Por una vida juntas. Maria Sole Tognazzi es conocida en nuestro país principalmente por Viajo Sola, su anteúltimo film de 2013, que recién el año pasado pudimos ver por nuestras pantallas. Quizás a caballito del moderado éxito de aquella obra, nos llega ahora Entre Nosotras – también con algo de retraso, es de 2015 – en la que repite, si bien no la historia, el ingrediente de su efectividad, una de sus actrices protagónicas, la sólida Margherita Buy. La actriz de El hada ignorante es Federica, una arquitecta que da un giro a su vida cuando decide ir a vivir junto a la ex actriz Marina Baldi (Sabrina Ferilli). Ambas se quieren, no hay dudas, comparten mucho más que un espacio, comparten una vida; pero también son muy distintas, y a cada una la marca su pasado. Básicamente, Marina es más extrovertida, lesbiana asumida desde siempre, luchadora por los derechos. Para Federica las cosas son diferentes, tiene un pasado heterosexual, casada y con un hijo. Ambas viven su sexualidad como les surge, y eso traerá más pronto que tarde, alguna complicación en la pareja. Tognazzi se inclina por mostrar estas personalidades contrapuestas, que se complementan, pero también chocan. La timidez de Federica y la arrolladora personalidad de Marina son expuestas hasta de modo exacerbado. Pero Entre Nosotras no es solo un relato LGBT, menos un relato de denuncia. Es más, en más de una ocasión pareciera ser una excusa o un condimento para hablar de otros temas. Federica y Marina están condicionadas por la sociedad y la clase social, por ser mujeres fuertes en un entorno que pareciera mirarlas de reojo. El punto de partida es interesante, pero como sucedía en Viajo Sola, la historia se diluye en un tratamiento anecdotario. Entre Nosotras se discurre en el costumbrismo típico del cine italiano, en un muestrario de clase media bien, y personajes algo estereotipados que si escapan del molde será por la labor actoral. Sabrina Ferilli cumple correctamente con su rol y tiene química con su contraparte, hace creíble a su personaje que más de una vez pudo caer en un cliché exuberante. Pero quien sobresale es Margherita Buy, a quien la cámara adora, y a quien le alcanzan gestos para transmitir las emociones de Federica. Medida, cautelosa pero también apasionada, Entre Nosotras vale su visionado aunque sea para apreciarla a ella, y tampoco es que estemos frente al rol de su carrera, simplemente uno promedio. Conclusión: Entre Nosotras es un relato de mujeres actuales, gays e independientes; que enfrentan sus problemas para plantearse frente a la sociedad. No aporta nada muy original y sigue la tradición del cine italiano clásico; pero con su sencillez y el aporte de buenas interpretaciones logra sobreponerse de los lugares comunes.
Calvin, el séptimo pasajero. No se le puede negar eclecticismo a la carrera del sueco Daniel Espinosa. Desde su país natal al arribo en Hollywood con dos títulos como Protegiendo al enemigo y Crímenes ocultos, fue del drama, al thriller y la acción; cierto, con resultados dispares. Con Life: Vida Inteligente se asoma a la ciencia ficción y el terror, y más allá de algún clima claustrofóbico, cuesta encontrar un rasgo común entre sus trabajos. Película por encargo, que en su momento se especuló podría ser una precuela (al estilo Prometeo) para una futura película de Venom (si, el de El Hombre Araña); se entiende que es una película chica, que no tiene ninguna aspiración de quedar en la panacea del género. Sin embargo, desde esa humildad, logra mejores resultados que varias de las que prometían más. Escrita por Rhett Reese y Paul Wernick, el dúo detrás de Deadpool y Zombieland, quizás sea por ahí donde deba buscarse el estilo del film, pochoclero y al grano. Seis personajes, científicos cada uno de una rama distinta, de países diversos, se encuentran en la base espacial Pilgrim que ha conseguido orbitar en el Planeta Marte y traer una muestra celular de lo que pareciera ser la prueba de vida extraterrestre. El grupo heterogéneo convive entre sí, hay quienes hace más tiempo que están en la base, hay quienes quieren regresar con sus seres queridos, y quienes quieren seguir investigando. La muestra que capturan es un ser unicelular, que responde a los estímulos, y evoluciona cuando se le crea un hábitat de vida. Todo marcha a la perfección, tienen la orden de analizarlo en el espacio sin regresar a la Tierra hasta no estar seguros de los resultados; y hasta el espécimen recibe un nombre, Calvin, puesto mediante un sorteo de escuelas primarias. Algo sucede, sino no habría película, un descuido hace que Calvin se sienta en peligro, que sienta la necesidad de sobrevivir, descubriéndose que es más inteligente y menos adorable de lo que parecía ¿Cuáles son los peligros? Claro, los humanos, a los que debe eliminar de uno en uno. El primero que dijo Alien se llevó un premio. Eso es lo que hace los clásicos, crean un patrón que después tratarán de seguir muchísimas películas. Life es tan deudora de Alien como lo era Event Horizon, Lifeforce, o hasta Creature. La línea de un grupo de astronautas aislados en el espacio y una amenaza que los acecha de a uno dejándolos prácticamente indefensos, es casi inevitable de no ser comparada. Lo interesante de este film es que lo admite. Si bien hay escenas que parecen hasta calcadas, Life no replica esa atmosfera oscura, tétrica, y hasta resulta menos encerrada. Cada personaje tiene su función y sus características particulares, por lo que no constará empatizar con ellos. Con un primer tramo más abocado a lo científico, y por consiguiente más explicativo y lento; el ritmo se sostiene y nos prepara para una segunda parte de muchísima tensión, que no escatima en sangre y alguna sorpresa. Los personajes están bien construidos, y hasta Calvin, que no es más que un molusco, tiene personalidad; quizás este sea su aporte distintivo, la inteligencia mortífera de su criatura. El rubro actoral encabezado por Jake Gyllenhaal, Ryan Reynolds, Rebecca Ferguson, y Olga Dihovichnaya, se muestra correcto, con química, y solvente para lo que pretende esta propuesta. Life por momentos explica en palabras lo que se entiende en acciones, y sí, tiene un tufillo a “esto ya lo vimos”. Pero no puede negarse su efectividad, acapara nuestro interés y lo sostiene con el suficiente vértigo – gran aporte en la musicalización de Jon Ekstrand – hasta el final que no por previsible es menos disfrutable. Conclusión: Mejores historias ya han sido contadas en el cine, y Life se adapta a ellas para entregar una película muy divertida, con terror, algo de dramatismo, ciencia y acción. Para pasar poco menos de dos horas aferrado a la butaca y con el balde de pochoclos cerca está más que bien. ¡Cuidado con los sobresaltos que no se nos caiga la gaseosa!
Adaptación la obra teatral homónima de Rafael Bruza; "El Cruce de La Pampa" es una propuesta a primera vista pequeña, pero de un corazón enorme que enaltece un resultado, como mínimo, muy simpático. Inmediatamente de haber comenzado, nos daremos cuenta, aún sin que nos digan, que "El cruce de La Pampa" tiene su génesis en el mundo teatral. Dos personajes, y un espacio que se irá moviendo con ellos. Modesto Álvarez aprovecha la inmensidad de La Pampa para correr, maratonista, su único fin es cruzar la meta cueste lo que cueste, frente a todos los obstáculos que se le presenten. En el camino, se cruza con el Dr. Villafañe, historiador, que tiene la idea de “crear” una teoría que lo posicione como famoso pensador. Ambos tienen finalidades y personalidades diferentes, pero compartirán el camino común. Por supuesto que la llanura pampeana será el tercer personaje, no será cualquiera el territorio que los dos hombres transitarán, y los condiciona en sus objetivos y sus dichos. Tampoco es eventual que quien se encuentre detrás de cámara sea David Bisbano, director de la premiada animación Rodencia y el diente de la princesa, y con vasta experiencia en labores del departamento de arte. La Pampa es presentada como el camino de la ensoñación, juguetona, colorida, desde los planos, los tonos de la fotografía, y el clima creado, todo nos hace creer que hay mucha irrealidad, fantasía, en ese encuentro casual. El guion aprovecha muy bien los espacios que consigue y mantiene un timing constante con momentos de comedia muy logrados. Si bien hablamos de dos personajes y un ambiente de realidad alterada, el ritmo es cinematográfico, nunca se siente acartonado. Por supuesto, el otro gran acierto de esta película – que llega a los cines de la Ciudad de Buenos Aires luego del paso por el interior y la plataforma Odeón – es el dúo actoral. Gonzalo Urtizberea y Rolly Serrano nos convencen al segundo que aparecen que no pueden existir mejores Álvarez y Villafañe que ellos, que los personajes nacieron para que ellos los interpreten. Los dos actores, de sobrada experiencia en tablas y cámaras, son graciosos, carismáticos, talentosos, y poseen una química tan mágica como la propuesta. Ellos son la película. "El cruce de La Pampa" no intenta ser más de lo que es, es una película pequeña, de origen teatral pero muy dinámica; honesta y sincera, con algunos planteos interesantes, y realmente muy simpática. Si quieren salir con una sonrisa dibujada en el rostro, está es la película que deben elegir.
El reverso de la historia. Con una película como Días de Vinilo y el clásico de la televisión argentina Todos contra Juan; Gabriel Nesci es un experto en la visión del mundo masculino. Pero los que construye, parecen no ser cualquier personaje; sus protagonistas son hombres que cruzaron la barrera de los 40, que cargan con algunas frustraciones de la insatisfacción por los deseos que tuvieron de jóvenes y no pudieron cumplir, la piedra de la nostalgia. Casi Leyendas no escapa a esa fórmula, y no por conocida resulta menos efectiva. Todo comienza en España con Alex (Santiago Segura), un hombre con evidentes trastornos obsesivos compulsivos y la consecuente dificultad para la interacción humana. Alex no tiene amigos, vive para cuidar a su padre anciano en un acilo, y trata al eventual enfermero a cargo de aquel como si fuese ese amigo que le hace falta. El llamado del destino le llegará cuando escuche en una radio argentina la convocatoria para bandas musicales que tuvieron su cuarto de hora de fama, que participaron en un show inaugural de aquella emisora que ahora está de aniversario. Sí, Alex participó en una de esas bandas. Sus impulsos lo llevan a regresar a una Buenos Aires que abandonó en su juventud; y allí se dispondrá a ubicar a los otros dos miembros de Auto-Reverse, la mítica banda one hit wonder. Lucas (Diego Torres) es un abogado arrogante, en eterno proceso de divorcio negado por él mismo, de amante con una secretaria bastante más joven que él. Ese globo en el que vive se pincha a los pocos minutos de aparecer. El estudio para el que trabaja lo responsabiliza por un fraude, y de la noche a la mañana, se encuentra sin nada, teniendo que aceptar una probation para evitar una penalización mayor. Javier (Diego Peretti) es un viudo, con un hijo adolescente, profesor de biología, con todo el desgano por vivir a cuestas. Será el primero a quien acuda Alex, que se quedará a vivir en su casa creando más de un conflicto de ánimo. Por diferentes razones, los tres deberán limar las asperezas que los separaron y revivir aquella banda con la vitalidad haciéndose presente una vez más en sus vidas. Apoyado por rubros técnicos correctos y una banda sonora muy ganchera en la que se destacarán canciones compuestas por el propio Nesci junto a hits de la época que intenta homenajear; Casi Leyendas se destaca por un rigorismo formal sin fisuras. Si en sus anteriores trabajos, el realizador había mostrado una veta emocional, será en esta oportunidad donde mayor carga dramática mostrará. El balance entre la comedia – con momentos realmente hilarantes – y el drama, honesto y palpable; todo el tiempo es logrado y nunca se nota forzado. Más de uno podrá sentirse cómodamente identificado con las historias de alguno de los tres integrantes de Auto-Reverse; que de algún modo desnudan una realidad de insatisfacciones, el lado B, detrás de la fachada exitosa que siempre se intenta imponer a los personajes que traspasaron los 40. El tono irónico y agridulce de Nesci será fundamental. En cuanto al trío protagónico, Peretti será quien cargue con el mayor peso dramático, repitiendo algunos mohines que le vimos en sus personajes creados en colaboración con Juan Taratuto y Pablo Solarz; la solvencia del actor e identificación inmediata, hacen que no imaginemos a Javier con otro rostro que no sea el del actor de En Terapia. Lucas quizás sea el personaje creado a trazos más gruesos, Diego Torres no termina de encajar del todo en las exigencias del personaje, y la química masculina será mejor que la que posea con su contrafigura femenina a cargo de Florencia Bertotti. No obstante, el carisma propio de Torres hace que compremos sin muchas exigencias. Paremos acá, cada vez que la propuesta amenace con decaer, recordemos que está Santiago Segura en ella. El actor de Torrente definitivamente hace un show aparte en el film, y se amalgama perfectamente con sus compañeros masculinos y su interés romántico a cargo de Claudia Fontán. Con un personaje como Alex, que le brinda servido en bandeja una gama de posibilidades para destacarse, Segura las aprovecha todas y es, sin dudarlo un segundo, lo mejor de Casi Leyendas, cada escena en la que él aparezca será imposible que no posemos la mirada sobre él. Conclusión: Casi Leyendas ofrece una mirada al mundo masculino desde las frustraciones y nos dice que nunca es tarde para las segundas oportunidades. Dentro de una temática de observación de género bastante transitada, lo hace escapando de varios clichés, y otorgado un buen balance entre la emoción y la carcajada. La gracia propia con un humor particular en los diálogos que viene demostrando su director en todos sus trabajos, y la aparición de personajes secundarios bien construidos, redondean una comedia amable y más que aceptable. Cantemos al ritmo de Auto-Reverse.
A caballito del sorpresivo éxito que resultó en enero pasado Invasión Zombie, lega ahora el otro hit de “terror” surcoreano del 2016 En presencia del Diablo. Si bien entre ambas no abundan las similitudes, las hay algunas circunstanciales. Las dos tardaron bastante en estrenarse en nuestro país y durante este tiempo se corrió un fuerte rumor alrededor. Ambas funden el terror con una fuerte dosis dramática. A las dos les pusieron títulos locales desafortunados. Son dos películas exquisitas. Na Hong Jin ya había demostrado talento de sobra en películas como Hwanghae (Asesinos por contrato) y Chugyeogja (El Perseguidor), que si no las vieron recomiendo que corran a hacerlo. Al hombre le gusta tomarse su tiempo para construir sus historias, delinear personajes y ponerlos en situación, todo un artesano del cine de género; y Goksung no es la excepción, 156 minutos le tomará cerrar este impactante círculo. Si algo suele distinguir al cine de género asiático es precisamente que atraviesa los géneros. Toman elementos fantásticos, mucha tensión, no suelen escatimar en sangre; pero lo mixturan muy bien con una carga emocional para las lágrimas, la comedia, y/o hasta alguna dosis de acción o policial. Repetimos, la extensa duración de Goksung le permitirá ir transformándose e ir mutando por los diversos géneros. A la historia se nos introduce de a poco, el protagonista es Jong.Goo (Kwak Do-Won) un policía algo torpe que debe investigar una serie de asesinatos en un pequeño pueblo rural surcoreano. Los hechos parecen indicar que todo se inició con la llegada de un extraño hombre proveniente de Japón, de que poco se sabe, pero todos comienzan a temer. Es más, hay testimonios que lo complican aún más. El úeblo es un lugar de costumbres muy arraigadas y pronto todos entrarán en una paranoia creyendo que algo sobrenatural se esconde, hasta el propio Jong Goo llega a creerlo, convocan a un chamán, se aumenta la persecución, y de pronto, varios niños del lugar empiezan a presentar extraños síntomas de ¿posesión? Hong Jin toma esta historia que pasará por varuos giros para hablar de cuestiones más terrenales, y es imposible no compenetrarnos, el drama que atraviesan los personajes es real, y los acompañaremos en su dolor, lo que permitirá un temor real cuando el terror comience. Sí, En presencia del Diablo es un título de por más genérico, no hay Diablo, por lo menos no así como lo “conocemos”; lo que ocurre tendrá que ver con tradiciones propias de la cultura coreana, pero en ningún momento se nos hará complejo seguirla de este lado occidental del globo. Goksung no es una película para quienes busquen el golpe de efecto fácil, el barullo para asustarnos, el ruido detrás de la puerta, el destripamiento gratuito, y a casa. No, hay que seguirla, son dos horas y media en la que el relato más de una vez parece estancarse, hay un ritmo lento, pero en verdad se sigue requiriendo de nuestra atención, porque a la hora de atar los cabos, todo eso que parecía no conducir a ningún lado, importará y mucho. La minuciosa construcción de los personajes y la emoción por lo que sucede hará que nunca decaigamos en nuestra atención. Kwak Do-Won realiza una gran labor y es capaz de sacarnos una sonrisa caricaturesca o alguna lágrima. Los rubros técnicos con una fotografía gélida que nos eriza la piel y una musicalización que hace todo más grande, completan el cuadro adecuadamente. En presencia del Diablo trata de mucho más que una simple historia de género, nos deja pensando y plantea varias incógnitas que pueden aplicarse a otros terrenos. A veces el demonio es mucho más terrenal de lo que pensamos.
La ópera prima de Darío Mascambroni, Primero Enero, es una apuesta sencilla por un cine minimalista que se destaca por la profundidad de sus emociones y la logada anti química entre sus dos personajes. Quiere la casualidad que esta semana se estrenen dos películas argentinas independientes, de estructura pequeña con un escenario como protagonista, y con dos personajes centrales y (casi) únicos. Pero El cruce de La Pampa y Primero Enero son films bien diferentes. Más allá de centrarse uno en dos hombres adultos y la otra, la que nos compete, en un padre y su hijo pequeño; los tonos (histriónicos y coloridos en El cruce…) y la estructura de diálogos (El Cruce… es teatro) las diferencian profundamente. Sin embargo, ambas conducen a un camino similar, la búsqueda de un destino común entre dos personas diferentes que deben congeniar a la fuerza. Jorge está en proceso de divorcio, decide tomarse unas vacaciones con su hijo en la casa que tienen en las Sierras cordobesas. Esas vacaciones no son una más, guardan otro significado. Jorge sabe que ya nada volverá a ser lo mismo, e intenta repara un vínculo que parece roto de ante mano, y lo hace en una vivienda que también desaparecerá luego de ese divorcio. Mascambroni decide posar la mirada sobre el pequeño; el padre hará todo lo posible para reconectarse y plantear actividades conjuntas, pero él decide apartarse, hacer su propio camino y no permitir el diálogo fluido, extraña a su madre. Los vínculos entre padres e hijos han sido y son moneda corriente para el cine independiente nacional; sin ir más lejos, a semana pasada se estrenaba El silencio, que guarda más de un punto en común con este film, pero desde una mirada adolescente. Lo que destaca a Primero Enero, ganadora de la competencia argentina del BAFICI XVIII, es el juego de metáforas intrínsecas en este planteo de diálogos quebrados y suaves rispideces. En Primero Enero escasean los diálogos, abundan los gestos, las miradas y las actitudes. Se podrán hacer diferentes lecturas, interpretaciones de esa relación que inevitablemente sufrirá un quiebre. El ritmo es pausado, casi como si en esa casa de vacaciones todo se detuviese para luego seguir de un modo diferente. Ese vínculo de padre e hijo es interpretado por Jorge y Valentino Rossi, la cercanía real juega a favor, creando una química que funciona de modo contrario, hay algo molesto pero que los acerca y hace que se entiendan. Mascambroni optó por posar la mirada sobre el pequeño, la cámara lo seguirá a él, y por momentos el padre pareciera jugar una función en cuanto a ese hijo. Pero también, por momentos, será expuesto a actitudes algo dudosas para su edad. Con luces y sombras, Primero Enero es una propuesta intimista típica de nuestro cine independiente de autor, eso que algunos llaman festivalero, una movida que viene gestándose en Córdoba hace ya algunos años. No será una propuesta para todos, impacientes abstenerse; quienes quieran observar un cine con la sensibilidad a flor de piel saldrán más satisfechos.
Debut en el largo de ficción del director Arturo Castro Godoy, El Silencio es un film intimista, austero, y de una gran sensibilidad para una temática que, a primera vista, parece sencilla. La paternidad asumida, ese click que se nos hace en la cabeza y que es imposible de describir para quien no lo ha vivido. Ese es el ambiente que rodea este film inclinado por los tonos calmos y los tiempos que corren a un ritmo particular. protagonista absoluto es Tomás (Tomás del Potro), un adolescente que pasa sus días evadiéndose. Falta al colegio, escucha música aislándose, se interesa por cosas triviales, y mantiene un no diálogo con su madre y la pareja de esta. Su novia está embarazada, y a sus 17 años no está en sus ¿planes? ser padre. Pero en la sala de espera para realizarse un aborto, ocurrirá ese primer click; y aunque entre ellos tampoco hy un gran trato, deciden tenerlo. decisión de la paternidad, sumado a todo lo que eso conlleva, desplegará otra capa en Tomás, una que ya intuíamos, la usencia de su padre. A través de algunos rastros, emprenderá su búsqueda y dará con la figura de Camilo (Alberto Ajaka), con quien intentará establecer un vínculo basado en el secreto. El silencio maneja correctamente los hilos emotivos, no se precipita, y eso la convierte en ago real. En los diálogos no se nota el armado ni el esquematismo de una historia que no entra por lo novedoso sino por lo cálido y por la profundidad sentimental con la que varios podrán verse reflejado. Castro Godoy se vale del muy expresivo rostro de Tomás del potro y noo abandona nunca. El joven posee una suerte de no expresión casi pétrea, pero que en esa “dureza” (no interpretativa para nada) expresa mucho de las sensaciones internas de un joven que está perdido, que sufre de una profunda soledad y lo expresa como puede. No hace falta aclararlo, pero nunca está de más recordarlo, Alberto Ajaka es de esos actores de enorme talento que aguardan su momento para pegar el salto a la fama masiva, o quizás no. Su ductilidad se probó en distintos géneros, siempre con resultados convincentes. Aquí hace uso de una gran naturalidad, compone a Camilo sin grandes polos, pero varios matices. La química entre ambos actores/personajes, es una de sus puntos más fuertes. Quines busquen los tiempos de la prisa, el vértigo y las emociones de las explosiones de imágenes impactantes; El silencio claro está, no es una película para ellos. En sus 105 minutos abundan precisamente los silencios, la gestualidad, los diálogos dichos con peso y precisión, quizás, como la vida misma. No hay que confuncir el paso lento por una falta de ritmo, Castro Godoy mantiene siempre el interés, al fijar un punto de vista claro y un objetivo preciso, expresar en largometraje las emociones de un joven abandonado y confundido. El silencio se destaca por su xalidez, la construcción de personajes, y la sinceridad y honestidad de su planteo simple. Una propuesta que no decepcionará a su público.
Superproducción francesa, de enorme éxito taquillero en su país, con un despliegue técnico dispuesto a impactar desde lo visual; Monsieur Chocolat recae en algunos subrayados típicos de las biopics más esquemáticas, otorgando así un resultado, como mínimo, parcial. Rafael Padilla fue un artista circense de “esplendor” durante las últimas décadas del siglo XIX y principios del Siglo XX. Esclavo cubano, logró huir de su opresor español, y el destino lo llevó a cruzarse con la compañía del Circo Nuevo en el que, con el tiempo, adquiriría el apodo de Monsieur Chocolat. Formando un dúo con el clown George Foottit, Chocolat se convirtió en el primer artista negro de su especie, y gozó de una fama que lo llevaría por caminos no tan virtuosos. Omar Sy encarna al Chocolat de la ficción y su interpretación es correcta. A Sy, que últimamente lo estamos viendo hasta en la sopa, no le cuesta demasiado esfuerzo adentrarse en este rol que, como en toda biopic, se dedicará a resaltar las peculiaridades de su homenajeado. James Thiérrée como Foottit es un buen partenaire, pero como la mayoría de ellos, uno se queda con las ganas de saber un poco más de él. Si bien el espectáculo es e un dúo, la película deja en claro que el foco es Padilla. El ecléctico director RoschdyZem(Bodybuilder) realiza un correcto trabajo con los tonos visuales del film. Desde el montaje, la iluminación, el uso de determinados planos fotográficos; todo se ve enorme, de gran despliegue, como si accediéramos a uno de esos espectáculos de la edad de oro del circo, pero con cierto dejo de nostalgia antiguo, o hasta algo decadente. Por momento pareciéramos acceder a un videoclip esplendoroso, por los ritmos e imágenes que maneja. El problema que acarrea Monsieur Chocolat es su falta de riesgos, acrecentada por un guion de CyrilGely de lo más rudimentario. Con solo leer su premisa, podemos adivinar (casi) todo lo que ocurrirá a Padilla, aún sin conocer al personaje real. Podría decirse que intenta apegarse a los hechos verídicos (aunque se toma alguna licencia en pos del show) y, por lo tanto, no puede innovarse más allá de lo que sucedió; pero en el transcurso de la vida de un artista, un biógrafo elige que remarcar y qué dejar pasar. Sí, Monsieur Chocolat es la historia de alguien que nace el barro, prueba las mieles deléxito, se empalaga, y ese mismo éxito lo tira abajo otra vez. Sí, Chocolat es un payaso triste. Sí, Foottit es blanco y Chocolat es negro y el espectáculo consiste en el blanco maltratando graciosamente al negro bufón; y así… La búsqueda permanente de la emoción con todos los recursos que ya conocemos, menos el de un guion que lleve a un progreso natural, y una duración que trepa a las dos horas quedando holgada para lo que se cuenta; conforman un cuadro en el que más rápido que tarde se cae en cierto desinterés. "Monsieur Chocolat" hubiese causado otro impacto algunas décadas atrás, cuando este tipo de historias reales sobre la marginación dentro del éxito estaban en auge y tenían con qué sorprender. En la época actual, en el que la mayoría de las nominadas al Premio Oscar son historias sobre la segregación afroamericana, y en el que las biopics son producidas hasta por los canales de TV, surgen el mismo efecto que los espectáculos de circo actuales, entra por los ojos, pero deja muy poca huella.
Proyecto largamente anunciado y retrasado, Ley Primera es la nueva película del inefable Diego Rafecas; director del que se podrán decir muchas cosas, pero nunca que huye a los temas comprometidos. Esta vez, aborda los distintos conflictos de las comunidades originarias de nuestras tierras en la actualidad. Nos devoran los de afuera: El propio Rafecas protagoniza, en doble rol, esta historia que ubica en el centro a dos hermanos. Simón y Máximo son los gemelos de la familia líder de la región, Jerom; pero ambos son diferentes. Mientras que Simón vive y protege a la cultura Quom y sus intereses; su hermano Máximo, que emigró a Estados Unidos, parece huir de su pasado. Es un conflicto caliente, los Quom deben defender sus tierras de los grandes negociados empresariales en connivencia con la intendencia de la localidad (en la piel de Oscar Alegre). Máximo regresa al Chaco, pero no a visitar a su familia, su misión es cerrar un trato, convencer a su madre (Adriana Barraza), y hacer que la comunidad cese en la lucha por la defensa de la tierra. Sí, Máximo representa a la gran corporación interesada en un emprendimiento petrolífero. Simón y Máximo se enfrentan, pero a este último, el regreso a sus orígenes le harán tocar fibras que no recordaba tener, y sufrirá un conflicto interno del que deberá hacer catarsis; y hará resurgir la historia oculta de la matanza que sufrió aquella población. Como en todos los films del director de Un Buda, el elenco es numeroso, y esta vez habrá que sumar la presencia de dos figuras de peso como la citada Barraza (Babel) y el internacional Armand Assante en el rol de un chamán que trasciende toda la historia. Ley Primera abre el abanico, y tomando de partida el conflicto por la tierra que sufren los Quom, no solo expondrá las dos aristas representadas por los hermanos Jerom; sumará las historias alternas de otros personajes de esa comunidad que, de algún modo, experimentan, para bien o para mal, la amalgama de las tradiciones con la modernidad; esto quizás sea lo más interesante de la propuesta. Juan Palomino, Roberto Vallejos, Vera Carnevale, Bianca Bertoli, Tomás Fonzi, Susana Varela, y Pablo Pinto, entre otros, componen secundarios que entrecruzan sus historias en las que no faltan la violencia machista tradicionalista, las peleas burocráticas, la educación ancestral y la regular, y un pueblo que hasta puede adoptar para sí mismo una denominación peyorativa como Toba. Hay determinadas escenas, sin ser remarcadas, como el recital de rap, la presentación de Charo Bogarín de Tonoléc, o el arco argumental de Vallejos, que expresan una dualidad interesante sobre la afectación del afuera hacia las tradiciones, en contrapuntos interesantes con los personajes de Assante y Rafecas en la piel de Simón. Por otro lado, Liz Solari, como la ayudante y novia/amante de Máximo, será la encargada de pujar hacia esa mirada del exterior, fría y desangelada. Rafecas logra una narración que se sigue con interés, logra remarcar los puntos importantes más allá de ramificar los arcos; pero serán sus habituales “exageraciones” las que no permitirán un resultado del todo redondo. Si bien el director de Rodney y Cruzadas demostró una tendencia a que sus personajes jueguen a la exasperación, o algo de “gritos” innecesarios, suerte de borders; en Ley Primera encontraremos un tono más medido, con momentos más sutiles; que sí, se pierden en las ocasiones en las que se remarca lo que ya se había entendido, como el uso innecesario de expresiones coloquiales, “vulgares”, en los subtítulos (el film es hablado casi en su totalidad en Quom e inglés). Técnicamente, se aprovechan los escenarios naturales, y hay determinados momentos acertados en los que se deja hablar por sí solo a las imágenes; los usos de determinados efectos harán notar cierta baja en la producción entendible; pero que no afecta en gran medida las intenciones de la propuesta. Conclusión: Aún con sus contras, Ley Primera logra imponer lo interesante de su temática por sobre algunos tropiezos. La ductilidad de un elenco secundario sólido, y la amalgama propia del choque de culturas, cierran positivamente una propuesta que, a las claras, es la mejor película de su director.
¿Qué tan alto se puede subir luego de haber caído a lo más bajo? Pregunta que puede caerle a la perfección a los personajes de Logan, novena incursión cinematográfica en el universo de los X-Men, y tercera del arco argumental que involucra las historias de Wolverine de modo individual. Por supuesto, y por si no recuerdan las dos películas anteriores de Wolverine, es una pregunta que también les cabría a los productores de esta franquicia que decide, en buena hora, despedirse a lo grande. De la mano de James Mangold, director de la última e inmirable Wolverine: Inmortal, pero esta vez tomando él mismo las riendas del guion en remplazo de Mark Bomback, Logan se convierte sin dudarlo en el mejor film de la franquicia, y en uno de los mejores productos de su especie. ar tanto X-Men Orígenes: Wolverine e Inmortal; si algo caracterizó a esta suerte de trilogía, es que poco tuvieron que ver entre sí en cuanto a lineamiento argumental. Cada una se basó en ubicar al personaje interpretado por Hugh Jackman en una aventura diferente que poco se relacionan entre sí, y apenas algo con la otra rama de X-Men general. Estamos en el año 2024, en sus anteriores películas los X-Men han ido y venido del pasado al presente; pero aquí se nos presenta un futuro muy oscuro. No, nada que ver a un apocalipsis, una guerra devastadora, o un mundo en ruinas, la oscuridad está en los personajes, todo pasa por ellos. Logan Wolverine está adaptándose a su vida como “más humano”, y se encuentra en la frontera con México, refugiado, en compañía de Caliban (Stephen Merchant) y a cargo del Profesor Xavier (Patrick Stewart). Los años no han pasado en vano ni para Logan ni para Xavier, avejentados, abandonados, Xavier presentando signos de enfermedad y senilidad. Hay una mujer, Gabriela (Elizabeth Rodriguez), que intenta contactar a Logan para hablarle de la pequeña Laura (Dafne Keen), que necesita de su ayuda; pero la situación no es la mejor. Gabriela necesita que aquel trío lleve a Laura, también mutante – más perseguidos y rechazados por los humanos que nunca – a una zona protegida conocida como Eden… aunque puede ser que esa zona no exista. Ante todo, Logan no es una película de superhéroes, aunque tiene todo lo que ellas deberían tener. A su modo, con anti héroes y un rechazo por la parafernalia, es una epopeya épica; posee una gran carga dramática emocional; acción que rehúye de lo bombástico; y una creación de personajes fuerte, compleja, y compenetrable. Wolvie, Xavier, Caliban y Laura emprenden una road movie bestial, huyen de quienes quieren capturarlos (en este punto sí quizás sea adecuado tener algo presente sobre todo la primera trilogía de X-Men), y aprenden a convivir. Si seguimos la carrera de James Mangold, sobre todo cuando tuvo control sobre el guion, veremos que es un gran constructor de personajes, específicamente de emociones; y eso es lo que “sobra” en Logan. Los personajes no responden a una estructura lineal de mandato a cumplir, hay algo que los motiva, el amor o la compasión (sí, hablamos de una película de X-Men), los lazos que se crean entre ellos y que hace que se quieran defender con garra. También del lado de los villanos hay una correcta construcción. Aunque con menos presencia, la aparición de un personaje como el Dr. Rice (Richard E. Grant), hiela la sangre mucho más que esos monstruos de aspecto deforme-CGI, su fría humanidad inescrupulosa mete miedo. La narración jamás decae, las escenas de acción – ¡gracias! – son hiper violentas, salvajes, sangrientas, y no tienen grandes reparos en lo qué mostrar; pero no se inclina por un montaje movedizo ni una edición ligera para mantener la atención. Acá la atención se mantiene porque nos interesa lo que les pasa a los personajes, si hasta se nos puede escapar alguna lágrima. De tono cercano al western, al drama masculino, y con una tensión propia del thriller; tampoco traiciona su origen alejándose (como uno podría suponer de la trilogía de Batman en manos de Christopher Nolan), siempre tenemos presente que estamos en un film de los X-Men, o de Wolverine. Hugh Jackman entrega al mejor Logan, al más humano, al que más se acerca al primer film dirigido por Bryan Singer (con la que este film tendrá varios puntos en común en cuanto a los tonos), la química con Stewart, con Merchant (buen personaje, suerte de tierno comic relief) y con Keen es brillante. Patrick Stewart se entrega de corazón a Xavier, tiene comicidad y drama, en una misma escena, de un modo entrañable. Ambos logran las actuaciones de su carrera. Dafne Keen es muy pronto decirlo, pero pareciera una joven promesa, siempre está en personaje. Con una fotografía ruinosa, y una banda sonora que acompaña magistralmente la zona al ritmo de country; todo cumple un rol fundamental en el acabado final. Logan es una propuesta sin fisuras, que le da a cada uno lo que quiere ver; hay entretenimiento, acción, comedia, suspenso, y drama, y en ninguno flaquea. Finalmente podemos decir que este es el film de Wolverine que queríamos ver.