Con 65 años de edad y casi la mitad como supervisora en una fabrica de reactores electricos en San Pablo, Rosalía (Magali Biff) siente que le quitan el suelo cuando la despiden de su trabajo. No tanto quizás por una cuestión económica, sino porque resulta una señal inequívoca de que comienza oficialmente el tramo final de su vida. Los dos caminos posibles parecen ser entregarse a una depresión o transformar este hecho desafortunado en una ocasión para capitalizar una existencia sin rutinas ni labores.
Tras un viaje a Rawson, Gastón Klingenfeld se trajo consigo un entrañable puñado de historias y personajes en torno al puerto de la la capital de Chubut. Esto lo llevó a volver, ya con cámara en mano, y adentrarse en la cotidianeidad de los trabajadores pesqueros, un universo hecho a base de sacrificio, solidaridad y respeto por el mar. El título del documental se refiere al carácter hereditario del oficio, motivo tanto de orgullo como de preocupación.
De haberse dedicado al periodismo, Néstor Frenkel sería un hábil proveedor de lo que en la jerga se conoce como "notas de color". Sus inquietudes como documentalista lo llevaron a bucear en curiosas historias mínimas, aquellas que circulan por los márgenes y con protagonistas para muchos invisibles. Una banda de rock con un baterista con síndróme de down (Buscando a Reynolds), los habitanes de una ciudad del interior anegada por el agua (Construcción de una ciudad) y un excéntrico mago al que le falta un brazo (El ilusionista) fueron algunos de los personajes tratados por Frenkel, siempre dejando lugar a la ambiguedad sobre cuánto de interés genuino y cuánto de ironía y/o cinismo hay en aquellos abordajes.
Transcurrida buena parte de Noticias de la familia Mars, a quienes siguen regularmente la cartelera local les resultará inevitable asociarla con Graduación, película rumana estrenada hace un par de semanas. En ambos films uno no puede menos que pedir piedad con sus protagonistas, víctimas de una andanada de difucultades que se les van presentado sin solución de continuidad. Pero si en la película de Cristian Mungiu las penurias de su personaje principal responden a un envileciminto social, la propuesta de la francesa Dominik Moll ya roza el ensañamiento gratuito.
Ocho años después de El último verano de la Boyita, periodo en el que estuvo abocada a unitarios y documentales para televisión, Julia Solomonoff vuelve a la pantalla grande con Nadie nos mirá, y hay que decir que la espera valió la pena. Su nueva película es un contundente manifiesto existencialista cuyas ideas centrales son el desarraigo, la precariedad inmigratoria, la crisis vocacional, los desafíos de reinventarse y el temor a volver a fojas cero.
Mathieu (Pierre Deladonchamps), un empresario parisino treintañero, recibe un sorpresivo llamado desde Montreal, Canadá. Es un amigo de su padre, a quien Mathieu nunca conoció, que le comunica que éste murió ahogado en un lago y que dejó un regalo para él. Su madre, también fallecida, le había dicho que lo de su padre fue una aventura de una noche. El paquete tránquilamente podría envíarse por encomienda, pero al joven lo invade la curiosidad por conocer a su "otra" familia (el padre tuvo dos hijos más) y parte a Canadá con la excusa de asistir al funeral.
Ya bastante lejos de lo que se suponía una moda pasajera, el cine rumano continúa consolidándose a pasos agigantados. Al menos si se tienen en cuenta las películas que llegan a nuestras salas (afortunadamente con una frecuencia regular), de ninguna podría decirse que defrauda. La que arriba ahora a la cartelera es Graduación, de Cristian Mugniu, quien en 2007 estuvo detrás de la multipremiada 4 meses, 3 semanas, 2 días y que en la última edición de Cannes fue elegido Mejor Director (distinción que compartío con Olivier Assayas).
Nada está muy claro en el inicio de Fin de semana. Ni por qué Carla (María Ucedo), una mujer de unos cincuenta años que acaba de bajarse del avión, se instala en una residencia familiar de Villa Carlos Paz, ni cuáles son las razones por la que la visita genera un clima hostil en los anfitriones, sobre todo en Martina (Sofía Lanaro), la menor del grupo. Se advierte que hubo un fallecimiento de alguien cercano y que hacía bastante tiempo que Carla no se aparecía por allí.
Pareciera que Oliver Assayas le ve a Kristen Stewart perfil de asistente de celebrity. Al menos así lo confirman las últimas las dos últimas películas del director francés, donde convocó a la protagonista de Crepúsculo, primero, para secundar a una famosa actriz en pleno proceso de divorcio en El otro lado del éxito (2015), y ahora, para ponerla a las ordenes de una reconocida modelo en Personal Shopper. Aquí Stewart interpreta a Maureen, una veinteañera que recorre la mejores casas de ropa de Paris y otras ciudades (Londres, por ejemplo) en busca de exclusivos diseños "de canje" para su jefa Lara.
Gustavo (Jorge Marrale) vive un infierno privado. Su hijo Facundo (Matías Mayer) fue asesinado en una entradera, pero antes del hecho no había entre ellos un vínculo sólido: si Facundo tenía una vocación a priori extraña ante los ojos del padre (era dibujante), cuando Gustavo descubre que además es gay el mundo de este estructurado cirujano se viene abajo. La muerte del joven provocará en él un torrente de arrepentimiento por las cosas no dichas (ni hechas) y un ensimismamiento que afectará la relación con su mujer Cristina (Mercedes Morán), e incluso le acarreará dificultades en su trabajo.