La quinta película de Matías Szulanski, "Astrogauchos", es una eficaz comedia que acierta en su comicidad y en su subyugante estética; pero corroe su logros mediante una ideología como mínimo cuestionable. Desde el estreno en 2016 de "Remplazo incompleto", Matías Szulanski se convirtió en un fructífero realizador que ya se encuentra por su quinta película. Con "Astrogauchos" afronta su desafío más grande. Hasta ahora se manejaba dentro de un cine independiente, sucio, casi marginal, urbano, ácido, y muy actual. También hay algo que destacaba, sobre todo a partir de su segunda película, Pendeja, payasa, y gorda; los roles femeninos en un lugar de preponderancia. Todo esto presenta un quiebre en "Astrogauchos", una propuesta mucho más ambiciosa; con una impronta estética fuerte; marcada por la ambientación de época y su coyuntura; espacios más abiertos; una comicidad más amplia, ácida sí, pero más satírica; y un protagonista masculino, literalmente acorralado por personajes femeninos. El término ucronía supone un ¿Qué hubiese pasado si…? El concepto habla de “Reconstrucción histórica construida lógicamente, que se basa en hechos posibles pero que no ha sucedido realmente”. Una suerte de realidad paralela en donde los hechos verídicos son contados de otra forma, o en el que simplemente la realidad tal cual la conocemos es otra. Estas ucronías suelen ser utilizadas por algunas filmografías para trasladar las historias propias del cine de Hollywood, el cine del primer mundo, a la idiosincrasia del propio país de la realización. "Astrogauchos" entra en esta categoría. Luego de que EE.UU. ganara la carrera en la conquista del espacio a la U.R.S.S., hablar de astronautas, y viajes espaciales, es sinónimo de aquel país. Argentina ya lo hizo con "Adiós, querida Luna". Szulanski se anima quizás a ubicarse en el lugar del país soviético, coloca a Argentina como un país que pudo ganar la conquista al espacio. Pero claro, no contaba con un detalle, los argentinos. Año 1966, gobierno militar de Onganía. Emilio Castillo (Ezequiel Tronconi) es un astrofísico frustrado en su profesión en un país que no lo valora. Él sostiene que hace años, los Estados Unidos le robaron la idea del satélite Sputnik; y ahora tiene todo listo para un nuevo proyecto, pero nada será fácil. Emilio es un hombre sencillo casado con Laura Cooke (Laura Laprida), una mujer con una escala social más alta que la de él, con más ínfulas que él, y con un parche en el ojo que denota algún episodio del pasado. La relación entre ambos no es la mejor, y no solamente por pertenecer a mundos diferentes. Emilio es alguien frustrado que termina presentando al Estado su próximo proyecto en busca de financiamiento ¿Cuál es ese proyecto? Lanzar una nave tripulada al espacio, más precisamente, a la Luna. Ese es sólo el comienzo de un largo periplo para Emilio. La burocracia le arrebatará el proyecto. Se creará un instituto a tal fin, de cual él será nombrado subdirector, y pondrán como director a cargo a un militar interventor (Alberto Suarez en un rol que podría ser el mismo que interpretó en Rojo, unos años antes) que obviamente no sabe nada de la materia. Emilio debe manejar el proyecto desde las sombras, sin que ni siquiera lo dejen entrar al galpón en el que se está preparando la nave, y poco a poco todo se irá haciendo más difícil. Las mujeres son un centro en "Astrogauchos", además de su mujer, Emilio se verá rodeado cada vez de más secretarias, mujeres oficinistas, mujeres guardas de seguridad, mujeres burócratas, mujeres y más mujeres; todas usando su sensualidad para ocupar su rol, mujeres objeto que sacan provecho del ser objeto y hasta pueden llegar a pisar y pasar por arriba de un hombre como Emilio. Hasta una profesional avanzada que acepta trabajar como secretaria por el hecho de ser mujer, pero utiliza “sus armas femeninas” para posicionarse. Por un lado son las mujeres que lo cercan, y por el otro el modo en el que se trabaja, o no se trabaja, en el Estado, con el populismo dando vueltas permanentemente y como dificultad imposible de surcar. Un proyecto científico utilizado como propaganda; el marketing gubernamental en todo; el estado de bienestar como modelo idílico y como propaganda falsa; y el empleo y la contratación estatal como nido de todo tipo de vagancias, acomodos, chanchullos, operaciones, y sobreempleo innecesario. "Astrogauchos" no es una película que se ande con rodeos a la hora de plantear su ideología. Una comedia satírica que lleva al límite muchos preconceptos, y que resulta muy eficaz en su humor. Muchos tramos de esta realización están pensados para lanzar unas carcajadas, su comicidad es muy ocurrente y elocuente. Aunque toda esté basada en esta idea del Estado y las mujeres como enormes y aglutinadoras, predadoras, piedras en el camino que se devoran todo, y truncan los sueños más progresistas. Hay algo de la saga italiana de Fantozzi, algo de la argentina "Zenitram". El trabajador frustrado, y esa idea de que “hecho en Argentina” o “a la Argentina” significa hecho a los ponchazos y contra todo tipo de chantajes y situaciones burdas o pueriles. Estéticamente, "Astrogauchos" es una película enigmática, y muy lograda. Capta el estilo psicodélico, la onda beat. Los planos, el montaje, las secuencias, la ambientación que va desde los escenarios, el vestuario, o la música, hasta la estructura de los diálogos, es de un rigor corretísimo, casi de ensoñación. Todo este rigor de ambientación se pone en dudas en algunos detalles. La historia se ubica durante el gobierno militar que derrocó al segundo peronismo, pero es evidente, que toda su iconografía, y su ideología, hace referencia al peronismo y no a Onganía o la Libertadora. Todos los preconceptos e ideas que se tienen sobre el gobierno de Perón, son los que se plasman en "Astrogauchos". Durante un planteo sindical queda muy expuesto esta diferencia de años, en 1966, los sindicatos estaban intervenidos e inactivos. En un período actual en el que muchos parecen querer sumarse a una ola feminista, un mensaje de mujer voraz como el de Astrogauchos es como mínimo extraño. Ya se notaba algún mensaje ambiguo sobre la mujer en sus anteriores películas, casi como personajes que se aprovechaban de un rol minoritario; sólo que esta vez, es bastante menos ambiguo. Otra vez, en una escena clave, la bajada de línea se vuelve extrema, y se plantea una situación legal que no es tal cual como se dice en la película, la realidad del texto de legislativo es todo lo contrario. Los roles femeninos son los que más se destacan en "Astrogauchos". Laura Laprida le encuentra el tono a un personaje difícil. Lo mismo María Eugenia Rigón, sobresaliente, radiante, imponente. Entre los hombres, Alberto Suárez y una participación de Germán Baudino, son brillantes. Ezequiel Tronconi es un actor talentoso, y cumple su labor, pero Emilio quizás no sea el personaje más correcto para él; o él no sea el actor con el psique du rol más exacto para Emilio. De todos modos, lo saca a flote. "Astrogauchos", en definitiva, es una propuesta con muchos aciertos, graciosa, irónica, punzante, y lograda desde lo técnico y lo estético. Quizás una bajada de línea menos remarcada; o si se la refuerza, hacerlo con la valentía de ubicarla correctamente en tiempo, sin eludir posibles problemas; hubiesen conseguido un resultado mucho más acorde a los altos logros mencionados.
La ópera prima de Ignacio Rogers, "El diablo blanco", mezcla elementos del cine indie argentino, con el creciente cine de género local. El resultado es un logrado producto bastante atípico, con el acento recargado en los climas. Un grupo de amigos jóvenes, una pareja, y una ex pareja, espacios abiertos, diálogos que parecen sobre la nada, días soleados, noches ventosas; un momento de quiebre en la relación de los cuatro. Si pusiéramos esto en cualquier sinopsis, ya nos estaríamos imaginando un clásico film para el regodeo del BAFICI. De hecho, "El diablo blanco" tuvo su premiere en la última edición de aquel festival. Pero, como si hiciésemos un crossover entre el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente), y el BARS (Buenos Aires Rojo Sangre), el debut en la dirección de Ignacio Rogers, mezcla esos elementos, con algo más propio del cine de terror independiente. En los últimos años, el estilo de cine indie, aquel acunado en la FUC (Fundación Universidad del Cine), que tanto material le otorgó al festival que este 2019 cumplió sus 21 ediciones, viene demostrando cierto cansancio tanto estético como narrativo, o en sus premisas; en contraposición a un pujante cine de género, que hace que año a año, el Rojo Sangre se enriquezca con más y mejores producciones locales. Quizás "El diablo blanco" sea también un producto de esta coyuntura. Fernando (Ezequiel Diaz), Camila (Violeta Utizberea), Ana (Martina Juncadella), y Tomás (Julián Tello), son un grupo de amigos alrededor de los 30 años, a bordo de un auto, por las rutas de la Mesopotamia argentina. Haciendo una parada en la zona limítrofe con Brasil, llegan a un complejo de cabañas en el que intentan resguardarse. Inmediatamente, comienzan a sucederles extraños acontecimientos, de los cuales, Fernando parece ser el único que acusa recibo, sobre todo al inicio. Hay algo que el espectador sabe desde el inicio pero los cuatro deberán descubrir en el trayecto de la película. Aquella zona fue testigo del sacrificio de un intruso blanco en las comunidades originarias. Ofrecido durante un rito... ¿Será ese hecho el que maldijo esa tierra? Fernando notará que los habitantes de ese pueblo actúan de manera extraña, y que algunos de ellos, los que intentan ayudarlos, irán desapareciendo durante la noche. Preso de visiones y pesadillas que lo llevan a una paranoia, cuando quiera huir del lugar, comenzarán las trabas que los retendrán. Con amplia experiencia actoral, Ignacio Rogers centra "El diablo blanco" en las emociones de sus personajes. Si bien el espectador siempre sabrá más que ellos, mucho de lo que sucede, es visto, o transmitido, a través de las sensaciones de Fernando. Lo cual le permite al realizador la ambigüedad de no saber cuánto hay de realidad, y cuánto de paranoia del personaje por el contexto y la situación en la que se encuentra (Camila es su ex pareja, y hay un episodio previo entre ellos). En manos de un director más propio del cine de terror, "El diablo blanco" pudo tomar un camino transitado similar al de "La masacre de Texas" o la local "Los olvidados"; los típicos peones que caen al lugar equivocado y son presas de una cacería gore. Rogers toma otro camino se inclina por los climas, por la construcción dramática, por la sugerencia, ahorra sangre, pero atrapa con la extrañeza que genera, logrando una tensión general que hará que no despeguemos la mirada de la pantalla. Juega con los clichés tanto del cine indie, como del terror, y le aporta una mirada propia local. Es interesante ver como el cine de género nacional logra trasladar ciertas fórmulas eficaces (de hecho, de eso se trata el cine de género), a nuestra idiosincrasia, contando historias nuestras, de nuestra propia cultura, de la mitología autóctona. "El diablo blanco" se siente tan coloquial, universal; como criolla. Ezequiel Diaz carga con el peso de un protagónico fuerte, un personaje complejo, al borde, extralimitado, del cual no sabemos hasta qué punta es víctima o victimario. Su labor es correcta y siempre luce convincente, aún en los tramos más complicados. No es ninguna novedad decir que Violeta Urtizberea es una de las actrices más talentosas de su generación. En su rol de final girl, de ser la víctima principal no sabemos de quién o qué, entrega otra faceta, un rol algo más maduro. Se supera. Tello y Juncadella necesitaron de personajes con algo más de presencia, pero en el espacio en el que están, cumplen. También podremos ver a Ailin Sallas en un papel bastante atípico para ella que maneja con bastante solvencia, en una de las escenas más cliché de género, pero más divertidas de la película. Quizás el guion del propio Rogers, Paula Manzone, y Santiago Fernández, adelante más de lo debido determinados acontecimientos; pero se refuerza al desviar la atención mediante los problemas de bagaje del cuarteto. La siempre sobresaliente fotografía de Fernando Lockett y la musicalización de Pablo Mondragón y Patrick de Johng; también serán aportes fundamentales para que "El diablo blanco" sea una propuesta lograda. Ignacio Rogers comienza con el pie derecho en la silla de director: consigue una serie de mixturas, planteos, y una construcción de ambiente y personajes que la destacan como un film que merece toda nuestra atención.
La cuarta entrega de la saga, "Hombres de negro: Internacional", esta vez dirigida por F. Gary Gray, crea una nueva historia, sin depender de las películas anteriores, dentro de un universo en el que también se puede homenajear a otras franquicias. El resultado, un eficaz entretenimiento. Hace veintidós años, "Hombres de negro" se convertía en un ¿inesperado? éxito de taquilla, y una suerte de clásico moderno instantáneo que dio pie a toda una franquicia a su alrededor. Si bien ya contaban con la base de los comics creados por Lowell Cunningham para Malibu Comics, la popularidad llegó con la película de 1997 que disparó una serie animada, relanzamiento de los comics, y dos secuelas que, entrega a entrega, se fueron diluyendo. Quizás sea que pasó demasiado entre las entregas, pero ni "Hombres de negro 2" de 2002 (más fiel a los comics pero menos efectiva como película), Ni "Men in Black 3" de 2012 (con un fallido intento por llevar la acción al pasado), lograron replicar ni el éxito, ni la trascendencia, ni la eficacia de la original que aún sigue siendo recordada como uno de los mejores tanques de la década del ’90. El lapso prolongado se repite otra vez, siete años después de la última, llega "Hombres de negro: Internacional"; con una apuesta de riesgo aún mayor. No solamente lo que implica un paso del tiempo con cambio generacional entre espectadores, cambio de actores (solo repite Emma Thompson de la tercera entrega, y alguna aparición ente los aliens), y también de director. ¿Podrá esta secuela romper la racha y reconquistar a una nueva audiencia? Claramente el desafío es ese. Más allá de que hay algo de la iconografía, y en los personajes aliens, "Hombres de negro: Internacional" apunta a un público que puede no saber de qué viene la cosa, puede o no haber visto las películas anteriores. Un público joven adolescente al que se intenta capturar con dos protagonistas extraídos de otra franquicia. Tessa Thompson y Chris Hemsworth, Valquiria y Thor del Universo Marvel, son los nuevos agentes del equipo. Luego de una escena parisina que nos adelantará algo de relevancia en la historia a futuro; conoceremos a Molly (Tessa Thompson), que de niña fue testigo de un contacto con un alien y hombres de negro; y por un descuido sus padres fueron neuralizados (el palito con luz incandescente para borrar la memoria), pero ella no. Esto hizo que Molly crezca obsesionada con los extraterrestres y la agencia secreta; claro, a costillas de ser tratada como loca y negarse una vida social. Molly quiere entrar a trabajar a esta agencia, aunque todos niegan su existencia. Pero persevera interceptando la señal de un satélite, y adelantándose a la llegada de un contacto. Cuando se cuele dentro de la organización, terminará demostrando que es apta para formar parte de ella. En su reclutamiento como Agente M, en período de prueba, será enviada a la dependencia de la agencia en Londres, lo cual marcará diferencia con las entregas anteriores, aquella que se anuncia desde el título. La acción se corre de Nueva York y nos muestra que tiene ramificaciones por todo el mundo. En Londres, la insistente Molly moverá los hilos para formar equipo con el que aseguran, es el mejor de la agencia, el galán Agente H (Chris Hemsworth), aquel que hace tres años salvó al mundo de La colmena junto al Agente T (Liam Neeson), actual jefe de la filial en Londres. Ambos deberán custodiar a un príncipe extraterrestre; y cuando las cosas no salgan muy bien, sospecharán de la existencia de un topo dentro de la agencia. "Hombres de negro: Internacional" se toma bastante tiempo para sentar sus bases, para narrar lo que ya está en su premisa o sinopsis. Algo que también hacía la primera entrega. Introduce a los personajes, nos cuenta de ambos; nos muestra el universo de convivencia humanos extraterrestres (no se olviden que esto está pensado para los recién llegados); plantea el conflicto principal, y recién ahí comienza la acción propiamente dicha, si bien durante toda la película hay clima de aventura. Quizás esto vaya a contramarcha de los tanques actuales que aceleran lo que más pueden de la historia para ir directo al grano. Algunos directamente se ahorran la introducción y van a los bifes. En Hombres de negro: internacional hay tiempo para todo en sus casi dos horas que siempre entretienen, divierten, y nunca se siente aletargada o pesada. El clima es bastante similar al de la primera entrega, se intenta maravillarnos con los extraterrestres y la parafernalia de la agencia; y se vuelve a un humor constante, actual, entre naíf y un poco más adulto que en las anteriores. Sí, tener a una Agente M, conlleva a que haya alguna lectura feminista bienvenida. Por suerte, no se siente remarcado, ni machado como bajada de línea constante, es tomado casi en clave de solfa sobre lo que hacen en otras franquicias. Tessa Thompson y Chris Hemsworth cuentan con el plus de ya conocerse, y logran llevar la química que crearon con sus otros personajes a esta película. No intentan imitar a Will Smith y Tommy Lee Jones, pretenden que no los extrañemos, y si bien no los superan, logran hacer su propio camino diferenciándose y convenciéndonos. Hemsworth ya tiene experiencia para este tipo de roles, ya se probó como comediante, y le sale bien ser un galán sarcástico que su burla de sí mismo. Tessa Thompson se prueba en un protagónico y supera el desafío, cuenta con el carisma suficiente como para liderar, solo resta que el público la conozca más. Liam Neeson y Emma Thompson son quienes les otorgan la cuota de “actor serio en taque”, Correctos en los suyo. Habrá que destacar también la labor de Kumail Nanjiani, como la voz de Peoni, un pequeño alien adorable y muy gracioso. "Hombres de negro: Internacional" se vale de su premisa cosmopolita para mas de una vez parodiar el universo de James Bond, algo que en las anteriores solo asomaba en la parafernalia de la agencia. Aquí, desde la tónica, los escenarios, el vestuario, y algo del refinado toque inglés, todo huele bondiano. En especial en la secuencia entera dedicada a la chica "Mision: Imposible" (y que pide a gritos ser Chica Bond) Rebecca Ferguson. Barry Sonnefeld abandonó el barco, es productor ejecutivo, y el control de dirección lo asumió el piloto de prueba F. Gary Gray, un director siempre efectivo, más en films de acción tradicionalistas. Aquí le imprime una cuota de aventura, y algo más de acción física que las entregas anteriores. El efectivo humor será más de gags guionados que un humor físico (a diferencia de Sonnenfeld, un director mas afín a la comedia pura). Comedia certera, aventura clásica, acción sin abrumar, algo de espionaje para la nueva generación, y una historia simple pero que no se apura; "Hombres de negro: Internacional" se ubica por encima de las dos secuelas anteriores, y tiene todo para capturar a una audiencia nueva, y convencer al público cautivo de hace veintidós años. Más allá de algún guiño, a veces hacer borrón y cuenta nueva, es bienvenido.
La nueva película de Jonathan Levine, "Ni en tus sueños", se apoya en la química y el carisma de sus protagonistas para conseguir una comedia que, sin descubrir la pólvora, resulta efectiva. Uno de los clichés más recurrentes de la comedia romántica es el de la pareja dispareja. Dos personas que no parecieran ser destinados a estar juntos, que por el destino, el capricho del guion, o cualquier otra circunstancia, encuentran atracción mutua (lo usual es partir del odio/rechazo) y más tarde el amor. Unx intelectual y alguien con pocas luces, unx refinado y le vulgar, le de clase pudiente con le de barrio bajo. Todo sirve. Ni en tus sueños está lejos de querer innovar en el género. Sí, se adapta a nuevas coyunturas ideológicas, y refresca el asunto para nuevas generaciones y un público más amplio, no tan “rosa”… pero no muy en el fondo sigue siendo la comedia romántica de siempre. Por lo tanto, sírvase el tópico de la (dis)pareja, aunque con una “pequeña” vuelta de tuerca. ¿Cuál es su caballito de batalla? Sus protagonistas. No es lo mismo tener al galán de turno y a la chica prototípica de America sweetheart, que a un comediante reconocido por su humor ácido y zafado; y a una actriz todo terreno que en comedia aseguraba no hacer algo tradicional. No vamos a ver la nueva comedia romántica "Ni en tus sueños", no vamos a ver lo nuevo de Jonathan Levine (un director de esos cumplidores, pero no notorios); vamos a ver la comedia de Seth Rogen y Charlize Theron. "Ni en tus sueños" cumple con lo que se esperaba, y les ofrece un sólido contexto. Fred Flarsky (Seth Rogen) es un periodista independiente que hace periodismo de investigación en un portal web alejado de las corporaciones mediáticas. Es todo lo que Seth Rogen promete ser, desalineado, fumón, con impronta de ironía política, reticente al compromiso, y con ese estilo nerd vintage medio noventoso que lo hace adorable. Cuando decide renunciar al portal para el que trabaja antes de que este sea vendido a una corporación empresarial, se encuentra inmiscuyéndose junto a un amigo en una fiesta de corte institucional. En ese ámbito se reencuentra con Charlotte Field (Charlize Theron), la que de adolescente fue su niñera – siendo él ya bastante crecidito – y con la que algo quedó trunco luego de un evento bochornoso. Charlottte ahora es secretaria de Estado, y se encuentra a los pies de una candidatura a presidente de los Estados Unidos bajo una consigna ecologista. También es todo lo que se espera pueda ser Charlize Theron en clave comedia; una mujer de imagen refinada, súper sexy, pero divertida, suelta, fresca, y coloquial. El sueño para alguien como Fred/Rogen. La química entre ambos es inmediata, y Charlotte lo contrata como asesor para los discursos. Lo cual los lleva alrededor del mundo durante la campaña, mientras crece el amor, y se marcan cada vez más las diferencias frente al futuro que Charlotte debe afrontar. No es casualidad que "Ni en tus sueños" homenajee tanto a "Mujer bonita" (no sólo en usar "It must have been love" como leit motiv, copiando/parodiando escenas completas como la limusina solitaria o el encuentro entre Julia Roberts y Jason Alexander), también podría haber homenajeado a "Un lugar llamado Notting Hill" (y algo de eso hay, aunque más disimulado). La idea es claramente la de tomar las bases tradicionales y llevarlas a la época actual, con contenido político, sexual, y narcótico incluido. Ahí también encontramos su vuelta de tuerca, evadirse de la etapa “rechazo”, tal como sucedía en aquellas, entre Fred y Charlotte nunca hay rechazo, el rechazo lo provoca el ambiente que los rodea, el contexto. Sí, Seth Rogen está algo más controlado que en otras películas como "Zach y Miry hacen una porno"; y todo lo que sucede es altamente esperable, imaginable. Nada que afecte al resultado final, al contrario, es casi celebratorio. Que Seth Rogen no haga su exclusive show le da lugar a una Charlize Theron que brilla. A la actriz de Atomic Bonde ya casi no le queda desafío en el cual probarse. ¿Drama romántico? "Dulce noviembre"; ¿Terror? "La cara oculta", ¿Drama testimonial? "Monster", "Tierra Fría", ¿Suspenso? "Lugares oscuros", "El abogado del diablo", ¿Acción? "Mad Max Fury Road", ¿Ciencia ficción? "Prometeo", ¿Aventura? "Joe el gran gorila"; y estoy siendo muy escueto. Todas películas, algunas muy subvaloradas, otras reconocidas, en las que hizo grandes labores, y esta no es la excepción. No es fácil ser la contrafigura de un comediante, casi siempre suelen ser actores de apoyo para el lucimiento de quien lanza los chistes. Charlize no es comediante, pero se disfraza de actriz de comedia y el atuendo le calza perfecto. Es graciosa, briosa, luminosa, y se roba todas las miradas y no (solo) por su belleza. Un plus fundamental, la química con Rogen es deliciosa. Del actor de "El avispón verde", lo dicho, se puede extrañar que esté menos zarpado que otras ocasiones; pero está bien, no es el tono de esta película, con dardos muchos más filosos a la cultura popular y sobre todo al política estadounidense. Fred es un personaje con el que es fácil identificarse, tiene todos los componentes para que sea querible, adorable, un perdedor carismático; y es todo gracias a Rogen. Al peso fundamental de ambos, súmenles buenos secundarios (en especial June Raphael, Bob Odenkirk, y Ravi Patel), y un guion con diálogos inteligentes, aceitados, y gags muy certeros (algunos opacados por un subtitulado local que no acompaña). Ni en tus sueños es una comedia que siente bien. ¿Eran necesarias sus (poco) más de dos horas de duración? Hay un segundo acto alargado que pudo acortarse, pero en ningún momento se hace pesada; siempre sabe dónde pararse para no aburrir y ofrecer material divertido. Ni en tus sueños no busca revolucionar el género, ni dejar una huella para la eternidad; pero utilizando muy correctamente los elementos que tiene, logra una comedia que termina elevándose por encima de la media.
Nuevo exponente del cine de terror ruso, "Pesadilla al amanecer", de Pavel Sidorov, tiene mejores ideas que pericia para concretarlas felizmente. Sigilosamente, se viene instalando dentro del mercado interno una moda para los estrenos de terror en salas. El cine de terror ruso viene pisando fuerte. Algo que no sería llamativo, de no ser porque durante muchísimo tiempo fue ignorado, y en el último tiempo ya contamos con tres estrenos que, como plus, comparten productores; y la cosa no parece terminar acá. Es probable que esta moda sen deba a un síntoma tradicional de las épocas de crisis. Traer películas de países remotos es más económico, y el terror generalmente resulta rentable y efectivo en cuanto a la ecuación inversión de distribución/resultado en taquilla. Lo que en la etapa del 2000 y siguiente fue el cine de terror nórdico y el asiático; hoy puede ser el ruso. "La novia", "La sirena", y "Pesadilla al amanecer", tres películas que comparten productor, y poco más. Hay algo remarcado en la estética, es verdad, algo usual en el cine ruso desde siempre, y en cualquier género. A diferencia de las dos anteriores, "Pesadilla al amanecer" no se conforma con presentar un espectro funcional, y crear una historia efectiva que ubique a los peones en contexto. No, quiere ser más, quizás demasiado más, y ahí es cuando comienzan sus problemas. Sveta (Alexandra Drozdova) es una joven cuya madre falleció pariéndola en un hecho muy extraño (presentado en el pre créditos). Actualmente le quedó su hermano mayor y un puñado de buenos amigos. A los pocos minutos, el hermano muere en circunstancias muy similares a las de su madre; y a Sveta comienzan a acecharla más frecuentemente sueños oscuros expresados en pesadillas mortales que, entre otras cosas, traen el recuerdo de su madre, su hermano, y un extraño ser sombrío. Para tratar este síntoma, Sveta se interna en un instituto de somniología en el cual se somete a un experimento de sueños colectivos. Tres pacientes más se anotarán junto a ella a esta terapia en la cual, penetrarán todos en los sueños del otro… una idea buenísima siendo que los sueños de Sveta son cada vez más vívidos y mortales. Por supuesto, el espectador sabe más que los personajes, y ya cuenta con la información de que madre y hermano murieron mediante estas pesadillas. De todos modos, aguardan más vueltas de tuerca. En poco más de hora y media, "Pesadilla al amanecer" plantea un clima sombrío, de encierro, sombras, suciedad, y esa estética neo gótica de la que hablamos se suele valer el cine ruso fantástico. Abundan los golpes de efecto, los jump scares, y los elementos efectistas para agarrarnos desprevenidos cuando “menos lo esperamos”. Recurso válido y provechoso si es utilizado en su justa medida, no en sobreabundancia como es en este caso. Si tenemos un mínimo de conocimiento de terror, ya sabemos cuándo va a venir el susto (si hay un silencio prolongado, ya sabemos qué sucede un segundo después). Para peor, molesta cuando la mayoría de esos sobresaltos resultan en sustos falsos, viento, puertas que necesitan WD-40, un gato, un amigo pavote, etc. "Pesadilla al amanecer", es cierto, quiere abarcar demasiado. Toca demasiados temas, presenta demasiados hechos, y lo que pudo ser un simple slasher sobrenatural, termina incluyendo varios tópicos más que, por un lado confunden, y por otro le quitan peso y concreción. Es imposible no verla y pensar en "Pesadilla en lo profundo de la noche", y sobre todo en la tercera entrega de la saga, y algo quizás de la séptima. Pero todo lo que en aquellas funcionaba, acá se encuentra ausente por acumulación de otros elementos innecesarios. No hay un espectro fuerte como Freddy, las muertes no son tan inventivas. Es más, durante gran parte de la película (un tedioso segundo acto) no sucede prácticamente nada relacionado al terror, solo más y más historia. Los personajes tampoco ayudan, Krueger se enfrentaba a adolescentes carismáticos (por lo menos en las mejores entregas); acá ninguno llega a interesarnos en lo más mínimo, comenzando por Sveta. De los otros tres pacientes, sabremos algo de su historia, pero nunca nos estimulan a pensar si sobrevivirán o no. Pavel Sidorov es un director operaprimista, y pareciera encarar esta película por encargo. NO hay un sello personal, nada que la destaque o nos haga pensar que "Pesadilla al amanecer" puede permanecer en la memoria. Montaje apresurado al inicio y al final, y en el medio un gran bache (en todo sentido, el guion tiene varios agujeros indisimulables) que lleva al aburrimiento y a la pérdida de interés sobre lo que sucede. Hay algo detrás que parece interesante, algo que pudo ser. Ese intento del Freddy ruso, aunque trillado, quizás pudo haber funcionado. Incluso con algunas de sus vueltas de tuerca, pero en el desarrollo todo queda en promesa. Podemos decir que "Pesadilla al amanecer" es de esas películas de las cuales... mejor despertarse rápido.
En la última "X-Men: Apocalisis", ya se notaba alguna tendencia por entregar una película más simple y similar a lo que otras franquicias proponían. Esta sensación se confirma con "Dark Phoenix", a lo cual le suma unos cuantos problemas más. Ya es sabido la mala reputación que tiene cuando un film es anunciado y cancelado repetidas veces. Los rumores crecen, las malas lenguas hablan, la cosa empieza a oler mal, y sinceramente, la mayoría de las veces, esos rumores se confirman. "X-Men: Dark Phoenix" fue anunciada a mediados de 2016, se fue retrasando, se la anunció para noviembre del año pasado, se la volvió a pasar para febrero, y finalmente se estrena ahora en junio; y no, no es la excepción. Noticias sobre retomas, cambios en el guion, remplazos, convulsión en el elenco. "X- Men; Dark Phoenix" se siente una película ensamblada, hecha a las apuradas, y sobre todo, con desgano en todo sentido ¿Es casual que se estrene en medio de la venta de Fox a Disney lo cual anunciaría un fin para esta saga tal como la conocemos para posiblemente unirse a Marvel como reboot? La historia de la saga de comics Dark Phoenix (uno de los arcos más populares de X-Men) ya fue llevada al cine en la tercera película de la franquicia, "X-Men: Batalla Final", la cual hay consenso de ser la peor – siempre hablando del tronco principal – . Se suponía que no había que esforzarse demasiado para superar aquella decepcionante experiencia de Brett Ratner, y no, no lo logra. Veamos por qué. Aunque ya la conocemos de entregas anteriores, en el inicio se nos presenta a Jean Gray (Sophie Turner), la mutante más poderosa, con una capacidad cerebral inclusive superior a la de Xavier (James McAvoy). En el pasado, Jean provocó ¿accidentalmente? la muerte de su madre, y fue Xavier quien la rescató bloqueando aquellos recuerdos de su mente, y de alguna forma, protegiéndola de su propio poder. Es 1992, los X-Men deben asistir a una misión espacial, las cosas no salen como lo esperado, y una nebulosa cósmica complica los planes. Intentando salvar a los astronautas y a sus compañeros, Jean contiene aquella nebulosa, que de alguna forma penetra en su cuerpo, la sobreexige, y libera aquellas barreras que Xavier había creado en su mente. Primero, Jean se siente liberada, enérgica, pero nuevos acontecimientos convertirán esa energía en pura ira y rabia, algo que no podrá controlar y hará que emerja Phoenix. Esta liberación negativa tiene que ver con la llegada de unas entidades alienígenas que vieron extinguido su planeta por aquella nebulosa, y llegan a la Tierra para apoderarse de ella aniquilando a los humanos. Para eso, querrán controlar a Jean Gray/Phoenix influenciándola. Phoenix tiene un impulso liberador de destrucción, y no se frena ante ninguno de sus compañeros, a los cuales liquidará de ser necesario. Punto a favor, el argumento es más sencillo y menos denso que la ensalada pesada de Batalla final. Aquel film pecaba de poner demasiadas cosas en poco tiempo, haciendo que nada se desarrolle y todo quede entre casi inentendible, y una maratón de muertes de X-Men. "Dark Phoenix" es más concreta, pero tiene otras dificultades. Las entidades alienígenas, que toman cuerpo en Jessica Chastain, Ato Essandoh, y otros más que ni siquiera hablan; nunca se integran a la película, y su existencia no se justifica. Tal como sucedía hace algunas semanas en "Brightburn", estos aliens solo cumplen la función de darle un innecesario justificativo externo a la transformación de Jean Gray en Phoenix, cuando en verdad, todo debió ser algo interno para generar un verdadero peso dramático. Ni que hablar en que la composición de Chastain en plan niña albina de Village of the Damned/publicidad de perfume fino/Sr. Burns “les traigo paz”/Mantis de "Guardianes de la Galaxia", es bastante insípida, generando más risas que amenaza. La historia es sencilla, y parece avanzar como tramos sueltos, un guion emparchado al que le faltan partes, o le sobran varias apariciones. Las escenas de batalla, con una última interminable, no son de los más logradas y se estiran sin sentido. Mucha bala para algo que desde el segundo uno se nota que las balas no le hacen absolutamente nada. El elenco de la nueva generación está, pero no se nota el esfuerzo en ninguno. Parecieran que están obligados por contrato a hacerla, y no hay reales intenciones de lograr algo. En especial, Jennifer Lawrence y Michael Fassbender, parecieran no ver la hora de salirse de esto; justamente los dos actores que habían expresado el deseo de retirarse de la franquicia antes de esta película. A Sophie Turner cargar con el peso protagónico de esta entrega le cuesta, no es famosa por ser una gran actriz. Del elenco original de las primeras tres, ni noticia, es más, presenta algunas incongruencias respecto a aquellas y a lo presentado en "Días del futuro pasado" y "Apocalipsis". El debutante en la dirección Simon Kinberg hace poco, se pone en piloto automático, y entrega una película correcta y menor. No aprovecha el gancho de habituarse en los ’90, y no saca provecho del carisma de ninguno de los personajes, pero tampoco explota la vena dramática. Un pseudo videoclip musical en una de las escenas trascendentales de la película, habla de la extrañeza en la que se ve envuelta la realización de esta película. "X-Men: Dark Phoenix" no es un film de errores insalvables, había algo prometedor en el proyecto. Su gran problema es que es aburrida, su duración de menos de dos horas se hace muy pesada, y no llega al nivel de relevancia dentro de la franquicia que esta historia debía tener. Se ve, no se la pasa horrible, pero se olvida pronto, muy pronto.
El lobo estepario Hace exactamente un año en Argentina se estrenaba Roman, y con ella conocimos a un dúo que rápidamente se hizo un lugar dentro de la filmografía de cine de género en nuestro país. Gabriel Peralta como productor y protagonista, Eduardo Meneghelli como director. Filmación rápida, propuestas atractivas, algo de presupuesto, un acabado técnico más que decente. En un año llevan estrenadas ya tres películas, y no parece que la cosa vaya a quedarse acá. Pero hay un problema: los aspectos positivos técnicos y lo atractivo de las propuestas en los papeles (y en unos afiches que se venden muy bien), chocaban hasta ahora con resultados no muy satisfactorios por dificultades varias en el guion y en los intérpretes; principalmente en el intérprete… protagonista. Roman y Ruleta rusa tenían buenas intenciones, pero terminaron cerca del culto al consumo irónico. ¿Será Blindado la que finalmente incline la balanza a su favor? En primer lugar, hay que adelantar que, si bien puede ser engañosa respecto a lo que promete, es más jugada respecto a los asuntos que aborda. Ya no estamos frente a un típico producto de género efectista. La historia de este personaje conflictuado, un trabajador alienado que decide llevar a cabo un plan para tomar las riendas de su vida de un modo inesperado, es de alguna forma más elevada que lo que proponían los dos films anteriores de corte policial tradicional. Esta vez, Peralta compone un personaje a contracorriente de sus pares, quizás algo similar a su propio ser. Triste, solitario, y final Luna (Peralta) es un custodio de camión de caudales que atraviesa un momento bastante particular. En un accidente perdió a su esposa y su hijo, y desde entonces las sombras lo aquejan. No descansa, tiene pesadillas, los recuerdos de aquel episodio lo persiguen, confundiéndose con los de su propia infancia junto a sus padres. En esos sueños, o pesadillas, también aparecen una mujer y un niño a los que no conoce, ¿o sí? Luna está en un período laboral sabático, se encuentra con licencia psiquiátrica y alejado de una actividad laboral a la que quiere regresar porque considera que puede hacerle bien. En una de esas visitas laborales para insistirle a sus compañeros que lo ayuden a regresar, se cruza con Selva (Aline Jones), una empleada de logística, de origen brasilero, que resulta ser aquella con la que él viene soñando. De inmediato se obsesiona –más aún cuando conozca a su hijo y descubra que es el niño de su sueño– e irá lentamente pergeñando un plan para dar un vuelco en su vida. Selva tiene problemas con su pareja abusiva, y Luna quiere rescatarla; pero para eso necesita del empujón que solo el plan que diagrama en su cabeza puede darle. Luna, el personaje de Gabriel Peraltaen Blindado, tiene algunas similitudes con los que ya compuso en Román y en Ruleta rusa, sobre todo en la primera, aquel que le daba título a la película. Personajes de una conducta intachable, marcadamente religiosos, con una cara social bondadosa aunque extraña, abstraídos. Seres tristes y de andares solitarios. En Blindado le suma ser alguien con problemas de relación severos, claramente alienado, que va transitando un camino que puede llevarlo hacia una zona peligrosa dentro de sí mismo. Un personaje complejo, con varias capas, al que Peralta le presta su cuerpo pese a no tratarse de un actor demasiado dúctil. El quiebre En su promoción, tanto en el afiche como en los spot o trailers y hasta en el título mismo, Blindado pareciera venderse como un film de atraco a un banco, o a un camión de caudales. Quienes vayan esperado ese film de acción pueden sentirse defraudados al encontrarse con una película de vena más dramática, un thriller con pinceladas de suspenso que se desarrolla de a poco y se centra en la psicología de su personaje. El blindado es el propio Luna. Aunque algo de lo que se promete tenga que ver con el plan que pergeña, lejos está de ocupar un rol central. Blindado es una película con mucho potencial. Claramente superior a los dos films anteriores de Peralta/Meneghelli, quienes parece van evolucionando con cada uno. Ruleta rusa tenía una interesante búsqueda estética que Román no poseía, en Blindado hay un guion mucho más sólido, atractivo, complejo, con varios subtextos. El problema, sí, sigue siendo que Gabriel Peralta es un actor muy difícil de llevar. Es admirable su esfuerzo por ponerse retos mayores, siendo que simplemente podría ser un duro del cine de acción. Luna es un personaje complejo al que Peralta le pone más ganas que resultado. No se suelta, habla con un tono monocorde, se lo siente rígido y no logra química con su elenco. Este hecho hace que varias escenas y circunstancias luzcan exageradas, remarcadas, exacerbadas, o hasta inverosímiles. Peralta como productor hace que sus películas lo tengan a él como eje y motor, y no siempre (más bien todo lo contrario) beneficia. Por suerte, en el elenco siempre se rodea de talento, y esta vez les tocan personajes menos estrafalarios. Luciano Cáceres, Luís Ziembrowski, Adriana Aizemberg, Esteban Menis, Gonzalo Urtizberea, Pablo Pinto, Aline Jones, hasta una aparición de Sandra Smith, están correctos y realzan Blindado. El único extraño dentro de los secundarios será Lautaro Delgado, dúctil como siempre, pero con un personaje que simplemente desaparece luego de una escena. Hay otros detalles a destacar: un montaje fluido, la utilización de una canción de Leonardo Favio siempre es grata, y hasta la inserción de parábolas del Nuevo Testamento para marcar las acciones de Luna (además de reforzar lo religioso como moroso de su personaje) es interesante aunque por momentos algo obvio. Blindado tiene varios aspectos positivos, sobre todo ser una propuesta que, dentro del género, apuesta a más. Aún trastabilla con varias dificultades que no logra sacar a flote. Gabriel Peralta y Eduardo Meneghelli pueden sentir que de a poco algo va mejorando, y quizás en una próxima experiencia logren conjugar mejor para conseguir un resultado satisfactorio. Blindado, aunque se esfuerza, queda a mitad de camino.
El esperado nuevo film de Pedro Almodóvar, "Dolor y gloria", es una exploración presumiblemente autobiográfica, para la cual juntó a un dream team personal; consiguiendo un nuevo punto de altura dentro de su excelsa filmografía. ¿De qué manera puede abordarse la figura de alguien como Pedro Almodóvar? ¿El realizador vivo más importante de España y uno de los más importantes de habla hispana? ¿El estandarte fílmico de la movida española del destape post franquista? ¿Uno de los referentes LGBT+ más importantes del mundo del cine? ¿Pedro, el que creó un séquito artístico cuasi familiar con el que se rodea cada vez que decide encarar una nueva película? Es Almodóvar, uno de los directores más personales que se nos pueda ocurrir. No sólo es personal porque en cada una de sus más de veinte películas (sin contar cortos) deja una huella artística imborrable e ineludible. Es personal, porque, de un modo u otro, pareciera que cada film suyo, es un pedacito de un pseudo diario íntimo, o un cuaderno de anotaciones en el que hace catarsis de ideas y pensamientos. Desde Folle... folle... fólleme Tim! Cada nueva película es una llave a un lugar de su mente, y su corazón. Ahora, "Dolor y gloria", esperadísima como cada vez que el manchego anuncia que se sentará otra vez en la silla de director, ofrece una nueva entrada; una nueva llave. A diferencia de las anteriores," Dolor y gloria" parece ser la llave maestra, esa que abre todas las puertas; o el capítulo recopilatorio de esa diario/cuaderno. No queremos pensar que se trata de un epílogo. Más que nunca, Almodóvar abre su corazón, sin hacerlo directamente, pareciera poner en pantalla mucho de su propia historia; mucho de su ser, ideas, e idiosincrasia. Recorre mucho de su filmografía, y de lo que popularmente sabemos de él. Es un drama evocativo, como no podía se de otro modo; pero también es una comedia con desenfado, como no podía de otro modo. Salvador Mallo (Antonio Banderas) es un director de cine autoretirado, que vive de sus glorias, y bajo las sombras de una película propia que lo marcó en más de un sentido, "Sabor". Paralelamente, iremos recorriendo dos líneas temporales, el presente, y el pasado, con Salvador como niño (Asier Flores), criado en la pobreza por una madre (Penélope Cruz) que, a su modo, dio todo por ese niño; y una figura paterna (Raúl Arévalo) cuasi ausente. Los paralelismos entre un período y otro flotan sin necesidad de ser remarcados, el espectador deberá armar en su cabeza el hilo que une un momento con el otro, el aleteo de esa mariposa en el pasado que influye en el presente. Salvador y Jacinta, la madre; buscan el refugio de ese padre/marido, que les consigue una lugar en las cuevas, al que ella convertirá a puro tesón en un hogar para su hijo. En la actualidad, Salvador vive sin necesidades económicas, con una asistente (Nora Navas), una encargada de las labores del hogar (Rosalía), y dolores físicos – y de los otros – que lo aquejan. Está recluido en ese hogar, alejado de la luz pública, rechazando invitaciones de presentaciones varias. Esa prisión en que se convirtieron sus recuerdos, de niño fue la escuela católica a la que Jacinta tuvo que dejar que fuera para darle algún tipo de educación, sin saber qué era lo que hacía. Redujo a un niño inteligente, con una capacidad educacional potente; en un ignorante, un condenado, un director de cine. La escuela descubrió sus dotes vocales que a la larga no aprovechó, pero que sirvieron para apartarlo del conocimiento. Eso sí, hay algo que ninguna escuela, ni iglesia, ni represión logró; sus impulsos sexo afectivos hacia otros hombres. A lo largo de las casi dos horas de "Dolor y gloria", Salvador tendrá diferentes encuentros que se articulan como capítulos sin ser expuestos. La remasterización y reposición como film de culto de "Sabor" le marca de algún modo que es tiempo de reconciliación, de dejar atrás y seguir ¿será cierto? Lo primero que impacta aquí, es la elección del elenco protagónico, con dos figuras que son sus niños más mimados; aquellos a los que él apadrinó, les dio alas para que después vuelen hacia una meca extranjera. Antonio y Penélope son la elección más correcta de "Dolor y gloria". ¿Los vieron caminar a los tres juntos en la alfombra roja de Cannes? Son como una familia, de esas que se eligen, no de las que se imponen. Mamá Pedro con sus niños. Eso mismo transmite esta cinta. Es recurrente leer y escuchar que tanto el actor de "Átame", como la actriz de "Volver"; cuando se fueron a Hollywood, jamás pudieron recrear ni un poquito del inmenso talento que demuestran en España. Bueno, "Dolor y gloria" es españolísima. Esa España de la infancia, de mujeres abnegadas, de sombras que se funden sobre un sol que no de tregua y se cuela en cualquier recoveco de la cueva. Una España orillera, sudorosa, estridente, de tradiciones y contrastes internos entre el rigor y la expresión; atraviesa el cuerpo de Penélope Cruz que logra un registro que sólo alcanza cuando se encuentra bajo las órdenes de Pedro. Penélope es ímpetu, fuerza férrea, pecho y fuego. Una madre dura y cariñosa a la vez, aunque cariñosa no siempre signifique expresiva de ese sentimiento, o comprensiva. En Cruz se traslucen muchas mujeres un país, una cultura. Banderas tiene, lejos, sus mejores actuaciones de la mano de Almodóvar; y aquí sin dudas alcanza la que muy posiblemente sea la mejor de su extensa carrera. Ese premio a mejor actor en Cannes está más que merecido. Pose, gestos, decir, sentir. Antonio se para los pelitos y pone los ojos de huevo como Pedro, y las impresiones se confunden. Es una figura triste, frágil, y potente a la vez, que vive y sufre por amor de todo tipo. No es fácil ponerle el cuerpo a Salvador y su travesía de encuentros, y Banderas nunca flaquea, siempre está exacto y manteniendo química con cada uno de sus parteneires. La misma química que Pedro Almodóvar tiene con sus chiques. Por ahí pasan Leonardo Sbaraglia, intenso, pasional, titubeante, preciso, con una de las mejores escenas de la película. La citada Nora Navas, contenedora, la compañera fiel. Otras dos integrantes de la familia Almodóvar, Julieta Serrano, Jacinta ya mayor, y es ella, la Serrano como Almodóvar sabe retratarla, tan severa como querible, ida y adorable; y Cecilia Roth, que bien podría auto interpretarse, con una escena muy pequeña pero que le sirve para dejar su colorida huella, siempre fue una diva entre las chicas Almodóvar. A Agustín, el hermano, como siempre, le aguarda una gran aparición especial. A los Asier vale mencionarlos aparte. Asier Flores es pura ternura, un niño despierto como esos que el director siempre consigue. Con un puñado de escenas para el recuerdo le alcanzan para ser aplaudido. Asier Etxeandia es Alberto Crespo, el amigo y el rencor de Salvador, el protagonista de Sabor, de alguna forma quien marca el quiebre; consigue una química muy sólida, cómplice con banderas, se sabe que no serán parejas, porque son amigos. "Dolor y gloria" tiene todos los ingredientes para zambullirse en el melodrama barato; y logra salir indemne. Tan emotiva como pura, si logra arrancarnos lágrimas (que lo hará), serán sinceras, honestas, y no necesariamente penosas. Ninguna escena o vuelta está preparada con la sóla función de entrar en el llanto de telenovela, "Dolor y gloria" es la vida misma. Posee también momentos de comedia sutil, ácida y aguda, escandalosa, de chusmerío; es Almodóvar. Como todo film de su director, a los diálogos articulados con maestría, le suma un lenguaje visual rabioso; lleno de contrastes y detalles. Alguien como Pedro no podía quedarse afuera de la coyuntura feminista actual, y nada de andarse como disimulado, tremenda frase en mural en el centro de un plano largo. Todo lo que rodea a Salvador habla, desde su ropa, sus lentes, y los adornos de su casa y la de Alberto; dan muchas ganas de ver esa Sabor. Que "Roma" de Alfonso Cuarón sí, que "Roma" no; con no más de diez minutos de intervención de la empleada doméstica compuesta por Rosalía, le alcanza para superar al extenso film del mexicano. La posición de escucha en las conversaciones, sus frases, y un delantal; esta Rosita marca cancha. "Dolor y gloria" es un film para saborear, para emocionarse y llorar, para conmovernos, reírnos, y dejar volar nuestros recuerdos. Pedro Almodóvar se pone en carne viva, juntó a parte de su familia para que lo conozcamos un poco más, y así, tan abierto como es, nos lleva también a que nos planteemos nosotros mismos frente a nuestras relaciones y nuestro pasado. No es fácil decirlo, pero estamos ante uno de los mejores films dramáticos del director. "Dolor y gloria" es una película que no se olvida.
Un ratón en España Antes de continuar escribiendo hay que hacer una aclaración importante. La película que acá y en toda Latinoamérica conoceremos como El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico, es en verdad una película española, estrenada a principios de este año en el país ibérico, llamada La gran aventura de Los Lunnis y el libro mágico. ¿A qué se debe este cambio? A que Los Lunnis son poco o nada conocidos fuera de España, y se pensó en un título que sea atractivo para vender en varios países. ¿Por qué no ponerle Ratón Pérez también en España, siendo que la historia original de ese personaje en verdad data de ese país? Porque el Ratón Pérez dista mucho de ser el protagonista de esta película ¿Un título caza bobos? Los Lunnis es un programa de la TVE, que se emite ininterrumpidamente desde 2003 con mucho éxito y varias repeticiones. Se trata de una serie compuesta por sketchs protagonizados por coloridos títeres, al mejor estilo Los Muppets, para un público infantil de la primera etapa. Quienes lo hayan podido ver sabrán de su humor ultra naïf, sus historias bien simple, y su didactismo para enseñar diferentes cuestiones al estilo de Elmo o Plaza Sésamo. El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico es su séptima película, y la primera en co-producción con Argentina. Probablemente, la inclusión de El ratón Pérez en este asunto tenga que ver con la elección de su director, el experto Juan Pablo Buscarini, director de las dos películas anteriores del personaje. Mar en el país de las maravillas literarias El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico cuenta la historia de Mar (Carla Chiorazzo), una niña a la que su abuelo le contaba cuentos clásicos todas las noches. Mar es maltratada por sus compañeros en el colegio por creer que las fantasías son reales, tal como le dijo su abuelo. Aún su maestra, a la que no se muestra como alguien malvado, la expone de modo denigrante frente a sus compañeros por esta cuestión. Por lo cual, ella decide abandonar esa creencia y guardar todos los libros y juegos de su habitación. En el universo en que transcurre El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico, Los Lunnis conviven en natural armonía con los humanos, como si fuesen uno más, aunque algunas frases nos dan a entender que son diferentes, especiales. Los Lunnis son niños muy coloridos, para nada realistas y muy inocentes. Son los compañeros de colegio y únicos amigos de Mar, sin ningún tipo de presentación o explicación previa. Paralelamente, hay un personaje, Crudo (Bruno Oro), director de una fábrica con una estética muy similar al expresionismo ruso, que debe cumplir con un legado familiar. Descree de todo lo que sea fantástico y quiere apoderarse del mundo de la fantasía para terminar con él. Para cumplir su cometido, Crudo debe poseer un libro en el que se encuentran todos los cuentos; y para abrirlo necesita de un objeto y una palabra mágica, “Apetesembre”. Cuando finalmente Crudo se salga con las suyas y entre al mundo de las fantasías, Lucrecia (Lucrecia, la animadora del programa de Los Lunnis) deberá convocar a Mar y a Los Lunnis como guardianes del libro, para que también ingresen a ese mundo y vuelvan las cosas a su lugar; pero para eso, primero, Mar debe volver a creer. Todas las historias, todas Este marco será el puntapié para una aventura en la cual, por un lado Mar y Los Lunnis, y por otro Crudo (a los que más tarde se les sumarán los personajes de El mago de Oz), transiten ese colorido mundo y se vayan encontrando a cada paso con diferentes personajes de cuentos y novelas juveniles clásicas que los guiarán hasta el destino final en la búsqueda del preciado objeto. León, Hombre de hojalata y Espantapájaros de El mago de Oz, Alicia de la novela de Lewis Carrol, El rey Arturo y Merlín, Pinocho, Passepartout de La vuelta al mundo en Ochenta días, entre otros, son presentados con vueltas de tuerca y bastante gracia (sobre todo un Pinocho vendedor de autos usados). ¿Y El ratón Pérez? Habrá que esperar casi llegado el final para velo como otro de esos encuentros, aunque su relevancia en la resolución sea algo más importante que la del resto; pero lejos está de cumplir un rol protagónico como sugiere el título local. El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico, buenas intenciones Las intenciones de El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico son claras y nobles. Trata de acercar la literatura clásica y el placer por leer a los más chicos. El modo en que lo hace no está mal y es bastante ingenioso. Un guiño en la habitación de Mar con un libro del Capitán Calzoncillos, historia con algunos puntos en común a esta, es simpática. Hay que sumar también que Buscarini ee un director experto en cine infantil, y logra una puesta algo plástica pero muy llamativa y efectiva, con buenos efectos, y que Los Lunnis interactúan aceitádamente. Pero todos sus logros se recienten por un tono demasiado infantil. Cualquier niño mayor a los seis años, ni hablar de los adultos, notará que El ratón Pérez y los guardianes del libro Mágico, en varios tramos los subestima. El humor de Los Lunnis es demasiado simple, con líneas de diálogos entre anticuadas y poco ingeniosas. También se trata de un musical, y salvo un cuadro coreografiado muy correcto en la fábrica, el resto de las canciones no son muy elevadas, se sienten viejas, y la entonación e interpretación de Carla Chiorazzo es perjudicial. A nuestra versión hay que sumarle un extraño doblaje en neutro hecho por los propios españoles, que nunca termina de sonar bien. Así como hay momentos muy simpáticos, hay varios tramos bastante irritantes que terminan por nivelar hacia abajo. Las anteriores entregas de El ratón Pérez cumplían con entretener eficazmente a chicos y grandes, de un modo muy logrado. Esta vez, Juan Pablo Buscarni pone empeño y talento, pero el material de origen al que la película está al servicio, Los Lunnis, hace que El ratón Pérez y los guardianes del libro mágico no sea una película tan satisfactoria como pudo haber sido.
El nuevo documental de Ulises de la Orden, "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu", es un delicado trabajo observacional sobre una poderosa unión en forma de cooperativa para atravesar la problemática de la recuperación de tierras recuperadas. La propiedad originaria de la tierra, y el derecho a reclamo por parte de sus primeros habitantes es un tema tan rico y basto como merecedor de grandes obras, en especial documentales, tales como la reciente Chaco de Danielle Incalcaterra, o la homónina de Ulises de la Orden, que presentaban, cada uno a su modo, el reclamos que los pueblos originarios de esa región hacen por retomar aquel que fuera su terreno. Justamente, es el prolífico Ulises de la Orden, quien vuelve a abordar esta temática desde otra perspectiva y “zona” en "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu". La agrupación Vecinxs sin techo trabaja desde hace varios años en San Martín de los Andes, tratando de encontrarle una respuesta a un sector de la población que quedó desamparado, sin una vivienda que los refugie. Esta agrupación su unió a la comunidad Lof Mapuche Curruhuinca que también reclama la propiedad de terrenos que por origen les pertenece, para formar una cooperativa que les permita realizar acciones en conjunto, reclamos, movilizaciones, y activismo, que logró varios hitos fundamentales. Pensemos en un terreno de más de cuatrocientas hectáreas, que en su momento se expropiaron con el brazo militar, y en el que se montó parte de una zona turística. Esta comunidad logró la sanción de una ley nacional que les permitiera el usufructo, y la construcción de un barrio popular con el foco puesto en la ecología y la sustentabilidad de todo tipo. A Ulises de la Orden le llevó seis años concretar este trabajo, en el cual se dedicó a documentar diferentes detalles de la convivencia entre estas dos comunidades, con diferencias, pero unidas frente a un problema común. Más que una declaración de principios en estos tiempos que se habla de grietas que parecieran inventadas hace poco. Los pobladores humildes sin techo y los mapuches tienen costumbres diferentes, pero a través de la cooperación y el entendimiento, lograron una armonía que les permitió alcanzar logros notables; resultados de los cuales De la Orden se vale para Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu. Sin necesidad de un gran armado, De la Orden también consigue su propio equilibrio desde la naturalidad. No se trasluce un guion o algo armado. No hay entrevistas, ni un direccionamiento estructural. "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu" es un documental observacional, en el cual, el documentalista, retrata distintos puntos de rutina, y los ensambla con una entrevista radial enriquecedora. Los veremos en la convivencia, y en el reclamo, con sus posturas y sus discusiones, su búsqueda de lugares de equilibrio y punto común, como debe lograr toda cooperativa. El factor temporal también es fundamental en "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu". No sólo veremos una evolución en esos seis años de documentación interna, a través de algún material de archivo, o documentación previa, se remontará tiempo atrás a los inicios de esa lucha; creando algo circular y enriquecedor. Se analiza cuánto se evolucionó desde esos primeros pasos utópicos, hasta lo fáctico de los logros de esta cooperativa, y el ahora qué cómo se convive. Tenemos aquí un trabajo claramente político, contundente, con una postura que no necesita ser declamatoria, pero que inobjetablemente busca dejar algo sobre el problema que presenta y una muy posible solución. Esa postura la mixtura con el condimento observacional, antropológico, del “choque” entre dos tradiciones, y ahí vuelve a dejar otra posción política de posibilidad de unión frente a algo mayor. Ulises de la Orden antepone el contenido por sobre la forma. La riqueza del armado estará en la dedicación que le puso al mismo. Lo capturado por la cámara es tan potente, tan contundente, que no necesita demasiados rellenos ni articulados. Al orden natural se le responde con un armado naturalista. "Amanecer en mi tierra - Lihuntun Inchin Mapu" es otro delicado trabajo documental de un experto en la materia. Ulises de la Orden sabe como construir un gran trabajo con los elementos justos, y dejando (inter)“actuar” a quienes son el foco de la propuesta. La idea es clara, desunidos es mucho más difícil.