Como en 2008 con Slumdog Millionaire, la historia vuelve a la miseria de la India para contarnos el relato de un niño sobreviviendo a un estilo de vida difícil de cambiar. Y aunque su director Garth Davis -quien por primera vez rueda un largometraje- quería evitar a la estrella de Hollywood Dev Patel por ser la elección más obvia, tras seis horas de audición para el papel, el actor nacido en Londres y de raíces keniatas + indias resultó ser la mejor opción para protagonizar esta película que también se coló en la carrera por el Oscar, aunque es cien por ciento probable que no se corone como la gran ganadora de la noche. Bajo el título original de Lion, el film se basa en un hecho real ocurrido hace apenas algunas décadas, cuando Saroo de cinco años de edad se perdió en una estación de tren en Calcuta. Y como dicen los norteamericanos: long story short, acabó siendo adoptado por un matrimonio australiano (interpretado por Nicole Kidman y David Wenham) de alto poder económico que le dio todo lo que nunca hubiese imaginado, y más. Pero la cosa no termina allí, porque 25 años después, e incluido un hermano adoptivo que no corrió su misma suerte, ciertas circunstancias hicieron que el joven comenzara a preocuparse por sus raíces y así empezó la búsqueda de su adorado hermano mayor Guddu -a quien vio por última vez aquella noche de 1986- y de su madre; una tarea bastante compleja si tenemos en cuenta que lo único que recordaba de ese entonces eran los rostros de sus familiares y un tanque de agua que había en el lugar donde desapareció. Un camino a casa demuestra cómo incluso los olores y los sabores pueden darle significado a una proeza de dimensiones kilométricas. Dev Patel pasó ocho meses preparando el papel junto al verdadero artífice de esta especie de milagro, quien de hecho escribió un libro titulado: A Long Way Home. Fueron en total cuatro años de desarrollo, con la colaboración de Google Earth incluida, para lograr uno de los pocos films rodados en Tasmania que existen. Dividida en dos partes, transcurren 50 minutos hasta que Patel aparece en pantalla; mientras tanto, el debutante Sunny Pawar se encarga de aportar el encanto y la emoción suficiente, con reminiscencias a Charles Chaplin, y casi sin diálogo, al mejor estilo Wall-E, según confirmó su propio director. Si uno viese Lion sin saber que verdaderamente un niño recorrió todo ese camino por su cuenta, simplemente lo consideraría como la más pura ficción. Sin embargo, son 80 mil los que desaparecen cada año en el país asiático, mientras que suman 11 millones los que viven en las calles con ese Dios aparte. La buena noticia es que las diferentes productoras que colaboraron en esta película crearon la fundación #LionHeart, la cual trabaja en pos de reducir esa aterradora cifra. La mala noticia es por qué tienen que pasar estas cosas para que la sociedad tome conciencia. En fin, la importancia de la visibilidad que puede generar un proyecto de estas características en su recorrida por los festivales del mundo. Irónicamente, mucha de la belleza de Un camino a casa (2016) radica en ese retrato de la pobreza extrema y en la esperanza de que se puede tener una vida mejor, pero a un costo que quizás no cualquiera estaría dispuesto a pagar. El fuerte de Lion es sin lugar a dudas el guión y mi consejo es que si tienes un alma sensible, no olvides llevar tus pañuelos descartables. Y no, no hay de esos bailes extraños como el del final de Quién quiere ser millonario.
Con un presupuesto acotadísimo, un rodaje que duró poco más de 20 días y un cast y un crew compartiendo un único VR para vestuario y maquillaje, Moonlight (Luz de Luna) conquistó los corazones de audiencia y crítica por igual, gracias a un relato que al mejor estilo Boyhood (2014) está contado en tres actos; uno para cada etapa de la vida del protagonista. La historia de Chiron, personaje al que interpretan los actores Alex R. Hibbert (debutante), Ashton Sanders y Trevante Rhodes, no tiene efectos especiales ni escenas coreografiadas, pero se mete con un conflicto de minorías que desde siempre es la piedra en el zapato para muchos. No sólo se trata de un joven afroamericano viviendo en un barrio conflictivo al sur de Florida, sino que además su despertar sexual y la pérdida de la inocencia se vuelve el centro de la trama, cuando descubre que no le atraen las mujeres. La película está llena de etiquetas, una realidad que es lamentable para los tiempos en que vivimos. Palabras como fagot, nigger, junkie (maricón, negro, drogadicto), y más, resuenan a lo largo del relato, y todavía hoy cuesta librarse del prejuicio público. El film está basado en una obra de teatro llamada In Moonlight Black Boys Look Blue, que nunca fue estrenada, y que fue escrita por Tarell Alvin McCraney. Su título hace alusión a una pequeña historia cubana en la que se decía que los hombres de piel negra, a la luz de la luna se ven de color azul. El encargado de explicar esto es el propio Mahershala Ali (Juan), que apenas aparece en el primer capítulo, pero que tiene merecidísimas todas sus nominaciones, pues su performance se destaca. Moonlight no tiene ningún protagonista real, sino uno ficticio, que comienza llamándose Little, luego Chiron, y por último Black. Gran logro el de Barry Jenkins al hacer que ninguno de los tres se cruzara en el set, con la intención de que cada uno construyera una personalidad única para el yo niño, el yo adolescente y el yo adulto del personaje. Y hablando de su director, el mismo se inspiró en su madre adicta para contar el drama que rodea al joven. De hecho, su infancia la pasó en Miami, rodeado de los hermosos paisajes que se ven en pantalla, pero también viviendo en un contexto difícil de noches oscuras, en todo sentido. Por su parte, la actriz Naomie Harris (Paula), nominada al Oscar, al Globo de Oro y al BAFTA por su rol en reparto, es la única en aparecer en los tres actos, y lo curioso es que los rodó en tres días. La novedosa narrativa del film nace de un proyecto taiwanés llamado Zui hao de shi guang (2005), que en inglés se traduce como: Three Times, y que fue dirigido por Hsiao-Hsien Hou. La gran diferencia yace en los períodos temporales, comenzando en 1911 y finalizando en 2005. Otro punto a favor para Moonlight es la música. El compositor Nicholas Britell optó por mezclar desde orquesta hasta piezas de sonido oxidado, dando lugar a una banda sonora única y especial que eleva cada sentimiento planteado. Con algunas dosis de violencia que son la contracara de la personalidad de Chiron, y lecciones de vida para cualquiera que haya nacido en este mundo loco, Luz de Luna podría considerarse la película más “pequeña” en colarse en esta temporada de premios, una tendencia que por suerte está cada vez más instalada.
La existencia de esta película de Theodore Melfi (St. Vincent, 2014), pocos conocían la verdadera historia de estas tres mujeres que durante los años 60 proveyeron sus brillantes conocimientos nada más ni nada menos que para la NASA. Mientras Estados Unidos se batía a duelo con Rusia por la carrera espacial, unas afroamericanas marcaban un antes y un después en la historia del país y del mundo, en especial contribuyendo a poner un punto final a la segregación racial. Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe interpretan a Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, dueñas de algunas de las mentes más veloces que existieron. Claro que no fue para nada sencillo, pues ellas no sólo lucharon contra sus desafíos personales y laborales, sino también contra la discriminación. Corría una época en la que ser mujer era difícil, pero ser mujer negra era prácticamente imposible para el desarrollo normal y cotidiano. Más allá de la opresión, estas valientes representantes del poder femenino se impusieron, y alcanzaron logros jamás imaginados en aquel entonces. Mientras una de ellas proveía los cálculos matemáticos más complejos en el recorrido de una nave espacial, la otra manejaba la primera IBM construida, y otra se convertía en la única mujer en ganarse el derecho -previo juicio- a estudiar en la universidad de Virginia y graduarse en ingeniería. Si bien la hostilidad con la que los personajes son tratados en la historia no es 100% real, sino que fue utilizada para acentuar el conflicto, el trasfondo de estas cuestiones no deja de ser lamentable y casi imperdonable. Y si vamos a hablar de injusticias, vamos a hablar de la ausencia de Taraji P. Henson entre las actrices nominadas a la mejor performance en los premios Oscar. Ella se preparó a la par de la verdadera Katherine, quien bendijo su representación tras disfrutar de la primera proyección. Hidden Figures (Talentos Ocultos) es un relato emotivo que funciona como protesta de la causa que tanto defendió Martin Luther King, pero que también nos cuenta una historia muy entretenida, que no escasea ni en humor ni en enseñanzas de vida, con diálogos filosos a los que sólo este tipo de actrices saben darle el sentido y la pimienta suficiente como para atrapar al espectador. Puede que peque de repetitiva en algunas cuestiones, sin embargo, el guión es más que correcto, y cuenta con labores soporte de estrellas de la talla de Kevin Costner, Kirsten Dunst y Jim Parsons (sí, el cerebro en The Big Bang Theory, a quien dicho sea de paso le cuesta bastante despegarse de ese personaje). La película cuenta con talentos ocultos dentro y fuera de la pantalla, ya que por ejemplo, al ojo crítico se le pudo haber escapado la presencia de Mark Armstrong, hijo del famoso astronauta que abordó la misión del Apollo 11, entre una de las multitudes. Por otra parte, el equipo creativo optó por un balance de colores en donde los tonos fríos remarcan las zonas de computadores, control y cálculo, mientras que los cálidos predominan en las escenas, digamos, más felices. Probablemente, la mayoría del público no entenderá ni la mitad de los temas que se discuten en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, pero eso no será un obstáculo para entender el mensaje.
Cualquiera que vea cine a menudo, se entusiasma con la idea de tener a Amy Adams otra vez en primera plana, y ni hablar si el cartel se completa con figuras como: Jake Gyllenhaal, Michael Sheen, Aaron Taylor-Johnson y Michael Shannon. La sutileza como diseñador de moda en las manos de Tom Ford se traslada a la pantalla gracias a un thriller cuidado y correcto. Nocturnal Animals no es la mejor película de este 2016 (todavía faltan muchos estrenos importantes), pero sí un imperdible de la cartelera. Comenzando por un ritmo de suspense que va creciendo rápidamente con el correr de los minutos y que logra hacerte saltar del asiento en más de una ocasión, jugando al borde de la locura y siempre con traicionera sutileza. En la historia, la protagonista recibe en su casa un libro de parte de su ex-marido que le ha sido dedicado bajo el título de Nocturnal Animals. Un relato cruel que funciona como una especie de venganza premeditada que atormenta a la joven Susan y la obliga a repasar algunos momentos de su antigua relación, reflexionando sobre lo ocurrido y cargando con la culpa. Mientras tanto, se identifica con los personajes de la novela, viviendo las horas más tensas y sin saber cuándo la ficción ha dado paso a la realidad. Algo curioso es que el libro en que se basa se titula Tony and Susan, pero el libro que escribe el autor en esa historia se llama Animales Nocturnos, por lo que el director eligió quedarse finalmente con el ficticio. Esta es la segunda ocasión en que Ford escribe y dirige un film; el primero fue A Single Man (2009). En una entrevista, él confesó que el final es a libre interpretación del espectador, sin embargo, hay dos caminos posibles, los cuales podrás reflexionar una vez que hayas asistido al cine para ver esta espectacular pieza de arte, cuyo elenco se completa con nombres como: Isla Fisher (sí, el clon de Amy Adams), Armie Hammer, Robert Aramayo, Laura Linney y Andrea Riseborough. Se sabe que la labor de los dos protagonistas principales no iba a fallar, pero la sorpresa viene por parte de uno de sus roles secundarios. La ex-estrella de Kick-Ass construye a un joven desagradable que ya le valió un premio en el Santa Barbara International Film Festival, y que posiblemente coseche alguna otra mención. Con tan sólo 27 años de edad, él y sus compañeros de pandilla -uno más joven que el otro- cometen uno de los actos más aberrantes que un ser humano puede experimentar y/o soportar. nocturnal-animals Y aunque sea producto de la imaginación del autor, Tony Hastings (Gyllenhaal), el impacto funciona, pues cuando la mente humana comienza a volar, no hay fronteras, y a uno le cuesta digerir qué tan lejos se puede llegar ante para cumplir con un objetivo. ¿Es Animales Nocturnos una obra maestra? No. Pero sí lo es la novela que le arruinará la existencia a Susan Morrow.
Vamos a decir que el fuerte de esta nueva película animada de Dreamworks es la música. No podía ser de otra manera cuando entre sus aportes de voces cuenta con la presencia de talentos de la talla de Justin Timberlake, Anna Kendrick y Gwen Stefani, por mencionar a los más destacados. Por otra parte: LOS COLORES. Si bien todas las películas que se dirigen a los niños se destacan por una variada paleta de tonalidades, el caso de Trolls es impresionante, sobre todo por el contraste que presenta en algunas escenas. Verán, la historia cuenta cómo la felicidad de estas criaturitas es la envidia de los Bergenos, unos feos monstruos tristes, aburridos y hambrientos que cada año celebran el Trolsticio, un día especial en el que el rey y todos sus súbditos pueden degustar un pequeño Troll para conocer la felicidad. Sin embargo, un buen día ellos logran escapar y rearmar sus vidas en un nuevo pueblo lleno de amor, canciones y alegría. Todo marcha bien para los personajes inspirados en los famosos muñecos mágicos, hasta que por culpa de una de sus fiestas, y tras 20 años de paz, son nuevamente descubiertos y raptados por un enorme bergeno que los lleva ante el nuevo rey –aquel joven que fue víctima de la fuga de trolls y que jamás pudo probar su exquisita felicidad- con intenciones tan egoístas como engañarlos a todos y sentarse en el trono. Pese a las advertencias de Ramón, el único Troll que no posee brillo ni color, ni gusta de los abrazos, ni goza de la felicidad (más adelante descubrimos el trágico por qué, claro), Poppy, hija del máximo héroe troll, y quien decidió llevar adelante esa celebración que acabó de la peor manera, decide salir en búsqueda de sus amigos secuestrados, pues se siente culpable y responsable de lo ocurrido. Ahí es cuando comienza la verdadera aventura en esta película que no es de las mejores en cuanto a guión y diálogos, pero que encantará a las familias gracias a su ritmo, sus reconocidas canciones ochentosas remasterizadas y el impresionante despliegue cromático que les comentaba. La historia no se destaca por su originalidad ni tampoco presenta imprevistos; de hecho los personajes no son tan bellos como uno pensaría, pero sí son suficientemente extraños y bizarros como para hipnotizar a los más pequeños. El humor no sobresale como en otras películas donde rápidamente captamos el doble sentido de las bromas que en realidad fueron más bien pensadas para la platea de jóvenes y adultos, y que muchas veces es un factor clave en este tipo de films. Sin duda alguna, la compañía que pertenece a Steven Spielberg nos ha entregado mejores productos, como es el caso de Shrek, Madagascar o El Espanta Tiburones, pero de todos modos responde bien a esta interminable maquinaria que es la producción de largometrajes animados que seguramente a principio de 2017 compita en los míticos premios Oscar. ¿Qué aprendí con Trolls? Que por más excepcional que sea el trabajo de los creativos en la parte visual, a veces se olvidan un poco del contenido e intentan tapar esos agujeros con números musicales que ni siquiera son una creación original, sino un reciclaje continuo de lo que ya fue inventado. Un dato curioso es que el primer muñeco troll fue creado por un hombre danés llamado Thomas Dam en el año 1958. Otras de las estrellas que dieron vida a los personajes fueron: Zooey Deschanel, Christopher Mintz-Plasse, Christine Baranski, Russell Brand, John Cleese, James Corden, Jeffrey Tambor, Kunal Nayyar y Quvenzhané Wallis. Sí, el cast es un total y absoluto WOW.
Olvídate de todo lo que pensabas que sabías acerca de cómo vienen los bebés al mundo, porque ya ni las cigüeñas los traen. Resulta que ahora, estos simpáticos animalitos alados no vuelan para entregar un niño en pañales, sino importantes paquetes que forman parte de toda una corporación internacional llevada adelante por un magnate de los negocios. En ese contexto, el ave protagonista, de nombre Junior, está a punto de ser nombrado jefe, cuando ocurre lo inesperado; el peor escenario de todos… Han pasado años y años desde que las cigüeñas lograron desprenderse de ese trabajo por el cual eran catalogadas, y por culpa de una niña huérfana que quedó abandonada en la empresa, todo se desmorona. Así es, Tulip es el único ser humano que convive en medio de ese caos, y lo único que desea es encontrar a su familia, quienes jamás recibieron ese empaque que contenía a una pequeña de cabello ondulado y rojizo. Su rebeldía la lleva a inventar todo tipo de objetos y excusas para salir al exterior, hasta que un día, la situación se sale de control. Accidentalmente, pone nuevamente en funcionamiento la máquina de hacer bebés, reactivando el instinto maternal de Junior, y obligándolo a emprender un viaje para entregar a un nuevo integrante que con tanto entusiasmo están esperando allá abajo, e intentando contra viento y marea no ser descubierto por el dueño de Cornerstore, o su mayor sueño quedará truncado para siempre. Claro que el camino será un sinnúmero de obstáculos, donde deberán lidiar no sólo con una manada de lobos obsesivos sino también con la vieja cigüeña culpable de aquel accidente en el que Tulip quedó presa para siempre. Cigüeñas, la historia que no te contaron (en inglés: Storks) es el nuevo film que produjo Warner en medio de uno de los mercados más competitivos. Los responsables son los mismos detrás de la película de LEGO, aunque debo decir que increíblemente esta historia es más original y provoca mucha más risas. No es ningún hallazgo increíble, pero cumple con la función de entretener. Los animales siempre tienen ese encanto y esa capacidad de hacer ver la ridiculez tan fresca y divertida que hoy día es difícil imaginar un proyecto de estas características sin al menos uno de ellos. En general tiene algunas fallas en cuanto a personajes de relleno que nada aportan a la riqueza de la trama y quedan como un simple relleno, pero el género infantil siempre perdona. La regla número 1 es NO ENCARIÑARSE, y sin embargo, la combinación explosiva de elementos tiernos que hay en esa hora y media de relato, nos hacen sentir estúpidamente golosos; ni hablar a los protagonistas. Transmitiendo valores esenciales como el amor, la responsabilidad, la perseverancia, la camaradería, y demás cosas que nunca faltan (ni sobran) en estos largometrajes, Cigüeñas es muy bella para verla en familia y seguir confundiendo a nuestros niños sobre la mera verdad (jeje). ¿Un dato curioso? Desde 1999 que Jennifer Aniston no prestaba su voz a un personaje animado, cuando fue Annie Hughes en El gigante de hierro (The Iron Giant). En esta ocasión es una madre workaholic que aprende una gran lección gracias a su pequeño hijo.
El 7 de septiembre de 1996, llovía. Y llovía mucho. El cielo lloraba la partida de una joven mujer que ya era Leyenda y que injustamente le fue arrancada al pueblo. Pero no sólo al de la música, porque se iba alguien que con muy poco alcanzó una grandeza aparentemente no digna de nuestro contexto terrenal. Myriam Alejandra Bianchi era para sus vecinos esa maestra jardinera de Devoto que no hacía nada diferente al resto. Sin embargo, a sus 30 años, decidió que no quería vivir más esa vida, y se presentó a un casting que daría inicio a esta historia tan corta, pero tan rica. Gracias a Dios que Lorena Muñoz optó finalmente por dar ese paso adelante y contar con mucha justicia esta biografía que respetuosamente se inmiscuye en aspectos de la vida de Gilda que hasta hoy no conocías. Gilda, no me arrepiento de este amor, es un homenaje a ella, a todos los que la quisieron y rodearon, y especialmente a sus fans, quienes la acompañaron hasta el último minuto. El mejor logro de esta película, además de ser MUY cinematográfica, es que muestra la faceta oculta de Myriam (o Gil, como le decían aquellos que mejor la conocían). Casi todas sus canciones reflejan lo difícil que es transitar caminos para una mujer, sin embargo, supo anteponerse a muchos NO que recibió y le demostró a todos que los sueños sí se cumplen. Gilda tuvo un pasar de lo más alejado al glamour, la lujuria o el acceso fácil; lo importante en su historia no fue otra cosa que el amor. Vaya uno a saber qué era ese ángel que la caracterizaba, qué hizo que la gente creyera que era Santa… Pero todo eso no importa, porque se lo ganó con carisma y humildad, sin buscar la perfección. Natalia Oreiro logra construir al personaje más allá de esa mujer intachable a la que todos colocan en un pedestal. Porque Myriam tenía muchas debilidades, miedos e inseguridades, como cualquier ser humano. Además, los actores que la acompañan hacen todos una excelente labor, y destaco a Javier Drolas en el papel de Toti Giménez. Mención especial para Daniel Valenzuela, y por supuesto para los músicos (algunos de ellos acompañaron a Gilda en la vida real). El género biográfico es de por sí complejo; no es nada simple contar la historia de alguien que ya no está, dejando conformes a todos. Sobre todo hay compromisos familiares y amistades que respetar, junto a un trabajo de investigación que en este caso se destaca como herramienta de la directora, quien anteriormente ya había trabajado documentando. Gilda es otro triunfo del cine argentino, lleno de elementos acertados, como por ejemplo la banda sonora. En el tiempo que dura el film, se plasma a la perfección esa carrera fugaz que tuvo la cantante. Lamentablemente conocemos su trágico e inevitable final… Pero el valor inmensurable que tiene todo ese legado que dejó a sus hijos, a sus admiradores y a la música es lo que hoy mantiene en pie a la figura inolvidable que fue, es y será; todo sirvió de inspiración para que ahora tengamos entre nosotros un imperdible de la cartelera local, a la cual ojalá le vaya de maravilla en sus giras por el resto de los países, porque al igual que Gilda, merece el éxito. Distinta al resto, valiente, frontal, osada; son todos adjetivos que describen tanto a la reina de la música tropical como a la película, y eso habla muy bien de esta nueva producción.
Para ser un film del mismo estudio que animó películas como Coraline y Paranorman, no me ha resultado tan atractiva tanto a nivel visual como de trama. Es un poco difícil separar en la mente el hecho de que se esté abordando una temática de origen japonés tan profunda, pero con realización norteamericana. Pequeñas críticas negativas aparte, Kubo y la búsqueda samurai (Kubo and the Two Strings, 2016) apoya su encanto sobre tres factores principales: uno tiene que ver con eso de buscar objetos a modo de desafío, algo que al público en general le encanta y que en este caso se trata de tres elementos típicos de esa cultura asiática, como por ejemplo el sable. Lo segundo es el logro a la hora de utilizar la técnica de origami plasmada a través del stop-motion en 3D; simplemente hermoso. Por último, uno de los personajes secundarios, de los que menos diálogo tiene, es el más atractivo en la historia, algo que suele repetirse en el largometraje animado. Kubo y su madre viven alejados del mundo para mantenerse a salvo de ciertas amenazas familiares que datan de mucho tiempo atrás. El niño no sólo perdió a su padre, sino también un ojo que le quitó su propio abuelo. Ese es un buen dato que le aporta originalidad a la historia. Claro que en un momento dado, el pequeño protagonista rompe las reglas y se aleja de lo seguro, donde acaba en problemas. Así es como inicia una aventura que involucra las almas de nuestros antepasados y un viaje junto a un mono (no pregunten) y a un escarabajo humanoide (tampoco pregunten). Quizás por momentos le hace falta algo de ritmo en muchos sentidos, pero le alcanza para llegar a ese objetivo que es entretener y hacernos reflexionar. La película de Kubo no va a ser lo mejor de este 2016, un año en que tanques como Buscando a Dory nadaron por las salas de los cines a nivel internacional, sin embargo, de seguro tendrá su oportunidad en la temporada de premiaciones. Algunos datos curiosos e interesantes para destacar de este film: costó 60 millones de dólares y llevó 5 años de producción; esto quiere decir que por semana, apenas podían filmarse unos 4 segundos de metraje. Es la cuarta película que crea Laika y la primera vez que Matthew McConaughey le pone la voz a un personaje. El director era un debutante; nada más ni nada menos que Travis Knight, CEO de la propia compañía. 48 millones eran las posibles expresiones faciales para Kubo, por lo que se crearon para él unos 12 mil rostros prototipo para ser utilizados (¡!). Finalmente, no se pierdan el cierre de la peli porque alberga un momento del rodaje muy importante y vistoso para los amantes del cine, al igual que un cover de The Beatles (guiño, guiño) que es realmente un disfrute para los oídos.
Ariel Rotter se propuso escribir y dirigir una película que nos hiciera reflexionar sobre muchas cosas, y lo logró. La Luz Incidente es la nueva cinta que se suma al Salón de la Fama del cine argentino; hermosamente filmada, con algunas tomas que quedarán en la memoria de la audiencia, actores con un compromiso enorme a la hora de expresar sentimientos… Pero sobre todo, un relato triste que hace doler el corazón sin ningún tipo de culpa. En una época en la que el rol de la mujer se ajustaba a ciertas convenciones sociales, Luisa (Erica Rivas) pierde a su marido y a su hermano en un terrible accidente. Esa es la primera información que obtenemos de la historia. A partir de allí, comienza un pequeño viaje en el que la pobre protagonista sólo necesita del valor del tiempo para procesar un duelo difícil, y que lamentablemente debe entregarse a lo que es bien visto por los demás. Luisa debe pensar en el futuro de sus dos hijas pequeñas, ante todo, y no se anima a enamorarse de nuevo. Pero no porque no quiera, sino porque verdaderamente no lo siente. En medio de ese trago amargo es que aparece Ernesto (Marcelo Subiotto), un hombre que es la cara opuesta de lo que le pasa a ella. Soltero, bien acomodado a nivel laboral y económico, y evidentemente con una necesidad desesperante de formar una familia. Injustamente, se enamora de esa mujer que está ahora desnuda frente al mundo; presa del miedo, como si fuese un venado que no tiene escapatoria. Luisa trata de verle el color a la situación, sin embargo, el tono monocromático del film nos avisa que quizás no haya final feliz para ella. Así es como obtenemos un combo en el que un personaje logra todo lo que se propuso, mientras el otro debe rendirse a las escasas opciones que tiene y que le convienen, según su madre y demás influencias. Sí, es un relato duro por donde se lo vea. Para la satisfacción de nuestros ojos, es de una delicadeza infinita, porque jamás cae en algún lugar común o incómodo, sino que avanza con fluidez hacia un destino marcado por la depresión de sentir cómo una chica tan joven se desarma de a poquito, extrañando a su verdadero amor que ya no está físicamente entre nosotros y que el único legado que le ha dejado, además de dos preciosas hijas, es una pila de preguntas sin respuestas lógicas. Animate a transitar esta peligrosa ruta llamada La Luz Incidente, no apta para aquellos que buscan entretenimiento liviano ni finales felices, pero sí para observar una pieza de arte digna de cualquier museo europeo, que nos invita a permanecer atentos a las pinceladas de luces y sombras por un buen rato; concretamente durante una hora y media. A nadie le gustaría estar en la piel de Luisa, pero la vida a veces es así de cruel y realista. Siempre dicen que la realidad supera a la ficción. Yo digo que es bueno ver cuando la ficción logra igualar a la realidad. Por más triste que pueda ser, siempre es bueno…
Me sorprende cómo es que después de cuatro entregas que ya tiene esta franquicia de Fox, sigan encontrando buenas ideas para agregarle a la saga. El nuevo film de La Era de Hielo presenta varios personajes, aunque todos estaremos de acuerdo en que seguimos prefiriendo a los originales. El mamut, el oso perezoso, el tigre dientes de sable, las zarigüeyas gemelas y, por supuesto la ardilla, son los líderes. ¡Sin embargo! La comadreja de un solo ojo llamada Bock es un personaje por demás de interesante, quien le ha aportado a las últimas películas muchas referencias a la cultura pop. Y hablando de eso, esta es la entrega que más aporta por ese lado. En cuanto a los nuevos integrantes, mejor perderlos que encontrarlos… La historia en sí no es ningún descubrimiento, pero se las apaña para entretener durante esa hora y media de duración. Por momentos se desconecta un poco de la realidad a la que se ata, y sus bromas son un tanto polvorientas. El equipo de animales tiene que lograr desviar un meteorito que está a punto de colisionar con nuestra Tierra. Para ello, el plan es aprovecharse del magnetismo que tienen las rocas de una anterior lluvia y así evitar el impacto. Mientras tanto, en el espacio exterior, la ardilla más infeliz del universo sigue intentando quedarse con su bellota, siendo la primera vez que uno de los personajes abandona el planeta que todos conocemos. Y nos seguimos preguntando: ¿por qué diantres no se come el preciado fruto de una buena vez? La respuesta es, claro, para que la historia de siga estirando, los niños divirtiéndose con su torpeza y los bolsillos de los ejecutivos creciendo. A diferencia de, por ejemplo, las películas de Pixar, las de La Era de Hielo utilizan muchísimos gags básicos y trillados, como ser golpes, caídas, peleas, etc. La falta de humor inteligente -o más sofisticado si se quiere- se cubre con alguna que otra referencia a clásicos del cine que sólo los adultos podemos captar. Es verdad que hay mucha sequía de creatividad en el mundo audiovisual, pero también es cierto que estos films siguen funcionando y han significado millones y millones recaudados para su productora, gracias a la conexión que el público tiene con nuestros amigos prehistóricos. La conclusión es la de siempre, porque como dice el dicho, más vale malo conocido… Y con esto hablo de las típicas y empalagosas moralejas que pretenden dejarnos y el paralelismo con cuestiones de la sociedad y de la familia que todos hemos experimentado, por citar dos de los ejemplos más sobresalientes. Si puedes, por favor vela en idioma original.