David Lowery, director y guionista de este proyecto, traza una historia cautivante de principio a fin como nunca se vio entre la amistad de un niño y su mejor amigo, un dragón llamado Elliot.Elliot no es un dragón de los que estamos acostumbrados a ver, no emite ninguna palabra, pero desborda una personalidad amable y juguetona, como si fuera un cachorro de 15 metros al que sólo le interesa jugar y tener la compañía de su mejor amigo, Pete (interpretado por Oakes Fegley). Elliot y Pete tienen una química única, no sólo hay amistad entre ellos, sino también los une los trágicos eventos de sus vidas: los dos son “huérfanos”, están perdidos y aislados en su propio mundo en medio del bosque. Ellos son un ejemplo clave en las “grandes amistades del cine” y cuando la película llega a su fin, los presentes en la función van a lamentar que no existan “elliots” en este mundo; pero el mundo es grande y la película no tiene miedo a mostrarlo. Un gran elenco secundario rodea a estos dos amigos. Karl Urban, Bryce Dallas Howard, Wes Bentley y el gigante de Robert Redford acompañan y consiguen hacer sus papeles de forma correcta sin quitar el lugar privilegiado a los verdaderos protagonistas. No hay ningún villano en esta historia, sólo gente y sus decisiones, no esperen ningún caza dragón o corporación misteriosa que tenga conocimientos ocultos.La película es realista y se muestra como tal, utilizando el folklore para dar vida a la leyenda. Una gran banda sonora a cargo de Daniel Hart consigue trasladar el aire de campo, sus caminos y laberintos al oído del público. Escuchar las melodías en conjunto con el trabajo de fotografía de Bojan Bazelli hacen que la experiencia sea más placentera. Mi gran amigo el dragón en mi opinión es uno de los verdaderos tanques del año, lo demuestra en su calidad total que expresa lo justo y necesario sin llegar a extremos. Es para todo público, grandes o chicos, sólo basta que quieran ver buen cine, y acá lo van a tener y van a querer más. Sin dudas, recomendada.
Canas, cicatrices y un cansancio perpetuo empiezan a hacer eco en Jason Bourne (Matt Damon). Ya distante del mundo que conocía, Bourne resuelve sus días luchando en circuitos de peleas clandestinas y lamentando – silenciosamente – la vida que le arrebataron. La trilogía pasada tenía un objetivo: buscar la identidad David Webb/Bourne, eso ya paso, ahora sólo queda una cosa: venganza. Tras un correcto cierre hace 9 años con Bourne Ultimatum (2007), Paul Greengrass, Matt Damon y Julia Stiles regresan una vez más, en sus respectivos roles en esta secuela logrando borrar completamente al Spin off (Bourne Legacy) protagonizado por Jeremy Renner en el 2012. Greengrass demuestra que el tiempo alejado en la saga no tuvo efecto negativo en él. Junto con Barry Ackroyd en el departamento de fotografía y Christopher Rouse en edición, dejan todo para ofrecer escenas tensas a un ritmo frenético de principio a fin. Eso sí, si bien todo lo positivo del mundo Bourne se hace presente al pie de la letra, hay que destacar que Greengrass es un fan incurable del shaky cam (cámara temblorosa). La sala va a sufrir un poco con este método; las escenas en Grecia o la persecución en Las Vegas van poner a prueba nuestros nervios al tratar de entender lo que pasa por el constante abuso de Greengrass convulsionando la pantalla. Pero con la gran edición de Rouse, el resultado es bueno y a pesar de todo, se entiende lo que sucede. Tommy Lee Jones, Vincent Cassel y Alicia Vikander aportan un plus y refrescan el film con nuevos personajes en esta nueva historia. El problema es que el guión a cargo de Greengrass y Rouse fuerza demasiado estas nuevas caras para que el espectador se interese por ellas hasta el punto, que el mismo Jason Bourne queda en segundo plano. También, el guión vuelve a utilizar elementos del pasado de Bourne, esta vez con respecto a su padre (interpretado por Gregg Henry) para revitalizar la saga. ¿Funciona? Sí funciona, pero hasta ahí. Jason Bourne marca un gran regreso en este mundo de espías, claramente si pensábamos que lo que habíamos visto en la 3 película pasadas -sin contar el spin off- era lo mejor que nos podía ofrecer Greengrass y compañía, estábamos equivocados. Bourne volvió con todo, más viejo, más sabio, sin nada que perder y con Extreme Ways de Moby acompañándolo de fondo. Paquete completo.
Cuando las luces se apagan originalmente comenzó, como en muchos casos en el cine de género de horror, con un corto que se volvió viral (podes verlo haciendo click aquí ) David F. Sandberg, su realizador, se la juega y da un salto a la pantalla grande adaptando su proyecto de 3 minutos sobre el miedo a la oscuridad o Nictofobia. Con el clásico comienzo de película del género, el film pone en duda su integridad dando uso de los tres puntos infalibles del terror: a) un trabajador nocturno acosado, b) una presencia asesina a punto de atacar y finalmente c) Una familia en fase de duelo. Estos tres hechos, dejan al espectador con una temprana – y errónea, me atrevo a decir – resolución de lo que está por venir. Para sorpresa, en Lights Out – titulo original – el cliché, funciona. En sus 81 minutos, filmada casi en su totalidad en interiores, se muestra rápida y frenética con sustos fáciles y efectivos. Gracias a las actuaciones de un elenco veterano y nuevas caras de la industria, la película utiliza un humor simpático y preciso el cual en ningún momento se siente forzado en agradar al público. Hay tensión y bromas, pero sólo en el momento justo. La combinación de duración más las buenas actuaciones (a destacar Maria Bello y Alexander DiPersia) logran que Cuando las luces se apagan tenga todo para ganar; igualmente, en la facilidad de contar una historia directa, el misterio y las preguntas no llegan a tener una resolución clara. Todo se busca a las apuradas por un guion demasiado básico a cargo de Eric Heisserer (guionista de la secuela de The Thing, 2011) y lo gratificante de descubrir el cómo y porqué del “amable” intruso espectral se desecha rápido. Esto es una pena, porque este antagonista se presta para tener una gran historia y hace que el espectador se interese por él. Elementos de Boogeyman (2005) y Mirrors (2008) van a hacer eco a lo largo de su presencia. Sin embargo, a pesar de hacer una correcta entrada en el mundo de “villanos del cine de horror”, las ilusiones quedan cortas por el trato que le da Heisserer. Cuando las luces se apagan es un buen comienzo para Sandberg en la pantalla grande, posee una gran ambientación, un colorido villano y, además, la compleja relación entre sus protagonistas ayuda a elevar la tensión a grados bastantes altos. Es una experiencia grata en el cine de terror actual. Ahora, ¿es para recomendar? Si buscas algo sin complicaciones y un par de sustos, esta es tu película.
Para recrear nuevamente la obra de Edgar Rice Burroughs, La Leyenda de Tarzán, David Yates – director también de las Harry Potter- tenía que lograr un nuevo giro en base a la historia de John Clayton –Tarzán- sin caer en lo visto infinidades de veces (una tarea difícil por las numerosas adaptaciones pasadas). Estancado en un development hell – producción problemática- durante más de una década, este proyecto pasó desapercibido para la prensa en general, tal vez porque la historia nos mostró a Tarzán tantas veces, de tantas formas, que uno podría sentir que esta futura adaptación, a pesar de tener un elenco destacable, iba a llegar sin pena ni gloria. Pero este regreso a la selva fue una agradable sorpresa. Después de 8 años lejos de la jungla, John Clayton se familiarizó con trajes y con los modales de su nueva vida en Inglaterra, a pesar de esto, lleva una pena que se refleja en su vida diaria: Clayton extraña la selva. Alexander Skarsgård (Generation Kill, True Blood) da un buen paso con este papel, humaniza un poco más a Tarzán, dejando atrás el clásico “yo tar-zan!” que se golpea el pecho. En el film Clayton es un hombre con capacidades extraordinarias que está rodeado de un círculo de personas que lo conectan más como hombre que con su lado animal y justamente, las mejores escenas de este film se dan cuando Clayton interactúa con el entorno animal haciendo uso de su lado humano. Quiero destacar que Skarsgård, de todas formas, a pesar de dar una buena interpretación como Clayton/Tarzán, se muestra en el transcurso de la película, portando una constante cara de “estreñimiento” crónico y en algunos momentos esto puede parecer cómico. Como todos saben Tarzán no está completo sin su Jane, y aquí, la encargada de representarla es nada más y nada menos que Margot Robbie (El lobo de Wall Street, Focus). Robbie cumple con el papel de la “doncella en apuros” y siempre es un espectáculo visual verla en pantalla, pero en La leyenda de Tarzán da el ejemplo claro de que el casting fue exclusivamente en base a su popularidad ya que cualquier otra actriz hubiera podido con este rol. Tampoco la ayuda la presencia de Samuel L. Jackson como George Washington Williams, el cual está como “comic relief” – toque cómico-. Jackson, posee una presencia absoluta en cada escena que figura y su personaje sienta bien como el “compañero tonto”. Hay que nombrar a Christoph Waltz recreando al villano de turno. Waltz es un gran actor, pero últimamente se está quedando a medio camino, ya no revoluciona como lo hizo en Bastardos sin gloria (2009) sino que recurre al uso del mismo personaje una y otra vez, y en esta no es la excepción. David Yates logra destacar a la región del Congo, con exteriores variados que trasmiten las diferentes personalidades de sus habitantes. Hay grandes dosis de CGI, sobretodo en escenas de acción desenfrenada o las que requieren uso de animales, pero en ningún momento se sienten desaliñadas y su utilización no quita al espectador de lo que está presenciando. Mi preocupación antes de ver esta película era, como iba a resultar el transporte sobre lianas y para sorpresa, están realizadas correctamente con movimientos naturales y son simplemente geniales. La leyenda de Tarzán es una película que puede parecer a simple vista como una más en la larga línea de historias sobre Tarzán –para mí la mejor sigue siendo Greystoke (1984) – pero David Yates y su equipo respondieron bien el llamado y lograron un producto que puede sorprender al público y que tiene posibilidades de una secuela. Por mi parte, espero que saquen una versión extendida, porque este film pide a gritos un poco más de desarrollo sobre los Flashbacks en la jungla.
2 Horas para sobrevivir 3 - ejemplo exacto de una traducción de título desastrosa- es el toque final para una trilogía que, si bien no está en las grandes ligas, cae mejor parada que muchos otros proyectos con más renombre en los medios (Día de la independencia 2, Alicia a través del espejo 2, Zoolander 2). Ya en los primeros minutos, se puede sentir un ambiente de tensión, marcado por T-Rex y su “20th century boy” que de manera rockera hacen saber al espectador que a pesar de tener una melodía feel good las cosas se van a poner ¨heavy¨ con dosis altas de locura y violencia sin sentido. James DeMonaco regresa nuevamente a cumplir el rol de director y guionista en su caballo de Troya. De Monaco no afloja a la hora de mostrar su producto, es más, él se encarga de elevar lo visto hace 2 años en 12 horas para Sobrevivir: Anarquía (2014). En esta tercera parada, pone mucho más peso en el desarrollo de sus protagonistas, no sólo en los personajes vistos en entregas anteriores, como el caso de Leo Barnes -interpretado por el gran Frank Grillo- sino también a los recién llegados en la saga, dandole a ellos importancia e interés. La sala entera va a alentar a los “buenos” y va a querer ver sufrir a los “malos”. Pero hay un problema en todo esto… A pesar de generar un ambiente de caos y personajes principales sólidos, De Monaco da un paso seguro, pero no acertado con sus villanos, los cuales son unidimensionales y no generan misterio alguno. Están locos y hasta ahí llegan. Son solamente carne de cañón para la cámara. Hay una sola excepción interesante en la larga lista de “malitos” en esta secuela y es el de un líder Neo Nazi llamado Danzinger, interpretado por Terry Serpico -conocido por hacer el papel del primo Eddie en Rescue me -. Danzinger posee una gran presencia y uno presiente que tiene un ¨as bajo la manga¨ en todo momento, pero a la hora de tirar las cartas, su mano queda trunca, convirtiéndose en un simple perro a la orden del Big Bad, un megalómano del montón. Gran punto a destacar es la piba de los chocolates, pero como llega, se va. Con una gran dosis de acción, poco terror y humor macabro, 12 horas para sobrevivir 3, es una secuela sólida en todos los aspectos que quiere transmitir. Es una gran película para los fans del género y sin duda un buen final en la trilogía. ¿Habrá otra secuela? ¿Una serie de tv? El tiempo lo dirá, por ahora es un cierre redondo en la franquicia. Hay que ir a verla.
La Era de Hielo: Choque de Mundos continua las aventuras de Manny, Sid, Diego y Scrat. Esta vez, tratando de salvar al mundo de una amenaza que viene desde el espacio para destruir el planeta. Suena extraño cuando digo “amenaza”, porque es una palabra que, para ser la quinta parte en esta franquicia, se vio representada en cada una de anteriores películas. Tuvimos amenazas por todo tipo de elementos: amenaza por tierra, amenaza por mar ¿y ahora toca? ¡Amenaza por aire!. A La Era de Hielo sólo le interesa contar historias que tratan pura y exclusivamente sobre amenazas. Si nos remontamos al año 2002, con la primera Era de hielo, vemos a varios individuos de diferentes especies, subsistiendo como podían, tratando de sobrevivir en un mundo despoblado, que poco a poco estaba llegando a su fin. Uno podía apreciar la soledad y diferencias que tenían estas especies. Gracias a la ayuda de un bebe humano, las diferencias entre los protagonistas quedaron atrás para formar una amistad absolutamente sólida. ¿Qué pasa ahora 4 películas más tarde? ¡Los solitarios héroes están rodeados de familiares y amigos! La Era de Hielo se transformó poco a poco en La Familia Benvenuto (1991-1995), el pequeño grupo paso de luchar por estar vivos a prácticamente pagar una cuota alimentaria al por mayor. Todo objetivo logrado originalmente, se perdió a medida que la saga estrenaba una nueva continuación. En Choque de Mundos, la variedad de bromas y gags que se van presentando con este wolfpack de especies es grande, pero la mayoría no consigue generar alguna reacción en el público, ni siquiera el retorno de Buck, el personaje interpretado por Simon Pegg ayuda un poco en este asunto. Ahora sí, la química entre Manny, Diego y Sid sigue intacta y las –pocas- dosis de humor efectivas vienen exclusivamente de parte de ellos y la excepción a esto es la abuelita de Sid, la cual se roba alguna que otra escena. Elevando un poco la historia hacia el espacio, tenemos al verdadero culpable del conflicto: Scrat. Scrat y su bellota regresan en un viaje interestelar que predeciblemente pone en sombra el resto de la trama que sucede en la tierra. A pesar de su presencia, justamente, estelar, el eterno sufrimiento de este diminuto amigo, ya no produce el mismo efecto de años atrás y su historia queda nuevamente inconclusa para ser resuelta en un futuro proyecto. En esta secuela el trabajo de Michael J. Wilson, Yoni Brenner y Micheal Berg -sus guionistas– es sumamente pobre. No logran cautivar al público y el mensaje (a esta altura obligatorio en toda película animada) se siente superficial. Tal vez su mayor esfuerzo en esta entrega se vea cuando implementan, nuevamente, a personajes antipáticos y cameos de celebridades ya vistas en otras películas del año (a Neil de Grasse Tyson, el astrofísico, si siguen contratándolo, lo vamos a poder ver hasta en la sopa). La Era de Hielo: Choque de Mundos añade otro escalón olvidable y no genera grandes sensaciones. Cumple a la hora de sacar una sonrisa pasajera hasta ahí, sin exigir nada más y por lo que veo esta saga está a un paso de extinguirse por el poco esfuerzo de sus realizadores.
La historia de la horda vs la alianza llegó a la sala de cine después de años de estar en un limbo de ideas, una etapa de producción casi interminable e infinidad de atrasos de fechas de salidas. Warcraft está aquí: Duncan Jones (Moon, Source Code) es el encargado de dirigir este proyecto que desde el día uno contaba con un interminable viento en contra para ser realizado correctamente. No sólo por parte de la legión de fans que venían esperando una adaptación hace décadas (me incluyo) sino de caer en el maleficio de las famosas “películas basadas en videojuegos”. Por suerte Warcraft es una sólida primera entrega y Jones respeta bases de la historia de un modo en que los no familiarizados con los fichines puedan sentirse atraídos y consigan una grata experiencia de todas formas. Con personajes imponentes y un excelente uso del motion capture y CGI, Warcraft pisa fuerte. Sobre todo, en zonas problemáticas para una película “heavy” en efectos, que en su gran mayoría hacen que el público no salga convencido de lo que presencia a lo largo de la película. En estas cosas, el film cumple en su principal atractivo mostrando no sólo un mundo, sino figuras creíbles y con diferentes motivaciones las cuales los hacen verse realistas en un universo irreal. Ahora bien, a pesar de ser una película con un nivel visual excepcional, Warcraft recibe bastantes golpes bajos culpa de la edición de Paul Hirsch gran maestro de este departamento y editor de una de mis películas favoritas Planes, Trains & Automóviles). Hirsch desenfoca tanto las historias con una oleada de cortes abruptos que se vuelven predecibles y sumamente irritantes, puede haber funcionado en El imperio contraataca y Una nueva esperanza – sí, hablo de Star Wars – por la cantidad de sub tramas y personajes que hay, pero en este caso, por más que cuente la vida de dos razas resulta un trabajo descuidado por donde se lo mire. Warcraft cuenta una historia interesante, con un guión simplón a cargo de su director y Charles Leavitt. Hay muchos plotholes, muchas situaciones confusas que se resuelven a las apuradas y escenas de relleno sin ninguna razón que no llegan a nada. Esto da lástima porque se nota que tienen un amplio terreno para trabajar, pero de todas formas consiguen un resultado pobre. Warcraft: El primer encuentro de dos mundos es un notable inicio para la saga y se puede decir, la excepción de la regla de “adaptaciones de videojuegos”. Tiene grandes errores, de eso no hay duda, pero, se disfruta de principio a fin. Dentro de todo, son orcos vs humanos y ¿A quién no le gusta ver Orcos vs. Humanos dando pelea? Dato gracioso: Uwe Boll se ofreció a dirigir la película, pero Blizzard se negó a venderle los derechos, “especialmente” vendérselos a él.
Una vez más en el día de la independencia, los extraterrestres derrotados en la guerra del 1996 regresan con sed de venganza para terminar de una vez por todas con la raza humana. La secuela dirigida por Roland Emmerich aumenta la apuesta en tamaño, pero realmente por la mala ejecución de las cosas la película no celebra justamente un digno “día de la independencia”. La mayoría del reparto original regresa en esta segunda parte. Jeff Goldblum, Bill Pullman, Brent Spiner (su personaje vuelve de la muerte gracias a la magia de las secuelas) y Vivica A. Fox demuestran nuevamente su peso actoral. Ellos se encargan de mover no sólo los hilos de la historia, sino también al público. Es genial escuchar las primeras líneas pausadas – ya son un estilo patentado - de Goldblum o ver como Pullman se calza una vez más a su presidente Whitmore, tras haber estado juntando telarañas con el paso de los años. Ver resurgir a estas figuras puede significar esperanzas para el público y estos actores trabajan bien con lo que se les da, pero lamentablemente lo que podría haber sido un alzamiento de carreras del pasado terminan siendo escenas breves, por culpa de las terribles actuaciones de una nueva generación de actores. El más claro ejemplo es el de Jessie T. Usher haciendo del hijo del difunto capitán Steven Hiller (interpretado por Will Smith en la película de 1996), Hiller Jr. se siente absolutamente forzado en esta película, no trasmite emoción alguna y esto da bronca ya que él es, justamente, uno de los “puentes” del primer film en la secuela. Su actuación es tan mala, tan de “madera”, que posiblemente la única emoción presente cuando su personaje aparezca sea la del público exclamando lo mal que actúa. Liam Hemsworth brilla a comparación de T. Usher, y Hemsworth es especialista en arruinar escenas. Solo esperen y vean. Para ser uno de los principales referentes del “Cine Catastrofe”, Emmerich se muestra tranquilo y se podría decir “débil” plasmando el caos en pantalla. Al centrarse en una invasión alienígena, ID2 – como se la conoce en abreviación – desenfoca los momentos de destrucción para presentar la tecnología alíen. ¿Esto Funciona? Me gustaría decir: sí, pero gracias a un pésimo guión a cargo de Dean Devlin, Nicolas Wright, James A. Woods y del propio Emmerich, lo atractivo de descubrir este nuevo mundo lleno de novedades se pierde, en gran parte, porque toda la información se da a ráfagas y por sentada, es decir, no le dan tiempo a digerir a los presentes en la sala lo que están presenciando. No sólo el guion falla en aportar interés sobre este nuevo estilo de vida, también se ocupa desinteresadamente en figuras críticas. En ningún momento percibe la amenaza representada, los protagonistas pueden estar en peligro durante toda la película y lo único que logra Emmerich y compañía es que ese peligro sea una escena más del montón. Esto puede ser normal en películas del género catástrofe/invasión alienígena masiva pero no con personajes que desde hace 20 años son importantes, simplemente no se los puede tratar como si fueran un fiambre más del montón. Emmerich se encarga de sus destinos sean buenos o malos, con un simple “eso es todo amigos!” al estilo Porky. El día de la independencia 2: Contraataque puede apostar por una nave monumental que ocupa casi la mitad del planeta, sin embargo, esa gran escala no llega a pasar lo superficial en todo momento de la película, no tiene ese efecto masivo (a pesar de ser superior en espacio) que se vio con uno de los platos voladores sobre el Empire State. ¿Quieren ver una película con destrucción gratificante sin sentido, escenas graciosas con personajes carismáticos y un gran plus: un perro esquivando heroicamente autos voladores tras una explosión? Vean El día de la Independencia del glorioso año 1996, que no los va a defraudar. En cuanto a su secuela, si quieren ver a ídolos de los 80’s-90’s tratando de dar lo mejor que pueden -y el encanto se palpa en ciertos momentos- en un producto sin inspiración con un 3d bien implementado, arriésguense y vayan al cine, tal vez los ayude a desconectarse un poco de un mal día.
El Conjuro 2 marca el regreso de James Wan (El juego del Miedo, La noche del Demonio 1 y 2, Dead Silence) al horror después de darse una vuelta por las pistas de la saga Rápido y Furioso, retorno bastante acertado dentro del género de terror. La historia transcurre en el condado de Enfield, Inglaterra, a finales de los 70’s. Cuenta el sufrimiento de una madre soltera con cuatro hijos y cómo, de un día para el otro, dejan las preocupaciones sobre problemas económicos para darle lugar a un visitante demoníaco inesperado. A medida que los inconvenientes aumentan y la pobre familia se va quedando sin dormir, sin muebles y sin opciones, reciben la ayuda de la pareja “caza fantasma” por excelencia: los Warren. Desde los primeros momentos de El Conjuro 2 se ven elementos clásicos efectivos en el género de horror, con gran ambientación, el uso de un título vistoso que hace recordar a grandes obras del pasado, indican al espectador que está ante una película que, posiblemente si los minutos que vienen son favorables, va dar que hablar y en este caso, no se equivoca gracias a la ambición que Wan y equipo dejan en el proyecto. El clima es gris en todo momento, no sólo en tierra inglesa como es costumbre, sino por grandes actuaciones que traspasan continentes y reflejan un estado de pesadez constante, aun así, en los momentos lindos, uno sabe qué esa felicidad va a durar poco y tarde o temprano algo todavía más difícil está por venir. Patrick Wilson y Vera Farminga, vuelven a encarnar a Ed y Lorraine Warren, esta pareja de mata demonios que tras una “pequeña” visita a Amityville y numerosas apariciones poco favorables en Tv, empiezan a mostrar signos de estrés postraumático en la vida diaria. Wilson y Farminga dan cátedra en química de parejas del cine en esta película, tranquilamente este dúo puede hacer una serie con sus personajes, viviendo una vida común y corriente en un vecindario aburrido, y por la excelente química que tienen, va a hacer que valga la pena ver ese show. También hay que resaltar la actuación de la joven Madison Wolfe – Janet- la cual, en algunos momentos, se roba la cámara. La dirección de Wan genera una atracción favorable en escenas que incluyen el condimento del horror. Tal vez muchas de ellas caen en un terreno ya visto y pueden no sorprender, ahora, ¿hay sustos? Sí, y de gran variedad, algunos más logrados que otros, y en experiencia total, funcionan. Pero lo más interesante no son las escenas que dan “miedo”, sino, cuando Wan da lugar a la vida diaria de los personajes, estos momentos son contados, no sacan a uno de la experiencia, dan un respiro al espectador y en alguna que otra ocasión sacan una sonrisa. El film deja caer su peso en el género de terror, pero estos pequeños momentos de tranquilidad están tan bien amoldados al film – y Wan lo sabe – que destacan todavía más el horror en los momentos futuros. Estaría bueno poder ver a Wan en un proyecto fuera del rango de terror o la acción. El Conjuro 2 es un gran nombre en lo que va a secuelas de terror. Es ideal para verla en pareja, disfrutar de una linda historia y salir de la sala pensando en mojas del infierno. ¡James Wan, acá te bancamos!
Tras un difícil comienzo con Tortugas Ninja (2014), el futuro de las tortugas mutantes más conocidas de todas estaba en la cuerda floja. Con Tortugas Ninja 2: Fuera de las sombras las cosas se ven un poco más brillantes para los héroes con caparazón. Esta segunda parte da un vuelco más personal, ya no se centra más en los orígenes del grupo, sino en los valores que los unen. Cada tortuga tiene diferente personalidad, esto les da una ventaja y desventaja estratégica en batalla. Si se puede decir que hay una historia - el guion de Josh Appelbaum y André Nemec tiene buenas ideas, igualmente es bastante flojo – lo más interesante es cuando se genera tensión entre Leonardo “el líder” y Rafael “el fuerte” por beneficios personales, pero el conflicto se genera demasiado tarde para qué el público se interese por lo que está sucediendo. Las tortugas pasan una gran parte de la película haciendo nada. Un plus sorpresivo es Miguel Ángel - el amante de la pizza –, el “petiso del grupo” sufre una leve mejora respecto a su personaje que era uno de los puntos negativos del primer film. Mickey siempre fue el encargado del factor gracioso del grupo, en Tortugas Ninjas, Appelbaum, Nemec y Evan Daugherty, sus guionistas, llevaron su personalidad al extremo, transformando las risas en una pesadez irritante, en Fuera de las Sombras el personaje tiene un Timing de humor bastante acertado, justo y necesario (sospecho que esto se da por la ausencia de Daugherty). Ahora enfoquemos la lupa hacia los personajes de reparto. Estas contrapartes son absolutamente descartables en la película. April O'Neil y Casey Jones - Megan Fox y Stephen Amell respectivamente - son aburridos y la supuesta química se siente forzada y simplemente no funciona. Fox tiene su clásico momento de gloria, es una escena sacada de la mente de su productor, Michael Bay. Se agradece ver a Fox en este tipo de escenas, pero se siente totalmente fuera de contexto y cuando sucede hace recordar a Deadpool anticipando el momento diciendo: “Superhero landing!” (aterrizaje de superhéroe) esta vez en modo de caminata sexy. Obviamente no todo se resume en Megan Fox y caminatas sexys, hay nuevos personajes en Fuera de las sombras, villanos ya conocidos para los fanáticos. Estos son Bebop, Rocksteady y Krang. El trio se encargan de ocasionar problemas para el grupo de tortugas y con ayuda de Shredder, el gran villano (un personaje que hasta el momento pasa sin pena ni gloria), utilizan el humor como fuerza principal. Las segundas partes generalmente tienden a superar el ritmo de las cosas con respecto a su film previo, y esta entrega no se queda atrás, hay grandes batallas, en tierra, mar y aire, que consiguen superar ampliamente lo que se había ofrecido en el año 2014, con escenas claras, en ningún momento se deja de apreciar lo que está pasando en pantalla. La “gran ciudad” sigue siendo el escenario principal, pero la acción también se deja ver en territorio Sudamericano, en Brasil específicamente, es ahí donde la película muestra todo su potencial gracias a una combinación de una pelea en pleno vuelo y un aterrizaje forzoso que deja a todo espectador con una sonrisa. Tortugas Ninjas 2: Fuera de las sombras está hecha más al servicio de los fans y el cambio de director (Dave Green es el que toma la silla de conductor en lugar de Michael Bay) sienta bien a este film. No es una obra maestra, pero sin dudas las cosas van tomando forma y claramente se puede ver a simple vista. Si todo va bien, veremos una tercera parte sólida en todo sentido, mejorando aún más los fallos previos y centrándose en lo que todos quieren ver, tortugas mutantes ninjas.