El origen del poder La cuarta entrega de la saga funciona como una precuela que narra el encuentro de estos superhéroes surgidos del universo Marvel y acierta por el ritmo que le imprime sul director, Matthew Vaughn, quien antes filmó Kick Ass. Con un comienzo que sitúa la acción en un campo de concentración y un niño desprotegido con poderes que luego se convertirá en Erik/Magneto (Michael Fassbender), la película muestra la persecución que éste emprende contra su archienemigo y asesino de sus padres (Kevin Bacon). En el otro lado, un joven Charles Xavier (James Mc Avoy) recluta y entrena a los mutantes con poderes que se sienten diferentes al resto. De este modo, el film entrega una mirada sobre la discriminación y el abuso de la fuerza. Así desfilan Mystique (Jennifer Lawrence); Moira (Rosa Byrne), una humana normal; Beast (Nicholas Hoult) y Lucas (Havok). Ellos aprenderán a dominar las "facultades especiales" que poseen. El relato tiene como trasfondo la crisis de los misiles de Cuba y la acción llega incluso hasta Villa Gessell (con montañas!) , donde se refugia el "enemigo". X-Men: Primera Generación es un vertiginoso producto que no da tregua al espectador y que crea suspenso y tensión a lo largo de dos horas. Hasta se permite un cameo de Wolverine (Hugh Jackman) y de Michael Ironside, ícono de las películas ochentosas en las que participó como villano. Los fanáticos harán un retroceso en la historia, serán testigos de los acontecimientos previos a los vistos en la saga y conocerán por qué Charles Xavier junto a sus alumnos terminaron cono enemigos de Magneto.
Aquí vive el horror La nueva película de James Wan (El Juego del Miedo y la inquietante Silencio de muerte, que en Argentina saltó directo al DVD) tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, el realizador da rienda suelta a un film que se ameja a los climas y los tiempos de Actividad paranormal y Aqúi vive el horror, contraponiendo un segundo tramo donde borra con el codo lo que había contado con astucia en los primeros minuos. La noche del demonio sitúa a una familia recíen instalada (el matrimonio encarnado por Patrick Wilson y Rose Byrne) en una casona sinestra y enfrenta a sus protagonistas con las extrañas presencias que comienzan a manifestarse en el lugar. Las cosas se complican cuando Dalton (Ty Simpkins), el hijo mayor de los tres, cae en un estado de coma, que atrae a entidades malévolas que se pasean por los corredores de la casa. El cineasta juega con el "más allá" y tampoco disimula las influencias de Poltergeist, cuando entra en acción un equipo de "cazafantasmas" y una medium que los comunica con un mundo lleno de sombras y trae algunas sorpresas del pasado. El film asusta y sacude en sus primeros minutos, pero muestra más de lo que debe llegando a su desenlace y las "presencias" que deambulan por la casa pierden peso y dejan de sacudir al espectador. Una lástima porque el relato plantea un interesante juego entre mundos paralelos, desdoblamiento de cuerpos y espíritus, miedos infantiles y pesadillas pasadas con asombrosa pericia narrativa, que se termina arruinando más tarde. A veces, más elementos puestos en juego dicen menos.
En busca de la eterna juventud "Nací para ser pirata" asegura Jack Sparrow, el extravagante personaje creado por Johnny Depp por cuarta vez en esta aventura que acumula acción, humor y toques fantásticos. Aunque la exitosa saga parecía agotada, el director Rob Marshall (en reemplazo de Gore Vervinsky) le insufla nuevos aires y, desde el comienzo, se percibe que todavía hay pólvora en los cartuchos. Con Jerry Bruckheimer como productor, alguien que sabe que tirar la casa por la ventana le da sus buenos frutos, y rubros técnicos de primer nivel, Piratas del Caribe: Navegando aguas misteriosas, entretiene de principio a fin cuando el protagonista se ve obligado a escapar al ayudar a un amigo (se disfraza en una corte), se cruza en su camino con una mujer de su pasado (Penélope Cruz) y aborda el Queen Anne’s Revenge, el barco del formidable pirata Blackbeard (Ian McShane). Todos se pelean contra todos pero buscan lo mismo: la Fuente de la Eterna Juventud. Con aires de Indiana Jones y una tripulación con guardianes convertidos en zombies, la película hará las delicias de grandes y chicos. Además del tono burlón y estrafalario que le impone Depp, se destaca también Geoffrey Rush, mientras Penélope Cruz acompaña con corrección. Las mejores secuencias tienen lugar a bordo de un bote atacado por sirenas (una de las piezas fuertes del relato) y de un barco que está haciendo equilibrio en un precipicio. Los responsables de esta cuarta película saben perfectamente cómo hacer para que el entretenimiento no se caiga. Igual que los personajes, quienes se ven empujados a reunír varias piezas para lograr su objetivo.
Regreso a las fuentes El director Woody Allen regresa a Manhattan para contar una historia que, una vez más, espía sus propias obsesiones a través del personaje principal, Boris Yellnikoff (Larry David, el creador de la serie Seinfeld), un misántropo malhumorado. Que la cosa funcione es anterior a Conocéras al hombre de tus sueños (estrenada recientemente en Argentina). pero mantiene puntos de contacto con ésta al revisar la relación que nace entre un hombre mayor y una joven inexperta del sur (Eva Rachel Wood) que llega a Manhattan para empezar una nueva vida. Boris tiene una visión trágica de la existencia humana, inicia una relación particular con la muchacha y enfrenta a los padres (Ed Begely y Patricia Clarkson) que descubren el paradero de su hija y se enteran de la situación. Allen arremete con situaciones humorísticas que no tienen desperdicio, hace que su personaje principal rompa la ficción (habla con el espectador mirando a cámara) y lanza sus bromas sobre la sexualidad y las relaciones humanas en todas sus formas, tópicos habituales y obsesiones presentes en todos sus trabajos. Para algunos es más de lo mismo, pero el cineasta saca provecho de cada escena y abre el abanico afectivo de sus criaturas hacia nuevos rumbos (la madre que se transforma en una libertina y convive con dos hombres). En Que la cosa funcione la desgracia de muchos se transforma en la gracia de otros. El comienzo verborrágico que se plantea entre un grupo de amigos; la irrupción de un joven carilindo que se acerca a su presa; el contraste permanente entre lo moderno y lo clásico durante la convivencia, son sólo algunos de los hallazgos que plantea el film. Larry David es el intérprete ideal para llevar adelante el relato y está muy bien respaldado por todo el elenco.
Ozon con envoltorio feminista Cualquiera que haya visto alguna película del director Francois Ozon se encuentra con productos artísticos que siempre juegan al riesgo. Con mejor o peor suerte. Y Potiche: mujeres al poder no es la excepción. El film, nominado a cuatro Premios Cesar, evoca la estética de films de los setenta y pone el feminismo en primer plano. Después de La piscina, 8 mujeres (que tendrá en breve su versión teatral en Buenos Aires) y Ricky; esta película ambientada en 1977 ofrece su explosiva combinación de colores y una gran influencia musical que dice presente a modo de comedia "cantada" en algunos tramos, como surgida de una antigua publicidad televisiva. Suzanne (Catherine Deneuve) es una ama de casa sumisa ("el potiche" o "jarrón" al que alude el título) y casada con un despiadado fabricantre (Fabrice Luchini) de paraguas. Mientras ella cocina, él enfrenta luchas sindicales y reclamos de sus empleados. Entonces, "ella", la "relegada" administrará el negocio familiar y tendrá poder. La trama incluye luchas familiares, contiendas políticas y relaciones extramatrimoniales, pero todo se vuelve ingenuo y simplón. El polémico realizador se apoya en el aspecto formal (Deneuve en el sitial de "diva" y mostrando sus bellas piernas) pero el resto no deja de ser una comedia francesa más (Gérard Depardieu es el diputado comunista que fue su "conquista amorosa" años atrás), sin demasiada diversión más allá de la contundente presencia de sus estrellas.
La victoria de un pueblo En Esquel, Patagonia Argentina, una empresa canadiense promete generar cuatrocientos puestos de trabajo con la extracción de oro y plata de una mina. El emprendimiento minero parece ser la gran solución para la población que vive por debajo de los límites de pobreza. Vienen por el oro, vienen ofrece buenos recursos narrativos al servicio de un relato que coloca la denuncia en primer plano, a través de testimonios de gente del lugar y de profesionales que hablan sobre la contaminación. Al igual que la maestra que explica a sus alumnos que no "somos el basurero del mundo", el documental tiene un notable fin didáctico que lo hace ideal para exhibirlo en colegios. "No a la mina. No al cianuro" exigen los habitantes que se oponen al emprendimiento y se alzan contra el Intendente. "El ambiente que genera estas cosas hacen que estemos peor que antes. Se daña a la gente" concluye este documental que sensibiliza y lleva a la reflexión.
Había una vez un circo... Un circo ambulante sirve de marco para este relato dramático que tambíen incluye momentos de suspenso. A la manera de "racconto", la historia se remonta a los días de la Depresión en los años treinta, con artistas itinerantes que viajan a bordo de un tren que visita varios pueblos con su espectáculo circense. Pero no todo lo que brilla es oro. Allí llega Jacob (Robert Pattinson, el mismo de la saga Crepúsculo), un joven que ha perdido a sus padres en un accidente automovilístico y cuya casa fue rematada. Su incorporación como veterinario para trabajar en el espectáculo de los hermanos Banzini lo acerca a Marlena (Reese Wittherspoon), la atracción del show con su número animado por caballos, y mujer de su empleador. La trama navega entre la historia de amor, la ternura que despiertan los animales (la incorporación de la elefanta Rosie) y crueldad que impone August (Christoph Waltz, el actor de Bastardos sin gloria), el director del circo, un hombre dispuesto a todo para que "el show continúe". Más cerca de la locura que de las luces del "mejor espectáculo del mundo", Agua para elefantes incluye amores ocultos, perversión y miradas cruzadas, pero la ternura dice presente en varios tramos. Entre desapariciones "misteriosas" del personal, condiciones insalubres de trabajo, enanos, perros y una elefante con una trompa enorme, la película no es otra cosa que una historia de descubrimiento y de venganza, correctamente plasmada en la pantalla grande.
Acción frenética con Turbo Diesel Una catarata de acción imparable es la que propone esta quinta entrega que cuenta con la dirección de Justin Lin, también responsable de otras dos partes de la saga. La película se convierte, sin dudas, en la mejor de todas. Y en ese sentido, también se despega del simple robo de autos o de las carreras ilegales para ingresar en un producto de acción sin límites. Con velocidad en Turbo Diesel y la ciudad de Río de Janeiro como fondo, Rápidos y Furiosos 5sin Control reúne al ex policía Brian O’Conner (Paul Walker) con el ex prisionero Dom Toretto (Vin Diesel) para realizar un último trabajo y poder obtener así su libertad. Ellos traen algo grande entre manos y se lanzan contra Reyes (Joaquim de Almeida), uno de los empresarios más poderosos y corruptos de la ciudad. Pero sobre ellos también acecha Hobbs (Dwayne Johnson), un fornido agente del FBI. Con este andamiaje de personajes que se codean con la ilegalidad y cruzan límites peligrosos; un equipo de expertos que completan Vince (Matt Schulze) y Mia (Jordana Brewster), entre otros rostros conocidos que se reúnen en la película, el film hace alarde de una producción muy generosa que tira la "casa por la ventana". La secuencia del comienzo a bordo del tren es impactante y la pirotecnia visual que ofrece el conjunto no da respiro al espectador. La persecución final incluye dos autos arrastrando una caja fuerte y es lo mejor que se ha visto en el género en los últimos años. El vértigo constante que brinda un montaje frenético no suelta el acelerador en las dos horas y minutos que dura el metraje. Un detalle a tener en cuenta: la historia continúa después de los créditos finales.
El terror regresa aggiornado Cualquiera que haya visto la saga Scream en la década del noventa, sabe de qué se trata esta propuesta de terror adolescente que vuelve comandada por el especialista Wes Craven y con el guión de Kevin Williamson. La fórmula es la misma pero está aggiornada a los tiempos que corren y el resultado es tan inquietante como entretenido. En Scream 4, el realizador juega con el "cine dentro del cine" una vez más y luego de un comienzo construído a la manera de cajas chinas sorprende al espectador. La escritora Sidney Prescott (Neve Campbell) está preparada para volver a Woodsboro, comunidad que hace diez años fue aterrorizada por un asesino serial, y se reencuentra con sus viejos compañeros de andanzas: el sheriff (David Arquette) y la reportera Gale (Courteney Cox). La trama también incluye nuevos personajes como su prima Jill (Emma Roberts) y una galería de adolescentes tan incautos como sospechosos. El juego del gato y el ratón está servido cuando unas estudiantes aparecen asesinadas. Las "reglas" que siguen los diferentes personajes para sobrevivir (al igual que en las películas anteriores y, en ésta, ni ser gay les ofrece una salida); los oportunos toques de humor (la saga de Puñalada dentro de la historia) o las chicas solas y desprotegidas, son las que movilizan la trama. Esta cuarta entrega se apoya más en la original y está modernizada por la tecnología, y la web como medio para transmitir los crímenes. Plagada de referencias a los asesinos Michael Myers de la saga Halloween; Jason de Viernes 13 y Cara de Cuero, de La masacre de Texas, el film es un verdadereo festival que juega con el horror y se sabe burlar de sí mismo. En tanto, el asesino de máscara blanca se esconde en las sombras y espera mientras la lista de sospechosos aumenta minuto a minuto.
Héroe milenario en la modernidad Otra adaptación de uno de los personajes del universo Marvel salta a la pantalla grande y lo hace de la mano de Kenneth Branagh, un realizador impensado para este tipo de películas, aunque antes había probado suerte con Frankenstein. Especialista del mundo shakesperiano, Branagh pone todas la carne al asador en esta aventura que juega con los universos paralelos, la ciencia, la magia, el exilio y la lucha entre hermanos por obtener el poder. La historia transcurre entre la actualidad y el antiguo mundo de Asgard, donde Odin (Anthony Hopkins) ve el futuro del reino en mano de uno de sus dos hijos. Por un lado, el valiente y fornido guerrero Thor (Chris Hemsworth, de Star Trek), que es castigado por su accionar y enviado a la Tierra. Y, por otro, está Loki (Tom Hiddleston), el hermano malvado con ansias desmedidas de poder. La película de Branagh habla del proceso de transformación del protagonista en héroe milenario, entre luchas con criaturas monstruosas y también asimilado luego a las costumbres de la vida moderna. Entre sus compañeros de aventuras está Jane (Natalie Portman) que logrará robarle el corazón y, como dice, uno de los personajes "Jackie Chan, Robin Hood y Xena", tres guerreros que llegan de Asgard a la Tierra para ayudar a su amigo. Vertiginosa, con mucha acción y peligros en el camino, Thor acumula buenas secuencias de luchas (potenciadas por la tecnología 3D) y se alimenta del género western, con el enfrentamiento entre el héroe y un gigantesco robot en calles polvorientas. ¿Y el martillo?, también eje central del film.