra caótica (la aldea) en la que los hombres intentan sobrevivir. El film tiene la rapidez y certeza de una flecha y, cuando lo necesita, recurre a la fuerza (como el martillo, las armas o los tormentos utilizados por los villanos) para construír un héroe que quedará inmortalizado en una estatua.
Dos mundos en uno Un relato intimista es el que plasma la realizadora francesa Alix Delaporte para hablar de las segundas oportunidades y de la recomposición de dos vidas que terminan siendo una. El amor de Tony (Angéle et Tony) está ambientada en un pequeño puerto pesquero en Normandía. Angéle (Clotilde Hesme, con un rostro que se come la cámara) es una joven que acaba de salir de la cárcel y cuyo único objetivo es lograr la tenencia de su pequeño hijo Yohan, quien vive con sus abuelos paternos. Por otro lado, Tony (Grégory Gadebois) es un pescador que vive con su madre. Y, como en toda historia de amor que se precie de tal, sus mundos chocarán para seguir adelante. El film se toma sus tiempos y concentra el interés en su segundo tramo, con personajes que se mueven entre la necesidad de formar una familia, y un marco de huelgas pesqueras que los pone en jaque. La directora desplaza la atención desde una relación que, a priori, parece improbable, hasta la irrupción de Angéle en la vida de la madre de Tony, una mujer que no ve con buenos ojos su llegada y desconfía. A través de pequeñas postales (los paseos en bicicleta o la imagen final) y la de un barco que se posa en las tranquilas aguas del mar para descomprimir la tensión de la trama, El amor de Tony echa una mirada personal y busca la resignificación del amor a partir de los pliegues emocionales que tienen los protagonistas. Que no son pocos.
Invasión con poca electricidad Una invasión aliénigena tiene como escenario a la ciudad de Moscú y a un grupo de jóvenes sobrevivientes. El tema de las invasiones alienígenas fueron y son moneda constante en el cine. Lejos han quedado las épocas de extraterrestres bondadosos y comprensivos, dejando lugar a criaturas que vienen a conquistar el planeta Tierra. En La última noche de la humanidad, el planteo resulta interesante aunque va perdiendo interés y utiliza los mismos recursos a lo largo de todo su metraje. Extrañas formas de energía descienden a la ciudad de Moscú y la convierte en un lugar desierto. Los protagonistas, dos amigos norteamericanos (uno de ellos es Emile Hirsch, el actor de Meteoro), viajan al lugar por motivos laborales, son traicionados y se verán sorprendidos además por esta invasión extraterrestre. Atrapados, luchando codo a codo con el hombre que les robó un proyecto, y en medio de un marco apocalíptico (sorprenden los escenarios naturales sin gente), los chicos deben luchar por su supervivencia, Y se sumarán otros con mayor o menor suerte. Si la primera media hora del film resulta atrapante, lo que sigue es un rutinario relato que propone escapes, personajes escondiéndose de las fuerzas siniestras que los amenazan y que los aniquilan. Aquí los humanos se desintegran como les ocurría a los "invasores" en la vieja serie de televisión. El director Chris Gorak tiene en sus manos todo el despliegue para sorpender al espectador, pero sólo pone el acento (trabajó en la dirección de arte de El club de la pelea y Sentencia Previa) en los escenarios y se olvida de la tensión y del suspenso. Lo que se dice una invasión sin demasiada electricidad.